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Hace un par de años, tuve la oportunidad de conversar con el padre Raniero Cantalamesa,
fraile franciscano capuchino y predicador de la Casa Pontificia, quien nos ofrece algunas
reflexiones en torno a esta oportunidad que la Iglesia tiene en los medios de comunicación
social.
Creo que el Evangelio puede ayudarnos a cambiar este estado de cosas. Él es la «Buena
Nueva» del amor de Dios para los hombres. Dios nos conoce perfectamente, pero no usa
este conocimiento para juzgarnos, su corrección es amor. Yo puedo decir, como
franciscano, que tenemos que contribuir a difundir esperanza y alegría. Francisco es el
hombre de la alegría perfecta, el juglar de Dios. No se trata de una alegría ilusoria, sino de
una alegría fundada en la esperanza. Tenemos que insistir sobre esta raíz de fe: la unión
profunda a Cristo y en particular a la cruz de Cristo.