Vous êtes sur la page 1sur 12

De la nostalgia,

la violencia y la palabra:
tres viñetas etnográficas
sobre el recuerdo nomadas@ucentral.edu.co • PÁGS.: 8-19

Alejandro Castillejo-Cuéllar*

En este texto se presenta una experiencia de investigación originada en el trabajo con el Centro de Acción Directa
para la Paz y la Memoria y el Instituto para la Justicia y la Reconciliación, ambos en Sudáfrica, mediante una serie de
viñetas etnográficas que permiten adentrarse en la manera como un antiguo excombatiente del Congreso Nacional Africa-
no, en Sudáfrica, reconstituye el sentido del mundo mediante su articulación en el lenguaje. La pregunta que se plantea es
por el espacio que se constituye en esta configuración y los problemas que emergen para el investigador en el intento de
entenderlo.
Palabras clave: recorridos etnográficos, palabra y escritura, espacio-apartheid, memoria, transiciones políticas.

Neste texto apresenta-se uma experiência de pesquisa originada no trabalho feito pelo Centro de Ação Direta para a
Paz e a Memória e pelo Instituto para a Justiça e a Reconciliação, ambos na África do Sul, mediante una série de vinhetas
etnográficas que permitem entrar mais a fundo na maneira como um antigo ex-combatente do Congresso Nacional Africano,
na África do Sul, reconstitui o sentido do mundo mediante sua articulação na linguagem. A pergunta que se da é pelo espaço
que se constitui nesta configuração e os problemas que emergem para o pesquisador o intento de entendê-lo.
Palavras-chaves: percursos etmográficos, palavra e escritura, espaço-apartheid, memória, transições políticas.

This text is about a research experience based on the work with the Direct Action Centre for Peace and Memory and
the Institute for Justice and Reconciliation, placed in South Africa. Through a series of ethnographic vignettes one can learn
the way in which a former African National Congress combatant gives meaning of the world, through language articulation.
The question unfolds on the space constituted in this configuration and the problems the researcher faces when trying to
understand it.
Keywords: ethnographic journeys, word and writing, space-apartheid, memory, political transitions.

ORIGINAL RECIBIDO: 02-IX-2008 – ACEPTADO: 20-IX-2008

* PhD en Antropología de la New Scholl for Social Sciences, New York. Pro-
fesor visitante de Zayed University, Dubai (Emiratos Árabes). Profesor Aso-
ciado de la Universidad de los Andes, Bogotá (Colombia). Coordinador del
Comite Internacional de Estudios sobre Violencia, Subjetividad y Cultura.
E-mail: acastill@uniandes.edu.co

8 N ÓMADAS NO. 29. OCTUBRE 2008. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA


“Mami, ¿y es que acaso ese llegaría hasta nosotros en el idioma mos sometido en la academia (Stan-
señor [Pol Pot] no tenía mamá?” español. La palabra, en consecuen- ley, 2006). Así, hablar de aquello que
cia, habita una cierta ambigüedad de es catastrófico implica pensar aspec-
Prisión “Toul Sleng” o “S-21”,
Phnom Penh, Cambodia, julio del 2008. la que no quiero despojarme. tos de la experiencia que se “resis-
A mi Hija Sarah ten a los conceptos”, en la medida
Este texto aborda la unidad in- en que habitan lugares simultánea-
herente a la idea de catástrofe como mente familiares y extraños. Para
Catástrofe1 caída y como retorno o epílogo, inten- realizar este ejercicio quiero concen-
trarme en la palabra, como
La palabra “catástrofe” mediación de la experien-
habita simultáneamente un cia, ya que ella se teje, o
doble lugar. Por un lado, nos su propia ausencia, con la
habla de eventos o instancias, idea misma de catástrofe.
no siempre repentinas, de
destrucción masiva, cós- Para ello, este trabajo se
mica, que hunden a la concentra en las lacónicas
persona en la oscuridad palabras de Mandla, un an-
existencial y metafísica. Sin tiguo miembro del ala mili-
embargo, en la antigüedad tar del Congreso Nacional
clásica, catástrofe era tam- Africano, extraídas de una
bién la parte final de la tra- presentación pública de su
gedia, su epílogo, para ser poema “El vientre” (hacien-
más preciso. La música de do referencia al vientre ma-
la época, por otro lado, nos terno), una noche fría en
da una clave adicional, aun- Ciudad del Cabo hacia fi-
que en otro sentido: catás- nales del año 2003: “Soy
trofe era entendida como “el [dice Mandla para descri-
retorno al punto de descan- bir su existencia] un squatter
so y equilibrio axial de la dentro de un squatter”. El
cuerda de una lira luego de término inglés squatter es de
haber cesado de vibrar” por sí difícil de traducir: por
(Comotti, 2006; Martin, un lado, hace referencia a
1953; Paniagua, 1979). La los habitantes de barridas
palabra no hacía referencia, miserables, ocupadas ilegal-
pues, a la caída del ser hu- mente y diseñadas por el
mano en la oscuridad me- apartheid en todo su masi-
tafísica o existencial (que vo programa de ingeniaría
tantos pensadores tratarían racial. Simultáneamente, el
de explicar en sus teodiceas término hace referencia al
seculares), sino lo contrario, “lugar” ocupado por estos
al retorno del equilibrio, al Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900), Sobre la mesa. “invasores”. “Asentamiento
instante en donde el presen- Museo Nacional de Colombia.
ilegal”, “invasión”, podrían
te perdido, y en el caso de la música, tando comprender la manera como ser unas posibles traducciones.
el silencio, se recuperan. Sería im- seres humanos específicos, luego de
posible, sin embargo, localizar el mo- destierros y guerras –marcados por Aquí el sujeto, en tanto locus de
mento epistémico en el que la todo tipo de calamidades–, tratan de experiencia, se confunde o se entre-
vibración se trasformó, semántica- reconstruir un sentido en el mun- laza con el espacio de la dominación:
mente, en la fuente del caos. Es esa do. Esto con la intención de “extraer de ahí la doble connotación del tér-
vibración en tanto destrucción la que las palabras del exilio” al que las he- mino sujeto (Smith, 1988). Hay en

CASTILLEJO-CUÉLLAR, A.: DE LA NOSTALGIA, LA VIOLENCIA Y LA PALABRA: TRES VIÑETAS ETNOGRÁFICAS SOBRE EL RECUERDO N ÓMADAS 9
este verso una cadena que lo lleva más primitivas son las personas, mismas que figuran en muchas
desde la madre, pasando por su cuer- menos son capaces de controlar tarjetas postales representando el
po –por sus contenidos fenomeno- sus emociones. A la menor provo- “África tribal”.
lógicos–, para terminar en el lugar cación, se tornan violentas. No
que los contiene a todos juntos, el pueden distinguir entre los asun- Me pareció sorprendente hasta
espacio social. La palabra “soy” es tos serios y los menos serios. Son qué punto estos personajes, mu-
una articulación de la experiencia menos auto-controladas y más chos de los cuales –como me en-
que habla de sí mismo en relación impulsivas (Bell y Buhle, 2001). teré después– habían estado
con una comunidad moral más am- involucrados en operaciones de
plia. Es una frase paradójica, sin Ahora, un extracto de mis no- contrainsurgencia y guerras fron-
duda, donde lo íntimo, el lugar de tas de campo, en un intento por terizas, “administraban” el circui-
la simbiosis con la madre, y lo extra- darle continuidad histórica al pá- to de “reservas de animales
ño se confunden, donde el retorno y rrafo anterior. salvajes”, la industria que mane-
la caída se entretejen. ¿Qué quiere ja el acceso a “lo salvaje”, a lo
decir entonces retornar al lugar en el En el verano africano del 2003 “peligroso” y a la experiencia de
que nunca se ha estado pero que se tuve la oportunidad de realizar la sabana africana. Al conocer-
reconoce con la intimidad de haberlo una larga entrevista con V. J. los, no pude evitar preguntarme
vivido? ¿Cómo se entretejen las pala- Cronje, miembro de la Afrikaner si habría alguna suerte de conti-
bras y los cuerpos en este retorno? Broederbond, veterano de la Gue- nuidad histórica y profesional
rra de Rodesia y ex-oficial de in- entre sus vidas “anteriores” en
A la traducibilidad (Steiner, teligencia militar trasladado al tanto soldados y sus negocios ac-
1998), como problema metodológico, Cabo durante la crisis de me- tuales: cazadores de bestias que
a los ecos que deja la palabra en su diados de los años ochenta. Lo co- habían cambiado el rifle por la cá-
camino, como señalaría Walter nocí en Maun, una pequeña mara; conexiones no sólo en rela-
Benjamin, y a su densidad semántica, población de Botsuana, entrada ción con habilidades específicas
que en estos extractos se encuentra al Delta del Okavango. Para pes- aprendidas a lo largo de los años
esparcida en diferentes lugares e carlo tuve que hacer una reser- en el frente, como la destreza para
idiomas, dedico las siguientes vación en una empresa particular sobrevivir o el conocimiento de “lo
viñetas2 . que ofrecía en Johannesburgo salvaje” (incluyendo “los negros”),
paquetes turísticos para avezados sino otras, quizás más sutiles, como
viajeros. Varios conocidos me ha- la adicción a la adrenalina.
Primera viñeta: bían confiado que este particular
el color de la piel grupo de administradores turísti- El encuentro con Cronje estuvo
como uniforme cos tenía entre sus filas antiguos precedido por conversaciones
soldados del apartheid. Final- que, estimuladas por la mono-
En un manual de ciencia poli- mente, una madrugada, partí ha- tonía del paisaje semiárido de
cial citado extensamente por el cia Botsuana y Zimbabue desde Botsuana, se desarrollaron alre-
ministro de la ley y el orden, Adrian Johannesburgo para experimentar dedor de narraciones presenta-
Vlok, durante los años críticos del “la emoción y la adrenalina de das como historias de despojo,
apartheid, cuando imperaba el es- una aventura en Sudáfrica”. Una maltrato físico y frustración de
tado total de emergencia en 1988, noche, luego de más de diez ho- los blancos en “la nueva Su-
se encuentra el siguiente párrafo ras de un incómodo recorrido en dáfrica, una letanía de quejas
que de entrada afianza, como ejer- un microbús a lo largo del borde que escuché en tantas ocasio-
cicio cartográfico del Estado, al hom- del Kalahari, en pleno verano, nes: historias de robos, asesinatos
bre negro en el orden de lo salvaje, con una temperatura que alcan- y violaciones, que supuestamen-
la fuente de todo terrorismo: zaba los cincuenta grados centí- te reflejaban la ‘barbarie’ de la
grados, llegamos por fin a un población negra en oposición a
Los bantúes [un término despec- refugio elegante, casi lujoso: una ‘la amorosa y pacífica comuni-
tivo] son menos civilizados. Entre hilera de chozas estilizadas, las dad blanca’”.

10 N ÓMADAS NO. 29. OCTUBRE 2008. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA


La atmósfera de la conversación Fue un vocablo ampliamente usa- pacífico, siempre haciendo gala
fue calma, casi amistosa, mientras do durante los años del apartheid, de una paciencia estoica frente a
que el calor del día se atemperaba en un tono secularizado aunque mis enojosos interrogantes y
y la luna brillaba con las primeras de matices cristianos, pero con un comentarios.
luces de la noche. Poco a poco, largo historial de circulación du-
los guías turísticos que se cono- rante los tiempos coloniales a tra- Quizá la más perturbadora de to-
cían entre sí se fueron congregan- vés de las crónicas de viajeros das las declaraciones de Cronje
do a medida que cobró fuerza la durante aquella noche –lo re-
discusión sobre política con los co- cuerdo con una brutal cla-
merciantes de diamantes. El re- ridad– fue la siguiente:
fugio era un lugar seguro para su “usted puede sacar a un
conversación, ya que se trajeron kaffir del bush, pero no pue-
a colación tópicos prohibidos, de sacarle el bush al kaffir”.
como la situación política de La frase misma era, en apa-
Zimbabue y la polémica reforma riencia, un locus clasicus,
agraria del presidente Robert dado que todos los que es-
Mugabe. Fue este último tema, la taban alrededor de la mesa
posibilidad de que Sudáfrica se asintieron con respeto mien-
convirtiera en Zimbabue, el que tras él la repetía varias veces
desencadenó la desinhibida inter- en afrikáans, como si a fuer-
pelación de Cronje: “Escuché que za de repetirla estuviera
usted está escribiendo un libro so- asegurándose de que ésta per-
bre Sudáfrica. Yo tengo algo que durara en mi memoria. Difícil
contarle”. de traducir, sin duda: enun-
ciada en afrikáans, un idioma
En retrospectiva, el discurso de cuya base es el holandés y que
Cronje esa noche fue, en una se mezcla en los siglos XVII y
frase, un recuerdo nostálgico XVIII con el malasio y otros idio-
de la época en que “el salvaje”, mas traídos del sur de la India,
o el “hombre negro”, estaban Ceilán y el Sudeste Asiático a
política y militarmente redu- través del comercio global de es-
cidos a las “localidades” asig- clavos. La frase se entrelaza con
nadas por los ingenieros de la el swahili a través del árabe y la
segregación. En su opinión, palabra kafr. Y la palabra bush, fi-
uno de los problemas de la nalmente, proviene del inglés:
Sudáfrica contemporánea matorral, arbusto. Pero en el Áfri-
era el hecho de que “los ne- Peregrino Rive
ca del colonialismo británico, bush
ra Arce: Recu
gros” hubiesen excedido los Bon “Libres de
Ocaña”. Una
erdos de campa
ña (1900), tiene una fuerte genealogía que
carga al machete
territorios ideados original- Museo Nacion
al de Colombia
- Palonegro. la emparenta con la penetración
.
mente para ellos. Al referirse a “los de la civilización, cristalizada en
negros”, Cronje usaba el despec- europeos en África. En español el cuerpo de los héroes-explora-
tivo y denigrante término kaffir: la palabra cafre proviene de kafir. dores, a la feminizada tierra incóg-
una palabra de origen árabe que Con tono casi de pontífice, bene- nita. Ese lugar de encuentros con
significa “infiel” y que entra al volente y condescendiente, Cron- ese otro mundo, de lucha entre la
swahili, lengua transnacional del je se identificaba a sí mismo como razón y el caos, es lo que se deno-
África, a través de traficantes un “pensador”. Frases cortas, casi mina bush. Los blancos, especial-
musulmanes de esclavos durante meditativas, encapsulaban las mente aquellos que tuvieron
el siglo XIX. En el mundo islámi- ideas de este hombre sobre filoso- contacto con la sabana, crecen es-
co no hay peor epíteto que éste. fía racial. Me impactó su carácter cuchando historias del bush, de la

CASTILLEJO-CUÉLLAR, A.: DE LA NOSTALGIA, LA VIOLENCIA Y LA PALABRA: TRES VIÑETAS ETNOGRÁFICAS SOBRE EL RECUERDO N ÓMADAS 11
misma manera que en otras lati- en un punto remoto de la granja. que el orden natural de las cosas y
tudes circulan historias de fantas- Fue precisamente en este espacio las leyes de la naturaleza habían
mas y espíritus. liminal, donde el león reaccionó sido, literalmente, re-establecidas.
atacando y matando a un antílope. Los animales salvajes y las perso-
Cronje naturalizó un orden del nas pertenecen a dos órdenes se-
mundo en el cual cada criatura El narrador, de alguna manera parados en la naturaleza y no tiene
tenía un lugar específico, asigna- desilusionado con aquello que sentido mezclarlos, pues tienen
do según una singular cartografía acababa de ver inesperadamen- formas de vida diferentes e in-
de la diferencia. La frase alterables: un animal salva-
encapsula el miedo al inma- je siempre será un animal
nejable “salvaje” que habita salvaje, imposible de domes-
en los confines de los es- ticar, que anda suelto, do-
pacios humanos. Ilustra su minando la sabana africana,
teoría rememorando una viviendo a campo abierto y,
“experiencia en el bush” ocu- sobre todo, usando la violen-
rrida en su infancia: cuan- cia como medio para sobre-
do él era chico, su padre vivir, para imponerse. La
encontró un cachorro de intención de Cronje era, por
león pedido. Al darse cuen- supuesto, explicar lo que a
ta de que el animal había su parecer era una analogía
sido abandonado por su ma- evidente entre “el hombre
dre, el benevolente padre negro” y “el animal salvaje”.
decidió llevarlo a la granja y Al igual que el león, “el
conservarlo como mascota. hombre negro” podría cre-
El león creció en cautiverio, cer y vivir entre “los blan-
se hizo grande y fuerte y pa- cos” y, sin embargo, nunca
reció adaptarse, coexistir e sería capaz de dejar atrás las
incluso desarrollar cierto tipo costumbres del bush porque,
de afecto hacia los seres hu- según Cronje, está indele-
manos. Cronje evoca con blemente definido por un
nostalgia la reciprocidad de sentido de conexión ances-
esos sentimientos. Como tral, primitiva, desde tiem-
todo niño, él había cimenta- pos inmemoriales, con lo
do una cercanía especial y salvaje, con un salvajismo
una “amistad” con un ani- que está marcado en su
mal conocido por su fuerza y cuerpo con el color de su piel.
su poder. Un día, a varios
metros del límite de la que Cronje, experto rastreador
Cronje recuerda como “la in- de animales que creció es-
mensa propiedad familiar”, Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900), Palo-Negro. Croquis cuchando a su padre narrar
de un soldado... muerto al machete. Museo Nacional de Colombia.
pasó una pequeña manada cuentos del bush, y veterano
de antílopes. De repente, “instinti- te, un arranque de agresión e ins- soldado del apartheid en las gue-
vamente”, el león se agachó, a tinto asesino por parte de su rras fronterizas, afirmaba haber
hurtadillas, escondiéndose, mien- amada mascota, recordaba este aprendido sobre “los negros” por
tras observaba e inspeccionaba la incidente casi como una epifanía, medio del “conocimiento” direc-
manada. Esto sucedió a varios ki- una instancia del despertar de la to, producto de las batallas entre
lómetros de distancia del principal conciencia y la claridad, un en- la vida y la muerte que encaró en
espacio habitado de la estancia, cuentro con las verdades peren- la sabana salvaje. Fue precisamen-
donde solía vivir toda la familia, nes y un momento ritual en el te esta íntima relación adquirida

12 N ÓMADAS NO. 29. OCTUBRE 2008. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA


con lo salvaje, este interés por mente los cuerpos negros a las gar de culturas ininteligibles entre
diseccionar la otredad del Otro, “localidades”– y el mantenimien- sí: el relativismo posmoderno hubiera
el que le dio elementos para com- to del orden de las cosas y los caído como anillo al dedo: la idea
prender “la mente negra”. Fuen- usos de la violencia para produ- de autodeterminación cultural, tan
te tanto de desconcierto como de cir y reforzar fronteras. Esto, par- central para movimientos de resisten-
terror. Como lo establecía sin ro- cialmente, explica por qué el cia en América Latina, constituyó,
deos el manual de entrenamien- apartheid desplazo millones de junto con la idea de inconmensura-
to, él estaba convencido que “a la personas a las localidades negras bilidad, el sumo conceptual del ra-
menor provocación, ellos [los en un programa de dislocaciones cismo. Hizo del destierro el hogar de
bantú] recurrirían a la violencia”. masivas que los expropiaba de muchos y del control de lo salvaje y
todo. En el centro de todo esto lo exótico, el presupuesto para la
Al igual que un viejo patriarca estaba la idea de “lo negro” como tortura. Claro, en el marco de una
sermoneando en un tono seudo- “exótico”, como ininteligible, acelerada expansión capitalista.
filosófico y meditativo, Cronje in- como encarnación del caos y de Pero ese “exótico” de las décadas
sistía: “Escuche cuidadosamente, la violencia destructiva. De ahí el precedentes, en esencia, no había
usted debe escribir esto en su li- llamado proyecto civilizador del cambiado. En la Sudáfrica de la
bro, esto es verdad”. Y así lo hice. colonialismo (notas de campo, transición, las localidades seguían
Su deseo de exponer “la verdad” cuaderno segundo, 2003). siendo el locus del caos: por un lado,
funcionaba como una armadura producto de la violencia endémica
contra preguntas inquisitivas. Su Cuando Mandla nació a media- luego de centurias de colonialismo,
tarea no consistía en legitimar su dos de la década de 1960, había na- expresada en el maltrato corporal,
visión de la palabra, “la verdad”, cido, paradójicamente, en el seno de el hambre y el sida; y en segundo
y el orden particular del mundo este desarraigo. Cuando creció, de- lugar, de la violencia epistémica que
que a su parecer había colapsado cidió tomar las armas, primero para circunscribe ese lugar como lugar de
durante y después del proceso sacar a los blancos de África (su tío lo otro. En ese mundo, la guerra de
político de Sudáfrica, sino en ex- había sido miembro del Congreso la liberación, la versión oficial, se
ponerlo, presentarlo, develarlo, Pan-africanista), pero luego para había convertido en artículo de con-
con el fin de iluminar, de sacar de buscarse un lugar en un mundo en sumo, mientras que sus minucias
la ignorancia. Era precisamente el el que había sido forzado a conver- existenciales se habían hecho invi-
fracaso del orden, o en otras pala- tirse en extraño. En cierta forma, la sibles. Fue a este tercer exilio al que
bras, el derrumbe de la manera lucha de liberación encarnaba la Mandla vuelve con profunda espe-
como se asignan ciertas categorías idea de un retorno. Pero para lograr ranza para re-comenzar su vida. En
de personas a espacios específicos, este retorno, Mandla tuvo que él descubre, contrariamente a lo es-
lo que él ponía en evidencia. Ha- exiliarse, esta vez por decisión pro- perado, relaciones de continuidad
ber desmontado el orden legal lla- pia, para luego volver como guerri- con el pasado en esta nueva enti-
mado apartheid era ir contra las llero, con el fusil. dad llamada la “nueva Sudáfrica”.
leyes naturales. Era debido a esto Pero lo más aterrador, en un momen-
que él tenía una visión apocalíp- to dado, era que Mandla había des-
tica del futuro: un apartheid a la Segunda viñeta: exilios cubierto que había sido expropiado
inversa, blancos segregados, ro- por el mercado de su propia historia
deados por los mismos negros vo- El apartheid fue esencialmente y de su propia experiencia como par-
races, deseosos de engullir y un régimen de dislocación forzada, te de la lucha por liberación. Él era
atiborrarse con el dinero, la tierra donde la violencia, que no era leí- contado por otros: su hogar se había
y la riqueza del país. da como derrumbe sino como res- convertido en un lugar extraño.
tauración, era la violencia de la Regreso de nuevo a mis notas de
La conversación con Cronje evi- asignación del cuerpo a un espacio campo:
denció una serie de relaciones en- creado por la racionalidad técnica:
tre la asignación de cuerpos a el gueto. El “color de la piel como En una ocasión, mientras tomaba
lugares específicos –particular- uniforme” hizo de Sudáfrica un lu- notas sobre la industria del ocio y

CASTILLEJO-CUÉLLAR, A.: DE LA NOSTALGIA, LA VIOLENCIA Y LA PALABRA: TRES VIÑETAS ETNOGRÁFICAS SOBRE EL RECUERDO N ÓMADAS 13
el entretenimiento en Ciudad del potencialmente explosiva de his- “Territorio de pandillas”, dijo en-
Cabo, me decidí a explorar la ciu- toria y política. fática e impacientemente, después
dad, esta vez, con un operador de de inhalar una larga y casi medi-
turismo que atendía visitantes ex- Fue complicado comprender los tativa bocanada de un chesterfield
tranjeros, en su mayoría europeos. matices semánticos de la palabra light. Luego continuó con una in-
En mi diario de campo anoté los “desafortunadas” en ese contexto terminable letanía de estadísticas
muchos silencios del guía; los lar- particular. Un mar de ambigüedad sobre el crimen en Sudáfrica y una
gos y ambivalentes suspiros que la devoró. ¿Era la genealogía del explicación poco convincente de
salpicaban, con previsible mono- concepto la que resultaba tan “des- los orígenes de esta violencia: no
tonía, su idea de la ciudad, de lo afortunada” o era la historia de su de los orígenes históricos de este fe-
que consideraba digno de men- legislada producción en Sudá- nómeno (de la colonización o el
cionar o de hacer invisible y de la frica? ¿O quizás él se refería a las apartheid), con los cuales él, como
manera en que debían ser reco- insoportables condiciones de vida ciudadano, no hallaba ningún tipo
nocidos ciertos rastros y señales en de los residentes y a la tristeza de conexión; sino de los que supo-
el espacio social: “Aquí vemos arquitectónica de esta masiva es- nía los orígenes geográficos, lugares
Table Mountain”, dijo en un obvio tética de la desolación: una inter- donde la violencia se multiplicaba
intento por trazar un mapa del minable masa de chozas, letrinas y como mosquitos después de una
área, “el verdadero centro de la polvo con vista a la carretera? ¿Sen- lluvia tropical. En su opinión,
Ciudad Madre”. Literalmente, tía alguna culpa o era consciente Soweto, Mitchell’s Plains, Tho-
estábamos siendo conducidos por del hecho de que su favorable po- koza o cualquier otra localidad del
una serie de itinerarios que eran sición en la jerarquía social de país eran, simultáneamente, me-
una amalgama entre las rutas es- Sudáfrica estaba correlacionada – táforas de la violencia así como su
tablecidas por las autoridades tu- en intrincadas y complejas for- principio explicativo. La violencia
rísticas durante los programas de mas– con la pobreza extrema de empezaba allí, fue su veredicto
entrenamiento para estandarizar otras personas? ¿O se refería al he- tácito mientras detuvo su mirada
el servicio y la versión personal del cho de que –a pesar de todo– el algunos segundos en ese inagota-
guía sobre el significado histórico amor, la compasión y la belleza flo- ble océano de pobreza. La frase
y social de tales rutas. recen en medio de semejante su- “territorio de pandillas” me sonó
frimiento histórico? Por supuesto, como los letreros tipo “prohibido el
“¿Qué es eso a nuestra izquierda?”, se me cruzó por la mente que el paso” que los propietarios blancos
preguntó un inquisitivo viajero con guía era de aquellos que opinaban –o las elites de otras latitudes–
un marcado acento alemán. Se –como escuché en muchas oca- cuelgan a la entrada de sus casas
refería a los asentamientos infor- siones– que el apartheid había sido en los barrios opulentos, sólo que –
males y a las localidades que apa- una buena idea mal implemen- en esta ocasión– la Ciudad Madre
recían junto a la autopista a tada, un experimento que salió era “el hogar”, la entidad que abri-
medida que pasábamos por las To- mal. ¿Fue “desafortunado” que no gaba, el espacio de la seguridad y
rres de Refrigeración, uno de los hubiera funcionado? o ¿podría ser el afecto, en tanto que la locali-
hitos “periféricos” de la ciudad, un otro ejemplo de una enunciación dad era el exterior irracional, un
punto tanto de convergencia como políticamente correcta, una espe- lugar de la guerra, el sida y la vio-
de división en la cartografía racial cie de respuesta automática, a la lación de niños y bebés. Era el
de Ciudad del Cabo. que son forzados a exhibir los guías squatter. Resultó asombroso darse
turísticos con el fin de mostrarle al cuenta cómo las conexiones entre
“¡Ah, sí, las localidades segrega- visitante extranjero que Sudáfrica “negritud”, crimen y espacio eran
das! ¿Muy desafortunadas, no?”, está “dejando atrás su pasado”? La aún tan persistentes. La única di-
respondió el guía en tono indi- palabra fue arrojada en la conver- ferencia era el contenido del dis-
ferente y con una rigidez y una sación para que todos la interpre- curso.
indolencia casi quirúrgicas, eva- táramos como quisiéramos, como
diendo cualquier comentario que un comodín en manos de un juga- No hicieron falta más palabras
pudiera conducir a una mezcla dor de cartas. aquella tarde. Luego, mientras

14 N ÓMADAS NO. 29. OCTUBRE 2008. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA


rondaba por el Cabo de Buena Es- los drenajes industriales y la proxi- ros, techos y puertas): la implaca-
peranza, en el extremo más aus- midad incestual de los desechos ble yuxtaposición de una vida he-
tral de la península que sobresale humanos). cha de fragmentos, de huellas de
del continente africano, fue in- distintas épocas y diversos luga-
evitable que la reflexión se volca- Si la mirada está adiestrada para res. Sin embrago, si el visitante se
ra sobre la producción social de la leer entre líneas, puede incluso aventura a transformar las rela-
invisibilidad y la ininteligibili- ciones de cercanía y distan-
dad. “Territorio de pandillas” cia con este lugar, al mirar con
es una manera de reactua- detenimiento la esquina de
lizar viejos terrores, lugares a alguno de estos espacios ha-
los que hace veinte años se bitados, emerge una serie de
denominaba “zonas de des- reliquias: estático cuelga, de
orden” y con los que se aso- una pared de plástico, un
cian determinado tipo de anuncio de la campaña elec-
cuerpos. De alguna manera, toral de 1999, en que el Con-
el guía exiliaba aún más esos greso Nacional Africano
lugares: una masa infinita de promete un cambio radical en
zonas de invasión y de áreas la calidad de vida. Y en otra
informales. Muchas de ellas esquina veo rastros de la his-
no pueden verse desde nin- toria: efigies de camaradas
guna autopista. Uno sólo per- caídos y asesinados, Chris
cibe la punta del iceberg. Para Hani y Steve Biko, retratos
verlas hay que calibrar la per- de Nelson Mandela, recortes
cepción. Al observar, la mira- de periódicos de momentos
da del pasajero es rápida, icónicos durante la guerra de
superficial, vertiginosa e inca- liberación y viejas y borrosas
paz de localizar, discernir, imágenes de cuerpos de mu-
identificar claramente, o fi- jeres desnudas tomadas de
jarse en detalles específicos en diarios amarillentos y pegadas
este mar de uniformidad vi- a las paredes (notas de cam-
sual. Pocas cosas pueden po, cuaderno tercero, 2003).
atraer la mirada del viajero a
100 kilómetros por hora: el Aquí abandono el texto
tamaño reducido de las cho- un instante sólo para anotar
zas; el imaginado hacinamien- que mientras cruzábamos por
to de los espacios habitables; aquella larga autopista, imá-
la falta de color; el paisaje pol- genes de Mandla en su camu-
voriento, grisáceo y sin árbo- che asaltaban mi memoria. El
les, “infestado de grafitis y poder mágico de los objetos y
pandillas”, que parece vivir, el pasado, lo que los lugares
como un artefacto habitual en dicen de aquellos quienes los
un espacio familiar, adyacen- Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900), habitan. Su historia como
Retrato del coronel P. Rivera Arce - Primer jefe del Bon “Libres de Ocaña”.
te a un caño de desechos (en Tomado en el campamento de La Quebrada. Museo Nacional de Colombia. sujeto político se entrelazaba
Ciudad del Cabo, como en con su espacio íntimo, inin-
otros lugares, la “pobreza” –como percatarse de “extraños” materia- teligible desde la mediación del guía
una experiencia sensible del mun- les de construcción, como cajas turístico. En ese contexto específico,
do– ha sido frecuentemente aso- de cartón, trozos de madera, plás- los procesos históricos globales no se
ciada con la suciedad de las aguas tico y trapos (todos sirviendo al conectaban con los personales, con
residuales, los peligros químicos de simultáneo propósito de ser mu- el sujeto como agente histórico. Unos

CASTILLEJO-CUÉLLAR, A.: DE LA NOSTALGIA, LA VIOLENCIA Y LA PALABRA: TRES VIÑETAS ETNOGRÁFICAS SOBRE EL RECUERDO N ÓMADAS 15
años dentro la transición, cuando la que llevó a una sociedad de la os- por más fragmentada y fantasmal
idea de la lucha anti-apartheid se curidad del racismo a la posibilidad que sea. La transición, el retorno,
había ya tornado en mercancía, la in- del presente. La visión del mundo le trajo otro exilio, el de su voz, el
dustria del turismo había expropiado que Cronje habitaba parecía estar de su experiencia. Es precisamente
a Mandla de sí mismo, incluso de su desterrada. De un momento a otro, en la institucionalización de esta
propia voz, de su propio dolor para Sudáfrica se había convertido en el historia y de los sacrificios hechos
reducirlo nuevamente al orden de lo centro del mundo. Y en ese momen- por algunos, donde se crean vacíos;
exótico. to, Mandla fue recibido como héroe vacíos que sólo pueden ser llenados
por su familia cercana. Pero esa na- desde las comunidades de base. En
Ahora sí, concluyo esta parte de rrativa de la nueva Sudáfrica tiene este punto, continuo con mis notas
la narración. sus múltiples clivajes, donde la ima- de campo, en sus entradas del mes
gen especular y pulimentada de la de diciembre del año 2003:
Después de un rato, de lejos –desde transición se craquela como cuadro
el asiento del conductor y desde el renacentista ante la mirada cerca- [P]ara confrontar el silencio so-
mundo para el que sirve de inter- na e intimista. Mandla era la fisura cial, Mandla solía, junto con otros
mediario, desde los suburbios del dentro de la nueva nación. Para fi- antiguos guerrilleros, llevar visi-
sur, donde apretadas pinceladas nales de la década, muchos antiguos tantes a los lugares que lo vieron
de luz crepuscular se esconden combatientes habían sido abandona- nacer y combatir. A esta práctica
detrás del bosque– las barriadas dos o relegados a la desolación de le llamé, en su momento, “memo-
se tornan familiares y naturales la pobreza y el trauma de la tortura: rialización peripatética”: una for-
y, sin embargo, tan alejadas, recuerdo con pavor las historias de ma incorporada del pasado, en
como un estante oxidado en el choques eléctricos en el ano y de donde Mandla se convertía en un
rincón olvidado de una sala de confinamiento solitario sin fin que “guía testimonial”, donde las pa-
visitas. De alguna forma, y a pe- Nkhule solía contarme, una y otra labras se amalgaman con el espa-
sar de su magnitud, las localida- vez, voz en cuello, cuando violába- cio , y a través del cuerpo, en un
des, su historia, se han vuelto mos la etiqueta racial en algunos de intento por reconocerlo, por reco-
invisibles (notas de campo, cua- los restaurantes más exclusivos de la nocerse, por llamarle “hogar”. El
derno tercero, 2003). ciudad, como tratando de gritar, en objetivo principal era pues leer el
medio de la indiferencia, “miren lo paisaje urbano, localizar entre los
que los Boers [los nacionalistas] me intersticios de su organización las
Tercera viñeta: la han hecho”. Hace poco murió de claves de un pasado que aún con-
localización del dolor cáncer del sistema intestinal y el vive con el presente. Él hablaba
estómago, resentido con la vida. Él extensamente de las autopistas,
Al volver al país a comienzos de comenzó a morir hace más de quin- los lotes baldíos, las líneas férreas,
los años noventa, Mandla se encon- ce años, en la celda. Aquí lo recuer- como mojones espaciales, como
tró con otro mundo, con un país do con mucho afecto. A los ojos de fronteras perfectamente estable-
ebrio de expectativas ante las trans- muchos, las localidades seguían cidas por la ingeniería racial. Su
formaciones por venir. Creyeron, por siendo ese impenetrable mundo de visión del presente invitaba a am-
ejemplo, que hacer filas frente a las lo otro, donde la violencia y el sida pliar el marco de referencia de la
cabinas de votación cada cinco años se replicaba como la metástasis en ciudad, de tal manera que las dis-
traería justicia social, incluso rique- el cuerpo ya sin destino. Con un tinciones artificiales entre grupos
za a la basta mayoría miserable. Co- agravante para jóvenes como Man- humanos se veían íntimamente
nocí historias de mujeres que habían dla: su historia política, su experien- relacionadas a través de un siste-
renunciado a su trabajo como cia como soldado, como parte de un ma que se encargó de distribuir la
empleadas domésticas ante las pro- proceso global, había sido absorbi- pobreza.
mesas de empleo que Mandela da, esfumada en medio de la nebli-
anunciaba en las propagandas polí- na, por la historia oficial de la lucha Durante el recorrido, Mandla
ticas televisivas. Y al comienzo fue de liberación: y no hay peor cosa que hace una parada importante: en
así, sin duda, un cambio dramático ser sustraído de la propia historia, el lugar donde el 15 de Octubre

16 N ÓMADAS NO. 29. OCTUBRE 2008. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA


de 1985 varios jóvenes fueron ase- tradicciones y asume responsabili- de un faro: para hallar claridad y
sinados por la policía. En ese pun- dad de sus actos, un acto de digni- sentido de continuidad y perte-
to, su narración se convierte en dad personal y valor: “en ese nencia, el sujeto moldea la histo-
un espacio testimonial y en un momento, yo no sólo estaba dis- ria, centrándose él mismo en ella,
lugar de apropiación del pasado puesto a dar mi vida por la causa, en parte ampliándola. En este
como parte integral del sujeto. En sino a matar por ella”. Era eviden- punto, la historia canónica se
la voz de Mandla, una voz que ha te que esa no era la historia de diversifica, extendiéndola, ha-
requerido años para leerse y reco- verdaderos torturadores, desde ciéndola más compleja, incluso
nocerse a sí misma dentro de este Cambodia hasta Colombia, que se más contradictoria. En este con-
territorio, la narrativa histó- texto, el ejercicio de la enun-
rica es la narrativa de la pri- ciación en el lenguaje, de la
mera persona. En este punto cristalización de la palabra, es
de la geografía del tiempo vital: paradójicamente, no
emerge, en letras amarillas hay voz propia si no es en
evanescentes, un grafiti que compañía de otros; así como
testarudamente se ha ama- no habría ni creatividad ni
rrado a esa pared por varios independencia sino hubiera
años: “recuerda la masacre una comunidad de diálogo.
del caballo de Troya”, se lee, La interacción que el visitan-
mientras el guía testimonian- te tiene es con las palabras y
te hace referencia al papel de las vidas de quienes las articu-
las protestas populares de las lan. En este sentido, el trase-
que fue parte, para contex- gar esos lugares –metafóricos
tualizar lo sucedido en esta y literales– es un ejercicio que
esquina. requiere de paciencia, ya que
demanda concentración, y
Un conocimiento profundo de sobre todo, intención de com-
estos procesos, de sus alcan- prender. En esto instante de
ces y limitaciones, comple- palabras nómadas y de em-
mentan su narración. Sin patías pasajeras, es cuando
embargo, lo más importante Mandla surge del anonimato
en este momento es la rela- histórico convirtiéndose en un
ción que él establece con el actor del proceso histórico a
pasado, como parte del proce- través del acto mismo de
so histórico “revolucionario”. recordar, de caminar. Su
En este momento, la saga he- testimonio, una modalidad de
roica se extiende, para bien o articular de la experiencia y
Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaña (1900), Vigilando un
para mal, más allá de los con- prisionero... Museo Nacional de Colombia. la verdad, no es extraído –re-
fines de los sacrificios realiza- cordemos que la antropología
dos por Nelson Mandela y los autoproclaman “víctimas”, en un es un disciplina extractiva–, sino
líderes del Congreso Nacional verdadero “acto de escapismo”, en que es la base sobre la que se fun-
Africano. Pero a medida que esto todo el sentido Haudini del térmi- damenta todo este encuentro pe-
sucede, paradójicamente, la mis- no, para deslizarse sospechosamen- dagógico, esta fenomenología del
ma narración histórica se fragmen- te en el tobogán de la llamada otro, en lo peripatético. Aquí la
ta, se hace más compleja y, por transición y su economía política. palabra es el evento en tanto tal.
supuesto, menos canónica. Y es en
estos planos de clivaje donde ad- Desde esta y otras esquinas se di- En estos encuentros no hay inte-
quiere un valor particular, ya que visa el recuerdo como cuando el rés en diseccionar la alteridad del
el sujeto enfrenta sus propias con- océano se observa desde la punta otro. El universo discursivo que

CASTILLEJO-CUÉLLAR, A.: DE LA NOSTALGIA, LA VIOLENCIA Y LA PALABRA: TRES VIÑETAS ETNOGRÁFICAS SOBRE EL RECUERDO N ÓMADAS 17
Mandla construye sencillamente nuinamente antropológico, donde del confinamiento solitario. Desde
tiene en el escucha, un testigo de “el 'otro’ (como dijera el filósofo la luz, la oscuridad se hace más os-
segundo orden, un efecto desfa- Levinas) es un destello de posibili- cura, más intensa, confundiéndose
miliarizador, incluso perturbador. dades”. Con esto, Mandla trata de incluso con la ceguera, o quizás, vi-
Quien escucha está forzado de al- desterrar y deconstruir a Cronje, en ceversa. Sin embargo, desde esta
guna manera a interpelar, incluso su elemental patetismo, para poder encrucijada se vislumbran tenue-
en silencio, lo que él dice. Un volver él mismo. Estos “itinerarios de mente los pasos que nos han traído
desencuentro en ese instante, sentido”, como les denominé en un hasta aquí, hasta este punto de no
una mirada de indiferencia téc- momento crucial de pérdida exis- retorno, crítico, en el sentido clási-
nica y lo único que emerge es el tencial durante los años de trabajo co del término. Estos itinerarios son,
fracaso, quizás mi fracaso, para de campo, y haciendo referencia a en alguna medida, fragmentos de esa
entender el dolor de otros. Es por la textura semántica y a la genealo- teleología personal que busca recons-
eso que en ese ámbito, en el uni- gía de la frase, plantean, por un lado, tituir lo disperso, lo fracturado, lo des-
verso que se construye por unas el problema de los recorridos que los plazado. Pero, entonces, ¿no es la vida,
cuantas horas, la relación entre el seres humanos realizan para articu- desde cierto punto de vista, una su-
escucha y el testimoniante es ínti- lar sentido en el mundo de cara a la cesión de puntos de no retorno que
ma. Mandla, no sólo le abre la calamidad y a la catástrofe. Itinera- disfrazamos con los ornamentos de la
puerta al otro para que indague, rios que emergen como articuladores certidumbre y el mito del eterno re-
ya que él es quien se convierte en entre el pasado y el presente, greso, devorando incluso, y sin que-
el hilo conductor del recorrido por moldeándose mutuamente y confi- rer, nuestras propias entrañas?
el espacio urbano, sino que lo hace gurando una gramática de la expe-
partícipe de este retorno. En este riencia en el que el “sacrificio”, el Finalmente, estos itinerarios
sentido, el espacio de interacción “dolor”, el “reconocimiento históri- involucran también, y fundamen-
e interlocución se hace más den- co” y el “retorno como posibilidad” talmente, la integralidad de los sen-
so en la medida que lo lleva del negocian –en el ámbito de lo social– tidos. Mandla recorre y menciona
espacio a la experiencia (notas de el significado de la vida en general. los lugares y las personas donde
campo, cuaderno tercero, 2003). En Sudáfrica, como en otros luga- habita el dolor, y las experiencias
res, el futuro se habla en el idioma visuales, táctiles y olfativas asocia-
La combinación de estos dife- del pasado. De ahí la nostalgia, una das con estos espacios. Sin embar-
rentes registros de la experiencia de las formas como nos relacionamos go, esta sensorialidad, la experiencia
con los que “el escucha” interactúa con la ausencia. de lo que denominamos las cuali-
en relación con los territorios que dades de lo bello o lo grotesco, de
recorre, tiene el efecto de crear un Por otro lado, hay varias direccio- lo agradable y lo repugnante, por
espacio de interlocución dinámica, nalidades en estos itinerarios. No ejemplo, emergen no de una expe-
de relativa intimidad, de cercanía solamente geográficas, en la medi- riencia trascendental sino de la
cognitiva, o lo que llamo “re-cali- da en que el recorrido nos lleva de economía política de dicha expe-
bración”: un momento de reconoci- un lugar a otro en la ciudad, de los riencia, una experiencia situada
miento histórico que permite que “la suburbios a los guetos, a través de entre la contingencia y el determi-
mirada” y el orden del mundo una paulatina inmersión histórica, nismo del poder, entre la domina-
perceptual sobre el que descansa, sino que, por razones generacionales ción cotidiana y las posibilidades de
logre encontrar “lo mismo” en lo que (Mandla tenía quince años cuando la resistencia.
aparentemente es “lo otro”, uno de fue guerrillero), es un trasegar por
los rostros, como escribió Freud, de una época: la década del ochenta,
lo unheimlich: la palabra, hecha “cor- los “años difíciles” y “oscuros”, a los Epílogo
pórea” en el ejercicio de deambular cuales no todos sobrevivieron. Ca-
y re-habitar, en eternos instantes, los minar esa década es como ver des- Cuando Mandla se sentaba a
espacios familiares y a la vez ajenos, de la entrada la profundidad oscura vislumbrar el recorrido de alguno de
se convierte, al mismo tiempo, en un y silenciosa de la celda donde se aquellos días, en una tienda donde
lugar de lo pedagógico, como lo ge- recluyó al individuo en el universo la dueña lo conocía desde la infan-

18 N ÓMADAS NO. 29. OCTUBRE 2008. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA


cia, parecía percibirse –entre ráfa- memoria y violencia en el contexto de
gas de aire tibio, silencio y cielo organizaciones de sobrevivientes y Bibliografía
excombatientes del Congreso Nacional
terrenalmente azul– que la lira ha- Africano en Sudáfrica. Estoy en deuda
con el Solomon Asch Center for CASTILLEJO-CUÉLLAR, Alejandro, 2003,
bía por fin dejado de vibrar, que ha- “Notas de Campo, Botsuana”, en: cua-
Ethnopolicical Conflict, la Fundación
bía vuelto “al punto de equilibrio Mellon, la New School for Social derno segundo, inédito.
axial”. Sin embargo, la última vez Research, la Fundación Wenner-Gren, ________, 2003, “Notas de Campo, Ciudad
que supe de él me contaron que es- la British Academy y la University of del Cabo”, en: cuaderno tercero, inédito.
London, la Comisión Fulbright, el Direct
taba en la cárcel, debido a un pro- Action Center for Peace and Memory y ________, 2007, “The Courage of Despair.
blema que tuvo con una pistola. No el Instituto Colombiano para el Desa- Fragments of an Intellectual Project”, en:
era claro si era por no reportarla rrollo de la Ciencia y la Técnica, por su Roy Eidelson (ed.), Peacemakers 101:
ayuda financiera en momentos cruciales Confronting Careers with Conflict, Philadel-
durante el periodo de desmovili- phia, University of Pennsylvania Press.
de esta investigación.
zación (siendo encontrada en su
2 Algunos de estos conceptos los he desa- ________, 2008, Los archivos del dolor: ensayos
poder por la policía en alguna reda- rrollado en los siguientes textos: Los ar- sobre la violencia y el recuerdo colectivo en
da callejera), o si, por el contrario, chivos del dolor: ensayos sobre la violencia la Sudáfrica contemporánea, Bogotá, Uni-
la había usado contra alguien: final- y el recuerdo colectivo en la Sudáfrica con- versidad de los Andes, (en prensa).
temporánea, Bogotá, Universidad de los
mente la guerra arrastra enemigos ________, “Knowledge, Experience and
Andes, 2008 (en prensa); “The Courage
hasta la tumba, cuando sus efluvios of Despair. Fragments of an Intellectual South Africa’s Scenarios of Forgiveness”,
en: Radical History Review, No. 97,
y emanaciones nos hacen indefecti- Project”, en: Roy Eidelson (ed), Peace-
winter.
blemente habitantes del mundo de makers 101: Confronting Careers with
Conflict, Philadelphia: University of ________, “Unraveling Silence: Violence,
los muertos. Pennsylvania Press, pp. 231-331, 2007; Memory and the Limits of Anthro-
“Knowledge, Experience and South pology’s Craft”, en: Dialectical Anthro-
En todo caso, en ese instante, Africa’s Scenarios of Forgiveness”, en: pology, No. 29.
Radical History Review No. 97, winter,
pensé en el carácter histórico de al- pp. 1-32; “Unraveling Silence: Violence, CAVELL, Stanley, 2006, “The Wittgens-
gunas calamidades y las condicio- Memory and the Limits of Anthro- tienian Event”, en: Alice Crary and
nes materiales que las determinan, pology’s Craft”, en: Dialectical Anthro- Sanford Sheih (eds.), Reading Cavell,
pology, No. 29, pp. 1-22. Londres/Nueva York, Routledge.
en la manera en que algunas per-
sonas son forzadas a habitar exilios 3 Sobre el tema de la ambivalencia de la COMOTTI, Giovanni, 1999, La música en
idea de retorno puede consultarse a la cultura griega y romana, Madrid, Turner
una y otra vez, como cuando, re- Stanley Rosen, The Elusivness of the Libros.
cordando el poema de Mandla, se Ordinary: Studies in the Possibility of
HODGKISS, Philip, 2001, The Making of the
está extraviado en medio de la in- Philosophy, New Heaven y Londres, Yale
Modern Mind: The Surfacing of Conscious-
timidad de lo familiar o se siente University Press, 2002; Philip Hodgkiss,
The Making of the Modern Mind: The ness in Social Thought, Londres/Nueva
augusto en la interminable extra- Surfacing of Consciousness in Social York, The Athlone Press.
ñeza del mundo (Royle, 2003). Me Thought, Londres y Nueva York, The MARTIN, Emile, 1953, Trois Documents de
pregunté entonces, ¿es a esta im- Athlone Press, 2001. Musique Grecque: Transcriptions Com-
posibilidad de reconciliar estos mentées de Deuxième Hymne Delphique à
Apollon, Épitaphe de Sikilos (II s. après J.
mundos, a su conciencia, lo que
C.) et Fragment d’un Chœur d’Euripide.
llamamos “retorno”? Y ¿no es la Études et Commentaires, París, Librairie C.
“nostalgia”, una manera de relacio- Klincksieck.
narnos con la ausencia, el lugar PANIAGUA, Gregorio, 1979, Notas para
histórico de esa imposibilidad?3 Musique de la Grèce Antique, Atrium
Musicae, Madrid, Arles/Armonía Mundi.
ROYLE, Nicholas, 2003, The Uncanny,
Manchester, Manchester University Press.
Citas SMITH, Paul, 1988, “Discerning the
Subject”, en: Theory and History of
Literature, Vol. 55, Minneapolis, Univer-
1 Todos los extractos aquí presentados son
sity of Minnesota Press.
extraídos de mis diarios de campo y en-
trevistas realizadas entre el 2001 y el 2004 STEINER, George, 1988, After Babel: Aspects
en Sudáfrica y Botsuana. Hacen parte de of Language and Translation, Oxford,
una investigación más amplia sobre Oxford University Press.

CASTILLEJO-CUÉLLAR, A.: DE LA NOSTALGIA, LA VIOLENCIA Y LA PALABRA: TRES VIÑETAS ETNOGRÁFICAS SOBRE EL RECUERDO N ÓMADAS 19

Vous aimerez peut-être aussi