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Revista Libertas XIII: 44 (Mayo 2006)

Instituto Universitario ESEADE


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POLÍTICA, DEMOCRACIA Y RELIGIÓN


EN TOCQUEVILLE

Diego M. Serrano Redonnet *


TPF

“… que faire d´un peuple maître de lui-même,


s´il n´est pas soumis a Dieu?”
Alexis de Tocqueville

1. Introducción
Es una opinión extendida, y no por eso correcta, consi-
derar al liberalismo del siglo XIX como una corriente
antirreligiosa o, al menos, irreligiosa. Como toda gene-
ralización, peca en la osadía de atribuir tal calificación
a un movimiento tan amplio y de tan variados matices
como el liberalismo. Es más, tal aseveración contradice
abiertamente los escritos de muchos de los representan-
tes más destacados del liberalismo decimonónico como,
por ejemplo, Constant, Lord Acton y Tocqueville.
*
Diego Serrano Redonnet es Abogado (UCA) y Master en Dere-
TP PT

cho (Universidad de Harvard).

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Estos dos últimos 1 , en particular, por su credo cató-


TPF FPT

lico, suscitan particular interés ya que el catolicismo


puede percibirse —en el marco de las ideas del siglo
XIX— como enfrentado directa e irreconciliablemente
con el liberalismo. No cabe duda que ambos son pen-
sadores auténticamente liberales 2 y, al mismo tiempo,
TPF FPT

católicos 3 . Ambos son contemporáneos y se conocieron


TPF FPT

1
TPPodríamos ampliar la lista con muchos otros nombres como, por
PT

ejemplo, los representantes del liberalismo católico francés: La-


cordaire, el conde Montalembert, Dupanloup, el conde Falloux y
Lamennais.
2
TPUn autor de la talla de H. J. Laski consideraba a Lord Acton y a
PT

Tocqueville como “the essential liberals of the nineteenth century”


(“Alexis de Tocqueville and Democracy”, en The Social and Po-
litical Ideas of Some Representative Thinkers of the Victorian Age,
ed. F.J.C. Hearnshaw, Londres, 1933, p. 100). Para una reseña de
la discusión académica acerca de la clase de liberalismo que Toc-
queville encarna, puede verse Sheldon S. Wolin, Tocqueville Bet-
ween Two Worlds: The Making of a Political and Theoretical Life,
Princeton University Press, Princeton-Oxford, 2003, p. 3.
3
TPHa habido discusiones académicas sobre el catolicismo de Toc-
PT

queville. Según algunos, nuestro autor había perdido la fe en su


adolescencia a través de la lectura de los philosophes del Siglo de
las Luces y —pese al tinte espiritualista y providencialista de su
pensamiento— nunca la había plenamente recuperado. Otros, en
cambio, destacan la influencia del abbé Lesueur y de las lecturas
de Pascal en su formación espiritual e indican que permaneció fiel
a su fe católica durante toda su vida. Existen testimonios que
prueban que murió en plena comunión con la Iglesia y asistido con
los sacramentos, aunque no han faltado quienes han sostenido que
ello se debió a sus deseos de complacer a su mujer más que a su
genuina voluntad. Véase, entre otros, Jean-Louis Benoît, “Foi,
providence et religion chez Tocqueville”, en Actes du Colloque:
L´actualité de Tocqueville, Cahiers de philosophie politique et
juridique, N°19, 1991, Centre de Publications de l´Université de
Caen, reseñado en

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entre sí. La obra de Tocqueville despertó, incluso, la


enorme admiración de Lord Acton, llevándolo a expre-
sar: “For Tocqueville was a Liberal of the purest breed
—Liberal and nothing else, deeply suspicious of de-
mocracy and its kindred, equality, centralisation and
utilitarianism” 4 . Hayek, en el siglo XX, propuso inclu-
TPF FPT

so denominar a la Sociedad Mont Pelerin, baluarte del


neo-liberalismo, como Sociedad Acton-Tocqueville, en
honor de ambos 5 . TPF FPT

www.ifrance.com/tocqueville/Bibliographie/benoit.html, y John
Lukacs, “Alexis de Tocqueville: A Historical Appreciation”, en
Literature of Liberty, vol. V, N°1, 1982, Cato Institute/Institute for
Humane Studies, reproducido en
http://oll.libertyfund.org/Essays/Bibliographical/Lukacs0311/Tocq
ueville.html.
4
TPLectures on the French Revolution, editadas por John N. Figgis
PT

and Reginald V. Laurence, MacMillan and Co. Ltd., St Martin´s


Street, Londres, 1910, p. 357.
5
TPTomo el dato de Michael Novak, quien explica: “Hayek himself
PT

sought reconciliation between his own thought, which he called


`liberal thought´ and religious thought. For example, he proposed
naming the Mont Pelerin Society for two Catholic thinkers, under
the name `The Acton-Tocqueville Society´ and in his opening ad-
dress to its first meeting expressed the view that unless the breach
between `true liberal and religious convictions´ could be healed
there was `no hope for a revival of liberal forces´” (Friedrich
Hayek, “Opening Address to a Conference at Mont Pelerin”, en
Studies in Philosophy, Politics and Economics, Londres,
Routledge & Kegan Paul, 1967, p. 155, citado por Michael Novak,
The Catholic Ethic and the Spirit of Capitalism, The Free Press,
1993, p. 65). Resulta interesante destacar que el Cardenal Ratzin-
ger (ahora Papa Benedicto XVI) se ha proclamado un seguidor del
pensamiento de Tocqueville con motivo de su incorporación a la
Academia de Ciencias Sociales y Políticas del Instituto de Francia
en 1992. Cf. Samuel Gregg, “A Tocquevillian in the Vatican”, en
http://www.acton.org/ppolicy/comment/article.php?id=309.

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Resulta interesante, entonces, detenerse en este tra-


bajo en el pensamiento de Tocqueville sobre la política,
la democracia y la religión para intentar comprender las
claves de su rica indagación sociológica y teórica sobre
el tema.
Tocqueville, como sabemos, otorga —al decir de
Aron— la primacía al “hecho democrático” en el análi-
sis de la realidad social 6 . Es el primer pensador de la
TPF FPT

“era democrática”. Por democracia, nuestro autor en-


tiende tanto a un tipo de sociedad —la democrática,
caracterizada por la igualdad de las condiciones— co-
mo a una forma de gobierno 7 . TPF FPT

De modo liminar, podemos decir que para él la reli-


gión (y, en particular, la católica) y la democracia no
eran incompatibles. Tampoco le parecían inconciliables
el cristianismo y el liberalismo. Bien dice Jean-Jacques
Chevalier que nuestro autor “tenía una fe política, la
libertad, al mismo tiempo que una fe religiosa, el cris-
tianismo, y estas dos fes, que no habría podido separar,
no formaban más que una en su corazón” 8 . TPF FPT

6
TPRaymond Aron, Les étapes de la pensée sociologique, Gallimard,
PT

París, 1967, p. 223.


7
TPVéase, por ejemplo, Jean-Claude Lamberti, “Tocqueville”, en
PT

Nouvelle histoire des idées politiques, bajo la dirección de Pascal


Ory, Hachette, París, 1987, p. 217.
8
TPJean-Jacques Chevalier, Los grandes textos políticos desde Ma-
PT

quiavelo hasta nuestros días, Aguilar, Madrid, 1972, p. 239. Algo


parecido señala Aron cuando dice: “Tocqueville est un libéral qui
aurait voulu que les démocrates reconussent la solidarité néces-
saire entre des institutions libres et des croyances religieuses” (op.
cit., p. 235). Incluso Chevalier cita una carta de Tocqueville a un
amigo que expresa: “Uno de mis sueños, el principal al entrar en
la vida política, era trabajar por conciliar el espíritu liberal y el
espíritu religioso, la sociedad nueva y la Iglesia” (op. cit., p. 255).
Wolin cita otra carta en la que nuestro autor afirma que busca

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Recorreremos en el presente trabajo las principales


obras de nuestro autor para iluminar su pensamiento
sobre la política y la religión y, en especial, sobre la
democracia y el catolicismo. Pasaremos revista, así,
tanto a La démocratie en Amérique 9 como a L´Ancien TPF FPT

Régime et la Révolution 10 . En la primera, como lo ha


TPF FPT

señalado Aron, el interrogante fundamental es: ¿porqué


en Estados Unidos la sociedad democrática es también
liberal? 11 En la segunda, vuelve la mirada hacia Fran-
TPF FPT

cia y se cuestiona porqué a su país le ha sido tan difícil


preservar, en su evolución hacia la democracia, un ré-
gimen político de libertad En ambas aflora, de esta
manera, el eje central de la tradición política liberal:
¿cómo limitar al poder, incluso al de origen democráti-
co, para preservar la libertad?
Con motivo de ambos interrogantes, Tocqueville
considera a la religión, como el mismo lo dice, “sous un
point de vue purement humain” 12 en sus intrincadas yTPF FPT

—a menudo conflictivas— relaciones con la política y


la democracia. Su pensamiento puede esclarecer, inclu-

reconciliar a los que “valoran la moral, la religión y el orden” con


aquellos que “aman la libertad y la igualdad ante la ley” (op. cit.,
p. 326).
9
TP Utilizaremos la edición de De la démocratie en Amérique, con
PT

prefacio de André Jardin, Gallimard, Paris, 1986, en dos volúme-


nes correspondientes a la primera y segunda parte de la obra. Las
referencias se indicaran como “DA I”, para la primera parte, y
“DA II”, para la segunda, con indicación del número de página
respectivo.
10
TP Nuestras referencias se harán a la edición de L´Ancien Régime et
PT

la Révolution, preparada por J.P. Mayer, Gallimard, Paris, 1987.


La citaremos como “AR”, indicando solo el número de página
correspondiente.
11
TP Raymond Aron, op. cit., p. 224.
PT

12
TP DA I, p. 439.
PT

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so hoy, el futuro de nuestras democracias en este terre-


no, así como alertar sobre los peligros a evitar en el
desarrollo venidero de las instituciones y las costum-
bres 13 . TPF FPT

2. La religión en la primera parte de La démocratie


en Amérique

La primera parte de la obra más famosa de Tocqueville,


publicada en 1835, tiene un propósito conocido: expli-
car el funcionamiento de la democracia en los Estados
Unidos. En efecto, como señala André Jardin, Europa
no tenía noticia de ejemplos de república más que en
pequeños estados como los cantones suizos y era opi-
nión común en la época que el régimen democrático no
podía prosperar en países de gran extensión territo-
rial 14 . Era necesario revelar al mundo cuáles eran las
TPF FPT

instituciones de una democracia moderna, próspera y de


gran territorio. Era menester comprender, además, al
país que había sabido conciliar sabiamente la democra-
cia y la libertad.
Si bien la religión entre los norteamericanos es uno
de los primeros aspectos que impactan a Tocqueville en
su viaje 15 , la consideración específica del tema irrumpe
TPF FPT

13
TP Con razón pudo decir André Jardin: “Tocqueville, observant
PT

l´enfance des démocraties modernes, y avait diagnostiqué les ger-


mes de maux qui se sont développés avec leur croissance” (DA I,
p. 8).
14
TP Prefacio de André Jardin, en DA I, p. 9.
PT

15
TP Lo reconoce al decir: “A mon arrivée aux Etats-Unis, ce fut
PT

l´aspect religieux du pays qui frappa d´abord mes regards” (DA I,


p. 437). En su diario de viaje escribió —a poco de llegar a Nor-
teamérica— lo siguiente: “Point de départ excellente: mélange
intime de la religion et de l´esprit de liberté” (citado por Jean-

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claramente en la obra cuando nuestro autor se pregunta


sobre las causas que tienden al mantenimiento de la
república democrática en los Estados Unidos. Responde
que, sobre todo, son “des habitudes et des moeurs” los
que hacen posible la conciliación de la igualdad y la
libertad en la democracia americana.
Tocqueville explica claramente que utiliza
“l´expression de mœurs dans le sens qu´attachaient les
anciens au mot mores; non seulement je l´applique aux
mœurs proprement dites, qu´on pourrait appeler les
habitudes du cœur, mais aux différentes notions que
possèdent les hommes, aux diverses opinions qui ont
cours au milieu d´eux, et á l´ensemble des idées dont se
forment les habitudes de l´esprit” 16 . En definitiva, con-
TPF FPT

cluye que entiende por mœurs: “tout l´état moral et


intellectuel d´un peuple” 17 .TPF FPT

En dicho marco conceptual comienza nuestro autor a


analizar la influencia de la religión en el mantenimiento
de la democracia americana. En la primera parte de la
Démocratie, Tocqueville incluye a la religión entre las
costumbres y le atribuye una notable influencia sobre la
política. Seguiremos su derrotero expositivo.
Remontándose a los orígenes históricos de la in-
fluencia de la religión en la formación institucional
americana, enseña Tocqueville que: “La plus grande

Claude Lamberti, en op. cit., p. 216). Cabe destacar que Tocquevi-


lle visita los Estados Unidos cuando aún se hallaba viva la eferves-
cencia religiosa desatada por el llamado Second Great Awakening
que tanta influencia tuvo en la historia religiosa americana. Al
respecto, puede verse Justo L. Gonzalez, The Story of Christianity,
Volume 2: The Reformation to the Present Day, Harper San Fran-
cisco, New York, 1985, pp. 244-246.
16
TP DA I, p. 426.
PT

17
TP Ibíd.
PT

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partie de l´Amérique anglaise a été peuplée par des


hommes qui, après s´être soustraits a l´autorité du pa-
pe, ne s´étaient soumis à aucune suprématie religieuse;
ils apportaient donc dans le nouveau monde un chris-
tianisme que je ne saurais mieux peindre qu´en
l´appelant démocratique et républicain: ceci favorisera
singulièrement l´établissement de la république et de la
démocratie dans les affaires. Dès le principe, la politi-
que et la religion se trouvèrent d´accord, et depuis elles
n´ont point cessé de l´être” 18 . TPF FPT

Esta influencia de la religión sobre las instituciones


americanas no se limita a los orígenes protestantes puri-
tanos del nacimiento de las trece colonias que luego se
convertirán en los Estados Unidos. Si bien es cierta la
importancia del puritanismo en el nacimiento de la de-
mocracia americana 19 , nuestro autor señala también la
TPF FPT

relevancia del catolicismo que ya se había diseminado


fuertemente en los Estados de la Unión por obra de los
inmigrantes irlandeses 20 . Refiriéndose a ellos, Tocque-
TPF FPT

18
TP DA I, p. 427.
PT

19
TP Conforme a Sartori, la experiencia puritana radica esencialmente
PT

en que alentaron la despolitización de la sociedad por medio de la


ruptura de los vínculos entre Dios y el César, transfiriendo el cen-
tro de gravedad de la vida humana a las asociaciones voluntarias
independientes del Estado. Sin embargo, el profesor italiano señala
que no puede decirse “que el puritanismo fuera el factor decisivo y
principal de la Weltanschauung democrático-liberal” y que “su
contribución se ha exagerado”. Véase Giovanni Sartori, Teoría de
la democracia: 2. Los problemas clásicos, Ed. Rei Argentina,
Buenos Aires, 1990, pp. 361-362 con cita de bibliografía sobre el
interesante debate acerca de los orígenes puritanos de la democra-
cia americana.
20
TP Aunque el catolicismo está presente desde los primeros momen-
PT

tos de la historia americana con la colonia de Maryland. Al re-


specto, puede verse Paul Johnson, A History of the American Peo-

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ville indica: “Ces catholiques montrent une grande


fidélité dans les pratiques de leur culte, et sont pleins
d´ardeur et de zèle pour leur croyances; cependant ils
forment la classe la plus républicaine et la plus démo-
cratique qui soit aux Etats-Unis” 21 . Es más, nuestro
TPF FPT

autor se inclina por considerar al catolicismo más de-


mocrático que otras confesiones cristianas y, de ningún
modo, un enemigo natural de la democracia 22 , como el TPF FPT

ple, Harper Perennial, New York, 1999, pp. 55-61. Es interesante


señalar que la situación y rápido desarrollo del catolicismo nor-
teamericano motivó el elogio y satisfacción de la Santa Sede, co-
mo puede verse en la epístola Loginqua Oceani de León XIII de
fecha 6 de enero de 1895 (para su texto, véase Doctrina Pontificia,
Tomo III: Documentos Sociales, 2da edición, B.A.C., Madrid,
1964, pp. 325-344). En dicha carta pastoral el Pontífice reconoce
que a la promisoria situación de la Iglesia estadounidense “… han
contribuido, además, eficazmente, hay que confesarlo como es, la
equidad de las leyes en que América vive y las costumbres de una
sociedad bien constituida. Pues, sin oposición por parte de la
Constitución del Estado, sin impedimento alguno por parte de la
ley, defendida contra la violencia por el derecho común y por la
justicia de los tribunales, le ha sido dada a [dicha] Iglesia una
facultad de vivir segura y desenvolverse sin obstáculos” (ibíd., p.
330). No obstante, a tono con la doctrina católica mayoritaria hasta
el Concilio Vaticano II, León XIII advierte que: “… aún siendo
todo esto verdad, se evitará creeer erróneamente, como alguno
podría hacerlo partiendo de ello, que el modelo ideal de la situa-
ción de la Iglesia hubiera de buscarse en Norteamérica o que
universalmente es lícito o conveniente que lo político y lo religioso
estén disociados y separados, al estilo norteamericano” (ibíd., p.
330).
21
TP DA I, p. 427.
PT

22
TP “Je pense qu´on a tort de regarder la religion catholique comme
PT

un ennemi naturel de la démocratie. Parmi les différentes doctri-


nes chrétiennes, le catholicisme me paraît au contraire l´une des
plus favorables à l´égalité des conditions” (DA I, p. 427). Más
adelante, comparando al catolicismo con el protestantismo, afirma

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tradicionalismo monárquico europeo del siglo XIX lo


consideraría.
Tocqueville esboza una serie de razones para fun-
damentar el mayor democratismo del catolicismo, entre
las cuales destaca que este credo “aime à confondre
toutes les classes de la société au pied du même autel,
commes elles sont confondues aux yeux de Dieu” 23 . No TPF FPT

obstante, se pregunta nuestro autor, ¿cómo puede ser


que en Francia el catolicismo se aliara con la aristocra-
cia? Y ¿cómo —al mismo tiempo— la misma fe con-
tribuyera a la democracia en los Estados Unidos?
Ensaya aquí nuestro autor una explicación socioló-
gica interesante. En Francia 24 , nos dice:
TPF FPT

“Souvent il est arrivé que le prêtre catholique est


sorti du sanctuaire pour pénétrer comme une
puissance dans la société, et qu´il est venu s´y as-
seoir au milieu de la hiérarchie sociale; quelque-
fois alors il a usé de son influence religieuse pour
assurer la durée d´un ordre politique dont il fai-
sait partie: alors aussi on a pu voir des catholi-
ques partisans de l´aristocracie par esprit de re-
ligion. Mais une fois que les prêtres son écartés
ou s´écartent du gouvernement, comme ils le font
aux Etats-Unis, il n´y a pas d´hommes qui, par
leur croyances, soient plus disposés que les cat-

que este último “porte les hommes bien moins vers l´égalité que
vers l´indépendance” (DA I, p. 428).
23
TP DA I, p. 428.
PT

24
TP Nuestro autor habla en términos generales, sin una referencia
PT

directa a Francia, pero parece claro que es su patria en la que pien-


sa, sin perjuicio de que su explicación pueda aplicarse a otras na-
ciones europeas aristocráticas de la época, donde los ecos de la
Santa Alianza aún resonaban.

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holiques à transporter dans le monde politique


l´idée de l´égalité des conditions” 25 .
TPF FPT

En cambio, en Estados Unidos, nos informa:


“La plupart des catholiques son pauvres, et ils
ont besoin que tous les citoyens gouvernent pour
arriver eux-mêmes au gouvernement. Les cat-
holiques sont en minorité, et ils ont besoin qu´on
respecte tous les droits por être assurés du libre
exercise des leurs. Ces deux causes les poussent,
à leur insu même, vers des doctrines politiques
qu´ils adopteraient peut-être avec moins d´ardeur
s´ils étaient riches et predominants” 26 . TPF FPT

El hecho de encontrarse los católicos en “minoría” fren-


te a otras confesiones —asevera nuestro autor—llevó a
los católicos americanos a ser más defensores de la
libertad y de los derechos constitucionales. Algo pare-
cido ocurre con Lord Acton, que reflexionó sobre la
política y la religión desde su posición de integrante de
la “minoría” católica en la “anglicana” Inglaterra victo-
riana de entonces, y no —como acaece con otros pen-
sadores católicos tradicionalistas del siglo XIX— desde
la posición triunfalista del catolicismo como “mayoría”
o como religión de un Estado “confesional” que unía al
trono y al altar en un matrimonio de conveniencia de
funestas consecuencias para la política y la religión.

25
TP DA I, p. 428.
PT

26
TP Ibíd. Cabe destacar que la mayoría de católicos existente en
PT

Estados Unidos en esa época eran inmigrantes irlandeses muy


pobres, ya que se habían visto obligados a emigrar de su país natal
por la hambruna provocada por el fracaso de la cosecha de papa.

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Además, del pensamiento de nuestro autor se des-


prende que, en Estados Unidos, la feliz unión entre el
espíritu religioso y el espíritu liberal de los inmigrantes
puritanos había favorecido una democracia duradera.
En Francia, en cambio, el conflicto entre la Iglesia y el
espíritu moderno —encarnado en la Revolución—
habría impedido la convergencia entre la religión y las
instituciones políticas democráticas y liberales 27 . Nues-
TPF FPT

tro autor retomará este tema, como veremos más ade-


lante, en L´Ancien Régime et la Révolution.
En cualquier caso, concluye Tocqueville, tanto cató-
licos como otras confesiones cristianas, más allá de sus
diferencias, se muestran en los Estados Unidos favora-
bles a las instituciones democráticas y republicanas.
Pero, se pregunta nuestro autor, ¿de qué modo influ-
ye la religión sobre la sociedad política en los Estados
Unidos?
Lo hace “indirectamente”, nos responde, revelándo-
se como el gran sociólogo que Aron descubrió en él. Lo
hace dirigiendo las costumbres: “[la religion] dirige les
mœurs, et c´est en réglant la famille qu´elle travaille à
régler l´Etat” 28 . Tocqueville destaca el papel de la mu-
TPF FPT

jer y de la familia en la propagación de la religión y la


consecuente severidad en las costumbres morales. Con-
trapone —en una imagen algo idílica de los hogares

27
TP La evidencia histórica indica que, en general y salvo excepcio-
PT

nes, las regiones mayoritariamente católicas de Europa fueron más


lentas que aquellas mayoritariamente protestantes en aceptar la
democracia. Samuel Huntington ha señalado, con acierto, que la
llamada “tercer ola de democratización” llegó a España, Portugal y
muchos países de América Latina entre los años ´70 y los ´90.
28
TP DA I, p. 431.
PT

92
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estadounidenses— esa situación a los desórdenes con-


yugales y domésticos de Europa 29 . TPF FPT

Aún hoy, a poco menos de dos siglos de la visita de


Tocqueville, los Estados Unidos siguen siendo un país
profundamente religioso. Según la revista británica The
Economist, es el país rico más religioso del mundo.
Mientras en Europa la religiosidad de la población ha
decaído, en Estados Unidos ha aumentado en la segun-
da mitad del siglo XX. Según encuestas recientes, el
80% de la población adulta manifiesta creer en Dios y,
además, el 58% piensa que si no se cree en Dios no se
puede ser moral 30 . La acentuada religiosidad de los
TPF FPT

norteamericanos es una de las características del llama-


do “American exceptionalism” 31 . TPF FPT

Mientras las instituciones de los Estados Unidos


permiten al pueblo americano una amplia libertad fren-
te a la ley, “la religion l´empêche de tout concevoir et
lui défend de tout oser” 32 . Por consiguiente, concluye
TPF FPT

nuestro autor que: “La religion, qui, chez les Améri-


cains, ne se mêle jamais directement au gouvernement
de la société, doit donc être considerée comme la pre-
mière de leurs institutions politiques” 33 . TPF FPT

29
TP Se ha señalado la insistencia de nuestro autor en concentrar la
PT

virtud en la mujer americana y su ámbito doméstico. Véase, sobre


el tema, Sheldon S. Wolin, op. cit., pp. 330-334.
30
TP Véase “A Survey of America”, en The Economist, 8 de noviem-
PT

bre de 2003, pp. 9-12.


31
TP Expresión que se popularizó a través del conocido libro del
PT

sociólogo Seymour Martin Lipset que lleva ese título, publicado en


1995.
32
TP DA I, p. 433.
PT

33
TP Ibíd. Ninguna prueba contemporánea más acabada de la influen-
PT

cia de la religión en la política norteamericana que la reciente


incidencia de los valores religiosos en la re-elección de George W.

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Más adelante, se interroga: “Je ne sais si tous les


Américains ont foi dans leur religion, car qui peut lire
au fond des cœurs? Mais je suis sûr qu´ils la croient
nécessaire au maintien des institutions républicai-
nes” 34 . Es más, nos dice, los estadounidenses no pue-
TPF FPT

den concebir el cristianismo sin la libertad 35 . TPF FPT

Finalmente, nos deja un párrafo memorable: “C´est


le despotisme qui peut se passer de la foi, mais non la
liberté. La religion est beaucoup plus nécessaire dans
… les républiques démocratiques … Comment la socié-
té pourrait-elle manquer de périr si, tandis que le lien
politique se relâche, le lien moral ne se resserrait pas?
et que faire d´un peuple maître de lui-même, s´il n´est
pas soumis à Dieu?” 36 . Vaticina así la alianza necesa-
TPF FPT

ria de la democracia y la religión para que la democra-

Bush. Véase “The Triumph of the Religious Right”, en The Eco-


nomist, 13 de noviembre de 2004, pp. 29-31, con una detallada
estadística sociólogica del componente religioso del voto america-
no en las elecciones presidenciales del 2004. A raíz de su derrota,
el propio Partido Demócrata ha modificado su discurso para acer-
carse a los creyentes y cerrar el llamado “God gap” que distanció
al partido de los sectores religiosos de la población. Véase, al res-
pecto, “Lexington: Sister Hillary”, en The Economist, 29 de enero
de 2005. Nada menos que Mario Vargas Llosa ha reconocido, en
un reciente artículo periodístico, que la religión es la “mayor pro-
tagonista de la vida política de los Estados Unidos en los albores
del tercer milenio” (“A Dios rogando”, en el diario La Nación del
7 de abril de 2005, p. 29).
34
TP DA I, p. 434.
PT

35
TP Comparando con la situación de su patria, nos dice: “J´avais vu
PT

parmi nous l ´esprit de religion et l´esprit de liberté marcher pres-


que toujours en sens contraire. Ici, je les retrouvais intimement
unis l´un a l´autre: ils régnaient ensemble sur le même sol” (DA I,
p. 437).
36
TP DA I, p. 436.
PT

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cia no perezca y adelanta una idea que no se explicará


plenamente hasta los desarrollos de la segunda parte de
la obra, que recién verán la luz cinco años más tarde.
Pero, nos podemos cuestionar junto a Tocqueville,
¿qué es lo que hace a la religión tan poderosa en la so-
ciedad americana? ¿Es acaso su cercanía al poder polí-
tico o su unión con el Estado?
Paradójicamente, la respuesta que nos da es negati-
va. Su indagación entre los sacerdotes católicos de la
Unión lo convence que es la separación entre la Iglesia
y el Estado la que vuelve poderosa la influencia que la
religión ejerce sobre las almas en aquel país. No deja de
ser novedoso para la época lo que advierte Tocqueville:
que, a medida que disminuye la directa fuerza política
de la religión, aumenta su poderío propiamente religio-
so sobre los espíritus y las costumbres 37 . O, como lo
TPF FPT

sintetiza un moderno sociólogo de la religión: “es nece-


sario alejarse del poder para ser más influyente” 38 . TPF FPT

Se sitúa así nuestro autor en el núcleo del que, para


Pierre Manent, es el principal problema político de la
modernidad: las relaciones polémicas entre la Iglesia y
la política, de las cuales nace el liberalismo moderno 39 . TPF FPT

Explica Tocqueville las razones que justifican la se-


paración entre la Iglesia y el Estado, tanto en beneficio
de éste como de áquella:

37
TP Nuestro autor lo expresa de modo diferente: “… comment il
PT

pouvait arriver qu´en diminuant la force apparente d´une religion,


on vint à augmenter sa puissance réelle …” (DA I, pp. 438-439).
38
TP Roberto Cipriani, Manual de Sociología de la Religión, Siglo
PT

XXI, Buenos Aires, 2004, p. 56.


39
TP Pierre Manent, Histoire intellectuelle du liberalisme. Dix leçons,
PT

Calmann-Lévy, 1987, pp. 17-30.

95
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“On a vu des religions intimement unies aux gou-


vernements de la terre, dominer en même temps
les âmes par la terreur et par la foi; mais lors-
qu´une religion contracte une semblable alliance,
je ne crains pas de le dire, elle agit comme pou-
rrait le faire un homme: elle sacrifie l´avenir en
vue du présent, et en obtenant une puissance qui
ne lui est point due, elle expose son légitime pou-
voir” 40 .
TPF FPT

Párrafos más adelante señala:

“En s´unissant aux différentes puissances politi-


ques, la religion ne saurait donc contracter
qu´une alliance onéreuse. Elle n´a pas besoin de
leur secours pour vivre, et en les servant elle peut
mourir” 41 . TPF FPT

Estos riesgos son aún peores en un estado democrático:

“A mesure qu´une nation prend un état social


démocratique, et qu´on voit les sociétés pencher
vers la république, il devient de plus en plus dan-
gereux d´unir la religion à l´autorité; car les
temps approchent oú la puissance va passer de
main en main, où les théories politiques se succé-

40
TP DA I, p. 439.
PT

41
TP PTDA I, pp. 440-441. Esos son los peligros que han afectado a
Europa, como lo reconoce nuestro autor: “En Europe, le christia-
nisme a permis qu´on l´unit intimement aux puissances de la terre.
Aujourd´hui ces puissances tombent, et il est comme enseveli sous
leurs débris. C´est un vivant qu´on a voulu attacher à des morts:
coupez les liens qui le retiennent, et il se reléve” (DA I, p. 445).

96
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deront, oú les hommes, les lois, les constitutions


elles-mêmes disparaîtront ou se modifieront cha-
que jour, et cela non durant un temps, mais sans
cesse” 42 .
TPF FPT

Zetterbaum sintetiza adecuadamente la posición de


nuestro autor cuando enseña:

“La defensa que hace Tocqueville de la utilidad


de la religión no lo mueve a pedir una religión
del Estado; por lo contrario, sus consideraciones
políticas lo hacen mostrar la necesidad de la se-
paración de la Iglesia y el Estado. Pero, en con-
traste con quienes desean separar ambos para
fortalecer el orden político mientras debilitan el
religioso, Tocqueville arguye que sólo por sepa-
ración se mantendrá la influencia religiosa lo
bastante fuerte para ejercer sus efectos benéficos
sobre la sociedad civil. El efecto saludable del
espíritu de la religión sobre la sociedad en las
épocas democráticas quedaría en peligro si la re-
ligión, por invadir el ámbito político, implantara
la sugestión de que sus principios estaban sujetos
a la determinación de la mayoría. Sólo depen-
diendo de la pasión natural por la religión que
hay en el hombre como tal, y evitando toda alian-
za con un partido o Estado en particular, puede
la religión seguir causando su efecto sobre los
hombres en épocas democráticas. La religión de-

42
TP PT DA I, p. 441

97
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be seguir siendo poderosa y, por tanto, separada,


para desempeñar su función política” 43 . TPF FPT

A modo de síntesis sobre las conclusiones que se des-


prenden de la primera parte de la obra comentada, nada
mejor que reproducir las palabras de Wolin sobre el
tema:

“Americans were depicted as being constrained


by an all-prevasive spiritual power without a sta-
te-controlled religion. … Institutionalized reli-
gions in America, Catholic as well as Protestant,
appeared to Tocqueville to have attained the ad-
vantages of premodern religious establishment
minus its disadvantages. They dispensed moral
influence without accumulating political power.
The representatives of American churches sup-
ported freedom yet remained committed to reli-
gion´s traditional role of defending order, which
in the modern age meant accepting the separation
of church and state and relinquishing any politi-
cal ambitions” 44 .
TPF FPT

3. La religión en la segunda parte de La démocratie


en Amérique

La segunda parte de la obra, publicada en 1840, cono-


ció un menor éxito que la primera. Sin embargo, es esta
segunda parte, sobre todo, la que ha ameritado que
43
TP Marvin Zetterbaum, “Alexis de Tocqueville”, en Leo Strauss y
PT

Joseph Cropsey (compiladores), Historia de la filosofía política,


Fondo de Cultura Económica, México, 1993, pp. 733-734.
44
TP Sheldon S. Wolin, op. cit., p. 237.
PT

98
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Aron haya colocado a nuestro autor entre los más gran-


des sociólogos de todos los tiempos ya que —
superando la gala de agudo observador de la sociedad
americana desarrollada en el primer volumen— elabora
aquí lo que Weber llamará el “tipo ideal”, es decir, una
noción sociológica alimentada por la realidad pero, al
mismo tiempo, tipificada 45 . Mientras el interés de Toc-
TPF FPT

queville en el primer volumen se concentra en América


más que en la democracia, en el segundo se vuelca
hacia la democracia más que hacia América. El propio
autor, en una carta a John Stuart Mill, señala su propó-
sito al publicar el segundo volumen:
“… partiendo de las nociones que me proporcio-
naba la sociedad americana y la francesa, he
querido pintar los rasgos generales de las socie-
dades democráticas, de las que no existe todavía
ningún modelo completo” 46 . TPF FPT

Analiza Tocqueville, en esta segunda parte, el impacto


que la democracia tiene sobre las ideas, los sentimien-
tos y las costumbres de los americanos. Luego de des-
tacar el espíritu pragmático, racionalista e individualista
de éstos, que los aleja del interés por lo extraordinario y
sobrenatural, recalca —sin embargo— “le christianis-
me a donc conservé un grand empire sur l´esprit des
Américains et […] il ne régne point seulement come
une philosophie qu´on adopte aprés examen, mais
comme une religion qu´on croit sans la discuter” 47 . La TPF FPT

independencia individual de pensamiento, propia de


45
TP Raymond Aron, op. cit., p. 251.
PT

46
TP Citada por J.P. Mayer en su prólogo a la selección de La demo-
PT

cracia en América publicada por Ediciones Orbis, 1985.


47
TP DA II, p. 17.
PT

99
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una democracia liberal, en consecuencia, se mueve de-


ntro del marco de ciertas creencias que son compartidas
por los miembros de la sociedad. Comentando este pun-
to, explica nuestro autor:
“Pour qu´il y ait société, et, à plus forte raison,
pour que cette société prospère, il faut donc que
tous les esprits des citoyens soient toujours ras-
semblés et tenus ensemble par quelques idées
principales” 48 . TPF FPT

La religión, para Tocqueville, es inherente a la natu-


raleza humana 49 . Coincide en esto con Constant. De-
TPF FPT

ntro de las creencias religiosas, Tocqueville asigna car-


dinal importancia a la fe en la inmortalidad del alma.
Tocqueville presenta a la inmortalidad como el eje de la
fe religiosa y cómo aquella doctrina teológica que más
hondamente afecta la conducta humana en la sociedad
política ya que, como veremos más adelante, conecta a
la perfección con la doctrina tocquevilleana del “interés
bien entendido”.
Varios son los beneficios que —desde el punto de
vista puramente humano y conforme al esbozo de filo-
sofía religiosa que hace nuestro autor en esta obra—
brinda la religión a la sociedad política.

48
TP PTDA II, p. 20.
49
TP PT“La religion n'est donc qu'une forme particulière de l'espérance,
et elle est aussi naturelle au cœur humain, que l'espérance elle-
même. C'est par une espèce d'aberration de l'intelligence, et à
l'aide d'une sorte de violence morale exercée sur leur propre na-
ture, que les hommes s'éloignent des croyances religieuses, une
pente invincible les y ramène. L'incrédulité est un accident; la foi
seule est l'état permanent de l'humanité » (DA I, p. 439).

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En primer término, según Tocqueville, la religión


corrige y fortifica la moral y las costumbres públicas.
Todos sabemos que la ley necesita de la conciencia
moral de los ciudadanos para su observancia, ya que su
cumplimiento no puede reposar enteramente en la ame-
naza de una sanción legal por su inobservancia. La idea
religiosa de castigos y premios en una vida ultra-terrena
es indispensable para que exista una sanción moral más
allá de la que imponen las leyes o de la existe en esta
tierra 50 . Además, la ley no puede obligar a todos los
TPF FPT

actos virtuosos necesarios para la vida en sociedad sino


sólo a aquellos más necesarios al bien común.
En segundo lugar, las ideas sobre Dios y la moral
son imprescindibles para la vida diaria de los ciudada-
nos. Sin embargo, la mayoría de los hombres tienen que
ganarse su sustento y no disponen de tiempo ni capaci-
dad intelectual para formarse sus propias ideas sobre
Dios y la moral. La religión ofrece a la población ideas
claras, precisas y permanentes sobre estas cuestiones,
avaladas por la experiencia de los pueblos y por la en-
señanza de generaciones de teólogos 51 . TPF FPT

50
TP DA II, pp. 178-180 y 199-205.
PT

51
TP PTCitemos algunos expresivos pasajes que revelan cierto desdén
por la filosofía y la apreciación de las creencias religiosas: “Il n'y a
presque point d'action humaine, quelque particulière qu'on la
suppose, qui ne prenne naissance dans une idée très générale que
les hommes ont conçue de Dieu, de ses rapports avec le genre
humaine, de la nature de leur âme et de leurs devoirs envers leurs
semblables. L'on ne saurait faire que ces idées ne soient pas la
source commune dont tout le reste découle » (DA II, p.36). « En-
core voyons-nous que ces philosophes eux-mêmes sont presque
toujours environnés d'incertitudes; qu'a chaque pas la lumière
naturelle qui les éclaire s'obscurcit et menace de s'éteindre, et que,
malgré tous leurs efforts, ils n'ont encore pu découvrir qu'un petit

101
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En tercer término, mientras que la democracia des-


pierta en los hombres el apetito por la satisfacción de
sus necesidades materiales y gustos sensibles, debili-
tando la búsqueda de aquellos fines más altos y espiri-
tuales necesarios a la “cosa pública”, la religión re-
orienta la mirada de los hombres hacia aquellos fines
más nobles y elevados 52 . Es, como dice Wolin, “a pow-
TPF FPT

nombre de notions contradictoires, au milieu desquelles l'esprit


humain flotte sans cesse depuis des milliers d'années, sans pouvoir
saisir fermement la vérité ni même trouver de nouvelles erreurs.
De pareilles études sont fort au-dessus de la capacité moyenne des
hommes, et, quand même la plupart des hommes seraient capables
de s'y livrer, il est évident qu'ils n'en auraient pas le loisir » (DA
II, p. 37). « Le premier objet, et l'un des principaux avantages des
religions, est de fournir sur chacune de ces questions primordiales
une solution nette, précise, intelligible pour la foule et très dura-
ble. Il y a des religions très fausses et très absurdes; cependant
l'on peut dire que toute religion qui reste dans le cercle que je
viens d'indiquer et qui ne prétend pas en sortir, ainsi que plusieurs
l'ont tenté, pour aller arrêter de tous côtés le libre essor de l'esprit
humain, impose un joug salutaire á l'intelligence; et il faut recon-
naître que, si elle ne sauve point les hommes dans l'autre monde,
elle est du moins très utile à leur bonheur et à leur grandeur dans
celui-ci » (DA II, p. 38).
52
TP Escuchemos sobre este punto directamente a nuestro autor : « Il
PT

faut reconnaître que l'égalité, qui introduit de grands biens dans le


monde, suggère cependant aux hommes, ainsi qu'il sera montré ci-
après, des instincts fort dangereux; elle tend á les isoler les uns des
autres, pour porter chacun d'eux à ne s'occuper que de lui seul. Elle
ouvre démesurément leur âme a l'amour des jouissances matériel-
les. Le plus grand avantage des religions est d'inspirer des instincts
tout contraires. Il n'y a point de religion qui ne place l'objet des
désires de l'homme au delà et au-dessus des biens de la terre, et qui
n'élève naturellement son âme vers des régions fort supérieures à
celles des sens. Il n'y en a point non plus qui n'impose à chacun
des devoirs quelconques envers l'espèce humaine, ou en commun
avec elle, et qui ne le tire ainsi, de temps à autre, de la contempla-

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erful antidote to the modern banalization of everyday


life” 53 . Como explica Tocqueville : “La principale af-
TPF FPT

faire des religions est de purifier, de régler et de res-


treindre la goût trop ardent et trop exclusif du bien-être
que ressentent les hommes dans les temps d'égalité;
mais je crois qu'elles auraient tort d´essayer de le
dompter entièrement et de le détruire. Elles ne réussi-
ront point á détourner les hommes de l'amour des ri-
chesses; mais elles peuvent encore leur persuader de ne
s'enrichir que par des moyens honnêtes” 54 . TPF FPT

En cuarto lugar, la religión limita el poder de la ma-


yoría para legislar en materias que afectan a la fe o a la
moral. Ya lo había indicado, con elocuencia, nuestro
autor en la primera parte de la obra comentada, cuando
exclamaba: “[…] il ne s´est rencontré personne, aux
Etats-Unis, qui ait osé avancer cette maxime: que tout
est permis dans l´intérêt de la société. Maxime impie,
qui semble avoir été inventée dans un siècle de liberté
pour légitimer tous les tyrans à venir” 55 . TPF FPT

Por último, la fe religiosa crea la convicción en el


hombre de estar siempre en presencia de un supremo
Juez al que no se puede engañar y que escruta los cora-
zones, conociendo incluso los actos e intenciones secre-
tas de los seres humanos. La fe añade así la motivación
para conducirse en todo del modo más perfecto posible,
aún cuando nadie esté observando o no haya posibili-
dad de ser descubierto por la autoridad.

tion de lui-même. Ceci se rencontre dans les religions les plus


fausses et les plus dangereuses » (DA II, p. 39).
53
TP Sheldon S. Wolin, op. cit., p. 424.
PT

54
TP DA II, pp. 44-45.
PT

55
TP DA I, p. 433.
PT

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Si bien la religión se compone de creencias dogmá-


ticas que imponen al hombre una especie de “servitude
salutaire” 56 , en la era democrática —sin embargo— la
TPF FPT

religión reina “bien moins comme doctrine révelée que


comme opinion commune” 57 . Y, por ende, existe el
TPF FPT

riesgo de que esa opinión común se convierta en “une


sorte de religion dont la majorité sera le prophète” 58 . TPF FPT

Se vislumbra aquí el peligro que luego Tocqueville


advertirá con toda claridad: el de la “tyrannie de la ma-
jorité”.
Al contrario, más que sucumbir frente a la democra-
cia, la religión debe inspirar inclinaciones contrarias a
las que aquejan a la sociedad democrática. Si la demo-
cracia promueve los males del individualismo, en el
sentido “tocquevilleano” de aislar a los ciudadanos en
la persecución de su interés individual desinteresándose
por la cosa pública, y del amor desmesurado por los
goces materiales, el bienestar y la comodidad, la reli-
gión debe fortalecer los impulsos que son opuestos a
estos males. Nuestro autor nos dice:

“Les peuples religieux sont donc naturellement


forts précisément à l´endroit où les peuples dé-
mocratiques sont faibles; ce qui fait bien voir de
quelle importance il est que les hommes gardent
leur religion en devenant egaux” 59 . TPF FPT

56
TP DA II, p. 21. Nuestro autor se explaya, en las pp. 21-22, sobre
PT

la importancia de las creencias dogmáticas.


57
TP DA II, p. 24.
PT

58
TP Ibíd.
PT

59
TP DA II, p. 39. También nos confiesa: “je doute que l´homme
PT

puisse jamais supporter à la fois une compléte indépendance reli-


gieuse et une entière liberté politique; et je suis porté a penser

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Como bien resume Chevalier:


“Si la libertad puede permitirse relajar el vínculo
político, es porque la fe aprieta el vínculo moral.
… La religión sirve también a la libertad ayu-
dándola a combatir, en el alma misma y en el co-
razón del ciudadano, las importunas inclinacio-
nes democráticas que ya conocemos: individua-
lismo, envidia mezquina, gusto por el bienestar
que acaba por ser degradante” 60 TPF FPT

. En igual sentido, señala Sheldon Wolin: “religion was


the essential inhibitory ingredient in democratic self-
restraint” 61 .
TPF FPT

Así como en la primera parte de la Démocratie Toc-


queville había demostrado cómo la religión contribuía
al mantenimiento de una república, en esta segunda
parte explicará en que modo sirve para contener y limi-
tar una democracia. En el fondo, nuestro autor procla-
ma la necesidad —en una sociedad democrática que se
quiere gobernar a sí misma— de una disciplina moral y
religiosa inscripta en la conciencia de los ciudadanos.
Adopta, así, Tocqueville la atrevida tesis de que la
principal institución política de la democracia america-
na es nada menos que la religión. Su razonamiento lo
conduce a pensar que las premisas del materialismo, del
individualismo y del corto-placismo no contribuyen al
mantenimiento de una democracia sino que —por el
contrario— minan sus cimientos. Es más, la democra-
cia —librada a su suerte— tiende inevitablemente a

que, s´il n´a pas de foi, il faut qu´il serve, et, s´il est libre, qu´il
croie” (Ibíd.).
60
TP Jean-Jacques Chevalier, op. cit., p. 256.
PT

61
TP Sheldon S. Wolin, op. cit., p. 237.
PT

105
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hacer sucumbir la libertad bajo la pasión del igualita-


rismo y del ansia de seguridad a toda costa, para —
finalmente— ser víctima del blando despotismo que
nuestro autor augura.
Tocqueville asocia el peligro del despotismo al cre-
cimiento del materialismo y del hedonismo propio de la
mentalidad burguesa de la naciente era democrática. En
las páginas de nuestro autor resuena a veces el cri de
cœur de un aristocráta 62 que se horroriza ante la vida
TPF FPT

desprovista de heroísmo y de idealismo de la petite


bourgeoisie.
Otro de los males que asechan a la democracia es el
“individualismo”, en el sentido peyorativo que tal tér-
mino toma en Tocqueville. Nuestro autor lo describe
así:
“L'individualisme est un sentiment réfléchi et
paisible qui dispose chaque citoyen a s'isoler de
la masse de ses semblables et à se retirer à l'écart
avec sa famille et ses amis; de telle sorte que,
après s'être ainsi crée une petit société a son usa-
ge, il abandonne volontiers la grande société à
elle-même » 63 . TPF FPT

Tanto la apatía producida por el individualismo como el


materialismo retraen al ciudadano de la participación en
la vida pública. Los dos principales remedios para pre-
venir los excesos del individualismo democrático que

62
TP Como agudamente señala Jean Touchard: “es aristocráta de
PT

instinto, pero la reflexión le lleva a aceptar como irreversible la


evolución hacia la democracia” (Jean Touchard y otros, Historia
de las Ideas Políticas, Ed. Tecnos, Madrid, 4ta edición, 1981, p.
408).
63
TP DA II, p. 143
PT

106
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imagina nuestro autor son la participación ciudadana y


la religión 64 . TPF FPT

En torno a las enfermedades de la era democrática,


sabemos que Tocqueville desarrolla un remedio al mal
del “individualismo” que es su “doctrine de l´intérêt
bien entendu”. Como lo resume Zetterbaum: conforme
a esta doctrina “el fundamento del orden público o so-
cial reside en un egoísmo ilustrado” y, por ende, “el
patriotismo o espíritu público es el subproducto que
surge de la inteligente busca de nuestro propio inte-
rés” 65 . TPF FPT

Ahora bien, como este comentarista lo advierte,


“la insistencia de Tocqueville en lo indispensable
de la religión parece señalar una deficiencia ra-
dical de la doctrina del interés bien entendido” 66 . TPF FPT

A primera vista, podría suponerse que el propio Toc-


queville no tenía claro si la doctrina racional del propio
interés era una base suficiente para fundar éticamente la
nueva sociedad democrática. O —en cambio— debía
recurrirse a un ethos religioso. ¿Ambos no son contra-
dictorios? ¿O acaso son compatibles? ¿E incluso com-
plementarios? La solución debe encontrarse —
creemos— en la ampliación del principio del interés
egoísta, de modo de abarcar las recompensas de una
vida ultra-terrena.

64
TP Esta pareciera ser la tesis central de un libro reciente de Agnès
PT

Antoine titulado L´impensé de la démocratie: Tocqueville, la cito-


yenneté et la religión (Fayard, Paris, 2003), obra que lamentable-
mente no hemos podido consultar.
65
TP Marvin Zetterbaum, op. cit., pp. 731-732.
PT

66
TP Ibíd.
PT

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Ello es así puesto que, para nuestro autor, incluso la


misma religión parecería responder a la doctrina del
interés bien entendido. Al respecto, nos dice:

“Je ne crois donc pas que le seul mobile des


hommes religieux soit l'intérêt; mais je pense que
l' intérêt est le principal moyen dont les religions
elles-mêmes se servent pour conduire les hom-
mes, et je ne doute pas que ce ne soit par ce coté
qu'elles saisissent la foule et deviennent populai-
res. Je ne vois donc pas clairement pourquoi la
doctrine de l' intérêt bien entendu écarterait les
hommes des croyances religieuses, et il me sem-
ble, au contraire, que je démêle comment elle les
en rapproche. Je suppose que, pour atteindre le
bonheur de ce monde, un homme résiste en toutes
rencontres a l'instinct, et raisonne froidement
tous les actes de sa vie, qu'au lieu de céder aveu-
glément à la fougue de ses premiers désirs, il ait
appris l'art de les combattre, et qu'il se soit habi-
tué à sacrifier sans efforts le plaisir du moment à
l' intérêt permanent de toute sa vie” 67 TPF FPT

En este párrafo resuenan los ecos, por un lado, de Pas-


cal, a quien nuestro autor cita expresamente líneas más
adelante 68 y, por el otro, de la famosa disputa entre
TPF FPT

67
TP PTDA II, p. 179.
68
TP PT“De se tromper en croyant la religión chrétienne vraie, a dit
Pascal, il n´y a pas grand´chose à perdre, mais quel malheur de se
tromper en la croyant fausse!” (DA II, p. 180). Hace referencia a
la conocida argumentación a favor de la existencia de Dios cono-
cida como la “apuesta de Pascal”. Véase Pascal, Pensamientos,

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Fénelon y Bossuet sobre el amor puro que agitó los


espíritus en la Francia de fines del siglo XVII 69 . TPF FPT

Hemos visto como nuestro autor ha asignado a la re-


ligión un papel de eficaz antídoto contra varios de los
gérmenes patógenos que amenazan a la democracia
moderna. Sin embargo, también Tocqueville advierte
que la religión debe adaptarse a la “era democrática”.
¿Cómo? En primer lugar, limitando su esfera propia:
“Ceci indique d'abord que, dans ces siècles-là,
les religions doivent se tenir plus discrètement
qu'en tous les autres dans les bornes qui leur sont
propres, et ne point chercher à en sortir; car, en
voulant étendre leur pouvoir plus loin que les ma-
tières religieuses, elles risquent de n'être plus
crues en aucune matière. Elles doivent donc tra-
cer avec soin le cercle dans lequel elles préten-
dent arrêter l'esprit humain, et au delà le laisser
entièrement libre de l'abandonner à lui-
même” 70 .
TPF FPT

Por ello nuestro autor critica —en una nota de gran


actualidad— al Islam, puesto que éste no se limita a
una doctrina religiosa sino que pretende deducir de su
credo reglas políticas, leyes civiles y penales, así como

traducción y prólogo de O. Andrieu, Ed. Sudamericana, Buenos


Aires, 1971, # 233, pp. 167-172.
69
TP La disputa versó sobre si es posible en el hombre un amor puro y
PT

desinteresado a Dios, sin que el ser humano busque al mismo


tiempo la eterna recompensa. Mientras Fénelon defendía la exis-
tencia de un amor puro a Dios, sin mezcla de interés, Bossuet
argüía la imposibilidad de separar —en el hombre— el amor a
Dios de la búsqueda del propio bien consistente en la recompensa
eterna.
70
TP DA II, p. 40.
PT

109
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teorías científicas. En cambio, comparando al cristia-


nismo con la fe islámica, dice Tocqueville:

“L´Evangile ne parle, au contraire, que des rap-


ports généraux des hommes avec Dieu et entre
eux. Hors de là, il n´enseigne rien et n´oblige à
rien croire. Cela seul, entre mille autres raisons,
suffit pour montrer que la première de ces deux
religions ne saurait dominer longtemps dans des
temps de lumières et de démocratie, tandis que la
seconde est destinée à régner dans ces siècles
comme dans tous les autres” 71 TPF FPT

En otra muestra de la clarividencia de nuestro autor,


estas líneas vaticinan y explican porqué, en pleno siglo
XXI, los países islámicos han tenido problemas para
adaptarse a la democracia moderna.
En segundo término, en cuanto a las formas y prácti-
cas exteriores, de las que no debe recargarse la religión
en una sociedad democrática:

“Je n'imagine point qu'il soit possible de mainte-


nir une religion sans pratiques extérieures; mais,
d'une autre part, je pense que, dans les siècles où
nous entrons, il serait particulièrement dange-
reux de les multiplier outre mesure; qu'il faut plu-
tôt les restreindre, et qu'on ne doit en retenir que
ce qui est absolument nécessaire pour la perpé-
tuité du dogme lui-même, qui est la substance des
religions 72 , dont le culte n'est que la forme” 73 .
TPF FPT TPF FPT

71
TP Ibíd.
PT

72
TP DA II, p. 43. « Dans toutes les religions, il y a des cérémonies
PT

qui sont inhérentes à la substance même de la croyance et aux-

110
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Y, por último, ajustándose a las ideas del momento en


todo lo que no hace a la esencia de la religión:

“A mesure que les hommes deviennent plus sem-


blables et plus égaux, il importe davantage que
les religions, tout en se mettant soigneusement à
l'écart du mouvement journalier des affaires, ne
heurtent point sans nécessité les idées générale-
ment admises, et les intérêts permanents qui rè-
gnent dans la masse; car l'opinion commune ap-
paraît de plus en plus comme la première et la
plus irrésistible des puissances; il n'y a pas en
dehors d'elle d'appui si fort qui permette de résis-
ter longtemps à ses coups. Cela n'est pas moins
vrai chez un peuple démocratique, soumis à un
despote, que dans une république. Dans les siè-
cles d'égalité, les rois font souvent obéir, mais
c'est toujours la majorité qui fait croire; c'est
donc á la majorité qu'il faut complaire dans tout
ce qui n'est pas contraire a la foi. […] En Améri-
que, la religion est un monde à part où le prêtre
règne, mais dont il a soin de ne jamais sortir;
dans ses limites, il conduit l'intelligence; au de-
hors, il livre les hommes à eux-mêmes et les
abandonne a l'indépendance et à l'instabilité qui
sont propres à leur nature et au temps” 74 . TPF FPT

quelles il faut bien se garder de rien changer. Cela se voit particu-


lièrement dans le catholicisme, où souvent la forme et le fond sont
si étroitement unis qu'ils ne font qu'un ». (Nota del propio autor).
73
TP DA II, p. 43.
PT

74
TP DA II, p. 45.
PT

111
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Estos consejos —que casi podríamos llamar “pastora-


les”— acerca de cómo debe adaptarse la religión a la
sociedad democrática muestran que Tocqueville reco-
noce que la religión no está exenta de verse influida por
las condiciones sociales y políticas. Entonces, cabe la
pregunta, ¿cómo podrá desempeñar la religión su fun-
ción de antídoto de los males de la democracia y, en
especial, de freno al crecimiento del despotismo? Si la
religión es tan vulnerable a la influencia de las condi-
ciones sociales e históricas y, en particular, de la opi-
nión mayoritaria en los países democráticos: ¿Cómo
podrá seguir siendo garantía de la libertad y no ser de-
vorada por las tendencias mayoritarias?

4. La religión en L´Ancien régime et la Révolution

L´Ancien Régime et la Révolution, publicado en 1856,


ofrece —como su propio autor lo reconoció— una “mé-
lange d´histoire proprement dite avec la philosophie
historique” 75 . El tema fundamental de la obra, que
TPF FPT

además motivó una producción historiográfica y políti-


ca notable durante todo el siglo XIX en Francia, es la
explicación de las causas de la Revolución Francesa. La
tesis de Tocqueville es —en apretada síntesis— que la
Revolución fue parte de un fenómeno más profundo
que recorre la historia francesa desde el Antiguo Régi-
men hasta Napoleón y que puede sintetizarse en la ten-

75
TP PT Citado por J.P. Mayer en su estudio introductorio a LA, p. 17.

112
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dencia hacia la centralización administrativa y la con-


centración del poder 76 . TPF FPT

En este contexto, nuestro autor examina el porqué


del carácter antirreligioso de la Revolución. Constata
que, entre las pasiones nacidas de la Revolución, “la
première allumée et la dernière éteinte a été la passion
irréligieuse” 77 y, a continuación, se interroga: ¿a qué se
TPF FPT

debe que esta pasión haya sido tan dominante y general


en Francia?
Así como en De la démocratie Tocqueville se había
destacado como sociólogo comparatista, en L´Ancien
Régime se luce como historiador sociológico. Escudriña
así, en esta obra, las causas que llevaron a teñir a la
Revolución francesa de esa impronta irreligiosa y anti-
clerical. Luego de describir el debilitamiento del cris-
tianismo en Europa durante todo el siglo XVIII 78 , pro- TPF FPT

ducto de la duda, la incredulidad y la indiferencia 79 , TPF FPT

76
TP O, como lo dice en acertada expresión François Furet: “la dé-
PT

possession politique de la société par l´Etat” (“Tocqueville”, en


François Furet y Mona Ozouf, Dictionnaire critique de la révolu-
tion française, Flammarion, Paris, 1988, p. 1075).
77
TP LA, p. 62. Como explica François Furet: “ … la révolution poli-
PT

tique a voulu déraciner, en même temps que la société aristocrati-


que, le fond des croyances religieuses: de là son caractère excep-
tionnel, son vertige de la surenchère, la violence des passions
qu´elle a suscitées et leur durée” (op. cit., p. 1079).
78
TP Que, sin embargo, según Tocqueville, había afectado sobre todo
PT

a la aristocracia y a los espíritus más selectos, sin haber penetrado


en el seno de la clase media y del pueblo: “[l´irréligion] restait le
caprice de certains esprits, non une opinion commune” (LA, pp.
242-243).
79
TP Lo que, con acertada expresión, describe Tocqueville como “la
PT

mort sénile des religions” (LA, p. 243).

113
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aclara que es en Francia donde la irreligión deviene una


pasión ardiente, opresiva e intolerante 80 . TPF FPT

Las razones de esa situación las encuentra más en la


condición de la sociedad que en el estado de la Iglesia
de la época 81 . Por un lado, esta impronta irreligiosa de
TPF FPT

la Revolución se debe a la importancia de la influencia


sobre sus líderes de la filosofía y literatura francesas del
siglo XVIII 82 , con su carga de furor contra la Iglesia, su
TPF FPT

80
TP LA, p. 243.
PT

81
TP Pese a que reconoce, como no podía ser de otra manera, que la
PT

relación entre la Iglesia y el poder político en el Antiguo Régimen


no era sana ya que la califica de “commerce dangereux, quand les
temps de révolution approchent, et toujours désavantageux à une
puissance qui ne se fonde pas sur la contrainte, mais sur la cro-
yance” (LA, pp. 246-247). Respecto a este tema, señala François
Furet: “Tocqueville ne tient pas l´Eglise catholique de l´Ancien
Régime pour responsable, ou même corresponsable: il ne parle
pas du rôle qu´elle a joué dans l´éradication violente du protestan-
tisme au XVIIe siècle ou de l´alliance étroite qu´elle a scellée avec
la monarchie absolue sous Louis XIV et qui l´exposait à partager
ses malheurs. Fidèle à son système d´analyse, il inculpe l´Etat
monarchique , coupable d´avoir jeté les classes supérieures dans
l´irresponsabilité intellectuelle et sociale, et l´opinion publique
dans les abstractions de la philosophie” (op. cit., p. 1079).
82
TP LA, p. 63. Más adelante, en el capítulo I del libro III, Tocquevi-
PT

lle se explayará sobre la influencia de los hombres de letras y filó-


sofos en la obra de la Revolución en un interesante ejemplo de
cómo la historia de las ideas influye sobremanera en la historia
política; característica que —por otra parte— es propia de la mo-
dernidad política como con acierto señala Pierre Manent (op. cit.,
pp. 8-9). Tocqueville explica: “que tout l´esprit d´opposition poli-
tique que faisaient naître les vices du gouvernement, ne pouvant se
produire dans les affaires, s´était réfugié dans la littérature, et que
les écrivains étaient devenus les véritables chefs du grand parti
qui tendait à renverser toutes les institutions sociales et politiques
du pays” (LA, pp. 244-245).

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jerarquía y sus dogmas. Pensemos en Voltaire, Diderot,


Holbach o Helvetius, por ejemplo.
Por el otro, los principios de organización institucio-
nal de la Iglesia católica y su idiosincracia, por así lla-
marla, se enfrentaban a los postulados revoluciona-
rios 83 . No distinguían los revolucionarios, según nues-
TPF FPT

tro autor, entre la sociedad política y la religiosa que —


por ser esencialmente diferentes— pueden diferir en
cuanto a su forma de gobierno. Veían a la Iglesia como
fundamento y modelo del orden político y, por ende,
para destruir las instituciones monárquicas considera-
ban necesario —al mismo tiempo— oponerse a la Igle-
sia 84 . La atacaban como poder político, por lo que re-
TPF FPT

presentaba en el Ancien Régime y por la legitimidad


moral de que dotaba a la aristocracia y al absolutis-
mo 85 . TPF FPT

Había otras razones, además, para explicar porqué


—por motivos personales— los filósofos y escritores
que inspiraron la Revolución se habían encarnizado
83
TP “L´Eglise faisait obstacle, par les principes mêmes de son gou-
PT

vernement, à ceux qu´ils voulaient faire prévaloir dans le gouver-


nement civil. Elle s´appuyait principalement sur la tradition: ils
professaient un grand mépris pour toutes les institutions qui se
fondent sur le respect du passé; elle reconnaisait une autorité
supérieure à la raison individuelle: ils n´appelaient qu´à cette
même raison; elle se fondait sur une hiérarchie: ils tendaient à la
confusion des rangs” (LA, p. 245).
84
TP Ibíd.
PT

85
TP “L´Eglise d´ailleurs était elle-même alors le premier des pou-
PT

voirs politiques, et le plus détesté de tous, quoiqu´il n´en fût pas le


plus oppresif; car elle était venue se mêler à eux sans y être appe-
lée par sa vocation et par sa nature, consacrait souvent chez eux
des vices qu´elle blâmait ailleurs, les couvrait de son inviolabilité
sacrée, et semblait vouloir les rendre inmortels comme elle-même”
(LA, p. 245-246).

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contra la Iglesia. Nuestro autor es muy sagaz al descu-


brir que los literatos enderezaban su pasión política
contra la Iglesia ya que ésta representaba la parte del
régimen —por así decirlo— que les era más próxima y
más directamente antagónica, pues la censura de las
autoridades eclesiásticas se hacía sentir cotidianamente
sobre los intelectuales 86 . Además, era el “côté le plus
TPF FPT

ouvert et le moins défendu” del vasto edificio del An-


cien Régime 87 . TPF FPT

No obstante, Tocqueville considera que ese ímpetu


hostil a la religión no debe ser interpretado más que
como una característica incidental o accesoria de los
eventos de 1789. No forma parte de lo esencial de los
valores democráticos —y mucho menos liberales— que
pueden haber inspirado a los revolucionarios. Si bien,
como hemos visto, nuestro autor lo reconoce, hay mu-
cho en la filosofía francesa del siglo XVIII de contrario
al catolicismo, en rigor “c´était bien moins comme doc-
trine religieuse que comme institution politique que le
christianisme avait allumé ces furieuses haines” 88 . TPF FPT

En definitiva, Tocqueville excusa de algún modo el


anticlericalismo de la Revolución cuando dice: “… non
parce que les prêtres prétendaient régler les choses de
l´autre monde, mais parce qu´ils étaient propriétaires,
seigneurs, décimateurs, administrateurs dans celui-ci;
non parce que l´Eglise ne pouvait prendre place dans
la société nouvelle qu´on allait fonder, mais parce
qu´elle occupait alors la place plus privilégiée et la
plus forte dans cette vieille société qu´il s´agissait de

86
TP LA, p. 246.
PT

87
TP Ibíd.
PT

88
TP LA, p. 63.
PT

116
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réduire en poudre” 89 . Prueba de esa confusión de pla-


TPF FPT

nos, parecería ser —según nuestro autor— que “à me-


sure que l´œuvre politique de la Révolution s´est conso-
lidée, son œuvre irréligieuse s´est ruinée” 90 . TPF FPT

Retoma así el argumento a favor de la separación de


Iglesia y Estado, de política y religión, que habíamos
examinado en nuestro comentario a De la démocratie.
La confusión entre el trono y el altar —parecería ser el
razonamiento de nuestro autor— es lo que determinó
que, una vez destronado el monarca, se pretendiera pri-
var de sus derechos también a la Iglesia, a la que se
creía ver asociada indefectiblemente con la aristocra-
cia 91 . TPF FPT

89
TP LA, p. 63-64.
PT

90
TP LA, p. 64.
PT

91
TP Hans Küng, un controvertido teólogo católico suizo contempo-
PT

ráneo, coincide con estas apreciaciones cuando afirma que, al ser


la Iglesia católica francesa el apoyo más leal y al mismo tiempo la
principal beneficiaria del Ancien Régime, todo el que rechazaba
este régimen era crítico de la Iglesia. Ello provocó las devastadoras
medidas que tomó la Revolución contra la Iglesia. Conforme a la
interpretación de Küng, al no haber influido tanto la Reforma pro-
testante en Francia, la Iglesia francesa quedó aferrada al paradigma
medieval y se convirtió en la principal víctima de la Revolución.
También según Küng, como resultado de la Revolución francesa,
en Francia y otros estados católicos cuyos fieles rechazaron los
cambios de paradigma producidos por la Reforma, primero, y la
Modernidad, después, dos culturas —opuestas y hostiles— se
desarrollaron: (i) una, laicista y republicana, propia de la burguesía
liberal, y (ii) la otra, católica, conservadora, clerical, papista y —a
veces— monárquica. Recién el Concilio Vaticano II establecería
un puente entre ambas culturas. Véase Hans Küng, Christianity:
Essence, History and Future, Continuum, New York, 1998, pp.
722-733, y The Catholic Church: A Short History, The Modern
Library, New York, 2003, pp. 152-156..

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No obstante, concluye Tocqueville: “Croire que les


sociétés démocratiques sont naturellement hostiles à la
religion est commettre une grande erreur: rien dans le
christianisme, ni même dans le catholicisme, n´est ab-
solument contraire à l´esprit de ces sociétés, et plu-
sieurs choses y sont trés favorables” 92 . El ejemplo al
TPF FPT

que acude, naturalmente, es el de Estados Unidos. Para


cualquier norteamericano —nos dice nuestro autor—
“une société libre, ne peut subsister sans religion … le
respect de la religion y est … le plus grande garantie
de la stabilité de l´Etat et de la sûreté des particu-
liers” 93 . Retoma así el hilo de su obra sobre la demo-
TPF FPT

cracia en América y su tesis fundamental: la imperiosa


necesidad de la religión en la era democrática 94 . TPF FPT

De todos modos, si bien nuestro autor se pronuncia


enfáticamente a favor de la compatibilidad entre el ca-
tolicismo y la democracia e, incluso, de la “disociabili-
dad” —por así decirlo— de la obra política de la Revo-
lución y de sus desvaríos antirreligiosos, reconoce —
empero— que ésta ha procedido un poco a la manera de
las “revoluciones religiosas” 95 . TPF FPT

92
TP Ibíd.
PT

93
TP LA, p. 248.
PT

94
TP Refiriéndose a L´Ancien Régime et la Révolution, Lord Acton
PT

destacará: “… Tocqueville made a corner-stone [the conviction]


that nations that have not the self-governing force of religion
within them are unprepared for freedom” (Lectures on the French
Revolution, editadas por John N. Figgis and Reginald V. Laurence,
MacMillan and Co. Ltd., St Martin´s Street, Londres, 1910, p. 6).
95
TP Destaca este aspecto, por ejemplo, Raymond Aron al afirmar
PT

que toda revolución política toma ciertos caracteres de revolución


religiosa “quand elle se veut universellement valable et se pretend
la voie de salut pour l´humanité tout entiere” (op. cit., p. 241).

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¿Qué significa esto? Según Tocqueville, “[la révolu-


tion française] a considéré le citoyen d´une façon abs-
traite, en dehors de toutes les sociétés particulières, de
même que les religions considèrent l´homme en géné-
ral, indépendamment du pays et du temps” 96 . El ímpetu TPF FPT

revolucionario se transformó así, como lo observa agu-


damente nuestro autor, en una especie de nueva reli-
gión, de religión imperfecta, que penetró por la predi-
cación y la propaganda y tuvo sus apóstoles y sus már-
tires 97 . Ese choque, entre una religión establecida, co-
TPF FPT

mo la Iglesia francesa, y una revolución política que


procedía con aires de revolución religiosa, en la que
ambas reclamaban una suerte de señorío total sobre los
fieles o ciudadanos, según el caso, motivó un antago-
nismo que no menguó durante buena parte del siglo
XIX y que alimentó hasta nuestros días no poca litera-
tura contrarrevolucionaria de parte de muchos católi-
cos.
De allí se desprende un corolario, por así decirlo, del
tratamiento del tema religioso en su obra sobre el Anti-
guo Régimen y la Revolución: el peligro de que la de-
mocracia proceda como una suerte de nueva religión.
La religión secularizada y transmutada en el credo de-
mocrático puede privar a la democracia de su comple-
mento más necesario y su contención más imprescindi-
ble: la verdadera religión.

5. Conclusiones

96
TP PT LA, p. 71.
97
TP PT Ibíd.

119
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Llegados al final del recorrido de las obras de nuestro


autor, resulta apropiado extraer algunas breves conclu-
siones sobre los ejes centrales del pensamiento de Toc-
queville en torno a la temática del presente trabajo.
En primer lugar, la feliz unión del espíritu religioso
y del espíritu republicano favorece el mantenimiento de
una democracia duradera, como acaeció en los Estados
Unidos. Por el contrario, en aquellos países en los que
la religión se vió enfrentada a la tendencia en favor de
las instituciones políticas democráticas y liberales, co-
mo —en general— sucedió en la Francia de la Revolu-
ción, la implantación de una democracia liberal atrave-
só dificultades mucho mayores.
En segundo término, la religión tiene una gran in-
fluencia “indirecta” sobre la política a través de su inci-
dencia sobre las costumbres y la moral de una sociedad.
A medida que la institución religiosa se separa del Es-
tado y del poder político, su influencia benéfica sobre
los espíritus y la sociedad es mayor, más profunda y
más genuina.
Por último, si bien la religión es inherente a la natu-
raleza humana y, en general, beneficiosa para la socie-
dad, las democracias tienen una especial necesidad de
la religión ya que ésta sirve de eficaz remedio a varios
de los males que pueden aquejar a las democracias mo-
dernas: individualismo, materialismo, sometimiento a
la opinión mayoritaria, hedonismo, etc. La religión
aporta la creencia en la inmortalidad del alma y el freno
moral que sirven de antídoto a muchas tendencias noci-
vas que la sociedad democrática puede fomentar en los
seres humanos.

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Como expresa Tocqueville, de lo que se trata es de


“moralizar la democracia por la religión” 98 . Sin em- TPF FPT

bargo, aún aquí el peligro está latente: la religión mis-


ma es vulnerable a las tendencias mayoritarias. Si eso
ocurre, más allá de una sana adaptación de las creencias
y prácticas religiosas a la “era democrática”, su función
benéfica puede verse debilitada ya que no desempeñará
el papel de antídoto para los males de la democracia
moderna que le asignara Tocqueville. No obstante, co-
mo nuestro autor vaticinó, las creencias religiosas han
demostrado ser todavía un elemento fundamental en el
funcionamiento de la democracia norteamericana, la
más poderosa y duradera de la tierra hasta el presente.

98
TP PT DA II, p. 200.

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