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1. Disfruta el siguiente poema e identifica algunos de los recursos estilísticos estudiados, elabora una lista en
tu cuaderno de los recursos estilísticos encontrados, además explícalos.
2. Selecciona cuales son los recursos estilísticos que el poeta utiliza en la siguiente estrofa del poema Tú no
sabes amar. Explica porque se utilizan esos recursos estilísticos:
3. Lee con atención cada poesía y establece la diferencia entre los dos estilos de escritura.
Oda a las tijeras Galope
Prodigiosas Tijeras (parecidas A pájaros, A peces), Las tierras, las tierras, las tierras de España,
Bruñidas sois como las armaduras De la caballería. Las grandes, las solas, desiertas llanuras.
De dos cichillos largos Y alevosos, Galopa, caballo cuatralbo, Jinete del pueblo,
Cazados y cruzados para siempre, De dos Al sol y la luna.
Pequeños ríos amarrados, Resultó una cortante ¿A galopar, A galopar,
criatura, Hasta enterrarlos en el mar!
Un pez que nada en tempestuosos Lienzos, A corazón suenan, resuenan, resuenan las tierras de
Un pájaro que vuela En las peluquerías. España en las herraduras.
Pablo Neruda Galopa, jinete del pueblo, Caballo cuatralbo, Caballo
de espuma…
Rafael Alberti
4. Explica el significado de los refranes en tu cuaderno:
REFRANES
Pan con pan, comida de tontos:
Para la muestra, basta un botón:
No se puede servir a dos señores a un mismo tiempo:
Ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio:
La soga siempre se rompe por lo más delgado:
Poderoso caballero es don dinero:
La ropa sucia se lava en casa:
Por la hebra se saca el ovillo:
Quien bien te quiere, te hará llorar:
5. A continuación leerás y resumirás el método para hacer poemas, sigue cada paso y elabora un poema con el
tema que desees.
Se puede aprender a hacer cualquier cosa en esta vida a base de encontrar un método adecuado. Hasta para hacer
poemas basta con aplicar rigurosamente el siguiente método y salen de corrido (después se incluirá un poema hecho
con él para que se vea lo fácil que es y lo bonito que queda el poema).
Introducción. Para hacer un poema no es necesario esperar a que llegue ninguna inspiración especial, ni hace falta
estar en ayunas, ni ninguna de esas condiciones que hacen falta siempre para las demás cosas. Basta aplicar las siete
reglas siguientes.
Primera. Se cogen unas cuantas palabras, en sí mismo poéticas, y se van distribuyendo poco a poco entre las
diferentes estrofas. Por ejemplo, susurro, desvelo, tintineo, alborada, crespones, aleteo, nenúfar, alondra, etc.
Segunda. Se cogen unas cuantas palabras más bien comunes a las que se poetiza dándoles una terminación
adecuada: pajarillo, arroyuelo, blanquecino, etc.
Tercera. Se forman unas cuantas parejas de diferentes colores, de modo que se contradigan lo más posible los
colores de cada pareja: negro verdor, blanco escarlata, azul blanquecino, etc.
Cuarta. A unos cuantos verbos se les cambia de ocupación habitual, sin que se den cuenta. Por ejemplo: se cierran
las sombras –en lugar de las puertas o ventanas-, se masca el silencio –en lugar de un buen filete-, se le clava un
rejón al firmamento –en lugar de a un toro de trapío-, se borda un aciago destino –en lugar de un sufrido mantel-,
etc.
Quinta. Se distribuyen también entre las estrofas unas cuantas palabras, de esas que a veces emplea la gente sin
saber lo que quieren decir: enhiesto, hirsuto, inerme, inane, incólume, baldío, etc.
Sexta. Puede ir bastante bien, para lograr mayor fuerza poética, aprovechar algún pedacito de una poesía clásica
conocida; así, a Rubén Darío, se le puede coger eso de los “claros clarines”.
Séptima. Si se encuentra a mano, algún estribillo, aunque sea cortito, para repetir entre cada dos estrofas, mejor que
mejor.