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“AÑO DEL DIALOGO Y LA RECONCILIACION NACIONAL”

Universidad Andina Néstor Caceres


Velásquez
SUB SEDE ILAVE
Escuela Profesional de Derecho y Ciencias Políticas

CURSO : DERECHO DE CONTRATOS (CIVIL VI)

TEMA : EL JUEGO Y LA APUESTA

DOCENTE : Abog. HUMBERTO COLOMA PAREDES

ALUMNOS : MILTON REYNOSO LAYME VALERIANO


YHON ALEXANDER ROQUE CONTRERAS
ADI SHAOLIN CHAMBILLA CONDORI
DEYSI ALANOCA MARRON

CICLO : IX

PUNO – PERU 2018


DEDICATORIA

EN PRIMER LUGAR A DIOS POR HABERNOS PERMITIDO LLEGAR HASTA


ESTE PUNTO Y HABERME DADO SALUD, SER EL MANANTIAL DE VIDA Y
DARME LO NECESARIO PARA SEGUIR ADELANTE DÍA A DÍA PARA
LOGRAR NUESTROS OBJETIVOS, ADEMÁS DE SU INFINITA BONDAD Y
AMOR.

A NUESTRAS FAMILIAS POR HABERNOS APOYADO


EN TODO MOMENTO, POR SUS CONSEJOS, SUS
VALORES, POR LA MOTIVACIÓN CONSTANTE NOS
HA PERMITIDO SER UNA PERSONA DE BIEN, PERO
MÁS QUE NADA, POR SU AMOR Y EJEMPLOS DE
PERSEVERANCIA Y CONSTANCIA QUE LO
CARACTERIZAN Y QUE ME HA INFUNDADO
SIEMPRE, POR EL VALOR MOSTRADO PARA SALIR
ADELANTE .
A MI MAESTRO DR. HUMBERO COLOMA PAREDES
POR SU GRAN APOYO Y MOTIVACIÓN PARA LA
CULMINACIÓN DE NUESTROS ESTUDIOS
PROFESIONALES, POR SU APOYO OFRECIDO EN
ESTE TRABAJO, POR HABERNOS TRANSMITIDOS
LOS CONOCIMIENTOS OBTENIDOS .

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INDICE
PRESENTACIÓN………………………………………………………………………............... 4
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………….... 5
EL JUEGO Y APUESTA
I GENERALIDADES
1.- Concepto……………………………………………………………………………………. 6
2.- Definición doctrinaria……………………………………………………………………….6
3.- Caracteres…………………..……………………………………………………………….. 9
4.- Sujetos y capacidad……………………………………………………………………….. 10
5.- Objeto de la prestación……..……………………………………………………………. 11
6.- Diferencia entre juego y apuesta…….…………………………………………………. 12
6.1.- En relación al fin perseguido por las partes………………………………..……. 13
6.2.- En función de la participación en la realización del evento……..……………14
7.- Clases de juego y apuesta……………………………………………………………….. 14
II EL JUEGO Y APUESTA EN NUESTRO CODIGO CIVIL
1.- Juego y apuesta permitidos: Acción de cobro (Art.
1942)……………………………………………………………………..……………………….. 16
1.1.- Efectos de los juegos permitidos…………………………………………………… 18
1.2.- Acción para reclamar lo ganado y reducción judicial de la deuda……….18
1.3.- Excepción para no pagar lo perdido…………………………………………….. 19
1.4.- Acción para recuperar lo pagado……………………………………………….. 19
2.- Juego y apuesta no autorizados: falta de acción y de repetición (Art. 1943)…. 19
3.- Juego y apuesta prohibidos: Nulidad del pago (Art. 1944)………………………. 21
3.1 Consecuencias civiles de los juegos prohibidos…………………………………. 23
3.2 Acción para reclamar lo ganado y reducción judicial de la deuda…….… 23
3.3 Excepción para no pagar lo perdido……………………………………………. 24
3.4 Acción para recuperar lo pagado……………………………………………….. 24
4.- Nulidad de actos jurídicos que encubran o envuelvan deudas del juego
y apuesta no autorizados y prohibidos (Art. 1945)…………………………………… 24
5.- Tercero que paga la deuda en juego y apuesta no autorizados (Art. 1946)….. 27
6.- Juegos y apuestas masivas o multilaterales (Art. 1947)…………………………….. 27
6.1 los juegos y apuestas que de alguna manera se han vinculado o están sujetos
a lo dispuesto por el artículo 1947 del Código Civil………………………………. 28
7.- Rifas y demás concursos públicos eventuales (Art. 1948)………….……………….. 38
8.- Caducidad de la acción de cobro (Art. 1949)……………………………………... 40

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BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………………… 41

PRESENTACIÓN

El presente trabajo está orientado al estudio de la regulación del


“contrato del juego y la apuesta” y su legislación en nuestro código civil
como en otras normas. No obstante advertir que para el desarrollo de este
trabajo, nos apoyamos en las doctrinas y jurisprudencia pertinentes que
desde ya es muy escasa.

Como grupo nos hemos preocupado en reunir todo el material


necesario para la buena elaboración del presente trabajo, esperando servir
como guía o herramienta al lector y fundamentalmente, esperamos
también, cumpla las expectativas del maestro del curso, de un investigación
ya que por encargo del mismo como trabajo de evaluación, hiso posible la
materialización del presente.

Y por último, el presente trabajo es el fruto del desempeño de cada


uno de los integrantes responsables de este trabajo. Monográfico.

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INTRODUCCIÓN

Puede decirse que desde la antigüedad, y en todas las latitudes, los juegos
y apuestas acapararon vivamente la atención de los hombres, transformándose
para algunos, a través de la tahurería, en un modo marginal y picaresco de vida, y
para otros en una afición obsesiva, renovada constantemente (y otras tantas veces
abolida) por los fantaseos de la fortuna fácil,… in fine.

No en vano en estado europeo en el País de España, en el código alfonsino


de las Siete Partidas (1265) y en el Ordenamiento de las Tafurerias, o casas de juego,
suscripto en 1276, se legislaba minuciosamente sobre el particular; y es fácil advertir
que las previsiones contra el juego ocuparon en forma permanente la atención de
monarcas y funcionarios peninsulares, como lo prueba la dilatada lista de leyes que
infructuosamente se dictaron, con el propósito de erradicarlo, desde la época de
Juan I (1387) hasta los días del "ilustrado" Carlos III (segunda mitad del siglo XVIII).

En América parece haber adquirido desde los primeros días de la Conquista


una virulencia inusitada, a favor de la fácil prosperidad que engendraban la
riqueza minera y el sistema de las "encomiendas". El tan mentado episodio de
Mancio Serrae Leguizano, aquel famoso soldado español que jugó y perdió en una
noche la figura del Sol que le había tocado en el reparto de los tesoros del Cuzco.

Dado el gran valor concedido al azar desde la antigüedad, y; al enorme


interés por su interpretación, en torno al cual se originan supersticiones, la apuesta
ha constituido una parte esencial de la historia de las culturas: Desde las apuestas
con conchas mezcladas en un casco que se nos menciona en la Eneida, de Virgilio,
hasta las múltiples referencias que aparecen en la Biblia, la apuesta se constituye
como una de las formas de enriquecimiento e interacción de mayor antigüedad
en la civilización.

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El término "juego" en este contexto, se refiere a las actividades
específicamente permitidas por la Ley. Apuesta, por tanto, se refiere al propio
mecanismo, llevado a cabo de modo legal o ilegal. Por otra parte, las apuestas
también pueden llevarse sobre un objeto que no sea dinero.

EL JUEGO Y APUESTA
I GENERALIDADES
1.- Concepto:
El vocablo “juego”, deriva del latín “iocus” (broma, distracción), que expresa la
idea de satisfacción o deleite, si bien es la palabra “ludus” (diversión, pasatiempo),
que acentúa el sentido de actividad fácil o que no requiere esfuerzo, la que mejor
traduce el término castellano “juego”. En cambio, la palabra “apuesta” proviene
del verbo latino “apponere” (o adponere), que significa colocar, poner con
inmediatividad a algo.

En términos generales los juegos son aquellas actividades sujetas a reglas cuyo
objeto esencial es constituir un pasatiempo para quien lo practica. Considerando
su aplicación práctica, los juegos pueden encasillarse en cuatro tipo de
clasificaciones:

1. por el número de personas, en juegos individuales o plurales;


2. por la existencia o no de disputa, en juegos de competencia o sin
competencia;
3. por la existencia o no de riesgo patrimonial, en juegos con apuesta o sin
apuesta;
4. por la manera de determinar el resultado, en juegos de azar o de habilidad.

De todos estos, los relevantes son aquellos cuyo desarrollo y resultado originan
consecuencias jurídicas, es decir, producen efectos que deben ser tutelados por el
Derecho.

Jurídicamente el juego y la apuesta es un contrato con características que lo


distinguen radicalmente de otras relaciones obligacionales. A ello se agrega que
ha suscitado y continúa planteando cuestionamientos, debido a consideraciones
éticas, económicas, y sociales.

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2.- Definición doctrinaria
Lo primero que surge respecto del juego y la apuesta es su diferenciación, tema
que ha sido debatido por la doctrina y que constituye una introducción a la
definición del contrato.

“Contrato de juego es aquél por el cual, con el fin de distracción o de ganancias,


las dos partes se prometen una prestación bajo condiciones opuestas”, y “Contrato
de apuesta es aquél por el cual, con el fin de robustecer una afirmación, las partes
se prometen recíprocamente ciertas prestaciones para el caso de ser o no verdad
aquella afirmación”.

No existe coincidencia doctrinaria en cuanto al sentido de las expresiones "juego"


y "apuesta".

Para algunos tratadistas, en el juego está de por medio la habilidad o destreza del
jugador, mientras que en la apuesta sólo existe azar. Un ejemplo del primero es una
partida de ajedrez. Un ejemplo de la segunda es el hecho de lanzar una moneda
al aire: "cara o sello".

En opinión de SALVAT, la diferencia deriva de la función que las partes asumen en


el contrato. En el contrato de juego son ellas mismas las que realizan o ejecutan los
hechos constitutivos del juego, por eso dice el Código, empleando una fórmula
que podría parecer contraria a la regla que prohíbe definir con la propia palabra
definida "entregándose" al juego. En la apuesta la diferencia recae sobre hechos o
circunstancias que son extrañas a los contratantes, lo único que depende de ellos
es la opinión o interpretación diferente respecto a su significado, alcance o valor.

Otros estiman que el juego tiene una connotación proyectada hacia un futuro
desconocido: se especula respecto a la actuación de un caballo que debe correr
en el hipódromo. La apuesta en cambio, estaría referida a una situación del
pasado, pero sobre la cual cada jugador mantiene una posición contraria

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ENNECCERUS y LEHMANN afirman que la diferencia parece radicar en el motivo del
contrato: en tanto que la apuesta tiende a robustecer una afirmación, el juego
tiene por objeto la distracción o la ganancia.

En realidad, las diferencias son puramente académicas, pues lo cierto es que,


como dice el mismo SALVAT, "el régimen jurídico aplicable a cada uno de estos
contratos es en general el mismo". A este razonamiento le agregamos que en el
Perú el contrato está tipificado de un modo integral, bajo la expresión "juego y
apuesta", pues sus fronteras, en palabras de León Barandiarán "… son muy hábiles".

Es importante determinar la naturaleza y alcances de los juegos y apuestas que sin


tener las características del azar o envite se encuentran en una situación especial
y tienen reconocimiento legislativo. En ellos la suerte también está presente, pero
hasta cierto punto como un factor secundario. RAYMUNDO SALVAT manifiesta que:
"… por excepción hay ciertos juegos que la ley excluye de la prohibición, por
considerar que ellos, lejos de representar esos peligros para el orden social, son un
estímulo para el desarrollo de virtudes o actividades que deben fomentarse", y
acotando el artículo 2055°, del Código Civil Argentino pone como ejemplos los
siguientes:

1) Ejercicio de fuerza, por ejemplo: el salto, la lucha, etc.

2) Destreza de arma, lo cual se refiere a las distintas clases de ejercicio de tiro


al blanco, florete, espada, etc.

3) Corridas, es decir carreras de toda clase, a pie, a caballo, en carros, etc.

4) Otros juegos semejantes, por ejemplo el billar, el cual es un juego de destreza.


La enumeración de la ley no es absolutamente restrictiva, pero la extensión
que ella admite es con la condición de tratarse de juegos semejantes a los
enumerados: si esta condición falta, el juego cae dentro de la prohibición o
denegación de la acción".

Entre nosotros no existe un dispositivo como el comentado por el maestro argentino


y sólo es posible citar, con suma modestia por su limitación y obsolescencia, la
Resolución Suprema del 11 de marzo de 1936, que copiando casi literalmente el

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artículo 1966 del Código Civil Francés permite los juegos de bochas, carreras de
carruajes y juegos de pelota.

De conformidad con el sistema seguido por el Código vigente, mientras que los
juegos permitidos y los prohibidos se encuentran prefijados en las leyes, los no
autorizados están en zona neutra (ni prohibidos, ni permitidos) y son los que con
mayor frecuencia se presentan, pues cubren una enorme área. A título de
ejemplos, mencionamos las competencias deportivas en general, el juego –
ciencia o ajedrez, o cuestiones relativas a hechos ya acontecidos o actuales, en
todos los cuales hay competitividad, existe de por medio un interés económico o
causa lucrando y los factores determinantes en beneficio del vencedor son su
destreza física, sus conocimientos, su memoria y otros factores similares, a los cuales
se agrega un margen no cuantificado pero colateral de suerte o azar.

Por cierto que existen también casos imprecisos, como sería el de la apuesta que
hacen dos personas sobre el futuro resultado de un partido de fútbol entre equipos
de la misma categoría y calidad. No aparece claro, en efecto, si en el
esclarecimiento del hecho incierto ha sido determinante el conocimiento del
vencedor o si lo que prevalece es la suerte o azar.

3.- Caracteres
Los caracteres jurídicos del juego y la apuesta permitidos y no autorizados son:

1) El contrato es autónomo, pues no depende de otra relación obligacional.

2) Es de prestaciones recíprocas, pero con una peculiaridad: al momento de


celebrarse cada parte se obliga respecto de la otra a satisfacer determinada
prestación; pero al resolverse la incógnita que plantea el hecho incierto sólo
queda la que corresponde al perdedor.

3) Es a título oneroso, pues se vincula con un interés económico o causa lucrando


(artículo 1942). Porque ambos contratantes quedan sujetos entre sí a
prestaciones recíprocas (no quiere decir iguales), sujetas a una condición.

4) Es consensual, aun cuando colateralmente se asocia en algunos casos con


determinadas formalidades de tipo administrativo, lo cual sucede en el juego

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y apuesta permitidos (billetes, cartillas, fichas, etc.). No exigen formalidad para
originarse.

5) Es aleatorio por excelencia, pues al momento de su celebración existe un


factor sine qua non de incertidumbre y las partes necesariamente
desconocen su resultado. Esta incertidumbre en cuanto al álea puede existir
para una sola de las partes (como sucede en la lotería) o para ambas (juego
y apuestas no autorizados). En este último caso estamos frente a lo que se
conoce como la dualidad del álea.

Se ha discutido si lo expuesto significa que el juego y apuesta depende de


una condición impuesta por la ley (conditio jure). La mayoría de los autores se
inclina por descartarlo, pues como dice con razón SALVAT, mientras en los
contratos aleatorios "…la incertidumbre recae sobre las ventajas que las
partes esperan realizar, pero no sobre el contrato mismo; en los condicionales,
por el contrario, es la existencia misma del vínculo contractual y de las
obligaciones y derechos derivados de él, lo que resulta incierto". A lo dicho se
suma que mientras la condición inevitablemente se encuentra sometida a un
hecho futuro, en el juego y apuesta puede suceder que la incertidumbre de
las partes se proyecte sobre hechos pasados o actuales.

6) En el caso del juego y apuesta permitidos el apostador está usualmente sujeto


a normas a las cuales se adhiere, siendo aplicables, en consecuencia, las
disposiciones pertinentes al contrato celebrado por adhesión o a las cláusulas
generales de contratación, en su caso. Desde luego no sucede lo mismo con
el juego y apuesta no autorizados, en el cual por el contrario existe una previa
y a veces pintoresca negociación.

7) Es de ejecución instantánea, de modo que no se extiende en el tiempo, a


diferencia de los contratos de duración. La instantaneidad, por cierto, se
presenta una vez despejada la incertidumbre.

8) El contrato es condicional, desde cierto punto de vista. El resultado final por el


cual una parte gane y la otra pierda, resulta dependiente del evento
aleatorio, es decir, incierto para las partes cuando menos; lo que es propio de

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la condición. Frente al resultado cuando viene a significar una ganancia sólo
para una parte y, por ende, sólo una pérdida para la otra parte, el contrato
que en su origen es bilateral, por lo dicho antes, en cuanto a las posibles
prestaciones por una o por otra parte, viene a tornarse en unilateral.

4.- Sujetos y capacidad:


Los sujetos del juego y apuesta (permitidos y no autorizados) son, en términos
genéricos, los jugadores. Una vez producido el resultado de una situación hasta
entonces incierta quedan precisados como el vencedor y el perdedor,
respectivamente, aun cuando esta diferencia no se presenta con esta claridad en
los juegos permitidos, pues quien hace empresa nunca resulta perdedor y siempre
existe para él un margen calculado de ganancia, cualquiera que sea ese resultado
(ramo de loterías, etc.).

En lo que se refiere a la capacidad de goce, en principio pueden celebrar el


contrato tanto las personas naturales como jurídicas. Empero existen situaciones
especiales en las cuales en los juegos permitidos sólo pueden actuar como
organizador una persona jurídica, y así acontece en la lotería, en los casinos y en el
bingo.

Por último y respecto a la capacidad de ejercicio existen distingos.

En efecto, en el juego y apuesta permitidos, mientras en las apuestas en los


hipódromos no se impide a los menores acercarse a las ventanillas y jugar, no
sucede lo mismo en casinos y establecimientos de bingo, pues tanto los menores
como los sujetos a interdicción civil no pueden ingresar. Y en relación con el juego
y apuesta no autorizados, cabe señalar que no existe la solutio retentio del
vencedor cuando el perdedor sea incapaz, en resguardo de su inmadurez,
inexperiencia o falta de capacidad de discernimiento (artículo 1943).

5.- Objeto de la prestación

En los juegos permitidos el objeto de la prestación da dar a que se obliga quien los
organiza está representado por bienes (dinero y especies, como sucede en el juego

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de la lotería). El apostador, por su parte, está sujeto a las prestación de dar una
suma de dinero como condición obligatoria y ello acontece en el momento en que
adquiere los billetes, cartillas, fichas y análogos, sin que pueda sostenerse que con
ello realiza una compra, pues este hecho esta inescindiblemente ligado al juego y
a la apuesta.
En teoría nada impide que en el juego y apuesta permitidos el objeto sea una
prestación de hacer. Tampoco cabe descartar que el objeto resulte una prestación
de no hacer, esto es, un deber de abstención, aunque en la práctica lo vemos
sumamente remoto.

A diferencia de lo expresado en los párrafos anteriores, en el juego y apuesta no


autorizados el objeto de la obligación cubre un amplio espacio (dar bienes, o sea
cosa y derechos; hacer o cumplir servicios; y no hacer o abstenerse de algo), sin
que las obligaciones tengan que ser necesariamente homogéneas. No existe, pues,
inconveniente para que en un juego o apuesta no autorizado uno de los
apostadores se comprometa a una prestación de dar y el otro a una de no hacer,
todo ello condicionado al resultado del hecho incierto.

En este sentido, la doctrina se ha preocupado de determinar si el juego y la apuesta


son o no una misma cosa, y, en caso de no serlo, ha procurado establecer sus
principales diferencias. Examinemos ahora los principales criterios distintivos
doctrinalmente formulados.

6.- Diferencia entre juego y apuesta

Los Hermanos Mazeaud señalan que el juego es aquel contrato por el cual las
partes prometen entre sí una prestación, si una de ellas obtiene un resultado
dependiente de la fuerza, de la destreza, de la inteligencia o del puro azar, Por su
parte Josserand define el juego como una convención por la cual unas personas
se comprometen, entregándose a una combinación cualquiera, a pagar una
suma de dinero o a hacerle una prestación.

Josserand señala que la apuesta es una convención en virtud de la cual unas


personas que no están de acuerdo sobre una cuestión, que considera diferente,
convienen en que, quien tenga la razón reciba de los demás una suma de dinero

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o una prestación determinada. Mientras que los Hermanos Mazeaud, la define
como el contrato por el cual cada una de las partes promete a la otra una
prestación según qué tal acontecimiento, se haya producido o no.

Según los Mazeaud el contrato de juego y apuesta difieren por el papel que
desempeñan las partes, si provocan el acontecimiento que designará al ganador,
se trata de juego; si permanecen ajenos a ese acontecimiento se trata de apuesta.
Además expone que el juego no es oponible a terceros cuando la deuda se salde
con un pagaré, la excepción del juego es oponible al portador de buena fé del
pagaré.

El Código Civil señala dos reglas excepcionales comunes a los contratos de juego
y apuesta:

1) le niega al ganador la acción en repetición de lo que haya pagado y

2) no le reconoce ninguna eficacia a las promesas a pagar.

Indudablemente que entre juego y apuesta existe diferencia. Puede haber juego
sin apuesta, así como puede haber apuesta sin juego. El juego puede consistir en
una diversión sin resultados económicos. En ese caso hablamos de juego por
antomasia pero la mayor parte de veces el juego va acompañado de una
apuesta. La apuesta existe sin el juego. Es un elemento accidental podríamos decir
que la apuesta es un accesorio del juego. Cualquier clase de juego, desde el más
atrevido hasta el más inocente pueden existir sin la apuesta no puede existir sin el
juego los actos o sucesos que son objeto de ella, la apuesta tiene que ir siempre
unida sea al juego, sea a los actos o hechos que se apuestan. Si yo apuesto que A
no pasa de 18 años, frente a otro que afirma que A, excede de los 18 años que
muy bien puede llegar los 24 años, ambas posturas sometidas al dicho de A que
despejará la duda y llega A, y dice que tiene 20 años. He perdido la apuesta. No
se ha tratado de un juego pero ha habido apuesta. En cambio sí teniendo el mazo
de barajas en la mano digo que pagaré siete y medio y otro jugador exhibe cartas
que valen siete y medio, habré perdido en un juego en que ha habido apuesta.

La apuesta no solo es dinero, pueden existir apuestas en objeto y apuestas carentes


de valor, en fichas o palillos de fósforos o granos de maíz, que no tienen valor.

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Cabanellas, citando al artículo 2053° del Código Civil Argentino dice aún existe
apuesta "cuando dos personas que son de una opinión contraria, sobre cualquier
materia, convienen que aunque cuya opinión resulte fundada recibirá de la otra
una suma de dinero o cualquier otro objeto determinado".

Además el mismo autor menciona, el juego: "como contrato es principal, bilateral,


consensual y aleatorio; por él convienen dos o más personas en que la que
perdiere, según se realice, o no, la suerte de una de las partes, pagará a la otra
cierta cantidad u otra cosa fijada de antemano.

El artículo 2052° del Código Civil Argentino define el contrato de juego como aquel
que tiene lugar cuando dos o más personas, entregándose al juego, se obliguen a
pagar a la que ganare una suma de dinero u otro objeto determinado".

6.1.- En relación al fin perseguido por las partes

Según un primer criterio, para establecer la diferencia entre juego y apuesta ha de


atenderse al distinto motivo o finalidad de dichos contratos. Así, ENNECCERUS
estima que el juego tiene por objeto una distracción o una ganancia, o ambas
cosas a la vez, mientras que la apuesta tiende a robustecer una afirmación
discutida.

Como se mencionó anteriormente, en la definición doctrinaria, se tiene las


siguientes definiciones: “Contrato de juego es aquél por el cual, con el fin de
distracción o de ganancias, las dos partes se prometen una prestación bajo
condiciones opuestas”, y “Contrato de apuesta es aquél por el cual, con el fin de
robustecer una afirmación, las partes se prometen recíprocamente ciertas
prestaciones para el caso de ser o no verdad aquella afirmación”.

Conforme a esto, sostiene que las apuestas sobre la victoria de un determinado


caballo en una carrera pública, son juego, porque sólo se realizan con vistas a una
ganancia. A ello añade que en las afirmaciones sobre futuro no suele haber
apuesta, sino juego, y señala como ejemplo las apuestas deportivas, si bien no
considera acertado en este caso generalizar este criterio.

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A este planteamiento se le han formulado dos importantes objeciones. En primer
lugar, reduce la categoría de las apuestas a hipótesis marginales, puesto que
incluiría entre los juegos prácticamente todas las apuestas relativas a un
acontecimiento futuro, así como las que se realizan por una diferencia de opiniones
de carácter intrascendente. En segundo lugar, esta teoría basa la distinción en los
motivos individuales de los jugadores y apostantes, olvidando no sólo que esos
motivos varían de persona a persona (hasta el punto que una parte podría, por
ejemplo, estar convencida de la seriedad de su propia afirmación, y la otra apostar
sólo por diversión o ganancia), sino también que los motivos individuales no se
exteriorizan, no forman parte del negocio jurídico y son irrelevantes para el
Derecho. En realidad –se afirma-, en todos esos casos la única razón decisiva y
común a las partes reside en la creación artificial de un riesgo en relación a un
acontecimiento al menos subjetivamente incierto.

6.2.- En función de la participación en la realización del evento

Según un segundo criterio (romano), que es el más generalizado, hay juego


cuando las partes intervienen activamente en el acontecimiento incierto de que
se trate y contribuyen al resultado final, y hay apuesta cuando las partes quedan
al margen de la actividad que producirá dicho acontecimiento.

En este sentido, se ha definido el juego como: “contrato por el cual cada una de
las partes promete a la otra una prestación si una de ellas obtiene un resultado
dependiente de la fuerza, de la destreza, de la inteligencia respectiva de las partes,
o del puro azar”.

7.- Clases de juego y apuesta:

El Código legisla sobre "el juego y la apuesta" permitidos y no autorizados.

De la disquisición anterior deducimos que el código no legisla ni el juego ni la


apuesta. Todas las formas, lícitas y no lícitas resultan englobadas en la frase "el juego
y la apuesta" que son tratadas como si fueran un solo hecho o un solo concepto.
Consideramos más apropiado calificar la apuesta como el contrato en el cual
ambas partes se someten a los resultados de determinado hecho.

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El Código sin embargo engloba en una frase el juego y la apuesta, reconoce tres
clases de estas:

1) El juego y la apuesta permitidos.


2) El juego y la apuesta no autorizados.
3) El juego y la apuesta prohibidos.

Cada uno tiene un tratamiento especial;

De conformidad con el nuevo sistema seguido por el código vigente, mientras que
los juegos permitidos y los prohibidos se encuentran prefijados en las leyes, los no
autorizados están en una zona neutral, pues no son prohibidos ni permitidos. Estos
últimos constituyen, por lo demás, los que se presentan con mayor frecuencia, pues
cubre un área muy amplia. Como ejemplo de los juegos no autorizados podemos
citar los eventos deportivos en general, o cuestiones relativas a hechos o
acontecimientos ya producidos o actuadas, en todos los cuales existen
competitividad, un interés económico de por medio y los factores determinantes
en beneficio del vencedor como son su destres física, su conocimiento, su memoria
y otros similares a los que se agrega un margen no cuantificado y colateral de
suerte o azar.

De lo dicho se desprende que en nuestro código civil el juego y apuesta no


autorizados tienen una categoría propia. En efecto, si bien el vencedor carece de
acción para reclamar su pago, una vez efectuado voluntariamente tiene a su favor
la “solutio retentio” y no está obligado a la devolución.

"El juez puede reducir equitativamente el monto de la prestación cuando resulta


excesiva en relación con la situación económica del perdedor."

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II EL JUEGO Y APUESTA EN NUESTRO CODIGO CIVIL
1.- Juego y apuesta permitidos: Acción de cobro (Art. 1942)

Los elementos constitutivos del juego y apuesta permitidos son:

1) La obligación por parte de quien resulte perdedor, de satisfacer la prestación


previamente establecida. En la lotería, por ejemplo, el organismo competente
hace que se emitan y pongan en circulación billetes en los que figuran el monto
de los premios y la fecha del sorteo, entre otros aspectos.

Al referirnos a los conceptos generales se explicó que en el juego y apuesta


permitidos actualmente, la prestación a que se obliga el perdedor es de dar
(sumas de dinero y también especies). Nada impide, empero, que en el futuro
se introduzcan dentro de esa misma categoría prestaciones de hacer y hasta
en teoría, aunque con remotas posibilidades, de no hacer. Por ejemplo, podría
darse que en el juego de bingo se permita ofrecer como prestación la pintura
de la casa del ganador de una determinada cartilla.

Como por otra parte hemos sostenido que el juego y apuesta no autorizados
es un contrato peculiar resulta evidente que dentro de su gama podrán
ofrecerse no sólo prestaciones de dar, sino también de hacer y no hacer. Nada
impide, en efecto, que en una competencia de ajedrez, quien resulte perdedor
le confeccione un retrato al vencedor (prestación de hacer) o se abstenga de
jugar durante un mes (prestación de no hacer) en la medida de que una u otra
prestación haya sido previamente convenida. Como sabemos, en ambos ejem-
plos el vencedor carecerá de acción para exigir el cumplimiento de la
prestación por parte del perdedor.

2) La prestación debe tener carácter interesado (causa lucrandi) ya que si el

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resultado de una competencia (deportiva, científica, etc.) sólo conduce a
una satisfacción inmaterial, no habrá habido concertación previa ni existirá
juego y apuesta desde una perspectiva contractual. León Barandiarán cita
con acierto a Funaioli manifestando que "si no hay resultado económico en
cuanto a transmisión patrimonial por parte de un jugador, que viene a ser el
perjudicado, en favor de otro jugador, que viene a ser el favorecido, el mundo
del juego y aquel del derecho constituyen no solamente dos categorías
anteriores y diversas, sino un cierto sentido, contrapuestas, incompatibles. El
fenómeno lúdico y el fenómeno jurídico serían insensibles recíprocamente".

3) La prestación comprometida resultará exigible una vez que se produzca un


hecho hasta entonces futuro o que tratándose de un acontecimiento ya
realizado e ignorado en su origen por las partes, quede luego debidamente
esclarecido. Debemos aclarar que en la legislación sobre el juego y apuesta
permitidos sólo se da la primera de estas hipótesis. Ejemplo: la llegada a la
meta de un caballo vencedor en un hipódromo. No existe, en cambio, juego y
apuesta permitidos en que la prestación esté sujeta al resultado de un
acontecimiento realizado, pero desconocido por las partes. Empero, se le
consideró en el texto para la eventualidad de que pueda darse en el futuro.
Además y desde luego, este matiz se presenta frecuentemente en el juego y
apuesta no autorizados (ejemplo: si dos estudiantes de Derecho apuestan una
comida respecto a quién era Presidente del Perú cuando se promulgó el
Código Civil de 1952: Ramón Castilla o José Rufino Echenique).

4) Aunque no lo señale el artículo 1492° del Código Civil, por su misma


organización empresarial el juego y apuesta permitidos están acompañados
por actos de carácter preparatorio, como son la adquisión de billetes, boletos,
cartillas o fichas.

Adicionalmente cabe indicar que en ciertos casos sus mecanismos son


sofisticados. Así sucede con el empleo de totalizadores en los hipódromos, pues
en realidad quien juega es la masa apostadora (asistente o no al espectáculo
hípico) de modo que la institución que hace empresa (entre nosotros, el
Jockey Club del Perú) se limita a recolectar las apuestas y cumplir con el pago

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de los resultados, reteniendo un porcentaje que no sólo asegura sus costos y el
pago de tributos, sino también una significativa ganancia.

El segundo párrafo del artículo bajo comentario carece de razón de ser, y su inclusión
se debe a que el autor no estuvo presente en la ponencia sustitutoria que estaba
cambiando toda la estructura del contrato de juego y apuesta, al separarlo en
permitidos, no autorizados y prohibidos. En efecto, la regla de equidad contenida por
este segundo párrafo (evitar la ruina del perdedor) se explicaba en el Código Civil
de 1936°, ya que conforme al artículo 1772°, el que perdía en juego y apuesta de los
no prohibidos quedaba obligado al pago. Pero como esto no es así en el Código
actual (artículo 1943) no vemos cómo pueda aplicarse esa regla de equidad si el
juego y apuesta permitidos están circunscritos a los que se organizan de un modo
empresarial y con un riesgo calculado.

1.1.- Efectos de los juegos permitidos

Con relación a los efectos que el Código Civil ha atribuido a los juegos permitidos
podemos mencionar los siguientes:

1.2.- Acción para reclamar lo ganado y reducción judicial de la


deuda

Sí se permite al ganador recurrir a la vía judicial para reclamar lo que ha ganado


en un juego permitido, sin embargo también se admite la reducción judicial de la
deuda cuando resulta excesiva en relación con la situación económica del
perdedor. Es decir, aun así el juego sea lícito, el legislador ha considerado necesario
proteger al perdedor. La reducción judicial de la deuda proveniente de juegos
permitidos ya se contemplaba en el Código Civil de 1936°, señalándose en su
ARTÍCULOS 1772°, lo siguiente: "El que pierde en juego o apuesta de los no
prohibidos queda obligado al pago. El juez puede, sin embargo reducir la
obligación en lo que excediere de los usos de un buen padre de familia".

En nuestra opinión, la reducción judicial de la deuda en un juego lícito solo debería


ser posible por un acontecimiento extraordinario o imprevisible, por causas extrañas
al riesgo propio del contrato, tal como lo dispone el ARTÍCULOS 1441°, numeral 2,

19
del actual Código Civil; pero si la excesiva onerosidad de la prestación obedece a
circunstancias propias del contrato no debería constituir la situación económica
del perdedor un criterio válido para que este pueda reducir su deuda, pues tal
circunstancia no necesariamente era un hecho cierto y conocido por el ganador.
En este aspecto, el Código Civil funge de paterna lista y el efecto de la norma
podría seguir una dirección opuesta a la deseada pues podría estimular que
quienes tienen una complicada situación económica se agencien de grandes
cantidades de dinero para jugarlas, sabiendo que dentro del rango de
probabilidades será mayor la oportunidad de obtener pingües ganancias, pues
podrían aprovecharse de la reducción judicial para aminorar sus deudas.

La situación económica del perdedor solo puede ser invocada como excepción y
no como acción. En consecuencia, la reducción judicial no podría solicitarla una
persona que ya pagó la deuda a través de una demanda de reducción de deuda
de juego y solicitar por lo tanto su devolución parcial. El último párrafo del
ARTÍCULOS 1942°, señala que el juez puede reducir la prestación, en consecuencia,
si esta ya se cumplió, la obligación está plenamente extinguida y no tendría
entonces título para repetir al que pagó la deuda de juego permitido aunque
pretendiera invocar su situación económica.

1.3.- Excepción para no pagar lo perdido

En un proceso judicial donde el ganador demanda el cobro de lo ganado en un


juego permitido, el perdedor no podrá eximirse de pagar; sin embargo, como lo
indicamos anteriormente, podrá solicitar la reducción de la deuda invocando su
situación económica. La figura de la reducción judicial también está contemplada
para las obligaciones con cláusula penal. Conforme al ARTÍCULOS 1346°, el juez, a
solicitud del deudor, puede reducir equitativamente la pena cuando sea
manifiestamente excesiva o cuando la obligación principal hubiese sido en parte
o irregularmente cumplida.

1.4.- Acción para recuperar lo pagado

El deudor que pagó una deuda proveniente de un juego permitido no puede luego
demandar su devolución total ni parcial. Al haberse extinguido la obligación, es

20
irrelevante que pueda probar que el monto de la prestación resultó excesiva con
relación a su situación económica, pues la reducción judicial solo puede ser
invocada como excepción, cuando el deudor actúa como demandado.

2.- Juego y apuesta no autorizados: falta de acción y de


repetición (Art. 1943° del Código Civil)

El que paga voluntariamente una deuda emanada del juego y la apuesta no


autorizados, no puede solicitar su repetición, salvo que haya mediado dolo en la
obtención de la ganancia o que el repitente sea incapaz.

Según lo explicado en los conceptos generales el Código Civil en vigencia tiene una
estructura peculiar en lo que se refiere al juego y apuesta, pues se aparta de la
legislación tradicional o clásica y hace una categórica distinción entre los
permitidos, no autorizados y prohibidos. Ya hemos señalado que el sistema utilizado
tiene indudable contenido ético, pero también reconocemos que podría objetarse y
en todo caso discutirse en lo que se refiere al trato dado al juego y apuesta no
autorizado, pues son los que se presentan con mayor frecuencia en la vida
diaria.Pondremos algunos ejemplos: Pedro se enfrenta a Juan en un partido de tenis
y convienen en que el perdedor le pagará una suma de dinero o le entregará un bien
determinado o le prestará un servicio o se abstendrá de hacer algo. Carlos tiene
una discusión con Santiago sobre el resultado del encuentro final del Campeonato
Mundial de Fútbol realizado en Argentina en 1978 y hacen una apuesta relacionada
con cualquiera de las prestaciones antes mencionadas, o sea de dar, hacer o no
hacer. Julia afirma que Juana de Arco falleció el 30 de mayo de 1431, en tanto que
Cecilia sostiene que fue el 30 de mayo de 1430, y surge otra apuesta vinculada con
un hecho del pasado y sujeta también a un efecto o consecuencia lucrativa. En
todos estos casos, como en tantos otros similares no existe prohibición legal, puesto
que no se trata de juegos de envite y azar, pero tampoco están permitidos y se
hallan, de consiguiente, en una posición intermedia, ya que si de una parte el
vencedor carece de acción para exigir el pago, por otro lado el perdedor que
satisfizo la prestación no puede reclamar su devolución (de ser ello posible), pues el
primero goza de la solutio retentio. Estos efectos, tan distintos, responden a la filosofía
impuesta en el Código, que desalienta al juego y apuesta, pero concede una
21
solución decorosa para el perdedor, satisfactoria para el vencedor y lo que es tanto o
más importante, coherente con el acontecer diario, con los usos y costumbres y el
valor moral de la palabra empeñada.

Para que funcione la solutio retentio es indispensable que el pago haya sido hecho
por el perdedor en forma voluntaria. De otro modo el acto sería anulable por error,
violencia o intimidación. No hemos mencionado al dolo como factor de
anulabilidad, pues el artículo 1943 lo señala expresamente y desde luego su inclusión
es inobjetable, pues faltaría el alea y la ley no puede proteger a quien ha empleado
artificio o argucia para obtener un resultado que le favorezca. Como apunta León
Barandiarán, "debe haber ausencia de fraude de parte del ganancioso, o sea, que
el resultado del juego no se deba a acciones dolosas de aquél, y así el primer tahúr
puede verse constreñido a restituir lo que se le haya pagado" Finalmente, habrá
también lugar a repetición si quien ha pagado es incapaz. Se trata, en este caso, de
que no exista aprovechamiento por falta de razonamiento, inexperiencia o
inmadurez del perdedor. No se ha establecido en esta hipótesis si la incapacidad
es absoluta, de modo que el precepto se extiende también a la relativa. Esta es una
deficiencia que deberá ser corregida en el futuro, por cuanto el acto jurídico
practicado por incapacidad relativa del agente sólo es anulable, a tenor de lo
dispuesto en el artículo 221°, inciso 1, del Código Civil, Opina León Barandiarán que:
"... la falta de capacidad para realizar un acto jurídico, como es un pago, importa
la impugnabilidad de éste. Si esta es una regla general, con tanto mayor razón
tendrá aplicación en el caso contemplado, de una obligación imperfecta, como es
la derivada de una deuda de juego del tipo considerado en el artículo 1768° (del
Código Civil de 1936°), en que no se permite la exigibilidad de la obligación, sino sólo
la no repetición de lo pagado.

3.- Juego y apuesta prohibidos: Nulidad del pago (Art. 1944° del
Código Civil)

En este novedoso dispositivo apreciamos el fundamento ético a que hiciéramos


mención en los conceptos generales y en la oscilación de un péndulo imaginario nos
encontramos con el extremo en virtud del cual se fulmina con la nulidad el juego y

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apuesta prohibidos por mandato expreso de la ley: no existe acción y hay lugar a la
repetición, en el supuesto de haberse hecho el pago.

Solo aquellos juegos cuya prohibición ha sido establecida expresamente por una
ley van a estar sujetos a los efectos indicados en el ARTÍCULOS 1944. La regla en
nuestra legislación civil ha sido prohibir los juegos, especialmente los juegos de azar
y esto se advierte desde el albor de la República.

En efecto, el General San Martín, durante su protectorado, en enero de 1822


expidió un decreto por el que se consideraba al juego como un delito que ataca
la moral pública y arruina las familias. Asimismo, tal decreto dispuso que se sancione
penal mente a los dueños de las casas donde se jugaba y también a los jugadores,
y para incentivar la búsqueda de centros de juego se premiaba a los denunciantes
con la mitad del dinero encontrado en las mesas de juego. Posteriormente, ese
mismo año y mes, el General emitió otro decreto concediendo la libertad a los
esclavos que denunciaran el desarrollo de juegos en las casas de sus amos,
recibiendo también la mitad del dinero encontrado en las mesas de juego.

La existencia de juegos prohibidos en nuestra legislación ha obedecido


fundamentalmente a razones de orden religioso y moral. Los que han sido objeto
de esta prohibición, ya los hemos dicho, han sido los juegos de azar y entre los
argumentos invocados en su oportunidad para tal decisión estaban los siguientes:
que atentan contra la ética del trabajo, que promueven una injusta disposición de
la riqueza personal desestimulando la solidaridad entre las personas y que
fomentan la corrupción de las entidades estatales

La distinción entre el juego y apuesta permitidos, no autorizados y prohibidos es,


pues, notoria. En los primeros, hay acción para que el vencedor exija al perdedor el
pago de la prestación convenida. En los segundos, no existe acción, pero el
vencedor tiene a su favor la solutio retentio y no está obligado a devolver lo que el
perdedor pagó espontáneamente. Finalmente, en el tercer caso no hay acción y si
el perdedor ha pagado al vencedor, tiene el derecho de repetición, pues dicho
pago es nulo de pleno derecho.

23
Lo expuesto en la parte final del párrafo anterior significa que quien pagó no
necesita recurrir a los tribunales para que declaren la nulidad, pues ésta opera jure
etde iure. Desde luego, si el perdedor entregó al vencedor dinero o especies y no
se le devuelve tendrá que interponer la correspondiente acción restitutoria, o una
indemnizatoria si por la naturaleza de las cosas no cabe restitución, lo que sucedería
cuando la prestación fue de hacer o de no hacer.

La legislación peruana en materia de juego y apuesta prohibidos está referida al


envite -cuya definición fue dada en los conceptos generales, y aparece en el
Decreto Ley N° 7051 de 18 de marzo de 1931.

Conforme a sus disposiciones, "la prohibición del juego de envite es absoluta en toda
la República. Quienes trafiquen con dicho juego ejerciendo el rol de banqueros,
empresarios, talladores, etc., serán reprimidos administrativamente por la autoridad
prefectural, con multa de mil a cinco mil soles y además, juzgados como vagos y
expulsados del territorio nacional, si fueran extranjeros. El dinero y los efectos
encontrados en mesa o en poder de los jugadores serán decomisado. Los clubes,
centros sociales o establecimientos en que se sorprenda la práctica del juego de
envite serán clausurados y sólo podrán reabrirse mediante un depósito en efectivo
de diez mil soles el cual, en caso de reincidencia y sin perjuicio de la clausura
definitiva será aprovechado por el Estado. Por último, incurre en responsabilidad por
negligencia y será destituido, quedando inhabilitado durante un año para el
servicio, el funcionario de policía o autoridad política en que se sorprenda algún
foco de juego de envite y tratándose de casos de corrupción de funcionarios, los
responsables serán reprimidos con arreglo al artículo 243-A del Código Penal
(adicionado por el artículo 10 del Decreto Ley N° 25836 de noviembre de 1992).

También es pertinente referirnos a la Ley N° 10293 de 24 de noviembre de 1945, que


prohibió la explotación del juego de las carreras de galgos, cuya concesión la tenía
la Empresa Lima Kennel Park S. A. y sanciona igualmente el juego de ruleta y demás
formas de azar empleadas en establecimientos o por Vendedores ambulantes, con
excepción de las tómbolas debidamente autorizadas con fines sociales.

Del contenido de las normas citadas se desprenden dos comentarios:

24
1) En la práctica la ley no se cumple y el juego de envite se realiza impunemente
en clubes, centros sociales y por ambulantes, debiendo advertir que el funcio-
namiento de casinos está permitido por la Ley N° 27153, pero requiere el otor-
gamiento de autorización expresa.

2) El Decreto Ley N° 7051 y la Ley N° 10293 no se ajustan a las exigencias de nuestra


época y es imperiosa la dación de una nueva ley que regule esta
problemática.

3.1 Consecuencias civiles de los juegos prohibidos

Las consecuencias civiles de los juegos prohibidos son las siguientes:

3.2 Acción para reclamar lo ganado y reducción judicial de la


deuda
No se permite al ganador recurrir a la vía judicial para reclamar lo que ha ganado
y si esto ha ocurrido es nulo de pleno derecho. Los juegos prohibidos están
afectados con la nulidad absoluta; inclusive, como lo indica el ARTÍCULOS 220 del
Código Civil, tal circunstancia puede ser alegada también por el Ministerio Público.
Al ser nulo este contrato, significa además que existe acción para recuperar lo
pagado en un juego prohibido. Asimismo, el juez puede declarar de oficio la
nulidad cuando esta resulta manifiesta en un proceso que verse sobre la existencia
de una deuda derivada de un juego prohibido. Por ejemplo, una empresa peruana
que gestiona y colecta en el país apuestas para loterías del exterior demanda a un
cliente local el cobro de una deuda generada por la adquisición de varios billetes
de esta lotería extranjera. El cliente -que desconoce estas normas- trata de evitar
el pago con otros argumentos. El juez, en aplicación de las leyes que regulan el
juego de lotería y del ARTÍCULOS 1944 del Código Civil, podrá sin que le sea
solicitado, declarar la nulidad del contrato y la improcedencia del cobro de la
deuda. La reducción judicial no es posible en estos casos.

3.3 Excepción para no pagar lo perdido


Sí existe, pues el juego es nulo. Efectivamente, en el supuesto que un organizador
de juegos prohibidos demande judicialmente el pago de una deuda proveniente

25
de un juego prohibido, el juez no debería admitir la demanda, pero si esto ocurriera,
el demandado podría invocar su inexigibilidad por ser un juego prohibido.

3.4 Acción para recuperar lo pagado

Sí existe. Al ser nulo este contrato, significa además que existe acción para repetir
lo pagado en un juego prohibido. Entonces, el deudor que pagó voluntariamente
una deuda proveniente de un juego puede luego demandar su devolución. A
nuestro criterio, la participación en un juego prohibido debe afectar a todas las
partes contratantes. Es interesante la solución del Código Civil Federal de México,
que sanciona parcialmente al perdedor en un juego prohibido. Al respecto señala
lo siguiente: "ARTÍCULOS 2765.- El que paga voluntariamente una deuda
procedente del juego prohibido, o sus herederos, tiene derecho de reclamar la
devolución del 50% de lo que se pagó. El otro cincuenta por ciento no quedará en
poder del ganancioso, sino que se entregará a la Beneficencia pública"

4.- Nulidad de actos jurídicos que encubran o envuelvan deudas


del juego y apuesta no autorizados y prohibidos (Art. 1945 del
Código Civil)

El jurista Carlos A. Fonseca Sarmiento comenta que esta norma señala que una
deuda de juego prohibido o no autorizado no es susceptible de convertirse por
novación u otro medio similar, en una obligación civilmente eficaz. De esta manera,
quien tuviera una deuda (obligación primitiva) que realmente tiene su causa en
este tipo de juegos, cuando la obligación que le es exigida (obligación convertida)
se le atribuye una causa civilmente eficaz, el deudor tendrá todos los medios
posibles para probar que la causa real de la obligación es el juego prohibido o no
autorizado y con ello podrá bloquear la acción e impedir su pago.

Esta regla siempre se ha considerado en nuestros Códigos Civiles; primero en el


ARTÍCULOS 1744 del Código de 1852 y luego en el ARTÍCULOS 1769 del Código de
1936. Con relación a la novación, expresamente, el actual ARTÍCULOS 1286 señala
que si la obligación primitiva fuere nula, no existe novación. De igual manera, con
relación a la fianza, el ARTÍCULOS 1875 señala que esta no puede existir sin una
obligación válida.

26
Las maniobras empleadas para convertir una deuda de juego en deuda civilmente
exigible son simulaciones de acto jurídico y nuestro Código Civil -en los ARTÍCULOS
190, 191 Y 192- se pronuncia sobre la simulación absoluta, la simulación relativa y la
simulación parcial, respectivamente. Por regla general, se protege al tercero de
buena fe. Así, el ARTÍCULOS 194 señala que la simulación no puede ser opuesta por
las partes ni por los terceros perjudicados a quien de buena fe y a título oneroso
haya adquirido derechos del titular aparente. Es preciso advertir, sin embargo, que
en el ARTÍCULOS 1945 no se indica si el tercero de buena fe adquirió a título gratuito
u oneroso el derecho sobre la deuda de juego.

Con relación al segundo párrafo del ARTÍCULOS 1945, podemos indicar algunas
situaciones: si un jugador perdió en un juego prohibido o no autorizado puede ser
que en dichas circunstancias sea obligado a aceptar una letra de cambio para
saldar la deuda. Es decir, se le puede dar forma de título a la orden a favor del
ganador. El portador de buena fe de tales títulos -a consecuencia de su tráfico
patrimonial- sí tiene el derecho de cobrar la suma de dinero indicada en el título,
sin perjuicio del derecho que tendrá el deudor de repetir contra el ganador del
juego prohibido por ser este nulo o cuando existe dolo o el repitente es incapaz,
en el caso de los juegos no autorizados.

Por su parte Max Arias Schreiber opina que, Mediante este dispositivo se protege la
finalidad ética perseguida en los juegos y apuestas no autorizados (artículo 1943) y
prohibido (artículo 1944), de modo tal que no tendrán valor aquellos actos que
resulten disfrazados y dependientes. Se evita así el fraude de la ley, impidiendo una
apariencia que no constituye un hecho nuevo, que carece de autonomía y se
pone por lo tanto atajo a legitimar por la vía indirecta, lo que la ley no permite
directamente. Manifiesta a este respecto León Barandiarán, citando a Staudinger,
que se trata de resguardar lo que resultaría ser una distorsión fraudulenta y se
rechaza la posibilidad de introducir "variaciones mediante las cuáles el perdedor
asume frente al ganador una obligatoriedad para el cumplimiento de una deuda
por juego o por apuesta, en especial mediante un reconocimiento de deuda

27
Es decir que el artículo bajo comentario se refiere a la novación, el otorgamiento
de garantía para el pago y cualquier otro acto jurídico que signifique el reconoci-
miento de un resultado desprendido de juego y apuesta no autorizados o prohi-
bidos, como serían la promesa, confirmación, compensación, transacción y
análogos.

AI referirse a la novación, León Barandiarán explica que mediante ella "se podría
emplear un medio sustitutorio para conseguir la ejecución de una obligación que
la ley repudia. La obligación nueva creada por el empleo del recurso antedicho
está inficcionada, como en el caso del reconocimiento, por el vicio de la causa
novandi. Como muy bien advierte Funaioli, el elemento causal es aquí
determinante"

En lo que atañe a la constitución de garantías, basta decir que necesariamente


corren la suerte de su verdadera razón de ser. León Barandiarán expresa que "...
respecto a la deuda emanante del juego de Cayo en favor de Ticio, la fianza
otorgada por Sempronio quedaría sujeta a la excepción ex causa por dicho
Sempronio ante la exigencia de Ticio. Igual que en el caso de la fianza, ocurriría lo
mismo en el supuesto de alguna otra garantía, como la hipoteca, laprenda"

El segundo párrafo se contrae, a, la emisión de un título de crédito a la orden del


ganador y a cargo del vencedor y como la causa vendría a ser la misma -juego y
apuesta no autorizados o prohibidos- la consecuencia es también igual: su invalidez.
Esta emisión representa, como es sabido, una promesa de pago y
consecuentemente el reconocimiento de una deuda no exigible. Es aplicable, a
estos efectos, lo dispuesto en el artículo 20 de la ley de Títulos Valores N° 16587, que
autoriza al deudor a oponer al tenedor del título las excepciones que derivan de sus
relaciones personales con éste.

En su parte final, el precepto bajo comentario pone a salvo el derecho del tercero
de buena fe, quien por razones de velocidad en la circulación y de seguridad en
la transmisión de esta clase de documentos es ajeno a su origen y por lo tanto la
invalidez no le alcanza. León Barandiarán, luego de poner varios ejemplos
relacionados con el artículo 1769 del Código Civil de 1936 pero que son pertinentes
al Código vigente, señala que lo que sostiene respecto a las letras de cambio es

28
aplicable a los vales y pagarés a la orden, por la remisión que hace el artículo 133
de la Ley de Títulos Valores

Desde luego, nada impide que quien pagó al tercero de buena fe tenga expedito
su derecho para repetir contra el que recibió y negoció originalmente el título de
crédito. No existe, en nuestro Código, una disposición que lo señale expresamente -
como sucede en el Código Civil de la República del Paraguay, promulgado el 23 de
diciembre de 1985-, pero ese derecho emana de la naturaleza de las cosas.

5.- Tercero que paga la deuda en juego y apuesta no autorizados


(Art. 1946° del Código Civil)

Este artículo ha sido concebido exclusivamente para el juego y apuesta no


autorizados pues de su texto se infiere que existirá acción a favor de quien paga con
la aceptación expresa o tácita del perdedor, actuando como un gestor que a
sabiendas ha servido de intermediario y no tiene por qué empobrecerse. No sucede
lo mismo, por cierto, en el juego y apuesta prohibido, pues en esta hipótesis el
tercero que paga carece de acción en cualquier circunstancia, dado el rigor con
que trata el Código estas actividades.

Dentro del mismo criterio, esto es, legislando sobre el juego y apuesta no autorizados
de un modo menos severo que los prohibidos, la parte final del artículo dispone que
quien paga sin autorización del perdedor y recibe de éste la cancelación de lo que
abone, goza de la solutio retentio y no está obligado a su restitución.

El reciente Código Civil paraguayo (1985) señala en su artículo 1455 que el tercero
que sin mandato hubiese pagado una deuda de juego y apuesta, no goza de
acción alguna contra aquél por quien hizo el pago. Nosotros preferimos la fórmula
peruana, pues es más flexible.

Por último debemos reflexionar sobre la supresión hecha por la Comisión Revisora
del artículo 2001 del Proyecto, según el cual "no puede exigirse el pago de lo que se
presta expresamente para juego no autorizado, si se hace anteriormente o en el acto
mismo de jugar" y dejamos constancia de nuestra discrepancia y de la conveniencia
de incorporarlo en el futuro. En efecto, dicho numeral del Proyecto tenía como
fuente el artículo 1771 del Código Civil de 1936, con el agregado de que no exista

29
acción si el préstamo se hacía antes y no simplemente en el acto del juego y apuesta
y su propósito estaba dentro de la filosofía que regula este contrato, dirigida a no
propiciar la práctica de lo que puede convertirse en un vicio. Por cierto que la
solución sería distinta en la hipótesis de que el mutuo se realizase después del
resultado del juego y apuesta no autorizados y así se desprendía del referido
artículo 2001 del Proyecto, contrario sensu, de modo que su reembolso procedería
como en cualquier caso de un préstamo válido.

6.- Juegos y apuestas masivas o multilaterales (Art. 1947)


Según MaxArias Schreiberen su libro Exégesis opina queEn nuestro Perú el juego y
apuesta permitidos descansan, con mayor o menor intensidad, en la intervención
masiva de los apostadores y se sujetan a las leyes o disposiciones administrativas
pertinentes. Existen modalidades del juego y apuesta que en algunos casos están
relacionadas con espectáculos públicos, como sucede en las carreras de caballos
o los partidos de fútbol, para poner dos ejemplos (apuestas en función del
totalizador y cartillas del denominado "Deporgol" que ya no opera,
respectivamente), sin que por cierto haya relación jurídica alguna entre dicho juego
y tales espectáculos. Se trata, en verdad, de contratos masivos o multilaterales.

Explica Consuelo Vidal Bruce, que "los juegos y apuestas en los que suele tomar parte
un gran número de personas pueden ser divididos en dos categorías: una formada
por una serie de contratos bilaterales entre el organizador del juego y cada uno de
los participantes en el mismo, y otra en la que todos los jugadores crean un único
contrato plurilateral, ejercitando el organizador únicamente una función de
intermediario. Esta división facilita el análisis de los diferentes tipos de relaciones que
se dan entre los participantes en estos juegos o apuestas, y funciona aún en los
casos en los que éstos no se organizan profesionalmente" (Consuelo Vidal Bruce, los
contratos de juego y apuesta, tesis para optar el grado de bachiller en la Pontificia
Universidad Católica del Perú, 1984).

6.1 los juegos y apuestas que de alguna manera se han vinculado


o están sujetos a lo dispuesto por el artículo 1947° del Código Civil.

A) Lotería

30
La lotería está sujeta al Decreto Ley N° 21921, de 2 de setiembre de 1977 En doctrina,
se le concibe como "un contrato plurilateral entre participantes, con pago
anticipado de billetes de lotería o de vigésimos de esos 'enteros' con cuyo pago se
formará -excluido lo que aporte el Estado para sus fines sociales- el montepremio
común a distribuir entre quienes hayan acertado".

Conforme al artículo 7 del Decreto Ley N° 21921, los premios pueden consistir en
dinero efectivo y/o en bienes muebles o inmuebles, pero es condición que el premio
mayor de todos los sorteos sea dinero en efectivo. En el caso de muebles o
inmuebles, es indispensable que sean adquiridos por el Ramo de Loterías antes de la
fecha en que se verifique el correspondiente sorteo. Además, y sí lo que se sortean
son muebles o inmuebles, el Ramo considerará como complemento del premio una
suma equivalente al 20% del valor de los bienes sorteados (artículo 7, incisos a, b, c
y d).

El artículo 14 constituye una excepción al numeral 1949 del Código Civil (infra, página
403), pues dispone que el plazo para efectuar la cobranza de premios es de 180
días calendario y si el último fuera inhábil, el plazo vencerá el primer día hábil
siguiente.

Otro-precepto significativo es el artículo 20, según el cual el premio correspondiente


a un billete de lotería o fracción de éste, será pagado por los Ramos de Loterías a
su sola presentación. La tenencia del billete de lotería o fracción confiere a su
poseedor, por lo tanto, el derecho al-cobro del premio, salvo mandato judicial que
disponga la suspensión del pago.

B) Casinos

El juego y apuesta en los casinos está basado en un sistema de autorizaciones que


otorga la Dirección Nacional de Turismo del Ministerio de Industria, Turismo,
Integración y Negociaciones Comerciales Internacionales (MI-TINCI) a mérito de las
disposiciones contenidas en la Ley N° 27153 de 9 de julio de 1999 (Ley que regula la
explotación de los juegos de casino y máquinas tragamonedas), la misma que viene
a sustituir al Decreto Ley N° 25836 y a sus demás antecedentes legales, tales como el
Decreto Ley N° 22515 del Iode mayo de 1979 y el Decreto Legislativo N° 698 del 5 de

31
noviembre de 1991, siendo también aplicable el Decreto Supremo N° 001-2000-
ITINCI del 7 de enero de 2000 (Reglamento para la explotación de los juegos de
casino y máquinas tragamonedas)

La Ley N° 27153, que actualmente regúlala explotación de los juegos de casino y


máquinas tragamonedas, consta de 46 artículos distribuidos en ocho Títulos, así
como disposiciones transitorias, complementarias y finales. Ellos son: TITULO I
(Disposiciones generales), TITULO II (De los juegos de casino y de las máquinas
tragamonedas), TITULO III (De la autorización, garantías e inicio de operaciones),
TITULO IV (De la autoridad competente), TITULO V (De los titulares de la autorización
de explotación de juegos de casino y máquinas tragamonedas), TITULO VI (Medios
impugnatorios), TITULO VII (Impuesto a los juegos de casino y máquinas
tragamonedas), TITULO VIII (Régimen de infracciones y sanciones).

Entre las más importantes normas que hay que destacar en esta ley, señalaremos las
que siguen:

En el artículo 1 se define la finalidad de la ley. Su propósito es regular la explotación


de los juegos de casino y máquinas tragamonedas a fin de preservar y proteger a la
ciudadanía de los posibles perjuicios o daños que afecten la moral, la salud y la
seguridad pública; así como promover el turismo receptivo; y establecer el impuesto
a los juegos de casino y de máquinas tragamonedas.

Según el artículo 3 es objeto de la ley:

a) Garantizar que los juegos de casino y máquinas tragamonedas sean


conducidos con honestidad, transparencia y trato igualitario.

b) Establecer medidas de protección para los grupos vulnerables de la


población.

c) Evitar que la explotación de los juegos de casino y de máquinas


tragamonedas sea empleada para propósitos ilícitos.

El artículo 4 señala diferentes definiciones.

Conforme al artículo 5 la explotación de juegos de casino sólo puede llevarse a cabo


en los distritos autorizados mediante resolución suprema, debiendo tomarse en

32
cuenta además de la infraestructura turística existente, razones de salud, moral y
seguridad pública. Estos establecimientos incluyendo los de tragamonedas no
pueden estar ubicados a menos de 150 metros de iglesias, instituciones educativas,
cuarteles y hospitales.

El artículo 6 incluye la instalación de salas para la explotación de casinos en hoteles


de cuatro o cinco estrellas, así como de inmuebles declarados monumentos
históricos debidamente acondicionados y restaurantes cinco tenedores turísticos.

Las instalaciones tragamonedas pueden instalarse, según el mismo artículo, en hoteles


de cuatro o cinco estrellas y de tres o más estrellas en otras provincias distintas a Lima
y Callao. Igualmente, se pueden instalar tragamonedas en los lugares autorizados
para la explotación de juegos de casino.

El artículo 7 es de suma importancia; enumera los requisitos de seguridad, previsión de


siniestros y demás condiciones establecidas en el reglamento nacional de
construcciones. Deben además contar con la acreditación del Instituto Nacional de
Defensa Civil y la respectiva licencia municipal. Contarán además con instalaciones
sanitarias, sistema de ventilación artificial, sistema de extinción de incendios, sistema
de vídeos, controles de acceso, salidas de emergencias, sistema aislante acústico y
ventanilla de caja, sala de caja, bóveda, sala de conteo y demás instalaciones
anexas.

Sólo podrán ingresar a las salas destinadas a la explotación de los juegos de casino
y de máquinas tragamonedas, los mayores de edad. El usuario está obligado a
presentar su documento de identificación. Por ningún concepto podrán ingresar a
estas salas:

a) Los menores de edad

b) Las personas en evidente estado de alteración de conciencia o aquéllas que


se encuentren bajo los efectos del alcohol o drogas.

c) Quienes por su actitud evidencien que podrían amenazar la moral, la


seguridad o tranquilidad de los demás usuarios o el normal desenvolvimiento de
las actividades.

d) Quienes porten armas u objetos que puedan utilizarse como tales.

33
En el Capítulo II del Título II, están expuestos las características técnicas de las
máquinas tragamonedas, así como los juegos autorizados y el Registro de Juegos.

Los artículos 13 a 23 se ocupan de la autorización, garantía e inicio de las


operaciones.

El Título IV establece que la autoridad competente es la Dirección Nacional de


Turismo. El artículo 25 de la ley señala cuáles son sus facultades.

Conforme al artículo 27 se forma la Comisión Nacional de Juegos de Casino y


Máquinas Tragamonedas (CONACTRA) y el artículo 28 enumera cuáles son sus
funciones.

En el Título IV la ley consta de normas referidas a los titulares de la autorización de


explotación de juegos de casino y máquinas tragamonedas.

El Título VI establece los medios impugnatorios, detallando la apelación y el silencio


administrativo.

En el Título VII aparecen las reglas que conciernen al impuesto a los juegos de
casino y máquinas tragamonedas, disponiendo que son además de aplicación las
normas reglamentarias y el Código Tributario en lo que fuera pertinente.

Es importante resaltar que el sujeto pasivo del impuesto es el que realiza la


explotación de los juegos de casino o de máquinas tragamonedas y que la base
imponible del impuesto está constituida por la ganancia bruta mensual proveniente
de la explotación de los casinos y máquinas tragamonedas (artículos 37 y 38 de la
ley).

Conforme al artículo 41 se fija el régimen de administración del impuesto.

El artículo 42 señala el destino de los ingresos generados por el impuesto de casino


en tanto que el artículo 43 lo hace respecto de los juegos de máquinas
tragamonedas.

El artículo 44 dispone el régimen de infracciones y sanciones tributarias aplicable a


la explotación de juegos de casino y de máquinas tragamonedas, regulándose por
el Código Tributario.

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El Título VIII establece el régimen de sanciones e infracciones, pudiendo, en este
último caso, ir de la amonestación hasta la inhabilitación permanente, existiendo en
el medio, diferentes sanciones (ejemplo: multa, cierre temporal, clausura,
cancelación de autorización, decomiso de bienes e inhabilitación temporal).

En la segunda disposición complementaria y final de la ley, dispone que el poder


ejecutivo la reglamentara en un plazo máximo de 45 días calendario.

Finalmente, la tercera disposición final deroga el Decreto Ley N° 25836, la Ley N°


26453; el segundo párrafo del artículo 38, el inciso c) del artículo 50

y la segunda disposición final del Decreto Legislativo N° 776; así como la Ley N° 26812,
Asimismo, se deja sin efecto el Decreto Supremo N° 01-95-ITINCI, que aprueba el
reglamento de casinos de juego; el Decreto Supremo N° 04-94-ITINCI, que aprueba
el reglamento de uso y explotación de máquinas tragamonedas; el Decreto
Supremo N° 014-96-ITINCI, que suspende el otorgamiento para el uso y explotación
de máquinas tragamonedas; el Decreto Supremo N° 004-97-ITINCI, que establece
instancias y mecanismos para fiscalizar el cumplimiento del reglamento de uso y
explotación de máquinas tragamonedas; así como las demás disposiciones que se
opongan a esta ley.

El Reglamento de la Ley N° 27153, a su vez, fue aprobado por Decreto Supremo N°


001-2000-ITINCI del 7 de enero del año 2000 y consta de diez Capítulos divididos en
54 artículos, así como disposiciones transitorias, complementarias y finales,
constando además de los anexos "a", "b", "c", y "d".

Los Capítulos en que se divide este Reglamento son: CAPITULO I (Abreviaturas y


definiciones), CAPITULO II (De los establecimientos), CAPITULO III (Requisitos y
características de los juegos de casino y de las máquinas tragamonedas), CAPITULO
PV (De la autorización expresa para la explotación de juegos de casino y máquinas
tragamonedas), CAPITULO V (De la garantía), CAPITULO VI (Del inicio de operación),
CAPITULO VII (De la autoridad competente), CAPITULO VIII (De la explotación de los
juegos de casino y máquinas tragamonedas), CAPITULO IX (Del impuesto a los juegos
de casino y máquinas tragamonedas) y CAPITULO X (Régimen de infracciones y
sanciones).

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C) Pronósticos sobre resultados de competencia deportivas

Mediante Decreto Ley N° 20803, de 19 de noviembre de 1974, se autorizó la


realización de concursos de pronósticos sobre resultados de competencias
deportivas, como actividad reservada para el Estado, cuya ejecución debe basarse
en los principios de eficiencia, celeridad, confiabilidad y seguridad (artículos 1 y 2).
Para el efecto de estos concursos se creó la Empresa Pública Administradora de
Pronósticos Deportivos (EPAPRODE) cuya función es la de reglamentar, promover,
realizar y controlar los concursos de pronósticos sobre resultados en las
competencias deportivas que se lleven a cabo en el país y/o en el extranjero.

Luego, por Decreto Ley N° 21091 de 24 de febrero de 1975, se dictó la Ley Orgánica
de la Empresa Pública de Administración de Pronósticos Deportivos (EPAPRODE) la
cual, conforme al artículo 6, tenía facultades para dictar las normas relativas a
concursos de pronósticos deportivos de fútbol, incluyendo su administración y
fiscalización.

La suerte de EPAPRODE fue ondulante, ya que empezó con mucho empuje para
languidecer hasta su desaparición.

Llegamos así al Decreto Legislativo N° 255, promulgado el 29 de diciembre de 1981,


por el cual se creó una nueva empresa dependiente del Instituto Peruano del
Deporte (IPD) denominada Empresa Peruana de Apuestas Deportivas S.A.
(EPADESA), cuyo objeto es realizar y promover los concursos de pronósticos de
resultados de competencias deportivas que se lleven a cabo en el país y en el
extranjero, habida cuenta de que por el artículo 133 de la Ley N° 23233 se delegó en
el Poder Ejecutivo la facultad de disolver y liquidar la Empresa Pública
Administradora de Pronósticos Deportivos. El mismo Decreto Legislativo derogó los
Decretos Leyes N°s. 20803 y 21091, que fueron analizados sumariamente en los dos
párrafos anteriores.

La nueva entidad es una empresa estatal de derecho privado, que se rige por la
Ley General de Sociedades, cuyo texto fue aprobado por Ley N° 26887 de 09 de
diciembre de 1997.

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La Empresa Peruana de Apuestas Deportivas (EPADESA) ha reestructurado la
organización y funcionamiento de la polla futbolística, denominada Deporgol,
tratando de capitalizar los errores y deficiencias detectadas durante la época en
que intervino EPAPRODE, pero en el presente también ha cesado su funcionamiento.

D) Bingo

Por Decreto Supremo Nc 003-84-IN, de 6 de enero de 1984, se aprobó el Reglamento


del Juego Comercial del Bingo y se prohibieron aquellos que no se sujetasen a sus
normas, con excepción de los denominados bingos benéficos. Estos últimos se rigen
por el Decreto Supremo N° 71 de 13 de diciembre de 1965, modificado por el Decreto
Supremo N° 051 -83-IN, siendo entendido que sólo podrán organizarse con carácter
ocasional no más de seis veces dentro del año calendario.

Conforme al artículo 3 del Reglamento, pueden ser autorizadas para la explotación


de salas de bingo, las asociaciones deportivas, culturales, sociales o benéficas; las
empresas de servicios turísticos y las sociedades mercantiles especializadas. Las
solicitudes, con la documentación respectiva, se tramitan ante el correspondiente
concejo distrital.

Con el objeto de garantizar la seriedad del juego se ha dispuesto que los locales
destinados a salas de bingo permitan que las extracciones de bolos sean visibles para
todos los participantes, directamente o a través de un circuito cerrado de televisión,
de modo tal que se asegure la simultaneidad de la visión con la posibilidad de
jugadores (artículo 16.1 del Reglamento).

Existen, inclusive, normas detalladas en lo que concierne al funcionamiento de las salas


de juego, mediante personal de admisión y control, personal de mesa, laborales
de vendedor-locutor cajero, jefe de mesa y jefe de sala. Este último dirige, controla
y adopta decisiones relativas a la marcha de las distintas operaciones, de acuerdo
con las normas técnicas del bingo y marcando el ritmo adecuado de aquéllas.
También le corresponde cuidar el funcionamiento de todos los aparatos,
instalaciones y servicios.

Corno en el caso de los casinos no pueden entrar a las salas de bingo los menores
de edad y las personas sujetas a interdicción civil, siempre que esa condición haya

37
sido puesta en conocimiento del personal de control de admisión. Además, se
puede impedir el ingreso a quienes por sus referencias se supone que habrán de
observar una conducta desordenada o cometer irregularidades en el juego.

Existe una característica propia del juego de bingo y es que el acceso a la sala está
sujeto a la adquisición de un boleto de entrada, sin perjuicio de la exhibición de un
documento de identidad.

A lo expuesto se suma que para jugar es necesario utilizar cartones, cuya adquisición
(mal denominada venta) se sujeta a las disposiciones contenidas en el artículo 28
del Reglamento. Estamos, pues, en presencia de un juego y apuesta que es
complejo y masivo.

Otro aspecto en el que ha puesto esmero el Reglamento es el relativo a los bolos y a


su recuento y estado, así como la forma en que los números sean reflejados, por su
orden de salida, en una pantalla o panel fácilmente visible para los jugadores,
desde el lugar en que se encuentren colocados.

En el bingo están prohibidos los premios en especie y los pagos se harán en efectivo
o, a solicitud del ganador y por su seguridad, en cheque bancario girado contra la
cuenta de la entidad organizadora del juego.

F) los juegos de mesa

Entre los principales juego de mesa destacan:

a. El ajedrez es un juego-ciencia que data del siglo VI de la era cristiana. Se basa


en la estrategia destinada a capturar una pieza del contrario, denominada Rey.
Durante la partida cada pieza se desplaza a una casilla vacía u ocupada por
una pieza del adversario. Este juego es apasionante, pues exige prever
numerosas jugadas antes de la que se realiza, lo que permite lograr un desarrollo
mental sumamente avanzado. Se trata, probablemente, del más importante
juego de mesa y ha permitido la creación de escuelas y la aparición de grandes
maestros, compitiendo en torneos con muy alto rendimiento económico.
b. Las damas chinas es un invento chino que tuvo muchos adeptos en los Estados
Unidos de América en los años 30. Consiste en un tablero impreso en forma de
estrella y en cada una de sus puntas se coloca diez piezas. El juego consiste en

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llevarlas a la punta opuesta. Pueden saltarse las piezas propias y las de los
jugadores contrarios.
c. El dominó fue inventado en la China hace más de 3000 años y consta de 28
fichas rectangulares marcadas con puntos del 0 al 10. Cada participante
cuenta con 7 fichas y el primero lanza una, y a partir de ese momento los
jugadores colocan la pieza cuyo número coincida con la que está sobre la mesa.
En este juego participan cuatro personas formando dos parejas, a diferencia
del ajedrez, en el que sólo intervienen dos.
d. El monopolio ha sido el juego más popular del siglo XX. Creado en 1934, consiste
en que los jugadores que varían entre 2 y 8, traten de adquirir la mayor cantidad
de propiedades posibles, a fin de desbancar a los demás, quedándose como
dueño absoluto del capital y de las propiedades.
e. El riesgo (Risk) tiene como objetivo la conquista del mundo. En este juego de
estrategia, los competidores deben colocar 21 soldados dentro de los diferentes
territorios y, posteriormente, seleccionar al azar una tarjeta para conocer cuál
es su misión. Esta puede ser destruir otras tropas, ocupar ciertos territorios, etc.
f. La jenga es un juego que combina el equilibrio con la destreza y consiste en sacar
piezas de una torre formada por trozos de madera de un mismo tamaño y
colocarlas en la parte superior, pero evitando que la torre se caiga

g. La herencia de la tía Ágata es un juego que consiste en tratar de descubrir quién


se quedará con la fortuna de la tía Ágata. Trae un tablero tridimensional
que simula una mansión donde hay trampas ocultas, de las que deben cuidarse
los jugadores.

h. El pictionary es un juego en el cual lo fundamental es demostrar la capacidad


de síntesis y creatividad con una sola línea. Para jugarlo, los que intervienen
deben dibujar diversas pistas o elementos para que su equipo adivine de qué
objeto se trata. No se necesita ser un gran dibujante y sólo basta tener un
poco de imaginación.

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i. El juego de escrúpulos consiste en afrontar una serie de dilemas compro-
metedores, que en algunos casos nos ponen en aprietos. Participan entre 3 y
8 jugadores y está prohibido ruborizarse al confesar sus intimidades.
j. El clue o súper detective consiste en adivinar en qué lugar de la casa, con qué
arma y quién asesinó a don difunto. El juego consiste en poner en un sobre 3
tarjetas con tales datos, para que cada jugador avance con el número que
indican los dados, hasta el lugar de la casa donde se sospecha que ocurrió
el crimen y decir quién es el culpable.
k. El juego de mesa de acción y bolsa es hoy en día el amo de las finanzas.
Todos los jugadores inician la partida con igual cantidad de dinero. Hay que
comprar acciones al más bajo precio posible y venderlas al más alto. Se deben
adquirir acciones hasta en 16 empresas y decidir la venta de sus títulos en el
momento exacto, antes de que la pizarra de cotización indique la quiebra
de una de ellas.
l. El mastermind pone a reto la inteligencia. Se trata de descubrir el código
secreto del oponente, antes de que éste descubra el suyo. Cada uno de los
participantes que son dos, tienen que inventar un código con pequeños
cubos con letras, haciéndolo difícil para que el oponente no lo adivine, en
tanto que el otro jugador debe descubrir el código con el menor número de
movimientos de fichas en el tablero.
m. El juego "nadie sabe para quién trabaja" es otro de los más utilizados en la
sociedad. Tiene numerosas reglas, conforme a las cuales se van obteniendo
puntajes, resultando vencedor el que obtenga el mayor puntaje una vez
agotado el mazo. Se juega entre 2 y 4 personas.
n. El juego de póquer (póker) es igualmente de frecuente empleo y puede
alcanzar grandes sumas. Tiene igualmente sus reglas propias, basándose en el
mayor o menor valor de las jugadas, en función de los naipes que se reparten
inicialmente y, posteriormente, mediante el canje.
o. El dudo es un juego de sala moderno en el que prevalece la audacia, la
capacidad psicológica y el azar. Está muy divulgado entre nosotros y tenemos
conocimiento de que ha sido patentado en el Reino Unido. El autor de este
libro es un vendido cultor de este juego de mesa, que combina la fraternidad

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que surge de la amistad, con la astucia y la capacidad de engaño, tan propia
del ser humano.

7.- Rifas y demás concursos públicos eventuales (Art. 1948° del


Código Civil)

Rifa es "el juego que consiste en sortear una cosa entre varios por medio de cédulas
de corto valor, que todas juntas suman, por lo menos, el precio en que se le ha
estimado" (Diccionario de la Lengua Española vigésima edición, tomo II, página
1190). De lo expuesto se advierte su inevitable ligazón con el azar y por lo tanto y
como regla general, estaría prohibida, Empero, consideraciones de orden social o
altruista han determinado un trato más benigno y ya el artículo 1773 del Código Civil
de 1936 permitía, en su segundo párrafo, que fuesen autorizadas. Este temperamento
fue reafirmado por la Ley N° 10324 de 22 de diciembre de 1945, hecha extensiva a las
tómbolas y otros acontecimientos similares.

Por otro lado sobre la rifa, debemos decir que es una modalidad de lotería, pues
goza de todas sus características esenciales. En efecto, es un juego público y
colectivo, la obligación del participante es pagar el precio, el participante recibe
un comprobante para acreditar su participación, el resultado del juego está
determinado por un sorteo, la obligación del organizador del juego es pagar el
premio al participante que tuvo un número o combinación de números ganadores,
el resultado del sorteo es de carácter general

Carlos A. Fonseca Sarmiento opina que Esta norma no es de naturaleza civil sino
administrativa. Debe distinguirse la organización y gestión de un juego, del
desarrollo del mismo. La regulación de la organización y gestión de un juego, más
aún si es de azar, corresponde al Derecho Administrativo, pues involucra el ejercicio
de la función administrativa del Estado encargada de autorizar, fiscalizar y
posiblemente sancionar el desarrollo de estas actividades.

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El desarrollo del juego en sí se regula por el Derecho Civil, pues la relación jurídica
que se genera en un juego de azar organizado es una relación civil que se traduce
en un contrato de juego.

Por otro lado, esta norma se refiere a juegos de azar caracterizados por su
ocasionalidad, sin embargo,no es acaso cierto que los juegos de azar desarrollados
con carácter permanente también deben ser autorizados previamente por la
autoridad competente.

El Decreto Supremo N° 026-83-IN transfirió las competencias de estos juegos a los


gobiernos locales, sin embargo, mediante el Decreto Supremo N° 006-2000IN,
"Reglamento de Promociones Comerciales y Rifas con Fines Sociales", se ha
retornado a la centralización, designándose como autoridad administrativa
competente a nivel nacional a la Dirección General de Gobierno Interior del
Ministerio del Interior.

Por su parte Max Arias Schreiber, opina que del contenido del artículo 1948 se
desprende que la ley civil está remitida a las normas administrativas y en este orden
de ideas son aplicables el Decreto Supremo N° 90 de 14 de octubre de 1963 y su
modificatorio, el Decreto Supremo s/n de 6 de abril de 1964. De conformidad con estos
preceptos, las rifas, concursos y sorteos, así como las promociones de venta mediante
canjes de envases o cualquier sistema análogo deberán contar con la respectiva
autorización de la Dirección General de Gobierno (actualmente Dirección General
del Interior), o de los prefectos o subprefectos, cuando se realizan fuera de Lima y
Callao, y en las solicitudes deberá constar el sistema, condiciones y requisitos según los
cuales se llevará a cabo el sorteo, rifa, concurso, propaganda comercial o venta a
plazos con premios. En estos decretos existen multas para la hipótesis de incum-
plimiento, que por su monto deben ser objeto de actualización.

La eventualidad es una condición contemplada en el artículo bajo comentario, pero


hasta donde llega nuestro conocimiento todas las rifas y concursos existentes tienen
este carácter y ninguno es permanente ni prefijado por ley.

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Otra condición es que se trate de rifas públicas, no siendo el precepto aplicable a
las que se organizan en oficinas o lugares análogos y careciendo de acción de cobro
en esta hipótesis.

Desde luego la consecuencia de la autorización coloca a las rifas y concursos en


la categoría del juego y apuesta permitidos y quien resulte vencedor tendrá
expedita la acción de cobro, en el caso de serie negado el pago.

En la actualidad y con el propósito de competir en los mercados, diferentes


empresas (bancarias, comerciales, etc.) efectúan rifas entre su clientela.

Finalmente, hacemos notar la falta de coherencia entre el artículo bajo comentario,


en lo que atañe a los concursos, con la regla contenida por el artículo 1966 del
Código Civil. En efecto y en virtud de este último numeral, el ofrecimiento de una
prestación como premio de un concurso constituye una promesa unilateral y no es
un contrato, como sucede en el juego y apuesta permitidos.

8.- Caducidad de la acción de cobro (Art. 1949° del Código Civil)

Esta disposición es novedosa, pues ni en el Código Civil de 1852 ni en el de 1936 se


estableció un plazo de caducidad para las acciones derivadas de los contratos de
juego.

Carlos A. Fonseca Sarmiento refiere Para La caducidad extingue la acción y el


derecho, y en este caso la regla general es que tiene un plazo de un año. Los juegos
usualmente son instantáneos o de corta duración, por ello el plazo podría haberse
reducido aún más, por ejemplo a la mitad, sin que por ello se afectara los intereses
de las partes.

Usualmente, las leyes especiales que regulan modalidades específicas de juegos,


regulan a estos en sus aspectos de Derecho Administrativo (requisitos para obtener
una autorización y funciones administrativas del Estado para controlar el juego) y
de Derecho Tributario (obligaciones tributarias derivadas del juego regulado), pero
no contienen disposiciones de carácter civil y mucho menos referidas a la
prescripción y/o caducidad de las acciones derivadas de una controversia
suscitada en un contrato de juego.

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Max Arias Schreiber en su libro exegesis refiere que se ha establecido un plazo de
caducidad para reclamar el pago de la deuda originada en el juego y apuesta
permitido y no rige por lo tanto la regla general sobre prescripción de la acción
personal, para mayor estabilidad de las entidades encargadas de la organización
de los juegos y apuestas permitidos. Desde luego este plazo podrá ser mayor o menor,
en caso de que la ley especial así lo disponga.

Para seguridad del apostador, a su vez, el artículo bajo comentario dispone que el
término inicial del plazo de caducidad correrá a partir del momento en que el
resultado se haya hecho público, para lo cual y salvo forma específica prevista, se
podrá utilizar el medio más conveniente (publicación en el diario oficial o en
cualesquiera de los que están en circulación, transmisión radial o televisiva, etc.).

Dejamos constancia de que el artículo 1949 ha derogado en lo que concierne al


plazo al artículo 17 del Decreto Supremo de 6 abril de 1964, sobre rifas, concursos y
sorteos según el cual los premios no reclamados hasta los 90 días posteriores serán
entregados a la Dirección General de Gobierno (Dirección General del Interior), la
que les dará su destino final.

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BIBLIOGRAFÍA

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 Aparicio y Gómez Sánchez, Germán, Código Civil, Concordancias, Lib. e Imp.
Gil, Lima, 1943
 Arias Schreiber, Max:
- Anteproyecto de reforma del Código Civil.
- Exégesis, tomos I y II actualizados, con la colaboración de Carlos Cárdenas
Quirós, Ángela Arias Schreiber Montero y Elvira Martínez Coco, Gaceta
Jurídica Editores, Lima, 1996
 Arias, José, Contratos civiles, teoría y práctica, Buenos Aires, 1939
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 Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil, Contratos, Buenos Aires, 1990.
 Busso, E. B., Código Civil anotado, tomo III
 Gaceta Jurídica, Código civil comentado por los 100 mejores especialistas
tomo IX
 FONSECA SARMIENTO, Carlos Alberto. "Juegos de azar y apuesta. Aspectos
técnicos y legales". Normas Legales. Trujillo, 2003

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