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MANEJO DE LA DISCIPLINA

1.- Aceptar que todos los niños se pueden portar mal.


2.- Meditar y planear que ambiente emocional deseamos fomentar y
esforzarnos conscientemente por lograrlo. Es imposible prevenirlo todo
pero cuando se planea tiene mayor probabilidad de ser efectivo.
3.- No establecer consecuencias físicamente, éstas puede actuar como la
medicina, tienen efectos secundarios aunque de momento funcionen
4.- Poner el ejemplo de lo contrario se da un mensaje contradictorio “no
hagas lo que yo sí hago”, de esta manera el niño no puede asimilar la regla.
5.- Describir con claridad la conducta que debe modificar. Esto debe ser
breve, concreta y directa, y repetirla las veces que sea necesario. Acciones
específicas en situaciones específicas. Verificar con el niño la comprensión
de la regla. “¿Qué es lo que sí puedes hacer?”
5.- Jerarquizar prioridades. Formar hábitos o modificar algún
comportamiento debe ser uno por uno. Comenzar por orden de
importancia, para que vayan asimilando uno por uno y que se establezcan
en el niño.
6.- Enseñar que todo tiene una causa y un por qué. Todas las reglas que se
establecen deben tener una razón, así el niño aprende a controlarse mejor.
La explicación debe ser clara, breve y con un tono de voz positivo y
cariñoso.
7.- Mirarlo a los ojos cuando se hable con él, esto refuerza un acercamiento
emocional importante. La autoridad debe estar consciente de su lenguaje
corporal cuando se dirige al niño, sobre todo de su expresión facial.
8.-Corregir la conducta desligada del estado de ánimo de la autoridad. No
es posible que el niño aprenda a controlarse si el adulto se altera, grita, se
desespera, etc., es decir, no se autocontrola. Generalmente no son buenas
la decisiones que se toman cuando la persona está alterada.
9.- Evitar las etiquetas negativas que perjudican a los niños. Si calificamos
o criticamos en términos ofensivos o negativos el niño actuará de acuerdo a
esos mensajes grabados.
10.- Decir las órdenes o reglas en sentido positivo y una por una. El
lenguaje positivo motiva el aprendizaje del niño. Cuando se suprime una
conducta negativa se recomienda sustituirla por la conducta deseada. “esto
no lo puedes hacer, pero esto sí”
11.- Las reglas deben ser constantes. Lo que se permite hoy igual se
permitirá mañana y lo que está mal hecho, lo estuvo ayer y lo estará
mañana. No hay que confundir al niño llamándole la atención a veces sí y a
veces no por la misma cosa.
12.- Ignorar el mal comportamiento. No se le debe llamar la atención por
cualquier cosa, si no tiene trascendencia lo que hace o dice, ignorarlo. Un
ambiente lleno de gritos, críticas, amenazas y regaños, dificulta el
desarrollo emocional y cognitivo del niño, provocándole inseguridad,
inhibición, timidez y baja autoestima.
13. ELOGIAR Y HACER NOTAR LAS CONDUCTAS ACEPTABLES. Si
cumple lo que debe hacer, obedece, se controla, es necesario elogiar al niño
inmediatamente y sin exagerar, simplemente es hacerle notar que
reconocemos su esfuerzo. Para afianzar una conducta positiva se debe
elogiar cada que ocurra, para mantenerla, el elogio se hace intermitente, es
decir, se va espaciando, ya una vez modificada la conducta o establecido el
hábito sólo se hace de vez en cuando.
14.- Dar señales de aviso. Recordarle la regla, sin amenazas, cuando está a
punto de romperla, así es más probable que se detenga o modifique su
comportamiento. Sólo se debe recordar una vez, si no hace caso, tomar la
medida disciplinaria previamente acordada.
15.- Evitar los sobornos, de lo contrario el niño aprenderá que todo lo que
hace está condicionado a dar y recibir, y no aprenderá a responsabilizarse
de lo que hace.
16.- Aplicar consecuencias lógicas. Así desarrollará la responsabilidad y el
autocontrol. Se debe especificar qué consecuencia concreta se aplicará a
cada acción específica equivocada de él. Es necesario ser justos y no
exagerar. Si amenazamos con castigos indefinidos que además no se puede
cumplir, el niño dudará de la autoridad y a la siguiente ya no creerá.
Es importante dirigirse al niño con tono de voz calmado, ser breves
y claros, así como constantes en la supervisión del niño. Todo el tiempo
que se invierta en la formación de los hijos se verá recompensado.

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