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J. A.
PRIMERA PARTE
ErnSEt HISTORICAS
Iníiroducción
La imitación y la repetición son dos procesos mediante los cuales el hombre aprende,
evoluciona y crea. Ambos procesos son aplicables al sonido cuando éste llega a ser un
lenguaje verbal o musical. Podemos observarlos y seguirlos cuando el niño recorre los
primeros pasos de exploración y aprehensión de los sonidos como lo hicieron, pro-
bablemente, nuestros antepasados.
El sonido organizado que tiene ya sentido y expresión necesita no perder
completamente su carác-
13i wisiericsc :ii'TiGX ss lia ce simbcúcc y evorem un a e m o e i ó ic o u a p eis ?. m i en:
c le a ir i _: c c. C u a n el c el hombre creó la música sirócni a t o dama que cenia origen
sobren a tur a] y que no era su obra, Combarieu afirma que “en todas las civilizaciones
conocidas la música ha sido tenida por producto ele origen divino. En todas partes fue
considerada no como una creación del hombre sino como la obra de un ser sobrenatural.
No hay nada similar en .la historia del arte o el dibujo. Naturalmente, el hombre ha dado
a la música los poderes que atribuía a los dioses",11 De acuerdo con él, el empleo de cantos
iná.gicos es uno de los hechos más antiguos en la historia del hombre y tiene una
importancia única en la historia de la civilización,
Por la naturaleza impalpable e inmaterial del sonido, es fácil referir la música a las
comunicaciones con el mundo sobrenatural e invisible. Quizá el hombre ha sentido que
podía participar de su condición divina cuando la usaba por sí mismo, Jacques Chailley
va tan lejos como sugerir que “quizá la música es la única partícula de esencia divina que
el hombre ha logrado capturar. . . La música le ha permitido identificarse con los dioses
. . . Los dioses la han dado al hombre, y el hombre ha hablado con los dioses mediante la
música".
Aunque nuestras concepciones acerca del hombre, la religión y la sociedad han
experimentado muchos cambios a través de la historia, ciertas creencias o actitudes se
han conservado curiosamen-
te inmutables. La idea de que hay algo divino en la música podemos encontrarla aún
hoy. A través de los años el compositor o el ejecutante i se han sentido a menudo
inspirados por la divini- : dad, quizá porque tal inspiración no podía ser - explicada
racionalmente. Esta idea puede ser seguida desde los tiempos antiguos: Orfeo fue el
tocador de lira inspirado por los dioses cuyas melodías podían amansar a las fieras y a
las oscuras potencias del mundo subterráneo.
Aun cuando la creencia en el origen divino de la música haya llegado a ser cosa del
pasado, el vocabulario empleado metafóricamente para describir la naturaleza o el
efecto de una experiencia musical ha sido con frecuencia relacionado con la creencia
antigua. Héctor Chomet en su libro racional y cauto habla de la música como úina
emanación divina'5. Más recientemente un crítico musical describió una pieza de
música para soprano y tenor como “mágica" y afumó que la ejecución de los dos
cantantes sonaba como una “inspiración inmediata de los dioses".
4. La música y el demonio
Si la música ha sido considerada a veces como un don del hombre que le viene de Dios
y vuelve a El, un don que debe contribuir a la felicidad del hombre y a su salud, existió
también otra creencia: que la música pudo ser empleada por Satanás,
como todos los otros dones divinos, Á menudo ha creído que la música podía ayudar a los
malos espíritus a conducirlo a su perdición espiritual o tísica. Mucho antes de la era
cristiana encontrarnos esto expresado en leyendas de tiempo inmemorial. Por ejemplo,
la historia alemana de Lorelm, cuyos cantos provocaban una melancolía i m \s istibie e
inducía a los hombres a arrojarse al itm; u Ocliseo que nos hablaba del canto de las
sirenas, que hechizaban a los marineros, quienes no podían resistir su seducción e iban
a naufragar contra las rocas. La leyenda del flautista de Hamelín es bien conocida en
tóda Europa. A ese pequeño pueblito infestado por las ratas llega un extraño hombre de
improviso y se ofrece a limpiar la ciudad de la peste. Toca en una flauta una música
irresistible; las ratas surgen desde todas partes, lo siguen hasta el río que él vadea y allí
se ahogan. Cuando los desagradecidos habitantes se niegan a pagarle por sus servicios,
él nada dice; comienza a tocar otra vez la flauta, y esta vez es una música aun más
seductora. Se dirige hacia el río, todos los niños del pueblo lo siguen hipnotizados por la
música y desaparecen con él, para no volver más.
I ,a primera iglesia cristiana sabía muy bien que la miisica no era solamente una
experiencia espiritual y elevadora, sino que también podía ser mala por sus raíces en los
ritos paganos. Los Padres Cristianos procuraron despojar a la música de todas las trazas
de la influencia pagana y asignarle una virtud curativa espiritual. Muchos de los
primeros documentos demuestran que la música siguió tomando parte de la obra oscura
de Satán. Algunos de estos documentos son muy pintorescos: un texto del siglo xiv citado
por Alee Robertson nos
diabla el ai desorden y i a. c oium sio ia que so tu smi emú. en cierta oportunidad en
una re las iglesias res;3cu dirigidas, atribuidles a la disten.7 en so ón de demonios que
estaban ccuiStantemenie procurando atacar a los monjes por su flanco más débil, _ . i7
se esforzaban por confundir a los cantores para que interrumpieran salmos tales como
'Domine quid rnultrplícatí suntb . . y cuando un tonto monje joven, cerca del final del
coro, anonadado porque el salmo era demasiado grave elevé* la entonación en una
quinta, su indisciplina fue atribuida a uno de aquellos demonios”.
Lutero era un músico consumado que -veía en la música un verdadero atributo de
Dios. Sin embargo estaba bien advertido de que Satán era capaz de emplear ese atributo
divino para sus propios malos fines, Lutero procuró que la música fuera más atrayente
para los miembros de su congregación haciendo cristianos los aíres populares y
extirpando sus asociaciones paganas. Se le atribuye la siguiente frase: “¿Por qué ha de
conservar para sí el Demonio todas las buenas melodías?”.
En la Edad Media tanto como a fines del siglo XVIII algunos creían todavía en Satán,
en brujas y en hadas que habitaban entre ellos, cuyas malas artes a menudo estaban
asociadas con la música. Algunos procesos a brujas en Francia y en Escocia prueban
que la música era parte integrante de las demandas. El Demonio inventaba cantos
obscenos y era quien los entonaba comúnmente, pero también otros miembros de la
sociedad podían proporcionar la música. Las flautas
wm usadr.s 5T± general, cambién las trompe tan y
Ts :-!-Pas ja cían nn íransnt, en ict7V, ocho mujeres 7 vn ioirbie llamado Joian Dougias
confesaron nacer tenido mu cha o reumones con Satán, animadas con música y danzas.13
June entran" os una - ávida descripción ce esto en una escena de la obra de Burns ni
lloioo-As A vid Haunted tur (La .vieja iglesia encantada de Allorvay):
At Wmnock bunken ni tice East Tiren sat Oíd Nicíq in shape of
faeast;
Á towzie tyke, black, grim and large to gie them nrusic was his
charge.10
En tiempos más recientes y aun en partes más civilizadas del mundo han creído en
pactos con el Diablo, en los cuales la música desempeñaba una función importante. La
muy conocida historia de la Sonata del Diablo, de Tartini, es digna de aparecer aquí, en
las palabras de un viajero francés del siglo XVIII :
“Una noche soñé que había hecho un pacto con el Diablo por mi alma. Todo resultaba
según yo lo ordenaba; mi nuevo sirviente (el Diablo) anticipaba cada uno de mis deseos.
Luego se me ocurrió extenderle mi violín y ver qué podía hacer con él. .Grande fue mi
sorpresa cuando lo oí tocar coil destreza consumada una sonata de tan exquisita belleza
que sobrepasaba los más aventurados vuelos de mi imaginación. Me sentí transportado,
arrobado, encantado, me faltaba el aliento y . . . desperté. Traté de reproducir con mi
violín los
sonidos que acababa de oír. Fue en vano. La pieza que compuse entonces, La Sonata
del Diablo, aunque es la mejor que he escrito, ¡cuán lejos y por debajo estaba de la que
había oído en mis sueños!’720 Esto ocurrió por el 1720 cuando Tartini tenía unos 30
años. Hoy, la Sonata del Diablo es una pieza favorita del repertorio de los violinistas,
pero ha perdido toda conexión con el diablo.
Es posible que entonces el violín se prestara fácilmente a cosas que poco tenían de
divino o de espiritual. En el siglo xix se atribuía naturaleza diabólica- y ciertamente no
divina al pavoroso virtuosismo de Paganini. Su asombrosa técnica despertó muchas
sospechas, que él tuvo buen cuidado de cultivar con su conducta y su apariencia, que
sugerían que bien podía tener también patas de cabra. Parecía, asimismo, poseer el
poder —tal como lo tienen algunos ejecutantes de hoy— de electrizar a sus auditorios
con su mera presencia tanto como con sus ejecuciones, y multitudes delirantes lo
seguían a todas partes.
El hombre ha considerado a la música como un medio para comunicarse con el
mundo invisible, para bien o para lo que se suponía un mal. Su naturaleza sobrenatural
da a la música el poder de curar o de hacer daño, de espiritualizar las emociones o de
provocar impulsos instintivos.
No obstante las múltiples creencias antiguas acerca del origen de la música,
volvamos brevemente a una opinión científica que interesa a nuestro tema.
ST'-UJ piocssos LI 5 a-j L= crac con :as csu sucias v C^E- cumcce: ds cada ápcsv
Además, la función 7 la personalidad de cuíen
cura establecen ucea .relaceór_ de curado:: a paciente que loa desempeñado can papel
muy importante en el lesulrado as los natamientos, en todas las épocas.
El curador que emplea la música ha sido, a través de los tiempos, primero un mago,
después un monje y por último un médico o un especialista en música, Finalmente, y en
cualquier clase de sociedad, el enfermo que procura su curación y alivio se encuentra en
las manos del hombre que posee algún poder sobre la causa de su enfermedad,- En todos
los tiempos la relación entre .ellos se ha basado sobre la voluntad del paciente de some-
terse al- tratamiento, y de sus respuestas al tratamiento prescrípto por el curador. Debe
existir confianza mutua en el método prescrípto, especialmente cuando interviene el
miedo, o cuando hay que afrontar algún riesgo. La personalidad de quien cura y el papel
que desempeña en la vida de la comunidad tienen una influencia considerable sobre la
respuesta favorable, o adversa, del paciente al tratamiento.
Por los escritos de Ebers sabemos que en Egipto había, ya en el siglo xv antes de
Jesucristo, tres tipos de curadores: el exorcizador o mago, el sacerdote y el médico, a
quienes encontramos en todas las formas de civilización bajo nombres diferentes. En la
historia también hallamos muchos músicos llamados a actuar como terapeutas, tales
como la sacerdotisa música egipcia Shebut-n-mut o David, el tocador de arpa de la
Biblia, o el tocador de lira griego Timoteo, o el árabe Al Fara- bi, el cantante Farinelli
—italiano del siglo xvm— y todos los músicos anónimos a quienes se encomendó tocar
para los atacados de tarantismo, así como muchos otros en los tiempos modernos.
Todos estos curadores, magos, sacerdotes, médicos o músicos han tenido una relación
de tipo / diferente con sus pacientes. El uso que hicieron j de la música en las curaciones
ha variado según j la concepción de la enfermedad y su tratamiento, I sus funciones y
creencias y, en mayor grado, su do- \ minio musical y sus conocimientos.
El hombre primitivo creía que el universo era mágico y estaba regido por espíritus o
fuerzas sobrenaturales cuyas manifestaciones eran casi siempre malas o amenazantes,
y con quienes debía llegar a un acuerdo. Procuró protegerse y dominar el mundo
sobrenatural o las fuerzas de la naturaleza mediante la magia. El intento de dominar
las fuerzas naturales mediante la magia ha persistido a través de los siglos a pesar del
progreso y del conocimiento científico. Es posible encontrar todavía algunas
manifestaciones de esto, en nuestro mundo racional, donde las supersticiones y la
creencia en la magia existen en alguna forma.
El hombre primitivo, que vivía en un mundo de espíritus y magia, creía,
naturalmente, que. la enfermedad se debía a causas mágicas y que requería remedios
mágicos. Pensaba que la enfermedad era causada por ]a posesión de un espíritu malo
que debía ser echado afuera. Suponía que el médico mago conocía las fórmulas mágicas
secretas que dominaban a los malos espíritus. Empleaba órdenes, amenazas, lisonjas y
a veces hasta simulación o engaño, durante ceremonias curativas especiales y complejas,
para tender a presionar sobre el espíritu. La música, los ritmos, los cantos y las danzas
desempeñaban un papel vital en los ritos curativos mágicos, que eran secretos, tanto en
los individuales como en los compartidos por toda la comunidad. El sonido y la música,
por su origen mágico, eran empleados para comunicarse directamente con el espíritu.
Sus poderes mágicos podían ayudar a penetrar o a vencer la resistencia del espíritu de
la enfermedad.
Ya que el hombre primitivo nunca supo que la enfermedad era la consecuencia de
algún trastorno patológico, el medio curativo que empleaba no se dirigía hacia el paciente
sino al mal espíritu, del cual el paciente debía ser liberado. Los recursos fueron
deliberadamente cubiertos de misterio, lo cual aumentaba la autoridad del mago. Los
ritos curativos ponían al paciente a merced del curador. Su cuerpo y su alma eran el
terreno pasivo de una lucha entre el mago y el espíritu malo que lo poseía: una lucha que
solía aterrorizar al enfermo, pues en la vida tribal nada se hacía para tranquilizarlo, ni
se le demostraba pena ni compasión.
Suponían que ciertos recursos naturales, tales corno hierba::, tierra o agua eran
curativos, sólo porque si espinal c ue ios habitaba1, podía c orno acre al espíritu rnale,
Sin embargo, muchos de ellos eran efectivos sólo cuando el mago los usada con el canto
o el encantamiento adecuados cuyo único poseedor era él.
Algunos de los recursos curativos mágicos poseían un valor curativo que le
reconocemos hoy sobre bases científicas. Ahora empleamos algunas de las mismas
plantas medicinales por su valor químico, pero sin los encantamientos ni cantos que eran
indispensables en la medicina primitiva, Ciertos ritos curativos, especialmente cuando
se los utilizaba, con música, deben de haber producido sobre el enfermo efectos
psicológicos o catarsis poderosa y han de haber inducido ciertos estados deseables o
perjudiciales desde el punto de vista médico. Aunque la música no llevaba el propósito
de afectar al propio paciente, éste debe de haberse encontrado en un estado vulnerable y
receptivo, y no habrá podido evitar la influencia directa de los sonidos de la mrisica y de
los ritmos que lo conectaban con el mundo invisible.
Esto no interesaba al mago; empleaba la música sólo como un medio de comunicación
y de dominio sobre el espíritu ele la enfermedad. La música expresaba su inflexible
voluntad mediante da interminable monotonía del ritmo. Sus cantos teñían palabras de
persuasión o de amenaza sobre una melodía que era más suave o más fuerte, más lenta
o más rápida según el talante y la respuesta del espíritu.
La música, no solía ser el elemento principal de los ritos, pero contribuía^a--integrar.
dinámicamente casi todos los episodios de una ceremonia que
ponía en juego muchos símbolos de las fuerzas "elementales que rodean al hombre, tales
como el agua~, la tierra, el fuego y los reinos vegetal y animal.
man.
IJN IV E ? f W É - U :
FACULTAD DL PS Í CO L OL L A
OPTO. DL
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c:: /r~r LCILT CD>
13 C. Singer, Short Hisiory of Medicine, Oxford, Ciar endon Press, 1928, pág. 7.
La enfermedad y la transgresión de la ley estaban muy íntimamente relacionadas
en el mundo antiguo. Los ritos familiares de purificación en los 1
careaba un enfoque racional de la enfermedad física; veremos esto en el capítulo
siguiente,
La enfermedad mental en su conjunte se atribuía, también a la posesión de un espíritu
del mal que debía ser echado afuera, para que el paciente pudiera, recuperar su salud
mental,
'Ciertas deidades eran la causa de la pérdida de la razón, tales como las Furias,
quienes llevaban al hombre a la locura y a menudo hacia su perdición física y espiritual.
Aun cuando existiera un tratamiento médico, la cura de las enfermedades resultaba
imposible sin la propiciación de los dioses de quienes el hombre esperaba una respuesta
humana de justicia o compasión. El enfermo se acercaba a los dioses para aplacar a
aquellos cuyo poder no tenía cómo trascender o dominar. Adoptaba una actitud res-
petuosa o humilde, ofrecía preces, súplicas, promesas, dádivas y aun algunas veces
transacciones. Se dirigía a ellos —por lo común a través del sacerdote, quien conocía
todas las fórmulas—, a la deidad específica que creía haber ofendido, o al dios que poseía
el poder de curar.
Entre éstos estaba el más famoso médico del mundo antiguo, Esculapio, descendiente
de una familia de médicos, y deificado después de su muerte. Sus templos, incluso aquel
famoso ' en el Epidauro, eran lugares de trabajo y santuarios sanitarios, tal como lo es
hoy Lourdes. Encontramos en esos templos de curar muchas tabletas o placas que
registran curas milagrosas de pacientes, algunos de los cuales habían procurado en vano
su curación por los medios médicos disponibles en su época. En aquellos templos griegos
había especialistas en himnos, llamados aretálogos, entre
cr/DSj que atendí <Q s IC: p mientes Croo an:3 los mis-
ceños de la incubación.
aspolo, el dios de la' medicina, era invocado a '' menudo en los casos de enfermedad,
y corno también presidía la música, había dotado al hombre de ciertos recursos musicales
medíante los cuales éste podía invocarlo, tales como la lira, que el mismo dios ejecutaba.,
Es interesante advertir que Apolo como dios de la música poseía una de las
características de algunos de los ejecutantes humanos; es decir, la vanidad. Tan celoso
era de su habilidad como músico que, según se decía, había desollado vivo al sátiro Mar
si as que había osado disputarle el premio de la música. Puso orejas de burro al rey Midas
por haber preferido la flauta ele Pan a su lira. Era importante, al cantar o tocar música
en honor de Apolo, elegir la que pudiera halagarlo de manera agradable.
La conmovedora 3/ grandiosa leyéndomele Orfeo demuestra^ el poder que los griegos
.atribuían a la música sobre el mundo-...natural y sobre el mundo sbbr en a tumi. Ya
que la música y aun los instru- dméntos musicales esta^ain uonceptucLdomramo clo-
nes de los dioses, los griegos los usaban para dirigirse a ellos y para propiciarlos, en la
esperanza de que les llegara y de que ellos quisieran responder.
Entonces la miásica__^bjaJijado.,_a_.ser.nxn^me.dio ele c o m un ica c i ó n er s o
na 1 humana con la deidad. Y a In o un medio de amenazar, de obligar ni de dominar
a las fuerzas sobrenaturales. El hombre la usaba como un instrumento de persuasión,
que debía ser grato a la deidad, como el hombre, sensible a la armonía y a la belleza.
La música que acompañaba los ritos, -curativos -antiguos y se dirigía al dios debe haber
puesto indirectamente
al paciente en una actitud de descanso, de esperanza y de receptividad. Las ceremonias
las conducían los sacerdotes; los encantamientos, cantos o música rituales eran también
ofrecidos por el propio sacerdote o por especialistas del templo.
Las orgías y otros ritos paganos muy conocidos, que incluían danzas y mucha música,
no llevaban propósitos curativos directos, pero brindaban una vía de escape psicológica
y física muy grande, que no podía ser ignorada en un estudio de los medios musicales
terapéuticos. La incidencia del taran- tismo en Europa en la Edad Media y de sus curas
mediante música y danzas frenéticas han sido alguna vez interpretadas como una
resurrección de las orgías paganas. Entonces la música era empleada con propósitos
curativos deliberados, tal como lo veremos en el curso de nuestro estudio.
“La personalidad del sacerdote y las funciones que debía cumplir en el mundo antiguo
interesan a nuestro estudio porque él era responsable de todos los ritos religiosos que
afectaban la vida pública, incluso la salud y la enfermedad. Conocía todas las fórmulas
mediante las cuales se podía llegar a los dioses. Estas fórmulas muy complicadas,
antiguas y secretas, eran celosamente guardadas por los sacerdotes.
A través ele los siglos el sacerdote había sucedido al padre como jefe de la comunidad
surgida de la unidad familiar. Era una especie de figura paternal elegida por los propios
dioses, primero' en forma hereditaria, después por el voto de. multitudes que expresaban
la voluntad de los dioses. Por eso su persona les resultaba grata. Era una persona
sagrada que contaba con la confianza de la comunidad, pero no amada, Al revés del
hechicero,
vivía abiertamente entre su pueblo. Su vida pública y privada se presentaba a] menos
respetable exteriormente.11 Durante tiempo fue magistrado a la vez que sacerdote, a
cargo de la justicia y de la religión, cuyas leyes eran inséparables.
Su función se basaba sobre tradiciones que se remontan a tiempo inmemorial, cuando
el sacerdote, “padre-jefe’* de la familia, sabía todas las fórmulas religiosas vinculadas
con el culto de los antepasados. Estas fórmulas se habían transmitido al principio de boca
en boca y luego fueron inscriptas en un libro. Consistían en himnos o cantos que habían
de ser entonados con el ritmo exacto, para lo cual era menester seguirlos escrupulosa-
mente; todo caunbio o error era un acto de impiedad severamente castigado por el Estado,
pues desagradaba a los dioses y ponía en peligro, la comunidad entera.*r?
El mismo autor nos dice que estas fórmulas religiosas y estos cantos, probados en el
pasado, eran eficaces y por consiguiente agradables a los dioses. Algunos de los libros
sagrados contenían colecciones de cantos e himnos a veces tan antiguos, que su lenguaje
ya no era comprendido por nadie, aunque la gente seguía cantándolos y creyendo en su
eficacia,
.El sacerdote adquirió sus conocimientos de libros que eran mantenidos en secreto.
Debía conocer todos los detalles relativos a los ritos sagrados, incluso aquellos para
combatir la enfermedad y las epidemias; debía satisfacer a la deidad, pues de orno re o
cío s.» dios podía tomarse enemigo y
c revocar un desastre -
La música instrumental y coral era utilizada durante las- ceremonias, según un
ritual adecuado para la ocasión. El sacerdote cantaba durante las ceremonias, pero no
parece haber ejecutado instrumento musical alguno. Esto era relegado probablemente a
la banda de flautistas que tocaba durante los sacrificios que él ofrecía. También había
cantores o coros que cantaban durante la ceremonia.
El sacerdote, lo misino que el hechicero, representaba el lazo que unía a los pacientes
indefensos con el poder supremo. Ambos desempeñaban los"rituales curativos, y su
intervención era en alguna medida, indirecta. Pero las funciones del sacerdote eran
diferentes: su obligación consistía en hacer que los dioses le revelaran la causa de la
enfermedad, indicaran el remedio que podía curarla o exigieran el sacrificio que los
aplacara.
Cuando el sacerdote empleaba la música como medio de comunicación con los dioses,
sólo lo hacía para agradarles y ganar su favor. No se suponía que esto fuera una
experiencia emocional mediante la cual el paciente y el sacerdote pudieran aproximarse
recíprocamente y tener alguna forma de contacto humano. No había amor entre el
suplicante y el dios o su intermediario.
En l a era cristiana
La creencia en que la enfermedad podía curar por intervención divina es parte de una fe
religiosa que na persistido riurarree sigíos hasta nuestro tiempo. En la era cristiana los
dioses paganos relacionados especialmente con la enfermedad y la salud han
desaparecido, pero han sido reemplazados por una legión de santos a quienes se invoca
en ciertos casos ele enfermedad; por ejemplo, San Sebastián pana la peste; San Lámar o
para la lepra; San Vito para la epilepsia; San Blas para las enfermedades de la garganta,
y muchos otros. Los himnos y la música orientaban las súplicas del paciente hacia el
auxilio y la curación. Esto no excluía al paciente de procurarse el tratamiento médico
adecuado, pero éste se aseguraba en ambos mundos, como lo hace todavía.
El cristianismo trajo nuevos conceptos éticos —desconocidos en el mundo primitivo y
en el antiguo— de un dios amante, de compasión y de caridad hacia el débil, el enfermo
y el pobre. Su actitud hacia la enfermedad era de humildad y santa obediencia al
sufrimiento, que podía ayudar al hombre a ganar la bienaventuranza eterna.
Después de la caída del Imperio Romano y durante el oscurantismo la medicina
desapareció de la Europa occidental; las órdenes religiosas que prodigaban amparo y
cuidados médicos a los enfermos y a los pobres la mantuvieron latente. Fundaron los
primeros hospitales en tiempos de las Cruzadas. La actitud humanitaria de los monjes
hacia los enfermos confirman la creencia de que el hombre de Dios era también el hombre
que podía combatir la enfermedad y que así lo hacía algunas veces mediante recursos
médicos lo mismo que con plegarias.
No obstante, el hombre de Dios veía en el paciente un cuerpo cuyo destino era perecer
tarde o temprano y un alma inmortal que había que salvar. La relación entre el sacerdote
y el enfermo era humana y personal; en ella el sacerdote trataba de acercar el paciente
a Dios y aliviar sus sufrimientos mediante la intervención divina o la humana.
Aunque no le incumbía directamente la enfermedad física cuando había un médico a
ruano, su ministerio le daba un conocimiento íntimo de los problemas de su grey y
establecía una relación humana entre él y el sufriente: una relación de comprensión y de
confianza. Pero con mucha frecuencia las enseñanzas de la iglesia producían en el
paciente un sentimiento de pecado y de miedo por la salvación de su alma, después de la
muerte, y alteraron su relación con el sacerdote.
Al comienzo de la Edad Media los sacerdotes comprendieron bien cómo la música y
el arfe podían influir sobre el hombre para bien o para mal, aun cuando éste no fuera
educado,
Las obras maestras del arte y de la música encomendadas por la iglesia para ornar
las catedrales y exaltar el efecto de los oficios religiosos no sólo fueron ofrecidas a la gloria
de Dios: también llevaban el propósito de acercar al creyente a Dios, mediante la belleza
y la expresión de sonidos y pinturas, para ponerlo en un estado receptivo y espiritual. El
propio sacerdote era sensible a esta influencia y la compartía con su congregación.
Algunos de ellos eran buenos músicos o artistas. San Bernardo de Claraval (1090 a 1153)
daba estas instrucciones a sus monjes: “Que el canto esté lleno de gravidez. . . que sea
dulce, pero sin trivialidad, y que mientras halague al oído conmueva al corazón. Debe
aliviar la pena y calmar al espíritu encolerizado".13 En toda la historia de la cristiandad,
y bajo patronazgos sagrados y santos continuaron floreciendo los santuarios a los que se
atribuía poderes de curación o alivio de las enfermedades. En la mayoría de ellas estaba,
y aún está, la música, como un elemento indispensable del ritual, la liturgia y las
procesiones en las cuales los fieles participaban. Así, la música fue parte de una
experiencia religiosa colectiva- que afectaba a cada uno de los participantes, tal y como
ha sido siempre. Es posible observar esto en Lourdes hoy, así como en otros santuarios
semejantes.
En la Edad Media el poder de curar no estaba limitado a Dios y a sus santos. Desde
el siglo xi se atribuyó a los reyes de Inglaterra y de Francia el poder, otorgado por derecho
divino, de curar ciertas enfermedades con el contacto de sus manos: ritual que no incluía
música.
Es sorpréndente que hasta el siglo xvi el famoso cirujano Ambrosio Paré empleara
estas palabras al cerrar cada una de sus historias clínicas: "Je le pansay et Dieu le
guarist” (Yo lo atendía 3/ Dios lo curó). No obstante poseer una mente muy científica,
muy avanzada para su época, Ambrosio Paré creía que el tratamiento médico, por hábil
que fuera, no bastaba para curar la enfermedad, y que el médico no podía, triunfar sin
alguna forma de auxilio divino. También creía ciertamente en las virtudes, terapéuticas
del placer estético, pues pres- eribía el uso de la música en la convalecencia En los
tiempos cristianos, al ígrw, que en los ssa- ganos, el liornbre se ha vuelto hacia los ocderes
sobrenaturales en busca de apoyo o ele paz en los casos de enfermedad o de necesidad,
cualquiera fuera su creencia en el tracamiento médico a su alcance., Pero en el curso de
los tiempos, su actitud hacia el auxilio divino sufrió grandes cambios al crecer su
conciencia como individuo, Ya que interesa al cristiano la salvación de su alma pura la
vida eterna, su relación con Dios es personal e íntima, Al mismo tiempo, como busca un
medio de autoexpresión, la música ha llegado a ser para él una experiencia personal
cargada de emociones humanas. El hombre se dirige al hombre mediante la música, lo
mismo que antes se dirigió a Dios.
De esta manera el hombre ha llegado a comprender el poder de la música sobre su
propio estado psicológico y espiritual, pues es capaz de exaltar lo mejor de sí mismo,
armonizar y purificar sus emociones y aun sublimar sus apremios instintivos. Las curas
religiosas han apelado en todos los tiempos a sus fuerzas espirituales internas y
externas, para combatir el mal, la enfermedad o el sufrimiento. Entre o tías, la música
puede ser considerada como una experiencia capaz de contrarrestar transitoriamente la
sensación de dolor o ansiedad, y traer de esta manera alivio.
Además, muchos de los creyentes en la curación espiritual creen que la música es
portadora de un mensaje divino de esperanza y de redención, quizá vinculado aún con la
antigua creencia en su esencia divina.
La gratitud hacia Dios del paciente curado de una enfermedad grave ha sido
expresada a menudo con ofrendas, o aun algunas veces con música, el más inmaterial de
todos ios agr a de cine lento s. Beethoven escribió algunas cíe sus páginas más
conmovedoras al recobrar la salud después de una enfermedad muy grave. Aquí su
música iba más allá que "del corazón al corazón5"; iba del corazón a OJOS, el curador.
En i a antigüedad
Babilonia y Egipto vieron el nacimiento de una actitud racional hacia la enfermedad.
Esta actitud creció en la antigua Grecia, y de allí pasó a Roma. Los griegos fueron quienes
primero poseyeron lo que Charles Singer llama "una conciencia científica55, la cual fue
desapareciendo relativamente con su civilización. "Durante los miles de años que
siguieron al nacimiento clel Imperio Romano el ejercicio de la medicina en Europa fue en
sus mejores momentos imitación corrupta e incomprensión de las enseñanzas
hipocráticas; en su peor parte descendía de un bajo nivel del animismo y de la magia55.
Junto a las costumbres mágicas o religiosas encontramos ' en la antigua Grecia
muchas de nuestras ideas modernas acerca de la salud y de la enfermedad conectadas
con lo filosófico y lo ético, tanto como con lo racional y lo científico, y no con la magia y la
religión. Así como el pensamiento griego integraba las disciplinas conocidas de la época,
tales como la matemática, la filosofía, la medicina y la música, los conceptos griegos ocu-
pan un lugar de excepción en la historia de la musicoterapia. El hecho ele que Apolo
presidiera la música y la medicina acaso sea un símbolo de la interrelación de ambas
disciplinas.
Los griegos procuraron encontrar razón y lógica intelectual en el mundo que los
rodeaba y en el propio ser humano. El hombre no era para ellos una parte sino el centro
de la armonía universal. El ideal era alcanzar la armonía perfecta entre el cuerpo y el
alma, entre las costumbres y la razón, y entre el intelecto y las emociones. Solo así podría
el hombre ser el amo de sí mismo. El equilibrio entre el cuerpo y el alma era salud,
pensamiento expresado por Juvenal en su famosa máxima: Mens sana in corpore sano,
Los filósofos griegos consideraban a la enfermedad como un trastorno en el estricto
sentido de la palabra: el orden entre el cuerpo y el alma estaba trastornado y debía ser
restablecido, Era obligación del Estado proteger y promover la armonía por todos los
medios capaces de procurar salud y orden, y combatir toda forma de desorden, incluso la
enfermedad.
La cura racional sólo era posible cuando la enfermedad había sido observada y
diagnosticada, y hallado el remedio lógico aplicable. Aun cuando la medicina griega fuera
todavía empírica y subjetiva e incapaz de desplazar a las curaciones mágicas o religiosas,
los médicos griegos sabían observar cuidadosamente los síntomas de la enfermedad. Al-
gunas de sus descripciones de enfermedades, incluso trastornos mentales, son muy
precisas desde el punto de vista clínico.
La concepción psicosomática griega de la enfermedad explica por qué la música, que
es orden y armonía para el hombre en su totalidad, desempeña un papel tan importante
en la concepción griega de los problemas de .:a salud. La música era parte integrante de
la vida griega. Los filósofos realizaron investigaciones profundas sobre su carácter y su
etica, sobre sus efectos sobre la mente y sobre el cuerpo. Extrajeron conclusiones sobre
el valor terapéutico de la música.
Los griegos aplicaron en forma sistemática la música como un medio curativo o
preventivo que podía y debía ser dosificado, pues sus efectos sobre el estado físico y
mental eran predecibles. Llegaron a afirmar que el empleo de la música debía ser
legislado por el estado.
Si Hipócrates fue llamado el padre de la medicina podemos también reconocer a
Platón y a Aristóteles corno los precursores de la musicoterapia, que es el uso dosificado
de la música. Aristóteles da a la música un valor médico definido cuando afirma que la
gente que sufre de emociones no dominables, "después de oír melodías que elevan el alma
hasta el éxtasis, retorna a su estado normal como si hubiera experimentado un
tratamiento médico o depurativo^.21
El- análisis griego de los efectos de la música llegó a conclusiones muy profundas.
Según Aristóteles, Sócrates hablaba de la acción remota
-1 A . . después de haber oído una música que ha conmovido su alma, se tranquilizan de repente
al escuchar los cantos sagrados, que vienen a ser para ésta una especie de curación o purificación
moral”, Libro V, capítulo VII, pág. 177. [Versión castellana de Patricio de Azcárate en Aristóteles,
La Política, Espasa Calpe Argentina, Austral ( T . ) . ] de música intoxicante, varsce que
consideraba ^intoxicante las armonías laxas no en relación con una intoxicación
inmediata, que producían una predisposición a la embriaguez, sino la intoxicación que
sobrevenía cuando ese acceso había pasadob
La depuración catártica de las emociones era un proceso importante Irania la salud
mental de la vida griega, lograda a menudo a través de representaciones dramáticas o
musicales. Esculapio, famoso médico, había prescripto música y armonía a personas ele
ernocionalictacl perturbada.
Eos griegos analizaron la música y sus elementos. Sus teorías suelen estar
relacionadas con los modos, o secuencias de notas, que contienen un sentido matemático.
Se atribuye a Pítágoras, el fisicomatemático, el empleo de música para pacientes
mentales; a esto llamaba él "medicina musicalE Había desarrollado una "mística.5" de
numerología que expresaba en términos musicales. La emoción musical era provocada
por ciertas combinaciones de sonidos en las diferentes modalidades o escalas referibles
probablemente a la tonalidad de la lira, don de Apolo al hombre. Lamentablemente, no
ha quedado nada de la música griega. Sabemos que era principalmente melódica, muy
próxima al ritmo del lenguaje. La
ai\m_ onía, tal como la entendemos hoy, aoenos existía, ei efecto era lograoo mejiacie
intérnalos melódicos; mediante color tonal o ritmo, acerca de ios cuales no podemos sino
conjetúralo Aun si los intervalos melódicos contenidos en aquellas escalas hubieran
producido en nuestros oídos modernos efectos de tensión o de descanso, no tenemos
cómo descubrir la forma en que la música sonaba y por qué producía los efectos tan
minuciosamente clescriptos' en los escritos de la época.,
Se atribuía a ciertas modalidades un valor ético y a otras un valor emocional. Platón
creía que el carácter de cada modalidad producía efectos específicos sobre la moral del
oyente; es interesante advertir que atribuía un valor de permanencia a esos efectos.
Aristóteles en su Política fue menos categórico que Platón: pensaba que, como medio de
educación, las melodías éticas y sus correspondientes armonías debían ser aplicadas al
desarrollo del carácter. Abogaba, por ejemplo, por el uso del modo dorio, que tenía un
espíritu de coraje, o el lidio, particularmente adecuado para los jóvenes. Pensaba que
Sócrates estaba equivocado al atribuir valor ético al modo frigio, pues era muy excitante
y emotivo.
La lista que sigue, enunciada por otro autor, Cásiodoro, muestra lo detallado del
análisis de los efectos modales. Esta clasificación es, probablemente, muy personal,
aunque refleja opiniones de otros autores. En los tiempos modernos ha habido
afirmaciones similares acerca del efecto de ciertas tonalidades, los más de ellos
subjetivos.
El modo dorio se relaciona con la modestia y la pureza.
El modo frigio estimula la combatividad.
El modo eolio compone trastornos mentales e induce sueño.
El modo jonio azuza a los intelectos melancólicos y provoca el deseo de objetos
celestiales.
El modo lidio alivia a las alma.s oprimidas por las preocupaciones. 26
2G Bruno Meineclce, Classical Antiquity, Music and Medicine, ed. Sclioen y Schullian, New
bien que ético y debía ser, en consecuencia, empleado solamente en aquellas ocasiones
en que el objeto de la música era depurar las emociones más bien que enriquecer la
mente.28
Platón fue más lejos y abogó por el empleo médico de la flauta para combatir el
coribantis- mo,2í) El uso de la flauta como medio terapéutico fue seguido por los árabes
quienes heredaron muchas de las tradiciones médicas griegas. La usaron en. sus
hospitales de enfermos mentales.
Algunos médicos de la antigüedad pensaban que el sonido peculiar y las vibraciones
producidas por la flauta podían afectar al cuerpo, independientemente de las emociones.
Demócrito, en un tratado médico acerca de “infecciones mortales", recomendaba la flauta
como remedio de muchas enfermedades de la carne.30
También se atribuía a las vibraciones la facultad de afectar a una parte enferma, tal
como en la ciática, y que tuvieran el poder “de hacer que la carne palpitara y reviviera"
cuando el músico tocaba sobre el cuerpo del paciente.31
Los griegos observaron solamente unos pocos efectos puramente fisiológicos de la
música, tal como, por ejemplo, sobre el insomnio. Se dice que Meceana, que padecía de
ansiedad recuperó el sueño con el empleo de música de fondo.32 La música adecuada,
especialmente si era ejecutada en la cítara, era recomendada durante las comi- das, para
ayudar a la rugeriión^3 PCT orre- parte algunas personas recLazar O:Q esa cc siembre, 7
el poeta Marcial se consideraba afortunadc cuando era invitado a comer sin un flautista
que estorbara las conversaciones.34
La mayor parte de las observaciones de diversos autores de distintas épocas se
refieren a los efectos ele oír música, Algunos ejecutantes aficionados encontraban en este
pasatiempo una sállela para estados de ánimo perturbado. Homero nos dice que los
embajadores de Agamenón encontraron a Aquiles, cabizbajo en su tienda, tocando en
una magnífica lira y cantando su cólera,
Aristóteles abogaba por el uso de matracas musicales como una puerta de escape para
la energía de los niños destructivos, los cuales de otra manera podían dañar los
muebles:35 En conjunto, el concepto griego de la musicoterapia se refiere más bien a la
audición y no a la ejecución de la música. Sigerist afirma que el proceso era "una especie
de psicoterapia que actuaba sobre el cuerpo mediante' el alma'*,36 porque "ante un tras-
torno, el médico griego procuraba restablecer el perdido equilibrio con remedios en lo
físico, y con la música en lo mental. Los remedios y la música caían de esta manera dentro
del círculo de sus investigaciones.37
Muchos médicos griegos —tal como ocurre hoy— eran escépticos o cautos acerca del
valor de la música en la medicina. Caelius Aurelianus, conde-
83 J. Combarieu, La Musiqus et la Magie, pág. 292.
34 E>e J. E. Scott, Neto Oxford History of Mu-sic, vol. I, pág. 413.
35 Aristóteles, La Política, libro V, cap. VI, pág. 240.
30 H. E. Sigerist, Civilisation and Disease, pág. 213.
37 Ibid., pág. 149.
40 Robert Burton (1557-1640), The Ancitomy of Me- lancholy, Oxford, 1632. [Hay versión
óó
p los S-n~2gos do osee tr?er une sis los osas liso:7es virtuosos ess ese iisotruroentc, oar?
que se l.e acexoara con aquellos sonidos suaves 7 solemnes epe antes se pr opeo clon aran
tan t'ü placer. Los parientes no tuvieron dificultad alguna esa acceder a la prueba, y a la
segunda o tercera, pieza el paciente evidenció una emoción nada, común tanto en el
cuerpo corno en la mente y poco después comenzó por reprochar a sus amigos que
perturbaran sus meditaciones» Guando este punto fue ganado, el médico prescribió al
paciente que tocara todos los días con algún auditorio hasta que gradualmente el enfermo
fue inducido a hablar de cosas corrientes; poco después, a tornar alimentos y las
medicinas requeridas por su condición, hasta que por fin recuperó- perfectamente su
anterior estado de saluclb
Muchos médicos, quienes probablemente disfrutaron de la música como un recreo y
como un modo de refrescar la mente, admitieron su valor como un factor de bienestar,
una distracción de la obsesión o Las preocupaciones o temoresL El médico Philip
Barrough decía de sus pacientes mentales : '"Dejadlos que estén alegres tanto como
puedan y que tengan instrumentos musicales y cantenb
Ambrosio Paré prescribía a sus pacientes de cirugía que se rodearan de violines y
violoncelos para alegrarse.
Richard Browne, un precursor de Brocklesby fúiP más explícito al afirmar en un
ensayo sobre la música y la enfermedad que "en los trastornos nerviosos tales como las
afecciones hipocondríacas, histéricas y melancólicas, el canto debe ser muy eficaz para
la cura, pues estas enfermedades de la mente nos llenan de ideas negativas y lúgubres,
y nos cargan el cuerpo por falta de espíritu; y cantando podemos halagar el oído tan
agradablemente que afecte la mente y distraiga nuestros pensamientos ansiosos
mediante la sucesión de ideas alegres y vivaces de la canción. Por este medio podremos,
en verdad, alegrarnos y elevar el alma y vigorizar por simpatía las emociones del
espíritu”.
Poco a poco los autores tuvieron enfoques más científicos. Algunos de ellos
comprendieron que la música podía actuar sobre el cuerpo tanto como sobre la mente. Ya
en el siglo xvm encontramos cierto material de investigación sobre los efectos puramente
fisiológicos de la música. Estos siguen racionalmente el creciente conocimiento médico
de fisiología y neurología. Los autores descubrían alguna relación entre los ritmos
corporales y la música, el pulso y el tiempo musical. Observaron el efecto de la música
sobre la respiración, sobre la presión sanguínea o la digestión. Richard Brow- ne r,li pensó
que el canto “influía el movimiento del corazón, la circulación de la sangre, la digestión,
los pulmones y la respiración. Al cantar, la presión del aire sobre los pulmones es mayor
que en la espiración común”. Estudió su aplicación a los casos de trastornos respiratorios.
Descubrió que el canto era perjudicial en los casos de pleuresía, neumonía y cualquier
trastorno inflamatorio de los pulmones por su acción inmediata sobre ese órgano, pero
en el asma crónica periódica creía que si el paciente ejercitaba sus pulmones cantando
en los intervalos entre ataques podría prevenir una recaída o aliviar el paroxismo.
Louis Roger,34 un médico francés, escribió un sesudo libro acerca del efecto de la
música sobre el cuerpo humano, en el cual fue más crítico: subrayó la necesidad de
observación científica y experimentos, y descartó mucho de la labor irra- cional hecha
en lo pasado.
En el siglo xix una aplicación creciente a los tratamientos médicos de las
enfermedades mentales y físicas despertó en los médicos un interés por los medios
terapéuticos auxiliares. El Dr. Héctor Choniet nr> en 1846 escribió un tratado acerca de
da influencia de la música sobre la salud y la vida” basada sobre un escrito que leyera
ante la Academia de Ciencias de París: un hecho que demuestra el interés de un
organismo ilustrado en el tema. El trabajo es amplio; contiene muchos datos y analiza
el uso de la música como ayuda en la prevención y en el tratamiento de enfermedades.
Algunas de sus conclusiones son válidas aún hoy.
J. E. D. Esquirol (1772-1840), el famoso psiquiatra, recomendaba la música, pero era
más cauto acerca de sus efectos. El siguiente extracto de su libro Insanity in Mental
Maladies demuestra
que m cocía muy poco acere?- ele Ja músico, 7 ha de haberla empleado sin discriminación.
No procuró relacionar las reacciones de sus pacientes con el cipo de la música empleada,
ni la manera en la cual les era ofrecida., Cauca hubiera tenido más éxito siguiendo el
aviso de Pargeter, aunque dio al asunto consideración seria. Escribió: "He empleado a
menudo la música, pero muy pocas veces tuve buen éxito con ella. Trae paz 3/ compostura
de la mente pero 110 cura. Pie encontrado a quienes la música, pone furiosos: a uno,
porque todos los tonos le parecían falsos; a otro, porque pensaba que era horrible que
alguien pudiera entretenerse cerca de una piltrafa como él . . . no obstante es un valioso
agente curativo; en particular, en la convalecencia. No debe ser descuidado, por muy
indeterminados oque sean sus principios de aplicación o la incertidumbre de su eficacia".
Nos proponemos analizar en mi capítulo posterior la observación de que "todos los
tonos aparecen falsos" a uno de los pacientes: en realidad todas las reacciones que
describe son dignas de examen.
Si las opiniones de muchos de estos autores son discutibles y hasta inaceptables hoy,
ellos eran serios y estaban al tanto de los conocimientos médicos de su época. Quizá el
enfoque de Brocklesby fuera el más próximo al nuestro, cuando contempla la música
como un auxiliar del tratamiento médico: "Si encontramos ahora práctico en algunos
casos suavizar las afecciones turbulentas, y apaciguar
los desordenados vuelos de la fantasía, oo ~~ o lo sería restablecer la unión previa del cr
ere o y la mente por los poderes de la música, en ese intervalo podríamos administrar las
medicinas adecuadas para el mejor propósito . . d 57
A fines del siglo XVIII Pargeter (1760-1810) fue uno de los primeros médicos en
comprender que era necesario un conocimiento específico de da música para dosificar su
empleo terapéutico, Acaso nos sorprenda que su sagaz advertencia no sea más' seguida
hoy en día. Las siguientes líneas son importantes por su actitud, y podemos advertir que
llama ciencia a la música: “Si aquellos que ejercen la dirección de la música en los
trastornos maníacos comprendieran la teoría de esa ciencia habría muchas más
posibilidades de buen éxito que si la administraran imprudentemente.., Una parte
considerable del conocimiento en música será requisito indispensable para elegir
aquellas composiciones e instrumentos, y los arreglos de las partes instrumentales para
que correspondan exactamente con el pathos animi, y atraigan y fascinen la atención e
influyan el temperamento de los espíritus y del alma.” 58
Sin embargo, Chomet y otros creen aún que el propio médico puede aplicar la música
si tiene el conocimiento necesario, tal como lo enuncia en el siguiente pasaje: ""Si
aplicáramos la música al tratamiento o al alivio de una enfermedad debemos conocer
necesariamente la manera de vivir del paciente, su carácter, su temperamento, sus há-
;j7 R. Brocklesby. Citado por Hunter y Macalpine, 300 Years of Psychiatry, pág. 378.
7,8 Citado por Hunter y Macalpine, 300 Years of Psi- chiatry, pág. 376.
bitos y sus pasiones. El médico, una vez conocidas todas estas peculiaridades, elegirá ios
temas más adecuados y tendrá mucho cuidado en lo que se refiere a los ritmos; los
acomodará a las tonalidades que convengan y los adaptará a los debidos instrumentos.
La elección de composiciones musicales, el momento adecuado para aplicarlas, y la
correcta apreciación de la constitución del paciente, sintetizan todo el secreto de este
método curativo . . . el buen éxito de este tratamiento musical será tanto mayor si es
conducido por un hombre hábil.” 59
Otro médico, Benito Mojan, en el siglo xix sugirió algunos principios de aplicación,
pero no mencionó quién debía estar a cargo de la música "Cuando el médico desea
prescribir música en el tratamiento de una enfermedad debe tomar en consideración: 1)
la naturaleza de la enfermedad; 2) los gustos del paciente por unos u otros temas
musicales; 3) el efecto que producen sobre él algunas melodías con preferencia a otras;
4) el empleo de música, debe ser evitado en caso de jaquecas, dolor de oídos y en todos
aquellos en que haya excitabilidad excesiva en el sistema; 5) el médico debe tener la
precaución de moderar los sonidos, pues la intensidad de éstos podría ser un estímulo
excesivo; 6) los sonidos deben aumentar gradualmente, ser lo bastante variados, y la
música no debe prolongarse demasiado”.60
Observemos que Mojan aboga por tomar en
Héctor Chomet, The Influence of Mtisic ón Health ancl Life, pág. 233.
G0Benoit Mojan, Sur LUtilité de la Musique, traducido del italiano al francés, Roma, Fournier,
New York Public Libr aries.
consideración la sensibilidad musical del paciente, moderar el volumen de los sonidos, y
recomienda piezas cortas, adecuadas a la atención disminuida de cualquier paciente.
Un experimento, prematuro pero interesante, de musicoterapia fue ensayado en
Londres a fines del siglo xix. Algunos detalles fueron publicados en The Lancet (julio y
agosto de 1891) y en The British Medical Journal (19 y 26 de septiembre de -1891). El
promotor fue el canónigo F. K. Harford, no médico sino un relevante músico, y su sistema
alcanzó sólo corta vida. Consistía en formar pequeños coros de damas, acompañados por
un arpa y violines con sordina, que ejecutaban en una habitación próxima a la de los
pacientes. Recomendaba que las damas fueran desconocidas, que no fueran vistas por los
pacientes, y se les pagara por sus servicios.
El canónigo Harford vio también la necesidad de reunir datos y lograr el apoyo de los
médicos. Sus ideas despertaron algún interés en el mundo médico pero también muchas
críticas y hasta un entusiasmo infundado. El proyecto se desvaneció, pero alguna de sus
ideas siguen siendo válidas hoy, y se las pone en práctica.61
Este parece el único ejemplo de proyecto terapéutico elaborado por un músico y no
por un médico. En el curso de la historia hasta el siglo xx la música fue aplicada por el
médico que la prescribía a menos que apelara a músicos que no eran expertos en métodos
terapéuticos. La relación personal entre el músico y el paciente, que el canó-
mgo Harford dejó de lado reñía sin embargo la misma importancia muy grande que
tiene hoy, y desempeña un papel preponderante en el buen éniro o en el fracaso ciel
tratamiento.
1 1 , bJ rmj3 i co r5 r a pee tu
David y Saúl
■ q u e ]rn m>caba i• i> mícoo patclógics mis a: o duva:; :e el cual oroí eticaban,
‘‘Traedme ala ora mi tremado Y" decía Elíseo. "Y ocurría cuando el trocador
cantaba que la mano cleí Señor se posaba sobre éY\™ y profetizaba.
En la historia de David y Saúl la música fue y empleada para aliviar una
depresión neurótica, David fue así uno de los primeros músicos llamados, y su
habilidad musical aplicada a una persona con una afección mental.
Sólo un pequeño pasaje del relato 63 ha sido elegido y usado ad nauseam por
los médicos, por terapeutas y otros, que se han detenido allí y no han analizado
los cambios psicológicos que alteraban la relación entre los dos individuos y
destruían finalmente los efectos de la música,
Desde el comienzo las dos personalidades están bien descriptas y en completo
contraste; Saúl era de origen muy humilde. Venía de las últimas familias de las
tribus más pequeñas de Israel64 Cuando llegó a rey adquirió una especie de me-
galomanía de tipo paranoico. Dejó de obedecer los mandatos cíe Dios y Samuel
lo acusó de rebelión y de terquedad. G(í Sabemos que <cel Señor se arrepintió de
haber hecho a Saúl rey de IsraelY07
Saúl mostraba síntomas de trastorno mental. Tenía ataques recurrentes de
melancolía durante los cuales el espíritu de Dios se apartaba de él,
Reves, 2, III, 15. Ib-id.. Y XVI, 23. ,:l
™ Reyes, 1, XVIII, 9.
74 Ibicl., VIII, 29.
™ Reyes, 1, XXIV, 4, 5.
Ibicl. XXIV, 17.
m ? 3 gi i-iix5 s cprani::r i:al:anc de sai ~pc cs , personalidad excepcional, Famoso poi sea:
:rmr-
CLUZ
fos en la ópera, fue colmado con honores y riquezas. Su estilo se adecuaba a la
escena de su época, de la extraordinaria brillantez y bravura «que los auditorios
de entonces esperaban» En 1751 Farine- lli visitó Y lena, y por alguna, razón
desconocida estudió nuevos métodos que modificaron su estilo de manera
profunda. En lugar del virtuosismo y embeleso lo transformó en un estilo de
simplicidad, sinceridad y pathos. Esto dio probablemente a su canto una calidad
de expresión e intimidad mucho más profunda, pero no tan aplaudida como su
estilo anterior.
Podemos suponer que, o bien el cantante había pasado por una experiencia
emocional que transformara su actitud Irania la móisica, o era un gran artista
que buscó siempre cualidades más importantes que el brillo de la fama. Se decía
en aquella época que “los triunfos que obtuvo en su juventud no impidieron que
siguiera estudiando: y este gran artista se aplicó con tal perserverancia que logró
cambiar su estilo y adquirir otro método superior cuando su nombre ya era famoso
y su fortuna brillante Y Esta trayectoria puede explicar su triunfo subsiguiente en la
corte. de España y la inmediata renuncia a su carrera operística.
En 1737, en medio de giras triunfales por Europa, Farinelli visitó España por un
breve lapso. Llegó a Madrid, donde Felipe V sufría de aguda melancolía. El rey
llevaba varias semanas sin atender a los asuntos de Estado, y esto'había conducido a
la nación entera hacia una situación crítica. La reina tuvo la idea de invitar a
Farínelli a cantar en un recinto inmediato a aquel donde estaba el rey sentado,
abatido, sin afeitar, desgreñado y retraído. En la esperanza, de que la música
pudiera llegar al rey y librarlo de su depresión, la reina pidió a Farínelli que
eligiera algunas melodías expresivas y patéticas; la clase de música que mejor
correspondía al nuevo estilo del cantante y al estado melancólico del paciente. El
rey oyó> la música desde su cuarto, y quedó tan conmovido por la inesperada
experiencia que salió de su estado letárgico, envió por el cantante para agrade-
cerle y le pidió que fijara la retribución por aquella bella música. Farínelli, cuya
misión parecía haber triunfado, pidió al rey que volviera a la vida normal y
cumpliera con sus deberes reales. El monarca accedió; fue afeitado por primera
vez en muchas semanas, abandonó sus aposentos y volvió a los asuntos de
Estado. Desde entonces desempeñó todas las funciones que le eran propias,
incluso la vital de presidir al Consejo de Estado.
La música había hecho que el rey saliera de su depresión cuando todo lo
intentado para animarlo parecía fracasar. El relato de Farínelli no termina allí:
fue inmediatamente contratado corno cantor personal del rey, y para esto
renunció a su brillante carrera de virtuoso, sacrificio que ni el dinero ni las cortes
podían recompensar. Dijo que durante diez años, hasta la muerte de Felipe V,
cantó las mismas cuatro canciones para el rey todas las noches sin cambios de
ninguna clase. Dos de ellas eran “Fallido il solé” y “Per questo dolce amplesso”
de Hasse. La tercera era un minué sobre el cual improvisaba variaciones. De esta
manera, en el curso
de diez años repitió unas 3600 veces las mismas piezas, y nunca cantó otra cosa para el
rey. Cabe suponer que las piezas agradaban tanto al rey que las pedía cada día.
Hasse era un compositor popular contemporáneo. Sus melodías no han sido
publicadas. Sabemos que eran agradables, sin profundidad, pero atractivas desde el
punto de vista musical y vocal. Las variaciones improvisadas sobre el minué quizá hayan
introducido algunos cambios, pero siempre sobre el mismo tema. No conocemos la opinión
de Farinelli acerca de este proceso repetitivo. Como ejecutante de música, probablemente
hubiera preferido cambios con su vasto repertorio de canciones. Como terapeuta habrá
pensado que lo mejor era alcanzar buen éxito.
El rey, que vivió una vida normal hasta la muerte, ha de haber encontrado descanso
en las piezas conocidas que le traían un sentimiento de seguridad. Otras piezas pudieron
haberlo perturbado o excitado en momentos en que necesitaba descanso y sueño. Las
melodías eran suavemente expresivas, y el ritmo del minué no es un estímulo físico.
La relación entre los dos hombres había comenzado objetivamente, sin ninguno de los
primeros contactos que hicieron a David agradable a Saúl. Sólo en este sentido fue
verdadera musicoterapia, mediante los efectos de la música. Esta falta de tensión
emocional explica por qué la relación entre Felipe V y el cantor castrado nunca dejó de
ser de devoto servicio, gratitud y afecto. Hasta la muerte del rey, Farinelli disfrutó de su
amistad y confianza. Aunque llegó a ser el primer favorito de su sucesor, Fernando VI,
que amaba la música, y tuvo también cierta influencia política, lloró la
muerte de Felipe '7 y de su reina hasta el fin de
sus díasuu
Los protagonistas de los dos relatos eran Lábiles músicos, y tenían la facultad, de
comunicarse con su arte. A través de la, historia, el curador músico poseyó siempre la,
habilidad y el conocimiento necesarios para emplear los medios musicales disponibles en
su tiempo»
Sabemos que el mago poseía un vasto repertorio de cantos específicos para cierta clase
de enfermedades, que confiaba celosamente a su memoria. También usó tambores,
matracas, campanillas y flautas, de acuerdo con un ritual relacionado con el tipo de
enfermedad. En una etapa posterior, el médico griego poseía grandes conocimientos
musicales, y era capaz -de comprender y aun analizar la música como un arte y una
ciencia.
En tiempos más modernos algunos médicos que experimentaron con música
demostraron cierto conocimiento musical, no siempre como ejecutantes, y no todas las
veces adecuado, y esto no hubiera sido suficiente para los requerimientos de hoy.
Estamos en una era de especialización: mucha labor médica es realizada hoy por
equipos cuyos miembros se entienden y trabajan para una meta común, pero su contacto
con el paciente se ve con frecuencia disminuido. Antes de esta era el paciente podía llegar
con más facilidad a una relación personal con el médico. Este no es cd caso de hoy, excepto
con el médico general, que no atiende personalmente los tratamientos especializados. La
especialización ha ensanchado los abismos que • vasten entre ei pariente y el medico,
entre el co~ _a o cimi en t o y la ign oí an c i a. -
Sería peligroso seguir aumentando la distancia con el especialista, si no hubiera otras
tendencias en la medicina que asignan un lugar especial a terapias diversas. Gada vez
conocernos mejor los factores psicológicos de cualquier clase de enfermedad; la salud
mental se integra cada vez más dentro del cuadro total. El lieclio de que los médicos
reconozcan, por fin, el valor de la terapia lateral en el tratamiento, es una prueba de que
contemplan a sus pacientes corno a individuos polifacéticos estudiables desde diversos
ángulos,
El terapeuta puede aportar al tratamiento una relación humana de carácter personal
y aun íntimo. No escá tan lejos como el consultante, y es mucho más aproximadle como
persona. Los terapeutas laterales, lo mismo que las enfermeras, desempeñan un papel
psicológico en la recuperación del paciente, cualquiera sea su competencia profesional
Cualquiera sea su personalidad, edad, o sexo, el terapeuta músico moderno es ante todo
un músico y debe ser considerado como tal. El fisioterapeuta trabaja sobre sus
conocimientos fisiológicos, el mu- sicoterapeuta trabaja con su comprensión de la música
y de sus efectos sobre la mente, ei cuerpo y las emociones. También debe conocer el
fenómeno de transferencia que ocurre algunas veces cuando el paciente proyecta sobre
el terapeuta algunos de sus problemas no resueltos. La situación debe ser encarada en
términos psiquiátricos en sus primeras etapas, pues el paciente es susceptible de caer
bajo la dependencia del musicoterapeuta. Además, en uno. situación analítica la relación
no debe incluir a una tercera persona.
-La música es un arte polifacético que incluye la artesanía lo mismo que la condición
de músico, y se basa sobre la percepción y la interpretación de los sonidos y de sus
símbolos. La musicoterapia ejerce su influencia, como lo ha hecho a través de los tiempos,
sobre los diversos efectos del sonido, aun antes de haber llegado a ser música. Estos
efectos son múltiples, interdependientes, y requieren un estudio especial y un análisis
particular si queremos comprender la aplicación de la musicoterapia.
Aun en sus formas más simples, la música evoca sensaciones, estados de ánimo y
emociones. Puede reflejar el sentimiento del momento o cambios con su mera presencia.
También puede exaltar el estado de ánimo del momento y llevarlo hacia un clímax, o
aplacarlo. El flautista solitario en los bosques y el tocador de tambor invisible de las
montañas, crean una atmósfera con su acción, y lo mismo hace una orquesta sinfónica
cuando toca en un gran auditorio. Los hacedores de música son ellos mismos afectados
por sus propias ejecuciones.
La música tiene el poder de afectar el ánimo porque contiene elementos sugestivos,
persuasivos y aun obligantes. Cuando la música acompaña a una función específica
alguno de estos elementos suele dominar. Cualquiera sea el propósito, la música se
relaciona siempre con experiencias propias del hombre, pues ha nacido de su mente,
habla de sus emociones y expresa su gama perceptual.
Tiene el poder de alcanzarlo. Se ha dicho que ia música, entra hasta los vericuetos más
secretos del alma: contra este efecto el hombre está relativamente indefenso.
Los efectos terapéuticos de la música han sido observados a través de 1a historia, a
veces con mucha exactitud. Hay muchas menos referencias a la calidad de la música
empleada. Esta falta determina un vacío en el conocimiento que hubiéramos podido
obtener de las experiencias del pasado: tenemos que confiarnos a nuestras observaciones
de hoy. Cabe deducir vagamente de los viejos textos el tipo de música que creara ciertos
sentimientos y provocara una conducta determinada; pero estas observaciones son
demasiado generales para conducirnos a una aplicación dosificada de la música.
Aun hoy muchas de las observaciones se refieren a los efectos generales de piezas de
música ejecutadas desde el principio al fin, o nos hablan de una reacción general de la
música de un compositor, por ejemplo Brahms o Schumann, independientemente del
carácter de una pieza en particular. Nuestro avance en el trabajo terapéutico
constructivo reside en la respuesta del paciente a ciertos elementos musicales, de la cual
podemos formular y aplicar nuestros propios principios. Los elementos que nos
proponemos analizar se combinan de diferentes modos para darnos un producto
terminado en el cual suele haber un factor dominante. Las respuestas a una experiencia
musical pueden ser tan complejas como la combinación de los elementos presentes en la
música. Al evaluar terapéuticamente las- reacciones del paciente acaso debamos
considerarlas a la luz de cada uno de estos elementos antEE de :ormul?r una
conclusión. E i carácter :le la IE E EICE y ¡03 efectos EÍEIE -produce depencleiEi de I CE
diferentes elem sucos del sonido y de su ín terrea ación. Scaí ios siguientes:
1) frecuencia (o altura del sonido);
2) intensidad;
3) timbre o color tonal;
4) intervalos, origen de la melodía y de la armonía, y
5) duración, origen del ritmo y del tempo,
Algunos elementos: la altura, la intensidad y el timbre, son partes inherentes del
sonido corno sustancia acústica, y aun los animales reaccionan a ellas. Esto determina
lo que Altshuler llama "Ves- puestas talámicas” 81 a las sensaciones que no necesitan
ser interpretadas por las funciones superiores del cerebro. No tienen un significado
simbólico ni intelectual. No obstante, cada una de ellas es un factor vital en el poder
emocional de la música.
Los otros elementos que dan forma y un sentido expresivo a la música son los
producidos por las relaciones entre sonidos, corrientemente el ritmo, la melodía y la
armonía. La aprehensión de estos elementos requiere algún proceso intelectual, aunque
puede ser bajo.
Altura. La frecuencia, o la altura, en términos musicales, es producida por el número de
vibraciones del sonido; con frecuencia actúa sobre el hombre a un nivel puramente físico,
y de una manera racional. En líneas generales, las vibraciones muy rápidas son un
estímulo nervioso intenso, las más lentas tienen un efecto reí a j ador. Las personas
censas o nerviosas pueden experimentar efectos indeseables por las irecciencias muy
altas, especialmente si duran mucho tiempo; en la música esos electos pueden ser
mitigados por la presencia de otros elementos de tipo relajador, tales como la suavidad o
el timbre. Esto es fácil de observar al poner sordina a una nota muy alta para corregir el
efecto de tensión.
IntensidadLa intensidad de un sonido depende de la amplitud de las vibraciones, lo que
afecta su volumen y su potencia. La intensidad de un sonido musical puede ir desde lo
apenas audible a lo ensordecedor. Depende de la intensidad una gran parte del efecto de
la música y quizá es en sí misma una forma de satisfacción. Cuando un oyente poco
ilustrado en música prefiere la música sinfónica a la de cámara, quizá sea por su mayor
volumen, y no dependa del interés o del valor musical de la composición.
Conviene que citemos aquí una curiosa observación formulada a comienzos de este
siglo: mucho antes de nuestra era del ruido en todos los terrenos. Hermán Sniith observó
que entre las características más extrañas del hombre estaba su manifiesto gusto por los
ruidos exagerados. .
Es verdad que un gran volumen de música continua tiene sobre ciertos oyentes un
efecto satisfactorio de plenitud y quizá les de también un sentimiento de protección
contra las interferencias físicas o psicológicas. Esto puede ser observado en música de
estilos muy diferentes tales como corales de Bach o sinfonías de Chaikovsky, que pueden
producir un efecto similar sobre oyentes menos ilustrados. El joven que lleva consigo un
receptor de transistores a todo volumen es a menudo un ser inseguro que necesita alguna
protección contra el mundo que lo rodea. El tono lleno de un órgano que colma la iglesia
es una protección contra la vastedad y la altura del edificio.
Si la música es lo bastante fuerte, puede ayudar también a disimular los sonidos
indeseables. Mucho antes del advenimiento de la música de fondo mecánica, en los
templos griegos y durante ciertas ceremonias la música ayudaba a suprimir sonidos
intempestivos que hubieran sido de mal augurio.
La intensidad es un elemento dinámico que puede ser modificado. Se mueve en el
tiempo a través de muchos matices de aumentos y disminuciones de fuerza, de clímax y
de anticlímax. Estos pueden dar la impresión de una potencia que se acerca o se aleja, 3/
aun evocar un miedo primigenio al sonido.
Por el contrario, el volumen débil logra producir una sensación de intimidad: hablar
al tímido o al retraído, persuadir en lugar de forzar o de interferir. Refleja quietud o
serenidad, lo cual puede irritar a un oyente que necesita sensaciones fuertes. Al mismo
tiempo la suavidad, cuando se acompaña del ritmo, puede dar la impresión de fuerza.
Todas las formas del volumen o de la intensidad provocan, por sí mismas, emociones
simples. Tocar fuerte o débil es el primer medio expresivo que usa el músico principiante,
cuando una emoción provoca un impulso físico en el ejecutante.
Timbre. El timbre, o color tonal, que depende de los armónicos presentes en cualquier
sonido particular, es uno de los elementos más sugestivos de la música. Nuestro
vocabulario es tan restringido que tenernos que usar la palabra “color” para calificar uno
de los elementos más importantes contenidos en el sonido musical, y que tiene una
significación psicológica profunda por su poder de asociación.
El timbre es un elemento no rítmico y puramente sensual,, que produce en el oyente
una impresión agradable y no intelectual, y no estimula mecanismos defensivos.
Podemos observar esto en el efecto de ciertas piezas de Chopin o de Debussy, mediante
las notas más graves de la flauta o el sonido de la celesta. El efecto sensual del timbre
ha sido considerado en algunas épocas benéfico o dañino, en general en el terreno ético.
Por ejemplo sabemos que Aristóteles SB refiere que en Atenas en cierta época algunos
instrumentos antiguos tales como las dulcímeras o salterios eran rechazados porque
parecían simplemente hacer cosquillas en los oídos del auditorio.
En la sociedad primitiva, y por el carácter imitativo, el timbre del tono expresaba una
individualidad, y era asociado con el principio mágico de Iso. La voz humana o el
instrumento musical imitaban sonidos particulares con el propósito de propiciar o de
tener poder sobre el dueño de ese sonido, vivo o muerto. Muchos de estos sonidos
naturales llegaron a ser esquemas musicales organizados, pero conservaron su color
tonal, como podemos comprobarlo en los tambores africanos que hablan. Aun hoy muchos
instrumentos musicales
S7 David McReynolds, en The Beots9 ed. por Seymour Krim, U. S. A. Fawcett Publications Ltd.,
a diez meses por silbar, golpear con los pies en el suelo y romper muebles durante un
gran concierto heat. Estamos muy lejos de las inofensivas matracas postuladas por
Aristóteles para los jovenci- tos destructivos.
SEGUNDA PARTE
El individuo
Las respuestas a la música, que llegan primbro desde un estímulo perceptual son tanto
fisiológicas como psicológicas. Su interacción se traduce en un efecto general relacionado
con la combinación de los diversos elementos musicales presentes en una misma pieza;
por ejemplo, cuando la melodía y el color, o el ritmo y la agudeza van juntos. La misma
melodía ejecutada sobre diferentes instrumentos o a diferente altura -—en distinta, tona-
lidad— puede provocar reacciones diferentes y aun algunas veces de tipo opuesto.
Según Combarieu, la música ha sido en todos
los tiempos un medio ofensivo o defensivo, t'm moda para provocar un estado patológico,
a veces de naturaleza, contagiosa, o estimo destinada a poner remedio a un trastorno, a
calmar al paciente o a devolverlo a la normalidad.
Ya Iremos visto que la música puede inducir
estados mórbidos y excitarlos ........... o" relajarlos: un hecho
que a menudo encontramos en la vida de los profetas. Elíseo dijo: “Traedme ahora un
trovador." Y ocurría que cuando el músico ejecutaba, la mano del Señor se posaba sobre
él5
.Las respuestas psicológicas a una experiencia musical dependen de la capacidad del
oyente o del ejecutante para comunicarse o identificarse con ella. Esto no depende
necesariamente de la calidad de la música ni del nivel de la ejecución, La fantasía, las
asociaciones o la autoexpresión encontradas en la música provienen de lo que ya existe
en el individuo: tenemos que descubrirlo
y suele sernos revelado por la propia experiencia.
L^música antúa ....... .sobre, los .páyeles del ello, del yo
yt del superyó. Es. capaz de despertar o expresar instintos _piúmitivos y aun ayudar a
que se manifiesten; puede contribuir .a afirmar el yo; liberar o dominar las emociones al
mismo tiempo: dar un sentido de finalidad al oyente o al ejecutante; puede ‘ sublimar
algunas' emociones, satisfacer el deseo de perfección a través de experiencias estéticas y
espirituales muy nobles. La música puede expresar toda la gama de las experiencias del
hombre por su relación con los tres niveles de su personalidad.
Nuestro creciente conocimiento de la conducta humana y de su respuesta a ciertas
experiencias nos permite comprender mejor el sentido y el valor de sus respuestas a la
música, y aplicarlas terapéuticamente. Nos proponemos analizar los principales efectos
psicológicos de la música sobre el individuo, que pueden dar origen a la comunicación, la
identificación, la asociación, la fantasía, la expresión personal y el conocimiento de sí
mismo.
La comunicación
Se ha dicho con frecuencia que “la música es un medio _de comunicación”. En esta simple
verdad reside el inmenso valor terapéutico de la música, pues la enfermedad es el
resultado de una brecha en las comunicaciones.
El hombre es un animal gregario; necesita de la presencia de otros para satisfacer sus
necesidades físicas y psicológicas; no ha nacido para vivir aislado. Además, la
supervivencia y el desarrollo han dependido siempre de la percepción sensorial y de la
inteligencia, que le permiten integrarse en el mundo que lo rodea.
Lo trágico de la enfermedad es que desencadena siempre aislamiento o inseguridad:
perjudica los contactos y las relaciones normales con el medio Muchos de los procesos
perceptivos, mentales y emocionales por los cuales el hombre se comunica con el mundo,
son deformados por la enfermedad de la mente o del cuerpo.
Ya hemos visto cómo la música ha ayudado al hombre, desde los tiempos primitivos,
a identificarse con su medio y a comprender las fuerzas que actúan a su alrededor y
dentro de sí.
Siempre, y aun sin proponérselo, el hombre que imitó e interpretó los sonidos que oía
llegó a ser parte de un mundo de sonidos al cual atribuyó gradualmente una significación
real o simbólica Esto es igualmente aplicable al hombre primitivo que vivía en la selva,
y al pianista moderno que esta frente a su teclado. Aun cuando los sonidos han llegado a
ser organizados y puramente simbó- Heos, conservan algo de • una experiencia realista
no musical. Los efectos sonoros inesperados pueden ser inquietantes en la música, lo
mismo que en un bosque cerrado el rumor de ruidos crecientes puede llegar a ser tan
irresistible como una inundación.
! La música expresa sentimientos que surgen de una situación y a menudo no es
imitativa. Beethoven, de su cuadro ele la tempestad —por muy realista que suene— dijo
explícitamente que no procuró imitar sino expresar las sensaciones que había
experimentado durante la tormenta. El oyente, a su vez, puede experimentar las mismas
sensaciones; Aristóteles nos da un análisis sagaz de los procesos que podemos relacionar
con el principio mágico de Iso respecto de que “1o- semejante actúa* sobre lo semejante^.
“Además, cuando el hombre oye sus imitaciones aun desprovistas de ritmo y palabras,
se ve llevado a la simpatía. . . El ritmo y la melodía proporcionan imitaciones del afecto
y la ira, del valor y la templanza, y además cualidades opuestas a ellas, así como las
propias del carácter, que difieren poco de las reales, como todos sabemos por experiencia;
porque el alma se emociona al
oírlas. La predisposición a sentir placer o dolor ante una imagen no dista mucho de lo
sentido ante la realidad'".6
En este caso los hechos reales son los propios sentimientos del compositor y sus ideas.
Si el oyente no las ha experimentado nunca, o sí están expresadas en un idioma que le
es extraño, no se comunicará, o adoptará su propia interpretación sobre la base de sus
experiencias personales.
Este proceso tiene lugar, en mayor o menor grado, en toda experiencia musical, tanto
sobre el ejecutante como sobre el oyente. En el pasaje que liemos citado, Aristóteles
señala que el hábito debe ser adquirido; esto es lo que hoy denominamos
"'condicionamiento^.
La función con la cual está asociada la música suele ayudar a condicionar al oyente a
un estado anímico particular, que puede ser receptivo o adverso. Este condicionamiento
ocurre a veces de pronto, o a través de una lenta habituación. Así es también la respuesta,
lentamente a,dquirida, a la sonoridad del órgano, asociada con la iglesia y con los
sentimientos religiosos. Por otra parte, en la historia de Farinelli7 las respuestas del rey
a la música fueron inmediatas y reforzadas con reiteraciones cotidianas.
El hombre se identifica con la música a la cual puede dar su propia interpretación.
También puede identificarse con el compositor, si la música nos habla del compositor
como hombree Schumann describe sus tendencias esquizofrénicas en los retra-
A o f oexpresión
La música que tiene el poder de evocar, asociar e integrar, es por esa razón un recurso
excepcional de autoexpresión y de liberación emocional. Su- zan Langer, quien ha
estudiado los efectos de la música, admite sus poderes, pero no está de acuerdo en que la
liberación emocional sea la función primaria de la música, aun cuando, como ella dice:
“usamos la música para extraer nuestras experiencias subjetivas y para restablecer
nuestro equilibrio personal”.
La función primaria no es necesariamente la más importante: cabe creer que las
funciones más tras- c en dances de la música de hoy son dar al hombre no a salí cía
emocional mediante una experiencia ascética adaptada a su nivel oe inteligencia y de
educación.
"Una emoción es lo que nos mueve, como su nombre lo indica5" dice Hacliield. Procede
de una acumulación de energía anterior a. la descarga, La emoción es una reacción
dinámica a ciertas experiencias y necesita una salida, pues la inhibición y la represión
están entre las fuentes principales de los desórdenes mentales. Además, las emociones
se hacen conscientes sólo cuando lian tomado forma mediante algiin recurso de
autoexpresión.
La móisica puede satisfacer las necesidades señaladas en estas notas. Como medio
de autoexpre- sión trae a la conciencia emociones profundamente asentadas, y
proporciona la vía de descarga necesaria; función que la música lia cumplido desde tiem-
po inmemorial Los griegos llamaban “purgas de las emociones” al efecto catártico que
alguna música tiene sobre el oyente cuando lo devuelve a un estado armónico.
Schneider, hablando de un pasado aun más lejano, sugiere que "da mrisica es el
asiento ele fuerzas o espíritus secretos evocables con la canción para dar al hombre
poderes mucho más grandes que el suyo propio, o que le permiten redescubrir su yo
interior'5.
Hoy, como siempre, las fuerzas secretas de la música pueden contribuir a revelar y a
despertar
mucho de lo que permanece inexpresada o duerme en el hombre. A veces lo ayuda a
descubrir en sí mismo un sentimiento de belleza, una inesperada aptitud, o aun una
nostalgia. Aaron Copland sugiere que ¿<la gran música despierta en nosotros reacciones
de un Orden espiritual que ya existían en nosotros pero esperaban ser suscitadas7'.
Si la música puede ayudar al oyente a explorar y a descubrir su yo interior mediante
un proceso psicológico profundo, las actividades musicales pueden auxiliar al ejecutante
para que adquiera o desarrolle el conocimiento de sí mismo; el conocimiento de los otros
a través de varios medios adaptados a su personalidad. Cualquiera sea su capacidad de
ejecutante, se desenvuelve en un mundo de acción positiva, donde tiene que enfrentar a
una competencia. Tiene que adquirir algunos medios técnicos de expresión, obedecer
leyes musicales, desarrollar relaciones personales sanas, conducirse en una forma social
aceptable. JLo que se le pide, aunque es poco, puede ayudarlo a descubrirse a sí mismo
y a los demás. Hacer música es una experiencia compartida que no puede ser
desarrollada ni disfrutada sin el conocimiento de sí mismo y sin la aptitud de
comunicarse. Esta afirmación nos conduce a examinar la influencia de la música sobre
el grupo.
El grupo
Si la música tiene el poder de afectar el estado de ánimo y las emociones del individuo,
ejerce también una singular influencia sobre el grupo. Esta característica es
especialmente interesante ante los métodos modernos empleados en la terapia de grupo.
La salud mental depende en grado sumo del equilibrio entre la subordinación a una
comunidad y la libertad de expresión individual.
La falta de capacidad para adecuarse a la sociedad y para encontrar medios
individuales de autoex- presión es- uno de los síntomas principales de perturbaciones
mentales. El valor de la música en este caso es proveer de una válvula emocional dentro
del grupo.
La música es la más social de todas las artes, lo cual ha sido experiencia común en
todos los tiempos. Como parte de una función social ha afectado al hombre comprometido
con ella, ya como partícipe, ya como espectador. En sí misma es una poderosa influencia
integradora hacia cualquier función a la cual se suma o aporta un sentimiento de orden,
de tiempo y de continuidad. Además, los sonidos que penetran dentro del grupo pueden
ser percibidos por todos, aunque nada sea visto. El resultado es que la música afecta a
cada, uno del grupo que se encuentra al alcance del sonido.
El instinto gregario está siempre presente en el grupo, y los efectos de una
experiencia musical son contagiosos. El grupo reacciona a la música lo mismo que él
individuo. Ciertas músicas provocan en el grupo una conducta armónica y ordenada;
otras inducen a una falta de dominio general y al desorden.
Con mucha frecuencia la música no expresa los sentimientos del individuo sino un
sentimiento
ele i grupo En la sociedad primitiva, como lo sugie ~s £c”rio., i a música expíese íor nenia
mi en ten tn bales y en algún s e r A a fue la voz de una conciencia común/- Así ha venido
ocurriendo a través de los tiempos y en todas las partes del mundo. La música lia sido' y
sigue siendo la expresión simbólica de una cultura o de una civilización, o del modo de
vivir de un grupo. Aún hoy la. música, especialmente la música folklórica puede dar al
hombre el sentimiento, quizá nostálgico, de pertenecer a un grupo étnico de hoy o del
pasado. Un himno nacional es un símbolo que pertenece a todos los miembros de un
grupo nacional, cualquiera sea su raza, su credo o su condición política dentro del grupo.
La música, por ser un lenguaje sin palabras, tiene también carácter internacional.
Ha ayudado al hombre a participar y a comunicarse con otros grupos, aunque
pertenecieran a otras comunidades geográficas. A pesar de la distancia y del idioma, el
hombre ha usado la música como un medio de comunicación con un mundo más amplio,
con grupos alejados y con sus epopeyas. Desde Homero hasta los Minnesingers, desde los
trovadores y los juglares hasta el moderno cuarteto de cuerdas, pasando por el canto
heroico, la balada, o la ejecución radiotelefónica, los músicos han^ayudado al hombre a
conocer hechos y cosas de otros hombres. Así la humanidad ha podido construir poco a
poco una herencia musical común a muchos pueblos y a muchas generaciones, lo que al
mismo tiempo enlaza lo pasado con lo presente.
_i a ?m i sica na expresado 1 es se nLimiem c s del
grupo es r eren de Ja r*oinunidad, eu la cual ios
sur: com partían les mísm os as ti±aros o los
participa- .otes
mismos intereses, Por ejemplo, ciertos ricos curad- “/os primitivos abarcaban a la tribu
encera, que se reunía alrededor de la cabaña del enfermo, y cantaba y tocaba a veces
durante días y noches incansablemente.
La música empleada en reuniones religiosas, estatales o sociales suele afectar o
reflejar el estado de ánimo de tocio el grupo. En los tiempos de Grecia o de Roma, lo
mismo que hoy, diversas clases de festivales musicales reunían a aficionados a la música
y a otros, cualquiera fuera su condición social. El hecho de que la afición a la música
derribara barreras sociales ha siclo y sigue siendo importante por la influencia que ejerce
sobre la sociedad.
La música permite una libertad de expresión individual dentro del grupo, y podernos
sacar en conclusión que tal grupo es un medio ideal para la psicoterapia.
La música establece relaciones personales múltiples entre todos sus miembros,
ejecutantes, oyentes y la música misma. Cada miembro del grupo tiene que aceptar una
disciplina común en obsequio • de algo más importante que cualquiera de ellos: es decir,
la música. Deben comportarse de manera aceptable musical y socialmente. Han de
tolerarse, sentirse libres de criticar y de ser criticados. Además, el grupo musical en el
cual cada uno desempeña una parte, como compositor, oyente o ejecutante, según su
aptitud, responde al deseo fundamental del hombre de ser necesitado y aceptado por sus
semejantes.'
1 4. Respuesta? físicas a la música
Observaciones y determinaciones
-1 Therapeutic Notes (Music and Medicine). Londres, Publ. Park, Davis &: Co., 1962, N9 4.
las vibraciones musicales sobre la piel, y observar reflejos papilares involuntarios durante
una experiencia musical. Los cambios en la resistencia eléctrica de la piel, debido a la música,
han sido determinados con electrodos que registran en un galvanómetro las reacciones
del oyente. Podolsky y Winold 28 coinciden en que la música puede influir la
conductividad eléctrica del cuerpo humano, tal como lo manifiestan aquellos reflejos.
Ciertos elementos musicales ya analizados afectan de manera definida nuestro
sistema nervioso. Los sonidos graves o agudos producen un efecto correspondiente sobre
la tensión nerviosa o el relajamiento, no siempre vinculados con el carácter general de la
música. La percepción de los contrastes abruptos, de ásperas disonancias inesperadas,
requieren un ajuste rápido de nuestro aparato auditivo que^quizá no reaccione con la
rapidez necesaria. La velocidad o el volumen exagerado pueden sobreestimular los
nervios y aun producir un estado de dolor físico.
En casos extremos tales como la epilepsia, puede haber una relación entre la música
y la descarga nerviosa que ocurre durante un ataque. Hans H. R.eese ha realizado una
serie de observaciones sobre pacientes epilépticos y ha formulado estas conclusiones: “No
conocemos la naturaleza de la irritación ni cuál sea la característica desagradable del
sonido que excita descargas corticales profun-
das en algunos epilépticos, ccn otados accesos convulsivos . . ida epilepsia rcousisogénica es
un -carmi
no que indica que la asociación entre los estímulos musicales y los ataques epilépticos es
estrecha, y que los accesos epilépticos son precipitados solamente con una música
específicamente imitativa. . . Con muy raros los casos de epilepsia musicogé- nicah Formula la
conclusión de diversos casos descriptos con estas palabras: ícSi este concepto es correcto la
epilepsia musicogéníca debe ser contemplada como una forma muy integrada de epilepsia
refleja debida a irritación sensorial, más bien que como un ejemplo de precipitación psíquica del
acceso".
El impacto emocional de la música, por débil que sea, puede provocar ciertas respuestas
fisiológicas involuntarias, tales como cambios en el ritmo o la regularidad de la circulanfón
sanguínea, o el proceso,, respjtatprio,-..ya en la antigua Alejandría un médico famoso había
advertido ciertos efectos de la música sobre sus pulsaciones. Otro médico, P. J. Buchoz,
escribió en 1769 un sesudo libro acerca de su método original de reconocer el pulso de sus
pacientes con música.25 El compositor Grétry hizo algunos experimentos sobre sí mismo
acerca de estas reacciones a la música.
Los aparatos científicos pueden medir la actividad cardíaca y respiratoria; en
consecuencia algunos médicos han podido observar el efecto de música elegida, sobre el
ritmo respiratorio o del corazón. E. Podolsky26, Douglas Ellis y Gilbert
25 E. Ashworth Underwood, Apollo and Terpsichore, Bul- letin of the History of
Medicine, vol. XXI, N9 5, septiembre- octubre 1947, págs. 639-73.
2G E. Podolsky, Effects of Music on tbe Hearth, págs. 155-7.
Brighozve -T han realizado cirmxzas eapesisncias acere? ele loe cambios en el ramo cardíaco
producidos por la música. SI corazón es un órgano cuyas funciones son profundamente
afectadas por factores emocionales: factores nada fáciles de medir.
Los esquemas ele ritmos y secuencias musicales están muy estrechamente ligados a ciertas
funciones físicas. Hay en la música, lo mismo que en cualquier organismo viviente, una
alternancia perceptible de tensión y relajamiento, de actividad y de descanso, que existen aun
en las vibraciones de un sonido simple.
Los esquemas rítmicos y las líneas melódicas de la música corresponden estrechamente a
características similares del organismo humano: no
sólo reflejan la vida emocional o intelectual, descripta por Aristóteles como imitaciones o
semejanzas. SuzandLanger28 ha descripto perfectamente esta semejanza entre la música y
el ritmo humano físico y mental, cuando escribió que:
L . . hay ciertos aspectos de la llamada vida interior —ya sea física o mental— que
tienen propiedades formales similares a la de la música: esquemas de movimiento y de
reposo, de tensión y de descanso, de acuerdo y de desacuerdo, de preparación, de
satisfacción, de excitación, cambios repentinos, etc. . /ó
La correlación entre el ritmo musical y el innato del cuerpo ha sido señalado por muchos
autores. Alfred Einstein sugiere que Ha práctica de la música entre los pueblos
primitivos muestra un movimiento ininterrumpido entre dos extremos opuestos: la
excitación y el reposo”.29
Thayer Gastón es más positivo cuando ve en la música un medio de generar fuerza
física. Ha hecho un amplio estudio de los factores dinámicos de la música, especialmente
del ritmo ‘"que estimula la acción muscular e induce actos corporales. Ciertas danzas
primitivas, tales como las danzas guerreras africanas, alientan y producen energía
física”.30
La participación emocionaj/dio siempre es necesaria para que la mrisica afecte o
ayude a alguna actividad puramente física. Esto ocurre, por ejemplo, en acróbatas de
circo o en gimnastas. Los esquemas rítmicos combinados con una melodía; es decir, una
serie de movimientos en sonidos, han sido en todos los tiempos un modo de aliviar la
fatiga física. .Desde tiempo inmemorial la música lia acompañado a las tareas físicas
pesadas en la vida de esclavos, convictos, marineros, y muchos otros. Aun una simple
línea melódica puede contener en sí misma suficiente dinamismo para ser aplicada al
ejercicio físico. Sabemos que en la antigua Grecia Amo o varios ejecutantes de aulos o
flauta había entre la servidumbre de cada ‘palestra’. Su función era dar ritmo a todos los
ejercicios físicos, no sólo a los gimnásticos sino también al lanzamiento del disco o de la
jabalina, y a otros juegos”.31
Alíred Einstein, Short History of Music, pág. 2. [Hay versión castellana: Historia de la
música. Buenos Aires, Claridad, 1965.]
3 0 Thayer Gastón, Music Educators Journal, febrero-marzo 1951.
•n R. Flaceliere, La vie Quotidisnne en Grece du Temps de Pendes, París, Hachette, pág.
133. [Hay versión caste-
Cantar o tocar un instrumento requiere un esfuerzo físico en el ejecutante, a veces exigente.
Sus efectos sobre el ejecutante pueden ser probados,, medidos y fiscalizados por el médico.
Siempre se atribuyó al canto un efecto benefi-
cíosoCsbbre""las“funciones"respiratorias y digestivas, y probablemente afecte toda la
salud física del hombre. Puede ser un tratamiento en sí mismo.
El organismo humano puede ser considerado como UÁ instrumento resonante, lo mismo
que como un instrumento rítmico, sensible a la música. Los instrumentos musicales que
ha inventado el hombre son en esencia una prolongación de su propio cuerpo, y
manejados por sus impulsos físicos.
El cuerpo y el instrumento no son entes separados: se complementan. Esta
característica
permite al ejecutante identificarse físicamente con su instrumento mediante un contacto
perceptual indispensable para crear una respuesta emocional. Cualquiera sea la
motivación emocional que lo acompañe el canto o la ejecución de un instrumento musical
es un proceso físico. Requiere la aplicación de un dominio muscular y motor, y una apre-
ciación espacial. Aun en los niveles inferiores requiere alguna percepción auditiva y táctil
sin la cual ho constituye una válvula de descarga emocional.
Los efectos fisiológicos de la música sobre el oyente o sobre el ejecutante son
mensurables, aun cuando estén presentes algunos factores emocionales. Sería
lamentable que dejáramos pasar o llana: La vida cotidiana en Grecia en el siglo de Feríeles.
Buenos Aires, Hachette, 1967.]
LA PRACTICA Da LA MUSI-COTS^APIA
intj oduccl 6n
La musicoterapia lia llegado a ser una terapia auxiliar y un remedio más o menos
reconocido. Hoy cierto número de médicos, psicólogos, educadores y músicos toman
interés en este tema. Algunos de ellos han realizado investigaciones valiosas
especialmente en los Estados Unidos, donde la musicoterapia es una profesión con un
adiestramiento y un status reconocido. A pesar de ser originales e interesantes, muchos
' de estos experimentos no han sido proseguidos hasta su aplicación clínica. Por ejemplo,
la excelente investigación realizada por el Dr. Schneider, acerca de la respuesta contraria
de pacientes espásticos y atetoides al ritmo y a la melodía, no parece haber
sido continuada, ni aplicados sus resultados. Lo mismo cabe decir del estudio emprendido
por Sommer acerca de ciertas percepciones auditivas distorsionadas que ha observado
en esquizofrénicos, aunque investigaciones ulteriores hayan tenido alguna aplicación en
el diagnóstico médico de la enfermedad o en su tratamiento.
Algunos datos son descuidados en muchos casos. Hay hospitales donde la historia
musical del paciente no es tomada en cuenta en el momento de la admisión, aunque ese
antecedente es vital para la aplicación de la musicoterapia.
Parece haber necesidad de integración entre los diversos aspectos del tema, y falta
ele comunicación entre sus múltiples exponentes. Es indispensable más conexión para
que la musicoterapia llegue a ser un tema real o aun una disciplina en sí misma.
En este libro intentamos una síntesis del material copioso pero disperso que
conocemos. Este intento se basa sobre nuestra experiencia personal en muchos campos
de la musicoterapia o en nuestro propio conocimiento de la labor de muchos otros
exponentes.
Esta síntesis acaso no sea tan completa como quisiéramos, pero esperamos que nos
siga un libro más completo en este tema, y otros que puedan llenar los claros que dejamos
en nuestro estudio de la escena contemporánea.
Nuestra síntesis procura incluir la aplicación, el estudio y las experiencias realizadas
recientemente en diferentes países, no sólo por médicos y psi-
cólogos sino también por músicos muy experimentados, que cuentan con la comprensión
psicológica y médica necesaria: personas cuya actitud y trabajos son de 1a. mejor calidad.
Si algunas de sus opiniones parecen encontradas esto no invalida, el valor de sus
investigaciones.
Ortodoncia
Muchos textos antiguos nos dicen que Alcibíades y Athenea rechazaron la flauta porque
desfiguraba su expresión. Los expertos nos dicen hoy que tocar instrumentos de viento
puede ser una ayuda a la ortodoncia, y aun mejorar el aspecto de personas que sufren
alguna mal formación de la boca. Dos especialistas de Cleveland, un cirujano dentista y
un trompetista, han hecho un estudio conjunto del valor terapéutico de los instrumentos
de viento, es decir cuándo el tratamiento requiere refortalecer los músculos de los labios
y de la boca. Afirman que “cuando el paciente tiene un labio superior corto e hipotónico,
un labio inferior flojo, y una lengua que tiende a salir, la trompeta fortalece los labios y
restringe la acción de la lengua a una zona bien definida. . /’ Agrega también que “la
respiración honda y regular requerida para tocar la trompeta mejora la función
respiratoria”.
Wilhelmina Harbert ha clescripto un caso difícil
para el cual usó la dinámica de la producción vocal. El diagnóstico médico indicaba
parálisis de los músculos de la garganta; trombosis de la arteria cerebral derecha;
hemiparesis de los músculos extrínsecos faríngeos; las cuerdas vocales estaban intactas.
El paciente era un hombre joven; carecía de historia musical y no cantaba, pero no se
oponía a ello. Su estado físico era deplorable. Sólo se comunicaba mediante jadeos
aspirantes; carecía de apoyo muscular abdominal para la respiración, tenía dificultad
para tragar saliva.
El terapeuta a quien el paciente había sido confiado por su médico empleaba diversos
medios para ayudar a la emisión vocal, que seguían un ritmo muy gradual: una armónica
para ganar dominio de la inspiración y de la espiración del aliento; ejercicios con las
vocales, consonantes y palabras emitidas en diferente altura, y en diferente nota;
ejercicios rotativos de la cabeza y del cuello con la música, seguido por otros movimientos
físicos, también con música, tales como caminar o dar palmadas.
La capacidad vocal del paciente mejoró gradualmente en dominio altura y ritmo.
Comenzó por ser capaz de leer con la música frases habladas de extensión cada vez
mayor. Después de un año de tratamiento gradual su dominio vocal, la articulación y la
inflexión de la voz fueron satisfactorias. El timbre era áspero y con una resonancia nasal,
pectoral y de la garganta, pero su actitud para hablar había vuelto, y había adquirido
cierta habilidad para cantar. Durante el proceso recuperó estabilidad y confianza en sí
mismo.
El canto ha sido siempre reccaoojtt como beneficioso ele ciertas funciones
fisiológicas tales como respirar, y usa remedio en el caso de sus perturba- clones ,
Muchas de las primeras observaciones formuladas por los médicos acerca del valor del
canto estaban referidas a sus efectos fisiológicos sobre el cantante» Richard Browne 15
ya había recomendado el canto en caso de enfermedades respiratorias, pero con alguna
discriminación, lo cual parece muy lógico» Su iniciativa no ha sido seguida por los
médicos modernos» Pero algunos músicos, especialmente maestros de canto, han
observado el buen efecto de cantar sobre el estado físico ele algunos de sus discípulos y
aun los han estudiado bajo fiscalización médica»
En Inglaterra y en • otros países donde florece la música coral, muchos educadores
interesados en la salud de alumnos disminuidos postulan el canto como un medio
terapéutico contra ciertas afecciones físicas. En un trabajo relativo al niño atrasado, J.
P. B. Dobbs habla de algunos de los trastornos físicos crónicos que muchos de estos niños
padecen; es decir afecciones adenoides y catarrales que perturban la respiración y el
sentido del oído. Observa que “la respiración de los niños infradota- dos es a menudo de
corto aliento y mal administrada . . . La salud general mejora como resultado de un
adiestramiento sistemático regular de Ja respiración profunda y el dominio de la respira-
• ción requerida por el canto55.
La cica precederte se refiere rolo a los procesos fisiológicos concernidos en el canco e
¡a ejecución de un instrumento musical, y no al impacto emocional ae la actividad musical
sobre ei paciente. Quizá, sin ir tan lejos como a las emociones, debemos aceptar que el
uso de un instrumento musical no puede ser enteramente mecánico. El teclado de un
piano, aun considerado como un medio de terapia física, tiene un sentido diferente del de
una máquina de escribir; los ejercicios con la música pierden su aridez y adquieren un
significado aun cuando no sea.11 más que ejercicios físicos, y no pretendan llegar a ser un
medio de autoex- presión.
El apoyo que la música da a una actividad puramente física ya lo hemos visto. La
mayor parte de los fisioterapeutas convienen en que la nióisi- ca que acompaña a los
ejercicios permite que se desempeñen mejor y durante más tiempo los pacientes con
menos aptitudes musicales. El ritmo musical estimula la acción corporal; alivia la fatiga
física tanto del oyente como del ejecutante. Aun cuando la música ejecutada durante los
ejercicios físicos es insignificante desde el punto de vista de la estética musical, tiene
forma, una continuidad armónica y melódica temporal, elementos que le asignan cierto
sentido a los movimientos repetidos e inexpresivos.
Este efecto de la música es observable cuando acompaña la repetición de ciertos sonidos
que de otra manera podrían parecer estáticos y producir aburrimiento, fatiga o
desatención. Los sonidos verbales parecen moverse con la música sobre una secuencia
de acorde que se desenvuelve musicalmente hacia una conclusión lógica. Algunos músi-
eos han usado esta técnica como una ayuda en el tratamiento de defectos de la palabra.
En un sentido estrictamente médico la palabra terapia debe ser usada sólo en relación
a los tratamientos curativos de una enfermedad. Cabe preguntarse si el término admite
aplicación cuando el paciente no es curable, o cuando su dolencia no es una. enfermedad.
A menudo no hay rehabilitación, pero la habilitación o el medio aplicado son com-
pensatorios, si bien no remedian.
Cuando los incurables padecen de , desajustes emocionales o sociales, la música
puede ofrecer medios terapéuticos únicos, que describiremos en el capítulo siguiente.
Pero antes de analizar el efecto psicológico de la música sobre personas que sufren de
una dolencia sensoria, tales como la ceguera o la sordera, podemos observar su valor en
el desarrollo de medios de compensación. Los medios compensatorios usados en la
educación correctora de estos pacientes no afectan su dolencia, pero les ofrece otras vías
de cultura. Este aspecto podría estar fuera del campo de este libro y ya lo hemos
desarrollado en otra oportunidad extensamente.
Al nivel estrictamente sensorial el uso de la música puede ayudar al ciego a desandar
ja_ percejr^ eión auditiva y le enseña a confiar en su poder de oír secuencias de sonidos.
Además, el empleo de la música en su adiestramiento físico acaso le ayude a desarrollar
el sentido espacial de que carece.
Para los sordos, la música puede ser físicamente terapéutica, pues corrige ciertos
defectos fisioló-
gicos debidos a esa dolencia. El niño sordo carece de ritmo corporal, que se desarrolla con
el oído. Los niños normales asimilan los ritmos naturalmente a través de los diversos
ruidos que los rodean desde el nacimiento. Instintivamente los oye como esquemas
rítmicos a los cuales su cuerpo responde, un hecho aplicable a todos los movimientos
físicos, incluso los relativos al habla. El niño sordo, que no tiene conciencia de un ritmo
físico interior, puede caminar o hablar de un modo caótico. Ludin nos dice que el ritmo
“debe ser correlativo con algunos mecanismos internos para que la impresión del ritmo
surja”.
El hecho de que algunos métodos modernos de enseñar a los sordos incluya música
parece paradójico; pero en este caso la música se reduce a formas simples de vibraciones
rítmicas. El niño la percibe por canales nerviosos diferentes de los auditivos: a través de
su piel y de sus huesos. Las vibraciones del sonido pueden ser transmitidas al niño a
través de cuerpos resonantes tales como el piso de madera sobre el cual baila, o el parche
del tambor que toca o el costado del piano sobre el cual se apoya. Así logra aprehender
las vibraciones, sentir y memorizar sus esquemas rítmicos. Aprende cómo aplicarlos en
su habla, lo mismo que en sus movimientos físicos, aun en la danza. Este método, que
estimulá la salud del cuerpo y de la mente, ha sido aplicado en Inglaterra y en otros
países durante algún tiempo. Los especialistas lo recomiendan médicamente en este país
y en otros tales como Holanda.
Aunque es necesuíc ;/ pcvbie, su alguna medida estimas el valor de la música sis si
S aianueatc de trastornos físicos, y ya sea que lo considéremes un remedio, una
terapéutica o un medio compensa cono, los efectos de la música nunca paran allí: una
experiencia musical integra a la totalidad del individuo, y en una operación abarca su
cuerpo, su mente y sus emociones,
Recreo y terapia
Las aplicaciones de la música más evidentes y más fáciles en la terapia son las
recreativas. Admitimos que muchos especialistas no consideran a la recreación una
verdadera terapia, aunque sus resultados son beneficiosos. Los resultados terapéuticos
de la música recreativa dependen de la habilidad del musicoterapeuta, y de la magnitud
y de la naturaleza del grupo cuyo común denominador hay que establecer. En un grupo
grande el uso generalizado de música puede disminuir sus efectos sobre el individuo. J
Es oportuno mencionar aquí queda musicotera- pia no debe ser considerada como una
especie de terapia ocupacional. Ambas son creativas y recreativas , pero aun cuando
algunos de sus principios de aplicación parecen similares, la musicoterapia actúa
fundamentalmente sobre efectos y sobre respues
tas a’ sonido, y sobre rodo aquello que participa de la experiencia musical Las des
terapias pueden ser complementarias una de otra, pero se aplican sobre diferentes
concepciones. Hemos visco no nace mucho a una terapeuta ocupacional que procuraba
comunicarse con un niño ciego muy gravemente retardado. Ponía en las manos de éste
pequeños instrumentos musicales fáciles de manejar, ayudaba al niño a palpar y a
explorar su forma. Sólo después hacía que pulsara las cuerdas del salterio y golpeara los
címbalos. El tono que producía era débil Por tratarse de una terapeuta ocupacional,
interesada principalmente en la forma y en la factura de los objetos, era normal que
intentara despertar conciencia en el niño por el tacto de los instrumentos antes de
hacerle tomar conciencia del sonido.
Un musicoterapeuta hubiera trabajado en sentido inverso. Hubiera procurado
comunicarse primero a través de un sonido resonante pleno, y luego hacerlo tocar el
instrumento que había producido el sonido. La comunicación se habría, establecido a
través de la percepción auditiva del niño, reforzada por el tacto.
El grupo
La música empleada como recreo suele consistir en actividades que abarcan grupos de
diferente magnitud, desde dos a gran número de oyentes o de ejecutantes. Suele ser
iriye.sLt.ible la tentación de médica o educati
va, de payccjaiai;. el nrimero_ inás _ gránele _ posible, especialmente en música. Ésto es
un _error, pues los resultados ^beneficiosos que podemos esperar al trabajar con un
grujpo inferior a quince personas s.e..^.diluye tanto en un grupo más grande que la
actividad puede no pasar de ser un modo agradable de emplear el tiempo. El terapeuta
puede perder la oportunidad de observar y de seguir la conducta individuar y los
progresos de los cuales depende el trabajo ulterior. Esta situación es .aun más deplorable,
pon. ..pacientes esquivos, a quien hay que dar oportunidad de integrarse a un grupo lo
más rápídó" posible y que 'pueden durante algún tiempo sentirse aislados o ansiosos en
un grupo grande, donde se les presta muy poca atención.
Además el mus ico t erapeu t a que' trabaja con" un grupo grande de pacientes
quedará, exhausto en su físico... y. en , -sus--nervios' pues debe proyectar su personalidad
y procurar establecer una .comunicación con cada uno. Eternos observado con frecuencia
esta situación cuando el musicoterapeu- ta toca algún instrumento o conduce a un grupo
de pacientes apáticos, retraídos, agitados o distraídos, ya sean adultos o niños. En este
caso muchos terapeutas prefieren emplear música grabada, y mantenerse dentro de ún
nivel de pasatiempo general.
Algunas instituciones organizan un programa completo de musicoterapia, que
incluye actividades de recreo educacionales y sociales y también terapia individual, cada
una de las cuales persigue resultados específicos. El extinto Dr. Mitchell expresó su
opinión acerca de la música recreativa, sobre la base de experiencia de varios años con
música en el Warlingham Parle Mental Hospital:
“La i mí sica c o m o distracción, recreo o medio educativo, estuvo, al principio en primer
p l a n o . . , Como muchos han observado, los programas mixtos eran muy apreciados y
producían efectos benéficos temporarios sobre el ánimo. . . Quisiéramos destacai; .que
.estas foranas . de....acercamiento pueden ^difícilmente . ser _ llamadas ...
.musicoterapia específica.”
El recreo es en esencia gn. .modo ele pasar el tiempo en forma ociosa y agradable, .y
que no nos compromete con obligaciones o esfuerzos, que no sean aceptados
voluntariamente. En este capítulo nos proponemos usar la palabra recreo en el sentido
estrictamente limitado de un placer espontáneo y no crítico del momento, que no supone
ningún esfuerzo hacia la adquisición o el adelanto de la capacidad musical y que no se
proyecta hacia lo futuro. Esta definición tan estrecha como arbitraria es apenas
aceptable, pero nos . ayudará a seguir las etapas ,-por ,las..muales- la recreación puede
tiansfor3narse...gi>adualiuente en terapia, y contribuir así a iin tratamiento médico.
Ésto ocurre cuando la música llega a ser un medio de autoexpre- sión, cuando se aplica
al dominio de la conducta, y cuando conduce al conocimiento de sí mismo y al
conocimiento de los demás,
Én un programa recreativo la música os una fuente de gozo consciente para el oyente
y para el ejecutante. Este proceso nada tiene que ver con el efecto de la música de fondo,
que prosigue mientras estamos ocupados en otras cosas. La música de fondo actúa por
debajo del nivel de la conciencia; cumple una función diferente que ser en sí misma un
pasatiempo agradable.
Ya hemos visto que dos efectos de la música han ¿;ido siempre vinculaacc a su
función y han dependido de las condiciones t a j o las cuales se la emplea. La música
utilizada como recreo aun en un plañe terapéutico puede crear o transformar- una
atmósfera, por ejemplo en una sala de hospital, alegrada al momento por alguna forma
de actividad. musical, tai como canto, rnúsLa de instrumentos, bailes o la audición de
música viva.
Equipo música!
Sin embargo, el ambiente físico puede exaltar, malograr o distorsionar el carácter de una
experiencia
musical El medio puede crear una atmósfera de intimidad o de prestigio, de formalidad
o de confianza, que no son mía ayuda o un estorbo al efecto terapéutico.
La acústica desempeña también un papel importante en los resultados: hemos
visitado hace poco un nuevo centro para espásticos donde el cuarto de juego era un
edificio de cemento tan resonante que los niños quedaban ensordecidos por la jnúsica,
por más suave que fuera la ejecución.
El uso de medios mecánicos para registrar o amplificar las ejecuciones de los
pacientes tiene un profundo efecto psicológico sobre ellos. El sonido de sus propias voces
registrado o magnificado es un gran aguijón de sus egos.
Aun con adultos o con niños que no parecen poseer discriminación ni habilidad
musical, el material empleado en la musicoterapia debe ser de primera calidad, por
razones musicales y psicológicas. El sonido actúa sobre los nervios que pueden ser más
sensibles en ciertos estados de tensión o irritabilidad. Los instrumentos han de estar afi
nados, y en el mismo tono para pro cine ir too sonido- armonioso y agradable, Las
cueras magnetofónicas y los oliscos que producen sonidos ásperos o ruidosos pueden
producir probablemente respuestas ruidosas y ásperas. Son aceptables cuando buscamos
precisamente tales respuestas.
Una buena biblioteca musical, de música escrita y de registros, bien elegida para su
empleo musical y terapéutico, variada, adaptable y actual, es indispensable para el
musicoterapeuta; un adecuado salón de música, buenos instrumentos y aparatos
mecánicos: todo ello constituye su instru
mental básico. Esos elementos deben ser tan buenos como el instrumental empleado en
cualquier otra terapia. La calidad de los equipos reflejan la actitud de la administración
que es responsable de este tratamiento.
El presupuesto de un departamento de música debe estar bien equilibrado para dar
lo esencial, incluso lo más importante: la remuneración del
terapeuta. Con mucha frecuencia hay dinero para elementos costosos y el factor humano
vital es olvidado, situación que hemos visto en muchas instituciones.
El tipo de música recreativa empleada depende de los elementos disponibles y de
otros factores, aunque últimamente los resultados dependen de la forma en que el
musicoterapeuta se hace cargo de la situación. Las actividades musicales, pueden ser
desarrolladas en diversos medios, en las salas de hospital, en una sala de música
especial, o aun en el jardín. Parece que los mejores resultados se obtienen cuando la falta
de formalidad y el mínimo de disciplina crean una atmósfera de naturalidad. Los
asientos dispuestos libremente en un círculo o en un semicírculo parecen mucho menos
rígidos y formales que arreglados en filas rectas. El instrumentó musical que produce
música viva o la música grabada contribuyen mejor a la integración del grupo cuando se
la coloca en el centro del círculo; sirve como punto foQftl unitivo. Puede aun brindar al
pequeño grupo una sensación hogareña en la situación que semeja la unión - de la._ tribu
alrededor del fuego comunal que de-ha. dado vicia.
Las sesiones musicales más beneficiosas son las que tienen piezas cortas y variadas
para evitar la impresión de monotonía y para combatir contra el aburrimiento o la. fatiga
que padecen muchos pacientes de hospital. Los grupos no selectos suelen ser poco
discriminadores.
La mayor parte de los oyentes prefiere música de armonías simples, con tonadas
pegadizas que puedan recordar, pasajes vocales operísticos, etc. También pueden
disfrutar de música evocativa o sensual que crea una atmósfera general y logra provocar
la fantasía.
El terapeuta experimentado no planea de antemano el programa, sino que procura
captar la modalidad del grupo desde el comienzo y elige música que refleje esa
modalidad. De este modo llega a los oyentes al momento y, si lo desea, puede conducirlo
desde un estado de ánimo hacia otros sentimientos.
Oír música puede llevar a algunos pacientes a desear una forma más activa de
participación, Podemos advertir que algunos de ellos comienzan a marcar el compás
espontáneamente o a susurrar la tonada. Nuestra propia experiencia nos dice que las
mejores actividades musicales desarrollables en términos puramente recreativos son el
canto o los movimientos al compás de la música. Esto puede ser emprendido en el nivel
real y los participantes no necesitan hacer esfuerzo. Muchos pacientes en algún momento
han cantado en la escuela, en la comunidad o en la iglesia, y conocen algunas melodías,
Aunque no tengan mucha voz, aun los pacientes tímidos intentarán susurrar en un grupo
vocal que brinda un sentimiento de protección.
Los cantos improvisados, las canciones populares, pero no los himnos, demuestran
ser el mejor repertorio para el canto espontáneo e informal, y para el cual no se requiere
leer música. Este tipo de actividad musical es inestimable en un club social psiquiátrico
cuyos miembros vienen y van y a menudo no pueden o no quieren hacer un esfuerzo. La
concurrencia flotante hace muy difícil cualquier programa organizado para lo futuro. Los
recién venidos pueden ser aceptados tal como son, cuando ingresan ai grupo y cantan con
ellos.
Los bailes, o mejor los movimientos con música, tan espontáneamente como ocurren,
pueden ser meramente recreativos. No requieren esfuerzo improvisador. Lo mismo
ocurre con ciertos instrumentos rudimentarios que no requieren aprendizaje; ambos
recursos pueden ser disfrutados al mismo tiempo.
Esta forma de entretenimiento espontáneo y no dirigido es empleado en muchos
hospitales con adultos y con niños que padecen trastornos mentales o emocionales. Con
los pacientes que tienen afecciones físicas no es siempre fácil trabajar espontáneamente,
y el uso de instrumentos se debe supervisar para cada individuo. El movimiento con
música, sin ningún paso establecido, gradualmente, puede llegar a ser un medio de
autoexpresión a
veces inc ous civ ' ce. - l g i - ; r d e los pacivii í - rs r¡ne ] s o d e J i r. s oosem a r
e n i a s i i u s ti: a c i o n es sa g i11 v1 ] c e s s e jian posesionado pero permanecen solos,
oíros encontraron un medio de comunicación con a l g u i e n del otro sexo. En amibos casos
el recreo condujo a. una experiencia más profunda y llegó a ser terapéutico. El
musicoterapeuta que observa y sigue estos desarrollos puede ayudarlos a evolucionar en
beneficio del paciente.
El goce espontáneo que no requiere esfuerzo m discriminación es del gusto de aquellos
pacientes cuya mente ha perdido o no ha tenido nunca el poder de criticar o de
discriminar. En general estos son casos geriátricos o infradotados. Tales pacientes no son
curables, la senilidad y el retardo grave no tienen remedio, aunque los tratamientos
psiquiátricos pueden ayudar a los neuróticos o los perturbados. El uso de música simple
con ellos puede ser lo que marque la diferencia en su felicidad cotidiana o bienestar. El
placer y el goce obvio que experimentan en las actividades musicales de su nivel son una
buena recompensa para el musicoterapeuta. El goce musical ayuda a estimular la mente,
revive viejos recuerdos y activa el cuerpo. Ilumina con una chispa breve una vida triste,
sin esperanzas y gris. Muchos de estos pacientes tienen muy poca estimación propia.
Levantarse y cantar por placer simplemente puede darles, aunque sólo sea en un
momento, un sentido ele dignidad, pues participan en una actividad ni material ni
utilitaria.
Si el uso de la música puramente recreativo es inofensivo, el musicoterapeuta debe
administrar con cuidado cualquier reacción más profunda que las de mero
entretenimiento. Sea cuales fueren
aun de reivindicación, si podemos persuadirlos de hacer un esfuerzo hacia un fin
especifico. Este esfuerzo supone un compromiso personal aunque breve o temporario. El
paciente debe experimentar una sensación de triunfo inmediato o posible, Cualquiera
sea su enfermedad, el paciente es siempre una persona disminuida cuyo interés y aten-
ción son difíciles de sostener. El musícoterapeu- ta debe encontrar la forma de provocar
y de renovar la motivación de vida a través de medios musicales que aunque no ortodoxos
puedan dar buenos resultados.
pasa de ana reiamcu cíe ano a uno con su muiré al vi-jJG'i con i- sano!¡-a mmecti? n,
luego con ja escuela y por úlurnc ccn grupos más grandes.
Lm musicocerapm. brincia roedlos simules de pro o egui J.el desarrollo gradual cuando
es neoesauio con niños tanto como con adultos. Un individuo puede estar preparado
musicalmente para cantar o para tocar instrumentos con otros, pero no estar preparado
psicológicamente para actuar en un grupo. Jo i musicoterapeuta debe trabajar primero
con él individualmente, y .ayudarlo a afirmarse con la música en una relación de uno a
uno, tal como la de madre e hijo, hasta que esté preparado para participar en un grupo
pequeño de oyentes o de ejecutantes. Esta técnica, es emplead.a con buen éxito en la
Menninger Foundation, donde el paso gradual de la terapia individual a la terapia de
grupo es proscripta por el médico. El proceso es factible por el hecho de que este hospital
sostiene un buen número de grupos musicales terapéuticos de diversa magnitud, desde
duetos hasta una orquesta completa de veinte o más ejecutantes. Por ejemplo, un
paciente clasificado por su 'médico primero para tornar lecciones particulares de
clarinete puede ser promovido cuando se le receta pasar a un pequeño grupo de
instrumentos de madera que integrará finalmente la orquesta.
1ó1
ele la institución., cualquiera sea el número ele los miembros que tornan parte en su
actividad. Este pequeño número pertenece a la institución; aporta un sentimiento de
vicia, de goce humano al club. La mayor parte de los miembros del club lo considera un
atributo de la organización. Además el grupo musical puede contribuir a muchas de las
otras actividades del club.
El grupo de oyentes
En un grupo de pacientes que oyen música —no música de fondo— podemos observar
reacciones similares a las del grupo de ejecutantes, siempre que puedan prestar buena
atención. Cada uno de los miembros comparte una experiencia común, aunque su
interpretación intima de la música es puramente subjetiva. El grupo no debe ser dema-
siado grande para no perder intimidad, y para permitir la relación interpersonal. Pero
ha de ser lo bastante grande para estimular el contagio del grupo. Nuestra experiencia
es que un grupo ele diez a veinticinco oyentes es en la mayor parte de los casos razonable
para un enfoque terapéutico.
El ánimo del grupo es un fenómeno definido. Todos los maestros saben que deben
enfrentar cada día una clase cuyo ánimo general es influido por factores imponderables.
Un fenómeno similar ocurre en cualquier número de pacientes y suele ser más marcado
que entre la gente normal. El ánimo del grupo es percibido inmediatamente por cualquier
persona sensible a tal influencia. La mu-
sicoterapeuta que enfrenta al grupo puede comunicarse con él más rápidamente si
comienza por improvisar en el piano algo espontáneo que refleje el ánimo del grupo en
lugar de tocar una pieza compuesta. Además, las piezas desconocidas provocan
reacciones más profundas que las muy conocidas.
El propósito de las sesiones musicales durante las cuales se toca música viva por la
musicoterapeu- ta o grabaciones si la música viva no es posible, procura integrar a cada
miembro al grupo, y construir así una memoria colectiva de sentimientos y de hechos
que vinculan a los miembros; crear relaciones interpersonales basadas sobre una ex-
periencia emocional común; centralizar la atención general sobre cierto número de
percepciones visuales y auditivas combinadas.
La música puede despertar sentimientos colectivos tales como curiosidad, placer,
satisfacción, descargas emocionales o entusiasmo. Aun un silencio cargado de
significación entre las piezas o una larga pausa en la música es un potente medio no
verbal de unir al grupo, y puede tener muy buen éxito si es bien administrado, pues se
aplica a sentimientos comunes de expectación. Podemos observar algunas reacciones
difundidas entre el grupo, que a veces llegan a constituir verdadera comunión de
sentimiento. Algunas reacciones no pueden ocurrir fuera del grupo, tal como los casos
siguientes que ya hemos citado en otra parte:
“Fuimos invitados a dar un concierto en un hogar residencial psiquiátrico para
muchachos adolescentes, todos muy perturbados, agresivos, delincuentes sagaces: el
tipo que se asocia libremente sólo con fines destructivos.
'"Ofrecimos un programa de música viva en el violoncelo a tres grupos diferentes de
quince a veinte muchachos cada uno. Veinte era el máximo posible, y existía gran peligro
de encontrar en cada grupo caudillos que pudieran interrumpir.
”No pedimos disciplina: solamente interés, que fue intenso desde el principio en una
experiencia para los muchachos totalmente nueva e inesperada. Los tratamos como a.
cualquier auditorio inteligente y sensible, al que respetábamos y con quien
compartíamos nuestro placer en la música. Cada rostro del auditorio llevaba las marcas
de profundas preocupaciones y parecía como si nada bueno o feliz pudiera ocurrir jamás.
Los muchachos se dieron a descubrir una experiencia que podía ser estimulante sin
tensión, en un mundo donde era fácil no sublevarse. El programa fue concebido para
apelar a la inteligencia y a la imaginación, y le permitía poner de manifiesto algún conoci-
miento. Pudimos conducirlo con sentido del humor: a veces raro en muchachos
desconfiados y
susceptibles. Del principio al fin cada uno de los grupos demostró atención, interés y
entusiasmo.
"Tocos días después del concierto algunos muchachos preguntaron al psiquiatra si
podían formar un club musical en el hogar. Este pedido muy inesperado era una prueba
de que la experiencia musical había satisfecho una necesidad de emoción, y que un grupo
musical podía ayudarlos en actividades creativas y constructivas."" 28
En este caso —y podíamos citar también muchos otros— el musicoterapeuta no asume
la función de un psicoterapeuta. Esto escapa a su campo;
Psicoterapia de grupo
Siempre que existe tal colaboración el grupo musical es una situación reconfortante para
la psicoterapia de grupo, La música puede provocar fácilmente la verbalización, algunas
veces en forma simple como una respuesta instintiva al sonido, Esto es observable en
salas de hospital y otros lugares provistos con música de fondo, Pero algunos
experimentos han demostrado que si es estimulada la música de fondo aumenta la
verbaliza- ción del grupo de pacientes y que la música laxa tiene un efecto opuesto.
En un nivel más consciente, la música puede ser un medio proyectivo, crea un estado
emocional donde el paciente está pronto, a revelar sus problemas, sus obsesiones y sus
inhibiciones, y a afrontarlos dentro del grupo. El paciente quizá procure describir
libremente las emociones, las sensaciones o las imágenes que la música evoca en él, que
son como en todos los oyentes una consecuencia de las experiencias pasadas. Además, la
discusión de la música misma puede incluir al compositor como hombre, su
personalidad, su vida emocional o sexual y los problemas que enfrenta. De esta
manera la música y sus facetas múltiples acaso ayuden a descargar cuestiones
reprimidas que serán luego analizadas e interpretadas abiertamente por el
psicoterapeuta.
Los griegos en forma simple habían ya descubierto lo que el extinto Dr. Sidney
MitchelJ afirmó en 1948: que la música podía ser una forma de psicoterapia de
grupo. El diferenció prudencia entre el empleo de la música recreativa y la terapéutica,
y realizó experimentos valiosos en lo que llamaba “music oterapia específica". En el
Warlin- gham Parle Hospital hizo que sus pacientes asistieran a sesiones de música viva
seguida de debate. Ha descripto algunas de sus experiencias, interrumpidas
lamentablemente por su prematura muerte,
“Un grupo consistía en igual número de maníacos depresivos y de esquizofrénicos
aproximadamente con algunos neuróticos y psicópatas. Los pacientes eran de uno y otro
sexo y consistían en adultos jóvenes y de edad mediana. . . La asistencia media a las
sesiones era de alrededor de una docena. Habíamos descubierto que era mejor restringir
el número a este máximo para acrecentar la conversación libre y la armonía del grupo.
Las sesiones han venido sucediéndose a razón de una hora por semana con algunas
reuniones ocasionales extraordinarias.
"Deseábamos observar hasta dónde podían ser experimentadas en común, tanto
positiva como negativamente, las emociones despertadas. Alentamos la autoexpresión,
la autoeomprensión y la mejora de la relación interpersonal, incluso la relación médico-
paciente. Estos propósitos fueron favoreci
dos por debates y también algunas veces interpretando a los pacientes sus propias
reacciones eemocionales".3(J
El Dr. Mitchell empleó música viva; otros psiquiatras prefieren música grabada por
razones prácticas, y también porque puede ser un factor permanente de investigación
sobre el tema, pero el Dr. Donald Blair nos previene que Da forma en que la música es
presentada al paciente tiene la mayor importancia, y que es allí donde se requiere la
experiencia del musicoterapeuta".
Muchos psiquiatras han estudiado el efecto de diferentes tipos de música sobre el
grupo. Mitchell observó que lo que él llama ÍCmúsica contemporánea seria",
probablemente menos conocida que la clásica o la popular, ayuda a los paciente inhibidos
a traer a la conciencia emociones reprimidas. Esta observación es en cierta medida,
confirmada por Newnham, quien dice que Da música desconocida tiene más valor para
estimular la fantasía y la proyección". Mitchell encuentra que la músi
ca romántica no ayuda a la integración del grupo, pues estimula asociaciones personales
y crea tensión. Newnham al tratar sil grupo sobre líneas fren- dianas, ha observado que
si la tensión es desencadenada por material reprimido que llega a la superficie Da
interpretación y el ajuste subsiguiente conducen a la disolución del conflicto y libera de
tensión". Mitchell, que ensayó con los más
variados tipos de música, encontró que la clásica parece ayudar a la cohesión del grupo,
pues despierta un sentido de seguridad; la música tradicional y las canciones folklóricas
son por mucho "el medio más efectivo de reunir a las personas y de integrar el grupo, por
su relación profundamente asentada y cósmico".
Al final de este capítulo mencionaremos una experiencia con música en cura de sueño
de pacientes mentales. El tratamiento tiene un parecido sorprendente con las antiguas
curas de sueño de grupos en Epídauro, donde los pacientes dormían juntos en grandes
cámaras y los sueños eran parte de la cura, una vez interpretados por el sacerdote.
Lamentablemente para nosotros aunque quizá haya ocurrido, no sabemos si la música y
los encantamientos proseguían mientras los pacientes estaban dormidos.
La experiencia realizada en 1958 en el hospital psiquiátrico francés de Bonneval tuvo
como base los efectos de la música en un método de cura colectiva con siete pacientes que
dormían en la misma sala. Se suponía que la situación del grupo era esencial para el
tratamiento, y que era favorable la existencia de sueños que acaso no ocurrieran de otro
modo.
La música grabada especialmente fue tocada antes y durante el sueño. Se descubrió
que el estímulo musical tenía alguna influencia sobre el advenimiento de sueños. Estos
revelaban ciertos estados de ansiedad, euforia, erotismo, culpa, miedo y otros, en
apariencia relacionados con el carácter de la música, y merecieron interpretación
psicológica.
No sabemos sí la situación de estar agrupados influyó sobre la reacción individual
en la experiencia. Estas reacciones serán analizadas juntamente con otras de tipo
similar en el capítulo siguiente.
El individuo
*J:i Recopilado \“>or W. \V. Rnppcrrthal, op. cit., áfT, 1954, págs. 53 a 58.
Esta experiencia tiene interés excepcional pues los resultados se debieron a la
conciencia por parte de la paciente de un proceso emocional que pudo dominar durante
"'las horas de audición”. Era una persona de extremada sensibilidad musical,
evidentemente, pero nada de lo que dijo en su largo texto indica que fuera educada
musicalmente. No cita compositor alguno ni estilo de música. Jar concentración y el
poder de atención fueron lo bastante buenos para que pudiera seguir conscientemente la
evolución de sus relaciones con la música.
Ea desaparición de las defensas es uno de los efectos ele la música más generalmente
aceptado en la psicoterapia. La música puede llegar a ser un puente entre la realidad y
el mundo irreal en el cual el paciente se aísla o busca .refugio.
Al quebrar las defensas, la música puede ayudar a descubrir actitudes inconscientes
o revelar recuerdos o pensamientos escondidos en el subconsciente. Este proceso no
requiere necesariamente música catártica. Hacer u oír música puede mitigar de manera
agradable, o penetrar en lo que ha sido llamado los secretos reductos del alma. Contrario
al efecto ele la música clásica estructurada, el Dr. Sidney Mitchell ha observado que la
música impresionista, esto es música ele un carácter sensual, fluido, permite al oyente
abandonarse más fácilmente y le da más oportunidades de que las ideas de los niveles
más profundos salgan a la superficie.41
liemos observado que la condición sensual, no emocional y onírica, de la música es lo
que penetra sin provocar la resistencia del paciente a mú-
sicas más potentes. Además la música sensual y melódica tiene un efecto de
relajamiento físico, y ayuda a la relajación. No tiene sobre el oyente reclamos emocionales
ni dinámicos.
La música es una experiencia estética no verbal. No contiene implicaciones morales
que puedan crear resistencia, y ningún sentido ele pecado, cualesquiera sean i as cosas
que estas palabras puedan sugerir. Sin embargo, su asociación puede evocar enfermedad,
recuerdos desagradables de celos, con gran capacidad de comprensión por el terapeuta.
Esto ocurrió en el ca.so de un niño cuyo padre estaba en la prisión. Martín, un muchacho
profundamente desajustado, internado en un hogar para niños con perturbaciones
emocionales, se rebelaba contra todos y era incapaz de manifestarse. Una tarde, antes
de irse a dormir, oyó más o menos conscientemente una ejecución grabada de la “Sinfonía
Antártica”, trágica y desolada de Vaughan Williams. Al despertar había abandonado
toda su resistencia y comenzó a sollozar, y a decir que la música le recordaba a su padre
preso por otros ocho años. Toda su pena y su humillación aparecieron en la superficie, y
así pudieron ser captadas por el terapeuta. Finalmente fue ayudado a establecer
contactos con la vida y recuperó su paz interior.45
Muchos psiquiatras y médicos son muy claros acerca del conocimiento psicológico y la
capacidad que el musicoterapeuta debe tener: maneja una herramienta poderosa y ya no
puede trabajar por tanteo; ese tiempo ha pasado. Además, su trabajo debe ser
complementario del tratamiento, y debe
45 T. Alvin, Music for the Handiccrpped Child, págs. 97-98 (elc F. Knighr).
comprender Jas causas y la naturaleza de la en 1 -erra-redad.
Las sesiones individua]es de musieoterapia requieren la totalidad de lo que ei
musicoterapeuta puede ofrecer.
En un grupo musical el paciente se siente en algún modo protegido por el grupo; puede
ser más o menos anónimo y le parece estar menos expuesto. Musicalmente se lo puede
tomar a su propio nivel en la medida que se comporta de manera socialmente aceptable.
En las sesiones individuales, aun los músico terapeutas más indulgentes tienen
exigencias con el paciente que debe tocar, aprender u oír música. En el proceso el
terapeuta lo ayuda a evaluarse a sí mismo, a acrecentar su propio conocimiento y a
adoptar una actitud más saludable hacia sus problemas. El paciente suele encontrar en
la música algunos problemas relacionados con sus dificultades personales, que el musi-
coterapeuta puede explotar con buen éxito según las instrucciones del médico. Una
musicoterapeuta inglesa ha expresado su opinión en un trabajo lleno de sabiduría y
experiencia: £CCon pacientes
Terapia individual
CASO I
CASO III
Individual Psycho- therapy, International Journal of Social Psychiatry, vol. VII, N9 1, 1961, págs.
54-64.
rnumcarss ha cía muy difícil el cracamirirco psicc- lógico. _b a música fue tomacLc como un
une en o de comunicación no verbal al principio, pues era impersonal; rocada en grabaciones
y no ejecutada por el terapeuta. El propósito de la sesión musical era condicionarlo para el
tratamiento psicológico que seguí a in m e d lata rn ente.
Algunos pacientes que tienen dificultad para responder a la psicoterapia por una
depresión muy acentuada, o por ansiedad extrema, asisten a una sesión musical de treinta
minutos que precede inmediatamente a la hora de psicoterapia. La técnica es adaptada a
las necesidades individuales del paciente. Una paciente tenía diagnóstico de reacción
depresiva; tendencias suicidas y pobreza de contactos interpersonales. Su dificultad de
establecer relaciones sociales partía de su creencia de que no tenía nada de valor que
ofrecer a nadie en una situación social. Fue remitida por el psicólogo por una ansiedad
intensa y por su incapacidad de comunicación espontánea durante la psicoterapia.
Durante los primeros tres meses de sesiones psicoterápicas oyó discos semiclásicos. El
musicoterapeuta no hizo ningóm intento de comunicarse verbalmente sobre una base
impersonal con la paciente. Un comentario ocasional sobre la belleza de la música y el
efecto de descanso que producía sobre sí mismo fue introducido por el terapeuta en los
momentos apropiados. Los registros tocados en la cuarta sesión fueron los que eligió la
paciente, y la capacidad de la música para suavizar y descargar a la oyente se mantuvo
con los tópicos de conversación que abarcaron también otros temas impersonales. En la
sesión siguiente la paciente expresó el deseo de aprender a tocar el piano. Comenzaron
las lecciones. El psicólogo informó resultados positivos sobre una base aprio- rística.52
Hasta aquí hemos clescripto musieoterapia individual como un proceso lento y
gradual. Pero no siempre ha sirio así. En realidad tenemos muchas referencias del
mundo antiguo acerca de efectos catárticos inmediatos de la música, lo que Aristóteles
llamó purga de las emociones. "'Cuando hablaba de esa manera —dice Sir David Ross—
probablemente se refería al alivio de pasiones excesivas, lo que los psicoanalistas de hoy
llaman ab-reaeciónC 03
La tarea de limar emociones fuertes con la mus- sica puede ser observada en muchos
pacientes donde sentimientos reprimidos requieren una descarga, en niños como en
adultos. Una de nuestras pacientes, una mujer perturbada y agitada, solía llegarse
repentinamente hasta el piano de vez en cuando, sentarse sin una palabra, y correr sus
manos sobre el teclado de un extremo al otro, golpeando violentamente lo que ella
llamaba la historia de su vida. Era una serie de explosiones mal dominadas que paraban
repentinamente y eran quizá el cuadro veraz de su vida perturbada.
I.,a ab-reacción puede tomar otra forma cuando bajo la influencia y el apoyo de la
música el paciente actúa sin sus problemas íntimos. En un grupo de niños sumamente
perturbados, para quienes estábamos tocando música, observamos un muchachito muy
chico, retraído, malhumorado y
r’^ T. Gormad, Bulletín of N. A. M. T.? vol. XI, N9 3, ::ept. 1962, págs. 7-12.
r'p> 13. Ross, Arista tic, Londres, T\ le timen & Co. Ltd., págs. 283-284.
tenso. Tocamos una canción de cuna durante la cual de los niños hamacaban un bebe
imaginario. Aquel niño hizo de pronto el gesto de estrangular al bebe y arrojarlo al suelo.
Luego miró con timidez a su alrededor para ver si alguien lo había visto. Era la primera
vez que mostraba esos sentimientos escondidos.
Cuando el niño o el adulto sienten la necesidad de representar una historia larga y
penosa reprimida en el- subconsciente, el sonido inmaterial, evasivo, no verbal y continuo
de la música puede prestar el apoyo y ayudar a que el paciente represente la experiencia
hasta el final. Es posible lograr esto cuando el terapeuta improvisa en la música de fondo
con una modalidad y tiempo adecuados, y sigue los movimientos del paciente sin
imponerle ni sugerirle cosa alguna a través de la música o de la palabra. El paciente
puede entonces recorrer la secuencia completa como lo hizo una niñi- ta en medio de
niños gravemente desajustados. El terapeuta improvisaba música y daba algunos
incentivos para desplazarse, y una sensación protectora. La niñita daba vueltas
musitando algo para sí, se imaginaba en un bosque oscuro a la luz de la luna en busca
de alguna cosa desconocida. Miraba bajo las hojas, encontró una muñeca y comenzó a
comerla. Es dudoso que hubiera llegado a esa experiencia sin el auxilio de la música.04
En los dos últimos, como en muchos otros casos similares, las emociones suprimidas
o reprimidas de tipo indeseable fueron liberadas en una explosión violenta. El método
psicoterapéutico de despertar esas emociones no puede ser emplea- do con seguridad sin
dar al paciente algunos medios de apoyo necesario que le permitan dominar sus efectos
y traerlo definitivamente a la conciencia. Una vez que la música ha producido tal efecto,
‘el psiquiatra debe hacerse cargo de los resultados.
El efecto traumático ele una experiencia musical puede producir resultados
permanentes. Estos no deben ser confundidos con el efecto ele un cambio de modalidad
que aunque rápido no es probable que perdure.
El hecho de que un estado de ánimo; creado pon la música "no sea duradero, no le
resta utilidad. En medicina, algunas drogas que producen resultados sólo temporarios
son valiosas para el tratamiento, y también lo es la música. Puede proporcionar un
respiro durante el cual sea posible aplicar el tratamiento médico.
La música puede ayudar al paciente a reaccionar mejor al trata-miento médico, por
ponerlo en una actitud más receptiva, librándolo ele la tensión si es tenso, estimulándolo
ai ..._es apático, dándole conciencia del medio que lo rodea si es retraído.
No toda la música produce el estado de ánimo esperado. Algunos pacientes son
alérgicos a ciertos sonidos; a otros la música les recuerda experiencias que destruyen el
efecto de ciertas piezas. Las idiosincrasias musicales de un paciente son observables,
pero no explicables. Por ejemplo, la música del siglo XVII suele darnos un estado de ánimo
de estabilidad y de reposo, aun cuando es estimulante o emocional. Uno de nuestros
pacientes nerviosos era llevado al borde de la desesperación cuando oía música del
período isabelino. Después de mucho tiempo reveló que le recordaba a un
maestro de escuela que detestaba, y que era apasionado por la música del siglo xviu
El hombre no pudo ser reconciliado con ella ni disociar los madrigales de los recuerdos
aborrecidos.
Cuando la música es empleada en íntima relación con la psicoterapia, la tarea del
musicote- rapeuta suele ser inducir el estilo- correcto del carácter y del tiempo, Los
factores que intervienen son variados y variables, pero hemos visto que la música tiene
infinitos resortes y flexibilidad. El Dr. Barnard ha observado en muchos casos el valor
psicofisiológico de la música sobre el talante y la conducta de algunos pacientes
hipoactivos o híperactivos, y cómo puede ayudar al paciente a hacer mejor uso de otras
terapias.
El Dr. Blair y otros en Inglaterra expresan la misma opinión, sobre la base de su
propia experiencia:
¿Dos psicoterapeutas encuentran que las sesiones de musicoterapia inmediatamente
6! Pág. 173.
a 1) situaciones placenteras optimistas; 2) sentimientos de ansiedad, imposibilidad o
vuelo, y 3) situaciones atribuladas y enigmas.
Jung fue más hábil que Freud para asignar sentido simbólico a la móisica en los
sueños. Uno de sus pacientes, una mujer, había descripto un sueño con música. En la
publicación norteamericana Spring, de partidarios de las teorías de Jung, leemos el
informe del análisis de Jung sobre aquel sueño.
“Yo procuraba tocar una música y todas las personas diferentes de mi familia
procuraban interrumpirme. Me encontraba en una terraza mirando hacia el mar, cuando
un judío rico de la mesa vecina comenzó a tocar también. La música que él tocaba era
tan hermosa que yo dejé de tocar un minuto para escucharlo,
“¿Tiene usted alguna idea de lo que este sueño significa? Es muy simple. ¿Qué es la
música? Por supuesto, es un sentímientd7“EIIa "es”irmy intelectual y tiene un
sentimiento de inferioridad muy grande, por eso es probable que encontremos la mayor
parte de sus sentimientos en el inconsciente. El sueño revela el problema. Tocar música
de aquel modo significa dar expresión a sus sentimientos, para compensar su actitud
principalmente intelectual. . .
TPero cuando trata de expresar sus pensamientos, usa sus pensamientos propios,
entonces se hace evidente que todos los miembros de su familia están contra éstos; insiste
en que a despecho de los miembros de su familia desea continuar tocan-
cío lo O ¡ J ; s en e rere na y un indio rico que toe; o mucho mejor que olla y oseo la
hace i emir,ciar. ¿Cómo es posible que estos sentimientos se desarrollen si ella no puede
usarlos?... Pero entonces ocurre algo sutil: la oposición de la familia no
la anula, pero sí el hecho de que alguien toque música mejor que ella. Eso la anula."
Unos pocos analistas están empleando ahora en forma práctica y directa la música en
sus tratamientos. El Dr. Teirich 03 y sus discípulos han experimentado con los efectos de
las vibraciones musicales sobre el paciente durante la psicoterapia. Las vibraciones son
transmitidas a través del diván sobre el cual el paciente descansa, y afectan su sistema
neuromuscular. Entendemos que esta técnica está vinculada con un tratamiento
psicológico especial llamado autógeno: una clase
de autohipnosis inducida por el propio paciente una vez que ha aprendido a hacerlo. El
paciente puede también oír la música, y esto refuerza el electo producido sobre el sistema
nervioso.
Las técnicas de psicoterapia musical combinadas con. la sugestión o la autosugestión
son practicadas en muchos países. Se las emplea en casos individuales de neurosis de
ansiedad, trastornos emocionales o depresión, por lo general no con pacientes psícóticos.
Estas técnicas están aliadas a los tratamientos autógenos de Schultz o Teirich, en los
cuales la música desempeña una parte muy importante. Algunas investigaciones
médicas recientes han avanzado en los métodos de relajamiento y de imisica, por ejemplo,
en el trabajo del Dr.
08 H. R. Teirich, On Thercipeutics through Miisic- and Vi- hrcvtions. Granesmier Blattcr, ecl.
La promoción de la musicoterapia
cíente que debía tomar una parte principal lo hace totalmente ineficaz, o cuando está
demasiado enfermo para asistir. Algunas veces, a menos que las sesiones musicales
estén especialmente impuestas, los pacientes suelen tener que asistir a otras terapias
de carácter más urgente, o realizar tareas de limpieza, y están por consiguiente
ausentes.
Tales situaciones son frecuentes en los clubes sociales psiquiátricos donde la
asistencia de los pacientes es voluntaria y totalmente impredecible. El terapeuta ha
de tener la habilidad de explorar fructíferamente toda situación inesperada, y nece-
sita rápida imaginación musical para adaptarse y adaptar sus técnicas.
En Gran Bretaña y en algunos otros países el musicoterapeuta es aun un
precursor, y su aceptación depende de diversas relaciones humanas. En toda
administración, desde el director hasta el obrero más modesto, la actitud del personal
influye sobre todas las actividades y en todos los niveles. El musicoterapeuta puede
encontrarse en una posición vulnerable; debe ganarse la buena voluntad de todos, los
que están por encima y los que están por debajo de él, para lograr buen éxito. Debe
ganar la cooperación del personal de enfermeras, la comprensión del personal de
médicos y ele otros terapeutas; acaso necesite la ayuda del personal doméstico, cuando
sus actividades requieren ciertos detalles prácticos. La misma situación existe en las
escuelas de recuperación, en los centros ele rehabilitación o adiestramiento, cuando
el musicoterapeuta tiene que hacerse apreciar y ganar un lugar para sí entre el
personal médico o docente, que quizá no conozca sus métodos terapéuticos o aún tenga
una actitud convencional hacia la música.
Conclusión
Cabe concluir que los verdaderos musicoterapeutas en cualquier país son por fuerza
raros, pero no nacen sino que se hacen con mucho conocimiento y experiencia adquirida.
J Dónale! Blair, Musió Therapy, Neto Society, 30 de enero de 1964, pág. 26.
- J. Alvin, op. cit.
Por fin el músico que debe tratar a un paciente es responsable del desarrollo de su
rnusicoterapia, corno un medio racional para combatir la enfermedad, de la mente y del
cuerpo, lucha que ya no es emprendida con una sola mano, sino que implica numerosas
y especializadas técnicas.
La música nacida del elemento primario que es el sonido, apresada por el hombre y
organizada por él, es hoy su sirviente, su benefactor y algunas veces su amo.
Las fuerzas espirituales"dinámicas y emocionales, y primitivas que la música integra
pueden servir al hombre de ■ hoy en la batalla del cuerpo y de la mente como lo han
hecho desde tiempo inmemorial.
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