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Amó 9:11-15.
En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus
ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; para que aquellos sobre los cuales es invocado mi
nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto. He aquí
vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que
lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán. Y traeré del
cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán
viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues los plantaré
sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo.
Hch 15:14-18.
Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para
su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: “Después de
esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo
volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre
los cuales es invocado mi nombre,” dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos
antiguos.
La Palabra de Dios en el pasaje de Amós 9:11-15 nos enseña que Dios restaurará el tabernáculo
caído de David. Y ello sucederá cuando Israel sea juntado de nuevo. Israel ya fue juntado de nuevo
(nació de nuevo como nación en 1949). Por consecuencia este es el tiempo de la restauración del
tabernáculo de David.
Por otro lado, Hch 15:14-18 nos enseña también acerca de la restauración del tabernáculo de
David poniendo como condición previa la visitación de Dios a los gentiles para tomar de ellos
pueblo para su Nombre (el tiempo de la Iglesia). Y la razón de la restauración del tabernáculo no
es solo para Israel sino para todos los que invoquen Su Nombre (Jn 1:12), es decir, para Israel y la
Iglesia.
Finalmente Hch 3:21 nos enseña acerca de la restauración de todas las cosas (incluido el
tabernáculo de David) antes de la segunda venida de Cristo. Y hoy estamos más cerca de la
segunda venida de Cristo que nunca antes.
O sea que bíblicamente, estos tiempos son tiempos propicios para la restauración del tabernáculo
caído de David, lo que además se evidencia con el gran incremento de la producción de música
cristiana que se ha producido en los últimos años (el principio de la convocatoria a la restauración
del tabernáculo de David).
El tabernáculo de David era una tienda bajo la cual David puso el Arca cuando después de haber
sido entregada por los filisteos, haber fallado un primer intento de llevarla a la ciudad de David
(Jerusalen)y haber permanecido en la casa de Obed Edom por tres meses. Finalmente fue llevada a
Jerusalen (1 Cro 16:1).
En cierta forma, la vida de David es un “espacio” de gracia dentro del tiempo de la ley, un anticipo
de la vida bajo la gracia que sería traída con la venida de Jesucristo (Jn 1.17). Entonces, el
Tabernáculo de David nos habla de la simpleza y la libertad para estar delante de la presencia de
Dios, de la ausencia de ritualismo y de un edificio sofisticado y su sustitución por una relación
nacida del corazón (recordemos que Dios dice de David: “varón conforme a mi corazón”, hablando
del tipo de relación que tenía David con El). Y justamente eso es lo que la gracia trae a nosotros:
no hay (o no deberían haber) rituales para relacionarnos con Dios por cuanto Cristo rompió el velo
de separación que impedía la entrada la Lugar Santísimo, y por ende, ahora, nosotros tenemos
libre entrada al trono de la Gracia (Heb 4:14-16) y además, la relación nuestra con El no requiere
de templos, sino puede y necesita ser, en todo lugar, en todo tiempo (1 Tim 2:8).
El simbolismo del Arca (la Presencia de Dios) es Cristo y la tienda en la que El mora es nuestro
corazón (Hch 17:24). Hoy nosotros somos el tabernáculo y llevamos el Arca de la presencia de Dios
a donde sea que vayamos y en donde sea que estemos.
Por ello, la restauración del tabernáculo de David se refiere a la restauración de nuestro corazón
(no una parte de él sino todo) como un lugar de total y completa adoración a El, no solo en forma
de canto, sino como un estilo de vida agradable a Dios en todos los órdenes, ámbitos, actividades,
tiempos y lugares (1 Tes 5:17, Efe 6:18, Efe 5:20, Col 3:22-25, etc.).
Y hoy, la situación de una parte de la iglesia es esa precisamente: buscando los añadiduras (el
bienestar, las riquezas, las bendiciones de Dios, el éxito), las cuales no tienen nada de malo en sí
mismas, sino que el problema está en el corazón del ser humano que hace de ellas su meta en
lugar de que Dios y Su Reino y Su justicia lo sean (Mat 6:33), terminando por usar a Dios para
obtener todas esas cosas. Y otra parte del cristianismo está metido en ritualismo, religiosidad,
tradicionalismo, sin tener una relación viva, dinámica, con el Dios que Vive y Permanece para
siempre.
Dios anda buscando adoradores (Jn 4:23) no ritualistas; Dios anda buscando a quién bendecir pero
antes quiere formar Su corazón para que lo amen más a El que a sus bendiciones. Hoy, el mundo
esta esperando la manifestación de los hijos de Dios (Rom 8:19-21) para volverse a un Dios vivo,
real, auténtico. Y los cristianos, porque hemos permitido que el Tabernáculo de David esté caído,
no hemos podido guiar al mundo a Cristo, hemos sido en gran manera, poco relevantes en cuanto
a la transformación del mundo para Cristo. Y el mundo hoy está esperando, y nosotros somos los
llamados a ir (Isa 6:1-8), pero antes necesitamos restaurar en nuestras propias vidas personales, el
Tabernáculo de David.
La restauración del Tabernáculo de David también tiene un efecto guerrero: así como Elías derrotó
a Baal y a sus profetas en el Monte Carmelo y el pueblo se volvió a Dios de todo su corazón (1 Rey
18:19-40), así una vida de adoración al Dios vivo derrotará a todos los baales y profetas de baal
que nos rodean hoy (humanismo, filosofías humanas, falsos dioses, brujería, hechicería,
adivinación, idolatría, etc.). Jesús, lleno de la presencia de Dios y por el poder del Espíritu Santo,
aún sin estar cerca de los demonios, éstos sufrían delante de El y pedían huir (Mat 8:28-32),
evidenciando Su incapacidad y derrota delante del Hijo del Hombre. Igualmente, si nosotros
levantamos el Tabernáculo de David en nuestro corazón, la presencia de Cristo en nosotros será
de tal manera, que los demonios y los falsos profetas serán destruidos delante de nosotros y será
más que evidente que mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo (1 Jn 4:4), y
que está con nosotros para destruir todas las obras de las tinieblas (1 Jn 3:8) y para que toda
rodilla se doble delante de El y toda lengua confiese que El es el Señor (Fil 2:9-11).
Como consecuencia de todo ello, la gloria de Dios manifestándose a través de los adoradores, y
por Su influencia en todos los campos de la vida de una ciudad y una nación, transformará
ciudades y naciones que serán presentadas salvas delante de El (Apo 21:24). Veremos nuestras
naciones, hoy bajo el imperio de las obras de las tinieblas, ser transformadas por Dios, llenas de
paz, salud, prosperidad (Sal 33:12, 2 Cro 7:14, Apo 22:2).
Así como David profetizó, así también la adoración de los adoradores que han restaurado el
Tabernáculo de David en sus corazones, fluirá en lo profético de Dios (Hch 2:16-18), estableciendo
la Palabra de Dios sobre sus entornos, familias, trabajos, comunidades, ciudades, naciones, etc., y
como consecuencia de que Dios se apresura para poner Su Palabra por obra (Jer 1:12), esa Palabra
profética tendrá cumplimiento y veremos la transformación de esos entornos, estableciéndose el
Reino de Dios sobre ellos.