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Marco Manosalva M.

Historias alrededor de los himnos nacionales: Henri Herz.


Henri Herz, compositor y pianista austriaco nacido en Viena aunque residió gran
parte su vida en Francia. Discípulo de Daniel Hünten, organista de la primera iglesia
protestante de Koblenz y profesor de armonía y órgano de la escuela Normal, en
ocasiones hacia veces de copista para Beethoven del cual también fue discípulo y
concentró en gran medida su atención y enseñanza. Fue el discípulo protegido de
Napoleón y estudió en el Conservatorio de París junto a Víctor Dourlen y Antonín
Reicha. Su virtuosismo al piano lo llevó por todo el mundo, triunfando en sus giras
por Europa y América. Construyó una sala de conciertos y fundó su propia fábrica
de pianos, ambos en la ciudad de París, luego de un largo periodo de gira artística
(1845-1851) de la cual se enfatizará más adelante.
Hasta 1840 la visita de instrumentistas se daba en su mayoría de manera casuística
y a título personal. Es entonces a partir 1849 con la influencia de Henri Herz que se
genera una revitalización de los ambientes artístico-musicales y la emergencia del
modelo de músico virtuoso el cual corrobora al tránsito del salón musical a la sala
de conciertos, sin dar cavidad a considerar que el primero no haya continuado
activamente.
Herz adquiere una buena reputación entre los músicos eruditos, situándose en los
círculos amistosos de Eugenio Sue, Balzac, Alejandro Dumas, Julio Janin, además
de ser maestro de Lizst y de Thalberg. Rápidamente ingresa a las esferas de
grandes asociaciones de comerciantes mediante el vínculo con el edificio La Lonja,
donde a manera novedosa se restringe la entrada del público mediante la compra
de boletos intransferibles, cosa que no se acostumbraba a emplearse; de esta
forma, Herz pasa de ser modelo de interés no sólo para el público de los sectores
medios, sino para el de los círculos ilustrados. Denota una atención particular por
su público femenino, tanto en el teatro como en la música de salón. El cual es
promovido por su pieza “Polka del siglo XIX” cuya partitura es obsequiada a las
damas en sus conciertos como método publicitario.
Se podría afirmar que con la llegada de Henri Herz a México se consolidan una serie
de prácticas en relación a las incidencias comerciales que tuvo el desarrollo de su
obra durante los seis años de gira artística. Cosa que hoy se conoce en el sector
del mercado musical como “marketing” y estrategias publicitarias, es una manera
de obtener la respuesta concreta de un público objetivo mediante procesos
sistemáticos de desarrollo e implementación de planes estratégicos que obedece al
tratamiento de una cierta psicología de masas.
El factor comercial en la música es un fenómeno que siempre ha existido desde su
construcción empresarial, es decir, la elaboración de un material inédito de acuerdo
a indicaciones y solicitudes específicas que busca asemejarse a un modelo cuyo
carácter y connotación está condicionado por la receptividad de un público
determinado.
No obstante, se aprecia desde un modo personal que mediante argucias
comerciales y empresariales, como bien dice el autor, se llega a un punto
interesante alrededor de la actividad artística de Herz: la intercesión de la música
desde el aspecto nacionalista y la emotividad patriótica. En épocas donde era
preponderante la fragilidad política del país y se pronunciaba la búsqueda identitaria
en el proceso del devenir de la nación mexicana, el hecho de conmemorar (sin
ánimo de hacerlo) el acervo histórico, militar y cultural mediante la composición de
la “Marcha nacional”, además hacer citas de música popular mexicana en un
contexto de música erudita europea, trascendió la receptividad del público Mexicano
al tocar sus más fibras sensibles sacando provecho de toda susceptibilidad cuyo
estimulo yace en la reivindicación de toda alusión a la identidad, la tradición, la patria
y la cultura popular. De manera que este tipo de asuntos, inmediatamente instauran
un puente o bien, una conexión directa entre el receptor y el contenido emitido,
ubicando elementos identitarios y familiares en los espacios de la música culta.
Más que un hecho que devele factores de hibridación y el desembarazo de la
música popular, cosa que implica a su vez el desendiosamiento de los códigos de
la música erudita europea, impulsó el fortalecimiento de una larga tradición que
venía del siglo XVIII la cual fue retomada en el XIX a través de estos
acontecimientos e influencio la construcción es institucionalización de una
verdadera escuela de música mexicana. Estos aspectos permiten profundizar en el
tema de la construcción de una comunidad musical secular en el país y de la
importancia de ésta en la expansión de una esfera pública en la capital mexicana a
mediados del siglo XIX.

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