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PROVINCIA DE BUENOS AIRES

DIRECCIÓN GENERAL DE CULTURA Y EDUCACIÓN


INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE Y TÉCNICA N°83

1° EVALUACIÓN DE PROCESO
INFORME PERIODO 1820-1850

MATERIA: HISTORIA ARGENTINA S XIX

CURSO: 3 GH

ALUMNO: FACUNDO RODRIGUEZ

PROFESORA: MABEL ESPÓSITO

FECHA: 14/7/2017
INTRODUCCIÓN

Muchas versiones e interpretaciones diversas suelen debatir sobre los


diferentes problemas u conflictos que retrasaron la organización del Estado
nacional post periodo de independencia. Luego de la proclamación de 1816, las
muchas batallas libradas en territorio argentino frente a las fuerzas coloniales
españolas habían dejado un gran número de caídos y territorios devastados.
Dichas consecuencias acrecentarían las diferencias entre Buenos Aires y el
interior que ya habían comenzado a notarse a principios del siglo XIX y
llegarían a su punto máximo en 1820.

Esta “rivalidad” tenía varias connotaciones para analizar pero solo tomaremos
en cuenta las políticas, económicas e ideológicas que se reflejaron en los
conflictos. Al repasar este periodo, muchos de las principales figuras políticas y
militares que observamos tienen similitudes en algunos aspectos pero algunos
sobresalieron más que otros como es sin duda el caso de Juan Manuel de
Rosas. La figura de Rosas como líder político y mayor representante del
federalismo marcaria para algunos liberales un “obstáculo” para la
conformación del estado e incluso después de su deceso, numerosos
académicos contemporáneos continuarían sosteniendo la posición altamente
negativa y tiránica de Rosas. En el ámbito económico, la naciente “industria”
del saladero y producción de materias primas tenían su punto de venta en
Buenos Aires y a pesar de que la burguesía existente se concentraba en el
ámbito urbano, poco a poco se desplazaría al ámbito rural conforme a las
necesidades del mercado.

DESARROLLO

Considerar que el conflicto “Bs. As vs interior” comenzó a partir de 1820 o por


la sola subida al poder de Juan Manuel de Rosas sería un error, ya que
comenzamos advirtiendo que este conflicto tenía sus raíces incluso antes de
1816 y si antes no había detonado se debía a la idea en común que mantenían
muchas de estas provincias en la lucha por la emancipación como objetivo
principal en aquel entonces o al menos era el primer paso hacia la construcción
de un Estado autónomo. Sin embargo el siguiente paso que debía dar el nuevo
gobierno era el de establecer instituciones y sancionar una constitución. El
detonante del comienzo de las guerras civiles fue justamente el primer intento
de una constitución en 1819, y la idea del centralismo se reflejaba de tal
manera en aquel intento que generó el rechazo de la nueva ideología
opositora, el federalismo. Ahora nos encontrábamos con una Buenos Aires
dispuesta a cumplir su objetivo de ser el centro del poder político, monopolizar
tanto el control de las rutas marítimas como la comercialización de materias
primas con Gran Bretaña como exclusivo comprador. Las luchas y los reclamos
de las provincias agrícolas que no tenían acceso al beneficio comercial de
Buenos Aires ya sea por desigualdad regional o por la falta de transporte,
sucedieron a las guerras como la Batalla de Cepeda que terminaría
momentáneamente con la idea de un gobierno central y traería consecuencias
como la aparición de las nuevas autonomías provinciales y la posterior
sucesión de gobernadores dentro de Buenos Aires tales como Martin
Rodríguez, Rivadavia, Dorrego y Lavalle. El conflicto no hallaba solución y cada
vez parecía ser más lejana la posibilidad de concretar el segundo paso hacia la
organización del Estado.

La llegada al poder de Rosas en 1829 no fue algo casual como tampoco lo fue
la formación de su figura. De origen rural, Rosas logró reunir gran cantidad de
seguidores mediante su vocación de líder para captar e interpretar las
necesidades de las personas y traducirlas de manera que las personas se
identifiquen con él. Esta descripción que hace Zorrilla sobre estos “líderes
carismáticos” se lo reconoce comúnmente con el nombre de caudillos, y su
origen, según el autor, es propio de una ausencia de poder o necesidad del
mismo que por aquel entonces no lograba encontrar en el modelo unitario. Los
famosos caudillos no eran propios del federalismo, encontrábamos figuras
representativas en ambos bandos como Bustos, Quiroga, Güemes, López, Paz
entre otros. El respectivo choque de ideologías conllevo a la conformación de
dos bloques: La liga Unitaria y la Federación. Durante los primeros años del
mandato rosista si bien hubo un pequeño crecimiento en la economía del litoral
todavía era demasiado grande los atributos con los que contaba Buenos Aires,
de echo antes de la conformación del Pacto federal hubo un debate entre
Corrientes y Buenos Aires sobre el proteccionismo y el liberalismo económico
debido a las características de algunas medidas que Rosas había tomado
como por ejemplo en la suba de los aranceles aduaneros. Había voces en
disidencia que desaconsejan que ocupemos un espacio en el intercambio
internacional. De acuerdo con estas opiniones, implicaría una fuerte
dependencia que podría perjudicarnos al necesitar exportar y, al mismo tiempo,
descuidar el desarrollo industrial. El modelo ganadero se vio acrecentado
mediante la adquisición de grandes extensiones de tierra en pocas manos,
consecuencia de la ley de enfiteusis e incluso las campañas realizadas por
Rosas en el desierto que introdujeron 2900 leguas cuadradas de tierra,
produciendo los denominados “latifundios” en un contexto de modelo de
producción extensivo y la aparición de una clase que apoyaba hasta cierta
medida al régimen rosista y se encontraría incorporada a la elite hegemónica
de la que al principio de época solo correspondía a los comerciantes, los
hacendados.

Las derivaciones del poder que realizaba Rosas hacia sus supuestos aliados
en Buenos Aires producían el descontento y la división de sus “seguidores” en
rosista liberales y rosista conservadores. Los reiterados reclamos de las
provincias del Litoral en cuanto a la repartición de ganancias y las criticas del
autoritario poder que tenía Rosas y a su supuesto desinterés por la
organización nacional generaban levantamientos internos como la conspiración
de Ramón Maza o el frustrado intento de ataque de Rivera y las fuerzas de
José Paz. Incluso conflictos externos como el bloqueo realizado por Francia en
1840, debido a la medida de Rosas de exigir la incorporación de los franceses
al ejército, trajo como consecuencia la critica y el posterior levantamiento de los
hacendados que vieron interrumpida la posibilidad de importar y exportar
productos.

Si bien ya para 1832 luego de un corto período de orden político y económico,


la Legislatura porteña había visto favorable volver a la legalidad y consideró
innecesario seguir otorgándole las facultades extraordinarias a Rosas, el
segundo gobierno de Rosas se caracterizó por el progresivo sometimiento y
subordinación del resto del país a su política de gobierno. Podría hablarse en
esta época de una estabilidad del modelo federalista en el territorio luego de las
intervenciones militares en alguna de las provincias del interior y el Litoral como
así también del cuidado de las relaciones con los países limítrofes con el fin de
no acrecentar los conflictos como el caso de Chile y la zona cuyana donde
residían detractores de Rosas. El crecimiento económico permitió diversificar
las actividades industriales y artesanales en la ciudad capital; no obstante, no
hubo desarrollo de industrias fuera de las ligadas a la producción rural:
saladeros, curtiembres y molinos. El estricto control que Rosas impuso (incluso
personalmente) a los gastos públicos, y su negativa a permitir emisiones de
papel moneda sin respaldo le permitieron a la provincia de Buenos Aires
mantener equilibradas sus finanzas, aún en los períodos en que éstas se vieron
afectadas por los bloqueos navales. La zona de mayor oposición seria
Montevideo ya que era el territorio de refugio para aquellos opositores unitarios
y luego de que el gobierno argentino rompiera relaciones con Brasil se divisaría
un escenario para contrarrestar el régimen rosista mediante la alianza de las
fuerzas del imperio Brasileño y las de Montevideo al mando de Urquiza que se
había opuesto a Rosas luego del cierre de los ríos y la aduana única en
Buenos Aires y que consideraba que ya se había prolongado demasiado el
tiempo para que se realizara una organización constitucional.

CONCLUSIÓN

Más allá de las diferencias evidentes (y en algunos casos más aparentes que
reales) entre los estilos de Rivadavia y Rosas, el período comprendido entre
1820 y 1850 tiene una serie de características en común. Tanto Rivadavia
como Rosas conservaron todo el poder para su provincia, y controlaron al
interior a través del comercio exterior y la política aduanera. Ambos
intervinieron militarmente en las provincias del interior en que consideraron que
la mera influencia no era suficiente para asegurar su dominio. Y ambos
rechazaron todo intento de institucionalizar el país cuando el predominio
porteño no estuviera asegurado. La apertura comercial no fue contestada
siquiera por la Ley de Aduanas de Rosas, que apenas intentó regular algunas
de las importaciones, sin cuestionar en absoluto la base agroexportadora. El
litoral experimentó un muy rápido crecimiento, con altibajos causados por la
situación política, el clima y los mercados, mientras el interior se convertía en
mero proveedor del litoral, sin proveer mercancías exportables. Tanto las
figuras federales como las unitarias se forman de manera dependiente una de
la otra. Este periodo ha sido considerado por la historiografía como un período
político y culturalmente estéril. Por su parte, los historiadores revisionistas
suelen considerar que fue un período en que se llevó a cabo un intento de
organización social y política autónoma, que se frustraría en el período
siguiente, el de la Organización Nacional. Es por eso que no queremos suponer
una historia de buenos y malos cuando analizamos, sobre todo si encontramos
elementos en común entre las dos posturas.

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