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Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho.

Capítulo 3: Teoría atencional

3. LA ATENCION: CONCEPTO, COMPONENTES, MODELOS CLÍNICOS Y BASES


ANATÓMICAS

3.1. CONCEPTO
Desde el punto de vista del hombre de la calle, atender puede significar concentración en la
realización de una tarea, orientar los sentidos (movimientos de cabeza y oculares.) hacia un
lugar, objeto o parte de un objeto. Actividades asociadas a la aplicación o retirada de la atención
son: La distracción, el ensimismamiento, la meditación, la concentración, la vigilancia, la
conciencia, el aprendizaje explícito, la orientación y el disparo de la acción automática (donde
pongo el ojo, voy). William James (1890) definió a la atención del siguiente modo: “Todo el
mundo sabe lo que es la atención. Es la toma de posesión por la mente, de un modo claro y
vívido, de uno entre varios objetos o cadenas de pensamiento simultáneamente posibles”. Su
máxima atencional más conocida es “mi experiencia consciente es aquello a lo que yo decido
atender”. Por ejemplo, cuando tratamos de comprender un texto no somos conscientes ni de los
movimientos oculares de izquierda a derecha sobre el papel escrito ni de las letras que
componen las palabras, pero sí del significado de las frases. No obstante, si ante una frase escrita
alguien nos pregunta “¿Cuántas vocales hay?”, responder nos llevaría a ser conscientes de las
letras constituyentes de las palabras de esa frase pero no del significado de la frase (Santiago y
otros, 2006).
La atención actúa seleccionando información para controlar el procesamiento de la
información, mediante la activación e inhibición de los procesos en curso, para alcanzar las
metas del organismo. El tráfico podría ser una metáfora adecuada para entender la afirmación
anterior. La atención sería el equivalente a un semáforo, el sistema de procesamiento a las vías y
a los vehículos en circulación.
3.1.1. La atención como constructo psicológico
Para la psicología, la atención es un constructo, es decir, una etiqueta para denominar a un
conjunto de problemas relacionados, en alguna medida, con la definición de sentido común de
atención. Este concepto ha sido asociado a términos como capacidad, esfuerzo, alerta,
orientación y control. Se trata de un conjunto de problemas heterogéneos para los que no existe
una explicación unitaria, a pesar de estar todos ellos englobados bajo el mismo término. Sin
embargo, todos poseen en común reconocer la voluntad del sujeto humano, es decir, que éste no
es meramente reactivo ante la estimulación sensorial, sino que actúa sobre ella de modo activo,
buscando, seleccionando información para dirigir su conducta, en función de su experiencia
previa, su dotación genética, sus objetivos actuales, su estado de activación fisiológica, ... La
atención es, en consecuencia, una actividad interna, en relación directa con la intencionalidad, la
toma de decisiones y la planificación de acciones, siendo fácil caer en la tentación de
identificarla con el concepto de yo o sujeto. Es el problema del homúnculo.

El problema del homúnculo


Concebir a la atención como ese algo más tras el procesamiento desencadenado por la
estimulación sensorial, implica para algunos dotarla de un carácter mágico, y de este modo
caricaturizan a la atención como un pequeño hombrecito en el interior de nuestras cabezas que
nos susurra la información que debemos seleccionar y las prioridades que hemos de establecer
para alcanzar nuestras metas (Santiago, Tornay y Milán, 1999). El problema estriba en que a su
vez, este hombrecito precisaría de otro hombrecito en el interior de su cabeza para poder cumplir
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su función, y así sucesivamente. Sin embargo, es posible el estudio de la conducta voluntaria del
sujeto sin "sucumbir" ante el problema del homúnculo. Para ello, es necesario distinguir entre
dos niveles diferentes: La problemática atencional y la teoría atencional de un lado. De otro
lado, es necesario diferenciar el problema de la capacidad del procesamiento del de la
selectividad de la información.

3.1.2. Problemática atencional y teoría atencional


Tudela (1992) distingue entre problemática atencional y teoría de la atención. La primera
denota un uso descriptivo del concepto atención, para designar el conjunto de problemas a los
cuales el término ha sido aplicado. La "teoría de la atención" denota, sin embargo, un uso
explicativo del concepto, como un hipotético mecanismo subyacente a parte de la
fenomenología atencional. Es decir, el estudio de la atención como un mecanismo con unas
características estructurales y funcionales concretas, anatómicamente localizable en el cerebro,
que nos puede explicar parte de la problemática atencional. Las pruebas para medir atención,
con frecuencia no aclaran si hacen referencia a la problemática atencional o al mecanismo.

3.1.3. Selectividad atencional, limitación de capacidad y prioridad de procesamiento


Hoy día aún son muchos los autores que definen a la atención bajo el supuesto de limitación de
capacidad de la mente (Eriksen, 1993; Laberge, 1995). La mente sería un sistema de capacidad
limitada, como un conjunto de canales de comunicación que pueden sufrir sobrecargas. Por
ejemplo, las líneas telefónicas son un canal de comunicación, y a todos nos es familiar el
mensaje de "espere, la línea se encuentra sobrecargada". Por tanto, la mente funcional
necesitaría de un filtro que la protegiese de las sobrecargas. Es decir, algo que determine qué
parte de la información pasa a etapas posteriores del procesamiento y qué parte de la
información estimular es rechazada. La atención sería ese filtro (Broadbent, 1958; Deutsch y
Deutsch, 1963).
Pero hay aspectos del funcionamiento del mecanismo atencional que escapan a la idea de
limitación de capacidad. ¿Qué ocurriría si el organismo se enfrentase a una situación con un
único estimulo presente, por ejemplo, identificar una letra que pudiera aparecer a la izquierda o a
la derecha en la pantalla de un ordenador? Si sólo aparece un estimulo en la presentación, no hay
riesgo de sobrecargas. El filtro no debería actuar y, en consecuencia, no deberíamos obtener
efectos atencionales en una tarea como ésta. Van der Heijden (1992) define operacionalmente a
la atención como beneficios (mayor exactitud o mayor velocidad de respuesta) en la ejecución
de tareas bajo instrucciones de prioridad o énfasis, comparadas con condiciones experimentales
sin tales instrucciones. Es decir, si debemos buscar en una sopa de letras la letra A, y
comparamos una condición donde una flecha indica al sujeto dónde esta la letra A con otra
condición donde no hay flecha, el sujeto será más exacto y rápido en la condición con flecha. A
la diferencia en exactitud y/o rapidez entre ambas condiciones se le llama efecto atencional
(controladas una serie de posibles explicaciones alternativas). En la situación anterior, los
teóricos del filtro predicen ventajas para la condición con flecha, pues ésta favorece la selección
espacial de la letra A de un conjunto estimular que supera la capacidad del sistema. Pero no
predicen beneficios por la aparición previa al objetivo de la flecha para la identificación de la
letra A cuando ésta es la única letra en la pantalla. Sin embargo se obtienen experimentalmente.
Es decir, hay selectividad atencional en ausencia de problemas de limitación de capacidad. Lo
cual indica que la selectividad atencional puede ser independiente de si la capacidad del sistema
es limitada o ilimitada.
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En consecuencia, parece que la atención establece prioridad en el procesamiento de la
información (Van der Heijden, 1992), pero ¿prioridad para qué, si no es para proteger al sistema
de una sobrecarga? Según Allport (1989; 1993), una función primordial de la atención sería el
control de la acción. Con independencia de si hay una única fuente estimular o muchas,
programar una acción (mover el brazo hacia un objeto, mover los ojos hacia un lugar) exige la
selección de la fuente estimular destino para dotar al programa motor de los parámetros de
dirección y amplitud de la acción (movimiento hacia la izquierda o derecha, a X grados de
ángulo respecto al punto donde estamos mirando) con anterioridad a la programación y
ejecución de la misma. En términos más generales, Tudela (1992) caracteriza a la atención como
un mecanismo central (cognitivo, no sensorial o motor) cuya función principal es controlar y
orientar la actividad consciente del organismo de acuerdo a un objetivo determinado. Este autor
insiste: "no se trata de un filtro situado más pronto o más tarde en la secuencia horizontal de
procesamiento de información. Como estructura de control habría que representarla
verticalmente, activando e inhibiendo desde arriba, de acuerdo con la demanda de la situación,
aquellas estructuras propiamente encargadas de procesar la información. No se trata tampoco de
un homúnculo dotado de minisistemas de procesamiento de información. Más bien, el papel de
la atención en el procesamiento de información es indirecto, actuando sobre los procesos
mismos" (Tudela, 1992, pág. 37).

3.1.4. Metáforas de la atención


La atención ha sido estudiada con numerosas metáforas. Ha sido tratada como si representara
un filtro (Broadbent, 1958), esfuerzo (Kahneman, 1973), recursos energéticos (Shaw y Shaw,
1977), como un proceso de control de la memoria operativa (Shiffrin y Schneider, 1977),
como un foco de linterna (Posner, 1980), como conexión o pegamento entre diversas
características de los estímulos (Treisman y Gelade, 1980), como un zoom (Eriksen y St.
James, 1986), como un ejecutivo central (Baddeley y Hitch, 1974) , un cuello de botella
(Pashler, 1998) y como un proceso de selección más una actividad preparatoria, esto es, como
un semáforo y/o una radio FM (LaBerge y Brown, 1989).
No se pueden olvidar además los distintos tipos de atención estudiados o los sentidos
que este término toma para distintos autores. Así, a modo de resumen, destacan las siguientes
categorías (Tabla 1, adaptado de Roselló, 1997).

TABLA I: Tipos de atención

CRITERIO TIPOS DE ATENCIÓN


Mecanismos implicados Selectiva-dividida-sostenida
Objeto al que va dirigida la atención Externa-interna
Modalidad sensorial implicada Visual-auditiva
Amplitud e intensidad con la que se Global-selectiva
atiende
Amplitud y control que se ejerce Controlada-automática
Manifestaciones de los procesos Manifiesta-encubierta
Grado de control voluntario Voluntaria-involuntaria
Grado de procesamiento de la información Consciente-inconsciente
no atendida

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Resulta de utilidad la aproximación al estudio de los procesos atencionales propuesta


por LaBerge (1995). LaBerge señala que la atención cumple tres objetivos, que, a su vez,
permiten obtener tres beneficios: precisión, rapidez y continuidad en el procesamiento de
información.

- La precisión se refiere a la selección del estímulo (o estímulos) relevantes de todo


el flujo de información entrante desde el entorno, especialmente en situaciones de
conflicto. Pero no sólo afecta a la estimulación sino también a la selección
correcta de un programa de acción para dar una respuesta externa o una operación
mental determinada.
- La rapidez para detectar un estímulo que se está siendo esperado (por una señal de
aviso, una clave, etc.) es mayor que si el estímulo se presenta de forma inesperada.
De igual forma, un estímulo que está siendo atendido recibirá una respuesta más
rápida que cualquier otro estímulo. Este proceso está muy ligado por tanto a
mecanismos preparatorios para la ejecución de planes de acción.

- Por último, la continuidad hace referencia a la posibilidad de sostener la atención a


estímulos externos o el mantenimiento de determinadas conductas en el tiempo.
Ejemplos de ello son escuchar (o interpretar) una pieza de música, disfrutar de una
buena comida, observar una puesta de sol, o atender a una conferencia. Estos
objetivos o beneficios, siguiendo su terminología, irían ligados con determinados
mecanismos que permiten un correcto funcionamiento de la atención.

3.2. COMPONENTES: NATURALEZA NO UNITARIA DEL SISTEMA ATENCIONAL


A pesar de que se asume la diversidad de la atención, es cierto que no se ha alcanzado una
taxonomía satisfactoria de los procesos atencionales. Parece existir, sin embargo, un cierto
acuerdo en la existencia de, al menos, tres componentes relativamente independientes con los
que gran parte de los autores trabajan: selección, vigilancia y control. Van der Heijden (1992)
diferencia entre atención sensorial, expectativa e intención, términos que hacen referencia al
papel de la atención en la profundidad del procesamiento de la información, en la percepción,
en los procesos de memoria y en la selección de respuesta. Laberge (1995) diferencia entre
las funciones de control de la atención (instrucciones de prioridad), expresión de la atención
(el lugar más que el momento del procesamiento de la información dónde la atención actúa) y
selección atencional (el mecanismo atencional que implementa la orden sobre un lugar del
procesamiento de información mediante la modificación de la relación entre señal y ruído
(entre objetivo y distractores). En términos anatómicos: Las áreas frontales ejercen el control
sobre la atención (ponen en marcha la orden). El tálamo produce la selección atencional. Si
la orden es seleccionar el elemento rojo frente a los verdes, en el córtex occipital en el área
v4, las columnas asociadas al color rojo aumentan su tasa de disparo frente a las columnas
asociadas al color verde. Bajo todos estos epígrafes existen a su vez diversos mecanismos, y
diversas concepciones sobre ellos, y es ahí donde se dan las máximas discrepancias entre los
autores. En cualquier caso, se describen brevemente a continuación los términos que suscitan
mayor acuerdo (Lago y Céspedes, 2004):

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- Selección: ha sido sin duda el componente más estudiado de la atención. La
selección de los estímulos que van a ser procesados es importante debido a las
limitaciones de capacidad del sistema. El cerebro de los primates desarrolló el
mecanismo de selección para afrontar estas limitaciones. Sin este mecanismo de
selección los organismos no estarían bien equipados para hacer frente a las
diversas fuentes de estimulación distractoras del entorno (Parasuraman, 1998).
Existen diversos planteamientos sobre el funcionamiento del proceso de selección.
Mientras para algunos (LaBerge y Brown, 1989) es un proceso facilitatorio, para
otros es también inhibitorio (Tipper, 1985), o bien algo intermedio (Posner y
Dehane, 1994). Otros autores discuten si la selección se hace en función de la
localización (Cave y Pashler, 1995) o del propio objeto (Duncan, 1984).

- Vigilancia: si la atención selectiva permite conductas dirigidas a metas, la


vigilancia (o atención sostenida, para algunos) asegura que esas metas se
mantendrán en el tiempo. Existe evidencia de que el componente de selección y el
de atención sostenida pueden ser procesos opuestos en cierto sentido, que
aseguran un equilibrio atencional en el organismo. Por ejemplo, a pesar de que
una alta tasa de estimulación incrementa la selección y la focalización, disminuye
la vigilancia (Parasuraman, 1979; Posner, Cohen, Choate, Jockey y Taylor, 1984).
Del mismo modo, una señal espacial que inhibe temporalmente la selección en un
lugar del espacio, incrementa la vigilancia (Bahri y Parasuraman, 1989; Posner,
1980).

- Control: La habilidad para mantener el procesamiento de información en el


tiempo con la presencia de distractores implica mantener la conducta dirigida a
metas. La actividad puede que tenga que ser detenida temporalmente y luego
retomada, puede haber otras actividades paralelas, y en el futuro puede que tengan
que llevarse a cabo algunas tareas. El término control atencional hace referencia a
esta función de la atención. Las teorías de memoria operativa (Baddeley y Hitch,
1974) y de planificación (Norman y Shallice, 1986) intentan dar cuenta de este
proceso.

Estos tres términos (selección, vigilancia y control), han sido reformulados desde la
problemática atencional al campo de estudio del mecanismo atencional. Pero antes me gustaría
subrayar que la investigación ha mostrado sistemáticamente limitaciones en la persona para
mantener la atención más allá de 10 o 15 minutos, para seleccionar información (o interferencia
causada por los distractores) y para dividir la atención o hacer dos cosas a la vez. Las
investigaciones de Michael Posner han permitido encontrar evidencia neuropsicológica de la
existencia de tres redes atencionales relacionadas jerárquicamente (Posner y Raichle, 1994): El
sistema de alerta que aporta la activación psicofisiológica para estar alerta y poder atender. La
atención espacial (Posner, 1980), también llamada atención visual, atención sensorial o atención
exterior; y el ejecutivo central (Norman y Shallice, 1986), el cual englobaría a los términos
expectativa e intención, esto es, a la atención dirigida al mundo de las ideas o atención para el
control del procesamiento de la información y la acción. La atención espacial actuaría en
situaciones como "mira a tu izquierda", "¿hay una araña sobre la mesa?" o “golpea la pelota”. El
ejecutivo central sería necesario en situaciones como "imagina el rostro de tu padre con una
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peluca rubia", para el cálculo mental sin papel ni lápiz, para suprimir un pensamiento no
deseado, para cambiar el curso de la actividad mental, hacer planes o tener iniciativa. El nivel de
activación es una condición necesaria para atender, y puede variar desde el sueño a la excitación
intensa, afectando al ritmo respiratorio y cardiaco pero sobre todo a la capacidad para atender y
concentrarse, evitando las interrupciones que producen la ansiedad (exceso de activación), la
fatiga o la falta de motivación, permitiendo la vigilancia y la atención sostenida.

3.2.1. El sistema de alerta.


El arousal o alerta es la energía física y mental del organismo, que determina su nivel de
activación psicofisiológica y lo dispone a luchar o huir. Tomar cafeína aumenta el nivel de
activación, igual que correr, oír música rock, una situación de peligro, hiperventilar o el interés
sexual. Oír canciones de cuna, el aburrimiento, la respiración abdominal… bajan el nivel de
activación. La activación también se transfiere (transferencia de la activación): si tomo tres cafés
y me dicen que es descafeinado, mi nivel de activación sube e ignoro su causa real, de manera
que atribuyo la misma a factores contextuales (a que alguien presente en la escena que me gusta
o me molesta), por eso se liga más justo al salir del gimnasio. Es decir, el nivel de activación
viene determinado por factores fisiológicos (tomar cafeína) y mentales (atribuciones causales), y
muestra componentes periféricos o autonómicos y centrales. Debemos diferenciar entre alerta
fásica y tónica. La primera ocurre aquí y ahora en respuesta a la presentación de un estímulo
abrupto. La alerta tónica hace referencia a los cambios circadianos de la activación, al dormir,
despertarse o correr. Las personas son diferentes en sus niveles de línea base de arousal, de
manera que algunos parecen hiperactivados de continuo y otros adormilados.
El nivel de activación del organismo se relaciona con su capacidad para realizar una tarea, de
manera que existe una relación en forma de “U” invertida entre el nivel de activación y el de
ejecución (Ley de Yerkes-Dodson). Sin embargo, esta ley tiene múltiples excepciones, en
función de la dificultad de la tarea y las diferencias individuales en arousal. Se puede establecer
para cada persona su ventana óptima de activación. Es importante subrayar que la ley citada
pone de manifiesto algo muy importante: El nivel de activación o arousal puede variar desde
niveles muy bajos (estar dormido) a niveles altos (estar corriendo), y sus oscilaciones influyen
en la capacidad para realizar una tarea, pudiendo mostrar niveles bajos para las demandas de la
tarea (fatiga, falta de motivación) o niveles excesivos para la dificultad de la tarea (ansiedad,
agobio). En términos atencionales, un nivel alto de activación es necesario para vigilar o
concentrarse, que son dos aspectos de la atención sostenida. Los bomberos vigilan el fuego, no
se concentran en él. Al estudiar, nos concentramos en la materia no la vigilamos. La vigilancia
hace referencia a la detección de un evento improbable. La concentración a dirigir los recursos
cognitivos a la realización de una tarea con cierta dificultad, extendida en el tiempo. La teoría de
Posner establece que los niveles elevados de activación potencian la orientación de la atención
espacial, aumentando su velocidad pero disminuyendo su exactitud. En realidad el foco
atencional se estrecha y se vuelve poco discriminativo o reactivo ante cualquier estímulo dentro
de foco, sea o no relevante, dificultando la selección si hay múltiples estímulos en la escena pero
facilitando la reacción si sólo hay un estímulo en la presentación. La alta activación también
inhibe la función ejecutiva, dejando la “conciencia limpia” (Posner y Rothbart, 1992), es decir,
inhibiendo la entrada de nueva información en memoria de trabajo, con la finalidad de mantener
la meta en curso y evitar distracciones e interferencias procedentes de la MLP o de la
interocepción.

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3.2.2. La atención espacial o red posterior
El funcionamiento de la red atencional espacial puede comprenderse mejor si se
compara con el foco de luz que emana de una linterna. Moviendo el foco es posible “iluminar”
una región del campo visual, es decir, mejorar el procesamiento de una cierta cantidad de
estímulos que están en la región iluminada cada vez. Para “iluminar” nuevos estímulos es
necesario mover el foco. Todo lo que no caiga bajo el foco está a oscuras, es más difícil de
procesar. Esta metáfora ha inspirado una serie de investigaciones experimentales, como la línea
basada en la tarea experimental de costos y beneficios de Posner (1980). Esta metáfora de la
atención la asocia con la idea de orientación visual.
La tarea de costos y beneficios (Posner, 1980) consiste en detectar o discriminar el único
estímulo visual que aparece en la presentación, mediante una respuesta arbitraria. Este estímulo
puede ser un punto luminoso o un carácter (una letra o un dígito), y se le llama el "objetivo". En
cada ensayo, se presenta un punto de fijación ocular en el centro de la pantalla. Los sujetos
experimentales reciben la indicación expresa de no mover los ojos de ese punto. A continuación,
una señal visual proporciona información espacial sobre la posición más probable de aparición
del objetivo. Por ejemplo, se presenta una flecha sobre el punto de fijación, apuntando hacia la
izquierda o hacia la derecha. Transcurrido un intervalo de tiempo del orden de milisegundos
desde la aparición de la señal, se presenta el objetivo a detectar o discriminar. Si el objetivo
aparece en la posición señalada, el ensayo es válido. Si aparece en otra posición, el ensayo es
inválido. Mediante una señal neutra, como una flecha de doble punta (<->), obtenemos la línea
base de comparación para el cálculo de los efectos atencionales. Una señal es considerada neutra
cuando no proporciona información espacial alguna, pero sí nos permite separar un posible
efecto de alerta general del efecto específico de la señal espacial.
Los efectos atencionales en esta tarea pueden ser: beneficios en el caso de los ensayos
válidos, consistentes en un menor tiempo de reacción (o errores) frente a la condición neutra; y
costos en el caso de los ensayos inválidos, consistentes en un mayor tiempo de reacción (o
errores) que en la condición neutra (Posner, Nissen y Ogden, 1978).
Hablamos de atención abierta en las situaciones donde la orientación de los receptores
sensoriales (ojos) y la orientación de la atención espacial convergen, de manera que el sujeto fija
su vista sobre el lugar que atiende. No obstante, mirar y atender pueden disociarse. En una
escena visual estática -sin movimientos oculares-, el sujeto puede tener el punto de fijación
ocular en un punto de la escena y su atención en otro punto de la escena visual. Llamamos a esta
situación de disociación de atención encubierta, como cuando un jugador de baloncesto simula
mirar hacia la canasta, pero está vigilando por el "rabillo" del ojo a un oponente situado a un
lado. Para estudiar la estructura atencional nos interesan las características de los efectos
atencionales sin confusión con las consecuencias de los movimientos oculares sobre el tiempo
de reacción, es decir, la condición de atención encubierta.
Con los resultados obtenidos con la tarea de costos y beneficios es posible obtener
diversos datos sobre las propiedades del foco de linterna. Según la metáfora del foco de linterna,
la atención visual selecciona una región del campo visual, de manera que cualquier estímulo
dentro de esa región "iluminada" verá facilitado su procesamiento. Las operaciones cognitivas
elementales que realiza el foco son: movimiento hacia la posición señalada, enganche en la
citada posición y desenganche para cambiar de posición. Estas operaciones han sido localizadas
anatómicamente. Un conjunto de áreas cerebrales que se ha denominado red atencional
posterior, cuya actuación coordinada refleja la acción del foco de linterna. Esta red está
implicada en dirigir la atención a las localizaciones relevantes en la búsqueda visual, en "pegar"
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información a localizaciones espaciales para producir la percepción de objetos y en seleccionar
la escala relevante para examinar el input visual –global o local, focalizada o difusa-(Posner y
Rothbart, 1992). Esta red también mantiene una relación especial (funcional) con el sistema
ocular para la producción de movimientos sacádicos, proporcionando los parámetros de
dirección y amplitud a la programación ocular sacádica (Posner, 1980; Rizzolatti y Col., 1987).
En resumen, la atención visual se asocia a la idea de orientación espacial. Esto nos lleva
a contactar con los estudios del aprendizaje animal sobre el Reflejo de Orientación (Sokolov,
1963), que no sería más que la manifestación abierta de un movimiento encubierto de la
atención espacial exógena. Este reflejo consiste en la orientación corporal involuntaria hacia una
fuente de estimulación novedosa y abrupta, que nos sorprende, como un fuerte ruido o los faros
de un coche. Es decir, gracias a la tarea de costos y beneficios es posible estudiar de una manera
muy precisa el primer desencadenante del reflejo de orientación, la captura de la atención
espacial por un estímulo abrupto en la periferia visual, previamente a los movimientos oculares
y de cabeza hacia la fuente estimular.
La tarea de costos y beneficios se puede usar como un marcador de la orientación, para
estudiar sus componentes centrales o cognitivos, y no sólo los periféricos, y trazar sus líneas
evolutivas, sus bases anatómicas y fisiológicas en concierto con técnicas como la tomografía por
emisión de positrones (TEP) y los potenciales evocados masivos (ERP), y hacer un uso aplicado
de este marcador en los campos clínicos y de estudio de las diferencias individuales
(esquizofrenia, drogodependencias, heminegligencia, ...) -Posner y Raichle, 1994-.

3.2.3. El Ejecutivo Central


El ejecutivo central, llamado también supervisor general, se localiza en áreas cerebrales
anteriores. En general la acción de este mecanismo se asocia a situaciones donde es necesario
sobreimponerse a tendencias automáticas o dominantes de respuesta (a los hábitos adquiridos y
a los programas con los que hemos nacido). También se asocia a tareas que requieren la
generación de respuestas nuevas, a los momentos en que detectamos que hemos cometido un
error, a la planificación de acciones y la toma de decisiones. Por lo demás, se sabe poco sobre él.
Se piensa que posee una íntima relación con la conciencia focal (aquello de lo que soy
consciente en este momento), y el aprendizaje explícito (entender una explicación, memorizar
un texto, etc; Posner y Raichle, 1994). Sobre sus características se afirma que es de capacidad
limitada y de acción unitaria, es decir, no puede llevar a la vez más de una de sus funciones sin
deterioros en la ejecución de las mismas. Con respecto a las funciones atribuidas a esta red, la
lista es abierta: atención voluntaria, memoria prospectiva (memoria hacia adelante, por ejemplo:
recordar que a las cinco tengo que ir al dentista), establecimiento y cambio de la preparación
mental, supresión del pensamiento...
El recurso de atribuir toda función que implique un papel activo del sujeto a esta red
lleva a identificarla con el concepto de sujeto y a concederle un poder explicativo ilimitado. Es
el problema del homúnculo de nuevo. Para evitar esto, la psicología actual está tomando, una a
una, todas las funciones que le han sido atribuidas por defecto y las somete a experimentación.

Atención y control
Ya sabemos qué es el procesamiento controlado o bajo la acción atencional, pero también existe
el procesamiento automático. Es un ejemplo de procesamiento automático la incapacidad de los
lectores expertos para inhibir el acceso semántico al significado de la palabra que denota un
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color en la situación de Stroop (1935). Expliquemos esto. Un lector experto no puede evitar leer
la información escrita delante de sus ojos. La lectura es en él una actividad mental o
procesamiento desencadenado por la presencia del estímulo adecuado, palabras escritas en su
idioma. Haz la prueba. Toma el título de una página de periódico, cúbrelo con la mano. A
continuación, retira la mano y míralo fijamente tratando de no leerlo, esfuérzate en no leerlo sin
retirar la vista. ¿Te es posible hacerlo? Es un ejemplo de procesamiento automático,
inconsciente o preatencional. La tarea de Stroop consiste en indicar el color de la tinta en que
está escrita una palabra. Cuando esta palabra es un nombre de un color, por ejemplo la palabra
azul, escrita en una tinta incongruente, por ejemplo en tinta verde, se produce interferencia, es
decir, el sujeto tarda más tiempo en nombrar la tinta (decir "verde"), debido al conflicto de
respuesta entre el color de la tinta y el color denotado por la palabra. Esto es, el sujeto no puede
evitar leer la palabra. Esto sería un ejemplo de procesamiento automático, ocurre a despecho de
la voluntad del sujeto.
Se puede entender ahora la activación del ejecutivo central en la tarea de Stroop
incongruente, para sobreimponerse al procesamiento automático del significado de la palabra y
guiar de este modo la conducta del sujeto, resolviendo el conflicto de respuesta: nombrar la tinta
y no el significado de la palabra. Es decir, para ejercer el control del procesamiento de acuerdo a
la meta a lograr.

Atención y cambio de intención


Una cuestión importante acerca del procesamiento cognitivo de la información tiene que ver con
la manera en que los diferentes procesos son organizados y conectados juntos para traducirse en
un comportamiento coherente y hábil que permita la resolución de problemas. El estudio de este
tópico demanda la utilización de paradigmas experimentales que aíslen el funcionamiento de los
procesos individuales de la organización general del procesamiento, esto es, de la coordinación y
secuenciación de los mismos (Milán y Tornay, 1999). El paradigma experimental del cambio de
tarea permite lograr este objetivo. En el laboratorio, cuando los participantes alternan entre
tareas de Tiempo de Reacción (TR) se produce un coste de ejecución. El cual se traduce en un
decremento en exactitud de la respuesta (incremento en el número de errores) y/o en un
incremento en el Tiempo de Reacción (enlentecimiento en la respuesta). Para ejecutar una nueva
tarea las personas deben encadenar una serie de procesos de información que conecten el
análisis sensorial con la respuesta motora. Los mismos procesos pueden ser encadenados de
maneras diferentes en diferentes tareas, incluso aunque estas compartan los mismos estímulos de
partida y las mismas respuestas motoras. Se denomina preparación mental a un conjunto
particular de procesos encadenados de manera conjunta en una disposición particular. Nuestra
interacción diaria con el entorno nos demanda cambiar de modo continuo la preparación mental
en orden a modificar las prioridades de procesamiento para afrontar situaciones nuevas, resolver
problemas y adaptarnos al entorno cambiante. En la vida cotidiana, si usted hace dos tareas
extendidas en el tiempo a la vez, con cambios de atención continuos, su rendimiento
experimentará un coste. Por ejemplo, si ante la visita de un amigo a cenar a casa, decide jugar
con él al ajedrez, mientras prepara una receta de cocina creativa para impresionarle, alternando
cada paso de la receta con una jugada, posiblemente perderá la partida y quemará la comida.
Alternar de modo continuo entre dos tareas es la peor manera de hacerlas, pero un modo óptimo
de estudiar los efectos secuenciales de la reconfiguración mental. El estudio del cambio de la
disposición mental nos permite una medida precisa de las contribuciones relativas de las
tendencias de respuesta automáticas y de los mecanismos de control del procesamiento. En
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resumen, Cuando una persona debe cambiar de una actividad a otra, se da de manera habitual un
coste de ejecución. Este fenómeno es de un gran interés, pues las personas cambiamos de
actividad de manera continua. En estas situaciones, el coste por cambio de actividad siempre
aparece (es un fenómeno robusto) y no puede ser eliminado con facilidad, ni con práctica, siendo
considerado una auténtica limitación cognitiva (Milán y Tornay, 1999; 2001).
Jersild (1927) estudió de modo experimental el coste por cambio de tarea por primera vez. En
uno de sus experimentos, utilizó columnas de números y comparó dos condiciones diferentes.
En una de ellas, la condición pura, se solicitó a los participantes realizar la misma operación
aritmética (sumar o multiplicar un número natural) a cada número de la lista. En la segunda
condición, denominada condición mixta, los participantes debían alternar entre ambas
operaciones. Jersild obtuvo un coste de 1.2 segundos por estímulo en la condición mixta. El
estudio del cambio de la disposición mental usando los métodos de Jersild fue reabierto por
Allport, Styles and Hsieh (1994), quienes interpretaron el coste por cambio de tarea en términos
de interferencia proactiva o inercia mental. Es decir como un efecto secuencial que refleja la
incapacidad para desengancharse de la actividad anterior (o inhibirla) y enganchar de modo
óptimo la nueva actividad. Sin embargo, el estudio reciente de mayor impacto sobre el coste por
cambio de tarea ha sido el de Rogers y Monsell (1995). Desde este estudio, quedó claro que
existen dos componentes en el coste por cambio de tarea: Un componente endógeno y un
componente exógeno.
Los estudios sobre el coste por cambio de tarea muestran que cuando se manipula el
tiempo de anticipación del cambio de tarea (mediante la manipulación del RSI –del inglés
Response Stimulus Interval- o intervalo entre la ejecución de la respuesta en el ensayo N y la
aparición del objetivo en el ensayo N+1), el coste se modifica. El coste disminuye cuando el
tiempo de preparación anticipatoria o aviso previo para el cambio aumenta, pero nunca
desaparece por completo. A la porción del coste que desaparece se le denomina coste endógeno,
pues el participante es capaz de prepararse de manera parcial para el cambio de tarea y
anticiparlo en parte. Sin embargo, al resto de coste, se le denomina coste residual o exógeno,
pues exige una nueva interacción o experiencia con un estimulo-objetivo para que la
reconfiguración mental sea completa y el coste desaparezca. A partir de estos resultados, Rogers
y Monsell formularon su hipótesis del estímulo como clave para completar la reconfiguración
mental.

Atención y memoria de trabajo (MT)


Un modo intuitivo de introducir la MT es caracterizarla como ese “espacio” donde se manipulan
a voluntad los símbolos que pueblan la mente. Es ese “lugar” donde se realizan las operaciones
aritméticas, donde se mantiene lo que se ha leído en oraciones anteriores para poder entender las
oraciones actuales, donde se manipulan imágenes visuales, donde se generan planes de acción y
se comparan las estrategias a utilizar para enfrentar una determinada tarea, problema o situación.
La información sobre la que se trabaja en MT proviene unas veces de la experiencia perceptual
de ese momento, mientras que otras se extrae de los contenidos de la Memoria a Largo Plazo
(MLP). Por ejemplo, cuando repasamos mentalmente los dígitos de un número de teléfono que
acabamos de consultar en la guía, estos números los acabamos de recibir de una fuente externa a
nosotros. Pero cuando creamos una lista mental de los amigos que vamos a invitar a la boda,
estamos extrayendo sus nombres de la MLP. En los dos casos, esos símbolos pasan a estar
disponibles para su manipulación bajo control voluntario en la mente, lo que, por definición, los
convierte en “contenidos” de la MT.
40
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
La información de la MT puede ser de dos grandes tipos: palabras, o material verbal en
general, e imágenes. En el ejemplo del número de teléfono, normalmente las personas
manipulan mentalmente palabras que valen por números (p.ej., la palabra “nueve” por el “9”).
Pero también uno puede decidir crear una imagen mental del número de teléfono completo, es
decir, mantenerlo en la mente de manera similar a como si lo estuviera viendo. Los dos grandes
tipos de información en MT (visual y verbal) pueden provenir tanto de fuentes externas o
internas.
La investigación psicológica sobre la MT ha confiado fundamentalmente en tareas de
recuerdo inmediato. En las tareas de recuerdo inmediato se presenta una lista de elementos, sean
éstos palabras, letras, dígitos, o elementos de cualquier otro tipo, y se pide al sujeto que los
repita en el mismo orden tan pronto como el experimentador acaba de pronunciar el último
elemento de la lista.1 Se supone que la persona mantiene brevemente esos elementos en su MT
para poder reproducirlos inmediatamente. Un primer fruto del estudio de este tipo de tareas fue
la demostración de que la MT tiene una capacidad limitada: sólo podemos mantener activos y
trabajar mentalmente con un número limitado de alrededor de 7 elementos independientes a la
vez (Miller, 1956).
La capacidad limitada de la MT se pone de manifiesto claramente mediante el uso de
tareas de amplitud de memoria, un tipo de tarea de recuerdo inmediato. Las tareas de amplitud
de memoria son aquellas tareas de recuerdo inmediato en las que se evalúa el efecto del número
de elementos de que consta la lista sobre la corrección del recuerdo inmediato. Normalmente se
comienza por listas cortas (3 ó 4 elementos) y se va incrementando la longitud de la serie hasta
alcanzar el máximo que la persona es capaz de repetir correctamente. Muchos estudios han
demostrado que la amplitud de memoria de las personas se sitúa en torno a 7 elementos, sean
éstos palabras, dígitos, etc.
Durante mucho tiempo, las teorías de la MT asumieron que el espacio mental donde se
guardan los elementos en tareas de memoria inmediata es también el lugar donde se almacenan
y manipulan símbolos cuando realizamos tareas de razonamiento, comprensión de oraciones,
operaciones aritméticas y otras. Es decir, se adoptó una visión de la MT como un almacén único,
de capacidad limitada, que interviene en todas esas operaciones mentales donde se manipulan
símbolos bajo control voluntario. Estudios posteriores demostraron que esta visión tradicional es
errónea en dos aspectos fundamentales: en primer lugar, la MT no es una entidad única, sino que
consiste de, al menos tres subsistemas diferentes que están organizados jerárquicamente. En
segundo lugar, la concepción de la MT como un almacén o lugar mental donde se depositan los
símbolos con los que se está trabajando es falaz. La MT debe entenderse más bien como el
conjunto de símbolos que, en un momento dado, se encuentran activos y están siendo utilizados
voluntariamente por el sujeto, sin que eso implique que esos símbolos son “movidos” o
“depositados” en un lugar especial para su uso. La concepción actual es más bien de tipo
funcional en lugar de espacial.

La organización interna de la MT
En este apartado vamos a presentar la teoría de la MT desarrollada por Alan Baddeley y
colaboradores, que constituye probablemente la teoría más articulada de la manipulación de
símbolos mentales bajo control voluntario con que contamos actualmente.

41
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
El modelo de Baddeley propone que la MT está formada por al menos tres subsistemas
que están organizados de forma jerárquica entre sí, y que funcionan en estrecha colaboración.
Estos tres subsistemas son los siguientes:

El Ejecutivo Central:
Hemos definido la MT como el conjunto de símbolos que, en un momento determinado, están
siendo manipulados en la mente bajo control voluntario de la persona. En concordancia con esta
idea, Baddeley propone la existencia de un sistema, llamado el Ejecutivo Central, que trabaja
controlando dos sistemas “esclavos” o subordinados que ejecutan las funciones de
mantenimiento de la información.
El Ejecutivo Central es el sistema de control voluntario y toma de decisiones. Es capaz
de cotejar y valorar alternativas y optar por la más adecuada. Sus decisiones afectan a los cursos
de acción que seguimos, tanto a nivel mental como conductual. Por ejemplo, a nivel de conducta
manifiesta, el Ejecutivo Central decide qué camino seguiré para llegar a casa evitando el atasco
de tráfico. A nivel de estrategia mental, veíamos antes que un número de teléfono puede
mantenerse en MT mediante el repaso de las palabras que valen por cada número o mediante la
imaginación del número entero tal y como lo veríamos escrito. El Ejecutivo Central es quien
decide cuál de estas dos opciones se elige.
En general, el Ejecutivo Central es un sistema de naturaleza atencional, que ejerce el
control voluntario y la toma de decisiones, y que está estrechamente relacionado con la
experiencia consciente. Básicamente, es el ente mental que manipula voluntariamente los
símbolos en tareas de MT. Estos símbolos se mantienen activos en sus dos principales sistemas
esclavos: el Lazo Articulatorio y la Agenda Visoespacial.

El Lazo Articulatorio:
El Lazo Articulatorio es el sistema del lenguaje utilizado para mantener activos bajo control
atencional una serie de símbolos de naturaleza verbal mediante un proceso de repaso contínuo.
Imaginemos que el Ejecutivo Central decide mantener un número de teléfono en MT mediante
el uso del Lazo Articulatorio. Decir esto corresponde a decir que los símbolos escritos de los
dígitos se convierten en palabras, y que la persona decide pronunciarlas, interna o externamente,
repasándolas una y otra vez hasta que puede marcarlas en el aparato de teléfono. Es decir, la
información que quiere mantenerse en MT (en este caso, dígitos escritos en el papel) debe ser
transformada a un código verbal que puede ser pronunciado y, así, mantenerse en MT mediante
el repaso subvocal o externo.
En la gran mayoría de las tareas de recuerdo inmediato de material verbal, la persona no
produce ningún habla externa. ¿Es el proceso de repaso mental, interno, algo de naturaleza
diferente al repaso que se hace en voz alta? Parece ser que no. El repaso interno y el repaso en
voz alta no se diferencian en ningún aspecto fundamental. Esto es, el repaso mental del material
verbal que hacemos cuando mantenemos información en el Lazo Articulatorio no es otra cosa
que habla interna, es decir, habla no acompañada de articulación vocal.
Resumiendo, utilizar el Lazo Articulatorio para mantener información en MT no es otra
cosa que convertir esa información en otra de naturaleza verbal (que pueda ser pronunciada) y
mantenerla activa mediante su pronunciación repetida, es decir, su repaso. Este repaso puede ser
manifiesto o encubierto.

La Agenda Visoespacial:
42
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
La Agenda Visoespacial es el sistema de la percepción visual, utilizado para mantener y
manipular información de naturaleza visoespacial bajo control atencional. Al igual que el Lazo
Articulatorio, la Agenda Visoespacial es la utilización de un sistema mental con sus propias
funciones y objetivos para el mantenimiento y manipulación activa de información. En este
caso, se trata del sistema de la percepción visual y la información que se mantiene y manipula en
MT mediante este sistema es, lógicamente, de imágenes. Almacenar algo en la Agenda
Visoespacial es, por tanto, convertir esa información a un formato visoespacial y mantenerla en
el “ojo de la mente”. Por seguir con el ejemplo anterior del recuerdo inmediato de un número de
teléfono, el Ejecutivo Central puede decidir mantener la información escrita en la misma forma
visual en la que ésta se percibe en las páginas de la guía de teléfonos. De esta manera, a la hora
de marcar el número de teléfono sólo tendremos que “leerlo” desde la imagen mental.
A diferencia del Lazo Articulatorio, la Agenda Visoespacial no requiere el repaso
ordenado de las imágenes. Las imágenes individuales pueden ser combinadas en imágenes más
complejas, y recordarse como un todo. Aún así, hay límites al número de elementos
independientes de que puede constar la imagen. Por ejemplo, si queremos visualizar una foto de
familia con muchas personas, es posible que no podamos distinguir detalles como la expresión
facial de cada uno. Si intentamos ver las caras de las personas con detalle, entonces es posible
que sólo podamos visualizar una o dos caras con claridad.

El modelo de Norman y Shallice sobre el ejecutivo central o Sistema Atencional Supervisor


(SAS)
Parece claro que cualquier teoría sobre el control del procesamiento debe explicar la
interacción entre los procesos automáticos (bajo control del estímulo) y los procesos de
control (bajo control del sujeto). La teoría que mejor hace esto en el contexto de la atención
para la acción es la de Norman y Shallice (1980, 1986).
William James distingue entre actos de voluntad y actos ideomotores. Los primeros
implican un mandato de la consciencia, en los otros no somos conscientes de nada entre la
concepción y la ejecución. Norman y Shallice mantienen que la atención (actos de voluntad)
es necesaria para la toma de decisiones, la planificación, la corrección de movimientos, las
situaciones nuevas, peligrosas o técnicamente difíciles o para sobreimponerse a los hábitos.
Según el modelo de estos autores (ver la figura más abajo), el control de la acción se
consigue del siguiente modo. Las habilidades están organizadas en forma de esquemas
motores (conducir un coche, desayunar, comer en un restaurante...). Cada esquema motor
implica una estructura de árbol jerárquico desde los niveles superiores, donde con un solo
grado de libertad se pone en marcha el esquema completo, hasta los niveles inferiores donde
se establece la ejecución serial de la conducta compleja paso a paso (entrar en el restaurante,
sentarse a la mesa, llamar al camarero, pedir, esperar la comida, comer, pagar e irse). El
esquema seleccionado se convierte en conducta. Para ser seleccionado, su activación debe
superar un umbral. De manera que los esquemas activados compiten entre sí para ser
seleccionados. Esta competición ocurre mediante un proceso de inhibición recíproca que
produce que el esquema con mayor activación inicial gane la competición gracias al
“protocolo de secuenciación de esquemas”. La activación inicial procede de la estimulación
sensorial, de manera que la presencia del estímulo puede disparar la acción, si hay una ruta
directa objeto-acción (base de datos de disparo de esquemas), y de factores motivacionales y
atencionales. El sistema motivacional actúa introduciendo su sesgo sobre el papel de la base
de datos del disparo de esquemas a largo plazo. Tal vez la presencia de comida pueda activar
43
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
la conducta de comer, pero esta se ve afectada por el impulso “hambre”. El sistema
atencional supervisor (SAS) actúa sobre los esquemas activados inhibiendo los que son
inapropiados para la meta (hay comida, tengo hambre, pero no tengo dinero para pagar). De
manera que la selección de un esquema es el resultado de la interacción entre estas fuentes de
activación. Si un esquema recibe más activación perceptual que atencional (de acuerdo a
nuestra intención), se producirá un error de la acción. De modo parecido se explicarían las
conductas de utilización y perseveraciones de los pacientes frontales. Estos a veces beben N
vasos de agua sin sed (en ausencia de activación motivacional), y son incapaces de parar
(ausencia de inhibición atencional). Sin embargo, los pacientes frontales pueden ejecutar
acciones rutinarias o imitar acciones de otros, gracias al buen funcionamiento de los ganglios
de la base, implicados en la evaluación de la secuencia de acciones y su curso temporal para
la formación de hábitos (Jeannerod, 1997). El sistema supervisor atencional ha sido
relacionado con el ejecutivo central del modelo de memoria de trabajo de Baddeley (Akira y
Shah, 1999), y éste con el córtex cingulado anterior o red atencional anterior en el marco
teórico de Posner (Posner y Raichle, 1994). El modelo de Norman y Shallice ha sufrido
numerosas revisiones y ampliaciones (Jeannerod, 1997; *+).

SISTEMA
ATENCIONAL
SUPERVISOR
SISTEMA BASE DE
PERCEPTUAL DATOS DE
DISPARO DE PROTOCOLO DE
ESQUEMAS SECUENCIACIÓN DE SISTEMA
ESQUEMAS EFECTOR

SISTEMA DE
ACTIVACIÓN
MOTIVACIONAL

Modelo de Norman y Shallice (1986). Las flechas representan activaciones, excepto para el
protocolo de secuenciación de esquemas donde representan inhibiciones mútuas.

Conclusiones sobre la función ejecutiva


El Ejecutivo Central es la parte menos estudiada de la MT, aunque sin duda es la más interesante
e importante. Hemos presentado la MT como el conjunto de símbolos que, en un momento
determinado, están siendo manipulados bajo control voluntario, y el Ejecutivo Central es la parte
de la mente que ejerce ese control.
Es importante notar que el ejecutivo central no toma las decisiones sino que ayuda a
llevarlas a cabo, facilitando o inhibiendo el pensamiento o la acción en curso. Estas operaciones
de control del ejecutivo, que ayudan a dirigir el procesamiento de información hacia el
44
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
cumplimiento de una meta, activada por la motivación (el hambre, la sed, el deseo...), por el
estímulo (la presencia de comida, de bebida...) o las instrucciones, no siempre son conscientes.
Por ejemplo, la presencia de la palabra TONTO en una pared produce la lectura automática de la
misma si la miro, quiera yo o no. El Ejecutivo también nos ayuda a inhibir respuestas, por
ejemplo: si tengo hambre, delante de mí hay un delicioso bocadillo de jamón, pero no es mío,
sino del tendero, y no tengo dinero para comprarlo, tengo dos posibilidades: robarlo o inhibir mi
conducta. Esta función de semáforo (potenciar o inhibir) pensamientos y conductas dirigidos a
meta, se lleva a cabo mediante operaciones de control, estas operaciones se las atribuimos al
Ejecutivo y decimos que es central, es decir, que hay uno solo, pero en la actualidad la
investigación trata de averiguar si en nuestra mente hay un solo semáforo o muchos distribuidos
por toda la sociedad de la mente (semáforos verbales, visuales...) que nos ayudan a “ver lo que
queremos ver” y “a decir lo que queremos decir”...
De otro lado, tenemos limitaciones a la hora de “hacer lo que queremos”, es decir
nuestro libre albedrío no es omnipotente. El Ejecutivo no nos permite hacer todo lo que
queramos, no podemos suprimir el pensamiento a voluntad o cambiar nuestras emociones en un
pis-pas o decidir dejar de querer a alguien ya o cambiar nuestra intención y abandonar la meta o
la competición: no siempre podemos parar cuando queremos dejar de pensar o hacer algo.
La investigación sobre el Ejecutivo se ha llevado a cabo al margen de los estudios sobre
sus sistemas esclavos. Baddeley importó los estudios sobre la atención para definir el Ejecutivo
que permite la manipulación de símbolos en la agenda visual y el bucle fonológico, hasta el
punto de que el propio Baddeley ha propuesto llamar a la memoria de trabajo, atención de
trabajo. No obstante a continuación introducimos algunas implicaciones interesantes de la
función ejecutiva.
El control voluntario tiene algunas características que lo hacen extremadamente
interesante: en primer lugar, es altamente flexible. Esto es, se puede decidir tratar de múltiples
maneras diferentes a símbolos similares, o de maneras similares a símbolos muy diferentes.
Gran cantidad de factores se pueden tener en cuenta en un instante determinado para decidir
adoptar una u otra estrategia para enfrentar una tarea concreta.
En segundo lugar, la manipulación de símbolos bajo control voluntario suele ir
acompañada de experiencia subjetiva, esto es, de conciencia y sensación de esfuerzo (cognitivo).
No sólo somos conscientes de los símbolos que estamos utilizando, sino también de los
objetivos con que los usamos, y del hecho de que estamos tomando decisiones voluntarias. Esto
es, de que podríamos decidir hacer las cosas de otra manera, si quisiéramos. Por todo esto, el
Ejecutivo Central es muy interesante, pero también muy difícil de estudiar científicamente.
Aunque se han hecho algunos avances, hasta el momento no contamos con teorías sobre la toma
de decisiones que permitan tan alta flexibilidad, y desde luego, estamos muy lejos de entender
por qué este tipo de funciones debieran acompañarse de experiencia subjetiva: el que el propio
mecanismo que las ejecuta se de cuenta de lo que está haciendo.
En relación con el funcionamiento de la MT, el Ejecutivo Central es el mecanismo que
“decide” en qué forma va a enfrentar la tarea de memoria inmediata, del mismo modo que es el
que “decide” cómo se va a enfrentar cualquier otro tipo de tarea que requiera el control
voluntario. Este mecanismo “decide” qué información hay que recuperar de la MLP, qué
información del ambiente debe ser atendida, qué forma deben tomar esos materiales en la MT
(verbal o visual), cómo se manipulan las palabras o las imágenes y cuándo la tarea está cumplida
o debe abandonarse. Los mecanismos que realmente realizarán estas tareas son los del lenguaje
y los de la percepción visual, pero actuando bajo el control y la supervisión del Ejecutivo
45
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
Central. Hemos puesto la palabra “decide” entrecomillada pues si el Ejecutivo fuera único (es
decir, central) para todas las funciones enumeradas y decidiera tanto, se debería llamar el
hombrecito en la cabeza o el homúnculo. Está claro que no tenemos un hombrecito dentro de la
cabeza que decide por nosotros. La investigación actual habla de múltiples ejecutivos asociados
a funciones específicas, subordinados al cumplimiento de metas que ellos no establecen.
De esta descripción de funciones no se debe sacar la conclusión de que el Ejecutivo
Central es necesario para todo proceso mental, lleve o no a conducta manifiesta. En realidad,
gran parte de los procesos mentales y conductuales funcionan de un modo automático, que no
requiere su intervención (Shiffrin y Schneider, 1977). Por ejemplo, durante la conducción, la
decisión de torcer a la izquierda para acortar en el camino hacia casa debe tomarse bajo control
voluntario consciente. Sin embargo, el reducir de marcha, con toda su complejidad de
movimientos (pisar el freno ligeramente, pisar el embrague a fondo, mover la mano a la posición
actual de la palanca de cambios y situarla en la correspondiente a la marcha inferior, soltar el
embrague suavemente…) es realizado de forma completamente automática por un conductor
hábil. Del mismo modo, cuando oímos una oración, todos los procesos de comprensión del
lenguaje (la identificación de fonemas, sílabas y palabras, el análisis sintáctico de la oración y la
extracción de su significado) se realizan también de forma automática. En resumen, existen
secuencias de conductas y de procesos mentales que se realizan de forma automática, sin
intervención del control voluntario.
Frente a los procesos bajo control voluntario, que se caracterizan por su flexibilidad, los
procesos automáticos son bastante inflexibles. Por ejemplo, una vez adquirido un lenguaje, es
casi imposible evitar entender una oración que oigamos. La existencia de ambos tipos de
procesos, automáticos frente a controlados, se pone de manifiesto claramente en los casos en que
el Ejecutivo Central establece un curso de acción, pero no mantiene el control del mismo. Una
razón para que esto pase es que sus recursos limitados estén siendo ocupados por alguna otra
tarea (p.ej., cuando se está pensando en algo preocupante). En estos casos suceden los llamados
deslices de la acción. Un ejemplo lo recogía Freud en su Psicopatología de la Vida Cotidiana.
Un día se dirigía a la casa de un paciente con su atención puesta en otros asuntos. Al llegar a la
puerta de la casa, sacó sus llaves del bolsillo e intentó introducirlas en la cerradura, antes de
darse cuenta de que aquélla no era su casa.
Los deslices de la acción nos enseñan tres lecciones sobre el Ejecutivo Central: en
primer lugar, que éste no es necesario para el comportamiento (ni para el procesamiento mental).
Hay múltiples hábitos conductuales (y procesos mentales) que se automatizan a través de la
práctica, y pueden ser desencadenados directamente por estímulos ambientales. En segundo
lugar, el Ejecutivo Central actúa posiblemente potenciando los cursos de acción (o
procesamiento) que llevan al objetivo del momento, e inhibiendo o suprimiendo los que no. Es
decir, no tiene que controlar por sí mismo todos y cada uno de los pasos, excepto quizá en etapas
muy tempranas de la adquisición de una habilidad. En tercer lugar, el Ejecutivo Central tiene
también una capacidad limitada. Esto es lo mismo que decir que sólo podemos atender a una
cierta cantidad de cosas a la vez. Si atendemos a dos a la vez, es posible que no hagamos
ninguna de las dos bien del todo. Si intentamos atender a tres o cuatro, es muy posible que la
realización de más de una de ellas sea desastrosa. En estos momentos, cuando la capacidad de
control voluntario está ocupada, es posible que los procesos automáticos tomen el control de la
conducta manifiesta, produciéndose los “deslices de la acción”.
Tomando conjuntamente todos los subsistemas de la MT, podemos decir que su
funcionamiento es un factor crítico en múltiples habilidades, como coger apuntes, leer de
46
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
manera eficaz, entender una película, recordar una cita, comprender, razonar, atender, tomar
decisiones, seleccionar estrategias, o planificar la acción (Cowan, 2005). Son numerosos los
estudios que muestran una clara correlación entre la MT y el funcionamiento cognitivo
general. Todo esto indica que la MT tiene un impacto en el funcionamiento cognitivo, en el
aprendizaje de información general, en las habilidades de pensamiento, en actividades como
comprender el lenguaje o la aritmética mental… Al envejecer, la velocidad de procesamiento
y la capacidad de la MT decrecen conjuntamente (por encima de los 70 años con claridad),
afectando a la comprensión lectora y al procesamiento de la sintaxis compleja, surgiendo
mayores interferencias en los procesos de recuperación de información…. En el adulto joven,
la capacidad de la MT se ve afectada también por las situaciones de presión y ansiedad
(disminuyendo la habilidad de los estudiantes en los exámenes para mantener los
pensamientos en el problema que están resolviendo). En múltiples enfermedades se observa
también un mal funcionamiento de la MT (de uno o varios de sus componentes, en especial
del Ejecutivo Central). Esto es así en la enfermedad de Alzheimer, en la esquizofrenia, el
síndrome de Down, la esclerosis múltiple, la hiperactividad o en el síndrome disejecutivo
asociado a daños de los lóbulos frontales del cerebro a menudo debidos a accidentes
cerebrovasculares, de tráfico o por consumo de drogas.
La cuestión es si es evitable esta disminución de capacidad de la MT y sus
consecuencias en el funcionamiento cognitivo, tanto en la persona normal como en los
pacientes, sea mediante entrenamiento (en estrategias de repaso, con la práctica en tareas de
MT…) o mediante estilos de vida activos, para mejorar el rendimiento y evitar o al menos
retrasar el desarrollo de ciertas enfermedades. Algunos estudios muestran que sí (Klingberg,
Forssberg y Westerberg, 2002). En adultos normales es posible potenciar la función ejecutiva
y la capacidad de almacenamiento mediante práctica en tareas de MT durante semanas. Para
terminar, la MT interviene en varias funciones psicológicas de índole muy general. La
primera de ellas es la conducta voluntaria: la MT nos permite retrasar por varios segundos la
respuesta a un estímulo, de modo que podemos mantenerlo en mente mientras la acción está
en suspenso (recordar una dirección hasta encontrar papel y lápiz para apuntarla). Esto es,
permite introducir un plan de acción entre el estímulo y la respuesta, modificando la
respuesta ante un mismo estímulo. Sin MT no habría conducta voluntaria.
En segundo lugar, la MT nos ayuda a saber qué es real y qué no lo es (Barch, 2003).
Pensar requiere esfuerzo, exige repasar, modificar el plan, elegir el momento de inicio de la
acción, determinar cuándo se ha alcanzado la meta o si hay que seguir intentándolo. Este
esfuerzo que acompaña al uso de la MT, en particular en su papel activo, referido al
funcionamiento del Ejecutivo Central, es un rasgo distintivo de la imaginación frente a la
percepción. Imaginar requiere más esfuerzo. En la esquizofrenia, esta sensación de agente
cognitivo está perdida, de manera que la persona no siente el esfuerzo al pensar o imaginar, lo
que le lleva a no distinguir la realidad de la imaginación, a alucinar.
Finalmente, la MT es crucial también para mantener nuestro sentido de identidad,
integrando la multiplicidad de experiencias perceptuales en un todo coherente. La MT
implica carga de información y manipulación de la misma. Es el patrón de información del
cual se es consciente de modo inmediato. Es decir, marca el presente extendido (hacia atrás:
de dónde viene la información; y hacia delante: a dónde conduce). Dicho todavía de otro
modo, la MT es el pensamiento en curso, y nos permite situarnos en un plano temporal. Si se
daña, dejamos de saber de dónde venimos o hacia dónde vamos (como le sucede a cierto tipo
de pacientes afectados de síndrome disejecutivo). Las tareas de MT llamadas N-2 nos
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Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
permiten medir la capacidad de mantener la información “on-line”. Estas tareas consisten en
indicar si el estímulo presentado en el ensayo actual (ensayo N) es igual o diferente al
estímulo presentado hace dos ensayos (ensayo N-2). Este juicio debe hacerse ensayo a ensayo
en una rápida sucesión de ensayos, de manera que la carga de memoria sea mínima y la
información deba ir decayendo y actualizándose de modo continuo.

3.3. MODELOS CLÍNICOS DE ATENCIÓN


A continuación vamos a enumerar los principales modelos atencionales con aplicación en la
práctica de la neuropsicología clínica, siguiendo fundamentalmente pero no exclusivamente a
Lago y Céspedes (2004).

3.3.1. La teoría de Stuss y Benson (1986)


El circuito atencional según estos autores incluye el sistema reticular activador
ascendente en el cerebro medio, el sistema de proyección talámico difuso y el sistema de
disparo frontotalámico. El primer sistema proporciona los niveles tónicos de alerta. Su daño
produce coma o somnolencia. El segundo sistema es responsable de los cambios fásicos en
alerta, y su daño produce distracción. El tercero es responsable de la atención selectiva y de
dirigir la atención. Este último está bajo la influencia tanto del sistema reticular ascendente
como del descendente desde el córtex frontal. De manera que la información aferente y
eferente puede ser integrada, interpretada y usada para controlar el procesamiento. Los daños
en el sistema frontotalámico afectarían a la planificación, la selección, la automonitorización,
esto es, producirían déficits del comportamiento consciente.

3.3.2. La teoría de Mesulam (1985).


Para este autor, el circuito completo de la atención incluiría: El sistema reticular que
proporciona los niveles de arousal y vigilancia. El sistema límbico, que proporciona la
valencia motivacional. El lóbulo frontal, que coordina los programas motores para explorar,
alcanzar, fijar los ojos... Por último, el córtex parietal posterior, que proporciona un mapa
sensorial interno. Según el autor, este modelo de la atención espacial es aplicable a la
explicación del déficit denominado heminegligencia. De manera que habría cuatro tipos de
heminegligencia según el componente dañado. Así por ejemplo, la heminegligencia frontal
afectaría a la representación motora, produciendo déficits en la exploración. Ver la figura
**.

48
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
REPRESENTACIÓN SENSORIAL REPRESENTACIÓN MOTORA

CORTEX
PARIETAL
POSTERIOR
CORTEX
FRONTAL
TALAMO ESTRIADO

REPRESENTACIÓN MOTIVACIONAL

CORTEX CINGULADO

ESTRUCTURAS
RETICULARES
AROUSAL

Figura **. Redes atencionales según Mesulam (1985).

Más recientemente, Mesulam (1990) propone un modelo basado en la idea de que la atención
se sustenta en una gran red altamente interconectada y organizada. Establece una dicotomía
49
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
entre componentes sensoriales y motores, que no es absoluta, de modo que lo que ocurre es
que en cada proceso siempre destaca un componente sobre otro, pero nunca se produce la
ausencia de alguno de ellos. Este autor propone que la atención, como proceso general, está
compuesta por dos subsistemas: la matriz atencional o función de estado y la función vector o
canal atencional (Mesulam, 1990,1998).
La matriz atencional regula la capacidad general de procesamiento de la información,
la eficiencia en la detección de estímulos, la capacidad potencial de focalización, el nivel de
vigilancia, la resistencia a la interferencia y la relación señal-ruído. Estos procesos están
relacionados con lo que suele considerarse tono atencional o arousal. La función de vector o
canal regula la dirección de la atención en cualquier espacio: extrapersonal, mnemónico,
semántico, visceral, etc. Este elemento de la atención está relacionado con la atención
selectiva. Así, la mayoría de las conductas atencionales representan una interacción entre los
componentes señalados.
Mesulam, en su modelo de red atencional, entiende la atención dirigida como una red
neural distribuida que tiene tres componentes corticales: la corteza parietal posterior
dorsolateral, la corteza promotora prefrontal y el giro del cíngulo, asociados a los
componentes perceptivo, motor y límbico que postula. Cada uno de estos componentes forma
a su vez una red local.
El compone parietal suministra una representación sensorial del espacio
extrapersonal. La especificidad funcional de las neuronas de la corteza parietal permiten
coordinar el acceso a una representación multimodal del espacio extrapersonal y modular el
valor atencional de los acontecimientos sensoriales, incrementando o disminuyendo el
impacto sináptico de los grupos neuronales de dicha área parietal.
El componte frontal suministra un mapa para la distribución de los movimientos de
orientación y exploración: la representación motora. Destaca la importancia de neuronas que
se activan previamente al inicio de movimientos sacádicos cuando estos movimientos se
dirigen a la búsqueda de objetos revelantes. Parecen intervenir en la planificación y
organización espacial de la exploración ocular.
Las neuronas del giro del cíngulo aportan un mapa para la asignación de valor a las
coordenadas espaciales, a modo de representación motivacional.
Además de todo esto, la atención selectiva o dirigida propone una contribución
adicional. Se trata de las proyecciones desde los componentes troncoencefálicos y talámicos
del sistema reticular activador hasta los tres componentes citados. Este input sería importante
para modificar la tendencia de activación o nivel de arousal en cada una de las áreas
corticales.

3.3.3. Modelo de Sohlberg y Mateer (1987,1989).


Estos autores han descrito un modelo para la evaluación de la atención basado en los datos
aportados por la neuropsicología experimental, en las observaciones obtenidas en el ámbito
clínico y en las quejas subjetivas de los pacientes. El modelo es jerárquico y cada nivel
requiere el correcto funcionamiento del nivel anterior asumiendo que cada componente es
más complejo que el que le precede. El modelo propone seis componentes que se describen
en la tabla II.

TABLA II
MODELO CLÍNICO DE ATENCIÓN (Sohlberg y Mateer, 1987,1989)
50
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional

Arousal Es la capacidad de estar despierto y de


mantener la alerta. Implica la capacidad
de seguir estímulos u órdenes. Es la
activación general del organismo.
Atención focal Habilidad para enfocar la atención a un
estímulo visual, auditivo o táctil. No se
valora el tiempo de fijación al estímulo.
Se suele recuperar en las fases iniciales
tras el trastorno. Al principio puede
responderse exclusivamente a estímulos
internos (dolor, temperatura, etc.).
Atención sostenida Es la capacidad de mantener una respuesta
de forma consistente durante un período
de tiempo prolongado. Se divide en dos
subcomponentes: se habla de vigilancia
cuando la tarea es de detección y de
concentración cuando se refiere a otras
tareas cognitivas. El segundo es la noción
de control mental o memoria operativa, en
tareas que implican el mantenimiento y
manipulación de información de forma
activa en la mente.
Atención selectiva Es la capacidad para seleccionar, de entre
varias posibles, la información relevante a
procesar o el esquema de acción
apropiado, inhibiendo la atención a unos
estímulos mientras se atiende a otros. Los
pacientes con alteraciones en este nivel
sufren numerosas distracciones, ya sea por
estímulos externos o internos.
Atención alternante Es la capacidad que permite cambiar el
foco de atención entre tareas que implica
requerimientos cognitivos diferentes,
controlando qué información es procesada
en cada momento. Las alteraciones de este
nivel impiden al paciente cambiar
rápidamente y de forma fluida entre
tareas.
Atención dividida Capacidad para atender a dos cosas al
mismo tiempo. Es la capacidad de realizar
la selección de más de una información a
la vez o de más de un proceso o esquema
de acción simultáneamente. Es el proceso
que permite distribuir los recursos de una
misma tarea. Puede requerir el cambio
51
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
rápido entre tareas, o la ejecución de
forma automática de alguna de ellas.

3.3.4. Modelo de Van Zomeren y Brouwer (1994).


A partir de las aportaciones de Posner y Rafal (1987), desarrollan un modelo heurístico que
recoge los aspectos principales de la atención. Además integran la distinción entre aspectos
selectivos e intensivos de la atención aportada por Kahneman (1973). Por último, basándose
en el modelo cognitivo de Shallice (1982), añaden el control atencional supervisor como una
función supramodal que se encarga de la planificación y la flexibilidad. En la tabla III se
especifican más los mecanismos propuestos.

TABLA III
Modelo clínico de atención (Van Zomeren y Brouwer, 1994)

Intensivo Alerta CNV (*)


Capacidad
Tiempo en la tarea

Atención sostenida Lapsus atencionales


Variabilidad intraindividual
Atención focalizada
Selectivo Atención focalizada Distractores
Interferencia
Capacidad
Atención dividida Fuentes/recursos

Control atencional supervisor

3.3.5. Modelo de Mirsky (1989,1996).


Este autor propone un modelo de atención siguiendo una metodología factorial. Utiliza
medidas clínicas para el desarrollo de su modelo. Mediante diversos estudios de análisis
factorial, llega a proponer, inicialmente, cuatro componentes de la atención diferentes
(sostenida, focalización/ejecución, codificación y cambio atencional) que han sido
confirmados por diversos estudios utilizando el análisis factorial. De hecho señala que su
modelo se ajusta a algunos de los componentes propuestos por distintos autores. Quizá con
el que mejor encaja es con el de Mesulam, pero también tiene importantes coincidencias con
los redes atencionales de Posner y Petersen. Además, su estudio proporciona una importante
conexión entre la información clínica y experimental que trata de explicar los procesos
atencionales. Los componentes propuestos son los siguientes:

52
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
- Focalizar/ejecutar: es la capacidad para concentrar los recursos atencionales en
una tarea específica o para ser capaces de seleccionar un estímulo en un entorno
lleno de distractores y dar una respuesta ante él.
- Sostener: implica permanecer en una tarea períodos de tiempo determinados, sin
perder estímulos, respondiendo de manera eficiente a ellos e inhibiendo estímulos
distractores.
- Cambio: implica el cambio del foco atencional de manera flexible y eficiente entre
diversas características del estímulo o entre distintos estímulos.
- Codificación: es la capacidad mnemónica para mantener información brevemente
mientras se realiza una tarea o alguna operación cognitiva sobre ella.

3.3.6. Modelo de LaBerge (1997): El circuito triangular.


Vamos a contar las ideas de Laberge de manera simplificada, como el resto del capitulo,
omitiendo los detalles, para facilitar su comprensión. Según LaBerge, una condición
necesaria para ser conscientes de un objeto (ver una manzana roja) es atender al mismo, lo
que produce un incremento de la actividad neuronal (excitación) en la columna del área del
sistema visual que computa el color rojo (columna en V4), frente a las áreas vecinas
(inhibición local) que computan de manera automática la presencia de distractores en la
escena visual (otras manzanas mas verdes). Vamos a tratar de explicar esto mejor.
El sistema visual, en el lóbulo occipital, nos permite ver cosas de manera automática, sin
detenerse en ellas. Yo puedo pasear mi vista por una escena visual, y estoy viendo, no soy
ciego, aunque este distraído. Sin duda mi sistema visual puede haber detectado la presencia
de manzanas rojas, pero a un nivel subumbral, de manera que si me preguntan a posteriori, yo
no sabría decir si en la escena hay o no manzanas rojas, aunque podría recordar que algo rojo
sí hay. Sin embargo, si la pregunta es a priori, o tengo hambre, voy a dirigir mi atención en
un proceso de búsqueda visual, hasta detenerse en los objetos rojos y determinar si son
manzanas
Esto es, para ver una manzana roja, existe un área del cerebro, que podemos denominar
atención voluntaria (vértice 1 del triangulo), denominada fuente de control, que implementa
las instrucciones (buscar algo apetitoso para comer), situada en los lóbulos frontales (en las
áreas prefrontales), que nos permite potenciar la actividad de otro área del cerebro (el sistema
visual, en el ejemplo, V4, donde se expresa el acto de atención -vértice 2 del triangulo-). En
otras palabras, entra en funcionamiento la atención voluntaria, un área frontal (fuente de
control), que potencia la actividad de las columnas en el área visual que computa el color
como describí antes (expresión de la atención), inhibiendo a los distractores y excitando al
objetivo, gracias al tálamo (vértice 3). Expliquemos el papel del tálamo.
Este proceso atencional, se lleva a cabo mediante un circuito triangular, que implica una
conexión directa entre ambas áreas corticales (frontal y visual) y una conexión indirecta entre
ambas áreas a través del tálamo o mecanismo de modulación.
La conexión directa (unión de los vértices 1 y 2 o unión directa entre dos áreas corticales)
transmite información, con un nivel de actividad bajo y breve duración, de manera que sirve
para el procesamiento automático. La conexión indirecta (unión del vértice 3 con los vértices
1 y 2) solo modula la conexión directa produciendo procesamiento atencional, al potenciar el
procesamiento del objetivo e inhibir el procesamiento de los distractores, para que la
diferencia en activación objetivo-distractor sea grande (implementa el aspecto selectivo al
53
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
amplificar la actividad proyectada por la vía directa).
Las tres áreas deben estar simultáneamente activas para que exista atención a un objeto: el
área donde se procesa la información visual sobre el objeto (manzanas rojas), el área que
lleva la instrucción o comando de control (buscar una manzana roja) y el área que
implementa el proceso de atención selectiva (la roja y no las verdes)
Pero no es suficiente atender a un objeto para ser consciente, también debe estar activa la
representación del yo (yo veo la manzana). Esto es, el sujeto debe cambiar de la manzana es
roja a poner el énfasis en que soy yo quien veo la manzana roja. El yo esta representado en el
cerebro de múltiples maneras. Los autores admiten un papel relevante del lóbulo parietal, que
nos permite construir los marcos de referencia egocéntricos (esta a mi izquierda, al alcance de
mi brazo). La activación de la representación del yo (atender al yo, al agente o actor del acto
de atender a un objeto) también se hace mediante un circuito triangular, cuya conexión
indirecta pasa de igual modo a través del tálamo.
Es necesario aclarar que la representación del yo puede estar activa sin ser atendida. Por
ejemplo, el reflejo de coger un objeto que se cae, exige la activación de esta representación,
para saber donde esta el objeto y como cogerlo, por una vía rápida, de manera que lo
cogemos incluso sin saber que es (podría ser un cuchillo y cortarnos). Estos dos circuitos
triangulares activos deben sincronizarse para que el cerebro tenga la experiencia “yo veo una
manzana roja”, esto es, para ser consciente de la manzana y de mi participación en la acción
de atender. La activación simultánea de ambos circuitos se asegura si ambos son activados
desde el mismo área común de control frontal. Los vectores de información directos, desde
las áreas de expresión del objeto (en el sistema visual occipital) y de expresión del yo (en el
lóbulo parietal) a las áreas de control (en el área prefrontal) y viceversa, se sincronizan, de
manera que la atención al objeto y la atención al yo, se convierten en la sensación del yo
ejerciendo el control y participando en la atención al objeto. En la expresión de cada circuito
y en la sincronización de ambos circuitos triangulares (del yo y del objeto), juega un papel
primordial la conexión indirecta moduladora, a través del tálamo. El tálamo amplifica las
conexiones corticocorticales. Esta concepción de las ondas cerebrales como olas que se
solapan y amplifican o reducen, se corresponde con la idea de William James (1890) del
pensamiento como una mezcla de ideas (sobretono psíquico lo llamo el), de manera que para
establecer un pensamiento dominante, las ondas deben ser moduladas en su fase por un
mecanismo atencional amplificador (el tálamo).

3.3.7. El modelo de Posner y Petersen (1990).


Este modelo postula que determinadas áreas se encargan de las fuentes y origen de la
atención, mientras que hay otras sobre las cuales actúan los procesos atencionales de forma
particular. Por ejemplo, bajo determinadas circunstancias la atención puede ejercer su
influencia sobre áreas visuales primarias, pero la fuente de esta influencia se localiza en otro
lugar. Esta concepción da a la atención la habilidad para influir en todas las áreas del cerebro.
A pesar de que los efectos de la atención se pueden expresar en multitud de áreas del cerebro,
la fuente o el origen de estas influencias está limitado a una serie de pequeñas áreas
entrelazadas en una red (Fernández-Duque y Posner, 2001).
Las fuentes de atención pueden dividirse en tres sistemas anatómicos y funcionales
independientes y diferenciados: orientación, alerta y control ejecutivo, a su vez divididos en
varios procesos. Las tres redes son independientes y su efectividad no correlaciona entre sí,
son constructos ortogonales. Muestran, sin embargo, algunas interacciones. Las tres redes
54
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
funcionales que proponen son:
Atención sostenida y alerta o vigilancia. La red de alerta se encarga de alcanzar y
mantener un estado de alerta. Es la habilidad para mantener la atención consciente o
vigilancia durante largos períodos de tiempo. Si este sistema sufre alteraciones, el paciente
será incapaz de mantener su atención en una tarea durante períodos de tiempo relativamente
prolongados. Las áreas implicadas en este componente son el locus coeruleus (debido a las
conexiones de norepinefrina con la corteza) y se piensa también en el papel importante que
puede desempeñar el hemisferio derecho para cambios fásicos en el nivel de alerta (Rueckert
y Grafman, 1996). El sistema de alerta se asocia también a áreas frontales y parietales del
hemisferio derecho.
Es importante apuntar que esta red de vigilancia influye tanto en la red anterior como
en la posterior, de forma que se incrementa la actividad en una o en otra de forma alternativa.
Así, a más activación de una red, menos de la otra. Es decir, inhibe a la red anterior y
potencia a la red posterior.
Red funcional de orientación o sistema atencional posterior. Se encarga de la
selección y localización de la información del input sensorial en el espacio, de orientar hacia
el estímulo y generar la conciencia de que se ha percibido algo. Se corresponde con los
reflejos involuntarios de orientación y con el procesamiento automático de la información.
Representa la actividad de la red atencional posterior, que incluye los lóbulos parietales
posteriores, encargados del desenganche de la atención, los núcleos pulvinares del tálamo,
que controlan el enfoque de la atención y los núcleos reticulares del tálamo junto con los
colículos superiores mesencefálicos, que se encargan del desplazamiento de la atención de
una zona a otra del campo visual. Es importante señalar que, en un trabajo desarrollado por
Fernández-Duque y Posner (1997) se concluye que la orientación y la alerta son procesos
separados con diferentes efectos. El control de las áreas posteriores se supervisa por un
sistema anatómico diferente: el sistema atencional anterior.
Sistema atencional anterior. Conlleva un componente más ejecutivo que lleva a cabo
la resolución de los conflictos en las respuestas. Esta implicado en el reclutamiento y control
de las áreas cerebrales que llevan a cabo tareas cognitivas complejas. Selecciona los objetivos
de la atención, tanto sensoriales como de la memoria. Representa un sistema de control
general capaz de examinar el sistema posterior, al que está muy ligado a pesar de que sean
sistemas independientes. Es un sistema flexible y voluntario y que, a diferencia del sistema
funcional de orientación (sistema posterior), se puede considerar como un sistema anterior, ya
que se relaciona con las áreas mediales frontales de la corteza, el área cingulada anterior, el
área motora suplementaria y los ganglios basales (Bush, Luu y Posner, 2000; Posner y
Petersen, 1990). Estos autores sugieren que las redes neuronales que reflejan la actividad
voluntaria, como la atención ejecutiva, pueden ser modulares en el sentido de que varias áreas
específicas llevan a cabo actividad específica de ese componente atencional.
En los últimos años, han insistido además en nuevos desarrollos que ofrezcan mayor
evidencia a favor del modelo:
- Estudian las diferencias existentes entre las redes a nivel de neurotransmisión.
Diversos resultados muestran una clara relación entre la acetilcolina (Ach) y la red
de orientación, y la norepinefrina (NE) con la red de alerta, lo que indica una clara
disociación, entre las distintas redes atencionales. Por otra parte, la red ejecutiva
anterior tiene como modulador neural a la dopamina.

55
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
- Desarrollo de tareas experimentales para estudiar la activación diferencial en las
distintas redes. El desarrollo del Attention Network Test (ANT) supone la
obtención de una tarea conductual que obliga a la utilización de las tres redes
propuestas, que permite obtener puntuaciones separadas para cada una de ellas y
puede ser utilizada en investigación en distintas poblaciones (adultos, niños,
pacientes con distintas patologías, animales, etc.).
- Estudio de la relación entre fallos en componentes de la red y patología de la
atención. Los fallos en alguno de sus componentes se reflejan en dificultades en
tareas de atención dividida y respuestas a la novedad. Si este componente no
funciona de forma adecuada, los individuos están bajo el control del
procesamiento automático (Burgués y Alderman, 1994; Mateer y Mapou, 1996).

3.4. BASES ANATÓMICAS DE LA ATENCIÓN


Este es un tema muy amplio, en relación estrecha con el apartado anterior y con gran auge en
la investigación actual en neurociencia, especialmente debido al desarrollo de técnicas de
imagen y a la posibilidad de registro en vivo de la actividad fisiológica del cerebro. Las
técnicas de neuroimagen funcional están permitiendo visualizar de forma no invasiva los
principales módulos de procesamiento en el cerebro humano. Mediante una cuidadosa
selección de las tareas es posible activar de forma selectiva aquel proceso que se desea
estudiar, de forma que pueda hacerse una comparación de imágenes y aislar las áreas
cerebrales que subyacen a ese proceso (Tudela, 2001).
Los distintos estudios de neuroimagen funcional están aportando evidencia clara del efecto de
la atención sobre diversas áreas cerebrales (Lago y céspedes, 2004)). Además, el desarrollo
de estas técnicas está ampliando el número de estudios que pretenden la integración de los
datos procedentes de la evaluación neuropsicológica y de la imagen cerebral funcional. Stuss
y Alexander (2000) proponen cinco puntos centrales, que permiten enmarcar los resultados
de las distintas investigaciones que han incluido estudios de neuroimagen:
- Los distintos procesos atencionales pueden ser aislados, y puede relacionarse cada
uno de ellos con distintas regiones del cerebro.
- Procesos aparentemente sencillos pueden relacionarse con las áreas frontales.
- Existe una interacción entre procesos <<anteriores>> y <<posteriores>>, lo que
indica que para dar correcta explicación de la atención hay que usar conceptos
basados en sistemas funcionales.
- Las demandas de la tarea (complejidad) alteran la interacción de los distintos
subsistemas implicados.
- La inhibición no es una función exclusivamente frontal.

3.4.1. El papel de los lóbulos frontales.


Lo cierto es que los lóbulos frontales constituyen una porción muy grande del cerebro. Las
funciones motoras y su coordinación son controladas por el córtex frontal posterior, pero la
parte anterior frontal parece no estar implicada en funciones conductuales específicas,
especulándose que es el sitio de las funciones “más elevadas” del cerebro. En la actualidad se
usa el término lóbulo prefrontal para referirse a su parte más anterior relacionada con
funciones cognitivas, dejando fuera a las áreas motora (encargada de los movimientos
troncales y gruesos), premotora (encargada de los movimientos distales y finos como la
prensión) y motora suplementaria (encargada de la integración de ambos tipos de
56
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
movimiento).
Existen dos zonas en el córtex prefrontal, diferentes en arquitectura funcional y
conexiones: El área dorsal y el área ventral. Las principales aferencias del córtex prefrontal
proceden del núcleo dorsomedial del tálamo, otras proceden de la amigada, la sustancia negra
o el locus coeruleus... Sus principales eferencias, aunque en su mayoría se trata de conexiones
recíprocas, se dirigen a los gánglios de la base, la amígdala y el tálamo. Las principales
conexiones corticocorticales del córtex prefrontal son con el córtex parietal posterior, de
carácter multisensorial.
Se habla de múltiples circuitos fronto-subcorticales: El circuito motor que se origina
en el área motora suplementaria. El circuito oculomotor, que se origina en el campo frontal
ocular. Los circuitos prefrontales-talámicos, el dorsolateral (implicado en al programación
motora), el orbital (implicado en aspectos de personalidad) y el cingulado (implicado en la
conducta voluntaria).
El estudio de las funciones frontales tiene 100 años. En 1902 Loeb afirma que la ablación de
los lóbulos frontales en perros no tiene efectos específicos. En la misma dirección, Lashley
(1929), de acuerdo a su principio de equipotencialidad (todas las arreas corticales son
equivalentes), y al principio de acción de masas, predice que es la cantidad de áreas del
córtex destruidas la responsable de los déficits observables tras una lesión cerebral. Broca
(1861), sin embargo, atrajo la atención de la comunidad científica al relacionar un déficit
específico (en producción del discurso) con la lesión de un área concreta (el área frontal
posterior-inferior). Otros estudios muestran la relación entre la estimulación eléctrica del
córtex frontal posterior y los movimientos motores del lado contralateral del cuerpo (Fritsch y
Hitzig, 1870).
En 1925, Gelb y Goldstein usando tareas de resolución de problemas, llegan a
concluir que los pacientes con lesiones frontales anteriores tienen dañadas sus funciones
intelectuales. Sin embargo, en la década de los 40, se practica la lobotomía frontal en miles
de personas con problemas psiquiátricos, sin que se puedan precisar con claridad las
diferencias entre la situación mental pre y postoperatoria de los pacientes. Sin embargo,
Rylander en 1947 describe la lobotomía prefrontal como la “ablación del alma”. De esta
manera, los científicos discuten si los lóbulos frontales son áreas silenciosas o el asiento de la
inteligencia y el órgano de la civilización. Hoy día sabemos que ninguna de las dos posturas
extremas es cierta.
En todo caso, la contradicción entre “no servir para nada” y “ser específicamente
humanos”, se resuelve si pensamos que al estar implicados en funciones cognitivas de alto
nivel, tal vez metacognitivas, como la “conducta abstracta”, “la síntesis intelectual” o “la
conducta ética” (Kolb, 1984), su destrucción no afecta a las funciones básicas o cognitivas
(percepción, memoria, atención refleja...). De otro lado, sabemos que no son tan
específicamente humanos, por los estudios con monos y ratas (Benton, 1991), donde su
destrucción produce deterioros en el aprendizaje, aunque sí son de mayor tamaño en los seres
humanos. En esta revisión, consideramos los estudios animales y humanos.

Estudios con animales


Ridley, Durnford, Baker y Baker (1993) evaluaron la ejecución de primates antes y después
de la lesión del lóbulo frontal posterior y anterior. Los monos aprendían una tarea de
discriminación espacial, que requería una respuesta (R1) u otra (R2) según la localización (L)
del reforzador (L1 y L2). Una vez alcanzado un criterio de ejecución, se invertían las
57
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
contingencias de reforzamiento (dar R1 a L2 y R2 a L1). Se observaron errores de
perseveración, consistentes en mantener a la regla estímulo-respuesta previa a pesar del
cambio de contingencias, esto es, se observó interferencia proactiva.
Las lesiones del córtex prefrontal dorsolateral y orbitofrontal en monos (Fuster, 1989)
producen hiperactividad en estos animales. Esta hiperactividad depende de la estimulación
externa, desapareciendo en la oscuridad, y es debida a una tendencia excesiva a reaccionar a
los estímulos irrelevantes.
Los estudios con ratas (Klob, 1990) muestran que la orientación espacial se encuentra dañada
tras la lesión del córtex prefrontal y tras lesiones hipocampales. La lesión prefrontal afecta al
aprendizaje espacial actual, pero no a los aprendizajes previos. La lesión del hipocampo debe
ocurrir en las primeras fases del aprendizaje para afectar. Poucet (1993) postula que el
hipocampo participa en la construcción de mapas cognitivos gracias a sus conexiones con el
córtex parietal posterior, implicado en la elaboración de las relaciones espaciales. El córtex
prefrontal estaría relacionado con los aspectos temporales de la conducta en ese ambiente
(planificación de acciones para dirigirse al lugar de la comida). Según Fuster (1993) la
estructuración, ordenación e integración de la información y de la conducta en el tiempo es la
principal función del córtex prefrontal. Las lesiones prefrontales se traducen en problemas
para recordar el orden temporal de los acontecimientos (Quintana y Fuster, 1993). Parece
claro que los aspectos espaciales y los aspectos temporales deben ser integrados para la
conducta eficaz, esta integración surge de la interacción entre el córtex parietal y el córtex
prefrontal. Chamber (1958) considera que la conducta normal surge de la combinación de dos
tendencias opuestas, el córtex parietal inicia las acciones (tropismo positivo) mientras que el
córtex frontal inhibe acciones (tropismo negativo).
Para poder entender mejor la implicación del córtex prefrontal en la organización
temporal de la conducta, describimos a continuación el estudio clásico de Fuster (1973). Este
autor usa una tarea de memoria a corto plazo que consiste en presentar al animal un objeto en
una de al menos dos posibles localizaciones (señal), ocultándolo por un periodo de tiempo
variable (de 0 a 25 segundos) y evaluando su recuperación por parte del animal, a través, por
ejemplo, de la emisión de una respuesta ocular hacia el lugar del objeto tras el intervalo de
espera o de una respuesta manual con el brazo izquierdo o derecho; en ocasiones, el animal
debe elegir entre el objeto anterior y uno nuevo, siendo reforzado si elige el anterior. En
general, la ejecución decae al aumentar el intervalo de demora. Nuestro autor encontró que
las neuronas prefrontales dispararon durante el tiempo de demora (de 25 segundos), de
manera que la activación se mantuvo durante todo el periodo y no se vio afectada por el
efector usado (brazo izquierdo o derecho). Las neuronas de la región parietal posterior, que
también fueron registradas, sin embargo no aumentaron su disparo durante la demora, siendo
su activación dependiente del efector usado, o de la dirección del movimiento ocular en otros
estudios (Jeannerod, 1997). Según Fuster, la activación sostenida de las neuronas prefrontales
sirve como puente temporal entre la señal y la respuesta. La coactivación del córtex
prefrontal y del parietal constituiría la representación de un plan de acción. Se trata, en
resumen, de un proceso de memoria que guía la elección correcta al final de la demora.
Mientras que las neuronas en el córtex prefrontal dorsolateral son las candidatas para
la memoria de trabajo espacial, las neuronas en las áreas ventrales del córtex prefrontal, son
las candidatas para procesar información sobre el objeto. Estas neuronas se activan durante el
periodo de demora cuando la señal en lugar de ser espacial es una clave visual, esto es, la
respuesta está condicionada a la aparición de un tipo de un objeto particular y no a su
58
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
localización. Esto nos permite hablar de memorias de trabajo especializadas o de dominio-
específico. La memoria de trabajo puede ser definida como una memoria de corta duración,
que permite mantener activa la información que está siendo procesada para su uso en el
control de la acción cuando hay interrupciones en el ciclo percepción-acción, y para su
manipulación en situación de resolución de problemas. Según Baddeley (1986), implica la
interacción entre un sistema ejecutivo central y dos almacenes de memoria a corto plazo, uno
visual y el otro fonológico. Goldman-Rakic (1987) postulan la existencia de memorias de
trabajo especializadas en el córtex prefrontal.
En concreto Fuster mantiene que la parte dorsolateral del córtex prefrontal está
implicada en la planificación y estructuración de la acción en el tiempo, mientras que su parte
ventral está asociada a la inhibición de tendencias de respuesta inadecuadas o el control de
respuesta basado en las propiedades intrínsecas del objeto (Jeannerod, 1997). Esta dualidad
funcional refleja el patrón de conexiones aferentes, originado en el córtex parietal posterior
para la parte dorsal y en el córtex inferotemporal para la parte ventral.

Estudios con humanos


El caso más conocido de un paciente frontal es el de Phineas Cage (Harlow, 1848). Otros
casos aparecen a lo largo del siglo XX (Hebb, 1949, Benton, 1968, etc.). Como ejemplo
vamos a describir el caso ERV (Eslinger y Damasio, 1985).
Se trata de una persona con una vida familiar y laboral “normal” hasta la lesión.
Ocupaba un puesto de supervisor en una empresa, tenía 35 años y cinco hijos. Su familia y
amigos empezaron a notar cambios de personalidad y problemas laborales hasta el punto de
ser despedido, y empezó a tener dificultades matrimoniales. En 1975 se le extirpó un
meningioma orbitofrontal que le oprimía ambos hemisferios frontales. Tras la recuperación
postoperatoria creó un negocio que fracasó, fue despedido de múltiples trabajos, se divorció,
se volvió a casar y se volvió a divorciar. Su cociente intelectual era normal. El daño cerebral
a la base de su “estilo personal compulsivo” era un daño bilateral del área derecha
ventromedial de la corteza frontal.
A partir de descripciones de casos como el anterior, se ha llegado a acuñar el término
síndrome frontal. El listado de características comportamentales y cognitivas de este
síndrome es muy largo. Sin embargo, algunos autores han tratado de extraer de esta compleja
lista las funciones del lóbulo frontal. Goldman-Rakic (1993) cree que estas incluyen: 1º La
atención. 2º Razonamiento sintético y planificación. 3º La habilidad para captar la esencia de
una situación, usar la experiencia pasada y regular la conducta a través del “input” verbal. 4º
La espontaneidad. 5º La orientación espacial. 6º El afecto social y los rasgos globales de la
personalidad. Otros, como Lezak (1993), reducen el listado de características del síndrome
frontal mediante la formación de grupos de síntomas: 1º Problemas para empezar, reduciendo
la espontaneidad, productividad e iniciativa. 2º Dificultad para hacer cambios mentales y
comportamentales, como cambios de la atención, cambios de movimiento, cambios de
actitud, esto es, muestran perseveración o rigidez. 3º Problemas para parar, esto es, para
detener la actividad en curso, mostrando impulsividad, reactividad, desinhibición y
dificultades para frenar una respuesta no deseada. 4º Autoconsciencia disminuida, esto es,
incapacidad para detectar errores, apreciar el impacto que uno causa en los otros o evaluar la
situación social. 5º Los pacientes muestran una actitud donde los objetos, experiencias y
conductas son tomados en su valor más obvio, de manera que son incapaces de darles usos
alternativos, o adaptarse a situaciones nuevas...
59
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
En resumen, parece que los pacientes frontales muestran daños globales y ningún
déficit específico (Reitan y Wolfson, 1994). Así, en algunas descripciones del
comportamiento de los pacientes frontales se incluyen “anécdotas” como ir a coger el tren
para Madrid y montarse en el primero que llega, aunque iba en la dirección contraria. Tocar
el timbre para llamar a la enfermera y no tener nada que decirle. Ser incapaz de decidir el
restaurante al que ir, ser incapaces de empezar a resolver un rompecabezas. Mientras se
conversa coger los objetos sobre la mesa, por ejemplo, un mechero, y encenderlo de continuo,
o repartir cartas aunque no se está jugando. Hacer un té cada vez que se ve una bolsita de té,
encender y apagar las luces. Tienen dificultad para iniciar una conversación pero no para
repetir frases, y dificultad para llevar a cabo conducta “espontánea”. Muestran alta
distractibilidad, de manera que empiezan a contar un relato y se ponen a charlar contigo.
Parece que la orientación atencional se dirige en ellos a la información irrelevante, siendo
incapaces de mantener la meta. Algunas veces no son conscientes de sus errores, otras veces
los reconocen pero afirman no poder evitarlos. En resumen, parece que se trata de deterioros
en múltiples dominios cognitivos, en concreto en la organización y control de un amplio
rango de habilidades cognitivas (Monsell, 1996).
En un estudio sobre flexibilidad cognitiva, esto es, sobre la habilidad para cambiar el
curso del pensamiento y de la acción para afrontar una situación de modos alternativos,
Eslinger y Grattan (1993) estudiaron a pacientes prefrontales y a pacientes con daño
subcortical en los ganglios de la base frente a personas normales. Estudiaron tanto la
flexibilidad reactiva (cambios de conducta y pensamiento ante demandas externas) como la
flexibilidad espontánea (usos alternativos espontáneos). Se midieron las perseveraciones. Los
resultados indican que los pacientes frontales y basales son iguales entre sí y peores que los
normales en flexibilidad reactiva, mientras que los frontales son peores que los pacientes
subcorticales, y estos iguales a los normales, en flexibilidad espontánea. Otros estudios
(Karnath y Col., 1992) muestran la incapacidad de los pacientes frontales para construir
mapas cognitivos o planificar acciones ( Morris y Col., 1993).

Síntesis
En humanos se han llevado a cabo estudios similares a los realizados con la tarea de demora
en animales. Por ejemplo, la variante conocida como tarea “antisacádica”, aplicada a
pacientes frontales. La tarea consiste en ejecutar un movimiento ocular en la dirección
contraria al lugar de aparición de la señal tras la demora. Los pacientes frontales, sin
embargo, hacen un movimiento sacádico reflejo hacia la señal. Se diría que la memoria de
trabajo para dirigir los movimientos oculares en la dirección apropiada está destruida por la
lesión. Otra posible explicación sería que la señal de cancelación desde los campos oculares
frontales hacia las estructuras subcorticales como los colículos superiores, implicadas en el
movimiento ocular, no se produce debido a que el control (inhibitorio en este caso) está
destruido, de manera que el sistema oculomotor reacciona a cualquier objetivo que aparezca
en el campo visual (Jeannerod, 1997). Puesto que la memoria de trabajo es el resultado de la
interacción entre las memorias a corto plazo y el ejecutivo central, es difícil conocer si el
daño frontal afecta al sistema de almacenamiento, a las operaciones de control o a ambos.
De los múltiples tipos de déficits frontales citados, dos son de importancia especial para el
estudio del control:
1º El comportamiento de utilización. De manera que la presencia de los objetos
desencadena la conducta en el paciente, de modo parecido al error de la acción en personas
60
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
normales consistente en abrir la puerta del vecino con tu llave. El comportamiento de
utilización apunta de nuevo a la ruta directa objeto-acción y al buen funcionamiento del
control exógeno o de los estímulos en ellos.
2º Las perseveraciones. Por ejemplo, se le pide chocar la mano tres veces y lo hace
innumerables veces, o repite una parte del discurso una y otra vez, o se le pide dibujar una
cruz y luego un círculo y los dibuja sucesivamente, pero añade la cruz de nuevo en el
interior del círculo. Parece que tras un cambio de tarea, la tarea previa se “introduce” en la
ejecución de la nueva tarea. Se trata de problemas para cambiar de actividad, para mostrar
control endógeno.
En resumen, los pacientes frontales muestran fallos para mantener y cambiar la
preparación mental debidos a estar bajo control de los estímulos. Según Roland (1985), la
conducta voluntaria exige cambios temporales y secuenciales en la salida motora, y estos se
consiguen a través de la preparación previa de los campos corticales implicados en la tarea.
Según él, la selectividad atencional depende de la parte media del córtex prefrontal superior,
y produce la preparación de los campos corticales implicados en la tarea (lo que se traduce en
un metabolismo aumentado de las áreas implicadas en la tarea). Pero la atención también
produce un metabolismo reducido en áreas que podrían interferir. La sección media del
córtex prefrontal superior también se activa cuando la preparación cortical debe cambiar de
unos campos corticales a otros, esto es, en el cambio de la preparación mental.

La región frontal dorsolateral:


Diversos estudios han utilizado técnicas de neuroimagen que han permitido relacionar el
control atencional con la actividad en áreas prefrontales dorsolaterales (Brodman 24 y 32).
Ambas regiones mostraban actividad cuando los participantes debían mantener secuencias
largas de elementos en la memoria operativa o en tareas de atención dividida. Sin embargo,
en la mayoría de estos estudios fue imposible disociar el papel específico de cada región en
estas tareas y por tanto la función cognitiva que están ejerciendo (Cohen y col., 1997).
Se han sugerido distintas funciones para esta región principalmente de mantenimiento activo
de la información y de inhibición de respuestas. Parece que la corteza dorsolateral está
especializada en el mantenimiento y manipulación de la información de la información, es
decir, un proceso semejante (si no el mismo) a la memoria operativa o a alguno de sus
componentes. Es decir, puede mantener información durante breves períodos de tiempo
(proceso que puede ser mantenido en el tiempo mediante conexión con áreas posteriores de la
corteza). Este mecanismo se estaría actualizando constantemente, con el objetivo de tener una
representación de la situación actual, las metas y los planes para alcanzarlas (Petrides, 2000).
Otros autores encuentran que la inhibición de la respuestas no deseadas es llevada a
cabo en áreas dorsolaterales frontales (Liddle, Kiehl y Smith, 2001). Concretamente,
mediante tareas de tipo go-no go y en el test de clasificación de cartas de Wisconsin (WCST)
se ha encontrado un incremento de la actividad en la región inferior de la corteza dorsolateral
derecha (Braver, Barch, Gray, Molfese y Zinder, 2001; Konishi, Nakajima et al., 1999).
Lombarda et al. (1999) señalan que existe una relación inversa entre el número de respuestas
perseverativas y el metabolismo en la región dorsolateral derecha (no en la izquierda). Sus
datos sugieren que para una correcta ejecución del WCST es necesaria una integridad
funcional de la región frontal dorsolateral derecha, así como de sus conexiones. Es de
especial interés el estudio de Menon, Adleman, White, Glover y Reiss (2001) en el que
describen numerosas áreas del cerebro implicadas en distintas funciones de control. En su
61
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
estudio atribuyen una función de inhibición de respuestas a la corteza dorsolateral, pero al
contrario que otros trabajos, encuentran que se trata de una actividad distribuida
bilateralmente.

La Corteza Cingulada:
Una de las áreas que parece estar implicada en el control de la atención selectiva es la
corteza cingulada. En papel del cíngulo ha sido sugerido y avalado por diversos autores,
mostrando unos niveles mayores de actividad en tareas de atención voluntaria (Ojeda et al.,
2002). Petrides (2000) indica que sus funciones implican selección activa, comparación y
juicios sobre la información que se mantiene en la memoria operativa y en la memoria a largo
plazo. Constituiría un segundo componente de control ejecutivo, en relación muy estrecha
con el mantenimiento de información activa en la corteza frontal dorsolateral. Por tanto, la
corteza cingulada estaría mas relacionada con procesos de supervisión (Botvinick et al.,
2001); Liddle et al., 2001; Menon et al., 2001). La corteza cingulada anterior puede
desempeñar un papel relevante en el control de la conducta mediante la detección de
situaciones de conflicto (es decir, activación simultánea de respuestas incompatibles) -Braver
et al. 2001.
Mediante un paradigma tipo Stroop, George et al. (1994) encontraron que en función
del ritmo de presentación de los estímulos, estando este controlado por el paciente o siendo
presentado automáticamente con un intervalo fijo, las áreas del cíngulo activadas eran
diferentes. Con la presentación controlada por el sujeto se activaba la zona media del cíngulo
izquierdo, mientras en el otro caso la zona activada era la zona anterior derecha del cíngulo.
También se ha sugerido que la corteza cingulada anterior participa en tareas de atención
dividida, respuestas abiertas o poco delimitadas y situaciones en las que es necesario inhibir
una respuesta prepotente (Carter et al., 1998; Dehane, Posner y Tucker, 1994). Así, Shallice
ha asignado al cíngulo funciones propias del “dirimidor de conflictos”, probablemente por lo
fuertemente asociada que está su activación a situaciones que implican competición de
respuestas (Stroop, detección de errores, etc.). Tudela (2001) señala que, de acuerdo con
Posner, Di Girolamo y Fernández-Duque (1997), existe evidencia de activación del cíngulo
para todas las situaciones en que el modelo de Norman y Shallice postula la intervención del
SAS por lo que parece una buena heurística asociar el cíngulo al SAS dejando abierta la
posibilidad de que otras estructuras frontales también formen parte del sistema.
Algunas teorías sobre el control de la cognición sugieren que son necesarios dos
sistemas, uno encargado del control propiamente dicho, y otro encargado de la supervisión.
MacDonald et al. (2000) encontraron una doble disociación entre dos regiones frontales
encargadas de llevar a cabo dichos procesos. Así, durante la preparación de la respuesta se
activaba la región dorsolateral izquierda, lo que han asociado a un mecanismo de control de
las respuestas. Por otro lado, la corteza cingulada anterior mostraba una mayor actividad
durante la respuesta a estímulos incongruentes, lo que asociaron a un proceso de supervisión
de la conducta. Las disociaciones encontradas llevan a Mac Donald et al. (2000) a pensar que
la corteza dorsolateral podría estar implicada en la representación y mantenimiento de las
demandas atencionales de la tarea, mientras la corteza cingulada anterior estaría implicada en
los procesos de evaluación, como monitorización de los errores, presencia de respuestas
conflictivas o en competición.

El control del Procesamiento de la Información y el Córtex Cingulado Anterior:


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Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
Lo cierto es que para el estudio del control del procesamiento se han utilizado
múltiples tareas: la tarea de Stroop (1935), el paradigma del periodo psicológico refractario
(Pashler, 1998), el paradigma del cambio intencional de la preparación mental (Allport y
otros, 1994), el test Wisconsin, el test de fluidez de Thurstone, el test de laberintos Porteus,
las escalas de memoria Wechsler... No obstante, existen múltiples críticas al uso de estas
tareas como marcadores de las funciones ejecutivas (Reitan y Wolfson, 1994). De todas ellas,
la más usada sin duda es la tarea de Stroop, sobre todo en combinación con las técnicas de
imagen cerebral (Pardo, Pardo, Janer y Raichle, 1990).
Recordamos de nuevo que la tarea Stroop consiste en nombrar el color de la tinta en la
que está escrita una palabra que denota un color. La palabra puede ser congruente (la palabra
rojo en tinta roja) o incongruente con el color de la tinta (la palabra azul en tinta verde). El
TR y los errores de respuesta son mayores en la condición incongruente. Se asume que la
lectura de la palabra es un proceso automático, de manera que para decir el color de la tinta,
primero es necesario inhibir la tendencia automática de respuesta. Este proceso de control
lleva tiempo, y explicaría la interferencia Stroop (Monsell, 1996; MacLeod, 1991).
Existen múltiples variantes de la tarea Stroop, como “la tarea Stroop de contar”.
Durante esta tarea, el participante informa del número de palabras en la presentación, con
independencia de su significado. En los ensayos incongruentes, las palabras son números
incongruentes con el número de palabras, esto es, por ejemplo las palabra “dos, “cuatro” y
“siete”. La respuesta correcta del sujeto sería 3 (número de palabras presentadas).En los
ensayos neutros, las palabras son nombres de animales. El sujeto emite la respuesta mediante
la presión de una tecla. Esta variante tiene la ventaja de evitar el uso del lenguaje, que
produce movimientos de cabeza que interfieren el registro con la técnica de resonancia
magnética funcional (Bush, Whalen, Rosen, Jenike, McInerney y Rauch, 1998).
El objetivo de estos estudios es conocer el substrato neuronal de la interferencia cognitiva.
Los resultados, al contrastar la condición incongruente y la neutra, apuntan al córtex
cingulado anterior. Con la práctica con la tarea, la diferencia en activación de esta zona entre
ambas condiciones experimentales decrementa.
En otro estudio (Bush, Frazier, Rauch, Seidman, Whalen, Jenike, Rosen y Biederman,
1999), se ha estudiado con la misma tarea y la misma técnica, si la disfunción del córtex
cingulado anterior podría contribuir al desorden de hiperactividad, produciendo inatención e
impulsividad. Tanto el grupo control como el grupo de hiperactivos muestran interferencia
stroop a nivel comportamental, pero no se produce la activación del córtex cingulado en el
grupo experimental.
Posner y DiGirolamo (1998) consideran que el área anterior cingular es el sistema atencional
que selecciona información para la acción. Paus y otros (1993) Compararon su activación
durante la ejecución de una tarea señal-respuesta muy practicada con otra donde la relación
señal-respuesta debía ser invertida, dando lugar a una nueva correspondencia señal-respuesta.
La activación del córtex cingulado anterior ocurrió en la tarea de inversión. Este área se
encuentra conectada con las áreas temporoparietales y prefrontales, estando asociadas las
primeras a la atención sensorial para la acción y las últimas a las memorias de trabajo. De
manera que el control de la acción, requiere a los “mapas sensoriales” en relación a la
información espacial, a las memorias a corto plazo para el control de contingencias en el
tiempo (cuando el ciclo percepción-acción se interrumpe), y al ejecutivo central para inhibir
las tendencias automáticas de respuesta si es necesario.
La tarea Stroop parte de una conclusión (la lectura de palabras es automática) y nos lleva a
63
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
otra (el córtex cingulado anterior es el substrato de la interferencia cognitiva para el control
de la acción).Existen innumerables estudios con las técnicas de imagen cerebral con el
objetivo de determinar la función del córtex cingulado anterior. Son múltiples las funciones
atribuidas a este área:
1º Formar parte del circuito neuronal para la memoria de trabajo espacial junto con el
córtex dorsal prefrontal y el parietal posterior. Este último aporta el plan de acción, el córtex
dorsal prefrontal la memoria a corto plazo, y el córtex cingulado anterior la función ejecutiva
(Charles, Monk, Lin, Carver, Thomas y Truwit, 1999; Petit, Courtney, Ungerleider y Haxby,
1998)).
2º Resolución de la competición de respuesta (Danckert, Maruff, Ymer, Kinsella,
Yucel, de-Graaff y Curie, 2000), de manera que su destrucción produce una mayor
interferencia de respuesta por parte de los distractores incongruentes con el objetivo.
3º Sirve para detectar y señalar la ocurrencia de conflictos en el procesamiento de
información, más que para la selección para la acción (Botvinick, Nystrom, Fissell, Carter y
Cohen, 1999).
4º Sirve para mantener el estado de vigilancia o un estado de anticipación donde uno
puede necesitar la selección para la acción, pero no para la selección para la acción en sí
(Woldorf, Matzke, Zamarripa y Fox, 1999). Estos autores, usando una tarea de atención
espacial donde se manipula la probabilidad del objetivo, esta puede ser alta o baja, registran
potenciales evocados masivos y usan la técnica TEP. La detección del objetivo produce
ondas P300 distribuidas bilateralmente y se activa el córtex cingulado anterior, en su parte
dorsal. Sin embargo, no hay diferencias de activación según la frecuencia del objetivo, que
afecta a la frecuencia de selecciones para la acción (responder o no según sea o no el
objetivo).
5º Adivinación en condiciones de incertidumbre. Se pide a los sujetos adivinar el
color de una tarjeta bocabajo, frente a darle la vuelta e informar del color de la tarjeta (Elliot,
Rees y Dolan, 1999), se activan el córtex prefrontal lateral, el córtex orbitofrontal derecho, el
cíngulo anterior, el córtex parietal inferior de modo bilateral y el tálamo derecho. Al
aumentar las demandas de adivinación, se incrementa la activación del córtex orbitofrontal.
Es importante destacar que las otras estructuras están implicadas en la memoria de trabajo,
pero el córtex orbitofrontal no (Carter, 1998).
6º Detección y anticipación de errores (Carter, Braver, Barch, Deanna, Botvinick,
Noll y Cohen, 1998). Se activa cuando se produce un error de respuesta, y cuando aumenta la
competición de respuesta, aunque la respuesta se correcta. Su activación aumenta con la
dificultad de la tarea (Paus, Koski, Caramanaos y Westbury, 1998).
7º Recuperación consciente de memoria episódica. En un experimento mental, donde
los sujetos debían recordar un suceso específico de su experiencia personal pasada
(Andreasen, O´Leary, Paradiso, Cizadlo, Arndt, Watkins, Boles y Hichwa, 1999), se activó
junto al cerebelo, ciertos núcleos del tálamo, el córtex orbitofrontal y la región parietal
izquierda.
8º Representación cortical del dolor crónico, con relación a su componente afectivo
(sufrimiento causado por el dolor), no a su componente sensorial. Se activa junto al córtex
somatosensorial primario y secundario, el córtex prefrontal... (García-Larrea, Peyron,
Gregoire, Lavenne, Le-Bars, Convers, Mauguiere, Sindou y Laurent, 1999; Talbot, 1999;
Hutchinson, Davis, Lozano, Tasker y Dostrovsky, 1999).
9º Anticipación del dolor (Koyama, Tanaka y Mikami, 1998), en un estudio con
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Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
monos con una tarea de evitación del dolor, observaron su activación antes de la aparición del
estímulo nociceptivo.
10º Circuito emocional y desórdenes emocionales. Se activa junto al córtex prefrontal,
el córtex parietal y la amígdala en desordenes de ansiedad y depresión (Richard,
Abercrombie, Nitschke y Putnam, 1999; Blair, Morris, Frith, Perrett y Dolan, 1999).
11º Consciencia de las emociones (Lane, Reiman, Axelrod, Yun, Holmes y Schwartz,
1998). Tras pasar una película de contenido emocional, los autores correlacionan los cambios
en el flujo sanguíneo cerebral durante la proyección con las puntuaciones en una escala de
consciencia emocional, que mide la capacidad para experimentar emociones de modo
preciso. La puntuación en la escala correlaciona con la activación del córtex cingulado
anterior.
12º La cingulotomía bilateral por dolor crónico intratable (Cohen-Ronald, Kaplan,
Zuffante, Moser, Jenkins, Salloway y Wilkinson, 1999; Cohen, Kaplan, Moser, Jenkins y
Wilkinson, 1999) produce perdida de actividad espontánea y de iniciativa.
13º Los hombres ante imágenes visuales que aumentan la activación sexual (Stoleru y
otros, 1999), activan bilateralmente el córtex inferotemporal, ciertas áreas paralímbicas
motivacionales y el córtex cingulado anterior izquierdo.
En resumen, el cíngulo está asociado a funciones cognitivas (competición de respuesta,
detección de error, conflictos en el procesamiento, dificultad de la tarea, resolución de la
incertidumbre, vigilancia, recuperación de información de memoria...), lo que lo hace un
candidato idóneo para ser el ejecutivo central, al igual que su localización anatómica.

El área motora suplementaria (AMS):


En los últimos años, diferentes investigaciones han tratado la actividad del área motora
suplementaria (AMS) durante la ejecución de tareas de tipo atencional, ya que plantea la
posibilidad de que su función no sea exclusivamente motora (Braver et al., 2001; Liddle et
al., 2001; Ojeda del Pozo et al., 2002; Silvestre et al., 2003). Autores como Mesulmam
(1990) consideran la circunvolución precentral derecha como parte del circuito atencional
anterior. Se ha encontrado también un aumento de la actividad neuronal en éste área durante
la ejecución de tareas de cambio atencional (Nagahama et al., 1999) por lo que se ha sugerido
también un papel del AMS en el cambio de “set” cognitivo.
En definitiva, de todo lo anterior se deduce que existen evidencias suficientes para
atribuir a los lóbulos frontales un papel importante en las alteraciones atencionales tras un
traumatismo. Sin embargo, dichas alteraciones no pueden atribuirse exclusivamente a lesión
en los lóbulos frontales, ya que otro tipo de lesiones producen este mismo tipo de dificultades
(Abad, Muñoz, Periánez, Barceló y Rubia, 2001; Barceló, Muñoz- Céspedes, Pozo y Rubia,
2000; Barceló y Rubia, 1998; Gansler, Covall, Mcgrath y Oscar-Berman, 1996). Las regiones
frontales son especialmente dependientes de conexiones con regiones parietales y de los
ganglios de la base para su correcto funcionamiento, lo que las hace especialmente
vulnerables al daño axonal difuso (Stuss y Gow, 1992).

3.4.2. Regiones extrafrontales


A pesar de que la visión clásica de la atención la localiza fundamentalmente (al menos el
componente <<anterior>>) en los lóbulos frontales (Baddeley, 1992; Shallice, 1988), trabajos
recientes apuntan a que pueden estar sustentadas en una red mucho más distribuida y que no
implica sólo a las regiones frontales (Andrés y Van der Linden, 2001; Baddeley, 1998a,
65
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
1998b; Foster, Black, Back y bronskill, 1997; Vilkki, Virtanen, Surma-Aho y Servo, 1996).
En esta línea, parece más adecuada la concepción de Foster et al. (1997) quienes consideran
que estas funciones correlacionan más con medidas globales del cerebro que con medidas
regionales estrictamente frontales.

La corteza parietal:
En diversos trabajos encuentra que no sólo las áreas frontales muestran actividad en tareas
atencionales, sino también regiones parietales (Cabeza y Nyberg, 2000). Para Coull (1998),
las regiones parietales, junto con las frontales ya mencionadas, son la fuente de la atención,
en contraste con las áreas sensoriales que soportan la modulación desde estas regiones. En el
modelo de Mesulam, una red estaría sustentada en áreas frontales laterales y la corteza
parietal posterior (Mesulam, 1998). En ella, la corteza parietal aporta un mapa interno del
mundo exterior.
Estos hallazgos son muy consistentes, ya sea mediante tareas de vigilancia (Seidman
et al., 1998; Sunshine et al., 1997), en tareas de cambio y mantenimiento del foco atencional
junto con regiones frontales (Shulman et al., 2002), o incluso en tareas de inhibición de
respuestas junto con la corteza frontal dorsolateral derecha (Braver et al., 2001). Parece
existir diferencia en la actividad prefrontal dorsolateral y parietal inferior en función de si la
tarea implica un procesamiento voluntario o automático respectivamente.
Sin embargo, el área de trabajo que más interés suscita en el momento actual parece
ser la que estudia los procesos de cambio atencional y reorientación de la atención. Tanto el
estudio del Corbetta et al. (2000) como el de Hopfinger, Buonocore y Mangun (2000) apoyan
el papel de la región parietal posterior. Esta región se activa como respuesta a una clave y se
mantiene activa mientras se mantiene la atención pero muestra una respuesta reducida una
vez que aparece el estímulo objetivo. Ambos trabajos estudian también el papel de la
memoria operativa en el mantenimiento de la atención. Mientras Hopfinger et al. Observaron
una actividad prefrontal dorsolateral asociada a la MT, Corbetta et al. Mostraron una región
de activación asociada a la MT espacial en áreas parietales. El trabajo de Corbetta et al.
(2000) sugiere el papel de la región temporoparietal en reorientar la atención hacia un
estímulo en un lugar inesperado, mientras la región del surco intraparietal está implicada en
la orientación voluntaria y mantenimiento de la atención en lugares preseñalados.
Algunos han estudiado la actividad parietal mediante pruebas neuropsicológicas
clásicas como el WCST o en tareas similares (Barceló et al., 2000; Barceló, Sanz, Molina y
Rubia, 1997; Berman et al., 1995; Nagahama et al., 1996), que habían sido consideradas
tareas específicamente relacionadas con la evaluación de las funciones frontales. También
Cicek y Nalcaci (2001) relacionan la actividad parietal bilateral con una mejor ejecución en
estas tareas. Por último, la teoría premotora de Rizzolatti (**) otorga un papel principal a
diversos circuitos parietofrontales que unen áreas particulares del lóbulo parietal con áreas
particulares del lóbulo frontal, en la planificación de movimientos oculares, de la acción de
alcanzar con el brazo y de coger con la mano, así como en la sincronización entre ellos
(coordinación oculo-manual), es decir, en el diseño del plan de acción que puede ser
sostenido o demorado hasta su señal de comienzo en la memoria operativa (esperar la señal
para coger un objeto o alcanzar un lugar).

Estructuras subcorticales:
La región prefrontal es la que muestra un mayor número de conexiones con otras áreas del
66
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
cerebro. Recibe fibras aferentes del troncoencéfalo, hipotálamo, sistema límbico (amígdala e
hipocampo), tálamo (especialmente los núcleos anterior y medio-dorsal) y otras áreas de la
corteza. Las conexiones con el tronco, el hipotálamo y el sistema límbico probablemente
llevan a la corteza prefrontal información sobre el estado interno, mientras las aferencias
procedentes del hipocampo son probablemente esenciales para la formación de memorias
motoras. Los inputs de las regiones posteriores de la corteza están implicados en integración
sensorio-motora de alto nivel. Las conexiones de la corteza prefrontal con estas áreas son
bidireccionales (Fuster, 1999), por lo que debe también ser estudiado qué papel están
desempeñando en el procesamiento atencional.
Existe un incremento paulatino en los datos que se obtienen mediante técnicas de
imagen cerebral, que ponen de relieve la existencia de una red atencional a gran escala
distribuida por todo el cerebro. Esta red estaría mediada por regiones frontales, pero también
incluiría al tálamo, ganglios basales y regiones parietales posteriores y temporales. Algunos
trabajos muestran una actividad derecha en estas estructuras corticales y subcorticales (Hager
et al., 1998). Más concretamente, en los ganglios basales (Casey et al., 2000; Hager et al.,
1998) y en el caudado durante tareas de cambio atencional (Rogers, Andrews, Grasby,
Brooks y Robbins, 2000). Estos autores muestran también cómo pacientes con lesiones en el
núcleo caudado reflejaron dificultades para realizar el cambio atencional con éxito.
Para Mesulam (1990) es básico el componente reticular, que incluye sistemas ascendentes
colinérgicos, noradrenérgicos y dopaminérgicos, aporta el nivel necesario de activación para
que pueda funcionar el resto de componentes de la atención. En este mismo sentido, Posner y
Petersen (1990) postulan la red de vigilancia, formada por las conexiones desde el núcleo
coeruleus hacia la corteza que es crucial par mantener el estado de alerta.
Por otra parte, la visión sobre los procesos atencionales de autores como LaBerge
(1995) implica una participación importante del tálamo. La actividad en cada una de las
regiones que sustentan distintos procesos cognitivos y la actividad de sus conexiones puede
ser intensificada en distinto grado por señales procedentes desde el tálamo (LaBerge, 1995).
Desde su posición central en el cerebro, conecta directamente casi con todas las áreas de la
corteza y es capaz, por tanto, de elevar la actividad de determinados grupos de células
mientras la de grupos de neuronas adyacentes queda en niveles más bajos. Otros autores
también han encontrado actividad talámica en tareas atencionales (Adler et al., 2001; Hager
et al., 1998). Por último, para Coull (1998) la similaridad funcional entre la atención
anticipatoria a la acción, y la preparación motora se refleja en la similitud anatómica de
ambos procesos. La corteza prefrontal organiza la conducta anticipatoria en un proceso de
arriba-abajo mediante la activación de circuitos cortico-corticales y tálamo-corticales. Los
núcleos talámicos también se activan desde la corteza prefrontal, especialmente los núcleos
de asociación, el dorsomedial y el pulvinar. En distintos modelos de atención selectiva se
relaciona la actividad del núcleo reticular del tálamo con la distribución del control
inhibitorio sobre la información que debe ser procesada (Brunia, 1999).

El papel del tálamo


Pieza 1: Según la hipótesis del premio nobel, Dr. Crick, tras revisar los estudios empíricos
con lesiones y técnicas de imagen cerebral, las áreas visuales V2, V3 y V5 son claves; y
dentro de estas áreas sensoriales, las células piramidales de la capa 5 son cruciales. Es decir,
el córtex visual extraestriado (más allá del estriado) pero no el córtex visual estriado o V1 que
se asocia a cómputos visuales simples como la localización retiniana y la detección de bordes
67
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
o el cómputo de frecuencias espaciales.
Pieza 2: De otro lado, solo la lesión de la formación reticular y la lesión bilateral de
los núcleos intralaminares del tálamo producen coma irreversible, lo que sugiere un papel en
la conciencia. Pero mientras que la formación reticular se asocia a una función de
suministrador de energía, el tálamo parece estar asociado al tráfico de información, en
particular los núcleos intralaminares.
Pieza 3: La conectividad de estos núcleos del tálamo es muy significativa: con la capa
cinco de las áreas visuales citadas antes (para ver), con el sistema motor para influir en la
conducta (de coger), con el córtex cingulado anterior asociado a la atención (atender nos lleva
ser conscientes), y mas en general, con el córtex para la regulación del grado de alerta, a
través de los circuitos talamocorticales (sin activación no puede haber conciencia, es una
condición necesaria).
Son funciones de los núcleos talámicos:
- Trasmitir señales desde el ojo al córtex,
- Trasmitir señales desde los centros motores a los efectores,
- Trasmitir señales de control que sirven para seleccionar la información que llega al
córtex (núcleos reticulares), como un semáforo; y para modular y sincronizar o
agrupar señales (núcleos intralaminares).
Vamos a ver estas funciones del tálamo, asociándolas a metáforas que nos faciliten su
comprensión:

El tálamo como semáforo


La función atencional de semáforo, dejar pasar la información o prohibir su transito al córtex,
sirve para alertar a pequeñas regiones corticales por un breve tiempo, como cuando suena el
despertador y tras apagarlo volvemos a dormir. También puede activar de manera continua el
córtex, mediante la repetición de la señal (el despertador suena cada cinco minutos para evitar
que llegue tarde al trabajo). El tálamo parece el nudo de la autopista de información que va de
los sentidos al córtex y de vuelta. Existen tramos que van del tálamo al córtex (tramos TC),
del córtex al tálamo ((tramos CT) y de vuelta (CTC). La mayor parte de las carreteras pasan
por el tálamo, donde el semáforo de los núcleos reticulares regula la información.
Respecto a los núcleos intralaminares, existen unos diez de ellos por hemisferio, y regulan
sobre todo la información entre el tálamo y el córtex mediante los tramos CTC. Por ejemplo,
reciben información de un área cortical y la envían a otras áreas corticales, aumentando su
excitación. Esto es, son sincronizadores de áreas corticales, produciendo por ejemplo la
excitación de todos los sentidos en una situación de peligro. Este circuito de sincronización o
agrupamiento de activaciones al servicio de una meta común, seria el fundamento de la
conciencia.

El tálamo es una radio


Según Dones (1997), el pegado perceptual necesario para ser consciente de un objeto ocurre
en la circulación CTC. El pegado perceptual se puede definir como la necesidad de integrar
la información de módulos cerebrales que computan aspectos diferentes de un mismo objeto:
el color, la forma, el movimiento. Por ejemplo, para saber que la persona que mueve los
labios es el dueño de la voz que oigo. La solución es sintonizar las olas de activación de estas
áreas, esto es pegarlas.
Este pegado ocurre en un primer ciclo, cuando la información circula desde la capa cinco de
68
Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
las áreas visuales hacia el tálamo (tramo CT). En un segundo ciclo, de vuelta al córtex (CTC),
se modifica la actividad de otras áreas corticales, formando el foco de la atención sensorial.
De manera que la sincronización de coactivaciones consiste en la propagación de un ritmo de
disparo neuronal en una frecuencia alta de 40 Hz. creando un patrón temporal. Por ejemplo,
se pueden sincronizar dos olas de activación o ritmos. Las neuronas que controlan una ola CT
son desinhibidas unos cuantos segundos después de que una ola TC haya sido desinhibida
(están inhibidas de manera tónica para evitar sobrecargas de información). Este control del
tiempo asegura que las olas interactuaran. Un ciclo de percepción podría implicar a ambas
olas CT y TC en secuencia. Se trata de un proceso de control temporal que retrasa la
excitación en un grupo de neuronas que no disparan en sincronía. Tras el retraso, las neuronas
comienzan a disparar al mismo tiempo, es parecido a como funciona la sintonización en la
radio FM.
3.4.3. Síntesis de la anatomía de la atención:
De modo sintético (Lago y Céspedes, 2004), se puede señalar que la atención está sustentada
por una red distribuida de áreas corticales y subcorticales, como el sistema reticular
activador, el tálamo, el sistema límbico, los ganglios basales, la corteza parietal posterior y la
corteza prefrontal. Esta amplia red puede ser una de las causas por las que no es posible
encontrar un núcleo específico para localizar las funciones atencionales (Colby, 1991).
Algunos autores sugieren que además de estudiar las redes en su conjunto, sería deseable
estudiar el papel de cada una de estas estructuras de mantenimiento de manera específica
(Desimone y Duncan, 1995). Por otro lado, respecto a la lateralización de la función
atencional, algunos autores indican el papel dominante del hemisferio derecho sobre la
atención, ya que además de regular su propio hemisferio puede también activar en cierta
medida al hemisferio izquierdo (Heilman y Van Den Abell, 1980).También, la revisión de
distintos estudios sobre neurotransmisión ha dejado que mientras los sistemas colinérgico y
noradrenérgico están implicados en los mecanismos de bajo nivel de la atención (como la
orientación), el sistema dopaminérgico está implicado en los aspectos más ejecutivos como el
cambio atencional y la memoria operativa (Coull, 1998).
Finalmente, no puede obviarse que la disparidad de regiones asociadas a los procesos
atencionales es también resultado de la metodología utilizada (SPECT; RMF, PET, MEG,
EEG, etc.) y de las tareas y estímulos utilizados durante los registros (estímulos auditivos,
visuales, externos o internos…). Es importante señalar que muchos de estos estudios utilizan
paradigmas experimentales que ponen en funcionamiento diferentes procesos cognitivos,
tales como memoria operativa, memoria semántica, lenguaje, razonamiento abstracto, etc.
Por esta razón resulta difícil asociar un área determinada a un proceso específico
(Frackowiak, Friston, Frith, Dolan y Mazziotta, 1997; Ojeda et al., 2002).

3.5. CONCLUSIONES
Hemos repasado los principales modelos clínicos de la atención y sus bases anatómicas, para
constatar que no existe acuerdo sobre las piezas cerebrales y componentes atencionales claves.
En resumen, queda claro que la atención no es unitaria, podemos hablar al menos de sistema de
alerta, atención espacial y de ejecutivo central. La teoría atencional de Posner es la más
difundida y aceptada. La atención espacial nos permite observar el entorno, y su actuación ha
sido relacionada con la construcción de la identidad de los objetos y la programación de
movimientos oculares y de brazos dirigidos a puntos del espacio. Este componente atencional se
estudia mediante la tarea experimental de costos y beneficios (Posner, 1980), entre otras tareas,
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Tesina de Mariángeles Rodríguez Artacho. Capítulo 3: Teoría atencional
y la metáfora que mejor describe su funcionamiento es la del foco de linterna. La atención
espacial prioriza el procesamiento de la información contenida dentro del foco de la linterna. Las
operaciones cognitivas elementales del foco -enganche, movimiento y desenganche- han sido
localizadas anatómicamente. La manifestación más observable de la acción del foco sería el
reflejo de orientación hacia los estímulos novedosos. Hoy día, la tarea de costos y beneficios se
utiliza como un marcador de atención espacial para estudiar ciertas poblaciones clínicas
(hiperactivos, esquizofrénicos, heminegligentes) y localizar su daño en alguna de las
operaciones cognitivas elementales.
El ejecutivo central nos permite la introspección y el control de la acción. Ha sido
localizado anatómicamente en los lóbulos frontales, y se sabe que posee una relación directa con
la conciencia y el aprendizaje. Está implicado en el enfrentamiento con situaciones nuevas y
para sobreimponerse a los hábitos de pensamiento, conducta e incluso emocionales. Ambos
componentes atencionales dependen del nivel de activación del organismo para poder ejercer sus
funciones. Existiendo una relación excitatoria del sistema de alerta con la atención espacial, e
inhibitoria con el ejecutivo central. La atención es fundamental para razonar, tomar decisiones,
cambiar la intención, controlar las emociones, actuar, planificar, ser conscientes...
Se ha presentado a lo largo de este capítulo una visión de la MT como aquél conjunto de
símbolos mentales que, en un momento determinado, están siendo manipulados bajo control
voluntario. El sistema de MT tiene, por tanto, al menos dos componentes: la parte que mantiene
el control, tomando decisiones y estableciendo estrategias, y la parte o partes que “aportan” los
símbolos con los que se trabaja y realizan las manipulaciones. El ejecutivo central o atención de
trabajo se asocia especialmente con la red anterior de Posner (más que con la atención espacial)
y esta con el SAS del modelo de Norman y Shallice. Aunque debe quedar claro que la función
ejecutiva tampoco es unitaria. Como ya dijimos, las pruebas generales de función ejecutiva
como el test de Stroop, el PASAT, la Torre de Hanoi o el WCST no son discriminativas entre
enfermedades neurológicas diferentes, de manera que son necesarias pruebas específicas que
midan funciones ejecutivas particulares.

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