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La adoración con ofrenda (Mateo 2:1-11)

En este pasaje observamos que unos magos vinieron del oriente a Jerusalén para adorar a Jesús. Varios
escritores sugieren que lo más probable es que habrían venido de Persia (Irak o Irán modernos) y que
se habrían enterado de la promesa de un Mesías venidero por medio de los judíos que vivían en colonias
en esa zona. Parece que ellos asociaron la aparición de la estrella con la esperanza mesiánica y no
demoraron en emprender el largo viaje a Jerusalén.
De estos misteriosos paganos, hombres buscadores de la luz y la verdad, estudiosos, astrólogos,
aprendemos lecciones valiosas acerca de la adoración que agrada a Dios.

1º Vinieron con el propósito definido de adorar.


El texto bíblico emplea tres veces el término griego proskuneo en este pasaje. Dos veces se refiere al
propósito de los magos: “hemos venido para adorarle” (2) “y postrándose le adoraron” (11). Ellos
vinieron del oriente a Belén con el propósito de: adorar al rey de los judíos.
Todo lo contrario el caso de Herodes. Lleno de celos, ideó un plan para deshacerse de este nuevo rival
a su reino. Era capaz de decir que quería ir y adorarlo: “para que yo también vaya y le adore” (8), pero
su intención era otra muy distinta. Es obvio que el solo hecho de decir vengo a adorarle no le engaña,
ni le agrada, porque él lee los corazones como si fueran un libro abierto.

2º Vinieron desde muy lejos para adorar.


“Vinieron del oriente.” No había una ruta directa del oriente a Palestina por causa del vasto desierto de
Arabia que los separaba. Más para llegar a Jerusalén. Aun en camellos yendo a galope, sería un viaje de
por lo menos un mes o varios meses.
Una evidencia de la demora de ellos para llegar a Jerusalén es que ya José, María y Jesús estaban en
una casa (11). Otra es que Herodes mandó matar a todos los niños de la zona de dos años de edad para
abajo (16). Además de ser un viaje largo y peligroso, sería muy costoso en términos de dinero.

3º Vinieron con muy poca revelación.


Vieron una estrella (vv. 2, 9). Lo único que estos magos sabían era que iba a nacer un Mesías. No sabían
dónde, ni cuándo nacería, ni qué tipo de Mesías sería. Pero, al ver una estrella nueva y espectacular
saltaron a la conclusión de que sería una señal anunciando el nacimiento de ese personaje sin igual.
Es irónico que los judíos, los del oriente y los de Palestina, que conocían bien las Escrituras, y que éstas
encerraban una revelación más plena, no celebraron el evento del nacimiento del nuevo rey.

4º Vinieron a adorar con gran gozo.


“Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría” (10). Habían seguido la estrella durante semanas,
llegando hasta Jerusalén. Parece que fue el plan de Dios que los líderes de los judíos se enterasen, por
boca de los magos (paganos), que Dios estaba cumpliendo una promesa hecha siglos atrás.
Cuando los magos salieron de la presencia de Herodes, vieron otra vez la misma estrella que habían
seguido desde el oriente, pero ahora se dirigía hacia el sur, a Belén. Era la confirmación que buscaban de
que estaban en buen camino, y este hecho produjo gran gozo.

5º Vinieron a adorar con ofrendas en mano.


Aun con su poca revelación, como fue el caso de Caín y Abel, sintieron el deseo natural de presentar
una ofrenda en su acto de adoración. Pero, antes de presentar la ofrenda, se presentaron a sí mismos,
es decir postrándose le adoraron (11). Mateo une dos verbos que significan esencialmente lo mismo:
“postrarse” y “adorar”. Frecuentemente el verbo proskuneo se traduce “postrarse”.
En este contexto, probablemente postrarse indica la postura del cuerpo y adorar significa una expresión
verbal. ¿Qué habrán dicho? Es muy posible que a esta altura el niño Jesús caminaba y quizá María tenía
que sujetarlo en la falda durante el acto. De todos modos, ya no estaba en un pesebre.

Cuánto tiempo se habrán quedado los magos en Belén, no lo sabemos. Pero, una cosa es segura,
volvieron a su tierra con una nueva experiencia, una nueva visión del universo, y un concepto más claro
de quién y cómo es Dios.

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