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NEOPURITANISMO HOY.

Existe una tendencia dentro del mundo reformado a rescatar el aporte del
puritanismo y alguno de sus exponentes, sean éstos históricos o algunos más
contemporáneos, que tienden a ser portadores y resemantizadores de las propuestas
originarias. Debo decir desde un comienzo que valoro profundamente el tremendo
aporte a la teología y la práctica de los puritanos, manifestado en a) su apelación a la
piedad que es fruto de la obra del Espíritu en nosotros, b) en el celo evangelístico, d)
el amplio interés por la predicación fiel de la Palabra aplicada a la realidad de la
iglesia; y e) la ligazón realizada entre avivamiento y justicia social. Creo que hay
bastantes cosas que aprender de ellos y, por supuesto, adoptar, con las pertinentes
adaptaciones al momento cultural nuestro, desde variables espacio-temporales.

De hecho, existen varios sujetos, algunos amigos entre ellos, que están realizando
con mucho esfuerzo, inteligencia y devoción un rescate del puritanismo, y lo hacen
teniendo en cuenta nuestra distancia histórica con ellos, junto con tener una mirada
sustentada en el evangelio y en la rigurosidad histórica, que ve en ellos santos-
pecadores, por ende, ajenos a un "mecanismo puritano" que calca y copia. Dicho
eso, quisiera manifestar algunas preocupaciones respecto de la reflexión y de la
acción del reciente movimiento neopuritano.

1. El flaco favor del neopuritanismo de Facebook.

Muchos "neopuritanos" de Facebook le hacen un flaco favor al movimiento de


rescate de su tradición, generando la antipatía del resto, por su exceso de purismo
productor de estructura anquilosante. Esto, porque si hubo algo que caracterizó a los
puritanos fue su lucha por la libertad. Su “no conformismo” tenía a la Biblia como
regla que actúa al modo de rieles en los que un tren puede moverse a toda
velocidad y efectividad, y no como un ancla que detiene a un barco en un puerto.

Súmese a ello, una serie de inventos actuales, como el de la salmodia exclusiva, pues
si bien resulta evidente que los puritanos defendían el uso de salmos cantados en el
culto, no hay ninguna prueba fehaciente del exclusivismo. Es decir, se usa un
concepto ahistórico para dar "prueba de blancura" de una práctica cúltica,
generando una entelequia que constituye a neopuritanos más puros que otros.

2. El neopuritanismo como instrumento de consumo.

Me parece perjudicial para la práctica de la fe la venta del puritanismo como lo


auténticamente reformado. Y hablo en concepto de mercado de venta, porque parte
de su difusión ha logrado construir un producto con una amplia gama de
consumidores conspicuos.

El puritanismo no es lo auténticamente reformado sino una de las tantas expresiones


de lo reformado. La idea respecto de si acaso es la expresión más fiel de lo
reformado puede ser debatida, según las propuestas de cada cual. A mi juicio,
insistiendo en el aporte valorable, creo que no es la expresión más fiel, pues en su
devenir histórico por algo el presbiterianismo estadounidense se separó de él,
teniendo en cuenta un apego confesional a la Biblia como única y suficiente regla de
fe y práctica, junto con la práctica de una piedad comunitaria. Todo esto, en
detrimento de nuevas revelaciones y de una piedad individual e intimista.

3. El puritanismo como herramienta de continuidad pentecostal.

Aquí quisiera manifestar una hipótesis respecto de la relectura y difusión de la


producción puritana, y que quiero manifestar con amplio respeto, toda vez que yo
mismo soy parte, en cierto sentido del fenómeno del cual emerge.

Se puede relevar en mucho de lo que se escribe y dice por parte de los neopuritanos
un fuerte influjo pentecostal. Es sabido por muchos, el fuerte proceso migratorio de
iglesias pentecostales a iglesias reformadas. Gran parte de ellos llegan a través de las
“doctrinas de la gracia”, limitando el calvinismo, por lo menos por un buen tiempo, a
una doctrina soteriológica, y no como una cosmovisión amplia de toda la realidad.

En dicha recepción, se ha dado que uno de los problemas que se ha presentado a


estos nuevos reformados tiene que ver con el dilema cesacionismo y continuismo.
Como ex pentecostales, muchos de estos nuevos reformados sigue creyendo en la
continuidad de los dones extraordinarios y una de las posibilidades para no
encontrar disonancia con su nueva teología se encuentra en el factor puritano. El
puritano-calvinista-continuista, permite al neopuritano no romper con su
pentecostalidad. Esto se denota fuertemente del discurso que disocia ortodoxia de
piedad, llevando a concluir que es posible tener una sana doctrina que no se condice
con la práctica de la santidad. Sin duda, podría parecernos que sí en la superficie.
Pero en el corazón está el verdadero albergue de la sana doctrina y no en la boca, y
eso lo mira con toda claridad el Señor.

4. El neopuritanismo y las “iglesitas dentro de la iglesia”.

Existe la tendencia en este neopuritanismo a construir “iglesitas dentro de la iglesia”,


con la finalidad inicial de renovar la lectura bíblica, la espiritualidad y la piedad. Sin
embargo, todos estos intentos derivan en división indefectible, según el barrido
histórico hecho por Lloyd-Jones en su conferencia sobre los puritanos del año 19651
("Ecclesiola in ecclesia").

Sin lugar a dudas, harían bien en observar los neopuritanos que no existen iglesias a
la medida de su pureza reformada mental y que la sana teología se manifiesta,
también, en amor por la iglesia santa y pecadora a la que se pertenece. Y ojo con
esto, la pertenencia es sumamente importante, porque más allá de cualquier
ensoñación, no existe reformado que no se somete a la autoridad de un consejo,
elegido por el pueblo y conformado por miembros de éste, y que asienta su discurso
y práctica en la Palabra de Dios.

Me permito citar, ahora explícitamente, a Martyn Lloyd-Jones, quien señala que: “No
habría nada más ridículo que convertir la enseñanza, ni más ni menos que de los
puritanos, en un nuevo tipo de escolasticismo y malgastar nuestro tiempo
meramente citando textos, repitiendo frases y exhibiendo nuestro conocimiento
teórico. Eso sería hacer lo mismo que hicieron los grandes oponentes de los

1Martyn Lloyd-Jones. Los puritanos. Sus orígenes y sucesores. Edimburg, El Estandarte de la Verdad,
2013, pp. 197-224.
puritanos en su época: me refiero a los carolinos y a gente como ellos, los cuales
predicaban sermones que consistían, en buena medida, en ristras de alusiones
clásicas”2 (“El conocimiento falso y el verdadero”, 1960). Los amigos neopuritanos
harían mucho bien en tener esto como bandera de lucha.

Luis Pino Moyano.

2 Ibídem, p. 51.

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