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Seminario Mayor Nuestra Señora del Carmen

Introducción a la Teología
Elaborado por: Sebastián Martínez
Fecha: 05 de Junio de 2018
Informe de lectura
Título: Donum Veritatis, Sobre la vocación eclesial del teólogo

Jesucristo es quien otorga el don de la verdad que hace libres a los hombres de la
esclavitud producida por la ignorancia. Es una necesidad humana buscar la
verdad para orientar su existencia. La teología por estar al servicio de la doctrina,
es una exigencia a la cual la Iglesia no puede renunciar. En toda época la teología
es muy importante, sin embargo no está exenta de los riesgos, las crisis y las
tensiones.
La congregación para la doctrina de la fe quiere dirigirse a los obispos de la Iglesia
Católica y a los teólogos por medio de este documento, para iluminar la misión de
la teología en la Iglesia.

La verdad que Dios proporciona al hombre necesitado de ella, lo libera del


aislamiento y de las oposiciones, protegiendo así la unidad. El pueblo de Dios es
quien recibe específicamente este regalo con el compromiso de conservarla y
transmitirla. Es necesario que éste despierte o reavive constantemente su fe,
guiado por el Espíritu Santo.

Una de las vocaciones especiales es la del teólogo, quien debe lograr en unión
con el Magisterio, una comprensión más profunda de la Palabra de Dios. Las
verdades de fe deben comunicarse a los que aún no creen y dar razón lógica de
esto. Cuando alguien comienza a amar a Dios, entonces quiere comenzar a
reflexionar con fe y oración, y a profundizar en su conocimiento.

Ya que el objeto de la teología es la Verdad, el teólogo está llamado a mejorar su


vida de fe y a sumar la investigación científica y la oración. La teología debe
ayudarse del saber científico y crítico, relacionados con esta disciplina. El ejercicio
de la teología exige por parte del teólogo un esfuerzo espiritual de rectitud y de
santificación.

Es oportuno reconocer la validez de la razón humana para alcanzar la verdad,


pues por naturaleza está inclinada a buscarla y comprenderla.
La teología necesita también de unos elementos filosóficos, que expliquen un
conocimiento del hombre, del mundo y de Dios. Además de las ciencias históricas,
ya que la salvación divina ocurre dentro del tiempo humano.

La teología debe ser un servicio muy desinteresado, prestado a la comunidad de


los creyentes. Esta recibe su objeto de estudio por la revelación, y a la vez,
transmite e interpreta en fidelidad al Magisterio esta doctrina.

Quiso Dios que las verdades que había revelado para la salvación de los hombres,
se conservara íntegramente y se transmitiera fielmente por medio del Magisterio
vivo de la Iglesia, conformado por los sucesores de los apóstoles en comunión con
el Papa. Este Magisterio debe afirmar las verdades y protegerlas de las
desviaciones y extravíos, para garantizar una fe auténtica y genuina, tal como Dios
la quiere para su pueblo.

El Magisterio goza de infalibilidad en materia de fe y moral, gracias a la asistencia


del Espíritu Santo, quien quiere guiar a su Iglesia, por medio de los pastores.
Las estipulaciones de carácter disciplinar, aunque no estén directamente
referenciadas en la palabra de Dios, deben ser acogidas por la fe de los fieles. El
teólogo para ser fiel a su tarea, debe hacer propia la misión del Magisterio y
colaborar con él.

La teología y el Magisterio vivo de la Iglesia, aunque son distintos, tienen la misma


finalidad, la cual es conservar al pueblo de dios en la verdad, es decir, enseñar
auténticamente la doctrina revelada por Dios mismo. En cierto sentido el teólogo
participa en la misión del Magisterio. Este último posee toda la autoridad de
interpretar los datos revelados y dar a conocer el sentido verdadero de la
revelación.

El teólogo debe ser discreto no afirmando como norma el juicio de su conciencia


subjetiva, por respeto al pueblo de Dios y a la misión de la cual participa. Debe
estar disponible a acoger la enseñanza del Magisterio para guardar la unidad.

Existen algunos inconvenientes que pueden ocasionar daños a la comunión de la


Iglesia por causa del disenso de algunos teólogos, efectuado cuando se oponen al
Magisterio de la Iglesia públicamente, causando divisiones eclesiales muy
peligrosas y males espirituales. La libertad del acto de fe no justifica el derecho a
disentir de la doctrina verdadera. Finalmente la verdad misma se impondrá a los
hombres.

El Magisterio tiene toda la autoridad divina para retirar a un teólogo de su ejercicio,


para salvaguardar la unidad de la fe católica. El teólogo que no está de acuerdo
con el sentir de la Iglesia, contradice su compromiso de enseñar en nombre de la
Iglesia. Separarse de los sucesores de los apóstoles que guardan la revelación,
compromete la relación con Cristo. Todos los teólogos deben esforzarse en
proteger una unidad de doctrina, de vida y de culto en la Iglesia.

La Virgen María es modelo y ejemplo de adhesión de fe a la palabra de Dios


inmediatamente y sin vacilaciones.

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