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de los estudios de la comunicación para indagar el cuerpo como materialidad que pone en
conflicto entre cuerpo y cultura como dimensión constitutiva de las políticas en la sociedad
democrática.
travestis será analizado como un problema comunicacional con categorías conceptuales de tres
ámbitos de análisis que se interceptan: a) la sociosemiótica que tiene como objeto las prácticas
discursivas; b) los estudios de la performance, que intentan discernir las prácticas corporales –
gestuales, las actitudes, los comportamientos– que los sujetos entablan entre sí; c) los estudios
culturales, que trabajan en torno al vínculo entre cultura y comunicación como un ámbito de
porque pone de manifiesto las relaciones concretas entre vida y política. El cuerpo se transforma
subjetividad y de la dimensión analítica para comprender las tecnologías del poder, tal como
proponía Michel Foucault en sus estudios sobre las sexualidades (1977). Las huellas de esta
Desde el momento en que la lucha travestí salió a la calle, sus propios cuerpos,
decir a nuestras familias qué somos o queremos ser, no podemos elegir cuándo salir del closet»
considera que plasmar la diferencia en imágenes no se limita a una distinción entre imágenes
positivas o negativas, sino que implica «la exploración del espacio que media entre ellas»
(1984: 94). Es decir, al vincular lo subjetivo con lo social no se deben reproducir las categorías
producen en los discursos sociales. La travesti militante realiza su performace en tanto cuerpo
político en los medios de comunicación cuando visibiliza las condiciones históricas de sus
luchas por el reconocimiento del derecho a una ciudadanía de género. Se trata de un “cuerpo
discurso higienista del Siglo XX)-; b) identificación como militantes de género. El campo
discursivo de este cuerpo político, materialmente producido, tiene una historia como condición
1
Este vínculo entre miradas es para Eliseo Verón el eje de la semiosis corporal ya
que por allí se deslizan los distintos discursos sociales que configuran la imagen
mediatizada del cuerpo (producida no solo por el orden del lenguaje, sino,
también, por códigos propios de la televisión). Señala: “Lo que está en juego en el
contacto, es el acercamiento o el alejamiento, la confianza o la desconfianza. En
el fondo, lo esencial no es tanto lo que me dice, o las imágenes que me muestra
(…); lo esencial es que él esté allí (…) y que me mire a los ojos” (Verón, 2001:
23)
El idiologema: el cuerpo como estigma social
Ellis y Abarbaniel (1961) definen el travestismo como el deseo y/o acto de vestir la ropa
del sexo opuesto. La palabra procede del latín «trans» (opuesto) y «vestis» (vestimenta, ropa)
(1961, 1012). Josefina Fernández (2004, 39) señala: «Desde la primera parte del siglo XX,
cuando el sexólogo alemán Magnus Harchfield acuñó el término de travesti hasta la actualidad,
y aun cuando el travestismo ha sido estudiado ampliamente por diversas disciplinas, las
definiciones que se establecen exhiben las mismas ambigüedades que pareciera presentar el
fenómeno en sí». El hecho de considerar el término como un ideologema 2 nos permite acentuar
modo, no lo consideramos una identidad definida que interpela a un grupo social, sino una
práctica, reglamentándola a través de la reiteración de la ley del padre: «El problema de los
2
Para Bajtín (1989, 135), el ideologema designa aquellos términos que inducen a una
ideologema traduce lo real en «texto» (tejido, campo de lucha) o sistema de valores en diálogo
lo define como «un complejo sémico o conceptual históricamente determinado que puede
dominante.
cuerpos... [se explica como el] efecto de una dinámica de poder indisoluble de la regularidad de
las normas que dirigen su materialización y la significación de esos efectos materiales» (Butler,
2001, 54). El sujeto es producido por efecto de una identificación en el mapa de la binariedad
legítimo de lo abyecto.
No solo el género organiza la visibilidad del cuerpo, sino que existen otras fuerzas que
lo sujetan a órdenes de representación que le dan vida. En relación con la materialización de los
cuerpos, Butler sostiene que ellos «sólo surgen, sólo perduran, sólo viven dentro de las
la materialización de los cuerpos está regida por una serie de restricciones que operan como
abyectos, invivibles» Este dominio no se opone al de los cuerpos inteligibles, sino que
constituye «el límite mismo de la inteligibilidad», es decir, su «exterior constitutivo» (2005, 14).
condición estática de un cuerpo, sino que, por el contrario, constituye una categoría normativa
que califica a los cuerpos dentro de la esfera de inteligibilidad cultural. Asimismo, articula la
del sexo y la diferencia sexual implica la performance de las normas reguladoras del sexo. Y
(2005, 18). De este modo, el sexo aparece como «un efecto sedimentado de una práctica
«posibilidad desconstituyente del proceso mismo de repetición» (2005, 14) o, en otras palabras,
la ocasión de hacer entrar en una crisis productiva la consolidación de las normas que rigen la
materialización del sexo y de los cuerpos. Ello supondría un retorno perturbador de aquello que
49) en pos de una rearticulación del horizonte simbólico que regula cuáles son los cuerpos que
cuerpo político de las travestis militantes en tanto promovió un cuerpo feminizado excluido
Las travestis prácticamente hasta fines del Siglo XX no pudieron acceder a la escritura
con un registro propio; quienes dejaron documentada su presencia social fueron médicos y
con el seudónimo «la Bella Otero», publicada por el psiquiatra Francisco de Veyga en La
inversión sexual adquirida- Tipo profesional: un invertido comerciante como caso médico. En
este breve escrito autobiográfico de principios del siglo XX, se mantiene la dicotomía mujer /
varón y la idea de que «el invertido se ha forjado un afeminamiento que no existe, ni puede
existir, al mismo título que el místico se ha figurado ser un santo sin serlo» (de Veyga, 1903b,
334). Por lo tanto, el travestismo tergiversa la feminidad. «Siempre me he creído mujer y por
eso uso un vestido de mujer», confiesa la Bella Otero en un texto acompañado de fotografías
dedicadas al doctor y firmadas como lo haría una diva con autógrafos, un poema que sugiere un
identidad, y las fotos de la Bella Otero registran el posible engaño que encierra la idea de una
3
Para Irving Goffman el estigma existe cuando los elementos de etiquetaje (asignación de
categorías sociales a los individuos), estereotipia (las diferentes etiquetas son relacionadas a
estereotipos), separación (ell@s-nosotr@s), pérdida de status y discriminación, ocurren
conjuntamente en una situación de poder que lo permite.
El ideologema funciona como representación del estigma, en tanto somete la sexualidad
Para Judith Butler, «el travestismo es subversivo por cuanto se refleja en la estructura
imitativa mediante la cual se produce el género hegemónico y por cuanto desafía la pretensión a
vergüenza como un espacio para involucrarnos como participes de una moral de exclusión. Al
indica que vergüenza «proviene del latín verecundĭa, es la turbación del ánimo que se produce
por una falta cometida o por alguna acción humillante y deshonrosa, ya sea propia o ajena»;
generalmente provoca parálisis, mutismo o miedo a actuar. Entonces, estamos ante un acto
perlocutivo de la imagen que pone en evidencia la condición dialógica del discurso social, su
construidos. La vergüenza parece ser poco visible, ya que el conflicto en el interior del
individuo se produce entre el yo y su conciencia, una vez instaladas las autocoacciones, por
Pacificación, vergüenza, desagrado y amor romántico son algunos de los eslabones más
coacción, ejercida como una modalidad del saber desde los cuerpos civilizados, pintan (y
escena mediática, tanto en los realities shows como en las crónicas policiales, géneros donde “la
experiencia de los sujetos cumple una función clave en la configuración de un estatuto de
verdad “(Carolina Justo Von Lurzer 2012:110) en los que el testimonio “desnuda” la realidad.
El movimiento político
En los ‘80 y los ‘90, la acción política del movimiento de género en Argentina se
produce a través articulaciones y coaliciones con organizaciones sociales y partidos políticos.
La irrupción en el espacio público, ocupando calles y generando visibilidad mediática, fueron
parte de estas intervenciones. Las Marchas del Orgullo, la presencia en los medios de
comunicación y el acercamiento a referentes políticos legitimaron la emergencia de sujetxs
políticos que cuestionaban los parámetros dominantes de una sociedad heterosexual dominada
por el machismo. La resistencia implico lo que se denominó una política de coming out (salir
del armario y dar a conocer) o salida al espacio público.
En 1991, surge Transexuales por el Derecho a la Vida y la Identidad (TRANSDEVI)
con Karina Urbina. Luego, en mayo de 1993, surgió Travestis Unidas (TU) liderada por Kenny
de Michelis y tres amigas. En junio se crea la Asociación de Travestis Argentinas (ATA) con
Belén Correa. Estaba integrada por quince compañeras reunidas para denunciar el maltrato
policial e institucional y contó con el apoyo de Gays por los Derechos Civiles, colectivo
liderado por Carlos Jáuregui. A fines de 1994, nació como respuesta al constante asedio y
violencia de la policía la Asociación de Meretrices de Argentina (AMAR). Después este grupo
se sumó a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), lo que hizo posible abandonar la auto-
marginación, al reconocerse como trabajadoras.
Al tiempo, diferentes posturas en torno a la prostitución provocaron rápidamente la
escisión en el interior de ATA, dando surgimiento a otras dos entidades: la Organización de
Travestis y Transexuales de Argentina (OTTRA), fundada por Nadia Echazú, y la Asociación
de Lucha por la Identidad Travesti Transexual (ALITT), presidida por Lohana Berkins.
Algunos acontecimientos significativos fueron sucediéndose en este periodo: en 1995 se
llevó a cabo el encuentro en el bar Tasmania que consistía en cinco reuniones para el diseño de
estrategias y de una agenda en común entre grupos de afinidades (se realizaron uno para gays,
otro para lesbianas, otro para travestis, otro para transexuales donde participaron Lohana
Berkins, Patricia Gauna, Belén Correa, Nadia Echazú, Karina Urbina quienes con sus relatos,
movilizaron a los presentes). De esas reuniones, surgió la necesidad de realizar, un año más
tarde, en Rosario, el Primer Encuentro Nacional Lésbico, Gay, Travesti, Transexual,
Transgénero (LGTTT). Ya para ese entonces, las travestis estaban incorporadas al espacio de las
disidencias sexuales desde los inicios de las marchas del Orgullo y con las reuniones abiertas de
gays y lesbianas.
Las travestis focalizan sus demandas en torno a la despenalización de la prostitución
callejera y a la derogación de la ley de averiguación de antecedentes y a los edictos policiales4.
Ambos procedimientos se utilizaban para reprimir y encarcelar, así como representaban fuentes
de corrupción y arbitrariedad policial.
En 1996, la Comisión de Derechos y Garantías de la Convención Estatuyente aprobó el
proyecto de ley, presentado por Carlos Jáuregui y Marcelo Feldman, que incluía la orientación
sexual y la identidad de género como causal antidiscriminatoria y el derecho a ser diferente en la
Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, ley nacional 23.592. En consecuencia, se ingresaron
las demandas LGBT, y las propias organizaciones operaron como interlocutoras políticas en los
espacios institucionales de la ciudad.
El Área de Estudios Queer (AEQ) surge un año más tarde, funcionó en el Centro
Cultural Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires. Esta área se proponía abrir una
esfera de intercambio y debate acerca de la relación entre cultura y conflictos sociales, para
debatir cómo la profundización de las desigualdades se articulan con los procesos de
diferenciación (edad, género, etnia, género). Desde su fundación, organizaba reuniones
semanales, cada vez más numerosas, en las cuales cada una de las presentes planteaba sus
necesidades y se implementaba una política conjunta para hacer frente a las agresiones y
detenciones policiales específicamente. Ese proceso implicaba la concientización de las
integrantes del grupo, en especial de las travestis, la necesidad de denunciar cada una de las
violaciones a sus derechos.
Un momento clave en la lucha de las organizaciones travestis fue el pedido, realizado
en 1991 y concretado en 1998, de la derogación de los edictos policiales en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (vigentes desde 1949 en la Argentina). «Una de las principales
tareas de las organizaciones travestis / transexuales será animar y acompañar a las compañeras
travestis a denunciar distintos tipos de abusos; así encuentran una manera de comenzar la lucha
contra la discriminación, segregación y maltrato» (Fernández y Berkins, 2005, 63).
Frente a este contexto histórico, el accionar de la comunidad travesti simbolizó el riñón
de la resistencia, y constituyó una agenda propia de demanda de derechos que estaba por fuera
de la represión. En efecto, hicieron uso de esta coyuntura para acumular experiencias y fuerzas,
acompañadas por grupos feministas, de derechos humanos, gays y lesbianas.
Un acontecimiento decisivo en el proceso de democratización fue la ley de identidad
de género promulgada en el año 2012. Propuso un debate acerca del binarismo5 corporal en la
construcción de una ciudadanía de género, al considerar en su art. 2 que “se entiende por
identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente,
la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la
vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la
función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicoso de otra índole, siempre que
ello sea libremente escogido”. Esto quiere decir que la Ley no elimina la mención del género en
el DNI ni adiciona otras categorías identitarias como la letra T (trans, por travesti, transexual o
transgénero) ni la N para quienes prefieran la neutralidad. Es decir no establece un cuerpo
“modélico” así lo político del cuerpo travesti no queda subsumido en el binarismo, sino que deja
abierto a las prácticas políticas la performatividad corporal.
La política de visibilidad del movimiento de género dio a las travestis un marco de
legitimidad social como militantes fundado en la comunicabilidad; se transformaron en voces
ciudadanas de la opinión pública, y sus cuerpos se legitimaron a partir del derecho a la
participación. En la actualidad, lo propio de la ciudadanía es estar asociada al «reconocimiento
recíproco», esto es, al derecho a informar y ser informado, a hablar y ser escuchado,
imprescindible para poder participar en las decisiones que conciernen a la colectividad. Una de
las formas más flagrantes de exclusión ciudadana se sitúa, justamente, en la desposesión del
derecho a ser visto y oído, que equivale al de existir / contar socialmente tanto en el terreno
individual como en el colectivo, en el de las mayorías y en el de las minorías. Así ha surgido en
el espacio público una ciudadanía de género cuya participación política manifiesta un cuerpo
social en el cual el travestimo se inscribe como sujeto de derecho.
5
El” binario” hace referencia a la organización heteronormativa de género, sexo y deseo,
anclada en la diferencia sexual, diferencia bioanatómica que distinguiría universalmente machos
y hembras, generizados como varón y mujer respetivamente
• Configurar voces «identificadoras propias»: actorxs del relato que se
transforman en voces narrativas y promueven lazos de lealtad y solidaridad entre los integrantes
del colectivo: Karina Urbina, Kenny de Michelis, Belén Correa, Diana Sacayan, Lohana
Berkins son algunxs de ellas. Marlene Wayar, en el 2007, en un taller de periodismo del Centro
Cultural Rojas, realiza El teje, primera revista hecha por y para travestis y transexuales, donde
las columnas, los textos literarios, los comentarios políticos así como la gráfica, hablaban de
identidades no heterosexuales a partir de un lugar propio6.
La otra escena
Los cuerpos mediatizados de las travestis son una capa significante, es decir, se
transforman en imágenes que circulan como red de sentidos para la que la mirada
implica deslizamientos imprevisibles, ya que toda imagen es a la vez ícono, figura
aislable que obedece a la similaridad, a la sustitución, y espacio de deslizamientos
metonímicos. En otras palabras, el enlace de la figura al tejido del cuerpo significante
jamás desaparece por completo, aunque sea por el hecho de que allí se ha ejercido la
censura. Por este motivo, toda imagen puede ser el punto de partida de un deslizamiento
hacia cadenas anteriormente afectadas por la represión, porque permite activar trayectos
prohibidos: si está en relación de sustitución con lo que no hay que mirar, si se yergue
como pantalla en el punto mismo en que se suspendió el acto, ofrece por este mismo
hecho a la mirada, operador metonímico, la posibilidad de reactivación de un trayecto
primario. Esta concepción indicial de la imagen mediática propuesta por Eliseo Verón
6
En la editorial del primer número se proponían dar voz a: “Lo que no se dice, lo oculto,
lo que se trama, lo ilegal, lo sobreentendido.” Se propusieron ser cronistas de sus
vivencias. Se pueden leer sus seis números en
http://www.rojas.uba.ar/contenidos/revistas/index_revistas.php
nos permite analizar los puntos de fijación la mirada en relación con paquetes
significantes que irrumpen en el tejido semiótico7 y muestran travestis como cuerpos
diferentes.
7
Desde esta concepción de la semiosis social el ideologema sólo puede permanecer como huella
http://www.youtube.com/watch?v=Ui31PzmWQyc.
9
El Decreto ley 15460/57 (Ley 14467) inició la regulación de los servicios de radiodifusión y
televisión. La Ley de Radiodifusión establecía, en 1965, que las trasmisiones debían abstenerse
10
La participación de una travesti en el personaje de Laisa Roldán interactuando en la escena
familiar sin demasiados conflictos con respecto a su condición sexual pone en evidencia el lado
sirven para la risa y no aportan nada constructivo a la imagen de las minorías sexuales. Se
siguen sosteniendo personajes estereotipados, ridiculizantes, que nada tienen que ver con la
“Los Roldán” ni siquiera está puesto en una actitud de rebeldía. Rebeldía sería que Florencia de
la V haga un personaje de mujer. Además, en “Los Roldán” todos los personajes han tenido
(2012, Telefé), en el cual Florencia de la V se presenta como conductora y
“capocómico11”.
sexo menos ella» («La “televisión gay”, un fenómeno argentino», en línea en www.adn.com
20/2/07 ).
11
Se denomina “capocomico” a la figura principal del show, comediante que realiza los
monólogos
12
Zulma es una travesti de 51 años en situación de pobreza que hasta su aparición mediática
debía ejercer la prostitución para sobrevivir. Fue convocada por numerosos programas de
estilo que surge en la «neo-televisión» en el cual lo real pasa a ser una construcción ficcional
presentó como denunciante y como vedette. En primer lugar, contó la violencia a que
era sometida por la policía: «Porque la policía hace eso, te amenaza permanentemente,
te dice: “Si vos llegas a hacer una denuncia, sos boleta”». Luego de denunciar las
persecuciones, Zulma se vistió de vedette y cantó «Resistiré». Fue una presentación
kitsch: intentó interpretar a dos famosas vedettes de los años setenta, Zulma Faid y
Nélida Lobato, aunque en su alegato enfatizó tanto su pobreza como su deseo de ser
artista. Sin experiencia y haciendo un show artístico muy improvisado, se transformó en
parte de la TV bizarra en la que se muestran ciertos personajes raros, como Ricardo Fort
o Guido Zuller. Al hacerse famosa, Zulma exhibe otro aspecto del discurso de
resistencia corporal: la lógica del deseo producida por un sujeto travesti y marginal,
abyección admitida en el espacio televisivo como un espectáculo que muestra la
diferencia incorporada al juego de la seducción y el rechazo reglado por el medio. La
carne corporal se muestra escamoteada en su condición alternativa, porque el deseo de
ser artista transforma el cuerpo de Zulma en icono televisivo.14 Se trata de lo propio
capturado por la pantalla, que exhibe la negociación de sentidos realizados por el sujeto
como táctica para ser una estrella televisiva.
comicidad de ciertos personajes «raros», como Ricardo Fort, Guido Zuller (Carlón, 2009).
13
Según De Certeau (1996), la estrategia, donde se concentra mayor capital de poder, se
circunscribe en un lugar propio; define la victoria sobre el tiempo, sobre el lugar y sobre la
vista. Crea la cuadrícula, tiene visión panorámica, mira, controla; fija los márgenes del
movimiento, pero es estática. Por el contrario, la táctica, el territorio del débil, no cuenta con su
propio lugar y, por tanto, no es visible, está en movimiento en el lugar del otro. La táctica es el
arte de aprovechar la ocasión; está dada por el desplazamiento, es ráfaga sigilosa, habilita
rápidamente se hace famosa sin tener trayectoria como artista, es decir, un producto del medio.
interpelar el travestismo como sujeto del espectáculo,15 estetizando lo político16 o como
protagonista de las crónicas policiales17.
Para protestar por esta situación en 1992, cada semana frente al Congreso de la
Nación, Karina Urbina se encadenó para reclamar por su derecho a la identidad y por la
modificación de la Ley 17132 que prohíbe la operación de cambio de sexo sin
consentimiento de un juez y la emisión de documentos legales con el nombre y el sexo
modificados.
Pero en una sociedad democrática existe una diversidad de espacios que llevaron
a plantearse la constitución de una subjetividad colectiva para la acción social en pos de
la obtención de derechos civiles, fundamentalmente aquellos que garantizan la igualdad
ante la ley (derecho al nombre propio, al casamiento y, fundamentalmente, a la
identidad travesti).
15
En 2011 aparece en la pantalla de la TV pública, en el canal Encuentro, el programa «Salida
de emergencia», que aporta otra mirada desde el documental. Realizada por Mathieu Orcel y
Agustín Muñiz, en sus ocho capítulos (cada uno aborda una temática diferente: matrimonio
igualitario, diversidad en el trabajo, visibilidad, diversidad trans, diversidad en la dictadura, en
el barrio, en la Iglesia, familias diversas) analizan qué implica «salir del closet» en los diferentes
rincones del país y cómo el impulso de nuevas leyes puede cambiar vidas y destapar realidades
ocultas hasta hoy.
16
Walter Benjamin en “La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica”(1936)
formuló la noción de «estetización de la política» para explicar el modo en que operan las
industrias culturales o vuelven triviales las condiciones materiales de producción simbólica a
través de falsas soluciones (en este caso, haciendo de Zulma una vedette exitosa cuando por su
edad y su formación profesional no podría serlo).
17
En una entrevista realizada por el diario Página 12, del 18 de noviembre de 2007,
Lohana Berkins senaló refiriéndose a lo que la prensa transmitía sobre ellas: “La crónica
policial hace desaparecer al sujeto. El hecho de violencia pasa a ser la centralidad de su
identidad. Desaparece el sujeto cuando se dice ‘Un tiro en travestilandia’.”
ciudadanía de género e interpelación al colectivo a transformar el ideologema desde la
construcción de un cuerpo por afuera de las normas heterosexuales, dicen en la misma
revista “debemos encontrar una agenda común para encarar la lucha entre todas de
manera solidaria y en beneficio del conjunto…es una manera de empezar a conocernos
y de organizarnos como colectivo, unificar criterios sobre cómo trabajar y conseguir una
mayor fuerza e impacto antela sociedad y, sobre todo, ante el Estado” ( El Teje, 2007,
01, editorial 2). Al señalar al Estado como responsable del lugar que ocupan en la
sociedad ya están inscribiéndose como ciudadanxs.
Kulick y Klein (2010) indagan el «escándalo» travesti para entender sus posibilidades
políticas. Se basan en la diferenciación de Nancy Fraser (1997) entre proyectos de redistribución
afirmativa y proyectos de redistribución transformativa. La primera busca «reparar patrones de
distribución sin estorbar los mecanismos subyacentes que los generan», práctica que «marca los
beneficiados como “diferentes” y menospreciados, subrayando divisiones en el grupo». Según
Fraser, la redistribución transformativa es una estrategia para
Y llego la Ley
En este contexto, la ley de identidad de género (2012) propuso un debate acerca
del binarismo18 corporal en la construcción de una ciudadanía de género, al considerar
en su art. 2 que “se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual
del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo
asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto
puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de
medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente
escogido”. Esto quiere decir que la Ley no elimino la mención del género en el DNI ni
adiciono otras categorías identitarias como la letra T (trans, por travesti, transexual o
transgénero) ni la N para quienes prefieran la neutralidad. Es decir no estableció un
cuerpo “modélico” así lo político del cuerpo travesti no queda subsumido en el
binarismo, sino que deja abierto a las prácticas políticas la performatividad corporal.
Me interesa subrayar los efectos discursivos de la ley, en tanto lo que llame
ideologema como imagen cristalizadora del cuerpo travesti queda sometida, a una
resignificación en tanto ellas asumen su corporalidad como construcción política. Un
ejemplo del cambio sucedió cuando Flor de la V fue injuriada en la TV. por el
periodista Jorge Lanata quien en su programa de Radio Mitre dijo "¿Nadie habla de la
foto de Flor de la V que se le notaba el micrófono? Me mandan la foto y en la foto, en
efecto, se le nota el micrófono" (2014); luego justifico su ironía “Yo no insulté al decir
que se le ve el pito. Si estamos en un país que no podemos decir que se ve lo que se ve,
estamos un poco enfermos todos”. Ella responde al poner en debate el derecho a una identidad
de género, en su programa La peluquería donde hizo hincapié en su itinerario corporal19,
desnaturalizando el “ser mujer” para afirmar el derecho a cambiar el sexo biológico legitimado
por la ley. Desigualdad material del cuerpo y diversidad de género son mediatizados en este
debate sobre la condición política del cuerpo travesti. Florencia de la V no es una militante, pero
asumió esa posición cuando tomo su programa televisivo para responder a la transfobia y
asumirse como integrante de un colectivo sufriente ( Meccia: 2011, 104) que está obligadx a
guardar un secreto o a simular una doble vida.
La violencia de la injuria no quedo ocultada en la dinámica mediática que con su
tiempos suele dejar que el sentido común despliegue sus prejuicios sin responder, sin embargo
18
El” binario” hace referencia a la organización heteronormativa de género, sexo y deseo,
anclada en la diferencia sexual, diferencia bioanatómica que distinguiría universalmente machos
y hembras, generizados como varón y mujer respetivamente
19
Su usa en los estudios de antropología del cuerpo el término inglés embodiment, ver.
CSORDAS; Th. (1990).
Florencia de la V puso en evidencia que su cuerpo no era un desvío biológico sino una
construcción legitimada por el derecho a la identidad de género. La visibilidad implica al cuerpo
como carnalidad, es decir existencia, por lo cual no sólo es reflejo de lo social sino, presencia
activa, “un punto de vista”. La transgresión corporal se produce tanto al visibilizar la diversidad
del género como en la performance: manifestarse en la escena mediática, donde domina la
heterosexualidad implica exhibir “el orgullo”, ideologema de la emancipación ciudadana que
pone en escena la condición histórica del cuerpo.
El maltrato mediático reproduce las condiciones precarias que viven las travestis en
nuestra sociedad. El estudio “ Informe preliminar sobre la situación de las travestis en la Ciudad
de Buenos Aires”( 1999) llevado a cabo por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos
Aires junto con la agrupación ALITT, siendo Lohana Berkins la promotora y quien dio forma a
este proyecto. En el mismo el maltrato físico y psíquico aparecía como el principal acto de
intimidación (31%), seguido por el abuso policial (11%). A continuación, se les preguntó qué
actos violentos sufrieron alguna vez. La mitad de ellas sostuvo haber soportado agresiones
verbales o psíquicas, y un tercio provocaciones de tipo sexual. Entre aquellas que mencionaron
más de un acto violento, las agresiones verbales o psíquicas y las físicas aparecían como las
principales. Finalmente, solo la mitad mencionó las provocaciones verbales o psíquicas como
una tercera acción violenta. Asimismo, se les preguntó en qué ámbitos padecieron dichos actos.
En este sentido, el 60% mencionó las comisarías/cárceles y la vía pública como los principales
espacios, incluida la esfera familiar (11%). Teniendo en cuenta el nivel de violencia y abusos
policiales contra las travestis se destacaban las detenciones ilegales (77%) y las agresiones
físicas (75%). Cabe señalar que un alto porcentaje aludió además las exigencias de "coimas" por
parte de las fuerzas como uno de los abusos a los que estaban sometidas en su cotidiano.
Mabel Bellucci y Flavio Rapisardi (1999: 50) señalan que, a partir de la década de
1990, “una de las iniciativas privilegiadas fue la denominada ‘política de la visibilidad’, un
conjunto de estrategias de crítica y creación de nuevos patrones sociales de ‘representación,
interpretación y comunicación’. Al realizar una performace del orgullo corporal frente a la
mirada escandalizada, se pone el cuerpo en situación de denuncia: se interpela a otros/as para
reconocer el derecho de la diversidad sexual. Acción política que hace que el cuerpo comunique
respecto a la cultura por un lado su poder desestabilizador del orden simbólico y por otro, su
carnalidad como ámbito del deseo.
La escena mediática donde la política dirime en nuestros días la “democracia
audiovisual” se transformó en condición de posibilidad de la ciudadanía de género, ya que
participar de la misma requiere poder dar cuenta de las condiciones materiales que figuran la
experiencia social donde el cuerpo mediatizado se realiza a través del contacto visual. Cuando
aconteció la muerte de Diana Sacayán (2015), quien había recibido su documento en el 2012 y
formaba parte del equipo del Programa de Diversidad Sexual de INADI, impulsora de la lucha
por los derechos de las personas trans, líder de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays y
Bixesuales (ILGA) , dirigente del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) , la
crónica policial no título “travestí asesinada”, sino “ hallan muerta a activista trans ” ( Diario La
Nación, 13/10/2015 ) unx actor social insolayable en la democracia argentina.
Bibliografía:
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sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/13/browse?authority=35438&type.
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