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Héroes, demonios y monstruos de la mitología persa

Imágenes, de arriba hacia abajo: una esfinge en oro, Persépolis; una figura, tal vez de un
rey, tumbado en lo que parece un banquete, en un vaso de plata parto. Siglos II-III y; el
grifo Simorg, una mezcla de pájaro y perro o león, en un plato de plata dorada. Período
Sasánida, siglos VII-VIII.

Ciertos héroes míticos que aparecen reflejados en el Avesta y en otros textos


zoroástricos que son posteriores debieron tener su origen en las etapas pre zoroástricas,
cuyas tradiciones serían ulteriormente incorporadas al Avesta en los Yast. De hecho, es
en el Zamyad Yast en donde se describen los héroes arcaicos por primera vez, héroes
que posteriormente reaparecerán en el Libro de Los Reyes (Shahnama) de Firdusí.

El primer hombre, llamado Gayomart, esto es “de vida mortal”, es una figura mítica
creada desde la tierra, descrita como muy brillante, tanto como el Sol. Aunque perece
ante el Espíritu del Mal, el Sol purifica su esperma tras su fallecimiento. Años después,
su simiente se convierte en un ruibarbo del cual nacen los primeros hombre y mujer
mortales.

Los reyes mitológicos iranios empiezan su andadura con la dinastía Paradata, que
vienen a ser los Pisdadíes del Shahnama. Su primer rey se llama Haoshanha (el
Hushang del Shahnama). En el Aban Yast del Avesta solicita la ayuda de una diosa de
las aguas (Sura Anahita) para vencer a los espíritus del mal y a los demonios. Su sucesor
será Takhma Urupi, el Tahmuras del Libro de Los Reyes, quien reina sobre los
demonios, los malos espíritus y los siete países. El héroe más renombrado y de mayor
prestigio en toda la mitología irania será Yima o Jamshid en el Shahnama, cuya
pertenencia a la tradición indo-irania es clara. Su equivalente hindú es el Yama védico,
quien se convierte en rey de los muertos. El Yima avéstico es, en el Vendidad, “el buen
pastor”, “el justo”, una personalidad de muy alto rango en la tierra mítica de Ayrianeum
Vaejah (Eranvej), el centro del mundo para los iranios más antiguos y, por tanto, la
patria tradicional (Jorezm). Se le señala como el rey que posibilitó la extensión del
imperio por el mundo entero, un mundo bueno por antonomasia.
Yima agranda el mundo un par de veces, pero acaba diciendo una mentira y, por tanto,
pecando, lo que provoca que pierda la Gracia Divina (en forma de pájaro). Cuando nace
Zoroastro aparece como Rey del Paraíso. En el Vendidad (siglos II y III) forma parte de
una epopeya semejante a la historia mesopotámica del diluvio, y no se hace mención a
su pecado. En esta versión avéstica, reina durante un milenio, tiempo tras el cual los
dioses anuncian un período de grandes fríos y le advierten que debe cuidarse de un
hombre y de una mujer. Las leyendas zoroástricas posteriores le conceden, no obstante,
la inmortalidad, aunque en la tradición popular persa y en la epopeya de Firdusí, peca y
muere.

Un personaje de nombre Thraetaona es mencionado en el Avesta y en el Bundahish, en


donde se dice que lucha contra un dragón denominado Azi-Dahaka y lo mantiene
cautivo en un monte llamado Demavent hasta el fin del mundo. En esta pugna disfruta
de la ayuda de la mencionada diosa del agua, a quien promete sacrificar bueyes,
caballos y corderos. Thraetaona también puede curar enfermedades (según el Farvardin
Yast), como las fiebres y la sarna. En consecuencia, su valía como guerrero se
complementa con sus aptitudes médicas.

Por su parte, Garshasp (Keresaspa) es un miembro de la familia de Sam en el Avesta. En


el Shahnama, Sam es el abuelo del gran Rustam, aunque no es segura la conexión entre
el héroe avéstico y el Sam de el Libro de Los Reyes. Keresaspa (en Yast, 13) es señalado
como una personalidad corpulenta, de gran fuerza, y que mantiene consigo una maza.
Por lo tanto, es el indicado para luchar contra dragones y las fuerzas del mal. Uno de sus
encuentros más notables es el que le enfrenta a Sruvara, un ser cornudo de gran poderío.

La dinastía mítica de los Paradata es sucedida por los reyes Kavi (en el Shahnama, los
Kiyanios). Entre estos se encuentra nada menos que Kavi Vishtapa (Kay Gushtasp)
protector de Zoroastro, y Kavi Haosravah (Kay Cosrroes en el Libro de Los Reyes).
Estos venerables reyes poseen, en el Avesta, la Gloria Divina. En la búsqueda de la
misma se enfrentan a Franrasyán, que proviene de Turán (noreste de Irán) que en el
Avesta es una de las cinco divisiones de los iranios1. La pugna de Franrasyán por
arrebatar la Gloria Divina a los mandatarios iranios se narra en el Zamyad Yast. Además
1
Turán, según varias leyendas, derivaría de Tur, el hijo de Thraetaona. Según el Libro de Los Reyes, el
rey Thraetaona (Fariydún), dividió su reino entre sus tres hijos, Salm, Iraj y Tur (en el Bundahish son
nombrados Tug, Airik y Salm). Iraj (Irán) recibiría la mayor porción; Salm el occidente y Tur la región
oriental. Con la aparición en escena de las tribus turcas ubicadas al oriente del Mar Caspio se establece un
malentendido, de modo que la Turán del Avesta y su rey Franrasyán se identifican como turcos.
de rival de los reyes iranios, este personaje es un símbolo del mal, pues intenta derrocar
el poder regio para obtener la Gloria Divina. En consecuencia, puede ser equiparado a
un demonio. Al final, Franrasyán es vencido por Kavi Haosravah, en venganza por el
asesinato de su padre Siyavarshán (el Siyavush del Shahnama, y uno de sus principales
protagonistas).

Es también en el Avesta, además de en textos religiosos como el Bundahish, en donde se


hacen descripciones de diversas criaturas fabulosas y demonios que poblaban el mundo
de la mentalidad de los antiguos iranios. En el mundo iranio más arcaico es común la
presencia de dos tipos de espíritus maléficos, los que agreden a los seres humanos
físicamente, y los que permanecen pululando alrededor de la gente, a la espera de dañar
a alguien, o a algún animal e, incluso, de estropear las cosechas.

Los seres maléficos reciben, de modo genérico, el nombre de yazata. No obstante, el


término también alude a los adversarios (brujos, magos) de estas entidades, capaces de
hacerles frente y con poder para combatir el mal. Los demonios, llevan el nombre de
divs, palabra que se vincula con daeva, que refiere una deidad falsa. Los genios
femeninos malignos se nombraban pairike. Su actividad era especialmente nocturna y se
asemejaban a las brujas. Se disfrazaban o adoptaban formas variadas, como la de una
rata o una estrella, pero podían mostrarse como hermosas mujeres con la intención de
seducir a los hombres para provocarles algún mal.

El más malvado de los demonios era un espíritu femenino de nombre Nasu. En las
tradiciones zoroástricas se manifiesta en forma de mosca de variados colores que
proviene del norte, que se considera que es el lugar de donde procede todo el mal. Es
uno de los espíritus femeninos maléficos que se conocen con el nombre de druges, una
palabra posteriormente asociada a la mentira.

Una de las criaturas fabulosas más renombradas en los textos zoroástricos es un pájaro
legendario denominado Saena, o Senmurv en pahleví, un enorme grifo que se posa en la
cumbre del Árbol de de Todas las Semillas y al batir sus gigantescas alas esparce las
semillas, luego transportadas por los elementos (lluvia, viento) por toda la tierra.
Leyendas más tardías señalan que el pájaro cría a los jóvenes. Habitualmente se le
relaciona con el posterior Simorg, aunque su vínculo no es seguro. No obstante, en el
Libro de Los Reyes un gran pájaro mítico similar, con extraordinarios poderes,
desempeña un rol destacado en la leyenda de Zal y su hijo Rustam.
El Árbol de Todas las Semillas se ubica en el medio del gran mar Vourukasha, donde es
protegido por un pez, el Kara, que nada constantemente a su alrededor manteniéndolo
siempre alejado de criaturas malévolas, en particular de la rana, que gustaría deleitarse
royendo las raíces del árbol. El asno justo es otra criatura mítica cuya labor principal es
también proteger el gran árbol. Se trata de una criatura marina de cuerpo de color blanco
y con un cuerno dorado sobre su cabeza, y que posee, además, nueve bocas, seis ojos y
únicamente tres patas.

En el Avesta se mencionan otros grandes pájaros. Es el caso de Karshiptar, de veloz


vuelo, del que se dice que es el encargado de divulgar la palabra de Zoroastro, o el del
búho Ashozushta, que menciona determinadas palabras sacras con las que asusta y
espanta a los demonios malignos. El pájaro Chamrush, por su parte se entretiene
destrozando con su fuerte pico a todo aquel que no sea iranio.

Otra serie de criaturas malignas y muy dañinas, como los demonios, y que eran una
amenaza para personas, animales, cosechas y plantas de todo tipo, eran las llamadas
Kharafstra. Estas criaturas eran ratas, lagartos, ranas, insectos (avispas, hormigas),
arácnidos, tortugas y animales de rapiña. Monstruos fabulosos que adoptaban forma de
sierpes o dragones, asociados con los gatos y otros felinos, que eran muy impopulares,
eran los azi. El más célebre era el mencionado Azi-Dahaka, un monstruo de tres cabezas
que devoraba seres humanos. Es, sin duda, el mismo monstruo que el Zahhak del
Shahnama de Firdusí. Es, según el Avesta, el drug con más poder creado por Angra
Mainyu contra el mundo de la materia, especializado en la destrucción de los buenos
principios.

Azi-Dahaka desea apoderarse de la Gloria Divina, para lo cual solicita ayuda a Ardvi
Sura Anahita, diosa del agua. El monstruo sufre el inconveniente de que no puede
derrotar al dios del fuego (Atar), quien logra poner a salvo la Gloria Divina
trasladándola al mar Vourukasha. Es vencido, como ya se dijo, por Thraetaona, y puesto
cautivo hasta el fin del mundo. Sin embargo, escapa, aunque finalmente Keresaspa lo
mata.

Otro azi o dragón importante es Azi-Sruvara, un dragón verde cornudo que se complace
en devorar caballos y seres humanos. Gandareva, que aterroriza al mar, y Snavidhka,
que desea usar los espíritus, buenos y del mal, para tirar de su carro, son otros dos azi de
consideración. A ellos debe sumarse Kamak, un pájaro maligno, que es, como las
restantes criaturas fabulosas, dañinas y perjudiciales (además de enemigas), para el ser
humano, si bien suelen caer derrotadas a manos de los héroes. Se trata, en fin, de una
lucha (héroe-monstruo; bien-mal), que es el eje primordial de la religión zoroástrica.

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