Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Creador
Imaginemos que existen dos comunidades, una aislada de la otra, cada una tiene una
lengua completamente diferente. Ahora bien, en algún momento de nuestra historia
las dos comunidades se ven en la necesidad de comunicarse entre ellas ¿cómo podrán
comunicarse sin tener una lengua en común? respondiendo arbitrariamente a esta
pregunta, diría que, para que se genere ésta comunicación en algún momento tiene
que producirse una mezcla entre las dos lenguas, dando como resultado una tercera
lengua, que estaría creando para las personas que ahora la conocen, una realidad
nueva. De ésta forma es como a lo largo de nuestra historia se han ido creando las
lenguas y los dialectos que ahora conocemos, ésta función del lenguaje es
denominada: arbitrariedad del lenguaje, la cual prácticamente nos dice que las lenguas
fueron creadas (como el mismo nombre lo indica) de forma arbitraria. Al ser la lengua
creada de ésta manera, es muy propensa a recibir cambios drásticos o leves por simple
capricho y también a ser manipulada para un beneficio personal, aquí es donde entran
en juego los conceptos que ahora conocemos como “Verdad” y “Mentira”.
Desde que somos niños se nos enseña por parte de nuestros padres, que ante toda
circunstancia debemos utilizar la verdad; verdad que el niño entiende como una
descripción o narración detallada de los hechos sean cuales hayan sido. Es muy poco
común que al niño (haciendo referencia a todas las figuras de primera infancia), se le
eduque con un concepto claro de “verdad” y “mentira” para que él interiorice el
trasfondo de estos dos conceptos. A medida que el niño va creciendo se va dando
cuenta de que no siempre la “verdad” es la mejor opción.
Pensemos en un niño A y un niño B, cada uno de los niños juega en la sala de su casa y
accidentalmente rompe un jarrón antiquísimo y bastante caro. Horas más tarde llega la
mamá de cada uno, la reacción del niño A es decirle a su mamá que accidentalmente
rompió el jarrón mientras jugaba en la sala, a lo que la madre reacciona, naturalmente,
con enfado porque el niño no debería estar jugando en la sala y además,
probablemente le aplique un castigo. El niño B opta por un camino diferente, le dice a
su mamá que la ventana estaba abierta y que el viento había tumbado el jarrón que,
por fortuna, él recogió para evitar que alguien se lastimara. Podríamos cuestionarnos
sobre la inocencia de los niños y sobre el sentido de este famoso dicho “los niños y los
ebrios siempre dicen la verdad”, pero sin duda los dos niños en nuestro ejemplo
utilizaron el lenguaje para enfocarlo hacia diferentes caminos. El objetivo del niño A
era decir a su madre la razón por la cual el jarrón estaba roto, esperando que no se
enfadara mucho, cosa que no fue muy efectiva puesto que igual se enfadó y
posiblemente lo castigó. El objetivo del niño B fue desde un principio evitar ese regaño
y posible castigo a toda costa, entonces, aparte de inventar una nueva realidad creada
prácticamente en segundos, convirtió su accidente en una buena obra resultando así,
fuera de cualquier culpa.
Este arte de la ficción alcanza su máxima expresión en el hombre: aquí el engaño, la
adulación, la mentira y el fraude, la murmuración, la hipocresía, el vivir del brillo ajeno,
el enmascaramiento, el convencionalismo encubridor, el teatro ante los demás y ante
uno mismo, en una palabra, el revoloteo incesante ante la llama de la vanidad es hasta
tal punto la regla y la ley, que apenas hay nada más inconcebible que el hecho de que
haya podido surgir entre los hombres un impulso sincero y puro hacia la
verdad. (Nietzsche, 1873,3).
Es triste pensar, que desde una edad tan temprana se puede empezar a utilizar el
lenguaje con el fin de la manipulación y la mentira, sin embargo, en mi interpretación
de Nietzsche, el lenguaje es en sí mismo una mentira, la cual nosotros estipulamos
como verdad absoluta. Al definir todas las cosas que nos rodean, en principio, de
forma arbitraria, el hombre comete un atropello enorme a la realidad, tan sólo por la
necesidad de nombrar las cosas y hacerlas, de algún modo, universales y más sencillas.
En éste punto, Nietzsche nos cuestiona de forma directa sobre el uso y la existencia del
lenguaje que hoy en día conocemos. Si el lenguaje es la mejor forma de llegar a algún
tipo de verdad, entonces ¿Porque hay diferentes códigos lingüísticos? ¿Cómo podemos
llamarnos a todos personas por igual? ¿Somos acaso todos exactamente iguales? La
fuerte crítica de Nietzsche hacia el lenguaje, se basa en que éste (al igual que la idea de
“Dios”) fue creado por el hombre.
Éste gran conflicto que genera la “verdad” y la “mentira” en nuestras vidas, se ve aún
más crítico cuando ya siendo un adulto adoptamos por completo estos discursos como
medios defensivos. Como sociedad hemos incluso estipulado un sistema socio-político
en el cual la “mentira” tiene un lugar, en muchas ocasiones, más importante que la
“verdad”; algunas personas los llaman “vacíos legales” otras les dicen “trampas”, yo
prefiero llamarlo una realidad basada en una mentira, que todos asumimos como
verdad.
Si en este momento pensáramos en que no existen las leyes que fueron propuestas
por los padres de la física ¿Cuántas cosas podríamos imaginarnos? ¿Cuántos de
nosotros podríamos volar en nuestras mentes? Imaginando entre miles de fantasías
diferentes formas posibles de hacerlas realidad, así es como millares de cosas que
ahora conocemos existen. Algunas personas que sencillamente no pensaban como las
demás, que se negaban a creer que las cosas eran como entonces los demás creían
que eran, así la mayoría de ellos repudiados por la sociedad e incluso convertidos en
mártires, revolucionaron la historia y la ciencia. Porque se negaron a creer en la
verdad, que por medio de un lenguaje absoluto, se les planteaba como una verdad
absoluta.
Los diferentes idiomas, reunidos y comparados unos a otros, muestran que con las
palabras no se llega jamás a la verdad ni a una expresión adecuada, pues, de lo
contrario, no habría tantos. (Nietzsche, 1873,5)
Humano
La actividad lingüística está presente en todas las facetas de nuestra existencia: cada
individuo es capaz de comunicarse en su lengua en multitud de situaciones sin esfuerzo
aparente. Sin embargo, es muy poco lo que el usuario común sabe de manera positiva y
sistemática acerca de ese poderoso instrumento y de su propia capacidad de utilizarlo.
El profundo enraizamiento del lenguaje en la naturaleza humana hace que no siempre
resulte fácil ver los fenómenos lingüísticos con la distancia que requiere el estudio
científico: tras esa habilidad tan cotidiana se oculta, en realidad, el conocimiento
interiorizado de un sistema muy complejo y extraordinariamente versátil, un sistema
que no puede entenderse sin tener en cuenta la organización cerebral que le sirve de
base y las condiciones sociales en las que se despliega su uso.
Es necesario, por tanto, aprender a analizar la actividad lingüística de manera objetiva y
abandonar, de paso, algunas ideas comunes pero incorrectas sobre el lenguaje y las
lenguas. La asignatura El lenguaje humano representa la toma de contacto inicial del
estudiante con la Lingüística como disciplina científica.
Niveles del lenguaje
El lenguaje es una actividad humana universal puesto que es una facultad propia de
todos los seres humanos (entendiendo el lenguaje como lenguaje articulado y
diferenciándolo de los animales). Por otro lado, se dice a la vez, que es individual, puesto
que su realización es realizada por cada sujeto de manera indistinta que el otro (con sus
particularidades).
Los tres puntos de vista del lenguaje se relacionan con los tres niveles del lenguaje de la
siguiente manera.
Por otro lado, Coseriu realiza una crítica con relación al objeto de estudio de la
lingüística. Argumentando que la lingüística solo se ha centrado hasta ahora en el nivel
histórico, en el estudio de las lenguas (Lingüística de las lenguas). Por lo cual, plantea la
necesidad de una “Lingüística del hablar” y de una “lingüística del discurso o del texto”,
necesarias para entender mejor el lenguaje y el funcionamiento de las lenguas.
A los tres niveles del lenguaje también le corresponden tres estratos del significar o
tipos de “contenido” lingüísticos. Estos son:
La designación, que es la referencia a la realidad, es decir, la relación entre la
expresión lingüística y un “estado de cosas” (entre signo y cosa). Esta puede
corresponder a un significado de lengua o puede ser metafórica.
El significado, es el contenido de un signo o de una expresión en una lengua
determinada.
El sentido, es el contenido propio de un texto, lo que expresa más allá de la
designación y el significado, es decir, la intención, la finalidad, las implicaciones,
etc.
Competencia lingüística
Competencia comunicativa
Gracias a Hymes podemos enseñar una lengua desde un punto de vista muy distinto a
como se hacía tradicionalmente, desde la pura gramática sin conceptos de actuación
comunicativa.
Podemos hacer estudios sobre las reglas de uso de una determinada lengua en su
entorno, teniendo en cuenta los diversos contextos sociosituacionales en que se
realiza la comunicación verbal. Debemos 4 prescindir, por tanto, del concepto
chomskiano de hablante ideal, pues considera que el comportamiento lingüístico de
este hablante ideal está desligado del comportamiento social, y del mismo modo
Hymes critica el concepto de competencia lingüística, pues no tiene en cuenta factores
situacionales.
Los mensajes deben ser gramaticalmente correctos, pero también deben adecuarse a
las situaciones y contextos comunicativos en los que se emiten.
A partir de estas premisas, Hymes establece el concepto de competencia
comunicativa, que supone considerar que el conocimiento de un hablante acerca de su
lengua, además de un componente gramatical en el sentido de la lingüística formal,
posee un componente funcional y sociolingüístico, posee un componente funcional y
sociolingüístico, en el sentido más amplio de sociocultural.
Por tanto, competencia comunicativa se define como la capacidad de elaborar,
producir y descodificar mensajes, discursos adecuados, tanto en el ámbito de la
oralidad como de la escritura. Mensajes que cumplan con la eficacia comunicativa, en
el sentido de interacción con las demás personas de su entorno.
La competencia comunicativa supone poder manejar distintos niveles del código según
las situaciones comunicativas en las que deba desenvolverse el hablante. Por tanto, la
competencia comunicativa presupone las siguientes subcompetencias: las
denominadas lingüísticas o gramaticales (que se refiere al conocimiento del sistema de
la lengua), sociolingüística (que proporciona mecanismos de adecuación a la situación
y el contexto), discursiva (que rige la coherencia y cohesión de los diversos tipos de
discurso) y estratégica (que regula la interacción y permite reparar o contrarrestar las
dificultades o rupturas en la comunicación).
Autores:
LAMBAYEQUE – PERÚ
2018
UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO
Autores:
LAMBAYEQUE – PERÚ
2018
UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO
“competencia lingüística”
Autores:
LAMBAYEQUE – PERÚ
2018