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Arquitectura simbiótica

por Richard J. Dietrich arquitecto

Para tener calidad de vida, salud y bienestar, es tan


importante una construcción adecuada como alimentarse y
vestirse correctamente. Hoy en día esta verdad evidente debe
ser científicamente demostrada. Las ciencias que actualmente
se dedican a la vivienda, como son la medicina, la psicología,
la fisiología, la biología y geología, proporcionan además
argumentos y demuestran los daños a la salud de muchas de
la actuales construcciones.

Junto a los conocidos factores materiales del espacio, como son la forma, la
luz, el color, el sonido, el calor, influyen factores exteriores como los campos de
radiaciones naturales o de origen técnico, además de las vibraciones y las
reacciones químicas. Una comprobación científica exacta que demuestre los
complejos efectos psicológicos del medio ambiente sobre el organismo se
dieron a conocer hace veinticinco años por Heinrich Bielenberg, que más tarde
fue profesor de Arquitectura en Graz. Bielenberg partió de la base de que los
efectos psicológicos de los edificios se podían demostrar perfectamente con
animales en granjas intensivas; fácilmente constatables a lo largo de su vida.
Sorprendentemente estos resultados entran en fuerte contradicción con la
concepción científica de las granjas modernas. Actualmente las construcciones
destinadas a las personas representan una forma dañina para la salud. En las
antiguas construcciones de madera y de tejas hechas con arcilla o con paredes
en las que se fijo la arcilla a la estructura de madera original, los animales se
encontraban en perfecto estado de salud y su producción era de lo más
rentable. La forma de construcción intuitiva de nuestros antepasados -basada
en la experiencia inmediata de los procesos naturales - solucionó al mismo
tiempo la funcionalidad, los cuidados y la protección térmica. Esta forma de
construcción ya olvidada representa la más óptima y dinámica combinación
entre el organismo vivo, su habitáculo, y la naturaleza circundante, que es
considerada como un todo en el sentido de una arquitectura simbiótica, como
yo la llamo. Viviendas «inhabitables» con todos los avances técnicos. Por otra
parte, las investigaciones han demostrado en los modernos edificios que allí
donde se ha pretendido el máximo confort técnico se producen numerosos e
incontrolados efectos secundarios, de tal forma que se provoca una relación
insoportable en el conjunto, lo que constituye una arquitectura antibiológica.
Por primera vez en la historia de la arquitectura, hemos llegado a construir
casas que prácticamente se convierten en inhabitables si no introducimos
mejoras mediante modernos aparatos de climatización. En los modernos
edificios completamente climatizados domina la más absoluta oscuridad
ecológica. Los efectos comprobados que afectan a la salud llegan desde el
cansancio crónico, disminución generalizada de la vitalidad, hasta las
infecciones agudas debido a las reacciones que reducen el sistema inmunitario.
En las construcciones modernas produce auténticos estragos la conocida fiebre
del lunes, una enfermedad que se produce por la influencia del ambiente
cargado que existe regularmente al comenzar el trabajo. En 1982, el Instituto
de Sanidad de la República Federal Alemana publicó un estudio mediante el
cual se comprobó, en más de diez mil viviendas, que la atmósfera del interior
de las mismas era con frecuencia cincuenta veces más tóxica que la atmósfera
exterior de nuestras ciudades. Volver a reconocer las funciones originales de la
arquitectura En la construcción, en el empleo de materiales y en las dotaciones
en los últimos años se han adoptado importantes modificaciones, cuyos efectos
no se pueden predecir en modo alguno a simple vista. Las antiguas
edificaciones que utilizaban materiales naturales, han dado buen resultado
durante mucho tiempo. No obstante, en la moderna construcción se han
sustituído por materiales artificiales como el hormigón, el acero y los materiales
sintéticos, con los que se han construido e instalado calefacciónes centrales,
aire acondicionado, instalaciones eléctricas y todo tipo de aparatos. Con ciego
empeño progresista se han introducido todas estas innovaciones, sin que se
hiciese seriamente de una manera responsable la comprobación de los efectos
biológicos de estas innovaciones. Ninguno de los 163 Institutos dedicados a la
construcción en la República Federal Alemana tiene un departamento dedicado
al estudio biológico y a sus repercusiones en el ser humano. La función
primitiva de la arquitectura debe ser nuevamente reconocida, no sólo
tomándose medidas técnicas, sino partiendo de las características biológicas
que afectan a la persona y a sus necesidades. La meta de esta arquitectura es
el hombre y su lugar en la naturaleza. La relación entre el individuo, su hábitat y
la naturaleza Ante todo, debemos solucionar la tan traída idea de que se trata
de construir objetos estáticos. Cada construcción, incluso las más pesadas de
hormigón, se encuentran últimamente en un proceso, en mayor o menor
medida, dinámico. Por ejemplo, estas construcciones toman del exterior calor y
humedad que posteriormente devuelven. Solamente existe el problema de si
este proceso se asimila de una manera soportable para el bienestar del
habitante de estos edificios. Construir significa siempre intervenir dirigiendo el
sistema cibernético que constituye el hombre con su medio. Este sistema es
complejo y el peligro de los errores es considerablemente grande. Por eso, la
regla básica es: intervenir lo menos posible en los efectos del cambio entre el
hombre y su base vital natural. La arquitectura simbiótica significa organizar la
relación entre individuo, hábitat y naturaleza como un sistema de normas que
reaccionan entre sí. La tendencia clásica de la arquitectura a la belleza y a la
funcionalidad no se pone en duda sino que aumenta su importancia. El hábitat
a la medida de la naturaleza Esta casa se construirá mejor en un futuro según
los puntos de vista biológicos y ecológicos como un sistema integrado en otro
total. Este sistema no sólo se compondrá de materiales biológicos, sino de
materiales simbióticos que, sin dañar, producen un beneficio en el medio
ambiente y en sus orígenes además de poder ser reelaborados y no producir
productos de deshecho. La madera es y será, bajo estos puntos de vista, el
material ideal para la construcción. Pero no solamente pueden ser utilizados
materiales provenientes de la naturaleza, sino también materiales artificiales
que han sido desarrollados, producidos y utilizados según criterios biológicos y
ecológicos. La variación diferenciada de funciones en la arquitectura puede ser
satisfecha mediante diferentes materiales y formas de construcción. En este
sentido, el progreso y el espíritu innovador no tienen límites. La vida con sol,
aire y luz En el futuro, las fuerzas energéticas y las coordenadas geométricas
del sol y del viento se tomarán en cuenta para la situación y la manera de
construir de las viviendas a la medida de la naturaleza. El aire acondicionado
no sería necesario en ningún clima del mundo cuando las casas cumpliesen su
función original de protección climática confortable, lo que es posible en
cualquier clima. Las tradicionales formas de construcción indican el camino en
el que los medios y los conocimientos actuales hacen posible la mejora del
modo de construcción. Los rascacielos totalmente climatizados -esto es,
«jaulas» de mantenimiento intensivo para el funcional hombre moderno-
representan el extremo de los errores del desarrollo del medio natural del
hombre transformado en un ambiente artificial. Los rascacielos representan la
quinta esencia de la abolición de toda forma de construcción básicamente
saludable y amiga de la naturaleza. El despilfarro de energía, las calefacciones
que sobrecargan el medio ambiente, son totalmente innecesarias, incluso en
los climas situados más al norte del globo, porque la casa hecha a la medida
de la naturaleza del futuro será considerada en su totalidad como un receptor
solar. Esta casa no solamente ahorra calefacción, sino que llegará a ser
mediante esta insolación, un acumulador bioenergético en el sentido de la
biología luminosa. El cultivo de plantas en el interior y alrededor de este hábitat
será una parte eficaz de la arquitectura, esto es, actuará exteriormente como
piel (abrigo) e interiormente como pulmón. La civilización en armonía con la
naturaleza La construcción del futuro será, en parte, un arte de vida amplio que
desarrolle nuestros potenciales interiores y exteriores. Deberíamos renunciar a
innumerables juguetes preciados que perjudican nuestro medio ambiente. Por
el contrario, no deberíamos renunciar a una mayor calidad de vida, sino que
deberíamos adquirir una mejor y auténtica calidad de vida. Mediante los
conocimientos y modelos de nuestro universo en el cual todo está descubierto,
podríamos desarrollar una técnica simbiótica de naturaleza integral en lugar de
una técnica destructora y antibiológica de la naturaleza que nos abra a
cualquiera de nosotros posibilidades desconocidas. Este camino, sin embargo
no nos devuelve a una naturaleza considerada como un paraíso perdido, sino
que nos lleva hacia adelante y conjuntamente a la naturaleza y la técnica. Una
armonía entre civilización y naturaleza nos aproximaría a un futuro paraíso al
que podríamos aspirar en la Tierra. Las perspectivas de la humanidad nunca
fueron tan malas ni tan buenas como en el momento presente. Una llamada a
la esperanza es también una llamada a la resistencia.

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