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Es el estudio de la apariencia
externa de los individuos y de la
relación entre dicha apariencia y su
interior. Está centrada
fundamentalmente en la idea de la
personalidad del ser humano, su
mente y sus emociones, todo ello
se refleja en los rasgos faciales en
sus expresiones.
Los finales del Siglo XIV y principios del Siglo XV aportaron avances notorios.
Constituyen elementos de gran valía los siguientes:
Era evidente la necesidad de un medio para seleccionar los niños para tal asignación
especial y se le solicitó a Binet y a su colaborador Simón que desarrollaran una herramienta
práctica dirigida únicamente u dicho propósito. Así surgió la primera escala formal para
evaluar la inteligencia de los niños.
Un punto interesante que con frecuencia pasan por alto los alumnos de psicología en la
actualidad, es que Binet y Simón no ofrecieron en su escala de 1905 un método preciso
para llegar a una puntuación total. Sería bueno recordar que su propósito era la
clasificación, no la medición, y que su motivación era completamente humanitaria, es decir,
la de identificar a aquellos niños que necesitaban asignarse a educación especial. En 1908,
Binet y Simón publicaron una revisión de la escala de 1905.
Esto permitió que Binet y Simón ordenaran las pruebas según el nivel de edad en el que por
lo común se aprobaban. Cualesquiera reactivos que aprobaran de 80 a 90% de los niños de
tres años, se asignaba al nivel de 3 años hasta los 13.
En 1911 apareció una tercera revisión de las escalas Binet-Sirnon. Ahora, cada nivel de
edad tenía exactamente cinco pruebas. La escala también se extendió hasta el rango adulto.
Binet introdujo nuevos métodos de calificación que concedían una quinta parte de un año
por cada subprueba aprobada por encima del nivel basal. En sus escritos, Binet enfatizó en
gran medida que no debería tomarse demasiado en serio el nivel mental exacto del niño
como una medida absoluta de la inteligencia.
Sin embargo, la idea de obtener un nivel mental fue un desarrollo monumental que habría
de influir el carácter de las pruebas de inteligencia a lo largo del siglo XX. Después de unos
cuantos meses, lo que Binet llamó nivel mental se traducía como edad mental. Y los
examinadores en todas partes, incluyendo Binet mismo, comparaban la edad mental de un
niño con su edad cronológica. Así, un niño de nueve años que funcionaba al nivel el mental
(o edad mental) de un niño de seis años, tenía un retraso de tres años.