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TEMAS DE LA EXPLOTACIÓN DE LOS

ANTROPOLOGÍA
ARAGONESA CARACOLES TERRESTRES EN
nº 11 - 2001 ESPAÑA: ASPECTOS
Pp. 139 - 172
ISSN: 0212-5552 ECOLÓGICOS Y
SOCIOCULTURALES

JOSÉ R. ARRÉBOLA BURGOS


Dpto. de Fisiología y Biología Animal,
Facultad de Biología, Universidad de Sevilla
RAMÓN M. ÁLVAREZ HALCÓN
Instituto Aragonés de Antropología

RESUMEN: La captura de caracoles terrestres es una práctica tradicional que depen-


de de una multiplicidad de factores ecológicos y socioculturales. Las especies que son
objeto de interés gastronómico varían en función de los condicionantes ambientales de
las distintas zonas geográficas, la antropización del medio y las tendencias alimenta-
rias de cada región. En torno a la captura de los caracoles tenemos saberes populares y
objetos materiales de interés antropológico que, unido a las prácticas culinarias y a las
pautas alimentarias tradicionales, conforman un rico patrimonio etnológico. Como con-
secuencia de los cambios científicos, tecnológicos y sociales que afectan al medio rural
español, la actividad helicícola se debate en nuestros días entre la tradición del auto-
consumo local o la explotación no regulada del producto y la implantación de nuevos
modelos de explotación basados en la helicicultura como motor de desarrollo rural, la
comercialización industrial del producto y las nuevas tendencias alimentarias.
PALABRAS CLAVE: Caracoles terrestres, helicicultura, helicicolecta tradicional,
alimentación, España.

TITLE: The terrestrial snails exploitation in Spain: ecological, social and cultural as-
pects involved.
ABSTRACT: The gathering of terrestrial snails is a traditional practice that depends
on a multiplicity of ecological, social and cultural factors. The species with gastrono-
mic interest vary based on the environmental conditioners, the anthropization of the te-
rritory and the food tendencies in the different geographic zones. Around the snails’
capture as a human activity, we have folks knowledge and material objects of anthro-
pological interest that, together with to the culinary practices and the food traditional
guidelines, conform a rich ethnologic patrimony. As a result of the scientific, technolo-
gic and social changes affecting on the Spanish rural environment, the «helicicole» ac-
tivity is in our days between the tradition of local autoconsumption or the non-regula-
ted exploitation of the resource and the implantation of new models of exploitation ba-

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José R. Arrébola y Ramón M. Álvarez La explotación de los caracoles terrestres José R. Arrébola y Ramón M. Álvarez La explotación de los caracoles terrestres

sed on the heliciculture like motor of rural development, the industrial commerciali-
zation of the product and the new food tendencies.
KEY WORDS: Terrestrial snails, heliciculture, traditional snails collected, food,
Spain.

—Texto recibido en septiembre de 2001—

1. INTRODUCCIÓN

L
os caracoles terrestres 1). Dado que ambas perspectivas
son moluscos gasterópo- están íntimamente relaciona-
dos pertenecientes prin- das, y aunque el presente artícu-
cipalmente a la subclase de los lo se centra en la segunda de
pulmonados y al orden de los ellas, se introducirán previa-
estilomatóforos, caracterizados mente los aspectos biológicos
por ser gastronómicamente más influyentes para su aprove-
apreciados en muchos países chamiento.
del mundo. España es uno de Atendiendo a su consumo
los que más destaca en este humano, se analizará la impor-
sentido, donde la variedad de
tancia alimentaria y los atribu-
especies o subespecies que en-
tos de calidad de los caracoles
tran a formar parte de nuestros
terrestres. A continuación, se
platos más tradicionales es no-
tratará la organización socioe-
table, tanto a escala estatal co-
conómica de la obtención y co-
mo local o autonómica.
Es importante resaltar que mercialización del producto; así
en nuestro país los caracoles te- como la regulación del sector
rrestres empiezan a contemplar- helicícola, especialmente el de-
se desde dos importantes puntos sarrollo de la helicicultura. Por
de vista: como componente habi- último, se expondrán algunos
tual de la fauna silvestre y como ejemplos de arraigo cultural y
recurso natural y económico por prácticas alimentarias en rela-
el que son explotadas determi- ción con los caracoles terrestres Fig. n.º 1: Especies de caracoles terrestres de interés culinario y comercial en España. Repro-
nadas especies (véase figura n.º y su aprovechamiento. ducción de la lámina publicada por Navarro Hevia (1991: 25).

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2. ASPECTOS BIOLÓGICOS DETERMINANTES respuesta a las variaciones del durante la cual los animales se
DE LA EXPLOTACIÓN DE LOS CARACOLES ambiente. En condiciones am- alimentan, desplazan... y, sobre
bientales propicias, el animal se todo, se reproducen, garanti-
TERRESTRES
muestra activo, mientras que la zando la perdurabilidad del re-
Las numerosas especies y va- inactividad predomina frente a curso como tal.

L
os moluscos constituyen,
situaciones desfavorables. Si di- Sin embargo, en las regiones
tras los artrópodos, el se- riedades hoy conocidas, repre-
cha inactividad perdura duran- más pobladas del mundo, los ca-
gundo grupo zoológico sentan fundamentalmente la
te largo tiempo (meses) se ha- racoles muestran hoy en día
con mayor éxito en el medio te- respuesta de este grupo ani-
bla de hibernación (estaciones una disminución de sus pobla-
rrestre. Su gran diversidad y mal ante los cambios climáti-
frías) y de estivación (estacio- ciones silvestres, en muchos ca-
capacidad para vivir en un am- cos que tuvieron lugar durante
nes calurosas). sos acusada y preocupante, por
plio espectro de biotopos terres- las glaciaciones y el resto de
Ante la adversidad, los ani- el efecto de distintas presiones
tres, reside en los amplios re- «motores evolutivos», que tam-
males seleccionan un lugar pro- a las que han estado y están
cursos adaptativos que poseen. bién son el origen principal de
tegido, se introducen en el inte- siendo sometidos. A esto se aña-
Aun cuando no han conseguido sus patrones de distribución rior de las conchas y, tras redu- de que los moluscos terrestres
controlar la desecación de su actuales, incluida la genera- cir al máximo su actividad vital pueblan con extraordinaria len-
superficie corporal y pierden ción de endemismos en muchos y eliminar los restos de su últi- titud los biotopos de nueva cre-
mucha agua en la producción casos restringidos a zonas geo- ma ingestión (sería como decir ación y por lo general, sólo por
de la baba, imprescindible para gráficas de pequeña extensión. que se «autopurgan»), resisten las especies más comunes. El
su desplazamiento, han desa- A todo ello hay que añadir, no hasta que lleguen situaciones resultado final es la paulatina
rrollado otros mecanismos pa- obstante, la influencia de la ac- más favorables y se vuelva a re- inclusión de muchas de ellas en
ralelos que les permiten sobre- tividad humana en sus diver- activar. La salida del letargo catálogos de especies amenaza-
vivir incluso cuando las condi- sas facetas, como favorecedora viene acompañada generalmen- das o la regulación de sus cap-
ciones que les rodean son de la expansión de ciertos taxo- te por una intensa actividad, turas en el medio natural.❧❧
extremas (sequía, escasez de nes hacia zonas donde difícil-
alimento, altas temperaturas y mente hubieran llegado de otro
grado de insolación elevada, modo, o bien, en el sentido con-
vientos fuertes, frío, etc.). trario, como generadora de 3. LOS CARACOLES TERRESTRES COMO
La distribución geográfica presiones que condicionan la RECURSO NATURAL Y ECONÓMICO
de los caracoles terrestres está supervivencia de muchas po-
lecta) desde tiempos prehistó-

C
regulada por los mismos facto- blaciones, que han llegado in- omo recurso biológico ob-
res que actúan para el resto de cluso a desaparecer o están en jeto de aprovechamiento, ricos (cazadores-recolectores)
seres vivos, siendo las condicio- vías de hacerlo. los caracoles terrestres hasta nuestros días, lo que ha
nes climáticas, la altitud y la La vida de un caracol terres- son capturados y consumidos originado en torno a ellos la
naturaleza del substrato algu- tre es una sucesión de fases de en casi todo el mundo proceden- aparición de múltiples hábitos o
nos de los más importantes. actividad y de inactividad como tes del medio natural (helicico- costumbres, propiciando a su

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vez el desarrollo de un sector que numerosas personas están por otros sectores de similar na- ción socioeconómica tras su re-
económico en alza. En España, involucradas. turaleza, como el marisqueo y gulación en las Comunidades
el aprovechamiento de los cara- La explotación de los caraco- la acuicultura de moluscos ma- Autónomas, el Estado y la
coles terrestres como recurso les terrestres así entendida rinos, ambos con una proyec- Unión Europea.❧❧❧❧❧❧
natural es una actividad con (captura en el medio natural,
gran arraigo cultural, especial- cría en cautividad y comerciali-
mente en ciertas Comunidades zación del producto, incluidas la
Autónomas, como la andaluza, exportación y la importación),
4. IMPORTANCIA ALIMENTARIA Y ATRIBUTOS
la aragonesa, la valenciana o la constituye un sector al que de- DE CALIDAD DE LOS CARACOLES
catalana, y de manera general nominamos «sector helicícola», TERRESTRES
en la práctica totalidad del te- con fines alimentarios, de indu-

L
rritorio español. A diferencia de dable importancia científica, a calidad de los caracoles racoles y algunos ejemplos ilus-
países como Francia e Italia, los económica y sociocultural e im- terrestres como alimento trativos:
caracoles terrestres han sido in- plicaciones ecológicas y sanita- está representada por un
suficientemente valorados co- rias de primer orden. conjunto complejo de variables Factores sensoriales y
mo recurso económico en Espa- Sin embargo, resulta llama- que son más o menos percibidos psicosensoriales
ña, siendo por tanto un sector tivo que a pesar de la relevancia por el consumidor. Se trata, por
todavía poco desarrollado en la aludida el sector helicícola se ejemplo, de factores de tipo sen- Los atributos sensoriales y
mayor parte de las Comunida- encuentre en la actualidad muy psicosensoriales de los caraco-
sorial y psicosensorial (olor, sa-
des Autónomas. poco desarrollado en España, les son muy diversos y depen-
bor, aspecto, comportamien-
En la actualidad, los caraco- subsistiendo bajo una economía dientes de elementos y circuns-
to...), nutritivo (componentes,
les terrestres siguen represen- sumergida y ante una falta de tancias que exceden el objetivo
equilibrio, asimilación...), higié-
tando una importante fuente regulación, no sólo ambiental, del presente artículo.
nico (bacteriológico, químico, fí-
económica y de alimento con al- sino también higiénico-sanita- A grandes rasgos, estarían
sico, aditivos, etc.), económico
to valor nutritivo para ciertas ria del producto, e incluso fiscal relacionados con la percepción
(servicio, relación calidad/pre-
familias españolas cuya subsis- cuando se trata de la comercia- recibida por el observador sobre
cio...) o sociocultural (arraigo, cuestiones como el aspecto ex-
tencia depende de la explota- lización en vivo. A todo ello hay
costumbres...). terno, cuando se trata de ani-
ción tradicional del recurso. A que añadir que las capturas en
estas actividades más ancestra- el medio natural siguen produ- La resultante de considerar males vivos (suciedad, grado de
les se han unido otras más re- ciéndose de forma generalmen- la acción combinada de todos movilidad, olores emanados,
cientes en nuestro país, como la te incontrolada, aun cuando se ellos configura, a grandes ras- apariencia de frescura, etc.) o
importación, la exportación o la trata de un recurso biológico li- gos, la calidad de este alimento con la presentación, la receta
cría en cautividad (helicicultu- mitado (Navarro Hevia, 1991). en función de la percepción de empleada o las características
ra), configurando, de este modo, Esta situación del sector he- cada cliente/observador. A con- organolépticas si es ya un pro-
una compleja red de explota- licícola español contrasta con el tinuación se exponen los atribu- ducto elaborado (sabor, olor, co-
ción y comercialización en el gran desarrollo experimentado tos más importantes de los ca- lor, textura, etc.).

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La forma general del animal (más del doble que en la carne calidad óptima del producto. Por necientes a un área geográfica
o la característica presencia de de bovino o aviar). el contrario, son muchos los fac- determinada (Serrano Dolader,
baba, son igualmente factores a Aunque se suele achacar un tores que pueden afectar y/o 1998), incidiendo en la valora-
considerar y, de hecho, repre- cierto grado de indigestibilidad condicionar sus propiedades fi- ción final del producto. Sería la
sentan razones frecuentemente en los caracoles, la mayoría de nales. Es imprescindible exami- razón, al menos parcialmente,
aducidas por las personas que los autores lo justifican en fun- nar y valorar esos factores a lo de que en Francia se aprecien
no los consumen. También se ción de los hábitos culinarios largo de toda su cadena alimen- más los caracoles de tamaño
podrían incluir aquí, aunque no más comunes de preparación taria para poder juzgar si el pro- medio o grande, mientras que
de forma exclusiva, los motivos (ricos en salsas, especias, pican- ducto caracoles es de calidad. en Andalucía sean preferidos
que provocan que en ciertas te, etc.). Por ejemplo, Mainardi los de proporciones medias o
áreas de nuestro país se prefie- (1985) habla de una carne muy pequeñas. A grosso modo y si-
Factores económicos
ran caracoles de tamaños infe- digestiva ya que sus proteínas guiendo el mismo razonamien-
riores a los solicitados en otras favorecen la secreción gástrica, En el contexto utilizado, los to, otro ejemplo sería el caso en
y viceversa. incidiendo positivamente en la rasgos económicos se relacionan que ante tamaños y «calidades»
digestión de los demás alimen- fundamentalmente con cuestio- similares (nutritivas, económi-
tos ingeridos. Por su composi- nes que, en último término, es- cas, etc.) los consumidores de
Factores nutritivos
ción, entran de lleno en la dieta tán supeditadas al precio alcan- una zona concreta prefieran
Existe un gran desconoci- mediterránea a la que enrique- zado por el producto y su rela- unas especies determinadas
miento entre los consumidores cen gracias a su aporte en Ca, ción con el resto de atributos de frente a otras.
de las excelentes cualidades nu- Mg y Fe; es decir, nutrientes pa- calidad (relación calidad/pre- La importancia de los ali-
tritivas del caracol. Se ignora, ra los que la alimentación me- cio). Por tanto, dependen de las mentos como factor de placer,
por ejemplo, que es un alimento dia de los españoles suelen pre- características y evolución del ocio y, en definitiva, de calidad
con un alto contenido proteico sentar unos porcentajes por de- mercado, de la demanda efecti- de vida de las personas (Contre-
(equiparable al de pescados o bajo de las recomendaciones va (en cierto modo vinculada ras Hernández, 1995), es una
carnes) y con la casi totalidad (Secretaría General de Alimen- con la accesibilidad económica, cuestión ampliamente desarro-
de los aminoácidos que nos son tación, 1991). es decir con los niveles de renta llada y afianzada en la sociedad
esenciales. Al mismo tiempo, su y su distribución o su relación moderna de muchos países. En
contenido calórico medio es po- con los precios) y otras contin- este sentido, la gastronomía ha
Factores higiénicos
bre (de 60-80 calorías por cada gencias similares. sabido enriquecer los atractivos
100 g de carne) y similar o algo En los trabajos especializa- ofrecidos por los caracoles de
inferior al de pescados o carnes dos en higiene alimentaria con- forma natural, con técnicas culi-
Factores socioculturales
(Fonollá et al., 1983). Respecto a sultados no se mencionan los narias y presentaciones sugesti-
estas últimas, además, posee rasgos higiénicos que caracteri- Su importancia radica en la vas que finalmente se han con-
una proporción de grasas gene- zarían a los caracoles terrestres capacidad de modelar las acti- vertido en otro atributo de cali-
ralmente inferior y un conteni- o las pautas a seguir durante su tudes, creencias y comporta- dad a considerar.
do en sales minerales superior manipulación para lograr una mientos de las personas perte- Tradicionalmente se han

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atribuido propiedades curati- se puede considerar seguro que cionen los mejores rendimien- lencia en la helicicultura espa-
vas, casi milagrosas, a los cara- los aminoácidos contenidos en tos en cantidad y calidad del ñola.
coles terrestres, y de hecho al- su carne y baba, contribuyen a producto y por tanto una mayor Los caracoles terrestres se
gunas personas piensan que su reconstruir la integridad de los ganancia económica. Esto sólo comercializan vivos en merca-
ingestión en crudo favorece la tejidos gástricos (y la curación se consigue con cierta inversión dos (generalmente verdulerías
salud (algo que es, cuanto me- de la úlcera), a lubricar las vías y riesgo en el esfuerzo de captu- y pescaderías) y puestos ambu-
nos, discutible). Al margen de respiratorias y curar las afec- ra. Cuando se trata de autocon- lantes, mientras que existe una
las creencias no demostrables, ciones pulmonares, bronquiales sumo, generalmente se preten- amplia gama de productos ela-
algunas de las cuales han per- y de garganta, a reblandecer y de una fuente de alimento (pro- borados (precocinados, cocina-
durado hasta nuestros días, pa- limpiar la piel y a eliminar la teínas) barata y asequible, con dos, en conserva, etc.) que con-
rece ser que los caracoles ejer- celulitis y las verrugas. Otras lo que se evita invertir y arries- tienen como principal elemen-
cen una acción positiva en la muchas posibles aplicaciones gar en el esfuerzo de captura, la tos caracoles terrestres con o
curación de afecciones pulmo- mencionadas en la literatura cual se lleva a cabo de un modo sin concha, generalmente sin
nares gracias principalmente a deben ser observadas con cierta «extensivo». especificar el nombre común de
su baba (Viladevall, 1983). Se- reserva (Barrier, 1980; Mainar- No existen datos cuantitati- la especie de que se trate (nun-
gún Marasco y Murciano (1986) di, 1985; Chevallier, 1974).❧❧ vos ni estadísticos de las captu- ca el nombre científico). Ade-
ras de caracoles terrestres en el más, en las etiquetas informati-
medio natural dentro del terri- vas no suele figurar la forma de
torio español, ni por Comunida- obtención del producto (helici-
5. ORGANIZACIÓN SOCIOECONÓMICA DE LA
des Autónomas, ya sea con fines colecta o helicicultura).
OBTENCIÓN Y COMERCIALIZACIÓN DEL comerciales o de autoconsumo. La importación de caracoles
PRODUCTO Consecuentemente, tampoco se terrestres de las especies Theba
dispone de datos precisos por pisana, Cantareus aspersus y

S
e define el sector helicíco- cicultura) y su incorporación a especies. Otala lactea se inicia en Espa-
la como aquel sector pro- la cadena alimentaria mediante En cuanto al producto proce- ña aproximadamente en los
ductivo alimentario que la comercialización (interior, ex- dente de cría en cautividad (he- años 80 del siglo XX, no supe-
tiene por principal actividad la portación o importación) en vi- licicultura), es difícil determi- rando las 2.000 toneladas anua-
explotación de determinadas vo o elaborado para su consu- nar en términos cuantitativos les, aumentando hasta las
especies de caracoles terrestres mo. la producción española, y su im- 8.400 toneladas en 1998. El
para consumo humano. Básica- Respecto a las capturas, es portancia por Comunidades Au- 95% o más de las partidas pro-
mente está constituido por una importante diferenciar según tónomas, al no disponer de ceden de Marruecos y entran en
serie de operaciones o grandes los objetivos de las mismas. fuentes fiables e independien- España por el puerto de Algeci-
actividades consistentes en la Cuando el destino de los caraco- tes; pero sí sabemos que el ca- ras, en Cádiz. Intervienen tanto
obtención del producto, median- les capturados es la venta, se racol común Cantareus asper- empresas nacionales, estratégi-
te captura en el medio (helicico- intentan aplicar pautas de cap- sus (Helix aspersa) es la especie camente ubicadas en Marrue-
lecta) o cría en cautividad (heli- tura «intensivas» que propor- de caracol terrestre por exce- cos, como norteafricanas. Los

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caracoles marroquíes también tes de países latinoamericanos. Desafortunadamente, las ex- otras se sintieron engañadas y,
provienen de capturas en el me- El precio de los caracoles te- periencias iniciales se realiza- en definitiva, la cría de caraco-
dio natural, pagándose los pre- rrestres en el mercado español ron por impulsos individuales, les salió poco favorecida. Toda-
cios por kilo recogido a helicico- varía en función de la oferta y con la pretensión de obtener rá- vía hoy en día existen algunas
lectores marroquíes entre 3-5 la demanda, el tipo de producto pidos beneficios, sin la capacita- prácticas de este tipo, que se
veces más reducidos que los (en vivo o elaborado) y de pro- ción ni la preparación necesaria ven abocadas al fracaso, frente
equivalentes en Andalucía. Es- ducción (helicicolecta o helici- y en un ámbito de desconoci- a algunas experiencias e inicia-
to repercute negativamente en cultura) y la especie de que se miento, casi enigmático, en el tivas empresariales que poco a
los temporeros andaluces que no trate (dependiendo de cada zo- que los helicicultores que lo in- poco van progresando con éxito.
pueden rivalizar con esos nú- na). Como dato de referencia, tentaban parecían actuar como Para entender la situación
meros y ven reducidos sus in- en el año 2001 el kilo de caracol poseedores del «más alto de los actual, conviene aclarar cuál es
gresos, en muchos casos necesa- común Cantareus aspersus cap- secretos», algo que evidente- la causa de la actual falta de re-
rios. Por otro lado, actualmente turado en el medio natural y co- mente no debía ser compartido gulación del sector helicícola en
existen algunas iniciativas de mercializado en vivo oscilaba para evitar la competencia. Los España.
exportación a España provenien- entre los 6 y los 9 euros.❧❧❧ intentos, en general bastante
rudimentarios, se limitaron en-
Marco jurídico
tonces a las últimas fases del ci-
clo biológico de ciertas especies, En nuestro actual marco ju-
es decir, al engorde de los ani- rídico, la gestión de los recursos
6. LA REGULACIÓN DEL SECTOR HELICÍCOLA males en condiciones seminatu- naturales debe combinar satis-
Y EL DESARROLLO DE LA HELICICULTURA rales (terrenos acotados) y con factoriamente la protección y la
EN ESPAÑA amplia dependencia de los pa- explotación sostenible de la bio-
rámetros ambientales. diversidad. La Constitución Es-
Antecedentes y situación capacidad reproductora de es- La inexistencia de métodos pañola, en su artículo 45.2, ya
actual tos animales, la posibilidad de coherentes de gestión, los obje- establece que los poderes públi-
obtener grandes ingresos y el tivos económicos y de produc- cos velarán por la utilización
Hasta bien entrada la se- acceso a información proceden- ción inalcanzables a corto pla- racional de todos los recursos
gunda mitad del siglo XX, la ac- te de países con larga tradición zo, la falta de cohesión entre los naturales. A tal efecto se aprobó
tividad helicícola en España se helicicultora, como Francia e involucrados y la no divulga- la Ley 4/1989, de 27 de marzo,
restringía casi exclusivamente Italia, fueron motivos suficien- ción de los avances conseguidos, de Conservación de los Espa-
a la captura desordenada e in- tes para que aparecieran los acabaron por frustrar muchas cios Naturales y de la Flora y
controlada de caracoles terres- primeros ensayos de cría a pe- aspiraciones antes de llegar si- Fauna Silvestres, norma básica
tres para el autoconsumo o la queña escala e incluso aventu- quiera a vislumbrarse realmen- que ha sido objeto de diversas
comercialización en pequeños ras empresariales más ambicio- te. La mayoría de las tentativas modificaciones legales y senten-
núcleos de población. Entre sas, aunque económicamente fracasaron, numerosas perso- cias, desarrollada por la Admi-
otras consideraciones, la alta más costosas y arriesgadas. nas perdieron sus inversiones, nistración del Estado mediante

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reglamentos y por las Comuni- el medio natural del territorio sentarán un líquido de cobertu- rrestres en el ordenamiento ju-
dades Autónomas con normas español. En este sentido, la he- ra límpido, de color pardo ver- rídico español proviene de la
propias asumiendo las compe- licicultura sería un modo de doso, sin llegar a negro; los ca- normativa comunitaria, en con-
tencias de gestión en la mate- producción similar a la ganade- racoles serán firmes, pero tier- creto el Capítulo III de Real De-
ria. ría o a la acuicultura. nos, y pardos, sin llegar a creto 74/1998, de 23 de enero
Sin embargo, la explotación Por su parte, el Código Ali- negros; tendrán sabor y olor (BOE n.º 21, de 24/01/1998, pp.
de los caracoles terrestres esca- mentario Español, aprobado normales». 2561-2563), que se refiere a las
pa actualmente al control am- por Decreto 2484/1967, de 21 de Con estos escasos paráme- «Condiciones sanitarias especí-
biental de las Administraciones septiembre (BOE n.º 248-253, tros higiénico-sanitarios, con la ficas aplicables al comercio y a
públicas. Como el resto de los de 17-23/10/1967), en su artícu- restricción a estas pocas espe- las importaciones de caracoles
animales silvestres, los caraco- lo 3.13.17 «Caracoles terres- cies y con la aplicación de un destinados al consumo huma-
les terrestres están protegidos tres» sólo indica que «se consi- conjunto de normas higiénico- no», de las especies Helix poma-
según lo dispuesto en el artícu- deran aptos para el consumo sanitarias y alimentarias en ge- tia, Cantareus aspersus, Helix
lo 26.4 de la Ley 4/1989 y su ex- humano los moluscos gasteró- neral, que ya no aluden a los ca- lucorum y los acatínidos (sin
plotación con fines de alimenta- podos de las especies Helix racoles terrestres en particular, perjuicio de la normativa comu-
ción humana no está expresa- gualteriana, Helix alonesis (H. encontramos algunas de las ra- nitaria, nacional e internacional
mente regulada en las candidissina, H. lactea, H. ads- zones de la falta de desarrollo de protección de fauna salvaje).
Comunidades Autónomas con persus) y Helix pomatia. Los ca- del sector helicícola español, sin Conviene tener en cuenta que
normas de montes o caza, ni racoles terrestres deberán ex- olvidar que todo ello es sin per- esta disposición se limita a re-
mediante otras normas especí- penderse para el consumo siem- juicio de la normativa ambien- gular las condiciones sanitarias
ficas. Por tanto, existe un vacío pre vivos, sanos, limpios, tal, que como se ha dicho ante- de los intercambios comerciales
legal en cuanto a su aprovecha- especialmente de tierra o are- riormente, prohibe la captura de caracoles sin concha (cocina-
miento como recurso natural, na», y en su artículo 3.13.18 de caracoles terrestres en el dos o en conserva), es decir, un
pero no así en cuanto a su pro- «Convervas de caracoles» seña- medio natural al no estar regu- tipo de producto del que, a dife-
tección como fauna silvestre. la que «deberán prepararse con lada. rencia del resto de Europa, to-
A su vez, la cría en cautivi- caracoles del género Helix, sa- La entrada de España en la davía no existe gran demanda
dad de animales silvestres debe nos, secos, desprovistos de su Unión Europea ha propiciado la en España frente al consumo
estar autorizada por la Admi- concha, exentos de materias ampliación del ordenamiento generalizado de caracoles con
nistración competente; pero la mucosas y libres de tierra o are- jurídico español en materia am- concha (comercializados en vivo,
helicicultura también carece en na, y en el caso de la especie He- biental e higienico-santiaria, precocinados o en conserva).
España de un control ambien- lix pomatia deberá eliminarse afectado a la práctica totalidad No obstante, los caracoles te-
tal y constituye un sector em- el hepatopáncreas. En la prepa- de los sectores productivos, pero rrestres comercializados en vi-
presarial subdesarrollado. No ración de estas conservas ha de no se ha regulado el sector heli- vo, ya sean producidos median-
obstante, sí es legal la cría de efectuarse la adición necesaria cícola en su conjunto. En este te helicicultura o capturados en
caracoles terrestres empleando de sal, especias y condimentos. sentido, la única norma higiéni- el medio natural, tampoco pa-
reproductores no obtenidos en Las conservas de caracoles pre- co-sanitaria sobre caracoles te- san controles higiénico-sanita-

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la geografía nacional (véase fi- la gran producción extensiva o


gura n.º 2), aunque sólo algunas semiextensiva de caracoles, ca-
de ellas parecen asentadas en racterizada por la fuerte depen-
la actividad gracias a enfoques dencia técnica y tecnológica de
empresariales más coherentes los pequeños «nuevos» helicicul-
y la aplicación de métodos de tores que se incorporan. En
cría técnicamente más solven- cierto modo, éstos quedan supe-
tes que antaño (Fontanillas y ditados a los promotores, por
García, 1995; Iglesias y Casti- ejemplo, a la hora de realizar el
llejo, 1997). proyecto técnico de la explota-
A grandes rasgos, se pueden ción, solventar cualquier tipo de
distinguir dos grupos en fun- problemática que surja e inclu-
ción de los objetivos de produc- so para la venta de la produc-
ción, muy relacionados, a su ción. Con este sistema, las
Fig. n.º 2: Exterior de un criadero de caracoles en Aljaraque (Huelva). La helicicultura o cría vez, con las técnicas de cría
granjas de caracoles parecen
comercial de caracoles es un sector incipiente en España. aplicadas. Uno de estos grupos,
Foto: José R. Arrébola Burgos, 2001.
estar proliferando por toda la
constituido fundamentalmente
geografía española.
por cooperativas o pequeños
El otro grupo de empresas
rios exhaustivos al no existir creciente expansión de la helici- empresarios, mantienen técni-
emplea esquemas y técnicas
una normativa específica para cultura y un mantenimiento de cas y métodos de cría esencial-
más próximas a las desarrolla-
este tipo de producto. En defini- la helicicolecta comercial y de mente extensivos con la especie
das en Francia (sistema mixto)
tiva, a la problemática inheren- autoconsumo. No obstante, to- Cantareus aspersus, semejan-
(Bonnet et al., 1991; Aubert,
te a la explotación incontrolada davía no existe un apoyo insti- tes a los preconizados por los
criadores italianos (Elmslie, 1995). Disponen tanto de insta-
en el medio natural de poblacio- tucional a este sector en forma
de ayudas agroalimentarias es- 1989; Elmslie et al., 1992). laciones en interior (naves),
nes de diversas especies de ca-
racoles terrestres, hay que su- pecíficas, como existen para Relacionado con este grupo, donde discurren las fases más
mar la carencia de suficientes otros sectores. Y, por otro lado, resulta novedosa la aparición sensibles de la vida del molusco
garantías higénico-sanitarias la gestión ambiental de los ca- de empresas que estructuran el (reproducción y primeros meses
de este producto alimentario en racoles terrestres avanza más negocio en torno a la divulga- de cría) como de criaderos en
el mercado español. en el camino de la protección de ción del sistema de cría por me- exterior, donde tiene lugar el
las especies amenazadas que en dio de cursos de formación des- engorde hasta tamaño comer-
la regulación de la captura co- tinados a futuros criadores, que cial. Estas iniciativas se carac-
El futuro del sector
mercial de las especies de inte- opcionalmente se adscriben lue- terizan por ser menos numero-
helicícola español
rés gastronómico. go a una red de helicicultores. sas que las anteriores, casi pun-
La tendencia actual del sec- Son varias las empresas de Se trata, por lo tanto, de una tuales, requerir una mayor
tor helicícola español es una helicicultura repartidas ya por ambiciosa iniciativa tendente a inversión y por trabajar en con-

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diciones intensivas o semiin- experimentación y/o produc- por supuesto, ambientales, co- tentes, tanto en el ámbito jurí-
tensivas. ción, así como con el apoyo de mo herramienta básica para la dico regulador del sector en su
A nuestro juicio, el futuro de las distintas administraciones gestión sostenible de los cara- conjunto, como en el de conce-
la helicicultura en España pasa (Bonnet et al., 1991; Aubert, coles silvestres, son irrefuta- sión de ayudas a la investiga-
inicialmente por asumir su 1995). bles. ción básica (de campo y experi-
complejidad y adoptar plantea- Asimismo, la helicicultura Por tanto, es preciso una in- mental) y en el de apoyo a las
mientos modernos orientados a debe resolver lo antes posible el tervención decidida de las Ad- pequeñas y medianas empresas
comprender el ciclo completo vacío legal en el que se encuen- ministraciones públicas compe- helicícolas. ❧❧❧❧❧❧❧❧
del animal y el control preciso tra inmersa en España y que
de los parámetros físicos, quí- impide un desarrollo empresa-
micos y biológicos que lo regu- rial adecuado. Por razones simi-
lan y condicionan (Arrébola lares, se tendría que promover 7. ARRAIGO CULTURAL Y PRÁCTICAS
Burgos y Álvarez Halcón, una estructura organizativa so-
ALIMENTARIAS
2001). Esta afirmación no im- cioeconómica capaz de favore-
plica descartar o menospreciar cer su fomento y competitivi-
Un recurso limitado

A
lo largo de la historia, el
otro tipo de aproximaciones de dad, así como su inclusión en ci-
hombre se ha visto fre-
carácter más extensivo o a me- clos formativos actuales y/o de Conviene recordar que los
cuentemente atraído
nor escala, sino todo lo contra- nueva creación. Por último, caracoles terrestres son un re-
por las diferentes posibilidades
rio: su participación en la pro- otros problemas que requieren curso biológico limitado, es de-
pagación y estabilización de la igualmente la búsqueda de so- que le ofrecía el aprovecha-
cir, se trata de un bien cuya dis-
actividad es imprescindible. luciones son los casos de ama- miento de los caracoles terres- ponibilidad no es constante, si-
En todo caso, lo que se pone teurismo e intrusismo aún exis- tres. Entre otros, los usos orna- no limitada y dependiente de
en tela de juicio es que sobre di- tentes, la dispersión de los em- mentales, religiosos y comer- aspectos como la biología de las
chas iniciativas recaigan misio- presarios del sector y la falta de ciales de sus conchas, la especies, los factores ambienta-
nes o cometidos para los que no conocimiento en general. incorporación de su carne a la les reguladores o la influencia
están esencialmente capacita- La tarea es compleja, ardua dieta humana o las aplicaciones ejercida por las actividades hu-
das (gestión, investigación, in- y seguramente dilatada en el medicinales de algunos de sus manas. Éstos delimitan épocas
novación, divulgación, etc.) y tiempo, pero no por ello inal- componentes, constituyen ejem- de abundancia, captura y con-
que forman parte ineludible del canzable, especialmente si pen- plos bien conocidos. En la ac- sumo, y por eso también se les
futuro del sector. Así lo han en- samos los importantes benefi- tualidad, aunque el aprovecha- denomina «recursos de tempo-
tendido en Francia, país que no cios a obtener y los grandes in- miento continúa siendo amplio rada».
ha dudado en potenciar la in- tereses que la cría de caracoles y diversificado, su considera- Tales aspectos caracterizan
versión pública y privada en in- suscita en nuestro país. Las im- ción como alimento es la que ha a este tipo de recursos y deter-
vestigación y desarrollo, con- plicaciones zootécnicas, econó- adquirido una mayor preponde- minan ciertas implicaciones
tando en la actualidad con va- micas, alimentarias, tecnológi- rancia y a éste en concreto nos subsecuentes: son productos
rios grandes centros de cas, científicas, industriales... y, vamos a referir a continuación. susceptibles de agotamiento

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cuando su aprovechamiento es actividad de subsistencia, salvo


excesivo, irracional e/o indiscri- para el helicicolector profesio-
minado, están supeditados a nal (cuyas capturas tienen sali-
condiciones climáticas y otros da en el mercado). La captura
fenómenos periódicos o no y de- de caracoles terrestres sin áni-
penden directamente de las mo de lucro viene a ocupar el
condiciones del lugar del cual tiempo de ocio, a modo de entre-
proceden y de los cambios que tenimiento al aire libre, practi-
en él se realicen; es decir, no cado en solitario o en grupo, des-
siempre están disponibles de pués de una gran tormenta, al
forma natural, dicha disponibi- amanecer, al atardecer, etc. Se
lidad no es homogénea, sino que trata de «ir a coger caracoles al
oscila de unos años a otros en campo», lo que permite un con-
cantidad y calidad, y además tacto más cercano con el medio
suelen ser muy sensibles a las natural (la «Naturaleza»), con
alteraciones que se producen en las propias manos, muchas ve-
su medio, tanto de tipo natural ces interactuando con otros heli-
como antropogénico. cicolectores (familiares, amigos,
conocidos, etc.) en un proceso
simbólico de identificación hom-
Arraigo cultural de la
bre-naturaleza basado en el
helicicolecta Fig. n.º 3: El caracol común Cantareus aspersus es el más consumido en la mayor parte de
aprovechamiento selectivo de España y tiene múltiples nombres vernáculos —«burgajos», «pardos», etc.— (imagen superior),
La captura de caracoles te- un recurso natural limitado. el consumo de caracoles de la especie Theba pisana está muy extendido en Andalucía y algunas
rrestres en el medio natural o El helicicolector experimen- zonas de Levante como tapa en bares (imagen inferior derecha) y los caracoles de la especie
Cepaea nemoralis, conocidos por el nombre de «navarricos», son muy apreciados en el noreste
helicicolecta continúa siendo tado conoce bien el terreno, sa- de España (imagen inferior izquierda). Fotos: Ramón M. Álvarez Halcón, 2001.
una práctica habitual en la be dónde encontrar los caraco-
práctica totalidad de las Comu- les terrestres más apreciados,
nidades Autónomas. Aparente- distingue algunas especies En cierto modo, «coger cara- miento social (familiar, etc.) por
mente podría ser una actividad aunque no sepa reconocerlas coles en el campo» es el último la captura realizada.
intrascendente, pero adquiere por su nombre científico e in- reducto a la libertad de apro-
su importancia sociocultural terpreta esta biodiversidad con piarse de un bien público con
Selección de especies y
desde una perspectiva antropo- explicaciones que conforman total impunidad, porque resulta
mercado
lógica. una cierta «sabiduría popular» insospechado que alguien pue-
Como ocurre con la caza y la en torno a la alimentación y da ser multado por ello. El pre- Aunque existen variaciones
pesca, la helicicolecta para auto- comportamiento de estos inver- mio será un buen plato de cara- de gusto dependiendo de la zo-
consumo ha dejado de ser una tebrados. coles, y sobre todo, el reconoci- na geográfica donde se pueden

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Fig. n.º 4: Otras especies de caracoles se consumen en la Península Ibérica, pero son menos
apreciadas: Otala punctata (imagen superior), Eobania vermiculata (imagen inferior derecha) y
Sphincterochila candidissima (imagen inferior izquierda).
Fotos: Ramón M. Álvarez Halcón, 2001.

capturar en el medio natural vestres menos consumidas son


(véanse figuras n.º 3 y 4), las es- Cepaea hortensis, Cernuella
pecies más apreciadas en Espa- virgata y Sphincterochila can-
ña son Cantareus aspersus (He- didissima.
lix aspersa), Otala lactea, Theba Los gustos particulares de
pisana, Otala punctata, Iberus cada zona, los hábitos de consu-
gualtierianus (distintos morfos: mo, la abundancia natural de Fig. n.º 5: Ejemplar de Iberus gualtierianus morfo alonesis, endemismo ibérico típico de zonas de
gualterianus, alonensis, etc.), las especies y otros factores, de- sierra o sus estribaciones, que es popularmente conocido por el nombre de «vaqueta», «caracol
blanco» o «caracol de monte» en la zona de Levante (imagen superior), y como «serranos» en
Eobania vermiculata y Cepaea terminan que unas se consu- Andalucía oriental. Es muy apreciado en las paellas y capturado localmente de manera intensa
nemoralis. Otras especies sil- man y comercialicen más que (imagen inferior). Fotos: Ramón M. Álvarez Halcón, 2001.

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otras, y más en unos lugares blanquillos» o «caracoles chicos


que en otros. o de caldo» en Andalucía, «cara-
El uso de nombres vernácu- cola» en Aragón, «carragina» o
los de cada especie de caracol «cargolí» en Cataluña y «avella-
terrestre varía en función de su nenc» en Comunidad Valencia-
presencia, selección y consumo, na, «cargol mongeta» en Catalu-
denominaciones populares que ña, «xona pudenta» en Comuni-
se confunden o mezclan entre dad Valenciana y «cargol jueu»
las distintas Comunidades Au- en Baleares (T. pisana); etc.
tónomas e incluso localmente Como se ha expuesto, la in-
entre localidades de una misma troducción de los caracoles te-
provincia. Aunque no existen rrestres en la cadena alimenta-
estudios exhaustivos al respec- ria sigue dos pautas claramente
to, a título de ejemplo tenemos diferenciadas: el autoconsumo y
conocimiento de las siguientes el sector helicícola. La actual
denominaciones populares de ausencia de seguimiento y con-
los caracoles terrestres: «pardo» trol de las capturas de caracoles
en Aragón y «burgajo» en Anda- terrestres en el medio natural
lucía (C. aspersus); «cabrilla» en provoca una falta de informa-
Andalucía (O. lactea y O. punc- ción rigurosa sobre el consumo Fig. n.º 6: Iberus gualtierianus morfo gualtierianus es endémico de las sierras del sur de la
tata); «judío» en Aragón (O. de cada especie en España y por Península Ibérica, donde popularmente se conoce por el nombre de «chapa». Posee interés
Comunidades Autónomas, no gastronómico pero se trata de una especie en peligro de extinción propuesta para ser incluida en
punctata); «vaqueta» o «caracol
el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Foto: José R. Arrébola Burgos, 2001.
de monte o serrano» en Comu- sólo en cuanto a autoconsumo
nidad Valenciana y «caracol se refiere, sino también al pro-
blanco» en el Maestrazgo turo- ducto introducido en la cadena ciones de caracoles terrestres y C. aspersus, pero podemos esti-
lense (I. g. morfo alonesis) (véa- alimentaria a través del merca- de los individuos que las com- mar que en gran parte del área
se figura n.º 5); «chapa» en An- do. En estas circunstancias es ponen en relación con décadas de influencia mediterránea
dalucía y Murcia (I. g. morfo inviable hablar con cierta exac- pasadas. Los propios helicico- (Cataluña, sur de Aragón, Co-
gualtierianus) (véase figura n.º titud en términos cuantitativos lectores suelen reconocer que munidad Valenciana y Región
6); «vinyala» en Cataluña, «xo- de capturas por especies. no siempre respetan las épocas de Murcia) existe predilección
na», «xoneta» o «vaqueta de No obstante, los primeros es- de reproducción de los animales por los caracoles de tamaño me-
bancal o d’horta» en Comuni- tudios realizados (Arrébola y que no todos distinguen esta- dio-grande (véase figura n.º 7),
dad Valenciana y «cabra» en Burgos et al, 2001) ponen de re- dos de madurez entre los ani- como O. punctata, I. gualtieria-
Aragón (E. vermiculata); «nava- lieve que son numerosas las males. nus morfo alonensis y E. vermi-
rrico» en Navarra (C. nemora- personas que han observado un La especie más consumida culata. En Navarra y norte de
lis); «caracoles», «caracoles notable descenso de las pobla- en España es el caracol común Aragón se consume la especie

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Fig. n.º 7: Resultado de una captura de caracoles de las especies Cantareus aspersus, Otala Fig. n.º 8: Muestra de caracoles de la especie Otala lactea, de gran interés gastronómico en el
punctata e Iberus gualtierianus morfo alonesis, en orden de mayor a menor abundancia de sur de España —«cabrillas»—, precocinados y visibles en su envoltorio comercial (imagen
especímenes, realizada en la provincia de Teruel (imagen superior), posteriormente cocinados superior) y servidos en salsa para su consumo (imagen inferior).
(imagen inferior). Fotos: Ramón M. Álvarez Halcón, 2001. Fotos: Ramón M. Álvarez Halcón, 2001.

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Fig. n.º 9: El caracol común centroeuropeo Helix pomatia es comercializado en España como
producto delicatessen. Foto: Ramón M. Álvarez Halcón, 2001.

C. nemoralis. En Andalucía se ra autoconsumo (familiar o lo-


prefieren las dimensiones pe- cal) sigue siendo muy significa-
queñas o medias de T. pisana u tiva en España. La práctica del
O. lactea (véase figura n.º 8) autoconsumo tradicional conlle-
aun cuando también se consu- va una diferenciación y selec- Fig. n.º 10: Caracoles vivos Cantareus aspersus, Otala puntacta y Eobania vermiculata, en orden
de mayor a menor abundancia de especímenes, expuestos en una red en el exterior de un
men otros mayores como I. ción de especies frente al auto- comercio del barrio San José de Zaragoza (imagen derecha) y en cajas apiladas en el interior
gualtierianus morfos gualtie- consumo esporádico. del mismo comercio (imagen izquierda). Fotos: Ramón M. Álvarez Halcón, 2001.
rianus y alonensis. En el resto Actualmente en España está
de regiones de España donde se extendida la comercialización
consumen estos moluscos, suele en vivo de la especie Cantareus
Patrimonio material Patrimonio gastronómico
predominar C. aspersus. Ade- aspersus (véase figura n.º 10),
más existe un consumo local in- producida mediante helicicul- En relación con la captura Existen numerosas recetas
determinado de otras especies tura y helicicolecta. El resto de de caracoles terrestres, tam- culinarias en España que tie-
de caracoles terrestres. Otras especies autóctonas no se cría bién encontramos elementos nen por principal ingrediente o
especies centroeuropeas de in- en cautividad con fines comer- materiales que constituyen acompañante los caracoles. Las
terés gastronómico, como Helix ciales y su demanda es de ám- un patrimonio cultural en formas de cocinarlos son muy
pomatia o Helix lucorum, están bito regional o local. Las espe- desaparición: las caracoleras variadas, generalmente hervi-
siendo comercializadas en Es- cies autóctonas de mayor inte- tradicionales (véase figura dos, pero también asados o fri-
paña como productos «delica- rés comercial en España son: C. n.º 11), cuya elaboración ar- tos, con una abundante varie-
tessen» (véase figura n.º 9). aspersus, O. lactea, T. pisana, O. tesanal ha sido objeto de dad de salsas y condimentos.
La captura de caracoles te- punctata, E. vermiculata y I. g. estudio por Sánchez Sanz Aunque una exposición de rece-
rrestres en el medio natural pa- morfo alonensis. (1982). tas con caracoles terrestres, a

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de semana del mes de mayo, da por música de charangas,


los/as leridanos/as y visitantes desfiles de carrozas y pasaca-
degustan platos cuyo elemento lles, cenas de hermandad de di-
principal es el caracol, todo ello ferentes colectivos o grupos,
promovido y organizado por juegos y competiciones popula-
una «Federació de Colles». Esta res, espectáculos pirotécnico-
gran celebración está ameniza- musicales, etc.❧❧❧❧❧❧❧

Fig. n.º 11: Caracolera de cestería tradicional (imagen superior) y caracolera de madera
abierta (imagen inferior derecha) y cerrada (imagen inferior izquierda), ambas de Castellote
(Teruel). Fotos: Ramón M. Álvarez Halcón, 2001.

modo de repertorio, excede del de ellos especializados en este


propósito del presente artículo, producto, también se producen
es preciso reconocer al menos la importantes celebraciones festi-
importancia cultural y diversi- vas de ámbito popular. En este
dad regional de este patrimonio sentido, cabe destacar el «Aplec
gastronómico. del Cargol», fiesta gastronómica
En torno al consumo de ca- por excelencia en Lleida (véase
Fig. n.º 12: Pasacalles popular del «Aplec del Caragol» de Lleida (imagen superior) y cocineros
racoles, además del «tapeo» en figura n.º 12). Durante tres dí- mostrando los caracoles (imagen inferior), el producto culinario fundamental de esta famosa
bares y restaurantes, algunos as, coincidiendo con el tercer fin fiesta leridana. Imágenes cedidas por la Federació de Colles de l’Aplec del «Caragol» de Lleida.

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8. CONSIDERACIONES FINALES sarrollo de la helicicultura a rural y ofrecer un producto de


través del fomento de la investi- calidad con garantías sanita-
En los últimos años, la de- les de 2000 un Grupo de Traba- gación científico-técnica en la rias. Previamente habría que
manda y los precios de este pro- jo para el Desarrollo Sostenible materia, la implantación de realizar en toda España un es-
ducto se han incrementado am- del Sector Helicícola en Espa- granjas de cría y la producción tudio exhaustivo sobre la si-
pliamente en el mercado estatal ña, integrado por miembros de de caracoles en conserva y de tuación de la explotación, co-
e internacional, y todo indica esta sociedad científica especia- caviar de caracol, así como la mercialización y consumo de
que ésta será la tendencia tam- listas en caracoles terrestres y exportación del producto a la estos animales, así como de la
bién en el futuro, al menos a su explotación. Unión Europea y terceros paí- distribución geográfica, técni-
corto y medio plazo. Consecuen- Entre otros objetivos, el Gru- ses. cas de cría en cautividad y ciclo
temente, el impacto ambiental po de Trabajo tiene previsto re- Todo ello permitiría crear biológico de las distintas espe-
sobre este recurso natural es alizar reuniones de trabajo con puestos de trabajo en el medio cies. ❧❧❧❧❧❧❧❧❧❧❧
muy notable dado que los cara- instituciones o entidades públi-
coles proceden mayoritaria- cas y privadas para el fomento
mente de la captura en el medio de la regulación jurídica del
natural por el gran arraigo que sector helicícola español y el BIBLIOGRAFÍA
esta práctica tiene en España, asesoramiento científico-técni-
en comparación con los que se co en la materia, en el marco de ARRÉBOLA BURGOS, J. y ÁLVAREZ aspersa. Biologie-Elevage. Paris,
producen mediante sistemas de la política y seguridad alimen- HALCÓN, R. M. 2001. «Reflexión INRA.
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Al tratarse de un patrimonio gia española para la conserva- gación ambiental, 15, pp. 27-31. ret economique». Haliotis, 3, pp.
natural con dos vertientes tan ción y el uso sostenible de la di- ARRÉBOLA BURGOS, J. R., ÁLVAREZ 9-18.
acusadas y, en cierto modo, con- versidad biológica HALCÓN, R. M. y GARCÍA CONTRERAS HERNÁNDEZ, J.
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sector helicícola parece depen- de desarrollo por presentar Departamento de Fisiología y Biolo- Barcelona.
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der de actuaciones que aúnen nuestro territorio una gran di-
Universidad de Sevilla/Dirección field pens in Italy. BCPC Mono».
ambas concepciones en el mar- versidad de especies de caraco- General de Gestión del Medio Natu- Slugs and snails in world agricul-
co de una gestión ambiental co- les terrestres de interés gastro- ral, Consejería de Medio Ambiente ture, 41, pp. 19-25.
mún mediante la acción pre- nómico. Sería preciso gestionar de la Junta de Andalucía (informe ELMSLIE, L.J., PELLIZZARI, F. y
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