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1600
Siempre nos dicen de comer alimentos locales y de estación, ya sea porque muchas
veces los cultivos han recorrido largas distancias para llegar a nosotros, o porque
han sido cultivados con métodos de agricultura intensiva, como en los llamados
invernaderos. Pero no siempre ha sido así. Desde el siglo XVI hasta el siglo XX,
agricultores urbanos cultivaban frutas y vegetales típicos de la zona mediterránea,
en zonas tan lejanas como el norte de Inglaterra y Holanda, usando solo energías
renovables.
Estos cultivos crecían rodeados de masivas muros frutales, los cuales conservaban
el calor proveniente del sol durante el día, y lo emitían durante la noche, creando un
microclima que incrementaba la temperatura 10°C por encima de la norma. Con el
pasar del tiempo, los invernaderos fueron mejorando, en comparación a los muros
frutales, mejorando el rendimiento de la energía solar.
Fue solo al final del siglo XIX que los invernaderos se convirtieron en estructuras
cristalizadas y climatizadas artificialmente, donde todo el calor se pierde casi
instantáneamente — todo lo contrario de lo que sucedía con el uso de los muros
frutales.
***
Invernadero totalmente de vidrio, construido con el estilo holandés. Foto: Wikipedia Commons.
En 1561, el botánico suizo Conrad Gessner describió el efecto que tenían las paredes
calentadas por los rayos del sol en la maduración de los higos y grosellas, los cuales
maduraban a mayor velocidad de cuando eran plantados lejos de dichas paredes.
Los muros frutales relejan los rayos del sol durante el día, mejorando las condiciones
para el crecimiento de los cultivos. También absorben el calor proveniente del sol, el
cual es liberado durante la noche, previniendo las heladas y los daños relacionados
a estas. Como consecuencia, un microclima más cálido se crea en lado sur de la pared
durante las 24 horas del día.
Los muros frutales también protegen a los cultivos de los fríos vientos nórdicos.
Tejas que sobresalen o marquesinas de madera a menudo servían para escudar los
árboles de frutas contra la lluvia, granizo y los excrementos de aves. Algunas veces,
se usaban esteras suspendidas en las paredes en caso de mal tiempo.
Los muros frutales aparecieron alrededor del comienzo de la época llamada
Pequeña Edad de Hielo, un período de frío excepcional en Europa que duró desde
1550 hasta 1850. Los franceses comenzaron a refinar la tecnología de los muros
frutales, logrando que, mediante la poda, las ramas de los árboles de frutas se
conectaran a marcos de madera en las paredes.
Esta practica se conoce como “respaldera”, y logró optimizar el uso del espacio y
mejorar las condiciones de crecimiento. Los árboles de frutas fueron ubicados a
cierta distancia de la pared para proveer suficiente espacio para las raíces, una buena
circulación de aire subterránea, y control de parásitos en superficie.
Los muros median de 2,5 a 3 metros de altura, y tenían más de medio metro de
espesor. Estaban recubiertos con yeso de piedra caliza. Durante las noches muy frías,
se usaban esteras que servían como aislante para las frutas. Los cultivos sembrados
en la parte central de los jardines, eran los capaces de tolerar las temperaturas más
bajas, tales como las manzanas, peras, frambuesas, vegetales y flores.
Uvas en Thomery
En 1730, una industria similar fue establecida para el cultivo de uvas en Thomery,
el cual está localizado a 60 kilómetros al sud-este de París – un territorio demasiado
norteño como para el cultivo de estos frutos. En su pico de producción, a comienzos
del siglo XX, se produjeron más de 800 toneladas de uvas en 300 km de muros
frutales, comprimidas en 150 hectáreas de terreno.
Estas muros tenían 3 metros de altura y hasta 100 metros de largo, espaciadas de 9 a
10 metros entre sí y construidas de barro con una capa de paja. Todas tenían un
acabado de baldosas de albardilla y algunas tenían un canapé pequeño de vidrio.
Parte de Thomery hoy en día, visto a través de Google maps. Las antiguas muros frutales todavía
dominan el paisaje.
Debido a que las viñas necesitan un clima seco y caliente, la mayoría de estas muros
frutales estaban orientadas hacia el sudeste. Una orientación al sur sería la más
caliente, pero en este caso las viñas hubieran estado expuestas a los vientos húmedos
y lluvias que provienen del sudoeste.
Los muros frutales en la parte oeste y sudoeste producían uvas de menor calidad.
En el 1840, Thomery ganó fama por las avanzadas técnicas que usaban para podar
las viñas y engancharlas a las paredes. Este método se propagó a Montreuil y a otros
países.
Algunas variantes de los muros frutales de serpentina estaban formadas por formas
angulares con partes empotradas y partes salientes. Muy pocas de estas fueron
construidas fuera del territorio holandés, con excepción de aquellas construidas por
los mismos holandeses en la zona este de Inglaterra, especialmente en el condado de
Suffolk. En los Países Bajos, los holandeses construyeron muros frutales en zonas
tan norteñas como Groningen (53°N).
Otra variación de los muros frutales lineales fue la pared inclinada, esta fue diseñada
por el matemático suizo Nicolas Fatio de Duillier, y descrita en su libro “Fruit Walls
Improved” (Muros frutales mejoradas) en 1699. De Duillier describió como una
pared orientada al sur y construida con una inclinación de 45 grados medidos desde
el horizonte norte, absorbe la energía solar por más tiempo, incrementando la tasa
de crecimiento de las plantas.
La decadencia de los muros frutales en Europa comenzó a finales del siglo XIX. Para
mantener un muro frutal se requería de un trabajo intensivo, con una gran cantidad
de mano de obra para la poda, raleo, la eliminación de las hojas, etc. La extensión de
la línea de ferrocarriles favoreció la importación de productos desde el sur, la cual
requería menos mano de obra y por lo tanto era más barato de producir. Los
invernaderos calefactados artificialmente también podrían dar rendimientos
similares o mayores con mucha menos mano de obra cualificada.
Invernadero construido contra un muro frutal de serpentina. Fuente: Rijksdienst voor het
culturele erfgoed.
Un invernadero holandés de los 1930s, construido apoyado una pared de ladrillo. Foto:
Naaldwijk in oude ansichten.
El segundo fue el avance de los combustibles fósiles, lo que hizo posible mantener
un ambiente cálido en edificio de cristal, a pesar de las grandes pérdidas de calor.
En consecuencia, en el inicio del siglo XX, el invernadero se convirtió en una
estructura sin masa térmica. El muro frutal, que había empezado todo, ya estaba
totalmente fuera de esta nueva estructura.
Durante las crisis del petróleo de la década de 1970, hubo un renovado interés en el
invernadero solar pasivo. Sin embargo, la atención se desvaneció rápidamente
cuando los precios de la energía bajaron, y el invernadero totalmente acristalado
siguió siendo el caballo de batalla de la horticultura en las zonas del Noroeste del
mundo. Los chinos, sin embargo, construyeron 800.000 hectáreas de invernaderos
solares pasivos durante las últimas tres décadas – 80 veces la superficie de todos los
invernaderos en los Países Bajos. El invernadero en China se discute en la segunda
parte de este artículo.
Artículo por Kris De Decker. Traducido del inglés por Aliana Bertolo.
[*] Los Romanos inventaron el invernadero en el segundo siglo d.C.
Desafortunadamente, dicha tecnología desapareció con el colapso del imperio
Romano. Los Romanos podían producir grandes placas de vidrio, e invernaderos
construidos apoyados en paredes de ladrillo. Su tecnología sólo fue superada por
los holandeses en la década de los 1800. Sin embargo, el invernadero romano se
mantuvo como un juguete para los ricos y nunca llegó a ser una fuente importante
de producción de alimento. Los chinos y los coreanos también construyeron
invernaderos antes o durante la Edad Media, usando papel aceitado como una
cubierta transparente. Todos estos invernaderos tenían paredes gruesas para retener
el calor del sol y/o un sistema de calefacción. (tales como el Kang chino del ondol
coreano).
Fuentes
▪ Open Air Grape Culture, John Phin, 1862
▪ The last peach orchards of Paris, Messy Nessy, 2014
▪ Geschiedenis van het leifruit in de Lage Landen, Wybe Kuitert, 2004
▪ Onzichtbaar achter glas, Ahmed Benseddik & Marijke Bijl, 2004
▪ Chasselas de Thomery, Wikipedia francés
▪ Murs à pêches, Wikipedia francés
▪ L’histoire des murs, Murs à Pêches
▪ Food-Producing Solar Greenhouses, en “An assessment of technology for local
development”, 1980
▪ The development and history of horticulture, Edwinna von Bayer
▪ Geschiedenis van Holland, Volume 3, deel 1. Thimo de Nijs, 2003
▪ A Golden Thread: 2500 years of solar architecture and technology, Ken Butti &
John Perlin, 2009
▪ Une histoire des serres: de l’orangerie au palais de cristal, Yves-Marie Allain,
2010
▪ Manual complet du jardinier, Louis Claude Noisette, 1862
▪ Onderhoud en restauratie van historische plantenkassen, Ben Kooij, 2011
▪ Leifruit: toekomst voor eeuwenoude hovernierskunst, Julia Voskuil, 2011
▪ The magic of Britain’s walled gardens, Bunny Guinness, 2014
▪ Visiting the palace of Versailles’ kitchen garden, Janet Eastman, 2015
▪ Hot Walls: An Investigation of Their Construction in Some Northern Kitchen
Gardens, Elisabeth Hall, 1989
▪ History of fruit growing, Tom La Dell
▪ Fences of Fruit Trees, Brian Kaller, 2011
21/03/2016 Por kris de decker Filed Under: Agricultura, Autoconstrucción, Cero
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