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Si hay algo que caracterice al psicoanálisis desarrollado por Sigmund Freud, es el

énfasis que pone en los procesos psicológicos que teóricamente ocurren


inconscientemente y dirigen nuestra manera de actuar, pensar y sentir. El psicoanálisis
nació como un intento de entender la psicología humana, pero también fue planteado
como una herramienta hecha para lidiar con los efectos inoportunos de tener un
inconsciente demasiado "rebelde". Un inconsciente que, subrepticiamente, va guiando
e influenciando nuestra forma de actuar en cada momento. Además, hay dos conceptos
creados para vigilar el efecto que las fuerzas inconscientes tienen en la relación entre
paciente y analista. Estos son la transferencia y la contratransferencia.
¿Qué es la transferencia en el psicoanálisis?
Según las teorías de Freud, cada vez que experimentamos nuevas sensaciones
estamos evocando parte de las experiencias pasadas que dejaron una marca en nuestro
inconsciente. La transferencia es, justamente, el modo en el que las ideas y sentimientos
acerca de vínculos con personas con las que nos hemos relacionado antes son
proyectados hacia otra persona, aunque sea la primera vez que la veamos.
Por lo tanto, la transferencia es el modo en el que la mente humana revive ciertas
experiencias relacionadas con vínculos (que han quedado fijadas en nuestro
inconsciente) al interactuar con alguien en el presente, según Freud.
Partiendo de las ideas de Sigmund Freud, las transferencias están muy relacionadas
con los vínculos más tempranos y emocionalmente relevantes para las personas, que
en la mayoría de los casos son las relaciones con las figuras parentales y maternales.
La interacción con los padres y madres (o sus substitutos, según Sigmund Freud) dejaría
marcas muy importantes en lo inconsciente, y estas podrían manifestarse en
transferencias futuras.
La transferencia durante la psicoterapia
Aunque teóricamente la transferencia es un fenómeno generalizado que se produce en
nuestro día a día, Sigmund Freud puso especial énfasis en la necesidad de considerar
el efecto que la transferencia tiene durante las sesiones de psicoanálisis. A fin de
cuentas, creía Freud, el contexto en el que se realiza la terapia no anula
automáticamente el funcionamiento del inconsciente, y este sigue rigiéndose según sus
normas.
Por tanto, durante las sesiones puede ocurrir la transferencia, que significaría que el
paciente proyecta en el analista contenidos de su inconsciente y revive vínculos
afectivos del pasado. De este modo, según Freud el paciente verá cómo su relación con
el psicoanalista tendrá reminiscencias de relaciones ya vividas, por muy ilógico que
parezca. Podrá enamorarse y desenamorarse del analista, sentir aversión por él, odiarlo
como se odió a una figura importante del pasado, etc.

Pero para Freud no era malo que se iniciase una transferencia desde el paciente hacia
el analista. De hecho, formaba parte de la terapia, ya que creaba un vínculo emocional
desde el cual el terapeuta podría guiar al paciente en la resolución de conflictos
psicológicos y de bloqueos basados en traumas. Dicho en otras palabras, la
transferencia sería un ingrediente necesario para que la relación terapéutica se oriente
hacia la resolución de los problemas de los pacientes.
Los tipos de transferencias: Se han hipotetizado dos tipos de transferencia: la
transferencia positiva y la transferencia negativa.
La transferencia positiva es aquella en la que los afectos proyectados hacia el analista
son amistosos o relacionados con el amor. Este tipo de transferencia deseable si no es
muy intenso, pero si se vuelve demasiado intenso resulta muy perjudicial, ya que
desemboca en enamoramiento romántico, obsesión y una erotización extrema de la
relación terapéutica que supone el fin de esta.
La transferencia negativa está basada en sentimientos de odio y aversión hacia el
psicoanalista. Por supuesto, si se da con mucha intensidad puede arruinar las sesiones.
La contratransferencia
La contratransferencia tiene que ver con los sentimientos e ideas que el propio analista
proyecta sobre los pacientes a partir de sus experiencias pasadas, de manera
inconsciente.
Para Sigmund Freud era muy importante que cada psicoanalista supiera detectar los
efectos que la contratransferencia tenían sobre su modo de relacionarse con los
pacientes y sobre sus motivaciones a la hora de tratar con ellos. A fin de cuentas, creía,
los analistas no dejan de ser seres humanos por el hecho de tener una profesión
concreta y unos conocimientos sobre teoría psicoanalítica, y su propio inconsciente
puede tomar las riendas de la relación terapéutica para mal.
Por ejemplo, durante la asociación libre es normal que el propio psicoanalista, a partir
de su propia subjetividad y la red de significados, recuerdos y creencias inconscientes,
utilice su propio punto de vista para reorganizar el discurso del paciente en un todo con
sentido que expresa cuál es la raíz de la dolencia. De este modo, la contratransferencia
puede ser entendida como uno de los procesos que intervienen en la cotidianidad
terapéutica.
Sin embargo, algunos autores han decidido utilizar una definición más restringida para
referirse a lo que significa el término "contratransferencia". De este modo, la
contratransferencia pasa a ser el modo en el que el psicoanalista reacciona ante las
transferencias del paciente. La utilización de estos dos significados puede llegar a
causar confusión, porque son muy diferentes: uno se aplica a momentos puntuales,
mientras que el otro engloba todo el proceso terapéutico en psicoanálisis.
La transferencia y la contratransferencia en la psicología
Tanto la transferencia como la contratransferencia, como conceptos, nacieron con la
corriente psicoanalítica que fundó Freud. Fuera de la corriente psicodinámica a la que
pertenece el psicoanálisis, son ideas tenidas en cuenta en algunas aproximaciones
eclécticas, como la terapia Gestalt, pero no tienen valor real para la psicología heredera
de los paradigmas del conductismo y la psicología cognitiva.
El motivo es que no hay una manera objetiva de establecer, cuándo hay y cuándo no
hay una transferencia o contratransferencia. Son conceptos que solo pueden ser
utilizados para describir estados de subjetividad que, por el hecho de serlo, no pueden
ser comprobados ni cuantificados o utilizados en hipótesis que puedan ser validadas
científicamente. Por tanto, estos conceptos son ajenos a la psicología científica actual
y, en todo caso, forman parte del ámbito de la historia de la psicología y de las
humanidades.

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