Introducción Los orígenes de la “cuestión social” arg se remontan a la última década del s XIX. El término describe las consecuencias sociales del proceso de inmigración masiva, urbanización e industrialización que transformó al país: problemas en áreas de vivienda, sanidad y salud pública, aumento de la criminalidad urbana, la protesta obrera y el surgimiento de nuevas corrientes ideológicas que desafiaban la validez de las instituciones políticas y econ vigentes. Los orígenes de la cuestión social se conectan con la inmigración masiva llegada al país entre 1870 y 1914, la población se concentró en los centros urbanos, esto generó problemas: la urgencia de solucionar las necesidades básicas de los inmigrantes en materia de vivienda y salud, aumentos en áreas como la criminalidad, la prostitución, la mendicidad, el alcoholismo, agregaron una dimensión moral al debate sobre la cuestión social. Y el surgimiento de las 1eras org obreras y sus campañas reivindicativas, y las amenazas del terrorismo anarquista introdujeron un contenido político-ideológico que se sumaba a los reclamos por una transf del sist político arg que había cobrado fuerza desde la Rev del 90, y el surgimiento de una oposición articulada en la UCR y otras fuerzas desgajadas del oficialismo. La estructura institucional montada por el liberalismo empezó a ser atacada en 3 frentes: en el plano filosófico, la asociación del liberalismo con el positivismo cientificista lo hacía susceptible de la crítica idealista que condenaba la declinación espiritual de las nuevas naciones en su búsqueda de desarrollo material. En el plano político-institucional, la insatisfacción con las prácticas políticas de los gob liberales generaba demandas por parte de los grupos excluidos y de quienes aspiraban a una mejora institucional a través de la reforma del sist (línea que culminara con la ley Saenz Peña). El surgimiento de la cuestión social originaba un debate sobre la capacidad de las instituciones liberales clásicas para dar soluciones a los nuevos problemas. Ideas sobre la evolución de las instituciones políticas y sociales argentinas, y sobre las relaciones entre el estado y la soc fueron debatidas por una generación de políticos e intelectuales guiados por un nuevo espíritu de reforma. En ese proceso de transf ideológica el impacto de la cuestión social fue indudable. Más allá de las consecuencias objetivas que los cambios sociales produjeron, el impacto de la cuestión social como un fenómeno de cambio cultural e ideológico fue apreciable. Para muchos actores la aparición en el debate público de estos temas era una señal que debía ser valorada como muestra de progreso. La percepción de la importancia de estos cambios sociales y de las respuestas que debían darse desde el gob se vio fortalecida por una similar evolución en la percepción de la política del periodo: los reclamos de reforma del sist político y de las prácticas cívicas que surgieron luego del 90 convergieron con las demandas de reforma social que se intensificaron a partir del cambio de siglo. Este trabajo pretende recrear el proceso de transf que los nuevos fenómenos sociales produjeron en las elites intelectuales y políticas de la arg de cambio de siglo, y el surgimiento de una corriente liberal reformista que se extiende por distintos agrupamientos políticos tanto del oficialismo como de la oposición y que convive con otras vertientes reformistas como la socialista o la católica. El reformismo hace referencia a una actitud de predisposición a introducir cambios en las instituciones vigentes, que en cuanto a política social se traducía en una decisión de abandonar los principios de laissez faire que habían caract al liberalismo decimonónico, pero manteniendo la oposición al cambio revolucionario-radical que pretendía alterar por completo los fundamentos del sist, cayendo en el “socialismo de estado” o en la anarquía. El reformismo introdujo en el debate sobre la cuestión social un elemento nuevo: la discusión en torno a los límites de la intervención estatal en materia social trascendía la disyuntiva entre los términos “individualismo” y “colectivismo” en la que estaba planteada y se concentraba en las posibilidades de una “vía media”, que iluminada por una combinación de nuevos principios filosóficos y científicos culminaría en una redefinición de las relaciones entre estado y soc que atenuara o eliminara los rasgos más peligrosos del conflicto social. Esta corriente se caracteriza por ciertos rasgos: 1- en cuanto a su base social, son profesionales (abogados, médicos) con vocación por la vida intelectual y vinculaciones o activa participación en el mundo académico 2- ideológicamente fueron liberales de firmes convicciones progresistas, en gral anticlericales, sus posturas frente a la solución de la cuestión social se dirigieron a la búsqueda de un camino intermedio entre el laissez faire ortodoxo y el socialismo de estado 3- sus posturas reformistas en lo social se basaron en el legalismo, o la convicción de que la política parlamentaria era el ámbito propio para la búsqueda de las soluciones al conflicto social, en un “cientificismo” que acentuaría la importancia de las cs sociales como guías de la política estatal en la materia, y en un enfoque “internacionalista” que procuraba adaptar las condiciones locales a precedentes extranjeros sobre el tema de insertar el reformismo arg en las instituciones internacionales dedicadas al tema. Los ej de EEUU y las regiones de asentamiento reciente (Canadá, Australia, Nueva Zelanda) dieron ejemplos, reforzados por la percepción de un similar proceso de desarrollo. Dada la receptividad de la soc arg a los desarrollos intelectuales y políticos provenientes de Europa y de las demás regiones, y la habilidad de los grupos interesados para adaptar a las condiciones locales tales desarrollos, se produjo un proceso de “transferencia de tecnología social”: la copia o adaptación de nuevas instituciones, tanto estatales como privadas, vinculadas al estudio y tratamiento de los nuevos problemas sociales. Capítulos 1 y 2: describen los rasgos principales del orden político liberal-conservador y los fundamentos ideológicos del mismo que servirán como marco para el surgimiento de corrientes reformistas. Lejos de ser un orden homogéneo y cerrado, el sist político permitió el surgimiento de corrientes renovadoras impulsadas por principios progresistas, que en el campo social se identificaran con los valores del “nuevo” liberalismo de principios de siglo. Cap. 1 “La política en el orden liberal-conservador” Las bases del poder político Se ha señalado que una extendida actitud de indiferencia hacia la política de parte de grandes sectores de la población fue uno de los elementos que más contribuyeron a la consolidación del “orden conservador”. Los inmigrantes no difirieron de los nativos en esta actitud. La participación política no fue un requisito para el progreso econ y social de los inmigrantes, había una alta proporción de extranjeros entre los propietarios de industria y comercio. Los extranjeros tenían los mismos derechos que los nativos, estaban protegidos por las mismas leyes y podían desarrollar las mismas act econ sin necesidad de participar políticamente para garantizar esos intereses. Sin embargo, la imag de una población en la cual nativos e inmigrantes demostraban desinterés por el proceso político debe ser matizada por el reconocimiento de las particularidades propias de distintos momentos dentro del periodo y por las variaciones regionales. Además, algunos resultados electorales luego del 90 sugieren que el oficialismo logro enfrentar a una oposición que lograba movilizar exitosamente sus bases electorales. ¿Cómo encontraron las principales fuerzas políticas sus fuentes de apoyo electoral? el oficialismo, org en el PAN, se estableció sobre una red de elites provinciales, flias que controlaban sus prov y de importantes propietarios rurales de la prov de Bs As, que se habían beneficiado con el proceso de expansión territorial de la prov. La base electoral estaba sobre todo en áreas rurales, donde estancieros y mayordomos podían garantizar un buen num de votos de los trabajadores rurales. Al contrario, la UCR encontró su apoyo más firme en los centros urbanos de las prov litorales (Cba, Sta Fe, y Entre Ríos, y en Bs As en grupos urbanos que habían quedado fuera del juego político del oficialismo. Los radicales basaron sus éxitos sobre todo en las prov litoraleñas, donde había una alta correlación entre apoyo electoral al radicalismo y un “índice de modernización” (alfabetización, urbanización, y presencia de población extranjera) en la prov de Bs As, el apoyo a los conservadores disminuía a medida que el tamaño de los centros urbanos aumentaba, reflejando la relación entre modernización y apoyo electoral al radicalismo, y la preeminencia de los grupos conservadores en los sectores más atrasados explica la negativa de los conservadores a excluir a los analfabetos del ejercicio de los derechos políticos. Organización de partidos Hasta el 90 no hubo org partidarias con una definida estructura institucional, y los grupos tendían a confiar más en el liderazgo de una fuerte personalidad política que en una sólida org partidaria o un programa político detallado, esta característica no se perdería en décadas posteriores. Los grupos conservadores ejemplificaron este esquema de org en torno a personalidades políticas relevantes, atrayendo partidarios y líderes a través de canales de reclutamiento informales. El PAN fue la estructura partidaria básica del roquismo. En la misma los gobernadores provinciales mantuvieron una cuota considerable de influencia. El gob central buscaba mantener un delicado equilibrio: el presidente buscaba el apoyo de los gobernadores provinciales como garantía de su ascendiente nacional, al mismo tiempo, no podía permitirse otorgar un grado de independencia tal que incentivara desafíos abiertos al poder central. Los gobernadores leales podían recibir, además de los beneficios otorgados en términos de patronazgo nacional, el premio de una carrera exitosa en la política nacional, los reticentes podían ser castigados con la intervención federal en sus prov si otros medios de persuasión probaban ser insuficientes. Estas formas de relacionar el poder central y la org política a nivel nacional con las situaciones provinciales se complementó con la utilización de diversos canales de reclutamiento en Bs As y de mecanismos más adecuados a la vida política urbana. Es muy probable que instituciones como el Jockey Club o el Club del Progreso o asociaciones profesionales como la Unión Industrial o la Soc Rural, participaran en el proceso de reclutamiento, al igual que las logias masónicas, más allá de que no haya mucha información disponible. Las universidades cumplieron el papel de canales de reclutamiento de líderes políticos, la influencia de los centros universitarios fue relevante en la formación y evolución de la corriente reformista tanto en el plano intelectual como fuente de las nuevas doctrinas, como en el plano institucional, como proveedores de personal especializado en las nuevas disciplinas de política social. El desarrollo de la prensa política tmb fue central y el peso de los diarios en la vida política del periodo, el contenido y el lenguaje de las publicaciones del periodo refleja el respeto a una amplia concepción de la libertad de prensa. Estas publicaciones se convirtieron en centros de discusión y elaboración de políticas. Dada las caract de la vida política del periodo no es exagerado otorgarles a estas distintas formas de sociabilidad política como los clubes, las logias masónicas, las universidades y la prensa política un papel de tanta relevancia como el de las org partidarias o electorales en el surgimiento de una opinión publica de peso. Los mecanismos por los cuales se agrupaban las dirigencias de las distintas fuerzas políticas eran complementados por un elemento clave que las conectaba con la población: Los Caudillos Electorales, que controlaban los procedimientos necesarios para ganar una elección: desde la org de la compra de votos que podían ser ofrecidos a los candidatos, hasta la realización de los dif pasos conducentes al fraude electoral, como la alteración de los registros o la sustitución de votos. Estos caudillos eran una pieza indispensable del andamiaje político del periodo, y algunos de ellos llegaban a considerarse más importantes que los líderes políticos más conocidos. El funcionamiento del sist político basado en estos elementos fue afectado por la reforma electoral de 1912, que estableció el voto universal, obligatorio y secreto, y por el otorgamiento de la responsabilidad por los padrones electorales a la autoridad militar. Los costos de las maquinarias electorales y del patronazgo político se vieron aumentados y los grupos ligados al oficialismo fueron incapaces de adaptarse a las nuevas condiciones organizando una estructura partidaria capaz de competir exitosamente con los radicales. Al contrario la UC tuvo, desde sus orígenes una preocupación por la creación de una adecuada estructura partidaria. La UCR liderada por Alem adopto en 1892 una estructura inspirada en los partidos políticos norteamericanos, estableciendo una Convención Nacional y un Comité Nacional, y convenciones y comités en la Capital Federal y las prov, creando un nuevo sist de reclutamiento político que ofrecía una alternativa a aquellos que habían sido excluidos del juego político montado por el oficialismo. Así, la UCR se convirtió en la representación política de nuevos grupos en la soc surgidos de la gran expansión econ. Al mismo tiempo, la dirigencia del partido no difería mucho en cuanto a su composición econ-social de los grupos conservadores. Entonces, en sus orígenes la UCR conto con una estructura dual: a- mecanismos informales de reclutamiento de dirigentes partidarios, similares a los utilizados por los grupos conservadores y, b- una org partidaria “moderna” orientada a movilizar los nuevos sectores sociales y económicos que buscaban incorporarse a la vida política. En los grandes centros urbanos la org partidaria funcionaba alrededor de 2 pilares: los caudillos y los comités de barrio, que eran una eficaz maquinaria de reclutamiento de nuevos adherentes y un adecuado vehículo de comunicación entre la dirigencia partidaria y los afiliados. Los caudillos podían ofrecer variedad de servicios y beneficios a los nuevos adherentes: proveer alimentos y vivienda a los más necesitados, servicios profesionales como abogados o médicos. Los comités montaron un sist de patronazgo que resulto ser la contracara del sist de compra de votos que habían usado los conservadores. Tras la elección de Yrigoyen en 1916, el patronazgo radical significo una imp expansión del empleo público, utilizado como recompensa a la lealtad partidaria. Un criterio de diferenciación entre oficialismo y oposición se basa en las caract de la distribución de los cargos electivos entre los partidos. P. Smith uso el concepto de “profesionalismo político”, definido por la cantidad de periodos servidos en la Cámara de Diputados, para clasificar a los legisladores, estableciendo dif categorías, de acuerdo a la cantidad de periodos cumplidos. Estas categorías se resumen en dos grupos: amateurs (solo un periodo) y profesionales (dos o más periodos), entre 1904 y 1915 el PAN tenía un mayor porcentaje de profesionales entre sus representantes que la UCR. Sostuvo que esto reflejaba el carácter transitorio de la situación política, en la cual un sist político comenzaba ser reemplazado por otro que estaba aún en formación, como resultado los nuevos partidos mostraban una alta renovación e inestabilidad en su personal. Tmb hubo entre los dif grupos un proceso de diferenciación en términos generacionales, había una presencia de dirigentes más jóvenes en el radicalismo. De todos modos, es indudable que existió entre los grupos reformistas de todas las vertientes partidarias un sentimiento de pertenencia a una “nueva generación”. Una improbable aristocracia La caracterización de la política del periodo como un feudo controlado por una aristocracia terrateniente resulta inadecuada. Sin embargo, es esta imag la que se ha impuesto en gran parte de la historiografía, problema agravado por los riesgos propios de rígidas interpretaciones “sociológicas”. Al estudiar las reacciones de las elites políticas e intelectuales frente a la cuestión social, la importancia de este problema reside en que las referencias a la “aristocracia” arg sugieren casi automáticamente la imag de cierto tipo de respuestas de los grupos gobernantes frente a las nuevas tendencias sociales: una mezcla a la europea de paternalismo y represión. Pero las respuestas a la cuestión social que partieron de los políticos e intelectuales argentinos del periodo estuvieron lejos de coincidir con esa imag. La transf institucional ocurrida en el país desde fines del XIX obedeció más a los oficios de una “intelligentsia administrativa” liberal y progresista que a las reacciones de una aristocracia sitiada que buscaba proteger sus intereses. La consolidación del Estado Nacional a partir de 1880 significó tmb una creciente profesionalización de las funciones públicas y (hacia el cambio de siglo) la creciente participación de los “expertos” en la elaboración de determinadas políticas. Los ej del Dpto de Higiene, el Dpto de Trabajo, la Dirección de Inmigración, del Ministerio de Agricultura, etc., revelan la presencia de esta “intelligentsia administrativa” en el gob. Fue en estos grupos de profesionales y en un creciente núcleo de intelectuales y académicos, surgidos en un marco de gran movilidad y fluidez social, econ y política, donde los mov reformistas en lo político y social reclutaron sus adeptos. Abogados, médicos, ingenieros que habían comenzado sus carreras políticas o ingresando en la adm pública como una culminación de exitosas carreras profesionales, fueron quienes enfrentaron la cuestión social atraídos por la noción de una regulación científica de los conflictos sociales e inspirados por las vertientes reformistas y progresistas del fin de siglo, más que por la mezcla de represión y paternalismo que se atribuía a las aristocracias europeas en esta materia. Cap. 2 El Trasfondo ideológico del reformismo liberal Los fundamentos de un orden liberal-conservador Una de las caract del orden político del periodo es el alto grado de acuerdo existente entre los principales actores sobre los fundamentos políticos y económicos de la soc arg. Sin embargo, la visión de la cultura política como ideológicamente homogénea no debe ser exagerada. El liberalismo y el conservadorismo influencias presentes en casi todas las fuerzas políticas organizadas sirvieron como un “piso” ideológico común sobre el cual la diversidad y el disenso se levantaron. Por otra parte, el uso de los términos “liberal” y “conservador” en este contexto permitía una diversidad de interpretaciones. El liberalismo norteamericano del s XIX abarcaba una variedad de temas que excedían la identificación con el laissez faire económico, temas que iban desde la preocupación por el establecimiento de garantías constitucionales protectoras de los derechos individuales hasta el apoyo a un proceso de secularización social que redujera o eliminara la influencia de la Iglesia Católica. Por otra parte, los liberales latinoamericanos debieron conciliar su preocupación por los límites del poder estatal con las exigencias del proceso de construcción de las naciones-estados respectivas, lo que no siempre produjo posiciones doctrinarias o políticas coherentes. En este sentido, se ha planteado que en AL del s XIX, conservador y liberal fueron interpretados como características complementarias más que opuestas de un sist político, dado el dilema que planteaba a las nuevas naciones la dicotomía entre orden y libertad. En arg, tanto la Constitución Nacional de 1853 como las reformas institucionales de la década de 1880 reflejaron la coexistencia de principios liberales y de una aceptación del espíritu conservador como reaseguro contra la peligrosa tendencia a las luchas internas y la anarquía. La constitución del 53 había seguido la receta del progreso imaginada por Alberdi: la extensión de amplias libertades civiles y econ junto a una estructura de poder político centralizada y concentrada en el ejecutivo nacional. La continuidad de esta línea de pensamiento se revelo en las preferencias de la dirigencia política del 80, que en gral se inclinaba por un enfoque conservador de la política como garantía de las libertades civiles y econ y del gradual perfeccionamiento del orden político. Roca y Pellegrini argumentaron a favor de un enfoque gradualista y prudente de los cambios políticos, anteponiendo la necesidad de un proceso de mejora de hábitos y costumbres a cualquier reforma institucional drástica. Así como éstos concebían al conservadorismo en términos de mejora gradual del sist político, para otros el progreso econ del país implicaba la postergación o incluso la eliminación del debate político. Aun entre quienes fueron promotores de la reforma electoral de 1912 hubo quienes rescataban el valor de la aproximación conservadora a la política. En este sentido, el conservadorismo era entendido como una actitud de oposición a los cambios bruscos o violentos en el orden político que pudieran aumentar los riesgos de un retorno a la anarquía y las luchas civiles, y no como una negativa filosófica al avance de los principios liberales y progresistas que había enfrentado el conservadorismo europeo. Otra corriente conservadora tenía puntos de contacto con la oposición doctrinaria a las transf inspiradas por el liberalismo que levantaron algunas variantes del conservadorismo europeo. La oposición católica a las transf institucionales secularizadoras impulsadas por el roquismo a partir de 1880 estuvo impregnada de elementos doctrinarios conservadores. En la 1era presidencia de Roca se hizo patente la encrucijada de los liberales que debían construir un estado nacional: algunas de las reformas institucionales introducidas (creación del registro civil, secularización de los matrimonios y del registro de nacimientos y defunciones, establecimiento de un sist nacional o de educación primaria laica) enfrentaron al estado liberal con la iglesia, que reproducía a la vez el conflicto entre el estado moderno y la iglesia que tuvo lugar en la 2da mitad del s XIX en Europa. El conflicto entre liberales y católicos argentinos alcanzo el pico de mayor intensidad tras el congreso pedagógico de 1882 y la consecuente sanción de la ley 1420 de educación en 1884. El gob reacciono severamente a los actos de oposición de la iglesia católica: el nuncio apostólico fue expulsado y algunos profesores católicos perdieron sus puestos. En lo doctrinario, los católicos basaron su oposición al liberalismo en las negativas consecuencias que el proceso de secularización tendría en términos de concentración del poder en el estado y la consecuente eliminación de instituciones sociales intermedias. En arg además del debate entre católicos y liberales surgieron argumentos similares en los debates sobre la federalización de bs as. En 1880 Alem trataba de defender la autonomía de bs as contra el proyecto de federalización, sugiriendo que la cesión de la ciudad de bs as implicaba reforzar aún más el ya poderoso gob central, y darle al ejecutivo nacional el control sobre el único resorte de poder independiente que quedaba en la república. Tanto la crítica católica (Estrada) como la autonomista (Alem) se nutrían de una línea de análisis del estado liberal desarrollada por Toqueville y los doctrinarios franceses, y por algunos exponentes del conservadorismo europeo: la construcción del estado liberal resultaba en un proceso de centralización política y atomización social, que eliminaba toda institución intermedia entre los individuos y el estado. En el caso de los católicos la crítica se extendida sobre el debate de la cuestión social: el estado liberal era responsable tanto por el predominio del laissez faire econ que abandonaba a su suerte a los más necesitados, como por el ataque a instituciones intermedias, como la iglesia, que tradicionalmente habían servido como refugio para tales emergencias. No solo el catolicísimo social cuestiono los principios de liberalismo econ que inspiraban buena parte de la acción oficial, otras vertientes del oficialismo o la oposición dieron divergentes puntos de vista sobre la materia. Liberalismo e intervencionismo económico Si bien las discusiones en torno a la política econ fueron en gral atenuadas por los exitosos resultados alcanzados por las políticas liberales del periodo, las opiniones sobre la amplitud con que debía entenderse el liberalismo econ estaban lejos de ser uniformes, y la constante fue más bien la heterodoxia en la aplicación de tales principios. Una de las áreas en las que la intervención o abstención del estado provoco mayores discusiones fue la de la protección arancelaria a la industria nacional. Tmb surgieron desacuerdos en torno al papel que debía cumplir el estado en otras áreas de la econ. En 1887 Juárez Celman afirmaba en un msj al congreso que era conveniente para la nación entregar a la industria privada la construcción y explotación de las obras publicas que por su índole no sean inherentes a la soberanía. Surgieron diversas opiniones, como la del diario La Nación que en 1906 emprendió una intensa campaña en favor de la nacionalización de los servicios públicos. Para otros, la intervención estatal en la econ estaba fundada en la cláusula constitucional que encargaba al congreso la promoción y establecimiento de la inmigración, de ciertas industrias y obras públicas, lo que además era comprensible en un país joven. La importancia de esta evolución en la opinión pública del periodo reside en la delineación del contexto intelectual dentro del cual aparecieron las intervenciones “sociales” propuestas por los reformistas: estas no sugerían un corte revolucionario con las ideas predominantes sino una extensión de las mismas al campo social, una aplicación que fue por otra parte impulsada y guiada por los desarrollos en las cs sociales. Ese proceso de extensión de un campo previamente aceptado de facultades estatales de intervención a los problemas sociales, dentro de un marco gral predominantemente liberal, fue una caract común a las llamadas regiones de asentamiento reciente. El pensamiento político liberal de fines de siglo, por otra parte, estaba marcado por una profunda transf, buena parte del liberalismo occidental apuntaba hacia una extensión del papel del estado en la solución de ciertos problemas sociales que convergería en muchos de esos casos con las propuestas del reformismo socialdemócrata. En arg este tipo de interpretaciones no era privativo de ninguna línea partidaria en particular, sino que se extendía por todo el espectro político. El radicalismo Hasta 1916 la UCR no difería demasiado del oficialismo en cuanto a la visión del papel que le correspondía jugar al estado dentro del clima de liberalismo económico, los radicales no eran una amenaza de serias transformaciones en las políticas sociales o econ. Cuando el radicalismo, antes de 1916 se involucró en el debate de la cuestión social lo hizo más por consideraciones prácticas que ideológicas. Tras la sanción de la Ley Saenz Peña los radicales montaron una eficaz maquinaria política a través de los comités, distribuyendo pan, leche, y carne a bajos precios, y lanzando una campaña de org de los consumidores para oponer a los excesos de los trusts la acción de conjunto de los compradores org. Los propósitos electoralistas de este nuevo paternalismo radical fueron denunciados por la prensa anarquista, que atacó duramente a los radicales. Que tras la sanción de la Ley Saenz Peña los radicales estaban ansiosos por aparecer como una alternativa a los socialistas para el voto obrero quedo demostrado por algunos de sus representantes en el congreso. Proyectos de legislación social como la regulación de las condiciones laborales para las mujeres y niños, o el establecimiento de seguros obligatorios contra accidentes de trabajo, fueron promovidos y/o apoyados por los diputados radicales. En el plano electoral los radicales estaban dispuestos a competir abiertamente con los socialistas por el voto obrero. Otras fuerzas opositoras al oficialismo liberal, con otras líneas de emparentamiento con el reformismo social de las naciones más desarrolladas, tuvieron su expresión en el mov social católico y en el PS. El movimiento social católico Los dirigentes políticos católicos que se enfrentaron a las reformas liberales del roquismo responsabilizaron al proceso de secularización desatado por el liberalismo por los emergentes conflictos sociales. Los Círculos de Obreros Católicos creados en la década de 1880 apuntaban a la difusión y defensa de los principios católicos entre los trabajadores y a contrarrestar la creciente influencia del socialismo en el mov obrero. Había además, varias agrupaciones católicas diferenciadas de los Círculos de Obreros. En 1902 con un programa orientado a la org de gremios y corporaciones profesionales, se fundó la Liga Democrática Cristiana, que luego cambiaría su nombre por los de Unión Democrática Cristiana y Unión Democrática Arg. En 1909 se fundó la Liga Social Arg, que tenía como obj alentar la org social bajo los principios cristianos, la lucha contra las “tendencias subversivas” en la soc, y el elevamiento moral e intelectual en todas las profesiones y clases sociales. Los fundamentos de la perspectiva católica de la cuestión social de comienzos de siglo se basaban en una severa acusación al liberalismo y en un reclamo por el retorno a una reorganización de la soc sobre los principios cristianos. El liberalismo había engendrado el “laissez faire, laissez passer” con todas sus consecuencias prácticas y había promovido el empobrecimiento espiritual que era la fuente de conflicto social. La iglesia católica debía ser restaurada a un lugar de preeminencia y la unidad espiritual en sus principios aseguraría el regreso de la estabilidad y la armonía en la vida social. En cuanto a las propuestas institucionales, algunas vertientes dentro del mov católico enfatizaban la necesidad de atemperar los excesos y errores implícitos en el capitalismo y la democracia liberal a través del establecimiento de un sist que reconociera el valor de las corporaciones y el principio de la representación funcional. Para esta interpretación una conspiración judeo-masónica impedía que la iglesia aportara la solución a la cuestión social. Desde el punto de vista práctico, sin embargo, el mov social católico no persiguió durante el periodo una línea militante en tal dirección. Sus acciones se orientaron en dos líneas: por un lado, la atracción de la clase trabajadora hacia organizaciones como los Círculos de Obreros Católicos, por el otro, la participación de sus dirigentes en el desarrollo de programas de legislación social y obrera desde el estado. La influencia ideológica del mov social católico sobre el debate de la cuestión social, adquirió más peso a través de la acción de determinados individuos en posiciones de cierto poder, que participaron en el desarrollo de un programa moderado de reforma social, que por su peso dentro del mov obrero o las org profesionales de signo católico. Un fenómeno similar se dio con la participación de dirigentes socialistas en algunos de los programas e instituciones diseñados por reformistas liberales. El socialismo y la “burguesía inteligente” Con la fundación del Partido Socialista Obrero en 1895 se consagro en el país la línea reformista del socialismo europeo basada en el reconocimiento de la política parlamentaria y el impulso al cooperativismo. Desde su 1er congreso nacional y en sus 1eros documentos oficiales, el partido manifestó su adhesión a una aproximación “legalista” o “parlamentarista” al socialismo: la participación activa de los trabajadores en la política oficial era el camino para lograr mejoras. Para Justo la política era un campo en el que la clase trabajadora debía luchar por sus intereses, y en consecuencia, el congreso fundador del partido sugirió a las asociaciones obreras que recomendaran a sus miembros el voto por el PS en las elecciones nacionales. Las relaciones entre asociaciones obreras y partido, sin embargo, no fueron armónicas y se convirtieron en una permanente fuente de conflictos y divisiones internas. Los socialistas enfrentaban una competencia en las asociaciones obreras al chocar con la negativa de los anarquistas a participar en la política partidaria o a luchar por reformas parciales. Los socialistas favorecían una aproximación gradualista a la reforma social, rechazando lo que consideraban el “revolucionismo extremo” postulado por los anarquistas. Esta actitud llevo a los socialistas a repudiar el principio de la huelga gral revolucionaria, que los anarquistas y sindicalistas veían como el instrumento más apropiado para sus fines de transformación social, y a adoptar en cambio el reformismo legalista instrumentado a través de la participación parlamentaria. Si bien frecuentemente, y en particular durante los picos de la violencia anarquista, los socialistas fueron vistos por buena parte de la opinión pública como parte del mismo fenómeno conflictivo, y debieron enfrentar las negativas consecuencias de tal asimilación, entre los liberales con preocupaciones por la cuestión social se simpatizaba con las intenciones de los socialistas y se diferenciaba claramente a los dos grupos. Es decir que, era factible una colaboración entre socialistas y liberales reformistas. Una imp caract de la dirigencia socialista que explicaba el prestigio que esta gozaba en el establishment político y que facilitaría el intento de acercamiento desde el oficialismo era la predominancia de profesionales en los cuadros dirigentes del partido. La dirigencia partidaria socialista estaba compuesta por dos grupos profesionales: médicos y abogados, el partido tmb había atraído además intelectuales y escritores. Existían, además de estas similitudes en cuanto a la composición social y al enfoque de la reforma social, otras coincidencias. Por una parte, las posturas en favor del librecambio y del patrón oro que mantuvo el socialismo lo acercaban a las posiciones de los liberales ortodoxos en materia económica. Por otra, el anticlericalismo tmb fue un factor de acercamiento: alarmado por la influencia del mov social católico en las org obreras, el socialista A. Palacios propuso la creación de “Círculos de Obreros Liberales” como un mecanismo para contrarrestar el rebrote del clericalismo. Tmb a través de la masonería, que promovía la org de “Congresos de Libre Pensamiento”, la cooperación entre liberales y socialistas se oriento a la elaboración de programas de reforma social que contrarrestaran la influencia clerical. El acercamiento entre intelectuales liberales y socialistas adquirió gran imp en el mundo universitario, donde las inquietudes reformistas en lo social recibían el impulso de una fundamentación “científica” que facilitaba la superación de las disidencias políticas o ideológicas. Capítulos 3 y 4: examinan el papel que los intelectuales y académicos cumplieron en la conformación del reformismo social, tanto en el surgimiento de nuevas instituciones dedicadas a la materia, como el Museo Social Arg, como en la elaboración de nuevos principios desde las cátedras universitarias de sociología, econ o derecho. Las preocupaciones por la raza y la herencia biológica, que habían adquirido prestigio científico por su asociación con el darwinismo, dieron a los debates sobre la reforma social un mecanismo por el cual las barreras ideológicas entre las distintas posiciones podían ser superadas. Los argumentos usados por quienes fundamentaban distintas propuestas de legislación social podían diferir de acuerdo a los distintos alineamientos políticos, pero el “biologicismo” se constituyó en un lenguaje común con el cual podían expresarse estas propuestas, uniendo liberales, conservadores y socialistas y dándoles respaldo en términos de respetabilidad intelectual. Cap. 3 Los intelectuales y la reforma social Reforma Moral, Reforma Política, y Reforma Social Uno de los factores que impulsaron el surgimiento de la corriente reformista liberal fue el legado de la crisis política y económica de 1890. La corrupción adm, la especulación financiera, el fraude electoral, el materialismo y la exagerada opulencia en las costumbres sociales, aparecieron para algunos como síntomas de una declinación moral. Muchas críticas planteaban la necesidad de superar el materialismo y el insaciable mercantilismo imperantes en la soc arg. Algunos percibían una declinación de la vida fliar, una relajación en las reglas morales, y una falta de sobriedad en las costumbres y hábitos sociales, que indicaban, para los observadores un gran deterioro moral. Desde la perspectiva católica esta crisis moral era interpretada como una consecuencia directa del proceso de secularización desatado por el liberalismo. Desde otro punto de vista, la preocupación por la declinación moral del país era, por el contrario, prueba de los éxitos obtenidos. A la par de las aspiraciones de regeneración espiritual, el espíritu reformista se centró en la necesidad de transformar las instituciones y hábitos políticos del país y de introducir “una política de principios”. Esta corriente quedo identificada con los cambios producidos por la ley electoral de 1912, pero se orientó tmb hacia otras propuestas de reforma político-institucional, entre las cuales las concernientes a la reforma del sist federal, fueron las más importantes. Desde distintas perspectivas la solución de la cuestión social fue percibida como otra faceta del proceso de regeneración moral y política que debía sanear al país. Intelectuales y políticos conectaron a la cuestión social con el supuesto resquebrajamiento generalizado de la moral pública que hacía imposible la construcción de un orden político “sano”. La generación que impulsaría la reforma moral, política y social del país se identificó con los claustros académicos y la act intelectual. El papel de los intelectuales Había un interés por parte de los intelectuales (al igual que en EEUU), en particular los asociados a universidades, en la expansión del mov de reforma social. El desarrollo de una nueva legislación social y de las instituciones que debían tratar los nuevos problemas sociales hacía necesario el tipo de conocimiento que economistas, sociólogos, y juristas podían proporcionar. Había una identificación de la clase dirigente con los claustros universitarios y los círculos intelectuales por un lado, y por el otro con las preocupaciones reformistas en materia social. Una caract de esta corriente académica del reformismo social fue la preocupación por orientar las incipientes cs sociales argentinas hacia el estudio de problemas prácticos. Los académicos e intelectuales no se limitaron al estudio científico de la cuestión social. Muchos interpretaron como parte de su deber el llevar sus ideas a la práctica a través de la creación y dirección de nuevas instituciones estatales dedicadas a dif áreas de la reforma social (ej, Asistencia Pública de Bs As, Dpto Nacional del Trabajo, etc.) Pero las universidades u las nuevas instituciones estatales no fueron los únicos centros de atracción para los intelectuales con inclinaciones reformistas. En arg, otra institución con raíces europeas, el Museo Social Argentino, dio otro marco institucional en el cual las nuevas corrientes intelectuales orientadas hacia la reforma social expresaron sus inquietudes. El Museo Social Argentino Éste fue fundado en 1911 por Tomas Amadeo, abogado y agrónomo de Bs As que venía desarrollando un plan para el establecimiento de una institución que se dedicara a la investigación de problemas vinculados a la cuestión social. La idea recibió el apoyo de muchas instituciones y personalidades. En cuanto al espíritu y los obj que guiaban a la nueva institución, la arg había alcanzado un estadio de desarrollo similar al de las naciones más avanzadas y por tanto era inevitable encontrar similares problemas en materia social y econ. En consecuencia, tmb los remedios a estos problemas debían inspirarse en la experiencia de los países más desarrollados. La creación de una institución como el MSA se justificaba por el mismo desarrollo social y econ del país. Su existencia sería financiada por donaciones y contribuciones de sus miembros, aunque eventualmente recibiría importantes aportes del gob. Para facilitar el estudio y la divulgación de los temas vinculados a la cuestión social, el MSA publicaba su propio boletín y mantenía una bien equipada biblioteca de política economía y estudios sociales. Entre sus obj el MSA tenía tmb la realización de una campaña de divulgación internacional sobre la arg y la vinculación del reformismo social arg con las instituciones internacionales dedicadas a estos temas. Las vinculaciones internacionales del MSA fueron imp desde sus orígenes, ya que la institución arg estaba inspirada en el Museo Social Francés fundado en Paris en 1894 como un centro de estudios y de recolección de datos sobre la cuestión social y que se convertiría en un imp polo del reformismo social durante la 3ra Republica, hubo contactos con colegas franceses. En la búsqueda de un camino intermedio entre individualismo y colectivismo, el MSA volcó un fuerte apoyo a la difusión del mutualismo en arg, y el crecimiento de este mov fue interpretado como una señal más del avanzado desarrollo social del país. Además de las campañas de difusión sobre el mutualismo, el MSA alentó la expansión de estas sociedades como una apropiada respuesta a los nuevos problemas sociales. Además del papel que jugaron estas instituciones como focos de atracción de reformadores con parecidas convicciones, la conexión entre las instituciones académicas y la reforma social tuvo otra imp manifestación: la transf del contenido de los cursos universitarios dedicados al estudio de distintas facetas de la cuestión social, en materias como sociología y economía política, pero tmb en el derecho civil, donde los nuevos problemas sociales originaron importantes transf teóricas, la higiene y la medicina social y la criminología. Cap. 4 El reformismo en las Ciencias Sociales La sociología y la nueva “economía social” El surgimiento de la sociología como disciplina científica tuvo un lugar preponderante en la conformación intelectual del reformismo social. Interpretada como la ciencia gral de la soc era para muchos el instrumento más idóneo para guiar a los gob en el diseño de políticas sociales exitosas. Desde esta perspectiva, los enfoques de los conflictos sociales aportados por el individualismo y el socialismo carecían de un verdadero carácter científico por haber sido elaborados antes del pleno desarrollo de la sociología. En Arg, la nueva ciencia fue proclamada como la clave para el entendimiento y la dirección racional del desarrollo social. La 1era catedra de sociología fue inaugurada en 1904 con el nombramiento de E. Quesada en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Bs As, la expansión de los cursos académicos y de publicaciones especializadas consolido a la nueva disciplina en el panorama intelectual arg de comienzos del siglo. No faltó quien viera con alarma las pretensiones de la nueva ciencia y el crecimiento de “cierta critica sociológica” que condenaba por su falta de rigor científico al proceso de toma de decisiones propio de las instituciones democráticas. Dos puntos fueron recalcados por quienes elaboraron los principios de las incipientes cs sociales argentinas. 1- las cs sociales debían tener un carácter nacional, esto es, sus proposiciones no eran universales sino limitadas por y dependientes de las características propias de cada nación. El rechazo de toda pretensión universalista fundamentaría, no solo en la arg, el abandono de los postulados de la econ política clásica en favor de adaptaciones consideradas adecuadas a cada país. Frente a la cuestión social, esa postura anti universalista facilitaría la recomendación de la intervención del estado basada en verdaderos principios científicos. 2- otro de los rasgos distintivos de las propuestas que de las incipientes cs sociales se hacían frente a los nuevos problemas: la solución de la cuestión social residía en un moderado programa de reformas elaborado a la luz de la moderna ciencia social, que implicaba tanto el abandono del laissez faire ortodoxo como del socialismo de estado. Las nuevas corrientes en sociología y econ fueron acompañadas por el desarrollo de nuevas teorías legales en materia civil y criminal, que buscaban adecuar tradicionales instituciones jurídicas a los nuevos fenómenos sociales. El derecho y la cuestión social Existió una conexión directa entre la cuestión social y el derecho criminal, ejemplificada en el impacto que la escuela italiana de criminología positiva tuvo en la Arg. El énfasis puesto por esta escuela en el determinismo biológico o social en los orígenes de la conducta criminal transformó las nociones tradicionales de responsabilidad individual y de vinculación entre ley positiva y valoración moral. Si la criminalidad se originaba por factores que estaban más allá del control de los actores individuales, como su constitución biológica o el ambiente social en el que estaban insertos, el castigo de esas conductas solo podía fundamentarse en razones de “defensa social”, y esto debía ser acompañado por políticas sociales que apuntaran a modificar aquellos factores determinantes, como una forma efectiva de prevenir el crimen. Además de estas nuevas corrientes en el derecho criminal, la cuestión social introdujo nuevos problemas para juristas especializados en otras áreas. En materia civil, temas como la responsabilidad de los empleadores por los accidentes de trab, o la sustitución de la noción tradicional del contrato por mecanismos de negociación colectiva, promovieron un activo debate sobre la forma en que las instituciones jurídicas debían adaptarse a los nuevos fenómenos sociales. El congreso americano de cs sociales Hacia fines del periodo la conexión entre las instituciones académicas y el debate sobre la cuestión social se habían estrechado aún más. En 1916, como parte de los festejos por el Centenario de la Declaración de Independencia, el gob arg organizo en Tucumán un Congreso Americano de Cs Sociales. El comité organizador del congreso estaba integrado por intelectuales, algunos ligados al reformismo social arg. El comité org el congreso en varias secciones (sobre derecho civil, criminal y comercial, etc.) una de las cuales era sobre trabajo, previsión y asistencia social, donde se reunieron representantes de las distintas corrientes reformistas ocupadas con la cuestión social durante el periodo. La comisión se dedicó al estudio del nivel de vida de las “clases obreras” y su mejoramiento a través de la legislación social. Muchas propuestas apuntaron a la protección de mujeres y niños y a la necesidad de mejorar el cumplimiento de la legislación existente. Se discutió el problema del desempleo, las huelgas, mecanismos de conciliación y arbitraje, la vivienda obrera, el papel que las soc de ayuda mutua y el seguro social obligatorio podían desempeñar como herramientas de política social, etc. El énfasis puesto por todos los participantes en la necesidad de sancionar una legislación social y laboral, y en la creación de nuevas instituciones estatales que dieran una respuesta científica a los nuevos problemas sociales, resumía el enfoque que el reformismo argentino adopto hacia la cuestión social. La imp que la higiene pública y la medicina social habían alcanzado en el debate sobre la cuestión social, evidenciada durante el congreso, revelaba que además de las cs sociales otras vertientes científicas contribuían a ese debate con nuevos argumentos y enfoques sobre los problemas sociales. Capítulos 5 y 6: están dedicados a las formas en que ese lenguaje biologicista afectó los debates sobre la cuestión social, sobre todo a través de dos disciplinas: la higiene pública y la criminología. esta última contribuyo con elementos como el concepto de defensa social, que determinarían las rtas que los grupos gobernantes adoptaron frente al anarquismo Cap. 5 La salud pública: cuestión racial y cuestión social Medicina y salud publica en el fin de siglo Así como ciertos desarrollos en las cs sociales impulsaron la búsqueda de un camino intermedio entre el capitalismo y el socialismo como una forma de solucionar la cuestión social, la creciente participación del estado en act asistenciales y el surgimiento y la consolidación de nuevas disciplinas vinculadas a esas act, como la higiene pública y la medicina social, fueron factores de gran imp en los orígenes de esa corriente reformista. La 2da mitad del s XIX se caracterizó por una expansión de la act estatal en materia de higiene y salud pública. La creación del consejo de higiene pública (1852), luego denominado Dpto Nacional de Higiene, y de la Asistencia Pública de Bs As (1883) fue complementada por la extensión de las facultades de inspección y control de estos organismos en temas relacionados con la salud pública. En la década de 1880, la construcción y operación de las obras de salubridad, 1ero por compañías privadas y luego por la Comisión de Obras de Salubridad que se convertiría en Obras Sanitarias de la Nación, mejoro las condiciones de higiene de la ciudad de bs as. En la 1era década del s XX las mejoras en la preservación de la salud pública y las condiciones sanitarias se habían transformado en una marca de civilización y cultura. Los informes oficiales revelaban orgullo por los progresos obtenidos en bs as, como la caída de la tasa de mortalidad. La higiene pública tmb hizo progresos en el campo académico. Tanto en el plano académico como en su papel de funcionarios públicos, los higienistas tendieron a argumentar en favor de una expansión de las facultades del estado en materia de salud pública. La regulación estatal de ciertas conductas individuales y la centralización adm de las políticas sanitarias eran consecuencias que se desprendían de las nuevas atribuciones. Vivienda y salud publica Uno de los problemas sociales que mayor atención atrajo de parte de los higienistas fue el deterioro de la salud pública originado por las deficiencias en la vivienda disponible para la población urbana. La presión ejercida por la inmigración masiva sobre la oferta de vivienda urbana en un periodo corto de tiempo llevo al surgimiento de los conventillos como una 1era respuesta. Sin embargo, la proporción de los moradores de conventillos sobre la población de la ciudad de Bs As fue disminuyendo, hecho facilitado por la forma en que el crecimiento en la construcción de viviendas siguió al crecimiento demográfico. La introducción de sistemas de loteos y ventas por pagos mensuales tuvo un imp efecto sobre el desarrollo de la vivienda urbana. La construcción en bs as durante la 1era década del siglo se convirtió en una inversión atractiva para el capital local, y en una fuente de ingresos para la Municipalidad a través de los impuestos a la propiedad y a la construcción. El desarrollo de un sist de transp eficiente y barato posibilito la expansión geográfica de la ciudad, con el consecuente aumento en la oferta de la vivienda en áreas menos congestionadas, a más bajo costo y con mejores condiciones de vida. Pese a los indicios de que Bs As estaba enfrentando exitosamente el desafío lanzado por la rápida urbanización, la visión de la vivienda como un agudo problema social y la vinculación entre la vivienda y la salud publica continuaron en el centro del debate sobre la cuestión social, y numerosas iniciativas privadas y públicas (en el plano municipal y nacional) se orientaron a la solución del problema de la vivienda. El estado y la salud pública La provisión de servicios sanitarios eficientes, el creciente status académico de la higiene y el mejoramiento en la oferta de vivienda salubre, fueron acompañados por el crecimiento en el num de instituciones hospitalarias y la creación de un sist de asistencia médica gratuita para los más necesitados. A fines del s XIX Bs As contaba con una estructura de asistencia médica diversificada en instituciones públicas y privadas basada en 4 pilares: 1- La Soc Nacional de Beneficencia, creada en 1823 por B. Rivadavia, coordinaba 6 instituciones residenciales para el cuidado de mujeres y niños 2- asociaciones creadas por comunidades de inmigrantes: españoles, italianos, etc., mantenían sus propios hospitales y sistemas de asistencia para los miembros de las distintas comunidades 3- instituciones privadas y religiosas de caridad que se dedicaron a la asistencia sanitaria 4- las instituciones municipales como el Patronato de la Infancia, creado en 1892 por la Municipalidad de la Ciudad de Bs As y la Asistencia Pública de Bs As, que ocupo el lugar más destacado en la provisión de servicios de salud. Creada en 1883 por el intendente Torcuato de Alvear, la Asistencia Pública de Bs As tenía como obj el brindar atención médica a aquellos que estaban incapacitados de pagar por tal servicio. Los precedentes europeos en materia de seguridad social y asistencia sanitaria fueron tenidos en cuenta por los especialistas argentinos. La Asistencia Pública debió enfrentar los efectos de la crisis econ de 1890, que forzaron un severo recorte de los recursos de la institución. A esto se sumaba el problema del fraude y la utilización indebida de los servicios, y el creciente peso de los inmigrantes sobre los nativos entre los usuarios. Se dispuso la creación de un “registro de pobres” que permitiera controlar la condición de necesitados de quienes hacían uso de los servicios, de modo de minimizar el fraude por parte de los usuarios. Se dispuso que la Asistencia Publica otorgaría sus servicios de forma gratuita a todos los domiciliados en la ciudad de Bs As, nativos o extranjeros, siempre que estuvieran registrados como “pobres de solemnidad” y presentaran el certificado. La institución clasificaba a todos los que requirieran sus servicios en dos categorías: a- “pobres de solemnidad”, aquellos que no contaban con medios o capacidad para proveerse de atención médica por si mismos b- “pobres”, aquellos necesitados pero capaces de sostenerse por sí mismos por contar con ciertos recursos o que recibían ayuda fliar o de otras instituciones. Los pobres de solemnidad recibían todos los servicios, tratamiento médico, atención hospitalaria y medicinas necesarias, en forma gratuita. Los pobres debían pagar una tasa. Además, la municipalidad de bs as mantenía un refugio nocturno para los que carecían de vivienda, aunque en este rubro la acción de instituciones de caridad como el Ejército de Salvación resulto, al menos en la 1era década del siglo, más efectiva. La variedad y diversificación del sist origino reclamos en favor de una mayor centralización, particularmente desde el Dpto Nacional de Higiene, que comenzó a demandar una mayor coordinación entre las instituciones privadas, municipales y nacionales a través de la nacionalización de todas las instituciones dedicadas a la salud y asistencia sanitaria. Sin embargo, tanto las instituciones de la Soc de Beneficencia como las organizadas por las comunidades de inmigrantes o instituciones particulares, mantuvieron su independencia. Otros temas de debate sobre la cuestión social en los que los higienistas participaron fueron: la cooperación con los criminólogos en el campo de la medicina legal, si debían desterrarse las enfermedades infecciosas del cuerpo social, la analogía era extendible a los individuos indeseables que podían “infectar” la soc a través de sus conductas patológicas. La caracterización anatómica del criminal nato, requería de la colaboración de médicos y alienistas junto a los criminólogos que tuvieron un papel destacado en la identificación de los individuos “peligrosos” que debían ser excluidos del cuerpo social. Otra área de act de los higienistas estaba formada por temas de contenido moral, conectados con los nuevos problemas sociales y la salud pública, como el alcoholismo y la prostitución. La expansión de la prostitución en bs as del cambio de siglo fue en gran medida una consecuencia del desarrollo econ de la ciudad. Los higienistas enfrentaba un dilema: sus intentos por controlar y regular estas act, de modo de facilitar la inspección médica y mejorar las condiciones sanitarias los exponían a la crítica de algunos sectores que consideraban esa política como el reconocimiento y la legalización de una situación inmoral. El alcoholismo tmb era visto como una amenaza de serias consecuencias para la salud de la población, como una fuente de nuevos problemas sociales (como la criminalidad) y como una causa de degeneración racial. Higienistas, criminólogos, médicos y legisladores se volcaron a la org de campañas contra el alcoholismo y a la publicación de reportes estadísticos y de compilaciones de legislación extranjera sobre este tema. La prostitución y el alcoholismo fueron vistos como ejemplos del tipo de “venenos raciales” que los higienistas estaban determinados a erradicar del cuerpo social: además de las implicancias morales del tema, un impulso a estas campañas provenía de la conexión establecida entre la salud pública (amenazada por estos problemas y otras consecuencias de la vida urbana, como las condiciones de trabajo insalubres en talleres y fabricas) la degeneración racial (producida por la transmisión hereditaria de los estigmas originados en la soc moderna) y el interés nacional (en preservar a la población de ese proceso degenerativo). La degeneración racial y el “interés nacional” en la salud publica Hacia el fin de siglo, la preocupación en torno a la raza y a la conformación biológica de la población ocupaba buena parte del pensamiento social latinoamericano. En Arg esas preocupaciones contribuyeron con un vocabulario común a las distintas corrientes reformistas y una fundamentación seudocientífica a una gran variedad de propuestas concernientes a la salud pública, la criminalidad, el control de la inmigración, el anarquismo y la militancia obrera. La idea de arza trascendía toda división ideológica, y fue adoptada como un instrumento clave para entender el desarrollo de sus sociedades por intelectuales y políticos de las más diversas tendencias. Principios que se transf en símbolos de una actitud política reaccionaria, como la idea de la superioridad de ciertos grupos raciales sobre otros, o la de la necesidad de preservar científicamente la pureza racial de una población, eran a comienzos de siglo nociones compartidas por los grupos más progresistas del espectro político, aceptadas tanto por socialistas como por liberales reformistas, en arg y en los países donde muchas de estas doctrinas se originaron. El concepto de raza no fue una idea bien delimitada en este periodo. Podía ser usada a veces para establecer una escala jerárquica entre distintos grupos o categorías étnicas, y hablar de razas superiores o inferiores, pero esta distinción, a su vez, se fundamentaba a veces en factores biológicos y a veces en factores geográficos, climáticos, históricos y culturales, y no era infrecuente confundir raza y nacionalidad, o tratar características biológicas o culturales como inseparables. Por otra parte, tmb se usaba el término raza al hablar de la constitución biológica de la población, que debía ser preservada de toda degeneración, principalmente a través de medidas sanitarias y de bienestar social. En este contexto intelectual, la obra de los higienistas argentinos se vio influenciada por consideraciones raciales. La preocupación por la diferenciación en la constitución biológica de las distintas clases, y sus consecuencias para el desarrollo físico e intelectual de la población, dadas las tasas diferenciales de reproducción que evidenciaban esas dif clases, fue uno de los puntos centrales de la eugenesia de principios de siglo, que postulaba el control científico de la reproducción humana. En Arg el enfoque eugenésico tuvo adeptos en todo el espectro ideológico. Entre los expertos en criminología se discutió el uso de procesos de selección artificial, más eficientes y rápidos que la selección natural, a realizarse a través de la esterilización de individuos degenerados. Las propuestas eugenésicas nunca trascendieron el ámbito académico, pero en los ambientes criminológicos profesionales se repetían los argumentos a favor de la eugenesia y de la esterilización de los degenerados. La org institucional de la eugenesia arg se produjo tras la PGM, en 1918 se fundó la soc arg de eugenesia que tuvo corta vida. Varios proyectos legislativos sobre la “protección de la raza” fueron enviados al congreso nacional, pero el mov nunca alcanzo el impulso que adquirieron los mov eugenésicos europeos y norteamericanos. Un rasgo común a varios de estos intentos de fusión del pensamiento biológico y las ideas raciales con medidas de reforma social fue la influencia del nacionalismo. La 1era década del s XX, en la que se celebró el centenario de la independencia en medio de un proceso de profundos cambios entre los que la inmigración masiva no dejaba de sugerir dudas en torno al concepto de identidad nacional, fue el marco de una oleada de sentimientos nacionalistas que se expresaron en la educación, la literatura, y la política. El socialismo no estuvo exento de esta influencia, que se manifestó en los conflictos internos que culminarían con la separación del partido de Ugarte y Palacios, quienes progresivamente abandonaron el tradicional internacionalismo postulado por el partido para adoptar posiciones nacionalistas. En este marco, muchas de las propuestas de los higienistas y reformadores sociales argentinos fueron basadas en el “interés nacional” en la preservación de la salud física y mental de la población. Se sustituía la apelación a principios de justicia social o de necesidades individuales como fundamento de las reformas propuestas por un valor que aparecía por encima de intereses sectoriales, esto es la necesidad nacional de asegurar la robustez física y moral de la población, que se volvía más urgente ante la evidencia de las rivalidades y conflictos entre naciones, tanto en tiempos de guerra como de paz. Argumentos de este tipo fueron usados para fundamentar casi toda la legislación sancionada en esos años. Las preocupaciones por la preservación de la salud de la población inspiradas por una corriente de nacionalismo cada vez más firma en el panorama ideológico arg de principios de siglo corrían paralelas a la otra gran preocupación del momento: la forma de excluir a la inmigración indeseable que ponía en peligro no solo la salud física y mental de la población local, sino tmb la armonía social y la estabilidad de las instituciones. El anarquismo, interpretado a través de los principios de la nueva criminología positivista, encarno otra variedad de patología que debía ser eliminada del organismo social. Cap. 6 La criminología y la criminalización del anarquismo La inmigración y el crimen en Bs As Una de las facetas de la cuestión social que produjeron alarma entre quienes veían con dudas el proceso de transf social que atravesaba el país fue el aumento de la criminalidad urbana y la aparición de conductas asociadas a la criminalidad que se consideraban peligrosas para el orden social, que cubrían un arco que iba desde todas las act que conformaban la “mala vida” porteña hasta la superposición de la criminalidad con la protesta social que encarnaría el anarquismo. Las estadísticas policiales de crímenes por año en la ciudad de bs as reflejaban un aumento en los delitos contra las personas en la propiedad en el periodo que va desde 1899 a 1914. Las estadísticas oficiales revelaban un aumento en años de dificultades económicas y fueron interpretadas como un reflejo del negativo impacto de la inmigración sobre la moral pública. La preponderancia de españoles e italianos en los arrestos policiales contribuyo a conformar la creencia generalizada en la vinculación entre inmigración latina y crimen. El peso de la inmigración dentro del fenómeno de la criminalidad podría haberse interpretado tmb como otra cara de la presencia que la inmigración tenía en toda la soc arg: hacia 1914 más de la mitad de la población de bs as era extranjera, la mayoría italianos y españoles, y tmb predominaban los inmigrantes en las estadísticas de propietarios de industria y comercio. Las explicaciones de tipo racial que acentuaban la conexión entre inmigración, crimen y tensiones sociales continuaron siendo populares. Las mismas contaban con un fuerte respaldo en el mundo econ, dada la difusión y el prestigio que alcanzo en la arg la escuela criminológica italiana encabezada por Lombroso. La criminología positivista en la Argentina El papel jugado por la escuela italiana de criminología en la formación del amiente intelectual de la Arg de comienzos de siglo fue considerable. Los rasgos distintivos de esta escuela se originaban en la concepción del crimen como una patología social o biológica que debía ser estudiada empíricamente, dejando de lado las nociones metafísicas de libre albedrio y responsabilidad individual de la tradición clásica del derecho penal. Los criminales, no el crimen, debían ser el obj de estudio. Lombroso desarrollo un estudio pormenorizado de los estigmas anatómicos que caracterizaban al típico uomo delinquente. Estos rasgos, que incluían tipos de mandíbulas, frentes y orejas eran una guía para identificar aquellos marcados con una proclividad innata hacia el crimen. Luego de identificados el castigo administrativo no se fundamentaba en la responsabilidad individual de los sujetos en cuestión (desde que esa conducta estaba determinada biológicamente) sino en la necesidad de la comunidad de imponer medidas de defensa social. En Arg, los principios de la criminología positivista fueron adoptados con entusiasmo por juristas y médicos higienistas, y debatidos en los círculos en los que se seguía con preocupación la evolución de la cuestión social arg. Hubo dentro de la escuela criminológica italiana hubo desacuerdos sobre el grado de influencia del ambiente social en la determinación de la conducta criminal. Estos desacuerdos fueron alimentados por la oposición que el determinismo biológico lombrosiano despertó en conferencias internacionales, sobre todo especialistas franceses que daban un papel preponderante al medio ambiente social en los orígenes de la criminalidad. El debate sobre la influencia de la herencia y del ambiente en los orígenes del crimen llego a Arg, donde los especialistas locales tendieron a un acomodamiento y fusión de ambas posiciones. Desde la higiene política y la medicina social se promovía la difusión de la herencia y el medio ambiente en la determinación de las conductas que constituían el obj de estudio de estas nuevas disciplinas. Varios trabajos de la escuela criminológica arg se volcaron al estudio de los factores económicos y geográficos como influencias en los orígenes de la criminalidad, reflejando el intento por escapar del rígido determinismo biológico del lombrosianismo ortodoxo. Sin embargo, la correlación entre la creciente criminalidad y la inmigración de origen latino fue utilizada como prueba del vínculo entre raza y crimen. Según esta interpretación la tendencia a la criminalidad era transmitida por las leyes de la herencia, creando un peligro permanente para la soc receptora. Otros extendieron el estigma de la criminalidad que llevaban los latinos a otros grupos raciales. La idea del peligro impuesto por las tendencias criminales de los inmigrantes, cualquiera que fuese su constitución biológica, desato una campaña sobre la necesidad de controlar más cuidadosamente la corriente inmigratoria. Si algunos aun depositaban sus esperanzas en la influencia benéfica de la inmigración sajona para contrarrestar tantos males, el reclamo generalizado durante la 1era década de este siglo exigía controles más severos de la inmigración, exigencia que aumentaría ante las tensiones sociales que aparecieron con los 1eros reclamos obreros. La cuestión obrera y el crimen La predominancia de extranjeros en los arrestos policiales se repetía en las estadísticas de arrestos relacionados con conflictos obreros. La doctrina criminológica incluyo a los conflictos obreros como otra causa de agravamiento de la criminalidad. La Arg tenía sin embargo, mejores posibilidades de contrarrestar este problema, dado que no existía una historia de luchas y disensiones de clases. En cuanto a la criminalidad común de los obreros, tamb tenía ventajas la arg porque la baja densidad de la población industrial y la menor competencia volvían la lucha más humana y tolerable. La vinculación entre inmigración, anarquismo, y criminalidad era facilitada por algunas caract objetivas del proceso de formación de las 1eras org obreras. La presencia de dirigentes obreros italianos y españoles fue un factor de gran peso en los orígenes de los 1eros sindicatos arg, particularmente en la orientación ideológica que se eligió para las mismas. Hacia fines del s XIX, el anarquismo se había hecho fuerte en los mov obreros de Italia y España, y los inmigrantes difundieron estas ideas en su nuevo medio. A su vez, visitaron bs as líderes del anarquismo y hubo estrechos vínculos establecidos entre las org locales y europeas. La persecución policial contribuyo a acelerar un constante mov de dirigentes anarquistas, entre Italia, España y la Arg. Estas vinculaciones alimentaron los temores surgidos en la arg por los actos de violencia anarquista cometidos en Europa. A fines del s XIX y principios del XX, la violencia anarquista había alcanzado niveles abrumadores. Tmb había una predica violenta por parte de la prensa anarquista local que, excepto en situaciones de estado de sitio, circulaba libremente, celebrando los actos de violencia efectuados por sus pares europeos, cuando no anunciando futuros atentados. Las reacciones del estado frente a esta amenaza se basaron en algo más que la retórica anarquista: si bien en algunos casos los anarquistas debieron pagar por disturbios originados por otros, durante la 1era década de esta siglo la “propaganda por los hechos” de los anarquistas locales se convirtió en una presencia concreta, que forzó una rta del estado no siempre acorde con los fundamentos liberales que guiaban su acción en otras áreas. A esto se sumaba la decisión de los anarquistas (que los distanciaría de los socialistas) de excluirse de toda posible forma de colaboración con el estado en la búsqueda de soluciones a la cuestión social. El anarquismo quedo así convertido en un problema de orden pública que excedía el marco del debate sobre la cuestión social, y en este contexto se inscribió el proceso de criminalización del anarquismo al que las corrientes positivistas lombrosianas no fueron ajenas. Lombroso había sostenido que los rasgos característicos de los criminales natos distinguían tmb a los anarquistas, marcados por igual por irreversibles anomalías hereditarias. En Arg los anarquistas fueron identificados como ejemplares de patologías psíquicas y físicas, siguiendo los lineamientos de la clasificación lombrosiana. Además de las coincidencias anatómicas que los anarquistas podían presentar con el “delincuente nato” a los ojos de los criminólogos, si vinculación con el malestar obrero agregaba factores adicionales de inquietud. Habiendo sido excluido del debate sobre la cuestión social, este “conjunto brutal y antipático” se convertía en un elemento que debía tmb ser excluido del cuerpo social. El orden público y la defensa social El anarquismo y el activismo obrero debieron enfrentarse a dos rasgos culturales o ideológicos de la soc arg de comienzos de siglo que determinaron las respuestas del gob a los nuevos problemas. El 1ero de ellos era la valoración del concepto orden público como uno de los elementos fundamentales de un estado moderno y eficaz: no estaba muy lejano en el tiempo el periodo en que el proyecto de construcción de un estado nacional había sido amenazado por luchas internas y perspectivas muy reales de anarquía. El establecimiento y la consolidación del orden público, era visto tanto como una garantía de la prosperidad econ como un fundamento para un sist político civilizado. La oposición al cambio revolucionario y la aceptación de prácticas electorales restrictivas estaban impregnadas por la obsesión de preservar el orden y la estabilidad institucional, y estos valores del orden liberal-conservador se extendían por todo el campo de las relaciones entre estado y Soc. La preservación del orden público no solo definía las bases de un estado eficiente y las posibilidades de progreso econ y político, sino que ofrecía atractivos de tipo cultural, era una prueba de que la arg había dejado atrás los “vicios sudamericanos” de los alzamientos y las revueltas, e ingresado en el club de las naciones más avanzadas. Era esta valoración del orden público lo que los anarquistas amenazaban con sus métodos y su retórica, más allá de las violaciones a específicas normas jurídicas. Esa preocupación estaba en las bases de cierta reacción que los profesionales de la criminología encabezaron contra lo que consideraban era un espíritu exageradamente liberal de las instituciones arg. Otro rasgo que marco las reacciones frente al anarquismo fue la difusión que tuvo el concepto de defensa social como justificación y fundamento de las medidas restrictivas tomadas respecto al anarquismo y la “inmigración indeseable”, concepto vinculado a los principios de la criminología positivista. La noción de defensa social como fundamento del castigo penal reemplazaba las nociones de responsabilidad moral y libre albedrio características de la escuela clásica. En esta interpretación, la soc no castigaba al delincuente porque este fuera moralmente responsable del delito, ya que el carácter de peligrosidad del delincuente estaba determinado por factores (externos o internos) ajenos a la voluntad del agente. La soc buscaba en cambio defenderse de ciertos individuos peligrosos, y esta era la fundamentación del castigo penal. En el tema de la cuestión social esto llevaba a la identificación de los anarquistas como un problema de higiene publica: su exclusión era una medida de defensa de la soc, el anarquismo resultaba ser una especie dentro del género de la inmigración indeseable (junto a criminales, enfermos, mendigos, etc.) que debía expulsarse para preservar la salud de la Soc. Esta interpretación se reflejó en la preferencia por la utilización de leyes de expulsión, en lugar de condenas penales más severas, como herramienta para enfrentar al anarquismo. Los juristas argentinos fueron reemplazando los conceptos de responsabilidad individual de la escuela clásica por la idea de “defensa social” como justificativo de la pena. El anarquismo era un tipo de conducta peligrosa que debía ser excluida. La atenuación de la importancia de la noción de responsabilidad individual, y la sobrevaloración del concepto de defensa social (en especial en los periodos de estado de sitio) posibilitaron la arbitrariedad en la aplicación de las leyes de exclusión de los anarquistas, desde que una vez que se acreditaba el carácter “peligroso” de un individuo, el principio de defensa social se imponía por sobre toda consideración respecto a la responsabilidad en hechos específicos. Para algunos la defensa social pasaba a ser más que el fundamento penal: era una justificación para los más amplios poderes de policía que podían otorgarse. Los conceptos de orden público y defensa social que tanta influencia tuvieron en la conformación de ese proceso de exclusión del anarquismo que los reformistas liberales impulsaron fueron reforzados por los antecedentes extranjeros en materia de expulsión de inmigrantes indeseables, que brindaron argumentos a quienes postulaban la sanción de normas similares para la inmigración en la arg. Estos antecedentes provenían de países que eran considerados modelos por los grupos dirigentes locales. El anarquismo y las restricciones a la inmigración: precedentes extranjeros Como en otras áreas, en lo que respecta a las restricciones inmigratorias los grupos gobernantes argentinos tenían bien en cuenta la experiencia de otros países que enfrentaban problemas similares. Los llamados países de asentamiento reciente, los EEUU, Canadá, Australia, y Nueva Zelandia, ofrecían modelos de desarrollo econ y social similares al caso arg, y en el debate sobre la cuestión social aparecían a los ojos de los reformadores argentinos como un modelo a seguir, dada la exitosa combinación de ambiciosos programas de reforma social con una severa política frente al anarquismo y la inmigración considerada indeseable. El gob de EEUU sanciono diversos sistemas de exclusión de inmigrantes en distintas oportunidades y con dif fundamentos. Por una parte se establecieron restricciones basadas en principios de higiene, salud y moral pública. Se excluía a los portadores de ciertas enfermedades contagiosas, con taras mentales, mendigos, prostitutas, criminales, etc. se sancionaron leyes de exclusión de los inmigrantes chinos que competían con la mano de obra norteamericana. El gob federal y los gob estatales sancionaron una severa legislación anti anarquista. Tmb en Canadá se sancionaron normas de control y restricción de la inmigración, en gran parte inspiradas por reacciones de tipo racista de grupos anglosajones contra la inmigración del sur y el este europeos, a la que se rechazaba con argumentaciones biologicistas, culturales y políticas. Esto se agravaría por las repercusiones de la Rev. Rusa de 1917, culminando en el otorgamiento que la ley de inmigración hacia a las autoridades de la facultad de deportar extranjeros “peligrosos”. Las políticas desarrolladas en Australia tamb fueron un antecedente imp para el caso argentino. Si bien en el caso australiano las restricciones inmigratorias fueron fundadas con argumentos raciales más que con razones de tipo político o de orden social, el hecho de que estas medidas fueran sancionadas por un país al que se consideraba a la vanguardia del mov de reforma social sugería a los grupos gobernantes argentinos que ambas actitudes (la severidad frente a la inmigración indeseable y una política reformista en lo social) podían conciliarse exitosamente. En Australia desde la 2da mitad el XIX las colonias que eventualmente conformarían la federación restringieron la inmigración china. El papel que cumplieron los países de asentamiento reciente como modelos de políticas de exclusión de la inmigración indeseable se sumaba a la presión que en algunos momentos ejercieron los gob europeos para que arg controlara más rigurosamente el ingreso y la circulación de los anarquistas en su territorio. La opinión internacional a comienzos del siglo era que el gob argentino era demasiado complaciente con los anarquistas que llegaban al país. Sumado a esto, el hecho de que países considerados en la Arg las sociedades más liberales y progresistas en materia social propugnaban severas medidas de exclusión del anarquismo y la inmigración indeseable en gral, conformaba una fuerte presión para que las autoridades argentinas avanzaran en la materia. Capítulo 7: el anarquismo fue interpretado como un fenómeno caracterizado por la superposición de la cuestión obrera y la criminalidad, y hubo una tendencia a desplazarlo del 1ero al 2do de estos términos. Este proceso alimentado por el accionar de los anarquistas por una parte, y por la influencia de los precedentes extranjeros en materia de control de la inmigración considerada “peligrosa”, culmino en decisiones orientadas a la exclusión del anarquismo del debate sobre la cuestión social y a la erradicación de la soc arg de sus representantes. Este capítulo describe el proceso de sanción de las leyes por las cuales se implementó esta decisión, y el papel que la policía y los tribunales jugaron en el proceso de exclusión del anarquismo. Las actitudes hacia la “cuestión obrera” tuvieron como contrapartida de la decisión de excluir al anarquismo, un acercamiento hacia las posturas más moderadas en materia de reforma social del PS. Entre liberales y reformistas y los dirigentes sociales existían, además de compartidas preocupaciones por la cuestión social, otros puntos de contacto que facilitaban el acercamiento, que iban desde la condena a ciertas prácticas políticas imperantes, hasta la participación en las mismas instituciones académicas (e igual distanciamiento de las posiciones del catolicismo social) en materia de proyectos de legislación social y laboral la colaboración entre socialistas y liberales fue normal. Cap. 7 La exclusión del anarquismo Las medidas de represión del anarquismo, en especial las leyes de expulsión de extranjeros sancionadas en 1902 y 1910, han sido interpretadas tradicionalmente como un resultado de la presión del mov obrero sobre los grupos gobernantes, es decir basándose en la preeminencia de un conflicto socioecon latente, estas leyes son vistas como una reacción defensiva de los grupos dominantes en la soc arg que buscaban proteger sus intereses amenazados por un combatiente mov obrero liderado por anarquistas y socialistas. Esta interpretación ha subestimado la importancia de otros factores, como el peso que los conceptos de orden público y defensa social tenían en el mundo cultural de los grupos gobernantes, y la referencia a otros países tomados como modelos en Arg, en los que la represión del anarquismo y las restricciones inmigratorias fueron mucho más severas, pero que llevaban adelante al mismo tiempo ambiciosos programas de reforma social. A esto debería agregarse la influencia de factores materiales, como la debilidad de la policía en términos de recursos disponibles; esto forzaría la aplicación intensiva de las leyes de deportación como un modelo de evitar el costo de sistemas de vigilancia permanente sobre los sospechosos de actividades “peligrosas”. Todos estos factores no podrían haber producido por si solos las características particulares que tuvieron las respuestas de las autoridades argentinas al problema del anarquismo y la inmigración indeseable. Para explicar estas respuestas el autor analiza los hechos que precedieron a la sanción de esas normas. Antecedentes de restricciones a la inmigración y leyes de deportación en la Arg Durante y sobre todo a fines de la década del 90 se acentuaron los temores frente al potencial peligro del anarquismo en la Arg, impulsado por actos de terrorismo anarquista en el extranjero y por el creciente activismo del mov obrero argentino. La ley de inmigración arg de 1876 no podía ser usada como herramienta para restringir el ingreso de los anarquistas europeos, ya que tal categoría no figuraba entre las prohibiciones de entrada. En junio de 1899, el senador Miguel Cané presento su proyecto de ley sobre expulsión de extranjeros, antecedente de la ley de residencia de 1902. El proyecto, basado en antecedentes europeos, no mencionaba específicamente al anarquismo sino a “todo extranjero cuya conducta pueda comprometer la seguridad nacional, turbar el orden público o la tranquilidad social”. Daba al presidente, en acuerdo de ministros, la facultad de decretar la expulsión. La ley de Residencia Aumentaron las presiones internacionales en favor de medidas más enérgicas de represión del anarquismo. A esto se sumaron factores locales que precipitaron una reacción severa por parte del gob. En 1902 se dieron varias huelgas en Rosario, Bahía Blanca, Bs As, que culminaron en la declaración de la huelga Gral. La paralización de la afluencia de mercaderías al puerto de Bs As amenazo el flujo de comercio de exportación. Además de afectar los intereses de productores y exportadores, esto tuvo consecuencias para el gob, que se veía perjudicado por el descenso en la recaudación de ingresos aduaneros. Mientras el ambiente político discutía la conveniencia de una enérgica represión de la huelga, otros canales de comunicación informales entre el gob y los trabajadores en conflicto se mantenían abiertos. La declaración de huelga gral por parte de la Federación Obrera Arg y los disturbios y choques entre los huelguistas y la policía continuaron forzaron una reunión de emergencia en el congreso con el obj de sancionar el proyecto Cané. Se facultaba al poder Ejecutivo a deportar o impedir la entrada a todo extranjero condenado por tribunales extranjeros o cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público. Los argumentos usados por quienes defendieron el proyecto apuntaban a que la ley no iba contra las huelgas, problema que debía solucionarse por otros medios, sino contra agitadores profesionales “empresarios de huelgas” que amenazaban paralizar el comercio. Esto justificaba el otorgamiento de la aplicación de la ley al Poder Ejecutivo, como un acto de emergencia política. Algunos objetaron la inconstitucionalidad del último punto, abogando por las atribuciones del poder judicial para erigirse como la única autoridad de aplicación. Sin embargo, el proyecto fue aprobado. La Cámara de Diputados promovió un debate más intenso sobre la conveniencia de la ley, y varios diputados opusieron objeciones al proyecto. 3 fueron las objeciones centrales: 1- se estaba legislando “de apuro”, sin considerar las causas más profundas del problema 2- la expulsión era una medida penal, y el Poder Ejecutivo no podía atribuirse facultades judiciales 3-se ordenaba una discriminación entre extranjeros y argentinos de carácter institucional (se facultaba al P.E a expulsar a los 1eros y no a los 2dos), además de soslayar el problema que planteaban los activistas argentinos (el gob de la FOA estaba en manos de ciudadanos argentinos). Los argumentos en favor del proyecto se concentraron en negar el carácter de pena a la aplicación de la ley y en destacar los precedentes de la legislación comparada. Como un compromiso, tras la aprobación de la ley, se aprobó la formación de una comisión de la cámara para estudiar el problema y ponerse en contacto con las partes. Luego el congreso ampliaba las medidas de emergencia con la sanción del estado de sitio en la Capital Federal y las prov de Bs As y Sta Fe. La recepción de la ley por parte de la prensa opositora, que originalmente, parecía haber apoyado la idea del proyecto Cané fue muy desfavorable. La Prensa acuso al gob de desconocer la situación de los gremios trabajadores. Si bien hubo denuncias en el Congreso y en la prensa por arbitrariedades y errores en la aplicación de la ley (algunos casos denunciados en el congreso demostraron que la ley era usada en el interior del país para librarse de opositores a los oficialismos), no hubo quejas entre los representantes diplomáticos acreditados en bs as. La prensa anarquista y socialista se embarcó en una campaña para lograr la derogación de la ley, a la que se sumaron actos individuales. Desde sectores cercanos al gob se siguieron planteando interrogantes sobre la constitucionalidad de la ley, y desde 1904, A. Palacios 1er diputado socialista, desarrollo una campaña para obtener la derogación de la ley. Otros intentos La Ley de Residencia no soluciono el problema de los conflictos obreros, y la declaración del estado de sitio en 1902 fue repetida en años posteriores luego de que se producían choques entre trabajadores y la policía, durante huelgas o por choques en la celebración del 1 de mayo. Además de la acción policial y de la aplicación de la Ley de Residencia, el tema de las leyes de exclusión siguió siendo tratado en el Congreso. Si la preocupación por continuar la política de exclusión del anarquismo se mantuvo viva tras la sanción de la ley de residencia, fue en 1909-10 cuando alcanzó su punto culminante, coincidiendo con una campaña de recrudecimiento del activismo anarquista. Frente a los actos terroristas las reacciones se concentraron en la necesidad de restablecer medidas legales como instrumentos de defensa social. Sin embargo, dadas las dificultades que implicaba el llamado a sesiones extraordinarias del Congreso, el gob decidió, con el acuerdo de las autoridades policiales, que por el momento solo se decretaría el estado de sitio y se aplicaría más severamente la legislación existente. Hubo reacciones individuales más extremas como los que reflejaron la intensidad de los sentimientos nacionalistas despertados por la identificación del anarquismo como un fenómeno extraño al país, que conduciría a una interpretación xenofóbica de la cuestión social. Además de la clausura de diarios y locales socialistas y anarquistas por la policía, grupos de particulares atacaron organizaciones obreras y talleres, destrozando maquinas impresoras. Las tensiones se agravaron a medida que se acercaban los festejos por el centenario de la Rev de Mayo, la prensa anarquista había lanzado una campaña en contra de los festejos del centenario. Las org obreras aprovecharon la oportunidad para plegarse con una campaña por la derogación de la ley de residencia, que culminó con la declaración de huelga gral, a la que le gob respondió con una nueva declaración del estado de sitio. En el congreso se planteaba que la exclusión del anarquismo fuera paralela al desarrollo de programas de legislación social que atenuaran el conflicto obrero. La Ley de Defensa Social La situación se fue agravando. Los enfrentamientos entre grupos de estudiantes y anarquistas habían producido, además de daños materiales a imprentas y locales obreros, heridos entre los estudiantes, lo que impulso nuevos pedidos para una ley de represión al anarquismo. A pesar de los incidentes, los festejos del centenario seguían desarrollándose. El hecho que precipito la ley de defensa social fue el estallido de una bomba durante una función de opera en el Teatro Colon, que produjo varios heridos en Jun de 1910. Al día siguiente la Cámara de Diputados se reunió para debatir la sanción de una ley de represión del anarquismo. El proyecto presentado se dividía en 3 secciones: la 1era decretaba la prohibición de entrar y la expulsión de ciertas categorías de extranjeros, entre los que estaban los anarquistas, la 2da prohibía la existencia de toda asociación que tuviera como objeto la propagación de las doctrinas anarquistas y regulaba el derecho de reunión, la 3ra penaba la apología del delito y el uso de explosivos, con penas que iban desde los 6 años hasta la pena de muerte, si el explosivo había matado a alguien, la edad mínima para la pena de muerte era de 22 años. Tras la aprobación del proyecto, fue sancionado al día siguiente por la Cámara de Senadores. Muchos juristas e intelectuales pusieron en duda la constitucionalidad de la ley, así como su posible efectividad en controlar el anarquismo. A esto se sumaban quienes argumentaban, que este tipo de regulaciones terminaría con la inmigración en gral, algo que el país no podía permitirse. A pesar de los defectos de técnica legislativa y de las críticas en materia de inconstitucionalidad que se levantaron, la ley se mantuvo y probó ser una herramienta más efectiva para la represión del anarquismo. Policía y acción judicial Con las 1eras señales de alarma ante el creciente accionar del anarquismo en Arg, la policía de Bs As planteo lo inadecuado de los recursos con que contaba para organizar un eficaz servicio de vigilancia. Las reuniones de organizaciones obreras debían notificarse a la respectiva comisaria de sección que quedaba a cargo de la vigilancia necesaria. El crecimiento de los grupos anarquistas y la libertad de acción con que contaban pronto volvieron insuficiente este arreglo. La ley de Residencia de 1902 dio amplias facultades a las autoridades, pero tras las deportaciones la policía era incapaz de contener a los anarquistas que tanto volvían a ingresar al país vía Montevideo, como solicitaban la naturalización para evitar la expulsión (dado que la ley solo era aplicable a los extranjeros). Había un amplio margen de arbitrariedad en la aplicación de la ley, ya que en algunos casos la única acusación presentada era que la mayoría no tenía oficio, viviendo solamente de lo que obtenían del sindicato como representantes o secretarios de las sociedades obreras, por lo que supuestamente tenían un interés directo en promover las huelgas y agitaciones. Las tareas de vigilancia de los anarquistas y los pedidos de expulsión continuaron en años siguientes, y la policía siguió enfrentando el obstáculo que presentaba el retorno clandestino de los expulsados, y lo inadecuado de los recursos humanos con los que contaba. Como la ley de Residencia no establecía penas para quienes retornaran al país, la policía estaba obligada a repetir la tarea de buscar y expulsar a los comprendidos en la ley, cuantas veces se les ocurra violar el destierro. El informe policial sobre los sucesos del 1 de mayo de 1909 refleja la percepción que la policía tenía de los agitadores, negaban toda causa econ de los desórdenes, consideraban que no se trataba de una huelga sino que era una cuestión social, una agitación convulsiva provocada por 4 factores: 1- el anarquismo 2- elementos diversos, donde surgía la visión de estos agitadores como elementos degenerativos (enfermos, peligrosos…) 3- la propaganda de la prensa donde se incluía no solo La Protesta (anarquista) y La Vanguardia (socialista) sino tmb a otros diarios de oposición, 4- el Partido Socialista, por usar con fines políticos estos desordenes. Como medida para contrarrestar estos factores se solicitaba la reforma de la ley de Residencia, imponiendo severas penas a quienes reingresaban al país tras su expulsión, sancionando delitos de imprenta y reglamentando el derecho de reunión de las asociaciones anarquistas, propuestas que fueron incorporadas a la ley de defensa social. En 1910 los dispositivos de vigilancia se vieron reforzados al organizarse la División Orden Publico de la Policía en las secciones Orden Político y Orden Social. La sanción de la ley de defensa social tuvo como consecuencia el dificultar la vigilancia policial, al suprimir la posibilidad de que los grupos anarquistas actuaran públicamente. La necesidad de vigilar casos individuales que además operaban secretamente, más la transformación de las tácticas anarquistas de agitación obrera a terrorismo individual puso mayor presión sobre los escasos recursos policiales, demandando constantes aumentos de personal, lo que a su vez aumentaba las posibilidades que las leyes de deportación fueran utilizadas en forma exagerada: resultaba más fácil y económicamente más eficiente para la policía pedir directamente la expulsión de los extranjeros sospechosos que pretender mantener servicios de vigilancia permanentes. El atentado del Teatro Colon origino tmb una fuerte presión sobre los servicios de vigilancia para apresar al responsable. La aplicación de las leyes de residencia y de defensa social comenzaba por determinar los delitos cometidos según los arrestos llevados a cabo por la sección Orden Social. Así la mera determinación de que un extranjero perturbaba el orden público bastaba para que la policía lo considerara comprendido en la ley de residencia y solicitara al poder ejecutivo su expulsión. La ley de defensa social establecía una serie de delitos y penas con mayor minuciosidad, y fue usado no tanto para expulsar, ya que la ley de residencias otorgaba facultades amplias a tal fin, sino para castigar los actos de propaganda, regular el derecho de asociación y reprimir todo intento de agitación anarquista. Si bien los socialistas tuvieron que pagar frecuentemente por la persecución al anarquismo, tmb hubo por parte de la policía intentas por discriminar entre el reformismo legalista de los socialistas y el extremismo anarquista. La elaboración de doctrina y jurisprudencia en los tribunales tmb influyo en la actitud hacia el anarquismo. Se dio una influencia del positivismo penal en la conformación del concepto de defensa social y sus consecuencias en el tratamiento del anarquismo. Pero los agentes fiscales tmb propusieron medidas concretas que repercutieron en la legislación como la extensión del castigo penal de las asociaciones criminales a los grupos anarquistas, la sanción de leyes de imprenta que castigaran la propaganda y la incitación o la apología del terrorismo anarquista, o el establecimiento del juicio oral para la aplicación de las leyes de “profilaxia social”, y otras como la firma de tratados internacionales para establecer la identificación antropométrica de los anarquistas perseguidos en dif países. En 1910 Bunge elaboro una doctrina original sobre el accionar armado de los anarquistas, según él debía distinguirse entre atentado contra la autoridad, un hecho aislado y atentado contra el estado o contra la sociedad. El 1ero podía ser castigado levemente, pero el 2do debía ser reprimido ya que sus víctimas no eran solo los agredidos sino el orden social del cual participan todos. Bunge reconocía que su doctrina no tenía fundamento en la legislación penal arg, limitándose a presentarla solo desde un punto de vista científico y técnico. La justicia mantuvo un alto grado de autonomía en sus decisiones en la materia. La cámara de apelaciones de la capital federal fallo a favor de los extranjeros naturalizados, a los que el poder ejecutivo buscaba aplicar la ley de residencia, rechazando el arresto como improcedente. Tmb mantuvo la justicia su autonomía en cuanto a la determinación de la incompetencia de la justicia federal en varios casos de represión del anarquismo. La intención de los legisladores de establecer un proceso rápido en la aplicación de penas al anarquismo pronto se vio contrariada por fallos de los tribunales que mantuvieron la distinción entre jurisdicción federal y provincial, atribuyendo la competencia a esta última: los delitos de propaganda anarquista, por ej, caían bajo la figura de delitos de imprenta, que según la CN quedaban bajo jurisdicción provincial, no federal. No hubo, sin embargo, declaración de inconstitucionalidad para las leyes de deportación. La ley de defensa social fue derogada por la reforma al Código Penal de 1921 de Moreno, quien en 1910 se había opuesto a la sanción de la ley. La Ley de Residencia mantuvo su vigencia durante más tiempo, pese a sucesivos proyectos de derogación, manteniéndose vigente durante la 1era era peronista. Finalmente, fue derogada en 1958, bajo la presidencia de Frondizi. Junto a esta política de exclusión del anarquismo, los grupos liberales reformistas buscaron desarrollar un programa de legislación social que, dentro de los fundamentos políticos e ideológicos que guiaban a la soc arg, fuera capaz de atenuar la amenaza del conflicto social latente. Capítulos 8 y 9: analizan las dif respuestas a la cuestión obrera que se extienden desde las propuestas de Cané y Pellegrini, pasando por el proyecto de Gonzales y la legislación sancionada posteriormente, hasta la creación y evolución del Dpto Nacional del Trabajo. Cap. 8 Respuestas a la cuestión obrera (I) Miguel Cané y Carlos Pellegrini La represión del anarquismo fue solo una cara de la actitud hacia la cuestión obrera de parte de los grupos gobernantes liberales. La contrapartida a esta política de exclusión fue el acercamiento al reformismo del PS, y las diversas propuestas de solución a la cuestión obrera que partieron de los grupos reformistas liberales, propuestas que apuntaban a la sanción de un programa moderado de reforma social que, respetando los fundamentos ideológicos liberales que guiaban la vida política arg, actuara sobre los preocupantes síntomas del conflicto social que se veían desde el cambio de siglo. El desarrollo de estrategias reformistas no provino solo de las cátedras universitarias sino tmb de un amplio conjunto de intelectuales políticos y “hombres públicos”. Uno fue Miguel Cané, en 1890 escribía en un informe que la causa principal de la cuestión social radicaba en que no se llevaba a cabo una reducción de la carga fiscal sobre los trabajadores. En 1899 como senador nacional atendió el tema de la cuestión social con un proyecto de ley de expulsión de los extranjeros, antecedente de la ley de Residencia de 1902, que se centraba más en la necesidad de reprimir el fenómeno anarquista que en soluciones de tipo gral a la cuestión obrera. Advertía que la única solución a los nuevos problemas era abaratar la vida del obrero, y la responsabilidad recaía en el gobierno, a través de la supresión de los impuestos excesivos sobre los art de consumo, consecuencia de los excesos presupuestarios. Cané retomaba su argumento de 1890 sobre la responsabilidad de la política fiscal de los gob en el alza del costo de vida de los trabajadores, y por consiguiente en los orígenes de la cuestión social. El argumento había adquirido más peso desde 1890 en parte por el peso de los impuestos municipales y los nuevos impuestos internos sancionados tras la crisis del 90, en parte por los desequilibrios fiscales provocados por el armamentismo originado en las tensiones en chile y, en gral, por lo que varios observadores entendían como gastos superfluos del gob que eran solventados por los contribuyentes de menores ingresos. Cané coincidía en este punto con la campaña que los socialistas llevaban adelante contra la política fiscal de los gob liberales, aunque seguidor del proteccionista Pellegrini como era, dejo de lado la crítica de la tarifa proteccionista que los socialistas tmb conectaban en este argumento. La condición para el progreso de los trabajadores era según Cané la disminución de los presupuestos suntuarios tanto en el orden nacional como en el de las prov, para alcanzar la reducción de los impuestos, y Cané ligaba estas reformas al liderazgo político de Pellegrini. Irónicamente había sido Pellegrini quien en 1891 había introducido los impuestos internos como una de las herramientas fiscales destinadas a solucionar la grave crisis por la que atravesaba el país. Por 1era vez se sancionaron en arg impuestos nacionales sobre artículos producidos y consumidos localmente. Los impuestos internos junto a las tarifas proteccionistas se convirtieron, dada su incidencia en el alza del costo de la vida, en un factor clave en el surgimiento de la cuestión social. Pellegrini llego a conclusiones más radicales respecto a cuál era la solución de la cuestión social, en 1904 escribió reflexiones para La Nación sobre la conciliación del capital y el trabajo, al que calificó como el problema más grave que enfrentaría el s XX. Los conflictos obreros eran para él una prueba de progreso, desde que surgían como consecuencia de un gran mov de capital y trabajo. Admiraba la sensatez de los americanos que no prestaban atención a las doctrinas socialistas. Igual que en EEUU, la lucha de clases no tenía sentido en Arg dadas las enormes posibilidades de progreso individual. La forma de resolver los conflictos era a través de la conciliación, sometiendo sus relaciones a convenciones o contratos preestablecidos, y dejando que la justicia ordinaria dirimiera las diferencias. Luego Pellegrini llego a otras conclusiones planteando que había algo que hacía imposible la solución buscada y era la existencia del salario. Sin mencionar el pensamiento socialista, concluía que el obrero no podía ser tratado como un ser inferior sujeto a la fábrica como el siervo antiguo lo estaba a la tierra, por lo que era necesaria la eliminación del trabajo asalariado. Era necesario vincular al trabajador en los resultados econ de su propio esfuerzo, que el trabajador tuviera un interés en la prosperidad de la empresa industrial en que era empleado. Su propuesta se basaba en la creación de “sociedades anónimas de trabajo” najo las mismas bases que regían la constitución de sociedades anónimas de capital. Los obreros de una misma industria formarían su compañía, nombrando un directorio que negociaría con los directores de la compañía de capital un contrato por el cual las 2 partes aportarían capital y trabajo, fijando además de las condiciones y detalles de la producción, los tribunales ante los cuales resolver sus diferencias. Las retribuciones que obtuvieran las 2 compañías serian una cuota-parte del producto o precio de venta. La compañía de trabajo distribuiría dicha cuota-parte en forma de dividendo entre sus socios, pudiendo destinar parte a fondos de reserva para pensiones, accidentes o asistencias en épocas de crisis, seguros, educación, etc. Los sindicatos podrían transformarse en estas nuevas compañías, ya que sus funciones de defensa del trabajo se verían mejoradas. El proyecto de Pellegrini en Arg no tuvo mucha repercusión. El interés de su propuesta, sin embargo, radica más que en su ejecución, en la demostración de flexibilidad ideológica y de atrevimiento frente a la cuestión social que revelaba de parte de uno de los personajes centrales del periodo. La posibilidad de que la cuestión social actuara como un agente de cambio en la conformación ideológica de los grupos liberales orientándolos hacia una variante reformista estuvo presente en los debates parlamentarios sobre el tema que tuvieron lugar durante el periodo, alcanzando su punto culminante en la elaboración del proyecto de código laboral dirigido por Joaquín. V. Gonzales. El proyecto de la ley nacional del trabajo de 1904 El proyecto del código laboral de 1904 represento el punto más alto de acercamiento entre el liberalismo reformista de algunas figuras del gob, principalmente Gonzales, inspirador del proyecto, y el socialismo moderado del PS, o al menos algunos de sus integrantes y adherentes. Gonzales era un partidario de la nueva concepción “social” del liberalismo de fin de siglo. Los sucesos de 1902 confirmaron en el gob la necesidad de establecer mecanismos e instituciones con bases estables para el tratamiento de la cuestión social. El ministro del interior encaro la tarea de redactar un amplio código de relaciones laborales que sirviera de base para dicho tratamiento. Para ello solicito la colaboración de varias personalidades del mundo político y las cs sociales, que compartían sus preocupaciones. El proyecto fue muy ambicioso por lo que conto con muchos colaboradores. Gonzales, autor de la redacción del código y del msj de envió al congreso compuso una vasta obra que trataba sobre los extranjeros, el contrato de trabajo, agentes intermediarios, accidentes de trabajo, duración de la jornada, trabajo a domicilio, trabajo de menores y mujeres, contrato de aprendizaje, trabajo de los indios, condiciones de seguridad e higiene en las industrias, asociaciones industriales y obreras, autoridades adm y tribunales de conciliación y arbitraje. Las 1eras disposiciones del proyecto se referían al tratamiento de los extranjeros. Tras reafirmar la garantía constitucional del libre ejercicio de toda industria licita en el país, el proyecto establecía restricciones a la admisión de ciertas categorías de inmigrantes, que en gral reproducían las restricciones establecidas por la legislación vigente (ley de inmigración de 1876 y ley de residencia de 1902). Luego se daba un tratamiento de la institución del contrato de trabajo, su naturaleza, el salario y condiciones de pago, obligaciones de las partes, duración y extinción. Los artículos resaltan la insuficiencia de las normas tradicionales del Código Civil sobre locación de servicios frente a la necesidad de regular los nuevos fenómenos sociales. Lo mismo sostiene el proyecto respecto a la regulación de los accidentes de trabajo, donde establece la obligación empresaria de indemnizar todo accidente sufrido en ocasión del trabajo, adelantando el principio de “riesgo profesional” y el establecimiento de seguros contra accidentes, que serían sancionados en 1915 con la ley de accidentes de trabajo. El proyecto, si bien con algunas excepciones para casos especiales, establecía una jornada máxima de trabajo de 8 hs, uno de los puntos que produjo mas oposición por parte de los grupos industriales, fijaba el descanso dominical, regulaba estrictamente las condiciones de trabajo de mujeres y menores, y de higiene y seguridad en los lugares de trabajo. A la par se establecían normas de protección a los trabajadores, su buscaba establecer un sist de relaciones laborales estable que disminuyera o eliminara las posibilidades de conflicto social. Se regulaba la org de asociaciones profesionales industriales y obreras, se creaba una Junta Nacional del Trabajo como autoridad adm en el campo de las relaciones laborales y se establecían tribunales de conciliación y arbitraje para solucionar las disputas laborales. En cuanto a la org de asociaciones profesionales obreras, se establecía que solo obtendría personería jurídica (y los beneficios legales) aquellas asociaciones que fueran reconocidas oficialmente a través de la inscripción en el registro de la Junta Nacional del Trabajo. Para ello se establecían requisitos mínimos respecto al objeto de las sociedades: quedaba prohibido todo fin contrario a las leyes o la Constitución, y el negar a los afiliados la libertad de contratar o actuar según su conciencia. El Poder Ejecutivo podía disolver toda asociación que incurriera en intentos de rebelión, alzamiento contra las leyes, alteración de la paz y el orden público, uso de fuerza y violencia, atentados contra la libertad de trabajo, industria y comercio, o violación de las normas sobre reuniones públicas. Se establecían sanciones y restricciones a las huelgas que rehusaran arbitraje y provocaran interrupciones del tráfico ferroviario o del comercio interno o internacional del país, por más de 10 días y se regulaba el ejercicio del derecho de huelga en Gral. Los beneficios dados a las asociaciones legales, además de los propios de toda persona jurídica, consistían en la facultad de concertar contratos colectivos de trabajo, de confederarse con otras asociaciones, y el derecho al fuero de conciliación y arbitraje. Se resguardaba el derecho del obrero individual a permanecer fuera del convenio colectivo. La Junta podía rehusar la inscripción de una soc cuando ya se hubiera inscripto otra semejante de la cual podía formarse parte. Según Gonzales, el obj de estas normas era asegurar con sanción legal los contratos colectivos que suscribieran y facilitar el acceso a mecanismos de conciliación y arbitraje. Como autoridad adm en el campo laboral se creaba como una dependencia del Ministerio del Interior con jurisdicción en la Capital Federal, la Junta Nacional del Trabajo, compuesta por un presidente designado por el poder ejecutivo, compuesta por un presidente designado por el poder ejecutivo con acuerdo del Senado y 4 vocales, dos elegidos por los gremios empresario y dos por los obreros. El proyecto daba a la Junta las funciones de asesoramiento del gob en materia laboral, la recopilación de estadísticas y estudios, y los poderes de inspección de todos los establecimientos sometidos a su jurisdicción. Se encargaba la publicación de un boletín de estudio y propagación de los conocimientos profesionales y legales relativos al trabajo. Por último, se establecía la creación de Tribunales de Conciliación y Arbitraje para dirimir las controversias derivadas del contrato de trabajo. La solución a la cuestión social llegaría a través de la progresiva incorporación en la arena política, y en los órganos administrativos y judiciales que trataran los problemas obreros, de los mismos trabajadores. La prensa en gral recibió el proyecto con cierto escepticismo. Pero a pesar de las concesiones que el proyecto hacia a las demandas sociales de los grupos obreros, las restricciones que imponía a las prácticas de los sindicatos finalmente decidieron la oposición de los mismos. Como excepción, los círculos católicos de obreros apoyaron el proyecto. Para los socialistas, la oposición intransigente resultaba más difícil, dada la participación de algunos de sus principales figuras en la elaboración del proyecto, y por el num de concesiones que el proyecto hacia a las demandas que en materia de legislación social realizaba el PS. Entre los dirigentes socialistas hubo opiniones más generosas hacia el proyecto. Sin embargo, los comentarios favorables aislados, hechos por quienes compartían con Gonzales una interpretación parecida de la reforma social, en Arg y en el exterior, no bastaron para contrarrestar la fuerte oposición que levantaron las asociaciones obreras y empresariales. Los industriales agrupados en la Unión Industrial Arg (UIA) reconocieron la importancia del proyecto aunque haciendo notar que lo ambicioso del mismo hacia desaconsejable su sanción. En 1905 la UIA presento un memorándum en la Cámara de Diputados haciendo conocer sus objeciones al proyecto y proponiendo como alternativa la formación de una comisión de industriales y obreros para estudiar la sanción de proyectos sobre accidentes de trabajo, mujeres y niños, higiene y seguridad, y reglamentación de las soc obreras. El memorándum lamentaba que en la elaboración del proyecto no se hubiera consultado la opinión de los gremios interesados. El proyecto, sostenía la UIA contenía no solo cuanto estaba legislado en la materia en los países más adelantados, sino tmb puntos a los que todavía no se había llegado en ninguna parte (ej, el establecimiento de la jornada gral de 8 hs, que no había sido sancionada todavía en Australia y Nueva Zelandia). En consecuencia, el resultado de su sanción seria el dejar a las industrias locales en inferioridad de condiciones respecto a las extranjeras, dados los aumentos introducidos en los costos de producción (se destacaba tmb la baja productividad de los trabajadores latinos en comparación con los anglosajones). La UIA proponía en cambio la introducción gradual de legislación elaborada conjuntamente por los poderes públicos, industriales y obreros, en materias como seguros contra accidentes de trabajo, reglamentación del trabajo de mujeres y niños, condiciones de higiene y seguridad en lugares de trabajo, y una legislación especial sobre las org obreras, que fuera un 1er paso hacia el establecimiento de tribunales de arbitraje. La UIA aclaraba que no se oponía a la intervención del estado en materia social por pruritos ideológicos. Sus objeciones serian fundadas en la necesidad de atender a la capacidad econ de la industria local para enfrentar los costos adicionales impuestos por la legislación laboral. Esta línea de argumentación era coherente con la predica proteccionista que llevaba a cabo la UIA, la que hubiera sido debilitada por una campaña basada en argumentos doctrinarios contra la intervención estatal. La oposición del mov obrero y los grupos industriales probó ser fatal para la suerte del proyecto, que sería abandonado en el Congreso sin llegar a ser debatido en detalle. El obstáculo más serio que enfrento el proyecto fue que no pudo satisfacer a ninguno de los intereses a los que supuestamente apuntaba: los sindicatos, a pesar de las mejoras en las condiciones laborales ofrecidas por el proyecto no podían aceptar las restricciones establecidas sobre sus act, los dirigentes industriales podían encontrar atractiva la posibilidad de un control más estricto de las org obreras por el estado, pero el precio a pagar en términos de más elevados costos de producción impuestos por las regulaciones sociales del proyecto los llevo a declinar la oferta. En 2do lugar, el proyecto fue presentado en un momento de imp cambios en la escena política. La 2da presidencia de Roca, y en gran medida toda la era roquista, estaba llegando a su fin, y la influencia de Gonzales y otros roquistas sobre el congreso declinaba. Por último, el proyecto era demasiado ambicioso en cuanto al num y complejidad de los asuntos que trataba, y en términos prácticos resulto más fácil proponer reformas parciales y específicas en forma gradual que el aprobar ese enorme cuerpo de artículos de una sola vez. Esto es lo que ocurrió durante los años siguientes, cuando casi toda la legislación sancionada en la materia tenía su antecedente en el proyecto de Gonzales. Cap. 9 Respuestas a la cuestión obrera (II) La nueva legislación El fracasado intento de sancionar una ley nacional del trabajo que incorporara a las nuevas fuerzas sociales al proceso de elaboración de elaboración y funcionamiento de las instituciones que regularían las relaciones industriales, a la par de su gradual incorporación al proceso político según el proyecto de Gonzales, dio paso en el Congreso nacional a un desarrollo continuado de nueva legislación social. Este desarrollo de nueva legislación se vio impulsado por la presencia en la Cámara de Diputados del socialista A. Palacios, quien se incorporó a la misma en forma casi simultánea a la presentación del proyecto Gonzales. En 1905, año de su incorporación se sanciono la Ley de Descanso Dominical, tras una propuesta de Palacios para que lo reglamentado en el proyecto Gonzales sobre la materia se sancionara como una ley aparte. La comisión de legislación de la cámara presento un proyecto que reproducía lo establecido por el poder ejecutivo, que fue sancionado con aplicación limitada a la capital federal. En 1906 Palacios presento su proyecto de regulación del trabajo de mujeres y niños, cuyo tratamiento, por objeciones levantadas por la UIA y algunos diputados fue aplazados hasta comienzos de 1907. La UIA sostenía que debía sancionarse la ley pero con horarios menos restrictivos. El tratamiento del presupuesto gral de 1907 volvió a postergar el tratamiento del proyecto hasta mediados del año, en la ley sancionada se llegó a un compromiso por el cual los menores de 16 años no trabajarían más de 8 hs por día, ni más de 48 hs semanales. La sanción de legislación sobre accidentes de trabajo fue el resultado de un proceso más largo, al final del cual, en 1915 la nueva legislación solo daba sanción legal a una situación ya existente (el establecimientos de seguros contra accidentes de trabajo) y confirmaba la evolución de la doctrina jurídica sobre el tema, esto es, la introducción de la teoría del riesgo profesional como fundamento de la responsabilidad patronal. Entre 1902 y 15 se presentaron en la cámara de diputados varios proyectos sobre la materia. Durante este periodo se expandió el num de industrias que organizaron sistemas de seguro contra accidentes de trabajo, y el num de trabajadores asegurados creció decayendo al año siguiente como consecuencia de la crisis econ. Al mismo tiempo, se produjo en el campo retorico una consolidación de la doctrina del “riesgo profesional” como fundamento de la responsabilidad patronal por los accidente de trabajo, en parte facilitada por la campaña de difusión e info que el DNT desarrollo desde 1907 sobre la legislación comparada en la materia. La conjunción de estos dos factores (la evolución del pensamiento jurídico y de las prácticas econ en favor del establecimiento de seguros contra accidentes de trabajo) facilito la sanción de la ley que se había postergado en varias oportunidades. En 1915 el congreso sanciono el proyecto de la comisión de legislación como la leu sobre responsabilidad por accidentes de trabajo. Otra de las instituciones introducidas por el proyecto Gonzales fue la creación de tribunales de arbitraje y conciliación para resolver los conflictos laborales. El proyecto Gonzales fijaba la necesidad de encuadrar las org obreras dentro de un marco legal preestablecido como requisito previo al uso de mecanismos de conciliación, y fue esta exigencia lo que provoco en gran parte el rechazo del proyecto por el mov obrero. Si bien no hubo acuerdo para la sanción de una ley sobre arbitraje y conciliación de conflictos laborales, el Congreso aprobó en esos años varias leyes vinculadas con la cuestión obrera: las leyes que introdujeron modificaciones y ampliaciones a la aplicación del descanso dominical, la ley que estableció una comisión para estudiar la regulación del trab a domicilio, la ley que creo agencias de empleo, la ley sobre la protección legal contra el embargo de sueldos y pensiones, la ley que creó un fondo de pensiones para los trabajadores ferroviarios, las leyes que establecieron penalidades para las violaciones a la legislación laboral sancionada y la ley de “casas baratas” que org un sist de provisión de vivienda econ. Gran parte de esta legislación había tenido antecedentes en el proyecto Gonzales de 1904. La creación del Dpto Nacional del Trabajo en 1907 fue otra instancia de ese proceso de afirmación de la corriente reformista en sus relaciones con la cuestión obrera, que había tenido su antecedente en el proyecto G. El Dpto Nacional del Trabajo La creación del DNT en 1907 fue una etapa imp en la conformación del enfoque reformista en la cuestión obrera. El acto específico de creación del DNT, sin embargo, estuvo lejos de ser un paso estudiado que respondiera a una política articulada de antemano. Durante la discusión en la Cámara de Diputados de las partidas de fondos correspondientes al ministerio del interior, el diputado Roca fue el que propuso la inclusión de un inciso que dispusiera la creación del DNT para cuya org e instalación se destinaria la suma de 50.000 $ al año. La propuesta sorprendió a la cámara, y algunos diputados se opusieron a votar la creación de un nuevo Dpto sin un proyecto de ley del Poder Ejecutivo dedicado a ducho acto. Palacios apoyo la iniciativa de Roca, aunque argumentando que eventualmente el PE debía enviar una ley al congreso. Finalmente se optó por votar los fondos, limitándose las funciones del nuevo organismo a una labor puramente técnica, de recopilación de info, y estadísticas, sin atribuciones para legislar sobre la materia. El senado rechazó la propuesta 2 veces, argumentando tmb la necesidad de una ley previa, hasta que finalmente por dos tercios de los votos en Diputados, la iniciativa quedo sancionada en 1907. En sept de 1912 la comisión de legislación de la Cámara de Diputados se expidió con un proyecto que, tras varias modificaciones durante el debate, fue sancionado en Oct como ley de org del DNT. La ley sanciono la creación de 3 secciones: Legislación, Estadística, e Inspección y Vigilancia, además de la creación de un Registro de Colocaciones “con el objeto de coordinar la oferta y la demanda del trabajo” al igual que vigilar las agencias particulares de colocaciones. Se autorizaba al DNT a convocar “consejos de trabajo” compuestos por igual num de obreros y patrones, como mecanismos de conciliación y arbitraje. Lo que la ley no logro eliminar fue la sensación de que el DNT se había convertido en una agencia superflua e inoperante debido a la intervención directa que llevo a cabo Indalecio Gomes (asumió en 1910 como ministro del interior, del cual dependía del DNT), el cual tenía fuertes vínculos con el catolicismo social, él intervino de modo personal en los conflictos laborales reduciendo el área de influencia del DNT. Nuevas polémicas se abrirían en torno al papel que debía jugar el DNT particularmente frente al problema del desempleo, agravado por la crisis econ de 1913-17. Soluciones al problema del desempleo. El resurgir del mov social católico La disminución del ingreso de capitales durante 1913 debida a las restricciones monetarias europeas, seguidas por las malas cosechas de 1914 y el estallido de la PGM, fueron los detonantes de una crisis econ. Las exp declinaron, al igual que la construcción debido al cese de préstamos e inversiones extranjeras, y la caída del producto bruto durante esta crisis (1913-17) fue superior al de la Gran Depresión de 1929-33. El desempleo creció en todo el país. Ya antes del comienzo de la crisis el gob había considerado el problema del desempleo y la necesidad de realizar una investigación sobre sus causas y posibles soluciones. Estas preocupaciones fueron en parte recogidas por la ley orgánica del DNT sancionada en 1912, que creaba un registro de colocaciones destinado a coordinar la oferta y la demanda laboral y a vigilar a las agencias particulares que cumplían con una tarea parecida. A mitad de 1913 dos diputados católicos, presentaron un proyecto de ley creando agencias gratuitas de colocación, como extensiones del Registro Nacional de Colocaciones en la Capital Federal, y en todas las capitales de provincias y territorios nacionales y en las ciudades de Rosario y Bahía Blanca. Sus autores, argumentaban que era necesario establecer una alternativa a las agencias profesionales que cobraban altas comisiones a los obreros por su servicio. El proyecto fue debatido y sancionado en sept de 1913. Un año más tarde el gob aún no había dado cumplimiento a la ley de creación de agencias gratuitas de colocación. La rta del gob se concentró en la imposibilidad econ de hacer efectivas las disposiciones de la ley. La crisis se había hecho sentir en la recaudación de rentas fiscales obligando a realizar restricciones en el gasto público, haciendo necesaria la postergación de la creación de las agencias gratuitas y la utilización del Registro de Colocaciones como alternativa a las agencias privadas y como mecanismo de vigilancia de las mismas. Para mostrar su preocupación por el problema del desempleo, el gob hizo públicos, dos informes sobre la evolución del desempleo en la arg, que había realizado Bunge, director de estadística del DNT. Para Bunge el problema estaba en una mala distribución de los brazos, que databa desde los comienzos del boom exportador, sostenía que el país soportaba un mayor num de brazos del que necesitaba, por eso era necesario restringir la inmigración, el problema era que seguían llegando cada vez más y más personas. El énfasis se ponía en la necesaria coordinación regulada por el estado, y no en la conexión entre el desempleo y otras variables macroeconómicas como la inversión pública o la demanda de los consumidores, que transformaría las políticas sobre el desempleo después de la PGM. En 1914 el PE presento a la Cámara de Diputados un nuevo informe sobre las medidas dispuestas para enfrentar las necesidades de los desocupados. Por dos decretos, se formó una comisión de socorros que coordinaba la acción de las distintas instituciones de obras de caridad, presidida por la presidenta de la Soc Nacional de Beneficencia y orientada a la ayuda de los desempleados, y se ordenó a la Dirección de Inmigración que proveyera transitoriamente de alojamiento y manutención a los desempleados sin medios de subsistencia, certificados por la comisión de Socorros. Dentro de las restricciones econ el gob trato de implementar un programa de empleo a través de la pavimentación de calles y muelles del puerto, caminos de acceso, etc., al igual que a través de los planes de construcción de casas para obreros de la Municipalidad de Bs As. Por otra parte, se contaba con los sist de seguro, establecidos por algunos gremios obreros para protección de sus afiliados. La acción oficial, volvió a ser obj de críticas y nuevas disputas en el Congreso. A fines de 1914 durante la discusión del presupuesto para el año siguiente, quedo claro que las partidas de fondos propuestas por la comisión de presupuesto establecían severos recortes al DNT y al Registro de Colocaciones en particular, originándose en la Cámara de Diputados un debate en torno a la utilidad y eficiencia de estas instituciones. En el debate un diputado socialista (Tomaso) critico el predominio clerical que había dentro del DNT. La eficacia de este último y de las agencias se veía comprometida por ese alineamiento ideológico de sus autoridades. Un diputado católico (Bas) reacciono defendiendo la conducta de las instituciones católicas, planteo que la clase obrera no le debía al socialismo ni una escuela, un hospital, etc., mientras que los católicos habían accionado eficazmente en este sentido. Propuso que en reconocimiento a las exigencias impuestas por la crisis econ se dispusiera una reducción en las subvenciones a las agencias gratuitas de colocación, pero se rechazara el pedido de eliminación de las mismas, argumento que fue aceptado por la cámara. El choque de ambos diputados simbolizaba el resurgimiento político del catolicismo social, que había conseguido igualar sino superar a la alianza entre liberales reformistas y socialistas en la promoción de medidas de reforma social. La llegada de Gómez al Ministerio del interior en 1910 introdujo un estilo de intervención directa en los conflictos laborales que se convirtió en el principal punto de contacto del gob con las Asoc obreras. En 2do lugar hubo un afianzamiento de los dirigentes católicos dentro del DNT, liderados por Bunge que mantenía la presidencia de los Circuitos Católicos Obreros a los que se acusaba de recibir fondos oficiales canalizados desde el DNT. Por último, los católicos sociales adquirieron mayor grado de influencia en el congreso con la llegada de diputados católicos (Bas- Cafferata), con preocupaciones sociales que desarrollaron una activa labor parlamentaria en varios campos de la legislación social (accidentes laborales, construcción de casas baratas, etc.) El tipo de intervención personalista en las relaciones entre estado y org obreras que introdujo Gómez se vio facilitado por un clima ideológico que tendía a rechazar todo mecanismo institucionalizado de incorporación de los trabajadores, alternativa que preferían tmb los reformistas liberales como Gonzales. Una vez superados los obstáculos que el anarquismo había puesto a esas propuestas de incorporación, obstáculos similares fueron colocados por el sindicalismo revolucionario, que tras el centenario se convirtió en el rival más serio de los socialistas en el mov obrero. La firme decisión de los sindicalistas revolucionarios o puros de subordinar la política a los intereses econ de los trabajadores los llevo a extender esa condena al reformismo a la act política en gral, como habían hecho los anarquistas de fines del s XIX. Las org de signo sindicalista extendieron su crítica a la política partidaria y hacia la PGM, el discurso sindicalista estaba impregnado de un fuerte contenido antidemocrático. La crítica a la democracia proveniente del mov sindicalista fue preocupante para algunos. A esto debían sumarse las dificultades que los socialistas debieron enfrentar durante su trayectoria político-electoral y en sus intentos por conciliar esa trayectoria con la act sindical. En lo que respecta a propuestas de incorporación de los trabajadores, la conciliación entre lo corporativo y lo político que buscaban los socialistas fue una permanente fuente de tensiones y conflictos, lo que explicaría el éxito relativo de los anarquistas 1eros y los sindicalistas revolucionarios después, y sus propuestas “anti políticas”. En este sentido, Gómez al introducir este tipo de intervención directa, no institucionalizada en las relaciones entre estado y org obreras, actuó como precursor de un estilo de manejo de relaciones entre el estado y las nuevas fuerzas sociales que sería perfeccionado en las décadas siguientes por el yirigoyenismo y el peronismo. Conclusiones Si entendemos a un “lenguaje político” como una forma novedosa de construir y presentar argumentos en el debate político y observamos la vinculación entre cuestión social arg y el contexto político-ideológico de la época, se aprecian 3 vertientes a través de las cuales se constituyó ese nuevo lenguaje político del reformismo social, vertientes que no era corrientes autónomas bien delimitadas sino rasgos característicos, matices, puntos de vista, desde los cuales se abordaba el debate, que en gral se superponían unos con otros. - Una corriente que asociaba sus intereses en la reforma social a preocupaciones de regeneración político institucional (ej, Gonzales y Matienzo desde el liberalismo o Gómez desde el catolicísimo social) caracteriza a esta vertiente una fuerte aspiración de rescate y consolidación del principio de ciudadanía: a través de la reforma política y de intervenciones del estado en materia social, los reformistas retomaban una tradición basada en otorgar un papel activo al estado en la creación y protección de ciertas condiciones mínimas que condujeran al desarrollo de una “Rep de Ciudadanos” en la soc arg. Las preocupaciones por la reforma del sist político arg que culminarían con la ley Saenz Peña estaban estrechamente vinculadas con la reforma social: otorgar un estándar mínimo en la salud, educación y condiciones laborales, era visto como un requisito para desarrollar en la población las practicas cívicas asociadas al concepto de ciudadanía y el ejercicio activo de derechos políticos, y es en este sentido que la actitud de estos grupos hacia la incorporación de nuevas fuerzas sociales puede ser considerada “inclusiva”. Lo que distingue a esta actitud hacia la reforma es una preocupación por la construcción “desde arriba” de la figura del ciudadano, y que en ese punto se enfrenta a una visión liberal clásica que depositaba confianza en la creación espontanea de ese orden social. Este intento de crear ciudadanos desde arriba tenía sus limitaciones. Botana destacó que en los casos de Gonzales y Gómez frente a la reforma electoral existía un exagerado optimismo en las posibilidades de transf el orden político a través del cambio de una ley. El efecto renovador que se produce en materia institucional se produce por una decisión política “desde arriba”. En términos de la reforma social, las propuestas de los reformistas liberales-conservadores tmb fueron optimistas: la sanción de la legislación social y la incorporación de los trabajadores al proceso político prometía una solución al conflicto social, que no tomaba muy en cuenta las reacciones de estas fuerzas a estas propuestas. Como quedó demostrado en los fracasos de Gonzales y su proyecto de código laboral. - Otra vertiente del discurso reformista provenía de ámbitos académicos, donde ciertos desarrollos en las cs sociales reflejaban una nueva interpretación del papel que el estado debía cumplir respecto de los problemas sociales. En arg el cambio fue impulsado en parte por la introducción desde las cs sociales de nuevas preocupaciones y nuevas formas de enmarcar el debate político, que giraban en torno a lo social. El cambio de siglo había sido testigo de suficientes instancias de intervención estatal en materia econ y social como para hacer difícil la categorización de las políticas oficiales como de un estricto laissez faire. Sin embargo, es evidente que las nuevas corrientes intelectuales introducidas desde las cs sociales contribuyeron a una Rev en los enfoques metodológicos (una aprox inductivista y particularista tendió a desplazar al enfoque deductivista que presuponía la existencia de leyes y principios grales inherentes a la conducta social) y a una erosión de los principios básicos del liberalismo clásico en cuanto al contenido de las políticas oficiales. La consagración de la sociología como ciencia que debía guiar la acción del estado en los conflictos centrales fue central en el proceso de transf de otras disciplinas (ej, en la ciencia econ los postulados de la econ clásica se vieron opacados frente a una nueva “econ social”, que rechazaba las bases metodológicas y los principios individualistas que habían caract la econ política clásica. Tmb desarrollos en el campo jurídico como el principio de “defensa social” como fundamento del castigo penal, la transf en la noción de contrato de trab, o los principios del “riesgo profesional” y de la “obligación social” como fundamentos de la compensación por accidentes en la legislación laboral, marcaron una evolución desde una concepción tradicional de la resp individual hacia un nuevo concepto de resp social o colectiva). El carácter “científico” que adquirían las propuestas de políticas sociales provenientes desde estos ámbitos facilitaba atenuar o eliminar toda posibilidad de confrontación ideológica a las mismas, factor que tmb facilito la colaboración de liberales con otras vertientes reformistas como la dirigencia socialista. - La 3ra vertiente en el discurso reformista, proviene del surgimiento de nuevos campos profesionales con un fuerte interés en promover una participación estatal activa en las respectivas áreas. Los casos de la Higiene Política, la medicina social, y la criminología, encarnadas en instituciones como el Dpto Nacional de Higiene o el Instituto de Criminología son los ej más claros, podría agregarse tmb la aparición de los 1eros “laboralistas” en el DNT, o a instituciones no estatales que contaban con apoyo oficial, como el Museo Social Arg, como otros ej del surgimiento de una red de instituciones de profesionales orientados al estudio de distintas facetas de la cuestión social que propugnaban una ampliación de la acción estatal en la materia. Además el autor plantea que es imp analizar dos cuestiones: - La 1era cuestión surge de la vinculación entre lo que puede considerarse el fracaso de esta corriente reformista social liberal y el predominio que el corporativismo populista tendría en las décadas siguientes en la política arg. Sin que se pretenda valorizar el innegable peso que los cambios políticos y socioecon tuvieron en ese proceso, es indudable que el impacto ideológico del nacionalismo corporativista fue un factor influyente en la declinación del enfoque reformista liberal. La 2da cuestión atañe a la vinculación entre el surgimiento de estas corrientes reformistas en lo social y la tradición del liberalismo clásico en Arg. Los reformistas no apuntaban solo a establecer una nueva definición sobre los límites de la acción estatal o sobre el balance entre estado y libertad, sino a la satisfacción de varias inquietudes paralelas: consolidar un cierto orden público, basado en ciertas premisas sobre las formas de desarrollar una ciudadanía activa. Incorporar una nueva manera “científica” de diseñar las políticas sociales, consolidar la relación entre el estado y nuevos campos profesionales. La cuestión social impulso esos proyectos y una visión pragmática de los límites que debían imponerse al crecimiento del estado facilito la extensión de las facultades estatales en materia social. Al enfocar principalmente la conformación de este nuevo lenguaje político de lo social en el debate político de comienzos de siglo, quedaría subvalorado el peso que la tradición liberal clásica, opuesta a la expansión de la participación estatal en la vida social, mantenía dentro de ese debate. Esta subvaloración no ha sido un descuido sino el producto de la convicción de que efectivamente la tradición liberal clásica se vio desbordada (al menos temporariamente) por esta nueva corriente liberal reformista. La UIA se oponía a los aumentos de costos impuestos a los proyectos de la nueva legislación social, pero no articulaba una oposición doctrinaria a la intervención estatal en sí misma, en parte por sus mismos intereses en la campaña proteccionista de comienzos de siglo. En términos grales la ausencia de una oposición al reformismo social articulada en torno a los principios del liberalismo clásico se explica tmb por lo que Halperin describió como una “opacidad creciente en el debate ideológico” que siguió a las polémicas en torno a las reformas de la década del 80. El 80 marco el comienzo de una etapa de declinación en el nivel de los debates ideológicos que se refleja tmb en el debate sobre la cuestión social. Si por un lado no existió una defensa doctrinaria de peso del liberalismo clásico, tampoco las propuestas reformistas en materia social estuvieron articuladas en una fundamentación ideológica-filosófica renovadora de tipo Gral. En arg, algunas vertientes espiritualistas e idealistas como el krausismo estaban presentes en la renovación ideológica del periodo. En los debates en torno a la cuestión social, sin embargo, muchas de las propuestas reformistas provenían tanto de estas vertientes como de adherentes al positivismo cientificista que los krausistas e idealistas venían a rechazar. Es decir, variantes tanto el positivismo como el idealismo, sirvieron como fundamento filosófico de las propuestas reformistas. Por tanto en el caso arg las propuestas del reformismo social provenían de una gran variedad de fuentes, no siempre conciliables entre sí, más que del resultado de una reelaboración de un cuerpo filosófico-doctrinario teóricamente consistente. Resulta comprensible, que en ausencia de un enemigo claramente identificable, tampoco surgiera una oposición sólida en términos doctrinarios desde el liberalismo clásico. En ausencia de ese proceso de revisión de los fundamentos de la tradición liberal arg, las nuevas corrientes ideológicas de la 1era posguerra encontraron poca resistencia en términos del debate de ideas, acelerándose el debilitamiento tanto del enfoque reformista de la cuestión social (superado por posiciones radicalizadas tanto a la izquierda como a la derecha) como de los principios del liberalismo clásico en gral.