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LECTURA ESPIRITUAL

Así mismo, no cejó en recordar, con Para decirlo en pocas palabras: los cristia-
constancia y fortaleza, los deberes de los nos son en el mundo lo que el alma es en el
laicos en la Iglesia y en el mundo. En pri- cuerpo” (Carta a Diogneto, cap. 5-6; Funk
mer lugar, sus deberes como cristianos: 1, 317-321). Y se fijaba especialmente en
adquirir la adecuada formación y partici- las palabras de Jesús según Jn 17, 15: “No
par en la vida sacramental, cumplir con pido que los saques del mundo, sino que
los mandamientos de la Ley de Dios y los los guardes del Maligno”.
demás preceptos de la Iglesia; aspirar a la
santidad y esforzarse con denuedo para Voces relacionadas: Apostolado; Bautismo y
lograrla; participar en la misión apostólica Confirmación; Contemplativos en medio del
de la Iglesia, colaborar en la catequesis o mundo; Fieles cristianos; Iglesia; Libertad en las
en otras tareas parroquiales, atender a los cuestiones temporales; Mentalidad laical; Pri-
necesitados, etc. Y también los deberes meros cristianos; Sacerdocio común; Seculari-
que tienen propiamente como fieles lai- dad; Trabajo, Santificación del; Unidad de vida;
cos: dar testimonio y ejemplo de vida en Vida ordinaria, Santificación de la.
la propia condición social; desempeñar
las diversas profesiones y oficios, etc. De Bibliografía: José Luis Illanes, “Secularidad”,
hecho, los fieles laicos tienen un conjunto en César Izquierdo (dir.) - Jutta Burgraff - Félix
de deberes respecto a la sociedad tempo- María Arocena, Diccionario de Teología, Pamplo-
ral que derivan de su condición de ciuda- na, EUNSA, 2006, pp. 926-931; José Luis Illanes
danos del país en que se encuentran. El et al., El cristiano en el mundo. En el Centena-
rio del nacimiento del Beato Josemaría Escrivá
hecho de ser cristianos no disminuye sino
(1902-2002). XXIII Simposio Internacional de
que refuerza esos deberes. “De la expe-
Teología de la Universidad de Navarra, Pamplo-
riencia de vuestros fracasos y triunfos en na, Servicio de Publicaciones de la Universidad
el servicio de Dios –aconsejaba–, sacad de Navarra, 2003; Ramiro Pellitero (dir.), Los
siempre, con el crecimiento del amor, una laicos en la eclesiología del Concilio Vaticano II,
ilusión más firme de proseguir en el cum- Madrid, Rialp, 2006; Álvaro del Portillo, Fieles
plimiento de vuestros deberes y derechos y laicos en la Iglesia. Bases de sus respectivos
de ciudadanos cristianos, cueste lo que estatutos jurídicos, Pamplona, EUNSA, 1991;
cueste: sin cobardías, sin rehuir ni el ho- Pedro Rodríguez, “La economía de la salvación
nor ni la responsabilidad, sin asustarnos y la secularidad cristiana”, en Id., Vocación, tra-
ante las reacciones que se alcen a nuestro bajo, contemplación, Pamplona, EUNSA, 1986,
alrededor –quizá provenientes de falsos pp. 37-57.
hermanos–, cuando noble y lealmente tra- Ramiro PELLITERO
tamos de buscar la gloria de Dios y el bien
de los demás” (AD, 164).
Gustaba a san Josemaría, a propósito
de los derechos y deberes de los fieles lai- LECTURA ESPIRITUAL
cos, evocar la figura de los primeros cris- 1. Contexto histórico. 2. El lugar de la lec-
tianos, tal como la perfila la Carta a Diog- tura espiritual en las enseñanzas de san
neto, cuando dice: “Los cristianos no se Josemaría.
distinguen de los demás hombres, ni por
el lugar en que viven, ni por su lenguaje, La espiritualidad cristiana entiende por
ni por sus costumbres. (…) Toman parte lectura la práctica regular de la lección de
en todo como ciudadanos. (…) Igual que la Sagrada Escritura y otros libros adecua-
todos, se casan y engendran hijos, pero dos para nutrir y avivar la vida espiritual.
no se deshacen de los hijos que conciben. San Josemaría incluyó esta práctica entre
(…) Obedecen las leyes establecidas, y con las normas aconsejadas para conformar el
su modo de vivir superan estas leyes. (…) plan de vida espiritual que solía proponer y

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la recomendaba como un medio importan- 2. El lugar de la lectura espiritual en las


te para alcanzar el trato continuo con Dios enseñanzas de san Josemaría
en las circunstancias de la vida ordinaria y Al incorporar la lectura espiritual a las
para tener criterio a fin de orientar adecua- prácticas de piedad (cfr. AVP, II, p. 453),
damente las diversas tareas. san Josemaría extendió este medio ascéti-
co entre cristianos de todos los ambientes
1. Contexto histórico y categorías sociales. Recomendaba dedi-
El origen de la lectura espiritual se en- car de modo constante, a ser posible dia-
cuentra en la lectio divina. Con esta expre- riamente, unos minutos a esta práctica. En
sión se designa una lectura meditada de la esa recomendación incluía la lectura de la
Palabra de Dios, que requiere una actitud Biblia, especialmente el Nuevo Testamen-
activa en el sujeto. Éste ha de orar, medi- to, y también otros libros de espiritualidad
tando el texto bíblico y haciéndolo propio, cristiana. Consideraba esencial que se hi-
comprometiendo su ser y su existir. “Aplí- ciera con verdadero recogimiento, y pro-
cate, te lo ruego, a meditar cada día las pa- curando sacar provecho del texto para el
labras de tu Creador. Aprenderás a cono- propio diálogo con Dios y para la mejora
cer el corazón de Dios en las palabras de de la conducta.
Dios” (San Gregorio Magno, Ep. 4, 31). Los Según recuerda Álvaro del Portillo, su
Padres de la Iglesia propusieron la lectura colaborador más inmediato, san Josema-
de la sacra pagina –o de la Biblia– a todos ría diariamente “dedicaba un tiempo a la
los cristianos. En la práctica la lectio divi- lectura meditada del Nuevo Testamento.
na se concretó fundamentalmente en los Con frecuencia anotaba alguna frase, nada
monasterios, donde ocupó un lugar princi- más leerla, y la utilizaba en la predicación,
pal entre los medios ascéticos (cfr. Rousse, en sus escritos, o en la oración mental de
1974, col. 475). la tarde” (Del Portillo, 1993, p. 53). En la
Durante los siglos XIV y XV, la prác- selección de textos, “hacía la lectura es-
tica de la lectura alcanzó mayor difusión piritual preferentemente con obras de los
entre el pueblo cristiano gracias a la de- Padres y Doctores de la Iglesia. Era raro el
votio moderna, una corriente que promo- día en que no se detuviese al terminar para
vía una “piedad práctica y metódica” a la anotar expresiones o ideas que le habían
que, acudiendo a una expresión antigua, impresionado: signo no sólo de la atención
llamaron devoción (cfr. Sesé, 2005, p. 179). con que hacía esa práctica de piedad, sino
Su ascetismo, centrado en la imitación de sobre todo de la importancia que le conce-
Cristo, y en la interioridad, hizo de la lectio día” (ibidem, p. 148).
“un ejercicio espiritual autónomo y especí- La relevancia de la lectura espiritual
fico” (Boland, 1974, col. 490). está en función de una realidad central en
Se puede afirmar que la lectura tiene la vida cristiana: el encuentro personal con
como objetivos edificar, consolar y forta- Cristo y la identificación con Él. A este fin,
lecer el ánimo; es alimento que orienta ha- es indispensable la lectura del Nuevo Tes-
cia la oración, alumbra la caridad e incita tamento, con los relatos evangélicos de
a rezar (cfr. Boland, 1974, col. 497). Aúna, la vida del Señor, los Hechos y las Cartas
pues, dos dimensiones inseparables: fo- apostólicas. Su lectura meditada conduce
menta el amor por Jesucristo (affectus), y a incorporar la vida de Cristo a la propia
existencia y se refleja necesariamente en
mejora el conocimiento de la doctrina cris-
el comportamiento: “Ojalá fuera tal tu com-
tiana (intellectus).
postura y tu conversación que todos pu-
dieran decir al verte o al oírte hablar: éste
lee la vida de Jesucristo” (C, 2; cfr. CECH,

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LEGACIÓN DE HONDURAS

p. 218). Por eso tiene también una gran hacimiento de gracias después de comul-
importancia para la actividad apostólica, gar” (C, 117). Por eso, aconsejaba, también
como refleja un consejo que, según narra en circunstancias difíciles: “No dejes tu
Mons. Álvaro del Portillo, san Josemaría lección espiritual. –La lectura ha hecho mu-
dio a los primeros sacerdotes del Opus Dei chos santos” (C, 116; cfr. CECH, p. 319).
y que tiene un valor universal: les inculcó San Josemaría recomendó la lectura
vivamente que dedicaran tiempo “a leer y como medio para la formación doctrinal-
meditar atentamente la Escritura; nos re- religiosa porque se dirige tanto al corazón
comendaba con insistencia que nos acer- como a la inteligencia. Subrayó que la
cásemos a ella con mucha fe, porque sólo búsqueda de la santidad y el apostolado
así, sólo llevando el alma al dulce encuen- en el Opus Dei han de fundamentarse en
tro con Cristo, podríamos contagiar a los la doctrina, en la fe de la Iglesia, y para
demás el amor y el deseo de identificarse adquirir esa doctrina, se precisa tiempo y
con Él” (Del Portillo, 1993, p. 150). estudio. A través de este medio, el cris-
La lectura de otras obras espirituales, tiano madura conocimientos y actitudes
aunque tiene diversas dimensiones, debe que le convierten en una persona sólida en
guardar siempre relación con el núcleo de sus convicciones y en su amor por Cristo
la vida cristiana y, por tanto, con el Evan- (cfr. CECH, p. 535).
gelio, con Cristo. “Para acercarnos a Dios
hemos de emprender el camino justo, que Voces relacionadas: Meditación; Oración; Plan
es la Humanidad Santísima de Cristo. Por de vida; Sagrada Escritura.
eso, aconsejo siempre la lectura de libros
que narran la Pasión del Señor. Esos escri-
Bibliografía: Benedicto XVI, Exhort. Ap. Verbum
tos, llenos de sincera piedad, nos traen a la Domini, 2010; Lucio Coco, L’atto del leggere. Il
mente al Hijo de Dios, Hombre como noso- mondo dei libri e l’esperienza della lettura nelle
tros y Dios verdadero, que ama y que sufre parole dei Padri della Chiesa, Milano, Qiqajon,
en su carne por la Redención del mundo” 2004; Id., La lettura spirituale. Scrittori cristiani
(AD, 299). Uno de los primeros fieles del tra Medioevo ed età moderna, Milano, Sylves-
Opus Dei, Ricardo Fernández Vallespín, re- tre Bonnard, 2005; Réginald Garrigou-Lagrange,
firió que en su primera entrevista con san Las tres edades de la vida interior, I, Madrid,
Josemaría “cogió un libro que estaba usa- Rialp, 19958; Álvaro del Portillo, Entrevista so-
do por él y en la primera página puso, a bre el Fundador del Opus Dei, Madrid, Rialp,
1993, pp. 45-58, 136-151; Jacques Rousse -
modo de dedicatoria, estas tres frases: +
Hermann Josef Sieben - André Boland, “Lectio
Madrid – 29-V-1933. Que busques a Cris-
divina et lecture spirituelle”, en DSp, VIII, 1974,
to. Que encuentres a Cristo. Que ames a cols. 470-510; Javier Sesé, Historia de la espiri-
Cristo. El libro era «La Historia de la Pa- tualidad, Pamplona, EUNSA, 2005.
sión» del Padre Luis de la Palma” (CECH,
p. 553; cfr. C, 382). José Manuel MARTÍN

Con el mejor conocimiento de Cristo,


la lectura constituye un alimento del diálo-
go con Dios y medio para alcanzar la pre- LEGACIÓN DE HONDURAS
sencia de Dios en la vida ordinaria, y para
orientar debidamente esa vida. “En la lec- Al inicio de la Guerra Civil española,
tura –me escribes– formo el depósito de san Josemaría tuvo que buscar variados
combustible. –Parece un montón inerte, refugios en Madrid a causa de la perse-
pero es de allí de donde muchas veces mi cución religiosa. Desde octubre de 1936
memoria saca espontáneamente material, estuvo acogido en la Casa de Reposo y
que llena de vida mi oración y enciende mi Salud, una clínica psiquiátrica que dirigía

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