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COMPASIÓN Y PODER

Mateo 14:13-21
Cuando Jesús escuchó la noticia (de la muerte de Juan), se retiró de allí en una barca a un
lugar desierto, Él solo. Cuando la gente se enteró, Le siguieron a pie desde los pueblos.
Cuando Jesús desembarcó, vio un gentío numeroso, y se Le conmovieron las entrañas de
compasión por ellos, y sanó a sus enfermos.
Cuando ya era tarde, se Le acercaron Sus discípulos y Le dijeron:
-Este lugar está desierto, y ya se ha pasado la hora de cenar. Despide a la gente para que
vayan a las aldeas a comprarse comida.
Pero Jesús les contestó:
-Dadles vosotros de comer.
No tenemos más que cinco panecillos y dos pescados -Le contestaron ellos.
-Traédmelos aquí -les dijo Jesús.
Entonces Jesús mandó a la gente que se recostara en la hierba verde. Tomó los cinco panecillos
y los dos pescados, elevó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panecillos y se los
dio a Sus discípulos, y estos los repartieron entre la gente; y comieron todos todo lo que quisieron.
Luego recogieron lo que había sobrado: doce cestas llenas de trozos. Los que habían comido eran
unos cinco mil varones, aparte de las mujeres y los niños.

Galilea tiene que haber sido un sitio en el que era muy difícil estar solo. Era un país pequeño, de
80 kilómetros de Norte a Sur por cuarenta de Este a Oeste, y Josefo nos dice que por aquel tiempo
había en aquella área 204 pueblos, ninguno de menos de 15,000 habitantes. En un lugar tan
densamente poblado no era fácil escaparse de la gente por mucho tiempo. Pero había tranquilidad
al otro lado del lago, que por la parte más ancha no tenía más que 13 kilómetros. Los amigos de
Jesús eran pescadores, y no Le sería difícil embarcarse en una de sus barcas y navegar a la parte
oriental del lago. Eso fue lo que hizo Jesús cuando se enteró de la muerte de Juan el Bautista.
Había tres motivos perfectamente razonables para que Jesús buscara la soledad. Era humano, y
necesitaba un poco de descanso. Él nunca se metió temerariamente en peligros, y era prudente
retirarse para no compartir demasiado pronto el fin de Juan. Y, por encima de todo, ante la
perspectiva cada vez más cercana de la Cruz, Jesús necesitaba encontrarse a solas con Dios antes
de enfrentarse con las multitudes. Buscaba descanso para el cuerpo y tranquilidad para el alma en
la soledad.
Pero no los encontró. Sería fácil ver la barca iniciar la travesía y adivinar hacia dónde se dirigía;
el caso es que la gente rodeó el lago por la parte superior, y Le estaba esperando al otro lado
cuando desembarcó. Así es que Jesús sanó a sus enfermos y, cuando atardeció, los alimentó antes
de que volvieran a emprender el largo camino a sus casas. Pocos de los milagros dé Jesús son tan
reveladores como este.

(i) Nos habla de la compasión de Jesús. Cuando vio a la gente se Le conmovieron las entrañas
de compasión por ellos. Esto es una cosa de lo más maravillosa. Jesús había ido allí buscando paz,
tranquilidad y soledad; en su lugar, Se encontró con una gran multitud expectante de lo que Él le
pudiera dar. Otro cualquiera se habría molestado. ¿Qué derecho tenían a invadir Su intimidad con
sus continuas exigencias? ¿Es que no podía tener ni un poco de tranquilidad y descanso, ni de
tiempo para Sí mismo?
Pero Jesús no era así. Lejos de sentirse molesto, se conmovió de compasión. Premanand, el
gran cristiano indio que había sido un rico de casta superior, cuenta en su autobiografía: «Como en
los días de la antigüedad, ahora también tiene que ser el mismo el mensaje para el mundo no
cristiano: que Dios se preocupa.» En ese caso, no podemos estar nunca demasiado cansados para
atender a la gente, ni que nos resulte un incordio o una molestia. Premanand sigue diciendo: "Mi
propia experiencia ha sido siempre que cuando yo u otro misionero o sacerdote indio nos
mostrábamos inquietos o impacientes ante cualquier visitante educado e interesado, cristiano o no,
y le hacíamos pensar que estábamos demasiado apretados de tiempo, o que era nuestra hora del
té o de la comida y que no podíamos quedarnos con ellos, entonces perdíamos aquella persona y
ya no volvía.» No podemos atender a las personas con un ojo en el reloj, como si tuviéramos prisa
en deshacernos de ellas lo antes posible.
Premanand pasa a relatar un incidente que no sería exagerado decir que pudo haber cambiado
todo el curso de la extensión del Cristianismo en Bengala: «Se cuenta en alguna parte que el
primer obispo metropolitano de la India dejó de recibir al antes Pandit Iswar Chandar Vidyasagar
de Bengala por motivos oficiales. El Pandit había venido comisionado por la comunidad hindú de
Calcuta para entrar en relaciones amistosas con el obispo y con la Iglesia. Vidyasagar, que era el
fundador de una universidad hindú en Calcuta y reformador social, autor y educador de renombre,
se marchó desencantado sin celebrar la entrevista, y formó un partido influyente de ciudadanos
educados y ricos de Calcuta para oponerse a la Iglesia y al obispo, y para oponerse a la extensión
del Cristianismo . ... El cumplimiento de las formalidades por uno que era conocido como
representante de la Iglesia Cristiana convirtió a un amigo en un enemigo.» ¡Qué oportunidad para
el Cristianismo se perdió porque la intimidad de alguien no se podía invadir nada más que a través
de los canales oficiales! Para Jesús no era nunca una molestia ninguna persona, ni siquiera cuando
todo Su ser estaba clamando por un poco de descanso y tranquilidad... Y así debe ser para Sus
seguidores.
(ii) En este pasaje vemos a Jesús testificando que todos los dones proceden de Dios. Tomó el
pan y pronunció la bendición. La acción de gracias de los judíos antes de las comidas era muy
sencilla: «Bendito seas, Señor nuestro Dios, Rey del universo, que haces brotar el pan de la tierra.»
Esa sería la bendición que pronunció Jesús, porque era la que se usaba ya entonces en todas las
familias. Aquí vemos a Jesús mostrando que son los dones de Dios los que Él trae a la humanidad.
Es bastante raro que se den las gracias a las personas, pero más aún que se Le den gracias a Dios.

EL LUGAR DEL DISCÍPULO


EN LA OBRA DE CRISTO
Mateo 14:13-21 (continuación)
(iii) Este milagro nos informa muy claramente sobre el lugar que ocupa el discípulo en la obra
de Cristo. El relato nos dice que Jesús les dio a Sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Jesús
obró mediante las manos de Sus discípulos aquel día, y lo sigue haciendo.
Una y otra vez nos encontramos cara a cara con la verdad que está en el corazón de la Iglesia.
Es verdad que el discípulo no puede hacer nada sin el Señor, pero también lo es que el Señor no
puede hacer nada sin Su discípulo. Si Jesús quiere que se haga algo, si quiere que se enseñe a un
niño o que se ayude a un necesitado, tiene que encontrar una persona que lo haga. Necesita
personas por medio de las cuales pueda obrar y hablar.
Muy al principio de su búsqueda, Premanand se puso en contacto con el obispo Whitney de
Ranchi, y nos lo cuenta así: «El obispo leía la Biblia conmigo todos los días, y algunas veces yo la
leía en bengalí y hablaba con él en bengalí. Cuanto más tiempo viví con el obispo, más cerca me
sentí de él, y encontré que su vida me revelaba a Cristo, y sus obras y palabras me hacían más fácil
entender la mente y la enseñanza de Cristo acerca de las cuales leía diariamente en la Biblia. Tuve
una nueva visión de Cristo cuando de hecho vi Su vida de amor, sacrificio y autonegación en la vida
diaria del obispo: Él llegó a ser realmente una epístola de Cristo para mí.»
Jesucristo necesita discípulos a través de los cuales pueda obrar y Su verdad y amor se puedan
transmitir a las vidas de otros. Necesita personas a las dar, para que den a otros. Sin tales
personas no puede lograr que se hagan las cosas, y es nuestra tarea el ser tales personas para Él.
Sería fácil acobardarse y desanimarse ante una tarea de tal magnitud. Pero hay otra cosa en
esta historia que nos eleva el corazón. Cuando Jesús les dijo a Sus discípulos que alimentaran ellos
a la multitud, Le contestaron que no tenían más que cinco panecillos y dos pescados; y sin
embargo, con lo que pusieron a Su disposición Jesús obró el milagro. Jesús nos presenta a cada
uno la tremenda tarea de comunicarle a las gentes; pero no nos demanda esplendores y
magnificencias que no poseemos. Nos dice sencillamente: «Ven a mí tal como eres, aunque no
estés bien equipado; tráeme lo que tengas, aunque sea poco, y lo usaré en Mi servicio.» Poco es
siempre mucho en las manos de Cristo.
(iv) Al final del milagro encontramos el detalle de que se, recogieron los trozos sobrantes. Aun
cuando un milagro alimentó a la multitud señorialmente, no hubo desperdicio. Hay algo que
debemos aprender aquí. Dios da con magnificencia pero eso no justifica el derroche. El generoso
dar dé Dios y, nuestra utilización responsable deben ir juntos.

LA REALIZACIÓN DE UN MILAGRO
Mateo 14:13-21 (conclusión)
Hay algunas personas que, cuando leen los milagros de Jesús, no sienten ninguna necesidad de
entender nada. Esas personas pueden seguir así indefinidamente sin que nada estorbe la dulce
sencillez de su fe. Pero hay otras cuyas mentes hacen preguntas, y sienten la necesidad de
comprender: Que no se avergüencen de su actitud, porque Dios sale al encuentro hasta más de la
mitad del camino de su mente inquisitiva.
De cualquier manera que nos acerquemos a los milagros de Jesús, una cosa es cierta: no
debemos contentarnos nunca con considerarlos algo que sucedió; debemos mirarlos siempre como
algo que sucede. No son acontecimientos aislados de la Historia, sino demostraciones del poder de
Cristo que está siempre y para siempre activo. Hay tres maneras de considerar este milagro.
(i) Podemos verlo como una sencilla multiplicación de pan y de pescado. Eso sería muy difícil,
de entender, y sería algo que sucedió una sola vez y que nunca se repitió. Si lo consideramos así,
démonos por satisfechos; pero no critiquemos, y menos condenemos, a los que crean que tienen
que buscar alguna explicación.
(ii) Muchas personas ven en este milagro un sacramento. Han supuesto que los que estuvieron
presentes no recibieron más que una cantidad muy reducida de alimento, y sin embargo recibieron
las fuerzas para un largo viaje y se sintieron satisfechos. Habían comprendido que aquello no era
una comida material para saciar el apetito físico, sino una comida en la que participaron del
alimento espiritual de Cristo. Si fue así, este es un milagro que se . reproduce siempre que nos
sentamos a la mesa del Señor; porque entonces se nos comunica el alimento espiritual que nos
impulsa a recorrer con paso más firme y más fuerza y estabilidad el camino de la vida que conduce
a Dios.
(iii) Hay algunas personas que ven en este milagro algo que es perfectamente natural en cierto
sentido, pero que en otro es un verdadero milagro, y, que es muy precioso en cualquier sentido.
Imaginemos la escena. Hay una gran muchedumbre; es tarde; todos tienen hambre. Pero, ¿era
natural el que, la inmensa mayoría de esa multitud se hubiera puesto en camino rodeando el lago
sin llevar nada de comida? ¿No llevarían algo, aunque fuera poco? Estaba anocheciendo y tenían
hambre. Pero también eran egoístas. Y ninguno quería sacar lo que llevaba para no tener que
compartirlo y que no le quedara bastante para sí mismo. Jesús dio el primer paso. Lo que Él y Sus
discípulos tenían, empezó a compartirlo con una bendición, y una invitación, y una sonrisa. Y
seguidamente todos se pusieron a compartir, y antes de que supieran lo que estaba pasando, hubo
bastante y de sobra para todos.
Si fue algo así lo que sucedió, no fue literalmente la multiplicación de los panes y de los
pescados; fue el milagro de la transformación de personas egoístas en personas generosas al
contacto de Jesús. Fue el milagro del nacimiento del amor en corazones reservados. Fue el milagro
de hombres y mujeres cambiados, con algo de Cristo en ellos que desterraba el egoísmo. Cuando
pasó eso, entonces en el sentido más real Cristo los alimentó consigo mismo y envió Su Espíritu a
morar en sus corazones.
No importa cómo entendamos este milagro. Una cosa es segura: Donde está Cristo, los
cansados encuentran reposo y las almas hambrientas son alimentadas.

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14.13, 14 Jesús buscó la soledad luego de recibir la noticia de que Juan había muerto. Algunas
veces debemos enfrentarnos a nuestro dolor solos. Jesús, sin embargo, no se entregó al pesar,
volvió a su ministerio.

14.14 Jesús realizó algunos milagros como señal de su identidad. Otros milagros sirvieron para
enseñarnos importantes verdades. Pero aquí leemos que sanó porque "tuvo compasión de ellos".
Jesús fue, y es, una persona amorosa, sensible y que se preocupa por los demás. Cuando esté
sufriendo, recuerde que Jesús sufre junto con usted y se compadece.

14.19-21 Jesús multiplicó cinco panes y dos peces para alimentar a más de cinco mil personas. Lo
que al principio se ofrecía parecía insuficiente pero en sus manos fue más que suficiente. Con
frecuencia sentimos que nuestra contribución a Jesús es muy pequeña, pero El puede multiplicar y
usar lo que podamos darle, sea en talento, tiempo o riqueza. Es cuando lo damos a Jesús que
nuestros recursos se multiplican.

14.21 El texto indica que estuvieron presentes cinco mil hombres, más mujeres y niños. Por ello, el
total de personas que Jesús alimentó pudo ser de diez mil a quince mil. El número de hombres se
especifica en forma separada porque en la cultura judía de ese entonces, hombres y mujeres
comían aparte. Los niños comían con las mujeres.

En estos versículos se nos refiere uno de los más grandes milagros de nuestro
Señor: el de dar de comer á cinco mil hombres, además de mujeres y niños, con
cinco panes y dos peces.
Dicho milagro es, en primer lugar, una prueba incontestable del poder divino de
nuestro Señor.
Sin multiplicar de una manera milagrosa el alimento sería imposible dar de comer á
más de cinco mil personas. Ningún impostor, ó falso profeta, ó prestidigitador se
habría atrevido á hacerlo. Sin embargo, nuestro Señor lo ejecutó, y con ese hecho
demostró claramente que era Dios. Hizo lo que antes no existía: proveyó alimento
material y tangible para diez mil personas de una cantidad que no habría bastado
para cincuenta. Crear es atributo exclusivo de Dios.
Ese milagro es, en segundo lugar, un ejemplo notable de lo compasivo que
nuestro Señor es para con los hombres.
Vio en el desierto á una gran multitud que desfallecía de hambre. El sabia que
muchas de las personas que allí se encontraban no sentían hacia El ni verdadera
fe ni amor, mas antes le seguían por curiosidad, por seguir la costumbre, ó por
algún otro móvil ruin. Juan 6.26. Más se compadeció de todos ellos. Todos fueron
satisfechos: ninguno se fue con hambre.
Nuestro Señor es hoy para con los pecadores el mismo que en tiempos antiguos: "
Jehová, Jehová, fuerte, misericordioso y piadoso: luengo de iras y grande en
misericordia y verdad." Exod. 35.66. No trata á los hombres de acuerdo con sus
pecados, ni los castiga de acuerdo con sus iniquidades. Aun á sus adversarios los
llena de beneficios. Los que en el último día resultaren ser impenitentes no
tendrán disculpa alguna. La bondad de Dios los encamina hacia el arrepentimiento
.Rom. 2.4. En todos sus actos para con los hombres acá en la tierra manifiesta que
se complace en la misericordia. Miqueas 7.18.
Ese milagro, por último, simboliza á lo vivo que el Evangelio es suficiente para
satisfacer las necesidades de la humanidad,.
No hay duda de que todos los milagros de nuestro Señor tienen un significado
grande y profundo, y enseñan verdades espirituales; más es preciso interpretarlos
discreta y reverentemente. Es preciso tener cuidado de no incurrir en el error en
que incurrieron muchos de los Padres de la iglesia, á saber: el de percibir
alegorías donde el Espíritu Santo solo quiso que recibiésemos las palabras en su
acepción genuina. Mas, si hay algún milagro que ponga un sentido figurado
además de lo que llanamente enseña, es el que venimos considerando.
¿Qué representa esa multitud que padece hambre en el desierto? Es un emblema
de toda la humanidad. Los mortales son una muchedumbre de pecadores que
desfallecen de hambre en medio del desierto del mundo--sin auxilio, sin esperanza
y encaminados á la ruina. Todos nosotros nos hemos descarriado, como ovejas
perdidas. Por naturaleza nos encontramos sumergidos en la ceguedad y en el
abandono. Ex.. 3.17. Entre nosotros y la muerte no hay sino un paso.
¿Qué representan los panes y los peces al parecer en cantidad tan escasa pero que
por medio del milagro alcanzaron á alimentar diez mil personas? Son emblema de
la doctrina de Cristo crucificado como sustituto de los pecadores, y haciendo
expiación por los pecados del mundo. Al hombre en su estado natural esa doctrina
le parece insostenible.
Cristo crucificado era á los Judíos tropezadero y á los Griegos insensatez. 1 Cor.
1.23. Y. sin embargo, Cristo crucificado ha resultado ser el pan de Dios que
descendió del cielo y da vida al mundo.
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12-21. OYENDO DE LA MUERTE DEL BAUTISTA, JESUS CRUZA EL LAGO CON SUS DOCE
DISCIPULOS, Y OBRA UN MILAGRO AL DAR DE COMER A CINCO MIL PERSONAS. (Pasajes
paralelos, Mar 6:30-44; Luk 9:10-17; Joh 6:1-14). Para la exposición de esta sección, una de las
pocas donde todos los cuatro evangelistas están de acuerdo en cuanto al orden cronológico, véase
el comentario sobre Mar 6:30-44.

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Vv. 13-21.Cuando se retiran Cristo y su palabra, es mejor para nosotros seguirlo, procurando los
medios de gracia para nuestra alma antes que cualquiera ventaja mundanal. La presencia de Cristo
y de su evangelio, no sólo hacen soportable el desierto, sino también deseable.
La pequeña provisión de pan fue aumentada por el poder creador de Cristo, hasta que toda la
multitud se satisfizo. Al buscar el bienestar para el alma de los hombres, debemos tener compasión
igualmente de sus cuerpos. También recordemos de anhelar siempre una bendición para nuestra
comida, y aprendamos a evitar todo desperdicio, porque la frugalidad es la fuente apropiada de la
generosidad. Véase en este milagro un emblema del Pan de vida que descendió del cielo para
sustentar nuestra alma que perecía. Las providencias del evangelio de Cristo parecen magras y
escasas para el mundo, pero satisfacen a todos los que por fe se alimentan de Él en sus corazones
con acción de gracias.

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13 Cuando Jesús recibió esta noticia, se alejó de allí a solas en


una barca a un lugar desierto. Pero, al enterarse la gente, lo
siguieron por tierra desde las ciudades. 14 Al desembarcar y
ver a tanta gente, sintió gran compasión por ellos y curó a sus
enfermos.
Jesús sube a una barca en el lago de Genesaret y se dirige solo a un
lugar solitario. No permanece mucho tiempo así, porque la gente se
entera y le siguen a pie por la orilla del lago. Vienen juntos de todas
las poblaciones circundantes, por tanto también de los pueblos
situados a la orilla del lago. Cuando Jesús baja de la barca, ve la gran
multitud. ¡Qué escena! Jesús siente gran compasión por ellos y cura a
sus enfermos. Lo que impulsa así a la gente hacia Jesús no es sólo el
afecto humano, el entusiasmo que suscita un gran orador, los
sentimientos de gratitud por los beneficios logrados. Lo que impulsa a
la gente es la percepción de lo sobrehumano, que faltó a los paisanos
de Nazaret, el anhelo oculto del bien y de la rectitud, de la verdadera
vida. Jesús no puede responder de otra manera, contestó como hizo
Dios a través de los siglos, a saber con su misericordia. Dios se
compadece del hombre. El estado del hombre afecta su corazón, la
indigencia le conmueve.

15 Llegada la tarde, se le acercaron los discípulos, y le dijeron:


Esto es un despoblado, y la hora ya avanzó; despide, pues, a la
gente, que vayan a las aldeas a comprarse alimentos. 16 Pero
Jesús les dijo: No tienen por qué irse; dadles vosotros de
comer. 17 Ellos le replican: No tenemos aquí más que cinco
panes y dos peces. 18 él contestó: Traédmelos aquí.

Entre tanto llega la tarde, y los discípulos lo indican al Maestro. La hora


es avanzada y el lugar es solitario. Sobre todo aquí no se puede
comprar nada para comer. La conversación entre Jesús y los discípulos
resulta algo artificiosa. Desde el principio Jesús sabe lo que quiere
hacer, y el lector lo nota. Pero los discípulos deben aprender algo, sus
pensamientos dirigidos a las cosas terrenas deben ampliarse y crecer
en el conocimiento del Maestro. Ha pasado ya mucho tiempo y todavía
no saben a quién tienen consigo. Desorientados, hacen la observación
de que solamente hay cinco panes y dos peces para comer. Eso resulta
muy infantil. ¿Qué significa la ridícula cantidad ante el poder que tiene
Jesús? Naturalmente los discípulos no pueden saciar al pueblo, como
les encarga Jesús: "Dadles vosotros de comer." Muy poco es lo que
pueden hacer los discípulos, de una forma semejante a lo que más
tarde se dice de la fe, en la curación del muchacho lunático (cf. 17,16
ss). La mirada debe dirigirse a Jesús. Los discípulos están ante el
pueblo con las manos vacías, pero Jesús puede alimentar a la multitud.
Así también están los maestros y pastores delante del pueblo con las
manos vacías, sólo pueden entregar el pan que Jesús les ofrece.

19 Y mandando a la gente sentarse sobre la hierba, tomó los


cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, dijo la
bendición, partió los panes y se los dio a sus discípulos, y los
discípulos al pueblo. 20 Todos comieron hasta quedar
saciados; y recogieron, de los pedazos sobrantes, doce
canastos llenos. 21 Los que comieron eran unos cinco mil
hombres, sin contar mujeres y niños.

El pueblo se coloca sobre el césped. Ahora Jesús está en el centro,


todos los ojos parecen estar dirigidos a él. En el círculo más reducido
alrededor de él están los discípulos, que han traído los panes y los
peces, a continuación el pueblo se ha colocado por doquier. Jesús
toma los alimentos, mira al Padre que está en el cielo y le alaba. Así
como el padre de una familia judía antes de la comida da la bendición
sobre los manjares y da gracias a Dios por sus dones, así hace aquí
Jesús como padre de todo el pueblo: "Alabado seas, Yahveh, nuestro
Dios, rey del mundo, que haces que el pan se forme de la tierra."
Jesús parte el pan y los peces, y los da a los discípulos para que los
repartan. Los discípulos a su vez lo entregan a las multitudes. Todos
comen y quedan saciados, más aún, incluso se reúne una gran
cantidad de restos, que muestra que se ha distribuido con
superabundancia, y que en realidad todos quedaron saciados. Esto es
una bendición realmente divina. Ha resultado más bien fortuito que
Jesús hiciera este gran signo. Se trata, en efecto, de un gran signo.

Jesús no ha eliminado la necesidad del hambre ni ha quitado a los


hombres la preocupación por el pan cotidiano. Pero una vez tuvo
lugar: todos quedaron saciados, más aún, tuvieron
superabundantemente. Cuando Jesús estaba entre ellos, no les faltaba
nada y todos estaban contentos. La misericordia de Dios descendió
sobre ellos, y todos eran uno en sus comidas en común y no sufrían
penuria. Pero este signo no fue dado para aturdir o subyugar a los
hombres a manera de los prodigios espectaculares que el espíritu
maligno había reclamado a Jesús (cf. 4,1 ss). Fue resultado de la
situación. Así como Jesús concede su misericordia al individuo que se
adhiere a él con fidelidad, así también a la gran muchedumbre que
está necesitada. Así procede Dios siempre con el hombre. En el
desierto Dios había alimentado al pueblo de una manera prodigiosa y
los había preservado de perecer. "Llegada, pues, la tarde, vinieron
codornices, que cubrieron todo el campamento, y por la mañana se
halló esparcido también un rocío alrededor de él, y cuando el rocío se
evaporó, había sobre la superficie de la tierra una cosa fina, como
granos, fina como la escarcha en el suelo. Lo que visto por los hijos de
Israel, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto? Porque no sabían lo que
era. A los cuales dijo Moisés: éste es el pan que el Señor os ha dado
para comer" (Exo 16:13-15). Las proezas que hizo Dios en el tiempo
glorioso de Israel ¿resurgen ahora en la primavera del pueblo? ¿Está
Dios de nuevo cerca de su pueblo como en el gran tiempo pasado?
¡Qué sensación de dicha y nueva confianza tienen que haber sentido
aquellos hombres! Este acontecimiento también es una imagen de la
Iglesia y así debe ser considerado. Jesús está en el centro como el
dador de todos los dones buenos, el dador del pan y de la palabra.
Luego viene el grupo de los discípulos. Están muy cerca de él y
entregan sus dones, son su brazo extendido. El pueblo está situado
alrededor de él y puede disfrutar de su presencia. Jesús alza la vista al
cielo, cuando da la bendición. Jesús hace "las obras que el Padre le ha
encomendado" (Joh 5:36). Ya no es el mediador, como era Moisés. él
mismo es el dador y fuente de la vida. Tal es la experiencia de sí
misma que tiene la Iglesia, cuando se reúne para celebrar la eucaristía.
Así vivirán solidariamente con Dios y no tendrán penuria todos los que
están elegidos para las bodas regias en el reino de Dios. En Dios está
la superabundancia y la plenitud de la misericordia. Solamente en él se
sacia todo el hambre que pueda sentir el hombre.

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ROMANOS 8:1
LA LIBERACIÓN DE LA NATURALEZA
HUMANA
Romanos 8:1-4
Por tanto, ya no hay ninguna condenación para los que viven unidos a Jesucristo. Porque la ley
que viene del Espíritu y conduce a la vida me ha librado por medio de Jesucristo de la ley que
engendra el pecado y conduce a la muerte. En cuanto a la impotencia de la Ley, esa su debilidad
que era el efecto de nuestra naturaleza humana pecadora, Dios envió a Su propio Hijo como
ofrenda por el pecado con esa misma naturaleza humana que había pecado en nosotros; y así,
mientras existía en la misma naturaleza humana que nosotros, condenó al pecado; de manera que,
como resultado, la justa exigencia de la Ley se pudiera cumplir en nosotros, que no vivimos
sometidos a los principios de la naturaleza humana pecadora, sino bajo el principio del Espíritu.

Este pasaje resulta difícil de puro comprimido, y también porque Pablo alude a cosas de las que
ya ha hablado antes. Hay dos palabras que aparecen una y otra vez en este pasaje: carne (sarx) y
espíritu (pneuma). No podremos seguir el razonamiento de Pablo a menos que entendamos el
sentido que les da a estas dos palabras.
(i) Sarx quiere decir literalmente carne. Una lectura de corrido de las cartas de Pablo nos
bastaría para descubrir que usa esta palabra con mucha frecuencia y con un sentido especial. En
términos generales la usa de tres maneras diferentes:
(a) La usa en su sentido literal. Habla de la circuncisión física, literalmente «en la carne» (Rm
2:28 ). (b) Una y otra vez emplea la frase kata sarka, literalmente de acuerdo con la carne, que
quiere decir casi siempre mirando las cosas desde el punto de vista humano. Por ejemplo, dice que
Abraham es nuestro antepasado kata sarka, en cuanto a la naturaleza humana. Dice que Jesús es
hijo de David kata sarka Rm 1:3 ), es decir, en cuanto a su naturaleza humana. Habla de los judíos
como sus parientes kata sarka (Rm 9:8 ); es decir, por parentesco natural. Cuando Pablo usa la
expresión kata sarka, siempre implica que está considerando las cosas desde el punto de vista
humano. (c) Pero otras veces usa la palabra sarx en un sentido que le es característico. Hablandó
de los cristianos, se refiere al tiempo cuando estábamos en la carne (en sarkí, Rm 7:5 ). Habla de
los que andan conforme a la carne en contraposición a los que viven la vida cristiana (Rm 8:4 s).
Dice que los que están en la carne no pueden agradar a Dios (Rm 8:8 ). Dice que la mentalidad de
la carne es muerte, y enemiga de Dios (Rm 8:6; Rm 8:8 ). Habla de vivir de acuerdo con la carne
(Rm 8:12 ). Les dice a sus amigos cristianos: «Vosotros no estáis en la carne» (Rm 8:9 ).
Está muy claro, sobre todo en el último ejemplo, que Pablo no usa la palabra carne refiriéndose
al cuerpo, como cuando nosotros hablamos de carne y hueso. Lo que quiere decir realmente es la
naturaleza humana con todas sus debilidades y su vulnerabilidad al pecado. Se refiere a la parte de
nuestra persona que le sirve de cabeza de puente al pecado; es decir, nuestra naturaleza pecadora,
aparte de Cristo; todo lo que nos ata al mundo en lugar de a Dios. Vivir conforme a la carne es
llevar una vida dominada por los dictados y deseos de la naturaleza pecadora en lugar de una vida
gobernada por el amor de Dios. La carne representa lo más bajo de la naturaleza humana.
Tenemos que damos cuenta de que, cuando Pablo piensa en la clase de vida que está dominada
por sarx, no está pensando exclusivamente en los pecados sexuales o corporales. Cuando da una
lista de las obras de la carne en Gal 5:1921 , incluye los pecados sexuales y corporales, pero
también la idolatría, el odio, la ira, la agresividad, las herejías, la envidia y el asesinato. Para él la
carne no era algo material, sino espiritual; era la naturaleza humana en toda su debilidad y pecado,
todo lo que el ser humano es aparte de Dios y de Cristo.
(ii) Está la palabra espíritu; en este solo capítulo aparece no menos de veinte veces. Esta
palabra tiene, como la anterior, un trasfondo que le viene del Antiguo Testamento. En hebreo
existe la palabra rúaj, que contiene dos ideas básicas: (a) No quiere decir sólo espíritu, sino
también viento; siempre tiene el sentido de algo poderoso, como un potente viento de tempestad.
(b) En el Antiguo Testamento siempre contiene la idea de algo que es más que humano. El
Espíritu, para Pablo, representa un poder divino.
Así es que Pablo dice en este pasaje que hubo un tiempo cuando el cristiano estaba a merced
de su propia naturaleza humana pecadora. En ese estado, la Ley era algo que le hacía pecar, de
modo que iba de mal en peor, derrotado y frustrado. Pero, cuando se convirtió al Evangelio, vino a
su vida el poder del Espíritu de Dios; y, en consecuencia, entró en una vida de victoria.
En la segunda parte del pasaje, Pablo habla del efecto de la Obra de Jesús en nosotros. Es
complicado y difícil de entender, pero Pablo quiere decir lo siguiente: Recordemos que empezó este
tema diciendo que todos pecamos en Adán. Ya hemos visto cómo la idea judía de la solidaridad le
permitía afirmar que, literalmente, todos los seres humanos estamos implicados en el pecado de
Adán y en su consecuencia, la muerte. Pero esto tiene otra cara: Jesús ha venido a este mundo con
una naturaleza puramente humana; y le ha ofrecido a Dios una vida de perfecta obediencia, de
perfecto cumplimiento de Su voluntad. Ahora bien: como Jesús era plenamente humano, de la
misma manera que éramos uno con Adán somos ahora uno con Cristo; y de la misma manera que
nos vimos involucrados en el pecado de Adán, ahora lo estamos en la perfección de Cristo. En
Cristo, la humanidad Le ofreció a Dios la perfecta obediencia, lo mismo que en Adán le había
ofrecido una desobediencia fatal. Los hombres que estaban antes involucrados en el pecado de
Adán son ahora salvos porque están incluidos en la bondad de Cristo. Ese es el razonamiento de
Pablo; y para él y para los que le leían era algo totalmente convincente, aunque sea difícil de
entender para nosotros. Gracias a la Obra de Cristo, se nos ofrece a los cristianos una vida que no
está dominada por la carne, sino por el Espíritu de Dios, que llena al hombre de un poder que antes
no tenía ni conocía. Se le anula el castigo de su pasado y se le asegura la fuerza para su futuro.

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8.1 "Es inocente; déjenlo en libertad". ¿Qué significan estas palabras para usted si se hallara en la
fila de las personas condenadas a muerte? El hecho es que todo el género humano está
sentenciado a muerte, condenado con justicia por quebrantar repetidamente la santa ley de Dios.
Sin Jesús no tendríamos esperanza alguna. ¡Pero gracias a Dios! Nos declaró inocentes y nos
concedió libertad del pecado para hacer su voluntad.

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1. Ahora pues, ninguna condenación hay …—La conjunción “pues” une este pasaje al
contexto anterior inmediato. [Olshausen, Philippi, Meyer, Alford, etc.] El tema con que
termina el capítulo 7 está aun bajo consideración. El objeto de los cuatro primeros
versículos es el enseñar cómo “la ley del pecado y de la muerte” está privada de su poder
de sujetar de nuevo a los creyentes en la servidumbre, y cómo la santa ley de Dios recibe
de ellos el homenaje de una obediencia viviente. [Calvino, Fraser, Philippi, Meyer, Alford,
etc.] para los que están en Cristo Jesús—Como Cristo, que “no conoció pecado,” fue, a
todos los efectos legales, “hecho pecado por nosotros”, así somos nosotros, los que en él
creemos, a todos los efectos legales, “hechos justicia de Dios en él” (2Co 5:21); y para los
tales, hechos uno con Cristo en la cuenta divina. “NINGUNA CONDENACION HAY.” (comp.
Joh 3:18; Joh 5:24; Rom 5:18-19.) Pero éste no es un mero convenio legal; es una unión
en vida, teniendo los creyentes, por la inmanencia del Espíritu de Cristo en ellos, una vida
con él tan real, como la cabeza y los miembros del mismo cuerpo tienen una sola vida. los
que no andan conforme a la carne mas conforme al espíritu—(La evidencia de los
manuscritos parece indicar que esta frase no formaba parte del texto original de este
versículo, sino que la primera parte (“los que andan conforme a la carne”) fué interpolada
temprano, y la segunda parte (“mas conforme al espíritu”) fué tomada más tarde del v. 4,
probablemente como un comentario explicativo, y para hacer más suave la transición al v.
2)

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Vv. 1-9.Los creyentes pueden ser castigados por el Señor, pero no serán condenados con el
mundo. Por su unión con Cristo por medio de la fe, están seguros. ¿Cuál es el principio de su
andar: la carne o el Espíritu, la naturaleza vieja o la nueva, la corrupción o la gracia? ¿Para cuál de
estos hacemos provisión, por cuál somos gobernados? La voluntad sin renovar es incapaz de
obedecer por completo ningún mandamiento. La ley, además de los deberes externos, requiere
obediencia interna. Dios muestra su aborrecimiento del pecado por los sufrimientos de su Hijo en la
carne, para que la persona del creyente fuera perdonada y justificada. Así, se satisfizo la justicia
divina y se abrió el camino de la salvación para el pecador. El Espíritu escribe la ley del amor en el
corazón, y aunque la justicia de la ley no sea cumplida por nosotros, de todos modos, bendito sea
Dios, se cumple en nosotros; en todos los creyentes hay quienes responden a la intención de la ley.
El favor de Dios, el bienestar del alma, los intereses de la eternidad, son las cosas del Espíritu que
importan a quienes son según el Espíritu. ¿Por cuál camino se mueven con más deleite nuestros
pensamientos? ¿Por cuál camino van nuestros planes e ingenios? ¿Somos más sabios para el
mundo o para nuestras almas? Los que viven en el placer están muertos, 1 Timoteo v, 6. El alma
santificada es un alma viva, y esa vida es paz. La mente carnal no es sólo enemiga de Dios, sino la
enemistad misma. El hombre carnal puede, por el poder de la gracia divina, ser sometido a la ley
de Dios, pero la mente carnal, nunca; esta debe ser quebrantada y expulsada.
Podemos conocer nuestro estado y carácter verdadero cuando nos preguntamos si tenemos o no el
Espíritu de Dios y de Cristo, versículo 9. Vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu. Tener el
Espíritu de Cristo significa haber cambiado el designio en cierto grado al sentir que había en Cristo
Jesús, y eso tiene que notarse en una vida y una conversación que corresponda a sus preceptos y a
su ejemplo.
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