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Maurice Duverger en su libro “Los partidos políticos” señala que “se llama
igualmente “partidos” a las facciones que dividían a las repúblicas antiguas, a los
clanes que se agrupaban alrededor de un condotiero en la Italia del Renacimiento,
a los clubes donde se reunían los diputados de las asambleas revolucionarias, a
los comités que preparaban las elecciones censatarias de las monarquías
constitucionales, así como a las vastas organizaciones populares que enmarcan a
la opinión pública en las democracias modernas. Esta identidad nominal se
justifica por una parte, ya que traduce cierto parentesco profundo: ¿no
desempeñan todas esas instituciones un mismo papel, que es conquistar el poder
político y ejercerlo? Pero vemos, a pesar de todo, que no se trata de la misma
cosa. De hecho, los verdaderos partidos datan de hace apenas un siglo. En 1850,
ningún país del mundo (con excepción de los Estados Unidos) conocía partidos
políticos en el sentido moderno de la palabra: había tendencias de opiniones,
clubes populares, asociaciones de pensamiento, grupos parlamentarios, pero no
partidos propiamente dichos. En 1950, éstos funcionan en la mayoría de las
naciones civilizadas, esforzándose las demás por imitarlas”.
Salvo en los Estados con partido único, varios partidos coexisten en un mismo
país: las formas y las modalidades de esta coexistencia definen el “sistema de
partidos” del país considerado. Dos series de elementos componen esta
definición. En primer lugar, las similitudes y disparidades que pueden destacarse
en las estructuras interiores de cada partido de los que componen el sistema: se
distinguirán los sistemas de partidos centralizados y de partidos descentralizados,
de partidos totalitarios y de partidos especializados, de partidos flexibles y de
partidos rígidos, etc. En segundo lugar, la comparación de los diversos partidos
permite determinar elementos nuevos de análisis, inexistentes en cada comunidad
de partido aislada: el número, las dimensiones respectivas, las alianzas, la
localización geográfica, la repartición política, etc. Un sistema de partido se define
por cierta relación entre todos estos caracteres. Como se han determinado
diversos tipos de estructura, se trata de determinar algunos tipos de sistemas.
Duverger ideó una teoría conocida como ley de Duverger, que identifica una
correlación entre un sistema de la elección y la formación de un sistema
bipartidista. Fue, de hecho, el primer autor en establecer una conexión directa
entre sistema electoral y sistema de partidos, otorgando al primero un peso mucho
mayor que el que hasta entonces se le había dado y centrando por primera vez el
foco en el que posteriormente sería uno de los principales objetos de estudio de la
ciencia política. Para Duverger, sistema de partidos y sistema electoral son dos
realidades indisolublemente ligadas, a veces incluso difíciles de separar mediante
el análisis: la exactitud mayor o menor de la representación política, por ejemplo,
depende del sistema electoral y del sistema de partidos, considerados como
elementos de un mismo complejo, raramente aislables uno del otro. Se puede
esquematizar la influencia general del modo de escrutinio en las tres fórmulas
siguientes: 1°, la representación proporcional tiende a un sistema de partidos
múltiples, rígidos, independientes y estables (salvo el caso de movimientos
pasionales); 2°, el escrutiniol mayoritario de dos vueltas tiende a un sistema de
partidos multiples, flexibles, dependientes y relativamente estables (en todos los
casos); 3°, el escrutinio mayoritario de una sola vuelta tiende a un sistema
dualista, con alternativas de los grandes partidos independientes. Pero estas
proposiciones muy generales definen sólo tendencias de base; están lejos de
englobar todas las influencias del régimen electoral sobre los sistemas de partidos.