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Maestría en Estudios Humanísticos

Universidad EAFIT
Semestre: 2018-I
Seminario temático en estudios del lenguaje
Docente: Heiner Mercado Percia

Exposición de Diálogos: tipos, metas y cambios de Walton & Krabbe


Por: Daniel Mejía Saldarriaga

Commitment in dialogue (1995) es uno de los aportes más importantes que se han realizado
a la teoría de la argumentación en los últimos tiempos. Su reciente traducción al español (bajo
el título Argumentación y normatividad dialógica) sin duda tendrá una incidencia en los
teóricos de la argumentación y el razonamiento, pues el trabajo es muestra de lo provechoso
que resulta un diálogo entre distintas escuelas dedicadas a estudiar la argumentación; la de
Windsor -por Walton- de un lado, y la de Ámsterdam -por Krabbe- del otro. Más aún, la obra
señala la viabilidad teórica de estudiar la argumentación por medio del análisis de diálogos
en los que los hablantes incurren, necesariamente, en compromisos que determinan su actuar
argumentativo.

Tal señalamiento podrá ser comprendido mediante la exposición del tercer capítulo del libro
que será desarrollada en el presente texto. El propósito de tal apartado es dual; por un lado,
se busca mostrar cómo los compromisos de un hablante dependen del tipo de diálogo en el
que participa. Por otro lado, para mostrar lo anterior se realiza una tipología de diálogos como
modelos normativos que ayudan a comprender la dinámica de los compromisos de un
hablante en la argumentación.

El capítulo se divide en seis partes; en la primera parte se presentan los distintos tipos de
diálogos como modelos normativos que ayudan a entender algunos fenómenos
argumentativos como las falacias o los compromisos. Así, se realiza un acercamiento a cada
tipo básico de diálogo; sus características principales y formas de relación con otros tipos de
diálogos. No obstante, la atención se centra en el dialogo de persuasión y los criterios para
clasificar sus subtipos. En la segunda parte se realiza un estudio de caso de un diálogo
complejo. Así, se presenta un diálogo y se analiza cada parte, a fin de comprender la dinámica
de los compromisos de los participantes y los saltos dialécticos de la conversación. La tercera
parte se dedica a tipificar los saltos dialécticos de manera que se entienda cómo y cuándo
suceden. Así, la cuarta parte se centra en los tipos ilícitos de saltos dialécticos y su relación
con algunas falacias argumentativas tradicionales. Finalmente, las últimas dos partes sirven
de consideraciones finales al esbozar lo que aún falta por estudiar (en la quinta parte) y al
resumir lo que se ha estudiado en el capítulo (en la sexta parte).

Para iniciar el primer apartado, los autores presentan una tabla con los distintos tipos de
diálogo; vale la pena mencionar que esta tipología no pretende ser exhaustiva, sino útil para
los propósitos de su exposición y estudio. Es decir, se trata de una tipología general que sirve
como modelo normativo que dicta cómo debe participarse en un diálogo para que su meta
sea alcanzada. Así, los modelos presentados no se entienden como los comportamientos
reales de las personas, sino como juegos de diálogos donde los jugadores disponen de turnos,
movimientos y estrategias para lograr distintas metas individuales o generales, y algunos
beneficios adicionales. La tabla presenta siete tipos básicos de diálogos; a saber, los diálogos
de persuasión, negociación, investigación, deliberación, búsqueda de información, erístico y
mixto. Además, se muestran los subtipos de cada uno, la situación inicial que los origina, la
meta principal, la meta de los participantes y los beneficios colaterales que pueden se obtener
en cada diálogo.

A partir de la tabla recién esbozada, los autores se dedican al estudio del diálogo de
persuasión o discusión crítica; tal diálogo se origina por un conflicto de puntos de vista. Es
decir, una proposición que puede ser afirmada, negada, o criticada. Así, la meta principal es
la resolución de tal conflicto. Para lograr esto, al menos uno de los participantes debe cumplir
la meta de persuadir al otro a que acepte su punto de vista.

Siguiendo con la argumentación anterior, Walton & Krabbe formulan cinco criterios para
clasificar los subtipos del diálogo de persuasión; el primero de ellos es el tipo de conflicto
que inicia el diálogo. Para exponer este criterio se toma como referencia las reflexiones de
van Eemeren & Grootendorst (1984) y Barth & Krabbe (1982) acerca de la simpleza de los
conflictos. Así, los autores definen que hay tres tipos de conflictos: único simple, único
compuesto y mixto (múltiple). El primero sucede cuando se expresa una tesis única (positiva
o negativa) por un solo participante. El segundo ocurre si existe una tesis en cuestión; es
decir, mientras que un participante afirma la tesis, el otro la niega. Este caso particular merece
el nombre de disputa pues se trata de un conflicto de opiniones contrarias. El último tipo de
conflicto involucra más de una tesis en cuestión; así, cada participante sostiene distintas tesis
contrarias a las de su interlocutor.

El segundo criterio de clasificación se refiere a la naturaleza del tema de discusión; es decir,


el cambio de tema en discusión genera cambios en el diálogo. El tercer criterio es el grado
de rigidez de las reglas; dado que son estas las que determinan la forma de participar en una
discusión. El cuarto criterio es la precisión con la que se describe el procedimiento del
dialogo. Esto es importante pues tal descripción delimita lo que puede esperarse de
determinado tipo de diálogo. Para culminar, el quinto criterio es la mezcla con otros tipos de
diálogos; es decir, un diálogo puede tener el sabor de otro contexto de diálogo. No obstante,
este tipo de mezclas, como se verá más adelante, se relaciona usualmente con falacias
argumentativas.

A pesar de que los criterios anteriores son útiles a la hora de clasificar los subtipos del diálogo
de persuasión, existen tres elementos comunes a este tipo de diálogo: los compromisos, la
forma y las reglas. El primero se refiere a que cada acto de habla añade -en el caso de la tesis
o concesión- o elimina -en el caso de la retracción- proposiciones a un conjunto o depósito
de compromisos del hablante. El segundo elemento se refiere a que toda discusión crítica se
desarrolla por medio de secuencias de preguntas, respuestas, ataques y defensas. Así, en cada
turno un participante realiza un movimiento; que se entiende en este caso como una secuencia
de locuciones. Por último, todo diálogo de persuasión comparte cuatro tipos de reglas; las de
locución dictan las locuciones permisibles; las estructurales determinan el orden de los
movimientos; las de compromisos regulan la inserción o eliminación de proposiciones a cada
conjunto o depósito de compromisos; y las de victoria-pérdida decretan las condiciones en
las que se gana o pierde la discusión.
Una vez finalizado el estudio sobre el diálogo de persuasión, Walton & Krabbe se concentran
en el análisis de los demás tipos principales de diálogo y sus relaciones. Así, en primer lugar,
del diálogo de negociación se dice que, por un lado, comparte con la discusión crítica la
existencia de un depósito de compromisos (concesiones), la posibilidad de hacer retracciones
y las reglas estructurales. Por otro lado, no se comparte la meta individual de persuadir,
puesto lo que se pretende es cerrar un trato. En segundo lugar, dado que el propósito del
diálogo de investigación es probar proposiciones para resolver un problema, en ocasiones se
mezcla con el diálogo de persuasión para convencer a otros investigadores de una conclusión
innovadora. Sin embargo, se distancia de una discusión crítica en cuanto se origina por un
problema abierto en vez de un conflicto de opinión.

En tercer lugar, la deliberación, en cuanto tiene la meta es decidir cómo actuar en determinada
situación, utiliza la persuasión al momento de defender una propuesta particular. Este tipo de
diálogo se caracteriza por utilizar el razonamiento práctico como argumento, esto es, un
argumento que proclama un objetivo y la acción para alcanzarlo. En cuarto lugar, el diálogo
de búsqueda de información intenta propagar una información que un participante conoce y
otro ignora. Así, dependiendo de la relación conocedor/ignorante y sus intereses, puede
tratarse de una consulta a un experto, un diálogo didáctico, una entrevista, un interrogatorio,
o un examen.

En quinto lugar, el diálogo erístico se caracteriza por la intención de alcanzar un acuerdo


provisional entre participantes antagonistas. Tal dialogo puede ser una riña o una disputa
erística. El primer caso se produce por la expresión de emociones que conducen al hablante
a atacar verbalmente al otro, dejando de lado las reglas lógicas de procedimiento. El segundo
caso se da por la necesidad de demostrar quién es el más hábil en algo. Así, se busca persuadir
al auditorio de una jerarquía de alguna clase. En último lugar, el diálogo mixto ocurre en
cuanto distintos diálogos se combinan; bien sea porque se añade un elemento de otro tipo de
diálogo al diálogo original, o porque se incorporan distintos diálogos como subtipos dentro
de la estructura del diálogo original.

Aunque la combinación de diálogos puede observarse constantemente en diálogos reales, los


modelos normativos siguen siendo necesarios para entender las formas y reglas que pueden
tener los diálogos mixtos. De esta manera, existen al menos tres subtipos de estos diálogos;
primero se encuentra el debate, en este tipo de diálogo los participantes intentan ganar la
aprobación de una audiencia. Es de vital importancia para la cultura política y la vida social
porque evita la lucha constante por la dominación de un punto de vista. Segundo, la reunión
de comité es importante porque conjuga las metas de distintos tipos de diálogo; aunque su
meta principal es hacer recomendaciones fuertes, necesita de la deliberación para planificar
una acción y de la persuasión para lograr un acuerdo. Sucede algo parecido con el diálogo
socrático, es decir, a pesar de que su meta es investigar un problema abierto, tiende a la
persuasión por el conflicto entre puntos de vista y a lo erístico en la intención de vencer a la
otra parte.

Al comprender las características generales de los tipos básicos de diálogos es útil reconocer
que muchos de ellos comparten su situación inicial, pero no su meta principal (o viceversa),
o no comparten ninguno de estos rasgos. Por ejemplo, la investigación comparte su meta -
llegar a un acuerdo- con la discusión crítica. Pero no comparte su situación inicial en cuanto
surge de un problema abierto, más que de un conflicto. Además, es útil también reconocer
que la forma de determinar un tipo de diálogo es comenzar por preguntarse por el tipo de
situación inicial (conflicto-problema-asimetría) y luego por la meta principal (resolución-
acuerdo).

En el segundo apartado del capítulo, Walton & Krabbe realizan un estudio de caso de un
diálogo de persuasión que se combina con otros tipos de diálogos. El contexto del diálogo es
el siguiente: Bruce apoya a su hermana en la decisión de no abortar, aún cuando su bebé sufre
de daño cerebral, con el fin realizar una donación de sus órganos. Wilma, por otro lado, no
considera correcta tal decisión. El diálogo transcurre con distintos tipos de argumentos y, por
ende, compromisos de sus participantes.

El análisis de los autores al respecto de este caso logra identificar algunos asuntos
interesantes; primero, un punto de vista contrario puede expresarse indirectamente. Segundo,
existen concesiones en el depósito de compromisos que pueden ser aceptables, más no
suficientes. Tercero, el conflicto radica sobre la definición o significado de ciertos términos
que son interpretados desde distintos puntos de vista. Cuarto, el recurso a la falacia ad
hominem podría haber dado apertura a un diálogo de negociación o disputa, pero no ocurrió
así. Quinto, no se recurre a la falacia de autoridad, aun cuando hay asimetría epistemológica.
Sexto, existe un movimiento injusto cuando una concesión se interpreta como una tesis.
Séptimo, se evidencia la utilidad de un registro de compromisos, pues puede haber confusión
entre las partes. Octavo, existe un argumento por ignorancia donde hay una retracción de una
concesión previa. Noveno, revelar compromisos implícitos resulta fundamental para la
discusión. Decimo, existe un cambio lícito de diálogo al de búsqueda de información en
cuanto se pretende traer datos importantes para la discusión.

El tercer apartado se ocupa de los saltos dialecticos; la forma más usual en la que suceden
estos saltos es mediante un cambio de tema que se ajusta a las condiciones prácticas de la
discusión. Tales saltos pueden ocurrir de forma definitiva o interrumpida en una
conversación. No obstante, sin importar la forma que tengan, existen tres tipos de saltos; a
saber, de un tipo de diálogo a otro, interno y entre diálogos. El primero se entiende en su
mayor expresión como un “efecto cascada”. Es el caso, por ejemplo, de una discusión critica
que se convierte en debate cuando se ataca a quien intenta persuadir y, se convierte
nuevamente en riña cuando se abusa de tal ataque. El segundo tipo de salto se refiere a un
cambio de subtipo de diálogo dentro de un mismo modelo normativo. Puede tratarse de un
cambio de actitud, de tema, o de naturaleza de la participación. Por último, el salto entre
diálogos puede ocurrir dado que un énfasis puede introducir un sabor de otro diálogo al
contexto del diálogo inicial.

El último apartado a exponer desarrolla el tema de los saltos ilícitos; tales saltos pueden
identificarse teniendo en cuenta cuál es el contexto, metas y estándares originales, y si existe
un nuevo contexto. Si el nuevo contexto bloquea las metas, o ha sido forzado por o
desconocido para otro participante, el salto es ilícito. Tal como se ha dicho anteriormente,
este tipo de saltos se asocia con falacias argumentativas. En concreto, Walton & Krabbe
exponen siete formas de asociación: la falacia ad populum involucra un salto de una discusión
crítica (defensa de tesis) a un discurso epidíptico (exaltación de valores); la falacia ad
baculum involucra un salto de un diálogo de persuasión a una disputa; la falacia hombre de
paja involucra un salto de una negociación a una discusión crítica; la falacia ad hominem
puede involucrar saltos de un diálogo de persuasión a una disputa o negociación; la falacia
ad ignorantiam puede involucrar un salto de una deliberación a una investigación; la falacia
de muchas preguntas involucra un salto de una discusión crítica a una interrogación;
finalmente, la falacia ad verecundam sucede en un diálogo mixto que mezcla la consulta a
expertos con la discusión crítica.

De acuerdo con el panorama anterior, es posible afirmar que las falacias no son movimientos
falaces per se, puesto que en un tipo de diálogo puede resultar beneficioso y en otro
inadmisible. En este sentido, las falacias tradicionales deben entenderse más bien como una
técnica de la que dispone el hablante en un contexto de diálogo. Así, pueden utilizarse
razonablemente para apoyar metas, o falazmente para bloquearlas. Esto implica dos
necesidades; por un lado, está la necesidad de desarrollar criterios para distinguir y juzgar los
usos de las falacias en casos particulares. Por otro lado, se necesita que una mayor carga de
prueba para quien quiera descalificar a su interlocutor por el uso de una falacia.
Referencias:

• Walton, D. N. & Krabbe, E. C. W. (2017 [1995]). Argumentación y normatividad


dialógica: Compromisos y razonamiento interpersonal. (Santibáñez, C. Tr.). Lima:
Palestra.
• Van Eemeren, F. H. & Grootendorst, R. (2011). Speech Acts in Argumentative
discussions: A Theoretical Model for the Analysis of discussions towards solving a
conflict of opinion. Dordrecht & Ginaminson: Foris.
• Barth, E. M. & Krabbe, E. C. W. (1982). From axion to dialogue: a philosophical
study of logics and argumentation. Berlin & New York: Walter de Gruter.

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