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¿Hay que obligar a los niños a comer?

Hay
alternativa
al 'avioncito'
y a darles la
cucharada
a la boca.
Una
psicóloga y
una
nutricionista
ofrecen las
claves para
acabar con
La edad ideal para que aprendan a comer es hasta el año y medio.
los lloros en
la mesa

YOLANDA VEIGA  | 


13 diciembre 2016
18:07

Ni potitos, ni yogures con tapa de dibujitos, ni


purés... Mejor que eso, las frutas en trozos, el
yogur de los mayores y las verduras hervidas
pero enteras. El plazo para poner en práctica
esto es hasta el año y medio porque a partir de
esa edad los niños se vuelven más selectivos y
empiezan con el 'no me gusta' y el 'no quiero'.
Ni esto, ni eso, ni aquello. Así que muchos
padres tiran por la calle de en medio: meterles
casi a la fuerza cuatro cucharadas de lentejas a
la boca y, de premio, un bollo. Dos errores
juntos con consecuencias.

«No hay que obligar a los niños a comer».


Coinciden en la advertencia Eider García de
Albéniz, dietista-nutricionista, y Mariola
Bonillo, psicóloga. Si se les fuerza, dicen,
«pueden desarrollar aversión a la comida,
rechazo». La clave, ilustran las dos
especialistas, es que los niños «muestren
interés por la comida» de manera natural. Y
para eso se empieza dándoles un ejemplo que
copiar en casa. «Me hace gracia cuando un
padre dice: 'Yo como mal pero quiero que mi
hijo coma bien'. Es más fácil que un chaval
pruebe algo si ve que sus padres lo comen,
porque muchos dicen que no les gusta sin 88 %
haberlo probado».
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Y no es verdad que no les guste. El ejemplo más claro, cuenta la nutricionista, es el


brócoli. «Lo del arbolito les flipa a muchos niños». Y no es que sea el alimento más dulce
o suave que existe. Por ahí viene parte del problema. «Les damos potitos, que no es más
que un invento de la industria, cuando lo lógico sería darles un trozo de galleta, media
pera, unas uvas... y les compramos productos como 'mi primer yogur', 'mis primeras
galletas'... alimentos supuestamente para niños que no son más que marketing y que
tienen azúcares añadidos. Estamos acostumbrando el paladar de los críos a cosas muy
dulces y no está bien. El yogur que tiene que comer un niño no es uno especial, es el
mismo que come su padre», advierte Eider García de Albéniz. Y alerta también sobre los
zumos de fruta en el verano. «Hacemos batidos y metemos un plátano, una naranja, una
pera, una manzana... Ni un adulto comería toda esa fruta de una vez. Pero en el zumo la
tomamos y se la damos a los niños, con lo que estamos provocando una sobreingesta».

A propósito de esto, los expertos recuerdan que «un 40% de los menores tiene
sobrepeso o sufre obesidad». Y parte del problema es esa costumbre, mala costumbre, de
que los chavales no dejen nada en el plato. «No
siempre tienes la misma sensación de hambre. Lo
Nutricionista: «No nos importante con los menores es educarles en la
extraña que un padre dé a su alimentación pero no tanto en la cantidad, hay
hijo una Coca-Cola, pero algo cultural con la idea de que se coman grandes
bastante mejor que le diera cantidades», reconoce Mariola Bonillo, psicóloga
una col de Bruselas» sanitaria del Centro Área Humana de Madrid. Y
la educación en la alimentación, insiste, en
mucho más que acabarse todo. «Hay que tratar de que la comida no les estrese, sino que
sea un momento de disfrute. Se puede empezar por intentar que los niños nos acompañen
a hacer la compra, que ayuden a poner la mesa, que participen del ritual de la comida».

Y una vez en la mesa, sin presión y sin prisas, porque «¿cómo nos tomaríamos ir a un
restaurante y que el camarero nos dijera: 'A ver si acabas ya', 'Hasta que no termines todo
no te doy el postre...'». Así que lo primero, darles tiempo. Y lo segundo, opciones. «Si no
les gusta el puré de lentejas hay que probar a dárselas crudas, o a no dárselas un tiempo y
cambiar de legumbre. O si no come fruta se puede negociar con el niño que la coma antes
de los espaguetis, que es su comida favorita». También influye, dicen, el modo de
presentar el plato. «Hay que jugar con los colores, un puré marrón no es lo más
atractivo», sostiene la nutricionista.

Un trozo de calabaza de tres centímetros

Y ofrece unas pautas para cada edad: «Hasta los seis meses los bebés se deben
alimentar solo de lecha materna o, en su defecto, de biberón». Pero a partir de esa edad
ya se pueden introducir en su dieta la mayoría de alimentos. «Es importante dárselos en
trozos: un cachito de zanahoria hervida, un pedacito de tres o cuatro centímetros de
calabaza al vapor un poco al dente... Ya hacen el movimiento de masticar y, aunque
todavía no tengan dientes, mastican con la mandíbula. Se les puede dar un poco de
espaguetis, de legumbres o de quinoa, para que la cojan bolita a bolita. Con medio año el
bebé ya sabe hacer la pinza con el dedo y hacer el movimiento de llevarse a la boca. No
se va a alimentar de bolitas de quinoa pero va a crear un hábito».

Con lo fácil que es un puré...


Es fácil para los padres, sobre todo. Pero si les acostumbramos a comer todo en puré no
van a saber distinguir sabores ni texturas y cuando un día se encuentren un trocito sin
pasar en el puré les dará una arcada.

Los expertos insisten en que los niños coman


solos porque «lo de hacer el avioncito está
Psicóloga: «Negocia con tu obsoleto». Darles a la boca con la cuchara
hijo que coma la fruta antes también está «en la antítesis de las
que los espaguetis, o si no le recomendaciones».
gusta el puré de lentejas
dáselas enteras, o no se las ¿Y los premios cuando comen bien?
des durante un tiempo...» No, la comida no tiene que tener recompensa
porque si no, van a comer solo por el regalo. Los
niños no son tontos y si saben que cuando las verduras les cuestan luego hay un bollo...

¿Qué otras cosas se están haciendo mal?


Eso de decir que hay que comer de todo. No hay que comer de todo. Lo que hay que
comer son alimentos saludables, no hay por qué comer galletas, ni refrescos. No nos
parece raro que un padre de dé a su hijo una Coca-Cola, pero bastante mejor sería que le
diera una col de Bruselas.

La pueden comer con poco más de un año. Porque a esa edad hay pocos alimentos que
no puedan probar. «La leche de vaca es mejor dársela a partir del año porque tiene
proteínas que puede generarles indigestión. Y los pescados grandes como el atún o el pez
espada, no se recomiendan hasta los dos años por su alto contenido en mercurio».

Muchos padres apuntan al comedor a sus hijos para que «aprendan a comer». ¿Aprenden
más que en casa?
En la escuela se puede dar el aprendizaje por imitación. Ver a otros niños comer puede
ser motivador, pero en casa se puede hacer igualmente. La clave es hacer de la comida un
momento de disfrute. Si el niño come obligado ya está enfadado antes de empezar y no
va a funcionar.

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