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CRÓNICA DE LOS MüY NOTABLES CAUALLEROS

TABLANTE DE BICAIONTE Y DE JOFRE


HIJO DEL CONDE DON ASON

CAPITULO I.— Como Tablcmte de Ricamonte vieron venir vn cauallero a costunbre de ca-
vino a la corte del rey Artur y se conbatio ualleros anclantes, su yelmo puesto y su es-
con el conde don Milian, y lo vendo, y lo cudo embragado, y su langa; y, como llego,
lleno freso al castillo de Rica/monte, y lo sin saludar al rey ni a la reyna, ni a nadie,
mandaua acotar dos vezes en el año por dixo a los que allí estañan: «Dezid al rey que
deshonra del rey. esta aqni vn cauallero anclante, que, desque
partió ele su casa, no ha fallado ninguna
De todos es sabido como el rey Artur fue auentura, y que clessea hallar cauallero que
emperador entre los reyes ele su tienpo, el se eombatiesse con el, y cree que no lo ha
qual, por especial gracia de Dios, alcanco fallado porque nadie se osaua conbatir con
que en su tiempo y en su reyno se comen- el; y dezilde que me tengo por el mejor ca-
casse la demanda del sancto Cirial, según uallero de quantos el tiene en su reyno. E
mas largamente lo hallareys en el Bala- si en su corte hay alguno que esto entienda
dro (*) que dizen de Merlin. Y en esta de- negar o demandar, que el estaua alli para lo
manda entraron muchos caualleros, y el rey defender y que esperaua fasta la noche a ver
Artur fue vno clellos, y Langarote del Lago, si alguno saliere; y si no, que nueue dias
y Tristan, y Paloméeles, y el cauallero sin vendrá aqui cada vn clia a esperar si haura
pavor (2), y el cauallero de las dos espadas, alguno que con el se combata». Y luego fue-
y Sagramor y Brarnor, y otros muchos, que, ron los que alli estañan a dezillo al rey, y el
si leeys sus historias, sabreys las auenturas rey le embio a dezir que le rogaua que le
y cauallerias que en sus tienpos flzieron. T embiasse a elezir sn nonbre, por saber quien
era la costumbre, que, en armando algún ca- era aquel cauallero que con tanta soberuia
uallero, escriuian el dia, y quien era, y en hablaua. Y el le embio a dezir que por en-
cuya demanda yua; y ponian en el libro de tonces su nonbre no lo diría. Y el rey le
las hazañas todas las auenturas que le acon- embio a dezir que se marauillaua del, que
tecían; y, cuando morian, dexauan alia su es- tan mal trataua los caualleros de la Tabla
cudo y langa, y al muerto leyanse sus caua- Eedonda; porque en su corte hauia tantos y
llerias, Y esto dexaclo, vamos a que estando tan buenos caualleros, cpie si alli alguno es-
el rey Artur vn dia de pascua de Penthecos- tuuiera, que le respondiera. Y al rey pares-
tes, y el rey, y la reyna, y todas las dueñas cia muy mal, y a todos cjuantos lo oyeron; y
y donzellas que acabañan de comer, estando el rey mando saber si por caso hauia venido
todas a vnas ventanas del palacio del rey algún cauallero de los de la Tabla Redonda
Artur, hablando en que hauia muchos dias a su corte, para qiie se conbatiesse con el.
que no hauia venido ninguna auentura en Y hallaron que a la sazón no hauia ninguno
la corte, ni menos ningún cauallero de los sino el conde don Milian, que era vn gran
de la Tabla Redonda estaua allí- Y en esto señor y buen cauallero, sino que estaua flaco,
que hauia estado malo, y pocos dias hauia
que se leuantana. Y el rey, quando supo que
(») El texto: «Boladro». no hauia nadie, porque aquel cauallero no
(2) Mencionado en el Tristán de Leonis (cap. LX).
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fuesse diziendo que en la corte del rey no batalla; y embio a dezir al cauallero que se
hauia hallado cauallero que coa el conba- detuuiesse vn poco, y que le dixessen que a
tiesse, demando sus armas y quisierase ar- el yria vn cauallero que le haría saber que en
mar; y la rey na y los que alli estauan no se la corte del rey su señor hauia vn cauallero
lo consintieron, dizíendole: «Señor, no es de que le contradiría lo que el hauia dicho. Y
vuestro estado salir a semejantes cosas; por- Tablante, quanclo lo oyó, fue dello muy ale-
que, si caso fuesse que aquel cauallero ven- gre, y pensó que algunos caualleros hauian
ciesse, seria deshonra de vuestra corona real; venido ele nueuo, que bien sabía que el conde
y si vos, señor, lo venceys, el gana mucho, estaua ay, pero que estaua flaco, y no creya
y vos, señor, nada. Y deueys, seflor, ver que podría ser el conde. Y en esto llego el
que ventaja hay de vos, que soys rey, a conde adonde estaua Tablante a la puerta del
aquel, que es cauallero, y que no es cosa palacio, que hauia alli vna gran placa donde
justa poner el rey su persona a peligro de torneauan y corrían. Y alli estaua el rey y
muerte como acontece»; y tantas cosas le la reyna, y dueñas y donzellas, y mucha gen-
dixeron, que el rey huuo por bien de quedar te, para ver como se combatían. Y Tablante
y no salir alia. Y el cauallero estuuo allí embio a dezir al conde que le pedia por mer-
hasta bien tarde; y cerca de puesto el sol, el ced que le embiasse a dezir su nonbre, para
cauallero se fue a vna abadia de monjes que saber con quien se conbatia. Y el conde le
estaua media legua de la ciudad de Camalot, embio a dezir que le plazia, y que supiesse
que se decía Santa Maria del Eeal. Y los que a el dezian el conde don Milian. Pues,
frayles, como de aquello eran acostumbra- quando Tablante supo que era el conde, y no
dos, recibiéronle muy bien, y curaron mucho era cauallero rezien venido, y que por salir
del y de su cauallo; y dieronle buena cama alli le hazia perder tanta honra, huuo del
que para aquello tenían. Y otro dia de ma- mucho enojo en su cor acón; y prometió que,
ñana, dixo al abad del monesterio que a el sí con el se combatía y lo vencía, que el to-
conuenia estar alli ocho dias, que le rogaua maría del emienda, y embiole a dezir que
que le diessen algo con que viuiesse, y que pues el sabia su nombre, que era razón ein-
yra a vna auentura que tenia comencada, y bíalle a dezir el suyo, que le hazia saber que
que cada noche hauia de venir a ser su hués- si el era conde clon Milian, que el era Ta-
ped. Y el abad le respondió, que vn dia, y blante, señor de Eicamonte; y que le hazia
dos, y diez, y quantos el viniesse, seria bien saber que el fazia armas con el de muy bue-
recebido. Y mandóle lleuar al reñtorio, y na gana, porque, con el ayuda de Dios, el
dieronle muy bien de comer; y ensillo su entendía tomar del la emienda de la honra
cauallo y armóse, y fuese a la puerta del que le hazia perder por salir alli; y que le
palacio, y estuuo alli fasta la noche, que no rogaua que no quisiesse conbatirse con el, y
salió nadie a el. Y el rey ni la reyna no sa- que, si lo dexaua, que el y su tierra lo ha-
lían de su cámara de enojados, y alli les llarían y conoscerian en honra y prouecho;
dezian missa, y en la corte no hablauan de y que si todavía porfiaua, que el y su tierra
otra cosa sino de como a la sazón no venia lo sentirían; y desto no se ayro el conde, y
ningún cauallero de los de la Tabla Eedonda; embiole a clezir que se apercibiesse. Y en-
y el rey no sabia que remedio tener; de ma- tonces ambos a dos se apartaron el vno del
nera que se cumplieron los ocho días que otro, y pusieron las laucas de encuentro, y
nadie salió; y el cada tarde salía, y cada clexaronse venir el vno contra el otro quanto
mañana venia. Pues, como hauia oydo que los cauallos los pudieron lleuar; y dieronse
alli no hauia nadie sino el conde clon Milian, tan grandes encuentros, que el conde metió
que estaua muy flaco. Y el conde acordó de la lanca a Tablante por medio del escudo, e
dezir al rey que porque aquel no fuesse con liizolo pedacos. Y paro en la loriga el hierro
tanta gloria, diziendo que no fuesse a dezir de la lanca y flriolo vn poco; y Tablante le
que hauia estado en la corte nueue dias que olio al conde en el escudo, y topo en la ma-
no hauia osado salir a el ningún cauallero, lla, e hizolo boluer de laclo; y con la mucha
que seria bien hazer armas con el, y que fuerza sacólo de la silla, y dio vn muy gran
plazeria a Dios que le ayudaría contra el. Y golpe en el suelo, de que no se pudo leuan-
el rey, de vna parte veya quan deshonrada tar. Y Tablante salto de su cauallo, y saco
quedaua la corte, y por otra parte temía la el espada para lo matar, sino que le pidió
flaqueza del conde, y mostró que lo quería es- j>or merced que no le matasse, y que el faria
toruar, pero al fin al noueno dia acordaron todo lo que le mandasse; y el pensó que se-
que seria bien que se prouasse. Y el conde ria mejor dalle la vida para vengarse del, y
oyó missa, y comió, y armóse, y caualgo en dixole que no lo mataría si le otorgasse lo
su cauallo, y paresciole que podría sufrir la que le pediría. Y era que le dixo que luego
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se fuesse a su tierra, y que clencle en diez y de todos, y tomo vna azemila y vna tien-
dias tomasse viia azemila y vna tienda, y da, y vn cauallero y dos mogos, y partióse
vn moco que lo acompañasse, y que con solo para Ricamonte; y anduuieron cíe tal mane-
esto se fuesse a Ricamonte, que allí harían ra, que en diez y seys clias llegaron alia. Y
del lo que hazian de otros; y que se otorgas- quando llego, pensando que no hauia otra
se por su cauallero fasta tanto que algún cosa sino estar preso, pregunto si estaua
otro cauallero lo deliberasse, o le diese li- alli Tablante de Ricamonte. Y los suyos cli-
cencia que se fuesse. T el, viendo que le xeron que no estaua alli, y preguntáronle
conuenia morir o otorgar aquello, otorgóle que quien era y su nombre. Y el dixo que
todo quanto le demando; y luego Tablante, era el conde don Milian. Luego tomaron su
sin despedirse del rey ni de nadie, caualgo tienda y assentaronla como Tablante les ha-
en su cauallo y fuesse al abadía, y estuuo uia mandado; y luego a la hora lo desnu-
alli aquella noche; y otro dia de mañana daron, y caualgaronle en su propia azemila,
despidióse del abad y de aquellos monjes, y y dieronle los ciento y cinquenta agotes co-
fuese a su tierra, el qual en muy pocos dias mo Tablante lo hauia mandado, y fueron ta-
llego alia, porque no se curo ele buscar nin- les, que lo dexaxon por muerto; y mandaron
gunas auenturas, sino anclar su camino. Y a los suyos que se fuessen con aquellas nue-
llegado que fue en su castillo, estuuo alli uas a su tierra, y dixessen que, en sanando,
seys dias, y dixo a los suyos que porque a le hauian de dar otros tantos. Y assi se par-
el le conuenia yr a hablar algunas cosas de tieron los suyos con mucho dolor, y quedo
su honra, que el se queria partir. T disoles el conde muy agotado; y curaron del las mu-
que alli vendría preso vn cauallero de la cor- geres del castillo, vna clonzella y vna muger
te del rey Artur, que es el conde don Mi- anciana, las quales, ele manzilla, le fazian
lian, del qual tenia mucho enojo; que luego los mas regalos que ellas podían.
pusiessen su tienda cerca clel castillo, y que Quede pues aqui el conde, y boluamos a
lo tomassen, y que, encima de su azeinila, los suyos, que se fueron a la condessa, muger
al derredor del castillo le diessen cinquenta del conde clon Milian, la qual, quando supo
acotes, y al derredor de las tiendas le dies- de los acotes, hizo muy doloroso llanto, y
sen ciento; y luego que esto se hiziesse, se mostró gran sentimiento. Llamo a los caua-
fuessen los suyos con su azemila y cauallo. lleros de su casa, y acordaron ele embiarle
T desciendan del castillo dos mugeres y cu- muy secretamente vn hombre que no supies-
ren del; y en acabando de sanar, si el se sen cuyo era, para que se informasse de la
tardasse, que le diesen otros tantos; y esto verdad; el qual fue, y hallo que era assi que
sera hasta que muera. Y haueys de saber lo hauian acotado, y que estaua mandado
que alli hauia cerca de trezientos caualleros que mientra viuiesse, en sanando le hauian
en trezientas tiendas que Tablante hauia cíe boluer a agotar. Y la condessa acordó ele
preso combatiéndose con ellos como con el llamar a tocios sus parientes y caualleros, y
conde, y todos estauan a su costa dellos mis- aun de sus vassallos los mas honrados, para
mos; y el los huuiera soltado y embiado a sus ver que consejo se deuia dar en aquello; y
tierras, sino que quisiera que algún caualle- entre ellos vino vna sobrina del conde, que
ro los huuiera librado, que no los tenia por se llamaua Bruniessen, señora del castillo
otra cosa, que el nunca estaua alli. Dexe- de la Floresta, y por esso la llamauan Bru-
mos, pues, agora a Tablante que, desque lo niessen ele la Floresta. Esta era la mas her-
mando a los suyos, luego se fue. mosa y gentil clonzella que hauia en todo el
Boluamos al conde, que, quando huuo he- reyno, y tenia vn castillo y muchos vassa-
cho su pleyto omenaje a Tablante, el se fue llos; y al pie clel castillo vna hermosa huer-
a su posada, y otro dia vio al rey; y como ta, que hauia en ella mas ele dos leguas de
era muy gran señor, y era noble de condi- arboledas y monte; y alli hauia puercos, y
ción, de su despedimiento huuieron todos ossos, y venados, y otras muchas animalias
gran pesar y manzilla, y no se pudo otra de gran tiempo, lo qual era todo de vn her-
cosa hazer; y el, quando se despidió, fuese mano del conde, y fallescio, y clexolo a su
a su condado, y hablo con su mujer y vassa- hija Bruniessen — que no tenia otra. Y
llos y caualleros ele su casa, y el les dixo lo ellos alli juntos, la condessa les clixo todas
que le hauia acontescido, para ver que acuer- las cosas que le hauian acontescido al conde
do tomauan; y después cíe haber hauido mu- su señor, y que se lo hazia saber, porque su
chas palabras, acordaron que por via de ca- parescer era que cleuian juntarse todos sus
ualleria no hauia otra cosa sino cumplir lo parientes y amigos, y criados y vassallos,
que hauia prometido. Y luego que huuieron que podrían ser tantos, y que ella yria con
hauido su acuerdo, se despidió de su muger ellos, que sin trabajo podrían sacar al conde
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de la prisión. Y con esta razón juntóse su la reyna y a la corte, mostraron gran senti-
sobrina Bruniessen, y dixo que era bien que miento, y vn dia después de comer, el rey
assi se hiziesse, y que para esto ella daría dixo a la reyna: «Mirad que dicha fue la del
caualleros y peones quantos le pidiessen, y conde, que nunca en el tiempo que Tablante
que ella yria en persona a ello, y alli dixo estuuo aqui vino cauallero ninguno; y si des-
cada vno su parescer. Y dize el cuento, que pués alguno ha venido, aunque han sabido
como alli liauia hombres muy principales de su prisión, nunca nadie ha dicho que
parientes, assi vassallos del conde, como quería yr a librallo». Y en esto hablaron mu-
honbres que sabían de la orden de caualle- cho, y la reyna dixo que creya que lo cau-
ria, vinieron a clezir su parescer. T clixeron saua que Tablante era gran cauallero, y era
que aquello que la condesa dezia no se deuia hombre cruel, y desta causa no hauia gana
ni podia ser; porque esta ley de caualleria nadie de yr a buscallo; y que también que
era de la Tabla Redonda; y que ella era en nunca estaua en su casa, sino buscando auen-
la corte del rey Artur, que era emperador turas. Y estando ellos en esta habla, vn don-
de los reyes de aquel tiempo; y que en la zel del rey, moco de edad de diez y ocho
corte hauia passado como passaua otras mu- años, el qual era hijo del conde Donason,
chas cosas, y que aquello no se deuia ni po- que hauia sido vno de los buenos caualleros
dia librar sino por orden de caualleria; y de la Tabla Redonda en su tiempo; era muy
que deuian buscar algún cauallero para que anciano y estaua en su condado, que no cu-
fuesse a librarlo, y aun pedir al rey que le raua de yr a la corte; y llamauase el donzel
diesse tal cauallero que al conde librasse de don Jofre, el qual hauia muy bien visto todas
la prisión. T que, en tanto que el conde se las cosas acontescidas. Y oyó y sintió y vido
librasse, que por el daño que el recebia era lo que el rey y la reyna dezian, y el senti-
mucha razón mostrar gran sentimiento en miento que tenían por la prisión del conde;
todo el condado, y aun en todas las partes y assi porque desseaua mucho seruir al rey
donde viniessen sus parientes y vassallos, y a la reyna, como porque era mancebo, y
por memoria de tan gran mal. Y en esto acor- tenia pensamiento de mostrar cuyo hijo era,
daron todos, que ninguno discrepo en ello, como porque el conde tenia deudo con su
sino que fuesse assi. T acordaron que hi- padre, aunque era lexos, acordó vn dia de
ziessen gran llanto dos vezes, vna en la no- hablar al rey, y busco tiempo aparejado; y
che, y otra antes del alúa, y que no se cu- vn dia que el rey y la reyna comieron juntos,
rassen de dar cuenta a nadie por que se fazia, desque las mesas fueron aleadas, Jofre hinco
aunque les fuesse preguntado; mas antes, las rodillas ante el rey, y suplicóle que le
porque nadie no lo supiesse, que si acaso hiziesse vna merced. Y el rey y la reyna,
algún estranjero lo preguntasse, que dexas- que querían bien a Jofre, assi porque era hijo
sen el llanto y que diessen tras el con palos del conde, que hauia sido vn muy buen ca-
y piedras, y con lo que mas a la mano se uallero, como porque era muy noble y muy
hallassen; y que, si fuesse muerto o ferido, cortes, el rey dixo: «Jofre, di lo que quisie-
que fuesse a su causa, y ellos sin pena. T res»; y Jofre dixo: «Otorgúemelo vuestra
esto assi ordenado, pusieron luto y acorda- alteza»; y la reyna, que hauia gana de ayu-
ron de embiar al rey a pedirle ayuda; y dalle, dixo: «Jofre, demanda lo que quisieres,
desto tomo el cargo la condessa, y fuese cada que lo que su merced viere que deua, otor-
vno a su casa; Bruniessen se fue a su casti- gártelo ha». Pues, viendo Jofre que no podia
llo. T queda agora que en toda la tierra del al fazer, dixo: «Señor, la merced que pido
condado y ele sus parientes hazen llanto en es que vuestra merced sea de me armar ca-
aquellas dos horas como alli fue ordenado; y uallero, y darme armas y cauallo, y licencia
boluamos a la corte. para que yo jmeda yr en demanda y busca
de Tablante de Ricamonte, por ver si pu-
diesse yo tomar emienda del y de la des-
CAP. II.—Como Jofre demando licencia al honra que a vuestra persona real y a los ca-
rey para se yr de la corte, -porque el rey no ualleros de la Tabla Redonda fizo en prender
lo quería armar cauallero para yr en busca al conde don Milian y acotalle como a la-
de Tablcmte por vengar al conde, y como a drón». Y el rey, quando vido su intención
la postre la reyna lo hizo hazer, y lo fue a de Jofre tan buena, holgóse mucho, y mucho
buscar; y de las auenturas que le acontes- mas la reyna, que tenia con el vn poco de
eieron en el camino. deudo; y la reyna lo hauia criado dende
niño; y espero que el rey le respondiesse; y
el rey le dixo: «Jofre, yo no dudo sino que
Dize la historia que desque la nueua del juzgando tu intención por obra, buen fin se
daño del conde don Milian llego al rey y a
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esperaría; pero la obra ha de ser en cosa de el rey mi señor ya te dixo, que esto destas
armas, las quales tu nunca has exercitado, armas quieren exercicio y vso mucho. Y assi
ni sabes en ello mas ele la platica, y lo que como tu tienes desseo y linagé, tuuiesses la
te paresce agora liuiano, parescerte ya grane edad, cierto es que lo que tu ruegas te hauia
si en ello estnuiesses; y por esso, y porque de rogar a ti; que me paresce que lo que el
este Tablante es assi buen cauallero y diestro rey mi señor te dixo, lo deues tu hauer por
en las armas, que tiene mas de trezientos bueno, y conformarte con su voluntad, que
caualleros presos, yo no deuo darte la tal queda aparejada para en viendo tiempo para
licencia. Porque yo deuo pensar que, hasta la obra, y no deues fazer otra cosa»; a la
que yo te viesse en las armas experimentado, qual Jofre le respondió y dixo: «Señora, yo
yo no deuo dar esta licencia, aunque te ar- he visto y oydo tocio lo que el rey mi señor
masse cauallero; porque yo no deuo darte dixo; y assi mismo lo que vuestra merced
caualleria hasta que edad y vso te acompañe, dize agora; y deue mirar vuestra merced que,
porque yo ni mi corona real no recibamos si los caualleros de ante de mi miraran todos
deshonra; ni deuo consentir que tu con tus los inconuenientes, assi edades, como co-
buenas entrañas vayas a morir o recebir menear de nueuo, como pensar de topar con
mengua, que me dolería mucho, que eres mi caualleros fuertes, y estas tales cosas les pu-
criado. Yo he plazer de saber tu clesseo, por- sieran temor, nunca huuiera caualleros an-
que, desque yo vea que eres de edad, yo lo dantes; pero esta claro que han de hauer co-
haré y de muy buena gana; por esso dexate mienco las cosas. Ynos de pequeña edad,
agora desso, y ruega a Dios por saber, que otros de mediana, otros de mayor; cada vno
tiempo tienes». T la reyna, antes que Jofre según tiene el desseo y le viene la voluntad;
respondiesse, por que no errasse y no se eno- y, como mejor vuestra merced sabe, esto de
jasse el rey, dixo: «Señor, la intención de las armas esta en Dios, y en razón, y en
Jofre es muy buena, ya vuestra merced le fuerca y esfuerco. En lo de Dios yo me en-
ha dicho lo que le cumple; yo, señor, hablare comiendo a el, que soy su christiano, y
con Jofre, por esso tu, Jofre, agora no te siempre lo llamare, pues es muy justa ra-
tengas por respondido». Esto dixo la reyna, zón, mayormente en yr a buscar a quien
porque vna noche Jofre y otros donzeles ha- ofende a mi rey y mi señor; pues ele fuerca,
blauan en que quería pedir aquello, y que, lo que yo agora no hiziere, no lo haré en mi
si el rey se lo negasse, que el se yria a su vida. Pues, señora, acordándome cuyo hijo
casa y no viuiria mas con el rey. T como la soy y de que linage vengo, no haré cosa en
reyna lo quería bien por lo ya dicho, de esta que recibir pueda verguenca. Y esto deue
causa se lo hablo a Jofre; y el entendió bien bastar al rey mi señor, que voy con pensa-
la voluntad de la reyna, y no dixo más de miento de dalle cuenta de criado e hijo de
dezir al r e y : «Señor, yo he suplicado por criado, como lo soy, y fue mi padre y mis
esta merced, y he visto lo que vuestra mer- abuelos; y Dios, viendo mi buena intención,
ced me ha respondido, y como dize la reyna me ayudara. Porque yo certifico a vuestra
que no la he por respuesta, que vuestra mer- merced, que si esto que pido al rey mi señor
ced mirara en ello, y todo se hará lo que no me lo otorga, que, dende agora que a
fuere su seruicio; porque es cierto que yo no vuestra merced beso la mano, me despido y
tengo de dexar esta demanda, o tengo de me parto para mi casa. Porque, pues yo no
morir en ella». T beso al rey las manos, y soy señor de mi, ni ele hazer lo que quiero,
leuantose. y fue a su casa muy descontento, que siendo libre yo lo pueda dende alia ha-
y en la noche no vino a seruir la copa que zer; que no lo hauia, saluo por lleuar la
seruia; y la reyna miro en ello, y callo, que honra de caualleria, y ser de la Tabla Re-
no dixo nada al rey. Y pensó que, pues tanta donda; pero, pues el rey mi señor no quiere,
gana lo hauia, que podia ser por bien; y otro yo, como cauallero auenturero, lo entiendo
dia, antes que le dixessen la missa mando buscar; e yrme he quexando del rey mi señor
llamar a Jofre, y venido que fue, hinco las por donde quier que fuere». Y la reyna,
rodillas ante ella, y la reyna le dixo: «Jofre, viendo la voluntad de Jofre, le dixo assi:
ayer pediste al rey mi señor por merced que «Yo quisiera mucho, Jofre, que tu siguieras
el te armasse cauallero, que querías yr en la voluntad del rey mi señor, mas pues tu
busca de Tablante de Ricamonte, y bien no quieres y essa es tu voluntad, hazlo assi;
viste su respuesta, y, cierto, que deues con- y después que el rey haya comido^ tórnaselo
tentarte con ella. Cata, Jofre, que el desseo a suplicar, y a causa tuya yo comeré con el;
te engaña, que tu piensas que seras agora y quando tu vieres que quedamos solos.
para tanto, que eres de diez y ocho años, buelué a suplicárselo, y entonces yo tomare
como vno de treynta, en especial que, como el cargo de responder, y allí veras lo que
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hago por ti»; y Jofre siruio a la mesa. Y quando Jofre velo las armas, siempre estuuo
después que el rey y la reyna huuieron co- de rodillas rogando a Dios que le ayudasse a
mido, y las mesas fueron íeuantadas, luego tocio lo que comencasse. Esto hecho, embio a
que Jofre Tido tiempo, hinco las rodillas ante las dueñas y donzellas de la reyna gran co-
el rey y besóle la mano, y dixole: «Señor, lación y muchos guantes, y otras cosas que
ya vuestra merced sabe lo que el otro dia le el vido que era vso entonces de dar. Y ca-
suplique, y lo que me dixo; y como yo, se- ualgo en su cauallo, y armóse, y delante de
ñor, no me tuue por respondido, porque crey la puerta del palacio passo muchas carreras;
boluer donde estoy agora, por que le suplico y todos loauan la forma de su caualleria, y a
y pido que aquella mesma merced y licen- todos parescia bien, y tocios clezian que ha-
cia que entonces pedia me sea otorgada ago- uia de ser buen cauallero. A la noche se fue
ra». Y el rey mostró que se enojaua; y en- a Palacio, y despidióse del rey y ele la reyna
tonces, sintiéndolo la reyna, dixo al rey: y de las dueñas y donzellas, y al despedir
«Señor, no neguemos agora a Jofre, que su le boluio la reyna a dezir: «Mira, Jofre,
buen desseo es tal, que cleueser agradescido que a mi causa el rey te armo cauallero, e
y remunerado: porque, señor, yo he hablado yo, por te hazer merced, dixe que hauia por
con el, y dize bien. Que a los caualleros que bien que fuesses por mi cauallero, y que
fueron antes del, no pusieron ningún ineon- assi te llamasses; mira por esto, y mira pol-
ueniente para hauer de clexar de tomar habito la orden de caualleria, y que la recebiste de
de oaualleria. Y pues que Jofre tiene buena mano del rey mi señor y tuyo». Y dixole
disposición y razonable edad, y es hijo dalgo, muchos exemplos ele la honra que los bue-
según, señor, bien sabeys, estas prendas nos ganauan, y la deshonra en que los co-
bastan para lio hazer verguenca a vuestra uarcles viuian, y al fin dixole: «Jofre, ve a
corona real; si vuestra merced le arma caua- la buena ventura». Y otro dia de mañana
llero, y le da armas y cauallo, yo quiero que busco vn clérigo que le dixesse missa, y con
dende entonces sea mi cauallero, y que todas mucha deuocion la oyó; y comió, e hizo en-
las auenturas que le acontescieren sean por sillar su cauallo y tomo sus armas que el rey
mi». Y quando el rey vicio la voluntad de la le hauia dado; y caualgo, y fue su camino a
reyna, y que ella lo queria, dixo: «Señora, la buena ventura.
pues vos quereys que Jofre sea vuestro ca-
uallero, yo digo desde agora que a mi me
plaze». Y quando Jofre lo oyó, fue tan ale- CAP. III.—-Como yendo Jofre en busca de
gre como si el rey le diera vna villa por suya; Tablante, estando reposando, lo huuiera
y beso las manos al rey y a la reyna, y muy muerto otro cauallero pensando que era su
gozoso se salió de donde ellos estauan, y que- enemigo, porque traya assi las armas; y
daron hablando del, y dixo entonces la rey- Jofre se libro, y se combatió con el, y lo
na al rey: «Plazera a Dios que Jofre, pues venció, y lo embio preso a la corte.
va por mi cauallero, hará tales cosas de que
vuestra merced sea gozoso y vuestra corona
real ensalcacla; e yo doy por muy bien em- Dize la historia que quando Jofre se par-
pleado lo que en este caso haya trabajado». tió de la corte, que a la segunda jornada dexo
el camino y metióse por vn monte, y en vnas
Y acordaron que, pues se hauia de hazer breñas muj7 graneles, con desseo de topar con
para el primer domingo que viniesse, que Jo- alguna ventura, que, como era nouel, pensó
fre velasse las armas, y otro dia lo armasse que luego las liaiiia de fallar, y enojauase
el rey cauallero; y en la tarde dixo la reyna: de no fallarlas luego. Y salido de aquellos
«Jofre, 5^a tu has visto lo que por ti he hecho; montes, entro por vna floresta, y anduuo por
por tanto conuiene que en todo des tal cuenta ella tres dias sin comer pan, ni beuer vino,
de ti, que yo no reciba verguenpa alguna. sino agua, y avn no todas vezes; y perdió el
Para el domingo que viene conbida a tus camino y metióse por vna gran espesura, y
amigos, y vela tus armas como es costumbre». desque se vido perdido, quisiera boluerse
Y el rey mandóle ciar para ayuda a comprar atrás, sino que no supo, y ancluuo perdido,
lo que le parescio; y el hizolo assi como la y era cerca de medio dia; e yua pensando
reyna le hauia mandado. Y otro dia lunes el que hauia de ser del, que nunca en tal se
rey le armo cauallero, y mando a su cama- hauia visto, y acordóse ele lo que el rey y la
rero que le diesse vn cauallo bueno de los reyna le hauian dicho; y en su coracon al-
suyos, y vn escudo y vna lanca, y su loriga guna vez desseaua que nada de aquello hu-
como es la costumbre de caualleros; y el com- uiesse pasado por el. Y el yendo en aquella
bido a comer a todos los donzeles del rey, y priessa, acordó de reposar vn poco, porque
a los caualleros y amigos, a su posada. Y estaua alli vn prado y vna fuente; y tiro el
TABLANTE DE RIO AMONTE 465
freno a su cauallo, y cllolo agua y dexole de monjes que estaua a dos leguas ele alli; y
pazer, y tiróse el yelmo, y púsolo so su ea- que,' como alli siempre van caualleros, que
beca, y durmióse. Y en esto su cauallo sintió podría ser que alli le cliessen razón de lo
venir otro cauallo y relincho; y luego des- cjue el quería saber. Y en lo de y r a Camalot
pertó Jofre y miro hazia donde su cauallo a presentarse a la reyna, que el lo haría de
miraua, y bien lesos vicio venir vn cauallero buen grado; y luego con estas condiciones le
apriessa armado. Y como el hauia oydo dezir perdono. Y luego caualgo Jofre en su cauallo
destas cosas tales, apercibióse, y tomo el y el otro a pie; y lleuolo, que sabia la tierra,
freno y enfreno su cauallo, y puso el yelmo por vna senda, y sacólo de aquella espesura,
en su cabeca y caualgo. Y en esto el otro y llenólo al abadia de monjes, y era ya
cauallero se llego mas; y era vn cauallero puesto el sol; y los monjes, que los vieron,
muy bueno, el qual venia en rastro ele Jofre, creyeron cjue alguna auentura les hauia
pensando que era Diedes ele Escocia el cruel, acontescido, y dieronles bien ele cenar, y a
que le hauia muerto vn hermano a traycion; Jofre fazia bien menester. Y luego que cena-
porque Jofre traya un cauallo de la color del ron, el cauallero no quiso quedar alli aquella
otro que le seguia, y uenia ele proposito, que, noche, y dixole que le cunplia yr a Cama-
si lo hallara durmiendo, assi lo matara. Y lot y boluer a su casa, y tomar otro cauallo y
desque llego cerca, sin clezille «apercibios» buscar a su enemigo. Partióse, y quedo Jofre,
ni nada, arremetió con Jofre, y antes que se y dieronle buena cama, y pensáronle bien
apercibiesse le hauia ciado vn encuentro, que su cauallo, que ambos lo hauian menester,
dio con Jofre del cauallo abaxo. Jofre, quan- que hauia ocho dias que el ni el cauallo no
do se vido derribado, congoxose mucho, comían.
porque era la primera justa que en su vida
hauia hatúdo: y leuantose luego en pie que
no perdió la langa; y puso el cuento della so CAP. lY.—Como el eaimllero que Jofre ven-
el pie y abaxola, y puso mano a la espada y do se presento a la reyna Ginebra.
espero al cauallero, que dio la buelta sobre Pues, y do el cauallero, Jofre quedo alli
Jofre, y furtole el cuerpo; y el cauallo del cjuatro dias. Dexemoslo alli, y vamos al ca-
otro metióse por la langa, que venia desapo- uallero que se partió para yr a Camalot, que
derado. Y luego el cauallero cayo en el suelo, anduuo tanto a pie con su lanca y su escudo
y Jofre, como moco, están a enojado, salto y puesto su yelmo, que llego a la corte y pre-
sobre el cauallero, y con el espada diole vn gunto por la reyna: y dixeronle que la que-
tan gran golpe encima del yelmo, que se lo ría, y dixo: «Soy mensajero de vn cauallero
abollo y metió fasta que le toco en el casco; cuyo nonbre no se, porque no me lo dixo»;
y otro mal no le hizo mas de que lo atorcles- y luego en dezir de vn su cauallero, vieron
cio, que no supo donde estaua; y Jofre le que era Jofre; y fueron a la reyna y dixe-
tiro el yelmo para lo matar. Y entrando en ronselo como estaua alli vn cauallero a pie
su acuerdo, rogóle que huuiesse merced del, con su yelmo y lanca y escudo; y clezia que
y no le matasse; y entonces dixo Jofre: «La era ele vn cauallero suyo, y la reyna dixo:
que tu querias hauer de mi sin hauerte ofen- «De Jofre es el mensajero». Y juntóse la cor-
dido, que me querias matar.» Y entonces el te por ver y oyr lo que dezia el cauallero, el
cauallero dixo a Jofre: «¿Como, no soys vos qual contó a la reyna quantos dias lo siguió,
Diedes el cruel, de Escocia natural, que me y lo que con el le acónteselo, y dixo: «Señora,
matastes a mi hermano sin causa a traycion?» yo os fago saber que del espada hasta hoy no
Y Jofre dixo: «Por cierto, no, que esta es la nascio tal cauallero ni de tan gentil tiento,
primera auentura que yo he fecho por mi». que según yo lo salte no fuera nada matallo,
Y boluiole a rogar que por Dios le perdo- y el fizo tan jaoca cuenta de mi, qual veys.
nasse; y Jofre, como le oyó dezir que pen- Y agora, señora, que yo me he presentado
saría que era el cpie le hauia muerto su her- ante vuestra merced, soy libre para me po-
mano, pensó que el cauallero tenia razón de der y r , si vuestra merced mandare; por-
hazer lo que hizo, según lo dixo. Y dixo que que voy en busca ele ac¡uel traydor que me
le perdonaua, con condición que le dixesse mato a mi hermano». Y la reyna le dio li-
a que parte era el castillo de Ricamonte, y cencia. Y el rey y ella y los de la corte hu-
cjue luego se partiesse a la corte del rey uieron mucho x^lacer por saber que la prime-
Artur, sin yr primero a ninguna parte; y se ra auentura cpie hauia hauido, la huno buena;
presentasse a la reyna Ginebra su señora, y y luego el rey mando escreuirla.
le dixesse que su cauallero lo embiaua preso Doxemos al cauallero que a buscar va a su
alia a presentarse. El dixo que no sabia el enemigo, y boluamos a Jofre, que quedo en
castillo, mas que el le pondría en vna abadia ' el abadia.
LIBROS DE OABALLEIUAS,—30
466 LIBROS DE CABALLERÍAS
CAP. Y.— Como yendo Jofre a buscar a Ta- estaua. Y en la hora que la tomo, salió vn
blante topo con vn Enano, que era hijo del Enano que estaua detras del pino, la oosa mas
diablo, y guardaua vna lanca, que se dexia espantable del mundo, que clizen que tenia
LA LAírgA PELIGROSA^ por vn cauallero que la cabeca tamaña como vn harnero, y en los
era su señor; y Jofre se combatió con el ojos hauia en cada vno vn palmo, y las na-
cauallero, y lo mato, y solio al Enano y a rizes grandes y cortas, y las ventanas gran-
veynte caualleros que estauan alli presos en des, que por cada vna cabla vna gran man-
vn monesterio, y los embio a la reyna Gi- cana, y los ojos como grandes espejos, y la
nebra a Oamalot. cabeca hendida hasta las orejas; y el cuerpo
tan pequeño, que a mala ues medirían de la
Después que Jofre se hallo rezio para ca- cinta a las rodillas vn palmo, y su andar era
minar, y su cauallo estaua ya descansado, tan poco, que vn dia no andaría un quarto
despidióse del abad y de los monjes y fuese de legua; y la voz tenia tan grande, que so-
su camino; y anduuo mas de ocho dias que naua vna gran legua. T como vido que Jo-
ninguna cosa le acontescio, antes se perdió y fre tomaua la lanca, salió detras del pino
no sabia hazia que cabo yua; y fallo vna ño- como lo solia fazer, y dixole: «Camillero, yo
resta grande, y atrauesola, y salió a vn cam- no se quien vos hizo osado de llegar a la lan-
po llano, que a su parescer no tenia cabo, ga»; y Jofre, quando lo vido, espantóse, y
tan largo era sin parescer montes ni otra paróse a mirar su mala catadura, y dixo:
cosa, y anduuo por el tres dias y tres noches, «Confunda Dios a padre que tal hijo engen-
que nunca hallo lugar donde reposar, ni co- dro, que yo creo que tu eres hijo del diablo,
mer ni beuer; y la sed lo fatigaua a el y a su ¿cuydasmelo tu demandar a correr?» Y el
cauallo, y comenco a pensar en la caualleria, Enano dixo: «No, mas agora vendrá quien
y quan trabajosa era, y que creya que por vos lo demandara»; y luego comenco a dar
aquello viuian poeo los caualleros, sostenien- tan grandes vozes. que el valle todo hazia
do tanta hambre y sed, y caydas, y encuen- tronar; y Jofre, espantado de ver tal prisión,
tros y malas camas; y membrauasele de to- miro hazia do el Enano mirara, que era ha-
das las cosas passadas, y era ya más de medio zia el abadía, y vido venir vn cauallero ar-
dia, y como sienpre yua mirando a toda par- mado, y no muy de espacio; el qual venia pol-
te, sobre su mano izquierda vido assomar vn las vozes que el Enano daua, que assi lo te-
pino; y dixo que pues alli hauia juno, que nia por vso. Porque el vso desta auentura
cosa fresca hauia alli; y dexo la via que lle- era que aquel cauallero hauia veynte años
uaua y fuese hazia alia, desseando fallar lu- que tenia alli aquel Enano y aquella lan-
gar donde pudiesse reposar, y mientra mas ga, y . si algún cauallero passaua y la toma-
andaua, mas se descubría el pino y otros pi- ua, hazia aquello mismo, y teníala tan lim-
nos, y era ya hora de vísperas y fazia gran pia, que de tres a tres dias la acicalaua, y
sol, que era en verano; y yendo assi, sobre la luego salia aquel cauallero como entonces
mano derecha vido vnas casas y no supo salió, y como llego,, dixo: «Cauallero ¿quien
juzgar que fuessen, y era vn monesterio de vos hizo osado de llegar a essa lanca sin pri-
monjes, y como yua muerto de hambre y de mero saber la costumbre desta auentura?» Y
sed, y cansado, comenco a andar hazia las Jofre dixo ala pregunta: «No vos, a lo menos;
casas. Y emparejando con los pinos boluio pero quiero saber el vso desta auentura», y el
la cabeca a mirarlos, y como el sol era vn cauallero dixo: «Yo os lo diré pues. Este es
poco baxo, vido arrimado al pino relumbrar el vso: Que si alguno la toma que sea caua-
vna cosa que parescia espejo, y tuuo la rien- llero armado, ha de hazer vna destas cosas:
da al cauallo y pensó de yr alia; y miro que Combatirse comigo, o yr preso alli aquella
si era cosa de auentura que no estaua para abadía; y si se combate comigo, yo lo ahor-
ello, y estaua ñaco; y también pensó que era co de aquellos arboles; y si va preso de su
couardia, y viendo que nadie lo veya, no curo voluntad, en aquel monesterio hay muchos;
sino de yr su camino a do vio las casas. E alli el monesterio les da de comer, y les be-
yendo en esto, dixo entre si que hazia mal, zan a texer y coser, y hazer capatos, por
y que el hauia de dar cuenta principalmen- donde ganan lo que han de comer, y si vos
te, assi que no era cosa de cauallero lo que esto quereys, alli lo hallareys». Y Jofre to-
fazia, y boluio la rienda al cauallo, y adere- mo de aquesto mucho enojo, y miro, y vido
90 a donde estauan los pinos, y alli hauia muchas sogas de hombres que alli hauian
vna muy linda fuente y vn j>rado. Y arrima- sido ahorcados, y con enojo le dixo: «Yo no
do al pino estaua vna lanca muy hermosa y se, cauallero, quien soys vos, y no se como
muy luzida, y como la vido, cobdiciola, y vos llaman, pues que a los caualleros hazeys
llego, y puso su lanca alli, y tomo la que allí texedores, y capateros, y sastres; y de yr
TABLANTE DE RICAMONTE 467
alli a los arboles, esta en la mano de Dios; y de su cauallo, que lo hauian bien menes-
por esso apercebios, que, cierto, he vergüen- ter. Y otro dia ele mañana Jofre se leuanto,
za ele oyros». Y luego se apartaron el vno y oyó misa, y después hizo llamar al abad
contra el otro, y dexaronse venir quan rezia- del monesterio, y a los caualleros, y delante
mente pudieron el vno contra el otro, y die- del abad les dixo: «Señores, ja, veys quanto
ronse tan grandes encuentros, que la lanca bien Dios vos ha hecho en esta deliberación,
del cauallero se hizo pedacos, y la de Jotre, la qual el ñzo por mi mano; ruegoos que
que era la que el Enano guardaua, se doblo seays conoscidos a el en darle gracias y loo-
vn poco, pero al fin tan grande fue el encuen- res que lo fizo, Y a mi en pioner en obra
tro que Jotre dio al otro, que lo boto de la vna pequeña cosa que vos quiero encomen-
silla y lo tirio malamente, y en tal manera, dar y rogar de parte de caualleria, y es que
que dio con el en el suelo; y como Jotre lo vays desde aqui, assi como estays, a la corte
vicio en el suelo, apeóse del cauallo y tiróle del rey Artur, y os presenteys con este Ena-
el yelmo, y tomólo por los cabellos, y lleua- no y esta lanza y este escudo de mi parte a
ualo arrastrando hazia los arboles. Y el vicio la reyna Ginebra, y le digays: Señora, vues-
que su muerte era cerca, y rogauale que tro cauallero Jofre os besa las manos, y os haze
huuiesse piedad del, y Jotre dixo: «La que saber que es viuo, y nos mando que de su
tu has hauido de los caualleros que aqui has parte nos pressentassemos a vuestra merced,
ahorcado, y huuieras de mi si pudieras»; y con todo lo susodicho; y el Enano le cuente
corto vna soga de los arboles, y ahorcólo; y todo lo que ha passado». Y ellos se lo prome-
luego se.fue para el Enano, y el, ele que vido tieron assi, y otro dia se partieron con mucha
que su señor estaua en el passo de morir, alegria, y se despidieron del abad y de los
comenzó a yr poco a poco, y como no anda- monjes, y de todos los del monesterio, y de
ua nada, alcanzólo luego, y por asombrallo Jofre, y se fueron a Camalot, y el quedo alli.
hizo que le queria herir, y el, de temor, de-
xose caer en el suelo a los pies de Jofre, di-
ziendo: «Señor, no me mateys, que no era CAP. VI.— Como el Enano y los veynte caua-
mas en mi mano, que aquel cauallero anda lleros se presentaron en la corte a la reyna
en veynte años que me tenia aqui por fuerea, Qinebra.
y aquella lanca yo la guardaua y acicalaua
dos veces cada semana por que relumbrasse». Luego los caualleros, assi como estauan
Y Jofre dixo: «Si tu me prometieres de fazer con sus barbas luengas y cabellos, se partie-
lo que yo te mandare, yo te otorgo la vida»; ron con su Enano; el qual yua en el cauallo
y el Enano dixo: «Señor, yo vos lo prometo». del cauallero que hauia sido su amo, y con
Entonces tomo Jofre el Enano, y púsolo en su lanza y su escudo; y anduuieron tanto,
el cauallo del cauallero, y diole la lauca que que llegaron a Oamalot, e hizieron saber a
el solia guardar y el escudo. Y Jofre ca- la reyna como estauan alli, y que venian de
ualgo en su cauallo, y fueronse al abadía; y parte de Jofre su cauallero, la qual luego los
los monjes sabian que, quando el Enano daua mando subir, y, entrando, le besaron las
vozes, que era auentura que passaua por manos, y dixeronle: «Señora, lo primero vos
alli; salieron todos con el abad del moneste- hazemos saber que Jofre vuestro cauallero,
rio a ver que era, y en esto conoscieron que el qual es hoy dia el mejor cauallero del
el Enano venia en el cauallo de su señor, y mundo, es viuo, y se encomienda a vuestra
vieron que otro cauallero venia alli; y co- merced, y nos mando que nos presentasse-
nosciendo la lanza peligrosa, entendieron la mos ante vuestra merced, para que de nos-
verdad, y en sus corazones huuieron plazer otros haga lo que mandare; y que este Ena-
porque era muerto el cauallero, y salieron a no le diga a vuestra merced lo que en esta
recebir a Jofre; y el Enano les contó todo lo auentura le ha acontescido». Y como vieron
que alli hauia passado, y ellos dixeron a Jo- cosa tan monstrua, llegóse toda la corte; y
fre que en hora buena fuesse alli venido, que era tanta la gente, que era marauilla, el
veinte años hauia que estaua alli aquel caua- qual, con vna voz gruessa que todos lo oye-
llero, y que alli hauia muerto mas de diez ron, dixo a la reyna todas las cosas que des-
caualleros, y que alli estañan presos mas de ta auentura haueys oydo; y la reyna holgó
otros veynte, los quales luego a la hora sa- mucho, y todos. Y mando la reyna que el
lieron alli, las baruas muy luengas y los ca- Enano y los caualleros fuessen ante el rey, y
bellos crescidos, y fueronle a besar la mano que le dixessen que le parescia de su Jofre,
todos; y el no se la dio, mas dixo: «Dad loo- que la primera buena hauia sido, pero que
res a Dios, que os ha librado desta prisión». esta era mejor. Y el rey los recibió y holgó
Y entonces el abad mando crtrar bien del mucho de vellos, y mas al Enano; y estu-
468 LIBROS BE CABALLERÍAS
uieroii alli ocho ¿lias, que el rey mando ciar nadie demandárselo. Y agora ha ocho dias
todo lo que les cumplía, y vistiólos, y dioles que estoy aqui escondida, que no lo sabia,
para el camino, y friéronse, y el Enano que- saluo esta mi ama, y el, sobre sospecha, vino
do en la merced de la rey na, y mandaron aqui, y yo, no pensando que a tal hora me
poner esta auentura en escripto; y dexemos viera nadie, me pare a vna ventana, y el me
esto assi y vamos a Jotre. vido, y hame requirido que le abra, y yo no
quería; y ha jurado de quebrantar las puer-
tas y deshonrarme. Por que os ruego que me
CAP. "VII.— Como salió Jofre desta auentitra, libreys del, que yo no esperaría sino que el
y yendo a buscar a Tablante, topo con entrasse por essa puerta para echarme yo por
Montesino el fuerte, combatiendo vna torre esta ventana y morir honrada, y no viuir
por fuerca vna doncella, y lo venció. deshonrada». Pues viendo Jofre las lagrimas
clella, y su eongoxa y fatiga, y viendo que
Dize la crónica que Jofre, a ruego de los ca- parescia verdad lo que la donzella dezia,
ualleros que le rogaron quando partían, fizo dixo: «¿Vos hazeysme cierto lo que dezis,
descolgar al cauallero, y enterráronlo muy que no hay en ello otra cosa?» Y ella dixo
honradamente, y el se quisiera partir, y a que si, y que no hauia mas ni menos. Y en-
ruego de los monges quedo, que hauian pla- tonces Jofre se llego mas hazia el castillo, y
zer de estar el alli, porque Jofre era moco y dixole: «Señor cauallero, bien haueys visto,
gentil hombre, y bien criado. Y aun porque por las razones desta donzella, que mi veni-
les hauia tirado de alli aquel carnicero que los da no fue aqui para buscaros; porque es cier-
tenia fatigados, y estimo alli Jofre ocho días, to que mi camino era a otra parte y por otra
y después despidióse del abad y monges, y necessidad que yo tenia, y holgueme mucho
se fue su camino en busca de Tablante, y quando yo vi la torre. Pero después que os
anduuo vn mes que nunca cosa que de con- vi, por cierto me peso; y agora que yo he
tar fuesse hallo, y hauia perdido el camino, oydo de aquella donzella lo que me ha dicho,
y no hauia hallado poblado ni persona nin- no quisiera hauer venido aqui por vna villa;
guna tres dias hauia, sino por campos y por y pues Dios y su buena ventura me truxo, y
montes. Y el andando en esta priessa, vna ella se me ha encomendado, no creays que
mañana, poco mas de salido el sol, vido le- lo tengo de consentir, o me ha de costar la
xos vna torre bien alta, y, quando la vido, vida» . Y el cauallero, quando esto oyó, assi
holgóse en verla, creyendo que alli hallaría lo que la donzella dixo, como lo que Jofre
algo ele comer, porque era entonces la cosa dixo a ella, como lo que le dezia Jofre a el,
que el mas desseaua; y anduuo quanto pudo. enojóse mucho, y dixo: «Cauallero, pares-
Y, desque llego cerca, vido cabe la torre vna cerme ya a mi que vos curassedes de yr
lauca hincada en el suelo, y vn cauallo vuestro camino' y no entencliessecles de pley-
arrendado a la lanca, y vn escudo colgado to ageno, sino hazer el vuestro». Y Jofre
del arzón de la silla, y como lo vido, dixo: le dixo: «Señor cauallero, esto es vso de ca-
«Yo creya hallar de comer, y creo que he ualleria, y deueyslo vos hauer por bien, y
topado puñadas», y no dexo de andar. Y, no por fuerca querer entrar, que sabed que
desque llego mas cerca, vido vn cauallero vos lo tengo de defender». Y entonces dixo
que trabajaua por quebrar la puerta de la el cauallero a Jofre: «Si vos me dexays ca-
torre, el qual, con lo que íazia y como tenia ualffar en mi cauallo, vo os mostrare si me
su yelmo puesto, no sentía nada, y en lle- haueys vos de defender la entrada de la to-
gando, salió vna donzella a vnas ventanas, y rre». Y Jofre le dixo: «Caualgad, que esso es
como vido a Jofre, con muchas lagrimas y lo que a mi conuiene». Y luego caualgo en
con mucha fatiga dixo: «Señor cauallero, su cauallo, y embrago su escudo, y tomo la
por amor de Dios y honra de caualleria os lanca, y desuiaronse el vno del otro, y dexa-
ruego que, si os atreueys, trabajéys de li- ronse venir el vno para el otro; y dieronse
brarme de las manos deste cauallero que me tan grandes encuentros, que ambos junta-
quiere quebrar essa puerta, como, señor,veys, mente cayeron en el suelo; y la donzella,
diziendo que me ha de deshonrar, porque el que estaua hincada de rodillas, esperando
señor me indio en casamiento y mi padre no ele ser librada, quando los vido ambos junta-
quiso. Porque el ha seydo casado muchas mente caydos, recibió mucha pena, creyen-
vezes, y casase con las donzellas, y quando do que era por mal de su cauallero. Y luego
las ha burlado, dexalas; assi por esso mi pa- que ambos cayeron, fueron en pie, y pusie-
dre me anda escondiendo, porque es muy ron mano a las espadas, y fueronse el vno
mal honbre, y es muy rico y emparentado, contra el otro, y comencaronse a dar tan gran-
y es muy honbre por la persona, y no osa des golpes que era marauilla, y cayosele a
T A B E A N T E DE RIC AMONTE 469
Jofre el puño ele la espada, y sintiólo, y que era cauallero, preguntáronle si era caua-
porque no le faltasse al mejor tiempo, dio llero de sus rey nos, y dixo que no, sino que
vn salto y abracóse con el cauallero, y, co- era cauallero andante, y natural de vn lugar
mo hombre de gran esfuerco, dio Jofre con que era cerca de vna torre donde Jofre lo
el cauallero en el suelo, y queríalo degollar. hallo. Y alli le contó todo como hauia pas-
T el, como se vido perdido, rogóle que hu- eado, y como era muy grande cauallero
uiesse merced del; y el dixo que le otorgaría Jofre; y aun dixo que ele la lanea lo hallo
la vida con dos condiciones: «La vna, que muy bueno, pero que mejor era de la espada,
aquella donzella, y su padre y parientes, porque tenia mucha fuerca en los bracos. Y
serian del muy honrados, y no la offende- porque el tenia mucho que fazer, pidió licen-
ria mas. La otra, que se fuesse a presentar cia a la reyna, y la reyna se la dio, y fuese.
de su parte a la corte del rey Artur a la Y el rey y la reyna quedaron mucho ha-
reyna Ginebra, su señora, y le dixesse que blando en las cosas de Jofre, y mandaron
Jofre, su cauallero, le embiaua para su mer- que esta auentura fuesse puesta en escripto,
ced, que fiziesse del lo que quisiesse, y le de manera que alabassen a Jofre y a sus ca-
contasse el auentura, por que la pusiessen en ualleros.
escripto». Al qual dixo el cauallero que le
plazia de lo cumplir todo, y clesta manera lo
dexo. Y esto hecho, la donzella les abrió la CAP. IX.— Gomo Jofre topo vn cauallero, que
puerta del castillo, y los desarmo, y curo le dixo todas las auenturas que hauia en
dellos, que tenian algunas heridas aunque toda la tierra.
eran pequeñas, y guisóles bien de comer Dize la historia que desque Jofre se par-
ella y vna su ama que alli estaua, y estu- tió ele la torre, que aquel dia anduuo hasta
uieron hasta la tarde. T Jofre dixo al caua- la noche, que no sabia por donde yua ni en
llero que seria bien, por la honra de la don- que lugar estaua, y hazia bien escuro y
zella, que aquella noche no quedassen alli; nublado, y ele rato en rato parauase a escu-
y que se cleuian partir cada vno a su auen- char, por ver si oyria algo por do aquella
tura, y assi se hizo, que el cauallero se par- noche se remediasse; y oyó cantar gallos, y
tió a la corte a Camalot y Jofre se despidió hazia do los oyó boluio el cauallo, y comenco
de la donzella y ele su ama, las quales le ele caminar hazia alia, y quando llego, vido
dieron muchas gracias por la buena obra que era vn monesterio, y como era noche,
que del haiiian recebido, y le dixeron que si estauan todos acostados dormienclo, y aun-
alli queria quedar tanto quanto fuesse su epie llamo, no le respondieron. Y detrás del
voluntad, que el seria dellas bien seiuido; y monesterio hauia vn pradilio, y tiróse el
el se lo agradescio mucho y se despidió, y yelmo y púsolo a la cabecera, y dormiose. y
se fue su camino. acaso cerca del dia, llego alli vn cauallero
Queda agora aqui que Jofre va a buscar andante, y venia a reposar alli, que lo solia
sus auenturas, y boluamos a aquel cauallero assi fazer, y como llego, huuo conoscimiento
que se fue a la corte. de como era cauallero andante. Y Jofre des-
pertó, y como lo vio, leuantose y saludólo
Jofre muy cortesmente, y el le respondió
CAP. VIII. — Como Montesinos se presento muy bien, y Jofre le pregunto que para do
en la corte a la reyna Ginebra. bueno yua camino, y el dixo que para alli
Desque el cauallero se despidió ele Jofre, para aquel monesterio. Jofre le pregunto si
anduuo tanto, que en quinze dias llego a era cauallero armado, y el dixo que no, sino
Camalot; y entro en el palacio del rey, y auenturero. Y Jofre le rogo que le elixesse
fizo saber a la reyna que estaua alli vn caua- que auenturas hauia en aquella tierra. Y el
llero prisionero de Jofre, el qual venia a dixo que muchas hauia ele passo o por caso,
dezirle nueuas del. Y el rey y la reyna hol- y otras que eran mas peligrosas. Y Jofre le
garon de lo saber, y mandáronlo entrar, y rogo que le elixesse quales eran las peligro-
apeóse; y assi como venia armado, subió sas. Y el clixo: «En tal parte, y entre la Flo-
arriba, y hinco las rodillas ante el rey, y resta peligrosa y los montes que dizen del
besóle la mano assi como a la reyna, y clixo: Auentura, esta vna casa encantada, y eti ella
«Señora, vuestro cauallero Jofre os besa las vn malato, que dizen es fijo del diablo; y
manos y se encomienda en vuestra merced, nunca cauallero hasta hoy ha osado yr alli,
y le haze saber que es viuo y va desseoso de porque danse muchos que han visto alli mu-
fallar cosas de auenturas en que os sirua, y chos a cauallo, y jugar, y justar, y correr, y
que agora va de mejor gana en la demanda son diablos». Y Jofre le pregunto cpie por
que yua». Y quando el rey y la reyna vieron do yuan alia. Y el dixo: «So hay camino para
470 LIBROS DE CABALLERÍAS
alia, pero quatro leguas de alli hay poblados pues de los caballeros de la Tabla Redonda
donde vos informareys». T Jofre dixo: «¿Hay muchas vezes solían venir alli. Assi que si
mas?» Dixo: «Si, que entre Camalot y vn lu- alia ys, no os faltara que hazer, y aunque cli-
gar que se clize la Kancha, esta vna muy des- gays que no podej'S a todo, sino porque pa-
astrada auentura, que esta vn monesterio. y rescia que preguntauades por las auenturas
en el vn oauallero que tiene vn Enano, que de la tierra, yo no os diera mas de aquellas,
es hijo del diablo según dizen; el qual es her- pero si a este torneo vos quereys yr, dende
mano del mala-to de la casa encantada, y no aqui vos fago saber que no os podeys yr sino
hay oauallero que por alli passe que de muer- por tierra de Ubrmandia, y tocia la tierra
to o preso escape». T Jofre dixo: «Este oaua- atrauiessa vn rio tan grande, y en todo el no
llero, según lo que yo he oydo, muerto es». hay sino vna barca, que esta cabe vn cas-
Y el le pregunto de los oaualleros que tenia tillo que se dize el castillo Normando; y no
presos, que se dezia dellos, y Jofre dixo: hay otra passada para aquella tierra sino por
«Quien a mi me dixo del, me dixo dellos». T alli; y alli en aquella barca hay vnas malas
el dixo: «¿Que, señor, supistes?»Y el dixo que condiciones, que los hombres llanos y de otra
los vieron yr a la corte del rey Artur. Y el suerte pagan cierta cantidad de dineros y
dixo: «Señor, ¿quien supistes que venció esta los oaualleros tienen otra condición, y es,
auentura?» Y dixole Jofre que vn oauallero que como la barca esta cabe el castillo, si va
de la reyna Ginebra, que ha poco que lo vno o dos y demandan passaje, no se lo dan
armaron cauallero». Y dixo: «¿Como le lla- hasta que se junten diez oaualleros, y desque
man?» Respondió: «¿Por que lo dezis?» Y el están juntos diez, salen del castillo otros
dixo: «Porque querría saber quien es, porque diez, de veynte que alli están siempre; y
alli libro vn hermano mió, y aun tiro de passan acá a nuestra parte., y los que van de
trabajo, según yo he oydo, que vna nuestra acá, hanse de conbatir con los del reyno y
hermana fue a la corte a pedir al rey vn oa- en manera que vno por vno se combaten; y
uallero que nos librasse»; y Jofre dixo: «Y si los del reyno de Normandia vencen al vno
vos ¿por que no lo librastes?» Y el dixo: de los de acá, hanse de combatir con los
«Señor, este oauallero que lo tenia preso, es cinco, y si todos los cinco vencen, no les han
assi buen oauallero, que nunca jamas con el de ciar posada a los cinco ni a los otros cinco;
se combatió ninguno que no fuesse vencido». y si el cauallero que va de los diez vence,
Entonces dixo Jofre: «Yo no sabría deziros- liase de combatir con todos los otros, y hasta
lo; mas clezid, ¿que auenturas hay?» Y dixo: que todos diez los venca, no passara. Y si
«En el castillo de Ricamonte hay vn oaua- por caso llegan cinco y piden passaje, ha-
llero que es assaz peligroso, porque no solo ueys de saber que son obligados a dezille si
los que por alli passan se conbaten con el, saben la vsanca de la tierra; y agora digan
mas el sale por todas las tierras a buscar si o no, se le han de clezir, y es esta: Que
auenturas y oaualleros con quien se combata; passan diez oaualleros de los del castillo, y
y tiene cerca de trezientos oaualleros presos». los cinco se han de combatir vno por vno con
Jofre dixo: «¿Hay mas?» Y el dixo: «Si. que ellos en esta manera: Que si el vno dellos,
en el camino esta vna fuente donde esta vna el primero de los diez vence al primero ele
visión de vna muger del diablo, y anda alli los cinco, no hay alli mas que hazer, sino
vn su hijo que dizen que es hermano de otros luego se bueluen, que no han de passar los
dos que os he dicho; pero esta, pocos la topan cinco; y si el primero de los cinco vence al
sino por yerro». Y dixo Jofre: «¿Hay mas?» primero del reyno, ha de hazer armas con
todos diez. Y si al medio tiempo el del reyno
Y dixo el oauallero: «¿Y no teneys hartas, si
venciere, ha de entrar otro de los cinco, de
todas las buscays?» Y Jofre dixo: «Si las
manera que, para passar, con todos diez se
hallasse yo todas». Y el dixo: «Si mas que-
ha de conbatir. Pues los del reyno de Nor-
reys hallar algo que hazer, yo vos llevare
mandia tienen alli sienpre veynte caualle-
adonde vos hinchan las manos, porque el
ros especiales, *de manera que a esta causa
rey de Escocia bastesce agora vn torneo
no passa por alli cauallero ninguno; o muy
adonde haueys de saber que yran todos
pocos». Y Jofre clixo: «Este torneo, ¿comién-
los oaualleros ele toda la tierra; y vos y quien
zase presto?» Y clixo el cauallero: «De hoy
quiera que tenga gana de hallar oaualleros,
en diez dias». Pues como Jofre era moco, y
crea que los hallara alli; porque soy cierto
no hauia salido sino entonces, no sabia de
que de Yrlanda siempre vienen alli; y algu-
aquellas cosas n a d a , aunque hauia oydo
nas vezes el rey viene alli secretamente,
clezir, y cobdicio fallarse alli, y dixo en su
porque el rey de los cient oaualleros jamas
coracon que veynte dias mas o menos no
dexa torneo ninguno de estos; porque es el
fazian al caso, y que quería yr alli, y dixo:
mejor y mas valiente oauallero del mundo;
TABEANTE D E BICAMONTE 471
«Veamos, señor, ¿no dexan passar menos de tes que se apeasse dixo el compañero de Jo-
cinco?» Dixo el caballero: «No». «Pues vea- fre: «Señor Diomedes, los torneos vuestros y
mos, señor, ¿cree3rs que vendrán por aqui para vos son»; y el dixo: «Cierto, me holgué
algunos canaHeros?» Y el dixo: «Yo. señor, mucho con ellos» . Y apeóse, y dio el cauallo
lo querría». Y dixo entonces Jofre: «Según al florestero; y el púsolo con los otros de Jo-
esso, vos, señor, ¿alia vays?» Y el dixo: fre y de su compañero, y llegóse a ellos, y
«Cierto, señor, si compañía fallo, si yre» . Y preguntáronle a donde yua, y el dixo: «Ya,
Jofre dixo: «Vanios vos y yo;» y el eauallero señor, vos dixistes; voy, señores, a este tor-
taoluio a dezir: «No cureys de pensar en esto, neo de Escocia, si acaso no lo estoma la bar-
que no aproueeha nada; porque a lo menos ca en vna de dos maneras, o que no nos
hemos de ser cinco, y aun señor, a la verdad, juntemos diez caualleros, o que sea nuestra
yo querría que fuessemos diez». Y el eaua- desdicha de quedarnos acá»; y el dixo: «Para
llero dixo a Jofre: «Si vos, señor, quereys juntarnos buen comienco hay., que somos
esperar, yo esperar tengo por tuerca por ya tres, vos, y este señor, e yo». Y entonces
estas cosas que os diré: Lo vno porque soy Diomedes apartólo, y preguntóle quien era,
cierto que a este torneo lia de venir vn eaua- y el dixo que no sabia mas de quanto en el
llero que se dize Baliam elBrun, que es vno monesterio del campo se hauian juntado, y
de los buenos caualleros del mundo; y en le parescia eauallero de buenos desseos, aun-
otro torneo que el rey de Escocia basteció que era moco, y contole todo, dende la hora
otra vez me hizo vna afrenta grande, porque que se juntaron hasta entonces, y el dixo:
el vino allí con cinco compañeros y yo me ha- «Plazeme agora de hallarnos aqui a ambos:
lle con diez, que passamos esta misma barca plazera a Dios que vendrán mas». Y luego
con las condiciones dichas; y porque vno de dieronle de comer, y comió, y esperaron a
los compañeros que comigo yuan era su pa- ver si venían mas. Y otro dia, sobre tarde,
riente, juntóse con nosotros; y comencado el vieron venir dos caualleros, los quales ve-
torneo, el los aparto algunos d ellos, y se nían con aquel mismo temor de no hallar
junto con la parte contraria nuestra, y nos compañía para passar, y que no llegarían
desbarataron. E yo, señor, voy agora deter- a comienco del torneo; y como llegaron fa-
minado de serle contrario; y también voy a blaron m u y bien, y Jofre y sus compañe-
ver si por caso va allí algún hermano o her- ros los recibieron muy bien, y ellos dixeron:
mana mia, como se acostumbra fazer en estos «Señores caualleros, ¿haura donde nos aluer-
torneos». Y Jofre, viendo la gana deste, y guemos?» Y ellos les dixeron: «Si, señores;
por prouar que cosa era torneo, y por ver lo porque no hay mas de nosotros tres, y la
de la barca, dixole: «Pues, eauallero, si vos casa es harto grande». Y ellos se apearon, y
ys de esse proposito, assi por la compañía llamaron al florestero, y tomo los cauallos; y
deste poco tienpo. como por enojo que tengo, en esto hizose hora de cena y cenaron, y
y de la descortesía que os hizo esse eauallero desque huuieron cenado, saliéronse al cam-
que dezis ha de venir, yo desseo yr alia, y po. Y como a Jofre cada dia se le hazia vn
si me lo mostrays, podría ser que vos faes- año por ver el fin deste negocio, y por se y r
sedes bien satisfecho, y si hay aparejo para en la su demanda, apartólos a todos, y dixo-
que la barca passemos». Y de allí tomaron les a los caualleros que vinieron a la postre:
mucha amistad, y acordaron de esperar a «Señores, estos caualleros, y yo con ellos,
que se juntasen diez, como era vso y cos- estamos aquí por y r a ver el torneo de Esco-
tumbre, y dixeron: «No es razón que este- cia, y fuéramos ya partidos, si no fuera por
mos en este monesterio si hay adonde»; y vn vellaeo vso que me dizen que hay en el
dixo el eauallero: «Señor, yo se no lesos ele camino en vna barca, de cuya causa espera-
aquí vna casa de vn florestero, donde no mos compañía; y si vosotros, señores, vays
recibe sino caualleros todos». Entonces se para este torneo y quereys nuestra compañía
fueron de alli, despidiéndose de los frayles para alia, nosotros queremos la vuestra para
donde estañan alli; y ellos alli en la casa alia y para la barca». Y ellos respondieron
fueron muy bien recebidos y comieron, y que lo hauian a buena ventura la compañía
después que huuierou comido, vieron venir nuestra, mas que era grande cosa la passada
vn eauallero con sus armas, según vso de de cinco, y que deuian esperar hasta que
caualleros, y antes que llegasse, conosciole fuessen diez. Mas que, si todavía acordauan
el eauallero compañero de Jofre, y dixo: de passar los cinco, que ellos lo hauian por
«Yo conocco a este eauallero que aqui viene, I bien; de mauera que se concertaron. Y otro
que es vn muy buen eauallero, y se llama '< dia de mañana se partieron de alli todos
Diomedes, en las armas y en el cauallo», Y j cinco, y fueron su camino, y en seys dias
como llego, fabloles bien, y ellos a el; an- ; llegai-on a la passada del rio, y era bien de
472 LIBROS DE (
mañana; y los del castillo vieronlos venir, y darían, y dixo: «¿Como, cauallero, pensays
dixeron: «Ciertamente tenemos batalla, que que con todos haueys de combatir assi? no lo
cinco caualleros vienen»; y dixo y no: «Quí- creays, que acá hay caualleros»; y con mu-
9a que los querrán esperar que se junten cho enojo, dixo: «Pues apercebios» ; y vino a
diez». Y en llegando, apeáronse en vnas el de manera que Jofre no se pudo aprouechar
casas que alli estauan, donde se aluergauan de su lanea, y diole vn encuentro fuera del
todos los que alli yuan, y comieron, y luego escudo que le passo las armas, y no le hirió;
caualgaron y fueronse al rio, y dixeron que y Jofre, viendo la ruyn dad con que le acome-
querían passaje. T aquel que tenia la barca tió, desuiose del, y ambos se boluíeron a en-
les pregunto si sabían el vso de la barca, y contrar y quebraron ambos las lancas y pu-
dixo el compañero de Jofre: «Yo lo se ya por sieron mano a las espadas. Y comencaronse a
mis peccados, que dos vezes he passado, y dar muy grandes cuchilladas; y como Jofre
dos vezes he quedado por muy ruyn». Y Jo- era mejor cauallero del espada que no de la
fre le dixo: «Pues agora por bueno passa- lanca, comenco a dalle tan grande priessa,
reys, si plaze a Dios»; y oyólo el de la barca, que el otro no lo pudo sufrir, y echo a huyr
y dixo assi: «¿Tal os sentís? Pues tomadvos dándose por vencido. Y Jofre boluio a los
la mano, que bien hay aquí que hazer, y otros, y vinieron vno a vno los dos dellos, y
aun que sobre para otro y otros». T Jofre a ambos los echo a bolar de los cauallos aba-
callo. Y assi como los del castillo que los vie- xo; de manera que no quedarían sino seys; y
ron, armáronse diez dellos y luego vinie- huuieron su consejo, y dixeron: «Este no es
ron a la barca, y passaron a donde estaua honbre, sino diablo, mas, aunque mas lo
Jofre con todos sus compañeros. Y como sea, el esta cansado, y con los otros bien nos
quier que Jofre tenia pensamiento de ser el auendremos; vamos tocios juntos a el y en-
el que solo huuiesse de combatir, dixo: «Seño- contrémoslo, y derribarlo hemos, y los otros
res caualleros, aquí han dicho lavsanca de la huyran»; y luego lo pusieron en obra. Y
barca, y en esto no hay que hablar, mas, el juntáronse luego todos seys; vnos por acá y
que se diere por vencido, quiero saber si lo otros ~pov alia dieron en el; y el tuuo tan
ha de matar el que venciere, o como ha de buen tiento, que no le derribaron. Y sus com-
ser». Y ellos dixeron: «Pues si vos no lo sa- pañeros, que estauan espantados de las co-
beys, y lo saben essos otros, dexaldos a ellos. sas que Jofre hazia, quando lo vieron assi
pues ellos lo saben». Y el dixo: «A tocios va, maltratar, fueron a ayudarle, y Jofre dio a
el que quedare por parejo; vamos al que se vno vna lancada que le passo de parte a
ha de combatir, y sabrá que le conuiene ha- parte, que cayo luego muerto; y Diomedes
zer» ; y ellos dixeron: «La condición es esta: lo fizo tam bien, que derribo dos caualleros.
que si derriba vno a otro, es vencer; y si Ycomo Jofre vido que se yuan recogiendo a la
muere, es sin pena el vencedor; y en el lu- barca por passarse de la otra parte [ y ] dexa-
gar del muerto ha de entrar otro, si se otor- llos alli, corrió y puso las piernas al caua-
ga .por vencido, caualgando, o a pie es ven- 11o, y salto dentro, y puso mano a la es-
cido; y si de feridas muere, no hay pena; y pada, y apeóse, y al primer golpe dio con
si pierde la lanca sin quebralla, es ven- vno dellos en el agua, y fue tras de otro; y
cido; y si la quiebra, a de dar otra; y lo de- en esto recogiéronse sus compañeros a la
mas de la vsanca ya sabeys».Y entonces, barca y botáronlos a todos. Y los del casti-
cada vno de los cinco pidió la justa primera, llo quando vieron el desbarato, comentáron-
y no se concertauan, y Jofre callaua. Y des- se a armar todos diez, y vinieron al rio por
que los vido ássi, como era hombre ele buena defender la salida; y Jofre y sus compañeros
crianca, y muy cortes, con dulces palabras guiaron la barca el rio abaxo, y dieronse tal
los enamoro, y pidió la justa. Pues ellos, priessa, que, quando ellos llegaron, ya ellos
viendo que no se podían concertar, otorga- estauan fuera; y como no venían juntos,
ronsela; y Jofre dixo a los caualleros que se arremetieron con ellos, y de tal manera los
apercibiesse el que se hauia de combatir con acometieron, que los desbarataron y derri-
el. Y entonces vno dellos apartóse como era baron dos dellos; y fueron heridos vnos tres
vso y costumbre, y fueronse el vno para el dellos. Y Jofre y sus compañeros andauan
otro quanto los cauallos los pudieron lleuar, alli, y aquel Diomedes como vn león; pues a
y oliéronse sendos encuentros; y Jofre saco Jofre no le vagauan las manos, y llegaron
al cauallero ele la silla, y dio con el vn muy con ellos fasta el castillo, y los del adame
gran golpe en el suelo, y Jofre dixo; «Yo con saetas y piedras lo defendieron, y Jofre
vos digo que creo que tengo hazienda comen- dixo: «Señores, a mi me paresce que harta
cada, y para algún rato harto que hazer». Y honra haueys ganado hoy; por que no deue-
oyólo vno de los nueue caualleros que que- mos estar aqui, no se recrezca gente y nos
TABLANTE I RICAMONTE 473
venga algún daño»; y ellos dixeron que era dixo el, y dixo: «Pues fagamos assi: elevé-
Lien. Y boluieronse, y tomaron camino de moslos entrar en la mayor priessa, y entre-
vn monesterio que Diomecles sabia, que es- mos y desbaratémoslo»; y Diomecles dixo:
ta ua vnas seys leguas de allí, y anduuieroii «Señor, a mañana hay tienpo». Y en esto
toda la noche; y otro dia bien temprano lle- anduuo el torneo, y el dicho Balian lleno lo
garon al monesterio, y los Irayles los reci- mejor, y fueronse. Y otro día dixo Jofre a
bieron bien y los aposentaron, y les dieron sus conpañeros: «Hoy es razón que entre-
tocio lo que huuieron menester. Y estuuieron mos en el torneo, pero, porque yo no lo he
alli esse dia y otro, y alli se concertaron vsado, hemos de hazer assi: «Entrar cada
para yr al torneo, y dixo Dioniedes: «Para vno por si y dar nuestras bueltas, y no
el dia del torneo que se lia de comencar nos acostarnos a ninguna parte»; y assi se fizo.
quedan seys días; pues razón es que nos- Aquel dia no huuo vencimiento a vna parte
otros lleguemos dos dias antes, assi porque ni a otro; y otro clia llegaron cinco caualle-
reposen los cauallos, como por saber quien ros del rey de Yrlanda, y aun creyan que el
viene al torneo y como lo conciertan, como rey en persona yua alli, pero no porque de
por dar nuestro concierto»; y ellos dixeron cierto se supiesse, y pusiéronse a vn canto
que era bien. Y otro dia de mañana partié- del torneo: y luego el rey de los cient caua-
ronse para yr a Escocia, donde se hauia de lleros. con seys caualleros, púsose a otro: y
liazer el torneo; y ellos alia buscaron adonde luego Balian el Brun con seys caualleros, y
estuuiessen a su plazer ellos y los cauallos, púsose a otro; y Jofre y sus conpañeros en-
y alli esperaron el torneo. Y el primero dia traron a la postre. Y aquel cauallero que era
caualgaron en sus cauallos y fueronse alia, su conpañero, que tenia el omezillo con Ba-
y miraron el lugar donde se hazia; y vieron lian, dixo a Jofre: «Aquel ele aquellas vise-
como todo alrededor estaua lleno de ca- ras pardillas es Balian, de aquel hemos de
dahalsos de madera para donde mirassen las curar»; y luego se comenco el torneo, tan
dueñas y donzellas y caualleros. Y mas aba- brauo que era marauilla; y aquel dia no ^e
xo hauia otros donde mirassen los pueblos, y pudieron vencer vnos a otros, y el torneo se
vieron que hauia otro donde hauia de estar despartió, y todos se fueron a sus posadas.
el rey y la reyna, y los juezes que hauian Y otro dia juntáronse el rey de los cient ca-
de juzgar el torneo. Y aquel dia primero no ualleros y Balian a vna parte, y con ellos
huuo muchos caualleros, sino pocos, y con muchos otros caualleros, y vinieron de ma-
tocio anduuo bien el torneo y parescio bien, ñana y entraron en su palenque, y luego vi-
porque no hauia parcialidad, sino vnos con nieron los cinco caualleros ele Ybernia, y
otros torneauan. El segundo dia boluieron pusiéronse a otra parte; y luego vino Jofre
alia tanbien a mirar el torneo, y vino el rey y sus compañeros, y vieron que Balian bus-
de los cient caualleros, y el en persona en- caua fauores y llamaua a los del reyno de
tro en el torneo, e hizolo tan bien, que, con Yrlanda, y dixeron: «Alli hay mas ele ve3rn-
diez caualleros, cinco suyos y cinco qué te caualleros, y según paresce que todos son
se le juntaron de los del dia antes, venció el contra nosotros; y nosotros conuiene hoy que
torneo: y Jofre y sus compañeros cada dia todos diez hagamos mas que ellos». Cada
venían alli a ver el torneo, y a Jofre le pa- vno dellos dixo que lo que le cupiesse
rescia tan bien que no veya la hora que ha- en parte, que el lo trabajaría; y entraron en
llarse en el. El segundo dia llego vn cami- su torneo, y Jofre aderego luego a Balian, y
llero, y traya consigo seys caualleros, y con Dioniedes aderece al rey de los cient caualle-
el se juntaron algunos caualleros; y a la ros; y Jofre, a pocos golpes, dio con el en el
otra parte entro el rey de los cient caualle- suelo, y comenco a dar por los otros. De ma-
ros con los cinco suyos y otros diez que con nera que tocios diez desbarataron el torneo y
el se juntaron, y comencose el torneo muy se salieron, y los de Gfalian tuuieron harto que
grande. hazer para ponerle en cobro, que yua muy
atordido de la cabeca de los golpes que Jofre
Pero al ñn el cauallero, ciryo nombre en- le dio; y assi se desbarato el torneo y Jofre
tonces no se sabia, venció al rey de los y sus compañeros se fueron a su aposenta-
cient caualleros, y desbarato el torneo; y con miento, y el rey y todos quedaron maraui-
esto se fueron. Y otro dia de mañana salie- llados ele Jofre, que tal anduuo en aquella
ron todos cinco como solian, y preguntaron lid; y el rey y la reyna y los caualleros di-
que quien era el cauallero que el dia antes xeron que era razón saber c¡uien era aquel
hauia desbaratado el torneo; y dixeron que cauallero, y pensó el rey que otro clia, si alli
era Balian el Brun; y Jofre, quando lo oyó, boluiesse, embiaria tras del para saber don-
dixo: «¿Es este vuestro amigo el que me di- de era su aposentamiento. Y otro clia Balian
gistes que os hauia hecho el afrenta?» «Si»,
474 LIBROS DE <CABALLERÍAS
hablo con los del rey de Yrlanda y rogóles por no ser descubierto, porque el rey Artur
que se juntassen con el para encontrar aquel su señor no supiera que el hauia dicho que
cauallero; y ellos lo hizieron, de manera que yua en busca de Tablante, que dexaua la
quando fueron en el campo se junto Balian demanda e yua a buscar torneos, e hizo que
el Brun, que estaua ya bueno, COR SUS caua- no conoscia al rey, antes se estuuo en pie, y
lleros, y vino el rey de los cient caualleros los otros mostraron al rey sus armas y sus
y juntóse con el, y vinieron luego los de Yr- cauallos; y a cada vno pregunto por sus nom-
landa y juntáronse con el. Y quando Jofre bres, y todos se lo dixeron, y de que tierra.
y sus compañeros vinieron y los vieron jun- eran. Y no se contento porque no vido las
tos, dixeron: «Esta es maldad formada con- armas y el cauallo de Jofre, porque aquel
tra nosotros, porque ayer lo fezimos bien, y hauia vencido los torneos todos, que el rey
agora conuiene que lo bagamos mejor, espe- lo miraua muy bien; y vido el rey su caua-
remos a ver si se llegaran algunos, si no llo, y conosciolo, y dixo: «Amigos, ¿cuyo es
nosotros conuiene entrar en el campo»; y en este cauallo?» Y ellos dixeron: «Señor, es
esto juntáronse otros quatro o cinco con ellos, deste cauallero». Y entonces Jofre hinco la
y dixo Jofre: «Razón es que salgamos»; y rodilla y fuele a tomar la mano; el rey dixo:
salieron al campo. Y como el rey vido y sin- «Primero que os la de, me haueys de mos-
tió lo que ellos hazian, y como se juntauan trar vuestras armas»; y entonces vno de sus
contra aquel cauallero que lo hauia hecho compañeros las traxo, y quando las vido,
tan bien, mando a ciertos caualleros que lo conosciolas, y dixo: «¿Estas son vuestras ar-
tomassen y le ayudassen. El torneo comen- mas, cauallero?» Y Jofre dixo: «A seruicio
qaclo, hizieronlo Jofre y sus compañeros tan de vuestra merced, y yo con ellas»; y el rey
bien, que, quando los del rey llegaron, ya le dixo: «Darvos he yo la mano agora, ca-
no hauia hombre que osasse esperar a Jofre; uallero, si me la quereys besar por mió, que,
y el torneo desbaratado, ellos se fueron; y el cierto, yo holgaría que fuessedes mió, y que
rey embio a saber como se dezia aquel caua- estuuiessedes en mi corte; por que vos ruego
llero, y no quiso dezir su nombre. Y otro clia que me digays vuestro nombre, y de que
vinieron, y dixo el rey que era razón partir tierra soys, y si vos plaze lo que dixe»; y
el canpo por medio, y Balian escogiesse los Jofre dixo: «Señor, vuestra merced tendrá
que quisiesse y los otros diessen al otro ca- en su corte tantos y tan buenos caualleros,
uallero, y Jofre dixo que no quería, sino que que de mi haura poca necessidad; pero, por
cada vno con su auentura; y luego salieron honrarme vuestra merced, me plaze de ser-
al torneo, y Balian y el rey de los cíent ca- lo, y assi lo tomo yo. Yo soy ageno y no
ualleros se juntaron, y con ellos otros mu- soy mió para determinar de mi lo que quiero
chos. Y los del reyno de Yrlanda, viendo la hazer; dezir mi tierra y mi nombre sera
bondad de los cinco caualleros de Jofre y de desta manera: Mañana es el postrero dia del
los suyos, se juntaron con el, y comencose torneo; si plaze a Dios nosotros y remos alia
el torneo. Ellos eran diez, y juntáronse con por honrarlo; mandad pregonar que todos
ellos dos criados del rey ele Escocia, y todos entren en el sin compañía, y mire vuestra
lo hizieron tan bien, que antes de medio dia merced al que mejor lo hiziere y dele las
ellos desbarataron el torneo, de tal manera gracias, y si yo lo hiziere tam bien, que yo
que no fallauan Jofre y sus amigos caualle- sin verguenca pueda dezir mi nombre y tie-
ros que les esperassen; y entonces ellos se rra, yo lo diré: y por agora suplico a vues-
fueron, y el rey mando a vn criado suyo tra merced que se quede». Y el rey lo huuo
que los siguiesse para saber su posada, y por bien, y le prometió de mandar hazer el
desque los dexo aposentados, boluio, y dixo- pregón essa tarde y otro dia; y assi se hizo,
lo al rey. Y el rey, acabando de comer, de- y el se boluio y ellos quedaron. Y otro dia
mando vn cauallo, y el solo y aquel moco acordaron de Ueuar tales señales que se pu-
con el fueron alia, y en llegando conoscie- diessen conoscer vnos a otros por que se sal-
ronlo los caualleros, y Jofre no lo conoscio. uassen; y entraron en el campo los del rey
Y ellos leuantaronse y fueronle a besar la de los cient caualleros, y departiéronse to-
mano, y el rey no se la quiso dar y metióse dos los de Yrlanda, y los de Escocia, y los
en razones con ellos, y clixoles que les agra- de Balian el Brun también, Y Jofre y sus
cíesela mucho querer venir a su torneo, y compañeros entraron cada vno por si, todos
mas hauerlo hecho como lo hauian hecho; y con condición que se ayudassen vnos á otros;
que les rogaua les juuguiesse mostrar las ar- y comencose el mas honrado torneo que ha-
mas para ver los golpes que tenian, también uia sido en todos los dias passados; y duro
que le mostrasse cada vno su cauallo. Y des- dende hora de las nueue hasta mas cíe medio
que Jofre sintió que era el rey, pesóle dello clia, que de cansados se hauian y do vno a vno
TABLANTE DE RIOAMONTE 475
la metad de ellos. Jofre traya enojo con Ba- llauanse estar tan luenga tierra de don-
ilan el Brun, y buscólo, y en hallándolo, co- ele yua.
menco á darle tan grandes golpes, que era Dexemos esto, y vamos, que el torneo aca-
niarauilla, tanto se desatento, que no sabien- bado, essa noche dixo Jofre a sus compañe-
do lo que hazia. salió por la puerta del cam- ros: «Señores, yo, por ver este torneo, que
po, por do lo huuo pjerdido; y los sayos des- nunca hauia visto, dexe de yr en vna de-
mayaron; assi que el rey ele los cient caua- manda en que yua, que me va en ello mucho;
r
lleros no lo pudo tirar a Jofre, y todos se sa- porque 3 o, señores, luego de mañana me
r
lían, que no quedo en el campo sino Jofre y quiero partir, 3 yo querida yr muy derecho
Diornedes, y vn cauallero del rey de los cient a vn lugar que se dize Eicamonte, y no se
caballeros; quevnos de atormentados, y otros el camino»; y Diornedes le dixo: «Bien lexos
de cansados, y otros de sed, assi que todos se es de aqui, en especial que no quereys boluer
yuan. Y desque Jofre vido que el torneo era por la barca y no podreys yr sino por Celes-
acabado y nadie no salia, el se llego al ca- tin, que es un castillo muy fuerte y bien po-
dahalso donde estaua el rey, e hizo su me- blado; y alli el señor del castillo es vn hom-
sura, y dixo que por quien queclaua el cam- bre de plazeres, y fue y avn es muy buen
po: y el rey le dixo que por el y que el ha- cauallero de la lanca, y que no passa por alli
uia vencido aquel torneo. Y luego dixo á nadie sin combatirse con el, en esta manera:
todos que se saliessen del campo, y el dio el camino passa cerca del lugar, y esta vna
ciertas bueltas al galope por el campo do el campana en vn árbol y vn moco con ella, y
torneo se hazia, y desque vio que no salia en passando vn cauallero, dizele: Señor, to-
ninguno a el, fuese, y sus compañeros con cad essa campana. Y vaos adrede por ver a
el, y el rey dixo: «Aquel cauallero yrse ha que fin lo dize, otros pensando que es vso y
sin dezirme su nombre, ni que en esta tie- costumbre, otros por no mirar, tocanla; y
rra sepan quien es». Luego el rey caualgo en tocándola, luego salen del castillo cinco o
en vn cauallo a gran priessa y fuese alia, y seys esforzados caualleros , y lleuanlo alia,
ellos que se acabauan de apear y el rey que y dize que se quiere combatir con el; y el
llegaua; y ellos, cuando lo vieron, fueronle toma vna gruessa langa; y al primer encuen-
a besar la mano, y el rey no se quiso apear, tro caen tocios, y riense dello, y hazelos
antes rogo a Jofre que le dixesse su nombre aposentar, y danles lo que han menester, y
r
y de que reyno era. Y el dixo: «Si vuestra que se vayan quando quisieren. Y como es
merced me promete dos cosas que le pediré, hombre muy honrado y metido en edad, na-
yo lo haré». El rey pensó que eran algunas die lo ha por mal, y yo certifico que son po-
grandes mercedes, y le dixo que se las pro- cos los que no derriba»; y Jofre deprendió
metía. «La una es que mi nonbre de aqui bien el negocio y despidióse de sus compañe-
a tres dias no lo digays; y la otra es que ros y fuesse andando por sus jornadas, y
vos, señor, embieys vn escuelero por mensa- llego a vna abadia dos leguas de Gelestin,
jero a vn rey cuyo soy». Y el dixo que lo donde estaua el cauallero anciano que le di-
haría, y que otra merced mayor quisiera que xeron, con quien se hauia de combatir. Y lle-
le pidiera; y ontonces aparto al rey, y dixo: gado al monesterio, apeóse, y aposentáronle
«Señor, a mi me dizen Jofre, hijo del conde bien; y el pregunto si hauia alli carpintero,
Donason, cauallero de mi señora la reyna y los frayles dixeronque si, porque este mo-
Ginebra y criado del rey Artur mi señor: y nesterio se edifleaua agora. Y el callo por
lo que el mensajero ha de dezir, es, señor, entonces. Estimo alli aquel dia, y otro dia
lo que este cauallero le contara de lo que nos llamo al carpintero y busco vn palo luengo
ha aeontescido dende el dia que en vn mo- y derecho, de la longura de su tanca, y vn
nesterio nos juntamos. Y porque yo, señor, palmo mas, hizolo asserrar de manera que se
no he de hazer sino comer y partirme, este pudiesse bien dolar y acepillar, y hizole ha-
señor yra Mego a vuestra merced, y se lo zer vna muy buena lauca mas gruessa dos
contara» . Y el rey holgó mucho de saber que vezes que la suya, y púsole su hierro; y
era de la corte del rey Artur, y diole muchas desque huuo hecho su lanca, despidióse de
gracias por hauer venido a su torneo: y el los frayles y fuese su camino, y en llegan-
rey se fue a comer, y ellos quedaron; y el do a donde.el moco y la campana estaua,
cauallero le prometió de yr a palacio para dixo el moco: «Señor, por cortesia, tomad
dar orden en que el rey hiziesse mensaiero esta soga y tañedme esta campana»; y Jofre
a Camalot, y assi se hizo. Y quando el rey le dixo: «Hermano, ¿que viste en mi, por que
Artur y la reyna supieron del auentura de me juzgaste por sacristán que tañe campa-
la barca y del torneo, holgaron mucho dello, I ñas? mas es tu offlcio que no mió»; y passose
como solian hazer de sus cosas, y maraui- ' Jofre, y el 111090 tornóle a dezir otra vez que
476 L I B R O S DE G
tocasse la campana. Y el, porque su pensa- nen, que no tengo otro passatienpo; y si vos
miento era buscar a Tablante de Ricamonte, quereys lleuar esta batalla al cabo, yo haze-
no hauia gana de entender en otras cosas. T 11o he, pero no porque yo lo he gana, ni me-
el mogo, desque vido que el no la quería ta- nos lo dexo por falta de fuerea y esfuerzo,
ñer, tañóla el; y luego salieron seys caballe- mas yo no estoy en edad de mas de passar
ros armados, y como lo vieron yr ya destila- tienpo, que tienpo fue que aunque vos lo
do, pensaron que hauia tañido y que se quisierades dexar no quisiera yo, y si vos
hauia ydo haziendo burla; y alcanzáronlo, y os contentays que yo os dexe por tan bueno
dixeronle: «Oauallero, ¿por que haueys hecho como y o , agradecervoslo he». Y entonces
burla de nos?» Y el les dixo: «¿En que flze Jofre, viendo que de alli ni se esperaua per-
yo burla?» Y ellos dixeron: «En que tocastes der ni ganar, dixo que como el mandasse;
la campana y vos ys riendo». Y el les dixo: pero que le fazia saber que aquella lanza
«Antes me paresce que esse moco que alli te- nauia hecho en el camino para el, y que
neys es el que fizo la burla de vosotros, que pues no era para mas. que la mandasse to-
os hizo venir a su son»; y ellos dixeron: mar y darle otra. Y el cauallero le rogo que
«Agora sea el, agora seays vos, andad acá se quedasse alli algún dia, porque queria
ante mi señor». Y el, porque no le lleuassen conoscerle para m-as adelante, y el dixo
por fuerea, fue con ellos, y quando llego es- que no lo podia hazer, porque le yua mucho
taua ya el cauallero armado, que quería ca- en su partida; y viendo aquello mandóle sa-
ualgar; y como vido a Jofre, y le vido la car las lanzas que tenia de gran tiempo, que
ianca que era tan gruessa como la suya, ma- escogiesse vna entre ellas; y el assi lo hizo,
rauillose, y pensó que cosa era aquella, que que escogió vna muy buena. Y el cauallero
no pensó lo que Jofre pensó, y dixo: «Caua- le dixo: «Lleualda, y plazeme, que a mi ver
llero, mas ha de vn mes que por aqui no se emplea bien en vos; porque yo fize en este
passo ningún cauallero con quien passasse- mundo muchas cosas buenas con ellas».
mos tiempo, y riessemos, y holgassemos, Y Jofre se despidió del, y fuese su camino.
sino vos, si vos mandays limpiamente que Y dende a seys dias, yendo vn dia pensando
nos demos sendos encuentros»; y Jofre clixo: en sus auenturas que le hauian recrescido
«Cierto, señor, yo lleuaua otro mayor cuy- buscando a Tablante, y como ya no quisiera
dado, de cuya causa yo no quisiera dete- hallar tantas, por miedo de perder la princi-
nerme, y quisiera huyr el comienzo de esse pal, que era buscar a Tablante, perdiesse.
encuentro limpio que dezis; pero, pues acá
estoy, esso me da que sea vno que diez, que
si orden de caualleria me guardays, yo vos CAP. X . — Como yendo Jofre en busca de
digo que vno y diez, y tan limpios, que, si no Tablanle de Ricamonte hallo vna donce-
es de sangre, de otra cosa no los hayan de lim- lla y vn cauallero, y por librar la donce-
piar» ; y el cauallero dixo: <<No vos enojeys, lla se combatió con el cauallero y lo venció.
señor, sino riamos y hayamos plazer»; y Jofre
Dize el libro, que yendo Jofre sin cuydado
apartóse y el cauallero tanbien, y dieronse
de hallar ninguna auentura, y bien cansado
sendos encuentros muy buenos; y como las
y muerto de hambre y de sed, y su cauallo
laucas eran gruessas no se pudieron quebrar,
tanbien, sino con pensamiento de y r a bus-
pues derribar menos; y tornaron otra vez
car a Tablante al castillo de Ricamonte, y
assi mismo como primero se encontraron, y
yendo su camino, su cauallo boluia de rato a
Jofre, de enojado, dixo: «Señor, no os
rato a mirar el camino a mano derecha, y
riays, quica que con las lanzas no os viene
tantas vezes se lo vido hazer, que boluio la
la gracia de reyr; si quereys, hayamoslo a
cabeza a mirar que era; y vido venir por vna
las espadas, y quica reyreys de verdad».
senda que venia a dar al camino vna donze-
Entonces el cauallero dixo a Jofre que le
11a encima de vn palafrén a vso del tiempo;
plazia, y dexaron las lancas y pusieron
la qual venia en busca de Jofre; la qual era
mano a las espadas, y comentáronse a acu-
hermana del cauallero que os diximos que
chillar; y dauanse tan grandes cuchilladas,
hauia dicho a Jofre las auenturas que hauia
que era marauilla, y los suyos dezian: ha-
en aquella tierra, y hermana de vno de los
llado ha nuestro señor quien le da que hazer,
caualleros que Jofre hauia librado en el aba-
y juzgauan a Jofre por tan buen cauallero
dia que os contamos del Enano. Y quando
como a su señor; y Jofre yuase ensañando,
ellos llegaron a la corte, hauia tres dias que
y comenco a dar tal priessa al cauallero, que
esta donzella estaña alli suplicando al rey
lo sintió bien y dixo: «Cauallero, yo esto
que le hiziesse justicia de aquel cauallero,
aqui en este castillo; lo que hago, no es sino
que hauia. diez años que le tenia alli aquel su
por passar tiempo con los que por aqui vie-
hermano preso con los otros; y porque no
TABEANTE DE RICAMONTE 477
hauia cauallero en la corte, estaua detenida. yo fize juramento no tirarlo, si no fuere
Y en este tieirpo llego el Enano y los cana- donde reposare en la j>osada para comer,
neros, y ella conoscio a su hermano y habló- o cenar, o dormir; porque en este camino
le, y contóle lo que le hauia acontesciclo a me huuieran muerto, si Dios no me soco-
Jotre y al otro canal]ero; pues como todos rriera; y si es vuestro camino para donde
supieron que Jofre los libro, la reyna diose- yo voj', en la noche lo podej's ver». Y"
lo, y dixole: «Quitada soys, donzella, de Jofre dezialo porque, ti con ella fuesse, por
trabajo, que mi cauallero Jofre os quito». Y la noche se pudiesse mejor encubrir; y en
la donzella dixo a la reyna, que porque Jo- esto comencaron a andar su camino, y la
fre era cauallero, y porque le hauia librado a donzella yua delante, y como lleuaua la cara
su hermano, y porque el andana en aquellas descubierta, dixo: «Señor, paresce que asso-
auenturas, y porque ella sabia curar de ma vn cauallero por este camino»; y Jofre
aquellas heridas, que ella queria yr a buscar- miro muy bien, y dixo: «Assi me paresce»;
le y andarse con el; y la reyna holgó mucho y en esto llego vn cauallero armado a vso
dello, y diole las señas del. La donzella pro- de caualleros, y como llego, detuuieronse
curo de saberlas señas delcauallo y armas, y y habláronse muy bien; y el cauallero co-
anduuo tanto hasta que lo hallo. Y Jofre, ntengo a mirar a la donzella, y dixo a Jofre:
quando la vido, como era cosa nueua para el, «Dezid, cauallero, ¿es vuestra essa donzella?»
detuuo la rienda al cauallo y esperóla; y Y Jofre le dixo: «Cauallero, ¿por que lo pre-
ella, quando llego, humillosele delante, y guntays?» Y el dixo: «Porque ha quatro me-
hablóle muy coiíesmente, y el le torno las ses qne sali de mi casa que no he hallado
saludes assi mismo: y como yua muy bien in- auentura, y si ella anduuiera en mi compa-
formada de las señas de las armas y del ñía, por amor della hallar ala ya». Yr Jofre
cauallo, dixo: «Este cleue ser aquel caualle- le dixo: «Cauallero, sabed que la donzella es
ro que yo busco»; y dixole: «Señor caualle- suya, que no tiene señor, y la hora que veys
ro , ¿de donde os podemos dezir?» Y el le nos fallamos; ella me dize que va en busca
dixo: «De la corte del rey Artur»; y dixo de vn buen cauallero, el qual es muy grande
ella: «Señor, ¿soys TOS Jofre, hijo del conde amigo mió; y si ella quiere yr con vos, ella
Donason?» Y el dixo: «Donzella, ¿por que lo lo puede bien hazer, y si no quiere, por
preguntays? ¿Conosceysle?» La donzella dixo: amor de aquel cauallero que ella clize que
«No, mas querría conoscerle por le seruir, busca, yo vos la defenderé». Y el cauallero
que le cieno mucho de vna buena obra que le rogo mucho que se fuesse con el a vso de
me fizo». Y Jofre dixo: «¿Q.ual fue?». Y dixo: caualleria, que el juraua de mirar por su
«Señor, vn hermano mió que me soltó de vna honra como por la suya. Y ella dixo que en
prisión, quo hauia diez años que estaua preso tal caso no lehablasse, porque ella hauia sa-
en vn monesterio ele monjes». Y Jofre le dijo: lido de la corte del rey Artur con proposito
«¿Por donde sabeys vos, donzella, que esse de yr a buscar a Jofre, hijo del conde Dona-
Jofre lo hizo, quica lo hizo otro?» La donzella son, y que hauia muchos tiempos que lo bus-
dixo-; «Señor, el rey y la reyna, y toda la corte caría, y que no lo hauia de dexar de buscar.
lo dixeron; porque jo estandoles suplicando Y entonces el cauallero callo, y tomo la rien-
que me diessen vn cauallero que lo librasse, da del palafrén de la donzella, y comenco a
llego el y otros; y en el cauallo y armas cierto aguijar su camino, y Jofre, quando lo vido,
soys vos». Y entonces Jofre le dixo: «Señora huno enojo y puso mano a la espada, y, sin
no lo creays; que yo conozco bien esse caua- sacalla, dixo: «Cauallero, no me fagays fazer
llero que dezis, y no ha mucho que el y yo villania y dexacl la donzella, y si la haueys
estuuimos en vno, y es cierto que el cauallo de lleuar, haueysla de lleuar como caualle-
suyo y el mió, y las armas, y el escudo todo ro». Y entonces el cauallero dexo la donze-
se paresce; y no os marauilleys, que esto cada lla, y dixo a Jofre: «Según esto, ¿por la lan-
dia acontesce parescer vn cauallo a otro, y ca la pensays defender?» Y Jofre dixo: «Si
a las vezes vn hombre a otro: pero esse fare». Y dixo el cauallero; «¿Que pensays
cauallero que vos dezis, el esta bien cerca de ganar en combatiros comigo?»; y dixo Jofre:
Bicamonte, porque no lleua otro cuydado «Yo os diré lo que ganare y perdereys vos».
sino acabar aquella demanda que eomen- Entonces dixo el a Jofre: «Pues que vos,
co». La clonzella dixo: «Señor, porque yo cauallero, os quereys conbatir comigo, sea
quite esta duda y determine de hazer lo que assi: que la donzella juzgue de nos qual es
mejor me este, os suplico y pido por merced mejor cauallero, tomándole juramento; y
que os plega tiraros el yelmo» Y" Jofre por desque ella lo haya juzgado, que quede libre
dissimular dixo: «Donzella, yo haria de gra- para que haga de si todo que quisiere». Y
do lo que me mandays, pero es cierto que Jofre dixo que le plazia y que ambos huuies-
478 LIBROS D E CABALLERÍAS
sen por buena qualquier sentencia que ella gún lugar, alli curare de vosotros; y pues
diesse; y que ella estuuiesse a vellos comba- Jofre no veya la hora de partir a su aventu-
tir. Y la donzella assi como estaua caualgan- ra de Tablante, dixo: «Señora, cada vno de
do, púsose en medio, y los caualleros se nosotros va por su camino a su auentura, e
arredraron el vno del otro quanto los caua- ya no nos conuiene que vays con nosotros
llos los pudieron traer, y dieronse dos muy porque no es cosa de fazer; porque yo os
grandes encuentros, y trayan buenas lancas digo que esse cauallero que dezis que vays a
y no las pudieron quebrar. Y dieron buelta buscar, que no lo hallareys; porque el anda
otra vez, y dieronse otros sendos encuentros de auentura en auentura, y perderiades
que ambos quebraron las laucas, y aun Jofre tiempo, ni a vos ni a el aprouecha; pero a mi
humera cay do de espaldas, porque el otro hareys merced en vna cosa y es esta: Que vos
era vn muy gran cauallero y su lanea era os boluays a la corte, y beseys las manos a
muy gruessa; y como vieron las lancas que- la reyna Ginebra, y le conteys como fuystes
bradas, dixo Jofre: «Cauallero, pues esta ba- librada a mi causa de vn cauallero; y le di-
talla se ha de llegar al cabo, ¿acordays que gays todo lo que ha acontescido; y le digays
la fagamos a pie, o caualgando?» Y el caua- que os libro el cauallero que libro a la don-
llero dixo: «Señor cauallero, esto sea como zella de la torre». Y entonces la donzella,
vos mandaredes». Y entonces el cauallero viendo que el cauallero quería que le lleuasse
apeóse, y luego Jofre salto delcauallo, y pu- las nueuas, y porque le hauia librado del
sieron mano a las espadas, y comentaron a otro, y porque le certifico que no lo hallaría,
dar muy grandes cuchilladas que saltauan acordó de fazerlo, y despidióse del y del
rajas de los escudos, y aun se cortauan las otro cauallero, y fuese su camino, y dexo-
armas y en la carne. A los primeros golpes los alli, la qual anduuo tanto que llego en
el cauallero andaua tan bueno como Jofre, quinze dias a Camalot, y quando la reyna
pero mientra mas andaua, enflaquescian los lavido, conosciosla, y dixole: «¿Soys vos la
golpes del cauallero, y mas engrandescian que fuystes a buscar a Jofre mi cauallero?»
los de Jofre; y en esto dio Jofre al cauallero Y ella besóle la mano, y dixo: «Si»; dixo:
vn golpe que le entro en el cuerpo, en lugar «Pues ¿fallastelo?» Dixo: «Señora, no»; y
do yua mucha sangre, aunque no era peligro- dixole: «Pues ¿como os boluistes?» Entonces
so. Y viendo la donzella que el cauallero en- la donzella le contó todo como hauia passado;
flaquesciayse desangraua, huuo manzilla, en y como hauia fallado vn cauallero, y que
especial que era en su mano della, y metióse llego otro que la quería lleuar, y como la de-
en medio de ambos; y ellos, por cortesía, fendió, y todo como passo; y la reyna le
arredráronse el vno del otro, y ella dixo en- dixo: «¿íío supistes quien era esse caualle-
tonces: «Cauallero, ya sabeys el juramento ro?» Dixo: «íío supe mas sino que me dixo
que me tomastes, y como vosotros, como que el cauallero que libro la donzella de la
caualleros, prometistes de estar por lo que torre me libro». Y la reyna le pregunto que
yo de vosotros sentenciasse, y que luego sería armas traya, y ella se lo dixo, y la reyna le
libre»; y ellos dixeron: «Aquello mismo de- dixo: «Pues, donzella. hagoos saber que este
zimos agora». Dixo ella: «Pues, señores; yo cauallero que os libro era Jofre, el que
os juzgo agora por buenos en esta manera: yuades a buscar; y pues el se quiso encu-
al vno por mejor de la lanca, y al otro por brir, bien hizistes de veniros». Y entonces
mejor del espada. Y si no fuera porque este la donzella se sintió por engañada de Jofre;
cauallero venia comigo, dixo por Jofre, y y la reyna hizo saber al rey que tenia nueuas
porque paresciera ser afñcionada, algo de de Jofre. Y el rey vino alli, y la donzella
ventaja le diera, porque, cierto, yo conosci beso las manos al rey, y contole todo lo que
que si la batalla durara, que lo mejor lleua- auia contado a la reyna, los quales huuieron
ra el della; pero, por el bien y vida de vn gran plazer; y mandaron poner esta auentura
cauallero, me quise atreuer al otro, y rue- en escripto.
govos que passe assi mi sentencia consenti-
da»; lo qual ellos lo huuieron por bien, y Dexemos a la corte y boluamos a Jofre y
cesso la batalla. La donzella se apeo, la qual al otro cauallero, que ambos estuuieron hasta
venia apercebida para ello, y los desarmo, y que la donzella traspuso, y ellos se despidie-
curo primero del otro que de Jofre, porque ron el vno del otro; y el cauallero fue a bus-
yua del mucha sangre, y después curo de car quien le curasse, y Jofre se fue su cami-
Jofre, porque ella sabia, bien de guarescer no, porque eran pocas sus llagas, y la don-
caualleros, y dixole: «Las feridas no son pe- zella le dexo con que el se pudiesse curar; y
ligrosas, pero conuiene que se contine la cura anduuo tanto que llego a vna abadia de
diez o doze dias, y si me mandays yr a al- monjes, y recibiéronlo y curaron del, y
desque se vido bueno, pregunto fazia donde
T A B L A N T E DE RICAMONTE 479
era el castillo de Ricamonte; y los monjes le tana y paróse alli; y como vido que no sonaua
dixeron fazia donde oyan dezir que era. Y arte ninguna, huno enojo, y embio a saber
el, despldido dellos, se fue su camino y an- que podia ser aquello. Y mando a vn moco
duuo tres dias y tres noches que no fallo ele espuelas que alli estaua que fuesse, y el
cosa de comer ni beuer, y ya que era cerca corrió quanto pudo, y hallo la puerta abier-
de vísperas, fallo a vn cabo ele vna floresta ta, y vido al cauallero y al cauallo; y vido
donde andaua vna senda muy pequeña, y como el cauallero dormía, y callo, y boluio-
puso el cauallo para que el guiasse por do se a su señora, y dixole lo que hallo; y ella
quisiesse, y por do el cauallo quisiesse guiar huuo grande enojo del, y comenco a dezir
dexolo yr; y anduuo hasta que anoeheseio; palabras injuriosas, y con enojo dixo: «Yaya
y, a dos horas de la noolie, oyó perros muy vn cauallero alia, y si lo pudiere traer por
lexos, y gozóse mucho, clizienclo: «Donde bien, si no, traygalo por mal». Y estaua alli
estos perros están, gentes dene hauer». Y vn criado suyo, hombre muy honrado y buen
auduuo todavia por su senda y bien peque- cauallero, el qual a la sazón hauia venido
ña, y yendo mas adelante, oyó cantar ga- allí a ver a su señora, y por seruírla dixo:
llos, y clixo: «Cierto, deue ser lugar este»; «Señora, ¿manclays que yo vaya alia y lo
y siguiendo su camino, el qual yua a dar a traj^ga?» Y ella le dixo: «Si, yd, y traedlo
vna grande altura, y encima estaua el cas- aunque no quiera». Y el hizo ensillar su ca-
tillo que os diximos de Bruniessen, la sobri- uallo, y armóse, y tomo su lanca y su escu-
na del conde, el qual castillo se clize de la do y fuese a la huerta; y quando el llego,
Floresta, la qual comencaua de alli en vna Jofre dormía, y con el cuento de la lanca
huerta que alli estaua. Y como llego, vicio despertólo; y como estaua soñoliento, no po-
que era muy noche, y huno conoscimiento dia entrar en acuerdo, y a las vozes que el
que aquella era huerta; y assi porque el daua diziendo: «¿dormís, cauallero?» recor-
cauallo beuiesse, como porque el no sabia dó, y assentose sobre su escudo, y vidolo a
por donde subir al castillo, acordó de quedar cauallo y armado, y dixole: «Señor cauallero,
aquella noche alli, y hallo la puerta cerrada ¿que mandáis? ¿Que peccado huuistes de me
con vna cerradura de palo, y apeóse, y diole despertar, que mas ha de tres noches que no
dos o tres cozes, y dio con la puerta en el duermo?» Y el cauallero le dixo: «Cauallero,
suelo. Derribada que fue la puerta, entro y su dueña de esta huerta manda que vays
vido vna fuente, y tiro el freno a su cauallo, alia» . Y el clixo: «Señor, por cortesía os ruego
y diole agua y echóle a pacer; y el beuio del que me descufpeys y le digays que estoy can-
agua y lauose el rostro, y comió de vnos be- sado y muerto de sueño; y que le pido por
rros muy lindos que tenia la fuente, y puso merced me dexe dormir, que yo le doy la fe
el freno par de si, y el yelmo por cabecera, como cauallero, si me dexa dormir, de no
y,echóse sobre su escudo, y junto consigo su me partir sin yr a ver que manda. Y si algún
lanca y dormiose. desaguisado he fecho en entrar en ella sin
Deseároslo dormiendo, y vamos al castillo, su licencia, de se lo satisfazer que no se que-
y digamos lo que alli acontescio. xe de mi». Y entonces dixo el cauallero a
Jofre: «Pues sabed, cauallero, que no de yr
sin TOS; por esso caualgad y tomad vuestra
lanca. y andad acá». Y Jofre, quando le oyó
CAP. X I . — Como Jofre llego a la puerta del
dezir que no hauia de yr sin el, huuo enojo,
castillo de la, Floresta, donde fue, preso, y
y dixole: «Señor cauallero, ¿haueysme de lle-
huyo de la prisión.
uar por fuerca?» Dixo: «río, si vos quereys yr
de grado». Dixo Jofre: «¿Tengo de ir caual-
Pues como Bruniessen era la donzella que ganclo?» Dixo el cauallero: «No espero otra
diximos, sobrina del conde don Milian, hazia cosa». Pues Jofre dixo en sn coracon: «Si
llanto dos vezes cada noche, como era vso y este me dexa caualgar en mi cauallo, ¡yo le
costumbre en toda la tierra, y acabado el mostrare como se llenan los caualleros por
llanto, no tenia otro refrigerio sino fazer abrir fuerca!»; y tomo su. freno y púsolo a su ca-
vna gran ventana que en su sala tenia, que uallo. Y puso su yelmo, y tomo su escuelo, y
salia sobre la huerta. Y como la huerta era salto en su cauallo, y desque se vido en su
grande, hauia en ella muchas aues, y, si no cauallo, clixo: «Cauallero, ¿agora honra me
las espantauan, sienpre las vnas o las otras harej'S?» Y entonces dixo Jofre al cauallero:
cantauan, de cuj^a causa no osaua nadie de «¿Sabeys como me haueys de lleuar? por ca-
noche entrar alli; y como Jofre entro alli, al ualleria; por esso apartaos alia». Y el, quan-
ruydo de los golpes que dio y del cauallo, no do aquello vicio, embrace su escudo y apar-
cantauan ninguna. Y como ella aquella no- tose del, y dieronse sendos encuentros, y
che acabo el llanto, luego hizo abrir la ven-
480 L I B R O S DE C A B A L L E R Í A S
dio Jofre con el otro piernas arriba vn tan «Señor mayordomo, no espero de venir sin
gran golpe en el suelo, que pensó que lo ha- el, lo qual no sera ni plazera a Dios». Salido
uia muerto; y Jofre hizo muestra de quererlo del castillo, fuese adonde Jofre estaua, y
matar, y el dixo que le rogaua que mal no como no le dexauan dormir, tenia el cauallo
le hiziesse. porque el era mandado de vna enfrenado y su yelmo puesto, y como lo -vicio,
señora cuyo era aquel castillo y huerta, y caualgo presto, y antes que el entrasse, salió
que no le conuenia al hazer. Y el lo dexo Jofre, y dixo: «¿A do, buen cauallero?» Y el
por aquello, y porque el le prometió de no clixo: «A buscaros». Y Jofre le dixo: «¿Que
boluer mas a el y dexarlo dormir. T enton- mandays?» Dixo el: «Que vays, señor, preso
ces dexolo, y el caualgo en su cauallo y fue- ante mi señora». Dixo Jofre: «Esso sera si
se para su señora, y dixole: «Señora, yo yo quisiere». Y el otro clixo: «Aunque no
halle en. la huerta TIL cauallero, y tal de su querays». Y Jofre dixo: «¿Venis mas de vos
lauca, que sabe bien defender su capa»: y solo?» Y el clixo: «¿Como, no creeys que bas-
ella huuo enojo, y clixo: «Pues aquel no fue to yo para vos?» Y Jofre clixo: «Luego lo po-
paratraello,yd todos alia y traedlo». Y enton- deys ver; apartaos alia para prouarlo». Y
ces dixo su mayordomo: «No sea assi, señora, apartáronse el vno del otro, y aunque el ca-
que, para vn cauallero, bien creo que vues- uallo del maestresala y el venían holgados.
tra merced tiene en su casa quien lo trayga». fueron los encuentros tales, que dio Jofre
Y el hizo ensillar su cauallo, y caualgo y con el y con su cauallo en el suelo, y lasti-
fue alia, y con gran furia le dixo: «Caualle- mólo mucho en vna pierna, y luego puso
ro, leuantaos ele ay, que haueys ele y r preso mano a la espada para lo matar, y hallólo
ante mi señora». Y el callo, y con mucho debaxo del cauallo que no se podia mouer,
enojo puso su yelmo y tomo su lauca, y en- y quando lo vicio, dixo: «Por veros tal os
freno su cauallo, y caualgo, y embraeo su dexo, con condición que acá no boluays mas»;
escudo, y dixo al cauallero: «Agora vamos». assi lo dexo. Y ayudóle a caualgar y se fue
Y apartóse Jofre vn poco, y puso las piernas ante su señora; y ella estaua callando, pen-
al cauallo y fuese al cauallero, y diole vn sando que lo traeria, o que por defenderse
encuentro que dio con el en el suelo, y di- lo mataría; y como lo vido venir solo, pre-
xole: «Assi se llenan los caualleros presos» . guntóle que que era del cauallero. Y el dixo
Y fuese para el y queríalo matar, y el le pi- que lo dexaua donde lo clexaron los que fue-
dió por merced que no le matasse. Y el dixo: ron antes del, y que lo clexarian todos quan-
«¿Tu no me prometiste de no boluer acá?» tos allí fuessen, si vno a vno fuesseri, si el no
Dixo el: «Señor, no era yo». Entonces Jofre se yua. Entonces ella pensó que según era
clixo: «Con tal condición vos dexo, que no aquel cauallero, que seria Tablante de Ri-
boluays mas acá»; y el se lo prometió, y assi camonte. Y assi comenco a dezir que juraua
lo dexo y fuese a su señora, y Jofre boluiose a que, si no se lo trayan preso, que hombre
dormir, que le hazia bien menester. Y des- de quantos con ella viuian no viuiria mas,
que el otro llego a su señora, ella miro, y que no sabia por que diesse ella de comer a
vidolo que venia solo, y dixo: «¿Como no tantos, y que entre ellos no huuiesse vno que
traes preso aquel cauallero?» Y el dixo: «Se- prendiesse a otro. Entonces todos assi como
ñora> hagoos saber que es assi buen caualle- estallan, le clixeron: «Señora, vna cosa haueys
ro, que no se clexa prender de nadie». Pues de saber, que aunque todos quantos hay en esto
ella pensó que podia ser algún cauallero de castillo, que vayan vno a vno, no lo traerán.
la corte del rey Artur, o que podia ser Ta- Y si vuestra merced ha gana ele prenderle,
blante su enemigo, y quisieralo prender, y embie diez o doze honbres a pie, y esperen
coinenco a dezi'r que era la mas desdichada que este durmiendo, que el esta sobre su es-
criatura del mundo, pues que daua de comer cudo; álcenlo en los honbros sin dezille nada,
a tantos caualleros y que no eran para pren- lo traerán», y assi se acordó, y llama-
der vno; y en esto su maestresala, que era ron vnos onze hombres y fueron alia. Y assi
honbre de gran presunción, dixo: «Señora, como en el acuerdo ele buscar los honbres
suplico a vuestra merced no diga tal cosa; se tardaron, el estaña cansado, y acostóse en
que, aunque essos dos caualleros no lo hayan su escudo y clormiose; y en esto llegaron los
traydo, mientra el allí esta, si no se va, bien hombres a pie, y como vieron que clormia,
haura quien lo trayga». Y llamo a su mogo, tomáronle en pesso assi como estaua en
y mandóle traer el cauallo, y el armóse, y su paues y pusieronselo en los hombros, y
tomo la langa y escudo, y caualgo; y el ma- sin dezirle nada lleuaronlo a el y. a su caua-
yordomo, quando lo vido, haziendo burla, llo y lauca. Y el, como se vido assi lleuar,
dixole: «Señor maestresala, traelde bien, temió, creyendo que aquellos y ios otros to-
que es cauallero que lo meresce». Y el dixo: dos eran diablos que en toda la noche lo lia -
T A B L A N T E DE RIO AMONTE 481
tiian seguido, y comento a dezir: «¡Jesús, y ellos comentaron su llanto como solían, y
Jesús!», y signauase y santiguauase; y ellos ella dormía; y como Jofre ovo la grita, pen-
callar y andar, liasta que lo pusieron delan- só que le entrarían en el castillo algunos sus
te de la señora. Y el conjuraualos que le cli- enemigos, y holgóse diziendo: «Agora mos-
xessen que era aquello; y ellos andauan, trare yo a esta señora que me truxo Dios a
hasta que llegaron donde ella estaua, y di- buen tiempo, para que ella vea lo que yo
xeron: «Señora, catad aqui el que vos ha fago por su seruicio». Y salto de la cama
enojado: vea vuestra merced que manda que presto, y vistióse y armóse, y embraeo su es-
se haga del»; diziendo esto lo pusieron en el cudo y saco su espada, y salió diziendo:
suelo, y ella tenia dos hachas encendidas. «¿Que es esto, señores, que llanto es este?»
Y como el sintió que era dueña y que deuia Pues como la vsanza era lo que haueys oydo,
ser señora de aquella tierra, huuo gran ver- que ninguno hauia de preguntar por que se
güenza ele se ver assi maltratado, y encendio- hazia aquel llanto, y si lo preguntaua, da-
sele la color, y leuantose, e hizole vna muy uanle con lo que tenían en las manos, o con
gran reuerencia; y ella, desque lo vido tan lo que hallauan mas a la mano. Y en co-
mogo, conoscioque no eraTablante, y que de- menzando Jofre aquello, luego comentaron
uia de ser algún cauallero bueno andante, y a dar en el cada vno con lo que pudo, y vno
leuantose a el, y mandóle dar vna silla y pre- dellos hallo la mesma lan^a de Jofre y echose-
guntóle por sunombre, y de donde era, y que la y diole con ella, y pensó qxie no estaua
ventura lo hauia traydo por allí. Y el muy armado y que lo hauia muerto, y callo. Y
cortesmente dixo que su nombre le pedia por Jofre lo mejor que pudo escondióse, dizien-
merced que entonces no se lo pidiesse, que do: «Yo no puedo creer sino que esta es al-
quanclo se fuesse lo diria, y que el era caua- guna boca de infierno que a mi se me ha
llero andante, y que era de la corte del rey descubierto; que ni estos son hombres, ni su
Artur; y que buscando auenturas hauia alli trato es ele hombres, sino que son diablos».
llegado aquella noche, con necessidad de Y porque por otra parte se le membraua de
agua y reposo, y no con gana de enojarla; y Bruniessen y en que no sabia su nombre, no
que según lo que hauia conoscido, que ella sabia que se juzgar, ni que consejo otro to-
hauia hauiclo enojo, por lo qual le rogaua mar sino callar. Y acabado que fue su llan-
que le perdonasse, y no mirasse a su yerro, to, fueronse a acostar, y el que le tiro la lan-
sino a su intención. Y ella dixo que cierto ea pensó que le hauia muerto, y callo, que
ella hauia recebido mucho enojo del, pero no dixo nada. Y el, desque los vido a todos
que viendo que su intención no era de que- dormiendo, miro por su cauallo. y muy que-
rerla enojar, que ella le perdonaua. Y en la clo ensillólo; y tomo su langa y sus armas,
hora se enamoro el della y ella del; y luego y saco el cauallo por la rienda, y fuese a la
huuo nueuo cuyclado entre ellos; y Brunies- puerta del castillo, la qual, con su prendi-
sen llamo al maestresala, y dixo'. «Este caua- miento, hauia quedado abierta, y caualgo, y
llero este a buen recaudo, y hazelde dar bien salió fuera del lugar, y hallo vn camino y
de cenar y buena cama, y curen bien de su siguiólo, e yua mirando atrás pensando que
cauallo, y guarden no se vaya, que hasta yuan tras el; y desque se hallo en el campo
aqui pense que era el traydor de Tablante no se trocara por nadie, que alli era señor
mi enemigo, pero no lo es». Y tomaron vna de si.
hacha delante della, y la otra quedo alli. y
ella se fue a dormir, y dexolos todos con el; Y dexemoslo yr su camino pensando en
y ellos dieronle bien de cenar, y el quiso tocio lo que le hauia acontescido, y mas
ver pensar su cauallo, y vido donde ponian en la señora del castillo, que le daua
stL.lan.9a, y el tomo su escudo y el yelmo,- y mucha pena la partida tan presto, sin mas
llenáronlo a vna cámara donde hauia vna hauer tiempo de poder hablar con ella, ni
muy buena cama, y pusiéronle vna vela, y saber su nombre, ni dezirle algo de lo que
dexaronlo y fueronse a dormir. Jofre sedes- el en su coraron sentía; pero, por las cosas
armo y c o m e t o a pensar en las fayciones acontescidas, le conuino partirle.
de Bruniessen, y en su habla y gracia, y en Dexemos, pues, agora a Jofre, y boluamos
el trato de la casa, y dixo entre si: «¡Oxala a ella y lo que le acontescio.
le tocasse a esta señora lo de Tablante, que
ella veria lo que hazia por su seruicio!»; y CAP. XII.—De las cosas que Bruniessen, se-
en esto estuuo gran rato, y acostóse. Pues ya ñora del castillo, hizo guando supo que
haueys oydo que se hazia alli el llanto, por- Jofre era suello de la prisión.
que Bruniessen era sobrina del conde, y era
ya hecho vna vez, y llego la hora de la otra Dize la historia, que Bruniessen dexo a
' Jofre encomendado a su maestresala y ma-
LÍBEOS DH CABALLERÍAS.—31
482 LIBROS DE CABALLERÍAS
yordomoparaquele tuuiessen a buen recaudo comentaron a ensillar y armarse, y caualgar
y le diessen lo que el y su cauallo huuiessen y salir tras el, e yua tan lexos que tuuieron
menester; y quando se fue a dormir, la ma- que hazer en alcanzarlo; y en tanto ella que-
yor parte de la noche gasto pensando quien do m u y enojada, mostrando que ella quisie-
podria ser tan buen cauallero, y tan 111090, ra saber quien era y hazerle alguna honra
y tan gentil hombre, y de tan buena razón, por el vltraje que le hauia hecho desque a su
y tal cauallero que a todos los suyos hauia castillo llego, y por que no fuesse quexoso.
derribado. Y pensaua manera como con justa Y ella por otra parte pensaua, y dezia: «¿Que
razón lo pudiesse tener algún dia para saber te aprouecha, Bruniessen, tomar tal pensa-
del cuyo -hijo era; porque si fuesse caualle- miento de vn hombre que nunca viste sino
ro según le hauia parescido bien, ella claria agora, y podra ser nunca verle mas?» Y ma-
orden de casarse con el. Y en esto y en mu- rauillauase como las mugeres algunas vezes
chas cosas estuuo gran parte de la noche, y a se captiuauan siendo libres, y paresciale mal
las vezes boluia reprehendiéndose a si misma su cuydado, y queríalo desechar, y no podia,
porque assi se hauia captiuado luego de vn y dissimulaua, diziendo que quisiera saber
cauallero andante que no hauia conoscido ni nueuas de la corte, y que no quisiera que
visto, y aun que podria ser no lo ver mas en aquel cauallero fuera descontento de su casa.
su vida; y con esto dormiose, que no ojo el Dexemosla en esto, y vamos a Jofre.
llanto postrero como acostumbraría. Y en des- Dize el cuento, que quando el se vicio
pertando, aunque no era bien de dia, no pudo libre del castillo, holgó mucho, y mas hol-
mas dormir, antes embio a llamar al mayor- gara si saliera libre del pensamiento de la
domo y al maestresala; y mientras los 11a- donzella; y por otra parte sospechaua que
maua, vistióse, y ellos venidos, riéndose todos eran encantados, o que aquella era boca
dixo: «¿Pues como os yua anoche en la huer- de infierno, y boluio a pensar en Bruniessen,
ta?» Y ellos dixeron: «Bien»; y ella clixo: y paresciale que la veya sentada con la gra-
«¿Que es del cauallero?» Y ellos dixeron que cia que lo.recibió, y por otra parte reyase de
no sabian del, mas que antes creyan que era si mismo, diziendo: «Cata, Jofre, que a buen
muerto, porque al segundo llanto hauia sa- tiempo te enamoraste de persona que nunca
lido de la cámara donde estaua con. vna es- viste en tu vida, y podría ser no verla mas.
pada en la mano, preguntando que era aque- Dexa de pensar en ella, y piensa bien en
llo, y que le hauian echado piedras y palos; Tablante, que esperas verte con el en priessa,
y aun que no sabian quien fue que le echo en' que rjodra ser que antes que lo halles te
vna lanca, y según el tenia armas, que acontezcan otras auenturas, y en esso deues
creyan que era muerto; y desto huuo muy pensar». Y yendo pensando en esto, salióle
mucho enojo y pesar, assi porque ya le hazia el sol, y de rato en rato yua boluiendo la ca-
guerra, como porque podria ser algún hom- bera atrás, por ver si yua libre de los
bre principal de la corte del r e y A r t u r , y que diablos del castillo; y el yendo assi, vido
por su causa le podia venir algún daño. Y venir vno a vno los caualleros que salieron
mando que luego fuessen a saber que cosa del castillo, y pesóle, y dixo assi: «Aun el
era, y ella quedo tan triste que era maraui- diablo no duerme, que estos deuen ser los
11a, que no quisiera que lo huuieran muerto diablos de aquel castillo o boca de infierno,
por cosa del mundo, pensando en quanta des- que no deuo creer otra cosa»; y dixo: «Si
dicha se hauia visto aquel cauallero dizien- vno a vno viniessen, con el ayuda de Dios yo
do de si. Assi que no se conformaría la obra pensaría defenderme dellos, pero ellos lo ha-
dellos con el desseo della, porque le hauia rán mejor, que se juntaran tocios, y aqui me
parescido bien, y dauale cuydado, tanto, que tornaran a lleuar a do purgue mis peccados»;
ella ya no quisiera. Y quando fueron a bus- y comen9o a trotar y aguij ar, a fin que ellos
carlo, hallaron que el no estaua alli, el ni su fiziessen filo, y assi fue; que desque vieron
cauallo ni sus armas, y que se era ydo, y que el aguijaua, comen9aron de aguijar, y
boluieron a la señora a dezirselo; y ella quan- vno dellos, que traya mejor cauallo, anduuo
do lo supo, por vna parte le p]ugo por ser mas que ninguno, y adelantóse, y llego pri-
viuo, y por otra le peso por ser ydo, assi por- mero. Jofre, desque lo vido, boluio a el la lan-
que creya que el yria descontento . como 9a de encuentro, y el otro, quando lo vido,
porque quisiera saber del mas largamente echo la lanca, mostrando que no quería pe-
que era de su vida y hablar con el, y comen- lear, y Jofre al9o su lanQ-a y no le encontró,
90 a reñir con ellos, diziendo: «¡O malos y preguntóle que querían el y los otros. Y el
Qriados! ¿Que cuenta me days de vn caualle- dixo hablar con el, y Jofre le dixo: «Yo no
ro que os encomendé? Pues conuiene que me tengo de fiar de vosotros, porque yo creo
vays tras- el y lo traygays»; y luego tocios que no soys hombres, sino diablos, que ano-
TABLANTE DE BIOAMONTE 483
che, después de preso, sin por que me que- por su merescimiento y por su recebimiento,
sistes matar si no fuera armado; y si comi- que por ella tener deudo con el conde don
go quereys hablar, hazed que todos aquellos Milian, en cuya deliberación yo voy, de mas
que alli vienen se detengan, y vosotros sin de la voluntad que yo lleuaua, que por cau-
laucas venid, que yo os esperare y respon- sa suya, o yo lo librare, o moriré en la de-
deré, y de mi sabreys lo que quisierecles sa- manda; y que, si Dios me la dexa acabar,
ber». Y ello se hizo assi; que aquel eauallero que de mi no determinare cosa ninguna sin
fue y hablo con ellos, y mandaron a vno que primero venir a ver que manda». Y assi se
fuesse a detener a los otros que venian. Y partió Jofre y se fue, y ellos se boluieron a
dos dellos sin lancas fueron adonde Jofre es- su señora, y le dixeron todo lo que Jofre les
taría, y alli le hablaron como su señora Bru- dixo que le dixessen. Y le dixeron comoyua
niessen, la señora de aquel castillo, el qual en demanda de Tablante por librar al conde
se dezia de la Fforesta, se le encomendaua, don M l i a n ; de lo qual ella huuo plazer quan-
y le embiaua a rogar que boluiesse alia para do lo supo.
darle descargo de lo que con el hauia hecho Pues dexemos a Bruniessen, y boluamos
la noche passada; porque no hauia sido por al que va su camino buscando sus auenturas
su mandado «y para saber de vos quien soys, con el mismo cuy dado que ella quedo.
y como os llamays, y donde vays»; y el dixo:
«¿Queréis mas dezir?» Dixeron ellos: «No».
CAP. XIII.— Como Jofre llego a vn mones-
«Pues a lo primero que dezis que essa seño-
ra quiere saber de mi y que buelua alia terio, y alli llegaron dos eaualleros qtie
para dezirme que no fue en su mano lo que dixeron mal del rey su señor, y se comba-
se me hizo, dezilde que yo bien lo creo, y tió con ellos y los venció.-
que boluer yo no faoluere alia si no fuere El libro dize que Jofre se partió de los ca-
muerto. Y" pues quiere saber quien soy, de- ualleros de Bruniessen, y que anduuo todo
zilde que vn eauallero andante, y mi nom- el dia, y que no hallo cosa ninguna, ni hallo
bre es Jofre, hijo del conde Donason, y voy persona que le dixesse h donde era aquel
en vna demanda de vn caso que dias ha castillo de Eicamonte, y anduuo todo aquel día
acónteselo en la corte del rey Artur, mi se- por vn llano desierto, y ya que se quería po-
ñor; y a lo que quiere saber cuyo soy, de- ner el sol, vio al cabo reluzir vn chapitel de
zilde que bien y con verdad puedo yo dezir vna torre que reluzia mucho, porque el sol
que anoche, aunque entre por fuerca en su yua baxo y dauale bien de claro en claro, y
castillo, era mió desque sali, aunque sali li- hauia vna legua hasta alia, y dexo el camino
bre, líbreme de los suyos, pero no della, que y fue alia, y llego bien escurescido; y era vn
mas suyo soy agora que mío, pero que, si monesterio que entonces se hazia alli de
Dios me dexa acabar esta demanda en que monjes. Y porque era de noche, estaña ce-
voy, que yo entiendo venir a seruirla; y esto rrado el monesterio; y el, con la sed y porque
le podeys dezir». Y dixeron a la señora todo el cauallo traya fatigado, no curo sino lla-
lo que el dezia, lo qual su mayordomo fue a mar, a tanto que el abad le oyó y mando que
dezirselo, y los otros se quedaron allí; el fuessen a ver que era. Y el portero fue alia.
qual lo dixo todo como Jofre se lo hauia dicho.
Y pregunto que era aquello quien Uamaua,
Y como ella oyó dezir que dezia que era
y boluio, y dixo al padre que el hauia visto
suyo, holgóse mucho, y dixo assi: «¿Por que
vn eauallero.
no lo hizistes boluer acá?» Y el dixo, que
porque vno a vno no pudieran, pues todos Y el mandóle que fuesse y que le abriesse,
juntos no los espero; y por no espantarlo, diziendo: «Sienpre estos caualleros andantes
que quica se fuera sin hablar con ella, acor- vienen con necessidad» . Y fue el portero y
daron assegurarle. Y ella les dixo que era abrióle, y el pensó su cauallo y dieronle de
muy bien hecho, y que boluiessen y le di- cenar. Y el estando cenando, llamaron a la
xessen que pues el jna, en aquella deman- puerta del monesterio, y el portero hizolo
da y que no quería boluer alia, que le roga- saber al abad, y el dixo: «Pues ve y sabed
ría mucho que después que la acabasse, que quien es»; y el fue, y hallo que eran dos
se viniesse por alli, que ella quería hablar caualleros anclantes; y el dixolo al abad.
con el cosas de su honra y prouecho; y ellos Y el mando que les abriesse y los aposen-
boluieron con la respuesta, y en tanto el tarse; y ellos entraron, y pensaron sus ca-
supo de los caualleros quien era ella, y el uallos. Y el portero Ueuolos alli donde Jo-
deudo que con el conde don Milian tenia, y fre estaua, que acabaría de cenar; y ellos,
ellos ansí, llego el mayordomo con la habla sin saludarle, entraron a cenar, y el estu-
della, y clixo; «Dezid a la señora que mas uose quedo; y desque ellos huuieron ce-
nado , en que lo vieron muy moco, dixo el
484 LIBROS DE CABALLERÍAS
vno al otro: «Ganallero nouel cieñe ser este». el se yra su camino» ; y acordaran de oyr
Dixo el otro: «Que no sabe bolar dé la silla missa y comer, creyendo que el se yria, en
abaxo». Y el oyólo, y callana. Y el vno de- que lo vieron moco y de poca edad. Y pues
llos dixo: «Dezid. cauallero , ¿ de que tierra Jofre. que en toda la noche no hauia-dormi-
soys?» Pues el no lo negaría, dixo: «De Ca- do esperando el dia para se vengar, vn rato
malot». Y dixole: «¿Ha dias que soys caua- del monesterio donde hallo vnos arboles pú-
llero?» Dixo: «rio»; y dixeron: «Bienparesce sose a esperar si salian y hazia donde yuan,
en vuestra edad; y aun quando los reyes de y de proposito que si a hora de vísperas no
aquel reyno armarían caualleros hombres de, salian, de yr alia y.llamarlos. Y estando ya
edad, no estaría la corona real tan amengua- cerca de las diez del dia, vidoles salir, y
da ; que sabe el rey Artur que Tablante de miraron a todas p a r t e s , y estuuieron vn
Ricamontele tiene preso al conde don Milian, poco, y comentaron a caminar hazia do el
y se lo acota cada año, y no tiene quien lo pida; estaua,' que con los arboles no lo veyan, y
y esto cánsalo no tener caualleros como solia, desque llegaron cerca, salió a ellos, y dixo-
porque ya son muertos todos los buenos que les: «Caualleros, bien se os mienbra de lo
fueron en el tienpo del rey Artur, padre que anoche vno cíe vosotros dixo: y lo que yo
deste; y aun en tiempo deste alcanzaron respondí, y aquello quiero hazer verdad; por
a ser algunos, pero pocos; porque desto se esso dexe el vno la lanca, y el otro quede
y o . que viui va tienpo con la reyna Gine- con su espada, y aprouechese de m i , y el
bra, muger del otro; que esto es assi, que los otro, y yo aprouechemonos de las lanzas».
reyes de Camalot lian de Ueuar apellido Ar- Entonces dixo el vno que era razón que hi-
tur, que es propio nombre; y a esta llaman ziesse armas con el vno, y que si lo vencies-
Ginebra acaso como llamaron a la otra; y se que no seria menester conbatirse con el
como no hay caualleros, viuen deshonrados»; otro, y si el venciesse al otro, que fuesse obli-
Pues Jofre, viendo en quan poco tenian al gado el otro a esperallo; y el dixo que, por
rey su señor y a los caualleros de la su cor- la desmesura suya,, que no hauia de ser assi,
te, no pudo tener que no dixesse: «Caualle- sino con ambos. Y desque vicio que no que-
ro, cierto, a mi me pesa por hauerme fallado rían, con el enojo que dellos tenia, dixoles:
aquí esta noche, y por oyros lo que haueys «¡Pues apercebios ambos!»; y vinieron para
dicho; porque no estamos en lugar que yo el, y el vno llego primero y dio Jofre al otro
vos haya -ele responder; porque si os respon- vn encuentro, que le cosia el escudo por los
diesse, hauriamos enojo; y no estamos en lu- pechos y se lo quebró y le tirio en el cuerpo
gar que se deua de hazer, porque perdería y dio con el en el suelo. Pues no era esto bien
otro algo por nosotros; jiero yo os diré que acabado, quando llego el otro con su encuen-
sera. Yo bien de mañana me yre; aunque no tro, y como le tomo la lanca baxa, diolevn en-
venia con esse proposito, y vosotros seys dos, cuentro que le quebró la lanca, y lo huuiera
ydvos tras m i , y alia fuera yo os fare conos- echado de la silla; y Jofre perdió la lanca y
cer que el rey Artur mi señor, yTla reyna Gi- puso mano a la espada.. Pues el cauallero,
nebra mi señora, son los mas honrados reyes como vicio que su compañero estaua en el
de toda la tierra, y que tienen muchos bue- suelo, tuuo miedo, y en'dando el encuentro
nos caualleros en su casa, y que yo soy vno a Jofre y quebrada la lanca, boto a huyr al
dellos, y que me combatiré con ambos, tan- monesterio, y el fue tras el, y desque lo vido
to que el vno lleue la lanca y el otro llene la encerrado clexolo, y boluiose al otro, que se
espada; esta es mi respuesta para vuestro di- hauia hecho rnortezino mientra Jofre esta-
cho» . Y entonces Jofre se fue a dormir don- ua allí, y desque vido que yua tras el otro,
de le hauian puesto sus armas, y los otros leuantose y tomo su cauallo, y quería bol-
taiíbien en otra cámara, donde les hauian uerse al ; monesterio para hazerse curar; y
mandado dexar sus armas. Y aquella noche Jofre llego e yuale a dar vna cuchillada, y
pensó Jofre morir de enojo de aquel caualle- el dixo: «Señor, no me mateys, que no ga-
ro, de ver en quan poco tenia al rey y a to- nareys nada en matarme». Y el dixo:,
dos, y nunca pudo dormir. Y otro día. en : «¿Soys vos el que anoche dixo aquellas vi-
esclarescienclo, leuantose, y hizo oración, y llanías del rey y de los caualleros de la cor-
encomendóse a Dios, y llego a la camarade los te?» Dixo: «Por Dios, señor, que no; antes
otros, y dixoles: «Caualleros, catad que os no me parescieron bien.» . Entonces dixo Jo-
voy esperando para mostraros lo que anoche fre: «Por esto, y porque en sanando vays a la
os dixe» . Y ellos dixeron: «Bien» ; y el vno corte del rey Artnr, y en presencia de toda
dixo: «Yamos, no haya de dezir aquel caua- la corte le conteys todo lo que a acontesci-
Hero que no osamos» ; y dixo el otro: «íío do, y le piclays perdón, y digays que tiene
os cureys del, que desque vea que no ymos, caualleros buenos y tales en su casa, yo os
TABLANTE D E KIOAMONTE 485
perdonare» . T el cauallero dixo: «¿Quien boles, y andando por el, llego a donde la mu-
diré que soysvos?» Dixo: «Dezid que Jofre, ger estaua, la qual, quando vio a Jofre, co-
hijo del conde Donason» . Y entonces el se lo noscio que era cauallero anclante, y gozóse
prometió; y el le perdono y ayudóle a caual- mucho, y pensó que Dios lo hauia traydo
gar, e hizolo y r al monesterio a curar; el por alli para su remedio; y esforcose y le-
qual, después de curado y sano, el y su con- uantose a el, y desque la vido toda rasgada
pañero fueron a la corte, y contaron al rey y y llorosa, preguntóle que hauia, y eomeneo-
a la reyna lo que les hauia acontescido, que la a esforear, y ella dixo: «Señor, grande
no quedo cosa. Ellos Iruuieron mucho plazer mal, que vn sayón, criado de vn malato. ha
desta auentura, y la mandaron poner en es- lleuado mas de mil niños deste valle a vna
cripto eonio era vso y costumbre. casa, y ha lleuado agora vno mió, para de-
Pues boluamos a Jofre, que desque lo huuo gollarlos todos, y se ha de bañar su amo en
embiado, tomo su camino y fuese. la sangre, porque luego ha de sanar»; y el
dixo: «Amiga, vos - ¿saberme heys mostrar
donde esta esse malato y essos niños?»; y
CAP. XIV.— Como yendo Jofre en busca de
ella dixo: «Señor, según lo que yo he oydo'
Tablante, oyó dar gritos a vna muger, la
dezir, haura vna gran legua de aqui alia, y
qual lo lleuo a la casa eneantada del mala-
creo, señor, que este valle abaxo va el cami-
to, y lo mato, y libro vna donxella y tre-
no, el qual va a dar a vn campo donde clizen
cientos niños qtí6 tenia para degollar, y
que esta vna casa que clizen la casa encan-
deshizo la casa.
tada, donde el esta; y alli tendrá los niños,
La crónica dize que, desque se partió Jo- y yo, señor, yre con vos». Y ella, por desseo
fre de aquella abadía donde dexo los dos ca- de su hijo, esforcose y comenco cíe anclar lo
ualleros, anduuo mas de veynte dias sin lle- mejor que pudo, guiando; y Jofre detras
gar a poblado sino horas en monesterios, clella. Y porque ella se esforcasse, apeóse, y
horas en hermitas, y otras vezes hallaua ga- anduuieron tanto hasta que llegaron al cam-
nados; y assi passaua su vida con desseo de po; y era vn llano verde que todo era verclu- '
hallar la casa encantada que el cauallero le ra, y en medio estaua vna casa sola, y no
hauia dicho, y anduuo por el camino, si- osaua nadie llegar alli, porque sabian que
guiéndolo tanto que fue a dar consigo en vn era encantada y assi se mostraría; porque alli
monte; y era ya sobre tarde, y desque ano- veyan muchas vezescaualleros anclantes. Por-
checió, perdió el camino, y dio por caso en que, como os diximos, este y el Enano, y
vna fuente; y desque vido que no podia de otro que la historia dirá adelante, todos eran
alli partir, que no sabia donde yr, apeóse del hijos del diablo, que lo huuo en vna muger,
cauallo, y tiróle el freno, y diole agua y de- como la historia dirá. Y como Jofre vicio la
solé pacer, y el se tiro el yelmo, y lauose la casa, dixo a la muger: «Señora, yo quiero
cara, y beuio del agua, y comió de algunas aguijar adelante, por ver sí podre remediar
yeruas que conoseia que eran de comer, y essos niños que clezis; y vos seguidme, que
echóse a dormir. Y antes del alúa despertó, de vna cosa os asseguro. que si hallo vino a
y comenco a pensar en las cosas passadas y vuestro hijo, o yo moriré, o yo os lo clare
en Bruniessen, y alguna vez se reprehendía viuo». Y caualgo en su cauallo y comenco a
por no apartar aquel pensamiento; y assi correr hazia la casa, y en llegando apeóse, y
llego el dia, y caualgo en su cauallo, y co- arrendo su cauallo a su lanca, que la hinco
menco de anclar por el monte donde su ven- en el suelo, y embraeo su escudo y puso
tura lo guiaua. Ya que era cerca ele hora de mano a la espada y dio. vna buelta a la casa,
tercia, ovo grandes gritos delante de si; y y hallo vna puerta pequeña, y entróse den-
como los oyó, púsose el yelmo sobre el arzón tro, y hallo vna casa redonda armada sobre
de la silla por mejor oyidos, y comenco a yr vn pilar, y al vn canto de la casa vna cama
hazia la piarte que sonauan, y mientras mas encortinada, y vna banca cabe la cama, y
andana, menos sonauan, a tanto que llego a assentado en ella vn malato de altor de dos
que parescian gritos salidos de so la tierra y honbres, muy espantable., y todas sus fay-
cada vez parescian menos, y mientra mas eiones conseguían con el altor; y estaua tan
achicaua el grito, mas priessa se claua por ferido de enfermedad, que en la mayor par-
saber que cosa era. Y dize el cuento que era te de sus clientes tenia comida la carne y se
vna muger que le lleuauan vn hijo para ma- le parescian; y la nariz tenia casi comida, y
tar, y de cansada y ronca ya no podia gritar, los decios ele aquella manera. Y cabe si tenia
y cayo en tierra. Jofre no dexaua de seguir vna donzella muy bien vestida, tocia rasgada
el derecho adonde hauia oydo el grito: y y messacla, y mordidos los bracos, que ella,
llego a vn valle muy hondo y cubierto de ar- con gran rauia, se mordía y se hazia tocia
486 L I B R O S I>E C A B A L L E R Í A S
pedamos. Y el halagauala, que la tenia para dar vozes, diziendo: «¡Señor, esforcad, que
burlar della, la qual le íaauia trayclo aquel es muerto el malato!» Y Jofre abrió los ojos,
maluado sayón que traya los niños; el qual y violo que trabajaua por llegar a el, y en-
salia por los lugares solo; y como solo lo tonces dixo Jofre; «¿Gomo, traydor, no eres
veyan, no se guardauan del, y en tomando muerto?»; y aleo el espada y cortóle la cabeca.
el niño, o lo que el quería, luego a la hora Jofre, de cansado y atormentado del golpe,
salían veynte o treynta de cauallo, los qua- se sentó en el suelo, y aleo los ojos arriba,
les eran diablos, y con el miedo dexauanle loando a Dios que lo hauia librado. La don-
liazer lo que quería, y assi truxo aquella zella se llego a el, y tiróle el yelmo, y falló-
donzella; y no esperaua sino lauarse en la le lleno de sangre que por las narizes le salia
sangre de los niños, para, en sanand^, ha- del golpe de la porra; y con vna manga lim-
uerla. Y hauia dos dias que ella estaua allí pióle el rostro, y el, por miedo de otro peli-
sin comer, que no hazia sino llorar, y hazia gro, tornoselo a poner; y luego se le menbro
cosas de gran mancilla, y maldezia su pecca- de los niños, y pregunto a la donzella si sa-
do que en tal parte la hauia trayclo; y quan- bia adonde estauan, y ella le dixo: «Por
clo ella vicio a Jofre, alegróse, creyendo que essa portezica que ay esta haueys de entrar».
Dios la hauia óyelo. Y el malato, quando Y el, quanclo llego a la puerta, viola escura
vido a Jofre, marauillose como hauia podido i y miro, y vido vnos escalones y abaxo por
ni osado llegar allí; porque, demás de no ! ellos, y hallo acullá y abaxo vna gran bo-
osar alli llegar nadie, la casa era assi encan- j necia, que era tamaña a su parescer como
tada, que no podia hallar la puerta a la en- i la casa de,arriba, y vna muy pequeña lum-
trada, y si hallaua la entrada, no hallaua la bre, que quasi no veya, mas de que a
salida; y con vna voz gruessa ronca, dixo: mala ues vido el sayón, el qual se aparejaua
«Traydor, ¿quien te hizo osado de entrar para degollar los niños; y el sayón se espan-
aquí?» Y Jofre le dixo: «No vos, don malua- to de ver a Jofre, y Jofre aleo el espada y
clo, hijo del diablo, que aqui fenesceran hoy diole con ella ele llano, y el de miedo caj^o
vuestros males; que los niños y essa donzella en el suelo, y clixo: «¡O mezquino de mi,
son causa de vuestra mala fin». Y fuese para que muerto deue ser mi señor!»; y Jofre
el malato el espacia sacada: y el malato, des- le clixo: «Muerto es el traydor, y vos mori-
que lo vido, tomo vna porra de hierro que te- reys también con el»; y el sayón le dixo:
nia par ele si, y aleóla. Y Jofre llego rezio, e «Pues, señor, no me mateys, si no no saldreys
yuale a dar vna gran cuchillada en la cabeca; desta casa, que es encantada»; y Jofre temió
y como el malato vido que el espada le yua a de quedar alli, y miro y vio los niños, y dixo
dar en la cabeca, desuiola, y el cuerpo tam- en su coracon: «No creo yo que Dios, que
bién. Pero como estaña sentado, y Jofre le si- me traxo aqui a sacar estos niños, lo con-
guio el golpe del espada hazia abaxo, alcancole sienta» ; y clixo al sayón: «Pues ¿que haré
vna gran cuchillada en el muslo, que casi se para salir?» Y el le dixo; «Que boluays
lo corto. Y juntamente tanbien el malato aleo lír alia a la casa arriba, y hallarla heys tan
la porra, e yua a dar a Jofre vna porrada, y escura, que es marauilla; y a tiento en el
Jofre hurto el cuerpo, y el malato metió la pilar buscad, y fallareis vna calau.erna de
porra por el suelo cerca de dos palmos, y hombre, y quebralda en el pilar y apartad-
hizo tremescer todo aquello con el golpe; y nos a fuera, y escudaos bien y mirad por
con vna voz que dio quanclo le dio Jofre la vos, que no ha de quedar piedra en tocia
herida; y mientra el malato tiraua la porra la casa que no os de encima, de manera que
del suelo, llego Jofre con vn golpe al braco, si viuieredes, queclareys tal que tendreys
y como lo tenia tiesto, tirando, cortoselo cer- que hazer en boluer en vos»; y el, quando
cen. Y el malato, que estaua ya en pie, des- lo oyó, pensó que era mentira, y el sayón
mayo y cayo; y Jofre no se guardando, el clixo: «Cierto hallareys lo que digo». Y en-
malato con la mano izquierda tomo la po- tonces Jofre atole las manos atrás, y echóle
rra y tirosela; y Jofre desque vido yr la po- la boca ayuso, y embrago su escudo y enco-
rra, escudóse y diole encima del escudo vn mendóse a Dios, y subió por el escalera, y
golpe, que Jofre, y el escudo, y la porra, quando fue arriba no veya nada, y llamo; la
todo cayo junto en el suelo. Y la donzella, clonzella respondió que estaua assombrada, y
quando lo vido, pensó que era muerto, y fue el dixo: «Yo, señora, clexe esto claro y ha-
a el con muy gran llanto, y el malato arras- llólo escuro». Y la donzella dixo: «Todas las
trando veníase a Jofre por rnatallo con la fmiestras, y las puertas por donde en trastes,
mano izquierda y con los dientes; y la don- se han cerrado vna a vna». Y el, muy es-
zella trauo de Jofre por lo desuiar, y Jofre pantado, fue a tiento y hallo el pilar; y hallo
entro en si, y ella le conienco a esforcar, y vna ventanilla pequeña, y en ella vna cala-
TABLANTE D E RICAMONTE 487
tierna ele persona como el sayón le dixo, y gunto que hauia sido de todo; y la muger
dio con ella al pilar e hizose pedamos, y en- dixo que vido lo que la donzella hauia visto,
comendóse a Dios; y en la hora vino vna pie- según su dicho de ambas, y Jofre dixo a la
dra y otra, y como estaña escuro, no se sabia muger: «Yo dixe que si a vuestro fijo fa-
escudar; y vna le dañan en las piernas, y llaría viuo, que os lo daria, o me costaría la
otras en la cabeca encima del yelmo, y otras vida». Y quando la muger vido a su hijo,
en los bracos, hasta que por arriba la coro- no se hartaua de verlo, y besarlo y abracar-
nilla de la boneda se fue deshiziendo a que lo, y los otros niños llorauan con desseo de
liuuo lunbre; y luego comencose a escudar, sus madres, y ella vino con su hijo, y echóse
y ya no le daua tanta pena, porque la re'ce- a los pies de Jofre, dizíendo: «Señor, vnos
bia en el paues; pero haueys de saber que no hierros quiero que me echeys, y seré vuestra
quedo piedra en toda la casa que no le dies- esclaua por el bien que de vos recebi»; y Jo-
se. Todo esto veya la donzella que estaua fre se rio de lo que ella dezia, y vido que el
hincada de rodillas rogando a Dios que li- plazer la tenia fuera de si, y dixo: «Amiga,
brasse al cauallero de aquella ventura; assi lo que haueys de hazer es, que yo tomare
que quando la casa fue acabada de deshazer, juramento a este sayón que vaya con vos,
el quedo tan molido, y el escudo todo hecho y lleueys los niños a sus madres; y que vos
pedaeos, y el lleno de sangre y poluo, que era y ellas, y el con vosotras, vays a Camalot, y
mancilla; porque no quedo piedra en toda la os presenteys de mi parte a la reyna Gine-
boueda que no fuesse a dalle, y el quedo hin- bra» ; y luego se fue para donde estaua atado
cada la vna rodilla en el suelo, y el espada el sayón, e hizo semblante de matarlo, y el
en la mano, y encima de la cabeca el escudo. dixo: «Señor, no me mateys, que no teneys
Y quando no huuo piedra que le viniesse a razón, porque jo vos he dado la vida; porque,
dar, miro |30r la vista del yelmo, el qual cierto, si yo no os dixera el secreto de la
todo estaua tan abollado que apenas lo pudo casa, vos quedarades aqui encantado con estos
sufrir. Y vido que no hauia cabe si sino la niños para siempre». Jofre le dixo, que assi
donzella y los niños y el sayón, que, como la por aquello que el dezia, porque era verdad,
casa era encantada, la cueua que vos dixi- como porque el jurasse de yr con aquella
mos, y la boueda donde estaua el malato, muger y niños al valle donde hauia tomado
todo era vno, aunque jiarescia otra cosa; y aquellos niños, y que se les diesse a sus ma-
no hauia allí mas de vn prado verde, y el se dres; y que ella y los niños y el se fuessen
leuanto, y la donzella fue a el, y le dixo: juntos a la corte del rey Artur, y que se pre-
«Señor, ¿que sentistes? Que gran mal ha-- sentassen de su parte a la reyna Ginebra,
ueys recebido». Y el dixo: «Señora, muy que lo perdonaría; y el se lo prometió assi
grande; pero ¿que es del malato y su cama?» todo lo que le demando. Y el se fue con la
muger y niños al valle donde los hauia to-
Y ella dixo: «Señor, mientra la casa se des- mado dos a dos, y tres a tres. Ellas, viendo a
hazla, que no quedo piedra que no os diesse, sus hijos, del plazer que huuieron otorgaron
se leuanto vna grande escuridacl y anduuo la yda a Camalot, y aderezaron de partirse a
por toda la casa, y con ella se desapareció el la corte.
malato y la cama, que no huuo mas de lo que
ay vereys». Y el se tiro el yelmo, y no vido Dexemos la yda dellos, y vamos a Jofre,
mas de la donzella y niños y el sayón atado, que quedo con la donzella en el prado.
y acullá la muger que tenia ya su cauallo por
la rienda, por do parescio que aquella mala
visión toda era del diablo y que lo Ueuo todo. CAP. XYI.— Gomo Jofre Ueuo la donzella que
Y dio fe la donzella que vido vn hombre, y libro, y la lleno a casa de su padre, donde
alli fue el malato, y su cama y todo. lo huuieran muerto.

Después que Jofre vido acabada aquella


CAP. XV. — Como vn sayón, criado del ma- auentura, por vna parte quedo muy alegre,
lato ('), Ueuo los niños a sus madres, y porque el hauia hecho lo que ningún caua-
Jofre Ueuo la donzella que libro a casa de llero hauia osado comencar. y por otra parte
vn cauallero su padre. quedo tan atormentado, que todo el cuerpo
le dolia que no sabia de si parte, y dio loores
Dize la historia que después que Jofre no a Dios por la merced que le hauia hecho,
vido sino la donzella y niños y el sayón, y y dixo a la donzella: «Señora, yo vos querría
la muger y su cauallo, que se esforco y pre- poner en saluo en vuestra casa, si supiesse
el camino». Y entonces le dixo ella como
(*) El texto: gSajon». ella, andancio a caca con vn gauilan, y yen-
488 LÍBEOS DE
tío con ella vnos criados suyos, que hauian a ver que era; y ella respondió, y en la ha-
salido de vn castillo de su padre que se 11a- bla la conoscieron, y fueron a pedir albricias
maua el castillo del Hierro, y que aquel sa- al padre y a la madre; y todos salieron con
yón venia en su cabo, y no curaron del; y a mucho gozo y mucha alegría, según cleueys
deshora vinieron veynte de cauallo, y que creer, y dixo: «Señor y señora, de mi no
de miedo huyeron los suyos, y que ella eureys, que Dios ha curado de mi que me
quedo; y que no sabia mas sino que la truxe- embio este camillero que eurasse de mi, mas
ron, y Jofre dixo: «Yo. señora, querria pone- curemos del, que le haze bien menester».
ros en saluo en vuestra casa; si vos sabeys al- La madre se abraco con ella, y no se hartaua
gún auiso para que yo vos lleue, dezidmelo; de besarla con muchas lagrimas; y el padre
porque es ya mas de medio dia, y ante que fue a abracar a Jofre, y queríale besar las
la noche venga querría que estuuiessedes en manos por lo que oyó a la hija, y por lo que -
algún, lugar a vuestro plazer»; y ella dixo: creyó según era el caso. Y Jofre defendióse
«Señor, lo que 3^0 vos se dezir es que el me y dixo que el no hauia hecho nada, que Dios
truxo por vna gran montaña y vn. valle aba- lo hauia hecho; pero que le rogaua que le
xo, y hauia de vna parte y otra muy grandes eurasse ele aquel cauallo, que le hazia bien
montañas; y quando salimos de las monta- menester. Y entonces el' cauallero mando a
ñas, la primera cosa con que topamos fue el los suyos que curassen del mejor que del
sol que nos dio de cara, que hauia poco que suyo; y la donzella le dixo: «Madre, no me
hauia salido». Y el miro en lo que ella dixo, pregunteys nada, que no vos lo puedo dezir
y miro en que derecho salia el sol, y al sino de espacio, y bastaos saber que Dios ha
contrario tomo la montaña; y tomóla a las querido guardar mi honra, y demos ele ce-
ancas del cauallo, y passo del todo el prado, nar a este cauallero, y buena cama, que bien
y fue al monte; y en llegando al monte, le haze menester, que os digo, señor, que
dixo la donzella: «Señor, yo creo que este creo que no trae huesso sano, según lo que
valle es por donde aquel tray clor me traxo»; hoy le vi passar, sino que deue ser ele gran
y entraron por el valle, el qual yua muy coracon, y como es mogo, puédelo bien su-
encubierto de montaña, y dixo ella: «Señor, frir» . Assi que luego guisaron muy bien de
si este es el valle, cerca de vna legua de cenar. Y ellos estando en esto, oyeron gritar
aqui va vn camino por donde el me traya, y en la villa, y era el llanto que diximos por
lo dexo, y apartóse por esta fondura por el conde, y salto a la puerta a escuchar, y
donde agora vamos»; y ellos en esto, dende en esto los del castillo comencaron también el
a vn poco hallaron el camino, y ella dixo: llanto como era costumbre, y el sin sospecha
«Señor, por aqui va donde esta el castillo de dixo: «Dezid, señores, ¿que malas nueuas vos
mi padre, y hay mucho de aqui alia, que, han venido, que tal llanto hazeys»?Puescomo
como, señor, os dixe, yo salia a caca, y aquel era el vso, que sabeys, comencaron a yr
traydor me tomo de la manera que os dixe; tras del con piedras jípalos; y como el no es-
y luego estaua alli vn palafrén en que taua armado, no pudo tomar armas, ni supo
me llenaron, que el mió dexaronlo, y en lle- otro remedio que echar a huyr por la puerta
gando a la casa no lo vi mas»; y en esto lle- del castillo. Pues acabado el llanto, salió el
garon a donde ella dixo, y hallaron el cami- cauallero a el con mucha reuerencia, y dixo:
no, y ella conosciolo, y dixo: «Ya, señor, no «Señor, por la passion de Dios que no me
podemos errar el camino ni el castillo; pero culpeys; que es cierto cpie, si mi hijo fuera-
conuendra andar mucho, j)orque este camino cles, no pudiera hazer mas ele lo que hize;
se clexa alia adelante, y a tino del castillo que es vso, y no haueys mas ele preguntar ni
hemos de yr». Assi que. ellos ancluuieron hablar en ello». Pues viendo Jofre lo de alli
quanto pudieron, y a puesta del sol vieron el y lo del castillo de la Floresta, callo y dixo:
castillo buen rato, y anduuieron quanto pu- «Pues ya es passado, vamos a cenar»; y la
dieron, ele manera que era bien noche que donzella y la madre, que vieron como lo ha-
llegaron al castillo, el qual era de vn caua- uian corrido, hincáronse de rodillas ante el
llero anciano, criado del conde don Milian, y demandándole perdón, y dixo la donzella:
bien pariente suyo. Y como era viejo y «Señor, líbrastesme de la muerte, y en ga-
estaua lastimado de la perdida de la hija, lardón querían vos matar en casa de mi pa-
hauia mandado cerrar la puerta, y estaua dre» . Assi que el las leuanto del suelo, y tomo
muy triste, y la muger llorando; y como lle- la madre del braco, y entráronse a cenar, y
garon, apeóse ella de las ancas del cauallo, y cenaron, y fizieroníe buena cama,y echóse, y
Jofre apeóse. El castillo estaua desuiado del reposo, Y essa noche contó ella a su padre y a
lugar por si, que tenia mas de dozientos ve- su madre quanto le hauia acontesciclo, y como
zinos; y comenco a llamar, y todos salieron la truxo tan a su saluo como si fuera su her-
TABEANTE DE RICAMONTE 489
mana, y estuuieron hablando en el, y en su llanto que cada noche veys, por causa del
disposición y hermosura y buena crianza, y conde se haze». Y como Jofre estaua muy
como era tan fuerte y las cosas que hizo en el quebrantado, no se osaua meter en camino,
malato; y acordaron de darle ropa ele lienco antes se curaua porque no le viniesse algún
que refrescasse, y pusieronsela a la cabecera, daño; y al cabo de quinze clias, Jofre clixo
que no despertó de cansado y atormentado. al eaualiero que el se sentia aliuiado, y que
Y assi reposaron aquella noche; y otro dia queria yr en su demanda; y el eaualiero le
oyeron missa y comieron, y en la tarde rogo que se estuuíesse,y el no quiso sino yrse
apartólo el eaualiero, y clisóle assi: «Señor, y ver si lo hallaría alli, y si no que se bol-
no ha hauiclo tiempo jsara yo haueros de cle- ueria luego alli a esperarlo. Y el le informo
zir en quanto cargo vos soy por la buena ele quantas leguas hauia al castillo de Eica-
obra que yo de vos he recebido, y no se con monte, y de la manera del camino, y de vna
qiie vos lo pueda yo pagar, sino con cleziros auentura que hauia de hallar, si por dicha
que mi persona y casa, y nruger y hijos es la topasse, que era la muger del diablo,
vuestro; y podeys, señor, hazer ele todo y madre del Enano y del malato, y de otro
como cosa vuestra. T haüeysme, señor, de hijo que alli tenia. Y porque era muy peli-
hazer otra merced: que me digays quien grosa, le auisaua que a la y cía se hauia de
soys, y donde vays, y como os llaman; por- guardar que no perdiesse el camino que ha-
que yo soy natural deste reyno, y fue yo zia vna vereda cabo vna fuente adonde ella
eaualiero de la Tabla Redonda en vida de su estaua. Y el le dixo que si no porque des-
padre deste rey, y por mi edad he dexado seaua acabar la de Tablante, que de otra
la corte; y algunas vezes vienen por aquí manera el yria a buscarla. y assi se partió
caualleros' anclantes, y yo los recibo y huel- en acabando de comer, y antes que el se
go mucho con ellos; assi por el bien que de- partiesse, la donzella lo aparto y dixo: «Se-
llos he recebido, como por yo ser eaualiero, ñor Jofre, bien paresce que yo haya recebido
huelgo con los caualleros andantes» . Y Jofre, de vos mayor beneficio, pues que es dema-
viendo su ancianidad, y que era eaualiero siado el amor, el qual me ha fecho perder la
de mereseimiento, y que lo hatiia menes- verguenca, peclirvos yo a vos lo que vos
ter para estar alli, porque el no se sentia hauiades de pedir a mir. Yo, señor, vos hago
para yr en busca de Tablante, según su fla- saber que desque yo vi y conosci quantas
queza, dixole la verdad como hauia passado virtudes en vos moran, yo soy tan vuestra,
desde la primera hora; pero no le clixo ele y estoy tan aparejada para vuestro seruicio,
ninguna auentura de las que le hauian acon- que no hay en mi mas de quanto vos podeys
tescido. Y quando el eaualiero supo que el mandar. Y pues yo, señor, tengo edad y li-
yua en busca de Tablante por librar al con- naje y riqeiezas, yo, señor, desseo que vos
de, holgóse; y quisiera el que para ser dies- seays señor ele todo ello; lo qual vos, señor,
tro en el combatir, que le huuieran acontes- deueys fazer, porque es cierto, señor, crue en
cielo algunas auenturas; pero, por lo que la mas peligro esta agora mí vicia que quanclo
hija le clixo, pensó que bien podía ser, estaua en poder del malato, que me distes la
aunque fuesse tan moco y no vsado a las ar- vida. Esto, señor, yo no os lo clixera agora,
mas, que fuesse buen eaualiero, y dixole: sino que vos, señor, os vays a esta auentura,
«Señor Jofre, no por vna cosa, mas por mu- y podría ser que no querreys boluer por
chas deuo yo holgar de vuestro hospedalgo, aqui; y si esto se hiziesse assi, es cierto que
y teneros en mi casa tanto quanto fuere yo moriría sin vos ser clello sabidor; porque
vuestra voluntad; assi porque me librastes vos pido por merced que, acabada la auentu-
mi hija de mayor peligro que morir, y por- ra, vos, señor, os vengays por aqui, y según
que ella librada la honrastes mucho, y por- razón, siendo yo muger, no cleuiera dezir
que soys ele la corte del rey Artur mi señor, esto, pero no me eulpeys, sino pensad en el
y jurado ele la Tabla; y porque ys en deman- remedio». Jofre se hallo tan afrentado, que
da ele mi señor el conde don Milian, y por- era marauilla, que no supo cjue responder,
que soys hijo del conde Donason, que fue el sino por librarse clella clixo: «Señora, yo en
• mayor señor y amigo que yo tuue en la cor- esta demanda no se lo que Dios de mi hará;
te. Porque ambos eramos a vna sazón caua- si la acabo, vna cosa os certifico: que yo no
lleros, y ambos salimos y d examos la corte dispondré de mi ninguna cosa sin os lo hazer
ele acuerdo; porque, señor, yo os ruego que saber; y si yo no hallo alli lo que busco, yo
de aquí adelante de mi y de mi casa no se boluere por aqui y haura lugar de hablar en
haga mas que se haria ele lo del conde vues- ello». Y assi se despidió clella y se fue en bus-
tro padre; y, cierto, los parientes del conde ca de Tablante, y ella quedo con sus cuy-
vos son en muy gran cargo; porque este ! dados.
490 LIBROS DE CABALLERÍAS
CAP. XYII.—Gomo yendo Jofre en busca de ñor cauallero, si assi huuieran hecho otros que
Tablante, perdió el camino, y hallo la fuen- yo he librado, no huuieran sido muertas mas
te Peligrosa, donde mato el malato del dia- de cient personas de muchas maneras que aqui
blo que esiaua alli, y la madre del malato peligrarían; pero vnos morían y otros queda-
y del Enano. ban tan espantados, que tenían que en ser li-
brados hazian harto, y assi se estaua esta
El cuento dize que, desque Jofre se partió auentura aqui. Porque, señor, haueys de sa-
del castillo del Hierro, anduuo por sus jor- ber que esta vieja era madre desta fantasma
nadas; y yendo vn dia pensando en todas las que salía y madre de vn malato, y madre de
auenturas y. en Bruniessen, y en ladonzella vn enano, que el diablo los huuo todos tres
donde hauia partido, oluido el auentura de en esta vieja; y agora, señor, yo soy libre de
la fuente Peligrosa, donde anduuo el diablo. estar aqui, y los que passaren tanbien, por-
Y como el cauallo no hauia beuido vn dia y que la hermita fue fecha a causa della, para
vna noche, sintió el agua y guio vna vereda; librar los que alli morían». Y quando Jofre
y al dar que le dauan las ramas de los arbo- vido la auentura acabada, holgóse mucho, y
les en el yelmo, entro, en su acuerdo y pensó friéronse el y el hermitaño a pie al hermita,
lo que era, y pesóle, y no oso boluer de ver- y comieron de lo que tenia, y estuuo alli
gueaba de si mismo; y no tardo que luego aquella noche; y otro dia rogo al hermitaño
vido vna gran enzina, y al pie vna fuente, que por amor del fuesse a Camalot, y le con-
y cabe ella vna vieja tan luenga como vna tase aquella auentura a la reyna; y el her-
lanoa, en solos los huessos, y el pellejo muy mitaño se lo -jjrornetio, y Jofre se partió a
negro, y los cabellos prietos y luengos, y los buscar a Tablante.
pellejos de las tetas que le llegauan a la ro-
dilla , y los ojos tan sumidos, que apenas se
los podian ver, y la boca muy sumida, sin CAP. X V I I I . — Como llego Jofre al castillo de
memoria de dientes, y todas las costillas de Ricamonte, y no hallo ay a Tablante, y los
fuera, y muy disforme criatura. T el, aun- suyos le mostraron al conde don Milian y
que vido que era aquella el auentura, no trecientos caualleros qioe estauanpresos.
curo sino de dar agua a su cauallo, y ella Desque Jofre se despidió del hermitaño 5
salió detras del enzina, y el y el cauallo se fuese por su camino a Ricamonte, y los su-
espantaron de la visión; y ella, con mayores yos le preguntaron que quien era, y el dixo
vozes que su hijo el Enano, le díxo que que era vn cauallero su pariente que le que-
por que daua agua a su cauallo en aquella ría ver. El les rogo que le mostrassen el cas-
fuente; que bien parescia que uo sabia que tillo, y las tiendas, y los presos, y ellos lo
era la fuente Peligrosa; y cierto, Jofre huuo hizieron assi; y quando acabo de ver todas las
gran miedo, que nunca en auentura tal sin- tiendas, mostráronle la del conde, el qual
tió, que el cabello de la cabeca todo sintió estaua tan flaco y tan debilitado, que no lo
que se leuanto hazia arriba; y a las vozes sa- conoscia; y Jofre huuo muy gran duelo del,
lió vna figura de hombre muy espantable y y dixo en su voluntad que, si se combatía
con vn ramo de enzina en la mano, y delan- con el, que couflaua en Dios que se lo paga-
te del venia vn viento tan rezio, que todos ría, y a los otros cleziales que era su parien-
los arboles boluia. T Jofre, quando lo vio, te. Y desta via le mostraron todos los presos
apeóse y saco su espada y embraco su escu- y dixeron sus nonbres, y quanto hauia que
do, y la fantasma llego y dio vn palo con el estauan alli; y hallo cauallero que hauia
ramo sobre Jofre; y plugo a Dios que otro veynte años que estaiia preso, y hallo que
mal no le hizo, sino que como el ramo era sin el conde eran trezientos. y cada vno es-
grande, quedo Jofre entre las ramas y aba-, taua a costa de si mismo, ellos y sus caua-
xole. Y el fue diziendo que le hauia de dar llos, y sus mugeres les embiauan dineros. Y
con el espada; y quando miro estaua ya des- desque todo lo vio, y se informo que su ve-
tilado de vna gran lanca en luengo; y al es- nida hauia de ser cierta a la pascua florida,
truendo que trayan salió vn hermitaño que acordó de boluer al castillo del Hierro.
estaua en vna hermita junto cabe la fuen-
te, con vna cruz y con agua bendita; y lue-
go la fantasma huyo y quedo la mala visión CAP. XIX.— Gomo Jofre, bohiiendo al casti-
de la vieja arrimada a la enzina. Huuo Jo- llo del Hierro a buscar a Tablante, se con-
fre della tanto enojo, que se fue a ella, y coa batio con vn cauallero por librar a vna
el espacia hizola toda pedacos; y a la hora vi- doncella, y lo mato.
nieron mas de mil cuernos, y cada vno lleuo
su pedaco; y el hermitaño dixo a Jofre: «Se- La historia cuenta que Jofre se partió de
Ricamonte, y acordó de venir al castillo del
TABLANTE I BICAMONTE 491
•Hierro, y entro en su camino, y andrino seys y salió a nosotros y dixo a mi hermano que
dias con sus noches, que nunca por camino no passaria sin justa; y como yua dolien-
ni fuera del vicio cosa ele las que hauia vis- te clixo que no era para ello; y el porfió
to a l a venida que vino a Rieamonte. Y era tanto con mi hermano que, aunque le requi-
que, como no sabia la tierra, perdió el cami- rió con Dios y con el rey y con caualleria
no y fue por otro que era lexos de donde el que nos dexasse yr, no quisso; y por esto el
yua. T el camino metiólo por vna floresta fue a mi hermano y tiróle el espada y la
llena de arboles muy espessos; y ya que era lanca y el escudo, y clixo que lo mataría si
cerca de medio día, vio vertir vna donzella luego no juraua de me lleuar allí a su torre,
encima de vn palafrén , y con ella vn caua- que es vna heredad suya, para hauerme de
Uero armado de todas armas defensiuas, pero deshonrar, y mi hermano, p o m o morir, juro
no traya lanca, ni espada, ni escudo; y la ele me lleuar» . Pues viendo Jofre tan gran
donzella venia haziendo el mayor duelo del fuerea, huuo duelo de la donzella, y dixo a
mundo. Y como lo vio Jofre, fue espantado, su hermano que la clexasse, que bien poclia
pensando que podia ser aquello; y llego a la jurar que se la tomaron; y la donzella , por
donzella y saludóla, y ella con muchas la- no ser deshonrada del cauallero, bien lo qui-
grimas le boluio la respuesta; y Jofre le siera, pero su hermano clixo: «Señor, el
dixo: «Donzella, por mesura, deteneos , que quedaua caualgando y luego vendrá, y yo
vos quiero preguntar algo de vuestro proue- soy el que lo pagare, que a mi me matara; y
cho»; y ella se detuuo, y el cauallero que por esso, señor, no oso»; y Jofre dixo: «¿Gomo,
venia detras della se detuuo tanbiem, y Jo- no creeys que hay quien vos libre de sus
fre clixo: «Donzella, vos me perdonad por lo manos?» Y en esto miro la donzella y vidolo
que hago; que, como yo no ha mucho que es- venir, y dixo a Jofre: « Señor cauallero,
toy en este habito, no daré fe de ver donze- yduos, que vedlo aqui do viene; y pues mi
lla caminar, sino vna dias ha, y otra que yo desdicha fue esta, no quiero poner en auen-
llene en mi conpaSia vn dia, y cada vna ele tura a nadie»; y luego la donzella comenco a
su manera, y agora veo a vos; y por esso, y yrse. Y Jofre, viendo que no la poclia tener
por veros hazer tan gran duelo, estoy espan- para esperar al cauallero, echo la mano a las
tado, y querría que me- dixessedes que ha- riendas del palafrén, y por fuerea la detuuo;
ueys, por que llorays y que querriacles»; y y el hermano mostró que quisiera andar, y
ella dixo: «Señor cauallero, de os dezir yo comenco a porfiar con Jofre; y en esto llego
mi pena, luego os la diria, si supiesse yo el cauallero, y clixo: «Dezid, cauallero, ¿que
que erades vos Tablante de Rieamonte, o el teneys vos que hazer con essa donzella?» Y
cauallero que dizen de la Lanca peligrosa; Jofre dixo: «Cierto, mas que vos; porque vos
porque estos dos caualleros sabemos que son le quereys hazer mal, y yo querriale hazer
tales que nadie se combatió con ellos que no bien»; y el cauallero clixo a Jofre: «Esso,
fu-esse vencido: pero a vos, señor, que no co- ¿como lo sabej-s vos?» Y Jofre clixo: «Porque
nozco , no querría poner en peligro; en ellos me han dicho las cosas que han pasado;
especial, señor, que vos dixistes que hauia y porque veays si es verdad, diganvoslo
poco que andauades en este habito» . Y quan- ellos» ; y ellos dixeron que era verdad que
do Jofre le oyó dezir aquello, dixo; «Donze- ellos se lo hauían dích o, procurando de ser
lla, yo no dudo sino que essos caualleros sean remediados; y Jofre clixo al cauallero si era
buenos y tales. Pero ya sabeys vos que dizen assi verdad, y el clixo que si. Y Jofre dixo,
que donde hay vn bueno hay otro mejor; si que pues aquel cauallero estaua malo, y no
vos recebis agrauio, no os lo digo porque yo estaua para pelear, que no era razón hazer
vos lie de poner cobro; pero buen consejo es, lo que hizo, ni embaracarle su camino y que-
y no deueys dexar de dezirlo a todos, y po- rer deshonrar vna donzella: en especial que
dría ser fallar assi el remedio» . Entonces yuan a la corte del rey Artur su señor; y
dixo la donzella: «Señor, mi pena es gran- que a el conuenia ayuclalles. Y el respondió
de, que este cauallero y yo somos hermanos, que el no tenia razón para tomar la deman-
y yo siento su pena y la mía, y veníamos am- da -pov ellos, que ellos eran sus presos y que
bos por este camino que dizen de la Puente, los clexasse seguir su camino, para que fues-
el qual se llama assi porqiie hay vn rio, y sen a cumplir el juramento que hauían fe-
passanlo por vna puente; y nosotros yua- cho. Jofre clixo al hermano ele la donzella si
mos a la corte del rey Artur, por algunas antes que jurasse si le hauia requerido con
cosas que nos cumplen a nuestra hazienda, Dios o con el rey que los dexasse yr su ca-
y mi hermano adolescio en el camino. Esta mino, y el dixo que si; y Jofre torno a pre-
señor allí en la puente vn cauallero, el qual guntar al cauallero. E entonces clixo Jofre al
es señor de la torre que dizen del Miradero, cauallero: «Pues esto es así, a vos, señor ca-
492 LÍBEOS D E CABALLERÍAS
uallero, contriene el exarlos, o vos o yo nos bio a la corte, que ancluuo todo aquel clia
hemos de combatir, porque, en otra manera, que no hallo poblado ninguno, y que ya bien
yo recibiría muy gran verguenea de ver y noche, que alcanco vn peón, y como Jofre
consentir que vos, so habito de cauallero, fa- llego, saludólo y preguntóle de donde era, y
gays fuere-a a los que van a la corte del rey el dixo que era criado de vnos monjes ele vn
mi señor». Y el dixo, que por cierto el no monesterio que estaua cerca de alli, y Jofre
dexaria los presos por el ni por diez tales holgóse de oyrlo, por la necessidad que lle-
como el; y que, aunque fuessen diez. que uaua, y fuele preguntando por muchas co-
vno a vno los entendía prender y matar; y sas, y ele tocio le dio razón; y preguntóle por
Jofre le d i x o : «Yo no dubdo sino que vos el cauallero ele la Puente, y dixole: «Alli,
seays buen cauallero, desso me plaze a señor, esta vna auentura, de cuya causa pas-
mi; pero vna cosa os hago saber: que aun- san por alli pocos; que esta alli vn gran
que yo no sea diez , sino vno, los presos no cauallero y ele alli haze muchos agrauios»; y
yran con vos». Y como aquello vido el ca- Jofre le dixo que ya no los haría, que el se
uallero, dixo a Jofre: «Pues apartad vos, hauia combatido con el y le hauia prometido
que yo os mostrare que hunieracles me- de no hazer ya mal a nadie; y preguntóle
nester compañía». Y entonces apartáronse y por el castillo del Hierro, y rióse clello, dí-
vínose para Jofre, y Jofre se fue para el, y ziendo que estaua muy lexos y por traues,
di.eronse sendos encuentros; y el cauallero pero que ele alli del monesterio yua vn ca-
quebró la lanca en Jofre, y Jofre diole por mino hazia acpieria tierra, y que no fallaría
medio de los pechos y passole el escudo, y quien le dixesse como f uesse alia, pero que ha-
metióle media braca de lanca de la otra par- uia camino de quatro dias y despoblado tocio;
te. Y quanclo Jofre vio su golpe, dexo la lan- y era bien noche que llegaron al moneste-
ca en el cauallero, y luego el cauallero cayo rio. y quando llegaron estauan las puertas
muerto. Entonces Jofre se apeo, y saco su cerradas, y el moco llamo, y abriéronle, y
lanca y limpióla, y torno a caualgar, y dixo fue a dezir al padre que estaua allí vn caua-
burlando: «Agora vengan los nueue»; y pre- llero, y mandóle abrir, y dieronle bien de
gunto a la donzella donde quedauan las ar- cenar a el y a su caimito, y otro dia oyó
mas de su hermano, y ella dixo: «Señor, no missa, y comió, y partióse, y ancluuo por sus
se sino que allí a la puente se las tiro» . Y jornadas hasta que llego al castillo del Hier-
entonces todos tres boluieron a la puente y ro, donde fue recebido y seruido. Y como an-
hallaron vnos hombres suyos; y como vieron duuo de las malas noches y peores días fa-
la donzella y el cauallero, entendieron que tigado, acordó ele estar alli arrezianclo, hasta
aquel cauallero se hauia conbatido con su que viniesse el tiempo de yr a Ricamonte; y
amo, y preguntáronle por el, y Jofre les alli contó al cauallero como a la yda se hauia
dixo:. «¿Soys vosotros de vn cauallero que perdido, y hallo el auentura ele la fuente
prendió a esta donzella y a su hermano?» Y Peligrosa, y como mato a la vieja; y que a la
ellos dixeron: «Si». Y el dixo: «Pues yd venida se perdió, y mato al cauallero de la
alia, que bien vos haze menester que le ayu- torre del Miradero, y estuuo alli muchos dias:
deys a yr a la corte»; y ellos vieron que su y desque vido tiempo, despidióse de la don-
amo era muerto o herido. Y Jofre vio la lan- zella con las condiciones dichas, y de su
ga y el espada y el escudo del cauallero, y padre, y metióse a andar.
mandoselo tomar; y el tomo sus armas, y cli-
xole Jofre: «Que pues el los hauia librado,
que en buen hora se fuessen a la corte y la
donzella se presentasse a la reyna Ginebra CAP. XXI.— Como Jofre fue a Ricamonte y
y le contasse aquella auentura» . Y ellos lo hallo alli a Tablante; y de las rabones que
hizieron assi. Y quanclo esto oyó la reyna, entre ellos passaron, y como se combatió
fue muy gozosa y mandola poner en escrip- con el y lo venció, y libro al conde don Mi-
to, y marauillauan.se mucho de la bondad ele lian y a los otros trecientos eaualleros que
Jofre, y desseauan que Jofre se hallasse con tenia presos ( 1 ).
Tablante.
La historia clize que Jofre yua por el ca-
mino pensando en aquellas dos donzellas, y
CAP. XX.— Gomo llego Jopre al castillo del como ambas eran ele buen linaje, y señoras
Hierro, y espero alli hasta que supo que de vassallos, y ambas gentiles, y aunqueJia-
Tablante era venido a Ilicamonte. Uaua que Bruniessen era mas hermosa, y en

Dize el cuento cpie después que Jofre li- (') ÍTo corresponde por completo este epígrafe al
bro a la donzella y a su hermano, y los em- contenido del capítulo.
TABLANTE DE EICAMONTE 493
especial que le daua aquella guerra, y esta pensaua que no hauia mas de lo que pensaua.
otra no, y no sabia que forma se tener; y en Todo esto passo a Tablante por pensamiento,
esto fue aquellos dias, hasta que llego a Ei- y llamóle y dixole: «Señor eauallero, quan-
camonte víspera de pascua, y en llegando do aquí llegastes, de vos pense vna cosa, y
pregunto por Tablante, y cusiéronle que era desque os apeastes pense otra, y después acá
venido: y el dixo que le Mziessen saber que esotra; por que yo querría que mirassedes mi
era venido allí vn eauallero de los de la Ta- honra, y también la vuestra, y vos y yo que-
bla Eedonda, el qual,hauienclo oydo dezir su dassemos muy amigos; y esto cligolo mas
gran bondad, y que era muy buen eaualle- por piedad que por otra cosa, y por muchas
ro, se venia a combatir con el, «porque si el cosas buenas que de vos he conoscido. Por-
me venciere, yo llenare honra de ser venci- que os ruego que me cligays que fue la causa
do de tan buen eauallero. y si lo venciere, que os mouio a me venir a buscar, y de que
seré honrado en vencer vn buen eauallero». tierra soys, y vuestro nombre»; y Jofre le
Y los suyos fueron a Tablante, y dixeronselo dixo: «Señor, lo que vos j>ensastes luego y
todo como ello dixo; y el fue marauillado, después yo no lo se; pero liagoos. señor, sa-
porque el solia buscar a otros y no otros a el, ber, que yo soy eauallero armado e hijo de
y dixo: «Yo quiero salir a verlo»; y quando eauallero, y soy de los de la Tabla Eedonda;
salió vidolo gentil eauallero, y buen cauallo y . y vengóme a conbatir con vos por tomar
buenas armas, y bien lindas, y buena dispu- emienda de vna deshonra que vos hazeys al
sieron. Y miróle el escudo de los del otro rey Artur, mi señor, en prenderle y tenerle
tiempo, que se lo hauia dado el eauallero se- preso al conde don Milian, y deshonrarle aco-
ñor del castillo del Hierro, que el suyo se tándole como a ladrón; y esta es la verdad,
hauia quebrado en la casa Encantada; pares- pues la quisistes saber. De mi nombre no
ciole bien, y pensó que era algún eauallero cureys, señor, del, porque yo soy eauallero
anciano que algunas vezes acostumbrarían de poco tiempo acá y no lo haueys oydo, y
salir a prouarse con los buenos caualleros del si fuere menester, dezirse ha quando sea
tiempo, y desque lo miro, dixole: «Señor, tiempo».
estos míos me han dicho que dezis que ve-
nís a combatiros conmigo. Yo lo he por bien;
pero hoy es víspera de pascua, y mañana es CAP. XXII.— Como llego Tablante de Rica-
el dia, y no es razón entender en cosa de monte a la corte del rey Ariur por prisio-
armas; mas si os plazera, hoy y mañana sed nero de Jofre, y lleuo consigo los trecien-
mi combidado. y el lunes se podra hazer esto tos caualleros que Jofre libro,
que vos pedis, y de buena gana». Y Jofre
dixo: «Señor: si esto a vos os plaze, a mí Dize el libro que Tablante se marauülo ele
también, y sea como vos lo mandaredes». Y la respuesta, y que, aunque el eauallero en
Tablante le rogo que se apeasse, y el lo hizo el gesto parescia mogo, en la resjauesta era
luego; y los del castillo tomaron el cauallo, viejo; y Tablante, porque desque a su tierra
y Tablante les mando que lo curassen como llego siempre lo honro, y siguió aquello en
a los suyos; y Jofre desarmóse, y dio sus ar- todo, y dixole: «Señor, yo he conoscido tan-
mas a vno de los del castillo. Y quando Ta- ta virtud de vos, que por ella no querría ve-
blante lo \ r ído, timóse por engañado en que lo nir en rompimiento ele armas; porque, señor
vido tan mogo, y no dixo nada: y pensó que eauallero, lo que yo agora vos quiero dezir
era algún eauallero nouel, y que alguna li- no lo acostumbro dezir a nadie, y es esto:
uiandad lo hauia mouiclo para venirlo a bus- Que harto haueys ganado de honra en hauer
car; y pensó, que, si antes aquello supiera, venido a mi casa a buscarme, y que yo me
que en llegando tirara aquel cuy dado. Pero, escuse de ser combatido con vos, y que con
porque le hauia comeneado a fazer honra, esta honra vos vays; y esto se haze por vues-
siguióla todavía y dixo que les diessen de ce- tro merescimiento, y porque paresce que
nar, y cenaron juntamente; y en la noche hemos vos y yo comido en vno como si fue-
aposentáronlo muy bien, y otro dia domingo ramos hermanos; y os veo tan nioco y con
oyeron missa, y en la tarde caualgaron, y tan buen desseo. que JTO holgaría desto, y
hablaron mucho en las cosas de la caualle- por esso os lo digo»; y Jofre le respondió, y
ria, y en lo de las armas, Y tanto vido Ta- dixo: «Señor Tablante, cierto, yo agradezco
blante en Jofre, assi en cortesía, como en vuestra buena voluntad; pero ya veys que se
crianza, como en razones, que conoseio que diría de mi en la corte del rey, donde yo
era hijo de algún eauallero; y que con buen publique que venia a combatirme con vos,
desseo hauia salido a buscarlo, y que como desque supiessen qiie lo hauia dexado; saluo
no sabia que cosa era bolar de la silla, que si fuesse en vna manera, que yo, señor, vine
494 LIBROS DE CABALLERÍAS
publicando que venia a pediros al conde clon palenque; y delante de todos le torno a re-
Milian. no sabiendo que hauia mas, y des- querir Jofre que si le plazia ciarle sin bata-
pués he visto todo lo de vuestra casa, y esto lla lo que pedia, que el lo faria. Tablante le
de proposito de pediros también todos essos dixo: «Cauallero, catad que no estays ya en
otros canaHeros; mas, por la mucha honra tiempo, sino que cada vno trabaje por su
que yo en vuestra casa he recebido, yo me honra, y ayude Dios al que quiera ayudar»;
contentare con solo el conde, y liare cuenta y en esto apartóse Tablante a vn cabo y Jo-
que os doy de gracia essos otros; y haueysme fre a otro, y viniéronse el vno para el otro,
de dar vino al conde, y libre de qualquier y clieronse tan grandes encuentros, que las
omenaje que el vos haya hecho». Y quando laucas hizieron pedacos; y luego pusieron
Tablante esto oyó, enojóse, y dixo: «Pues mano a las espadas, y dauanse tan grandes
aun yo, señor cauallero, mas honra os quena golpes, que era marauilla no hazerse peda-
hazer; y pues que assi es, recebid la volun- eos. Y andándose hiriendo, corto Jofre vna
tad hoy, y mañana recebid mi obra»; y en rienda al cauallo de Tablante, y no se poclia
esto hizose hora de cenar, y cenaron y dor- valer; y Jofre dixo que le parescia que a pie
mí eron; y otro dia de mañana, dixo Jofre podían lleuar al fin la batalla, y apeáronse, y
que le llaaaassen a Tablante; y el abaxo del comencaronse otra vez a pie a combatir; y
castillo, y Jofre le dixo: «Señor, ya os tengo daua Jofre a Tablante los golpes tan rezios,
dicho a lo que soy venido, y por la mucha que lo desatentaría; y clezia en su coracon
cortesía que en vos he hallado, yo querria que jamas se hauia combatido con hombre
dexar la batalla y lleuar comigo al conde; y que tales golpes le diesse; y ambos andauan
si esto vos quereys, yo jurare de no ser con- heridos, que se cortauan las armas y la car-
tra vos jamas; saluo en defendüniento de mi ne. Y Jofre pensaua otro tanto como Tablan-
persona y bienes, o de la corona real»; y Ta- te, que nunca hauia hallado cauallero que
blante le dixo: «Señor cauallero, si esso yo tales golpes le diesse; y andando en esto,
quisiera, ya fuera hecho; y no digo al conde, pensó Jofre que podia ser que el cauallero
pero al menor de quantos aqui hay no os cobrasse fuerca, y que el no recibiría honra.
daré sin batalla; y yo, señor, os embiare Y acordosele cuyo hijo era, y cuyo cauallero
vuestro cauallo y armas, y ovamos missa, y era; y embraco su escudo, y tomo el espada
demos fin a este negocio». Y Jofre le dixo con ambas manos; y como era moco, dio vn
que seria bien ordenar condiciones, y Ta- salto muy cerca de Tablante, y diolevn tan
blante enojóse, y dixo: «¿Que condiciones? gran golpe encima del j'elmo, que se lo abo-
sino que, el que cayere, que lo mate el otro»; llo y metió dentro; tanto que el golpe le hizo
y Jofre le dixo: «Señor Tablante, pensad tocar en los caxcos de la cabeca con el yelmo
bien en ello, que vno es agora, y otro sera y atordescioselo, y Tablante cayo, y Jofre
entonces; pero, si vos mandays, sea assi. salto sobre el y tiróle el yelmo, y dixole:
Que si vos me vencieredes, que yo quede a «Que buena hauia. sido la condición, que, si
todo lo que de mi quisieredes hazer, o me no la huuiera, bien pudiera matarlo, y que so
matar, o me prender; y que, si yo os vencie- otorgasse por su preso»; y:Tablante cliso que
re a vos, que no os pueda matar, sino que se otorgaría como lo hauia jurado, y que el
solamente hayas de ser mi prisionero; y que, daua por libres y quitos al conde y a todos lo
aunque os pudiesse matar después de preso, otros trezientos caualleros que alli estañan.
no pueda; y esto a ley de cauallero; y siendo
vos preso, que luego sean libres el conde, Y entonces Jofre le ayudo a leuantar, y dixo:
don Milian y todos los otros que aqui te- «Señor Tablante, agora podeys vos saber mi
neys presos, y esto que lo juremos vos y nombre: que es Jofre, hijo del conde Dona-
yo». Pues oyendo estas cosas, por vna parte son, cauallero de mi señora la reyna Gine-
se enojaua, y por otra le parescia bien; y te- bra». Y luego salió del castillo vna clonzella
niéndole en poco, reyase délo que le oya,pero con medicinas, y en vna tienda de vn caua-
al fin otorgólo y jurólo. Y luego le truxeron llero de los presos desarmaron a Jofre, y lo
su cauallo y armas, y mirólas todas por ver curaron; y aquella misma donzella curo de
sí le hauian hecho algún engaño, y miro las Tablante, y dixoles que mirassen por si, que
riendas y la cincha, y vidolo todo muy bue- estarían mal feridos. Y Jofre llamo a Tablan-
no, y caualgo en su cauallo, y tentólo. Y te, y dixo que el se quería yr al castillo del
también Tablante de Ricamonte subió en su Hierro; y que le rogaua que mientra el sa-
castillo y armóse, y caualgo en su cauallo, y nana, que curassen mucho del conde, porque
vino adonde Jofre estaña, y llamaron a to- estaña muy flaco; y que en sanando, el y el
dos los trezientos caualleros que estañan en conde y los caualleros se fuessen para el cas-
las tiendas, y pusiéronlos al derredor como tillo, lo qual se hizo assi. Y dixo Jofre a Ta-
blante que el no estaua para lleuar armas,
T A B L A N T E DE RIO A M O N T E 49o
que le rogaua, sí las dexasse allí, que el se que hauia dias que no hauia ydo alia; y que
las hiziesse llenar, y Jofre se las dexo, y el les rogaría que ellos se fuessen luego con
dixo que con las suyas yrian. Jofre se despi- Tablante, y que le clixessen de su parte a la
dió del conde, que lo fue a ver antes que par- reyna Ginebra, presentándose ante ella,
tiesse, y de los otros caualleros; y cauaigo toda el auentura como j)asso; y que le clixes-
en su cauallo, e hizose curar muy bien y li- sen que el quedaua en el castillo del Hierro
gar las heridas, y fuese; y como no yua bus- con el conde, y que el conde y el quedanan
cando auenturas, en cinco clias llego al cas- flacos; lo qual Tablante y los caualleros se io
tillo del Hierro. Y como lo vieron venir des- prometieron; y quedo el conde y Jofre en el
armado y ligado, pensaron que Tablante lo castillo.
hauia vencido, y huuieron gran pesar todos; Tamos a Tablante y a los trezientos caua-
y el se hizo curar, y dieronle vna cama buena, lleros que se fueron a la corte.
y con el camino enconáronse las heridas, y
estuuo en gran peligro; pero al fin de quinze
dias fue bien sano, y en este tiempo nunca CAP. XXIII.— Como Tablante partió del cas-
le osaron preguntar nada, pensando que ve- tillo del Hierro con los trezientos caualle-
nia preso. Y vn dia llego'vn mogo al castillo ros; y como fue recebido del rey y de la
y por case fallo al cananero a la puerta, y reyna; y esperaron alli hasta que fino
preguntóle por Jofre; y el cauallero le dixo Jofre.
que cuyo era. Y el dixo que era de vn caua-
llero que se dezia Tablante, señor de Eica- Después que Tablante fue encima de su
inonte; y al cauallero pesóle oyr mentar su cauallo y armado, y los trezientos caualleros
nombre, y dixo al moco que donde estaña, y a pie se partieron, y anduuieron por sus jor-
el dixo: «Ay viene, y con el trezientos caua- nadas, tanto que en quinze dias llegaron a
lleros». Y el entonces pensó que venían a la corte; la qual a la sazón estaña toda llena
cercar a Jofre; y entro dentro y cerro la ele caualleros. Y quando vieron venir tanta
puerta del castillo, y fue a Jofre con muy gente tras vn cauallero, fueron todos espan-
gran miedo, y dixole: «Señor, poned vos tados, y fueronlo a decir al rey y a la reyna;
gran cobro en el castillo, que yo voy á poner los quales con todos los caualleros y dueñas
cobro en la villa, que Tablante viene con que alli estañan salieron a ver a las va ufa-
trezientos caualleros»; y Jofre rióse mucho nas que cosa era, y la metad de la ciudad
dello, y dixo: «Pues vamos a dezirlo a l a s e - también.
ñora y a vuestra hija»; las quales, quando Y ellos estando assi, el rey embio a de-
oyeron que venia Tablante, fueron tan assom- zir al cauallero que le dixesse quien era,
bradas, que fue marauilla; entonces dixo y el dixo: «Dezid a su merced que soy vn
Jofre: «Pues ¿que osparesce?» Dixo el caua- cauallero que otra vez vine a su corte, y que
llero: «Señor, aquí liemos de estar a vuestro me partí clella con mas honra que agora ven-
pareseer». Dixo entonces Jofre: «Si a mipa- go. Y dezilde que soy Tablante, señor de
rescer estays, es que le abrays las puertas, Bicamonte, prisionero ele Jofre, el cauallero
y les deys bien de cenar y buenas camas de la reyna». Y quando el mensajero subió
donde duerman; porque quiero que sepays y dixo lo que Tablante dezia, huuieron mu-
que aquí viene el conde don Milian, y vie- cho plazer el rey y la reyna y toda la corte,
ne suelto, y Tablante viene preso». E n esto assi por la honra de Jofre, como por la de-
vieron que Jofre, aunque no les hauia di- liberación del conde y cíe los caualleros,
cho nada, que el hauia vencido el campo, y como por la prisión de Tablante. Y el rey Je
holgaron mucho dello, y tanto que no se mando subir a el y a todos los caualleros; y
hallauan de plazer, y luego ellos adereza- el dixo al rey 3^ a la reyna todo quanto con
ron para el conde vna cámara, y para Ta- el le hauia aconteseiclo, y como pensó que era
blante otra; y a los caualleros llenáronlos algún cauallero anciano ele los buenos, y
aposentar a la villa, que venían todos a pie, como descpie lo vicio rnoco se hallo burlado;
y en esto llegaron todos. Y el cauallero y. la y de como después no lo tenia en nada, y
m u g e r y la hija fueron a besar la mano al como después no lo podia sufrir en la batalla.
conde, el qual venia tan flaco, que no lo co- Y "dixo como quedanan el y el conde muy
noscian; y todos estuuieron alii ocho dias, flacos; y el rey y la reyna y todos dieron
pensando que el conde se concertara para gracias a Dios; 3* mandaron que. hasta que
que fuera con Tablante, y desque vieron que Jofre viniesse, no se fuesse ninguno de la
no podia ser, Hamo Jofre a Tablante y a los corte, y assi se hizo.
caualleros y dixoles que a el se le hazia cada
dia vn año; porque hauia ele yr a la corte, Pues clexemoslos en la corte, y boluamos
a Jofre al castillo del Hierro.
496 LIBROS DE CABALLERÍAS
CAP. XXIV. — Como llego el conde don Mi- el, en llegando, apeóse, y dio su escudo y
lian al castillo de la Floresta, que era de langa y yelmo a los del castillo, y riendo
Bruniessen su sobrina ( 1 ). dixo: «¿Somos ya buenos amigos? si no no
dexare las armas»; y todos huuieron con el
La crónica dize que después que Tablan- mucho plazer. T assi lo llenaron hasta donde
te y los catialleros se partieron, que Jofre ella solía estar assentacla, y se assento, y le
dixo al conde que porque el estaua flaco, que hizo assentar cabe ella; y alli estuuieron vn
le parescia que el deuia estar alli otros seys rato hablando hasta hora de comer; y alli le
o siete dias, y estar en el castillo de la pregunto por las auenturas acontescidas, las
Floresta otros tantos, y assi yrse su poco a quale~s callo, que no dixo nada sino lo de
poco a la corte a besar las manos al rey, y en Tablante, que dixo dello que Dios lo hauia
esto acordaron tocios; y Jofre acordó de se par- hecho. T luego pusieron las mesas, y comie-
tir delante, por despacharse de la donzella, ron, y dieronle vna cámara muy aderecacla
y dixole: «Señora, ya deueys hauer conocido donde dormiesse, y assi estuuo alli bien ocho
de mi que, por agora, fasta llegar a la corte dias; y vn dia antes que se partiesse, dixo:
a besar las manos al rey, no deuo ni puedo «Señora, ya sabe vuestra merced la palabra
determinar de mi ninguna cosa, sino par- que con los vuestros embie a dezir, de cuya
tirme luego. T la palabra que os di, aque- causa, aunque en el camino algo se me ofres-
lla os bueluo agora a dar: que es que os ció, yo no lo acepte; porque no lo pudiera
prometo que hasta os hazer saber que be fazer sin mentir alia o acá. Vuestro tio que-
do determinar de mi, nada ponga en obra, y da en el castillo del Hierro, y ha de venir
desto deueys ser bien cierta»; y ella le dixo: aqui, y de aqui ha de yr a la corte donde yo
«Señor, YOS determinad de vos lo que man- voy, y alia yo fablare con la rey na, que de
daredes, que no os tengo de dezir mas de lo orden en que vuestro tio haya por bien que
dicho, y aun aquello es muy demasiado, sien- vos, señora, y yo seamos señores: yo vuestro
do muger»; y assi se despidieron el vno del y de vuestra tierra, y vos mia y de toda mi
otro, y el tan bien se despidió de su padre y tierra» . T ella holgó mucho dello, y Jofre se
de su madre, los quales le ofrescieron casa y despidió y se fue a la corte, y ella quedo
hazienda, y hijos; y tanbien se despidió del con mayor cuy dado que solia.
conde, y se partió, y fuese con proposito de Dexemoslos assi, y boluamos al castillo del
yr a ver a Bruniessen, la señora del castillo Hierro y al conde.
de la Floresta; y el conde quedo alli. Y el
Siendo por su camino, yua pensando en que
manera se pudiesse librar de aquella donze- CAP. XXV.-—-Como el conde don Milian es-
lla, y acordó que seria bien concetarse con timo en el castillo del Hierro algtmos dias,
Bruniessen, y no hazer nada hasta que le
y alli le supo como Jofre hauia librado a
escriuiesse a ella para ser libre de la pala-
su sobrina, y como mato al malato.
bra; y anduuo tanto por sus jornadas, que
llego al castillo, y hizo saber a Bruniessen
Después que todos fueron partidos, quedo
que estaua alli vn cauallero andante, que
alli el conde con sus parientes algunos dias;
por caso hauia llegado alli; y ella embio a
y alli supo el conde de la sobrina como la
su maestresala, para saber si era cauallero,
hauia librado de la casa encantada, y ha-
y si venia adelante, o que nueuas traya.
blaron mucho del, y dixo el conde: «Cierto,
Quando el maestresala llego, conoscio que
yo quisiera tener vna hija con quien lo ca-
era Jofre en el cauallo y armas, y en todo,
sara, y le dar todo quanto tengo»; y loáronlo
y dixo: «Señor, esperad vn poco»; y entro y
mucho; y vn dia dixo el conde que ya se
dixo a su señora que alli estaua Jofre, el ca-
sentia bueno, y que se quería partir, y ade-
uallero que hauia librado al conde, porque
recaron y partióse, y fuese al castillo de la
ya la nueua estaua por toda la tierra, y ha-
Floresta. Y "quando Bruniessen supo de su
uia ya cessado el llanto, que no se fazia. Y
venida, salió inas de vna legua con todos los
ella, quando lo oyó, fue muy gozosa, y man-
suyos a recebirlo, y fueron grandes las ale-
do aderecar la casa, y que le abriessen; y
grías, que con el se hizieron; y estuuo alli
ella salió a recebirle fuera de su palacio; y
algunos dias como se ha dicho, y partióse a
la corte; y quando el fue, ya Jofre estaua en
la corte.
C) Tampoco corresponde este epígrafe al contenido
del capitulo. Dexemoslo en el camino y vamos a Jofre.
TABLANTE DE KICAMONTE 497
r
CAP. XXA I.— Como Jofre llego a Camalot, despidióse del conde, y demandóle perdón; y
a la corta del rey Artur; y del recebimiento despidióse de Jofre y de todos, y partióse
que le hixieron, y de todas las cosas que y fuese. El ydo, dixo la reyna al rey que
passaron. también era razón dar licencia a los caualle-
ros que se fuessen, y el rey dixo: «Esso a
Después que Jofre se piartio ele Brunies- vos pertenesce». Y ella hablo con ellos y
sen, acordó de yr a besar las manos al rey y dioles licencia que se fuessen a sus casas, y
a la reyna, y anduuo sin detenerse en el ca- vistiólos de su librea, y embiolos; y ellos fue-
mino hasta que llego a la corte, y vn dia an- ron todos a la posada de Jofre a despedirse
tes llegaron ciertos vassallos de Bruniessen del y darle gracias de la buena obra que les
que yuan a la corte; los quales publicaron hizo, y después se fueron todos.
todo lo que passaua, y la reyna embio por Y ya todos ydos, pensó Jofre que seria
vno clellos, y quiso saber si estaua allí. Y el bien hazer vn mensajero a la donzella que
dixo que otro dia, desque el se partió, liauia os diximos, hija del cauallero anciano, para
de partir Jofre; y como el tenia en. la corte quitar su palabra. Y tomo vn criado suyo,
parientes y amigos, y veyan las auenturas y embiolo con cartas al padre y a ella; por
que hazia, y sabían que la reyna lo queria las quales hizo saber al padre todo lo passa-
bien, saliéronlo a recebir muchas personas, do en la corte, y a la donzella, a buelta de
assi caualgando como a pie; y eon mucha otras cosas que le escriuia, fue, que ya ella
honra lo llenaron a palacio. El rey y la rey- sabia que le hauia prometido de no disponer
na lo recibieron bien, y el se apeo en palacio de si sin hazerselo saber; y por aquella pa-
y fue a besar las manos al rey y a la reyna; labra que le hauia dado, le embiaua aquel
y allí lo tuuieron aquel dia preguntándole mensajero, por do le hazia saber que la rey-
de las cosas acontescidas; y el, con buen na lo queria casar en la corte, y que no po-
tiento, a todo respondió bien. T la reyna le dría salir de su mandado, que le rogaua lo
pregunto por el conde, y el dixo adonde lo perclonasse, que no era mas en su mano.
dexaua, y preguntóle que era su voluntad Quando la donzella leyó la carta, pensó mo-
que se hiziesse de Tablante y de los caualle- rir y dixo: «Esto yo me lo tenia muy bien
ros; y el dixo que alli no tenia el nada, que visto, pero, pues mi desdicha assi lo quiso,
lo que el liauia de hazer ya era fecho, sino yo no casare con persona del mundo, si no en
que su merced hauia de mandar en todo; y mi voluntad yo lo querré, porque la obra
assi estuuieron todas cosas por entonces. Y que el me hizo ansí lo meresce». Y" con
dize el cuento que, desque el conde comen- muchas lagrimas llamo a su padre y madre,
co a caminar hazia Camalot, assi porque y les contó lo que hauia dicho a Jofre, y lo
hauia días que era bien curado, como por- que Jofre le hauia respondido, y les mostró
que venia a su tierra, y estaua a su plazer, la carta; y les rogo que le hiziessen vn mo-
engordo y estaua bueno y sano, Y quando nesterio de monjas en el lugar, el qual fue
la reyna supo que venia, mando a Tablante hecho; y ella metió consigo muchas donze-
que assi como entro la primera vez armado, llas que la acompañassen a seruir a Dios.
y con sus trezientos caualleros, que assi sa- La donzella detuuo el mensajero mas de vn
liesse a recebir al conde, el qual lo hizo mes, porque viesse lo que ella hazia, y vn
assi. Y el rey y la reyna lo recibieron muy dia lo llamo, y le dixo: «Yenid acá, amigo;
bien, y holgaron mucho de su venida; y vos me truxistes vna carta de Jofre; la res-
assi se estimo en la corte algunos dias. Pues, puesta della es que le digays donde me de-
como arriba diximos, Jofre no quiso en lo de xays»; y assi se partió el mensajero de
Tablante mas tener que entender, de solo Jofre. Después de la vida del padre, dieron
prenderlo y entregarlo a la reyna; y ella por el castillo al monesterio, y el lugar para que
aquello hablo con el rey y dixo que seria bien se rnantuuiessen las monjas, el qual hasta
soltarlo, y el rey dixo que seria bien. Y vn hoy dura.
dia, estando Tablante en palacio, el rey lo
Dexemos a la donzella en el monesterio, y
mando llamar; y el vino, e hinco la rodilla
vamos al mensajero de Jofre, que dixo a
ante el rey, y el rey le dixo: «Tablante,
Jofre que no le traya carta, sino solo dar fe
tiempo es que vays a ver vuestra casa»;
de lo que hauia visto. Y Jofre, quando lo
y el dixo: «Señor, esto es en las manos
oyó, fue muy triste; y si no fuera porque el
de vuestra merced»; y el rey le dio licencia,
amor de Bruniessen lo detenia, que el huuo
con condición que jamas no hiziesse armas
tanta manzilla della, que la quisiera reme-
contra ninguna persona de su rey no: y el se
diar; pero al fin, como dize que todas las co-
lo prometió assi, y beso la mano al rey,
sas crescen sino el dessear, que es siempre
y después a la reyna, y fuese a su posada; y
menos vn dia y otro, fue afloxando, y pensó
LIBROS DE CABALLERÍAS. 32
498 LÍBEOS DE I
en entender en lo de Bruniessen; y vn día la reyna le dixo: «Conde, vos lo dezis muy
dixo Jofre a la reyna Ginebra: «Señora, ya bien y como hombre de buen conoscimiento;
muestra merced sabe quantos seruicios vos y lo que haueys de partir con el es que lo
he fecho, y es cosa justa que me sean paga- casemos, lo qual no se puede hazer sin vos»;
dos; por que suplico a vuestra merced me y el conde dixo: «Señora, si no esta en mas
otorgue vna merced»; y la reyna Ginebra le de en m i , yo lo doy por hecho, y vues-
dixo: «Jofre, tu has hecho al rey mi señor tra merced me diga quien es». Y la reyna
y a mi tantos seruicios y tan buenos, que no dixo que ella hauia pensado de casar a Jofre
se con que se te paguen; por esso mira tu lo con su sobrina Bruniessen, la señora del
que el rey mi señor y yo podemos hazer por castillo de la Floresta; y el huuo mucho pla-
ti, que luego se hará»; y el dixo: «La mer- zer dello, y dixo: «Señora, vuestra merced
ced, que pido, señora, es que vuestra merced se la de, y la metad de mi condado»; y la
me de en casamiento a Bruniessen, la señora reyna dixo: «No es menester vuestro conda-
del eastillo de la Floresta i sobrina del conde do, que yo acabare con el que con solo darle a
don Milian»; y la reyna, quando lo oyó, Bruniessen por muger se contentara»; y el
rióse y dixo: «Jofre, según tus seruicios, conde dixo: «Señora, yo no tengo en nada
mayor cosa pense que querías pedir, porque quanto pueda dar a Jofre, porque el es muy
esso no es nada, y creo que si hará; porque esforcado cauallero, y hijo del conde Dona-
el rey mi señor lo mandara, porque tu no son; y el es de muy noble condición, que no
deues nada a nadie en el reyno, ni en linaje; tiene par»; la reyna, desque lo tuuo concer-
pues, en tener, fijo eres del conde Donason; y tado con el conde, llamo a Jofre, y dixole:
porque según la buena obra ella y su linaje «Jofre, ya te tengo casado»; y el besóle la
de ti han recebido, ellos te hauian de pe- mano, y dixo: «Haz assi: embia por tu padre
dir; pero, por la honra de las mugeres, bien el conde, que yo embiare por Bruniessen»;
es, y deueslo hauer por fecho». Y luego la y la reyna mando al conde que embiasse por
reyna hablo con el rey, y le contó todo lo la condessa, y luego el conde embio por ella,
que Jofre le hauia dicho; y el rey Artur se que no se hauian visto desque el fue preso;
holgó mucho, porque parescia que Jofre se la qual vino muy aderecada, y con todos sus
queria casar, porque el rey hauia por bien caualleros y parientes y amigos; y quando
de tenerlo siempre en la corte, y dixo, a la llego a la corte, fue muy bien recebida y
reyna que ella deuia tomar cargo de hazer- huuo mucho plazer de ver a su marido,
lo. Y que, si el conde no quisiesse, que ella y dixo que le inostrassen a Jofre, y el conde
embiasse por la donzella y la diesse a Jofre. lleuolo vn dia a su casa, y la condessa le dio
que a la postre, pues el conde en su muger no tantas gracias porque le hauia librado a su
hauia hijos, que de Jofre hauia de ser todo marido, que fue cosa de marauilla; y en
lo del conde si casasse con ella; y la reyna tanto la reyna embio por Bruniessen. Y
dixo: «Yo creo que nada sera menester, por- Jofre también embio por el conde su padre,
que Jofre es buen cauallero, y el conde le y quando fue venido, el hijo y todos los de la
deue tanto, que lo tendrá por bueno; y no corte lo salieron a recebir, y lo lleuaron
hay aquí otra cosa sino saber la voluntad de muy honradamente a palacio, y el rey holgó
Bruniessen»; y vn dia Hamo la reyna al mucho con el, y estuuieron todos alli en la
conde, y le dixo: «Conde, bien se vos deue corte vn mes entendiendo en cosas ele fiestas,
acordar que, por seruicio del rey mi señor, y y justas, y torneos, y cosas de cauallerias. Y
honra de caualleria, vos combatistes con vn dia Hamo el rey a palacio a todos los ca-
Tablante; pues la compañia que el vos hizo, ualleros y dueñas y donzellas de la corte, y
bien la sabeys. Y pues que Jofre, por serui- en presencia de todos hizo el rey, a vno que
cio del rey mi señor, y por compassion que lo hauia por costumbre, que dixesse todas
de vos huuo, passo tantas fortunas por libra- las hazañas de Jofre: como hauia librado al
ros, cosa justa es que sea galardonado y conde, y quando acabo de dezirlas,dixo: «No
cada vno pague lo que deue; y yo, conde, digays mas sino que el conde, en pago de su
por el rey salgo fiadora. Pues, vos cosa iusta trabajo, lo casa con Bruniessen su sobrina»;
es que descargueys vuestra eonsciencia en y el reyjnismole hizo luego tomar las manos,
algo, pues ponia su vida por la vuestra»; y y todos fueron marauillados. Y la reyna
el conde don Milian dixo: «Señora, yo cleuo mando que luego hiziessen grandes fiestas, y
a Jofre, hijo del conde Donason, tanto, que, mayores que las que hasta alli se hauian
con darle quanto tengo, no le haria pago; hecho; y, las fiestas acabadas, la reyna dixo
por esso mire vuestra merced lo que quiere a Jofre que se deuian velar luego; y el ade-
de mi condado; tómelo y déselo, que bien lo reco todo lo que conuenia, e hizo traer del
puede hazer, que dello huelgo yo mucho»: y condado de su padre tantos bastimentos,-
TABLANTE D E RICAMOSPTE 499
que ocno aias dio de comer a la corte toda. X a Jotre, y después murió su padre y heredo
las bodas acabadas, acordaron que seria bien su condado. De manera que quando vino
por vn mes pedir licencia para se yr, y al Jofre a ser de edad de reposar, tenia dos hi-
conde Donason dieronle tanta quanta quisies- jos y dos condados para ellos, y dioselos a
se, y al conde don Milian p>or dos meses, y a los hijos, y casólos muy honradamente, y el
Jofre por vn mes, porque el rey queria te- y su muger retruxeronse al castillo de la
nerlo siempre en la corte, y fue a su castillo y Floresta, que era casa muy alegre y apare-
estuuo alia vn mes y vinose a la corte. Y clesta jada para viuir, y assi gastaron su tiempo.
manera viuia Jofre, que el rey le daua de Y desque fueron viejos, casaron la hija, y
quatro en quatro meses licencia, y veya su dieronle en casamiento aquel castillo; y ellos
casa. En este tienpo murió el conde don Milian fenescieron alli y fueron alli enterrados, y
y la condessa, e hizieron heredero del condado assi haze fin esta Crónica.

DEO GHRATIAS

FUE IMPBESSA LA PRESENTE CRÓNICA DE LOS NOBLES Y ESFORZADOS CABALLEROS


TABLAJÍTE DE SIGÁMOSTE y JOFRE , HIJO DEL CONDE DOKASOS , EST LA
CIUDAD DE ESTELLA, ES CASA DE ADRIAS DE AKTJERS,
IMPBESSOH DE LIBROS, EW EL AÑO DE MIL Y QUI-
ATEKT-OS Y SESENTA Y QUATRO AÑOS.

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