ENTRE LA REALIDAD Y EL DESEO: MACHISMO Y RESPUESTAS FRENTE
A LA VIOLENCIA DOMESTICA CONTRA LA MUJER- Beatriz Oblitas Béjar
Aiquipa Zavala, Adrián Marthin Código: 12150189
La violencia de género se ha propagado con consecuencias trágicas en las
diferentes relaciones sociales, desde los roles establecidos. Pues se han generado identidades en función al sexo del individuo un conjunto de constructos sociales, como punto clave para el desarrollo de la desigualdad de género, en la medida que se presuponen roles y actitudes de la mujer, muchas de éstas en detrimento de su dignidad y de su cuerpo. Es así que, la cultura patriarcal en su lógica de dominación es un constructo social y cultural donde ambos sexos interpretan conductas, hábitos, opiniones, etc; los cuales sirven de base para luego ser reforzado y difundido. En tanto que, es el varón el encargado de mantener un orden social. En tal sentido, se percibe la vivencia cotidiana conyugal como la violencia hacia la mujer.
La autora dice: es necesario recalcar que las estructuras sociales consisten en
la rutinización de unas prácticas que se perpetúan por un tiempo y de la misma forma; son nuestros hábitos cotidianos la principal fuerza que lo conforma. Es decir, que si bien han surgido reclamos en defensa de las mujeres, con el fin de reivindicar el papel de la mujer en la sociedad y difundir conciencia desde un "nosotras"; es preciso decir que también se requiere de un trabajo colectivo en la interiorización de la mujer de sus capacidades y poder de decisión en la esfera pública ya que con el sistema patriarcal las vallas están obstaculizadas. Y es por ello que, la lucha por una mejoría en la situación cada vez tiene mayores partidarias mujeres. En rigor, esta serie de interacciones no se definen por medio de la biología sino más bien, tiene que ver con el interaccionismo simbólico que propone Mead en relación a la construcción social de identidades. En la lectura se mencionan las instancias de ayuda dirigidas hacia las mujeres como víctimas de violencia, sin embargo a pesar de las intensas acogidas su eficacia no se desenvuelve de manera óptima y es ahí donde el papel de la presencia del Estado no es muy visible por dos razones principales: La rutinización del machismo se ha naturalizado a tal grado que para las mujeres no es necesario ingresar a un tercero en peleas de pareja y la segunda, que si bien se han querido brindar instituciones de orientación a la mujer, se lo han desempeñado de la mejor manera por las dificultades que “ello amerita”. Más allá de las políticas públicas, la mujer debe aprender a pulso, golpe tras golpe que no podrá ser feliz si aún pervive sobre ella la dominación de instituciones patriarcales, lo que le toca en ese sentido no es otra cosa que transgredir lo aparente, lo natural, las leyes y normas que la oprimen y determinar su enemigo en común con otros sujetos postergados para que su disputa por “otro mundo” pasen de ser sueños a ser exigencias no tan lejanas - a su vez que impostergables- con el reloj en mano, pues no hay tiempo que perder.