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FEDERICI
EL PODER “CONTRAMAYORITARIO”
DE LOS JUECES
Acerca de la legitimidad democrática del control judicial
de constitucionalidad
Mario F. Federici
Noviembre de 2013
En este trabajo se aborda la cuestión “contramayoritaria” que ocupa el centro del debate sobre la legitimidad
democrática del sistema de control judicial de constitucionalidad de las leyes. En ese marco, el análisis realizado
conduce a reafirmarlo como un elemento fundamental del sistema de garantías de los derechos y de la supremacía
de la Constitución, entroncado en los principios fundamentales del constitucionalismo democrático y republicano.
EL PODER "CONTRAMAYORITARIO"
DE LOS JUECES
Mario F. Federici
RESUMEN: en este trabajo se aborda la cuestión “contramayoritaria” que ocupa el centro del
debate sobre la legitimidad democrática de los sistemas de control judicial de constitucionalidad de
las leyes. En este trabajo se intenta precisar el sentido democrático de la expresión
“contramayoritario” y a reafirmar la eficacia del control judicial como un elemento fundamental
del sistema de garantías de los derechos y de la supremacía de la Constitución, entroncado en los
principios fundamentales del constitucionalismo democrático y republicano.
INTRODUCCION
En consecuencia, de los poderes constituidos se espera que ejerzan las atribuciones para
las que fueron designados, dentro de los límites concretos que les reconoce e impone
explícitamente la Constitución2. Por lo tanto, en caso que un gobernante se extralimite
en el ejercicio de sus atribuciones (quienquiera que sea el que ocupe un cargo en la
estructura del poder estatal, es decir, el presidente o los legisladores en el Congreso -que
son los dos órganos políticos por excelencia-, pero también cualquier juez del poder
judicial), y avanzare más allá de dichos límites, estaría realizando un acto ilegítimo y
como tal reprochable por inconstitucional. Frente a tal situación, el funcionamiento del
sistema requiere la necesidad de remediar el agravio a la supremacía de la constitución
a fin de impedir que esos avances inconstitucionales se materialicen convalidando la
violación a las garantías de los derechos y a las disposiciones que en ella se establecen.
1
El término “contramayoritario” es funcional tanto para quienes lo emplean para referirse al control
judicial de constitucionalidad ejercido a fin de restablecer la supremacía de la Constitución en los
conflictos causados por leyes o actos del Poder Ejecutivo declarados inconstitucionales, como por quienes
desde una perspectiva crítica sostienen la ilegitimidad democrática de los jueces que sin ser elegidos por
el voto popular declaran sin embargo la invalidez de los actos sancionados por los órganos representativos
integrados mediante el sufragio popular.
2
Siendo la Constitución fundamentalmente un instrumento de garantía de los derechos y establecimiento
de un sistema de limitación del poder estatal, su interpretación no admite la existencia de competencias y
facultades implícitas que no sean directamente derivadas de las establecidas en el texto constitucional.
arbitrar entre lo que la constitución dispone y el acto del órgano estatal que la viola. De
esta forma, el ejercicio del control de constitucionalidad, garantiza su supremacía3.
En primer lugar, por razones de lógica formal. En efecto, aceptar que la soberanía del
pueblo está delegada en los representantes electos que ocupan los cargos en los poderes
constituidos, implicaría una contradicción lógica insalvable con el principio de
supremacía de la constitución, que es la que atribuye unidad y validez al sistema
jurídico4. Principalmente, se trataría de una tesis imposible de conformar con la teoría
del poder constituyente y la distinción básica de orden que establece con respecto de los
poderes constituidos. La cuestión no es menor desde que esta distinción configura un
principio fundamental del constitucionalismo democrático mediante la cual se redefine
y relocaliza la soberanía en la Nación, construyendo un nuevo sistema político-jurídico
revolucionario de organización del poder superador de la lógica del absolutismo5.
En segundo lugar, también es difícil defenderla por razones de congruencia con los
mismos fundamentos del régimen democrático. Este reconoce el derecho superior y
preexistente del pueblo a organizarse políticamente bajo las formas que garanticen sus
libertades, instituyendo gobiernos ejercidos por mandatarios de su voluntad,
3
El concepto de Supremacía de la Constitución remite al de jerarquía normativa respecto del resto de las
normas del ordenamiento jurídico. Se trata de una construcción racional, desarrollada originariamente por
la Corte Suprema de los Estados Unidos de Norteamérica en 1803 en la sentencia “Marbury v. Madison”,
y que asegura la unidad del sistema jurídico en cuanto la validez de las normas que lo integran derivada
de su conformidad con aquella.
4
Cfr. Fallo “Marbury vs. Madison”, Corte Suprema de los EEUU (1803)
5
Cfr. Sieyés, Emanuel, “¿Qué es el Tercer Estado?”
responsables en todo momento ante ella6. Esta idea del pueblo constituyente es
reconocida en la jurisprudencia temprana del constitucionalismo, cuando en 1803 el
juez Marshall de la Corte Suprema de los Estado Unidos lo consagra en la sentencia
“Marbury vs. Madison”. En esta sentencia se declara que la Constitución misma es la
manifestación del derecho del pueblo, cuyo ejercicio es la máxima expresión de su
voluntad soberana, tal como se afirma en el texto del obiter donde considera que “Todas
las instituciones fundamentales del país se basan en la creencia que el pueblo tiene el
derecho preexistente de establecer para su gobierno los principios que juzgue más
adecuados a su propia felicidad. (…) Los principios así establecidos son considerados
fundamentales”7. Es decir, lo que la Constitución establece y afirma es precisamente la
voluntad soberana del pueblo, de la cual derivan todos los demás poderes políticos
establecidos en congruencia con los principios fundamentales enunciados en las
declaraciones del constitucionalismo8.
La doctrina que viene de enunciarse deja claramente establecido que no hay ningún
poder soberano delegado en los gobernantes, ni tampoco que haya confusión entre la
soberanía del pueblo con la mayoría del partido del gobierno. Por eso mismo, ningún
poder constituido tiene atribuciones para alterar los principios fundamentales
establecidos por el pueblo en la Constitución. Esta es la que dispone las atribuciones
específicas que el constituyente les confirió a los diferentes órganos constituidos,
imponiéndoles el deber de ejercerlas de forma limitada y razonable.
6
Cfr “Declaración de Derechos de Virginia”, art. 2° (1776)
7
Cfr. Fallo “Marbury v. Madison”, ob.cit.
8
Cfr. “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano” , art. 3°(1789). Ver también la
“Declaración de Derechos de Virginia”, art. 2° (1776) y la “Declaración de la Independencia” de Estados
Unidos (1776).
9
Cfr. Art. 116 CN. Sobre la representación de la voluntad del pueblo en el ejercicio del poder
constituyente por la Corte Suprema de la Nación, puede considerarse el artículo de Rolando GIALDINO
en El Derecho, 147-959, cit. por GELLI, María Angélica en “Constitución de la Nación Argentina.
Comentada y concordada”, Edit. La Ley, 2003, pg. 811
del denominado “autogobierno” y al ideal de la democracia deliberativa10. Desde esta
visión, no sería propiamente el modelo de revisión judicial el que se rechaza sino las
imperfecciones que le dificulten u obstaculicen la conformación y funcionamiento de un
modelo “dialógico” de constitucionalismo, superador de aquellas imperfecciones
atribuidas al sistema de revisión judicial de constitucionalidad. En este sentido, la idea
de un constitucionalismo “dialógico” propicia la profundización de ciertas tendencias
que parecen querer asomar a través de las novedosas intervenciones de los Tribunales
Superiores para incorporar mecanismos como las Audiencias Públicas y en general otras
prácticas tendientes a profundizar el diálogo con los demás poderes y con las
organizaciones sociales. Mediante dicha interacción, los tribunales obtendrían mayor
información y argumentos para legitimar sus resoluciones y sentencias. En especial, este
diálogo contribuiría a interpretar adecuadamente los casos complejos, donde se discuten
la efectividad y razonabilidad de las leyes vigentes, cuando se plantea que no fueron
adecuada o suficientemente tratadas en la etapa legislativa del debate parlamentario.
Podrían mencionarse otros enunciados que en realidad más que negar la legitimidad del
control judicial se centra en sus formas de organización. Por ejemplo, frente a la
creciente complejidad y elevada especialización de las cuestiones judiciales, algunos
autores proponen la introducción de Tribunales Constitucionales, estructurados en
diferentes salas especializadas por ramas del derecho a fin de hacer frente a dicha
complejidad. En realidad esta propuesta no constituye precisamente una crítica al
control judicial sino a su forma de institucionalización orgánica que en el caso argentino
requeriría, en cualquier caso, una reforma constitucional.
Este texto es explícito y deja muy claro que cuando el poder judicial le pone un freno a
las violaciones constitucionales del gobierno, no comete un acto ilegítimo ni se enfrenta
a la soberanía del pueblo, sino precisamente lo contrario, está interpretando su voluntad
y decidiendo en ese sentido dentro de lo que manda el constituyente. Al actuar en esos
10
GARGARELLA, Roberto. “We the People Outside of the Constitution. The Dialogic Model of
Constitucionalism and the system of checks and balances” (ver el blog de R.Gargarella en la web).
11
Ibidem. Gargarella enfatiza la necesidad de cambiar el sistema de separación de poderes pero en
realidad parece que lo que busca no es un cambio de sistema sino su perfeccionamiento mediante
mecanismos que contribuyan a lograr reforzar la legitimidad de los contenidos de las sentencias que
resuelven planteos de constitucionalidad. Cfr. op. cit. “We the people…”
casos como "poder contramayoritario" no está conculcando el principio de soberanía
del pueblo, sino reafirmándolo e interviniendo frente al desvío originado en un acto
ilegítimo de cualquiera de los poderes constituidos que pudiera pretender sobreponerse
a la Constitución, ya sea involuntaria o voluntariamente. En este sentido, como se refirió
más arriba, el papel que la Constitución le atribuye a la Corte es el de interpretar la
voluntad del poder constituyente originario del pueblo y decidir sobre el alcance y
adecuación de sus disposiciones en las causas judiciales que lleguen hasta sus estrados
para su conocimiento12. La Corte Suprema de Justicia de la Nación confirma
expresamente este papel cuando en el Fallo Rizzo declara que la competencia judicial
del control de constitucionalidad es un mandato del poder constituyente del pueblo13.
Al ejercer dicha atribución, dentro del alcance y los propios límites de sus competencias
constitucionales, los jueces no hacen sino cumplir con la voluntad soberana del pueblo,
en ejercicio del poder constituyente, voluntad expresada en la Constitución. Aunque el
poder judicial sea un poder constituido, el hecho de haber recibido directamente, en
forma expresa y exclusiva del poder constituyente originario la atribución del control
definitivo de constitucionalidad dentro del ordenamiento nacional (no reconocida a
ninguno de los otros poderes constituidos), lo legitima y habilita para ejercer dicha
competencia cumpliendo el mandato directo del constituyente y con la plena
significación, autoridad y alcance democrático que ello implica.
12
Ver nota 9 ut-supra.
13
Fallo Rizzo, Considerandos 6 - 13, Rizzo Gabriel s/Acción de amparo c/el PEN, ley 26.855, CSJN
(2013).
14
CSJN, Municipalidad de la Capital c. Elortondo” (1886), Fallos: 33:162.
jurisdicción (Art. 116), para afirmar la supremacía de la Constitución (Art. 31 CN) y los
tratados ratificados con jerarquía constitucional (Art. 75, inc.22). En ese marco, el poder
judicial es indiscutiblemente el garante de la Constitución y la Corte Suprema, como
cabeza de ese poder y última instancia del proceso judicial federal, se instituye como un
tribunal de garantías constitucionales y de resguardo de la soberanía del pueblo
expresada mediante su voluntad constituyente.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el Fallo Rizzo de junio del 2013, sobre la
elección de los miembros del Consejo de la Magistratura15, ha enunciado un conjunto de
considerandos que bien puede decirse que constituyen un excelente Vademécum de
doctrina sobre la legitimidad del control de constitucionalidad y los principios que rigen
el funcionamiento de la democracia republicana. Dado el valor jurídico y pedagógico de
esta referencia doctrinaria, es oportuno la transcripción textual de los principales
considerandos (los subrayados son nuestros):
- “(…) La actuación de los tres poderes del Estado Nacional encuentra como límite el respeto al
proyecto de república democrática que establece la constitución federal (art. 1°, 31 y 36). Los
mandatos del texto constitucional han sido establecidos por el poder constituyente del pueblo y
por esa razón condicionan la actividad de los poderes constituidos. El obrar del Estado debe
entonces estar dirigido al más amplio acatamiento de los principios, declaraciones, derechos y
garantías reconocidos en el pacto fundacional de los argentino”17.
- “Que asimismo cabe señalar que es principio de nuestro ordenamiento constitucional que
ningún poder puede arrogarse mayores facultades que las que le hayan sido conferidas
expresamente. La regla según la cual es inválido privar a alguien de lo que la ley no prohíbe, ha
sido consagrada en beneficio de los particulares (art. 19 de la Constitución Nacional), no de los
poderes públicos. Éstos, para actuar legítimamente, requieren de una norma de habilitación” 18
15
Rizzo Gabriel (Apoderado de la Agrupación Gente de Derecho) s/Acción de amparo c/el Poder
Ejecutivo Nacional, ley 26.855, medida cautelar. Elección de los miembros del Consejo de la
Magistratura. Expte 3034/13, del 18/06/2013
16
Fallo Rizzo, Considerando 6°
17
Ibidem considerando 6°
18
Ibidem considerando 7° (en el considerando la CSJN hace referencia a la doctrina formulada en el caso
Elortondo: Fallos 32:120, entre otros.
garantías con que se ha entendido asegurar los derechos consignados en la Constitución contra
los abusos posibles e involuntarios de los poderes públicos”19
- “Que para defender esta supremacía, el Tribunal ha declarado a lo largo de su historia -y más
allá de los votos individuales de sus miembros- la inconstitucionalidad de normas que, aun
cuando provenían del órgano legislativo que representa la voluntad popular, resultaban
contrarias a la Constitución Nacional o tratados internacionales y afectaban derechos de las
personas (…)”20
- “(…) que no es posible que bajo la invocación de la defensa de la voluntad popular pueda
propugnarse el desconocimiento del orden jurídico, puesto que nada contraría más los intereses
del pueblo que la propia transgresión constitucional (…)”21
- “(…) ninguna autoridad republicana le es dado invocar origen o destino excepcionales para
justificar el ejercicio de sus funciones más allá del poder que se le ha conferido (…)”23
- “(…) Toda disposición o reglamento emanado de cualquier departamento (…) que extralimite
las facultades que le confiere la Constitución o que esté en oposición con alguna de las
disposiciones o reglas en ella establecidas, es completamente nulo”24
- “Que de lo hasta aquí expuesto se desprende, que solo un punto de vista estrecho podría pasar
por alto que el control de constitucionalidad procura la supremacía de la Constitución, no del
Poder Judicial o de la Corte Suprema (Fallos: 316:2940). Así lo entendió el Constituyente en
1994 que en el Art. 43 del Texto Fundamental expresamente reconoció la facultad de los jueces
de declarar la inconstitucionalidad de las leyes para hacer efectivos los derechos y garantías
consagrados en la Constitución Nacional”25.
- (…) “El Poder Judicial tiene la legitimidad democrática que le da la Constitución Nacional, que
no se deriva de la elección directa. En la Asamblea Constituyente de 1853/60 expresamente se
decidió que los jueces fueran elegidos por el pueblo pero en forma indirecta, al ser nombrados
por el poder ejecutivo nacional con el acuerdo del Senado (…)”26.
- “Establecidas las bases normativas de máxima jerarquía que facultan a los jueces a declarar la
inconstitucionalidad de toda ley o norma que se oponga a las cláusulas constitucionales
corresponde formular una importante aclaración: Las decisiones de los poderes públicos,
incluidas las del Poder Judicial, se encuentran sometidas y abiertas al debate público y
democrático. Es necesario y saludable que exista ese debate. Pero ello no puede llevar a
desconocer las premisas normativas sobre las que se asienta el control de constitucionalidad, ni
que este sistema está, en definitiva, destinado a funcionar como una instancia de protección de
19
Ibidem considerando 8° (en este considerando la Corte se cita a sí misma transcribiendo el
considerando respectivo del fallo “Municipalidad de la Capital c. Elortondo” del año 1888: Fallos CSJN
33:162).
20
Ibidem considerando 9°
21
Ibidem considerando 10°
22
Ibidem considerando 10°
23
Ibidem considerando 10°
24
Ibidem considerando 10° (aquí la Corte cita la doctrina de Fallos 155:290)
25
ibidem considerando 11°
26
Ibidem considerando 27°
los derechos fundamentales de las personas y de la forma republicana de gobierno. En este
marco, los jueces deben actuar en todo momento en forma independiente e imparcial, como
custodios de estos derechos y principios a fin de no dejar desprotegidos a todos los habitantes
de la Nación frente a los abusos de los poderes públicos o fácticos”27
Reflexiones finales
Puede ser oportuno finalizar este análisis citando a Alexis de Tocqueville, en un pasaje
específico sobre el tema extraído de su libro "La Democracia en América", escrito al
promediar el siglo XIX. Allí, este autor comenta la práctica constitucional
norteamericana y afirma que: "Encerrado en sus límites, el poder concedido a los
tribunales americanos, de pronunciarse sobre la inconstitucionalidad de las leyes,
forma, no obstante, una de las más potentes barreras que nunca se hayan alzado contra
las tiranía de las asambleas políticas"28.
Sin dudas, Tocqueville conocía muy bien esos peligros de las llamadas “mayorías”
asamblearias por la propia experiencia histórica del funcionamiento del sistema político
27
Ibidem considerando 13°
28
Tocqueville, Alexis. “La Democracia en América”, Edit. Guadarrama, Madrid, 1969, pág. 102
en Francia, su propio país, durante el período de la revolución y la carencia de un
mecanismo de control suficientemente eficaz para asegurar la legitimidad
constitucional.
En fin, coincidimos con Gelli cuando afirma que “Dado que el control de
constitucionalidad es uno de los más discutidos y difíciles de aplicar, sobre todo de
obedecer cuando los destinatarios son las autoridades políticas, su ejercicio por todos
los jueces del sistema abre el debate interjurisdiccional de la magistratura sobre
problemas relevantes. Cuando la decisión llega a la Corte Suprema la cuestión ha
madurado en la judicatura y en los actores sociales, la controversia se ha nutrido de
argumentos. Lo que no es poco en circunstancias en que el Poder Legislativo parece
dispuesto a limitar los debates”29.
Mario F. Federici
11/11/2013
29
GELLI, María Angélica. La Ley. Buenos Aires, 26 de junio de 2013