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Los 10 mandamientos

1º Amarás a Dios sobre todas las cosas.


2º No tomarás el Nombre de Dios en vano.
3º Santificarás las fiestas.
4º Honrarás a tu padre y a tu madre.
5º No matarás.
6º No cometerás actos impuros.
7º No robarás.
8º No dirás falso testimonio ni mentirás.
9º No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10º No codiciarás los bienes ajenos

Los 7 dones del espíritu santo


1. Sabiduría: Es el don de entender lo que favorece y lo que perjudica el proyecto
de Dios. Él nos fortalece nuestra caridad y nos prepara para una visión plena de
Dios. El mismo Jesús nos dijo: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de
cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel
momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro
Padre el que hablará en vosotros” (Mt 10, 19-20). La verdadera sabiduría trae el
gusto de Dios y su Palabra.
2. Entendimiento: Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades
reveladas por Dios. Mediante este don, el Espíritu Santo nos permite escrutar las
profundidades de Dios, comunicando a nuestro corazón una particular
participación en el conocimiento divino, en los secretos del mundo y en la
intimidad del mismo Dios. El Señor dijo: “Les daré corazón para conocerme, pues
yo soy Yahveh” (Jer 24,7).
3. Consejo: Es el don de saber discernir los caminos y las opciones, de saber orientar
y escuchar. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto,
lo verdadero y falso. Sobre Jesús reposó el Espíritu Santo, y le dio en plenitud ese
don, como había profetizado Isaías: “No juzgará por las apariencias, ni
sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud
a los pobres de la tierra” (Is 11, 3-4).
4. Ciencia: Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por este don el
Espíritu Santo nos revela interiormente el pensamiento de Dios sobre nosotros,
pues “nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1Co 2, 11).
5. Piedad: Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la
voluntad de Dios, buscando siempre actuar como Jesús actuaría. Si Dios vive su
alianza con el hombre de manera tan envolvente, el hombre, a su vez, se siente
también invitado a ser piadoso con todos. En la Primera Carta de San Pablo a los
Corintios escribió: “En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que
estéis en la ignorancia. Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar
ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os hago saber que nadie, hablando
con el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Anatema es Jesús!»; y nadie puede decir:
«¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo” (1Co 12, 1-3).
6. Fortaleza: Este es el don que nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades
del día a día de la vida cristiana. Vuelve fuerte y heroica la fe. Recordemos el
valor de los mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las decisiones. Los que
tienen ese don no se amedrentan frente a las amenazas y persecuciones, pues
confían incondicionalmente en el Padre. El Apocalipsis dice: “No temas por lo
que vas a sufrir: el Diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para que
seáis tentados, y sufriréis una tribulación de diez días. Manténte fiel hasta la
muerte y te daré la corona de la vida” (Ap 2,10).
7. Temor de Dios: Este don nos mantiene en el debido respeto frente a Dios y en la
sumisión a su voluntad, apartándonos de todo lo que le pueda desagradar. Por
eso, Jesús siempre tuvo cuidado en hacer en todo la voluntad del Padre, como
Isaías había profetizado: “Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de
sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y
temor de Yahveh” (Is 11,2).

Credo Niceno

Creo en un solo Dios Padre Todopodersos, Creador del cielo y de la tierra, y de


todas las cosas visibles e invisibles;
Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios,
Engendrado del Padre antes de todos los siglos,
Dios de Dios, Luz de Luz, verdadero Dios de Dios verdadero,
Engendrado, no hecho, consubstancial con el Padre;
Por el cual todas las cosas fueron hechas,
El cual por amor a nosotros y por nuestra salud descendió del
cielo,
Y tomando nuestra carne de la virgen María, por el Espíritu
Santo, fue hecho hombre,
Y fue crucificado por nosotros bajo el poder de Poncio
Pilatos,
Padeció, y fue sepultado;
Y al tercer dia resucitó sugún las Escrituras,
Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Y vendrá otra vez con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos;
Y su reino no tendrá fin.
Y creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, pocedente del Padre y del Hijo,
El cual con el Padre y el Hijo juntamente es adorado y glorificado;
Que habló por los profetas.
Y creo en una santa Iglesia Católica y Apostólica.
Confieso un Bautismo para remisión de pecados,
Y espero la resurrección de los muertos.
Y la vida del Siglo venidero. Amén.

Los frutos del espiritu santo

l Amor fruto del Espíritu Santo.


El primero es el “Amor”, la palabra amor en este texto es la traducción de la palabra griega Agape que
significa afecto o benevolencia; específicamente (plural) festín de amor: según el diccionario bíblico
Strong y se trata de una actitud sincera que busca el bienestar del prójimo por encima de los intereses
personales.

La palabra Agape a diferencia de otras que también son traducidas como amor en español es una atributo
comunicable de Dios por lo tanto es una característica que nos hace esencialmente participantes de la
naturaleza divina, es decir hijos de Dios, es de este amor divino que derivan todos los demás frutos.

El Gozo.
Luego la Biblia habla del “Gozo”, que más que un sentimiento denota una actitud de confianza suprema
y alegría intrínseca basada en la fidelidad de Dios, en lo que Él es, y en su benevolencia, el meditar en su
persona ofrece al creyente la seguridad de que Dios siempre está en control.

Dios sigue allí en medio de cualquier adversidad, y de que sin importar las circunstancias siempre tiene
suficientes motivos para estar agradecido y mantenerse gozoso.

La paz.
La siguiente consecuencia de la presencia del Espíritu Santo en la vida del creyente es la “Paz”, ahora
bien, esta es una cualidad que tampoco está sujeta a las circunstancias, es una paz diferente a la que da
el mundo, tal como lo señalase Jesús mientras anduvo entre nosotros.

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni
tenga miedo” Juan 14:27.
Es una paz únicamente dada por Dios a través del Espíritu Santo, una paz que está basada en la fidelidad
de su amor y cuidado tal como lo expresase también el apóstol Pablo Filipenses 4:7, es una paz que
sobrepasa todo entendimiento capaz de guardar fielmente nuestros corazones y pensamientos en Dios.

Una paz que es producto de una contemplación constante de nuestras circunstancias desde la perspectiva
de Dios y no de la perspectiva humana.
Dice una de tantas promesas que encontramos en la Biblia:

“… tu (Dios) guardaras en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha


confiado”. Isaías 26:3.

La Paciencia.
La siguiente virtud es la “Paciencia”, la cual implica la capacidad de sufrir circunstancias adversas
esperando con tranquilidad, de una manera voluntaria, y no por mera necesidad, sin murmurar ni
quejarse, sino con plena confianza de que Dios está obrando en medio de las circunstancias, y de que él
sabe lo que esta haciendo y lo que es mejor para cada uno de sus hijos según su propósito.

Respecto a esto dice la sagrada escritura:

“Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de
acuerdo con su propósito”. Juan 8:28
La paciencia que da el Espíritu Santo se basa precisamente en mantener la confianza de saber que todo
nos ayuda a bien.

La Benignidad.
La quinta virtud fruto del Espíritu es la “Benignidad”, y expresa la condescendencia del juez divino ante
una circunstancia que demanda juicio, en nosotros, viene a ser la capacidad de ser misericordioso, aun
con aquellos que han cometido algún agravio en nuestra contra.

Es lograr ser benigno y buscar el bien en especial de quienes al parecer no merecen tal benevolencia.

La biblia nos habla en colosenses 3:12 que debemos “vestirnos” de benignidad y de mansedumbre lo cual
es sumamente importante, recordemos que Dios es benigno por naturaleza, y es su benignidad la que nos
guía al arrepentimiento, cuando nos damos cuenta de que no nos ha pagado como merecen nuestros actos,
sino que nos da nuevas oportunidades de vida cada día.

La Bondad.
La sexta cualidad especial fruto del Espíritu Santo es la “Bondad”, el diccionario describe la bondad
como la cualidad de ser bueno la inclinación a hacer el bien y a un comportamiento virtuoso, está
estrechamente ligada a la benignidad puesto que es en términos sencillos su aplicación constante.

Efesios 5:9 nos dice además que el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad.
la bondad es pues una cualidad indispensable de los cristianos que caminan en el espíritu de Dios y son
guiados por él.

La Fe.
La séptima y muy importante cualidad fruto del Espíritu es la “Fe”, la biblia habla claramente que la fe
es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve según Hebreos 11:1 y también que sin
fe es imposible agradar a Dios. Textualmente dice:

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay,
y que es galardonador de los que le buscan.” Hebreos 11:6
La palabra galardonador significa que Dios premia, bendice, ayuda y prospera a quienes le buscan
sinceramente y creen en él, no se puede lograr nada sin fe, sin tenerla y mantenerla, puesto que es la
capacidad de creer en que nuestras acciones producirán un resultado y que ese mismo resultado será
beneficioso y positivo.

La Mansedumbre.
La penúltima virtud mencionada en Gálatas es la “Mansedumbre”. la biblia habla de que la
mansedumbre hace cesar grandes ofensas en Eclesiastés 10:4, la mansedumbre, es pues la capacidad
especial que tiene una persona para modelar la ira y sus efectos desordenados en si mismo y en el entorno.

Dicho de otra manera es una forma inteligente de evitar todo resentimiento o acción violenta por el
comportamiento de otros, o por cualquier circunstancia desagradable, dejando de lado la irritabilidad y
la venganza, para dar lugar a una actitud más asertiva, y acorde con el momento vivido, en el sermón del
monte Jesús habla de que los mansos son bienaventurados, porque ellos recibirán la tierra como heredad
(Mateo 5:5).

También en Mateo 11:29 el Señor Jesús nos amonesta a que imitemos su mansedumbre. Dice:

“Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas”.
En este contexto la palabra yugo implica una carga, y Jesús lo que nos está diciendo es que imitemos su
mansedumbre y recibamos de buena gana sus estatutos, órdenes y mandamientos de esa manera
literalmente “Él” dará descanso a nuestra alma.

La Templanza.
Ultima virtud y no por eso menos importante es la “Templanza”, que consiste en la moderación de los
apetitos y placeres para procurar un equilibrio, que permita el más óptimo aprovechamiento de los bienes
disponibles para la persona.

Las personas con templanza no seden ante las presiones externas en especial si estas van en contra de sus
valores y creencias, las personas con templanza mantienen la rectitud en sus actos y conducta a pesar de
lo que esto pueda significar para su reputación.

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