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“Año del Diálogo y la Reconciliación

Nacional”
UNIVERSIDAD NACIONAL DE PIURA
FACULTAD DE CIENCIAS
ESCUELA ACADEMICA PROFESIONAL
CIENCIAS BIOLOGICAS

LA FORMACIÓN DEL HUESO

CURSO :
BIOLOGIA HUMANA
ALUMNOS :
FARFÁN PASAPERA BRANDON YAMIR
SEMESTRE :
2018-I
DOCENTE :
Blga. Claudia Ruiz Gonzáles.
Contenido
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................ 3
FORMACIÓN DEL HUESO ...................................................................................................... 4
Osificación intramembranosa ............................................................................................... 4
Osificación endocondral ........................................................................................................ 5
CRECIMIENTO EN LONGITUD DE UN HUESO EN DESARROLLO ....................... 6
CRECIMIENTO EN EL DIÁMETRO DE UN HUESO EN DESARROLLO ................ 8
Formación del riego sanguíneo y linfático .......................................................................... 9
Inervación del hueso ............................................................................................................ 10
Factores que regulan el crecimiento del hueso ............................................................... 10
Bibliografía .................................................................................................................................. 11
INTRODUCCIÓN

La osteogénesis es el proceso biológico por el cual se forman los huesos. Se


inicia durante la sexta semana de desarrollo embrionario, siendo además el
proceso del que depende la reparación de fracturas.
La totalidad de los huesos del esqueleto humano derivan de tres estructuras
embrionarias, resultando así en tres linajes diferentes. Estas estructuras son los
somitas, el mesodermo y la cresta neural. El proceso de osteogénesis consiste,
básicamente, en la transformación de tejido preexistente en tejido óseo.
El crecimiento del esqueleto determina el tamaño y las proporciones de nuestro
cuerpo. El esqueleto óseo comienza a formarse unas 6 semanas después de la
fecundación, cuando el embrión mide alrededor de 12 mm de longitud. (Antes de
este momento, todos los elementos esqueléticos tienen un carácter
mesenquimatoso o cartilaginoso.)
Durante su desarrollo posterior los huesos experimentan un enorme aumento de
tamaño. El crecimiento óseo sigue durante la adolescencia, y algunas porciones
habitualmente no dejan de crecer hasta los 25 años.
El proceso íntegro está sometido a una estricta regulación y su fracaso afectará
a la larga a todos los sistemas corporales.
FORMACIÓN DEL HUESO

El proceso mediante el cual se forma el hueso se denomina osificación (ossi-,


hueso; -producción, formación) u osteogénesis. Se produce hueso en cuatro
situaciones:
1. La formación de los huesos embrionarios y fetales
2. El crecimiento óseo durante la lactancia, la infancia y la adolescencia
hasta que se alcanza el tamaño adulto de los huesos
3. La remodelación ósea (remplazo del hueso precedente por hueso
nuevo, a lo largo de toda la vida) y 4) la consolidación de las fracturas,
también a lo largo de toda la vida.

En principio, se considerará la formación del hueso embrionario y fetal. El


“esqueleto” embrionario, inicialmente compuesto por mesénquima conformado
como hueso, es donde se produce la formación del cartílago y la osificación
durante la sexta semana de gestación. La formación del hueso sigue uno de los
dos patrones que se presentan a continuación.
Las dos modalidades de formación del hueso, que consisten en el remplazo de
tejido conectivo preexistente por hueso, no implican diferencias en la estructura
del hueso maduro; sólo son sistemas diferentes de desarrollo óseo. En el primer
tipo de osificación, denominada osificación intramembranosa (intra-. dentro; -
membran, membrana), los huesos se forman directamente en el mesénquima,
que se dispone en capas delgadas semejantes a membranas. En el segundo
tipo, el de osificación endocondral (endo-, dentro; -condral, cartílago), el hueso
se forma dentro de cartílago hialino derivado del mesénquima.

Osificación intramembranosa

La osificación intramembranosa es la más simple de las dos modalidades de


formación ósea. Los huesos planos del cráneo, la mayoría de los huesos
faciales, la mandíbula y el tercio medio de la clavícula se forman de esta
manera. También los “puntos blandos”, que permiten que el cráneo fetal
atraviese el canal del parto, más adelante se consolidan al experimentar el
proceso de osificación intramembranosa, que tiene lugar del siguiente modo:
1. Aparición del centro de osificación. En el sitio donde aparecerá el
hueso, por medio de mensajes químicos específicos, se produce la
agrupación y diferenciación de las células mesenquimatosas; primero,
en células osteógenas y luego, en osteoblastos. El punto donde se
presenta tal agrupamiento se denomina centro de osificación. Los
osteoblastos secretan la matriz osteoide hasta ser rodeados por ella.
2. Calcificación. Finaliza la secreción de matriz osteoide y las células,
ahora llamadas osteocitos, quedan inmersas dentro de lagunas y
extienden sus prolongaciones citoplasmáticas hacia canalículos
irradiados en todas las direcciones. Después de algunos días, se
depositan el calcio y otras sales minerales, y la matriz extracelular se
consolida o calcifica (calcificación).

3. Formación de trabéculas. A medida que va formándose la matriz


osteoide, da lugar a trabéculas que se fusionan entre sí y que dan
origen al hueso esponjoso, que se deposita alrededor de los vasos
sanguíneos. El tejido conectivo trabecular asociado con los vasos
sanguíneos se diferencia en médula ósea roja.

4. Formación del periostio. Junto con la aparición de las trabéculas, en la


periferia del hueso, el mesénquima se condensa y se transforma en
periostio. Finalmente, una capa delgada de hueso compacto remplaza
las capas superficiales de hueso esponjoso, pero éste sigue ocupando
la profundidad del hueso. Gran parte del hueso recién formado se
remodela (se destruye y se reforma) mientras el hueso adquiere la
forma y el tamaño adultos.

Osificación endocondral

La osificación endocondral (endo, dentro + chondros, cartílago) comienza


con la formación de un modelo de cartílago hialino. El desarrollo del
esqueleto de las extremidades ofrece un buen ejemplo de este proceso.
Cuando el embrión tiene 6 semanas, ha surgido su componente proximal,
el húmero (miembro superior) o el fémur (miembro inferior), pero se
compone totalmente de cartílago. Esta estructura sigue aumentando de
tamaño por la expansión de la matriz cartilaginosa (crecimiento intersticial)
y la producción de más cartílago sobre la cara externa (crecimiento por
aposición).
PASO 1. A medida que el cartílago crece, los condrocitos próximos al
centro de la diáfisis aumentan mucho de tamaño y la matriz a su alrededor
comienza a calcificarse. Debido a su carencia de nutrientes, estas células
mueren y se desintegran.
PASO 2. Las células del pericondrio que rodea a esta región del cartílago
se diferencian en osteoblastos. Por entonces, el pericondrio se ha
convertido en un periostio, y la capa osteógena interna produce en poco
tiempo un collar óseo, es decir, una capa delgada de hueso compacto en
torno a la diáfisis cartilaginosa.
PASO 3. Mientras suceden estos cambios, se incrementa la irrigación del
periostio, y emigran capilares y osteoblastos hacia el núcleo del cartílago,
para invadir los espacios dejados por los condrocitos en desintegración.
A continuación se descompone la matriz cartilaginosa calcificada, y los
osteoblastos la sustituyen por hueso esponjoso. La producción de hueso
avanza desde este centro primario de osificación situado en la diáfisis
hacia los dos extremos del modelo cartilaginoso.
PASO 4. Mientras su diámetro es pequeño, toda la diáfisis permanece
llena de hueso esponjoso, pero al agrandarse, los osteoclastos erosionan
su porción central y crean una cavidad medular. La fase de crecimiento
posterior entraña dos procesos distintos: el aumento de longitud y el
aumento de diámetro.

CRECIMIENTO EN LONGITUD DE UN HUESO EN DESARROLLO


Durante las primeras fases de la osteogenia, los osteoblastos se
desplazan desde el centro primario de osificación hacia las epífisis. Sin
embargo, no logran culminar directamente la osificación del modelo,
porque el cartílago sigue creciendo a este nivel. La región donde queda
sustituido por el hueso corresponde a la metáfisis, la zona de unión entre
la diáfisis (cuerpo) y las epífisis óseas. Por el lado que mira hacia la
diáfisis, los osteoblastos no dejan de invadir el cartílago y reemplazarlo
por hueso. Pero en el que mira hacia la epífisis, se va produciendo nuevo
cartílago a la misma velocidad. La situación es parecida a la que
mantendrían un par de corredores que vayan uno delante del otro.
Mientras lleven el mismo ritmo, pueden seguir durante kilómetros sin
chocar. En este caso, tanto los osteoblastos como la epífisis «huyen» del
centro primario de osificación. Por consiguiente, los osteoblastos nunca
dan caza a la epífisis, aunque el elemento esquelético siga creciendo sin
parar.
PASO 5. El siguiente cambio fundamental tiene lugar cuando el centro de
las epífisis empieza a calcificarse. Entonces, los capilares y los
osteoblastos emigran hacia esas zonas, y crean los centros secundarios
de osificación. Su momento de aparición varía de un hueso a otro y de
una persona a otra. Al nacer, ya pueden estar presentes en los dos
extremos del húmero (brazo), el fémur (muslo) y la tibia (pierna), pero en
otros huesos estas zonas pasan en estado cartilaginoso toda la infancia.
PASO 6. A la larga, las epífisis acaban por rellenarse de hueso esponjoso.
En la cavidad articular sigue al descubierto un delgado casquete del
modelo cartilaginoso original formando el cartílago articular. Su función
consiste en evitar cualquier daño por el contacto entre un hueso y otro
dentro de la articulación. En la metáfisis hay una región cartilaginosa
relativamente estrecha llamada cartílago epifisario, o cartílago de
crecimiento, que separa en este momento la epífisis de la diáfisis.
PASO 7. Al llegar a la madurez, la producción del cartílago epifisario
pierde velocidad y se acelera la actividad de los osteoblastos. Por esta
razón, el cartílago epifisario se estrecha cada vez más, hasta que
desaparece por completo. Este fenómeno recibe el nombre de cierre
epifisario. Muchas veces puede detectarse su antigua localización en las
radiografías formando una línea epifisaria visible, que subsiste una vez
que ha concluido el crecimiento de la epífisis.

Fig 1. Etapas en la formación de un hueso largo a partir de su modelo en cartílago


hialino.
CRECIMIENTO EN EL DIÁMETRO DE UN HUESO EN DESARROLLO
El diámetro de un hueso aumenta mediante un mecanismo de crecimiento
por aposición sobre su cara externa. En este proceso, las células
osteoprogenitoras de la capa interna del periostio se diferencian en
osteoblastos y añaden matriz ósea a su superficie. Esto agrega capas
consecutivas de laminillas circunferenciales sobre la superfi cie externa
del hueso. Con el paso del tiempo, las laminillas más profundas se reciclan
y quedan sustituidas por las osteonas típicas del hueso compacto. Sin
embargo, los vasos sanguíneos y las fibras colágenas del periostio
pueden verse encerradas en la matriz, y esto es lo que pasa. Si así
sucede, el proceso de crecimiento óseo por aposición es más complicado.
PASO 1. Si los vasos sanguíneos siguen la superficie ósea, el hueso
nuevo se deposita en unas crestas de orientación paralela a su trayecto.
PASO 2. Cuando estas crestas longitudinales aumentan de tamaño,
crecen unas hacia otras, y el vaso queda metido en una profunda bolsa.
PASO 3. Las dos crestas acaban por reunirse y fusionarse, lo que forma
un túnel óseo que contiene un antiguo vaso sanguíneo superficial.
PASOS 4-6. El túnel está revestido por unas células que, hasta el PASO
3, formaban parte del periostio. Las células osteoprogenitoras de esta
capa se diferencian en este momento en osteoblastos. De esta manera,
segregan nuevo hueso depositado sobre las paredes del túnel, lo que
genera unas laminillas concéntricas que a la larga producen una nueva
osteona que está organizada en torno a un vaso sanguíneo central.
Mientras se añade hueso sobre la superficie externa, los osteoclastos
eliminan matriz ósea por la superficie interna. A raíz de esto, la cavidad
medular aumenta gradualmente de tamaño mientras el hueso amplía su
diámetro.
fig 2. Etapas en el crecimiento por aposición.

Formación del riego sanguíneo y linfático


El tejido óseo está muy vascularizado, y los huesos del esqueleto reciben un
abundante riego sanguíneo. En un hueso típico como el húmero, aparecen
cuatro grupos fundamentales de vasos sanguíneos
1. La arteria y la vena nutricia: estas estructuras se forman cuando los
vasos sanguíneos invaden el modelo cartilaginoso al principio de la
osificación endocondral. Normalmente, sólo hay una arteria nutricia y una
vena nutricia, que penetran en la diáfisis a través de un agujero nutricio,
aunque algún hueso, como el fémur, tiene dos o más. Estos vasos
traspasan la diáfisis hasta llegar a la cavidad medular. La arteria nutricia
se dividirá en ramas ascendentes y descendentes, dirigidas hacia las
epífisis. A continuación, vuelven a entrar en el hueso compacto por los
conductos perforantes y se extienden siguiendo los conductos centrales
para irrigar las osteonas del hueso compacto.
2. Vasos metafisarios: estos vasos aportan sangre a la superficie interna
(diafisaria) de cada cartílago epifisario, la zona donde el hueso está
sustituyendo al cartílago.
3. Vasos epifisarios: los extremos epifisarios de los huesos largos suelen
contener numerosos agujeros más pequeños. Los vasos que se sirven de
ellos irrigan el tejido óseo y la cavidad medular de las epífisis.
4. Vasos periósticos: los vasos sanguíneos procedentes del periostio se
añaden a la superficie del hueso en desarrollo. En este caso, suministran
sangre a las osteonas superficiales de la diáfisis. Durante la formación
endocondral del hueso, entran ramas suyas a las epífisis, lo que abastece
de sangre los centros secundarios de osificación. El periostio también
contiene una amplia red de vasos linfáticos, muchos de los cuales mandan
ramas que atraviesan el hueso y llegan a cada osteona a través de
numerosos conductos perforantes.
Tras el cierre de las epífisis, las tres series de vasos sanguíneos quedan
ampliamente interconectadas.
Inervación del hueso
Los huesos están inervados por nervios sensitivos y las lesiones producidas en
el esqueleto pueden resultar muy dolorosas. Las terminaciones nerviosas
sensitivas se ramifican por todo el periostio, y los nervios sensitivos traspasan la
corteza junto a la arteria nutricia para inervar el endostio, la cavidad medular y
las epífisis.

Factores que regulan el crecimiento del hueso


El crecimiento normal del hueso depende de una combinación de factores
alimentarios y hormonales:
 No puede producirse un crecimiento normal del hueso sin una fuente
constante de sales de calcio y fosfato en la dieta, así como de otros iones
como el magnesio, el citrato, el carbonato y el sodio.

 Las vitaminas A y C son esenciales para el crecimiento y la remodelación


normales del hueso. Estas vitaminas han de extraerse de la alimentación.

 El grupo de esteroides que reciben el nombre conjunto de vitamina D


están emparentados entre sí y desempeñan una función importante en el
metabolismo normal del calcio al estimular la absorción y el transporte de
calcio e iones de fosfato hacia la sangre. La forma activa de la vitamina
D, o calcitriol, se sintetiza en los riñones, pero en definitiva este proceso
depende de la disponibilidad de un esteroide relacionado, el colecalciferol,
que puede absorberse de la alimentación o sintetizarse en la piel en
presencia de radiación UV.
Las hormonas regulan el patrón de crecimiento al modificar el ritmo que lleven
los osteoblastos y los osteoclastos en sus actividades:
 Las glándulas paratiroides liberan hormona paratiroidea, que estimula la
actividad de los osteoclastos y los osteoblastos, acelera la velocidad de
absorción del calcio a lo largo del intestino delgado y frena su pérdida por
la orina. Su acción sobre el intestino requiere la presencia de calcitriol,
otra hormona producida en los riñones.

 Los tirocitos C (también llamados células C) de la glándula tiroides


segregan la hormona calcitonina en los niños y las embarazadas, que
inhibe los osteoclastos y eleva la cantidad de calcio expulsada por la orina.
La calcitonina tiene una importancia dudosa entre los adultos sanos no
gestantes.

 La hormona de crecimiento, producida por la hipófisis, y la tiroxina,


procedente de la glándula tiroides, estimulan el crecimiento óseo. En su
correcto equilibrio, estas hormonas mantienen la actividad normal de los
cartílagos epifisarios más o menos hasta la época de la pubertad.
 Al llegar la pubertad, el crecimiento del hueso experimenta una
aceleración sensacional. Las hormonas sexuales (estrógenos y
testosterona) estimulan a los osteoblastos para que su velocidad de
fabricación supere el ritmo de aumento de tamaño del cartílago epifisario.
Con el tiempo, estos cartílagos se estrechan y acaban por osificarse o
«cerrarse». La producción constante de hormonas sexuales es
fundamental para conservar la masa ósea en los adultos.
Existen variaciones de un hueso a otro y de una persona a otra en lo que atañe
al momento de cierre de los cartílagos epifisarios. Los dedos de los pies pueden
concluir su osificación a los 11 años de edad, mientras que algunas partes de la
pelvis o de la muñeca seguirán creciendo hasta cumplir los 25. Las diferencias
entre las hormonas sexuales masculinas y femeninas explican la disparidad que
presentan los sexos y las variantes relacionadas en cuanto al tamaño y las
proporciones del cuerpo.

Bibliografía
Frederic, H. M. (2009). ANATOMÍA HUMANA. Madrid: Pearson educación S.A.

Gerard J. Tortora, B. D. (2006). Principios de Anatomía y Fisiología. México, D.F.: Editorial


médica PANAMERICANA S.A.

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