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TEOREMA

J. Fernando García Molina

Todos sabemos lo caro que resulta un viaje familiar


de una semana a Orlando. Cuánto podría costar y de
dónde obtener el dinero para viajar durante unos
diez años a: Bakú (Azerbaiyán), Canes (Francia),
Ereván (Armenia), Helsinki, Ivanovo (Rusia), Kiev
(Ucrania), La Gran Muralla (China), La Habana,
Lausanne (Suiza), Leningrado, México, Montevideo,
Moscú, Nasáu (Bahamas), París , Praga, Pully
(Suiza), Shanghái (China)…

En su esquina del cuadrilátero, Árbenz trataba de adivinar si Amézquita, estaba


verdaderamente atontado. Había conseguido asestar un guantazo con la izquierda, sobre la
parte baja del hígado de su profesor de boxeo de la Escuela Politécnica. Notándolo confuso,
decidió arriesgarse y se lanzó de lleno contra el profesor, lo bailoteó un poco, hasta
conseguir propinarle un fuerte golpe con la derecha, justo en la barbilla, y lo derribó.

Juan Luarca Ciani (Johny Lua), entonces boxeador profesional retirado, nos contaba
entusiasmado los detalles de esa pelea. Con otros chicos de unos diez años, lo
escuchábamos extasiados hablar del hijo predilecto de Quetzaltenango. Ahora pienso que
posiblemente aquel fue el momento de mayor de gloria personal en la vida del ex
presidente. Y si hubiera que considerarlo héroe, como aseguran quienes aún ahora lo
vitorean, habría de ser por aquella hazaña.

En su libro: Mi esposo el Presidente Árbenz (al que adelante, me referiré repetidas veces
haciendo referencia únicamente al número de página), María Vilanoba Arrechea de
Árbenz describe a quien fuera su esposo en los términos siguientes: “Jacobo era un hombre
apuesto, serio, muy reservado. Tenía la tez blanca, cabello rubio, ojos grises, contextura
atlética, carácter reservado y varonil” (página 40).

Sus biógrafos coinciden al señalar que fue un magnífico estudiante, versado en ciencias
exactas. Le atribuyen sólidos conocimientos de física, química, cálculo, geometría,
trigonometría y álgebra, así como de disciplinas propias de la carrera militar. Eso podría ser
un poco exagerado ya que solo realizó estudios a nivel secundario, en la Escuela
Politécnica,

“Nací en El Salvador el 17 de abril de 1915, hija mayor de un matrimonio que, en ese


momento, tenía una sólida posición económica y social” ––relata la señora de Árbenz en su
libro ya referido (página 33). Ella había sido educada en un colegio de monjas, el Our Lady of
the Assumption, en el Bronx, Nueva York. Algunas de las monjas profesoras provenían del
convento de la orden Maryknoll, la que figura entre los inspiradores y difusores de lo que
años más tarde sería la Teología de La Liberación.

El 14 de marzo de 1939, María (23) y Jacobo (25) contrajeron matrimonio en la ciudad de


Guatemala. Se ha dicho que los padres de ella no vieron con buenos ojos la boda de su hija
con un subteniente de Infantería cuyo sueldo apenas era de 70 quetzales mensuales, menos
los descuentos de rigor. Ellos esperaban algo más. “Alquilamos una casita modesta por 25
quetzales en un sector próximo a un basurero, donde había muchas moscas. El único
mueble elegante que teníamos era el sofá cama, que estaba en la sala. Todos los demás
muebles eran de pino y los compré ya hechos en el Mercado Municipal; el cuarto de
servicio no difería mucho del nuestro” ––afirma María (página 47).

La primera hija del matrimonio (tuvieron tres hijos) nació en El Salvador en la casa de los
padres de ella, evento que habría disminuido el rechazo inicial de los padres hacia Árbenz.

Con solo su sueldo, supuestamente, pocos años después Árbenz ya era propietario del
chalet Pomona, una hermosa y vasta propiedad ubicada en la esquina de La Reforma y
Calle Montúfar, zona 9. Además, había iniciado los trámites de adquisición de la finca El
Cajón, de 46 caballerías (casi 3 mil manzanas de terrenos privilegiados en Escuintla). Es
ingenuo pensar que tal cambio en la riqueza del entonces Presidente sucedió honradamente.
Quienes aún lo vitorean evitan hacer comentarios al respecto.

Jorge Palmieri, afirma en un artículo de opinión: “…el entonces teniente Árbenz era muy
pobre y en 1944 vivían en una habitación que alquilaban en la casa de la señora Concha
Marroquín viuda de Soto, situada en la 4aª calle entre 9ª y 10ª avenidas de la zona 1. Sin
embargo, apenas 10 años más tarde (1954) tenía un capital de US$25 millones, incluyendo
la finca algodonera “El Cajón”, según la reclamación que plantearon sus deudos por medio
de los oficios del licenciado José María Palacios Porta”.
Jacobo había nacido en Quetzaltenango el 14 de septiembre de 1913. Cuando Ubico
renunció a la Presidencia, estaba por cumplir 31 años de edad, tenía el grado de capitán y se
encontraba de baja. Meses después, durante la revolución de octubre de 1944, se
reincorpora al ejército. En enero de 1951, poco más de seis años después es el candidato
ganador de la presidencia para el período 1951-55. Su posición en el ejército ha mejorado
en forma acelerada. Ha pasado de capitán a mayor (1945), luego a teniente coronel y
finalmente a coronel, tres ascensos que a otro, con mayor dedicación y éxito en la carrera
militar, habría tomado unos 12 años pero que Árbenz hizo en la mitad de ese tiempo.

Árbenz renunció a la Presidencia el 27 de junio de 1954 (su discurso de renuncia puede


escucharse en una grabación en YouTube). Recibió asilo en la Embajada de México, donde
permaneció hasta el 7 de septiembre (más de 10 semanas). Antes de partir hacia México,
Árbenz fue desnudado en público y sometido a un vergonzoso y humillante registro, una de
las páginas más negras en la historia de los derechos humanos en nuestro país. A fines de
ese año, Árbenz y su familia viajaron a Francia, donde permanecieron un año. Después se
trasladaron a Suiza y Canes, en la Riviera Francesa (páginas 123 a 128).

De allí se trasladaron a Checoslovaquia, y en la extensísima Unión Soviética, estuvieron en


Moscú, Leningrado, Azerbaiyán, Armenia y Ucrania. Posteriormente fueron a China, en
donde se entrevistaron con Mao Tse Tung y con Chu En-Lai. Recorrieron la Gran Muralla e
hicieron un tour por todo el territorio chino. De regreso en Rusia, visitaron Sochi, ciudad de
veraneo a la orilla del Mar Negro. De allí, regresaron a Suiza, donde se radicaron a la orilla
del hermoso lago Leman y sus castillos. Mientras tanto, sus hijas permanecían estudiando
en Ivanovo (páginas 130 a 134).

Dos años después de estar viajando por Europa y Asia, a fines de 1957 la familia se trasladó
a Uruguay, porque “manteníamos la nostalgia por la América Latina”. De Uruguay se
trasladaron a Cuba, a mediados de 1960. Posteriormente Árbenz, después de una breve
estancia en Helsinki se trasladó a París, donde vivió desde 1966 y luego regresó a Suiza en
1967. Años más tarde regresó a México donde estableció su residencia permanente con solo
dos viajes a Bahamas. Jacobo falleció en México, en enero de 1971 (páginas 135 a 159).

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