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Los impulsos eléctricos que emite el cerebro y que viajan a través de nuestras neuronas
son las llamadas ondas cerebrales. Tenemos 4 tipos de ondas cerebrales diferentes. Estos
impulsos eléctricos que van viajando a través de las neuronas sirven para ejecutar una
función. Gracias a los electroencefalogramas o también llamados EGG han podido
estudiarse en profundidad el efecto de estas ondas sobre nosotros. Las ondas alfa tienen una
frecuencia entre 8 y 12 hertzios y se generan cuando se está relajado, viendo la televisión o pensando
en forma relajada y optimista. Las frecuencias más bajas de las ondas alfa de 8 hertzios son las que
corresponden a un estado anterior al sueño.
Hay hasta 4 tipos de ondas, entre las que se encuentran las ondas alfa. Cada una de ellas
tiene un significado diferente y están más presentes en nuestra vida diaria de lo que
podemos ser conscientes. Hoy descubriremos lo que producen las ondas alfa, beta, theta y
delta.
Ondas Alfa
Son las ondas de la relajación. Las ondas que se activan justo antes de dormir, cuando
estamos descansando, estamos pasando un día tumbados tomando el sol en la playa o la
sensación que tenemos justo después de tomar un baño calentito.
Ondas Beta
Son las ondas opuestas a las anteriores. Son las ondas de mayor velocidad y se producen
cuando estamos trabajando a un ritmo ligero, cuando estamos estresados, escuchando
ruidos o estudiando. Representan una actividad intensa en nuestro cerebro. Por ejemplo las
personas con ansiedad tienden a producir muchas ondas Beta.
Ondas Theta
Son las responsables del estado que decimos como “tener la cabeza en otro sitio” o “estar en
la luna de Valencia”. También producen relajación profunda y nos permiten llegar a ideas
creativas. Nos llevan a una especie de estado de somnolencia.
Ondas Delta
Son las que se generan durante el sueño profundo. Este tipo de ondas suelen estar presentes
en los recién nacidos, pues duermen muy bien y de manera muy relajada. En cambio, son
más difíciles de descubrir en personas adultas, ya que muy pocas logran conseguir este
estado de relajación.
Las ondas alfa también son ideales para la meditación. Además, aumenta la memoria y desarrolla la
intuición
Los 4 tipos de ondas están presentes en todos los momentos aunque alguna puede
predominar sobre otras en un momento dado. En este sentido hay estudios que demuestran
que podemos contribuir a generar nuestras ondas alfa que son las que nos producen
la relajación.
En estos tiempos en los que todos estamos tan estresados, nerviosos, imbuidos en las
ciudades llenas de ruido, de sobrecarga de trabajo, de pitidos de claxon y un largo etc.
podemos con simples gestos activar nuestras ondas alfa.
Las Ondas Alfa ayudan a concentrarnos, a ver con más claridad nuestros objetivos, nos
tranquilizan y nos ayudan a tener menos miedos, mejoran la memoria, nos ayudan a perder
peso y a dejar de fumar y fortalecen nuestro sistema inmunológico .
¿Quieres saber cómo sacarle el mayor partido a las ondas alfa? Estas son algunas de las cosas
que puedes hacer por ellas y que te pueden ayudar mucho para que puedas utilizarlas a tu
favor. Es importante que utilices las claves que te presentamos en esta lista de manera
constante. Así verás cómo desarrollas el hábito y estimularás estas ondas que tanto te van a
ayudar.
¿Y qué es el Método Silva? Es un método ideado por José Silva para mejorar nuestro
cociente intelectual a través de un estado de relajación profunda generando Ondas Alfa.
Numerosos estudios científicos avalan este método.
Escucha este vídeo de música Alfa ¿Te funciona? Compruébalo por ti mismo dándole
al play.
Música para Mejorar la MEMORIA ☯ Ondas Alfa ☯ SUPER INTELIGENCIA YouTube
¿Cuál es la función del hipotálamo?
El hipotálamo es un área del centro del cerebro que, aunque es pequeña, tiene muchas
funciones. Destaca que desempeña un papel importante en la producción de hormonas.
Además, ayuda a estimular muchos procesos importantes en el cuerpo.
Es más, cuando el hipotálamo no funciona correctamente, puede causar problemas
orgánicos que provocan muchos trastornos. Por otro lado, aunque las enfermedades del
hipotálamo son poco comunes, es importante mantenerlo saludable para reducir el riesgo.
La palabra hipotálamo proviene de dos palabras griegas que se traducen como “bajo el
tálamo”. Aquí es donde se encuentra el hipotálamo, debajo del tálamo y encima de la
glándula pituitaria. Hablamos de un área pequeña del cerebro, lo que no quita para que
juegue un papel importante en el cuerpo al influir tanto en el sistema endocrino como en
el nervioso.
Funciones
Para hacer esto, el hipotálamo actúa como el conector entre los sistemas endocrino y
nervioso. De hecho, juega un papel en muchas funciones esenciales del cuerpo, como la
regulación de la temperatura corporal, la sed y el apetito.
También interfiere en la regulación de las emociones, los ciclos de sueño, el parto, la
tensión arterial y frecuencia cardíaca, así como en la producción de jugos digestivos y el
balanceo de fluidos corporales. Además, se considera que en el hipotálamo se forman
sustancias químicas que generan la rabia, la tristeza, la sensación de enamoramiento, la
satisfacción sexual, entre otros.
A medida que se envían señales al cerebro desde diferentes áreas del cuerpo, el hipotálamo responde
liberando las hormonas correctas en el torrente sanguíneo para equilibrar el cuerpo.
Para mantener este equilibrio, el hipotálamo es uno de los principales responsables del
funcionamiento del sistema endocrino. Además, también está estrechamente relacionado
con la glándula pituitaria, que produce y envía otras hormonas importantes.
Así, el hipotálamo y la glándula pituitaria trabajan de manera conjunta para controlar
todo el sistema endocrino. Para ello, las glándulas que producen muchas hormonas del
cuerpo. Esto incluye las glándulas suprarrenales, los riñones y la glándula tiroides.
La hormona antidiurética, que aumenta la cantidad de agua que los riñones absorben en la
sangre.
Hormonas liberadoras de corticotropina, que ayudan a regular el metabolismo y la
respuesta inmune al trabajar con la glándula pituitaria y la glándula suprarrenal para
liberar ciertos esteroides.
Las hormonas liberadoras de gonadotropina, que le dicen a la glándula pituitaria que libere
hormonas que mantienen funcionando a los órganos sexuales.
La oxitocina, que participa en muchos procesos, incluida la liberación de la leche materna, la
temperatura corporal y los ciclos de sueño de la madre.
Las hormonas que controlan la prolactina, que le dicen a la glándula pituitaria que
comience o suspenda la producción de leche materna en las madres lactantes.
La hormona liberadora de tirotropina, que activa la tiroides, liberando las hormonas que
regulan el metabolismo, los niveles de energía y el crecimiento del desarrollo.
Las hormonas de crecimiento, que le dicen a la glándula pituitaria que aumente o
disminuya su número en el cuerpo.
Hallar motivación para alcanzar un objetivo. Sentir que, a pesar de haber fracasado, merece
la pena seguir esforzándonos. El intenso placer de un beso. El deleite al disfrutar de nuestro
plato favorito… Todas estas sensaciones tan decisivas e importantes en nuestro día a día las
orquesta el núcleo accumbens, un área tan interesante como excepcional de nuestro
sofisticado cerebro.
A menudo desconocemos la existencia de ciertas regiones cerebrales hasta que alguien que
conocemos sufre un accidente; después, su forma de comportarse o de hacer frente a la vida
cambia por completo. Sin embargo, sería muy recomendable comprender un poco más
cómo funciona nuestro cerebro en condiciones normales. Entender la función de cada área
cerebral nos permite entender mucho mejor en nuestros comportamientos, motivaciones
e impulsos.
Hay un núcleo accumbens en cada hemisferio cerebral, dando forma a un complejo sistema de
recompensa. Gracias a él obtenemos placer, asentamos nuevos aprendizajes y hallamos la motivación
en nuestro día a día.
El núcleo accumbens es esa interesante estructura cerebral que conforma nuestro sistema
de placer y recompensa. Sin él, seguramente perderíamos esa fuerza, esa catarsis y esa
energía imparable que nos hace ser humanos, parte de un entorno donde todos,
absolutamente todos, nos movemos en base a un conjunto de objetivos (metas personales,
metas emocionales, sexuales, de aprendizaje, de alimentación…).
El núcleo accumbens es ese centro cerebral desconocido para la mayoría y lleno aún de
interrogantes para el mundo de la neurociencia. Sabemos que su principal función es activar
la motivación. Aún más, consigue que esa voluntad, esa sensación de optimismo y
superación que a menudo nos invade, se convierta más tarde en una respuesta conductual,
en acción.
Si nos preguntamos ahora dónde se encuentra esta estructura, deberemos visualizar por un
momento un área subcortical (debajo del cortex) justo en una zona de interconexión entre
el núcleo caudado, el putamen y el septum. Así, lo más interesante sobre el núcleo
accumbens y su localización, es el hecho de que forma parte de la vía dopaminérgica en el
cerebro. Se trata de la llamada vía mesolímbica, encargada de estimularnos cada vez que
nuestro cerebro entiende que estamos llevando a cabo experiencias positivas y gratificantes.
Ahora bien, tal y como señalábamos hace un momento, esta estructura esconde algún que
otro interrogante para los neurólogos. Hasta no hace mucho se pensaba que el núcleo
accumbens se relacionaba con las experiencias gratificantes. Ahora bien, en la actualidad
sabemos que también está vinculado a las situaciones aversivas o desagradables. Y lo está
por una razón muy simple. Cuando nos enfrentamos a algo que no nos gusta, el núcleo
accumbens nos “activa” para huir de esa situación.
1. Corteza (Shell)
Esta es sin duda la parte más interesante del núcleo accumbens. Es a través de esta área de
su anatomía donde establece conexión con el sistema límbico y también con el lóbulo
frontal. De este modo, lo que hace es actuar como puente. Recibe y envía información. A su
vez, obtiene y regula la dopamina, la serotonina, el glutamato…
Estamos ahora en la parte central del núcleo accumbens. Aquí, lo que hace es orquestar la
motricidad gracias a su conexión con los ganglios basales, la sustancia negra y la corteza
motora. Ahora bien, lo fascinante de esta área es que activa gran parte de esas acciones y
movimientos que tienen un significado emocional. Es decir, cada vez que experimentemos
cómo la motivación nos orienta a alzarnos de la silla para hacer o lograr algo, debemos
recordar que tras ese impulso está él, el núcleo accumbens.
Nos ayuda a planificar. Gracias a su conexión con la corteza cerebral conseguimos idear
objetivos, secuencias, planes de ruta hacia una meta, etc.
Evaluamos las situaciones. El núcleo accumbens se vincula también con nuestra memoria
emocional. Por tanto, y gracias a él, logramos analizar ciertas situaciones para ajustar
cambios, dar el visto bueno o decidir si es mejor aplazar ciertos retos o metas.
Nos ayuda a aprender, a integrar nueva información. Motivación y aprendizaje siempre van
de la mano, de hecho el simple acto de comprender, de integrar y memorizar no tendría
sentido sin ese componente emocional que nos facilita el núcleo accumbens.
Sexo y alimentación. Esta estructura no es la única relacionada con la sensación de placer.
Sin embargo, el núcleo accumbens, tiene una participación clave (como ya sabemos) en lo
que se refiere a la motivación y al sistema neuroquímico de recompensa. Todo se debe a su
vínculo con la vía dopaminérgica, es decir, con ese neurotransmisor relacionado con el
placer, la felicidad y también con la adicción.
Para concluir. Como podemos ver el cerebro y cada una de las partes que lo conforman,
nunca dejan de sorprendernos. Es una maquinaria perfecta donde cada pequeña área
cumple una función muy concreta. Sin embargo, ninguna actúa de forma aislada. Todas se
relacionan, todas dependen unas de las otras para trabajar en una armonía fascinante, ahí
donde el núcleo accumbens es una pieza más que privilegiada.
La amígdala forma parte del llamado cerebro profundo, ese donde priman
las emociones básicas, tales como la rabia o el miedo. También el instinto de supervivencia,
básico sin duda para la evolución de cualquier especie.
De ahí, que la amígdala, esta estructura en forma de almendra, sea propia de todos los
vertebrados y se halle en la profundidad de los lóbulos temporales, forma parte del sistema
límbico y procesa todo lo relativo a nuestras reacciones emocionales.
En neurobiología es casi imposible asociar una sola emoción o una sola función a cualquier
estructura, pero cuando hablamos de la amígdala podemos decir sin equivocarnos que es
una de las más importantes asociadas al mundo de las emociones.
Es la que hace, por ejemplo, que seamos más variables que cualquier pariente evolutivo
cercano. Ella es la responsable de que podamos escapar de situaciones de riesgo o
peligro, pero ella también la que nos obliga a recordar nuestros traumas infantiles, y todo
aquello que nos ha hecho sufrir en algún momento.
La amígdala y el aprendizaje emocional
¿Cómo identificamos que ese estímulo nos puede hacer daño? Por aprendizaje, por
condicionamiento, por esos conceptos básicos que como especie reconocemos como dañinos.
Daniel Coleman, por ejemplo, introdujo el concepto de “secuestro amigdalar” para
referirse a esas situaciones en las que nos dejamos llevar por el miedo y o la angustia de un
modo que no es adaptativo, que no es lógico y donde la desesperación, nos impide
encontrar la respuesta adecuada.
La amígdala y la memoria
La amígdala está asociada en asentar nuestros recuerdos y nuestra memoria, son muchas
las ocasiones en las que determinados hechos están asociados a una emoción muy intensa:
una escena de infancia, una pérdida, un instante en que hemos sentido inquietud o miedo…
Cuando nuestros sentimientos son más afilados más conexiones neuronales se suceden
alrededor del sistema límbico y la amígdala.
Muchos científicos analizan qué tipo de detalles bioquímicos afectan a esta estructura para
aplicarlos a tratamientos terapéuticos y farmacológicos para minimizar los traumas
infantiles. Pero no debemos limitarnos a asociar al miedo con una pulsión negativa capaz
de causarnos problemas psicológicos, al contrario, es un interruptor que nos avisa y protege,
un centinela que nos ha permitido evolucionar teniendo como base nuestra protección y la
de los nuestros.
La amígdala es una fascinante estructura primitiva de nuestro cerebro que cuida de
nosotros y que nos da una visión equilibrada de los riesgos; el miedo, como el placer es
esencial en nuestra riqueza emocional como seres vivos.
El razonamiento emocional es un proceso cognitivo por el cual damos forma a una idea o
a una creencia en base a cómo nos sentimos. Es posiblemente la forma de auto-sabotaje más
común, aquella en la que si me siento triste es porque solo me ocurren desgracias, aquella en
la que si siento celos es porque mi pareja tiene la secreta intención de serme infiel en el
momento menos pensado.
Razonar en función de cómo nos sentimos es algo que todos hemos llevado a cabo muchas
más veces de las que podamos creer. Es una trampa, una mala pasada de nuestro cerebro, el
cual, en ciertos momentos tiene cierta dificultad para interpretar y gestionar correctamente
las propias emociones. A su vez, tampoco importarán las evidencias observadas,
porque todo hecho objetivo y racional es deliberadamente ignorado o desechado en favor
de la “verdad” asumida por los propios sentimientos.
“Si nuestro pensamiento queda empantanado por significados simbólicos distorsionados,
razonamientos ilógicos e interpretaciones erróneas, nos volvemos, en verdad, ciegos y
sordos”
-A. Beck-
Así, de nada importará por ejemplo saber que nuestro trabajo y nuestro hogar no son la
misma cosa. Porque a veces, cuando llegamos estresados, agotados y enfadados a casa y
nuestra pareja hace un comentario poco oportuno, terminamos volcando sobre él o ella
nuestras emociones negativas porque a fin de cuentas “todo el mundo busca lo mismo”:
exasperarnos, hacernos infelices.
Podríamos dar sin duda muchos más ejemplos, algunos de ellos de los que rozan la
irracionalidad más absurda. Como quien se sube a la atracción más desafiante y de pronto,
tiene la rotunda convicción de que va a morir. Entonces, con la firme y desesperada idea
huir de ese riesgo que a su parecer es real e inminente, decide desabrocharse los mecanismos
de seguridad poniendo así su vida en un peligro auténtico.
Podríamos traer aquí la siempre interesante teoría de Paul MacLean sobre el cerebro
triúnico. Podríamos hablar de ese segundo cerebro, el límbico, el cual se formó sobre la
base del cerebro reptiliano y que controla y da forma a nuestro comportamiento
emocional. Es él quien para muchos regula procesos tan básicos como el condicionamiento
clásico o el condicionamiento operante, y él quien nos hace actuar en ocasiones de un modo
poco lógico y hasta irracional.
Sin embargo, cabe señalar que para la neurociencia este modelo no es sólido, porque nuestro
cerebro en realidad es una estructura única, interconectada y sofisticada donde ningún área
concreta asume de pronto el control de manera exclusiva sobre nosotros.
Sin embargo, lo que es innegable es que la gran mayoría de las veces sí permitimos que las emociones
razonen por nosotros, cayendo en esa trampa tan primitiva donde la fuerza de un sentimiento da
forma a una convicción que nada tiene que ver con la realidad.
Aaron Beck: tus emociones y la realidad que te rodea no son la misma cosa
A veces, al pasear durante el amanecer por un bosque o por la cima de una montaña
podemos ver de pronto cómo nos abraza una lengua espesa de humo. Sin embargo, ese
humo no es resultado de un incendio, nada se está quemando. Es solo niebla. El simple
hecho de propiciar en nuestra mente ese sutil equilibrio entre razón y emoción nos
permitirá sin duda sacar conclusiones mucho más útiles y acertadas en nuestro día a día.
Sin embargo, quien se deje llevar por el impulso de la emoción quedará secuestrado por
ese miedo que todo lo empaña y lo deforma. Veremos incendios donde solo hay praderas en
calma. Asimismo, este fenómeno da forma a lo que Aaron Beck definió en su momento como
un tipo de sabotaje por parte de nuestra mente, un tipo de distorsión cognitiva donde nos
dejamos llevar en exclusiva por el polo más adverso de nuestras emociones negativas.
La mayoría de nosotros no prestamos mucha atención a cómo nos sentimos, ni nos preguntamos de
dónde provienen nuestras reacciones. Casi sin darnos cuenta permitimos que los pensamientos
automáticos tomen pleno control sobre nuestra vida.
La terapia cognitivo-conductual, basada en los enfoques del propio Aaron Beck, es un buen
enfoque para intentar debilitar este tipo de distorsión cognitiva. A continuación, te
facilitamos algunas estrategias básicas sobre las que reflexionar:
Identifica tus pensamientos automáticos. Para ello, es necesario recordar que nuestros
pensamientos influyen de forma directa en lo que sentimos, así que debemos ser capaces de
identificarlos por un lado y evaluarlos por otro.
Cuando el razonamiento emocional gobierna, los sentimientos se confunden con hechos. El
razonamiento emocional hace que el estrés empeore, la depresión sea más profunda y la
ansiedad más hiriente. Es por tanto vital que cada vez que experimentemos una emoción
negativa nos detengamos a reflexionar sobre ella, a analizarla, a canalizarla, a
desmenuzarla…
Cada vez que emitas un juicio, por pequeño que este sea, indaga en la emoción que hay
detrás y en el mecanismo que te ha llevado a formar esa idea, esa valoración.
Pregúntate si eres capaz de pensar en la situación actual de una manera diferente. Por
ejemplo, si te dices a ti mismo que eres un ingenuo por haber confiado en alguien que te
falló, en lugar de concluir con la idea de que “nadie es de fiar”, piensa que “no eres un
ingenuo, porque hoy ya has aprendido la lección y seguro que no volverás a caer en el
mismo error”.
Tal y como podemos ver las personas generamos auténticos humos a partir de fuegos
inexistentes que merman por completo nuestra calidad de vida, nuestras relaciones
personales y nuestro crecimiento personal…
Para concluir, sabemos que el principal problema del razonamiento emocional es que una
vez que permitimos que nuestras emociones se trasformen en verdades asumidas, resulta
muy difícil levantar el ancla de estas islas habitadas por el tormento. Sin embargo, es
necesario asumir el control de nuestros universos emocionales.
“Si somos lo que pensamos, permitamos entonces que esos pensamientos nos permitan ser
libres, felices y competentes”
Referencias bibliográficas
https://lamenteesmaravillosa.com/razonamiento-emocional-cuando-las-emociones-nublan-el-
pensamiento/