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Juan Luarca Ciani (Johny Lua), entonces boxeador profesional retirado, nos contaba
entusiasmado los detalles de esa pelea. Con otros chicos de unos diez años, lo
escuchábamos extasiados hablar del hijo predilecto de Quetzaltenango. Ahora pienso que
posiblemente aquel fue el momento de mayor de gloria personal en la vida del ex
presidente. Y si hubiera que considerarlo héroe, como aseguran quienes aún ahora lo
vitorean, habría de ser por aquella hazaña.
En su libro: Mi esposo el Presidente Árbenz (al que adelante, me referiré repetidas veces
haciendo referencia únicamente al número de página), María Vilanoba Arrechea de
Árbenz describe a quien fuera su esposo en los términos siguientes: “Jacobo era un hombre
apuesto, serio, muy reservado. Tenía la tez blanca, cabello rubio, ojos grises, contextura
atlética, carácter reservado y varonil” (página 40).
Sus biógrafos coinciden al señalar que fue un magnífico estudiante, versado en ciencias
exactas. Le atribuyen sólidos conocimientos de física, química, cálculo, geometría,
trigonometría y álgebra, así como de disciplinas propias de la carrera militar. Eso podría ser
un poco exagerado ya que solo realizó estudios a nivel secundario, en la Escuela
Politécnica,
La primera hija del matrimonio (tuvieron tres hijos) nació en El Salvador en la casa de los
padres de ella, evento que habría disminuido el rechazo inicial de los padres hacia Árbenz.
Con solo su sueldo, supuestamente, pocos años después Árbenz ya era propietario del
chalet Pomona, una hermosa y vasta propiedad ubicada en la esquina de La Reforma y
Calle Montúfar, zona 9. Además, había iniciado los trámites de adquisición de la finca El
Cajón, de 46 caballerías (casi 3 mil manzanas de terrenos privilegiados en Escuintla). Es
ingenuo pensar que tal cambio en la riqueza del entonces Presidente sucedió honradamente.
Quienes aún lo vitorean evitan hacer comentarios al respecto.
Jorge Palmieri, afirma en un artículo de opinión: “…el entonces teniente Árbenz era muy
pobre y en 1944 vivían en una habitación que alquilaban en la casa de la señora Concha
Marroquín viuda de Soto, situada en la 4aª calle entre 9ª y 10ª avenidas de la zona 1. Sin
embargo, apenas 10 años más tarde (1954) tenía un capital de US$25 millones, incluyendo
la finca algodonera “El Cajón”, según la reclamación que plantearon sus deudos por medio
de los oficios del licenciado José María Palacios Porta”.
Jacobo había nacido en Quetzaltenango el 14 de septiembre de 1913. Cuando Ubico
renunció a la Presidencia, estaba por cumplir 31 años de edad, tenía el grado de capitán y se
encontraba de baja. Meses después, durante la revolución de octubre de 1944, se
reincorpora al ejército. En enero de 1951, poco más de seis años después es el candidato
ganador de la presidencia para el período 1951-55. Su posición en el ejército ha mejorado
en forma acelerada. Ha pasado de capitán a mayor (1945), luego a teniente coronel y
finalmente a coronel, tres ascensos que a otro, con mayor dedicación y éxito en la carrera
militar, habría tomado unos 12 años pero que Árbenz hizo en la mitad de ese tiempo.
Dos años después de estar viajando por Europa y Asia, a fines de 1957 la familia se trasladó
a Uruguay, porque “manteníamos la nostalgia por la América Latina”. De Uruguay se
trasladaron a Cuba, a mediados de 1960. Posteriormente Árbenz, después de una breve
estancia en Helsinki se trasladó a París, donde vivió desde 1966 y luego regresó a Suiza en
1967. Años más tarde regresó a México donde estableció su residencia permanente con solo
dos viajes a Bahamas. Jacobo falleció en México, en enero de 1971 (páginas 135 a 159).