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Publicaciones Kenneth Copeland

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas fueron tomadas de la


Versión Reina Valera Contemporánea®, © por la Sociedades Bíblicas Unidas,
2009, 2011.
Las citas marcadas con las siglas RVR60 fueron tomadas de la Versión Reina
Valera 1960®, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado
1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Usado con permiso.

Fe y Paciencia: Las gemelas ponderosas


Faith and Patience —The Power Twins

ePDF ISBN 978-0-88114-346-1 30-8046S


© 1991 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como
Publicaciones Kenneth Copeland
© 2014 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como
Publicaciones Kenneth Copeland
Traducción autorizada de la edición en inglés. Esta traducción es publicada y
vendida de acuerdo con el permiso de Eagle Mountain International Church
Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland, propietario de
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Fe y paciencia
Las gemelas poderosas

La mayoría de las veces, encontrarás


la paciencia en todo versículo bíblico
que hable de la fe. La fe y la paciencia
son las gemelas poderosas. Y cuando
trabajan juntas, siempre producen un
buen resultado.
La paciencia es una fuerza activa.
Cuando la fe tiende a flaquear, la
paciencia la ayuda a permanecer
firme. El poder de esta fuerza es
necesario para apoyar a la fe. En
Hebreos 6:12, leemos: «Y para que no
se hagan perezosos, sino que sigan el
ejemplo de quienes por medio de la fe
y la paciencia heredan las promesas». Y
en Santiago 1:2-4: «Hermanos míos,
considérense muy dichosos cuando

3
estén pasando por diversas pruebas.
Bien saben que, cuando su fe es puesta
a prueba, produce paciencia. Pero
procuren que la paciencia complete
su obra, para que sean perfectos y
cabales, sin que les falta nada».
Sin embargo, la paciencia sin la fe no
tiene poder para llamar a la realidad
las cosas que deseamos. Como la fe es
la sustancia de estas cosas, la paciencia
sin la fe, no tiene fundamento.
Por otro lado, la fe sin la paciencia
no podrá permanecer firme sobre
la evidencia de la Palabra, la cual te
otorga “el certificado de propiedad” de
las cosas que no se ven. Jesús le dijo a
Pedro que Él había orado para que su fe
no fallara. Sin el funcionamiento activo
del poder de la paciencia, permitiremos
que el conocimiento —las cosas que
vemos— ahogue nuestra fe; la cual se
4
basa en lo que dice la Palabra, y no en
las cosas que vemos con nuestros ojos
naturales. La paciencia respalda la fe y le
da la fuerza para perseverar hasta que la
respuesta se manifieste.
Eso no significa que nuestra fe sea
débil y necesite fortalecerse. La fe es una
fuerza poderosa, y siempre funciona. Sin
embargo, sin el poder de la paciencia,
nosotros mismos impedimos que la
fuerza de la fe actúe, debido a nuestras
confesiones y acciones negativas. Es
nuestra fe, y de nosotros depende si la
activamos o la detenemos.
Por lo general, pensamos que la
paciencia es darse por vencido y
conformarse con cualquier cosa que
nos toque. Eso no tiene nada que ver
con la paciencia. La paciencia es una
fuerza real, la cual tiene que crecer
y desarrollarse. Leemos en Tito 2:2
5
que debemos ser sensatos e íntegros
en la paciencia.
La fe también es una fuerza que
necesitamos desarrollar. El mismo
pasaje bíblico nos dice que debemos
ser íntegros en la fe. La paciencia y
la fe son fuerzas individuales, pero
trabajan juntas de la misma manera
que el amor y la fe. Cada una de estas
fuerzas juega un papel distinto en
nuestra vida cristiana.
Es muy peligroso confundir la
función de una con la otra, e
intercambiarlas. Por ejemplo, vemos en
Hebreos 11:1 que la fe es la sustancia de
las cosas que esperamos. La esperanza
sin fe no tiene sustancia. Las personas
declaran lo siguiente: “Estamos
esperando y orando”. Suena bien, pero
eso no tiene fundamento. En este caso,
la esperanza se está confundiendo con
6
la fe. Sin la sustancia de la fe esta oración
no producirá ningún resultado. Y
puedes ver cómo en una situación crítica
esto sería muy peligroso. Necesitamos
alinear nuestros pensamientos con la
Palabra, a fin de que podamos darle el
uso apropiado a estas fuerzas para que
se cumpla la perfecta voluntad de Dios
en nuestra vida.
Una de las tradiciones —y errores—
más comunes en esta área es creer
que las pruebas y las tribulaciones
desarrollan nuestra fe. Esto no es así,
en Romanos 10:17 dice: «Así que la
fe proviene del oír, y el oír proviene
de la palabra de Dios». Las pruebas y
las tribulaciones desarrollan nuestra
paciencia. Ya aprendimos lo mismo
en el primer capítulo de Santiago,
y también el apóstol Pablo nos lo
confirma en Romanos 5:3.

7
La fe se desarrolla a medida que
actuamos conforme a la Palabra.
Hebreos 12:2 declara que Jesús es el
Autor y Consumador, o Perfeccionador
de nuestra fe. En ningún momento
se menciona a Satanás como el
perfeccionador de nuestra fe.
Es vital que notemos la diferencia
entre desarrollar nuestra fe y
desarrollar nuestra paciencia. La fe
debe perfeccionarse en la Palabra
de Dios, antes que las pruebas y las
tribulaciones vengan. Jesús dijo en
Lucas 6:47-48 que todo aquel que
actúa conforme a Su Palabra, es
semejante a un hombre que edifica
su casa sobre la roca. Y cuando una
inundación golpea contra la casa, ésta
no es derribada. Observa que este
hombre tuvo que cavar profundo, y es
en ese mismo proceso que desarrolló

8
su fe. Sin embargo, su paciencia se
desarrolló durante la tormenta. Él
sabía que su casa permanecería en
pie, pues estaba cimentada en la roca.
Recuerda: Jesús dijo que aquél hombre
construyó sobre la roca —es decir,
actuó conforme a la Palabra—. La fe
se desarrolló antes de que la prueba
llegara. La fuerza de la paciencia se
desarrolla en medio de la prueba y
de la tribulación; y ésta sustenta, o
mantiene la puerta abierta, para que
nuestra fe obre y venza cualquier
obstáculo que se le presente.
La definición de paciencia es: “ser
constante” o “ser el mismo todo el
tiempo”. En Santiago 1 se nos dice
que no debemos dudar o titubear.
Debemos mantenernos, o reaccionar,
en cada circunstancia de la vida de
la misma manera — de acuerdo con

9
las Escrituras. Sin importar qué
enfrentemos, debemos arraigarnos en
la Palabra de Dios de tal manera que
no reaccionemos en temor o duda,
sino en conformidad a la Palabra. La
Biblia dice que Jesús es el mismo ayer,
hoy y siempre. Él siempre actuó y
actuará de acuerdo con la Palabra, y no
basado en las circunstancias, la razón
o el temor. Así debemos ser nosotros.
Ser íntegros en paciencia es responder
ante cada duda y temor confiando y
confesando que la Palabra de Dios
es verdad, sin tomar en cuenta lo que
sintamos, escuchemos o veamos.
Sin importar qué tormenta aparezca
en nuestro camino, la Palabra del Padre
no falla. En ese tipo de atmósfera, la
fe actúa con libertad y vence cualquier
cosa que Satanás envíe. Santiago
1:12‑21 lo explica de esta manera:

10
«Dichoso el que hace frente
a la tentación; porque, pasada
la prueba, se hace acreedor a
la corona de vida, la cual Dios
ha prometido dar a quienes
lo aman. Cuando alguien sea
tentado, no diga que ha sido
tentado por Dios, porque Dios
no tienta a nadie, ni tampoco
el mal puede tentar a Dios. Al
contrario, cada uno es tentado
cuando se deja llevar y seducir
por sus propios malos deseos.
El fruto de estos malos
deseos, una vez concebidos,
es el pecado; y el fruto del
pecado, una vez cometido, es
la muerte. Queridos hermanos
míos, no se equivoquen. Toda
buena dádiva y todo don
perfecto descienden de lo alto,
del Padre de las luces, en quien
11
no hay cambio ni sombra de
variación. Él, por su propia
voluntad, nos hizo nacer por
medio de la palabra de verdad,
para que seamos los primeros
frutos de su creación. Por eso,
amados hermanos míos, todos
ustedes deben estar dispuestos
a oír, pero ser lentos para
hablar y para enojarse, porque
quien se enoja no promueve
la justicia de Dios. Así que
despójense de toda impureza
y de tanta maldad, y reciban
con mansedumbre la palabra
sembrada, que tiene el poder
de salvarlos».
Para desarrollar de manera
apropiada el poder de la paciencia,
debemos saber lo que dice la Biblia
acerca de las pruebas y las aflicciones.

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La palabra griega traducida como
tentaciones en estos versículos, es
el mismo término para pruebas y
aflicciones. Es sumamente importante
que sepamos, por el versículo 13, que
Dios no es tentado por el mal y que
Él no tienta o prueba a la humanidad
con el mal. De hecho, se nos advierte
que nunca debemos decir que somos
probados por Dios.
El versículo 14 nos explica que
una prueba o una aflicción es todo
lo que ejerce presión para obedecer
la concupiscencia o los deseos de la
carne. Cualquier presión que nos aparte
de la Palabra de Dios es el inicio de una
prueba. Y si condescendemos con esos
deseos, el resultado será el pecado. Sin
embargo, tenemos una salida, pues
en la Palabra dice que tenemos un
abogado ante el Padre: Cristo Jesús.

13
Él es fiel para perdonar nuestros
pecados cuando los confesamos
(1 Juan 1:9). Todavía somos más que
vencedores en Él. Cuando Satanás
oprime nuestro cuerpo para que éste
enferme, no debemos sucumbir ante
esa presión. Cuando se presente
con ruina financiera, no debemos
rendirnos ante la tentación de buscar
al mundo pidiendo prestado. La
mayoría del tiempo, estas acciones
sólo empeoran la situación. Gracias a
Dios, podemos ir a la Palabra, buscar
lo que está escrito en Filipenses 4:19,
y usar nuestra fe. Luego, a pesar de
las circunstancias, necesitamos ejercer
el poder de la paciencia y continuar
firmes en la libertad a la que fuimos
llamados (Gálatas 5:1).
No olvides el ministerio del
Espíritu Santo en este proceso.

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Él está continuamente trabajando
en ti, enseñándote, intercediendo,
respaldando tu fe con Su gran poder.
Aquí es donde el poder de la paciencia
es tan importante. Mientras tu fe
se encuentre activa, el Espíritu de
Dios también lo estará. Es imposible
agradar a Dios sin fe. La paciencia te
protege para que no le des lugar a la
duda, ni hagas confesiones de temor
en tu conciencia. Así, nuestra fe
crecerá y, de esa manera, El que vive
en nosotros será mayor que el que está
en el mundo.
Leemos en 1 Corintios 10:13 que:
«A ustedes no les ha sobrevenido
ninguna tentación que no sea
humana; pero Dios es fiel y no
permitirá que ustedes sean sometidos
a una prueba más allá de lo que
puedan resistir, sino que junto con

15
la prueba les dará la salida, para que
puedan sobrellevarla». Este versículo
también revela tres cosas importantes
acerca de las pruebas: 1) Las pruebas
y las tentaciones son comunes en la
humanidad. Ningún hombre ha sido
probado o tentado con algo que no sea
común para la humanidad. Aunque
Satanás haya sido un ser celestial, eso
no le da derecho para que traiga sobre
la humanidad pruebas y aflicciones
que no pertenecen al ámbito natural.
2) Dios es fiel. Jamás enfrentarás nada
que no puedas vencer. 3) Dios siempre
proveerá una salida.
El armamento de Satanás no se
compara con el que Dios nos ha
equipado. ¡Gracias a Dios! Las armas
de nuestra milicia no son carnales,
sino poderosas en Él para derribar
fortalezas. El diablo está limitado

16
a usar las cosas que son comunes
para la humanidad, pero nosotros
no tenemos límites. Tenemos acceso
total a la armadura de Dios. Nuestra
paciencia descansa firmemente en la
plena seguridad de que, sin importar
qué pueda venir, Jesús nos ha provisto
una victoria más que suficiente para
que venzamos.
Muchos cristianos usan Romanos
8:28 como excusa para fallar: «Y
sabemos que a los que aman a Dios,
todas las cosas les ayudan a bien…»
(RVR60). Para ellos, esto significa:
“Todo lo que el diablo hace en mi
contra, se convertirá en algo bueno.
Después de todo, ya sabes que en
la Biblia dice que nosotros nos
fortalecemos en las pruebas y en las
tribulaciones de esta vida”. ¡Eso no
es lo que dice la Biblia! Cuando el

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apóstol Pablo escribió que todas las
cosas les ayudan a bien a los que aman
a Dios, y que son llamados de acuerdo
con Su propósito, estaba enseñando
acerca de la oración intercesora.
Romanos 8:26-28 dice:

«Y de igual manera el
Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos
de pedir como conviene, no
lo sabemos, pero el Espíritu
mismo intercede por nosotros
con gemidos indecibles. Mas
el que escudriña los corazones
sabe cuál es la intención del
Espíritu, porque conforme a
la voluntad de Dios intercede
por los santos. Y sabemos que
a los que aman a Dios, todas
las cosas les ayudan a bien,

18
esto es, a los que conforme a
su propósito son llamados»
(RVR60).
¡Todas las cosas ayudan a bien a
aquellos que aman a Dios, cuando
estamos trabajando juntos en oración
intercesora!
Un día, mientras un amigo y yo
conversábamos acerca de la oración, el
Señor me dijo: “Cuando hablo de cosas,
no significa que las cosas malas ayudan a
bien a los que me aman. Yo me refiero a
Mis cosas, es decir: la Palabra, los dones
del Espíritu, el nombre de Jesús y las
poderosas armas del Cuerpo de Cristo.
Éstas son las cosas que obran para bien a
los que me aman”. Todo lo que el diablo
te lance será vencido por el poder de
todo lo que proviene de Dios, y el
resultado será la victoria.

19
Muchas de las pruebas que Satanás
envía causan que las personas se
debiliten, no que se fortalezcan. Si
las pruebas y las tribulaciones nos
fortalecieran, cada persona en la Tierra
sería un gigante espiritual. Por supuesto
que han habido muchas pruebas y
tribulaciones para perfeccionar a los
santos —sin embargo, ésa no es la vía
que Dios utiliza para perfeccionarnos—.
«Y él mismo constituyó a unos,
apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y
maestros, a fin de perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio, para
la edificación del cuerpo de Cristo»
(Efesios 4:11-12). Ésta es la manera en
la que los santos son perfeccionados —
no a través de la tribulación—. Nosotros
somos perfeccionados por medio de la
Palabra a través del ministerio.

20
Bien, no sé lo que tú pienses, pero
a mí me alegra saber que Dios no
envió el cáncer para edificarme, ni la
pobreza para perfeccionar mi fe. No,
esas maldiciones no vienen de Dios;
provienen de Satanás. Por tanto,
debemos triunfar sobre ellas, con las
gemelas poderosas: la fe y la paciencia.
La Palabra no nos dice que la fe se
desarrolla por medio de las pruebas,
sino que la prueba de nuestra fe produce
paciencia. Es nuestra reacción ante las
pruebas y las tribulaciones la que marca
la diferencia —no el hecho de que
estamos sufriendo—. Algunos en la
Iglesia piensan que debemos gloriarnos
en las tribulaciones, pero la tribulación
no es la meta del cristianismo. Muchos
creen que no valemos nada si no
sufrimos primero; sin embargo, eso
no es cierto. No valdrás nada a menos

21
que venzas ese sufrimiento. Sufrir es el
resultado de un ataque de Satanás. No
hay victoria en rendirse y permanecer
en las pruebas. La gloria se encuentra
al vencerlas con la Palabra, a través del
poder de Dios. Por esa razón, podemos
tener sumo gozo cuando nos hallemos
en diversas pruebas, pues sabemos que
Jesús derrotó a Satanás, y que somos
victoriosos sobre cualquier cosa que él
traiga a nuestro camino.
Jesús dijo en Juan 16:33: «Estas
cosas les he hablado para que en mí
tengan paz. En el mundo tendrán
aflicción; pero confíen, yo he vencido
al mundo». La gloria se encuentra en
vencer al mundo, sus pruebas y sus
tribulaciones. Quizá surjan problemas
en el trayecto, pero por medio de las
buenas cosas de Dios, Él siempre nos
da la victoria en Cristo Jesús.

22
El apóstol Pablo dijo: «Así, pues,
justificados por la fe tenemos paz con
Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo…. Y no sólo esto, sino
que también nos regocijamos en los
sufrimientos, porque sabemos que
los sufrimientos producen resistencia,
la resistencia produce un carácter
aprobado, y el carácter aprobado
produce esperanza» (Romanos 5:1-4).
Pablo estaba refiriéndose a que él
tenía paz con Dios, sin importar
qué situación enfrentara. Él gozaba
de esa paz, no sólo mientras todo
marchaba bien, sino también cuando
se encontraba en problemas. Él no
perdió su paz con Dios debido a
la tribulación. Ésta sólo produjo
paciencia en él, y la paciencia trajo la
victoria. Luego, la experiencia de la
victoria produjo esperanza.

23
Hebreos 10:35-38 nos aconseja de
esta manera: «Por lo tanto, no pierdan
la confianza, que lleva consigo una
gran recompensa. Lo que ustedes
necesitan es tener paciencia; para
que, una vez que hayan hecho la
voluntad de Dios, reciban lo que él
ha prometido darnos… Pero el justo
vivirá por la fe». Ahora, recuerda
que en Romanos 5 vimos que las
tribulaciones producen paciencia, y
en Hebreos 10 que necesitamos la
paciencia —porque ésta obra para que
se dé la experiencia—. La experiencia
es la recompensa. La paciencia produce
como premio que experimentemos la
respuesta.
«…Lo que ustedes necesitan es
tener paciencia; para que, una vez que
hayan hecho la voluntad de Dios...», o
puedes decirlo de la siguiente manera:

24
“Después de que hayas actuado
conforme a la Palabra, utiliza el poder
de la paciencia, y recibirás la promesa
bíblica de esa Palabra”. Hebreos 6:12
nos dice que a través de la paciencia
heredamos las promesas. Tener fe
es actuar conforme a la Palabra. La
Palabra de Dios es Su voluntad.
Después de que has ejercido la fuerza
de la fe, poniendo por obra la Palabra
—la voluntad de Dios— ¡la paciencia
entrará en acción para producir la
experiencia de la victoria!
Con el poder de la paciencia
trabajando, experimentar el resultado
de la fe es inevitable.
Así es como trabajan juntas la fe y
la paciencia para producir la victoria.
Por ejemplo, tu cuerpo tiene síntomas
de enfermedad y está lleno de dolor.
Es tiempo de poner en práctica tu
25
fe. Primero debes ir a la voluntad
de Dios: Su Palabra. Abre tu Biblia
en Mateo 8:17 y lee: «...Él mismo
tomó nuestras enfermedades, y llevó
nuestras dolencias». Después lee
1 Pedro 2:24: «Él mismo llevó en Su
cuerpo nuestros pecados al madero,
para que nosotros, muertos ya al
pecado, vivamos para la justicia. Por
Sus heridas fueron ustedes sanados».
La Palabra de Dios no dice que a lo
mejor fuiste sanado, sino que por Sus
heridas fuiste sanado. ¡Tú fuiste sanado!
Ahora has comenzado a ver la
sanidad a través de los ojos de la fe.
Tu fe ve más allá de los síntomas en
tu cuerpo. Luego declara: “Padre, en
1 Pedro 2:24 dice que por las heridas
de Jesús, yo fui sanado. Yo aplico esta
Palabra a mi cuerpo y le ordeno que sea
sano en el nombre de Jesús. La Palabra

26
afirma que yo he sido sanado. Y yo
confieso que soy sano. Enfermedad, a ti te
hablo en el Nombre de Jesús, y te ordeno
que abandones mi cuerpo”.
Listo. Tú creíste y recibiste cuando
oraste. Jesús dijo: «Por tanto, les digo:
Todo lo que pidan en oración, crean
que lo recibirán, y se les concederá»
(Marcos 11:24). Tienes Su Palabra.
Muchas veces, los síntomas
desaparecen de inmediato, pero no
siempre es así. Hay ocasiones en las
que se debe activar el poder de la
paciencia para respaldar tus acciones
de fe en la Palabra. Tú cumpliste la
voluntad de Dios cuando actuaste
conforme a la Palabra. Ahora necesitas
la paciencia para que puedas ser pleno
y sin que nada te falte. La experiencia
de esa sanidad es inevitable. No es
una situación en la que “tal vez sí o tal
27
vez no” suceda algo. La Palabra dice
que ya has sido sanado. Ahora bien, a
través de la paciencia, debes aferrarte
a la Palabra con respecto a la sanidad;
sin importar los síntomas o el dolor,
sabiendo que la paciencia producirá la
sanidad. Cuando se activa la paciencia,
se marca la diferencia entre el éxito y
el fracaso en tu caminar de fe.
En Hebreos 11:1 leemos: «Ahora
bien, tener fe es estar seguro de lo que
se espera; es estar convencido de lo
que no se ve». Debes creer que estás
sano antes de ver los resultados en tu
cuerpo. No puedes esperar hasta que tu
cuerpo se vea y se sienta sano antes de
creerlo. Si lo haces así, nunca recibirás
por fe. No obtendrás resultados de fe
sin ejercitar la fuerza de la fe. Fe es
creer que recibes cualquier cosa que
pides antes de que puedas verla con

28
tus ojos o sentirla al tocarla. Tienes
evidencia en la fe, pero tu prueba es
la Palabra de Dios, no la evidencia
física. La Palabra es la evidencia que
te asegura que ya has obtenido la
sanidad, ahora mismo.
Ya has ejercido tu fe en la Palabra de
Dios. Ahora permite que la paciencia
haga su obra perfecta. La fuerza de la
fe está trabajando, respaldada por el
poder de la paciencia. Tu fe se conectó
con el Padre, en el momento preciso
en el que tomaste Su Palabra como la
evidencia de tu sanidad. Confiesa con
tu boca que es tuya y por medio de
tus acciones muestra que te pertenece.
Debes hablar sanidad y actuar como
si estuvieras sano. La paciencia
comenzó a trabajar desde el instante
en que creíste que has recibido, y
debes permitirle que obre hasta que

29
el último síntoma deje tu cuerpo. La
voz de la paciencia dice: “Sé que la
Palabra de Dios es verdad. No actuaré
conforme a lo que veo o siento, sino
de acuerdo con la Palabra de Dios.
¡Descanso pacientemente en la verdad
de la poderosa Palabra de Dios!”.
Experimentar la respuesta será
inevitable.

30
Oración para recibir salvación y el
bautismo del Espíritu Santo
Padre celestial, vengo a Ti en el nombre de Jesús.
Tu Palabra dice: «Y todo el que invoque el nombre del
Señor será salvo» (Hechos 2:21). Estoy invocándote,
llamándote. Oro y te pido Jesús, que vengas a mi
corazón y seas el Señor de mi vida de acuerdo con
Romanos 10:9–10: «Si confiesas con tu boca que Jesús es
el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los
muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para
alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para
alcanzar la salvación». Yo confieso ahora que Jesús es el
Señor, y creo en mi corazón que Dios le resucitó de entre
los muertos. ¡Ahora he nacido de nuevo! ¡Soy cristiano,
hijo del Dios todopoderoso! ¡Soy salvo! Señor, también
dices en Tu Palabra: «Pues si ustedes, que son malos,
saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre
celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?»
(Lucas 11:13). Entonces, te pido que me llenes con Tu
Espíritu. Santo Espíritu, crece dentro de mí a medida
que alabo a Dios. Me mantengo a la expectativa de
hablar en otras lenguas, según Tú me concedas expresar
(Hechos 2:4). En el nombre de Jesús, ¡Amén!
Comienza a alabar a Dios en este instante
por llenarte con el Espíritu Santo. Pronuncia
esas palabras y sílabas que recibes, no hables en
tu idioma, sino en el lenguaje que el Espíritu
Santo te esté dando. Debes usar tu propia voz, ya
que Dios no te forzará a hablar. No te preocupes
por cómo suena, pues ¡es una lengua celestial!
Continúa con la bendición que Dios te ha
dado, y ora en el espíritu cada día. Ahora, eres un
creyente renacido y lleno del Espíritu Santo.
¡Nunca más serás el mismo!
Busca una iglesia donde se predique la
Palabra de Dios con valentía y en obediencia.
Busca conectarte con una iglesia que te ame y
te cuide, y haz lo mismo por ellos. Necesitamos
estar conectados unos con otros. Eso aumenta
nuestra fuerza en Dios; es el plan de Dios para
todos nosotros.
No dejes de mirar semanalmente nuestro
programa La Voz de Victoria del Creyente, disponible
en varias estaciones de TV y en la internet.
Vuélvete un hacedor de la Palabra. Serás bendecido
al ponerla en práctica (lee Santiago 1:22–25).
Acerca del autor
Kenneth Copeland es cofundador y presidente
de los Ministerios Kenneth Copeland en Fort
Worth, Texas, y es autor de varios libros los cuales
incluyen: LA BENDICIÓN del Señor enriquece
y no añade tristeza con ella, y Honor: viviendo en
honestidad, verdad e integridad.
Desde 1967, Kenneth ha ministrado el
evangelio de Cristo y ensenãdo la Palabra de Dios
como maestro. Adicionalmente, ha grabado discos
como cantante y recibido premios por sus álbumes:
Only the Redeemed (también nominado al premio
Grammy), In His Presence, He Is Jehovah, Just a
Closer Walk, y su más reciente producción, Big Band
Gospel. También es coprotagonista, interpretando
el papel de Wichita Slim, de los videos infantiles:
The Gunslinger, Covenant Rider, y de la película: The
Treasure of Eagle Mountain. Asimismo, personificó
el papel de Daniel Lyon en los videos Commander
Kellie and the Superkids:™ Armor of Light, y
Judgment: The Trial of Commander Kellie. También
es coprotagonista, en su papel de padrino hispano,
en la película The Rally estrenada en el año 2009.
Con la ayuda de oficinas y personal en los
Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Australia,
Sudáfrica, Ucrania y Singapur, Kenneth está
cumpliendo su visión de predicar con valentía la
Palabra de Dios no adulterada desde la cima más
alta hasta el valle más profundo, y en todos los
confines de la Tierra. Su ministerio llega a millones
de personas en el mundo a través de programas de
televisión semanales, revistas, mensajes en audio y
videos de enseñanza, convenciones y campañas, y
a través de la red mundial internet.

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Cuando el SEÑOR les indicó a Kenneth y Gloria Copeland
que iniciaran la revista La voz de victoria del creyente, les dijo:
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como una herramienta para ministrar, o la obsequian a otras personas que ¡desean
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ha equipado, te ayudaremos a enfrentar las circunstancias que estás
atravesando para que puedas ser el campeón que Él planeó que tú seas.
La misión de los Ministerios Kenneth Copeland es que nosotros crezcamos
y avancemos juntos. Nuestra oración es que tú recibas el beneficio completo
de todo lo que el SEÑOR nos ha dado para compartirte.
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Kenneth y Gloria Copeland

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