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EL DECOMISO DEFINITIVO DE UN BIEN NO

SATISFACE LA NECESIDAD DEL AGRAVIADO


PARTICULAR DE SER RESARCIDO EN EL
PROCESO PENAL
Publicado el 21 agosto, 2014por Miguel Angel Vásquez Rodríguez
En el expediente 03372 2013-PA/TC, demanda de Amparo interpuesta por
Comercial Camones SRL, representada por Eliseo Camones Trujillo, se aprecia
el planteamiento de un caso de decomiso definitivo, consecuencia de una
incautación producida en un proceso penal por Hurto Agravado. Sobre la figura
de la incautación y ulterior decomiso en el caso concreto se hará un breve
análisis.

En principio la medida de incautación del tipo cautelar, conforme el Acuerdo


Plenario 05-2010/CJ-116 precede al decomiso, no sucede lo mismo con la
incautación instrumental que tiene un fin probatorio y cuya consecuencia lógica
es la devolución de los bienes – de origen lícito – cuando se haya agotado la
utilidad de la evidencia incautada, ya sea luego de realizada la pericia
correspondiente o culminado el juicio oral.

En el caso en análisis, no aparece con claridad la vinculación del vehículo


automotor menor de modelo BAJAJ TORITO 2T, color rojo, Motor N°
AEMBSH162313 con la realización del hecho criminoso, por lo que se deben
formular tres posibles hipótesis.

1. Que efectivamente el referido vehículo fue utilizado en el hecho criminoso y


luego se produjo una transferencia simulada para evitar el embargo, o
2. Que la conviviente del autor Davis Rojas Alejo adquirió efectivamente el
vehículo Bajaj con fondos de lo ilícitamente obtenido como producto del
hurto agravado del 06 de marzo del 2010, o
3. Que la conviviente el autor Davis Rojas Alejo adquirió efectivamente el
vehículo Bajaj con dinero distinto a lo ilícitamente obtenido por su cónyuge
como producto del hurto agravado del 06 de marzo del 2010.
Se debe tener en cuenta que el decomiso, como medida final, solo puede ser
posible a favor del Estado, los particulares no tienen facultades de decomiso,
podrán en su lugar solicitar medidas de embargo y otros para efectos de la
ejecución de sus pretensiones patrimoniales derivadas de una sentencia penal.
El decomiso se justifica cuando el ilícito genera efectos o ganancias ilegales en
agravio del Estado, así se encuentra establecido en el artículo 2.2 del Decreto
Legislativo 1104 sobre pérdida de dominio.

Adicionalmente, se justifica también cuando el bien es intrínsecamente


delictuoso, por ejemplo las especies maderables protegidas ya taladas, la droga
en el delito de tráfico de estupefacientes o las armas de fuego de procedencia
ilícita.

Si esto es así, en el primer escenario propuesto, si el ilícito se produjo utilizando


el vehículo Bajaj y este luego fue simuladamente transferido, tendría que
haberse actuado conforme lo previsto en el inciso 1 del artículo 15 del Código
Procesal Penal: “El Ministerio Público o el actor civil, según los casos, cuando
corresponda aplicar lo dispuesto en el artículo 97 del Código Penal o cuando se
trate de bienes sujetos a decomiso de conformidad con el artículo 102 del
citado Código, que hubieran sido transferidos o gravados fraudulentamente,
sin perjuicio de la anotación preventiva y/o de otra medida que corresponda,
solicitarán en el mismo proceso penal la nulidad de dicha transferencia o
gravamen recaído sobre el bien.” Esto tendría que haber sido solicitado además
por el actor civil – o por el Ministerio Público en representación del abogado – a
fin de poder luego (una vez anulada la medida) solicitar el embargo sobre el bien
a fin de asegurar el pago de la reparación civil conforme el artículo 97 del
Código Penal.
En el segundo escenario, que aparece como el más probable para darle sentido a
los hechos contenidos en la resolución del Tribunal Constitucional, no se
advierte cual sería el agravio patrimonial al Estado que justifique un decomiso
definitivo, más aún cuando el Decreto Legislativo 1104 establece una lista de
tipos penales que pueden originar el procedimiento y entre ellos no está el hurto
agravado; lo que resulta razonable porque en esa hipótesis el afectado
patrimonialmente es el ciudadano particular víctima de la sustracción, quien
debió haber solicitado la medida de embargo correspondiente sobre el bien, más
aún cuando este estuvo durante buena parte del proceso internado en el
depósito. Incluso sin existir actor civil constituido, al tener el Ministerio Público
la legitimidad para la pretensión patrimonial en nombre del agraviado, debió
haber solicitado al Juez el embargo y su posterior ejecución precisamente para
que se haga efectivo el pago de la reparación civil.
Resulta claro que si no hubo simulación y en la hipótesis del tercer escenario, es
decir que los fondos utilizados para la compraventa no tenían origen ilícito, se
tiene que:

1. a) Al igual que en el segundo escenario, resulta materialmente imposible que


el vehículo haya sido utilizado en la comisión del delito, siendo por tanto
inaplicable al caso el artículo 15 del Código Procesal Penal y tampoco la
incautación en la variable de instrumento del delito, y
2. b) Al no ser el bien efecto del delito no procede tampoco su decomiso al no
estar vinculado al ilícito, debiendo devolverse a su legítimo propietario, esto
es la empresa Comercial Camones S.R.L.
En cualquiera de los tres casos el decomiso definitivo dictado parece no cumplir
con la satisfacción de las finalidades del proceso penal. En el primer escenario,
si fue utilizado como instrumento del delito (instrumenta scaeleris), por su
valor patrimonial pudo haber sido realizado para cubrir la expectativa
patrimonial del agraviado Empresa Acopiadora Cacao, ya sea mediante acción
de propio agraviado constituido en actor civil o por medio del Ministerio
Público en su representación si no se constituyó. En el segundo escenario,
asumiendo que el bien sea calificado como efecto del delito (producta
scaeleris) si el vehículo se adquirió con el producto de las ganancias del delito
de hurto agravado, sucede exactamente lo mismo, pues con mayor razón lo que
ha existido es una transformación de bienes, pasando el dinero a convertirse en
el vehículo, pero persistiendo el hecho de que era, en buena cuenta, el
patrimonio de la parte agraviada y que le debió ser restituido. En el tercer
escenario debió disponerse la devolución del bien a Comercial Camones S.R.L.
Mención aparte es – en el segundo escenario – la buena fe, presunta, del tercero
Comercial Camones S.R.L., quien habiendo vendido el bien con pacto de reserva
de dominio, se habría visto perjudicado con el decomiso.

En la misma línea de ideas de los párrafos previos, la mejor alternativa seguía


siendo la ejecución forzada – en etapa de ejecución – con las reglas del proceso
civil, pues en ese caso el tercero pudo haber hecho valer sus derechos de titular
o en todo caso de mejor acreedor frente al bien. Lamentablemente una cuestión
de esa naturaleza no habría podido ventilarse como incidente de un decomiso,
perjudicando los intereses del tercero de buena fe.

Queda claro que en el primer supuesto de simulación, no le acude ningún


derecho a Comercial Camones S.R.L.
En conclusión, lo cierto es que el decomiso por regla general solo puede existir
cuando el agraviado es el Estado, no podría atribuirse el aparato estatal la
facultad de hacerse de los bienes que eventualmente pueden satisfacer las
pretensiones patrimoniales de los particulares víctimas de un delito, ya sea por
ellos mismos o por intermedio del Ministerio Público en etapa de ejecución. La
excepción a esta regla es el caso de aquellos bienes que son intrínsecamente
delictivos, el Estado no puede reingresar estos bienes al tráfico comercial ni
entregarlos a quienes funjan de propietarios, pues debe evitar que nuevos
ilícitos se produzcan o se continúen perpetrando, ese es otro componente
importante de la medida de incautación en su faz cautelar.

Finalmente, pareciera entenderse que la labor del Ministerio Público se agota


con la sentencia condenatoria y que eventualmente solo continúa en etapa de
ejecución en los incidentes de revocatoria de la suspensión de la pena o los
relativos a beneficios penitenciarios, sin embargo no debe olvidarse que el
Ministerio Público en tanto no haya actor civil, mantiene a su cargo la
legitimidad para intervenir en el objeto patrimonial del proceso, conforme lo
establecen el artículo 11 inciso 1 del Código Procesal Penal, el que debe
concordarse con lo dispuesto en los artículos 493 y 494 del mismo cuerpo
normativo.

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