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RESUMEN
El texto se encarga de realizar una breve síntesis de la noción de poder en algunos escritos de la
prolija obra del filósofo francés Michel Foucault. Su intención es que las lectoras y los lectores no
familiarizados cuenten con las herramientas básicas para afrontar el concepto, el contexto de su
emergencia y desarrollo, así como sus aplicaciones recientes en el análisis social.
ABSTRACT
aportes
The text makes a short summary of the concept of power in some writings in the extensive work
of French philosopher Michel Foucault. The intention is that the unfamiliar reader acquires the
basic tools to understand the concept, the context of its emergence and development and recent
applications in social analysis.
aportes
década de los sesenta, se dedicó a estudiar y ex-
ves, L’archéologie du savoir (La arqueología del
plorar diacrónicamente las instituciones clínicas,
saber), e ingresó un año más tarde en el Colegio
el orden psiquiátrico y la locura. Folie et déraison
de Francia, institución de referencia académica
(Historia de la locura en la época clásica) en 1961
donde permaneció como profesor de Historia
y Naissance de la Clinique (El nacimiento de la
de los Sistemas de Pensamiento hasta su muerte
clínica) de 1963 lo colocaron en los círculos de en París en el año de 1984. Para la mitad de los
referencia. Se ocupó, en ese momento, de la cons- años setenta, había publicado Surveiller et punir
trucción de la racionalidad europea-occidental (Vigilar y castigar) y La volonté de savoir (La vo-
y de lo otro (lo ajeno) que hallaba en su interior. luntad del saber), la primera parte de su Histoire
Trabajos que le asignaron el apelativo de filósofo de la sexualité (Historia de la sexualidad), que
meticuloso y de estudioso del detalle. tuvo continuidad en L’usage des plaisirs (El uso
A pesar de su formación, Foucault nunca de los placeres) y Le souci de soi (La inquietud
se adscribió a ningún saber decimonónico de- de sí), de 1984. Luego, los cursos en el Colegio
limitado, no se sintió cómodo definiéndose o de Francia, trece en total, fueron recogidos como
colocándose en alguna grilla disciplinar y, en con- obras póstumas.
secuencia, se rehusó tajantemente a ellas. Nunca La arquitectura interna (cuadro 1) de la labor
fue un filósofo convencional (Strathern, 2014). Él de Michel Foucault es siempre compleja de inven-
mismo, con cierta frecuencia, sarcasmo y “mofa”, tariar, catalogar y especificar por su variedad y
señalaba el carácter indeterminado, fragmentario constante autorrevisión; pero también, porque
e hipotético de su trabajo, su renuencia a elaborar su trabajo se distinguía por promover y escarbar
teorías acabadas y omniexplicativas, su horror un “pensamiento de otro modo” (Deleuze, 1987).
por la totalidad (Castro, 2004: 5). Igual, se ocupó El propio autor no encontraba diferencias en su
de temas dispares, por ejemplo, la literatura, el corpus teórico, no las notaba y se autodefinía
aportes
ción de significado es un proceso inacabado, un
sitio de constante forcejeo –político– donde se Anotación III
generan significados alternos y cuya firmeza es
Edgardo Castro (2012) sutilmente acierta
apenas temporal.
cuando afirma que la analítica del poder para
Precisamente, la influencia de Foucault so-
bre el posestructuralismo se ha concentrado en muchos autores y autoras provocó y provoca
demostrar cómo las diferentes formas de poder “anestesias y parálisis”, especialmente en lo que
están entrecruzadas con la producción de cono- respecta a la política, la acción y el compromi-
cimiento para crear ciertas concepciones valori- so. Basta leer las manifestaciones detractoras, sus
zadas en diversos periodos históricos (Strathern, apegos y reacciones.
2014). Arguye: Por un lado, y en lo estrictamente concep-
tual, la noción de poder resulta, para la crítica
tradicional, paradójica, etérea, vaga, no metódi-
4. Como caso paradigmático se tiene la obra de Claude ca, ligera, pretensiosa y sin mucha cavilación. El
Levi-Strauss (1977 y 1998), considerado el padre del concepto se les presenta como confuso, laxo, poco
estructuralismo científico. Este etnólogo francés tenía útil, nada explicativo y poco más que un curioso
como objetivo fundamental la búsqueda de regularida-
e infructuoso intento acaparador, es decir, nulo
des universales. Partiendo de un cerebro humano común
para todas las culturas, el estructuralismo estaba intere- clarificador en términos académicos. Desde las
sado en los procesos de elaboración de dicotomías de la disciplinas, principalmente, se ha censurado que
mente, a partir de las oposiciones binarias que canalizan no presente una diferenciación escalonada com-
la reflexión en cualquier sociedad. El estructuralismo prensible del poder y de su distribución, lo que no
defiende la idea de que un parecido extremo une en lo
sustancial a todas las culturas, lo cual explica que esta
permite distinguir organizaciones diferentes.
orientación teórica se ocupe de las semejanzas entre las Por otro lado, en la praxis, se le reclama al
culturas antes que de las diferencias (Ortner, 1984). concepto cierto dejo apolítico; que se muestre
aportes
Esta concepción se extiende en el pensamiento del fi-
siciones locales del poder. El poder para el autor
lósofo inglés Bertrand Russell, quien lo piensa como no es una cosa, tampoco una sustancia, un flui-
una sustancia que puede ser, entre otras cosas, trans- do, algo que emana de esto y aquello; más bien,
ferida, repartida y suprimida. Argumenta el autor que se trata de un conjunto de estrategias y mecanis-
“volviendo a la analogía de la física: el poder, como la mos que tienen como objetivo lograr la victoria.
energía, puede considerarse que pasa continuamente de
una de sus formas a otra y debería ser tarea de la ciencia
El análisis de los tejidos del poder se abocaría
social buscar las leyes de esa transformación” (Russell, entonces a “saber por dónde pasa la cosa, cómo
1939: 11). Esta noción es retomada a mediados del si- pasa la cosa, entre quiénes, entre qué puntos, de
glo XX por la sociología funcionalista de Wright Mills acuerdo con qué procedimientos y con qué efec-
(1980), especialmente en su elaboración de la suma cero. tos” (Foucault, 2008: 14).
La tradición sustancialista y positivista del poder en-
El poder no es algo que se posea (no es una
cuentra, sin embargo, su primer opositor en Max Weber institución, ni un régimen, ni es una estructura,
(1979), quien originalmente se preocupó por analizar las aunque a veces se vale de ellas), sino acciones que
transformaciones de la modernidad y del Estado (Fer- se ejercen como prácticas de luchas, confronta-
nández, 2002). El autor mostró las legitimidades que se ción, negociación, acuerdos y desacuerdos entre
logran cuando los otros se desenvuelvan en la forma de-
seada a pesar de su probable resistencia. La definición de
actores y actrices sociales. Estos ejercicios com-
poder viene sucedida de “la probabilidad de imponer la ponen una trama que colma la sociedad, pero que
propia voluntad, dentro de una relación social, aun con-
tra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento
de esa probabilidad” (Weber, 1979: 43). El concepto de 7. Pensar las relaciones de poder en términos de represión,
poder, dice el autor, es sociológicamente amorfo. Todas a Foucault (2001) le pareció insuficiente. Aún así, reco-
las cualidades imaginables de un hombre y toda suer- noció que todo lo que trabajó entre 1970 y 1976 podría
te de constelaciones posibles pueden colocar a alguien inscribirse en ese marco de lucha-represión, postura que
en la posición de imponer su voluntad en una situación reelaboraría y abandonaría en los textos posteriores
dada (Weber, 1979: 43). a 1977.
aportes
pre, afirmó Foucault, no habría relaciones de de adiestramiento y corrección9. Por esto aparece,
poder. Todo sería simplemente una cuestión junto con la modernidad, el control de la activi-
de obediencia absoluta. No obstante, como dad humana mediante el “arte” de las disposi-
no hay un gran mandato, no hay un gran ciones espacio-temporales. Aunque estas no se
rechazo. Este aspecto es poco acabado por limitan única y exclusivamente a las prisiones en
el autor; sin embargo, otros teóricos como sentido escrito, sino que abarcan también institu-
Michel de Certeau (1996, 1999, 2007), José ciones sociales como escuelas, ejércitos, fábricas y
Giavedoni (2012), Reinaldo Giraldo (2009) hasta hospitales.
y James Scott (2003) se han preocupado por Así, la disciplina procede a la distribución
darle continuidad al análisis de las resisten- de los individuos en el espacio, y a su vez “or-
cias cotidianas. ganiza un espacio analítico” (Foucault, 2002:
147). El poder disciplinario establece una infra-
Revisada esta lista, se presentan en seguida penalidad; reticula un espacio que las leyes dejan
dos de los más representativos y comentados vacío; mide, registra, examina, califica y reprime
ejercicios o técnicas de poder analizados por un conjunto de conductas que su relativa indife-
Michel Foucault. rencia hacía sustraerse a los grandes planes de
aportes
derecho de matar, o reteniéndolo: no indica su ria previa. (Foucault, 2001: 219)
poder sobre la vida sino en virtud de la muerte
que puede exigir” (Foucault, 1996a: 164). Al res- A pesar de esto, Foucault se preocupa por
pecto afirma que, en un momento iniciático, se diferenciar los rasgos del poder disciplinario y
trata del “derecho de hacer morir y dejar vivir” los rasgos del biopoder. Este último no actúa so-
(Foucault, 1996a: 166). bre el cuerpo como unidad, sino sobre un cuer-
Ahora bien, el biopoder introduce un cambio po compuesto y variado. El poder biopolítico se
en la manera en que se despliega el poder, ya no diferencia del primero –disciplinario– en cuanto
de un derecho de muerte, sino de una maximiza- se trata de un efecto de estandarización y regula-
ción de la vida: rización regional. Ya no adiestra personalmente,
sino que establece mecanismos con miras a even-
…por primera vez en la historia, sin duda, lo bio- tualizar una estabilidad biológica, un equilibrio.
lógico se refleja en lo político; el hecho de vivir ya La atención, centrada en la vida, se dirige hacia
no es un basamento inaccesible que sólo emerge de un nuevo objeto que es definido por el autor
tiempo en tiempo en el azar de la muerte y su fata- como la población: “se trata de un nuevo cuerpo:
lidad; pasa en parte al campo de control del saber
cuerpo múltiple, cuerpo de muchas cabezas, si no
y de intervención del poder. (Foucault, 1996a: 172)
infinito, al menos necesariamente innumerable”
Si con el derecho del soberano se trataba de (Foucault, 2001: 219).
“hacer morir y dejar vivir”, en el biopoder se ins- La vida dejó de ser un campo neutro, des-
tala el nuevo derecho, inverso, “de hacer vivir y conocido, compartido por todas y todos en el
dejar morir” (Foucault, 1996a: 167). En fin, un cual nunca se ponía en juego la política; antipo-
vehemente poder surgido durante el siglo XVIII. dalmente, se tornó como objeto de intervención
Foucault (2001) dice que no solo se reempla- e instrumentalización por parte de las técnicas.
zó la muerte como castigo contra el delito, sino Por supuesto, dicho poder no capturó la vida
aportes
otorgan a éste movimiento, vida, dinamismo; preco- VIII. Un clásico es una obra que suscita un incesante
nizan y exigen continuas transformaciones, nuevas polvillo de discursos críticos, pero que la obra se
distribuciones, nuevas maneras de organización y sacude continuamente de encima.
expresión. Le dan su sello y carácter. (2006: 72)
IX. Los clásicos son libros que cuanto más cree uno
conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inespera-
Segundo, que el grupo de técnicas que con-
dos, inéditos resultan al leerlos de verdad.
forma el biopoder, tiene como objeto las pobla-
ciones humanas, la especie, las masas, multitudes XI. Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente
y grandes colectivos, grupos de seres vivos regi- y que te sirve para definirte a ti mismo en relación
dos por procesos y leyes biológicas y, por razones y quizás en contraste con él.
obvias, vitales. De la biopolítica devienen marcos XIII. Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a
informativos; industrias de seguridad, racismo y categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo
gubernamentalidad; coacción etaria y sexual; ta- no puede prescindir de ese ruido de fondo.
sas y estadísticas conmensurables de natalidad, XIV. Es clásico lo que persiste como ruido de fondo in-
alimentación, belleza, mortalidad, medicación y cluso allí donde la actualidad más incompatible se
morbilidad; nuevos parámetros para el erotismo; impone”. (Calvino, 1993: 7-13)
prácticas urbanísticas, salubristas e higienistas
fundadas en los modelos de pestes-plagas-mons- También es elemento sagrado, una “deidad”
truos; abstracciones noso-políticas; movilidades en las disciplinas sociales y humanas. Un aparato
extendidas/limitadas en los territorios; guerras a prueba del tiempo, que se reinventa y que rehúye
exploratorias, entre muchos otros, que pueden a flamantes censuradores. Se santifica, ensalza, se
vincularse para mediar la vida en la dirección que discute y apropia; se revive diariamente; se con-
se desee (Ibarra, 2008). A partir en el intersticio voca en divulgaciones escritas y audiovisuales, en
de lo biológico, en esa faja entre lo inmanente, lo charlas, coloquios y conversatorios. Su distintiva
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