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También hay que valorar el papel que desempeñó Roma como lugar de cita para viajeros y
artistas de toda Europa e incluso de América. En la ciudad se visitaban las ruinas, se
intercambiaban ideas y cada uno iba adquiriendo un bagaje cultural que llevaría de vuelta a su
tierra de origen. Allí surgió en 1690 la llamada Academia de la Arcadia o Arcades de Roma,2
que con sus numerosas sucursales o coloniae por toda Italia y su apuesta por el equilibrio de
los modelos clásicos y la claridad y la sencillez impulsó la estética neoclásica.
Literatura
La Ilustración fue un movimiento intelectual que provocó que el siglo XVIII fuera
conocido como el «Siglo de las Luces». El culto a la razón promovido por los filósofos
ilustrados conllevó un rechazo del dogma religioso, que fue considerado origen de la
intolerancia, y una concepción de Dios que pasaba de regir el mundo mediante las
leyes naturales a desaparecer en concepciones ateas del universo. Los ilustrados
promovieron la investigación de la naturaleza, el desarrollo científico-técnico,
la educación y la difusión general de todo tipo de conocimientos; fueron los tiempos
de L'Encyclopédie. El arte se hizo así más accesible y con menos pretensiones, y
la literatura se dirigió a un público más amplio, planteándose como un instrumento
social. El aumento del número de lectores, especialmente entre la burguesía, plantea la
figura del escritor como un profesional, y la escritura como su fuente principal o
secundaria de sustento.5
Francia fue la primera en reaccionar contra las formas barrocas, y los tres
grandes ilustrados, Voltaire, Montesquieu y Rousseau se cuentan entre sus principales
exponentes. También destacaron Pierre Bayle, Denis Diderot, Georges Louis
Leclerc y Pierre de Marivaux. En el Reino Unido tuvo una gran cantidad de adeptos
la novela de aventuras, destacando Daniel Defoe, Jonathan Swift,Samuel Richardson y Henry
Fielding, junto a los poetas John Dryden y Alexander Pope.6
En España, hubo una continuidad barroca en la poesía, con autores como Diego de
Torres y Villarroel, que consideraba a Quevedosu maestro; Gabriel Álvarez de
Toledo y Eugenio Gerardo Lobo. La segunda mitad del siglo XVII mostraba ya una poesía
neoclásica, dominada por su admiración por la ciencia y los temas filosóficos, o
centrada en temas anacreónticos y bucólicos, y marcada en ocasiones por el fabulismo.
Destacaron Nicolás Fernández de Moratín, autor de Arte de las putas, prohibida por la
Inquisición, que pudo inspirar los Caprichos de Goya; Juan Meléndez Valdés y José
Cadalso, de la escuela salmantina; los fabulistas Iriarte y Samaniego en Madrid; en la
escuela sevillana destacaron José Marchena, Félix José Reinoso, José María Blanco-
White y Alberto Lista.9