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Educación

Invertir en el capital humano es una de las maneras más eficaces de reducir la pobreza y
promover el desarrollo sostenible. Un estudio sobre la productividad agrícola mostró
que cuatro años de educación primaria hacían que la productividad de los agricultores se
incrementara hasta en un 10%. Sin embargo, en los países en desarrollo las mujeres
reciben por lo general menos educación que los hombres.

El aumento del nivel educativo de la mujer no sólo es una cuestión de justicia, sino que
produciría resultados excepcionales respecto de la seguridad alimentaria mundial. Un
estudio del Banco Mundial llegó a la conclusión de que si las mujeres recibieran la
misma educación que los hombres, la producción agrícola aumentaría entre un 7% y un
22%. El mero incremento de la educación primaria de las mujeres podría
producir un aumento de la producción agrícola del 24%. Pese a ello,
precisamente en las regiones donde el hambre y la malnutrición están más
generalizadas, el acceso de las niñas a la educación sigue estando gravemente limitado.
En Asia meridional, la tasa de escolarización de las niñas equivale únicamente al 60%
de la tasa correspondiente a los chicos, mientras que en África la relación es del 68%.

Las ventajas de la escolarización de la mujer no se limitan al aumento de la


productividad. La enseñanza puede ayudar también en grado considerable a
mejorar la condición de la mujer y mejoraría significativamente la salud y la
nutrición de las familias; reduciría las tasas de morbilidad y mortalidad infantil, y
detendría el crecimiento de la población. De acuerdo con un estudio realizado por las
Naciones Unidas, proporcionar a las mujeres diez años de enseñanza sería más eficaz
con miras a reducir la mortalidad infantil que duplicar sus ingresos, proporcionar
servicios de saneamiento y agua corriente, y transformar a todos los trabajadores
agrícolas en oficinistas.

La educación de la mujer le permite también


obtener mayores salarios. Un informe
recientemente realizado por la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) puso de relieve
que cada año adicional de escolarización
aumentaba los ingresos de la mujer en cerca de
un 15%, en comparación con un 11% en el caso
de los hombres. En el sector agrícola, la
educación no sólo ayuda a la mujer a lograr una
productividad más elevada y realza su situación
social y profesional, sino que las coloca también
en condiciones de aplicar medidas de protección
del medio ambiente.

Extensión
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Los programas de extensión agraria garantizan que la información sobre nuevas
tecnologías y variedades de plantas, por ejemplo, llegue a los agricultores. No obstante,
en los países en desarrollo es habitual que los servicios de extensión y capacitación se
dirijan fundamentalmente a los hombres. Un estudio reciente de la FAO ha mostrado
que las agricultoras reciben únicamente el 5% de los servicios de divulgación
agraria a nivel mundial y que tan sólo el 15% de los trabajadores de extensión del
mundo son mujeres. En Egipto, por ejemplo, las mujeres representan el 53% de la mano
de obra agrícola, pero sólo el 1% de los funcionarios de extensión egipcios son mujeres.
La consiguiente falta de información menoscaba la productividad de la mujer, así como
su capacidad para proteger el medio ambiente utilizando los recursos naturales de forma
sostenible.

Diversos estudios sobre los servicios


de extensión agrícola han subrayado
varias deficiencias con objeto de llegar
a las campesinas. Tradicionalmente, la
mayor parte de los servicios de
extensión se ha dirigido a los
agricultores que poseen tierra y que
pueden y quieren obtener créditos e
invertirlos en insumos e innovaciones Un programa divulgativo en Bolivia
tecnológicas. Dado que con examina las nuevas semillas de patatas
frecuencia las mujeres no tienen FAO/19866/R. Jones
acceso a la tierra y carecen de otras garantías con las que obtener créditos, los
servicios de extensión descuidan involuntariamente a la mujer.

Asimismo, se ha determinado que las actitudes de los funcionarios de extensión


constituyen una importante barrera entre la extensión y las mujeres. Un estudio de las
actividades de extensión en África reveló la existencia de diversas creencias
profundamente arraigadas con arreglo a las cuales las mujeres no contribuyen en
realidad de modo significativo a la producción agrícola, están siempre ocupadas por las
tareas domésticas y el cuidado de los niños, son tímidas, esquivas y reacias a las
innovaciones.

El reducido número de mujeres matriculadas en escuelas de agronomía, especialmente


de nivel superior, dificulta el aumento del número de mujeres entre los agentes de
extensión.

Por lo tanto, los programas de extensión raramente incluyen a las mujeres


como parte integrante del grupo al que van dirigidos. Si lo hicieran, los
beneficios serían considerables. En Kenya, como resultado de la realización de una
campaña de información a escala nacional dirigida a la mujer en el marco de un
proyecto nacional de extensión, la producción de maíz aumentó en un 28%, la de judías
en un 80% y la de patatas en un 84%.

Durante demasiado tiempo, las políticas se han basado en la premisa - cuya falsedad han
demostrado diversos estudios - de que la información transmitida al cabeza de familia
sería compartida por éste con las mujeres. Pero los hombres no discuten necesariamente
las decisiones sobre producción con sus mujeres ni les transfieren los conocimientos
adquiridos gracias a las actividades de extensión. Por otra parte, los encargados de la
elaboración de políticas no reconocen que los hombres y las mujeres se
encargan generalmente de cultivos, ganado, labores y actividades generadoras
de ingresos diferentes y que, en consecuencia, sus necesidades en materia de
extensión no coinciden.

Esas premisas erróneas son prácticamente una garantía de que los resultados serán
decepcionantes. En un caso, en Zambia, los agentes de extensión proporcionaron a los
agricultores unos vasos especiales graduados para velar por el empleo controlado de
fertilizantes, pese a que quienes se encargaban efectivamente de aplicar los fertilizantes
eran las mujeres. Como consecuencia de ello, las mujeres siguieron aplicando los
fertilizantes sin usar los vasos y persistió el problema de las medidas inexactas.

Los servicios de extensión se dirigen normalmente a los cultivos comerciales


más que a los cultivos de subsistencia, que son la ocupación principal de las
agricultoras, además de ser clave para la seguridad alimentaria en los países
en desarrollo. Los agentes prefieren por lo general trabajar con unos pocos hombres
que a su juicio tienen una actitud progresista y, de esa manera, descuidan a las personas
de pocos recursos y sin tierra, incluidas las mujeres. Para colmo de males, las reuniones
de extensión se programan con frecuencia a horas que hacen que las campesinas no
puedan asistir debido a sus otras responsabilidades domésticas.

Habida cuenta de que las mujeres son un eslabón vital del desarrollo agrícola,
resulta esencial que ocupen su lugar junto a los hombres como beneficiarias y
participantes de pleno derecho en los programas de divulgación. La FAO ayuda
a concienciar a los planificadores,
investigadores y agentes de extensión
sobre la problemática de género
preparando materiales de capacitación
en análisis basado en el sexo. Por
ejemplo, el Programa de análisis
socioeconómico y de género (ASEG)
de la FAO dota a los especialistas en
desarrollo de métodos e instrumentos
prácticos para reforzar sus capacidades
para el análisis socioeconómico y en
función del género en los planos
regional, nacional y local, y mediante
él se pretende establecer una red En Ghana, una extensionista enseña cómo
específica de agentes de desarrollo en mejorar la técnica del secado del pescado
todo el mundo. FAO/18422/P. Cenini

Comunicación

La comunicación es un arma en favor del cambio. La información diseminada entre los


agricultores puede ayudarles a aumentar la cantidad y calidad de los alimentos que
producen. Igualmente importante es la información reunida entre ellos. Muchas
actividades de desarrollo no producen resultados satisfactorios porque los
planificadores tienen un escaso conocimiento del papel de las mujeres
respecto de la agricultura y la seguridad alimentaria de la familia y no se toman la
molestia de consultar a las propias mujeres acerca de sus actividades y necesidades.

Para hacer frente a esas deficiencias, la FAO puso en marcha sendos proyectos piloto en
Namibia y Nepal con miras a mejorar los canales de comunicación entre los agricultores
y los agentes de extensión, los encargados de la elaboración de políticas y los
planificadores utilizando un enfoque participativo.

En Namibia, se proporcionó a un grupo inicial de 23 agentes de extensión capacitación


sobre planificación agrícola con
atención a las diferencias en la
situación de hombres y mujeres, así
como sobre los modos de alentar a los
agricultores a expresar sus necesidades
y participar en la planificación. A
continuación, los agentes
proporcionaron capacitación a otros
150 funcionarios de extensión en todo
el país.

Posteriormente, los agentes celebraron


una serie de reuniones con los
agricultores de las aldeas Niños de un pueblo mejicano viendo un
beneficiarias, con la ayuda del vídeo educativo en el centro de
personal de los proyectos, a fin de comunicaciones
elaborar gradualmente análisis FAO/16884 /L. De Matteis
detallados de la situación de las aldeas
en lo relativo al suministro de alimentos, la situación económica y la división de las
tareas agrícolas y la responsabilidad por la adopción de decisiones entre hombres y
mujeres. Por último, representantes de las aldeas y funcionarios de extensión viajaron a
la capital para proporcioanr información, basándose en los mencionados análisis, a los
funcionarios ministeriales encargados de la planificación y la adopción de decisiones.

En Nepal, se prestó capacitación en el enfoque participativo a 53 agentes de divulgación


de los distritos. Éstos se reunieron después con más de 500 agricultores y por último
transmitieron la información así obtenida a los funcionarios ministeriales y de los
distritos encargados de la planificación y la adopción de decisiones.

Otras actividades de extensión notables realizadas por la FAO han demostrado


la eficacia del enfoque participativo con vistas a informar a las mujeres; por
ejemplo, la adopción, con buenos resultados, del horno Chorkor en las comunidades de
pescadores de Ghana, las actividades de capacitación de la mujer para tomar decisiones
sobre nutrición, realizadas en diversas regiones y las actividades encaminadas a
modificar las actitudes de los agentes de extensión respecto de la mujer llevadas a cabo
en Honduras.

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