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(A)
Hoy, el maestro de la Ley le pregunta a Jesús: «¿Cuál es el mandamiento mayor de la
Ley?» (Mt 22,36), el más importante, el primero. La respuesta, en cambio, habla de un
primer mandamiento y de un segundo, que le «es semejante» (Mt 22,39). El Señor nos lleva
hasta la profundidad de la catequesis cristiana, porque «de estos dos mandamientos penden
toda la Ley y los Profetas» (Mt 22,40).
Gracias a la pregunta del letrado sabemos a cuál de las numerosas normas que tenían los
judíos -tenían más de seiscientas- le daba más importancia Jesús. La respuesta no se hace
esperar y responde claramente: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo
como a ti mismo".
Por ello, vale la pena recordar que, antes de ir a comulgar se nos invita a dar la paz a los
que tenemos al lado, como representantes de todos los que encontraremos a lo largo del día.
Tomemos conciencia por tanto de que recibimos a Cristo, modelo de cómo hay que amar y
darnos a nuestros hermanos. Modelo de cómo debemos entregarnos a los demás y ser pan
partido para ellos. La cuaresma consiste en seguir el camino de Cristo a su Pascua. Y ese
camino es de entrega, de amor total.
He aquí la razón de ser del comentario clásico de los dos palos de la Cruz del Señor: el que
está cavado en tierra es la verticalidad, que mira hacia el cielo a Dios. El travesero
representa la horizontalidad, el trato con nuestros iguales. Dice san Juan de la Cruz:
«Cuanto más ama un alma, tanto más perfecta es en aquello que ama; de aquí que esta
alma, que ya es perfecta, toda ella es amor y todas sus acciones son amor».
Efectivamente, en los santos que conocemos vemos cómo el amor a Dios, que saben
manifestarle de muchas maneras, les otorga una gran iniciativa a la hora de ayudar al
prójimo. Pidámosle hoy a la Virgen Santísima que nos llene del deseo de sorprender a
Nuestro Señor con obras y palabras de afecto. Así, nuestro corazón será capaz de descubrir
cómo sorprender con algún detalle simpático a los que viven y trabajan a nuestro lado, y no
solamente en los días señalados, que eso lo sabe hacer cualquiera. ¡Sorprender!: forma
práctica de pensar menos en nosotros mismos.
Propósito
Hoy viviré la caridad con mi prójimo y rezaré un Padrenuestro por todos los que buscan ser
amados por Dios para que Él los cuide.
Oración colecta
Señor Dios, que nos has redimido para hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de
Padre, para que cuantos hemos creído en Cristo alcancemos la verdadera libertad y la
herencia eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: cf. Jn 8, 12
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que
tendrá la luz de la vida.
Comentario
La carta toma el lenguaje judicial para expresar gráficamente lo que Cristo ha hecho por
nosotros. Por nuestro pecado, teníamos un “acta de condena” que nos acusaba; pero Cristo
la ha destruido, la ha clavado en la cruz y nos ha liberado de todo peso y toda condena.
Nuestra vida es una acción de gracias por esta obra redentora.
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de
tu reino y proclamen tu poder. R.
Evangelio Lc 6, 12-19
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando
se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de
Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago,
Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote,
Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en
una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había
llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para
escucharlo y hacerse sanar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por
espíritus impuros quedaban sanos; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una
fuerza que sanaba a todos.
Palabra del Señor.
Comentario
La oración acompaña cada momento de la vida de Jesús. Es un encuentro inevitable con el
Padre. Así nos enseña que no podemos emprender la vida sin ese encuentro y sin la oración.
Nuestras opciones, nuestros proyectos y tareas, deben ser orados.
Oración Introductoria
Señor Jesús, en varias ocasiones el Evangelio hace mención que pasaste la noche en
oración... y yo que batallo para hacer mi meditación de 10, 15 ó 20 minutos. Tu oración es
fruto de tu amor, de tu dependencia a Dios. Ilumíname para yo pueda crecer también en mi
amor y que ahora sepa disponer mi corazón para hacer la voluntad del Padre en este día.
Petición
Jesucristo, enséñame a orar. Haz que te ame a tal punto, que me sea imposible no seguirte.
Meditación
Hoy quisiera centrar nuestra reflexión en las primeras palabras de este Evangelio: «En
aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios» (Lc
6,12). Introducciones como ésta pueden pasar desapercibidas en nuestra lectura cotidiana
del Evangelio, pero —de hecho— son de la máxima importancia. En concreto, hoy se nos
dice claramente que la elección de los doce apóstoles —decisión central para la vida futura
de la Iglesia— fue precedida por toda una noche de oración de Jesús, en soledad, ante Dios,
su Padre.
¿Cómo era la oración del Señor? De lo que se desprende de su vida, debía ser una plegaria
llena de confianza en el Padre, de total abandono a su voluntad —«no busco hacer mi
propia voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado» (Jn 5,30)—, de manifiesta unión a
su obra de salvación. Sólo desde esta profunda, larga y constante oración, sostenida siempre
por la acción del Espíritu Santo que, ya presente en el momento de su Encarnación, había
descendido sobre Jesús en su Bautismo; sólo así, decíamos, el Señor podía obtener la fuerza
y la luz necesarias para continuar su misión de obediencia al Padre para cumplir su obra
vicaria de salvación de los hombres. La elección subsiguiente de los Apóstoles, que, como
nos recuerda san Cirilo de Alejandría, «Cristo mismo afirma haberles dado la misma misión
que recibió del Padre», nos muestra cómo la Iglesia naciente fue fruto de esta oración de
Jesús al Padre en el Espíritu y que, por tanto, es obra de la misma Santísima Trinidad.
«Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó
también apóstoles» (Lc 6,13).
La oración fue una compañera inseparable de Jesús. En todo el Evangelio le vemos orando,
sobre todo en los momentos más decisivos de su vida: antes del Bautismo, al realizar varios
milagros, en la Última Cena, en el Huerto de los Olivos, en la Cruz, etc.
Aquí se nos narra la elección de los Doce apóstoles. Eran los hombres con los que iba a
comenzar la Iglesia y debían ser aptos para llevarla a buen término con paso firme. Por
tanto, era una decisión importante, que no podía hacerse con prisas y a la ligera. Necesitaba
dedicar una noche entera para consultarla con su Padre.
De la misma manera, todas nuestras grandes decisiones deberían surgir tras un encuentro
con Dios en la oración. Por ejemplo, al elegir una carrera, al optar por la vida matrimonial o
seguir una vocación religiosa, etc. También debemos rezar cuando llegan situaciones
difíciles en el trabajo o en la familia, ya que Dios nos puede ayudar a encontrar la solución
más adecuada.
¿Y cómo sabemos si la respuesta viene realmente de Dios? Cuando Dios "ilumina" un alma
por la acción del Espíritu Santo le envía algunas señales, por ejemplo, una profunda paz
interior, alegría, amor, etc. Es lo que llamamos "frutos del Espíritu". Y por si hubiera
dudas, nos damos cuenta de que esa solución está completamente de acuerdo con lo
revelado en las Sagradas Escrituras. También es provechoso contar con la ayuda de un buen
sacerdote que nos pueda orientar a encontrar la voluntad de Dios para nosotros, ya que ellos
reciben unas gracias especiales para ejercer su ministerio.
Ojalá que toda nuestra vida de cristianos —de discípulos de Cristo— esté siempre inmersa
en la oración y continuada por ella.
Propósito
Sabernos amados por Nuestro Padre, Dios, con un único amor, grande y fuerte. Buscar un
buen sacerdote que nos pueda orientar a encontrar la voluntad de Dios para nosotros.
Verde.
Semana IV para el Salterio.
Señor, concede la paz a los que esperan en ti, para que se compruebe la veracidad de tus
profetas. Escucha la oración de tu servidor y la de tu pueblo Israel.
Oración colecta
Míranos, Dios nuestro, creador y Señor del universo, y concédenos servirte de todo
corazón, para experimentar los efectos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Escucha nuestras súplicas, Señor, y recibe con bondad la ofrenda de tu pueblo, para que los
dones presentados en honor de tu nombre sirvan para la salvación de todos. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
El cáliz de bendición que bendecimos es la comunión con la Sangre de Cristo; y el pan que
partimos es la comunión con el Cuerpo de Cristo.
Te rogamos, Dios nuestro, que el don celestial que hemos recibido impregne nuestra alma y
nuestro cuerpo, para que nuestras obras no respondan a impulsos puramente humanos sino
a la acción de este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
El rencor y la ira son abominables, y ambas cosas son patrimonio del pecador. El hombre
vengativo sufrirá la venganza del Señor, que llevará cuenta exacta de todos sus pecados.
Perdona el agravio a tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados. Si un
hombre mantiene su enojo contra otro, ¿cómo pretende que el Señor lo sane? No tiene
piedad de un hombre semejante a él, ¡y se atreve a implorar por sus pecados! Él, un simple
mortal, guarda rencor: ¿quién le perdonará sus pecados? Acuérdate del fin, y deja de odiar;
piensa en la corrupción y en la muerte, y sé fiel a los mandamientos; acuérdate de los
mandamientos, y no guardes rencor a tu prójimo; piensa en la Alianza del Altísimo, y pasa
por alto la ofensa.
Palabra de Dios.
Comentario
A veces, nuestra espiritualidad es “tan espiritual” que no nos damos cuenta de que no
podemos dirigirnos a Dios para acudir a su misericordia si nos hemos vuelto rencorosos o
distantes del hermano. ¿No escuchamos, acaso, el grito del hermano que clama por nuestro
amor y misericordia? ¿No sentimos que debemos amar a quienes el mundo ha despojado de
amor?
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor,
alma mía, y nunca olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te
corona de amor y de ternura. R.
No acusa de manera inapelable ni guarda rencor eternamente; no nos trata según nuestros
pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. R.
Cuanto se alza el cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados. R.
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí. Si vivimos,
vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la
muerte, pertenecemos al Señor. Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los
vivos y de los muertos.
Palabra de Dios.
Comentario
Si nos miramos a nosotros mismos como si fuéramos “señores de todos”, nos pondremos en
el lugar de dominadores de los demás. En cambio, mirando a Jesús como Señor es como
reconocemos al otro como un hermano, tan humano como cualquiera de nosotros.
Aleluya Jn 13, 34
Aleluya. “Les doy un mandamiento nuevo: Ámense los unos a los otros, así como yo los he
amado”, dice el Señor. Aleluya.
Se acercó Pedro y dijo a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano
las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le respondió: “No te digo hasta siete
veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que
quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que
debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su
mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies,
diciéndole: ‘Dame un plazo y te pagaré todo’. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le
perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía
cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: ‘Págame lo que me debes’. El
otro se arrojó a sus pies y le suplicó: ‘Dame un plazo y te pagaré la deuda’. Pero él no
quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás
servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.
Este lo mandó llamar y le dijo: ‘¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No
debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?”. E
indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus
hermanos”.
Comentario
Oración introductoria
Jesús mío, Tú me has amado tanto que has querido dar tu vida por mí. Tú has amado a cada
hombre hasta el punto de morir por nosotros, a través del sacrificio de la cruz. Padre bueno,
bendícenos a nosotros, a nuestros padres, a nuestras familias y nuestros amigos. Te ofrezco
esta meditación por todos mis parientes, especialmente por aquellos que están más alejados
de tu gracia y de tu amor. Por aquellos que están peleados o tienen riñas dentro del hogar.
Abre nuestros corazones, para que hagamos siempre lo que tú nos pides y te descubramos
en el prójimo, para saber perdonarlo de corazón.
Petición
Señor, que a ejemplo tuyo, perdone al que me ofenda. Que tenga paciencia con aquellos
que son más ásperos o que pueden ser un poco duros, que te vea en mis hermanos y en ellos
te ame con corazón magnánimo.
Meditación
Hoy, preguntar «¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?»
(Mt 18,21), puede significar: —Éstos a quienes tanto amo, los veo también con manías y
caprichos que me molestan, me importunan cada dos por tres, no me hablan... Y esto un día
y otro día. Señor, ¿hasta cuándo los he de aguantar?
Jesús contesta con la lección de la paciencia. En realidad, los dos colegas coinciden cuando
dicen: «Ten paciencia conmigo» (Mt 18,26.29). Mientras la intemperancia del malvado,
que ahogaba al otro por poca cosa, le ocasiona la ruina moral y económica, la paciencia del
rey, a la vez que salva al deudor, a la familia y sus bienes, engrandece la personalidad del
monarca y le genera la confianza de la corte. La reacción del rey, en labios de Jesús, nos
recuerda aquello del libro de los Salmos: «Mas el perdón se halla junto a ti, para que seas
temido» (Sal 130,4).
La paciencia es una virtud cristiana porque forma parte del mensaje del Reino de los cielos,
y se forja en la experiencia de que todo el mundo tenemos defectos. Si Pablo nos exhorta a
soportarnos los unos a los otros (cf. Col 3,12-13), Pedro nos recuerda que la paciencia del
Señor nos da la oportunidad de salvarnos (cf. 2Pe 3,15).
Al soplo, al don del Espíritu Santo, el Señor une el poder de perdonar. Hemos escuchado
antes que el Espíritu Santo une, derriba las fronteras, conduce a unos hacia los otros. La
fuerza, que abre y permite superar, es la fuerza del perdón. Jesús puede dar el perdón y el
poder de perdonar, porque él mismo sufrió las consecuencias de la culpa y las disolvió en
las llamas de su amor. El perdón viene de la cruz; él transforma el mundo con el amor que
se entrega. Su corazón abierto en la cruz es la puerta a través de la cual entra en el mundo la
gracia del perdón. Y sólo esta gracia puede transformar el mundo y construir la paz.
Propósito
Tendré paciencia y perdonaré a aquél que sea ofensivo conmigo; a ejemplo de Cristo que
perdonó a todos los que le crucificaban.
Jesús, me alegra tanto saber que Tú siempre estas allí para enseñarme a perdonar y sobre
todo que me enseñas tu perdón; cuando yo peco también te estoy condenando y ofendiendo
nuevamente, al igual que tus verdugos. Cuando ofendo a mi hermano también te hago daño
a ti. Pero a pesar de ser así, me queda el consuelo más grande de mi fe: ¡Dios me ama! Te
pido, Señor, la gracia de tener un corazón como el tuyo, que sepa amar y perdonar a pesar
de las grandes o pequeñas dificultades de la vida.
De la feria
Verde.
Señor, concede la paz a los que esperan en ti, para que se compruebe la veracidad de tus
profetas. Escucha la oración de tu servidor y la de tu pueblo Israel.
Oración colecta
Míranos, Dios nuestro, creador y Señor del universo, y concédenos servirte de todo
corazón, para experimentar los efectos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Escucha nuestras súplicas, Señor, y recibe con bondad la ofrenda de tu pueblo, para que los
dones presentados en honor de tu nombre sirvan para la salvación de todos. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
El cáliz de bendición que bendecimos es la comunión con la Sangre de Cristo; y el pan que
partimos es la comunión con el Cuerpo de Cristo.
Te rogamos, Dios nuestro, que el don celestial que hemos recibido impregne nuestra alma y
nuestro cuerpo, para que nuestras obras no respondan a impulsos puramente humanos sino
a la acción de este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Querido hijo: Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y
acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades,
para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna. Esto
es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él quiere que todos se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad. Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los
hombres: Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos.
Éste es el testimonio que él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido heraldo y
apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento. Por lo
tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta
intención, sin arrebatos ni discusiones.
Palabra de Dios.
Comentario
Nadie puede quedar fuera de nuestra oración. Por eso, en esta carta se nos pide rezar no
solo por los hermanos de la comunidad, sino también por quienes nos gobiernan,
independientemente de si nos caen bien o estamos en desacuerdo con sus opciones. Rezar
nos hace profundizar en la responsabilidad de la comunión y del trabajo por la unidad de
nuestra comunidad y de todo nuestro pueblo.
Oye la voz de mi plegaria, cuando clamo hacia ti, cuando elevo mis manos hacia tu
Santuario. R.
Aleluya Jn 3, 1
Aleluya. Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único; todo el que cree en él tiene
Vida eterna. Aleluya.
Evangelio Lc 7, 1-10
Jesús entró en Cafarnaúm. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto
de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos
judíos para rogarle que viniera a sanar a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le
suplicaron con insistencia, diciéndole: “Él merece que le hagas este favor, porque ama a
nuestra nación y nos ha construido la sinagoga”. Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba
cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: “Señor, no te molestes,
porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte
personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque yo –que no soy
más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes– cuando digo a uno: ‘Ve’,
él va; y a otro: ‘Ven’, él viene; y cuando digo a mi sirviente: ‘¡Tienes que hacer esto!’, él lo
hace”. Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo
seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe”. Cuando los
enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.
Comentario
La misericordia de Jesús no tiene límites, porque no hay fronteras para el amor solidario
hacia el que sufre. Recordemos que el hombre que pide es un soldado, un hombre con
poder sobre otros, pero sobre todo un símbolo de la ocupación romana en el pueblo de
Dios. Para Jesús eso no importa. Se trata de un hombre, un hijo de Dios, que busca librar de
la muerte a un sirviente.
Oración Introductoria
Dios mío, te pido me concedas la gracia de iniciar esta oración con la fe del oficial romano.
Deseo profundamente mejorar mi estilo de vida porque he tomado la decisión y tengo la
confianza de que, con tu ayuda, puede llegar a ser un auténtico testigo de tu amor.
Petición
Señor, no soy digno, pero humildemente te pido que aumentes mi fe para poder unirme a
Ti.
Meditación
La gracia de Dios necesita ser alimentada por nuestra fe para poder obrar milagros y
maravillas. Esta es la lección de este Evangelio. Jesús, por compasión y buena voluntad, se
levanta y va a curar al siervo del centurión, pero cuando llega a casa de éste, salen los
amigos con su recado: "No soy digno..." y "...con una palabra tuya..."
Fe y humildad. La combinación perfecta para que Dios otorgue sus más hermosas gracias a
la gente que se las pide. Fe, porque el centurión creyó con todo su corazón que Jesús podía
curar a su siervo. No dudó del poder de Jesús en su corazón. Porque de otra manera no
hubiera podido arrancar de su Divina misericordia esta gracia.
Humildad, porque siendo centurión y romano, que tenían en ese tiempo al pueblo judío
dominado, no le ordenó a Jesús como si fuera un igual o una persona de menor rango. Todo
lo contrario. Se humilló delante de Él y despojándose de su condición de dominador de las
gentes, reconoció su condición de hombre necesitado de Él.
Salir de nosotros mismos para ir al encuentro de Cristo: Él ha salido de sí mismo para venir
a nuestro encuentro, ha colocado su tienda entre nosotros para traer la misericordia que
salva y da esperanza. Es un tiempo de gracia que el Señor nos ofrece para abrir las puertas
del corazón, de la vida, saliendo al encuentro de los demás y brindando la luz y el gozo de
nuestra fe. Salir siempre con el amor y la ternura de Dios, en el respeto y la paciencia,
sabiendo que nosotros ponemos las manos, los pies, el corazón, pero es Dios quien guía y
hace fecundas nuestras acciones.
Propósito
Al acercarme a recibir la Eucaristía, rezar con atención el «Yo no soy digno…». Imitemos
la actitud del centurión cada vez que acudamos a Dios. Si rezamos con fe y humildad,
seguro que nos concederá lo que pidamos.
Misa a elección:
Feria. Verde.
La tradición dice que Jenaro fue obispo de Benevento, cerca de Nápoles, cuando se
desencadenó la persecución de Diocleciano. Fue la última que sufrió la Iglesia antes de la
paz de Constantino. Y también la más cruel. Jenaro fue apresado por los soldados cuando
se dirigía a la cárcel a visitar a los cristianos. Fue degollado junto con sus compañeros. Se
conservan las actas de su martirio (Diccionario de los Santos, Ed. Verbo Divino).
Señor, concede la paz a los que esperan en ti, para que se compruebe la veracidad de tus
profetas. Escucha la oración de tu servidor y la de tu pueblo Israel.
Oración colecta
Míranos, Dios nuestro, creador y Señor del universo, y concédenos servirte de todo
corazón, para experimentar los efectos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Dios nuestro, que nos permites venerar la memoria de tu mártir san Jenaro; concédenos
gozar de su compañía en la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Escucha nuestras súplicas, Señor, y recibe con bondad la ofrenda de tu pueblo, para que los
dones presentados en honor de tu nombre sirvan para la salvación de todos. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
El cáliz de bendición que bendecimos es la comunión con la Sangre de Cristo; y el pan que
partimos es la comunión con el Cuerpo de Cristo.
Te rogamos, Dios nuestro, que el don celestial que hemos recibido impregne nuestra alma y
nuestro cuerpo, para que nuestras obras no respondan a impulsos puramente humanos sino
a la acción de este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Querido hijo: El que aspira a presidir la comunidad desea ejercer una noble función. Por
eso, el que preside debe ser un hombre irreprochable, que se haya casado una sola vez,
sobrio, equilibrado, ordenado, hospitalario y apto para la enseñanza. Que no sea afecto a la
bebida ni pendenciero, sino indulgente, enemigo de las querellas y desinteresado. Que sepa
gobernar su propia casa y mantener a sus hijos en la obediencia con toda dignidad. Porque
si no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar la Iglesia de Dios? Y no debe ser un
hombre recientemente convertido, para que el orgullo no le haga perder la cabeza y no
incurra en la misma condenación que el demonio. También es necesario que goce de buena
fama entre los no creyentes, para no exponerse a la maledicencia y a las redes del demonio.
De la misma manera, los diáconos deben ser hombres respetables, de una sola palabra,
moderados en el uso del vino y enemigos de ganancias deshonestas. Que conserven el
misterio de la fe con una conciencia pura. Primero se los pondrá a prueba, y luego, si no
hay nada que reprocharles, se los admitirá al diaconado. Que las mujeres sean igualmente
dignas, discretas para hablar de los demás, sobrias y fieles en todo. Los diáconos deberán
ser hombres casados una sola vez, que gobiernen bien a sus hijos y su propia casa. Los que
desempeñan bien su ministerio se hacen merecedores de honra y alcanzan una gran firmeza
en la fe de Jesucristo.
Palabra de Dios.
Comentario
Las comunidades cristianas deben organizarse para responder a las necesidades de sus
miembros en determinados tiempos y lugares. En esta carta, se presenta al epíscopo y a los
diáconos y diaconisas (nombradas en el texto como “las mujeres”). Hoy, en nuestras
comunidades, también florecen diversos ministerios, y con el tiempo se irán renovando, de
acuerdo con el dinamismo de la Iglesia y su docilidad al Espíritu.
Celebraré con un canto la bondad y la justicia: a ti, Señor, te cantaré; expondré con sensatez
el camino perfecto: ¿cuándo vendrás en mi ayuda? R.
Yo procedo con rectitud de corazón en los asuntos de mi casa; nunca pongo mis ojos en
cosas infames. Detesto la conducta de los descarriados. R.
Pongo mis ojos en las personas leales para que estén cerca de mí; el que va por el camino
perfecto es mi servidor. R.
Aleluya Lc 7, 16
Evangelio Lc 7, 11-17
Comentario
El texto expresa, en forma constante, las actitudes de Jesús de acercamiento a esa mujer. De
este modo la mujer recibe, como lo dice el mismo texto, “la visita de Dios”. Esta “visita” es
renovación, y por supuesto todos nosotros estamos invitados a recibirlo también en nuestras
vidas.
Oración introductoria
Dios mío, Tan grande es tu amor que no dejas de compadecerte de mí, a pesar de mis
debilidades, porque digo y no hago, ofrezco y no cumplo. ¡Ven a iluminar mi oración!
Dame la gracia que me hará crecer en amor y en fidelidad.
Petición
Señor, quiero ser todo para Ti, concédeme olvidarme de mis preocupaciones para poder
escucharte.
Meditación
Hoy, dos comitivas se encuentran. Una comitiva que acompaña a la muerte y otra que
acompaña a la vida. Una pobre viuda, seguida por sus familiares y amigos, llevaba a su hijo
al cementerio y de pronto, ve la multitud que iba con Jesús. Las dos comitivas se cruzan y
se paran, y Jesús dice a la madre que iba a enterrar a su hijo: «No llores» (Lc 7,13). Todos
se quedan mirando a Jesús, que no permanece indiferente al dolor y al sufrimiento de
aquella pobre madre, sino, por el contrario, se compadece y le devuelve la vida a su hijo. Y
es que encontrar a Jesús es hallar la vida, pues Jesús dijo de sí mismo: «Yo soy la
resurrección y la vida» (Jn 11,25). San Braulio de Zaragoza escribe: «La esperanza de la
resurrección debe confortarnos, porque volveremos a ver en el cielo a quienes perdemos
aquí».
Hay una diferencia abismal entre las demás religiones y el Cristianismo. En las demás, el
hombre va en busca de Dios. En el Cristianismo es Dios el que busca al hombre.
Y en la Iglesia Católica, fundada por Cristo, lo vemos todos los días. Este Evangelio es una
prueba más del amor de Dios hacia nosotros, que es infinito. Tiene el arrojo y tesón del
amor de padre y el candor y profundidad del amor de madre. Cristo al ver a la viuda que se
le había muerto todo lo que tenía en el mundo, se compadece de ella. Del Corazón de Cristo
brota esa necesidad de consolar a la viuda y le vuelve a entregar a su hijo.
Esto es la invitación a hacer memoria del encuentro con Jesús, de sus palabras, sus gestos,
su vida; este recordar con amor la experiencia con el Maestro, es lo que hace que las
mujeres superen todo temor y que lleven la proclamación de la Resurrección a los
Apóstoles y a todos los otros. Hacer memoria de lo que Dios ha hecho por mí, por nosotros,
hacer memoria del camino recorrido; y esto abre el corazón de par en par a la esperanza
para el futuro. Aprendamos a hacer memoria de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas.
Los cristianos hemos de saber imitar a Jesús. Debemos pedir a Dios la gracia de ser Cristo
para los demás. ¡Ojalá que todo aquél que nos vea, pueda contemplar una imagen de Jesús
en la tierra! Quienes veían a san Francisco de Asís, por ejemplo, veían la imagen viva de
Jesús. Los santos son aquellos que llevan a Jesús en sus palabras y obras e imitan su modo
de actuar y su bondad. Nuestra sociedad tiene necesidad de santos y tú puedes ser uno de
ellos en tu ambiente.
Dios sigue obrando milagros para que nosotros podamos ser felices en Él. Es imposible que
a Dios le guste vernos tristes, porque nos ama. Pero si lo estamos... ¿acaso será porque no le
hemos permitido a Cristo entrar en nuestras vidas? Pidamos hoy esta gracia a Cristo
Eucaristía.
Propósito
Hacer una visita al Santísimo Sacramento para escuchar lo que Dios me quiere decir hoy y
dejarlo entrar en nuestra vida.
Señor, sé, como decía san Agustín, que las aflicciones y tribulaciones que a veces sufrimos
nos sirven de advertencia y corrección, y que si tuviera la fe debida, no temería a nada ni a
nadie, porque todo pasa para nuestro bien, si sabemos poner todo en tus manos. Pero bien
conoces mi debilidad, mi necesidad de sentir tu consuelo y tu presencia, ven a mi corazón,
que quiere resucitar contigo, para poder experimentar el amor de Dios.
Miércoles 20 de Septiembre de 2017
Santos Andrés Kim Taegón, presbítero, Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires
(MO). Rojo.
Durante el siglo XIX, los cristianos de Corea sufrieron varias persecuciones. En medio de
estas hostilidades y de la falta de sacerdotes, los laicos coreanos mantuvieron viva la fe.
Andrés pertenecía a una familia rural, y se estaba formando para ser sacerdote cuando
comenzó la persecución. Mientras era prisionero, fue ordenado sacerdote, y poco después
fue martirizado junto con un grupo de laicos.
Antífona de entrada
La sangre de los mártires fue derramada por Cristo en la tierra; por eso ellos alcanzaron la
recompensa eterna.
Oración colecta
Dios nuestro, que has querido multiplicar el número de tus hijos en el mundo entero, y has
hecho que la sangre de los santos mártires Andrés y compañeros fuera fecunda semilla de
vida cristiana; concédenos la fuerza de su ayuda y el estímulo de su ejemplo. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es
Dios, por los siglos de los siglos.
Dios todopoderoso, mira con bondad las ofrendas de tu pueblo y concédenos, por la
intercesión de los santos mártires, llegar a ser un sacrificio agradable a ti para la salvació
del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
“Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que
está en el cielo”, dice el Señor.
Alimentados con el pan de los fuertes, te suplicamos, Padre, en la celebración de los santos
mártires, que unidos firmemente a Cristo trabajemos en la Iglesia por la salvación del
mundo entero. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
Comentario
Doy gracias al Señor de todo corazón, en la reunión y en la asamblea de los justos. Grandes
son las obras del Señor: Los que las aman desean comprenderlas. R.
Aleluya. Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida; tú tienes palabras de Vida eterna.
Aleluya.
Evangelio Lc 7, 31-35
Dijo el Señor: ¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se
parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos:
“¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no
lloraron!”. Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen:
“¡Tiene un demonio!”. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “¡Es un glotón
y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!”. Pero la Sabiduría ha sido reconocida
como justa por todos sus hijos.
“La invitación es, entonces, a ver en cada circunstancia la acción de Dios, no encerrarnos
en nuestros propios criterios, recordar siempre que los designios de Dios no coinciden casi
nunca con los nuestros; muchas veces quisiéramos que Dios actuara de esta o aquella
manera, pero no es así”.
Oración Introductoria
Señor Jesús, acércate a mi vida, quiero tu sabiduría para poder tener un auténtico encuentro
con Dios en esta oración, creo, espero y te amo. Ven Señor, ¡no tardes!
Petición
Meditación
Hoy, Jesús constata la dureza de corazón de la gente de su tiempo, al menos de los fariseos,
que están tan seguros de sí mismos que no hay quien les convierta. No se inmutan ni
delante de Juan el Bautista, «que no comía pan ni bebía vino» (Lc 7,33), y le acusaban de
tener un demonio; ni tampoco se inmutan ante el Hijo del hombre, «que come y bebe», y le
acusan de “comilón” y “borracho”, es más, de ser «amigo de publicanos y pecadores» (Lc
7,34). Detrás de estas acusaciones se esconden su orgullo y soberbia: nadie les ha de dar
lecciones; no aceptan a Dios, sino que se hacen su Dios, un Dios que no les mueva de sus
comodidades, privilegios e intereses.
Nosotros también tenemos este peligro. ¡Cuántas veces lo criticamos todo: si la Iglesia dice
eso, porque dice aquello, si dice lo contrario...; y lo mismo podríamos criticar refiriéndonos
a Dios o a los demás. En el fondo, quizá inconscientemente, queremos justificar nuestra
pereza y falta de deseo de una verdadera conversión, justificar nuestra comodidad y falta de
docilidad. Dice san Bernardo: «¿Qué más lógico que no ver las propias llagas,
especialmente si uno las ha tapado con el fin de no poderlas ver? De esto se sigue que,
ulteriormente, aunque se las descubra otro, defienda con tozudez que no son llagas, dejando
que su corazón se abandone a palabras engañosas».
Hemos de dejar que la Palabra de Dios llegue a nuestro corazón y nos convierta, dejar
cambiarnos, transformarnos con su fuerza. Pero para eso hemos de pedir el don de la
humildad. Solamente el humilde puede aceptar a Dios, y, por tanto, dejar que se acerque a
nosotros, que como “publicanos” y “pecadores” necesitamos que nos cure. ¡Ay de aquél
que crea que no necesita al médico! Lo peor para un enfermo es creerse que está bueno,
porque entonces el mal avanzará y nunca pondrá remedio. Todos estamos enfermos de
muerte, y solamente Cristo nos puede salvar, tanto si somos conscientes de ello como si no.
¡Demos gracias al Salvador, acogiéndolo como tal!
Jesús compara a los indecisos con unos chiquillos que han perdido la capacidad de
reaccionar ante las invitaciones de sus amigos, pues ni bailan ni lloran. Es como cuando
vemos el canal de las noticias y, después de una noticia trágica, pasamos a la información
deportiva como si nada. Nos conmovimos unos segundos y luego nos olvidamos.
Cristo espera que nuestro corazón vuelva a palpitar y reaccione ante nuestra realidad y la
del mundo. Si nuestra fe está marchita, es hora de que rejuvenezca. Si Jesús sigue clavado
en la cruz por nosotros, es tiempo de aprovechar la redención.
Esta es una invitación a tratar de conocer cada vez mejor la verdadera naturaleza de la
Iglesia, y también su caminar por el mundo, con sus virtudes y sus pecados, y conocer las
motivaciones espirituales que la guían, y que son las más auténticas para comprenderla.
Porque si no abrimos los ojos, vendrá alguien a tocar a nuestra puerta y nos arrebatará lo
más valioso que tenemos, sin darnos cuenta.
Propósito
Jesús, no quiero que lleguen los problemas, las enfermedades o el momento de la muerte
para saber reconocer la gran necesidad que tengo de tu presencia en mi vida. Por eso, a raíz
de este encuentro contigo en la oración, me propongo valorar mi fe y luchar por conocer
más Tu Palabra y la Iglesia.
De la feria
Verde
Señor, concede la paz a los que esperan en ti, para que se compruebe la veracidad de tus
profetas. Escucha la oración de tu servidor y la de tu pueblo Israel.
Oración colecta
Míranos, Dios nuestro, creador y Señor del universo, y concédenos servirte de todo
corazón, para experimentar los efectos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Escucha nuestras súplicas, Señor, y recibe con bondad la ofrenda de tu pueblo, para que los
dones presentados en honor de tu nombre sirvan para la salvación de todos. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
El cáliz de bendición que bendecimos es la comunión con la Sangre de Cristo; y el pan que
partimos es la comunión con el Cuerpo de Cristo.
Te rogamos, Dios nuestro, que el don celestial que hemos recibido impregne nuestra alma y
nuestro cuerpo, para que nuestras obras no respondan a impulsos puramente humanos sino
a la acción de este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
Comentario
Pareciera que hay un conflicto importante en la comunidad que dirige Timoteo: la codicia y
la ambición. Una tentación muy común de todos los tiempos, y de todas las personas. Es
necesario estar muy atentos, y el pastor tiene que discernir estas situaciones. Claro, él debe
ser modelo de pobreza y humildad para que su intervención sea hecha desde una autoridad
ganada por su testimonio.
¿Por qué voy a temer en los momentos de peligro, cuando me rodea la maldad de mis
opresores, de esos que confían en sus riquezas y se jactan de su gran fortuna? R.
No, nadie puede rescatarse a sí mismo ni pagar a Dios el precio de su liberación, para poder
seguir viviendo eternamente sin llegar a ver el sepulcro: El precio de su rescate es
demasiado caro, y todos desaparecerán para siempre. R.
Aunque en vida se felicitaba, diciendo: “Te alabarán porque lo pasas bien”, igual irá a
reunirse con sus antepasados, con esos que nunca verán la luz. R.
Evangelio Lc 8, 1-3
Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la buena noticia del
reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido
sanadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían
salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas
otras, que los ayudaban con sus bienes.
Comentario
“Estas mujeres son modelo de discipulado: siguen a Jesús, habiendo antes experimentado
su salvación, y ellas y sus bienes se ponen al servicio del Mesías y del anuncio del Reino de
Dios”.
Oración Introductoria
Qué dicha la de los Doce y de las mujeres que supieron reconocerte y por ello dejaron todo
para acompañarte y servirte. Permite que encuentre la luz y la fortaleza en esta oración para
permanecer siempre fiel a tu gracia, aun cuando se presenten dificultades y problemas.
Petición
Meditación
Hoy, nos fijamos en el Evangelio en lo que sería una jornada corriente de los tres años de
vida pública de Jesús. San Lucas nos lo narra con pocas palabras: «Jesús iba por ciudades y
pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva» (Lc 8,1). Es lo que contemplamos en
el tercer misterio de Luz del Santo Rosario.
Tres mujeres en primera línea. Cada una con su vocación particular y las tres seguidoras
incansables de las huellas de Jesús.
María Magdalena pasó a la historia por ser la primera persona que vio a Cristo resucitado.
Todos recordamos esa escena: ella, llorando junto al sepulcro; el Señor que se le aparece
como si fuera el hortelano. Luego el encuentro y el anuncio a los apóstoles. María
Magdalena, la apasionada discípula que está junto a la cruz en el Calvario, junto a la Virgen
y san Juan.
Había otras mujeres que seguían al Maestro de Nazaret. Juana también le acompañó desde
los tiempos felices de los milagros hasta el dolor del sepulcro tras la muerte de Cristo. Era
una persona importante en la ciudad. Una de esas santas mujeres que sabían estar, al mismo
tiempo, entre la alta sociedad de la época y entre los pobres que escuchaban las palabras del
Mesías.
También Susana ejerció un papel importante. Ella colaboraba con sus bienes para que el
Señor y sus discípulos pudiesen dedicarse a lo importante: la predicación del Reino de los
Cielos.
Son mujeres de actualidad, con un testimonio muy vivo. Son el reflejo del amor a toda
prueba, de la fidelidad y de la ayuda a la obra de Cristo.
Jesús continúa pasando cerca de nosotros ofreciéndonos sus bienes sobrenaturales: cuando
hacemos oración, cuando leemos y meditamos El Evangelio para conocerlo y amarlo más e
imitar su vida, cuando recibimos algún sacramento, especialmente la Eucaristía y la
Penitencia, cuando nos dedicamos con esfuerzo y constancia al trabajo de cada día, cuando
tratamos con la familia, los amigos o los vecinos, cuando ayudamos a aquella persona
necesitada material o espiritualmente, cuando descansamos o nos divertimos... En todas
estas circunstancias podemos encontrar a Jesús y seguirlo como aquellos doce y aquellas
santas mujeres.
Pero, además, cada uno de nosotros es llamado por Dios a ser también “Jesús que pasa”,
para hablar —con nuestras obras y nuestras palabras— a quienes tratamos acerca de la fe
que llena de sentido nuestra existencia, de la esperanza que nos mueve a seguir adelante por
los caminos de la vida fiados del Señor, y de la caridad que guía todo nuestro actuar.
La primera en seguir a Jesús y en “ser Jesús” es María. ¡Que Ella con su ejemplo y su
intercesión nos ayude!
Propósito
Permite, Señor, que tanto los hombres como las mujeres de hoy tengamos una gran
necesidad de Ti y seammos apóstoles que propaguen tu mensaje de verdad y de caridad.
La liturgia diaria meditada - Los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos
(Mt 19, 30-20, 16) 24/09
Domingo 24 de Septiembre de 2017
A comienzos del siglo XIII, numerosos cristianos cayeron prisioneros de los sarracenos con
peligro de perder su fe. La santísima Virgen María, apareciéndose a san Pedro Nolasco, a
san Raimundo de Peñafort y al rey Jacobo de Aragón, les dijo que sería de sumo agrado
suyo y de su Hijo la institución de una Orden religiosa en su honor con el fin de liberar a
los caídos en poder de los infieles. Así, fundaron la Orden de los cautivos, los miembros de
la cual se obligaron con voto a permanecer en poder de los infieles, si ello fuese necesario
para la liberación de los cristianos.
Monición
Guía 1: Toda la evangelización está fundada sobre la Palabra, escuchada, meditada, vivida,
celebrada y testimoniada. Por eso hoy, denominado “Domingo Bíblico”, como comunidad
reunida, elevamos con alegría nuestra acción de gracias por todas las actividades de
difusión de la Palabra de Dios por todo el mundo.
Guía 2: La invitación del Papa a celebrar la Palabra un domingo del año litúrgico, es un
gran desafío para renovar nuestro compromiso cristiano en favor del conocimiento, la
profundización y difusión de la Sagrada Escritura. Este Día del Señor, dedicado
enteramente a la Palabra de Dios, es un don que nos llama a abrir el corazón, para
comprender la inagotable riqueza que proviene de ese diálogo constante entre Dios y su
pueblo.
Oración colecta
1. Por la Iglesia, depositaria de la Palabra de Dios, para que siempre la anuncie con alegría
a todos los pueblos del mundo. Oremos.
2. Por todos los pastores, sacerdotes, catequistas y agentes pastorales que trabajan en la
Viña del Señor, para que sigan enseñando la Palabra, especialmente con el ejemplo de sus
vidas. Oremos.
3. Por nuestras familias, para que podamos compartir con ellas el anuncio que recibimos de
Dios, y sus relaciones se afiancen entre sí y con el Señor. Oremos.
4. Por los que no te conocen, para que nosotros podamos transmitirles tu Palabra y
contagiar la experiencia de tu amor. Oremos.
5. Por los que padecen necesidades, por los que añoran su patria o viven lejos de sus
hogares, para que experimenten el consuelo y la fortaleza de Dios. Oremos.
Nos ofrecemos al Padre junto a Jesús, como hostias vivas y agradables, también
presentamos los frutos de nuestro trabajo. Para que en los signos de pan y vino nuevamente
Jesús, como en la tarde de Emaús se quede junto a nosotros, y él nos fortalezca con su
alimento divino para que podamos acercarnos al hermano pobre y desprotegido.
Acepta con bondad, Señor, las ofrendas de tu pueblo, y, por medio de este sacramento
celestial, haz que se haga vida en nosotros cuanto proclamamos por la fe. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Procesión de comunión
Este es Jesucristo, el Señor, que se da a sí mismo gratuitamente tanto al fuerte como al
débil. Dichosos nosotros que trabajamos en su Viña, porque él es nuestra vida y alegría.
Te pedimos, Padre, que acompañes siempre con tu auxilio a los que alimentas con tus
sacramentos, para que en estos misterios recibamos los frutos de la redención y la
conversión de nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Saludo de despedida
Liturgia de la Palabra
¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca! Que el
malvado abandone su camino y el hombre perverso, sus pensamientos; que vuelva al Señor,
y él le tendrá compasión; a nuestro Dios, que es generoso en perdonar. Porque los
pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos -
oráculo del Señor-. Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis
caminos y mis pensamientos a los caminos y a los pensamientos de ustedes.
Palabra de Dios.
Comentario
El encuentro con Dios depende de nuestra actitud y disponibilidad. No hay un solo
momento en el que Dios no se deje encontrar, porque en verdad no se oculta. Quizás somos
nosotros los que postergamos un encuentro profundo y sanador con él.
Día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. ¡Grande es el Señor y muy digno
de alabanza: su grandeza es insondable! R.
El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones; está cerca de
aquellos que lo invocan, de aquellos que lo invocan de verdad. R.
Hermanos: Estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que
muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo. Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte,
una ganancia. Pero si la vida en este cuerpo me permite seguir trabajando fructuosamente,
ya no sé qué elegir. Me siento urgido de ambas partes: deseo irme para estar con Cristo,
porque es mucho mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que permanezca en este
cuerpo. Tengo la plena convicción de que me quedaré y permaneceré junto a todos ustedes,
para que progresen y se alegren en la fe. De este modo, mi regreso y mi presencia entre
ustedes les proporcionarán un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Comentario
¿Cómo la muerte puede ser una ganancia? ¿Qué tiene de beneficioso morir? Para Pablo, la
muerte de Cristo nos ha liberado del pecado y de todas sus consecuencias. Es una libertad
que nos da una vida nueva, es decir, un nuevo modo de vivir, de relacionarnos entre
nosotros y de buscar nuestra plenitud. La muerte de Cristo es, en verdad, lo que nos ha dado
vida.
Aleluya. Señor, toca nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluya.
Jesús dijo a sus discípulos: “Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los
últimos serán los primeros.
Porque el reino de los cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a
contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a
su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo:
‘Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a
salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y,
encontrando todavía a otros, les dijo: ‘¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer
nada?’. Ellos les respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’. Entonces les dijo: ‘Vayan
también ustedes a mi viña’. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le
dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por
los primeros’. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno
un denario.
Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron
igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos
últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos
soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’. El propietario respondió a
uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?
Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no
tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea
bueno?’.
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”.
Comentario
Dios es desconcertante. Nosotros medimos las cosas de la vida con lógica humana:
sumamos los puntos para merecer la salvación. Pero, por el contrario, él decide darla como
puro derroche. Él tiene una bondad que no deja a nadie afuera. Su reino es comunión de
amor, donde no hay “más” o “menos” según los cálculos humanos, sino que para todos hay
plenitud.
Oración introductoria
Señor Jesús, Tú sabes que es lo que más me conviene. Cuenta conmigo, llámame, a la hora
que quieras, para trabajar en tu viña. Tú eres fiel a tu Palabra y estás más interesado que yo
en mi bien espiritual, por eso confío plenamente en Ti. Quiero escuchar tu voz. Habla,
Señor, estoy a la escucha.
Petición
Señor, quiero trabajar por Ti, quiero desgastarme por Ti, quiero poner todo lo que soy a tu
servicio. Ilumíname para saber cómo y dónde servirte.
Meditación
Nos cuesta entender que los caminos del Señor son distintos a los nuestros. Dios se
presenta como un amo generoso que no funciona por rentabilidad, sino por amor gratuito e
inmerecido. Esta es la buena noticia del evangelio. Pero nosotros insistimos en atribuirle el
metro siempre injusto de nuestra humana justicia. En vez de parecernos a él intentamos que
él se parezca a nosotros con salarios, tarifas, comisiones intereses y porcentajes. Queremos
comerciar con él y que nos pague puntualmente el tiempo que le dedicamos y que
prácticamente se reduce al empleado en unos ritos sin compromiso y unas oraciones sin
corazón. Con una mentalidad utilitarista, muy propia de nuestro tiempo, preguntamos:
¿Para qué sirve ir a misa, si Dios nos va a querer igual? Así evidenciamos que no hemos
tenido la experiencia de que Dios nos quiere y no reaccionamos en consecuencia amándole
también más por encima de leyes y medidas. Dios es gratuito. Vemos absurdo y hasta
injusto ser queridos todos por igual. ¡A cada uno lo suyo!, decimos como quien da un
argumento incontestable con tono de protesta sindical ante Dios. Olvidamos que la gracia
ha sustituido a la ley, que la misericordia y el amor es lo único importante para Dios.
Imitemos su ejemplo también nosotros.
Y Jesús nos quiere enseñar que nuestra relación con Dios no se funda en un contrato
laboral sino en un lazo filial, que no somos asalariados, sino hijos y por tanto hermanos.
Hijos únicos que ocupamos en el corazón de Dios un hueco que nadie llenar ni reemplazar.
Pero no sólo yo. Sino cada uno de mis hermanos. Lo mismo el que trabajó siempre
fielmente en la viña del Padre, como el que llega a última hora a trabajar. Lo mismo san
Juan, el predilecto del Señor, que San Dimas el buen ladrón. Dios no será nunca injusto con
nadie, pero además será infinitamente misericordioso con todos.
- Tercero: nos envía a cuidar lo más sagrado. En tiempos de sequía es cuando, el agua,
más se valora. Hay una viña que todos hemos de cuidar con pasión y con interés: la fe. La
oración, la escucha de la Palabra de Dios, la caridad… hacen que nuestra viña, la fe, sea
rica y fuerte.
Demos gracias a Dios de todo corazón. Porque, a pesar de ser tan especial –a la hora de
entender la justicia–, el reparto de su bondad….sabemos que somos unos privilegiados por
haber sido tocados, llamados y enviados por El.
Demos gracias a Dios porque llevar una vida según Cristo es difícil, a veces imposible pero
merece la pena intentarlo. ¿Cómo? Reduciendo la distancia que existe entre nuestro “yo” y
ese lugar en el cual el Señor nos necesita. Nuestra paga, nuestra gratificación será la
satisfacción del deber cumplido y del habernos sentidos elegidos para ser colaboradores e
instrumentos del Señor. Lo contrario, el mirar qué hacen o lo dan a los otros, produce
pérdida de coraje en nuestro trabajo.
Oración introductoria
Señor Jesús, Tú sabes que es lo que más me conviene. Cuenta conmigo, llámame, a la hora
que quieras, para trabajar en tu viña. Tú eres fiel a tu Palabra y estás más interesado que yo
en mi bien espiritual, por eso confío plenamente en Ti. Quiero escuchar tu voz. Habla,
Señor, estoy a la escucha.
Propósito
Evangelio Lc 8, 16-18
Comentario
El evangelio no es una doctrina esotérica reservada a unos pocos iniciados. El evangelio es
semilla para ser desparramada y luz para que alumbre. Que nuestro testimonio de vida sea
irradiación de esta Palabra viviente en la cual creemos.
Oración introductoria
Señor, yo creo, confío y te amo, pero quisiera tener una fe más operante y luminosa que
atraiga a los demás. Por intercesión de María, espero que esta oración aumente mi fe, mi
esperanza y mi caridad, porque te amo sobre todas las cosas.
Petición
Padre santo, dame la generosidad para compartir con los demás, especialmente con mi
familia, la luz de tu Evangelio.
Meditación
Hoy, este Evangelio tan breve es rico en temas que atraen nuestra atención. En primer
lugar, “dar luz”: ¡todo es patente ante los ojos de Dios! Segundo gran tema: las Gracias
están engarzadas, la fidelidad a una atrae a otras: «Gratiam pro gratia» (Jn 1,16). En fin, es
un lenguaje humano para cosas divinas y perdurables.
¡Luz para los que entran en la Iglesia! Desde siglos, las madres cristianas han enseñado en
la intimidad a sus hijos con palabras expresivas, pero sobre todo con la “luz” de su buen
ejemplo. También han sembrado con la típica cordura popular y evangélica, comprimida en
muchos refranes, llenos de sabiduría y de fe a la vez. Uno de ellos es éste: «Iluminar y no
difuminar». San Mateo nos dice: «(...) para que alumbre a todos los que están en la casa.
Brille así vuestra luz delante de los hombres para que, al ver vuestras buenas obras, den
gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5,15-16).
Nuestro examen de conciencia al final del día puede compararse al tendero que repasa la
caja para ver el fruto de su trabajo. No empieza preguntando: —¿Cuánto he perdido? Sino
más bien: — ¿Qué he ganado? Y acto seguido: — ¿Cómo podré ganar más mañana, qué
puedo hacer para mejorar? El repaso de nuestra jornada acaba con acción de gracias y, por
contraste, con un acto de dolor amoroso. —Me duele no haber amado más y espero lleno de
ilusión, estrenar mañana el nuevo día para agradar más a Nuestro Señor, que siempre me
ve, me acompaña y me ama tanto. —Quiero proporcionar más luz y disminuir el humo del
fuego de mi amor.
La sinceridad nos permite ir con la cabeza bien alta, en todo momento. El hombre sincero
es la persona de una sola pieza, sin dobleces, sin compartimentos secretos, sin engaños.
Ser sincero no es nada fácil, porque es más sencillo adaptarse a las circunstancias y poner
buena cara a todos que mantenerse fiel a la palabra dada y a los principios adquiridos. Por
ejemplo, el que está convencido de que la vida humana constituye un valor supremo y que
no puede ser negociada por ninguna ley ni ideología política puede ser tachado de
"conservador", antiguo, etc. Etiquetas incómodas, desde luego. Pero, ¿con quién prefiere
quedar bien? ¿Con unos hombres de ideas pasajeras, o con el Dios eterno, creador de
cuanto hay en el cielo y en la tierra, con el que le ha dado la vida y es su Señor?
La sinceridad es una virtud que debe forjarse cada día, en cada momento. No se consigue
de una vez para siempre, sino que hay que renovarla en cada ocasión que se presente. ¿Soy
sincero en esta respuesta? ¿Soy coherente con mi fe ante esta situación? Es preciso
examinarse diariamente para ver cómo está nuestra conciencia. ¿Es como una luz? ¿O debo
esconderla de los demás, para que no descubran cómo soy?
En las veladas familiares, los padres y abuelos han forjado —y forjan— la personalidad y la
piedad de los niños de hoy y hombres de mañana. ¡Merece la pena! ¡Es urgente! María,
Estrella de la mañana, Virgen del amanecer que precede a la Luz del Sol-Jesús, nos guía y
da la mano. «¡Oh Virgen dichosa! Es imposible que se pierda aquel en quien tú has puesto
tu mirada» (San Anselmo). Porque nada hay oculto que no quede manifiesto. Algún día se
revelará la verdad y es mejor estar preparado desde ahora.
Propósito
No esconder ni auto-engañarme en mi diario examen de conciencia, al no querer reconocer
lo malo que me apena y que, por eso, prefiero ignorar.
Reflexión apostólica
Dar con generosidad. Compartir lo bueno que tengo (material y espiritual), con quien más
lo necesita. No temer el desgaste, no esperar recompensa inmediata, tomar conciencia de mi
responsabilidad como discípulo y misionero de Cristo. Señor, pongo a tu cuidado estos
propósitos para que sean una realidad en mi vida cotidiana.
Palabra de Dios.
Comentario
Esdras era un sacerdote que se comprometió con la reconstrucción del templo luego de que
los judíos terminaran su exilio en Babilonia. Lejos de tener una actitud triunfalista por el
espacio recuperado, con un corazón penitente reconoce las culpas del pueblo. Y presenta
una ofrenda al Señor para que los pecados sean perdonados.
[Sal] Tob 13, 2-4. 5. 8
Oración introductoria
Señor, quiero ponerme en camino para predicar tu Reino con mi testimonio de vida. Inicio
poniendo en tus manos mi intención y te pido, en esta oración, que me concedas un corazón
generoso y seguro de su misión, para la cual sólo necesito de tu gracia.
Petición
Jesús, dame tu gracia para ser un auténtico discípulo y misionero de tu amor.
Meditación
Jesús se busca colaboradores para llevar a término la obra que su Padre le había
encomendado. ¿Es que no podía realizarla solo? ¿Será que Dios quiere contar con la ayuda
del hombre?. Dios que en su poder tiene todo en sus manos, quiere sin embargo hacerse
débil y necesitar de la colaboración de los hombres.
Pero notemos, a los discípulos les envía con toda clase de poderes: curar enfermos, echar
demonios; sin ninguna cosa propia en la que pudieran apoyarse: ni comida, ni bastón, ni
dinero. Es que el anuncio del reino hay que hacerlo desde la gratuidad y la libertad. Lo que
“gratis” se nos ha dado, gratuitamente hemos de entregarlo, sin quedarnos con nada que
pueda hacer crecer nuestro orgullo. Es la pobreza del que se siente dependiendo de otro,
sabiendo que la riqueza que posee no es suya y la gloria que recibe no es a su persona, sino
para Aquel que lo envía.
¿Qué se necesita para predicar el Evangelio? Conocerlo. Nada más. Vamos, pues, a
descubrir dos lecciones que se esconden en este pasaje de san Lucas.
La primera es la profunda fe que debe tener el enviado a proclamar el Reino de Dios. Debe
poner toda su confianza en Dios y no en sus propios recursos, sabiduría, medios técnicos,
etc. Y esa fe exige también el desapego de las comodidades y la esperanza de que Dios
proveerá todo aquello que necesite el apóstol para cumplir con su labor.
La segunda enseñanza va dirigida a los fieles que acogen al misionero, sacerdote o religiosa
que viene de parte de Dios. Porque si ellos han entregado su vida, su tiempo y su esfuerzo
para darnos a conocer lo más importante, ¿cómo vamos a despedirles sin darles ni siquiera
de comer?
Jesús nos invita a atender las necesidades materiales de la Iglesia. Por ejemplo, ¿sabes
cuántos seminaristas se están formando actualmente? ¿Y cómo lo harán para pagarse los
estudios, la alimentación, el vestido, etc? Sería muy triste que un joven dejase casa, familia
y amigos para abrazar la vocación sacerdotal y luego no tuviese medios para completar su
formación.
Es buen momento para reflexionar en todo lo que nos da la Iglesia y ver qué aportamos
nosotros a cambio. Gracias, Señor, que con paciencia nos adoctrinas en tu Escuela y quieres
servirte de nuestras manos para la construcción del Reino, te pedimos ahondes en nosotros
capacidades de infinito para recibir en abundancia tus dones.
Propósito
Acercar a Cristo, con mi oración y atención, a quien esté pasando por la enfermedad.
Palabra de Dios.
Comentario
Cuando el pueblo retornaba del largo exilio en Babilonia, era necesario tomar coraje y
trabajar duro. El profeta Ageo fue un profeta de la reconstrucción del Templo. El veía en
esa obra un signo de unidad.
Salmo 149, 1-6a. 9b
Oración Introductoria
Espíritu Santo, ven a mi encuentro, guía mi oración, para conocerte, no por curiosidad, sino
porque quiero seguirte y amarte más. Ilumina mi mente y despierta en mí el deseo de vivir
con entusiasmo y, sobre todo, con mucho amor.
Petición
Señor, purifica mi intención en este momento de oración y en todas las actividades de este
día.
Meditación
Hoy el texto del Evangelio nos dice que Herodes quería ver a Jesús (cf. Lc 9,9). Ese deseo
de ver a Jesús le nace de la curiosidad. Se hablaba mucho de Jesús por los milagros que iba
realizando a su paso. Muchas personas hablaban de Él. La actuación de Jesús trajo a la
memoria del pueblo diversas figuras de profetas: Elías, Juan el Bautista, etc. Pero, al ser
simple curiosidad, este deseo no trasciende. Tal es el hecho que cuando Herodes le ve no le
causa mayor impresión (cf. Lc 23,8-11). Su deseo se desvanece al verlo cara a cara, porque
Jesús se niega a responder a sus preguntas. Este silencio de Jesús delata a Herodes como
corrupto y depravado.
¿Quién es este hombre que congrega a las multitudes, este hombre que cura a los enfermos,
este hombre que nos habla de un Reino nuevo y a quien el mar y el viento obedecen? ¿Es
un reformador social? ¿Un nuevo profeta? ¿Un revolucionario? ¿O el hombre más genial de
todos los tiempos?
Hoy nos surge también a nosotros el mismo deseo que a Herodes. Tenemos ganas de ver a
Cristo. Queremos conocerle y estar con Él.
Nosotros, al igual que Herodes, seguramente hemos sentido, alguna vez, el deseo de ver a
Jesús. Pero ya no contamos con el Jesús de carne y hueso como en tiempos de Herodes, sin
embargo contamos con otras presencias de Jesús. Te quiero resaltar dos de ellas.
En primer lugar, la tradición de la Iglesia ha hecho de los jueves un día por excelencia para
ver a Jesús en la Eucaristía. Son muchos los lugares donde hoy está expuesto Jesús-
Eucaristía. «La adoración eucarística es una forma esencial de estar con el Señor. En la
sagrada custodia está presente el verdadero tesoro, siempre esperando por nosotros: no está
allí por Él, sino por nosotros». —Acércate para que te deslumbre con su presencia.
Para el segundo caso podemos hacer referencia a una canción popular, que dice: «Con
nosotros está y no lo conocemos». Jesús está presente en tantos y tantos hermanos nuestros
que han sido marginados, que sufren y no tienen a nadie que “quiera verlos”. «El amor al
prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es
también para toda la comunidad eclesial». Así pues, Jesús te está esperando, con los brazos
abiertos te recibe en ambas situaciones. ¡Acércate!
Estamos contigo, Cristo. No podemos reprimir el decirte, como Pedro, "Tú eres el Hijo de
Dios vivo". Gracias, Señor, por haber entrado en nuestras vidas. Por haber irrumpido en la
historia de la humanidad. Por haber cambiado los destinos de los hombres.
Lo mismo que la historia se cuenta ahora a partir de tu nacimiento, queremos también que
nuestras vidas se cuenten a partir de este encuentro contigo. Ayúdanos a llevar esta Buena
Noticia a los hombres, a cambiar la historia como Tú lo hiciste. Te buscamos, ven a
encontrarte con nosotros y colma nuestros anhelos. Herodes no sabía quién eras. Nosotros
sabemos que Tú eres el Hijo de Dios, y que sólo Tú tienes palabras de vida eterna.
Propósito
En el lugar adecuado, darme el tiempo y el silencio necesarios para la oración. Queremos
estar con Jesús, en este diálogo íntimo de hoy, en esta oración, en la que quiero ver Tu
rostro para poder darlo a conocer a los nuestros.
Palabra de Dios.
Comentario
El libro de Daniel utiliza gran cantidad de imágenes para hablar de Dios y la salvación. En
esta lectura se presenta a Dios como un juez, dispuesto a iniciar un juicio, y a un hombre,
hijo de hombre, recibiendo un cetro real para gobernar en nombre de Dios todo el mundo y
para siempre.
O bien: Apoc 12, 7-12a
Lectura del libro del Apocalipsis.
Se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón, y éste
contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo. Y así fue
precipitado el enorme dragón, la antigua serpiente, llamada diablo o Satanás, y el seductor
del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles. Y escuché una voz
potente que resonó en el cielo: “Ya llegó la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y
la soberanía de su Mesías, porque ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos, el
que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios. Ellos mismos lo han vencido, gracias
a la sangre del cordero y al testimonio que dieron de él, porque despreciaron su vida hasta
la muerte. ¡Que se alegren entonces el cielo y sus habitantes!”.
Palabra de Dios.
Comentario
Últimamente, la devoción a los ángeles ha tenido una valoración exagerada. Se escriben
libros y circulan cadenas de oración en las cuales a veces se atribuye más poder a los
ángeles que a Dios mismo. El Apocalipsis nos enseña que, en las luchas cotidianas, en las
adversidades, los ángeles de Dios están con nosotros y a nuestro favor. Es una alegría saber
que tenemos aliados tan grandes.
Salmo 137, 1-5
Oración introductoria
Señor, como Natanael, quiero ser sincero y auténtico, en mi mente y en mi corazón, para
tener la posibilidad real de tener un encuentro de amor contigo en esta oración. Tú sabes
que trato de ser fiel a mi fe, que confío en tu providencia y misericordia, y que te amo con
todo mi corazón. Envía tu Espíritu Santo para que ilumine y guíe esta meditación.
Petición
Ángel de mi guarda, ayúdame a ser un auténtico discípulo y misionero de Cristo.
Meditación
Hoy, en la fiesta de los Santos Arcángeles, Jesús manifiesta a sus Apóstoles y a todos la
presencia de sus ángeles y la relación que con Él tienen. Los ángeles están en la gloria
celestial, donde alaban perennemente al Hijo del hombre, que es el Hijo de Dios. Lo rodean
y están a su servicio.
«Subir y bajar» nos recuerda el episodio del sueño del Patriarca Jacob, quien dormido sobre
una piedra durante su viaje a la tierra de origen de su familia (Mesopotamia), ve a los
ángeles que “bajan y suben” por una misteriosa escalera que une el cielo y la tierra,
mientras Dios mismo está de pié junto a él y le comunica su mensaje. Notemos la relación
entre la comunicación divina y la presencia activa de los ángeles.
Los grandes arcángeles de Dios testimonian para nosotros la fidelidad y la pasión y celo
con que los hijos de Dios han de alabar a su Creador. Ellos, lejos de ser seres desconocidos
y “mitológicos” representan los mejores compañeros de viaje, los mejores sanadores del
corazón, los mejores defensores de los intereses de Dios en el mundo.
San Miguel es el fiero defensor de Dios. La narración del Apocalipsis nos lo muestra
expulsando a satanás de los dominios de Dios, al gran traidor y padre de la mentira que osó
rebelarse contra un Dios tan bondadoso. Encendido de celo por el Señor blandió la espada y
arrojó a todos los obradores de iniquidad al único lugar en donde pudiesen soportar su
soberbia y su rebelión. Por eso san Miguel es en quien el cristiano halla el mejor baluarte
para defenderse de las asechanzas demoníacas y gran modelo de fidelidad a Dios. De él
hemos de aprender el celo por las cosas de Dios, celo que consume de pasión y que lleva a
una acción inmediata, tajante, sobre todo cuando Dios se está viendo ofendido por sus
enemigos que incitan sin cesar a la rebelión y desunión.
San Gabriel quizás fue el más afortunado de entre todas las criaturas celestes. A él siempre
lo mandaron a dar mensajes. A él le tocó dar el mensaje más hermoso jamás oído a la
criatura más hermosa jamás vista. Hablar de él lleva irremediablemente a la contemplación
de la Toda Pura, Nuestra Madre de cielo, María. Su ejemplo nos debe enseñar a predicar sin
miedos los designios de Dios a nuestros hermanos en la fe y, sobre todo, a testimoniar las
maravillas obradas por Dios en Ella. Levantemos confiados la mirada a la Madre y pidamos
auxilio al arcángel mensajero para ser fieles a la palabra de Dios en el mundo.
San Rafael representa la mano providente de Dios que no se olvida de sus hijos que sufren
en el mundo. A él le tocó sanar muchas heridas del cuerpo y, sobre todo, del alma. Por eso
es el arcángel que cura, que alivia las penas del alma, que sabe confortar y comprender al
que sufre. De él hemos de aprender a ser un consuelo más que un horrible peso, para el
hermano que lo necesita. De él, la confianza inamovible en la acción cierta de Dios en el
mundo.
De los tres hemos de aprender a saber servir más que ser servidos. Porque los ángeles son
ministros de Dios. Y de los tres a estar pendientes de su cierta acción en favor nuestro.
¿Quién sabe si un día cualquiera hemos sido ayudados por un ángel del Señor?
No cerremos las puertas a nadie, no sea que se las estemos cerrando a uno de estos
mensajeros, o más terriblemente, al mismo Señor de la vida y de la historia.
Aprendamos de esta celebración de los arcángeles que “suben y bajan” sobre el Hijo del
hombre, que sirven a Dios, pero le sirven en beneficio nuestro. Dan gloria a la Trinidad
Santísima, y lo hacen también sirviéndonos a nosotros. Y, en consecuencia, veamos qué
devoción les debemos y cuánta gratitud al Padre que los envía para nuestro bien.
Propósito
Aprender de los Arcángeles, el deseo de servir siempre.
Palabra de Dios.
Comentario
“La justicia del justo será sobre él, y el pecado del impío será sobre él. Esta fue una
innovación teológica –si se me permite el término– frente a la creencia que Dios hacía
pagar los pecados de una generación, hasta su tercera y cuarta descendencia. Claramente el
profeta está diciendo que cada uno debe hacerse cargo de sus actos”.
Sal 24, 4-9
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados; él guía a los
humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. R.
Palabra de Dios.
Comentario
Como si fuera un padre, o una madre, la alegría del apóstol es el amor fraterno de su
comunidad. ¿Y cómo hacer presente ese amor? Pues “teniendo los mismos sentimientos de
Cristo”. Busquemos en el Evangelio para volver a descubrir cómo amaba el Señor, cómo
trataba a la gente, cómo buscaba que cada uno de los que se cruzaban con él fuera pleno.
Aleluya Jn 10, 27
Aleluya. “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”, dice el Señor.
Aleluya.
Oración introductoria
Señor, gracias por tu misericordia, porque a pesar de mis debilidades, envías a la viña de mi
corazón a tu Hijo Jesucristo. Dame tu luz y el fuego de tu amor para que lo sepa recibir en
esta oración. Aumenta mi fe, para que pueda escucharle; acrecienta mi confianza, para que
sea dócil a su voz; aumenta mi amor para que pueda corresponderle.
Petición
Señor, gracias por mostrarme el camino a la felicidad, que sepa siempre recibir y
corresponder a tu amor.
Meditación
1.- Hoy es el mismo Jesús quien nos interpreta su parábola de los dos hijos: el del Sí pero
No, el del No pero Sí. Jesús ataca una vez más a los fariseos, fieles cumplidores de la letra
muerta de la ley. Ese es su Sí, pero que sabiéndose los buenos no necesitan conversión. Por
eso oyen a Juan el Bautista con curiosidad y escuchan a Jesús con animosidad. Sin permitir
que Dios entre en sus corazones. Ese es su No a Dios.
2.-. Cada uno de nosotros estamos representados en uno de los dos hijos. O, tal vez,
tenemos algo de los dos. Del Sí pero No tenemos que recitamos y creemos el Credo, cuya
formulación no es muchas veces clara y el que nos consideremos “practicantes” porque
venimos a misa, confesamos y comulgamos. Éste es nuestro Sí a Dios.
Pero “obras son amores y no buenas razones”, o como lo ponía San Ignacio: “el amor se
muestra más en obras que en palabras”. Y mucho antes y con mucha más fuerza lo había
dicho San Juan: “Fe sin obras es Fe muerta”. ¿No nos convendría a cada uno de nosotros
preguntarnos si esa Fe y esa práctica de los sacramentos son fuente de energía para nuestra
vida ordinaria?
-- ¿De qué nos vale creer que Dios es Padre de todos si vivimos desunidos, o no nos
preocupan las necesidades de nuestros hermanos?
-- ¿De qué nos sirve creer en la vida eterna, si estamos aferrados, con dientes y manos, a
este mundo, al dinero, al bienestar, a pasarlo bien, a la salud, como si todo esto fuese
eterno?
-- ¿De qué nos sirve confesar que Jesús ha dado su vida por mí, si jamás me he preguntado
en serio qué debo hacer yo por Cristo crucificado?
Todo esto es nuestro No farisaico
3. - Del otro hijo del No pero Sí tenemos tal vez más. Todos sentimos alguna vez rebeldía;
muchas, cansancio y, siempre, debilidad. Nos falla la Fe, nos invade la tristeza y
pesimismo. Nos sentimos absurdos en la sociedad que vivimos, payasos frente a los que
viven amoralmente y, al parecer, son libres y felices.
Todo esto es nuestro No, que es la dificultad en arrancar el coche en una mañana fría de
invierno, que al fin se pone en marcha entre humo explosiones.
¿Caemos en la cuenta de qué el Señor no dijo en broma lo de que su mandamiento es que
nos preocupemos unos por otros? ¿Qué la única manera digna de pasar por este mundo es
haciendo el bien como pasó Jesús? ¿Y cuándo esto sucede empezamos a decir Sí a Dios
aunque nos haya costado hacerlo?
Dios prefiere este Sí atormentado al Sí decidido y palabrero del otro hijo. Dios es muy
humano. Sabe esperar nuestro Sí. Admite dilaciones. No se escandaliza de nuestras
debilidades, pecados y rebeldías. Respeta nuestra libertad y prefiere un Sí libre y de hijo,
aunque dilatado; que un Sí pronto y diligente, pero servil y farisaico.
Propósito
Ser fiel a mi conciencia para darle a Cristo el primer lugar en mi vida.
Palabra de Dios.
Comentario
Dios ha dado una misión a sus ángeles: que nos cuiden en el camino y que nos conduzcan a
la tierra prometida. Así, la providencia de Dios se manifiesta a través de sus ángeles. Dios
vela para que nuestro camino nos lleve al encuentro con él.
Sal 90, 1-6. 10-11
Palabra de Dios.
Comentario
Zacarías “ve” que las calles de la ciudad son un corredor de violencia y atropello, pero
también “ve” que Dios puede cambiar esas cosas, y que un día la situación cambiará; será
el día en que los chicos puedan jugar sin peligro y los ancianos disfruten del descanso
merecido.
Palabra de Dios.
Evangelio (Propio) Mt 18, 1-5. 10
Oración introductoria
Espíritu Santo, dame tu luz en este momento de oración. Con la confianza de un niño pido
también la intercesión de mi ángel de la guarda, de modo que tenga la docilidad para
escuchar la Palabra y seguirla, como una oveja sigue a su pastor.
Petición
Jesús, concédeme el don de buscar, con la sencillez y la nobleza de un niño, el amor.
Meditación
El mundo de hoy sólo acepta a los "grandes", a los mejores, a los primeros en el ámbito
económico. Se ve también en los jóvenes, cómo ansían tener lo mejor del momento, aunque
no les falte nada o lo tengan todo. Esto ha provocado que el hombre se olvide de su
dignidad, de que está hecho para conseguir ideales más grandes, que un poco de gloria, por
tener abundantes riquezas, no pueden dar.
Así es nuestro mundo, o mejor así hemos hecho nuestro mundo. Pero la realidad de Dios es
otra. Es opuesta a los criterios del mundo. Cristo nos dice que si queremos ser los primeros
seamos los últimos, y si queremos ser los más grandes sirvamos a todos. Lo que más vale
en el hombre es su vida interior, sus virtudes, su voluntad, y no cuánto tiene o posee.
Por eso los más grandes en el Reino de los Cielos son los que son como niños, porque Dios
ama a los pequeños de espíritu. ¿Cómo podemos hacernos niños ante Dios? La solución es
sencilla, pero muy difícil por lo que significa para cada persona. Hay que ser humildes a
ejemplo de Cristo, que supo decir que sí a lo que el Padre le pedía aun cuando le costase
muchísimo.
Muchos tienen la costumbre de hablar con su ángel de la guarda. Le piden ayuda para
resolver un problema familiar, para encontrar un estacionamiento, para no ser engañados en
las compras, para dar un consejo acertado a un amigo, para consolar a los abuelos, a los
padres o a los hijos.
Otros tienen al ángel de la guarda un poco olvidado. Quizá escucharon, de niños, que
existe, que nos cuida, que nos ayuda en las mil aventuras de la vida. Recordarán, tal vez,
haber visto el dibujo de un niño que camina, cogido de la mano, junto a un ángel grande y
bello. Pero desde hace tiempo tienen al ángel “aparcado”, en el baúl de los recuerdos.
De grandes es normal que hablemos a los niños de su ángel de la guarda. Nos sería de
provecho pensar también en nuestro ángel que está a nuestro lado y nos ayuda de mil
modos.
Es verdad: Dios es el centro de nuestro amor, y a veces no tenemos mucho tiempo para
pensar en los espíritus angélicos. Podemos, sin embargo, ver a nuestro ángel de la guarda
no como una “devoción privada” ni como un residuo de la niñez, sino como un regalo del
mismo Dios, que ha querido hacernos partícipes, ya en la tierra, de la compañía de una
creatura celeste que contempla ese rostro del Padre que tanto anhelamos.
Necesitamos renovar nuestro trato afectuoso y sencillo, como el de los niños que poseen el
Reino de los cielos (cf. Mt 19,14), con el propio ángel de la guarda. Para darle las gracias
por su ayuda constante, por su protección, por su cariño. Para sentirnos, a través de él, más
cerca de Dios. Para recordar que cada uno de nosotros tiene un alma preciosa, magnífica,
infinitamente amada, invitada a llegar un día al cielo, al lugar donde el Amor y la Armonía
lo son todo para todos. Para pedirle ayuda en un momento de prueba o ante las mil
aventuras de la vida.
Necesitamos repetir, o aprender de cero, esa oración que la Iglesia, desde hace siglos, nos
ha enseñado para dirigirnos a nuestro ángel de la guarda:
Ángel del Señor, que eres mi custodio,
puesto que la Providencia soberana me encomendó a ti,
ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname en este día.
Amén.
Propósito
Ante las tentaciones que se me puedan presentar hoy, pedir a Dios su gracia para evitar,
incluso, el pecado venial.
Oración colecta
Dios nuestro, que manifiestas tu poder sobre todo en la misericordia y el perdón, derrama
sin cesar tu gracia sobre nosotros, para que, deseando tus promesas, nos hagas participar de
los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Dios misericordioso, concédenos que nuestra ofrenda te sea aceptable, y que, mediante ella,
se nos abra la fuente de toda bendición. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Cf. Sal 118, 49-50
Acuérdate, Señor, de la palabra que diste a tu servidor, ella me infunde esperanza y
consuelo en mi dolor.
O bien: 1Jn 3, 16
En esto hemos conocido el amor de Dios: que él entregó su vida por nosotros. Por eso,
también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos.
Oración después de la comunión
Por esta eucaristía que hemos celebrado, renueva, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu,
para que participemos de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte anunciamos y
compartimos. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Lectura Zac 8, 20-23
“Contaré a Egipto y a Babilonia entre aquellos que me conocen; filisteos, tirios y etíopes
han nacido en ella”. R.
Así se hablará de Sión: “Este, y también aquel, han nacido en ella, y el Altísimo en persona
la ha fundado”. R.
Al registrar a los pueblos, el Señor escribirá: “Este ha nacido en ella”. Y todos cantarán,
mientras danzan: “Todas mis fuentes de vida están en ti”. R.
Aleluya Mc 10, 45
Aleluya. El Hijo del hombre vino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.
Aleluya.
Evangelio Lc 9, 51-56
Oración Introductoria
Padre bueno, que fácilmente juzgo a los demás en vez de estar más alerta sobre mi propio
comportamiento, por eso yo si quiero recibirte hoy en mi corazón, sé que tu presencia en mi
vida logrará cambiar las actitudes negativas que me alejan de la santidad.
Petición
¡Ven Señor Jesús! Transforma mi debilidad en fuerza de amor.
Meditación
Hoy, en el Evangelio, contemplamos cómo «Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que
digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’. Pero volviéndose, les reprendió» (Lc
9,54-55). Son defectos de los Apóstoles, que el Señor corrige.
Cuenta la historia de un aguador que, en los extremos de un palo que colgaba en sus
espaldas, llevaba dos vasijas: una era perfecta y la otra estaba agrietada, y perdía agua. Ésta
—triste— miraba a la otra tan perfecta, y avergonzada un día dijo al amo que se sentía
miserable porque a causa de sus grietas le daba sólo la mitad del agua que podía ganar con
su venta. El trajinante le contestó: —Cuando volvamos a casa mira las flores que crecen a
lo largo del camino. Y se fijó: eran flores bellísimas, pero viendo que volvía a perder la
mitad del agua, repitió: —No sirvo, lo hago todo mal. El cargador le respondió: —¿Te has
fijado en que las flores sólo crecen a tu lado del camino? Yo ya conocía tus fisuras y quise
sacar a relucir el lado positivo de ellas, sembrando semilla de flores por donde pasas y
regándolas puedo recoger estas flores para el altar de la Virgen María. Si no fueses como
eres, no habría sido posible crear esta belleza.
Podemos llamar a este pasaje "el evangelio del perdón sincero". Cristo manda a sus
apóstoles a prepararle el camino, para avisar a la gente de ese pueblo que iba a parar allí.
Pero esas personas de Samaria, en lugar de descubrir a Cristo entre el grupo de viajeros,
sólo se fijaron en que "tenían intención de ir a Jerusalén". En ese tiempo los samaritanos no
se hablaban con los demás judíos que bajaban a Jerusalén. Por eso los apóstoles le
preguntan si quiere que pidan que les caiga fuego del cielo. Esta propuesta de los apóstoles
molestó más a Cristo que la ofensa recibida por el pueblo. ¿No vino Cristo a predicar el
perdón? ¿No vino Cristo a morir por amor a toda la gente de ayer, de hoy y de siempre,
para salvarnos y llevarnos al cielo? ¿Cómo, pues, iba a permitir que una pequeña ofensa
mereciera un castigo así de grande? No. Y dice el Evangelio que Cristo les reprendió
enérgicamente.
Partimos del momento en que Jesús decide emprender su última peregrinación a Jerusalén.
San Lucas anota: "Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se
afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén". Mientras "asciende" a la Ciudad santa, donde se
llevará a cabo su "éxodo" de esta vida, Jesús ve ya la meta, el Cielo, pero sabe bien que el
camino que lo lleva de nuevo a la gloria del Padre pasa a través de la Cruz, a través de la
obediencia al designio divino de amor por la humanidad.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que "la elevación en la Cruz significa y anuncia
la elevación de la ascensión al cielo". También nosotros debemos tener claro, en nuestra
vida cristiana, que entrar en la gloria de Dios exige la fidelidad cotidiana a su voluntad,
incluso cuando esto requiere sacrificio, requiere a veces cambiar nuestros planes. La
Ascensión de Jesús ocurre concretamente en el Monte de los Olivos, cerca del lugar donde
se había retirado en oración antes de la pasión, para permanecer en profunda unión con el
Padre: una vez más, vemos que la oración nos da la gracia de vivir fieles al proyecto Dios.
Todos, de alguna manera, somos vasijas agrietadas, pero Dios conoce bien a sus hijos y nos
da la posibilidad de aprovechar las fisuras/defectos para alguna cosa buena. Y así el apóstol
Juan que hoy quiere destruir, con la corrección del Señor se convierte en el apóstol del
amor en sus cartas. No se desanimó con las correcciones, sino que aprovechó el lado
positivo de su carácter apasionado para ponerlo al servicio del amor. Que nosotros también
sepamos aprovechar las correcciones, las contrariedades -sufrimiento, fracaso, limitaciones-
para “comenzar y recomenzar”, dóciles al Espíritu Santo para convertirnos a Dios y ser
instrumentos suyos.
Propósito
Perdonemos hoy a aquel que nos ofenda, a ejemplo de Cristo, que murió en esa Cruz y se
ofreció como víctima al Padre tanto por los que le iban a amar como por los que le iban a
crucificar.
Antífona de entrada
Francisco, hombre de Dios, dejó su casa, renunció a sus bienes y se hizo pobre; por ello el
Señor lo tomó consigo.
Oración colecta
Dios nuestro, que otorgaste a san Francisco la gracia de identificarse con Cristo por la
humildad y la pobreza; concédenos que, imitando sus ejemplos, podamos seguir a tu Hijo y
unirnos a ti con la alegría del amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Palabra de Dios.
Comentario
La reconstrucción del templo y la ciudad de Jerusalén, destruidos durante la invasión
babilónica, no era una tarea fácil. Nehemías necesita el permiso del rey, y recursos para
poder dar este paso. Pero sobre todo, se pone en manos de Dios para enfrentar esta
empresa.
Salmo 136, 1-6
Oración Introductoria
Señor, que esta oración renueve mi estilo de vida. Permite que sepa cultivar con esmero mi
corazón de modo que siempre sepa responder a tu llamado, dándote el primer lugar en todo,
único camino para lograr la santidad.
Petición
Jesús, dame la fuerza para aceptar todo lo que implique seguir tus pasos, sabiendo cortar
con todo lo que pueda separarme de Ti.
Meditación
Hoy, el Evangelio nos invita a reflexionar, con mucha claridad y no menor insistencia,
sobre un punto central de nuestra fe: el seguimiento radical de Jesús. «Te seguiré
adondequiera que vayas» (Lc 9,57). ¡Con qué simplicidad de expresión se puede proponer
algo capaz de cambiar totalmente la vida de una persona!: «Sígueme» (Lc 9,59). Palabras
del Señor que no admiten excusas, retrasos, condiciones, ni traiciones...
La vida cristiana es este seguimiento radical de Jesús. Radical, no sólo porque toda su
duración quiere estar bajo la guía del Evangelio (porque comprende, pues, todo el tiempo
de nuestra vida), sino -sobre todo- porque todos sus aspectos -desde los más extraordinarios
hasta los más ordinarios- quieren ser y han de ser manifestación del Espíritu de Jesucristo
que nos anima. En efecto, desde el Bautismo, la nuestra ya no es la vida de una persona
cualquiera: ¡llevamos la vida de Cristo inserta en nosotros! Por el Espíritu Santo derramado
en nuestros corazones, ya no somos nosotros quienes vivimos, sino que es Cristo quien vive
en nosotros. Así es la vida cristiana, porque es vida llena de Cristo, porque rezuma Cristo
desde sus más profundas raíces: es ésta la vida que estamos llamados a vivir.
El Señor, cuando vino al mundo, aunque «todo el género humano tenía su lugar, Él no lo
tuvo: no encontró lugar entre los hombres (...), sino en un pesebre, entre el ganado y los
animales, y entre las personas más simples e inocentes. Por esto dice: ‘Las zorras tienen
guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la
cabeza’» (San Jerónimo). El Señor encontrará lugar entre nosotros si, como Juan el
Bautista, dejamos que Él crezca y nosotros menguamos, es decir, si dejamos crecer a Aquel
que ya vive en nosotros siendo dúctiles y dóciles a su Espíritu, la fuente de toda humildad e
inocencia.
El Hijo de Dios, se ha hecho hombre, ha compartido nuestra existencia hasta en los detalles
más concretos, haciéndose servidor de sus hermanos más pequeños. Él, que no tenía donde
reclinar su cabeza, fue condenado a morir en una cruz. Todos los que han recibido ese don
maravilloso de la fe, el don del encuentro con el Señor resucitado, sienten también la
necesidad de anunciarlo a los demás. La Iglesia existe para anunciar esta Buena Noticia. Y
este deber es siempre urgente. Hay todavía muchos que aún no han escuchado el mensaje
de salvación de Cristo. Hay también muchos que se resisten a abrir sus corazones a la
Palabra de Dios. Y son numerosos aquellos cuya fe es débil, y su mentalidad, costumbres y
estilo de vida ignoran la realidad del Evangelio, pensando que la búsqueda del bienestar
egoísta, la ganancia fácil o el poder es el objetivo final de la vida humana. ¡Sed testigos
ardientes, con entusiasmo, de la fe que habéis recibido! Haced brillar por doquier el rostro
amoroso de Cristo, especialmente ante los jóvenes que buscan razones para vivir y esperar
en un mundo difícil.
En este evangelio se nos presenta un Cristo exigente: "quien pone la mano en el arado y
mira hacia atrás no es digno de Mí". Son duras las palabras de la elección de Dios, por lo
que comprenden, pero al mismo tiempo donan una paz y una felicidad inmensas dentro del
alma, porque se sabe que ha sido Dios mismo quien ha llamado. No todos aceptan el
llamado con generosidad, sino que al sentir el peso muchos lo dejan.
Dejemos que Dios nos hable en el corazón y si él nos llama digamos con sinceridad y
generosidad que queremos seguirle, aún sabiendo las dificultades que allí encontraremos.
Pidamos también en una visita al sagrario o después de la comunión por las vocaciones
para que mande obreros fieles a su mies.
Propósito
Mantenerme fiel a la doctrina de Cristo, aunque el ambiente sea contrario a mi fe católica.
Oración colecta
Dios nuestro, que manifiestas tu poder sobre todo en la misericordia y el perdón, derrama
sin cesar tu gracia sobre nosotros, para que, deseando tus promesas, nos hagas participar de
los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Dios misericordioso, concédenos que nuestra ofrenda te sea aceptable, y que, mediante ella,
se nos abra la fuente de toda bendición. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Cf. Sal 118, 49-50
Acuérdate, Señor, de la palabra que diste a tu servidor, ella me infunde esperanza y
consuelo en mi dolor.
O bien: 1Jn 3, 16
En esto hemos conocido el amor de Dios: que él entregó su vida por nosotros. Por eso,
también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos.
Oración después de la comunión
Por esta eucaristía que hemos celebrado, renueva, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu,
para que participemos de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte anunciamos y
compartimos. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Lectura Neh 8, 1-4a. 5-6. 7b-12
Palabra de Dios.
Comentario
El texto nos presenta un gran cuidado de la Palabra de Dios. Ella es proclamada en un
momento trascendente del pueblo, cuando este está reconstruyendo su identidad. El pueblo,
entonces, necesita la Palabra para vivir como Pueblo de Dios, y busca interpretarla, para
encontrar el sentido actual de su vida.
Salmo 18, 8-11
Oración introductoria
Señor Jesús, gracias por esta oportunidad de poder dialogar contigo en la oración. Tú lo
sabes todo, sabes que quiero responder a la misión que me has encomendado, porque la
cosecha es mucha para tan pocos misioneros. Te ofrezco toda mi atención y confío en que
me darás las gracias necesarias para dedicarme a trabajar con mucho entusiasmo y amor en
la extensión de tu Reino.
Petición
Señor, concédeme la gracia de aceptar tus indicaciones para ser un auténtico discípulo y
misionero de tu Iglesia.
Meditación
Hoy Jesús nos habla de la misión apostólica. Aunque «designó a otros setenta y dos, y los
envió» (Lc 10,1), la proclamación del Evangelio es una tarea «que no podrá ser delegada a
unos pocos “especialistas”» todos estamos llamados a esta tarea y todos nos hemos de
sentir responsables de ella. Cada uno desde su lugar y condición. El día del Bautismo se
nos dijo: «Eres Sacerdote, Profeta y Rey para la vida eterna». Hoy, más que nunca, nuestro
mundo necesita del testimonio de los seguidores de Cristo.
«La mies es mucha, y los obreros pocos» (Lc 10,2): es interesante este sentido positivo de
la misión, pues el texto no dice «hay mucho que sembrar y pocos obreros». Quizá hoy
debiéramos hablar en estos términos, dado el gran desconocimiento de Jesucristo y de su
Iglesia en nuestra sociedad. Una mirada esperanzada de la misión engendra optimismo e
ilusión. No nos dejemos abatir por el pesimismo y por la desesperanza.
De entrada, la misión que nos espera es, a la vez, apasionante y difícil. El anuncio de la
Verdad y de la Vida, nuestra misión, no puede ni ha de pretender forzar la adhesión, sino
suscitar una libre adhesión. Las ideas se proponen, no se imponen.
«No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias...» (Lc 10,4): la única fuerza del misionero ha de
ser Cristo. Y, para que Él llene toda su vida, es necesario que el evangelizador se vacíe
totalmente de aquello que no es Cristo. La pobreza evangélica es el gran requisito y, a la
vez, el testimonio más creíble que el apóstol puede dar, aparte de que sólo este
desprendimiento nos puede hacer libres.
El misionero anuncia la paz. Es portador de paz porque lleva a Cristo, el “Príncipe de la
Paz”. Por esto, «en la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí
un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros» (Lc 10,5-6).
Nuestro mundo, nuestras familias, nuestro yo personal, tienen necesidad de Paz. Nuestra
misión es urgente y apasionante.
La historia de la salvación está llena de envíos de Dios. Envía a Abraham para formar el
nuevo pueblo (Gén 12,1), envía a José a Egipto para salvar vidas (Gén 45, 4-5), envía a
Moisés para sacar a su pueblo de Egipto (Éx, 3,10), envía a los profetas para proclamar su
voluntad y envía a multitud de ángeles para que transmitan sus designios. Cuando Jesús
envía a los discípulos recalca el deseo que Dios tiene de que su mensaje llegue a los
hombres a través de otros hombres.
Jesucristo envía a sus amigos a los lugares donde Él había de ir. ¡Con qué entusiasmo, con
qué alegría, con qué ilusión partirían estos setenta y dos privilegiados! El solo pensamiento
de que Jesús confiaba en ellos sería como una brisa fresca que les renovaba el alma cada
mañana. Nosotros podemos continuar la labor que ellos comenzaron.
También hoy Jesús quiere entrar en muchos corazones y necesita de amigos que le preparen
el camino.
Preparan el camino de Jesús la madre y el padre de familia que, a pesar de sus muchos
afanes, sacan todos los días unos minutos para convivir con los hijos y enseñarles con las
palabras y el ejemplo las virtudes y la forma de vivir de un cristiano.
Prepara el camino de Jesús el que con su vida honrada provoca a creer que sí se puede vivir
con la honestidad que Cristo predicaba.
Preparan el camino a Jesús esos jóvenes que tienen el valor heroico y martirial («mártir»
viene del griego «testigo») que cada día despiertan con la ilusión maravillosa de saberse
elegido por Cristo para hacerle presente entre los hombres.
Prepara el camino de Jesús el cristiano que se sabe puente entre Dios y los hombres, y sabe
respetar la voluntad de Dios para cada alma. También hoy el Espíritu Santo inspira caminos
diferentes dentro de la Iglesia para llevarnos a Cristo. Caminos que debemos amar,
defender y proteger.
Preparan el camino de Jesús las almas cansadas que se esfuerzan por sonreír con la cara y
con el alma a cada día lleno de lo mismo, a cada sorpresa no del todo grata.
Esto nos ayuda a comprender el misterio de la vocación, sobre todo de la llamada a una
consagración especial. A veces Jesús nos llama, nos invita a seguirlo, pero a lo mejor
resulta que no nos damos cuenta de que es Él, así como le sucedió al joven Samuel.
¿Han tenido algún deseo de ser apóstoles de Jesús? Las vocaciones nacen en la oración y de
la oración; y solo en la oración pueden perseverar y dar fruto.
Propósito
Preparemos el camino de Jesús como personas agradecidas, que endulzan la vida y son
recreo del cielo por su sencillez.
Entrada al convento
La pobreza de Faustina Kowalska era extrema, hasta el punto de no poder acceder a ningún
convento. Finalmente se dirigió a la Casa Madre de la Congregación de las Hermanas de
Nuestra Señora de la Misericordia donde por fin fue atendida, y tras un año de ahorro para
poder contar con un ajuar, pudo entrar en agosto de 1925 (fiesta de Nuestra Señora de los
Ángeles) como postulante.
Semanas después de su entrada al convento tuvo tentaciones de abandonar, pero según sus
memorias nuevamente el Señor se presentó en su celda pidiéndole que no lo hiciera. En este
convento trabajó en la cocina, y fue encargada de limpiar el cuarto de la Madre Barkiewez
y de cuidarla durante su enfermedad.
A principios de 1926, la enviaron al noviciado en Józefów en Cracovia para terminar su
periodo de postulación, y el 30 de abril tomó el hábito religioso como novicia recibiendo el
nombre de Sor María Faustina del Santísimo Sacramento.
Beatificación y canonización
Veintisiete años después de la muerte de sor Faustina comenzó el proceso de canonización.
Fueron presentados a consideración dos casos de sanaciones milagrosas. El primero fue en
Massachusetts a la Sra. Maureen Digan y el siguiente milagro fue la sanación de una
condición congénita del corazón del Padre Pytel en el día del aniversario de la muerte de
sor Faustina, el 5 de octubre de 1995.
El 18 de abril de 1993, día de la Fiesta de la Divina Misericordia (Segundo Domingo de
Pascua), Juan Pablo II declaró beata a Sor Faustina frente a una multitud de devotos de la
Divina Misericordia en la plaza de San Pedro en Roma.
María Faustina Kowalska fue canonizada el 30 de abril de 2000, segundo domingo de
Pascua (Octava de Pascua de Resurrección), día al que la Iglesia católica denomina también
Domingo de la Divina Misericordia. El Santo Padre presidió la ceremonia de canonización
ante una gran multitud de peregrinos de la Divina Misericordia. Santa Faustina posee el
honor de ser la primera Santa canonizada en el tercer milenio.
El 2011, en ocasión del 2.º Congreso mundial de la Divina Misericordia, se le dirigió una
carta a Benedicto XVI solicitando la apertura del dossier que estudie la posibilidad de
proclamar a María Faustina Kowalska doctora de la Iglesia.
Viernes 06 de Octubre de 2017
Misa a elección:
Feria. Verde.
San Bruno, presbítero. (ML). Blanco.
Martirologio Romano: San Bruno, presbítero, que, oriundo de Colonia, en Lotaringia,
enseñó ciencias eclesiásticas en la Galia, pero deseando llevar vida solitaria, con algunos
discípulos se instaló en el apartado valle de Cartuja, en los Alpes, dando origen a una Orden
que conjuga la soledad de los eremitas con la vida común de los cenobitas. Llamado por el
papa Urbano II a Roma, para que le ayudase en las necesidades de la Iglesia, pasó los
últimos años de su vida como eremita en el cenobio de La Torre, en Calabria . Fecha de
canonización: Su culto fue aprobado por el Papa León X y luego confirmado por el Papa
Gregorio XV en el año 1623.
Antífona Cf. Dn 3, 31. 29. 30. 43. 42
Todo lo que hiciste con nosotros, Señor, es verdaderamente justo, porque pecamos contra ti
y no obedecimos tu ley; pero glorifica tu nombre, tratándonos según tu gran misericordia.
Oración colecta
Dios nuestro, que manifiestas tu poder sobre todo en la misericordia y el perdón, derrama
sin cesar tu gracia sobre nosotros, para que, deseando tus promesas, nos hagas participar de
los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: de san Bruno
Dios nuestro, que llamaste a san Bruno para servirte en la soledad, concédenos, por su
intercesión, que en medio de la inestabilidad de este mundo nuestra vida esté siempre
orientada hacia ti. Por nuestro Señor Jesucristo…
Oración sobre las ofrendas
Dios misericordioso, concédenos que nuestra ofrenda te sea aceptable, y que, mediante ella,
se nos abra la fuente de toda bendición. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Cf. Sal 118, 49-50
Acuérdate, Señor, de la palabra que diste a tu servidor, ella me infunde esperanza y
consuelo en mi dolor.
O bien: 1Jn 3, 16
En esto hemos conocido el amor de Dios: que él entregó su vida por nosotros. Por eso,
también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos.
Oración después de la comunión
Por esta eucaristía que hemos celebrado, renueva, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu,
para que participemos de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte anunciamos y
compartimos. Él que vive y reina por los siglos de los siglos
Lectura Bar 1, 15-22
No recuerdes para nuestro mal las culpas de otros tiempos; compadécete pronto de
nosotros, porque estamos totalmente abatidos. Ayúdanos, Dios salvador nuestro, por el
honor de tu Nombre; líbranos y perdona nuestros pecados, a causa de tu Nombre. R.
Aleluya cf. Sal 94, 8. 7
Aleluya. No endurezcan su corazón, sino escuchen la voz del Señor. Aleluya.
Evangelio Lc 10, 13-16
Oración
Gracias, Señor, por tu amor y por el prodigio que me das, en este momento, al invitarme a
dialogar contigo en esta meditación. Confío en Ti, Señor, y humildemente pongo mi mente,
mi corazón, mi vida, en tus manos.
Petición
Jesús, ayúdame a guardar el silencio necesario para poder escucharte.
Meditación
Hoy vemos a Jesús dirigir su mirada hacia aquellas ciudades de Galilea que habían sido
objeto de su preocupación y en las que Él había predicado y realizado las obras del Padre.
En ningún lugar como Corazín, Betsaida y Cafarnaúm había predicado y hecho milagros.
La siembra había sido abundante, pero la cosecha no fue buena. ¡Ni Jesús pudo
convencerles...! ¡Qué misterio, el de la libertad humana! Podemos decir “no” a Dios... El
mensaje evangélico no se impone por la fuerza, tan sólo se ofrece y yo puedo cerrarme a él;
puedo aceptarlo o rechazarlo. El Señor respeta totalmente mi libertad. ¡Qué responsabilidad
para mí!
Las expresiones de Jesús: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!» (Lc 10,13) al acabar su
misión apostólica expresan más sufrimiento que condena. La proximidad del Reino de Dios
no fue para aquellas ciudades una llamada a la penitencia y al cambio. Jesús reconoce que
en Sidón y en Tiro habrían aprovechado mejor toda la gracia dispensada a los galileos.
La decepción de Jesús es mayor cuando se trata de Cafarnaúm. « ¿Hasta el cielo te vas a
encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás!» (Lc 10,15). Aquí Pedro tenía su casa y Jesús
había hecho de esta ciudad el centro de su predicación. Una vez más vemos más un
sentimiento de tristeza que una amenaza en estas palabras. Lo mismo podríamos decir de
muchas ciudades y personas de nuestra época. Creen que prosperan, cuando en realidad se
están hundiendo.
«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha» (Lc 10,16). Estas palabras con las que
concluye el Evangelio son una llamada a la conversión y traen esperanza. Si escuchamos la
voz de Jesús aún estamos a tiempo. La conversión consiste en que el amor supere
progresivamente al egoísmo en nuestra vida, lo cual es un trabajo siempre inacabado. San
Máximo nos dirá: «No hay nada tan agradable y amado por Dios como el hecho de que los
hombres se conviertan a Él con sincero arrepentimiento».
¡Ay de ti, que has visto muchos milagros y no te has convertido! Son muy duras las
palabras de Cristo contra estas dos ciudades, ciudades que nos pueden representar si no
creemos en los milagros que Cristo va cumpliendo cada día de nuestra vida.
¿Qué milagros ha hecho y no he creído? Cada uno en su vida personal puede decir cuántos
son los milagros que Dios ha hecho en su propia vida, pero los más comunes son la
Eucaristía, la conversión de nuestros corazones, las casualidades que no tienen otro
fundamento que el querer de Dios, nuestra propia vida...
Lo que nos pide Cristo en este evangelio es que reflexionemos sobre todos esos milagros,
esas gracias que Dios nos va dando, para que se las agradezcamos como verdaderos hijos,
que aman a su Padre. Seamos agradecidos y pidamos la gracia de ver todo lo que Dios nos
ha dado.
La Cruz de Jesús es la Palabra con la que Dios ha respondido al mal del mundo. A veces
nos parece que Dios no responde al mal, que permanece en silencio. En realidad Dios ha
hablado, ha respondido, y su respuesta es la Cruz de Cristo: una palabra que es amor,
misericordia, perdón. Recordemos esto: Dios nos juzga amándonos. Si acojo su amor estoy
salvado, si lo rechazo me condeno, no por él, sino por mí mismo, porque Dios no condena,
Él sólo ama y salva. Los cristianos deben responder al mal con el bien, tomando sobre sí la
Cruz, como Jesús.
Propósito
Poner en mi agenda de actividades, el día en que voy a ir a confesarme.
Eres feliz, Virgen María, tú que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.
Porque miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones
me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas. Su nombre es
santo. R.
Derribó del trono a los poderosos y elevó a los humildes, colmó de bienes a los
hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. R.
Aleluya Cf. Lc 1, 28
Aleluya. Alégrate María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres.
Aleluya.
Evangelio Lc 1, 26-38
Palabra de Dios.
Comentario
El dramatismo del análisis de la realidad que presenta Baruc, se abre a la esperanza del
encuentro con Dios. Ningún dolor puede apartarnos del Señor que siempre está para
recibirnos y abrazarnos.
Sal 68, 33-37
El Señor salvará a Sión y volverá a edificar las ciudades de Judá: el linaje de sus servidores
la tendrá como herencia, y los que aman su nombre morarán en ella. R.
Aleluya cf. Mt 11, 25
Aleluya. Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del
Reino a los pequeños. Aleluya.
Evangelio Lc 10. 17-24
Oración introductoria
Gracias, Señor, por mostrarme el camino para llegar al Padre, permite que sea un pequeño y
sea dichoso de estar cerca de Ti.
Petición
Señor, concédeme ser sencillo para buscar siempre el camino que me lleve a Ti.
Meditación
Hoy, el evangelista Lucas nos narra el hecho que da lugar al agradecimiento de Jesús para
con su Padre por los beneficios que ha otorgado a la Humanidad. Agradece la revelación
concedida a los humildes de corazón, a los pequeños en el Reino. Jesús muestra su alegría
al ver que éstos admiten, entienden y practican lo que Dios da a conocer por medio de Él.
En otras ocasiones, en su diálogo íntimo con el Padre, también le dará gracias porque
siempre le escucha. Alaba al samaritano leproso que, una vez curado de su enfermedad —
junto con otros nueve—, regresa sólo él donde está Jesús para darle las gracias por el
beneficio recibido.
¡Qué alegría de los discípulos después de una jornada tan exitosa! Los demonios les temen,
curan leprosos, hacen caminar a los paralíticos, dan la vista a los ciegos etc.
La satisfacción tan agradable y tan necesaria que experimentamos por haber hecho el bien
en esta tierra nos debería llevar a pensar en los méritos que ganamos para el cielo. Este es el
motivo principal por el cual deberíamos de estar contentos. Saber que hemos actuado de tal
forma que nuestros nombres están escritos en el reino de los cielos.
Es Cristo quien guía a la Iglesia por medio de su Espíritu. El Espíritu Santo es el alma de la
Iglesia, con su fuerza vivificadora y unificadora: de muchos, hace un solo cuerpo, el
Cuerpo místico de Cristo. Nunca nos dejemos vencer por el pesimismo, por esa amargura
que el diablo nos ofrece cada día; no caigamos en el pesimismo y el desánimo: tengamos la
firme convicción de que, con su aliento poderoso, el Espíritu Santo da a la Iglesia el valor
de perseverar y también de buscar nuevos métodos de evangelización, para llevar el
Evangelio hasta los extremos confines de la tierra.
La verdad cristiana es atrayente y persuasiva porque responde a la necesidad profunda de la
existencia humana, al anunciar de manera convincente que Cristo es el único Salvador de
todo el hombre y de todos los hombres. Este anuncio sigue siendo válido hoy, como lo fue
en los comienzos del cristianismo, cuando se produjo la primera gran expansión misionera
del Evangelio.
Escribe san Agustín: «¿Podemos llevar algo mejor en el corazón, pronunciarlo con la boca,
escribirlo con la pluma, que estas palabras: ‘Gracias a Dios’? No hay nada que pueda
decirse con mayor brevedad, ni oír con mayor alegría, ni sentirse con mayor elevación, ni
hacer con mayor utilidad». Así debemos actuar siempre con Dios y con el prójimo, incluso
por los dones que desconocemos. Gratitud para con los padres, los amigos, los maestros,
los compañeros. Para con todos los que nos ayuden, nos estimulen, nos sirvan. Gratitud
también, como es lógico, con nuestra Madre, la Iglesia.
La gratitud no es una virtud muy “usada” o habitual, y, en cambio, es una de las que se
experimentan con mayor agrado. Debemos reconocer que, a veces, tampoco es fácil vivirla.
Santa Teresa afirmaba: «Tengo una condición tan agradecida que me sobornarían con una
sardina». Los santos han obrado siempre así. Y lo han realizado de tres modos diversos,
como señalaba santo Tomás de Aquino: primero, con el reconocimiento interior de los
beneficios recibidos; segundo, alabando externamente a Dios con la palabra; y, tercero,
procurando recompensar al bienhechor con obras, según las propias posibilidades.
Sabiendo los motivos de nuestra verdadera alegría es como si hubiésemos encontrado el
tesoro que buscábamos en nuestra vida. Custodiemos este tesoro y no permitamos que los
ladrones de la vanidad, avaricia, egoísmo nos lo arrebaten.
Propósito
Alegrarme con Jesús al hacer el bien en esta tierra, y saber que son méritos para el cielo.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso sobrepasas los méritos y los deseos de
los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia perdonando lo que inquieta
nuestra conciencia y concediéndonos aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es
Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, la oblación instituida por ti y, por estos sagrados misterios que celebramos,
danos la gracia de tu redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
Antífona de comunión Lam 3, 25
El Señor es bondadoso con los que esperan en él, con aquellos que lo buscan.
1ª Lectura Is 5, 1-7
Palabra de Dios.
Comentario
¿Por qué dice san Pablo que nada debe preocuparnos? No porque seamos irresponsables,
sino porque presentamos a Dios nuestras vidas a cada momento. De esa manera
comprendemos que Dios quiere nuestro bien, nos entregamos a su amor, y la paz llena
nuestro corazón.
Aleluya Cf. Jn 15, 16
Aleluya. “Yo los elegí del mundo, para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero”,
dice el Señor. Aleluya.
Evangelio Mt 21, 33-46
Oración introductoria
Señor, muchas veces me es costoso ser fiel a lo que Tú me pides y especialmente a mis
obligaciones habituales. ¡Cuán difícil es cargar la cruz de mi vida! A veces quisiera echar
todo por la borda y hacer con mi vida lo que yo quiera, pero sé que al final, eso me va a
dejar vacío y seco. Tiendo a la independencia, a hacer mi vida lejos de ti, pero Tú me pides
compañía. ¡Quiero acompañarte! Muchas veces me he querido separar de ti,
convenciéndome de que Tú no existes por el simple hecho de que los problemas en mi vida
siguen presentes; pero sé que en esos momentos de dificultad, aunque yo te haya dado la
espalda, Tú me ayudas y me proteges más que en ningún otro momento de mi vida. Gracias
Señor, por tu compañía y tu amistad. Concédeme abrir los ojos para ver y darme cuenta del
gran amor que Tú me tienes.
Petición
Padre mío, concédeme la gracia de ver en todo tu compañía y tu mano amorosa,
especialmente en los momentos de dificultad. Quítame esta ceguera de pensar que haciendo
lo que se me apetezca voy a ser feliz y a resolver mis problemas. Haz que caiga en la cuenta
de que mientras más cerca estoy de Ti, más puedo vivir con alegría y mi vida se colma de
frutos.
Meditación
Hoy contemplamos el misterio del rechazo de Dios en general, y de Cristo en particular.
Sorprende la reiterada resistencia de los hombres ante el amor de Dios.
Pero la parábola hoy se refiere más específicamente al rechazo que los judíos tuvieron con
Cristo: «Finalmente les envió a su hijo, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’. Pero los
labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: ‘Este es el heredero. Vamos, matémosle y
quedémonos con su herencia’. Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron» (Mt
21,37-39). No es fácil entender esto: es porque Cristo vino a redimir al mundo entero, y los
judíos esperan a su “mesías” particular que les dé a ellos el dominio de todo el mundo…
Hoy, Jesús, por medio de la parábola de los viñadores homicidas, nos habla de la
infidelidad; compara la viña con Israel y los viñadores con los jefes del pueblo escogido. A
ellos y a toda la descendencia de Abraham se les había confiado el Reino de Dios, pero han
malversado la heredad: «Por eso os digo: se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un
pueblo que rinda sus frutos» (Mt 21,43).
Al principio del Evangelio de Mateo, la Buena Nueva parece dirigida únicamente a Israel.
El pueble escogido, ya en la Antigua Alianza, tiene la misión de anunciar y llevar la
salvación a todas las naciones. Pero Israel no ha sido fiel a su misión. Jesús, el mediador de
la Nueva Alianza, congregará a su alrededor a los doce Apóstoles, símbolo del “nuevo”
Israel, llamado a dar frutos de vida eterna y a anunciar a todos los pueblos la salvación.
Este nuevo Israel es la Iglesia, todos los bautizados. Nosotros hemos recibido, en la persona
de Jesús y en su mensaje, un regalo único que hemos de hacer fructificar. No nos podemos
conformar con una vivencia individualista y cerrada a nuestra fe; hay que comunicarla y
regalarla a cada persona que se nos acerca. De ahí se deriva que el primer fruto es que
vivamos nuestra fe en el calor de familia, el de la comunidad cristiana. Esto será sencillo,
porque «donde hay dos o más reunidos en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos» (Mt
18,20).
Pero se trata de una comunidad cristiana abierta, es decir, eminentemente misionera
(segundo fruto). Por la fuerza y la belleza del Resucitado “en medio nuestro”, la comunidad
es atractiva en todos sus gestos y actos, y cada uno de sus miembros goza de la capacidad
de engendrar hombres y mujeres a la nueva vida del Resucitado.
Abramos nuestro corazón para reflexionar y alzar nuestra mirada en Jesucristo Crucificado.
Jesucristo sabe que las soluciones que el mundo nos ofrece no son las más acertadas. Él
quiere ayudarnos y para eso nos pide que creamos en él y que nos aferremos a Él como un
hijo se aferra en la cintura de su padre cuando siente temor. Sepamos poner todas nuestras
preocupaciones en sus manos y a vivir nuestra vida dándonos a nuestros seres queridos.
Cumpliendo con nuestros deberes habituales, para que nuestra vida sea plena.
Pidamos a Dios particularmente por la conversión de los judíos, pues este pueblo, de
grandes valores, convertido al catolicismo, puede ser un gran beneficio para la humanidad
entera.
Propósito
Hoy le pediré a Cristo frente a un crucifijo durante 5 minutos, la gracia de seguirlo y le
pediré fuerzas para cargar con valentía mi cruz de cada día.
Palabra de Dios.
Comentario
De acuerdo con los criterios religiosos de la época en que se escribió el libro de Jonás
(aprox. siglo V a.C.), sólo podía ser beneficiado por los dones de Dios aquel pueblo que
participaba de la Alianza. Como Nínive era una ciudad pagana, de acuerdo con este criterio,
le correspondía el abandono de Dios e incluso el castigo por sus pecados. Quizá, de otro
modo, nuestros pensamientos hacia “los que no se portan como nosotros” sean similares a
estos. Sin embargo, a través de este texto, Dios nos enseña que su misericordia y amor
llegan a todos los hombres, a todos los pueblos, porque Dios es Padre de todos.
[Sal] Jon 2, 3-5. 8
Oración introductoria
Señor, dame la sabiduría y el amor para descubrir y actuar, buscando el bien de los demás,
en las diversas situaciones de mi vida cotidiana. No permitas que el ajetreo de mis
pendientes me haga pasar de largo y no ver a esa persona que necesita que me detenga a
platicar con ella para darle consuelo o simplemente una sonrisa.
Petición
Señor, quiero amarte en los demás, con todo el corazón, con toda el alma y con todas mis
fuerzas. Por eso pido a la santísima Virgen del Rosario, que celebramos hoy, que interceda
por mí para que esta oración me ilumine y me ayude a nunca ser indiferente a las
necesidades de los demás.
Meditación
Hoy, el mensaje evangélico señala el camino de la vida: «Amarás al Señor tu Dios con todo
tu corazón, (…) y a tu prójimo como a ti mismo» (Lc 10,27). Y porque Dios nos ha amado
primero, nos lleva a la unión con Él.
Un maestro de la Ley plantea a Jesús una pregunta que quizás nos hemos formulado más de
una vez: «¿Qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?» (Lc 10,25). Era una
pregunta que iba con segundas, pues quería poner a prueba a Jesús. El maestro responde
sabiamente lo que dice la Ley, es decir, amar a Dios y al prójimo como a uno mismo (cf. Lc
10,27). La clave es amar. Si buscamos la vida eterna, sabemos que «la fe y la esperanza
pasarán, mientras que el amor no pasará nunca» (cf. 1Cor 13,13). Cualquier proyecto de
vida y cualquier espiritualidad cuyo centro no sea el amor nos aleja del sentido de la
existencia. Un punto de referencia importante es el amor a uno mismo, a menudo olvidado.
Solamente podemos amar a Dios y al prójimo desde nuestra propia identidad.
El maestro de la Ley va más lejos todavía y pregunta a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?»
(Lc 10,29). La respuesta llega a través de un cuento, de una parábola, de una historia corta,
sin formulaciones teóricas complicadas, pero con un gran contenido. El modelo de prójimo
es un samaritano, es decir, un marginado, un excluido del pueblo de Dios. Un sacerdote y
un levita pasan de largo al ver al hombre apaleado y malherido. Los que parecen estar más
cerca de Dios (el sacerdote y el levita) son los que están más lejos del prójimo. El maestro
de la Ley evita pronunciar la palabra "samaritano" para indicar a quien se comportó como
prójimo del hombre malherido y dice: «El que practicó la misericordia con él» (Lc 10,37).
La propuesta de Jesús es clara: «Vete y haz tú lo mismo». No es la conclusión teórica del
debate, sino la invitación a vivir la realidad del amor, el cual es mucho más que un
sentimiento etéreo, pues se trata de un comportamiento que vence las discriminaciones
sociales y que brota del corazón de la persona. San Juan de la Cruz nos recuerda que «al
atardecer de la vida te examinarán del amor».
Muchas lecciones les ha dado Nuestro Señor a los fariseos, pero ninguna tan bella como
ésta. Es de esas ocasiones en las que Cristo da a conocer su doctrina y su mandamiento a
todos los hombres, y lo hace de manera muy velada.
Amar al prójimo no es muy fácil, porque requiere donarse a los demás, y ese donarse
cuesta, porque no a todos los tratamos o queremos de la misma manera. Por ello tenemos
que lograr amar a todos por igual, sin ninguna distinción. Quererlos a todos, sin preferir a
nadie. Es difícil más no imposible.
María ha pasado muchos momentos no fáciles en su vida, desde el nacimiento de Jesús,
cuando "no había sitio para ellos en la posada", hasta el Calvario. Como una buena madre
está a nuestro lado, para que no perdamos jamás el arrojo frente a las adversidades de la
vida, frente a nuestra debilidad, frente a nuestros pecados: nos fortalece, nos señala el
camino de su Hijo. Jesús, desde la cruz, dice a María indicando a Juan: "Mujer, ahí tienes a
tu Hijo", y a Juan: "Ahí tienes a tu madre". En aquel discípulo estamos representados todos
nosotros: el Señor nos encomienda en las manos llenas de amor y de ternura de la Madre,
de modo que podamos contar con su ayuda para afrontar y vencer las dificultades de
nuestro camino humano y cristiano; no temer las dificultades, afrontarlas con la ayuda de
nuestra Madre celestial.
Propósito
Imitemos a Cristo en su vida de donación a los demás, y vivamos con confianza y
constancia su mandamiento: "vete y haz tú lo mismo".
Palabra de Dios.
Comentario
La predicación por la conversión de Nínive ha dado resultado. No sólo se han arrepentido
los ninivitas, sino que Jonás ha comprendido que el mensaje de Dios es para todos, y que
supera las barreras culturales, sociales y religiosas. Por lo tanto, Jonás comienza el camino
de conversión.
Salmo 129, 1-4. 6c-8
Oración introductoria
Señor, a imitación de María, escojo la mejor parte. Concédeme la gracia de estar contigo en
esta oración. A menudo nos sentimos metidos entre mil urgencias y contingencias, creemos
no tener tiempo que dedicar a la oración. Dame tu gracia para estar en este momento cerca
de Ti
Petición
Señor, ayúdame a escoger la mejor parte en estos momentos de reflexión donde escucho Tu
Palabra y quieres dejar tu mensaje en mi.
Meditación
Hoy, como cada día, puedes aprender del Evangelio. Jesús, invitado en el hogar de Betania,
nos da una lección de humanidad: Él, que quería a la gente, se deja querer, porque las dos
cosas son importantes. Rechazar las muestras de afecto, de Dios y de los demás, sería un
grave error, de consecuencias nefastas para la santidad.
¿Marta o María? Pero..., ¿por qué enfrentar a quienes tanto se querían, y querían tanto a
Dios? Jesús amaba a Marta y María, y a su hermano Lázaro, y nos ama a cada uno de
nosotros. En el camino de la santidad no hay dos almas iguales. Todos procuramos amar a
Dios, pero con estilo y personalidad propios, sin imitar a nadie. Nuestro modelo está en
Cristo y la Virgen. ¿Te molesta la manera de tratar a Dios de otros? Intenta aprender de su
piedad personal.
«Hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno
de vosotros descubrir; o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo
encontraremos nunca».
Jesús iba con placer a Betania, y se sentía como en su casa. Marta, que se dedica con
empeño a las faenas de casa, está tan absorta en servirlo atentamente que no encuentra el
tiempo de gozar su compañía. En cambio, María prefirió sentarse junto a él para escuchar
sus enseñanzas. Jesús no quiere ser juez entre Marta y María: no manda a la primera que se
siente a escucharle, ni a la segunda que se levante a ayudar a su hermana. Él aprovecha la
ocasión para ofrecer un consejo siempre válido: en nuestra peregrinación terrenal conviene
sólo preocuparse de escuchar la palabra del Dios, y respetar sus enseñanzas con nuestras
obras.
¿Qué cuenta más, escuchar a Dios o trabajar por Él? ¿La vida activa o la vida
contemplativa? "Una sola es la cosa de que hay necesidad." Vida activa y contemplativa no
están en contraposición así como Marta y María, son" hermanas." Cada fiel cristiano, en el
estado de vida que le es justo, tiene que aprender a ser contemplativo en el actuar y activo
en la contemplación. El Maestro nos enseña que no es necesario preocuparse
excesivamente por las "obras de Dios", si nos llevan a no tener tiempo para estar y para
dialogar con el "Dios de las obras." Si primera no hablamos con Dios, ¿cómo podremos
hablar luego de él a los otros? A menudo nos sentimos metidos en este conflicto: entre mil
urgencias y contingencias, creemos no tener tiempo que dedicar a la oración, para hablar
con nuestro Padre bueno.
Para escuchar al Señor, es necesario aprender a contemplarlo, a percibir su presencia
constante en nuestra vida; es necesario detenerse a dialogar con Él, dejarle espacio en la
oración. Cada uno de nosotros debería preguntarse: ¿qué espacio dejo al Señor? ¿Me
detengo a dialogar con Él? Desde que éramos pequeños, nuestros padres nos acostumbraron
a iniciar y a terminar el día con una oración, para educarnos a sentir que la amistad y el
amor de Dios nos acompañan. Recordemos más al Señor en nuestras jornadas.
«María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada» (Lc 10,42). Dios nos quiere
felices. Que nuestra Madre del Cielo nos ayude a experimentar la alegría de la entrega.
Propósito
Volvamos a atribuir el justo valor y el justo tiempo a la vida interior. Que ninguna actividad
nos impida no dedicar un momento a la oración.
Miércoles 11 de Octubre de 2017
Misa a elección:
Feria. Verde.
San Juan XXIII, papa. (ML). Blanco.
Soledad (Manuela) Torres Acosta, virgen (ML). Blanco.
Martirologio Romano: En Madrid, España, Soledad (Manuela) Torres Acosta, virgen,
que desde su juventud demostró gran solicitud hacia los enfermos pobres, a los que atendió
con total abnegación, especialmente al fundar la Congregación de Siervas de María
Ministras de los Enfermos († 1887).
El estilo afable y cordial de Juan XXIII le valió el título de “el Papa bueno”. Su gran obra
fue la convocatoria al Concilio Vaticano II, que comenzó a sesionar en octubre de 1962.
Con este concilio quiso que toda la Iglesia repensara su función en la realidad concreta del
siglo XX. De su enseñanza cabe destacar las encíclicas “Mater et Magistra” (1961) y
“Pacem in Terris” (1963).
Antífona de entrada Cf. Est 4,17
Señor, todo está bajo tu poder y nada puede resistir a tu voluntad. Tú hiciste el cielo y la
tierra, y todo lo que está bajo el firmamento; tú eres el Señor del universo.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso sobrepasas los méritos y los deseos de
los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia perdonando lo que inquieta
nuestra conciencia y concediéndonos aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es
Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: de san Juan XXIII
Dios todopoderoso y eterno, que en el papa san Juan XXIII, hiciste brillar ante el mundo el
ejemplo del buen pastor, te rogamos que, por su intercesión, nos concedas poder difundir
con alegría la plenitud de la caridad cristiana. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, la oblación instituida por ti y, por estos sagrados misterios que celebramos,
danos la gracia de tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Lam 3, 2
El Señor es bondadoso con los que esperan en él, con aquellos que lo buscan.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, sácianos con el sacramento del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, para
que nos transformemos en aquello que hemos recibido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
Comentario
La preocupación de Jonás es demasiado pequeña comparada con la situación de todo un
país que está sumergido en las tinieblas, y que no puede discernir entre lo que está bien y lo
que está mal. Jonás tiene que abrir su corazón, su mente y su alma, para salir de sí mismo y
ver más allá de sus necesidades y aún de sus dolores.
Sal 85, 3-6. 9-10
Oración introductoria
Señor, creo y confío plenamente en tu misericordia ante mis debilidades. Permite que este
momento de intimidad contigo sea el medio por el cual aprenda a orar, como Tú quieres
que lo haga. Dame el don de tu Espíritu Santo, e inspírame lo que debo pensar, lo que debo
decir y cómo debo actuar para que Tú reines en mi corazón.
Petición
Padre nuestro, que estás en el cielo, te pido que vengas a mi corazón.
Meditación
En el Evangelio del día, los discípulos le piden a Jesús: Señor, enséñanos a orar.... La
oración es la gran disciplina del cristiano. Y lo diría el mismo Jesús en el huerto de
Getsemaní: Vigilad y orad para que no caigáis en tentación. Él es nuestro mejor entrenador.
Hoy, nos ofrece la oración más perfecta, la más antigua y la mejor: el Padre Nuestro.
En ella, encontramos los elementos que deben caracterizar toda oración de una auténtico
cristiano. Se trata de una oración dirigida a una persona: Padre; en ella, alabamos a Dios y
anhelamos la llegada de su Reino; pedimos por nuestras necesidades espirituales y
temporales; pedimos perdón por nuestros pecados y ofrecemos el nuestro a quienes nos han
ofendido; y, finalmente, pedimos las gracias necesarias para permanecer fieles a su
voluntad. Todo ello, rezado con humildad y con un profundo espíritu de gratitud. Solo
podemos ser verdaderamente hermanos cuando tenemos un mismo Padre en común, y esa
es la novedad del cristianismo: somos realmente hijos de Dios porque somos hermanos en
Cristo. Si no reconocemos a Jesucristo como el Verbo encarnado, Hijo del Dios eterno no
podemos atribuirnos falsamente la hermandad universal. Somos hijos por el, con el y en el.
Dios nos trata como hijos, nos comprende, nos perdona, nos abraza y nos ama aun cuando
nos equivocamos. Esta relación de hijos con el Señor debe crecer, ser alimentada cada día
con la escucha de su Palabra, la oración, la participación en los sacramentos y la práctica de
la caridad. Comportémonos como hijos de Dios, sin desanimarnos por nuestras caídas,
sintiéndonos amados por Él, sabiendo que Él es nuestra fuerza. Porque Él siempre es fiel.
Rezar como cristianos supone ponernos en una situación donde vemos a Dios como padre y
le hablamos como sus hijos: «Me has escrito: ‘Orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?’. —
¿De qué? De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles,
preocupaciones diarias..., ¡flaquezas!: de gracias y peticiones: y Amor y desagravio. En dos
palabras: conocerle y conocerte: ¡tratarse!’».
Cuando los hijos hablan con sus padres se fijan en una cosa: transmitir en palabras y
lenguaje corporal lo que sienten en el corazón. Llegamos a ser mejores mujeres y hombres
de oración cuando nuestro trato con Dios se hace más íntimo, como el de un padre con su
hijo. De eso nos dejó ejemplo Jesús mismo. Él es el camino.
Ser cristianos no se reduce sólo a cumplir los mandamientos, es ser de Cristo, pensar,
actuar, amar como Él, dejando que tome posesión de nuestra existencia para que la cambie,
la trasforme, la libere de las tinieblas del mal y del pecado. A quien nos pida razón de
nuestra esperanza, mostrémosle a Cristo Resucitado y hagámoslo con el anuncio de la
Palabra, pero sobre todo con nuestra vida de resucitados. Porque nosotros también por el
bautismo hemos resucitado, como Cristo.
Y, si acudes a la Virgen, maestra de oración, ¡qué fácil te será! De hecho, «la
contemplación de Cristo tiene en María su modelo insuperable. El rostro del Hijo le
pertenece de un modo especial (...). Nadie se ha dedicado con la asiduidad de María a la
contemplación del rostro de Cristo»
Ojalá que sea, el Padre Nuestro, la oración de todas nuestras familias pero, sobre todo, el
reflejo de nuestras vidas como cristianos y discípulos de Jesucristo.
Propósito
Ofrecer a Dios cumplir su voluntad con el rezo meditado del Padre nuestro.
Palabra de Dios.
Comentario
Es cierto que muchas veces vemos prosperar a los malos, y esto puede desalentarnos. El
profeta anuncia que esto no será así para siempre. Con fuertes metáforas nos anuncia que en
el Reino de Dios no habrá lugar para los arrogantes. Y esa será la felicidad, compartir la
luz, la vida y el amor de Dios.
Sal 1, 1-4. 6
Oración introductoria
Padre, gracias por tu misericordia, por darme lo mejor para aunque a veces no sea lo que yo
espero. Toco a tu puerta, insisto que me abras, siempre te pido, pero tu enseñame a saber
pedir lo mejor para mi.
Petición
Pidamos la gracia de aprender a apreciar el valor de la oración, allí vemos el amor de Dios
por nosotros, y lo único que tenemos que hacer en esta vida es amarle como
correspondencia.
Meditación
Hoy, el Evangelio es una catequesis de Jesús sobre la oración. Afirma solemnemente que el
Padre siempre la escucha: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá»
(Lc 11,9). A veces podemos pensar que la práctica nos muestra que esto no siempre sucede,
que no siempre “funciona” así. ¡Es que hay que rezar con las debidas actitudes!. Dios no es
un "genio mágico" que concede deseos. Dejemos que Dios sea Dios y no lo transformemos
en un genio escondido en una lámpara que con formulas mágicas concede lo que deseamos.
La primera es la constancia, la perseverancia. Hemos de rezar sin desanimarnos nunca,
aunque nos parezca que nuestra plegaria choca con un rechazo, o que no es escuchada
enseguida. Es la actitud de aquel hombre inoportuno que a medianoche va a pedirle un
favor a su amigo. Con su insistencia recibe los panes que necesita. Dios es el amigo que
escucha desde dentro a quien es constante. Hemos de confiar en que terminará por darnos
lo que pedimos, porque además de ser amigo, es Padre.
La segunda actitud que Jesús nos enseña es la confianza y el amor de hijos. La paternidad
de Dios supera inmensamente a la humana, que es limitada e imperfecta: «Si, pues,
vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del
cielo...!» (Lc 11,13).
Tercera: hemos de pedir sobre todo el Espíritu Santo y no sólo cosas materiales. El Don del
Espíritu Santo que nos hace buscar su Voluntad y no la nuestra, forjada muchas veces en
nuestros caprichos. Jesús nos anima a pedirlo, asegurándonos que lo recibiremos:
«...¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!» (Lc 11,13).
Esta petición siempre es escuchada. Es tanto como pedir la gracia de la oración, ya que el
Espíritu Santo es su fuente y origen.
Ningún padre de familia busca lo peor para sus hijos. Al contrario siempre le dará lo
mejor.
Dios, para nosotros es un Padre. Él quiere siempre para nosotros lo mejor. Nos da lo que a
Él siempre le parece lo mejor, no lo que a nosotros nos gustaría que fuera lo mejor. Igual
que con nuestros hijos, Dios Padre quiere que cada uno de nosotros llegue a ser un hombre.
Por eso, cuando nos parecen dolorosas algunas situaciones es porque los caminos de Dios
no son nuestros caminos.
No conocemos el corazón del Señor y no tendremos nunca la alegría de sentir esta
misericordia. No es fácil confiarse a la misericordia de Dios, porque eso es un abismo
incomprensible, pero debemos hacerlo.
El Señor; el Señor no se cansa nunca de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de
pedir perdón. Pidamos la gracia de no cansarnos de pedir el perdón, porque Él nunca se
cansa de perdonarnos. Pidamos esta gracia.
Recordemos: Él nos ama tanto que ha dado a su propio Hijo para que nos salvara del
pecado. ¿Seremos tan ciegos para no ver este don tan maravilloso del amor de Dios a
nuestras almas?
Palabra de Dios.
Comentario
Es cierto que muchas veces vemos prosperar a los malos, y esto puede desalentarnos. El
profeta anuncia que esto no será así para siempre. Con fuertes metáforas nos anuncia que en
el Reino de Dios no habrá lugar para los arrogantes. Y esa será la felicidad, compartir la
luz, la vida y el amor de Dios.
Sal 1, 1-4. 6
Petición
Pidamos la gracia de aprender a apreciar el valor de la oración, allí vemos el amor de Dios
por nosotros, y lo único que tenemos que hacer en esta vida es amarle como
correspondencia.
Meditación
Hoy, el Evangelio es una catequesis de Jesús sobre la oración. Afirma solemnemente que el
Padre siempre la escucha: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá»
(Lc 11,9). A veces podemos pensar que la práctica nos muestra que esto no siempre sucede,
que no siempre “funciona” así. ¡Es que hay que rezar con las debidas actitudes!. Dios no es
un "genio mágico" que concede deseos. Dejemos que Dios sea Dios y no lo transformemos
en un genio escondido en una lámpara que con formulas mágicas concede lo que deseamos.
La primera es la constancia, la perseverancia. Hemos de rezar sin desanimarnos nunca,
aunque nos parezca que nuestra plegaria choca con un rechazo, o que no es escuchada
enseguida. Es la actitud de aquel hombre inoportuno que a medianoche va a pedirle un
favor a su amigo. Con su insistencia recibe los panes que necesita. Dios es el amigo que
escucha desde dentro a quien es constante. Hemos de confiar en que terminará por darnos
lo que pedimos, porque además de ser amigo, es Padre.
La segunda actitud que Jesús nos enseña es la confianza y el amor de hijos. La paternidad
de Dios supera inmensamente a la humana, que es limitada e imperfecta: «Si, pues,
vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del
cielo...!» (Lc 11,13).
Tercera: hemos de pedir sobre todo el Espíritu Santo y no sólo cosas materiales. El Don del
Espíritu Santo que nos hace buscar su Voluntad y no la nuestra, forjada muchas veces en
nuestros caprichos. Jesús nos anima a pedirlo, asegurándonos que lo recibiremos:
«...¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!» (Lc 11,13).
Esta petición siempre es escuchada. Es tanto como pedir la gracia de la oración, ya que el
Espíritu Santo es su fuente y origen.
Ningún padre de familia busca lo peor para sus hijos. Al contrario siempre le dará lo
mejor.
Dios, para nosotros es un Padre. Él quiere siempre para nosotros lo mejor. Nos da lo que a
Él siempre le parece lo mejor, no lo que a nosotros nos gustaría que fuera lo mejor. Igual
que con nuestros hijos, Dios Padre quiere que cada uno de nosotros llegue a ser un hombre.
Por eso, cuando nos parecen dolorosas algunas situaciones es porque los caminos de Dios
no son nuestros caminos.
No conocemos el corazón del Señor y no tendremos nunca la alegría de sentir esta
misericordia. No es fácil confiarse a la misericordia de Dios, porque eso es un abismo
incomprensible, pero debemos hacerlo.
El Señor; el Señor no se cansa nunca de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de
pedir perdón. Pidamos la gracia de no cansarnos de pedir el perdón, porque Él nunca se
cansa de perdonarnos. Pidamos esta gracia.
Recordemos: Él nos ama tanto que ha dado a su propio Hijo para que nos salvara del
pecado. ¿Seremos tan ciegos para no ver este don tan maravilloso del amor de Dios a
nuestras almas?
Propósito
Voy a valorar la oración, dedicaré un momento de mi día, sin prisa ni distracciones. Pediré
para que Dios me otorgue la fortaleza de aceptar lo que Él me mande aunque no sea lo que
yo espero, confiando en Dios, mi Padre bueno.
Según los escritos de Lucía, la última aparición de la Virgen a los tres pastorcitos tuvo
lugar el 13 de octubre de 1917, día en que se produjo el llamado «milagro del sol»,
presenciado por 70 000 personas, entre ellos periodistas y personalidades consideradas
"librepensadores" de la época, que quedaron estupefactos ante el hecho. El periodista
Avelino de Almeida, del diario liberal y anticlerical O seculo, repitió reiteradamente en su
relato: "yo lo he visto... yo lo he visto".
Antífona de entrada cf. Est 4, 17
Señor, todo está bajo tu poder y nada puede resistir a tu voluntad. Tú hiciste el cielo y la
tierra, y todo lo que está bajo el firmamento; tú eres el Señor del universo.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso sobrepasas los méritos y los deseos de
los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia perdonando lo que inquieta
nuestra conciencia y concediéndonos aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro
Señor Jesucristo...
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, la oblación instituida por ti y, por estos sagrados misterios que celebramos,
danos la gracia de tu redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
Antífona de comunión Lam 3, 25
El Señor es bondadoso con los que esperan en él, con aquellos que lo buscan.
O bien: cf. 1Cor 10, 17
Hay un solo pan, y nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque
participamos de ese único pan y del único cáliz.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, sácianos con el sacramento del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo para
que nos transformemos en aquello que hemos recibido. Por Jesucristo nuestro Señor.
Lectura Jl 1, 13-15; 2, 1-2
Palabra de Dios.
Comentario
El ministro del altar debe compartir el mismo acto penitencial que el pueblo. Es Dios quien
manda el ayuno y la penitencia, y todos por igual tienen que inclinarse ante ese mandato.
No hay privilegios ni evasiones que valgan.
Salmo 9, 2-3. 6. 16. 8-9
Oración introductoria
Señor Jesús, gracias por estar siempre a mi lado. Contigo, no tengo nada que temer. Tú me
has librado de las garras del maligno. Tu presencia me da paz y reconforta mi alma. Cada
vez que miro una cruz, recuerdo que Tú me amas y que estás dispuesto a darlo todo por mí,
por mi salvación y mi felicidad eterna.
Petición
Dios mío, concédeme la gracia de nunca olvidar que Tú eres todopoderoso, que ninguna
creatura tiene poder sobre Ti aunque el mundo quiera presentarnos lo contrario. Yo quiero
estar contigo y no contra Ti: ¡hazme fiel a tu amistad!
Meditación
Hoy, en la proclamación de la Palabra de Dios, vuelve a aparecer la figura del diablo:
«Jesús estaba expulsando un demonio que era mudo» (Lc 11,14). Cada vez que los textos
nos hablan del demonio, quizá nos sentimos un poco incómodos. En cualquier caso, es
cierto que el mal existe, y que tiene raíces tan profundas que nosotros no podemos
conseguir eliminarlas del todo. También es verdad que el mal tiene una dimensión muy
amplia: va “trabajando” y no podemos de ninguna manera dominarlo. Pero Jesús ha venido
a combatir estas fuerzas del mal, al demonio. Él es el único que lo puede echar.
Se ha calumniado y acusado a Jesús: el demonio es capaz de conseguirlo todo. Mientras
que la gente se maravilla de lo que ha obrado Jesucristo, «algunos de ellos dijeron: ‘Por
Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios’» (Lc 11,15).
La respuesta de Jesús muestra la absurdidad del argumento de quienes le contradicen. De
paso, esta respuesta es para nosotros una llamada a la unidad, a la fuerza que supone la
unión. La desunión, en cambio, es un fermento maléfico y destructor. Precisamente, uno de
los signos del mal es la división y el no entenderse entre unos y otros. Desgraciadamente, el
mundo actual está marcado por este tipo de espíritu del mal que impide la comprensión y el
reconocimiento de los unos hacia los otros.
Jesús es ridículamente “acusado” de expulsar demonios «por Beelzebul, Príncipe de los
demonios» (Lc 11,15). Es difícil imaginar un bien más grande —echar, alejar de las almas
al diablo, el instigador del mal— y, al mismo tiempo, escuchar la acusación más grave —
hacerlo, precisamente, por el poder del propio diablo—. Es realmente una acusación
gratuita, que manifiesta mucha ceguera y envidia por parte de los acusadores del Señor.
También hoy día, sin darnos cuenta, eliminamos de raíz el derecho que tienen los otros a
discrepar, a ser diferentes y tener sus propias posiciones contrarias e, incluso, opuestas a las
nuestras.
Quien lo vive cerrado en un dogmatismo político, cultural o ideológico, fácilmente
menosprecia al que discrepa, descalificando todo su proyecto y negándole competencia e,
incluso, honestidad. Entonces, el adversario político o ideológico se convierte en enemigo
personal. La confrontación degenera en insulto y agresividad. El clima de intolerancia y
mutua exclusión violenta puede, entonces, conducirnos a la tentación de eliminar de alguna
manera a quien se nos presenta como enemigo.
Entre todos hemos de crear unas condiciones y un clima de tolerancia, respeto mutuo y
confrontación leal en el que sea posible ir encontrando caminos de diálogo. Y los cristianos,
lejos de endurecer y sacralizar falsamente nuestras posiciones manipulando a Dios e
identificándolo con nuestras propias posturas, hemos de seguir a este Jesús que —cuando
sus discípulos pretendían que impidiera que otros expulsaran demonios en nombre de Él—
los corrigió diciéndoles: «No se lo impidáis. Quien no está contra vosotros, está con
vosotros» (Lc 9,50). Pues, «todo el coro innumerable de pastores se reduce al cuerpo de un
solo Pastor» (San Agustín).
Es bueno que meditemos cuál es nuestra colaboración en este “expulsar demonios” o echar
el mal. Preguntémonos: ¿pongo lo necesario para que el Señor expulse el mal de mi
interior? ¿Colaboro suficientemente en este “expulsar”? Porque «del corazón del hombre
salen las intenciones malas» (Mt 15,19). Es muy importante la respuesta de cada uno, es
decir, la colaboración necesaria a nivel personal.
Entreguémonos a Dios. Hoy es un día para revisar si hay algo en mí que no va de acuerdo
con mi condición de católico. Dios quiere un reino fuerte y consolidado. Nos quiere muy
unidos a Él. "Nunca se ha escuchado decir de un hombre que se entregó por entero a Dios y
no fue plenamente feliz".
Que María interceda ante Jesús, su Hijo amado, para que expulse de nuestro corazón y del
mundo cualquier tipo de mal (guerras, terrorismo, malos tratos, cualquier tipo de violencia).
María, Madre de la Iglesia y Reina de la Paz, ¡ruega por nosotros!
Propósito
Hoy rezaré un misterio de rosario, pidiendo por todas las personas que están en pecado para
que se acerquen a Dios.
13 de octubre de 1917
Según los escritos de Lucía, la última aparición de la Virgen a los tres pastorcitos tuvo
lugar el 13 de octubre de 1917, día en que se produjo el llamado «milagro del sol»,
presenciado por 70 000 personas, entre ellos periodistas y personalidades consideradas
"librepensadores" de la época, que quedaron estupefactos ante el hecho. El periodista
Avelino de Almeida, del diario liberal y anticlerical O seculo, repitió reiteradamente en su
relato: "yo lo he visto... yo lo he visto".
O bien: 1Jn 3, 2
Cuando se manifieste el Señor, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa
rebosa. R.
Palabra de Dios.
Comentario
San Pablo no necesita más que a Cristo. Su vida ya está entregada al Señor; por lo tanto, no
depende de riquezas ni de pobrezas, sino de la fuerza que Cristo le da en todo momento.
Oración introductoria
Dios mío, me invitas, me llamas incansablemente a tener un encuentro misterioso en el
amor. Tu iniciativa me conmueve. Ayúdame a elevar mi corazón hacia Ti para saber
corresponder a tanto amor, participando dignamente en este banquete de la oración.
Petición
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.
Meditación
Hoy, la parábola evangélica nos habla del banquete del Reino. Es una figura recurrente en
la predicación de Jesús. Se trata de esa fiesta de bodas que sucederá al final de los tiempos
y que será la unión de Jesús con su Iglesia. Ella es la esposa de Cristo que camina en el
mundo, pero que se unirá finalmente a su Amado para siempre. Dios Padre ha preparado
esa fiesta y quiere que todos los hombres asistan a ella. Por eso dice a todos los hombres:
«Venid a la boda» (Mt 22,4).
La parábola, sin embargo, tiene un desarrollo trágico, pues muchos, «sin hacer caso, se
fueron el uno a su campo, el otro a su negocio...» (Mt 22,5). Por eso, la misericordia de
Dios va dirigiéndose a personas cada vez más lejanas. Es como un novio que va a casarse e
invita a sus familiares y amigos, pero éstos no quieren ir; llama después a conocidos y
compañeros de trabajo y a vecinos, pero ponen excusas; finalmente se dirige a cualquier
persona que encuentra, porque tiene preparado un banquete y quiere que haya invitados a la
mesa. Algo semejante ocurre con Dios.
Pero, también, los distintos personajes que aparecen en la parábola pueden ser imagen de
los estados de nuestra alma. Por la gracia bautismal somos amigos de Dios y coherederos
con Cristo: tenemos un lugar reservado en el banquete. Si olvidamos nuestra condición de
hijos, Dios pasa a tratarnos como conocidos y sigue invitándonos. Si dejamos morir en
nosotros la gracia, nos convertimos en gente del camino, transeúntes sin oficio ni beneficio
en las cosas del Reino. Pero Dios sigue llamando.
La llamada llega en cualquier momento. Es por invitación. Nadie tiene derecho. Es Dios
quien se fija en nosotros y nos dice: « ¡Venid a la boda!». Y la invitación hay que acogerla
con palabras y hechos. Por eso aquel invitado mal vestido es expulsado: «Amigo, ¿cómo
has entrado aquí sin traje de boda?» (Mt 22,12).
Cómo es posible que este comensal haya aceptado la invitación del rey y, al entrar en la
sala del banquete, se le ha abierto la puerta, pero no se ha puesto el vestido de bodas? ¿Qué
es este vestido de bodas? San Gregorio Magno a esta parábola explica que ese comensal ha
respondido a la invitación de Dios a participar en su banquete, tiene, en cierto modo, la fe
que le ha abierto la puerta de la sala, pero le falta algo esencial: el vestido de bodas, que es
la caridad, el amor. Y san Gregorio añade: "Cada uno de vosotros, por tanto, que en la
Iglesia tiene fe en Dios ya ha tomado parte en el banquete de bodas, pero no puede decir
que lleva vestido de bodas si no custodia la gracia de la Caridad". Y este vestido está tejido
simbólicamente por dos leños, uno arriba y el otro abajo: el amor de Dios y el amor del
prójimo. Todos nosotros somos invitados a ser comensales del Señor, a entrar con la fe en
su banquete, pero debemos llevar y custodiar el vestido de bodas, la caridad, vivir un
profundo amor a Dios y al prójimo.
En esta parábola Cristo nos la dibujó así para que comprendiésemos que todos estamos
invitados a participar del gran banquete que celebrará en el cielo.
Sólo nos hace falta cumplir un requisito. Es necesario e indispensable entrar con el ajuar
apropiado al gran banquete que Cristo nos invitará, este ajuar es la vida de gracia. Por eso
expulsaron de la boda al hombre que no llevaba el traje apropiado, porque no estaba en vida
de gracia. Y la gracia, como la llama santo Tomás de Aquino, es "nitior animae" es decir,
esplendor del alma, presencia de Dios en nuestra alma.
Esto es la vida de gracia, conservar su amistad y por tanto rechazar enérgicamente todo lo
que pudiese ofenderle. Es difícil conservar esta amistad con Cristo, pero si realmente lo
tenemos por amigo no nos atreveremos a ofenderle, sino que al contrario nos esforzaremos
por ser cada día mejores amigos de Él.
Propósito
Ser sincero con todos y en todo, fortaleciendo esta actitud en el sacramento de la
reconciliación.
Diálogo con Cristo
Jesús, el vestido de bodas que necesito es el del amor. Cuántas veces doy más importancia a
mi propia satisfacción en vez de centrar mi atención y esfuerzo en alcanzar la verdadera
comunión contigo. Con la intercesión de María, ayúdame a valorar tu invitación a la
santidad, optando siempre por la virtud en vez del pecado, amando desinteresadamente en
vez de buscar mi propia conveniencia, siendo humilde en vez de orgulloso
Palabra de Dios.
Comentario
San Pablo resalta “la primacía de la iniciativa de Dios. No somos nosotros quienes nos
hacemos justos a nosotros mismos, es Dios quien nos hace justos, borrando nuestros
pecados y renovándonos interiormente con su gracia”.
Salmo 18, 2-5b
Petición
Jesús, lléname de tu amor para nunca juzgar lo que hacen los demás y preocuparme para
que mis obras estén llenas de bondad.
Meditación
Hoy, el evangelista sitúa a Jesús en un banquete: «Un fariseo le rogó que fuera a comer con
él» (Lc 11,37). ¡En buena hora tuvo tal ocurrencia! ¡Qué cara debió poner el anfitrión
cuando el invitado se saltó la norma ritual de lavarse (que no era un precepto de la Ley,
sino de la tradición de los antiguos rabinos) y además les censuró contundentemente a él y a
su grupo social! El fariseo no acertó en el día, y el comportamiento de Jesús, como
diríamos hoy, no fue “políticamente correcto”.
Los evangelios nos muestran que al Señor le importaba poco el “qué dirán” y lo
“políticamente correcto”; por eso, pese a quien pese, ambas cosas no deben ser norma de
actuación de quien se considere cristiano. Jesús condena claramente la actuación propia de
la doble moral, la hipocresía que busca la conveniencia o el engaño: «Vosotros, los
fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y
maldad» (Lc 11,39). Como siempre, la Palabra de Dios nos interpela sobre usos y
costumbres de nuestra vida cotidiana, en la que acabamos convirtiendo en “valores”
patrañas que intentan disimular los pecados de soberbia, egoísmo y orgullo, en un intento
de “globalizar” la moral en lo políticamente correcto, para no desentonar y no quedar
marginados, sin que importe el precio a pagar, ni como ennegrezcamos nuestra alma, pues,
a fin de cuentas, todo el mundo lo hace.
Decía san Basilio que «de nada debe huir el hombre prudente tanto como de vivir según la
opinión de los demás». Si somos testigos de Cristo, hemos de saber que la verdad siempre
es y será verdad, aunque el mundo diga lo contrario. Esta es nuestra misión en medio de los
hombres con quienes compartimos la vida, procurando mantenernos limpios según el
modelo de hombre que Dios nos revela en Cristo. La limpieza del espíritu pasa por encima
de las formas sociales y, si en algún momento nos surge la duda, recordemos que los
limpios de corazón verán a Dios. Que cada uno elija el objetivo de su mirada para toda la
eternidad.
El Señor reprende a los fariseos porque quiere ayudarles a ver que viven en la hipocresía,
que de nada les valen sus "buenas obras" y su observancia de la ley, si por dentro están
sucios.
No vale la pena vivir fingiendo, vivir de apariencias, para crearse una buena imagen ante
los demás, porque podemos engañar a los hombres, e incluso a nosotros mismos. Pero no a
Dios, que ve en lo secreto y lo conoce todo. La insatisfacción y el desasosiego en que se
vive cuando hay dualidad e hipocresía. Convertirse en un apóstol de las propias ideas, o un
devoto del propio bienestar, en lugar que de Dios. Hablar mal de alguien porque no se
adecua a ciertas formalidades, olvidando que el mandamiento “nuevo” del cristianismo es
el amor al prójimo sin condiciones.
San Pablo, para estigmatizar el pecado de la idolatría, aquel de personas que -como dice el
Apóstol- “habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias como
corresponde”, prefiriendo adorar “a las criaturas antes que al Creador”. Es una idolatría,
que llega a “ahogar las verdades de la fe”, en las que se revela la justicia de Dios”. Pero
como todos nosotros tenemos necesidad de adorar -porque tenemos la huella de Dios en
nosotros- cuando no adoramos a Dios, adoramos a las criaturas. Y este es el paso de la fe a
la idolatría. Ellos, los idólatras, no tienen ninguna razón para excusarse: a pesar de haber
conocido a Dios, no lo han glorificado como a Dios ni dado las gracias como Dios.
Y ¿cuál es el camino del idólatra? Se dice claramente: ‘se han perdido en sus vanos
razonamientos y su mente obtusa se ha oscurecido’. El egoísmo del propio pensamiento, el
pensamiento omnipotente, aquello que yo pienso es lo verdadero: yo pienso la verdad, yo
construyo la verdad con mis pensamientos.
Jesús aconseja: no mirar a las apariencias, ir derecho a la verdad. El plato es el plato, pero
lo que es más importante es lo que está en el plato: la comida. Pero si eres vanidoso, si eres
una persona que siempre se jacta de sí misma o que te gusta presumir, porque piensas que
eres perfecto, da un poco de limosna y eso sanará tu hipocresía. Este es el camino del
Señor: adorar a Dios, amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo. ¡Es tan fácil,
pero tan difícil! Esto se puede hacer sólo con la gracia. Pidamos la gracia”.
Propósito
Que las buenas obras broten de nuestro interior, de nuestro amor a Dios y al prójimo, que
nacen del corazón. Que nuestra intención no sea impresionar a los hombres, sino
sencillamente agradar a Dios y ser un testimonio alentador para los que nos rodean.
Palabra de Dios.
Comentario
Estas son las palabras finales de esta carta. San Pablo reconoce su soledad, manifiesta que
mientras algunos lo dejaron, otros hasta le han hecho daño. Es cierto, también, que otros
respondieron a sus necesidades, y en ellos se apoya y ante ellos se sincera. San Pablo ha
sido un pastor que, poniendo toda su vida en manos de Dios, ha atravesado, por supuesto,
dificultades y malos momentos en sus comunidades, y a la vez apoyo de otros tantos.
Sal 144, 10-13b. 17-18
Oración introductoria
Padre, que San Lucas, modelo de entrega a la predicación del Evangelio hasta la muerte,
nos ayude a llevar a todas las almas al conocimiento de Cristo.
Petición
San Lucas, ayúdanos a seguir tu ejemplo y acercarnos a la Virgen, que sea Ella quien nos
ayude a conocer más a Jesús.
Meditación
Hoy, en la fiesta de san Lucas —el Evangelista de la mansedumbre de Cristo—, la Iglesia
proclama este Evangelio en el que se presentan las características centrales del apóstol de
Cristo.
El apóstol es, en primer lugar, el que ha sido llamado por el Señor, designado por Él
mismo, con vista a ser enviado en su nombre: ¡es Jesús quien llama a quien quiere para
confiarle una misión concreta! «El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos
en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir» (Lc 10,1).
El apóstol, pues, por haber sido llamado por el Señor, es, además, aquel que depende
totalmente de Él. «No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el
camino» (Lc 10,4). Esta prohibición de Jesús a sus discípulos indica, sobre todo, que ellos
han de dejar en sus manos aquello que es más esencial para vivir: el Señor, que viste los
lirios de los campos y da alimento a los pájaros, quiere que su discípulo busque, en primer
lugar, el Reino del cielo y no, en cambio, «qué comer ni qué beber, y [que] no estéis
inquietos. [Porque] por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro
Padre que tenéis la necesidad de eso» (Lc 12,29-30).
El apóstol es, además, quien prepara el camino del Señor, anunciando su paz, curando a los
enfermos y manifestando, así, la venida del Reino. La tarea del apóstol es, pues, central en
y para la vida de la Iglesia, porque de ella depende la futura acogida al Maestro entre los
hombres.
El mejor testimonio que nos puede ofrecer la fiesta de un Evangelista, de uno que ha
narrado el anuncio de la Buena Nueva, es el de hacernos más conscientes de la dimensión
apostólico-evangelizadora de nuestra vida cristiana.
San Lucas fue compañero de San Pablo en sus viajes apostólicos, como él mismo escribió
en los "Hechos de los apóstoles". En el evangelio de hoy, Cristo manda a sus discípulos de
dos en dos a predicar el mensaje del Reino de Dios. Dios nos ha hecho por tanto sus
evangelizadores, los mensajeros de la Buena Nueva que Cristo ha traído a este mundo.
Para tal misión Dios ha querido elegir en este mundo a unas personas para que anuncien su
palabra y, con su ejemplo, den testimonio de la venida de Cristo. Seguro que yo también
soy una de esas personas elegidas por Dios.
Ahora bien, Dios nos advierte que nos manda en medio de lobos, porque el mundo en el
que nos toca vivir y predicar la palabra de Dios, muchas veces se cierra al mensaje cristiano
de la verdad y del amor. Anunciemos por tanto la paz que Dios ha venido a traernos hace
más de 2000 años, pero que nosotros hemos de renovar todos los días; conseguir que todas
las personas que nos rodean sientan en sí la redención que nos ha traído Cristo en el
misterio de la Encarnación.
Me pregunto: ¿dónde encontraban los primeros discípulos la fuerza para dar este
testimonio? No sólo: ¿de dónde les venía la alegría y la valentía del anuncio, a pesar de los
obstáculos y las violencias? No olvidemos que los Apóstoles eran personas sencillas, no
eran escribas, doctores de la Ley, ni pertenecían a la clase sacerdotal. ¿Cómo pudieron, con
sus limitaciones y combatidos por las autoridades, llenar Jerusalén con su enseñanza? Está
claro que sólo pueden explicar este hecho la presencia del Señor Resucitado con ellos y la
acción del Espíritu Santo. El Señor que estaba con ellos y el Espíritu que les impulsaba a la
predicación explica este hecho extraordinario. Su fe se basaba en una experiencia tan fuerte
y personal de Cristo muerto y resucitado, que no tenían miedo de nada ni de nadie, e
incluso veían las persecuciones como un motivo de honor que les permitía seguir las
huellas de Jesús y asemejarse a Él, dando testimonio con la vida.
San Lucas, modelo de entrega a la predicación del Evangelio hasta la muerte, sea quien nos
ayude a llevar a todas las almas al conocimiento de Cristo, para conseguir la paz de
nuestras almas.
Propósito
Pedir a María, nuestra Madre, que lleve a Jesús todas nuestras intenciones de ser mejores
portadores del Evangelio.
Martirologio Romano: Fiesta de san Lucas, evangelista, que, según la tradición, nació en
Antioquía de familia pagana y fue médico de profesión. Convertido a la fe de Cristo, fue
compañero carísimo del apóstol san Pablo, y en su libro del Evangelio expuso por orden,
cual escriba de la mansedumbre de Cristo, todo lo que hizo y enseñó Jesús. Asimismo, en el
libro de los Hechos de los Apóstoles narró los comienzos de la vida de la Iglesia hasta la
primera venida de Pablo a la ciudad de Roma.
Lucas el Evangelista (hebreo: לוקא, transliterado Lyka o Liká; griego: Λουκάς, Loukás) es
considerado por la tradición cristiana el autor del Evangelio según san Lucas y de los
Hechos de los Apóstoles. Fue discípulo de Pablo de Tarso.
Lucas nació en Antioquía, por lo tanto no era judío. Esto se ve cuando Pablo lo separa de
los circuncisos, además de ser un hombre más de educación griega y de profesión médico.
Estaba quizás también emparentado con el diácono Nicolás (un prosélito de Antioquía).
Según reza la tradición, perteneció a los setenta y dos, esto es al grupo de seguidores de
Jesús, pero según la exégesis las fechas de la escritura de sus obras no concuerdan en el
tiempo. También sabemos que en la elaboración de su Evangelio Lucas hizo una rica
investigación entrevistando a personas (incluyendo a los Apóstoles y tal vez a María, la
madre de Jesús), que fueron testigos de estos hechos como se puede encontrar en el prólogo
del Evangelio y que los Hechos de los Apóstoles es una continuación del mismo. Es el más
largo y el mejor redactado por su elaboración exquisita del griego, como sólo una persona
culta y sabia podía hacer en esa época. Lucanus (Lucas) se hizo cristiano mucho después y
según la tradición conoció a María, la madre de Jesús, en una visita que hizo junto a Pablo.
Incluso una pintura muy antigua de María en las catacumbas de Priscila en Roma es
atribuida, según la tradición, al apóstol.
La tradición indica que San Lucas mandó ser enterrado junto a la imagen tallada de
"nuestra Señora" que él mismo había confeccionado. Luego, como refiere San Jerónimo
(cf. De viris ill. VI, I), sus huesos fueron transportados a Constantinopla, a la basílica de los
Santos Apóstoles.
Cuando sus restos sufrieron aquel primer traslado, el emperador se hizo cargo de aquella
imagen tallada, la cual originaría (siglos después) el culto a la Virgen de Guadalupe en
España.
En tiempos de las Cruzadas, las reliquias del santo llegaron a Padua. Desde entonces se
conservan en la iglesia de Santa Justina. (El cráneo fue en cambio trasladado en 1354 de
Padua a Praga a la catedral de San Vito por voluntad del emperador Carlos IV).
O bien: 1Jn 3, 2
Cuando se manifieste el Señor, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Palabra de Dios.
Comentario
“El Apóstol quiere dejar claro que la ‘ley judía’ ha sido sustituida por la ‘ley de la fe’, con
la que descubrimos el verdadero rostro de Dios, el rostro de un Padre que es amor infinito y
que ama a todos por igual, judíos y no judíos. Las barreras que dividen y discriminan a las
personas han sido derribadas. La fe nos abre al Evangelio de salvación universal revelado
en Jesús, el Mesías”.
Salmo 129, 1-4b. 5-6b
Oración introductoria
Padre, Tú derramas tu amor sin distinción, quieres que todos experimenten tu cercanía y
misericordia. ¡Ay de mí porque con mi pobre testimonio cristiano puedo alejar a otros de tu
cariño! Ilumina mi oración, ven y haz morada en mi corazón, para que sea un auténtico
testigo de tu amor.
Petición Jesùs, te pedimos que tomemos la mano de María donde estaremos seguros de ir
por el buen camino, por el camino de la verdad y de la Iglesia, que es la misma verdad.
Meditación
Hoy, se nos plantea el sentido, aceptación y trato dado a los profetas: «Les enviaré profetas
y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán» (Lc 11,49). Son personas de cualquier
condición social o religiosa, que han recibido el mensaje divino y se han impregnado de él;
impulsados por el Espíritu, lo expresan con signos o palabras comprensibles para su
tiempo. Es un mensaje transmitido mediante discursos, nunca halagadores, o acciones, casi
siempre difíciles de aceptar. Una característica de la profecía es su incomodidad. El don
resulta molesto para quien lo recibe, pues le escuece internamente, y es incómodo para su
entorno, que hoy puede extenderse a todo el mundo.
Los contemporáneos del profeta pretenden condenarlo al silencio, lo calumnian, lo
desacreditan, así hasta que muere. Llega entonces el momento de erigirle el sepulcro y de
organizarle homenajes, cuando ya no molesta. No faltan actualmente profetas que gozan de
fama universal. ¿Nos acordamos de lo que reclamaban y nos exigían?, ¿ponemos en
práctica lo que nos hicieron ver?
Ahora, como en tiempos de Jesús, muchos analizan frases y estudian textos para
desacreditar a los que incomodan con sus palabras: ¿es éste nuestro proceder? «No hay cosa
más peligrosa que juzgar las cosas de Dios con los discursos humanos» (San Juan
Crisóstomo).
La hipocresía es aborrecida por Dios; porque no hay nada peor en el alma de un creyente
que este terrible pecado. Dios aborrece al que no es sincero y quiere aparentar lo que no es
en la realidad. Dios sigue mandando al mundo de hoy los profetas que predican la verdad,
pero de nuevo el hombre vuelve la vista y hace oídos sordos a la verdad. De nuevo
volvemos a matar la verdad que Dios sigue proclamando.
Mi fe en Cristo no puede estar separada de mi fe en la Iglesia y de aquí ha de brotar mi
certeza de que en todo momento he de defender sus enseñanzas. Cuando una Iglesia se
cierra, la gente pasa ante sus puertas y no puede entrar. «Y aún peor, el Señor que está ahí
adentro no puede salir». Lo mismo, de manera análoga, puede suceder con toda la Iglesia
de Cristo, si ante sus puertas se interponen como barrera los nuevos «doctores de la Ley».
Los que transforman la fe en ideología, y alejan a todos los demás de los jardines y de los
pozos de la gracia.
También hoy existen esos que creen que tienen en sus manos la clave del conocimiento, y
no abren la puerta. Peor, «se detienen en la puerta, hacen barrera y no dejan entrar a los
demás. De esta manera sabotean la enseñanza misma de Cristo, que dice otra cosa: “vayan,
salgan a todo el mundo. Enseñen, bauticen. Vayan a los cruces de las calles y traigan a
todos adentro. Buenos y malos”. Es lo que dice Jesús, todos adentro».
El origen de esta actitud de «las llaves en el bolsillo y de la puerta cerrada» es, un
«proceso espiritual y mental». No les interesa «Jesús, su ternura, su mansedumbre». Son
«rígidas»; en ellas «el conocimiento de Jesús se transforma en un conocimiento ideológico,
e incluso moralista», como sucedía en tiempos de Jesús, cuando los doctores de la Ley
«cerraban la puerta con tantas prescripciones». Y «cuando un cristiano se vuelve discípulo
de la ideología, ha perdido la fe. Ya no es discípulo de Jesús. Es discípulo de esta actitud».
La ideología», espanta, aleja a la gente. Aleja, aleja a la gente y aleja a la Iglesia de la
gente». La de los «cristianos ideológicos», es una «enfermedad grave», pero no es nueva:
ya el apóstol Juan en su Primera Lectura hablaba de ellos, de los «cristianos que pierden la
fe y prefieren la ideología», convirtiéndose incluso en «rígidos moralistas, pero sin
bondad». Y, si un buen cristiano los regaña, su reacción es la misma de los fariseos ante
Jesús, tal como lo narra el Evangelio de la misa de hoy: «Cuando Jesús salió de allí, los
escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y
tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación». La tentación de
desnaturalizar el cristianismo y convertirlo en una ideología puede tocarnos a todos. Y no
se combate con disputas culturales.
El origen de esta posible desnaturalización, se encuentra en la falta de la oración. «La clave
que abre la puerta de la fe siempre es la oración». Y solo entonces el testimonio del
cristiano puede convertirse en «un testimonio soberbio, orgulloso», en el que se alaba a sí
mismo y se busca la «propia promoción». En cambio, cuando un cristiano reza de verdad, y
no se limita a «decir oraciones», como los fariseos, «no se aleja de la fe». Solo de esta
manera permanece en su humildad y no corre el peligro de convertirse en una persona que
«cierra el camino al Señor».
Propósito
Ante las dificultades del día de hoy, recitar la jaculatoria: Cristo, en Ti confío.
Domingo 22 de Octubre de 2017
29° domingo durante el año Verde.
Semana I para el Salterio.
San Juan Pablo II, Papa. Karol Józef Wojtyla nació en Wadowic, Polonia, el año 1920.
Ordenado presbítero y realizados sus estudios de teología en Roma, regresó a su patria
donde desempeñó diversas tareas pastorales y universitarias. Nombrado Obispo auxiliar de
Cracovia, pasó a ser Arzobispo de esa sede en 1964; participó en el Concilio Vaticano II.
Elegido Papa el 16 de octubre de 1978, tomó el nombre de Juan Pablo II, se distinguió por
su extraordinaria actividad apostólica, especialmente hacia las familias, los jóvenes y los
enfermos, y realizó innumerables visitas pastorales en todo el mundo. Los frutos más
significativos que ha dejado en herencia a la Iglesia son, entre otros, su riquísimo
magisterio, la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica y los Códigos de Derecho
Canónico para la Iglesia Latina y para las Iglesias Orientales. Murió piadosamente en
Roma, el 2 de abril del 2005, vigilia del Domingo II de Pascua, o de la Divina Misericordia.
Antífona de entrada Sal 16, 6. 8
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: Inclina tu oído hacia mí y escucha mis
palabras. Protégeme como a la pupila de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, concédenos permanecer fieles a tu santa voluntad y servirte
con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Te ofrecemos, Señor, estos dones, con un corazón libre y generoso, para que tu gracia nos
purifique por estos misterios que ahora celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien: Mc 10, 45
El Hijo del hombre vino para dar su vida en rescate por una multitud.
Oración después de la comunión
Concédenos Padre, que la participación en esta eucaristía nos ayude para aprovechar los
bienes temporales y alcanzar los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
Comentario
Estas palabras van dirigidas al Ungido, el que debía reinar. Y en este anuncio, se le
recuerda que sólo Dios está por encima de todo y de todos. No hay ningún otro dios, y esto
no se refiere solamente a los dioses de las religiones paganas, sino que también es una
advertencia para no caer en la idolatría del poder o del dinero.
Sal 95, 1. 3-5. 7-10ac
Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el poder del Señor; aclamen
la gloria del nombre del Señor. Entren en sus atrios trayendo una ofrenda. R.
Adoren al Señor al manifestarse su santidad: ¡Que toda la tierra tiemble ante él! Digan entre
las naciones: “¡El Señor reina! El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”. R.
Oración introductoria
Señor creo en ti, ayúdame a creer con firmeza; espero en ti, ayúdame a vivir sin
desconfianza; Señor, te amo, ayúdame a demostrártelo con hechos. Quiero ofrecer esta
meditación por las personas que no luchan por dar al César lo que es del César y a ti lo que
es tuyo.
Petición
Señor, ayúdame a vivir siempre de cara a ti, jamás permitas que te deje de ver. Enséñame a
darte lo que te corresponde.
Meditación
Hoy, se nos presenta para nuestra consideración una "famosa" afirmación de Jesucristo:
«Lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios» (Mt 22,21).
No entenderíamos bien esta frase sin tener en cuenta el contexto en el que Jesús la
pronuncia: «los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en
alguna palabra» (Mt 22,15), y Jesús advirtió su malicia (cf. v. 18). Así, pues, la respuesta de
Jesús está calculada. Al escucharla, los fariseos quedaron sorprendidos, no se la esperaban.
Si claramente hubiese ido en contra del César, le habrían podido denunciar; si hubiese ido
claramente a favor de pagar el tributo al César, habrían marchado satisfechos de su astucia.
Pero Jesucristo, sin hablar en contra del César, lo ha relativizado: hay que dar a Dios lo que
es de Dios, y Dios es Señor incluso de los poderes de este mundo. Jesús no quiere
presentarse como un agitador político. Sencillamente, pone las cosas en su lugar.
Según el célebre dicho de Jesús: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de
Dios" (Mc 12, 17). Si en las monedas romanas estaba impresa la imagen del César y por
eso a él se le debían dar, en el corazón del hombre está la huella del Creador, único Señor
de nuestra vida.
"Dar a Dios lo que es de Dios", significa afirmar siempre nuestra fe; dar ejemplo de
coherencia a los que no creen en Jesús. Es vivir de cara a Dios, dándole lo que le
corresponde. Pero, cuidado, Jesús dijo también: "dad al César lo que es del César", Así que
no podemos olvidarnos de nuestras ocupaciones y deberes; mas en la actualidad, en un
mundo laicizado, el problema es otro: frecuentemente es muy fácil pasarse con los
"impuestos" debidos al César e ir robando poco a poco el tiempo a Dios. Es allí donde la
frase de Cristo se actualiza. ¿Yo estoy dedicándole el tiempo que le corresponde a Dios o
me estoy excediendo con el impuesto al César? Y el César es un rey que cada uno se pinta,
para unos es la pérdida de tiempo, para otros el agobio causado por el estudio o el trabajo
excesivo. El César en sí no es malo, pero cuando usurpa el papel de Dios se convierte en un
tirano nocivo y déspota.
Propósito
El día de hoy rezaré un padrenuestro al iniciar mi trabajo o estudio para recordarme que
necesito dar al César lo del César y a Dios lo de Dios.
Palabra de Dios.
Comentario
La promesa de Dios siempre es vida. Para Abraham, era la llegada del hijo esperado. Para
nosotros, la vida eterna garantizada por la Resurrección de Jesús. Dios es un Dios de
vivientes, y nos exhorta a creer en su promesa: él nos da, en su Hijo, la Vida.
Salmo Lc 1, 69-75
Oración introductoria
Padre, te pedimos que valoremos que la vida es el periodo de tiempo, corto, que tenemos
para decidir nuestra eternidad, y para amar.
Petición
Espíritu Santo, fortaléceme para saber distinguir lo que vale para la eternidad y sepa confiar
en tu Providencia divina.
Meditación
Hoy, el Evangelio, si no nos tapamos los oídos y no cerramos los ojos, causará en nosotros
una gran conmoción por su claridad: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la
abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes» (Lc 12,15). ¿Qué es lo que
asegura la vida del hombre?
Sabemos muy bien en qué está asegurada la vida de Jesús, porque Él mismo nos lo ha
dicho: «El Padre tiene el poder de dar la vida, y ha dado al Hijo ese mismo poder» (Jn
5,26). Sabemos que la vida de Jesús no solamente procede del Padre, sino que consiste en
hacer su voluntad, ya que éste es su alimento, y la voluntad del Padre equivale a realizar su
gran obra de salvación entre los hombres, dando la vida por sus amigos, signo del más
excelso amor. La vida de Jesús es, pues, una vida recibida totalmente del Padre y entregada
totalmente al mismo Padre y, por amor al Padre, a los hombres. La vida humana, ¿podrá ser
entonces suficiente en sí misma? ¿Podrá negarse que nuestra vida es un don, que la hemos
recibido y que, solamente por eso, ya debemos dar gracias? «Que nadie crea que es dueño
de su propia vida» (San Jerónimo).
Siguiendo esta lógica, sólo falta preguntarnos: ¿Qué sentido puede tener nuestra vida si se
encierra en sí misma, si halla su agrado al decirse: «Alma, tienes muchos bienes en reserva
para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea» (Lc 12,19)? Si la vida de Jesús es un
don recibido y entregado siempre en el amor, nuestra vida —que no podemos negar haber
recibido— debe convertirse, siguiendo a la de Jesús, en una donación total a Dios y a los
hermanos, porque «quien vive preocupado por su vida, la perderá» (Jn 12,25).
Este Evangelio es engañador para quien lo lee superficialmente: ¿es malo tener grandes
cosechas? ¿es malo construir graneros donde guardarlas? Nada de eso. Cristo elogiará
siempre a los hombres sagaces y prudentes.
El problema está en el alma. El desdichado protagonista de la parábola invita al alma a
descansar, a dejar todo esfuerzo porque tiene todo lo suficiente para vivir. Cristo está
refiriéndose en estas líneas a la eterna tentación de todo pueblo y toda persona que alcanza
cierto nivel de bienestar: creer que ya no necesita de Dios por tener cubiertas las
necesidades corporales.
Cuando el hombre tiene seguridades, no siente la necesidad de Dios y tampoco cree que el
demonio actúe, pues a él no le toca. Pero también los hay que les permite vivir
holgadamente, pero eso sí, no olvidan que el alma necesita trabajar y hacer obras buenas, y
además, comparten lo que tienen poniéndolo al servicio del Evangelio y de sus hermanos.
Por buenos que ya seamos, por muchas conquistas que hayamos logrado con nuestras
oraciones, sufrimiento y esfuerzos no es suficiente si seguimos en la tierra y no estamos
exentos de sucumbir a la tentación.
La vida es el periodo de tiempo, corto, que tenemos para decidir nuestra eternidad, y para
amar. Cada día mueren millones de personas, un día será el tuyo y el mío. Un día todo esto
habrá acabado y tenemos en nuestras manos que ese día sea el mejor de nuestra vida.
Hemos de trabajar sin descanso, pensando en el día que todo será descanso.
Puede que la idea del cielo no nos incentive demasiado, que prefiramos un premio terrenal,
que creamos que el cielo es una levitación aburrida. No nos quedemos con la moneda de la
felicidad terrenal, confiemos en nuestro Rey que mirándonos con amor nos dará muy por
encima de lo que pidamos e imaginemos. Todo lo que deseamos y mucho más está en el
cielo, pues ¡vamos a llenarlo!, vamos a dedicar nuestra vida a hacer felices a los hombres, a
llevarles al cielo.
Propósito
Si de Dios recibimos dones tan grandes, también nosotros debemos dar: en ámbito
espiritual debemos dar bondad, amistad y amor. Pero también debemos dar en el ámbito
material, compartir el pan.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, concédenos permanecer fieles a tu santa voluntad y servirte
con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: Mc 10, 45
El Hijo del hombre vino para dar su vida en rescate por una multitud.
Comentario
Nuestras acciones repercuten en los otros. El pecado provoca consecuencias de muerte,
pero la gracia de Dios también tiene efecto multiplicador. La obra que Dios hizo en su Hijo
Jesús, es gracia que se derrama sobre todos nosotros. Confiemos en este beneficio
grandioso, la gracia puede más que el pecado.
Salmo 39, 7-10. 17
R. ¡Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad!
“En el libro de la Ley, está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y
tu Ley está en mi corazón”. R.
Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios,
tú lo sabes, Señor. R.
Que se alegren y se regocijen en ti todos los que te buscan y digan siempre los que desean
tu victoria: “¡Qué grande es el Señor!”. R.
Aleluya Lc 21, 36
Aleluya. Estén prevenidos y oren incesantemente. Así podrán comparecer seguros ante el
Hijo del hombre. Aleluya.
Comentario
Vivir despierto es no permitir que las riquezas materiales o las ocupaciones cotidianas nos
hagan perder del sentido de nuestra vida. Cuando sabemos hacia dónde vamos y con quién
nos encontraremos, todo lo que tenemos y lo que somos se orienta y subordina al Reino de
Dios.
Oración introductoria
Señor, creo, confío y te amo sobre todas las cosas. Me acerco a Ti en esta oración para
reanimar la fe, para recibir la energía espiritual que mueva mi corazón y que me mantenga
en vigilante espera.
Petición
Dios mío, concédeme vivir alerta, de cara a la eternidad, con mi alma limpia, lista para el
encuentro definitivo contigo.
Meditación
Hoy es preciso fijarse en estas palabras de Jesús: «Sed como hombres que esperan a que su
señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran» (Lc
12,36). ¡Qué alegría descubrir que, aunque sea pecador y pequeño, yo mismo abriré la
puerta al Señor cuando venga! Sí, en el momento de la muerte seré yo quien abra la puerta
o la cierre, nadie podrá hacerlo por mí. «Persuadámonos de que Dios nos pedirá cuentas no
sólo de nuestras acciones y palabras, sino también de cómo hayamos usado el tiempo» (San
Gregorio Nacianceno). Estar en la puerta y con los ojos abiertos es un planteamiento clave
y a mi alcance. No puedo distraerme. Estar distraído es olvidar el objetivo.
El cristiano no es un náufrago sin brújula, sino que sabe de dónde viene, a dónde va y cómo
llegar; conoce el objetivo, los medios para ir y las dificultades. Tenerlo en cuenta nos
ayudará a vigilar y a abrir la puerta cuando el Señor nos avise. La exhortación a la
vigilancia y a la responsabilidad se repite con frecuencia en la predicación de Jesús por dos
razones obvias: porque Jesús nos ama y nos “vela”; el que ama no se duerme. Y, porque el
enemigo, el diablo, no para de tentarnos. El pensamiento del cielo y del infierno no podrá
distraernos nunca de las obligaciones de la vida presente, pero es un pensamiento saludable
y encarnado, y merece la felicitación del Señor: «Que venga en la segunda vigilia o en la
tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!» (Lc 12,38).
Por eso, no hay que arriesgarlo todo para el último momento, porque es posible que nos
sorprenda cuando menos lo esperemos. Es más prudente seguir el consejo que Jesús nos
dio: "El que persevere hasta el final, ése se salvará".
Propósito
Vivir responsablemente este día, aprovechando mi tiempo, esforzándome por «ganar
tiempo al tiempo», para comprometerme más en la nueva evangelización.
Martirologio Romano: En Roma, san Evaristo, Papa y Mártir, quien, en tiempos del
emperador Adriano, embelleció a la Iglesia de Cristo derramando su sangre, ganándose así
la corona de su martirio. (+ 117 dC).
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, concédenos permanecer fieles a tu santa voluntad y servirte
con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Comentario
Todo tiene su fruto. El fruto del pecado son la tristeza y la muerte, porque nada bueno se
cosecha negando a Dios. En cambio, cuando el Espíritu Santo habita en nosotros y lo
dejamos obrar, produce frutos de justicia, que traen gozo para toda la comunidad.
Salmo 1, 1-4. 6
R. ¡Feliz el que pone su confianza en el Señor!
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los
pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche! R.
Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y
cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. R.
No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento, porque el Señor
cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal. R.
Comentario
Jesús, que encendía a su alrededor fuego de amor, quiere que nosotros lo contagiemos a
otros. Este apasionamiento trae, sin dudas, enfrentamientos y divisiones dolorosas. Porque
con Jesús no se puede estar a medias tintas, hay que jugarse por él y el reino de amor y del
perdón.
Oración introductoria
Señor, Tú viniste a traer fuego a la tierra, ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo en mi
corazón! Que esta oración me dé el fuego de tu amor, de la fe y de la esperanza, pues sólo
con estas tres virtudes teologales podré vivir mi vocación a la santidad.
Petición
Señor, aumenta mi fe para poder amarte sobre todas las cosas y a mi prójimo como a mí
mismo.
Meditación
Hoy, el Evangelio nos presenta a Jesús como una persona de grandes deseos: «He venido a
prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!» (Lc 12,49). Jesús ya querría ver
el mundo arder en caridad y virtud. ¡Ahí es nada! Tiene que pasar por la prueba de un
bautismo, es decir, de la cruz, y ya querría haberla pasado. ¡Naturalmente! Jesús tiene
planes, y tiene prisa por verlos realizados. Podríamos decir que es presa de una santa
impaciencia. Nosotros también tenemos ideas y proyectos, y los querríamos ver realizados
enseguida. El tiempo nos estorba. «¡Qué angustia hasta que se cumpla!» (Lc 12,50), dijo
Jesús.
Es la tensión de la vida, la inquietud experimentada por las personas que tienen grandes
proyectos. Por otra parte, quien no tenga deseos es un apocado, un muerto, un freno. Y,
además, es un triste, un amargado que acostumbra a desahogarse criticando a los que
trabajan. Son las personas con deseos las que se mueven y originan movimiento a su
alrededor, las que avanzan y hacen avanzar.
¡Ten grandes deseos! ¡Apunta bien alto! Busca la perfección personal, la de tu familia, la de
tu trabajo, la de tus obras, la de los encargos que te confíen. Los santos han aspirado a lo
máximo. No se asustaron ante el esfuerzo y la tensión. Se movieron. ¡Muévete tú también!
Recuerda las palabras de san Agustín: «Si dices basta, estás perdido. Añade siempre,
camina siempre, avanza siempre; no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Se
para el que no avanza; retrocede el que vuelve a pensar en el punto de salida, se desvía el
que apostata. Es mejor el cojo que anda por el camino que el que corre fuera del camino».
Y añade: «Examínate y no te contentes con lo que eres si quieres llegar a lo que no eres.
Porque en el instante que te complazcas contigo mismo, te habrás parado». ¿Te mueves o
estás parado? Pide ayuda a la Santísima Virgen, Madre de Esperanza.
Hay una pasión nuestra que debe crecer desde la fe, que debe transformarse en el fuego de
la caridad. Jesús nos ha dicho: He venido para echar fuego a la tierra y como querría que ya
estuviese encendido. Orígenes nos ha transmitido una palabra del Señor: "Quien está cerca
de mí está cerca del fuego". El cristiano no debe ser tibio. El Apocalipsis nos dice que este
es el mayor peligro del cristiano: que no diga no, sino un sí muy tibio. Esta tibieza
desacredita al cristianismo. La fe tiene que ser en nosotros llama del amor, una llama que
realmente encienda mi ser, que sea una gran pasión de mi ser, y así encienda al próximo.
Este es el modo de la evangelización: "Accéndat ardor próximos", que la verdad se vuelva
en mí caridad y la caridad encienda como fuego también al otro. Sólo con este encender al
otro por medio de la llama de nuestra caridad crece realmente la evangelización, la
presencia del Evangelio, que ya no es sólo palabra, sino también realidad vivida.
Jesús exige al discípulo una determinación sincera, tajante y total. Jesús no quiere medias
tintas. Ante Él hay que decidirse. El Reino de Dios, el proyecto de Dios es lo más
importante para el discípulo del Evangelio. Jesús anuncia con pasión el Reino de Dios. Es
el ardor con que propone a sus seguidores asumir su vocación de entrega, de "quemar las
naves", de aceptar como lo más importante, con santa obsesión y entrega, el proyecto de
Dios, asumido totalmente por Jesús. El mensaje de Jesús causa, a veces, conflicto: con uno
mismo (sus tendencias, ilusiones, planes) y con la familia. No es que Jesús pretenda
sembrar la división en los vínculos familiares. Sino, quiere resaltar que lo primero es el
Reino de Dios, el proyecto de salvación, su propuesta y entrega total. Jesús busca la
radicalidad. El único Absoluto es Dios.
La imagen bíblica del fuego no habla de destrucción. Sino que es la fuerza de vida. La que
viene a traer el Mesías. Lo dice Juan el Bautista. Yo les bautizo con agua, pero viene el que
es más fuerte que yo, a quien yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él los
bautizará con Espíritu Santo y fuego (Lc 3, 16). Lucas en el libro de los Hechos describe la
venida del Espíritu Santo como fuego. Aparecieron lenguas como de fuego (Hch 2, 3). Éste
es el fuego que quiere Jesús prender en el corazón de sus seguidores. Es el ardor, el ímpetu
de la entrega decidida a la causa de Evangelio. El mismo Jesús ha de pasar por esa prueba
terrible. Y sufre la angustia hasta que llegue el momento de la destrucción en su cuerpo,
para que la vida florezca.
Anunciar y vivir el estilo de vida de Jesús provoca en esta sociedad consumista rechazo,
descrédito, conflicto y división. Es una constante en la historia de la Iglesia. Es el
cumplimiento de la bienaventuranza proclamada por el mismo Jesús: Dichosos serán
ustedes cuando los injurien y los persigan, y digan contra ustedes toda clase de calumnias
por causa mía (Mt 5, 11).
Propósito
Vivir el Evangelio, transformarse cada uno para transformar la sociedad.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, concédenos permanecer fieles a tu santa voluntad y servirte
con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: Mc 10, 45
El Hijo del hombre vino para dar su vida en rescate por una multitud.
Comentario
Dios ha hecho en nosotros su grandísima obra de redención. Ya no somos del pecado, sino
de Dios. Partiendo de esta realidad, es que san Pablo nos exhorta diciéndonos que, si
tenemos tal dignidad, no debemos seguir dejando lugar al pecado en nuestra vida.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte cuando los hombres se alzaron contra
nosotros, nos habrían devorado vivos, cuando ardió su furor contra nosotros. R.
Las aguas nos habrían inundado, un torrente nos habría sumergido, nos habrían sumergido
las aguas turbulentas. ¡Bendito sea el Señor, que no nos entregó como presa de sus
dientes! R.
Nuestra vida se salvó como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió y
nosotros escapamos. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor, que hizo el cielo y la
tierra. R.
Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?». Respondió el Señor:
«¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su
servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien
su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de
toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se
pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el
señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le
señalará su suerte entre los infieles.
Comentario
Cada cual lleva adelante algún mandato o alguna responsabilidad: los padres con respecto a
los hijos, las maestras con sus alumnos, los dirigentes políticos y religiosos con el pueblo,
etc. Ese mandato implica un servicio que debemos cumplir como Jesús, el servidor de
todos. Abusarse de un cargo y aprovecharse del poder es olvidar y traicionar al Señor, que
nos ha confiado esa misión.
Oración introductoria
Señor, creo en Ti con todo mi corazón. Confío en tu infinita bondad y misericordia. Gracias
por tu paciencia y tu gracia que me guía por el sendero. Te quiero y te ofrezco todo lo que
tengo. Lo que he hecho es para Ti, para tu gloria y la salvación de las almas. Dame la gracia
de no sólo querer que me escuches, sino también de querer escucharte.
Petición
Señor Jesús, dame el ánimo para mantenerme siempre vigilante y comprometido en hacer
tu santísima voluntad.
Meditación
Hoy, con la lectura de este fragmento del Evangelio, podemos ver que cada persona es un
administrador: cuando nacemos, se nos da a todos una herencia y unas capacidades para
que nos realicemos en la vida. Descubrimos que estas potencialidades y la vida misma son
un don de Dios, puesto que nosotros no hemos hecho nada para conseguirlas. Son un regalo
personal, único e intransferible, y es lo que nos confiere nuestra personalidad. Son los
“talentos” de los que nos habla el mismo Jesús (cf. Mt 25,15), las cualidades que debemos
hacer crecer a lo largo de nuestra existencia.
«En el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre» (Lc 12,40), acaba diciendo
Jesús en el primer párrafo. Nuestra esperanza está en la venida del Señor Jesús al final de
los tiempos; pero ahora y aquí, también Jesús se hace presente en nuestra vida, en la
sencillez y la complejidad de cada momento. Es hoy cuando, con la fuerza del Señor,
podemos vivir su Reino.
«También vosotros estad preparados» (Lc 12,40), esta exhortación representa una llamada a
la fidelidad, la cual nunca está subordinada al egoísmo. Tenemos la responsabilidad de
saber “dar respuesta” a los bienes que hemos recibido junto con nuestra vida. «Conociendo
la voluntad de su señor» (Lc 12,47), es lo que llamamos nuestra “conciencia”, y es lo que
nos hace dignamente responsables de nuestros actos. La respuesta generosa por nuestra
parte hacia la humanidad, hacia cada uno de los seres vivos, es algo justo y lleno de amor.
Esto implica la certeza en la esperanza de que Dios enjugará toda lágrima, que nada
quedará sin sentido, que toda injusticia quedará superada y establecida la justicia. La
victoria del amor será la última palabra de la historia del mundo. Como actitud de fondo
para el "tiempo intermedio", a los cristianos se les pide la vigilancia. Esta vigilancia
significa, de un lado, que el hombre no se encierre en el momento presente, abandonándose
a las cosas tangibles, sino que levante la mirada más allá de lo momentáneo y sus
urgencias.
Hoy nuestro Señor nos presenta tres brevísimas parábolas, una detrás de la otra para
hacernos entender mejor su propósito y su mensaje: los criados que esperan en la noche la
vuelta de su amo; la irrupción inesperada del ladrón en la casa para desvalijarla; y el
administrador diligente, siempre dispuesto a presentar a su dueño los resultados de su buena
gestión. Y, en estas tres escenas, el tema es el mismo: la espera vigilante y dinámica del
Señor.
Por eso, para tender hacia lo eterno, para "buscar y aspirar a los bienes de allá arriba" -
como nos recomendaba Pablo en la carta a los colosenses- , nos es imprescindible la virtud
de la vigilancia. Vigilancia, que es sinónimo de atención, cuidado, celo y desvelo para que
los dones que Dios nos ha confiado no sufran detrimento a costa de nuestras pasiones o de
los embates del enemigo -el demonio, el mundo y la carne-. Vigilancia es, pues, saber
esperar. Pero no una espera pasiva, inútil y estéril, sino la espera activa y dinámica del
hombre sabio y prudente, que busca ajustar su comportamiento a la voluntad de su Señor.
Cuando no hacemos esto, obramos como el administrador infiel que, cansado de esperar a
su amo, comienza a comer, a beber y a emborracharse, a golpear a los empleados y a las
muchachas, y a cometer toda clase de abusos y desmanes. Entonces -nos dice Jesús- llegará
el amo, cuando éste menos lo espera, lo despedirá y lo condenará a la pena de los infieles.
Allí recibirá muchos azotes. Éste es un retrato perfecto del pecado, del desorden radical que
impone la soberbia y el orgullo en nuestra vida, y las consecuencias que éste conlleva: el
grave sufrimiento que causamos a los demás con nuestra prepotencia y egoísmo brutal.
Como es obvio, esto no puede quedar impune: la justicia divina exige un castigo a los
siervos malvados a causa de sus malas obras.
Propósito
Vivamos, pues como quien va de viaje, como quien está de paso por esta tierra, sin
apegarnos a las cosas caducas de acá abajo. Y, sobre todo, obremos en consecuencia,
llevando a nuestra vida de cada día estas certezas de nuestra fe. "¡Dichosos los siervos
aquellos a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela! Os aseguro que se ceñirá, los
hará sentar a su mesa y les irá sirviendo". Éste es el gozo eterno que recibiremos como
premio, al final de nuestra vida, si permanecemos fieles a nuestro Señor. "¡Siervo bueno y
fiel, entra al banquete de tu Señor!"
De la feria
Verde.
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: Inclina tu oído hacia mí y escucha mis
palabras. Protégeme como a la pupila de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas.
Oración colecta
Te ofrecemos, Señor, estos dones, con un corazón libre y generoso, para que tu gracia nos
purifique por estos misterios que ahora celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia.
O bien: Mc 10, 45
El Hijo del hombre vino para dar su vida en rescate por una multitud.
Concédenos Padre, que la participación en esta eucaristía nos ayude para aprovechar los
bienes temporales y alcanzar los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Hermanos: Sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de hacer
el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. Y así, no hago el bien que quiero, sino el
mal que no quiero. Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el
pecado que reside en mí. De esa manera, vengo a descubrir esta ley: queriendo hacer el
bien, se me presenta el mal. Porque de acuerdo con el hombre interior, me complazco en la
Ley de Dios, pero observo que hay en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi
razón y me ata a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Ay de mí! ¿Quién podrá
librarme de este cuerpo que me lleva a la muerte? ¡Gracias a Dios, por Jesucristo, nuestro
Señor!
Palabra de Dios.
Comentario
¡Cuántas veces habremos experimentado esta división de la que habla san Pablo! Solo la
fuerza del Espíritu de Dios logra superar nuestra debilidad. Presentemos honestamente a
Dios nuestra flaqueza para que él pueda hacer su obra.
Que tu misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me hiciste. Que llegue
hasta mí tu compasión, y viviré, porque tu ley es toda mi alegría. R.
Nunca me olvidaré de tus preceptos: por medio de ellos, me has dado la vida. Sálvame,
porque yo te pertenezco y busco tus preceptos. R.
Aleluya. Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del
Reino a los pequeños. Aleluya.
Jesús dijo a la multitud: “Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen
en seguida que va a llover, y así sucede. Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará
calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo;
¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente? ¿Por qué no juzgan ustedes mismos
lo que es justo? Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de
llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el
juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí
hasta que hayas pagado el último centavo”.
Comentario
La vida de fe exige una mirada aguda y contemplativa para conocer y discernir lo que va
sucediendo durante su transcurso. Dios va dejando señales en nuestro camino, que hay que
saber mirar para poder ir descubriendo su voluntad a cada paso.
Oración introductoria
Padre, te pedimos que al escuchar tus palabras, nos des la gracia que nos permite esperar y
encaminarnos llenos de confianza a Tu encuentro, como Juez, como nuestro "abogado".
Petición
Jesús, te pedimos que nos des la gracia de ser capaces de leer los signos de los tiempos, de
discernir lo esencial de lo accidental y de conocer la solidez de Tu doctrina y ponerla en
práctica.
Meditación
Hoy, Jesús quiere que levantemos nuestra mirada hacia el cielo. «Sabéis explorar el aspecto
de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?» (Lc 12,56). Muchos de los
que escuchaban a Jesús dejaron perder una ocasión única en la historia de toda la
Humanidad. No vieron en Jesús al Hijo de Dios. No captaron el tiempo, la hora de la
salvación. Los tiempos cambian pero las palabras de Cristo y de su Iglesia permanecen y
permanecerán eternamente.
¿Somos capaces de leer los signos de los tiempos, de discernir lo esencial de lo accidental?
¿Somos de los cristianos que conocen la solidez de la doctrina del Señor y la ponen en
práctica? De allí la sabia recomendación de Cristo: vivir con justicia, saber dar a Dios lo
debido y a los hombres.
Y en el corazón de tal justicia, que está lejos de ser una legalista y fría justicia humana,
encontramos el perdón y la misericordia. Si falta el ingrediente del perdón, para obtener la
conversión del corazón; si falta la virtud de la misericordia para saber perdonar a quien nos
lo pide, no hay verdadera justicia y somos de los que aparentamos una vida incólume,
adaptada a los tiempos, pero en realidad no somos más que una figura de cristiano.
Se recuerda que Dios ha concedido unos dones, que se han de emplear y multiplicar, pues a
su regreso preguntará cómo se han utilizado. En la parábola del juicio final, se describe la
segunda venida del Señor y se advierte que seremos juzgados en la caridad, según lo que
hemos amado a los demás, especialmente a los más necesitados. No se conoce ni el día ni la
hora del regreso de Cristo; lo que se pide es estar preparados para el encuentro, que
significa saber ver los signos de su presencia, tener viva la fe con la oración y con los
sacramentos; se trata de ser vigilantes para no dormirnos; ser vigilantes, para no olvidarnos
de Dios.
Propósito
Verde.
Semana II para el Salterio.
Que la alegría llene el corazón de los que buscan al Señor. Busquen al Señor y serán
fuertes, busquen siempre su rostro.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad, y para conseguir lo
que nos prometes, ayúdanos a amar lo que nos mandas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de
los siglos.
Mira, Padre, las ofrendas que te presentamos, y que la celebración de estos misterios sean
para tu gloria y alabanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien: Ef 5, 2
Cristo nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.
Señor y Dios nuestro, te pedimos que lleves a su plenitud en nosotros lo que significa estos
sacramentos, para que poseamos plenamente lo que ahora celebramos en esta liturgia. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
Comentario
La Ley de Moisés enumera situaciones concretas para practicar el amor al prójimo, las
cuales tienen siempre como beneficiarios a los más débiles y pobres de la sociedad:
inmigrantes, viudas, huérfanos, endeudados y otros tantos excluidos por el sistema
imperante. A estos, Dios los mira con especial cuidado por su situación. Cuando hablamos
de amar al prójimo, tengamos presente que, para Dios, estas personas deben ser
consideradas de manera especial.
¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca! ¡Glorificado sea el Dios de mi salvación! Él concede
grandes victorias a su rey y trata con fidelidad a su Ungido. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica.
Hermanos: Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes. Y
ustedes, a su vez, imitaron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio
de muchas dificultades, con la alegría que da el Espíritu Santo. Así llegaron a ser un
modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya. En efecto, de allí partió la Palabra
del Señor, que no sólo resonó en Macedonia y Acaya: en todas partes se ha difundido la fe
que ustedes tienen en Dios, de manera que no es necesario hablar de esto. Ellos mismos
cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los
ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo, que vendrá desde el cielo:
Jesús, a quien él resucitó de entre los muertos y que nos libra de la ira venidera.
Palabra de Dios.
Comentario
“San Pablo reconoce que la eficacia de su predicación se debe a la acción misteriosa del
Espíritu. Ese Espíritu es el que obra cuando se proclama la Palabra del Evangelio. Y él da
la fuerza necesaria para convertirse ‘al Dios vivo y verdadero’ y para esperar la venida
gloriosa de Jesús Resucitado. Por todo eso, Pablo da repetidas gracias a Dios y expresa su
profunda alegría".
Aleluya Jn 14, 23
Aleluya. “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará e iremos a él”, dice el
Señor. Aleluya.
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se
reunieron con él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a
prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?”. Jesús le respondió:
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.
Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y
los Profetas”.
Comentario
Semejante a lo que leíamos el domingo pasado, nuevamente grupos antagónicos están
buscando hacer caer a Jesús en alguna falta para poder enfrentarlo. Jesús conoce todas sus
internas y no se deja amedrentar por ellos; por el contrario, utiliza sus cuestionamientos
para seguir anunciando y enseñando. Ante la pregunta por la Ley, Jesús no necesita hacer
más que destacar lo que ya estaba escrito en el Deuteronomio y el Levítico: el amor a Dios
y al prójimo es el resumen de toda la Ley; sólo desde el amor podemos interpretar todo lo
que encontramos en la Sagrada Escritura; sólo el amor permite superar los enfrentamientos
entre personas y grupos.
Oración introductoria
Hola, Jesús, aquí estoy para dialogar contigo. A mí me gusta estar a tu lado y agradarte. Y
para hacerlo, quiero amarte más y vivir la caridad con mis próximos. Ya que Tú me pides
que no sólo te ame a ti, sino que también ame a mi prójimo. Por eso, te doy las gracias,
Jesús, amigo mío, porque me has hecho caer en la cuenta de la primacía que tiene el amor
en mi vida: amor a ti y amor a mi prójimo. Sólo te pido que me enseñes a amar como Tú
me has amado.
Petición
Enséñame a amar a mi prójimo y a tener una amistad con él, al igual que la tengo contigo.
Meditación
Hoy, la liturgia nos presenta el amor como la raíz más profunda de la autocomunicación de
Dios. Con un mandamiento del Deuteronomio: «Ama al Señor, tu Dios» (Dt 6,5) y otro del
Levítico: «Ama a los otros» (Lev 19,18), Jesús lleva a término la plenitud de la Ley.
Gracias a la pregunta del letrado sabemos a cuál de las numerosas normas que tenían los
judíos -tenían más de seiscientas- le daba más importancia Jesús. La respuesta no se hace
esperar y responde claramente: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo
como a ti mismo".
Por ello, vale la pena recordar que, antes de ir a comulgar se nos invita a dar la paz a los
que tenemos al lado, como representantes de todos los que encontraremos a lo largo del día.
Tomemos conciencia por tanto de que recibimos a Cristo, modelo de cómo hay que amar y
darnos a nuestros hermanos. Modelo de cómo debemos entregarnos a los demás y ser pan
partido para ellos. La cuaresma consiste en seguir el camino de Cristo a su Pascua. Y ese
camino es de entrega, de amor total.
He aquí la razón de ser del comentario clásico de los dos palos de la Cruz del Señor: el que
está cavado en tierra es la verticalidad, que mira hacia el cielo a Dios. El travesero
representa la horizontalidad, el trato con nuestros iguales. Dice san Juan de la Cruz:
«Cuanto más ama un alma, tanto más perfecta es en aquello que ama; de aquí que esta
alma, que ya es perfecta, toda ella es amor y todas sus acciones son amor».
Efectivamente, en los santos que conocemos vemos cómo el amor a Dios, que saben
manifestarle de muchas maneras, les otorga una gran iniciativa a la hora de ayudar al
prójimo. Pidámosle hoy a la Virgen Santísima que nos llene del deseo de sorprender a
Nuestro Señor con obras y palabras de afecto. Así, nuestro corazón será capaz de descubrir
cómo sorprender con algún detalle simpático a los que viven y trabajan a nuestro lado, y no
solamente en los días señalados, que eso lo sabe hacer cualquiera. ¡Sorprender!: forma
práctica de pensar menos en nosotros mismos.
Propósito
Hoy viviré la caridad con mi prójimo y rezaré un Padrenuestro por todos los que buscan ser
amados por Dios para que Él los cuide.
Señor Jesús, después de meditar a tu lado cómo puedo amarte a través de mi prójimo, te
doy gracias por enseñarme a amar, sabiendo que no sólo necesito amar a aquella persona
que menos quiero, sino que también puedo amar al que lo necesita.
De la feria
Verde
Martirologio Romano: En Palma, Mallorca, España, san Alonso Rodríguez, que al perder
a su esposa e hijos entró como religioso en la Orden de la Compañía de Jesús y estuvo
como portero del colegio de aquella ciudad durante largos años, mostrando una gran
humildad, obediencia y constancia en una vida penitente. († 1617). Fecha de canonización:
15 de enero de 1888, por el Papa León XIII.
Que la alegría llene el corazón de los que buscan al Señor. Busquen al Señor y serán
fuertes, busquen siempre su rostro.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad, y para conseguir lo
que nos prometes, ayúdanos a amar lo que nos mandas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de
los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Mira, Padre, las ofrendas que te presentamos, y que la celebración de estos misterios sean
para tu gloria y alabanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien: Ef 5, 2
Cristo nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.
Señor y Dios nuestro, te pedimos que lleves a su plenitud en nosotros lo que significa estos
sacramentos, para que poseamos plenamente lo que ahora celebramos en esta liturgia. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Hermanos: Nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal. Si
ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por
medio del Espíritu, entonces vivirán. Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios
son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el
temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios “¡Abba!”, es decir,
“¡Padre!”. El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos
de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él.
Palabra de Dios.
Comentario
Por la fe, podemos afirmarnos y tener solidez en este convencimiento: somos hijos e hijas
de Dios. Nuestra identidad no se basa en una especulación intelectual, sino en una relación:
la relación íntima, cotidiana y confiada con un papá bueno que quiere lo mejor para nuestra
vida.
¡Se alza el Señor! Sus enemigos se dispersan y sus adversarios huyen delante de él. Los
justos se regocijan, gritan de gozo delante del Señor y se llenan de alegría. R.
El Señor, en su santa Morada, es padre de los huérfanos y defensor de las viudas: Él instala
en un hogar a los solitarios y hace salir con felicidad a los cautivos. R.
¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación! Él carga con nosotros día tras día; él es
el Dios que nos salva y nos hace escapar de la muerte. R.
Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu,
que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no
podía enderezarse de ninguna manera. Jesús, al verla, la llamó y le dijo: “Mujer, estás
sanada de tu enfermedad”, y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba
a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había sanado en sábado, dijo a
la multitud: “Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse sanar, y no
el sábado”. El Señor le respondió: “¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado,
¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham,
a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser liberada de sus
cadenas el día sábado?”. Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaban de
confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía.
Comentario
Jesús quiere sanación y liberación, que cada hombre y cada mujer, como integrantes de una
familia, participe plenamente del pueblo que alaba a Dios. Este pasaje nos interpela para
que nuestras asambleas y reuniones sean espacios donde todas las personas puedan estar
con la frente alta y dando gloria a Dios.
Oración introductoria
Padre, ayúdame a que estos momentos de oración me ayuden con tu gracia a valorar los
sacramentos y a no solo preocuparme por la salud del cuerpo sino por la de mi alma.
Petición
Jesús, te pido que nos dejémonos curar por Tí, que quieres darnos la luz de Dios. Que
confesemos nuestra ceguera, nuestra miopía y, sobre todo, el orgullo.
Meditación
Hoy, vemos a Jesús realizar una acción que proclama su mesianismo. Y ante ella el jefe de
la sinagoga se indigna e increpa a la gente para que no vengan a curarse en sábado: «Hay
seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado»
(Lc 13,14).
Todo ello les conduce a una vivencia rigorista de la religión, a encerrar su dios en unos
medios. Se hacen un dios a medida y no le dejan entrar en sus vidas. En su religiosidad
creen que todo está solucionado si cumplen con unas normas. Se comprende así la reacción
de Jesús: « ¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o
vuestro asno para llevarlos a abrevar?» (Lc 13,15). Jesús descubre el sinsentido de esa
equivocada vivencia del sabath.
Todos nos maravillamos de los milagros que realizaba Jesús. ¡Y cuántas veces le hemos
pedido la curación de alguna enfermedad, nuestra o de alguna persona a la que queremos!
Parece como si Dios hubiera dejado en manos de los médicos el cuidado del cuerpo para
poder dedicar a los sacerdotes, sus más íntimos colaboradores, a la tarea más importante: el
cuidado espiritual. Es increíble recuperar la vida de gracia y de intimidad con Dios. Es
maravilloso ver nacer a Cristo cada día en la Eucaristía.
Porque la vida espiritual, aunque esté oculta a los ojos, tiene una dimensión infinitamente
superior a las acciones puramente materiales. Por ejemplo, un acto de caridad hecho por
amor a Dios embellece al alma de tal manera que nos quedaríamos extasiados si
pudiéramos contemplarla. Es impresionante lo que realizan en nosotros los sacramentos.
Porque recibimos gracias especiales de Dios. Sin embargo, tenemos que reconocer que
estamos sujetos a las realidades de la tierra y que no podemos percibir nuestra
transformación en el mundo espiritual. Pero si tenemos fe, y perseveramos hasta el final, un
día podremos ver con claridad, sin misterios, la grandeza de cada alma humana.
Esta palabra de Dios nos debería ayudar a examinar nuestra vivencia religiosa y descubrir si
realmente las mediaciones que utilizamos nos ponen en comunicación con Dios y con la
vida. Sólo desde la correcta vivencia de las mediaciones podemos entender la frase de san
Agustín: «Ama y haz lo que quieras».
Petición
Vivir los sacramentos, la Confesión y la Eucaristía, sabiendo que son los medios para curar
nuestras enfermedades espirituales.
De la feria
Verde
Martirologio Romano: En Sevilla, España, Santa María Purísima de la Cruz (en el siglo
Isabel Salvat y Romero), quien fuera superiora general de la congregación de las
hermanas de la Compañía de la Cruz. († 1998). Fecha de beatificación: 18 de septiembre de
2010, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI. Fecha de canonización: 18 de octubre
de 2015, por S.S. Francisco
Que la alegría llene el corazón de los que buscan al Señor. Busquen al Señor y serán
fuertes, busquen siempre su rostro.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad, y para conseguir lo
que nos prometes, ayúdanos a amar lo que nos mandas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de
los siglos.
Mira, Padre, las ofrendas que te presentamos, y que la celebración de estos misterios sean
para tu gloria y alabanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien: Ef 5, 2
Cristo nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.
Hermanos: Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse
con la gloria futura que se revelará en nosotros. En efecto, toda la creación espera
ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. Ella quedó sujeta a la vanidad, no
voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza.
Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de
la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que la creación entera, hasta el presente,
gime y sufre dolores de parto. Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias
del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando la plena realización de nuestra filiación
adoptiva: la redención de nuestro cuerpo. Ahora bien, cuando se ve lo que se espera, ya no
se espera más: ¿Acaso se puede esperar lo que se ve? En cambio, si esperamos lo que no
vemos, lo esperamos con constancia.
Palabra de Dios.
Comentario
Todo el mundo creado vive en la tensión entre lo que es y lo que espera. Nuestra esperanza
se sostiene en el amor de Dios y en su promesa. Todo lo imperfecto pasa; una vida en
plenitud nos espera.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se
llenó de risas y nuestros labios, de canciones. R.
Hasta los mismos paganos decían: “¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!”. ¡Grandes
cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! R.
¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre
lágrimas cosecharán entre canciones. R.
El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las
gavillas. R.
Jesús dijo: “¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a
un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto
y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas”. Dijo también: “¿Con qué podré comparar
el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad
de harina, hasta que fermentó toda la masa”.
Comentario
En el pasaje que leímos ayer, Jesús libera a una mujer encorvada. Con esa acción comienza,
pequeño pero potente, el Reino de Dios. Cada vez que una persona es restituida en su
dignidad como hija de Dios, la semilla del Reino crece y su levadura avanza. Y lo hace con
una potencia que nada la puede frenar.
Oración introductoria
Señor, creo en Ti, pero dame una fe que no cuestione ni pida señales. Confío en Ti, pero
ayúdame a seguirte aunque no me gusten las exigencias del camino. Te quiero, pero
necesito que esta oración fecunde la semilla de mi amor para que crezca vigorosamente.
Petición
Padre Santo, haz que valore y busque la fuerza interior de tu Reino para que brote en mí el
único anhelo de llevar a todos los hombres, mis hermanos, el mensaje del Evangelio.
Meditación
Hoy, los textos de la liturgia, mediante dos parábolas, ponen ante nuestros ojos una de las
características propias del Reino de Dios: es algo que crece lentamente —como un grano de
mostaza— pero que llega a hacerse grande hasta el punto de ofrecer cobijo a las aves del
cielo. Así lo manifestaba Tertuliano: « ¡Somos de ayer y lo llenamos todo!». Con esta
parábola, Nuestro Señor exhorta a la paciencia, a la fortaleza y a la esperanza. Estas
virtudes son particularmente necesarias a quienes se dedican a la propagación del Reino de
Dios. Es necesario saber esperar a que la semilla sembrada, con la gracia de Dios y con la
cooperación humana, vaya creciendo, ahondando sus raíces en la buena tierra y elevándose
poco a poco hasta convertirse en árbol. Hace falta, en primer lugar, tener fe en la
virtualidad —fecundidad— contenida en la semilla del Reino de Dios. Esa semilla es la
Palabra; es también la Eucaristía, que se siembra en nosotros mediante la comunión.
Nuestro Señor Jesucristo se comparó a sí mismo con el «grano de trigo [que cuando] cae en
tierra y muere (...) da mucho fruto» (Jn 12,24).
El Reino de Dios, prosigue Nuestro Señor, es semejante «a la levadura que tomó una mujer
y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo» (Lc 13,21). También aquí se
habla de la capacidad que tiene la levadura de hacer fermentar toda la masa. Así sucede con
“el resto de Israel” de que se habla en el Antiguo Testamento: el “resto” habrá de salvar y
fermentar a todo el pueblo. Siguiendo con la parábola, sólo es necesario que el fermento
esté dentro de la masa, que llegue al pueblo, que sea como la sal capaz de preservar de la
corrupción y de dar buen sabor a todo el alimento (cf. Mt 5,13). También es necesario dar
tiempo para que la levadura realice su labor.
Nos reconocemos hermanos a partir de la humilde y profunda conciencia del ser hijos del
único Padre celestial. Como cristianos, gracias al Espíritu Santo, recibido en el Bautismo,
se nos ha concedido el don y el compromiso de vivir como hijos de Dios y como hermanos,
para ser como "levadura" de una humanidad nueva, solidaria y llena de paz y esperanza. En
esto nos ayuda la conciencia de tener, además de un Padre en los cielos, también una
madre, la Iglesia, de la que la Virgen María es modelo perenne. A ella le encomendamos
los niños recién bautizados y sus familias, y le pedimos para todos la alegría de renacer
cada día "de lo alto", del amor de Dios, que nos hace sus hijos y hermanos entre nosotros.
Propósito
No deja de ser asombroso cómo una porción de harina duplica o triplica su tamaño por el
hecho de poner una mínima porción de levadura… Señor, gracias por ser la levadura que
hace mi vida bella, abundante y emocionante, porque me das la posibilidad de colaborar en
la extensión de tu Reino. Pido la intercesión de María, para ser como la levadura: discreto,
sencillo, pero capaz de llenarlo todo de tu presencia y de tu amor.
31
La liturgia diaria meditada - Bienaventurados los pobres de espíritu (Mt 4, 25 - 5, 12)
01/11
(S). Blanco
Alegrémonos todos en el Señor al celebrar esta solemnidad en honor de todos los santos.
Los ángeles se regocijan por esta solemnidad y alaban al Hijo de Dios.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que nos concedes celebrar en una sola fiesta los méritos de
todos tus santos; te rogamos que, por las súplicas de tantos intercesores, derrames sobre
nosotros la ansiada plenitud de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Recibe con agrado, Señor, las ofrendas que te presentamos en honor de todos tus santos, y
concédenos experimentar la fraterna solicitud por nuestra salvación, de quienes han
alcanzado ya la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Felices los que tiene el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la
paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la
justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los cielos.
Yo, Juan, vi a un ángel que subía del Oriente, llevando el sello del Dios vivo. Y comenzó a
gritar con voz potente a los cuatro ángeles que habían recibido el poder de dañar a la tierra
y al mar: “No dañen a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello
la frente de los servidores de nuestro Dios”. Oí entonces el número de los que habían sido
marcados: eran 144.000 pertenecientes a todas las tribus de Israel. Después de esto, vi una
enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones,
familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con
túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente: “¡La salvación
viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero!”. Y todos los ángeles que
estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, se postraron con
el rostro en tierra delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: “¡Amén! ¡Alabanza, gloria
y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza a nuestro Dios para siempre! ¡Amén!”.
Y uno de los ancianos me preguntó: “¿Quiénes son y de dónde vienen los que están
revestidos de túnicas blancas?”. Yo le respondí: “Tú lo sabes, Señor”. Y él me dijo: “Estos
son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han
blanqueado en la sangre del Cordero”.
Palabra de Dios.
Comentario
Esta descripción nos muestra a los santos, que están ante el trono de Dios. Allí se
encuentran los que pertenecen a “las doce tribus de Israel” y los que provienen de todas las
naciones de la tierra. Con la vestidura blanca que recibimos en el bautismo, nosotros
también esperamos llegar a cantar algún día ante el trono de Dios.
Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes, porque él
la fundó sobre los mares, él la afirmó sobre las corrientes del océano. R.
¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor y permanecer en su recinto sagrado? El que
tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos ni jura
falsamente. R.
Él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su Salvador. Así son los que
buscan al Señor, los que buscan tu rostro, Dios de Jacob. R.
Queridos hermanos: ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de
Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha
reconocido a él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se
ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él,
porque lo veremos tal cual es. El que tiene esta esperanza en él, se purifica, así como él es
puro.
Palabra de Dios.
Comentario
Hay muchos santos en este mundo que viven como hijos e hijas de Dios. Su condición aún
no se ha manifestado plenamente, porque en esta tierra siempre habrá males y pecados que
impidan que se vea claramente su santidad. A pesar de ello, quienes sabemos que somos
amados por Dios, queremos hacer presente su amor en el mundo.
Aleluya Mt 11, 28
Aleluya. “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”, dice el
Señor. Aleluya.
Evangelio Mt 4, 25—5, 12
Comentario
“Manso tiene, con mucha frecuencia, el sentido de pobre. Es una manera de representar a
quienes están bien dispuestos para reconocer y aceptar la pobreza del rey mesías, según los
proyectos insondables y muchas veces desconcertantes de Dios. La mansedumbre es puesta
por Jesús como expresión del camino para acceder al reino definitivo”.
Oración introductoria
Señor, gracias por indicarme tan claramente el camino para poder alcanzar la dicha, la
alegría que me hará saltar de contento por toda la eternidad. Guía mi oración para que este
día esté orientando hacia mi meta final.
Petición
Dios mío, que las bienaventuranzas sean mi criterio de vida, mi forma de pensar y de
comportarme.
Meditación
1. Una muchedumbre inmensa que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo y
lengua. Podemos aplicar muy bien esta frase del Apocalipsis a todas aquellas personas que,
durante su vida, fueron un ejemplo admirable de santidad, aunque su nombre no figure en
ningún calendario, ni santoral religioso. Seguro que todos nosotros conocemos a alguna de
estas personas, familiares, amigas o simplemente conocidas, que durante su vida fueron
para nosotros ejemplo de bondad y santidad. Hoy, fiesta de todos los santos, queremos
dedicarles nuestro recuerdo, nuestra oración y nuestra admiración. Sí, queremos dedicar
esta fiesta al recuerdo de tantas personas anónimas que testimoniaron con el ejemplo de su
vida su fe religiosa. Madres y padres que trabajaron en el anonimato de la casa, o del
campo, o de la empresa, regalando sudor y amor, pendientes siempre de la familia y del
trabajo y de la sociedad. Empleados y jornaleros fieles y cumplidores, mujeres explotadas y
generosas, pobres luchadores y valientes, cristianos, en definitiva, que supieron hacer de su
fe el motor y la palanca para luchar con amor contra el mal y la injusticia. Todos ellos
supieron renunciar a muchas diversiones justas y a muchos gastos superfluos, a muchas
comodidades y a muchos descansos, para conseguir así, con el ejemplo de su fe, y con una
lucha valiente, que su familia y la sociedad en la que vivían pudieran tener una vida más
digna y más de acuerdo con los designios de Dios. Su lucha y su esfuerzo no fueron muchas
veces debidamente reconocidos, ni mucho menos recompensados. Vivieron y murieron
anónimamente; podemos afirmar que su vida fue, en muchos casos, un sacrificio, un lento
martirio aceptado por amor, que sólo floreció y fructificó después de la muerte. Si la vida
del cristiano es siempre una lucha contra el mal, la vida de estos santos anónimos fue, sin
duda, una lucha que mereció la aprobación y recompensa por parte de Dios. La vida de
estos santos anónimos, cuyo recuerdo hoy celebramos, debe servirnos de guía y estímulo a
todos los que ahora queremos seguir luchando con las armas del evangelio contra la
injusticia y contra el mal en el mundo.
3. Ahora somos hijos de Dios. Los cristianos llamamos todos los días a Dios Padre nuestro
y nos gusta creer que somos sus hijos. Lo difícil es vivir como auténticos hijos de Dios.
Porque la carne, que es débil, se rebela constantemente contra el espíritu, el cuerpo nos
arrastra y nos empuja hacia los placeres materiales y, en muchos momentos, actuamos más
como hijos de la carne que como hijos de Dios. Así es nuestra pobre realidad. Pero es
verdad que somos hijos de Dios y nuestro deber es trabajar cada día para comportarnos
como tales. En el plano de nuestra conducta diaria, el vivir como hijos de Dios es más una
tarea a realizar, que una realidad ya conquistada. Nuestra vocación es vivir como hijos de
Dios, pero cada día comprobamos la enorme distancia que nos queda por recorrer para
conseguirlo.
4. De ellos es el reino de los cielos. La razón primera y última por la que pueden
considerarse bienaventurados los pobres, los que lloran, los sufridos, los que tienen hambre
y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz y
los perseguidos por causa de la justicia, es porque de ellos es el reino de los cielos. Pero yo
creo que no debemos poner, sin más, el reino de los cielos en la otra vida y decirles a los
que sufren y a los perseguidos por causa de la justicia que tengan paciencia en esta vida,
porque la felicidad les llegará después en la otra. Yo creo que Jesús de Nazaret y su Padre,
nuestro Padre Dios, quieren que todas las personas seamos felices también aquí, mientras
vivimos. Y no hay duda de que si todos nos comportáramos y viviéramos como auténticos
hijos de Dios, viviríamos de verdad felices y bienaventurados también aquí en la tierra. Por
eso, lo que tenemos que hacer los cristianos, si de verdad queremos que el reino de Dios
empiece a realizarse ya en esta vida, es vivir nosotros como auténticos hijos de Dios y
trabajar arduamente para que el mundo en el que vivimos sea un poco más bueno cada día.
Es nuestra tarea de cada día, que debemos llevar a cabo con la gracia de Dios.
Propósito
Hoy en día el mensaje de Jesús en la Montaña sigue plenamente vigente. ¡Sólo se necesitan
almas nobles, valientes y generosas que quieran ser auténticamente felices y quieran poner
por obra su mensaje! Serán realmente dichosas. Y el mundo cambiará.
Este día se celebran a todos los millones de personas que han llegado al cielo, aunque sean
desconocidos para nosotros. Santo es aquel que ha llegado al cielo, algunos han sido
canonizados y son por esto propuestos por la Iglesia como ejemplos de vida cristiana.
Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que
intercedan por nosotros y por el mundo entero.
Aunque todos los días deberíamos pedir la ayuda de los santos, es muy fácil que el ajetreo
de la vida nos haga olvidarlos y perdamos la oportunidad de recibir todas las gracias que
ellos pueden alcanzarnos. Por esto, la Iglesia ha querido que un día del año lo dediquemos
especialmente a rezar a los santos para pedir su intercesión. Este día es el 1ro. de
noviembre.
Este día es una oportunidad que la Iglesia nos da para recordar que Dios nos ha llamado a
todos a la santidad. Que ser santo no es tener una aureola en la cabeza y hacer milagros,
sino simplemente hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien, con amor y por amor
a Dios. Que debemos luchar todos para conseguirla, estando conscientes de que se nos van
a presentar algunos obstáculos como nuestra pasión dominante; el desánimo; el agobio del
trabajo; el pesimismo; la rutina y las omisiones.
Se puede aprovechar esta celebración para hacer un plan para alcanzar la santidad y poner
los medios para lograrlo:
Un poco de historia
La primera noticia que se tiene del culto a los mártires es una carta que la comunidad de
Esmirna escribió a la Iglesia de Filomelio, comunicándole la muerte de su santo obispo
Policarpo, en el año156. Esta carta habla sobre Policarpo y de los mártires en general. Del
contenido de este documento, se puede deducir que la comunidad cristiana veneraba a sus
mártires, que celebraban su memoria el día del martirio con una celebración de la
Eucaristía. Se reunían en el lugar donde estaban sus tumbas, haciendo patente la relación
que existe entre el sacrificio de Cristo y el de los mártires
La veneración a los santos llevó a los cristianos a erigir sobre las tumbas de los mártires,
grandes basílicas como la de San Pedro en la colina del Vaticano, la de San Pablo, la de San
Lorenzo, la de San Sebastián, todos ellos en Roma.
Las historias de los mártires se escribieron en unos libros llamados Martirologios que
sirvieron de base para redactar el Martirologio Romano, en el que se concentró toda la
información de los santos oficialmente canonizados por la Iglesia.
Cuando cesaron las persecuciones, se unió a la memoria de los mártires el culto de otros
cristianos que habían dado testimonio de Cristo con un amor admirable sin llegar al
martirio, es decir, los santos confesores. En el año 258, San Cipriano, habla del asunto,
narrando la historia de los santos que no habían alcanzado el martirio corporal, pero sí
confesaron su fe ante los perseguidores y cumplieron condenas de cárcel por Cristo.
Más adelante, aumentaron el santoral con los mártires de corazón. Estas personas llevaban
una vida virtuosa que daba testimonio de su amor a Cristo. Entre estos, están san Antonio
(356) en Egipto y san Hilarión (371) en Palestina. Tiempo después, se incluyó en la
santidad a las mujeres consagradas a Cristo.
Antes del siglo X, el obispo local era quien determinaba la autenticidad del santo y su culto
público. Luego se hizo necesaria la intervención de los Sumos Pontífices, quienes fueron
estableciendo una serie de reglas precisas para poder llevar a cabo un proceso de
canonización, con el propósito de evitar errores y exageraciones.
Se disminuyeron las fiestas de devoción pues se sometieron a revisión crítica las noticias
hagiográficas (se eliminaron algunos santos no porque no fueran santos sino por la carencia
de datos históricos seguros); se seleccionaron los santos de mayor importancia (no por su
grado de santidad, sino por el modelo de santidad que representan: sacerdotes, casados,
obispos, profesionistas, etc.); se recuperó la fecha adecuada de las fiestas (esta es el día de
su nacimiento al Cielo, es decir, al morir); se dio al calendario un carácter más universal
(santos de todos los continentes y no sólo de algunos).
- Latría o Adoración: Latría viene del griego latreia, que quiere decir servicio a un amo, al
señor soberano. El culto de adoración es el culto interno y externo que se rinde sólo a Dios.
- Dulía o Veneración: Dulía viene del griego doulos que quiere decir servidor,
servidumbre. La veneración se tributa a los siervos de Dios, los ángeles y los
bienaventurados, por razón de la gracia eminente que han recibido de Dios. Este es el culto
que se tributa a los santos. Nos encomendamos a ellos porque creemos en la comunión y en
la intercesión de los santos, pero jamás los adoramos como a Dios. Tratamos sus imágenes
con respeto, al igual que lo haríamos con la fotografía de un ser querido. No veneramos a la
imagen, sino a lo que representa.
- Hiperdulía o Veneración especial: Este culto lo reservamos para la Virgen María por ser
superior respecto a los santos. Con esto, reconocemos su dignidad como Madre de Dios e
intercesora nuestra. Manifestamos esta veneración con la oración e imitando sus virtudes,
pero no con la adoración.
La tradición de rezar por los fieles difuntos se fue desarrollando poco a poco en los
monasterios. Y a partir del siglo VII, comenzó a extenderse a toda la cristiandad. Cuando
rezamos por nuestros seres queridos difuntos, lo hacemos siempre con fe en la Pascua de
Resurrección. La muerte no tiene la última palabra, porque ha sido vencida por Jesucristo.
Así como Jesús murió y resucitó, de la misa manera, Dios llevará con Jesús a los que
murieron con él. Y así como todos mueren en Adán, todos revivirán en Cristo.
Oración colecta
Dios nuestro, escucha con bondad nuestros ruegos, para que, al crecer nuestra fe en tu Hijo
resucitado de entre los muertos, se afiance también nuestra esperanza en la resurrección de
tus hijos difuntos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Acepta con bondad estos dones, Señor, para que tus hijos difuntos sean recibidos en la
gloria de tu Hijo, a quien nos unimos por este sacramento de su amor. Él que vive y reina
por los siglos de los siglos.
Dice el Señor: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera vivirá. Y
todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás”.
Te pedimos, Padre, que recibas en la morada de la luz y de la paz a tus hijos difuntos, por
quienes hemos celebrado el misterio pascual. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Misa de difuntos
(Segunda opción)
Antífona de entrada Cf. 4 Esd 2, 34.35
Señor, dales el descanso eterno y brille para ellos la luz que no tiene fin.
Oración colecta
Dios nuestro, gloria de los fieles y vida de los justos, que nos has redimido por la muerte y
resurrección de tu Hijo, ten piedad de tus hijos difuntos y conduce a la alegría de la
felicidad eterna a quienes creyeron en el misterio de la resurrección. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Dios rico en misericordia, te pedimos que en virtud de este sacrificio limpies con la sangre
de Cristo los pecados de tus hijos difuntos, y ya que los lavaste con el agua del bautismo,
no dejes de purificarlos con la misericordia de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Brille, Señor, sobre ellos la luz eterna, en compañía de tus santos, porque tú eres piadoso.
Padre, alimentados con el sacramento de tu Hijo unigénito, que se inmoló por nosotros y
resucitó gloriosamente, te suplicamos que tus hijos difuntos, purificado con estos misterios
pascuales, se alegren por la gracia de la futura resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra
desaparecieron, y el mar ya no existe más. Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que
descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a
su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: “Esta es la morada de Dios entre
los hombres: Él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será con ellos su
propio Dios. Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni
dolor, porque todo lo de antes pasó”. Y el que estaba sentado en el trono dijo: “Yo hago
nuevas todas las cosas. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed,
yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la Vida. El vencedor heredará
estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo”.
Palabra de Dios.
Comentario
Dios hizo una alianza eterna, la cual está expresada en la fórmula “yo seré su Dios, y
ustedes serán mi pueblo”. Dios no contradice sus palabras. Él realizará esa promesa, y
podremos estar con él para celebrarla en la Jerusalén celestial.
Una sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la Casa del Señor todos
los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo. R.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el
Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino
al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la
resurrección. En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en
Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego,
aquellos que estén unidos a él en el momento de su venida.
Palabra de Dios.
Aleluya Lc 24, 5
Aleluya. ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Aleluya.
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes
que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero
no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se
les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de
temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: “¿Por qué buscan
entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les
decía cuando aún estaba en Galilea: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en
manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día’”. Y las mujeres
recordaron sus palabras.
Comentario
Como les ocurrió a las discípulas, muchas veces ante la muerte, no sabemos qué pensar. La
muerte nos descoloca. En esos momentos, hagamos resonar en nuestro corazón las palabras
de Jesús. El pasó por la muerte y ahora está vivo. Él vino para darnos vida en abundancia.
Oración introductoria
Señor, Tú eres un Dios de vivos no de muertos, por eso te pido que me muestres en esta
oración cómo puedo aprovechar cada minuto de mi vida para crecer espiritual y
apostólicamente, camino seguro para alcanzar la santidad.
Petición
Meditación
Encuentran la tumba vacía, el cuerpo de Jesús no está allí, algo nuevo ha sucedido, pero
todo esto todavía no queda nada claro: suscita interrogantes, causa perplejidad, pero sin
ofrecer una respuesta. Y he aquí dos hombres con vestidos resplandecientes, que dicen:
"¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado". Lo que era
un simple gesto, algo hecho ciertamente por amor - el ir al sepulcro -, ahora se transforma
en acontecimiento, en un evento que cambia verdaderamente la vida. Ya nada es como
antes, no sólo en la vida de aquellas mujeres, sino también en nuestra vida y en nuestra
historia de la humanidad. Jesús no está muerto, ha resucitado, es el Viviente. No es
simplemente que haya vuelto a vivir, sino que es la vida misma, porque es el Hijo de Dios,
que es el que vive. Jesús ya no es del pasado, sino que vive en el presente y está proyectado
hacia el futuro, Jesús es el "hoy" eterno de Dios.
Un cementerio cristiano nunca es triste, es un bosque de cruces sobre las lápidas que
infunden perpetua y profunda paz a ese lugar; imágenes cristianas sobre las tumbas además
de la cruz, parecen guardianes seguros de cada difunto; todo el cariño a los seres queridos
muertos se resume en los epitafios y en las flores.
El cementerio el dos de Noviembre es un bellísimo jardín que reúne a las familias, recoge
todas las flores de los jardines y eleva al cielo las más bellas oraciones.
Propósito
Señor, no permitas que deje pasar mi tiempo de modo infructuoso. Si hoy terminase mi
vida, ¿qué podría ofrecerte? Graba en mi alma la conciencia de que a medida que la vida
avanza y la eternidad se acerca, sólo tu amor queda y todo lo demás se va a convertir en
nada
Misa a elección:
Feria. Verde.
Oración colecta
Dios omnipotente y lleno de misericordia, que concedes a tus fieles celebrar dignamente
esta liturgia de alabanza; te pedimos que nos ayudes a caminar sin tropiezos hacia los
bienes prometidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Dios nuestro, que guiaste a san Martín de Porres hasta la gloria del cielo por el camino de la
humildad, concédenos imitar sus ejemplos, para ser llevados con él a la patria celestial. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Te pedimos, Señor, que este sacrificio sea para ti una ofrenda pura, y para nosotros una
fuente generosa de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Te pedimos, Padre, que crezca en nosotros la acción de tu poder para que, restaurados con
estos sacramentos celestiales, tu gracia nos prepare a recibir lo que ellos nos prometen. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
Comentario
A partir de aquí, san Pablo comienza a presentar la situación de sus hermanos de raza: los
judíos. Él mismo, como judío y fariseo, conoce bien los beneficios que Dios ha dado a su
pueblo. Al escribir a los romanos, no judíos, quiere presentar claramente el lugar que tiene
el pueblo de Israel en la historia de la salvación.
¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! Él reforzó los cerrojos de tus puertas y
bendijo a tus hijos dentro de ti. R.
Él asegura la paz en tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo. Envía su mensaje a la
tierra, su palabra corre velozmente. R.
Revela su palabra a Jacob, sus preceptos y mandatos a Israel: a ningún otro pueblo trató así
ni le dio a conocer sus mandamientos. R.
Aleluya Jn 10, 27
Aleluya. “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”, dice el Señor.
Aleluya.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo
observaban atentamente. Delante de él había un hombre enfermo de hidropesía. Jesús
preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: “¿Está permitido sanar en sábado o no?”.
Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo sanó y lo
despidió. Y volviéndose hacia ellos, les dijo: “Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo
su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?”. A esto no pudieron
responder nada.
Comentario
Jesús quiere hacer una curación en sábado y durante una comida. De esta manera, este
hecho se convierte en una advertencia para aquellos que han convertido el sábado en una
ley asfixiante. Jesús siempre pone en el centro al débil, al enfermo y al necesitado, y nos
exige que nosotros hagamos lo mismo.
Oración introductoria
Señor, sólo en la oración puedo encontrar el sentido que debo dar a los sucesos de este día.
En la medida en que te ame y te escuche en esta meditación, en esa medida podré transmitir
tu amor a los demás.
Petición
¡Ven Espíritu Santo! Aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad para que sea digno de
poder dialogar contigo en esta oración.
Meditación
Hoy fijamos nuestra atención en la punzante pregunta que Jesús hace a los fariseos: «¿Es
lícito curar en sábado, o no?» (Lc 14,3), y en la significativa anotación que hace san Lucas:
«Pero ellos se callaron» (Lc 14,4).
Son muchos los episodios evangélicos en los que el Señor echa en cara a los fariseos su
hipocresía. Es notable el empeño de Dios en dejarnos claro hasta qué punto le desagrada
ese pecado —la falsa apariencia, el engaño vanidoso—, que se sitúa en las antípodas de
aquel elogio de Cristo a Natanael: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay
engaño» (Jn 1,47). Dios ama la sencillez de corazón, la ingenuidad de espíritu y, por el
contrario, rechaza enérgicamente el enmarañamiento, la mirada turbia, el ánimo doble, la
hipocresía.
Una de las actitudes que Jesús rechaza con más fuerza es la hipocresía. Es la actitud de la
gente que quiere aparentar que son buenos, inteligentes o rectos, para luego comportarse al
contrario de lo que profesan ser. Esta es la actitud de los escribas en este Evangelio. Jesús
llama al hombre enfermo para hacer una obra buena en él. Los escribas quieren acusarle por
curar en sábado, que estaba prohibido por la Ley de Moisés.
Jesús les pregunta si es lícito o no hacer el bien en sábado. Era obvia la respuesta, pero por
querer acusar a Jesús, callan. Como si no supieran qué responder. Pero sí lo sabían, y aún
así, callaron para no tragarse sus propias palabras de prohibición de la Ley. Para seguir
aparentando que lo sabían todo, que aplicaban la ley al pie de la letra, que eran justos y no
pecaban en su comportamiento. Pero sí pecaban en su corazón, lleno de soberbia e
hipocresía.
Eso era lo que más disgustaba a Jesús. Pero al mismo tiempo era lo que le daba más
tristeza. Porque Jesús vino a salvar a todo el mundo. Tanto a los buenos como a los malos.
Pero necesita nuestra colaboración, que nuestro corazón esté desprendido de nuestro
egoísmo para que pueda acoger los criterios de Cristo, que es el amor, la generosidad, la
donación personal, y sobre todo la humildad de corazón.
Es una falsificación del Evangelio. En cambio, el camino del amor, el camino del
Evangelio, es sencillo: es el camino que han comprendido los santos: ¡Los santos son
aquellos que llevan la Iglesia adelante!
Propósito
Jesucristo, Tú eres fuente de la auténtica libertad, aquella que me puede llevar a optar
siempre por el mejor bien. Te pido que me concedas la gracia de saber darte siempre el
lugar que te corresponde en mi vida, Tú eres mi mejor amigo porque hasta has dado tu vida
por mí, ¡ayúdame! Quiero serte siempre fiel y corresponder plenamente a tu amor.
Martirologio Romano: San Martín de Porres, religioso de la Orden de Predicadores: hijo
de un español y de una mujer negra, desde su niñez, ya sea por las dificultades derivadas de
su condición de hijo ilegítimo y de mestizo, tomó la profesión de médico, que una vez,
siendo religioso, ejerció con abnegación en Lima en Perú entre los pobres y, dedicado a los
ayunos, a la penitencia y a la oración, llevó una existencia de simplicidad y humildad,
irradiada del amor.
Martín fue hijo de un español de la Orden de Alcántara, Juan de Porres natural de la ciudad
de Burgos, y de una negra liberta, Ana Velázquez, natural de Panamá que residía en lima.
Su padre, debido a su pobreza, no podía casarse con una mujer de su condición, lo que no
impidió su amancebamiento con Ana Velázquez. Fruto de esta relación nació Martín y, dos
años después, Juana, su única hermana. Martín de Porres fue bautizado el 9 de diciembre de
1579 en la Iglesia de San Sebastián en Lima. El documento bautismal revela que su padre
no lo reconoció, pues por ser caballero laico y soltero de una Orden Militar estaba obligado
a guardar la continencia de estado.
Ana Velázquez dio cuidadosa educación cristiana a sus dos hijos. Juan de Porres estaba
destinado en Guayaquil, y desde ahí les proveía de sustento. Viendo la situación precaria en
que iban creciendo, sin padre ni maestros, decidió reconocerlos como hijos suyos ante la
ley.
Hacia 1586, decidió llevarse a sus dos hijos a Guayaquil con sus parientes, sin embargo los
parientes sólo aceptaron a Juana quien no había heredado la tez morena de su madre por lo
que después de un año Martín de Porres hubo de regresar a Lima, donde fue puesto bajo el
cuidado de Isabel García Michel en el arrabal de Malambo, en la parte baja del barrio de
San Lázaro, habitado por negros y otros grupos raciales. En 1591 recibió el sacramento de
la Confirmación de manos del arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo.
Martín inició su aprendizaje de boticario en la casa de Mateo Pastor. También fue aprendiz
del barbero y cirujano Marcelo de Ribera, oficio en que adquirió conocimientos de cirugía
menor.
El futuro santo fue frugal, abstinente y vegetariano. Dormía sólo dos o tres horas,
mayormente por las tardes. Usó siempre un simple hábito de cordellate blanco con una capa
larga de color negro. Alguna vez que el Prior lo obligó a recibir un hábito nuevo y otro
fraile lo felicitó, Martín, risueño, le respondió: “pues con éste me han de enterrar” y
efectivamente, así fue.
A la edad de sesenta años, Martín de Porres cae enfermo y anuncia que ha llegado la hora
de encontrarse con el Señor.
Martín solicitó a los dolidos religiosos que entonaran en voz alta el Credo y mientras lo
hacían, falleció. Eran las 9 de la noche del 3 de noviembre de 1639 en la Ciudad de los
Reyes, capital del Virreinato del Perú. Toda la ciudad le dio el último adiós en forma
multitudinaria donde se mezclaron gente de todas las clases sociales. Altas autoridades
civiles y eclesiásticas lo llevaron en hombros hasta la cripta, doblaron las campanas en su
nombre y la devoción popular se mostró tan excesiva que las autoridades se vieron
obligadas a realizar un rápido entierro.
El Papa Juan XXIII que sentía una verdadera devoción por Martín de Porres, lo canoniza en
la Ciudad del Vaticano el 6 de mayo de 1962 ante una multitud de cuarenta mil personas
procedentes de varias partes del mundo nombrándolo "Santo Patrono de la Justicia Social".
Verde.
Martirologio Romano: En Parma, de Italia, San Guido María Conforti, obispo y buen
pastor, siempre en vela por la defensa de la Iglesia y de la fe de su pueblo, el cual, movido
por el anhelo de la evangelización de los pueblos, fundó la Pía Sociedad de San Francisco
Javier. El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 17 de marzo de 1996.
Oración colecta
Dios omnipotente y lleno de misericordia, que concedes a tus fieles celebrar dignamente
esta liturgia de alabanza; te pedimos que nos ayudes a caminar sin tropiezos hacia los
bienes prometidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Te pedimos, Señor, que este sacrificio sea para ti una ofrenda pura, y para nosotros una
fuente generosa de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien: Cf. Jn 6, 57
Dice el Señor: “Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene vida, vivo por el
Padre, el que me come vivirá por mí”.
Te pedimos, Padre, que crezca en nosotros la acción de tu poder para que, restaurados con
estos sacramentos celestiales, tu gracia nos prepare a recibir lo que ellos nos prometen. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Yo soy un gran Rey, dice el Señor de los ejércitos, y mi Nombre es temible entre las
naciones. ¡Y ahora, para ustedes es esta advertencia, sacerdotes! Si no escuchan y no se
deciden a dar gloria a mi Nombre, dice el Señor de los ejércitos, yo enviaré sobre ustedes la
maldición. Ustedes se han desviado del camino, han hecho tropezar a muchos con su
doctrina, han pervertido la alianza con Leví, dice el Señor de los ejércitos. Por eso yo los he
hecho despreciables y viles para todo el pueblo, porque ustedes no siguen mis caminos y
hacen acepción de personas al aplicar la Ley. ¿No tenemos todos un solo Padre? ¿No nos
ha creado un solo Dios? ¿Por qué nos traicionamos unos a otros, profanando así la alianza
de nuestros padres?
Palabra de Dios.
Comentario
Los profetas fueron contundentes en la denuncia de la hipocresía religiosa. En este caso, las
palabras van dirigidas tanto a los fieles como a los sacerdotes. A estos últimos se los
denuncia porque su conducta, al no ser ejemplar, termina provocando que también otros
caigan en el pecado. Todos son exhortados a vivir en fidelidad a la Alianza.
No, yo aplaco y modero mis deseos: como un niño tranquilo en brazos de su madre, así está
mi alma dentro de mí. R.
Espere Israel en el Señor, desde ahora y para siempre. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica
Hermanos: Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes.
Fuimos tan condescendientes, como una madre que alimenta y cuida a sus hijos. Sentíamos
por ustedes tanto afecto, que deseábamos entregarles, no solamente la Buena Noticia de
Dios, sino también nuestra propia vida: tan queridos llegaron a sernos. Recuerden,
hermanos, nuestro trabajo y nuestra fatiga cuando les predicamos la Buena Noticia de Dios,
trabajábamos día y noche para no serles una carga. Nosotros, por nuestra parte, no cesamos
de dar gracias a Dios, porque cuando recibieron la Palabra que les predicamos, ustedes la
aceptaron no como palabra humana, sino como lo que es realmente, como Palabra de Dios,
que actúa en ustedes, los que creen.
Palabra de Dios.
Comentario
Todos los desvelos y la dedicación del Apóstol tienen un objetivo: que la palabra de Dios
llegue al corazón y transforme con gozo y paz la vida de los creyentes. Así lo han hecho
san Pablo y muchos otros misioneros entregándose con generosidad a la evangelización.
Aleluya. No tienen sino un padre: el Padre celestial; sólo tienen un Doctor, que es el
Mesías. Aleluya.
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de
Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus
obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas, difíciles de llevar, y las ponen
sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el
dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus
mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en
las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar “mi maestro” por la gente. En
cuanto a ustedes, no se hagan llamar “maestro”, porque no tienen más que un Maestro y
todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen “padre”, porque no tienen sino
uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco “doctores”, porque sólo tienen un
Doctor, que es el Mesías. El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se
eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
Palabra del Señor.
Comentario
Cuando escuchamos algunas palabras que salen de alguien que no es coherente entre lo que
dice y hace se desacredita a sí mismo: su discurso, su vida y su autoridad. Es algo lógico,
pero también debemos “saltar” la mediocridad y debilidad humanas y estar abiertos al
mensaje que, incluso, podría cambiar nuestra propia vida.
Oración introductoria
Señor, el mundo necesita, sobre todo, testigos más que maestros, testimonio más que
sermones, humildad más que vanagloria, por ello te pido que ilumines mi oración para que
sea el fuego de tu amor el que transforme mis actitudes de debilidad en fortaleza, de
egoísmo en amor, y de soberbia en servicio.
Petición
Meditación
Hoy, Jesucristo nos dirige nuevamente una llamada a la humildad. Antes de apropiarnos de
todos estos títulos, procuremos dar gracias a Dios por todo lo que tenemos y que de Él
hemos recibido.
Como dice san Pablo, « ¿qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué
gloriarte cual si no lo hubieras recibido?» (1Cor 4,7). De manera que, cuando tengamos
conciencia de haber actuado correctamente, haremos bien en repetir: «Somos siervos
inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer» (Lc 17,10).
El hombre moderno padece una lamentable amnesia: vivimos y actuamos como si nosotros
mismos hubiésemos sido los autores de la vida y los creadores del mundo. Por contraste,
causa admiración Aristóteles, el cual —en su teología natural— desconocía el concepto de
la “creación” (noción conocida en aquellos tiempos sólo por Revelación divina), pero, por
lo menos, tenía claro que este mundo dependía de la Divinidad (la “Causa incausada”).
¿Por qué un cristiano puede llegar a ser así? ¿Qué sucede en el corazón de aquel cristiano,
que se vuelve así? Solo hay una explicación: aquel cristiano no ora. Y si no hay oración,
siempre cerrarás la puerta. La llave que abre la puerta a la fe es la oración.
"El más grande entre vosotros será vuestro servidor". Cuando le vemos en la oscura y fría
cueva de Belén. Él, que tiene el dominio de todo. O en la pobre casa de Belén, el que
enriquece el mundo de belleza. Cuando muere en la cruz, vejado y abandonado por los
hombres. Sí, Cristo nos vino a enseñar el camino al Padre, el camino de la sencillez, de la
humildad. Qué lejos de Dios están los soberbios porque en su corazón sólo habitan ellos y
Dios no puede entrar.
Cristo, por otra parte, no reprocha la doctrina de los fariseos sino que reprocha su
incoherencia, entre lo que predican y lo que viven. Cristo vivió lo que predicó y derramó su
bendita sangre por nuestros pecados. Fue insobornable ante el miedo, valiente en su
predicación porque hablaba con verdad. Por eso mismo sus perseguidores exclamaron:
"todo lo ha hecho bien".
Propósito
Señor, ayúdame a vivir en la perspectiva del amor. Que sea fiel a mi vocación de discípulo
y misionero. Que por amor a Ti sea auténtico, generoso y desinteresado en todas mis
relaciones con los demás. Que el amor me lleve a cumplir mi misión para que otros puedan
experimentar la alegría de tu presencia.
Memoria de hoy - María, Madre y Medianera de todas las gracias - 07/11
Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres porque Él solo, con su muerte, logró
la reconciliación perfecta con Dios, pero dice Santo Tomás que «también a otros podemos
llamarlos mediadores por cuanto cooperan a la unión de los hombres con Dios».
A María se la llama Medianera o Mediadora desde muy antiguo. Este título se le reconoce
en documentos oficiales de la Iglesia y ha sido acogido en la liturgia, introduciéndose en
1921 una fiesta dedicada a María Medianera de todas las gracias.
Después de su Asunción a los cielos las gracias se conceden a los hombres por medio de su
intercesión. Desde el cielo participa en la difusión de las gracias con su intercesión
maternal. Esta intercesión es inferior a la de Cristo, pero superior a la de todos los otros
santos. La Iglesia ha enseñado la doctrina ya antigua de que todas las gracias se conceden
por medio de la Santísima Virgen.
Cuando llegó su hora, dijo Jesús: todo está consumado. E inclinando la cabeza, entregó su
espíritu l. Abandonado de todos, Jesucristo, el Dios encarnado, ha muerto en una cruz,
víctima de amor por los pecados de los hombres. Asistido por su Madre, la Virgen
Corredentora, nos ha alcanzado con su muerte la vida, y desde el Cielo, donde ahora vive
siempre para rogar por nosotros 2, aplica a cada alma, mediante los sacramentos confiados
a la Iglesia, la gracia salvadora que consiguió con su Sangre. No habéis sido redimidos con
oro o plata, cosas corruptibles, sino con la sangre preciosa del Cordero inmaculado e
incontaminado, Cristo 3.
El Señor, por la misericordia de su providencia divina, ha querido que todas las gracias, que
sólo a Él pertenecen por derecho propio y exclusivo, nos fueran distribuidas por manos de
su Madre, la Virgen Santísima. Pues, si en verdad el Verbo obra milagros e infunde la
gracia por medio de la humanidad que asumió, si se sirve de los sacramentos y de sus
santos como instrumentos para la salvación de las almas, ¿por qué no ha de poder servirse
de los oficios y de la acción de su Madre Santísima en la distribución de los frutos de la
redención? 4. Y Dios, que ciertamente pudo, lo quiso y lo hizo.
Nadie con más motivos ni mejores títulos que María para ser la dispensadora de las gracias
de Dios. Ella, que por su maternidad divina toca las fronteras de la divinidad, única criatura
en la que mora la plenitud de la gracia, tiene una idoneidad especial para administrar los
tesoros de Dios.
Ella, en dependencia de su Hijo, nos corredimió, nos alcanzó con sus propios méritos las
gracia y auxilios necesarios para nuestra salvación, y es lógico, dice Santo Tomás, que
quien adquiere bienes para otros, los dispense por sí mismo 5.
Ella, tan estrechamente unida a Cristo por los lazos de la maternidad y por una singular
comunión de espíritu, participa, muy por encima de los Ángeles y de los Santos, de la real
potestad de gobernar y conducir a los hombres hacia la patria celestial. Precisamente de
esta unión con Cristo Rey deriva en Ella tan esplendorosa sublimidad, que supera en
excelencia todas las cosas creadas; de esta misma unión con Cristo nace aquel poder regio,
por el que Ella puede dispensar los tesoros del Reino del divino Redentor; por último, en la
misma unión con Cristo tiene origen la eficacia inagotable de su materna intercesión ante su
Hijo y ante el Padre 6.
Junto a todos estos títulos, también su amor de Madre hacia todos los hombres, a quienes
ha engendrado espiritualmente en Cristo, la hace acreedora de tan singular misión en la
economía de la gracia. Perfeccionar el ser es propio de quien le dio la existencia, y la
Virgen cumple acabadamente su papel de Madre, ayudándonos con amorosa solicitud desde
el Cielo, proporcionándonos los auxilios necesarios para que lleguemos al estado de un
varón perfecto, a la medida de la edad perfecta según Cristo 7.
Por todos estos motivos, verdadera y propiamente puede afirmarse que nada absolutamente
de aquel gran tesoro de gracia ganado por Jesucristo... se nos da sino por María, según la
voluntad del mismo Dios; de tal manera que así como nadie puede llegar al Padre sino por
el Hijo, casi del mismo modo nadie puede llegar a Cristo sino por María 8.
Por la intercesión ante su Hijo, Nuestra Señora nos alcanza y distribuye todas las gracias,
con ruegos que jamás pueden quedar defraudados. ¿Cómo no va a escuchar la Trinidad a la
que es Madre de Dios, Hija de Dios, Esposa de Dios? Jesús no puede negar nada a esa
Madre que lo engendró y llevó en su seno, que estuvo siempre con El, desde Nazaret hasta
la humillación y el dolor de la Cruz. Por eso se ha llamado a la Virgen Omnipotencia
suplicante.
Del amor maternal de la Virgen brotan a torrentes las aguas de la gracia, de los dones de
Dios: para todos los hombres, porque para Ella todos somos sus hijos queridos. Su Corazón
dulcísimo no rechaza a nadie: es descanso para los que trabajan, consuelo de los que lloran,
medicina para los enfermos, puerto para los que maltrata la tempestad, perdón para los
pecadores, dulce alivio de los tristes, socorro de los que oran 10.
Todas las gracias, grandes y pequeñas, nos han llegado por manos de María. Tus dádivas
son incontables. Nadie sino por ti, ¡oh Santísima!, consigue su salvación. Nadie se libra del
mal sino por ti. Nadie sino por ti halla indulgencia 13. Y también por su mediación, el
Señor nos ha dado la gracia soberana de la vocación. Quizá una mirada de su Madre le
conmovió hasta el extremo de llamarte a la Obra, por la mano inmaculada de la Santísima
Virgen, Nuestra Señora.
En correspondencia a esta lluvia inagotable de gracias que el Señor nos concede por María,
en nuestra alma florece un sentimiento perpetuo de agradecimiento a la Virgen y, a la vez,
de seguridad, de confianza, que nos mantiene firmes y serenos en esta lucha por extender el
reino de Dios. ¿En quién nos vamos a apoyar, sino en esa Madre Nuestra que tan poderosa
es ante su Hijo?
Piedad mariana
Le pedimos también que nos enseñe a tratar a Jesús, a pronunciar con dulzura ese nombre
suavísimo, a enamorarnos de su Hijo con el vigor de un corazón joven y limpio: Madre, le
rogamos, nos acogemos bajo tu amparo: sub tuum praesidium. Debajo de ese manto -de tu
manto- hemos crecido como crecen los niños pequeños en los brazos de su madre. Que seas
tú siempre nuestra Maestra, para que en el Opus Dei aprendamos a tratar y a querer a tu
Hijo.
Agradecidos por todos estos dones, que como dispensadora de las gracias del Cielo nos
alcanza, le prometemos que, con su ayuda, a pesar de las personales flaquezas, seremos
fieles a nuestra vocación de apóstoles: Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, que
tanto sabes de las miserias de tus hijos los hombres. Santa María, poder suplicante: perdón
por la vida nuestra; por lo que ha habido en nosotros que tenía que haber sido luz, y ha sido
tinieblas; que tenía que haber sido fuerza y ha sido flojedad; que tenía que haber sido fuego,
y ha sido tibieza. Ya que conocemos la poca calidad de nuestra vida, ayúdanos a ser de otra
manera, a tener contigo -como hijos tuyos- ese buen aire de familia 14.
Acudir a María
Al contemplar la largueza con que la Virgen Santísima distribuye las gracias que le ha
confiado su Hijo, se nos ensancha el alma, y queremos, como Ella, llevar a todos los
hombres los bienes inmensos que Cristo nos ganó. Y, en nuestra oración, en nuestro
trabajo, de lo más íntimo del alma suben a la Reina del Cielo peticiones por la Iglesia, la
barca de Pedro que lleva tantos siglos por los mares del mundo, para que Ella, Mater
Ecclesiae, la proteja como hasta ahora y la guíe. Especialmente le pedimos por el Papa, il
dolce Cristo in terra, el dulce Cristo en la tierra, como le llamaba Santa Catalina de Siena, y
como el Padre repite con amor: para que le ilumine, le asista y le dé fortaleza, materna y
paterna, para defender a la Iglesia contra los enemigos de dentro y de fuera.
La invocamos, Regina christianorum, para que nos encienda más y más en el deseo de
llevar a todos los hombres a los pies de su Hijo; para que, como el ama de casa de la
parábola evangélica, nos tome en sus manos y nos haga fermento bueno en la misma
entraña de la gran masa del mundo. Así, bajo la protección de nuestra Madre del Cielo -nos
dice el Padre-, tú, pequeño fermento, pequeña levadura, sabrás hacer que toda la masa de
los hombres fermente en amor de Cristo, y sentirás aquellas ansias que a mí me hicieron
escribir: Omnes -¡todos!, ¡que ni una sola alma se pierda!- cum Petro ad Iesum per Mariam.
Le pedimos, en fin, por el mundo, inmenso campo que el Señor nos ha confiado para que lo
santifiquemos con nuestro trabajo. Ella, Regina mundi, hará realidad las ansias que
llevamos en el corazón. No nos asusta la extensión de la tarea, ni nos acobarda nuestra
pequeñez, ni tememos los ataques del enemigo de Dios, porque el Señor, a través de
Nuestra Madre, nos dará las gracias necesarias. Y sentimos, ya desde ahora, que en sus
manos podremos ofrecer a Dios un mundo santificado, redimido, en el que Cristo impere en
la cima de todas las actividades humanas. María es siempre el camino que conduce a
Cristo. Cada encuentro con Ella se resuelve necesariamente en un encuentro con Cristo
mismo. ¿Qué otra cosa significa el continuo recurso a María, sino un buscar entre sus
brazos, en Ella y por Ella y con Ella, a Cristo, nuestro Salvador? 16.
Tenemos todos los motivos para acudir siempre a María, en la seguridad de que siempre
seremos escuchados, recordándole que jamás se -oyó decir, que ninguno de cuantos han
acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro,
haya sido abandonado de vos.
Animado con esta confianza, a vos acudo, Virgen Madre de las vírgenes... Madre de Dios,
no desechéis mis súplicas 17.
Ella es la seguridad, Ella es la esperanza, Ella es la Madre del Amor Hermoso. Ella es el
principio y el asiento de la sabiduría; y Ella, la Virgen Madre, medianera de todas las
gracias, es la que nos llevará de la mano hasta su Hijo, Jesús. Hijos míos, cuando estéis
alegres y cuando estéis tristes; cuando vuestras miserias sean menos aparentes y cuando os
pesen más; acudid siempre a María, porque Ella jamás os abandonará.
Sancta Maria, Regina Operis Dei, ora pro nobis.
(MO). Blanco.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre.
Oración colecta
Dios nuestro, que en un misterioso designio de tu providencia nos has dado al autor de la
gracia por medio de la Virgen María, y la asociaste a la obra de la redención humana;
concédenos alcanzar por ella la abundancia de la gracia y llegar al puerto de la salvación
eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Hermanos: Todos nosotros formamos un solo Cuerpo en Cristo, y en lo que respecta a cada
uno, somos miembros los unos de los otros. Conforme a la gracia que Dios nos ha dado,
todos tenemos dones diferentes. El que tiene el don de la profecía, que lo ejerza según la
medida de la fe. El que tiene el don del ministerio, que sirva. El que tiene el don de enseñar,
que enseñe. El que tiene el don de exhortación, que exhorte. El que comparte sus bienes,
que dé con sencillez. El que preside la comunidad, que lo haga con solicitud. El que
practica misericordia, que lo haga con alegría. Amen con sinceridad. Tengan horror al mal
y pasión por el bien. Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como
más dignos. Con solicitud incansable y fervor de espíritu, sirvan al Señor. Alégrense en la
esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración. Consideren como
propias las necesidades de los santos y practiquen generosamente la hospitalidad. Bendigan
a los que los persiguen, bendigan y no maldigan nunca. Alégrense con los que están
alegres, y lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir,
pónganse a la altura de los más humildes.
Palabra de Dios.
Comentario
La carta enumera una serie de consejos indispensables para la vida comunitaria. Pero en
primer lugar, recomienda que cada uno actúe de acuerdo con el don que ha recibido. Los
dones constituyen los carismas que sostienen a la Iglesia.
Yo aplaco y modero mis deseos: como un niño tranquilo en brazos de su madre, así está mi
alma dentro de mí. Espere Israel en el Señor, desde ahora y para siempre. R.
Aleluya Mt 11, 28
Aleluya. “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”, dice el
Señor. Aleluya.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Uno de los
invitados le dijo: “¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!”. Jesús le
respondió: “Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de
cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: ‘Vengan, todo está preparado’. Pero
todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘Acabo de comprar un
campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes’. El segundo dijo: ‘He comprado cinco
yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes’. Y un tercero respondió:
‘Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir’. A su regreso, el sirviente contó todo esto
al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: ‘Recorre en seguida las plazas y las calles de la
ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos’. Volvió el
sirviente y dijo: ‘Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar’. El señor le
respondió: ‘Ve a los caminos y a lo largo de los cercados, e insiste a la gente para que entre,
de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron
invitados ha de probar mi cena’”.
Comentario
Cuando hacemos una fiesta, nos duele y entristece que se ausenten las personas queridas
que hemos invitado. Dios prepara la gran fiesta del Reino; no hay excusa o rechazo que
pueda suspenderla. Él quiere que su casa esté llena, y por eso invita a los olvidados y a los
excluidos, a los que nadie nunca invita. Ellos entran con gozo al banquete del Reino.
Oración introductoria
Señor, creo en Ti, espero y te amo. No soy digno de acercarme a Ti porque te he fallado,
pero confío en tu misericordia. Quiero responder con prontitud a tu invitación, participando
con toda mi mente y mi corazón en el banquete de la oración.
Petición
Meditación
Hoy, el Señor nos ofrece una imagen de la eternidad representada por un banquete. El
banquete significa el lugar donde la familia y los amigos se encuentran juntos, gozando de
la compañía, de la conversación y de la amistad en torno a la misma mesa. Esta imagen nos
habla de la intimidad con Dios trinidad y del gozo que encontraremos en la estancia del
cielo. Todo lo ha hecho para nosotros y nos llama porque «ya está todo preparado» (Lc
14,17). Nos quiere con Él; quiere a todos los hombres y las mujeres del mundo a su lado, a
cada uno de nosotros.
Es necesario, sin embargo, que queramos ir. Y a pesar de saber que es donde mejor se está,
porque el cielo es nuestra morada eterna, que excede todas las más nobles aspiraciones
humanas —«ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios
preparó para los que le aman» (1Cor 2,9) y, por lo tanto, nada le es comparable—; sin
embargo, somos capaces de rechazar la invitación divina y perdernos eternamente el mejor
ofrecimiento que Dios podía hacernos: participar de su casa, de su mesa, de su intimidad
para siempre. ¡Qué gran responsabilidad!
Somos, desdichadamente, capaces de cambiar a Dios por cualquier cosa. Unos, como
leemos en el Evangelio de hoy, por un campo; otros, por unos bueyes. ¿Y tú y yo, por qué
somos capaces de cambiar a aquél que es nuestro Dios y su invitación? Hay quien por
pereza, por dejadez, por comodidad deja de cumplir sus deberes de amor para con Dios:
¿Tan poco vale Dios, que lo sustituimos por cualquier otra cosa? Que nuestra respuesta al
ofrecimiento divino sea siempre un sí, lleno de agradecimiento y de admiración.
¿Por qué estas personas rechazan la invitación? Era una gran cena; el que la organizaba
seguro que no habrá escatimado nada en su preparación.
Cristo se encarnó. Dios hecho hombre por nosotros. Nos suena "de toda la vida" esta frase,
sobre todo repetida en los días de Navidad que se están acercando, pero de tanto repetirla,
quizás no caemos en la cuenta de que ahí cometimos la mayor ingratitud que se ha
cometido en la historia de la humanidad: "los suyos no le recibieron". Porque si la gratitud
es el reconocimiento por un don que se recibe, para un cristiano la gratitud nace de la fe en
Cristo. Y a veces parece que Cristo necesita mendigar para que los hombres acepten el
amor que les ofrece, cuando somos nosotros los que deberíamos esforzarnos por mostrarle
nuestro amor.
Desearía entonces que nos preguntáramos: ¿cómo vivimos nuestro ser Iglesia? ¿Somos
piedras vivas? ¿Nos abrimos nosotros a la acción del Espíritu Santo para ser parte activa en
nuestras comunidades o nos cerramos en nosotros mismos, diciendo: "tengo mucho que
hacer, no es tarea mía"?
Que el Señor nos dé a todos su gracia, su fuerza, para que podamos estar profundamente
unidos a Cristo, que es la piedra angular, la piedra de sustentación de nuestra vida y de toda
la vida de la Iglesia, animados por su Espíritu, seamos siempre piedras vivas de su Iglesia.
Está en nuestras manos hacer del mundo un inmenso jardín en el que la gratitud no sea una
flor exótica, sino que sea la flor de cada hogar, de cada familia, de cada sociedad.
Propósito
Señor, ¿quién soy yo para que Tú, Dios omnipotente y dueño del universo, me busque y me
invite a participar en la oración, en la Eucaristía? Respetas mi libertad cuando me hago
sordo e indiferente. Me acoges cuando me acerco, porque nunca me dejas solo en la lucha
por mi santificación. Gracias, Señor, por tanto amor y por estar siempre a mi lado. Contigo
lo tengo todo y por Ti quiero darlo todo.
De la feria
Verde.
Oración colecta
Dios omnipotente y lleno de misericordia, que concedes a tus fieles celebrar dignamente
esta liturgia de alabanza; te pedimos que nos ayudes a caminar sin tropiezos hacia los
bienes prometidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Te pedimos, Señor, que este sacrificio sea para ti una ofrenda pura, y para nosotros una
fuente generosa de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien: Cf. Jn 6, 57
Dice el Señor: “Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene vida, vivo por el
Padre, el que me come vivirá por mí”.
Te pedimos, Padre, que crezca en nosotros la acción de tu poder para que, restaurados con
estos sacramentos celestiales, tu gracia nos prepare a recibir lo que ellos nos prometen. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Hermanos: Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo
ya cumplió toda la Ley. Porque los mandamientos: “No cometerás adulterio, no matarás, no
robarás, no codiciarás”, y cualquier otro, se resumen en éste: “Amarás a tu prójimo como a
ti mismo”. El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley.
Palabra de Dios.
Comentario
“El amor no hace mal al prójimo”, se trata de una máxima sencillísima, un excelente
principio para la vida en sociedad. Empecemos por no hacer el mal a los demás, y con eso
ya estaremos poniendo los fundamentos para amar haciendo el bien.
Para los buenos brilla una luz en las tinieblas: es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo.
Dichoso el que se compadece y da prestado, y administra sus negocios con rectitud. R.
Aleluya 1Ped 4, 14
Aleluya. Felices si son ultrajados por el nombre de Cristo, porque el Espíritu de Dios
reposa sobre ustedes. Aleluya.
Comentario
Jesús hace una exigencia radical. Él mismo hizo una opción total poniendo el Reino de
Dios como prioridad en su vida. Si nos hacemos discípulos y discípulas de Jesús, los
afectos, las cosas y las tareas, todo queda subordinado y reencaminado hacia el Reino.
Oración introductoria
Ven, Espíritu Santo, dame tu gracia para saber renunciar a todo lo que pueda distraer mi
oración, porque quiero seguirte y vivir centrado en Ti, trabajar por Ti, sufrir por Ti, gozar
por Ti, amar por Ti y buscarte en todo y siempre.
Petición
Jesús, dame un amor ardiente y personal a tu Divino Corazón para que nada, ni nadie, sea
más importante en mi vida.
Meditación
Hoy contemplamos a Jesús en camino hacia Jerusalén. Allí entregará su vida para la
salvación del mundo. Los discípulos, al andar con Jesús que les precede, deben aprender a
ser hombres nuevos. Ésta es la finalidad de las instrucciones que el Señor expone y propone
a quienes le siguen en su ascensión a la “Ciudad de la paz”.
El auténtico discípulo ha de amar con todo su corazón y toda su alma a nuestro Señor
Jesucristo, por encima de todo vínculo, incluso del más íntimo: «Si alguno viene donde mí
y no odia (…) hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío» (Lc 14,26-27). Él ocupa el
primer lugar en la vida del seguidor. Dice san Agustín: «Respondamos al padre y a la
madre: ‘Yo os amo en Cristo, no en lugar de Cristo’». El seguimiento precede incluso al
amor por la propia vida. Seguir a Jesús, al fin y al cabo, comporta abrazar la cruz. Sin cruz
no hay discípulo.
¿Puede decirse que hay verdadero amor cuando no hay entrega de uno mismo, cuando no se
olvida uno a sí mismo para darse por completo a la persona amada? Si esto lo exigen dos
personas que dicen amarse cuánto más lo exigirá Cristo de nosotros. Algunos hombres y
mujeres dejan todas sus posesiones precisamente para seguirle más de cerca, pero seguir a
Cristo no es sólo tarea de esos cuántos hombres y mujeres, sino tarea de todo bautizado.
Todos los bautizados por el hecho de ser hijos de Dios están llamados a seguir las huellas
de su maestro. Pero para esto necesitamos dejar todo lo que nos impida amar a Cristo. De
aquí la importancia de la entrega en el amor hasta el punto de olvidarnos a nosotros mismos
para seguir a Dios en nuestros compromisos de cristianos.
Los bienes, las perspectivas de este mundo, acaban por desilusionar, empujan a no
conformarse nunca; el Señor es el bien que no desilusiona, el único que no decepciona. Y
esto exige un desapego de uno mismo que se puede alcanzar sólo con una relación
constante con el Señor y la unificación de la vida en torno a Cristo. Y esto se llama
familiaridad con Jesús. La familiaridad con Jesucristo debe ser el alimento cotidiano porque
es el alimento que nace de la memoria del primer encuentro con Él y porque constituye
también la expresión cotidiana de fidelidad a su llamada. Familiaridad con Jesucristo en la
oración, en la celebración eucarística, que nunca hay que descuidar.
Alguien dijo que evangelio que no duele no es evangelio. Y a quien no le cuesta tener que
renunciar a sus gustos para seguir a Jesús como lo hicieron sus discípulos. Dios elige para
su servicio a los que Él quiere, pero también espera una respuesta generosa, decida y
valiente. Y no hay duda de que aquellos a los que Dios ha elegido para su servicio más les
ama y más espera de ellos una respuesta incondicional. Si se experimenta que no se tienen
las fuerzas para dejar todos los atractivos del mundo para seguir a Cristo no hay de que
preocuparse porque sólo hay que dar el sí generoso y Dios hará el resto en nuestra vida.
Propósito
Dejar «eso» que me está apartando de ser un auténtico discípulo y misionero de Cristo.
Jesús, gracias por este momento de oración. Aumenta mi fe para poder seguir el camino
que me propones. Quiero ser tu discípulo, abrazar, por amor a Ti, los problemas y el
sufrimiento que pueda encontrar el día de hoy, sabiendo que Tú estás conmigo y que todo
tiene valor y recompensa, si es hecho por amor a Dios y a los demás.
(F). Blanco
Cuando terminaron las persecuciones del Imperio romano contra los cristianos, diversos
emperadores obsequiaron a la Iglesia terrenos para edificar sus templos. Constantino cedió
una casa que había pertenecido a una familia de Letrán, y la basílica allí construida se
conoce como “lateranense”. Esta fue inaugurada en el año 324, y se la considera “Iglesia
Madre”. Allí se han celebrado varios concilios.
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida
como una novia preparada para recibir a su esposo.
Oración colecta
Dios nuestro, que construyes un templo eterno para ti con las piedras vivas que son tus
elegidos, multiplica en tu Iglesia la gracia que le has dado, para que tu pueblo fiel continúe
edificando la Jerusalén celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Palabra de Dios.
Comentario
El profeta Ezequiel predica durante el exilio en Babilonia, cuando el pueblo de Dios estaba
lejos de su tierra y no tenía templo. En esta visión simbólica, Ezequiel presenta la promesa
del templo como un lugar desde el cual Dios hace fluir su gracia.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios. Según la gracia que Dios me
ha dado, yo puse los cimientos como lo hace un buen arquitecto, y otro edifica encima. Que
cada cual se fije bien de qué manera construye. El fundamento ya está puesto y nadie puede
poner otro, porque el fundamento es Jesucristo. ¿No saben que ustedes son templo de Dios
y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo
destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo.
Palabra de Dios.
El Señor es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda siempre pronta en los peligros. Por eso
no tememos, aunque la tierra se conmueva y las montañas se desplomen hasta el fondo del
mar. R.
Los canales del río alegran la Ciudad de Dios, la más santa Morada del Altísimo. El Señor
está en medio de ella: nunca vacilará; él la socorrerá al despuntar la aurora. R.
El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro baluarte es el Dios de Jacob. Vengan a
contemplar las obras del Señor, él hace cosas admirables en la tierra. R.
Aleluya 2Crón 7, 16
Aleluya. “Yo he elegido y consagrado esta Casa, a fin de que mi nombre resida en ella para
siempre”, dice el Señor. Aleluya.
Evangelio Jn 2, 13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el templo a los
vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.
Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del templo, junto con sus ovejas y sus bueyes;
desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de
palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”. Y
sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: “El celo por tu casa me consumirá”.
Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para obrar así?”. Jesús les
respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”. Los judíos le
dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este templo, ¿y tú lo vas a
levantar en tres días?”. Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús
resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en
la palabra que había pronunciado.
Comentario
Oración introductoria
Señor, quiero imitarte, tener el celo que Tú tenías por las cosas del Padre; las cosas del
Padre, también son mis cosas, pues soy su hijo. Ayúdame a crecer en mi espíritu
sobrenatural, a comprender tus palabras, a creer en Ti, no sólo por los signos que Tú haces,
sino porque hacer realmente una verdadera experiencia de Ti.
Petición
Señor, que el celo por tus cosas también me devore, que sea un católico auténtico y
coherente con lo que soy y con lo que profeso.
Meditación
1.- La presencia de Dios en medio del pueblo. La Iglesia celebra hoy la dedicación de la
Basílica de Letrán, iglesia-madre, catedral de la ciudad de Roma desde el 9 de noviembre
del año 324. La primera lectura, del profeta Ezequiel, recuerda otro templo, el de Jerusalén,
símbolo de la presencia de Dios en medio del pueblo. Salomón construyó el santuario, que
ya había querido realizar su padre, David. Con el final de estas obras se cierra la gran etapa
de peregrinación por el desierto desde tierras de Egipto. El Dios peregrino instaura su
morada entre los habitantes de la ciudad. La Nube que dirigió al pueblo por el desierto
mora en el templo. Con la deportación a Babilonia, el sacerdote y profeta Ezequiel vio "que
venía del norte un viento huracanado, una gran nube y zigzagueo de relámpagos...". La
Gloria del Señor, su Nube abandona el templo de Jerusalén para morar entre los desterrados
de Babilonia. Es la infidelidad del pueblo a Dios lo que ocasiona su ruina. Con el abandono
del templo por Dios se consuma el destierro. Pero el seguirá presente en medio del pueblo,
porque no puede encerrarse en unos muros.
2.- Jesucristo es el auténtico fundamento de nuestra fe. Pablo presenta la metáfora del
templo para explicar la realidad del ser cristiano y de la comunidad de quienes están en el
Señor. Naturalmente es una metáfora, en la cual lo más importante no es el templo material,
sino la comunidad cristiana. Aun cuando la comunidad, la Iglesia, sea muy importante, es
imposible olvidar a Cristo como fundamento. El texto subraya la responsabilidad de
colaborar con Cristo y la seriedad de ese compromiso.
3.- Culto y compromiso cristiano. Juan presenta el episodio de la purificación del templo
como el principio de la automanifestación de Jesús. La vida de Jesús está en peligro. El celo
por la casa de Dios le llevará a la muerte. Esto evidencia a los ojos de los discípulos que
este acto de Jesús representa un momento decisivo en su vida y en su muerte. Jesús
relativiza la importancia del Templo como "lugar de culto", señalando que la cuestión no es
si en Jerusalén o en Garizím, sino en el corazón y en la actitud que tenemos cuando damos
culto a Dios. Ya en el Antiguo Testamento Dios había dicho que quería misericordia y no
sacrificios. Por eso se atreve Jesús a decir que era capaz de destruir el Templo y levantarlo
en tres días. Hablar así para los judíos ortodoxos era una blasfemia. Pero Él se refería al
templo de su cuerpo, que iba a morir y resucitar.
4.- ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? El
templo de Dios es santo, ese templo sois vosotros. San Pablo conocía por propia
experiencia las limitaciones y tendencias pecaminosas de su cuerpo, hasta el punto de que
en alguna ocasión llegó a exclamar: ¡cuándo me libraré de este cuerpo mortal! Pero también
conocía por propia experiencia que el espíritu que habitaba en él, el espíritu de Cristo, era
santo, hasta tal punto que también en otra ocasión exclamó: no soy yo quien vive en mí, ¡es
Cristo quien vive en mí! Pues también nosotros, cada uno de los cristianos, debemos ser
conscientes de esta doble realidad: tenemos un cuerpo mortal, con tendencias carnales y
muchas veces pecaminosas, pero también hemos sido revestidos del espíritu de Cristo y
este espíritu es santo. Procuremos vivir dirigidos y gobernados por el espíritu, no por el
cuerpo. “Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza… odios, discordias,
celos… divisiones, rencillas… y otras cosas semejantes; en cambio, el fruto del espíritu es
amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí…
Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu” (Gal 5, 19, 25). Si
vivimos conscientes de que somos templos de Dios, nos esforzaremos constantemente en
vivir según el Espíritu de Cristo.
5.- Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Ya sabemos que Juan ha clocado este relato
de la purificación del templo al comienzo de su evangelio, en contra de los sinópticos que
lo colocan al final. Y es que en los tiempos en los que Juan escribe su evangelio el templo
de Jerusalén ya había sido destruido y a Juan le interesa dejar ya claro, desde el comienzo
de su evangelio, que ya no es el templo material, como ocurría en el Antiguo Testamento,
el centro de la fe de los creyentes. Tenemos un Nuevo Testamento y, para los cristianos, el
verdadero templo de Dios es Cristo. El verdadero templo donde Dios habita ahora es en
Cristo, no en templos materiales. A Dios debemos adorarlo en espíritu y en verdad, es
decir, en el espíritu de Cristo. Los cristianos que viven en el espíritu de Cristo son también
ellos mismos templos de Dios y Dios habita en ellos. Es lo que, siglos más tarde, se
llamaría la inhabitación de la Santísima Trinidad en el alma cristiana que vive en comunión
con Cristo.
Propósito
Hoy voy a esforzarme por ver a Cristo en mi prójimo y tener este celo por la casa del Padre,
hablando bien de los demás.
Señor, sé que Tú me conoces perfectamente y que sabes lo que tengo en mi Corazón, como
lo demostraste con los fariseos. Ayúdame a ser celoso por tus cosas, a destruir mi templo
como Tú, a darme muerte a mí mismo, a mis gustos personales, para levantar un nuevo
templo contigo en la Resurrección.
(Día de la tradición).
Martirologio Romano: Memoria de san León I, papa, doctor de la Iglesia, que, nacido en
Etruria, primero fue diácono diligente en la Urbe y después, elevado a la cátedra de Pedro,
mereció con todo derecho ser llamado “Magno”, tanto por apacentar a su grey con una
exquisita y prudente predicación como por mantener la doctrina ortodoxa sobre la
encarnación de Dios, valientemente afirmada por los legados del Concilio Ecuménico de
Calcedonia, hasta que descansó en el Señor en Roma, donde en este día tuvo lugar su
sepultura en San Pedro del Vaticano (461).
El Señor hizo con él una alianza de paz y lo constituyó jefe, confiriéndole para siempre la
dignidad sacerdotal.
Oración colecta
Dios nuestro, que no permites que las fuerzas del mal prevalezcan sobre la Iglesia,
edificada sobre la sólida piedra de los apóstoles; por la intercesión del papa san León,
concédele permanecer fiel a tu verdad y gozar siempre de la paz. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Por estas ofrendas que te presentamos, te rogamos, Señor, que ilumines a tu Iglesia, para
que en todo el mundo se acreciente tu rebaño y sus pastores, conducidos por ti, sean de tu
agrado. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pedro dijo a Jesús: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.
Te pedimos, Padre, que gobiernes con bondad a tu Iglesia alimentada en esta mesa santa,
para que, dirigida por tu mano poderosa, crezca en libertad y persevere firme en la
integridad de la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
Comentario
Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo
brazo le obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su
amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda
la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.
Aleluya 1Jn 2, 5
Jesús decía a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual
acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: “¿Qué es lo que me han contado de ti?
Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto”. El
administrador pensó entonces: “¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo?
¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer
para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!”. Llamó uno por uno a los
deudores de su señor y preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi señor?”. “Veinte barriles
de aceite”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo, siéntate en seguida, y
anota diez”. Después preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. “Cuatrocientos quintales de
trigo”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo y anota trescientos”. Y el
señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los
hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.
Comentario
Oración introductoria
Señor Jesús, quiero tener la audacia y habilidad para saber darte el lugar que te corresponde
en mi vida. Creo en Ti, confío y te amo, ilumina este rato de meditación para que nada me
distraiga y sepa guardar el silencio que me permita realmente conocer tu voluntad.
Petición
Meditación
Hoy, el Evangelio nos presenta una cuestión sorprendente a primera vista. En efecto, dice el
texto de san Lucas: «El señor alabó al administrador injusto porque había obrado
astutamente» (Lc 16,8).
Pero la cuestión que todo esto nos plantea es doble: ¿Acaso pensamos que podemos
engañar a Dios con nuestras apariencias, con nuestra mediocridad como cristianos? Y, al
hablar de astucia, tendríamos también que hablar de interés. ¿Estamos interesados
realmente en el Reino de Dios y su justicia? ¿Es frecuente la mediocridad en nuestra
respuesta como hijos de la luz? Jesús dijo también que allí donde esté nuestro tesoro estará
nuestro corazón (cf. Mt 6,21). ¿Cuál es nuestro tesoro en la vida? Debemos examinar
nuestros anhelos para conocer dónde está nuestro tesoro... Nos dice san Agustín: «Tu
anhelo continuo es tu voz continua. Si dejas de amar callará tu voz, callará tu deseo».
Ante esta situación, nosotros pensamos que ese administrador, aunque haya cambiado de
actitud, no es de fiar. En cambio, para Jesucristo tiene más valor el cambio de
comportamiento que el pecado. Él conoce nuestras caídas, pero basta un sincero
arrepentimiento y que le pidamos perdón, para que nos devuelva su confianza y se sienta
orgulloso de nosotros, como el amo de la parábola con su administrador.
A la vez Jesús nos invita y exhorta a ser sagaces. Esta cualidad debe ser expresión de la
caridad cristiana. La astucia, relacionada siempre con el maligno, significa fingir, mentir,
engañar, para lograr lo que queremos. En cambio, la virtud humana de la sagacidad consiste
en la habilidad para encontrar los medios justos y más eficaces para alcanzar un objetivo,
como puede ser vivir nuestra fe y amor a Dios. Abraham y Moisés tuvieron el valor de
negociar con el Señor.
Quizás hoy, ante el Señor, tendremos que plantearnos cuál ha de ser nuestra astucia como
hijos de la luz, es decir nuestra sinceridad en las relaciones con Dios y con nuestros
hermanos.
Propósito
Si para nosotros, Cristo fuera, de verdad, el valor más importante, ¿no deberíamos
comportarnos con más sagacidad?
Verde.
Oración colecta
Dios todopoderoso y rico en misericordia, aleja de nosotros todos los males, para que, sin
impedimentos en el alma y en el cuerpo, cumplamos tu voluntad con libertad de espíritu.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Mira con bondad este sacrificio, Señor, y concédenos alcanzar los frutos de la pasión de tu
Hijo, que ahora celebramos sacramentalmente. Él que vive y reina por los siglos de los
siglos.
La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los
que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que
la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su
puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa
pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son
dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y les sale al encuentro en
todos sus pensamientos.
Palabra de Dios.
Comentario
Este pasaje bíblico presenta la conducta activa de quien va en busca de la sabiduría. Esta
postura es contraria a la conformista, que provoca estancamiento en la vida espiritual. Con
diversas acciones, el autor de este texto ilustra la actitud que tiende hacia la sabiduría:
anhelar, madrugar, buscar y pensar. Quien vive en ese dinamismo, encuentra la sabiduría y
se alegra en ella.
Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi
carne como tierra sedienta, reseca y sin agua. R.
Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más
que la vida, mis labios te alabarán. R.
Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada
como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios. R.
Mientras me acuerdo de ti en mi lecho y en las horas de la noche medito en ti, veo que has
sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica.
No queremos, hermanos, que vivan en la ignorancia acerca de los que ya han muerto, para
que no estén tristes como los otros, que no tienen esperanza. Porque nosotros creemos que
Jesús murió y resucitó: de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con
él. Queremos decirles algo, fundados en la Palabra del Señor: los que vivamos, los que
quedemos cuando venga el Señor, no precederemos a los que hayan muerto. Porque a la
señal dada por la voz del Arcángel y al toque de la trompeta de Dios, el mismo Señor
descenderá del cielo. Entonces, primero resucitarán los que murieron en Cristo. Después
nosotros, los que aún vivamos, los que quedemos, seremos llevados con ellos al cielo, sobre
las nubes, al encuentro de Cristo, y así permaneceremos con el Señor para siempre.
Consuélense mutuamente con estos pensamientos.
Palabra de Dios.
Comentario
San Pablo usa diversas imágenes para expresar lo que es la Resurrección como paso de esta
vida terrenal a la comunión en la vida divina: ángeles, trompeta, fuertes voces, nubes y
elevación. Con estos signos, busca señalar hacia dónde apunta nuestra esperanza: la Vida
Eterna con Dios.
Aleluya. Estén prevenidos y preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos
pensada. Aleluya.
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los Cielos será semejante a diez
jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y
cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras
que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos. Como el
esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche
se oyó un grito: ‘Ya viene el esposo, salgan a su encuentro’. Entonces las jóvenes se
despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: ‘¿Podrían darnos
un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?’. Pero estas les respondieron: ‘No
va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado’. Mientras tanto, llegó
el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’; pero él respondió:
‘Les aseguro que no las conozco’. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora”.
Comentario
Todos tenemos la experiencia de haber sido invitados a una fiesta de casamiento: para ello
nos preparamos con tiempo y queremos estar allí para compartir ese momento. No hacerlo
adecuadamente sería una demostración de poco afecto e, incluso, de indiferencia hacia
quien nos ha invitado. Las jóvenes necias de esta parábola representan ese descuido y ese
desprecio hacia el amigo que les hace la distinción de elegirlas como cortejo. No
despreciemos la invitación de Jesús de compartir su fiesta; estemos siempre en actitud
atenta para percibirlo.
Oración introductoria
Señor, qué fácilmente puedo dejarte a un lado, en un segundo plano, y acordarme de Ti sólo
cuándo hay una necesidad o problema. Ese descuido, irresponsabilidad o apatía me trae
muchas consecuencias negativas porque debilita mi capacidad de amar. Ayúdame, por
medio de esta oración, a comprender la necesidad de mantenerme siempre alerta, dispuesta
a recibir tu gracia que me hace capaz de transformarme y transformar mi mundo.
Petición
Señor, dame la gracia de tener un corazón alerta y vigilante, para obrar siempre el bien.
Meditación
El Evangelio de hoy es una célebre palabra, que habla de diez jóvenes invitadas a una fiesta
de bodas, símbolo del Reino de los cielos, de la vida eterna. Es una imagen feliz, con la que
sin embargo Jesús enseña una verdad que nos hace cuestionarnos; de hecho, de aquellas
diez chicas: cinco entran en la fiesta, porque, a la llegada del esposo, tienen aceite para
encender sus lámparas; mientras que las otras cinco se quedan fuera, porque, tontas, no han
llevado aceite. ¿Qué representa este ´aceite´, indispensable para ser admitidos al banquete
nupcial? San Agustín y otros autores antiguos leen en él un símbolo del amor, que no se
puede comprar, pero se recibe como regalo, se conserva en la intimidad y se practica en las
obras. Verdadera sabiduría es aprovechar la vida mortal para realizar obras de misericordia,
porque, tras la muerte, eso ya no será posible. Cuando nos despierten para el juicio final,
este se basará en el amor practicado en la vida terrena. Y este amor es don de Cristo,
infundido en nosotros por el Espíritu Santo. Quien cree en Dios-Amor lleva en sí una
esperanza invencible, como una lámpara con la que atravesar la noche más allá de la
muerte, y llegar a la gran fiesta de la vida.
El Señor nos recuerda en el Evangelio que hay que estar siempre vigilantes y preparados
para encontrarnos con Él. A media noche, en cualquier momento, pueden llamar a la puerta
e invitarnos a salir a recibir al Señor. La muerte no pide cita previa. De hecho, «no sabéis ni
el día ni la hora» (Mt 25,13).
Vigilar no significa vivir con miedo y angustia. Quiere decir vivir de manera responsable
nuestra vida de hijos de Dios, nuestra vida de fe, esperanza y caridad. El Señor espera
continuamente nuestra respuesta de fe y amor, constantes y pacientes, en medio de las
ocupaciones y preocupaciones que van tejiendo nuestro vivir.
Y esta respuesta sólo la podemos dar nosotros, tú y yo. Nadie lo puede hacer en nuestro
lugar. Esto es lo que significa la negativa de las vírgenes prudentes a ceder parte de su
aceite para las lámparas apagadas de las vírgenes necias: «Es mejor que vayáis donde los
vendedores y os lo compréis» (Mt 25,9). Así, nuestra respuesta a Dios es personal e
intransferible.
Que Dios nos conceda la gracia en su gran misericordia de que no tengamos que oír en la
hora suprema: «En verdad os digo que no os conozco» (Mt 25,12), es decir, «no habéis
tenido ninguna relación ni trato conmigo». Tratemos al Señor en esta vida de manera que
lleguemos a ser conocidos y amigos suyos en el tiempo y en la eternidad.
"Entonces el Rey les dirá: Venid, benditos de mi Padre, (...) porque cuanto hicisteis con uno
de estos pequeños, conmigo lo hicisteis"
Propósito
Dar la Luz de Cristo a nuestra vida para que comienza a brillar, pero para que nunca de
apague se necesita alimentarla con obras de caridad.
San Agustín dijo que tuviéramos cuidado de la gracia de Dios que pasa y no vuelve. Por eso
te pido, Padre bueno, que me ayudes a percibir tu presencia en lo cotidiano de este día para
que con tu gracia pueda ser tu fiel discípulo y misionero. Mis decisiones labran mi destino,
que terrible sería que me descuidará y siguiera el camino fácil que ofrece el mundo, por eso
te pido me ayudes a vivir con el constante deseo de trabajar por ti.
Oración colecta
Dios todopoderoso y rico en misericordia, aleja de nosotros todos los males, para que, sin
impedimentos en el alma y en el cuerpo, cumplamos tu voluntad con libertad de espíritu.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos
Mira con bondad este sacrificio, Señor, y concédenos alcanzar los frutos de la pasión de tu
Hijo, que ahora celebramos sacramentalmente. Él que vive y reina por los siglos de los
siglos.
Amen la justicia, ustedes, los que gobiernan la tierra, piensen rectamente acerca del Señor y
búsquenlo con sencillez de corazón. Porque él se deja encontrar por los que no lo tientan, y
se manifiesta a los que no desconfían de él. Los pensamientos tortuosos apartan de Dios, y
el Poder puesto a prueba confunde a los insensatos. La Sabiduría no entra en un alma que
hace el mal ni habita en un cuerpo sometido al pecado. Porque el santo espíritu, el
educador, huye de la falsedad, se aparta de los razonamientos insensatos, y se siente
rechazado cuando sobreviene la injusticia. La Sabiduría es un espíritu amigo de los
hombres, pero no dejará sin castigo las palabras del blasfemo, porque Dios es el testigo de
sus sentimientos, el observador veraz de su corazón, y escucha todo lo que dice su lengua.
Porque el espíritu del Señor llena la tierra, y él, que mantiene unidas todas las cosas, sabe
todo lo que se dice.
Palabra de Dios.
Comentario
Este libro presenta, con un lenguaje filosófico, lo que afirmará Jesús siglos más tarde: Dios
se revela a los sencillos y se deja encontrar por los simples. La sabiduría no proviene de
complicados razonamientos, sino de poder contemplar la vida con la mirada simple de
Dios.
Antes que la palabra esté en mi lengua, tú, Señor, la conoces plenamente; me rodeas por
detrás y por delante y tienes puesta tu mano sobre mí; una ciencia tan admirable me
sobrepasa: es tan alta que no puedo alcanzarla. R.
¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu? ¿A dónde huiré de tu presencia? Si subo al
cielo, allí estás tú; si me tiendo en el Abismo, estás presente. R.
Si tomara las alas de la aurora y fuera a habitar en los confines del mar, también allí me
llevaría tu mano y me sostendría tu derecha. R.
Aleluya. Brillen como rayos de luz en el mundo, mostrando la Palabra de Vida. Aleluya.
Jesús dijo a sus discípulos: “Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los
ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al
mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu
hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra
ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, perdónalo”. Los Apóstoles dijeron al
Señor: “Auméntanos la fe”. Él respondió: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de
mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, ella
les obedecería”.
Comentario
¿Acaso algo pequeño puede lograr grandes efectos? Jesús lo ilustra con el tamaño del grano
de mostaza. Sólo eso se pide a nuestra fe. Y podemos ejemplificarlo con la vida de muchas
personas “pequeñas” que, movidas por su fe, hicieron grandes cosas. Y aún en medio de
grandes dificultades, movieron montañas.
Oración introductoria
Señor, antes de iniciar mi meditación te pido me perdones por todas las veces en que he
sido ocasión de pecado y dame la bondad y el amor necesario para que yo también perdone
de corazón todas aquellas ofensas que me han herido o molestado.
Petición
Meditación
Hoy, el Evangelio nos habla de tres temas importantes. En primer lugar, de nuestra actitud
ante los niños. Si en otras ocasiones se nos hizo el elogio de la infancia, en ésta se nos
advierte del mal que se les puede ocasionar.
En segundo lugar, el perdón. Jesús nos pide que perdonemos tantas veces como sea
necesario, y aún en el mismo día, si el otro está arrepentido, aunque nos escueza el alma:
«Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale» (Lc 17,3). El termómetro de
la caridad es la capacidad de perdonar.
En tercer lugar, la fe: más que una riqueza del entendimiento (en sentido meramente
humano), es un “estado de ánimo”, fruto de la experiencia de Dios, de poder obrar contando
con su confianza. «La fe es el principio de la verdadera vida», dice san Ignacio de
Antioquía. Quien actúa con fe logra cosas asombrosas, así lo expresa el Señor al decir: «Si
tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y
plántate en el mar’, y os habría obedecido» (Lc 17,6).
Sin embargo, la inspiración divina bien colocó este pasaje seguido inmediatamente de otro
que versa sobre el perdón. Nuestra tarea no es entonces juzgar ni mucho menos buscar
como detectives los errores de nuestro prójimo. Será mejor si, por nuestra parte, nos
esforzamos para dar el mejor testimonio, y si fijamos nuestra atención en las virtudes de los
demás.
Propósito
Señor, te pido perdón por las veces que me he olvidado de Ti. Perdón por todo lo que te
haya podido lastimar. Perdón, porque he sido capaz de herirte en mis hermanos. Gracias
por tu perdón, Señor, confío en tu misericordia infinita.
Oración colecta
Dios todopoderoso y rico en misericordia, aleja de nosotros todos los males, para que, sin
impedimentos en el alma y en el cuerpo, cumplamos tu voluntad con libertad de espíritu.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Mira con bondad este sacrificio, Señor, y concédenos alcanzar los frutos de la pasión de tu
Hijo, que ahora celebramos sacramentalmente. Él que vive y reina por los siglos de los
siglos.
Antífona de comunión Cf. Sal 22, 1-2
Dios creó al hombre para que fuera incorruptible y lo hizo a imagen de su propia
naturaleza, pero por la envidia del demonio entró la muerte en el mundo, y los que
pertenecen a él tienen que padecerla. Las almas de los justos están en las manos de Dios, y
no los afectará ningún tormento. A los ojos de los insensatos parecían muertos; su partida
de este mundo fue considerada una desgracia y su alejamiento de nosotros, una completa
destrucción; pero ellos están en paz. A los ojos de los hombres, ellos fueron castigados,
pero su esperanza estaba colmada de inmortalidad. Por una leve corrección, recibirán
grandes beneficios, porque Dios los puso a prueba y los encontró dignos de él. Los probó
como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto. Por eso brillarán cuando Dios los
visite, y se extenderán como chispas por los rastrojos. Juzgarán a las naciones y dominarán
a los pueblos, y el Señor será su rey para siempre. Los que confían en él comprenderán la
verdad y los que le son fieles permanecerán junto a él en el amor. Porque la gracia y la
misericordia son para sus elegidos.
Palabra de Dios.
Comentario
Con serenidad y certeza, este libro presenta la confianza en la vida eterna junto a Dios.
Ayer y hoy, muchos se burlan de esta esperanza y la consideran una nueva superstición.
Nosotros, en cambio, creemos que Dios nos ha creado para la inmortalidad.
Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor; pero el Señor rechaza a
los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra. R.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. El Señor está
cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. R.
Aleluya Jn 14, 23
Aleluya. “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará e iremos a él”, dice el
Señor. Aleluya.
Jesús dijo a sus discípulos: “Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o
cuidar el ganado. Cuando éste regresa del campo, ¿acaso le dirá: ‘Ven pronto y siéntate a la
mesa’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta
que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después’? ¿Deberá mostrarse
agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando
hayan hecho todo lo que se les mande, digan: ‘Somos simples servidores, no hemos hecho
más que cumplir con nuestro deber’”.
Comentario
Jesús toma el modelo de la relación entre amos y esclavos de su época para hablarnos de lo
que significa servir en el Reino de Dios. Servir es hacer nuestra tarea no para esperar el
aplauso o la distinción, sino para que el Reino crezca cada día.
Oración introductoria
Padre ayúdanos a decir: "Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer".
Petición
Te suplico toda tu gracia y misericordia para poder ser humilde en lo más profundo de mi
corazón para ser digno de presentarme ante Ti en esta oración.
Meditación
Hoy, la atención del Evangelio no se dirige a la actitud del amo, sino a la de los siervos.
Jesús invita a sus apóstoles, mediante el ejemplo de una parábola a considerar la actitud de
servicio: el siervo tiene que cumplir su deber sin esperar recompensa: « ¿Acaso tiene que
agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado?» (Lc 17,9). No obstante, ésta no es
la última lección del Maestro acerca del servicio. Jesús dirá más adelante a sus discípulos:
«En adelante, ya no os llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor.
Desde ahora os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre»
(Jn 15,15). Los amigos no pasan cuentas. Si los siervos tienen que cumplir con su deber,
mucho más los apóstoles de Jesús, sus amigos, debemos cumplir la misión encomendada
por Dios, sabiendo que nuestro trabajo no merece recompensa alguna, porque lo hacemos
gozosamente y porque todo cuanto tenemos y somos es un don de Dios.
Para el creyente todo es signo, para el que ama todo es don. Trabajar para el Reino de Dios
es ya nuestra recompensa; por eso, no debemos decir con tristeza ni desgana: «Somos
siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer» (Lc 17,10), sino con la alegría de
aquel que ha sido llamado a transmitir el Evangelio.
Los hombres tendemos a convertir en "heroico" las cosas más ordinarias de nuestro deber.
Nos llegamos a considerar "héroes" por llegar puntuales al trabajo o por respetar las señales
de tráfico. Los niños creen que se merecen un premio por cumplir con sus deberes
escolares... Sólo estamos haciendo lo que debíamos hacer.
También como cristianos se nos presenta esta tentación. Aunque nunca lo expresamos así,
llegamos a creer que nosotros le hacemos un favor a Dios cuando rezamos, participamos en
la Misa dominical, o cuando cumplimos los Mandamientos. Cristo nos ofrece este mensaje
para prevenirnos de esta actitud, con la que nos olvidamos de que Él nos ha dado
infinitamente más de lo que nosotros podemos ofrecerle.
¿Rezamos por la Iglesia, pero por toda la Iglesia? Es fácil orar pidiendo una gracia al Señor,
para dar las gracias o cuando necesitamos algo. Encomendar al Señor la Iglesia, es una
oración que hace crecer la Iglesia. Es también un acto de fe; no podemos hacer nada, somos
siervos pobres, de la Iglesia. Él es quien puede mantenerla en marcha y hacerla crecer,
hacerla santa, defender, protegerla del príncipe de este mundo y de lo que él quiere que la
Iglesia se convierta en más y más mundana.
Propósito
Tener una actitud de humildad, agradeciendo a Dios todo lo que soy y lo que tengo, no por
méritos propios, sino por su generosidad.
Exigir con altanería «mis derechos», querer acaparar siempre la atención, buscar ser
servido, son manifestaciones de mi orgullo. Señor, ayúdame a recordar siempre que sólo los
humildes y los sencillos de corazón son los que están cerca de Ti y pueden poseerte. Jesús,
haz mi corazón semejante al tuyo.
Oración colecta
Dios todopoderoso y rico en misericordia, aleja de nosotros todos los males, para que, sin
impedimentos en el alma y en el cuerpo, cumplamos tu voluntad con libertad de espíritu.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Comentario
Estas palabras van dirigidas a los gobernantes, quienes serán juzgados de acuerdo con la
responsabilidad que les da su cargo. Ellos deben actuar con la sabiduría que viene de Dios,
la cual trae el discernimiento y la justicia.
Yo había pensado: “Ustedes son dioses, todos son hijos del Altísimo”. Pero morirán como
cualquier hombre, caerán como cualquiera de los príncipes. R.
Aleluya 1Tes 5, 18
Aleluya. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en
Cristo Jesús. Aleluya.
Comentario
¡Cuántas obras maravillosas hace el Señor por nosotros! Nos ama, nos libera, nos
restaura… Y estos procesos de transformación llegan al punto máximo cuando nuestro
corazón agradecido se vuelve hacia Jesús. En definitiva, cada circunstancia de nuestra vida
es un paso para estar más cerca de él.
Oración introductoria
¡Gracias Padre, Señor del cielo y de la tierra, por este momento de oración! ¡Gracias por el
don de tu amistad, de tu gracia y de tu misericordia! Concédeme que nunca sea un hijo
ingrato o indiferente a los innumerables dones que me regalas, como es el poder tener este
encuentro de amor contigo en la oración.
Petición
Señor, dame un corazón agradecido, contigo y con los demás.
Meditación
En tiempos del Señor, los leprosos formaban parte del estamento de los marginados. De
hecho, aquellos diez leprosos fueron al encuentro de Jesús en la entrada de un pueblo (cf.
Lc 17,12), pues ellos no podían entrar en las poblaciones, ni les estaba permitido acercarse
a la gente («se pararon a distancia»).
Realmente, para ser agradecidos, necesitamos ser humildes. "Uno de ellos -nos narra el
evangelista- viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se
echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias". Una persona orgullosa o autosuficiente
es incapaz de estos gestos de reconocimiento. Sólo quien se siente indigno de tan gran
beneficio, puede también sentirse deudor, y dar gracias a Dios por tamaña bondad y
misericordia.
¿Somos nosotros personas agradecidas? ¿Sabemos reconocer y dar gracias a Dios nuestro
Señor, desde lo más profundo de nuestro corazón, todos los dones y beneficios que nos
concede a cada rato? ¿Estamos de verdad convencidos de que no merecemos tanta bondad
de parte de Dios, y que todo lo que tenemos es sólo porque Él es inmensamente generoso
con nosotros?
¿Imitamos al leproso curado, que vuelve a Jesús para darle gracias? ¿Cómo agradecemos a
Jesús el gran don de la vida, propia y de la familia; la gracia de la fe, la santa Eucaristía, el
perdón de los pecados...? ¿No nos pasa alguna vez que no le damos gracias por la
Eucaristía, aun a pesar de participar frecuentemente en ella? La Eucaristía es —no lo
dudemos— nuestra mejor vivencia de cada día.
¡Cuántas veces sucede que, en vez de darle gracias por lo que tenemos, nos quejamos por
aquello de lo que carecemos! O, en lugar de sentirnos inmensamente felices por lo que nos
regala, nos quejamos amargamente porque debería concedernos también otras cosas.
Yo no creo que actuamos así por malicia. Lo que pasa es que somos a veces tan
descuidados en nuestro trato con Dios que, en vez de valorar y de agradecer sus dones, nos
comportamos como hijos caprichosos, pensando que todo se nos debe. "Todo es gracia" -
nos dice san Pablo - y no se debe nada a nuestros méritos. Si Dios nos diera sólo aquello
que se nos debe en justicia, seríamos unos pobres desgraciados y unos pordioseros toda la
vida.
Propósito
Ojalá que de hoy en adelante seamos más agradecidos con Dios nuestro Señor y con todas
aquellas personas que nos hacen algún favor. Pero conscientes de que la gratitud, si es
genuina, nos debe llevar también a compartir con los demás las cosas que Dios nos regala
con tanta generosidad.
Jueves 16 de Noviembre de 2017
Misa a elección:
Feria. Verde.
Santa Gertrudis, desde pequeña vivió en la abadía benedictina de Helfta (Alemania). Fue
una gran mística, y se dedicó con devoción al estudio de las Sagradas Escrituras y de los
tratados de los Padres de la Iglesia. Escribió varias obras de espiritualidad, entre ellas, el
Legado de la divina piedad y el Libro de la gracia especial. Murió en 1302.
Oración colecta
Dios todopoderoso y rico en misericordia, aleja de nosotros todos los males, para que, sin
impedimentos en el alma y en el cuerpo, cumplamos tu voluntad con libertad de espíritu.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Dios nuestro, que infundiste en santa Margarita una admirable caridad hacia los pobres;
concédenos, por su intercesión y a ejemplo suyo, que siempre manifestemos ante los
hombres la imagen de tu bondad. Por nuestro Señor Jesucristo…
Dios nuestro, que habitaste con agrado en el corazón de santa Gertrudis, virgen, disipa, por
sus ruegos, las tinieblas de nuestro corazón, para que podamos experimentar con alegría tu
presencia y tu acción en nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo…
Mira con bondad este sacrificio, Señor, y concédenos alcanzar los frutos de la pasión de tu
Hijo, que ahora celebramos sacramentalmente. Él que vive y reina por los siglos de los
siglos.
En la Sabiduría hay un espíritu inteligente, santo, único, multiforme, sutil, ágil, perspicaz,
sin mancha, diáfano, inalterable, amante del bien, agudo, libre, bienhechor, amigo de los
hombres, firme, seguro, sereno, que todo lo puede, lo observa todo y penetra en todos los
espíritus: en los inteligentes, los puros y hasta los más sutiles. La Sabiduría es más ágil que
cualquier movimiento; a causa de su pureza, lo atraviesa y penetra todo. Ella es exhalación
del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Todopoderoso: por eso, nada
manchado puede alcanzarla. Ella es el resplandor de la luz eterna, un espejo sin mancha de
la actividad de Dios y una imagen de su bondad. Aunque es una sola, lo puede todo;
permaneciendo en sí misma, renueva el universo; de generación en generación, entra en las
almas santas, para hacer amigos de Dios y profetas. Porque Dios ama únicamente a los que
conviven con la Sabiduría. Ella, en efecto, es más radiante que el sol y supera a todas las
constelaciones; es más luminosa que la misma luz, ya que la luz cede su lugar a la noche,
pero contra la Sabiduría no prevalece el mal. Ella despliega su fuerza de un extremo hasta
el otro, y todo lo administra de la mejor manera.
Palabra de Dios.
Comentario
En esta personificación de la sabiduría, muchos estudiosos han visto una descripción del
Espíritu Santo. Meditemos las acciones que describe el texto. Todo esto hace el Espíritu
Santo en nosotros, porque actúa como un soplo: alienta, empuja, dinamiza… todo lo recrea
con su belleza.
Tu palabra, Señor, permanece para siempre, está firme en el cielo. Tu verdad permanece
por todas las generaciones; tú afirmaste la tierra y ella subsiste. R.
Todo subsiste hasta hoy conforme a tus decretos, porque todas las cosas te están sometidas.
La explicación de tu palabra ilumina y da inteligencia al ignorante. R.
Que brille sobre mí la luz de tu rostro, y enséñame tus preceptos. Que yo viva y pueda
alabarte, y que tu justicia venga en mi ayuda. R.
Aleluya Jn 15, 5
Aleluya. “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da
mucho fruto”, dice el Señor. Aleluya.
Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo llegará el Reino de Dios. Él les respondió: “El
Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’.
Porque el Reino de Dios está entre ustedes”. Jesús dijo después a sus discípulos: “Vendrá el
tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán.
Les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’, pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de
un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes
tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación”.
Comentario
La expectativa por la llegada del Reino de Dios no debe confundirse con descuidar los
quehaceres presentes. Si el Reino de Dios ya está en medio de nosotros, procuremos
hacerlo patente en este mundo. El Reino se manifiesta allí, donde continuamos la obra de
Jesús. Y mientras ponemos manos a la obra en esto, esperamos confiadamente su
manifestación plena.
Oración introductoria
Señor Jesús, para vivir unido a Ti de modo real, personal y constante, necesito alimentar
esta unión por medio de la vida de gracia y la identificación de mi voluntad con la tuya, en
esta meditación y durante toda mi vida. ¡Ven Espíritu Santo y haz esto posible!
Petición
Meditación
Hoy, los fariseos preguntan a Jesús una cosa que ha interesado siempre con una mezcla de
interés, curiosidad, miedo...: ¿Cuándo vendrá el Reino de Dios? ¿Cuándo será el día
definitivo, el fin del mundo, el retorno de Cristo para juzgar a los vivos y a los difuntos en
el juicio final?
Jesús dijo que eso es imprevisible. Lo único que sabemos es que vendrá súbitamente, sin
avisar: será «como relámpago fulgurante» (Lc 17,24), un acontecimiento repentino y, a la
vez, lleno de luz y de gloria. En cuanto a las circunstancias, la segunda llegada de Jesús
permanece en el misterio. Pero Jesús nos da una pista auténtica y segura: desde ahora, «el
Reino de Dios ya está entre vosotros» (Lc 17,21). O bien: «dentro de vosotros».
El gran suceso del último día será un hecho universal, pero ocurre también en el pequeño
microcosmos de cada corazón. Es ahí donde se ha de ir a buscar el Reino. Es en nuestro
interior donde está el Cielo, donde hemos de encontrar a Jesús.
Este Reino, que comenzará imprevisiblemente “fuera”, puede comenzar ya ahora “dentro”
de nosotros. El último día se configura ahora ya en el interior de cada uno. Si queremos
entrar en el Reino el día final, hemos de hacer entrar ahora el Reino dentro de nosotros. Si
queremos que Jesús en aquel momento definitivo sea nuestro juez misericordioso, hagamos
que Él ahora sea nuestro amigo y huésped interior.
El Reino de Dios ya está entre nosotros, aunque no completamente. Está entre nosotros
porque Jesús ya ha venido a la tierra y nos ha dejado su presencia. Pero todavía falta algo.
Es necesario que el Reino llegue al corazón de cada hombre. Sólo entonces podremos decir
que ya ha llegado en toda su plenitud.
Jesús advierte que no se trata de un reino de ejércitos, de emperadores, de palacios, etc. sino
que es algo mucho más sutil, menos notorio. Es un gobierno sobre los corazones, cuya ley
es la caridad y Cristo es el soberano.
Dejar que Jesús reine en mi alma significa abrirle las puertas para que Él haga lo que quiera
conmigo. Y El sólo entra y se queda a vivir si encuentra un alma limpia, es decir, sin
pecado. Un alma en pecado es un lugar inhabitable para Dios. Por eso decimos que hay que
vivir en continua lucha con nuestro peor enemigo, que es el pecado, porque sólo él nos aleja
de Dios, la meta de nuestra vida.
¡Cómo sería el mundo si todos los hombres viviesen en gracia, en amistad con Dios! ¡Qué
diferentes serían las cosas si todos los países adoptaran el mandamiento de la caridad
universal como ley suprema!. Entonces, sí que podríamos decir que el Reino de los cielos
ha llegado a la tierra.
Abramos la puerta al Espíritu, dejemos que Él nos guíe, dejemos que la acción continua de
Dios nos haga hombres y mujeres nuevos, animados por el amor de Dios, que el Espíritu
Santo nos concede.
Un segundo pensamiento: «hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios». El
camino de la Iglesia, también nuestro camino cristiano personal, no es siempre fácil,
encontramos dificultades, tribulación. Seguir al Señor, dejar que su Espíritu transforme
nuestras zonas de sombra, nuestros comportamientos que no son según Dios, y lave
nuestros pecados, es un camino que encuentra muchos obstáculos, fuera de nosotros, en el
mundo, y también dentro de nosotros, en el corazón. Pero las dificultades, las tribulaciones,
forman parte del camino para llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que ha sido
glorificado en la Cruz; las encontraremos siempre en la vida. No desanimarse. Tenemos la
fuerza del Espíritu Santo para vencer estas tribulaciones.
Propósito
Empecemos por nuestro corazón y por nuestra casa. Que cada día Dios sea lo más
importante en mi vida, buscar que el Reino de Dios viva en mi corazón, a través de la
oración y la caridad a los demás.
Jesús, ni el trabajo, ni el estudio, ni las ocupaciones cotidianas, deben ser un obstáculo para
estar unido a Ti. Sólo dejando que gobiernes y ordenes mi vida, podrá venir a mí tu Reino.
Reconociéndote hoy como mi Rey y Señor, todo mi día se convertirá en un medio para
alabarte, para glorificarte y amarte, por medio de mi amor y servicio a los demás.
Santos Roque González, Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo, presbíteros y mártires.
(MO). Rojo.
Los justos clamaron, y el Señor los escuchó y los libró de todas sus angustias.
Oración colecta
Dios nuestro, te pedimos que tu palabra, sembrada por san Roque González y sus
compañeros mártires, produzca el ciento por uno en frutos de santidad y justicia. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Señor, al recordar el martirio de tus santos Roque y compañeros, haz que por este sacrificio
anunciemos dignamente la muerte de tu Hijo unigénito, que no sólo exhortó de palabra a
sus testigos, sino que los precedió con el ejemplo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Ni la muerte ni la vida, ni criatura alguna podrá separarnos jamás del amor de Cristo.
Saciados con el pan del cielo, te suplicamos, Padre, que, a ejemplo de los santos Roque y
compañeros, imprimas en nuestros corazones los signos del amor y de la pasión de tu Hijo
y nos permitas gozar siempre de tu paz. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Vanos por naturaleza son todos los hombres que han ignorado a Dios, los que, a partir de
las cosas visibles, no fueron capaces de conocer a “Aquel que es”, y al considerar sus obras,
no reconocieron al Artífice. En cambio, tomaron por dioses rectores del universo al fuego,
al viento, al aire sutil, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a los astros luminosos del
cielo. Ahora bien, si fascinados por la hermosura de estas cosas, ellos las consideraron
como dioses, piensen cuánto más excelente es el Señor de todas ellas, ya que el mismo
Autor de la belleza es el que las creó. Y si quedaron impresionados por su poder y energía,
comprendan, a partir de ellas, cuánto más poderoso es el que las formó. Porque, a partir de
la grandeza y hermosura de las cosas, se llega, por analogía, a contemplar a su Autor. Sin
embargo, estos hombres no merecen una grave reprensión, porque tal vez se extravían
buscando a Dios y queriendo encontrarlo; como viven ocupándose de sus obras, las
investigan y se dejan seducir por lo que ven: ¡tan bello es el espectáculo del mundo! Pero ni
aun así son excusables: si han sido capaces de adquirir tanta ciencia para escrutar el curso
del mundo entero, ¿cómo no encontraron más rápidamente al Señor de todo?
Palabra de Dios.
Comentario
Miremos la perfección y hermosura de la naturaleza, de lo que tenemos más cerca, ya sea
una gran montaña o una simple hoja que cae de un árbol. En todo se refleja la inteligencia y
el amor de nuestro Dios. Como alabanza por toda su obra, ofrezcámosle las palabras del
salmo de hoy.
El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos; un día
transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia. R.
Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz, resuena su eco por toda la
tierra y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.
Aleluya Lc 21, 28
Aleluya. Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.
Aleluya.
Jesús dijo a sus discípulos: “En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de
Noé. La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el
diluvio, que los hizo morir a todos. Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía,
se compraba y se vendía, se plantaba y se construía. Pero el día en que Lot salió de
Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos. Lo
mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre. En ese Día, el que esté en
la azotea y tenga sus cosas en la casa no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el
campo no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de salvar su vida la
perderá; y el que la pierda la conservará. Les aseguro que en esa noche, de dos que estén en
el mismo lecho, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo
juntas, una será llevada y la otra dejada”. Entonces le preguntaron: “¿Dónde sucederá esto,
Señor?”. Jesús les respondió: “Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres”.
Comentario
Cada tanto, aparece algún grupo o predicador vaticinando el fin del mundo. Jesús fue claro:
no sabemos cuándo ocurrirá eso. Ante la impaciencia y la angustia, Jesús nos indica,
simplemente, que sigamos adelante, con la mirada atenta, la vida encaminada y sin temores.
Oración introductoria
Señor, hoy me llamas a vivir en actitud de vigilancia, a vivir en guardia frente a las
mentalidades del mundo que sin darme cuenta me hacen creer que es más importante el
«tener» o el «aparecer» que el «ser». Por ello te pido que seas el centro de mi oración, que
ilumines mi mente y fortalezcas mi voluntad.
Petición
Señor, te pido tu gracia para saber desprenderme de mi juicio y de mi voluntad para poder
abrirme a tu gracia y amor.
Meditación
En el fragmento del Evangelio que estamos comentando, Jesús quiere salir al paso de esta
concepción fragmentaria de la vida que mutila al ser humano y lo lleva a la frustración. Y
lo hace mediante una sentencia seria y contundente, capaz de remover las conciencias y de
obligar al planteamiento de preguntas fundamentales: «Quien intente guardar su vida, la
perderá; y quien la pierda, la conservará» (Lc 17,33). Meditando sobre esta enseñanza de
Jesucristo, dice san Agustín: «¿Qué decir, pues? ¿Perecerán todos los que hacen estas
cosas, es decir, quienes se casan, plantan viñas y edifican? No ellos, sino quienes presumen
de esas cosas, quienes anteponen esas cosas a Dios, quienes están dispuestos a ofender a
Dios al instante por tales cosas».
De hecho, ¿quién pierde la vida por haberla querido conservar sino aquel que ha vivido
exclusivamente en la carne, sin dejar aflorar el espíritu; o aún más, aquel que vive
ensimismado, ignorando por completo a los demás? Porque es evidente que la vida en la
carne se ha de perder necesariamente, y que la vida en el espíritu, si no se comparte, se
debilita.
Con un poco de atención, veremos que la felicidad auténtica no viene por ahí. Aunque
parezca extraño, nos sentimos más felices después de hacer un sacrificio, de haber dado una
alegría a otro, etc. ¿Por qué? Porque eso viene de Dios, y sólo Él es quien puede hacernos
auténticamente felices.
El que está dispuesto a "perder la vida" ha entrado en el camino que Cristo siguió para la
redención de los hombres. Es el camino de negarse a uno mismo, el camino de la cruz. Sólo
a la luz de Cristo crucificado se puede vivir con autenticidad el cristianismo. Jesús lo perdió
todo, sin embargo, gracias a la donación por amor al Padre, nos salvó de la condenación
que merecían nuestros pecados y triunfó sobre el poder de la muerte, resucitando.
Propósito
Estar dispuesto a ceder ante los demás por algo que a mi me guste. Triunfar sobre el
egoísmo.
Señor, aumenta mi deseo de vivir una relación cercana a Ti. Ordena todas mis actividades y
relaciones de acuerdo a tu voluntad. «Todo aquello que quieres tú, Señor, lo quiero yo,
precisamente porque lo quieres Tú, como Tú lo quieras y durante todo el tiempo que lo
quieras» (Oración del Papa Clemente XI).
El día que me llames no va importar quién sea o qué tenga, lo único que va contar es mi
relación contigo, porque el único y verdadero tesoro es vivir siendo fiel a tu amor y no
perder nunca tu amistad por el pecado. Todo lo demás es valioso en la medida en que me
ayude a conservar y vivir en gracia.
Dice el Señor: “Yo tengo designios de paz y no de aflicción. Invóquenme y los escucharé y
pondré fin a su cautiverio”.
Oración colecta
Señor y Dios nuestro, concédenos vivir siempre con alegría bajo tu mirada, ya que la
felicidad plena y duradera consiste en servirte a ti, fuente y origen de todo bien. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es
Dios, por los siglos de los siglos.
Concédenos, Señor, que esta ofrenda sea agradable a tus ojos, nos otorgue la gracia de
servirte con amor, y nos obtenga los gozos eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Dice el Señor: “Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen, y lo conseguirán”.
Después de haber recibido los dones pascuales te pedimos humildemente, Señor, que la
Eucaristía que tu Hijo nos mandó celebrar en su memoria aumente la caridad en todos
nosotros. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Una buena ama de casa, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas. El
corazón de su marido confía en ella y no le faltará compensación. Ella le hace el bien, y
nunca el mal, todos los días de su vida. Se procura la lana y el lino, y trabaja de buena gana
con sus manos. Aplica sus manos a la rueca y sus dedos manejan el huso. Abre su mano al
desvalido y tiende sus brazos al indigente. Engañoso es el encanto y vana la hermosura: la
mujer que teme al Señor merece ser alabada. Entréguenle el fruto de sus manos y que sus
obras la alaben públicamente.
Palabra de Dios.
Comentario
“El libro que nos ha presentado a la mujer modelo es una reflexión de la sabiduría del
pueblo de Israel que vivía esta filosofía como pueblo, era su sabiduría popular, era su
creencia, en que no es la vanidad de la mujer lo que cuenta, sino su temor de Dios, su
interioridad.
¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz
y todo te irá bien. R.
Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de
olivo alrededor de tu mesa. R.
¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor! ¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén! R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica.
Hermanos: En cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba. Ustedes
saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche. Cuando
la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente,
como los dolores del parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar. Pero
ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón:
todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las
tinieblas. No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y
seamos sobrios.
Palabra de Dios.
Comentario
San Pablo nos ayuda a considerar que debemos asumir la vida presente con atención,
vigilando nuestros actos y elecciones. No simplemente porque pueda llegar pronto “el Día
del Señor”, sino porque somos hijos de la luz y, por lo tanto, responsables de iluminar un
mundo en el que parece dominar la oscuridad.
Aleluya Jn 15, 4-5
El Reino de los Cielos es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les
confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada
uno según su capacidad; y después partió.
En seguida, el que había recibido cinco talentos fue a negociar con ellos y ganó otros cinco.
De la misma manera, el que recibió dos ganó otros dos; pero el que recibió uno solo hizo un
pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que
había recibido los cinco talentos se adelantó y le presento otros cinco. «Señor, le dijo, me
has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado». «Está bien, servidor
bueno y fiel, le dijo su señor; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de
mucho más: entra a participar del gozo de tu señor».
Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: «Señor, me has confiado dos
talentos: aquí están los otros dos que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel; y que
respondiste fielmente en lo poco, te encargare de mucho mas: entra a participar del gozo de
tu señor».
Llegó luego el que había recibido un solo talento. «Señor, le dijo, sé que eres un hombre
exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve
miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!» Pero el señor le respondió: «Servidor
malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he
esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera
recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien
tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen
afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes».
Palabra del Señor.
Comentario
Con un extraño ejemplo económico, Jesús nos enfrenta a una realidad: Dios nos ha dado
“algo” que debemos multiplicar. Ahora bien, será necesario hacer un camino de búsqueda
muy sincero para descubrir qué nos ha dado el Señor, luego agradecerlo (¡es un don!) y, por
fin, ponerlo a disposición del Reino con absoluta sinceridad y coraje. Debemos saber que
tenemos “algo” que solo nosotros podemos dar a los demás. Y Dios espera que así lo
hagamos
Oración introductoria
Señor, gracias por los talentos que me has dado. No permitas que la apatía o el desánimo
me lleven a enterrarlos o a utilizarlos para mi beneficio personal. Ilumina mi oración,
permite que me acerque a Ti con confianza y con un corazón sincero, para desprenderme de
mi voluntad y unirme más a la tuya.
Petición
Meditación
1.- Actitud productiva. En el evangelio de Mateo esta parábola de los talentos (o las
minas) está situada después de la del criado fiel y de las diez vírgenes. A partir del
versículo 31 del capítulo 25 se describe la parábola del juicio final que leeremos el próximo
domingo, fiesta de Cristo Rey. Todas ellas tienen un carácter escatológico, pues describen
lo que sucederá al final de los tiempos. Se nos pide una actitud de vela, de estar preparados.
La parábola de los talentos nos enseña que además de la actitud de espera vigilante, es
necesaria la actitud productiva, es decir dar frutos de buenas obras.
2.- Nos juzgarán sobre el modo en que hemos empleado los talentos recibidos. Por la fe
nos fiamos de Jesucristo, le seguimos y dejamos que El transforme nuestra vida. Creer en
Jesucristo es comprometerse en la construcción del Reino. No se trata, por tanto, de
quedarse con los brazos cruzados o de cumplir una serie de normas cultuales o
devocionales. El cristiano se distingue por lo que cree, por lo que celebra y por lo que vive.
¡Cuántas veces hemos esquivado el bulto, abandonando nuestro compromiso cristiano!
¡Que alguien actúe!, pero si todos decimos los mismo… Es más fácil contentarse con rezar,
con no meterse con nadie, con cumplir el precepto dominical. Yo creo que al final de
nuestra vida nos juzgarán sobre el modo en que hemos empleado los talentos que Dios nos
ha dado. Es más fácil decir "yo no valgo", o "no tengo tiempo", o "no me atrevo", o "me da
miedo". El evangelio de Mateo es duro con los temerosos, con aquellos que prefieren
enterrar su talento.
3.- Lo primero que tenemos que hacer es descubrir nuestros talentos. Y lo digo en
plural porque todos tenemos más de un don o carisma: inteligencia, palabra, espíritu de
servicio, amabilidad, habilidad manual. ¿Cuáles son tus talentos? Después de reconocerlos
hay que ponerlos en juego para bien de la comunidad. ¿Dónde soy necesario, qué servicio
puedo prestar? Ahí está la llamada del Señor, Él cuenta contigo. Pero cuidado, no actúes
por vanagloria, para que te vea la gente, por autocomplacencia. Muchas veces hay
intenciones ocultas en nuestros actos. En nuestras comunidades cada cual está llamado a
una misión según el carisma recibido. En ocasiones pretendemos desempeñar funciones
para las que no estamos llamados, causando con ello más daño que beneficio. Si Dios no te
ha dado el carisma del buen oído no te empeñes en cantar en el coro.
4.- Los dejó encargados de sus bienes; a cada cual según su capacidad. La parábola de
los talentos es bastante clara y fácil de entender; lo importante es que cada uno de nosotros
sepamos aplicarla a nuestra propia vida. Todos hemos nacido con unas cualidades y unas
capacidades determinadas, después la vida nos ha dado a cada uno unas posibilidades
distintas para realizar nuestras cualidades y nuestras capacidades. El Señor nos va a juzgar
a cada uno según nuestras obras, pero teniendo siempre en cuenta nuestra capacidad real,
las posibilidades reales que hemos tenido para hacer unas cosas u otras. Lo que no quiere el
Señor es que seamos negligentes y holgazanes, como el siervo que recibió un solo talento, y
que renunciemos, por cobardía o por miedo, a poner nuestras cualidades y capacidades al
servicio del evangelio. Los talentos que tenemos son regalo de Dios, y Dios quiere que cada
uno de nosotros pongamos a trabajar con dedicación y esfuerzo los talentos que Dios nos ha
dado a cada uno. Si podemos llegar al diez, trabajemos para conseguir el diez y si sólo
podemos llegar al cinco trabajemos para llegar al cinco, pero nunca renunciemos a dar todo
lo que realmente podemos dar. Somos empleados de Dios, trabajemos para Dios, es decir,
intentemos con todas nuestras fuerzas que el reino de Dios pueda realizarse en el mundo en
el que Dios nos ha puesto a cada uno. Cada uno según nuestra capacidad.
Analiza tu jornada. ¿Qué has hecho hoy? ¿Qué cualidades han dado su fruto? ¿Cuántas
veces has dejado sin hacer lo que debías?
Propósito
Señor, qué fácilmente olvido lo fugaz y lo temporal de esta vida. En vez de buscar
multiplicar, en clave al amor a los demás, los numerosos talentos con los que has
enriquecido mi vida, frecuentemente me dejo atrapar por el camino fácil de la comodidad o
la ley del menor esfuerzo. Concédeme la gracia de saber reconocer y multiplicar los dones
recibidos.
Verde.
Dice el Señor: “Yo tengo designios de paz y no de aflicción. Invóquenme y los escucharé y
pondré fin a su cautiverio”.
Oración colecta
Señor y Dios nuestro, concédenos vivir siempre con alegría bajo tu mirada, ya que la
felicidad plena y duradera consiste en servirte a ti, fuente y origen de todo bien. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es
Dios, por los siglos de los siglos.
Concédenos, Señor, que esta ofrenda sea agradable a tus ojos, nos otorgue la gracia de
servirte con amor, y nos obtenga los gozos eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Dice el Señor: “Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen, y lo conseguirán”.
Después de haber recibido los dones pascuales te pedimos humildemente, Señor, que la
Eucaristía que tu Hijo nos mandó celebrar en su memoria aumente la caridad en todos
nosotros. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Lectura 1Mac 1, 10-15. 41-43. 54-57. 62-64
En aquellos días: Surgió un vástago perverso, Antíoco Epífanes, hijo del rey Antíoco, que
había estado en Roma como rehén y subió al trono el año ciento treinta y siete del Imperio
griego. Fue entonces cuando apareció en Israel un grupo de renegados que sedujeron a
muchos, diciendo: “Hagamos una alianza con las naciones vecinas, porque desde que nos
separamos de ellas, nos han sobrevenido muchos males”. Esta propuesta fue bien recibida,
y algunos del pueblo fueron en seguida a ver al rey y éste les dio autorización para seguir
las costumbres de los paganos. Ellos construyeron un gimnasio en Jerusalén al estilo de los
paganos, disimularon la marca de la circuncisión y, renegando de la santa alianza, se
unieron a los paganos y se entregaron a toda clase de maldades. El rey promulgó un decreto
en todo su reino, ordenando que todos formaran un solo pueblo y renunciaran a sus propias
costumbres. Todas las naciones se sometieron a la orden del rey y muchos israelitas
aceptaron el culto oficial, ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado. El día
quince del mes de Quisleu, en el año ciento cuarenta y cinco, el rey hizo erigir sobre el altar
de los holocaustos la Abominación de la desolación. También construyeron altares en todas
las ciudades de Judá. En las puertas de las casas y en las plazas se quemaba incienso. Se
destruían y arrojaban al fuego los libros de la Ley que se encontraban, y al que se descubría
con un libro de la Alianza en su poder, o al que observaba los preceptos de la Ley, se lo
condenaba a muerte en virtud del decreto real. Sin embargo, muchos israelitas se
mantuvieron firmes y tuvieron el valor de no comer alimentos impuros; prefirieron la
muerte antes que mancharse con esos alimentos y quebrantar la santa alianza, y por eso
murieron. Y una gran ira se descargó sobre Israel.
Palabra de Dios.
Comentario
Antíoco fue considerado unos de los jefes más crueles de la dominación griega. Ejerció una
fuerte presión sobre el pueblo de Israel, sobre sus tradiciones y costumbres. Pero, claro,
para poder hacer esto necesitó de la complicidad de muchos judíos. Porque el poder invasor
se hace más sutil y efectivo cuando “compra” adictos.
Me lleno de indignación ante los pecadores, ante los que abandonan tu ley. Los lazos de los
malvados me rodean, pero yo no me olvido de tu ley. R.
Aleluya Jn 8, 12
Aleluya. “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue tendrá la luz de la Vida”, dice el Señor.
Aleluya.
Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo
limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba
Jesús de Nazaret. El ciego se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”.
Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de
David, ten compasión de mí!”. Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo
a su lado, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”. “Señor, que yo vea otra vez”. Y
Jesús le dijo: “Recupera la vista, tu fe te ha salvado”. En el mismo momento, el ciego
recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a
Dios.
Comentario
¿Somos capaces de escuchar los gritos de los que están al borde del camino, de los
marginados, de los silenciados? ¿O los acallamos y apartamos porque no son
“políticamente aceptados” en nuestra estructura religiosa? ¡Cuánto nos sorprenderemos
cuando veamos que el Señor recibe a quienes nosotros despreciamos porque “no eran
dignos de él”!
Oración introductoria
Señor Jesús, aquí me tienes, como un mendigo ciego y pobre. ¡Ten compasión de mí! ¡Haz
que vea y experimente en esta meditación el gran amor que Tú me tienes! Que tu Palabra
penetre en mi mente y en mi corazón.
Petición
Meditación
Hoy, el ciego Bartimeo (cf. Mc 10,46) nos provee toda una lección de fe, manifestada con
franca sencillez ante Cristo. ¡Cuántas veces nos iría bien repetir la misma exclamación de
Bartimeo!: « ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» (Lc 18,37). ¡Es tan provechoso
para nuestra alma sentirnos indigentes! El hecho es que lo somos y que, desgraciadamente,
pocas veces lo reconocemos de verdad. Y..., claro está: hacemos el ridículo. Así nos lo
advierte san Pablo: «¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te
glorías como si no lo hubieras recibido?» (1Cor 4,7).
Y vale la pena hacerlo como él, porque Jesús escucha. La confianza sencilla de Bartimeo
desarma a Jesús y le roba el corazón: «Mandó que se lo trajeran y (...) le preguntó: «¿Qué
quieres que te haga?» (Lc 18,40-41). Delante de tanta fe, ¡Jesús no se anda con rodeos! Y...
Bartimeo tampoco: «¡Señor, que vea!» (Lc 18,41). Dicho y hecho: «Ve. Tu fe te ha
salvado» (Lc 18,42). Resulta que «la fe, si es fuerte, defiende toda la casa» (San Ambrosio),
es decir, lo puede todo.
Cuánto nos enseña el Señor en un solo hecho. En este pasaje se muestra una persona que
busca la solución a su problema físico. Solución que pasa por la fe. Este hombre
probablemente nunca había visto al Señor; habría oído mucho sobre él. Esto le bastó para
creer que Jesús era hijo de David y también para saber que Jesucristo tenía un corazón tan
grande que siempre se compadecía de aquellos que sufrían. Cristo nunca coarta la libertad,
sino que respeta profundamente a cada ser humano. "¿Qué quieres que haga por ti?" El
ciego responde sencillamente con lo que tenía dentro del corazón: "Señor haz que vea", y
Jesús se compadece de inmediato.
Los apóstoles que impiden a la gente acercarse a Jesús no lo hacían por maldad, querían
sólo ayudarle, como lo habían hecho aquellos que en Jericó trataron de hacer callar al ciego
que, advertido de la presencia de Jesús, gritaba para atraer su atención y hacerse salvar. Era
como si hubieran dicho: el protocolo no lo permite: este es la segunda persona de la
Trinidad, ¿qué haces? Esto me hace pensar en muchos cristianos... Lo que sucede cuando
dos novios que quieren casarse, se presentan en la secretaría de una parroquia y, en vez de
apoyo o de felicitaciones, oyen enumerar los costos de la ceremonia o les preguntan si sus
documentos están bien. Así a veces estos encuentran la puerta cerrada. De este modo quien
tendría la posibilidad de abrir la puerta dando gracias a Dios por este nuevo matrimonio no
lo hace, al contrario la cierra. Tantas veces somos controladores de la fe en lugar de ser
facilitadores de la fe de la gente. Es una tentación que tenemos; la de adueñarnos,
apropiarnos del Señor.
Lo hermoso del pasaje y lo que nos puede ayudar a reflexionar más es la actitud del ciego
una vez que deja de serlo, y es que "sigue a Jesús glorificando a Dios". Él lo es todo; Él nos
lo da todo. Entonces, ¿qué otra cosa podemos hacer ante Él, sino darle una respuesta de fe?
Y esta “respuesta de fe” equivale a “dejarse encontrar” por este Dios que —movido por su
afecto de Padre— nos busca desde siempre. Dios no se nos impone, pero pasa
frecuentemente muy cerca de nosotros: aprendamos la lección de Bartimeo y... ¡no lo
dejemos pasar de largo!
Propósito
No sólo buscar a Jesús por conveniencia o por curiosidad, sino buscarlo para tener un
encuentro personal con Él.
Señor, dame la fe para saber que Tú siempre estás conmigo. Necesito la habilidad de ver
todo desde tu punto de vista. Permíteme adorarte y glorificarte por tu constante compañía y
por nunca dejarme solo en mis problemas y tristezas. Aumenta mi fe para ser capaz de
experimentar tu amor en las dificultades y pruebas.
En este día, en que se recuerda la dedicación, el año 543, de la iglesia de Santa María la
Nueva, construida cerca del templo de Jerusalén, celebramos, junto con los cristianos de la
Iglesia oriental, la «dedicación» que María hizo de sí misma a Dios, ya desde su infancia,
movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada.
Los pueblos más ricos buscan tu favor. La llevan ante el rey, con séquito de vírgenes; con
gozo y alegría, van entrando en el palacio real.
Oración colecta
Recibe, Señor, los dones que te presentamos, y haz que nuestros corazones, encendidos por
la luz del Espíritu Santo, busquen y conserven tu palabra y tu voluntad, a ejemplo de la
Virgen María. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión
Eleazar, uno de los principales maestros de la Ley, de edad muy avanzada y de noble
aspecto, fue forzado a abrir la boca para comer carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una
muerte honrosa a una vida infame, marchó voluntariamente al suplicio, después de haber
escupido la carne, como deben hacerlo los que tienen el valor de rechazar lo que no está
permitido comer, ni siquiera por amor a la vida. Los que presidían este banquete ritual
contrario a la Ley, como lo conocían desde hacía mucho tiempo, lo llevaron aparte y le
rogaron que hiciera traer carne preparada expresamente para él y que le estuviera permitido
comer. Asimismo le dijeron que fingiera comer la carne del sacrificio, conforme a la orden
del rey. Obrando de esa manera, se libraría de la muerte y sería tratado humanitariamente
por su antigua amistad con ellos. Pero él, tomando una noble resolución, digna de su edad,
del prestigio de su vejez, de sus venerables canas, de la vida ejemplar que había llevado
desde su infancia y, sobre todo, de la santa legislación establecida por Dios, se mostró
consecuente consigo mismo, pidiendo que lo enviaran de inmediato a la morada de los
muertos. “A nuestra edad, decía, no está bien fingir. De lo contrario, muchos jóvenes
creerán que Eleazar, a los noventa años, se ha pasado a las costumbres paganas. Entonces
también ellos, a causa de mi simulación y de mi apego a lo poco que me resta de vida, se
desviarán por culpa mía, y yo atraeré sobre mi vejez la infamia y el deshonor. Porque,
aunque ahora me librara del castigo de los hombres, no podría escapar, ni vivo ni muerto,
de las manos del Todopoderoso. Por eso, me mostraré digno de mi vejez entregando mi
vida valientemente. Así dejaré a los jóvenes un noble ejemplo, al morir con entusiasmo y
generosidad por las venerables y santas leyes”. Dicho esto, se encaminó resueltamente al
suplicio. Al oír estas palabras, que consideraban una verdadera locura, los que lo conducían
cambiaron en crueldad la benevolencia que antes le habían demostrado. Pero él, a punto ya
de morir bajo los golpes, dijo entre gemidos: “El Señor, que posee el santo conocimiento,
sabe muy bien que, pudiendo librarme de la muerte, soporto crueles dolores en mi cuerpo
azotado; pero mi alma los padece gustosamente por temor a él”. De este modo, Eleazar dejó
al morir, no sólo a los jóvenes, sino a la nación entera, su propia muerte como ejemplo de
generosidad y como recuerdo de virtud.
Palabra de Dios.
Comentario
Eleazar considera que este es justamente el momento para el que se ha preparado durante
toda su vida. Eleazar no ha cumplido la ley “por cumplirla”. Su coherencia, fidelidad y
cumplimiento de las normas de su fe, son suficientes para demostrar su madurez.
Salmo 3, 2-8b
Señor, ¡qué numerosos son mis adversarios, cuántos los que se levantan contra mí!
¡Cuántos son los que dicen de mí: “Dios ya no quiere salvarlo”! R.
Aleluya 1Jn 4, 10
Aleluya. Dios nos amó primero y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros
pecados. Aleluya.
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado
Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a
causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un
sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró
hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”.
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
“Se ha ido a alojar en casa de un pecador”. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor:
“Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy
cuatro veces más”. Y Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también
este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo
que estaba perdido”.
Comentario
“Zaqueo no pretendía simplemente conocer de vista a Jesús, sino ver quién era. El
encuentro personal con él hizo que este deseo profundo se cumpliera muy por encima de
sus expectativas”.
Oración introductoria
Jesús, como Zaqueo quiero conocerte mejor, pero hay muchas cosas que me lo impiden y
me distraen. Hoy vengo a esta oración dispuesto a encontrarme contigo. Mírame Señor, con
ese amor con que miraste a Zaqueo, ven a mí, prometo no dejarte ir nunca más.
Petición
Meditación
Hoy, Zaqueo soy yo. Este personaje era rico y jefe de publicanos; yo tengo más de lo que
necesito y quizás muchas veces actúo como un publicano y me olvido de Cristo. Jesús,
entre la multitud, busca a Zaqueo; hoy, en medio de este mundo, me busca a mí
precisamente: «Baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa» (Lc 19,5).
Zaqueo que era un hombre pecador se encuentra con Jesús. Pero este encuentro no sucede
de manera fortuita, sino que nace de la curiosidad de este hombre, que seguramente
admiraba a Jesús en secreto. Al pasar Jesús por Jericó había mucha gente reunida con la
esperanza de ver cómo era ese profeta del que tanto se oía. Uno de ellos era Zaqueo,
hombre de mala reputación, ya que se dedicaba a cobrar impuestos y además era muy rico.
Su baja estatura le impedía ver a Jesús. Entonces corrió adelantándose para subirse a un
árbol y desde ahí poder contemplar a Jesús en el momento en que pasara. Y al pasar Jesús
miró hacia arriba y le dijo "Zaqueo, baja enseguida, pues hoy tengo que quedarme en tu
casa". Él bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Y todo el pueblo murmuraba: "Se ha
ido a casa de un rico pecador". Zaqueo dijo resueltamente a Jesús: "Señor, voy a dar la
mitad de mis bienes a los pobres y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré
cuatro veces más". Jesús le contestó: "Hoy ha entrado la salvación a esta casa, pues también
este hombre es un hijo de Abraham. El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo
que estaba perdido"
Cuán transformante habrá sido el encuentro de Zaqueo con Jesucristo para que este hombre
decidiera corregir el rumbo de su vida. Probablemente desde el momento en que Zaqueo
con tanto interés buscó a Jesús, sabía que su modo de actuar no era el correcto y sabía que
conocer a ese profeta le cambiaría la vida, aunque esto tuviera muchas consecuencias.
Zaqueo al subir al árbol, vence el respeto humano. Pone los medios necesarios para un
encuentro cara a cara con el Señor. No imaginó que Jesucristo le pediría hospedarse en su
casa. Y bajó del árbol rápidamente y lo recibió con alegría.
Qué actitud tan hermosa la de Zaqueo, que conociendo sus pecados, acepta al Señor y
atiende rápidamente a su petición. Todos los cristianos podemos imitar esta actitud de
prontitud ante los reclamos del Señor y una prontitud alegre, porque no hay mayor motivo
de felicidad y alegría que Jesús nos llame y lo hace todos los días. Zaqueo no podía seguir
siendo el mismo después de conocer personalmente a Cristo. Decide restituir a toda persona
que haya engañado. Y Cristo, que conoce el corazón de cada hombre, le da la buena
noticia: "Hoy la salvación ha entrado a su casa".
Zaqueo deja entrar a Jesús en su casa y en su corazón, aunque no se sienta muy digno de tal
visita. En él, la conversión es total: empieza con la renuncia a la ambición de riquezas,
continúa con el propósito de compartir sus bienes y acaba con la resolución de hacer
justicia, corrigiendo los pecados que ha cometido. Quizás Jesús me está pidiendo algo
similar desde hace tiempo, pero yo no quiero escucharle y hago oídos sordos; necesito
convertirme.
Decía san Máximo: «Nada hay más querido y agradable a Dios como que los hombres se
conviertan a Él con un arrepentimiento sincero». Que Él me ayude hoy a hacerlo realidad.
Propósito
Imitar esta actitud de prontitud alegre de Zaqueo a lo que Jesús nos pide, porque no hay
mayor motivo de felicidad y alegría que Jesús nos llame y lo hace todos los días.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, necesito este encuentro contigo en la oración. El ejemplo de Zaqueo me hace
ver que quien te deja entrar en su vida, no pierde nada de lo que realmente hace la vida
bella, buena y grande. Tu amistad abre las puertas de un horizonte inmenso. Ayúdame a
hacer la misma experiencia y a no tener miedo de abrirte de par en par las puertas de mi
corazón.
Antífona de entrada
Ven, esposa de Cristo, recibe la corona que el Señor te preparó desde toda la eternidad.
Oración colecta
Dios nuestro, que todos los años nos alegras con la celebración de santa Cecilia;
concédenos imitar sus ejemplos y anunciar las maravillas de Cristo, tu Hijo, reflejadas en la
vida de tus santos. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios,
por los siglos de los siglos.
Fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey Antíoco, flagelándolos con
azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley.
Incomparablemente admirable y digna del más glorioso recuerdo fue aquella madre que,
viendo morir a sus siete hijos en un solo día, soportó todo valerosamente, gracias a la
esperanza que tenía puesta en el Señor. Llena de nobles sentimientos, exhortaba a cada uno
de ellos, hablándoles en su lengua materna. Y animando con un ardor varonil sus
reflexiones de mujer, les decía: “Yo no sé cómo ustedes aparecieron en mis entrañas; no fui
yo la que les dio el espíritu y la vida ni la que ordenó armoniosamente los miembros de su
cuerpo. Pero sé que el Creador del universo, el que plasmó al hombre en su nacimiento y
determinó el origen de todas las cosas, les devolverá misericordiosamente el espíritu y la
vida, ya que ustedes se olvidan ahora de sí mismos por amor de sus leyes”. Antíoco pensó
que se estaba burlando de él y sospechó que esas palabras eran un insulto. Como aún vivía
el más joven, no sólo trataba de convencerlo con palabras, sino que le prometía con
juramentos que lo haría rico y feliz, si abandonaba las tradiciones de sus antepasados. Le
aseguraba asimismo que lo haría su amigo y le confiaría altos cargos. Pero como el joven
no le hacía ningún caso, el rey hizo llamar a la madre y le pidió que aconsejara a su hijo, a
fin de salvarle la vida. Después de mucho insistir, ella accedió a persuadir a su hijo.
Entonces, acercándose a él y burlándose del cruel tirano, le dijo en su lengua materna:
“Hijo mío, ten compasión de mí, que te llevé nueve meses en mis entrañas, te amamanté
durante tres años y te crié y eduqué, dándote el alimento, hasta la edad que ahora tienes. Yo
te suplico, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra, y al ver todo lo que hay en ellos,
reconozcas que Dios lo hizo todo de la nada, y que también el género humano fue hecho de
la misma manera. No temas a este verdugo: muéstrate más bien digno de tus hermanos y
acepta la muerte, para que yo vuelva a encontrarte con ellos en el tiempo de la
misericordia”. Apenas ella terminó de hablar, el joven dijo: “¿Qué esperan? Yo no
obedezco el decreto del rey, sino las prescripciones de la Ley que fue dada a nuestros
padres por medio de Moisés. Y tú, que eres el causante de todas las desgracias de los
hebreos, no escaparás de las manos de Dios”.
Palabra de Dios.
Comentario
Esta mujer se ha transformado en ejemplo de fe, entrega y fidelidad. Durante toda su vida,
seguramente, instruyó a sus hijos en el cumplimiento de la ley y las costumbres. Y ahora les
da la “última catequesis”, con el fin de animarlos para que enfrenten al poder opresor y
asesino. Pero este poder no puede matar lo más importante que tiene esta familia: el amor a
Dios.
Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor; presta oído a mi plegaria, porque
en mis labios no hay falsedad. R.
Mis pies se mantuvieron firmes en los caminos señalados: ¡Mis pasos nunca se apartaron de
tus huellas! Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y
escucha mis palabras. R.
Aleluya. “Yo los elegí del mundo, para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero”,
dice el Señor. Aleluya.
Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino
de Dios iba a aparecer de un momento a otro. Les dijo: “Un hombre de familia noble fue a
un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida. Llamó a diez de sus
servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: ‘Háganlas producir
hasta que yo vuelva’. Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una
embajada encargada de decir: ‘No queremos que éste sea nuestro rey’. Al regresar,
investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero,
para saber lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y le dijo: ‘Señor, tus cien
monedas de plata han producido diez veces más’. ‘Está bien, buen servidor, le respondió,
ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades’. Llegó el
segundo y le dijo: ‘Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más’. A él
también le dijo: ‘Tú estarás al frente de cinco ciudades’. Llegó el otro y le dijo: ‘Señor, aquí
tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo. Porque tuve miedo
de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar
lo que no has sembrado’. Él le respondió: ‘Yo te juzgo por tus propias palabras, mal
servidor. Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y
cosechar lo que no sembré, ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo
lo hubiera recuperado con intereses’. Y dijo a los que estaban allí: ‘Quítenle las cien
monedas y dénselas al que tiene diez veces más’. ‘¡Pero, señor –le respondieron–, ya tiene
mil!’. Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aun lo que
tiene. En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos
en mi presencia”. Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.
Comentario
Jesús no quiere dar un curso de inversiones sobre cuánto tiempo o cómo poner el dinero en
un banco. Este es simplemente un ejemplo para hacernos pensar cuánto podemos
preocuparnos al proyectar nuestra vida cotidiana y material y cuán poca importancia
podemos darle al crecimiento de nuestra vida interior o de los valores de las cuales ella
vive. Y no se trata solamente de la llamada “vida espiritual” o “vida religiosa”, sino de todo
lo que caracteriza a una vida de compromiso con la vida. Esta parábola nos invita a crecer
en el diálogo, las relaciones familiares, el compromiso por los demás y en los proyectos
comunitarios.
Oración introductoria
Señor, inicio mi oración dándote las gracias por todos los dones que me has concedido,
ayúdame a saber duplicarlos para corresponderte con generosidad. No permitas que el
miedo o la mediocridad me separen del camino que me puede llevar a la santidad.
Petición
Jesucristo, enséñame a ser perseverante en el buen uso de mis talentos, para servirte a Ti y a
los demás.
Meditación
Hoy, el Evangelio nos propone la parábola de las minas: una cantidad de dinero que aquel
noble repartió entre sus siervos, antes de marchar de viaje. Primero, fijémonos en la ocasión
que provoca la parábola de Jesús. Él iba “subiendo” a Jerusalén, donde le esperaba la
pasión y la consiguiente resurrección. Los discípulos «creían que el Reino de Dios
aparecería de un momento a otro» (Lc 19,11). Es en estas circunstancias cuando Jesús
propone esta parábola. Con ella, Jesús nos enseña que hemos de hacer rendir los dones y
cualidades que Él nos ha dado, mejor dicho, que nos ha dejado a cada uno. No son
“nuestros” de manera que podamos hacer con ellos lo que queramos. Él nos los ha dejado
para que los hagamos rendir. Quienes han hecho rendir las minas —más o menos— son
alabados y premiados por su Señor. Es el siervo perezoso, que guardó el dinero en un
pañuelo sin hacerlo rendir, el que es reprendido y condenado.
El cristiano, pues, ha de esperar —¡claro está!— el regreso de su Señor, Jesús. Pero con dos
condiciones, si se quiere que el encuentro sea amistoso. La primera es que aleje la
curiosidad malsana de querer saber la hora de la solemne y victoriosa vuelta del Señor.
Vendrá, dice en otro lugar, cuando menos lo pensemos. ¡Fuera, por tanto, especulaciones
sobre esto! Esperamos con esperanza, pero en una espera confiada sin malsana curiosidad.
La segunda es que no perdamos el tiempo. La espera del encuentro y del final gozoso no
puede ser excusa para no tomarnos en serio el momento presente. Precisamente, porque la
alegría y el gozo del encuentro final será tanto mejor cuanto mayor sea la aportación que
cada uno haya hecho por la causa del reino en la vida presente.
No falta, tampoco aquí, la grave advertencia de Jesús a los que se rebelan contra Él:
«Aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y
matadlos delante de mí» (Lc 19,27).
Aquél servidor, en efecto, que mantuvo escondido el talento sin revalorizarlo, hizo mal sus
cálculos: se comportó como si su amo ya no fuera a regresar, como si no hubiera un día en
el que le pediría cuentas de su actuación. Con esta parábola, Jesús quiere enseñar a los
discípulos a usar bien sus dones: Dios llama a cada hombre a la vida y le entrega talentos,
confiándole al mismo tiempo una misión que cumplir. Sería de tontos pensar que estos
dones se nos deben, así como renunciar a emplearlos sería menoscabar el fin de la propia
existencia.
Propósito
Diariamente, antes de dormir, hacer un balance sobre el uso que hice de los dones que Dios
me ha dado.
Jesús, no quiero ser un espectador pasivo, sino un colaborador infatigable de tuyo. Aquí
estoy, Señor, para hacer tu voluntad y hacer multiplicar todos los dones que me has
confiado. Tengo mucho que dar, pero mucho más que ganar, si uso mis talentos para ayudar
a los demás.
Feria. Verde.
Clemente fue reconocido como el tercer sucesor de san Pedro, por lo que ocupó su lugar en
Roma durante los años 88 a 97. Es famosa la carta que le escribió a los Corintios, en la que
los exhorta a que, entre otras cosas, terminen con las divisiones en la Iglesia, trabajando por
la paz y la concordia.
San Columbano es uno de los grandes monjes irlandeses. Durante bastante tiempo
desarrolló su actividad en su tierra natal, y luego pasó al continente europeo, donde fundó
numerosos monasterios. Fue muy exigente en cuestiones morales y en las normas de vida
para los monjes. Redactó la Regla para ordenar la vida monástica y el Penitencial, un
manual para confesores. Murió en el año 615 en Italia, donde había fundado un monasterio.
Dice el Señor: “Yo tengo designios de paz y no de aflicción. Invóquenme y los escucharé y
pondré fin a su cautiverio”.
Oración colecta
Señor y Dios nuestro, concédenos vivir siempre con alegría bajo tu mirada, ya que la
felicidad plena y duradera consiste en servirte a ti, fuente y origen de todo bien. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es
Dios, por los siglos de los siglos.
Dios todopoderoso y eterno, que eres admirable en tus santos, concédenos celebrar con
alegría la fiesta de san Clemente, sacerdote y mártir de tu Hijo, quien dio testimonio, con su
muerte, de los misterios que celebraba y confirmó, con su ejemplo, lo que predicaba con su
palabra. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Dios nuestro, que en san Columbano uniste de modo admirable la misión evangelizadora y
la vida monástica; por su intercesión y ejemplo, concédenos que te busquemos a ti sobre
todas las cosas y trabajemos con empeño por la extensión de tu reino. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Concédenos, Señor, que esta ofrenda sea agradable a tus ojos, nos otorgue la gracia de
servirte con amor, y nos obtenga los gozos eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Después de haber recibido los dones pascuales te pedimos humildemente, Señor, que la
Eucaristía que tu Hijo nos mandó celebrar en su memoria aumente la caridad en todos
nosotros. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
En aquellos días: Los delegados del rey Antíoco, encargados de imponer la apostasía,
llegaron a la ciudad de Modín para exigir que se ofrecieran los sacrificios. Se presentaron
muchos israelitas, pero Matatías y sus hijos se agruparon aparte. Entonces los enviados del
rey fueron a decirle: “Tú eres un jefe ilustre y gozas de autoridad en esta ciudad, respaldado
por hijos y hermanos. Sé el primero en acercarte a ejecutar la orden del rey, como lo han
hecho todas las naciones, y también los hombres de Judá y los que han quedado en
Jerusalén. Así tú y tus hijos serán contados entre los amigos del rey y gratificados con plata,
oro y numerosos regalos”. Matatías respondió en alta voz: “Aunque todas las naciones que
están bajo el dominio del rey lo obedezcan y abandonen el culto de sus antepasados para
someterse a sus órdenes, yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos fieles a la
Alianza de nuestros padres. El Cielo nos libre de abandonar la Ley y los preceptos.
Nosotros no acataremos las órdenes del rey desviándonos de nuestro culto, ni a la derecha
ni a la izquierda”. Cuando acabó de pronunciar estas palabras un judío se adelantó a la vista
de todos, para ofrecer un sacrificio sobre el altar de Modín, conforme al decreto del rey. Al
ver esto, Matatías se enardeció de celo y se estremecieron sus entrañas, y dejándose llevar
por una justa indignación, se abalanzó y lo degolló sobre el altar. Ahí mismo mató al
delegado real que obligaba a ofrecer los sacrificios y destruyó el altar. Así manifestó su
celo por la Ley, como lo había hecho Pinjás con Zimrí, hijo de Salú. Luego comenzó a
gritar por la ciudad con todas sus fuerzas: “Todo el que sienta celo por la Ley y quiera
mantenerse fiel a la Alianza, que me siga”. Y abandonando todo lo que poseían en la
ciudad, él y sus hijos huyeron a las montañas. Entonces muchos judíos, amantes de la
justicia y el derecho, se retiraron al desierto para establecerse allí.
Palabra de Dios.
Comentario
Definitivamente, el texto no quiere enseñarnos a ser violentos, aunque otros nos obliguen a
hacer algo que esté en contra de nuestras convicciones. Pero sí nos enseña a considerar lo
importante que es vivir y manifestar lo que creemos en todo tiempo, y ante cualquier
persona o poder.
El Dios de los dioses, el Señor, habla para convocar a la tierra desde la salida del sol hasta
el ocaso. El Señor resplandece desde Sión, que es el dechado de toda hermosura. R.
“Reúnanme a mis amigos, a los que sellaron mi Alianza con un sacrificio”. ¡Que el cielo
proclame su justicia, porque el Señor es el único Juez! R.
“Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza y cumple tus votos al Altísimo; invócame en los
momentos de peligro: Yo te libraré, y tú me glorificarás”. R.
Cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo:
“¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto
a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con
empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que
están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el
tiempo en que fuiste visitada por Dios”.
Comentario
Sigue y seguirá siempre resonando el planteo: “Si conocieras lo que conduce a la paz”. La
paz proviene de un conocimiento interno y de un camino. Debemos saber cómo caminar y
hacia dónde hacerlo para lograrla. Este caminar es comunitario, porque es imposible
proyectar solos.
Oración introductoria
Señor, ayúdame a comprender en esta oración lo que puede conducirme a la paz y a la
auténtica felicidad. Abre mi mente y mi corazón, aumenta mi fe, acrecienta mi confianza,
inflámame de tu amor y ayúdame a aprovechar esta oportunidad que me das para
encontrarme contigo en esta meditación.
Petición
Meditación
Hoy, la imagen que nos presenta el Evangelio es la de un Jesús que «lloró» (Lc 19,41) por
la suerte de la ciudad escogida, que no ha reconocido la presencia de su Salvador.
Conociendo las noticias que se han dado en los últimos tiempos, nos resultaría fácil aplicar
esta lamentación a la ciudad que es —a la vez— santa y fuente de divisiones.
Pero mirando más allá, podemos identificar esta Jerusalén con el pueblo escogido, que es la
Iglesia, y —por extensión— con el mundo en el que ésta ha de llevar a término su misión.
Si así lo hacemos, nos encontraremos con una comunidad que, aunque ha alcanzado cimas
altísimas en el campo de la tecnología y de la ciencia, gime y llora, porque vive rodeada por
el egoísmo de sus miembros, porque ha levantado a su alrededor los muros de la violencia y
del desorden moral, porque lanza por los suelos a sus hijos, arrastrándolos con las cadenas
de un individualismo deshumanizante. En definitiva, lo que nos encontraremos es un
pueblo que no ha sabido reconocer el Dios que la visitaba (cf. Lc 19,44).
Jesús llora por Jerusalén. Y profetiza una realidad que seguimos contemplando hoy. Existe
división, existen enfrentamientos, existe desencuentro, existen guerras. A lo largo de todo
el Antiguo Testamento la tierra prometida ha sido un punto de referencia, una esperanza y
hasta cierto punto la garantía de un pueblo. Sin embargo, no es suficiente para la salvación,
la tierra no deja de ser un lugar y sus miembros los responsables de lo que en ella sucede.
El pasaje de hoy parece sorprendente. Por un lado Jesús profetiza una realidad negativa de
este mundo y por otro llora por el presente y el futuro de un pueblo. Jesús ama su tierra,
ama a su pueblo y sufre por lo que no ve en él. El enfrentamiento es consecuencia de no
entender lo que conduce a la paz, de obstinarse en creer que la paz global no es el resultado
de la paz con uno mismo. Quizás, cuando Jesús llora, está teniendo presente todas las
guerras que se sucederán en el tiempo, todo el dolor que el hombre se produce a sí mismo.
Y es que el hombre, la criatura que Dios ama con ternura, puede destruirse a sí mismo.
Podemos pensar en la guerra como en algo lejano en el espacio y en el tiempo, algo ajeno a
nuestra realidad cotidiana. Y algo por lo que no podemos hacer mucho. Sin embargo
nosotros podemos ser ángeles de paz o demonios de guerra. Porque la guerra en definitiva
es el odio, es el rencor, el tomarse la justicia por su mano. Cuando no perdonamos una falta
de caridad que han tenido con nosotros, cuando guardamos y recordamos el mal que nos
han hecho, no estamos entendiendo lo que conduce a la paz.
Propósito
Buscar la paz, que es fruto del amor y del perdón, de la comprensión y de la lucha por
mejorar y amar sin medida. Jesús llora porque nos obstinamos en no aceptar las normas
flexibles del amor.
A san Andrés y sus compañeros se los recuerda en representación de los 117 mártires que
murieron en Vietnam entre los siglos XVIII y XIX. Entre el total, se encontraban obispos,
sacerdotes, laicos y laicas, padres de familia y campesinos. Andrés era sacerdote y
catequista.
Antífona Cf. Gál 6, 14; 1Cor 1, 18
Sólo nos gloriaremos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. El mensaje de la cruz es fuerza
de Dios para nosotros, que hemos sido salvados.
Oración colecta
Señor Dios, fuente y origen de toda paternidad, que otorgaste a los santos mártires Andrés y
compañeros permanecer fieles a la cruz de tu Hijo hasta derramar su sangre, concédenos,
por su intercesión, que propagando tu amor entre los hermanos podamos llamarnos y ser en
verdad hijos tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Recibe, Padre santo, los dones que te presentamos en la memoria de los santos mártires;
concédenos serte fieles en las adversidades de la vida y convertirnos en una ofrenda
agradable a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Mt 5, 10
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el
Reino de los cielos.
Judas Macabeo y sus hermanos dijeron: “Nuestros enemigos han sido aplastados; subamos
a purificar el Santuario y a celebrar su dedicación”. Entonces se reunió todo el ejército y
subieron al monte Sión. El día veinticinco del noveno mes, llamado Quisleu, del año ciento
cuarenta y ocho, se levantaron al despuntar el alba y ofrecieron un sacrificio conforme a la
Ley, sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían erigido. Este fue dedicado con
cantos, cítaras, arpas y címbalos, justamente en el mismo mes y en el mismo día en que los
paganos lo habían profanado. Todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y adoraron y
bendijeron al Cielo que les había dado la victoria. Durante ocho días celebraron la
dedicación del altar, ofreciendo con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de
acción de gracias. Adornaron la fachada del Templo con coronas de oro y pequeños
escudos, restauraron las entradas y las salas, y les pusieron puertas. En todo el pueblo reinó
una inmensa alegría, y así quedó borrado el ultraje infligido por los paganos. Judas, de
acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó que cada año, a su
debido tiempo y durante ocho días a contar del veinticinco del mes de Quisleu, se celebrara
con júbilo y regocijo el aniversario de la dedicación del altar.
Palabra de Dios.
Comentario
¡Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre! R.
Aleluya Jn 10, 27
Aleluya. “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”, dice el Señor.
Aleluya.
Comentario
Oración introductoria
Señor, así como purificaste el templo de Jerusalén, te suplico vengas hoy a este encuentro
en la oración para que me muestres qué tengo que expulsar de mi vida para quedar
purificado, reconciliado, digno de Ti, porque anhelo que vengas hacer en mí tu morada.
Petición
Espíritu Santo, ilumina mi entendimiento para conocer la voluntad divina sobre mí.
Meditación
Hoy, el gesto de Jesús es profético. A la manera de los antiguos profetas, realiza una acción
simbólica, plena de significación de cara al futuro. Al expulsar del templo a los mercaderes
que vendían las víctimas destinadas a servir de ofrenda y al evocar que «la casa de Dios
será casa de oración» (Is 56,7), Jesús anunciaba la nueva situación que Él venía a inaugurar,
en la que los sacrificios de animales ya no tenían cabida. San Juan definirá la nueva
relación cultual como una «adoración al Padre en espíritu y en verdad» (Jn 4,24). La figura
debe dejar paso a la realidad. Santo Tomás de Aquino decía poéticamente: «Et antiquum
documentum / novo cedat ritui» (Que el Testamento Antiguo deje paso al Rito Nuevo»).
El Rito Nuevo es la palabra de Jesús. Por eso, san Lucas ha unido a la escena de la
purificación del templo la presentación de Jesús predicando en él cada día. El culto nuevo
se centra en la oración y en la escucha de la Palabra de Dios. Pero, en realidad, el centro del
centro de la institución cristiana es la misma persona viva de Jesús, con su carne entregada
y su sangre derramada en la cruz y dadas en la Eucaristía. También santo Tomás lo remarca
bellamente: «Recumbens cum fratribus (…) se dat suis manibus» («Sentado en la mesa con
los hermanos (…) se da a sí mismo con sus propias manos»).
En el Nuevo Testamento inaugurado por Jesús ya no son necesarios los bueyes ni los
vendedores de corderos. Lo mismo que «todo el pueblo le oía pendiente de sus labios» (Lc
19,48), nosotros no hemos de ir al templo a inmolar víctimas, sino a recibir a Jesús, el
auténtico cordero inmolado por nosotros de una vez para siempre (cf. He 7,27), y a unir
nuestra vida a la suya.
El pasaje de hoy nos muestra una cara de Jesús muy sorprendente. Tras haber llorado por
Jerusalén, parece contradictorio contemplar un primer momento de ternura y otro de dureza
casi seguidos en el tiempo.
Los sumos sacerdotes, los escribas y notables del pueblo saben muy bien de qué se trata
todo esto y quieren quitarlo de en medio, que no les paralice ni boicotee sus negocios.
Parece que Jesús se enfada con mercaderes y vendedores, y en parte es así. Pero su enfado
no viene por su profesión, su enfado no va dirigido a los de fuera del templo, va dirigido a
los de dentro. Esto que parece una apreciación sin importancia la tiene y mucha, pues el
mensaje que Jesús quiere transmitir va encaminado a cada uno de nosotros. Sí, a cada uno
de los cristianos que vamos a visitar el templo, a cada uno de los sacerdotes y religiosos que
sirven de manera especial al Señor y a cada uno de los que llevan la iglesia con una
responsabilidad mayor y de dirección. El mensaje es único: " mi casa es casa de oración”.
¿Qué querrá decirnos Jesús con esto? Quizás esté pensando en las personas que muchas
veces usamos la iglesia como medio para nuestros intereses, quizás esté pensando en cada
hijo suyo que frecuenta los sacramentos y no se acaba de convencer de que lo importante
verdaderamente es servir sin ser visto, sin sacar tajada, sin que nadie lo note.
A la Iglesia hemos de acudir con la confianza de un niño pero con un corazón que ore, que
busque el encuentro verdadero con Dios, y no con los hermanos que pueden terminar en
negociaciones ajenas al dueño de la casa. La Iglesia indudablemente es un misterio, y está
llena de humanidad, y cuenta con fallos humanos.
Lo que estaba prefigurado en el antiguo Templo, está realizado, por el poder del Espíritu
Santo, en la Iglesia: la Iglesia es la "casa de Dios", el lugar de su presencia, donde podemos
hallar y encontrar al Señor; la Iglesia es el Templo en el que habita el Espíritu Santo que la
anima, la guía y la sostiene. Si nos preguntamos: ¿dónde podemos encontrar a Dios?
¿Dónde podemos entrar en comunión con Él a través de Cristo? ¿Dónde podemos encontrar
la luz del Espíritu Santo que ilumine nuestra vida? La respuesta es: en la Iglesia. Aquí
encontraremos a Jesús, al Espíritu Santo y al Padre.
Con nuestra vida sincera y sencilla y nuestra actitud orante formamos también esa otra
Iglesia: la Iglesia de los Santos, la Iglesia que es camino de Salvación, la Iglesia compañera
nuestra en la gran aventura de encontrarnos con Dios.
Propósito
Acudir a la Iglesia con la confianza de un niño, pero con un corazón que ore, que busque el
encuentro verdadero con Dios.
¡Gracias Padre, Señor del cielo y de la tierra, por este momento de oración! ¡Gracias por el
don de tu amistad, de tu gracia y de tu misericordia! No quiero escatimar esfuerzo alguno
por crecer en mi vida de oración, con tu gracia, lo podré lograr.
Esta fiesta celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a su
Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para que
pueda transformar el mundo en el cual camina.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste restaurar todas las cosas por tu amado Hijo, Rey
del universo, te pedimos que la creación entera, liberada de la esclavitud del pecado, te
sirva y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Así habla el Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él.
Como el pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así me
ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían dispersado, en un
día de nubes y tinieblas. Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar –
oráculo del Señor–. Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la
herida y sanaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y robusta. Yo las
apacentaré con justicia. En cuanto a ustedes, ovejas de mi rebaño, así habla el Señor: “Yo
Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y chivos”.
Palabra de Dios.
Comentario
Dios ve que su pueblo, su rebaño, ha sufrido mucho. Ya no puede confiar en una autoridad
humana que se haga cargo de pastorear a este pueblo, por lo que proclama que él mismo se
hará cargo de cuidarlo. Al hacerlo, lo hará con justicia y amor hacia las ovejas más
castigadas.
Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa
rebosa. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino
al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la
resurrección. En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en
Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos; luego,
aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida. En seguida vendrá el fin,
cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo
Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos
los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte. Y
cuando el universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a Aquel que
le sometió todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos.
Palabra de Dios.
Comentario
Para Pablo, la comparación entre Adán y Cristo sirve para demostrar que el pecado nunca
puede vencer a la Gracia, que la vida es mucho más fuerte que la muerte. Por consiguiente,
debemos poner la vida en Cristo, que nos lleva a vivir en la verdadera comunión con Dios.
Aleluya Mc 11, 9. 10
Aleluya. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el Reino que ya viene, el
Reino de nuestro padre David! Aleluya.
Jesús dijo a sus discípulos: Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos
los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su
presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y
pondrá a aquellas a su derecha y a éstos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga
a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue
preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de
comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me
vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”. Los justos le responderán:
“Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos
enfermo o preso, y fluimos a verte?”. Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez
que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”. Luego dirá a
los de su izquierda: “Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado
para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve
sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me
vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron”. Éstos, a su vez, le preguntarán: “Señor,
¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te
hemos socorrido?”. Y él les responderá: “Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con
el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo”. Estos irán al castigo
eterno, y los justos a la Vida eterna.
Palabra del Señor.
Comentario
“Este texto tiene que ser comprendido a la luz de una doble dimensión. La universalidad de
la esperanza que nos abre la cruz de Jesús de Nazaret, como el signo de una comunión
incondicional y escandalosa y a la luz del espíritu de las bienaventuranzas. ‘Vengan,
benditos y benditas de mi Padre, y reciban en herencia el Reino’. [...] La cruz nos compele
a compartir esa certeza con todas y todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia, que
pacientemente van construyendo una nueva comunidad, que lloran por los sistemas que
siempre desesperanzan pero que saben que ahora son consolados y que todos y todas
estamos convocados a heredar esta tierra resucitada donde reina Dios”.
Oración introductoria
Señor mío, Tú eres mi Dios, mi Señor, mi Redentor. Quiero que seas mi Rey, mi Dueño.
Toma mi libertad, mi voluntad, mi mente y mi corazón. Quiero que Tú imperes en mí con
la fuerza de tu bondad, de tu misericordia y de tu caridad. Aleja de mi alma todo aquello
que me separa de Ti y ven a instaurar tu Reino en mi corazón.
Petición
Jesús, ayúdame a luchar todos los días para hacerte reinar más en mi corazón y en el de los
demás. ¡Venga tu Reino!
Meditación
1.- Tuvo como trono la cruz. Aunque la fiesta de Cristo Rey fue instituida por el Papa Pío
XI en 1925 para luchar contra la sociedad laicista y exaltar la primacía de Jesucristo, fue
muchas veces mal entendida. Desde hace unos años se trasladó su celebración del último
domingo de octubre al último domingo del Año Litúrgico, para significar la culminación de
nuestra salvación. ¿Tiene sentido celebrar hoy esta fiesta? Por supuesto que sí, porque lo
que queremos celebrar es que Jesucristo debe ser lo más importante de nuestra vida, debe
reinar en nuestro corazón. Sólo así le seguiremos con todas nuestras fuerzas y podremos
gozar de su amor. Un rey existe para servir a su pueblo, el espíritu de servicio a la
comunidad es lo que justifica su ser. Así lo hizo Jesús, que tuvo como trono la cruz, como
cetro una simple caña, como manto una ridícula túnica de color púrpura y coronó su cabeza
con una corona de espinas. ¿Podía ser Él el rey de los judíos? Indudablemente, su reino no
era de este mundo, pero sí para este mundo. El escepticismo de Pilato ante la verdad
coincide con el agnosticismo que muchos dicen profesar en nuestro tiempo. ¿Es que es
imposible encontrar la verdad? Sin embargo, la verdad se encuentra dentro de ti, como
testimonió el gran buscador de la verdad Agustín de Hipona. No te desparrames, entra en ti
mismo y la encontrarás. La Verdad es el propio Jesucristo, deja que El ilumine tu oscuridad
y se disiparán todas tus dudas.
2. Mi reino no es de este mundo. En los evangelios nunca aparece definido en términos
claros el reino de Dios. En las parábolas sobre el reino se nos dice que el reino de Dios es
como un grano, una semilla que se siembra y va naciendo y creciendo muy lentamente (Mt
4, 26), o como el grano de mostaza (Mt 11, 28), o como una realidad que ya está entre
nosotros, ¿el mismo Jesús?, (Lc 7, 21), o como una realidad que se hará del todo presente
después de la parusía, de la segunda venida del Señor. Quizá, en esta reflexión homilética,
lo más importante sea que cada uno de nosotros vea y examine en su conciencia en qué
sentido Jesucristo es para él rey, en la vida pública y privada, y qué pide él cuando reza
todos los días “venga a nosotros tu reino”. Para mí, Jesucristo es mi rey porque manda en
mi corazón y en mi conducta diaria, y quiero que venga a nosotros su reino porque quiero
que Jesucristo sea el modelo de hombre que viva en mi sociedad. Quiero que Jesucristo sea
para todos nosotros modelo de vida, camino directo para llegar al Padre, testigo de la única
y verdadera verdad que merece la pena defender; quiero que en nuestro mundo Jesucristo
sea visto como el auténtico rostro misericordioso de nuestro Padre Dios. Quiero que venga
pronto a nosotros “su reino”, es decir, un reino de paz, de justicia, de amor; un reino en el
que todos podamos vivir como hermanos y como auténticos hijos del único Dios verdadero.
3.- Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo
respetarán. El profeta Daniel, en lenguaje apocalíptico, nos habla de un anciano, Dios, que
envía desde el cielo a un “hijo de hombre” al que se le da poder real y dominio sobre todos
los pueblos, naciones y lenguas. Nosotros, los cristianos, siempre hemos visto en esta figura
del hijo de hombre a Jesucristo, rey del universo. El mismo Jesús, en los evangelios, se da
más de una vez a sí mismo este título de “hijo de hombre”. Sí, Jesús fue un hombre como
nosotros en todo, menos en el pecado, a quien Dios Padre envió a la tierra para salvarnos a
todos. Debemos celebrar hoy con gozo esta fiesta de Cristo Rey, proclamándole libre y
agradecidamente nuestro rey, rey de nuestros corazones, que queremos que dirija y guíe
nuestro diario vivir.
4.- Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los
reyes de la tierra. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. El testigo fiel es el
que da testimonio de la verdad del que habla. Jesucristo fue el testigo fiel de la verdad del
Padre, a quien el Padre envió precisamente a este mundo para eso: para ser testigo de la
verdad, como el mismo Jesús le dice a Pilatos. Para nosotros, los cristianos, Jesucristo es la
verdad suprema, antes de todas las demás verdades científicas, sociales o políticas. En este
sentido, repetimos una vez más, es nuestro rey. Nosotros no despreciamos nunca las
verdades científicas, sociales y políticas, pero las sometemos a la verdad suprema que es
Jesucristo. Nos referimos a Jesucristo visto como persona, no como una teoría, visto como
testigo fiel de la verdad del Padre, como nuestro modelo de vida, como nuestro camino
espiritual para llegar a Dios, como nuestro maestro, como nuestro rey. A él sea la gloria y el
poder por los siglos de los siglos.
Propósito
Asistir, preferentemente en familia, a la Sagrada Eucaristía que celebra hoy a Cristo Rey.
Señor, somos súbditos fieles tuyos, del Rey de reyes. Estamos comprometidos a ser los
dispensadores de tu paz, de tu perdón, de tu amor. Ahora, nos toca la lucha de cada día, e ir
teñidos en sangre, como nuestro Rey en el pretorio de Pilato y en la cruz. ¿El día de
mañana?..., nos tocará ceñir corona de oro y manto de púrpura, como Tu, el Rey inmortal
de los siglos....
De la feria. Verde
El Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de
corazón.
Oración colecta
Despierta, Padre, la voluntad de tus fieles para que, buscando con fervor los frutos de la
gracia divina, recibamos con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Recibe, Señor, los dones sagrados que mandaste ofrecer a tu nombre, y ayúdanos a
obedecer siempre tus mandamientos para que ellos nos hagan dignos de tu amor. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Alaben al Señor, todas las naciones, porque es inquebrantable su amor por nosotros.
Dice el Señor: “Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo”.
El tercer año del reinado de Joaquím, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de
Babilonia, y la sitió. El Señor entregó en sus manos a Joaquím, rey de Judá, y una parte de
los objetos de la Casa de Dios. Nabucodonosor los llevó al país de Senaar, y depositó los
objetos en el tesoro de su dios. El rey ordenó a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que
seleccionara entre los israelitas de estirpe real o de familia noble algunos jóvenes sin
ningún defecto físico, de buena presencia, versados en toda clase de sabiduría, dotados de
conocimiento, inteligentes y aptos para servir en el palacio del rey, a fin de que se los
instruyera en la literatura y en la lengua de los caldeos. El rey les asignó para cada día una
porción de sus propios manjares y del vino que él bebía. Ellos debían ser educados durante
tres años, y al cabo de esos años se pondrían al servicio del rey. Entre ellos se encontraban
Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran judíos. Daniel estaba decidido a no
contaminarse con los manjares del rey y con el vino que él bebía, y rogó al jefe de los
eunucos que no lo obligara a contaminarse. Dios hizo que él se ganara el afecto y la
simpatía del jefe de los eunucos. Pero éste dijo a Daniel: “Yo temo a mi señor el rey, que
les ha asignado la comida y la bebida; si él llega a ver el rostro de ustedes más demacrado
que el de los jóvenes de su misma edad, ustedes harían peligrar mi cabeza delante del rey”.
Daniel dijo al guardia a quien el jefe de los eunucos había confiado el cuidado de Daniel,
Ananías, Misael y Azarías: “Por favor, pon a prueba a tus servidores durante diez días; que
nos den legumbres para comer y agua para beber; compara luego nuestros rostros con el de
los jóvenes que comen los manjares del rey, y actúa con tus servidores conforme a lo que
veas”. Él aceptó la propuesta, y los puso a prueba durante diez días. Al cabo de esos días, se
vio que ellos tenían mejor semblante y estaban más rozagantes que todos los jóvenes que
comían los manjares del rey. Desde entonces, el guardia les retiró los manjares y el vino
que debían tomar, y les dio legumbres. Dios concedió a estos cuatro jóvenes ciencia e
inteligencia en todo lo referente a la literatura y la sabiduría, y Daniel podía entender
visiones y sueños de toda índole. Al cabo de los días que el rey había fijado para que le
fueran presentados los jóvenes, el jefe de los eunucos los llevó ante Nabucodonosor. El rey
conversó con ellos, y entre todos no se encontró ningún otro como Daniel, Ananías, Misael
y Azarías. Ellos permanecieron al servicio del rey, y en todo lo que el rey les preguntó
sobre cuestiones de sabiduría y discernimiento, los encontró diez veces superiores a todos
los magos y adivinos que había en todo su reino.
Palabra de Dios.
Comentario
“No tengamos miedo, sólo él nos pide fidelidad y paciencia. Fidelidad como Daniel, que ha
sido fiel a su Dios y ha adorado a Dios hasta el final” (Papa Francisco, 15/9/2014).
[Sal] Dn 3, 52-56
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu santo y glorioso Nombre. R.
Bendito seas tú, que sondeas los abismos y te sientas sobre los querubines. R.
Aleluya. Estén prevenidos y preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos
pensada. Aleluya.
Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del
Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas
monedas de cobre, y dijo: “Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie.
Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, era ella, de su
indigencia, dio todo lo que tenía para vivir”.
Comentario
Es muy importante ver más allá de lo que nuestros ojos nos muestran. Nuestra mirada
rápida, desatenta, nos mostraría que los ricos daban más dinero que los pobres. Pero Jesús
no se dejó llevar por la cantidad, sino por el corazón. De esta manera, pudo ver que la viuda
era más generosa que todos los demás.
Oración introductoria
Señor, contemplando el ejemplo de la viuda pobre del Evangelio, quiero ofrecerte mi vida
entera, quiero entregártela sin reservas, como lo hizo la Virgen María. Concédeme tu gracia
en esta oración para que este ofrecimiento sea una realidad al darte todo mi amor y todo mi
ser, con alegría y generosidad.
Petición
Señor, enséñame a darlo todo por Ti y por los demás, con alegría, generosidad y caridad.
Meditación
Hay en la escena algunos ricos echando grandes cantidades de dinero para Dios. Es lo que
significa su ofrenda al Templo. Dios no mira las apariencias como los hombres.
Precisamente porque no mira las apariencias se impresionó por el gesto de esa mujer pobre.
Lo ha dado todo para Dios, ¡todo lo que tenía para su existencia! Y Cristo no se ha quedado
indiferente ante tan grandioso gesto. Si hasta lo ha comunicado a sus apóstoles como
diciendo: "aprended de esa mujer lo que es creer de veras en Dios". Darlo todo. Y hay tanta
gente que lo da todo en nuestro mundo del siglo XXI y, quizás sería importante abrir más
los ojos y no dejarnos impresionar por las apariencias sino mirar con la mirada de Cristo y
obrar con la generosidad de esa viuda. Porque para Dios ella no ha quedado desamparada.
Porque a los que así obran Dios no los abandona sino que se conmueve de amor ante sus
pequeños actos de generosidad. Pensemos sólo que gracias a ese pequeño acto de la viuda
ella sigue siendo hasta ahora modelo para nosotros.
Hoy, como casi siempre, las cosas pequeñas pasan desapercibidas: limosnas pequeñas,
sacrificios pequeños, oraciones pequeñas (jaculatorias); pero lo que aparece como pequeño
y sin importancia muchas veces constituye las obras maestras: tanto de las grandes obras de
arte como de la obra máxima de la santidad personal.
Por el hecho de pasar desapercibidas esas cosas pequeñas, su rectitud de intención está
garantizada: no buscamos con ellas el reconocimiento de los demás ni la gloria humana.
Sólo Dios las descubrirá en nuestro corazón, como sólo Jesús se percató de la generosidad
de la viuda. Es más que seguro que la pobre mujer no hizo anunciar su gesto con un toque
de trompetas, y hasta es posible que pasara bastante vergüenza y se sintiera ridícula ante la
mirada de los ricos, que echaban grandes donativos en el templo y hacían alarde de ello. Sin
embargo, su generosidad, que le llevó a sacar fuerzas de flaqueza en medio de su
indigencia, mereció el elogio del Señor, que ve el corazón de las personas.
La generosidad de la viuda pobre es una buena lección para nosotros, los discípulos de
Cristo. Podemos dar muchas cosas, pero nada de eso tendrá valor si solamente damos “de
lo que nos sobra”, sin amor y sin espíritu de generosidad, sin ofrecernos a nosotros mismos.
Dice san Agustín: «Ellos ponían sus miradas en las grandes ofrendas de los ricos,
alabándolos por ello. Aunque luego vieron a la viuda, ¿cuántos vieron aquellas dos
monedas?... Ella echó todo lo que poseía. Mucho tenía, pues tenía a Dios en su corazón. Es
más tener a Dios en el alma que oro en el arca». Bien cierto: si somos generosos con Dios,
Él lo será más con nosotros.
Propósito
No ofrecer lo que me sobra, tomar ejemplo de la viuda que da todo lo que tenía para vivir, y
así se da a sí misma. Dar mi tiempo al escuchar con atención, acompañar, ayudar,
agradecer, servir a los demás.
Señor, no te puedo dar nada que no haya recibido de Ti, por lo que pongo en tus manos mi
amor y mi total dependencia a tu voluntad. Con tu gracia podré vivir desprendido de las
cosas y sabré darme con más generosidad y más amor a los demás.
De la feria Verde.
Martirologio Romano: En París, Francia, santa Catalina Labouré, virgen de las Hijas de
la Caridad, que de manera singular honró a la Inmaculada y brilló por su sencillez, caridad
y paciencia († 1876). Fecha de beatificación: 28 de mayo de 1933 por el Papa Pío Pío
XI. Fecha de canonización: 27 de julio de 1947 por el Papa Pío XII.
El Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de
corazón.
Oración colecta
Despierta, Padre, la voluntad de tus fieles para que, buscando con fervor los frutos de la
gracia divina, recibamos con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Recibe, Señor, los dones sagrados que mandaste ofrecer a tu nombre, y ayúdanos a
obedecer siempre tus mandamientos para que ellos nos hagan dignos de tu amor. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Dice el Señor: “Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo”.
Oración después de la comunión
Lectura Dn 2, 31-45
Daniel dijo al rey Nabucodonosor: Tú, rey, estabas mirando, y viste una gran estatua. Esa
estatua, enorme y de un brillo extraordinario, se alzaba delante de ti, y su aspecto era
impresionante. Su cabeza era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus
caderas, de bronce; sus piernas, de hierro, y sus pies, parte de hierro y parte de arcilla. Tú
estabas mirando, y de pronto se desprendió una piedra, sin que interviniera ninguna mano:
ella golpeó la estatua sobre sus pies de hierro y de arcilla, y los pulverizó. Entonces fueron
pulverizados al mismo tiempo el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; fueron como
la paja en la era durante el verano: el viento se los llevó y no quedó ningún rastro. En
cuanto a la piedra que había golpeado la estatua, se convirtió en una gran montaña, y llenó
toda la tierra. Este fue el sueño; ahora diremos su interpretación en presencia del rey. Tú,
rey, eres el rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha conferido la realeza, el poder, la fuerza
y la gloria; él ha puesto en tus manos a los hombres, los animales del campo y las aves del
cielo, cualquiera sea el lugar donde habitan, y te ha hecho dominar sobre todos ellos: por
eso la cabeza de oro eres tú. Después de ti surgirá otro reino inferior a ti, y luego aparecerá
un tercer reino, que será de bronce y dominará sobre toda la tierra. Y un cuarto reino será
duro como el hierro: así como el hierro tritura y pulveriza todo –como el hierro que
destroza– él los triturará y destrozará a todos ellos. También has visto los pies y los dedos,
en parte de arcilla de alfarero y en parte de hierro, porque ese será un reino dividido: habrá
en él algo de la solidez del hierro, conforme a lo que has visto del hierro mezclado con la
masa de arcilla; pero como los dedos de los pies son en parte de hierro y en parte de arcilla,
una parte del reino será fuerte, y una parte frágil. Tú has visto el hierro mezclado con la
masa de arcilla, porque ellos se mezclarán entre sí por lazos matrimoniales, pero no
llegarán a adherirse mutuamente, como el hierro no se mezcla con la arcilla. Y en los días
de estos reyes, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido y cuya realeza
no pasará a otro pueblo: él pulverizará y aniquilará a todos esos reinos, y él mismo
subsistirá para siempre, porque tú has visto que una piedra se desprendía de la montaña, sin
la intervención de ninguna mano, y ella pulverizó el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el
oro. El Dios grande hace conocer al rey lo que va a suceder en adelante. El sueño es cierto
y su interpretación digna de fe.
Palabra de Dios.
Comentario
Daniel, frente al rey de Babilonia, tiene que animarse a decirle que su reino no será eterno y
que lo sucederán otras monarquías hasta que se muestre el reino de Dios. No hay poder
humano que dure eternamente. Por eso, aunque sean muy grandes, los reyes tendrán que
aprender a considerar que todo lo terreno es transitorio.
[Sal] Dn 3, 57-61
Todas las aguas que están sobre los cielos, bendigan al Señor. R.
Aleluya Apoc 2, 10
Algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y
ofrendas votivas. Entonces Jesús dijo: “De todo lo que ustedes contemplan, un día no
quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. Ellos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo
tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?”. Jesús respondió: “Tengan
cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: ‘Soy
yo’, y también: ‘El tiempo está cerca’. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y
revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el
fin”.
Comentario
También Jesús es capaz de decir que todo es transitorio, aún el Templo, la casa de Dios, el
Lugar Santo que el mismo Señor había mandado a construir y que con tanto esfuerzo se
había edificado. Nada es eterno. Ni siquiera esto. Solo el Señor, y su Palabra, vivirán
eternamente.
Oración introductoria
Señor y Dios mío, buscarte equivale a encontrarte, porque siempre Tú estás dispuesto,
esperándome en el Sagrario y en la oración. No quiero anteponer nada a tu amor que es lo
único definitivo y seguro que tengo en la vida. ¡Ven Espíritu Santo! Ilumina y guía esta
meditación.
Petición
Señor, concédeme la gracia de afianzar mi vida en Ti para poder ser testigo y misionero de
tu amor.
Meditación
La historia humana comienza con la creación del hombre y la mujer a imagen y semejanza
de Dios y concluye con el juicio final de Cristo. A menudo se olvidan estos dos polos de la
historia, y sobre todo la fe en el retorno de Cristo y en el juicio final a veces no es tan clara
y firme en el corazón de los cristianos. Jesús, durante la vida pública, se detuvo
frecuentemente en la realidad de su última venida. Ante todo recordemos que, con la
Ascensión, el Hijo de Dios llevó junto al Padre nuestra humanidad que Él asumió y quiere
atraer a todos hacia sí, llamar a todo el mundo para que sea acogido entre los brazos
abiertos de Dios, para que, al final de la historia, toda la realidad sea entregada al Padre.
Pero existe este "tiempo inmediato" entre la primera venida de Cristo y la última, que es
precisamente el tiempo que estamos viviendo.
Quiere que vivamos velando para cuando venga, pero velando como siervos fieles, esto es,
cumpliendo como el soldado que tiene una misión en la vida. "Velar" por tanto no es estar
en estado de terror e infundiendo terror en los demás, sino "trabajar" por hacer que cada día
más este Rey sea más adorado y amado por los hombres; para que el imperio del amor
triunfe sobre los mezquinos deseos humanos.
Pero en cambio si el cristiano trabaja firme y constante por edificar su propia casa en Roca
firme; si se empeña por trabajar en la viña del Señor y sacar fruto abundante, el ciento por
uno; si procura que en su casa jamás falte el aceite para su lámpara, no sea que venga el
Esposo; si se esmera en realizar cuanto le ha sido confiado por el Dueño, como siervo
trabajador; si, en fin, saca tiempo de debajo de las piedras y hace del amor su tesoro, y
reproduce todos sus talentos, ¿le quedará tiempo para aterrarse por el fin del mundo? Creo
firmemente que no!
Nosotros, discípulos del Hijo de Dios hecho hombre, de Jesús, escuchamos sus palabras y,
haciéndolas muy nuestras, las meditamos. He aquí que nos dice: «Estad alerta, no os dejéis
engañar» (Lc 21,8). Nos lo dice Aquel que ha venido a dar testimonio de la verdad,
afirmando que aquellos que son de la verdad escuchan su voz.
Y he aquí también que nos asevera: «El fin no es inmediato» (Lc 21,9). Lo cual quiere
decir, por un lado, que disponemos de un tiempo de salvación y que nos conviene
aprovecharlo; y, por otro, que, en cualquier caso, vendrá el fin. Sí, Jesús, vendrá «a juzgar a
los vivos y a los muertos», tal como profesamos en el Credo.
Propósito
Trabajar por edificar mi casa, es decir mi vida de cada día sobre roca firme, sobre Dios. A
través de la oración, de la confianza y esperanza en Él.
Señor, sé que al final triunfará tu Reino, pero mi corazón a menudo no entiende y le cuesta
aceptar acontecimientos que parecen no tener ningún sentido, como la muerte de un joven.
Enséñame que el sentimiento puede ayudarme, pero no es lo esencial. Ayúdame a ser
optimista, a edificar mi vida en la roca firme de tu voluntad y a tenerla como mi guía en
todo mi obrar.
De la feria Verde
El Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de
corazón.
Oración colecta
Despierta, Padre, la voluntad de tus fieles para que, buscando con fervor los frutos de la
gracia divina, recibamos con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Recibe, Señor, los dones sagrados que mandaste ofrecer a tu nombre, y ayúdanos a
obedecer siempre tus mandamientos para que ellos nos hagan dignos de tu amor. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Alaben al Señor, todas las naciones, porque es inquebrantable su amor por nosotros.
O bien: Mt 28, 20
Dice el Señor: “Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo”.
El rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus dignatarios, y bebió vino en la
presencia de esos mil. Estimulado por el vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y plata
que Nabucodonosor, su padre, había sacado del Templo de Jerusalén, para que bebieran en
ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas. Entonces trajeron los vasos de
oro que habían sido sacados del Templo, de la Casa de Dios en Jerusalén, y bebieron en
ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas. Mientras bebían vino,
glorificaban a los dioses de oro y plata, de bronce, hierro, madera y piedra. De pronto,
aparecieron unos dedos de mano humana, que escribían sobre el estuco del muro del
palacio real, frente al candelabro, y el rey veía el extremo de esa mano que escribía.
Entonces el rey cambió de color y sus pensamientos lo llenaron de espanto; se le aflojaron
todos los miembros y se entrechocaban sus rodillas. Daniel fue introducido en la presencia
del rey, y este, tomando la palabra, le dijo: “¿Así que tú eres Daniel, uno de los deportados
judíos que el rey, mi padre, hizo venir de Judá? Yo he oído decir que en ti reside el espíritu
de los dioses, y que se han hallado en ti clarividencia, perspicacia y una sabiduría superior.
Yo he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver problemas. Si tú ahora puedes
leer la inscripción y me haces conocer su interpretación, te vestirás de púrpura, llevarás un
collar de oro en tu cuello y ocuparás el tercer puesto en el reino”. Daniel tomó la palabra y
dijo en presencia del rey: “Puedes guardar para ti tus dones y dar a otros tus regalos; de
todas maneras, yo leeré al rey la inscripción y le haré conocer su interpretación. Te has
exaltado contra el Señor del cielo: han traído a tu presencia los vasos de su Casa, y han
bebido vino en ellos, tú y tus dignatarios, tus mujeres y tus concubinas; has glorificado a
los dioses de plata y oro, de bronce, hierro, madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni
entienden, pero no has celebrado al Dios que tiene en su mano tu aliento y a quién
pertenecen todos tus caminos. Por eso ha sido enviada esta mano de parte de él, y ha sido
trazada esta inscripción. Esta es la inscripción que ha sido trazada: Mené, Tequel, Parsín. Y
esta es la interpretación de las palabras: Mené: Dios ha contado los días de tu reinado y les
ha puesto fin; Tequel: tú has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso; Parsín: tu
reino ha sido dividido y entregado a los medos y a los persas”.
Palabra de Dios.
Comentario
Daniel ahora se enfrenta a Baltasar, el hijo de Nabucodonosor, el rey que ha invadido
Jerusalén y llevado cautivos a muchos judíos hacia Babilonia. Al igual que hizo con su
padre, este hombre de Dios le dice al rey que su poder es limitado, que no es eterno y es
frágil. Daniel no hizo otra cosa que hacer ver los límites de cualquier reino e institución
humana.
(Sal) Dn 3, 62-67
Aleluya Apoc 2, 10
Aleluya. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida. Aleluya.
Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Se levantará nación contra nación y
reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán
también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo eso, los
detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán
ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar
testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo
mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá
resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus
parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de
mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia
salvarán sus vidas.
Palabra el Señor.
Comentario
Al final, Jesús hace una promesa que es garantía de victoria: ‘Con su perseverancia
salvarán sus vidas’. ¡Cuánta esperanza en estas palabras! Son una llamada a la esperanza y
a la paciencia, a saber esperar los frutos seguros de la salvación, confiando en el sentido
profundo de la vida y de la historia: las pruebas y las dificultades forman parte de un
designio más grande; el Señor, dueño de la historia, conduce todo a su realización. A pesar
de los desórdenes y los desastres que agitan el mundo, el designio de bondad y de
misericordia de Dios se cumplirá. Y esta es nuestra esperanza: andar así, por este camino,
en el designio de Dios que se realizará. Es nuestra esperanza. Este mensaje de Jesús nos
hace reflexionar sobre nuestro presente y nos da la fuerza para afrontarlo con valentía y
esperanza, en compañía de la Virgen, que siempre camina con nosotros”.
Oración introductoria
Señor y Dios mío, buscarte equivale a encontrarte, porque siempre Tú estás dispuesto,
esperándome en el Sagrario y en la oración. No quiero anteponer nada a tu amor que es lo
único definitivo y seguro que tengo en la vida. ¡Ven Espíritu Santo! Ilumina y guía esta
meditación.
Peticion
Señor, concédeme la gracia de afianzar mi vida en Ti para poder ser testigo y misionero de
tu amor.
Meditación
Hoy ponemos atención en esta sentencia breve e incisiva de nuestro Señor, que se clava en
el alma, y al herirla nos hace pensar: ¿por qué es tan importante la perseverancia?; ¿por qué
Jesús hace depender la salvación del ejercicio de esta virtud?
Porque no es el discípulo más que el Maestro —«seréis odiados de todos por causa de mi
nombre» (Lc 21,17) —, y si el Señor fue signo de contradicción, necesariamente lo seremos
sus discípulos. El Reino de Dios lo arrebatarán los que se hacen violencia, los que luchan
contra los enemigos del alma, los que pelean con bravura esa “bellísima guerra de paz y de
amor”, como le gustaba decir a san Josemaría Escrivá, en qué consiste la vida cristiana. No
hay rosas sin espinas, y no es el camino hacia el Cielo un sendero sin dificultades. De ahí
que sin la virtud cardinal de la fortaleza nuestras buenas intenciones terminarían siendo
estériles. Y la perseverancia forma parte de la fortaleza. Nos empuja, en concreto, a tener
las fuerzas suficientes para sobrellevar con alegría las contradicciones.
Quien entendió mejor que nadie esta verdad salvadora, nuestra Madre del Cielo, nos
ayudará también a nosotros a comprenderla.
Propósito
Trabajar por edificar mí casa, es decir mi vida de cada día sobre roca firme, sobre Dios. A
través de la oración, de la confianza y esperanza en Él.
Señor, sé que al final triunfará tu Reino, pero mi corazón a menudo no entiende y le cuesta
aceptar acontecimientos que parecen no tener ningún sentido, como la muerte de un joven.
Enséñame que el sentimiento puede ayudarme, pero no es lo esencial. Ayúdame a ser
optimista, a edificar mi vida en la roca firme de tu voluntad y a tenerla como mi guía en
todo mi obrar.
Jueves 30 de Noviembre de 2017
(F). Rojo
Andrés era pescador junto con su familia, y de la ciudad de Cafarnaúm, a orillas del lago de
Galilea. Fue discípulo de Juan Bautista antes de conocer a Jesús. Aunque, después de
Pentecostés, no volvió a ser mencionado en el Nuevo Testamento, una antigua tradición
dice que evangelizó Grecia, donde murió mártir en Patras.
Jesús, a orillas del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Pedro y Andrés, y los llamó:
“Síganme y yo los haré pescadores de hombres”.
Oración colecta
Dios de gloria y majestad, te rogamos humildemente que el apóstol san Andrés, a quien
elegiste para ser predicador y pastor de tu Iglesia, sea ante ti nuestro perpetuo intercesor.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Dios todopoderoso, te pedimos que aceptes estos dones presentados en la fiesta de san
Andrés, y sean para nosotros fuente de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Andrés dijo a Simón, su hermano: “Hemos encontrado al Mesías, (que traducido significa
Cristo). Y lo llevó a donde estaba Jesús”.
Esta sagrada comunión nos fortalezca, Señor, para que, compartiendo la cruz de Cristo, a
ejemplo de san Andrés, podamos vivir con él en la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Hermanos: Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo
resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia,
y con la boca se confiesa para obtener la salvación. Así lo afirma la Escritura: “El que cree
en él no quedará confundido”. Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son:
todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que todo el que
invoque el nombre del Señor se salvará. Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo
creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes
predicarán, si no se los envía? Como dice la Escritura: “¡Qué hermosos son los pasos de los
que anuncian buenas noticias!”. Pero no todos aceptan el Evangelio. Así lo dice Isaías:
“Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación?”. La fe, por lo tanto, nace de la predicación y
la predicación se realiza en virtud de la palabra de Cristo. Yo me pregunto: ¿Acaso no la
han oído? Sí, por supuesto: “Por toda la tierra se extiende su voz, y sus palabras llegan
hasta los confines del mundo”.
Palabra de Dios.
Comentario
El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos: un día
transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia. R.
Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz, resuena su eco por toda la
tierra, y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.
Aleluya Mt 4, 19
Evangelio Mt 4, 18-22
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón,
llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar, porque eran
pescadores. Entonces les dijo: “Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”.
Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros
dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca
con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos
dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
Comentario
“Creer en Jesús no es en definitiva confesarlo, sino seguirle. Cristiano es un hombre que
cree en lo que Jesús creyó, que entiende la vida como Jesús la entendió, que lucha por lo
que él luchó, que se acerca a quienes él se acercó, que defiende la causa que él defendió,
que muere con la esperanza con que él murió”.
Oración introductoria
Señor, humildemente inicio mi oración pidiendo tu luz. Estoy seguro de que, al igual que a
los 72 discípulos, tu gracia es capaz de encender la llama de mi amor a la misión que me
has dado.
Petición
Meditación
Hoy es la fiesta de san Andrés apóstol, una fiesta celebrada de manera solemne entre los
cristianos de Oriente. Fue uno de los dos primeros jóvenes que conocieron a Jesús a la
orilla del río Jordán y que tuvieron una larga conversación con Él. Enseguida buscó a su
hermano Pedro, diciéndole «Hemos encontrado al Mesías» y lo llevó a Jesús (Jn 2,41).
Poco tiempo después, Jesús llamó a estos dos hermanos pescadores amigos suyos, tal como
leemos en el Evangelio de hoy: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres» (Mt
4,19). En el mismo pueblo había otra pareja de hermanos, Santiago y Juan, compañeros y
amigos de los primeros, y pescadores como ellos. Jesús los llamó también a seguirlo. Es
maravilloso leer que ellos lo dejaron todo y le siguieron “al instante”, palabras que se
repiten en ambos casos. A Jesús no se le ha de decir: “después”, “más adelante”, “ahora
tengo demasiado trabajo”...
Sin embargo Andrés comprendió bien lo que significaba haber estado con el Señor. Tenía
que mostrárselo a fuerzas a su hermano, tenía que llevarlo a su presencia como lo hizo,
aunque Pedro se la estuviera pasando muy bien entre sus pescados, aunque fuera el
"hombre" de la casa, aunque no aparentara tener mucha resonancia interior.
También a cada uno de nosotros —a todos los cristianos— Jesús nos pide cada día que
pongamos a su servicio todo lo que somos y tenemos —esto significa dejarlo todo, no tener
nada como propio— para que, viviendo con Él las tareas de nuestro trabajo profesional y de
nuestra familia, seamos “pescadores de hombres”. ¿Qué quiere decir “pescadores de
hombres”? Una bonita respuesta puede ser un comentario de san Juan Crisóstomo. Este
Padre y Doctor de la Iglesia dice que Andrés no sabía explicarle bien a su hermano Pedro
quién era Jesús y, por esto, «lo llevó a la misma fuente de la luz», que es Jesucristo. “Pescar
hombres” quiere decir ayudar a quienes nos rodean en la familia y en el trabajo a que
encuentren a Cristo que es la única luz para nuestro camino.
Propósito
¡Seamos apóstoles con nuestra vida, con nuestro testimonio, con nuestra palabra, y nunca
nos avergoncemos de ser lo que somos: católicos, hijos de Dios, discípulos de Jesucristo!
De la feria Verde
El Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de
corazón.
Oración colecta
Despierta, Padre, la voluntad de tus fieles para que, buscando con fervor los frutos de la
gracia divina, recibamos con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Recibe, Señor, los dones sagrados que mandaste ofrecer a tu nombre, y ayúdanos a
obedecer siempre tus mandamientos para que ellos nos hagan dignos de tu amor. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Alaben al Señor, todas las naciones, porque es inquebrantable su amor por nosotros.
Dice el Señor: “Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo”.
Lectura Dn 7, 2-14
Yo miraba en mis visiones nocturnas, y vi los cuatro vientos del cielo que agitaban el gran
mar. Y cuatro animales enormes, diferentes entre sí, emergieron del mar. El primero era
como un león y tenía alas de águila. Yo estuve mirando hasta que fueron arrancadas sus
alas; él fue levantado de la tierra y puesto de pie sobre dos patas como un hombre, y le fue
dado un corazón de hombre. Luego vi otro animal, el segundo, semejante a un oso; él
estaba medio erguido y tenía tres costillas en su boca, entre sus dientes. Y le hablaban así:
“¡Levántate, devora carne en abundancia!”. Después de esto, yo estaba mirando y vi otro
animal como un leopardo; tenía cuatro alas de pájaro sobre el dorso y también cuatro
cabezas, y le fue dado el dominio. Después de esto, yo estaba mirando en las visiones
nocturnas y vi un cuarto animal, terrible, espantoso y extremadamente fuerte; tenía enormes
dientes de hierro, comía, trituraba y el resto lo pisoteaba con las patas. Era diferente de
todos los animales que lo habían precedido, y tenía diez cuernos. Yo observaba los cuernos,
y vi otro cuerno, pequeño, que se elevaba entre ellos. Tres de los cuernos anteriores fueron
arrancados delante de él, y sobre este cuerno había unos ojos como de hombre y una boca
que hablaba con insolencia. Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y
un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza
como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente. Un río de fuego
brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de
pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros. Yo miraba a causa de
las insolencias que decía el cuerno: estuve mirando hasta que el animal fue muerto, y su
cuerpo destrozado y entregado al ardor del fuego. También a los otros animales les fue
retirado el dominio, pero se les permitió seguir viviendo por un momento y un tiempo. Yo
estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un
Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él. Y le fue dado el
dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su
dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.
Palabra de Dios.
Comentario
Aleluya Lc 21, 28
Aleluya. Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.
Aleluya.
Jesús, hablando a sus discípulos acerca de su venida, les hizo esta comparación: “Miren lo
que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes,
ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden
todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta
generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán”.
Comentario
“A los discípulos les toca estar muy atentos a los signos de los tiempos; lo importante es
saber descubrir esos signos y pensar que la venida de Jesús tiene como finalidad específica
la liberación de toda la creación. Esta es la esencia de la esperanza escatológica de la
primitiva comunidad y es también nuestra esperanza”.
Oración introductoria
Espíritu Santo, te pido el don de ciencia para valorar las cosas humanas en relación a mi
último fin y para saber discernir lo que debo hacer en cada momento. En este momento de
oración, ayúdame a guardar el silencio necesario para agradarte y escuchar lo que hoy me
quieres decir.
Petición
Meditación
Hoy somos invitados por Jesús a ver las señales que se muestran en nuestro tiempo y época
y, a reconocer en ellas la cercanía del Reino de Dios. La higuera, símbolo de la Iglesia que
se renueva periódicamente gracias a aquella fuerza interior que Dios le comunica.
La parábola de la higuera se sitúa prácticamente al final del discurso de Jesús sobre las
señales del fin universal. Hace aproximadamente dos mil años que Cristo pronunció estas
palabras, y no pueden ser más actuales. No hace falta detenerse demasiado en dicho
discurso para encontrar rápidamente el paralelismo entre lo que Cristo nos describe y lo que
nosotros vivimos en la actualidad. Ante tanta adversidad el mensaje de Cristo es, como
siempre, esperanzador: "el Reino de Dios está cerca". Somos pues, hijos todos de la misma
generación, descendientes de Adán y Eva, los expulsados del paraíso. Pero hijos
principalmente de Dios, que nos dignifica a través de su Hijo Jesucristo y que nos muestra
ya la higuera que retoña, es decir, el Reino naciente en cada corazón que le ama.
El tiempo ha demostrado la autenticidad de las palabras de Nuestro Señor: "El cielo y tierra
pasarán, mas mis palabras no pasarán". Esta sorprendente expresión de Jesús está cargada
de un profundo significado: nada perdura en el tiempo, sólo Él es eterno, sólo Él puede
decir "siempre". Por eso, nos equivocamos si centramos nuestra vida en lo estrictamente
pasajero, material y efímero. Debemos anclarnos en Cristo, con Él no damos pasos en falso.
Ser Iglesia, ser pueblo de Dios, según el gran designio de amor del Padre, quiere decir ser el
fermento de Dios en esta humanidad nuestra, quiere decir anunciar y llevar la salvación de
Dios a este mundo nuestro, que a menudo está desorientado, necesitado de tener respuestas
que alienten, que donen esperanza y nuevo vigor en el camino. Que la Iglesia sea espacio
de la misericordia y de la esperanza de Dios, donde cada uno se sienta acogido, amado,
perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio. Y para hacer sentir al otro
acogido, amado, perdonado y alentado, la Iglesia debe tener las puertas abiertas para que
todos puedan entrar. Y nosotros debemos salir por esas puertas y anunciar el Evangelio.
Propósito
El Señor nos advierte: "mis palabras no pasarán", es nuestra responsabilidad no perder más
el tiempo, el tiempo es un regalo de Dios de valor incalculable. Utilizarlo de cara a Él,
obedeciendo su santa voluntad. He ahí la tarea del cristiano y lo único que puede darnos la
felicidad.