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ASIGNATURA:
Criminología
TEMA:
Tarea VII
Para tener una idea de qué porcentaje de sujetos con estos trastornos llevan a
cabo conductas delictivas, se recoge una revisión sobre 52 sentencias del
Tribunal Supremo (Sala de lo Penal) realizada por la Universidad Complutense:
Hay que preparar a los profesores de esos niños que provienen de familia
marginales. Hay dos características de personalidad que son resultado de
esa situación de marginación.
Inseguridad racional
Inseguridad situacional
Opinión personal
Comprendo que los límites entre el trastorno mental y la conducta violenta han
sido muy imprecisos, en la actualidad aún persiste la creencia popular de que
los delitos más graves como pueden ser el asesinato con componentes
sexuales, la conducta parricida, el neonaticidio...y los que incluyen elementos
que permiten la clasificación de agravamiento de un delito (ensañamiento y
alevosía, víctimas muy vulnerables etc.) son llevados a cabo por personas con
algún tipo de enfermedad mental grave; desde numerosas asociaciones de
enfermos mentales se ha pretendido "limpiar" la imagen de los mismos; sin
embargo, sí que parece existir un porcentaje significativo de pacientes que a
causa de haber abandonado su tratamiento farmacológico o su consumo
irregular unido al abuso de drogas psicoactivas, pueden desarrollar conductas
violentas; es en tal sentido que entiendo que el papel de los medios de
comunicación no hace más que aumentar la creencia en la asociación
enfermedad mental- delincuencia. Delitos puntuales de gran violencia
protagonizados por una proporción pequeña de estos enfermos pasan a
convertirse en la generalidad.
En otro orden, pienso que, si se analiza la postura tomada por los profesionales
de la salud mental, tampoco existe uniformidad de criterio. Así la Asociación
Americana de Psiquiatría (APA), defiende que, "la mayor parte de las personas
violentas no sufren enfermedad mental y que con tratamiento, la persona con
trastorno mental no es más peligrosa que la población general". Al margen de
este postulado, se encuentra en la literatura numerosos estudios científicos que
demuestran que personas con desequilibrios psiquiátricos graves, aquellos que
tienen un tratamiento inadecuado o que, aún siendo adecuado no lo siguen,
son más propensos a manifestar conductas violentas que la población general.
Gran asociación existe según estos estudios, entre la esquizofrenia
(especialmente la de tipo paranoide) y la violencia. Hay que tener en cuenta
que, gran cantidad de ellos han sido criticados por su falta de rigor científico y
como consecuencia de esto, ha acabado produciéndose la llamada
"psiquiatrización de la conducta criminal". Conviene romper una lanza a favor
de otros muchos estudios que sí han llevado una metodología científica
rigurosa. Destacar el llamado "Estudio MacARTHUR". Se trata de un trabajo
multidisciplinar realizado en EE.UU. durante más de una década. Se perseguía
un doble objetivo: por un lado, la valoración científica del riesgo de violencia, y
por otro, la creación de una posible herramienta de actuación para que los
distintos profesionales de la salud mental pudiesen valorarla. La investigación
arrojó datos interesantes. Así, se observaron dos predictores para la conducta
violenta: uno la psicopatía y otro, el haber sido víctima de malos tratos durante
la infancia. También se halló que la tasa de violencia era significativamente
superior en los esquizofrénicos y sobre todo en aquellos que eran
consumidores de sustancias psicoactivas y/o alcohol.