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Introducción
Edward Bach creía que cada uno de nosotros tenemos
que seguir un camino propio y único en la vida. Desviarse de
ese camino, ignorar los dictados del alma, conducen a la
enfermedad y a la infelicidad. El concepto central de su obra
se basa en el principio de que la enfermedad es el resultado
de la falta de armonía entre el alma y la mente. La
verdadera causa subyacente de la enfermedad es el estado
mental del paciente y no la condición física de su cuerpo.
“La salud es el escuchar a nuestra voz interior, y el ser tan confiados y naturales como los
niños pequeños. Nuestras almas nos guiarán con solo escucharlas, en cada circunstancia, en
cada dificultad. Así dirigidos, la mente y el cuerpo pasarán a través de la vida irradiando
felicidad y perfecta salud. Esta es la clave del verdadero éxito: servir a través del amor y en
perfecta salud. Y todo lo que sale de dentro, desde el amor, es una obra de arte porque es
perfecto”.
A menudo se encontraba solo en sus creencias, y fueron pocos los que comprendían la
intensidad de su propósito, pero él siguió escuchando los dictados de su alma. Al final de su
viaje tuvo éxito en su búsqueda y completó el sistema de tratamiento hoy conocido como
Las Flores de Bach.
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Edward Bach, vida y obra
La vida de Edward Bach comenzó el 24 de septiembre de
1886 en Moseley, un pueblo cercano a Birmingham,
Inglaterra. Su apellido, como sus antepasados, era galés. Su
amor por Gales le llevaría allí una y otra vez a lo largo de su
vida. De niño tenía un gran amor hacia la naturaleza y una
profunda sensibilidad hacia el dolor y el sentimiento de los
seres humanos y de los animales. Fue un joven idealista, con
altos valores morales y buen sentido del humor.
Por entonces sentía disconformidad por los tratamientos paliativos que recibían sus
compañeros de trabajo cuando enfermaban, y empezó a pensar que habría un modo eficaz de
cura, incluso para enfermedades consideradas incurables.
Con 19 años viajó a Gales, y quizás fue allí, en sus queridas montañas y valles, donde tomó
la decisión de emprender el viaje rumbo hacia su vocación. Poco tiempo después contó a sus
padres cuáles eran sus ambiciones y su padre no dudó en ofrecerle su apoyo.
Empezó sus estudios de medicina en 1906, primero en Birmingham y más tarde se trasladó
a Londres, donde completó su formación como médico. En 1912 obtuvo varios títulos
académicos: Miembro del Real Colegio de Cirujanos y Licenciado del Real Colegio de Médicos.
Durante aquella época se privó del contacto con la naturaleza, ya que pasó la mayor parte de
su tiempo investigando en los laboratorios.
En 1913 se casó con Gwendoline Caiger. Ese mismo año ocupó diferentes vacantes como
médico de urgencias en el University College Hospital y después como cirujano de urgencias en
el National Temperance Hospital. Debido a su mala salud, provocada por el exceso de trabajo,
se vio obligado a renunciar a este puesto y, posteriormente, cuando se recuperó, abrió una
consulta privada cerca de Harley Street.
En 1914, sumó otro título: Diplomado en Salud Pública por la Universidad de Cambridge.
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Durante la Primera Guerra Mundial, quiso alistarse en el ejército para asistir en el
extranjero a los heridos de guerra, pero se le negó el servicio, probablemente por su mala
salud. De modo que continuó con su trabajo en Londres.
En aquel tiempo le parecía que la medicina moderna había fallado, pues no podía concebir
que un mismo tratamiento para las personas que sufren la misma enfermedad funcionara para
unas y no para otras. Esto le impulsó a buscar otros métodos de curación y se interesó por el
campo de la inmunología. Se convirtió en asistente de bacteriólogo en el University College
Hospital, esperando encontrar algunas respuestas.
Durante este tiempo descubrió que ciertas bacterias intestinales estaban estrechamente
relacionadas con las enfermedades crónicas. Después de tres meses de investigación, se
convenció de que una vacuna hecha con estas bacterias intestinales podría limpiar el sistema
de los tóxicos que habían provocado la enfermedad. A Bach no le gustaba el método de
inyectarlas a través de la piel, pues esto causaba una reacción dolorosa al paciente, así que se
propuso encontrar un método de aplicación más simple e inocuo.
En 1916 nació la hija de Edward Bach, Evelyn, fruto de su relación con Emmeline Jane Kitty
Light. Poco después enviudó de su primera esposa Gwendoline, y un mes más tarde contrajo
matrimonio con la madre de su hija.
En julio de 1917, debido al exceso de trabajo, sufrió una hemorragia severa, perdió la
conciencia y sus padres tuvieron que dar permiso para ser operado de urgencia. Tras la
intervención le dieron tres meses de vida. Esta proximidad a la muerte supuso un duro golpe
para Bach, y comprendió que la enfermedad no es el resultado de algo que funciona mal, sino
que, a través de ella, el alma expresa un deseo que, de otra forma, no sería escuchado. Cuando
sintió una mejoría reunió fuerzas y, tratando de olvidar la fatal sentencia, en su afán de
concluir su trabajo, decidió aprovechar al máximo el tiempo que le quedaba, y para ello
investigó día y noche, sin descanso, por lo que la luz de su pequeño laboratorio permanecía
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siempre encendida. Los compañeros del hospital bromeaban diciendo que era “la luz que
nunca se apaga”.
Bach observó que muchos de los pacientes con la misma patología manifestaban distintas
actitudes frente a ella. Se dio cuenta que el estado emocional influía en la evolución, y que el
miedo mataba más que la propia enfermedad.
Por aquella época Bach se inició en la Masonería a través del London Warwickshire Lodge
of The Masons. Este suceso marcó definitivamente su orientación. Conoce a Rudolf Steiner
(1861-1925), fundador de la medicina antroposófica, y asiste al ciclo de conferencias que éste
pronuncia en Londres en las que se refiere al gran poder de curación de las flores y de la
importancia astrológica del momento de la recolección o de su siembra. Este encuentro fue
decisivo para el posterior desarrollo de la Terapia Floral, Bach llega a la conclusión de que la
enfermedad es un desacuerdo entre el alma y la personalidad.
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Club Cooper fue un selecto círculo de homeópatas que se reunía periódicamente para estudiar, actualizar y
asentar las bases de la Espagiria.
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Más tarde, en 1919, aceptó el puesto de Patólogo y Bacteriólogo en el Hospital
Homeopático de Londres. Fue allí donde conoció la doctrina de Samuel Hahnemann (1755-
1843), fundador de la Homeopatía, cuyo libro Organon del arte de curar, fue escrito más de
cien años antes. Sus enseñanzas le fascinaron y le orientaron a una nueva dirección en su
investigación sobre las vacunas, pues encontró muchas similitudes entre la homeopatía y su
trabajo, ya que ambos coinciden en “tratar al paciente, no la enfermedad”, tomando como
referencia los síntomas mentales para la elección del remedio curativo, independientemente
de la dolencia física.
Estableció una afirmación: no se debía repetir la dosis mientras que la anterior estuviera
actuando, dado que los mecanismos de curación se relacionaban con el individuo como un
todo.
Sus nosodes tuvieron gran éxito entre sus colegas de profesión. Más de 700 médicos de
Inglaterra, Europa y América solicitaron sus vacunas. Incluso acudían médicos de otros países
para formarse en sus métodos de trabajo. En la comunidad homeopática se le conocía como
“el pequeño Hahnemann”.
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The Relation of Autotryptic Titre of Blood to Bacteria Infection and Anaphylaxis.
F.H. Teal, E. Bach. The Proceedings of The Royal Society of Medicine.
The fate of ‘washed spores’ on inoculation into animals, with special reference to the
Nature of Bacterial Toxaemia. F.H. Teal, E. Bach. Journal of Pathology and Bacteriology.
En 1922 se separa de su esposa Kitty Light, con quien hace tiempo no compartía hogar. En
esa época su trabajo como bacteriólogo y patólogo crecía tanto que le hacía prácticamente
imposible el desarrollo de otras actividades, ya que todavía tenía su consultorio privado en
Harley Street y un pequeño laboratorio en el centro de Londres donde atiende a los pacientes
de forma gratuita. Posteriormente abrió un laboratorio más grande en Park Crescent y
abandona su puesto en el Hospital Homeopático.
No obstante, observó que sus siete nosodes representaban sólo una parte de las
enfermedades análogas a la “psora”, pues no curaban todas las enfermedades.
En marzo de 1928 The Medical World publicó Un método eficaz de Combatir la toxemia
intestinal.
Bach empezó a intentar sustituir los nosodes por remedios preparados con plantas. En una
conferencia en The British Homeopathic Society en noviembre de ese año, se refirió al hecho
de que ciertas plantas se asemejaban en sus efectos a grupos de bacterias, pero cuando se
usaban como remedios, los resultados no eran tan buenos como los obtenidos mediante los
nosodes bacterianos.
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“Estamos trabajando para reemplazar el nosode bacteriano por plantas, y hemos
encontrado relaciones casi exactas en algunas de ellas: Ornithogallum vibra de manera casi
idéntica al grupo Morgan. Y hemos encontrado un alga marina que tiene las mismas
propiedades del tipo Disenterie… pero aún nos falta una cosa, y este punto nos impide avanzar:
es la Polaridad. Los remedios de la naturaleza son de polaridad positiva y los asociados a la
enfermedad son de polaridad negativa. Parece que esta polaridad negativa es esencial en los
resultados obtenidos con los nosodes bacterianos. Tal vez en un futuro cercano podamos
descubrir una forma de potencializar”.
En 1928 asistió a una cena masónica en un gran salón de banquetes. No estaba disfrutando
realmente. Para pasar el tiempo estuvo observando a la gente sentada en su mesa. De repente
se dio cuenta de que toda la humanidad consistía en grupos de tipos claramente definibles de
personalidad. Se dio cuenta de que había más de siete tipos, y percibió que no era cierto que
enfermedades particulares fueran características de un grupo, sino que los miembros de un
grupo en particular mostrarían reacciones idénticas o similares ante la enfermedad. Más tarde
lo constataría en su consulta, al empezar a observar con más detenimiento a sus pacientes.
Este encuentro con las flores no fue un hecho fortuito, sino que estaba relacionado con su
estado mental en este momento de su vida: Necesitaría paciencia para completar su tarea
(Impaciencia), superar los miedos al enfrenarse a nuevos retos (Mímulo) y poner los pies en la
tierra para fundamentar sus ideas (Clemátide). Regresó a Londres con los tres remedios, y los
preparó, igual que los nosodes, homeopáticamente, recetándolos de acuerdo con la
personalidad del paciente. Obtuvo resultados notables.
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En 1930 se produce un suceso que marcará definitivamente su orientación. Conoce a
Rudolf Steiner y asiste a las conferencias que éste pronuncia en Londres y en las que refiere el
gran poder de curación de las flores, sobre todo a nivel espiritual, y que aún estaba por
descubrir.
Durante un tiempo Bach continuó su investigación sobre las vacunas, sin embargo su
nuevo descubrimiento le hizo darse cuenta de que su trabajo era demasiado ortodoxo, y no
era lo que él quería.
A pesar de sus esfuerzos por enseñar a la comunidad científica su nueva visión de la salud,
ellos rechazaron de plano sus ideas como parte de la ciencia médica, y los homeópatas no
aceptaban, entre otras cosas, revisar el método de los opuestos.
A sus 44 años, con poco equipaje y el poco dinero que había conseguido de la venta del
instrumental y los muebles de su casa, se dirigió a Gales acompañado de Nora, con el único fin
de buscar un método curativo en la naturaleza. Nora le apoyó fervientemente durante su
trabajo y tuvo un papel decisivo para completar los trabajos del Dr. Bach y continuarlo hasta el
día de hoy.
A su llegada, Bach descubrió que por error llevaba una maleta llena de zapatos, en lugar
del instrumental necesario para preparar los remedios homeopáticos (más tarde descubriría
que no le eran necesarios).
Bach y Nora recorrieron juntos muchas millas a través de campos y montañas, en busca de
nuevos ejemplares. Bach observaba las plantas con detenimiento, y con gran percepción y
sensibilidad, experimentaba lo que las flores tenían de curativo. Bach rechazó las plantas
venenosas y las alimenticias como agentes medicinales. Y usaría sólo las flores, porque la flor,
que contiene la semilla potencial, concentra los poderes vitales de la planta.
Caminando por los campos en una mañana de mayo y viendo caer el rocío de las plantas,
Bach pensó que una gota de rocío debe contener algunas de las propiedades de la planta en la
que descansaba, y que el calor del sol extraía los principios activos de la misma, de modo que
cada gota de rocío irradiada por el sol estaría completamente cargada por sus poderes. Tenía
la sensibilidad para diferenciar entre las gotas del rocío irradiadas por el sol y las que se
encontraban a la sombra, y descubrió que aquéllas eran más efectivas.
Empezó a recoger el rocío en pequeños frascos, pero era un trabajo laborioso y lento.
Como lo importante era la incidencia del sol en los pétalos y la transferencia de las virtudes
curativas al agua, decidió cambiar de sistema: llenó un recipiente de vidrio con agua de un
arroyo cristalino, esparció los pétalos de las flores sobre la superficie del agua, y lo dejó a pleno
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sol durante algunas horas. Había descubierto el método simple que había buscado durante
mucho tiempo, el método solar, que fue el que utilizaría en los primeros 19 remedios. Este
método de potenciación le parecía perfecto porque no se destruían las plantas para hacer el
remedio, ni se necesitaba un laboratorio para llevar a cabo el proceso. Solamente son
necesarios “la tierra para nutrir a la planta, el aire del cual se alimenta, el sol o el fuego para
impartir su fuerza y el agua para recolectar y ser enriquecido como una curación benéfica y
magnética”.
El sistema podía usarse para curar todas las enfermedades, pues las flores ayudan a
superar los estados negativos del alma que causaron la enfermedad. Las flores “curan no
atacando la enfermedad sino inundando nuestros cuerpos con las bellas vibraciones de nuestra
Naturaleza Superior, en presencia de lo cual la enfermedad se derrite como nieve bajo el sol”.
Bach fue agudizando poderosamente sus sentidos y podía percibir, a través de ellos, las
vibraciones que le transmitían las plantas. Esta sensibilidad le era muy útil para su trabajo,
pero, en muchas ocasiones, le ocasionaba mucho sufrimiento mental y físico, porque las
vibraciones groseras y los ruidos le dejaban exhausto.
Bach y Nora continuaron con la búsqueda de nuevos remedios. Nora pintó con amor y
devoción algunas de las plantas y dibujó pequeños mapas de los lugares en los que se
ubicaban.
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enfermedad para la elección del tratamiento sino el temperamento y el estado anímico del
individuo enfermo.
Basándose en estas observaciones clasificó doce estados de ánimo: miedo, terror, tortura
mental o preocupación, indecisión, indiferencia o aburrimiento, duda o desaliento, exceso de
preocupación, debilidad, falta de confianza en uno mismo, impaciencia, exceso de entusiasmo
y orgullo o alejamiento.
Buscó un remedio natural para cada uno de estos estados, percibiendo la conexión
directamente cuando se encontraba con la planta.
A estas alturas Bach empezó a añadir brandy por partes iguales a la cantidad de agua
potenciada, para preparar la tintura madre.
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Ese mismo año conoció a Victor Bullen, un constructor
local que se convirtió, primero en su paciente, y
posteriormente en amigo y ayudante de Bach y Nora.
Sólo aguantó dos meses, se marchó de Londres y viajó a Kent, en busca del remedio que le
faltaba. Allí fue donde encontró el Heliantemo, completando la serie de Los Doce Curadores
que correspondían a los doce tipos de estados mentales que había clasificado.
Bach fue desapegándose cada vez más de las cuestiones materiales. Desde que dejó su
anterior vida en Londres, no volvió a cobrar una consulta y vivía de las donaciones voluntarias
de los enfermos. El dinero proveniente de la venta de sus libros lo reinvertía para abaratar aún
más el precio de las nuevas ediciones. En una carta que escribe Bach a un paciente que le había
preguntado por sus honorarios, le manifiesta que “…por el momento no se preocupe. Nuestro
principio es éste: nosotros usamos sólo las plantas que nos da la Divina Providencia, el arte de
la curación es demasiado sagrado como para ser comercializado y no existe lugar para los
beneficios…”.
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Posteriormente, en 1933, se fue de Cromer a Marlon en busca de otros remedios para
atender estados mentales persistentes. La primera en ser hallada es la Aulaga. Le sigue el
Roble.
En sus ratos libres escribe Los Doce Curadores y lo edita como folleto que distribuye a
buen precio para que pueda ser conocido por todo el mundo. Dice textualmente “Hay
fundamentalmente doce tipos primarios de personalidad, y cada una de ellas tiene un aspecto
positivo y otro negativo. Estos tipos de personalidad están indicados por el signo del zodíaco en
el que se encontraba la luna en el momento del nacimiento, y un estudio de esto nos dará las
siguientes indicaciones: 1) el tipo de personalidad, 2) su objeto y finalidad en la vida, y 3) el
remedio que lo ayudará en la realización de su finalidad”. Más adelante continúa en el mismo
texto: "Hay siete pasos en la curación, en el siguiente orden: Paz, Esperanza, Alegría, Fe,
Certeza, Sabiduría y Amor”.
Posteriormente, Bach tomó una actitud más prudente frente a la astrología, y se aparta de
este tema para evitar confusiones respecto al uso de los remedios. En una carta dirigida a The
Naturopathic Journal expresaba: “Soy muy cauteloso en lo concerniente a la astrología… no
deseo que me asocien con nada dogmático, hasta estar completamente seguro”.
En abril de 1933 vuelve a Cromer, y se establece allí hasta febrero de 1934. Continúa con el
descubrimiento de Brezo y Agua de roca (único remedio que no proviene de una flor). Con lo
que termina la serie que llamó en un principio Los Cuatro Ayudantes, que aplica a enfermos en
los que no había tenido los resultados deseados con los anteriores Doce Curadores, pues
ayudan con las emociones que enmascaran la personalidad básica.
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Combinó tres remedios (Impaciencia, Heliantemo y Clemátide) para formar el Remedio de
Rescate, que emplearía en situaciones de emergencia, accidentes, inconsciencia, dolor… Más
adelante añadiría Estrella de Belén y Cerezo.
En 1934, abandona Cromer y se dirige al sur, al valle del Támesis. Su salud se había
resentido y buscaba un lugar tranquilo donde instalarse. Allí alquila una casita llamada “Mount
Vernon”, en la localidad de Sotwell, cerca de Wallinford. Aquí, en la paz y tranquilidad del
pueblo, se concentró en cultivar el jardín, lo que le devolvió las fuerzas.
Allí escribió la segunda edición de Los Doce Curadores y los Siete Ayudantes.
Las gentes del lugar supieron que Bach era médico y comenzaron a abundar las consultas.
Para ayudarle en su trabajo, formó tres ayudantes: Nora Weeks, quien le seguía desde
1920, Victor Bullen y Mary Tabor.
En el verano de 1934 comenzó a viajar a Londres una vez por semana para atender
pacientes, pero enseguida regresaba a Sotwell, pues necesitaba el contacto con la naturaleza.
Mary Tabor prestaría a Bach su casa de Wellsprings, más grande que Mount Vermon, a fin
de que estableciera allí su centro de trabajo.
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Bach no tenía mucho dinero para amueblar la casa, así que recogió madera y fabricó sus
propios muebles. El trabajo físico le ayudaba a canalizar su energía, y así mantenía la mente
libre, pues comenzaba a sentir una inquietud conocida, presagio de que se aproximaba otra
nueva etapa…
Había dedicado seis años a completar los 19 remedios, pero se dio cuenta de que le
faltaban remedios para ciertos estados mentales y anímicos, en pacientes que no respondían
del todo bien a la primera serie.
De la primavera al otoño de 1935, Bach encontró la segunda serie de remedios, otros 19,
los cuales definen circunstancias concretas que bloquean la realización del ser. Estos nuevos
remedios fueron descubiertos usando un método diferente de investigación: el propio Bach
desarrollaría un cierto estado mental negativo o una enfermedad física que solía preceder al
descubrimiento del remedio apropiado para su recuperación. Para Bach, este proceso era
agotador, lo sentía con una intensidad extrema, hasta el punto de que los que le rodeaban
temían por su cordura. Sólo su coraje y una fe inquebrantable en su misión le dieron fuerzas
para continuar.
En los seis meses siguientes continúa infatigable la búsqueda del resto de remedios, que
serían:
12 árboles: Olmo, Pino, Alerce, Sauce, Álamo, Hojarazo, Castaño Dulce, Haya, Manzano
Silvestre, Nogal, Castaño Blanco y Brote de Castaño;
3 arbustos: Acebo, Madreselva y Rosa Silvestre;
y 2 plantas: Estrella de Belén (Leche de Gallina) y Mostaza.
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Todos ellos preparados con el nuevo método de cocción, a excepción de Castaño Blanco,
que encontró en mayo y es el único de este grupo preparado con el método solar.
Antes de fin de año ya completó los 38 remedios florales que conforman su sistema.
El esfuerzo realizado durante estos seis meses le había dejado exhausto, había padecido un
sufrimiento psíquico y físico extremos. A esto se le sumaba que, su empatía era tal que, podía
percibir la dolencia del paciente momentos antes de que le visitase en su consulta.
Pero, a pesar de sus padecimientos nunca dejó de ayudar a las personas ni de disfrutar de
la compañía de sus amigos. Le gustaba acudir a la taberna, cantar y bromear con ellos. “Tenía
una figura inconfundible, andando a trancos con su perro de aguas Lulú, con bastón, sin
sombrero y con barba, irradiando felicidad y compañerismo”. (Nora Weeks)
En enero de 1936 recibe una carta de la Junta Médica General amonestándole por dejar
trabajar con él a ayudantes "no cualificados". Le amenazan nuevamente con retirarle su
licencia médica. No le importaba, y les contesta que ha abandonado la medicina ortodoxa:
En el verano de 1936 escribió la edición final de Los Doce Curadores y otros remedios.
Los 38 remedios fueron clasificados en los siguientes siete grupos:
1. Para el miedo.
2. Para la incertidumbre.
3. Para el insuficiente interés en las circunstancias presentes.
4. Para la soledad.
5. Para aquellos que son demasiado sensibles a las influencias e ideas.
6. Para la desesperación o el desaliento.
7. Para el exceso de cuidado para el bienestar de los demás.
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Planea una serie de conferencias para divulgar su método de curación. La primera de ellas
tiene lugar el 24 de septiembre de 1936 en el seno de la Asamblea masónica de Wallinford.
En octubre de 1936, a la edad de 50 años, dará su última charla pública en una reunión
masónica. El tema de la charla fue “La enfermedad curable”.
Sus fuerzas empiezan a flaquear, la tensión de una vida de trabajo ahora comenzó a pasar
factura, y por segunda vez en su vida, caerá gravemente enfermo. Aferrándose a las fuerzas
que le quedan, continúa su trabajo diario atendiendo enfermos, organizando correspondencia,
y supervisando a sus ayudantes. Ante la posibilidad de que quizá iba a pasar "al otro lado",
quiso dejar todos sus asuntos en orden antes de que esto ocurriera.
En la carta que Bach escribió a su editor C.W. Daniel un mes antes de su muerte, podemos
leer al final de la misma:
Experimentó una leve mejoría y, debido a su buen humor, parecía que podría recuperarse.
Pero el 27 de noviembre de 1936 murió apaciblemente mientras dormía.
EDWARD BACH
M.B. B.S. D.P.H.
1886 – 1936
BEHOLD I AM ALIVE FOR EVERMORE
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M.B. (Bachelor of Medicine - Bachiller en Medicina)
B.S. (Bachelor of Surgey - Bachiller en Cirugía)
D.P.H. (Diploma in Public Health - Diploma en Salud Pública)
1886 – 1936
He aquí estoy vivo por los siglos de los siglos
Bach había logrado sobrevivir 20 años más de lo que la medicina le había pronosticado, el
tiempo suficiente que le permitió concluir con su más ansiado objetivo, que es el que le
mantuvo con vida: encontrar los 38 remedios que componen su particular sistema de curación
que llamamos Las Flores de Bach y que permiten que la persona que las toma mantenga
encendida la llama en su interior, la luz que nunca se apaga, que cada individuo lleva dentro y
que guiará sus pasos hacia la felicidad y la realización de sus sueños, iluminando el camino a
pesar de todos los obstáculos con los que se vaya encontrando.
En su libro Cúrate a ti mismo, Bach escribió: “La vida no nos pide un sacrificio impensable,
sino que nos invita a recorrer su camino con alegría en nuestro corazón y a ser una bendición
para los que nos rodean, de tal manera que, si nos vamos de este mundo habiéndolo mejorado
un poco, habremos llevado a cabo nuestro trabajo”.
Antes de morir Bach dijo a sus compañeros que su trabajo estaba completo. Los 38
remedios abarcaban todos los estados mentales. Les pidió que se asegurasen de que su obra
quedaba inalterada en su total sencillez.
Nora Weeks fue la única beneficiaria de su testamento, pero Mary Tabor fue quien firmó
su certificado de defunción, donde se lee "Edward Bach, médico de Sotwell".
De Nora dijo que ella le había ayudado a recolectar las hierbas, había estudiado junto a él
sus características y conocía todo acerca de su trabajo.
Tras su muerte, que fue un duro golpe, la responsabilidad de continuar su obra recayó en
sus amigos, asistentes y compañeros de trabajo, a quienes había formado y entrenado: Nora
Weeks, Victor Bullen y Mary Tabor.
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En 1938, Mary escribió Fiel a ti mismo, donde relata, en forma de cuentos, la filosofía de
Bach, y donde aparecen todos los personajes de esta historia.
En 1940 Nora escribió su libro Los descubrimientos de Edward Bach, que, junto con Cúrate
a ti mismo y Los doces curadores despertaron gran interés, aumentaron las consultas de
pacientes y, sin ningún tipo de publicidad, su trabajo fue conociéndose cada vez más. Pocos
años después ya era conocido en todo el mundo.
Con esto se perdió parte del legado de Bach, el más cercano a su alma, dándose
preponderancia a los escritos que conforman la parte más “sanitaria" y pragmática.2
La casita de Mount Vernon fue comprada en 1958 con la ayuda de donativos de amigos y
pacientes. Nora y Victor lo hicieron registrar como una Fundación. Luego fue cedido a una
fundación benéfica con la garantía de que ningún particular pudiera adquirirlo y que quedara
para siempre como el centro de trabajo del Dr. Edward Bach.
En 1962 Nickie Murray, una sanadora espiritual, se unió a Nora y Victor. Más tarde, en
1971, lo haría su hermano John Ramsell. Ambos fueron formados por Nora y nombrados socios
equitativos, convirtiéndose en dedicados asistentes.
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Actualmente Fiel a ti mismo está disponible al público gracias a la iniciativa del español Lluis Juan Bautista, que
publicó una traducción comentada en 2010, sumada a la iniciativa del Centro Bach actual de disponer la versión
original al público. El interés en el libro se ha reavivado, resucitando la figura de Mary Tabor como un importante
pilar de la obra de Edward Bach.
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Victor murió en 1975 a la edad de 88 años. Edward Bach se había referido a él como “la
personificación misma del honor y de la integridad”.
Nora, a pesar de que ya era mayor, continuó trabajando incansablemente con gran entrega
y compromiso con la obra del Dr. Bach. Murió en 1978. Sin su dedicación exclusiva a los
remedios florales, estos nunca hubieran llegado a ser tan universalmente conocidos y
respetados.
Nickie se retiró del Centro en 1987, debido a un cambio de dirección y valores. John
enseñó a su hija Judy Ramsell Howard, actual administradora del centro.
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Bibliografía
Documental “La luz que nunca se apaga”, escrito y dirigido por David Sherrington. 1992.
Conferencia “Semblanza de Edward Bach”, por Maite Luna. Médico y Terapeuta floral. 2017.
Energy Works Bach Flower Courses: bachcourses.co.uk.
Bach Center, página oficial: floresbach.com.
Flower Essence Society: flowersociety.org.
“Medicina del Dr. Edward Bach”, “Flores de Bach y Antroposofía: Bach y Steiner”. Gabriela
Ricciardelli: medicinafloralhoy.blogspot.com.es.
“Remedios florales de Bach en relación con la medicina antroposófica”: anthromed.org.
“Edward Bach, la Astrología y la Terapia Floral”. Deon, Instituto de Ciencias Superiores:
deon.com.ar.
El conocimiento oculto de las Flores de Bach. Luis Jiménez. Revista Dsalud. dsalud.com.
“Sentir con Flores de Bach”. Pilar Vidal Clavería: piltruns.blogspot.com.es.
Blog “NaturalMente”. Marian Marín: naturalmente-marian.blogspot.com.es.
Edward Bach, la astrología y la terapia floral: aprendoaserluz.com.
“Mi amor no fue suficientemente fuerte”: laredfloral.com.
Ferato, enciclopedia de la salud en español: ferato.com.
“Flores de Bach II. 12 Sanadores, y Ayudantes y 19 Remedios”: bioherbolario.com.
“Versión original del libro de Mary Tabor disponible en el sitio del Bach Centre”:
cosmosdrops.wordpress.com.
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