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El saludo, por lo general, es la primera muestra de elemental cortesía que ofrecemos cuando se
nos presenta a alguien, ingresamos a un lugar, o nos encontramos con un familiar, un amigo o un
simple conocido.
Es una costumbre cotidiana y sencilla que a la mayoría se nos ha inculcado desde que teníamos
uso de razón, la cual encierra un gran valor para quien lo recibe y una desagradable sensación para
quien es ignorado, aunque ante todos, quien niega el saludo es mirado como un individuo altanero
y prepotente, que por su rudeza y mala educación se gana la antipatía de la gente.
Existen diferentes formas de saludar, con una ligera inclinación de cabeza, con breves palabras, e
inclusive con un apretón de manos o un abrazo. Cada cultura tiene su manera de saludar, entre
nosotros, los hispanos, el más usado es el apretón de manos, especialmente, entre varones.
No sobra tener en cuenta algunas elementales reglas: Cuando se salude se debe mirar a los ojos
de la persona, levantando siempre la frente. Al entrar a un recinto, quien llega, naturalmente, es
a quien le corresponde saludar y quien sale, despedirse.
Beso en la mejilla: es muy frecuente entre mujeres o entre hombre y mujer si existiera una
relación de amistad o un sentimiento entre ambas personas; entre hombres es ocasional que
se dé con familiares (padres e hijos, tíos, sobrinos, abuelitos, nietos, etc.) En las edades
jóvenes es frecuente; sin embargo, no es lo más adecuado. El beso debería ser corto o rápido
y silencioso.
Abrazo: se da para relaciones cercanas. El abrazo se da para felicitar o dar el pésame; también
cuando se encuentra con alguna persona que tiene mucho de no ver. Es más frecuente en
hombres. En relaciones familiares es normal verlo entre mujeres u hombre y mujer y va
acompañado de un beso.