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19 de Agosto de 2015
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Según las leyes, aquel que comete un delito debe ser procesado y posteriormente
sancionado con una pena. Sin embargo, en el derecho peruano esta regla tiene una
excepción en el caso de los delitos tributarios. En este ámbito quien comete un delito
(comportamiento típico, antijurídico y culpable) puede librarse de la sanción penal si
regulariza su deuda tributaria. Pero ¿en qué consiste dicha regularización?, ¿cuáles son
sus presupuestos?, y, más relevante aún, ¿es adecuado que en nuestro país exista un
supuesto de impunidad tal?
Ante este panorama cabe preguntarse si esta impunidad institucionalizada, este perdón
legal, es lo más adecuado para la sociedad, porque, en rigor, nos encontramos frente a
personas que han cometido un delito (defraudación tributaria), esto es, que han afectado
la recaudación del tributo con las consabidas consecuencias que este grave hecho trae
consigo. El mero hecho de devolver lo que se obtiene ilícitamente no hace desaparecer
el delito cometido. La impunidad, por lo tanto, estaría aquí en cierto modo reñida con la
justicia. Asimismo, se daría un mensaje equivocado a la sociedad. Finalmente, se
trataría de una aplicación no igualitaria de un criterio legal, pues no sucede lo mismo
con otros delitos.
Ante el conflicto de dos intereses legítimos del Estado – sancionar al delincuente o que
se repare el perjuicio ocasionado a la víctima –, se ha preferido atender al más acuciante
para la sociedad. Por lo tanto, la regularización tributaria es un claro ejemplo de una
adecuada intervención político-criminal del Estado.