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BISEXUALIDAD ORIGINARIA, MITO Y LENGUAJE (Taller Chile)

(¿Hacia Winnicott?)

Adriana Anfusso

Introducción
Al conceptualizar lo masculino y femenino presexual y originario en hombres y
mujeres Winnicott comenta: “Por el momento seguiré usando esta terminología
(elementos masculinos y femeninos), pues no conozco otros términos descriptivos
adecuados...” 1 Advierte que cuando examina dichos elementos en estado puro o
destilado no se está refiriendo en absoluto a personas de uno u otro sexo, ni a lo
“activo” y “pasivo”. En otros momentos echa mano de las expresiones “being” y
“doing/being done to”, que no tienen correspondientes en español, salvo por
aproximación. No nos cabe pues otra que la traición, propia de la traducción, y
recurrir sin más al “ser” y al “hacer” que encontramos en nuestros libros. Cuando
alguien de habla inglesa ofrece o recibe un verbo con el sufijo “ing”
inmediatamente se ubica en el fluir de un proceso, que aunque puede incluir
mínimas detenciones, antes que fijeza implica altos grados de continuidad.
Winnicott parte de situaciones clínicas donde más que la represión vio actuar la
disociación de uno u otro de estos ingredientes. Disociación equivale a
compartimentación de un aspecto del sujeto que permanece totalmente ajeno a él.
Como defensa mutila e impide la integración del self, condición de la salud y
característica esencial del in-dividuo.
Con sus desarrollos sobre el “ser” y el “hacer” o sobre la bisexualidad primaria,
pre-edípica, Winnicott observa desde un nuevo ángulo la creatividad y sus
orígenes, título del capítulo donde presenta estos conceptos. Dice: “Como base
para la idea que deseo ofrecer en este capítulo, sugiero que la creatividad es uno
de los denominadores comunes de hombres y mujeres. Pero en otro lenguaje es la
prerrogativa de las mujeres,y en otro más es la característica masculina”. 2

¿Por qué mantener los términos “masculino” y “femenino” que pueden desviar la
atención hacia lo edípico, las identificaciones secundarias, la identidad sexual, las
neosexualidades...cuando desea referirse a momentos evolutivos muy primitivos?
Quizás una rápida recorrida por los mitos y por la estructura del lenguaje nos
aporte datos que vuelvan más justificable la elección que hizo Winnicott de
conservar dicha terminología para referirse al fenómeno que tanto le interesó: lo
creativo del vivir cotidiano de cualquier ser humano.

Mitos
En India el “lingam” era un ser doble, con los dos sexos ligados en una sola
personalidad que simbolizaba “la fuerza, la luz de la que emana la vida”. 3
En las civilizaciones americanas antiguas Quetzacoatl o la serpiente-pájaro, deidad
generadora, reunía los opuestos y entre ellos a los sexos.
1
Winnicott, D. W. “Realidad y juego”. Bs. As., Granica, 1972, pág. 106, Nota 10.
2
Id. Pág. 102.
3
Cirlot, J. E. “Diccionario de símbolos”. Barcelona, Ed. Siruela, 2000, pág. 80,81.

1
Cirlot interpreta que el mito de Hermafrodito o el Andrógino de los griegos
encarna el esfuerzo por representar la “totalidad”, una “dualidad integrada” o el
borramiento del antagonismo entre los sexos y, en sentido más amplio, entre todos
los opuestos. Pensamos en la Fuerza Vital por naturaleza constructivo-destructiva,
en la formulación paradojal y dialéctica con que Winnicott ofrece sus teorías y en
la importancia que confiere a la “integración” como base y tendencia del desarrollo
que sólo se logra gracias a un medio que la haga posible. La primera expresión
teórica de dicha “integración” implica la homologación sujeto-objeto que se da
cuando el bebé es la madre o el pecho y el objetivo subjetivo es creado-encontrado
porque alguien lo colocó en el momento y lugar adecuados. Estaríamos frente a la
creatividad primaria que es prerrogativa del ser (“being”) y de lo femenino puro
propio de hombres y mujeres que se trasmite a varones y niñas; frente al “going on
being” que promueve el desarrollo del sí mismo verdadero nuclear que se nutre de
experiencias sin sobresaltos excesivos o demasiado frecuentes que alteren su
invariancia salpicada de cambios paulatinos.
Cirlot coincide con M. Eliade cuando expresa que todo aquello que es, debe ser
total y contener la coincidencia de los opuestos en todos los niveles, haciendo
concordar o esfumar las contraposiciones. También comparte su afirmación de que
el pensamiento mágico-religioso arcaico expresó la “biunidad divina” en términos
biológicos antes de que pudiera hacerlo con lenguaje metafísico. Si bien la
simbología trasciende la oposición binaria de los sexos, no deja de relacionarlos con
la complementariedad y con la tensión a la vez, tal como se da en la institución del
matrimonio o de la pareja que por ahora es lo único que garantiza la continuidad de
la especie y la trascendencia por la vía de la progenie.

Lenguaje
Haciendo la salvedad de que en español hay dos verbos (ser y estar) que
corresponden a uno solo (to be) en inglés, podemos señalar que en las lenguas
latinas el verbo sustantivo “ser” es intransitivo. “Ser” equivale a tener una esencia
o naturaleza, a existir. Puede decirse que el verbo “ser” tiene un sentido
centrípeto ya que cualquier atributo que lo acompañe designa una cualidad más bien
permanente del sujeto que lo califica o clasifica. Ejemplo: “Lía es aquélla.” “Es
escolar.” “Es inteligente.” Al considerar el lenguaje vemos que el verbo “ser” se
refiere a la “mismidad” del sujeto por lo que, al igual que en los mitos que
destacamos más arriba se podría conectar con el “verdadero self” que exige
ausencia de intromisiones e interrupciones.

El verbo “hacer” significa obrar, producir, formar, ejecutar... Las oraciones cuyo
predicado consta sólo del verbo “hacer” dicen poco, tienen escaso valor informativo
para el oyente. Pensemos en: “Él hace.” En su calidad de verbo transitivo “hacer”
exige en general la presencia de términos adyacentes que delimiten el objeto sobre
el cual actúa el sujeto, o que especifiquen el tipo de acción que él ejerce sobre algo
o alguien. Ejemplos: “Ana hace una torta de chocolate para su tía”. “El maestro hizo
mal.” Los verbos transitivos como “hacer” serían centrífugos, se disparan hacia
afuera del sujeto por lo que sirven para referirnos más a la “otredad”, a la
realidad externa que a la “mismidad”. “Hacer” implica discriminación sujeto-

2
objeto, noción de unidad y de discontinuidad, acción y manipulación creativa
generadora de cambios y en tal sentido sería prerrogativa de lo masculino puro
existente en los seres de ambos sexos.

La Gramática ofrece otros elementos relacionados con el tema que nos ocupa. En
las lenguas latinas en general el sustantivo exige un género: masculino o femenino.
Éste se asigna de manera totalmente arbitraria, salvo en contadas ocasiones en
que el sexo es tenido en cuenta, como en “el niño” y “la niña”. Pero ¿por qué “el
muro” y “la pared”, “el artista” y “la artista”, “el naranjo” y “la naranja o “el mar” y
“la mar”? Para los gramáticos resulta imposible determinar con exactitud qué
significa el género, por lo que prefieren considerarlo un “accidente” que clasifica a
los sustantivos en dos categorías, y que actúa como organizador de la lengua. Tal
“accidente” es un mero indicio de ciertas relaciones de concordancia del sustantivo
con otras palabras del enunciado (artículos, adjetivos, pronombres).

Conclusiones
1) Nuestras indagaciones sobre temas tan universales como los mitos y las lenguas
bien podrían justificar la opción de Winnicott ya que lo masculino/femenino
puede considerarse un posible prototipo de la oposición/complementación que
garantiza la procreación, que organiza el mundo de muchas maneras y que sería
la forma de creatividad común a hombres y mujeres, exigiendo proporciones
variables tanto de ser como de hacer en ambos miembros de la pareja.
2) Es posible adscribir lo femenino puro (teórico) y el ser a lo propio, a lo
centrípeto, a la inevitabilidad de lo subjetivo, al predominio de la invariancia, a
la mismidad y por lo tanto al “self” y a la creatividad omnipotente de la
dependencia absoluta.
3) También es posible relacionar lo masculino puro (teórico) y el hacer con lo
ajeno, lo centrífugo, la discriminación, el uno, lo intermitente propio de la
acción, las nociones de objetividad, de espacio y de tiempo y con la creatividad
propia de la acción.

Es preciso destacar además que así como el ajeno es simultáneamene un


probable prójimo indispensable también estamos inmersos en una realidad que
es a la vez subjetiva y objetiva, donde reina lo aperceptivo.
No negamos la existencia de una cierta objetividad compartida que ocasionalmente
nos permite no discutir que 1=1, 2=2 y etc. Pero tal situación no deja de ser
ocasional y bastante aburrida. Parece más atractivo vivir como Alicia, en países de
maravillas donde priman las incertezas, lo irracional e inesperado que descoloca,
conmueve y hace que la curiosidad nos mantenga más vivos, sanos y despiertos. Y
más vale que así sea, porque globalización y tecnología obligan.
Deambulamos entre el 2=1 (propio de la fusión) y el 2=3 (propio de la relación
mundo interno/mundo externo que nos permite internarnos en el mundo paradojal
de lo transicional). Ese deambular entre la creatividad del ser y la creatividad del
hacer y ser objeto de los haceres de otros, que idealmente debería surgir del

3
ser, nos remite al comienzo del trabajo, a pensar ¿por qué no? en la posibilidad de
la bisexualidad pre-sexual originaria de la que nos habla Winnicott.

Bibliografía
1) Alarcos Llorach, E. “Gramática de la lengua española”. Madrid, Espasa, 1996.
2) Cirlot, J. E. “Diccionario de símbolos”. Barcelona, Ed. Siruela, 2000.
3) Gil y Gaya, S. “Curso superior de sintaxis española”. Barcelona, Biblograf S.A.,
1964.
4) Stern, D. “El mundo interpersonal del infante”. Bs. As., Paidós, 1991.
5) Winnicott, D. W. “Ralidad y juego”. Bs. As., Granica, 1972.

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