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DOMINGO 7º (B) (15-02-15)

(Is 43,18-25) Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?
(2 Cor 1,18-22) Él nos ha sellado y ha puesto en nosotros el Espíritu.
(Mc 2,1-12) Tus pecados están perdonados. Coge tu camilla y vete a casa.

Lo que oprime siempre será pecado. Nada ni nadie puede entrar en tu verdadero ser si
tú no le dejas.

Jesús vuelve a Cafarnaúm. También hoy, Jesús habla a la gente, pero sigue sin decirnos de
qué les habla. Una vez más, tenemos que adivinar el mensaje a través de los hechos. Por
primera vez, evangelio de Mc, se habla de la oposición de los letrados, que se repetirá en los
próximos textos. Los tres sinópticos relatan esta curación del paralítico, lo cual manifiesta
que era recordado en todas las tradiciones.

El mensaje del paralítico es muy parecido al del leproso del domingo pasado. También al
leproso se le perdonaron los “pecados”, puesto que el sacerdote le tenía que declarar puro.
El paralítico era considerado impuro, porque se creía que toda enfermedad era castigo de
Dios por los pecados. Ambos estaban impedidos de ser plenamente humanos.

Toda la escena del paralítico, se desarrolla en “casa”, no en el templo. El templo era el


símbolo de la institución, pero había dejado de ser el lugar de la presencia de Dios, porque
los dirigentes utilizaban su organigrama para oprimir al pueblo. El relato nos dice que Dios
está con el hombre, no en lugares sagrado sino allí donde desarrolla su actividad normal;
donde lucha, donde sufre, donde llora.

Llegaron cuatro llevando a un paralítico”. El paralítico y los cuatro portadores


representan a todos los que vienen en busca de salvación. Jesús les ofrece esa salvación
dándoles vida. La muchedumbre apelotonada, les impide llegar hasta Jesús. Israel que había
sido cauce de salvación, es ahora el obstáculo para alcanzarla. El pueblo elegido (la puerta),
está ahora obstruida, no permite el paso.

“Viendo la fe que tenían”. No se trata de una fe religiosa, sino de una confianza


manifestada en las acciones. Jesús descubre la fe en los que lo llevan, pero habla al enfermo
que no podía ni moverse. La fe, adhesión a Jesús, no sólo cancela el pasado de injusticia,
sino que abre la posibilidad de nueva vida. A primera vista, parece que van buscando la
salud física, pero Jesús se dirige al enfermo hablándole de la salud integral. Como ya
dijimos, si toda enfermedad se debía al pecado, no hay por qué distinguir entre sanar y
perdonar. Jesús tampoco quiere distinguir, pero empieza por lo verdaderamente importante.

Tus pecados quedan perdonados. No le dice: yo te perdono; ni siquiera, Dios te perdona,


como interpretan los fariseos, sino “tus pecados quedan perdonados”. El verbo griego
(aphiemi) significa soltar, desatar, dejar libre; pero también “pasar por alto, no hacer caso”.
Para mí, éste último, es el significado más adecuado. Tus pecados no son tenidos en cuenta.
Es una manera excelente de expresar lo que es el perdón de Dios. Tu actitud presente es lo
importante. Lo anterior no cuenta para Dios. No debe contar tampoco para ti.

Los letrados están instalados protegidos por la gente que les rodea. Representan la doctrina
oficial, que no acepta la novedad de Jesús. Una y otra vez se dice que su “razonamiento” es
interior (en su corazón). Todo apunta a que la alusión es sólo simbólica. Son todos los
presentes los que piensan como los letrados.

Para que veáis que ‘el Hijo de Hombre’ tiene poder en la tierra para perdonar...”
Hijo de hombre es una expresión aramea que significa simplemente hombre. En este caso es
muy importante descubrir que Jesús actúa como ser humano, no como Dios. Para entender
bien esta frase, no hay que olvidar la inseparabilidad de la enfermedad y del pecado.
También la curación y el perdón del pecado son inseparables. No se trata de una
demostración añadida de poder, sino de una declaración: Para que veáis que ya está curado.
Jesús realiza una sola acción que tiene dos efectos, uno invisible: perdón de los pecados y
otro visible y constatable: la curación del paralítico.

Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa. Removida la causa, se quita el efecto. Nada
se hubiera conseguido si hubiera quitado el efecto sin eliminar la causa. Lo que hace el
paralítico, que aún no se había enterado de que estaba curado, es demostrar con hechos la
realidad. La movilidad no es un milagro añadido, sino la consecuencia del perdón. En el
momento que toma conciencia de que Dios le ama, empieza a caminar.

Dios no puede no perdonar. Él es perdón y está perdonando siempre. Cualquier “Hombre”


puede perdonar pecados, porque únicamente se trata de convencer al otro de que Dios le
ama. La "buena noticia" de Jesús se resume en este mensaje: Dios es amor incondicional y
para todos. Para los fariseos, Dios era justo. Tenía que pagar a cada uno su merecido. Hoy,
seguimos aferrados a esta idea farisaica. También hoy, se llama blasfemo al que se atreve a
predicar el perdón. No nos damos cuenta de la monstruosidad de esa postura.
Indirectamente estamos diciendo que si Dios me perdona es porque me lo he merecido.

El tema del pecado y del perdón, es uno de los más embrollados de nuestra religión. Toda la
doctrina que nos han enseñado sobre ambos, tiene muy poco que ver con el evangelio. En
ella hemos proyectado sobre Dios nuestro concepto de justicia, y nos hemos olvidado de que
el Dios de Jesús es amor. Para nosotros la justicia es restablecer un equilibrio que se ha roto
por una injusticia. Creemos que “pecado” es hacer daño al otro, y tenemos que resarcir al
otro de ese daño. La cosa se complica aún más, cuando pensamos que ese otro, es Dios y
que pecado es hacerle daño. Para salir del pecado, tenemos que pagar a Dios la ofensa o,
peor todavía, que otro tiene que pagar por nosotros.

Pecado es una actitud contraria al bien del hombre. Cuando uno peca, se daña, en primer
lugar, a sí mismo; no hace falta que nadie lo castigue. Ya se ha castigado él mismo. El daño
al otro no es el pecado, sino la consecuencia del pecado. Pecado no es el acto concreto con
el que he hecho daño a otro o a mí mismo. Pecado es una actitud que me deteriora como
ser humano. Una confesión que tiene en cuenta sólo el acto y no afecta para nada a la
actitud, será completamente estéril. Esta falsa concepción del pecado, es la que nos impide
entrar en la dinámica del evangelio.

Pecado en el AT, era errar el blanco; en el doble sentido de apuntar a un blanco falso o a un
blanco acertado, pero errar por falta de puntería. ¡Mucha atención! Si descubro que voy por
un camino que me lleva al abismo, la única solución es que abandone el camino y emprenda
otra dirección. Dios no tiene nada que perdonar. Eres tú el que te tienes que perdonar.
Desde cualquier situación en la que te encuentres puedes ir en la verdadera dirección.

La invitación a cargar con su pasado es determinante a tratar del futuro de una persona
que ha fallado en su vida. Todas las enfermedades síquicas que no son consecuencia de
lesiones o desarreglos neuronales, tienen su causa en la falta de integración del pasado.
La identificación de los que le llevan con el paralítico es otra genialidad del relato. Nadie es
dueño de su propia salud, lo quiera o no depende de todos los que le rodean. Pero también
tenemos que responsabilizarnos de la salud de todos los que viven con nosotros.

Meditación
No pierdas el tiempo pidiendo perdón a Dios.
Perdónate tú mismo y perdona siempre a los demás.
Descubrirás que Él te proporciona perdón-amor para dar y tomar.
Échate a la espalda el pasado.
Por pesada que sea la mochila,
Tú eres mucho más que lo que hay dentro de ella.

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