Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
1
Profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México.
117
LA ESTÉTICA Y EL ARTE DE REGRESO A LA ACADEMIA
cada entidad es superior o inferior a otra; así, por ejemplo, los números
son subalternos a la idea del bien, lo mismo que el trabajo de los artistas
es una copia con respecto a la labor de los artesanos —que ya de por sí era
mimesis de algunas Ideas—.
Esta máquina teórica podría ser vista, en una primera aproximación,
como una respuesta al problema que inauguró a la filosofía misma, a saber,
“¿cuál es la physys de todas las cosas?”, cuestión que, nos enseña Rodol-
fo Mondolfo, más que indicar la pregunta “¿de qué está hecho todo lo
que es?”, implica la interrogante por la mismidad del ser, por qué es lo
que permanece en lo que cambia.2 Platón, con la postulación de sus dos
mundos y sus jerarquías implícitas, estaría dando una respuesta compleja
a los bandos formados por las escuelas de Heráclito (todo cambia) y de
Parménides (el cambio es una ilusión). Pero aparte del hecho de que la
solución platónica es defectuosa, toda vez que nunca puede establecerse
inteligiblemente cuál es la relación entre las Ideas y sus realizaciones (pues
ambos mundos constituyen realidades ontológicas inconmensurables), el
dispositivo erigido por el discípulo de Sócrates agrega un componente
teórico-político que da una nueva dimensión a su argumentación. Pues,
como subraya Deleuze, no se trata con Platón de un afán epistemológico
por describir lo que es, sino de la construcción de una maquinaria orienta-
da a identificar y seleccionar activamente a los pretendientes al Ser: pedir
credenciales, exigir pasaportes e identificaciones ontológicas:
2
Cfr. Rodolfo Mondolfo, Heráclito. Textos y problemas de su interpretación.
3
Gilles Deleuze, “Simulacro y filosofía antigua”, Lógica del sentido, p. 180.
118
PLATÓN Y EL ORDEN DE LAS COPIAS
4
Ibidem, p. 182.
5
Sobre la relación entre el platonismo, la matemática y la ciencia en general, cfr., Gerardo
de la Fuente Lora, “Althusser y la ciencia de Platón”, Apropiaciones contemporáneas de la
filosofía antigua.
119
LA ESTÉTICA Y EL ARTE DE REGRESO A LA ACADEMIA
II
El orden de Ser, entonces, para Platón, es un régimen de las copias. Pero
sobre todo, el filósofo pone en marcha una maquinaria para la selección de
los pretendientes. ¿Por qué? Porque el platonismo es en primer lugar un
artefacto conceptual político. Y acaso la enseñanza más básica del filósofo
griego consista en mostrarnos que lo político básico de una sociedad, lo
político constitutivo esencial, consiste en la determinación del sistema del
copiado: qué imita a qué; qué representa a otra cosa; qué es lo que vale como
imagen o símbolo de algo; quién habla por quién; cuáles imágenes modelan
y cuáles son modeladas; estas cuestiones, y muchas más, tejen el entramado
fundamental de la polis, el fundamento anterior y posibilitante de cualquier
forma de gobierno, dominación o administración. Por eso, a la hora de cons-
tituir nuevas repúblicas, ciudades ideales, resulta absolutamente fundamental
asegurar la estabilidad y permanencia del orden de las copias, y por sobre
todas las cosas es necesario evitar la filtración de simulacros, de entidades de
lo disímbolo transitando como si fueran de la semejanza. ¿Si un simulacro se
colara, quién podría decir entonces que estamos en Matrix o fuera de ella?
Por eso los artistas no pueden estar en la ciudad y en el libro X de La
República son expulsados de la urbe ideal que el filósofo diseña. Señala
Sócrates a su interlocutor en el citado diálogo:
Que el arte sea copia no lo invalida de suyo —máxime que se trata de una
práctica inserta en un orden ontológico de copiado general—. Lo que se
vuelve problemático es que ese arte pretenda (¡los pretendientes!) copiar
muchas o cualquier cosa. Continúa Sócrates:
6
Platón, “La República o de la justicia”, Obras completas, p. 829.
120
PLATÓN Y EL ORDEN DE LAS COPIAS
7
Idem.
8
Eugenio Trías estudia el destino del artista después de su expulsión por Platón, en su libro
El artista y la ciudad. En los siguientes párrafos seguimos su argumentación.
9
Cfr. Pico de la Mirandola, De la dignidad del hombre.
10
Cfr. Jean Paul Sartre, La náusea.
121
LA ESTÉTICA Y EL ARTE DE REGRESO A LA ACADEMIA
III
La dimensión constituyente de la polis, lo demostró Platón, es el orden
de las copias. Una sociedad no puede permitir que cualquier cosa imite a
otra, la represente, simbolice, encarne, sustituya, refleje, retrotraiga, efec-
túe. El copiado es lo político fundamental. Y en tiempos de La República
hubo simulacros que ocasionaron toda la operación del platonismo, ellos
fueron el sofista y el poeta imitativo. Aquellos hombres cuya mimesis, cuyo
ser mimético, pusieron a tal grado en cuestión el orden, que hubo que
erradicarlos, expulsarlos, aventarlos a los desiertos.
Hoy el orden de las copias puede soportar, al parecer, a todos los sofistas
y a todos los artistas. ¿Se acabaron, entonces, las amenazas? ¿Ya no hace
falta seleccionar a los pretendientes?
Tal vez no. Pero hay aspectos del platonismo que dejan abierta siempre
la posibilidad de la efusión del simulacro, aun cuando este tal vez ya no se
ejerza en las figuras del artista o del sofista. Y es que aunque la maquinaria
ontológica, la jerarquía del Ser, la red protectora contra la simulación, se
teja toda sobre la idea de similitud, ocurre que precisamente esa noción
clave no forma parte del dispositivo. Alan Badiou señala que, a pesar de
que el orden platónico es una reflexión en torno a lo uno y lo múltiple,
justamente lo Uno no forma parte del mundo de las Ideas:
No hay, en todo rigor, Idea del Uno. En el Sofista, Platón enumera lo que
llama los géneros supremos, las ideas dialécticas absolutamente fundacio-
nales. Estas cinco Ideas son: el ser, el movimiento, el reposo, lo mismo y lo
otro. La Idea de lo Uno no figura ahí. Porque lo uno, en efecto, no es.11
11
Alan Badiou, L’étre et l’événment, p. 47.
122
PLATÓN Y EL ORDEN DE LAS COPIAS
12
Cfr. ibidem, p. 74.
13
Gilles Deleuze, op. cit., p. 183.
123
LA ESTÉTICA Y EL ARTE DE REGRESO A LA ACADEMIA
Hasta hace poco algunos de nosotros, los mejores, los que encarnaron todas
las cosas, fueron imagen pero no semejanza, simulacros; hoy que ya ni los
artistas ni los sofistas parecen poner en cuestión el orden, ¿puede ocurrir
que hayamos dejado de ser tanto semejanza como imagen? ¿Sigue siendo
la existencia estética el lugar en el que la sociedad coloca, para bien y para
mal, su proclividad a la profusión, a la explosión de las copias?
En cualquier caso, si lo político fundamental radica en qué copia a qué,
qué es la mimesis de qué, es muy probable que la política se siga jugando
en la estética.
Y así será, seguramente, por mucho tiempo.
Bibliografía consultada
Badiou, Alan, L’étre et l’événment, Editions du Seuil, Paris, 1988.
De la Mirandola, Pico, De la dignidad del hombre, Editora Nacional, Madrid,
1984.
Deleuze, Gilles, “Lógica del sentido”, (Chile, Universidad ARCIS). En: http://
www.philosophia.cl/biblioteca/Deleuze/L%EF%BF%BDgica%20del%20
sentido.pdf
Flores Farfán, Leticia y Rafael Gómez Choreño (coordinadores), Apropiacio-
nes contemporáneas de la filosofía antigua, Afinita/UNAM, México, 2013.
Mondolfo, Rodolfo, Heráclito. Textos y problemas de su interpretación, Siglo
XXI, México, 1981.
Platón, Obras completas, Aguilar, Madrid, 1977.
Sartre, Jean Paul, La náusea, Losada, Buenos Aires, 1960.
Trías, Eugenio, El artista y la ciudad, Anagrama, Barcelona, 1978.
124