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La etapa probatoria, como su nombre lo indica, discurre en la actividad de las partes destinada
a acreditar que los hechos han ocurrido tal como los describieron en la etapa postulatoria.
También se dice que es la etapa donde las partes aportan los medios de prueba para sustentar
sus afirmaciones y desvirtuar las del contrario. Es en esta etapa en que se actúan los medios
probatorios encaminados a formar convicción en la mente del juez para impulsarlo a tomar
una decisión en uno u otro sentido.
Aun cuando sea al paso, nótese el carácter dialéctico del proceso: las partes son oponentes
respecto de las tesis que plantean y también lo son en la afirmación simultánea de hechos
disímiles que, finalmente, desembocan en el intento de probar tales afirmaciones. Siendo así,
el proceso Judicial contiene una contradicción interna - una tesis y una antítesis - que lo
conduce inexorablemente a una síntesis, expresada por la decisión del Juez.
Es en esta etapa donde las partes y el juzgador realizan los actos tendentes a verificar los
hechos controvertidos, sobre los cuales se ha planteado el litigio. Esta etapa se desarrolla
normalmente a través de los actos de ofrecimiento o proposición de los medios de prueba, su
admisión o rechazo; la preparación de las pruebas admitidas, y la práctica, ejecución o
desahogo de los medios de prueba admitidos y preparados.
Es en esta etapa donde acreditan las pruebas que se pretende demostrar de acuerdo a la
pretensión, que se le plantea al juez, del mismo modo también hace valer su defensa y
excepciones el demandado. Las partes demuestran tienen que demostrar de una manera
fehaciente que las pruebas presentadas tienen la finalidad de crear certeza en el juez, puesto
de este modo el juez impartirá justicia, de acuerdo a la pretensión y de acuerdo con los
medios probatorios presentados; puesto que estos pueden ser típicos (documento,
testigos, declaración de parte, pericias e inspección judicial) y atípicos.
1. LA PRUEBA
Este principio está referido a la exigencia de que los hechos materia de controversia
estén demostrados con medios probatorios aportados por las partes u ordenados por
el magistrado, no pudiendo este reemplazarlos con el solo conocimiento privado que
tenga sobre tales hechos. Salvo las decisiones sobre cuestiones de puro derecho o
sobre hechos exentos de prueba, las decisiones positivas de fondo, deben fundarse
con pruebas regular y oportunamente allegadas al proceso. Lo contrario significaría
oponerse a la publicidad y al principio de contradicción que gobiernan los medios de
prueba y que inciden no solamente en su eficacia sino también en la garantía del
derecho de defensa de los justiciables. Como acertadamente indica Gómez (1985):
“el conocimiento privado de la juez contraria el principio de la publicidad y la
contradicción, impidiendo a la parte contradecir lo que el juez tiene en la mente”
(p.51). Una sentencia basada en el mérito del conocimiento privado del Juez dejaría
dudas sobre la imparcialidad con que debe el juzgar el caso de que se trate y traería
confusión acerca de su rol de director del proceso con el de una pretendida calidad de
testigo. Lo expresado no impide al Juez que emplee el conocimiento particular que
tenga sobre los hechos controvertidos a fin de disponer las pruebas de oficio
destinadas a comprobarlos.
Un proceso se organiza para llegar a conocer la realidad plena o verdad material en la medida
de lo posible. El alcanzar la verdad material es tan significativo que se le considera muchas
veces como un criterio substancial para solucionar las cuestiones relacionadas con la
indagación de los hechos.
Una prueba en juicio objetiva la reconstrucción de los hechos que interesan en el proceso. El
estado de los hechos amerita un esclarecimiento que tienda a obtener un resultado que llegue
hasta la verdad (realidad) misma. Los magistrados, haciendo una interpretación restrictiva de
la ley, pueden reducir la aplicación de normas que obstaculizan la comprobación de los
hechos o restarles fuerza de alguna otra manera (Como una persona impedida legalmente de
declarar pero que el juez permite que lo haga para conocer algún hecho). (Hinostroza, 2012).
El investigador judicial debe apreciar si existen puntos de apoyo suficientes para presumir
como ciertas determinadas circunstancias fácticas (aquellas que permiten concluir sobre la
verosimilitud de la declaración de un testigo o la certeza de un documento, por ejemplo) y,
de acuerdo a eso, tener la convicción de su realidad.
En doctrina advertimos que el derecho a probar de las partes, tiene por finalidad
producir en el juez el conocimiento sobre la existencia o inexistencia de los hechos
afirmados por estas en los actos postulatorios del proceso. Por ello, no solamente
constituye un derecho sino también un deber de quien afirma un hecho, que este sea
debidamente sustentado o corroborado mediante los medios probatorios regulados por
la norma procesal, sin afectar los principios procesales y constitucionales que la
garantizan. (p.378).
Podemos señalar de modo pacífico que la prueba judicial desarrolla en el proceso una función
que denominaremos «demostrativa», entendiéndose consecuentemente por ello que la
función de la prueba, aquella dirigida a demostrar la verdad o falsedad de las afirmaciones
factuales, debe ser asumida al interior del proceso mediante el recurso a un procedimiento de
tipo racional. Y cuyos resultados, propiamente porque están fundados en un procedimiento
de este tipo, son controlables desde el exterior por todos los destinatarios de la decisión, esto
es, por el juez de la impugnación, y en general por todos los involucrados. Con idéntico
parecer, considera Taruffo (1997) que “la prueba judicial desarrolla una función
demostrativa, en cuanto provee un fundamento cognoscitivo y racional para la selección que
el juez realiza individualizando una versión atendible y verídica de los hechos relevantes de
la causa, y justificando racionalmente tal elección”. (p.573).
El objeto de la prueba es el hecho que debe verificarse y sobre el cual el juez emite un
pronunciamiento. Es demostrar la verdad de los hechos propuestos por las partes al momento
de interponer la demanda (por parte del demandante) y al momento de contestar la misma
(por parte del demandado). Es todo aquello susceptible de demostración por las partes ante
el juez, sobre la verdad o existencia de un hecho, materia de las pretensiones propuestas,
pudiendo ser estos pasados, presentes o futuros.
Hasta aquí y con tal concepto, en principio todos los hechos serían pasibles de constituir
objeto de prueba, con lo cual se llegaría no sólo a un caos operativo, sino adicionalmente a
la imposibilidad práctica de llevar a cabo en muchos casos un efectivo proceso. Es por esta
razón, que resulta adecuado precisar cuales son los hechos que constituyen estrictamente el
objeto de la prueba, y en tal sentido, podemos afirmar que este último viene conformado por
los hechos controvertidos, esto es, por aquellos hechos sobre los cuales las partes no se
encuentran de acuerdo. Resultando ello consecuencia del principio de contradicción por el
que se rige el proceso civil, razón por la cual todo aquello que sea contradicho por alguna de
las partes esta necesitado de prueba, resultando este tipo de hechos aquellos que constituyen
el thema probandí. (Garcimartin, 1999).
Podemos entender por hecho admitido aquel alegado por una parte y cuya realidad es
aceptada por la contraria, con lo cual no sólo deja de constituir objeto de prueba sino que se
incorpora como premisa obligada de la sentencia a dictarse. Pudiendo observarse que es el
principio dispositivo el que en su aplicación veda la práctica de prueba sobre estos hechos,
dado que en el proceso civil regido por este principio, las partes deben disponer de sus
pretensiones y de los fundamentos de ellas, tanto jurídicas como fácticas. Y en virtud de este
principio, dichos hechos quedan fijados y de ellos ha de partir el Juez para dictar la sentencia,
no pudiendo modificarlos de modo alguno. Quedándonos claro así que el hecho admitido es
el resultado de la afirmación de un hecho por una parte frente a la otra, la cual manifiesta su
conformidad con aquel, aceptación que podrá ser expresa o implícita, produciéndose la
primera cuando una parte reconoce efectivamente el hecho aducido por la contraria, y la
segunda cuando la actividad defensiva adoptada por una parte frente a la que alega el hecho
presupone su aceptación. En relación al silencio, las respuestas evasivas y la negativa
genérica, estas podrán estimarse como admisión de los hechos a que se refieren. Tratándose
en estricto de una admisión presunta que no necesariamente exime a todos los hechos de
prueba, pues su estimación dependerá del criterio judicial.
La carga de la prueba (o el onus probandi) es una especie del género carga procesal y
puede ser entendida como una noción procesal compleja que consiste en una regla de
juicio que contiene dos aspectos fundamentales, de un lado le indica al Juez como debe
sentenciar cuando no aparezcan en el proceso pruebas que le den certeza sobre los
hechos que deben sustentar su decisión y, de otro lado, a las partes la responsabilidad
que tienen para que los hechos que sirven de sustento de sus posiciones aparezcan
demostrados. (Monroy, 2010).
El sistema de la carga de la prueba posibilita que en cualquier supuesto, sea posible que
el juez civil se pronuncie sobre el mérito del debate. La resolución judicial dictada
sobre la base extrema del sistema (ninguna de las hipótesis fácticas aseveradas ha
logrado el aval de elementos de juicio suficientes para ser considerada “probada”) es
una decisión que goza de la misma jerarquía que la que cuenta la adoptada sobre el
funcionamiento de las bases de uso más corriente. Dicha decisión “extrema” es de
índole sustitutiva puesto que la regla de la carga de la prueba reemplaza a la
ponderación de las pruebas en el momento de resolver, pero ello, insistimos, no importa
demérito alguno.
Echandia (1997), señala que: “el funcionamiento del sistema de la carga de la prueba
se da no sólo respecto del pronunciamiento de mérito sino también en relación de
resoluciones interlocutorias que deban emitirse sobre la base de hechos probados” (p.
429).
Desde otro ángulo, cabe también memorar que el referido sistema puede funcionar
tanto en un proceso civil de corte dispositivo (lo usual) como en juicios civiles con
aspectos inquisitivos. Asimismo, se puede registrar su utilización, tanto en mecanismos
de valoraciones probatorias dominadas por las sanas críticas como en los regidos por
la tarifación legal. Finalmente, es preciso tener en cuenta que la regla de la carga de la
prueba es más bien una regla de juicio que una regla de prueba, poniéndose de
manifiesto su real importancia cuando no concurre prueba o ella es insuficiente porque
en tal caso se debe fallar contra la parte que corría el riesgo de no probar. Más que
distribuir la prueba, reparte las consecuencias de la falta de prueba o certeza, y las
normas que la regulan son de naturaleza procesal.
Pruebas pre-constituidas: son las que se crean de antemano, antes que haya
litigio: escritura pública, por ejemplo.
Pruebas a posteriori o simples: son las que nacen durante el curso del juicio:
por ejemplo, prueba testifical.
c) Prueba plena y prueba semiplena.
Consiste en saber cuáles son las formas que la ley establece y deben respetar las partes para
que la prueba producida se considere válida.
“En este sentido, el problema del procedimiento probatorio queda dividido en dos campos;
en uno se halla el conjunto de formas y de reglas comunes a todas las pruebas; en el otro, de
carácter especial, se señala el mecanismo de cada uno de los medios de prueba. Así, todo lo
relativo al ofrecimiento de la prueba, a la oportunidad para solicitarla y para recibirla, a la
oportunidad para solicitarla y para recibirla, a las formas de verificación comunes a todos los
medios de prueba, etc., constituye el tema general del procedimiento probatorio. Por otro
lado, el funcionamiento de cada medio de prueba, instrumentos, testigos, confesión,
inspección, etc., constituye el aspecto particular del problema” (p.248).
Nuestro Código Procesal Civil, establece claramente el procedimiento que se debe tomar en
cuenta para la realización de la aportación de las pruebas la actuación de cada una de ellas y
la valoración por parte del juez.
La Corte Suprema, por su parte, desde el momento en que no puede modificar los hechos ya
establecidos en primera y segunda instancia, sólo puede, en lo que a la prueba se refiere,
controlar el cumplimiento de las leyes reguladoras de la prueba. Se ha entendido que hay
infracción de estas leyes cuando se admiten probanzas que la ley no permite, o al revés, se
rechazan medios probatorios que la ley autoriza; o en fin, cuando se violan algunas de las
leyes relativas al modo de pesar y valorar las pruebas en juicio.
2. DERECHO PROBATORIO
2.1. CONCEPTO
Constituye un derecho básico de los justiciables producir la prueba relacionada con los
hechos que configuran su pretensión o su defensa. Según este derecho, las partes o un tercero
legitimado en un proceso o procedimiento, tienen el derecho a producir la prueba necesaria
con la finalidad de acreditar los hechos que configuran su pretensión o defensa.
Así, por ejemplo, el artículo 188° del Código Procesal Civil establece que los medios
probatorios tienen por finalidad acreditar los hechos expuestos por las partes, producir certeza
en el juez respecto de los puntos controvertidos y fundamentar sus decisiones. Se trata de un
derecho complejo que está compuesto por el derecho a ofrecer medios probatorios que se
consideren necesarios, a que estos sean admitidos, adecuadamente actuados, que se asegure
la producción o conservación de la prueba a partir de la actuación anticipada de los medios
probatorios y que estos sean valorados de manera adecuada y con la motivación debida, con
el fin de darle el mérito probatorio que tenga en la sentencia. La valoración de la prueba debe
estar debidamente motivada por escrito, con la finalidad de que el justiciable pueda
comprobar si dicho mérito ha sido adecuadamente realizado.
Conforme lo señala el artículo 188° del Código Procesal Civil: “Los medios
probatorios tienen por finalidad acreditar los hechos expuestos por las partes,
producir certeza en el Juez respecto de los puntos controvertidos y
fundamentar sus decisiones.” Por lo que consideramos, al igual que el autor
citado anteriormente, que esta constituye una posición híbrida por cuanto se
recoge las tres teorías. Más debe tenerse en cuenta que la valoración de los
medios probatorios aportados por las partes en el proceso y admitidos en la
audiencia correspondiente deben destinarse a despejar la incertidumbre
jurídica, en tal sentido la fijación de puntos controvertidos tiene entre sus
objetivos determinar qué puntos van a ser materia de prueba.
El derecho probatorio es aquella rama del derecho procesal en general, que tiene por
objeto el estudio de las diversas normas que regula y estudia la institución jurídico
procesal denominada “prueba”, tanto en su producción, fijación, características,
modalidades, ofrecimiento, admisión y desahogo, dentro de un proceso de naturaleza
jurisdiccional (Hinostroza, 2012, p.50).
La prueba es aquel modo de cómo llegar a conseguir la prueba lo cual permita el lograr
esclarecer un hecho controvertido, una situación dudosa o un delito, en cuanto a su existencia,
o al modo en que se cometió, para encuadrarlo en la precisa figura delictiva. Por ello con los
medios de prueba podemos incorporar legalmente los elementos de prueba a un proceso
judicial, el cual sean idóneos para formar la convicción de quien tiene la alta responsabilidad
de juzga.
Es por ello que el derecho probatorio, la prueba y los medios probatorios, constituyen
aspectos que debemos definir bien para no tratarlos como si fueran lo mismo. De un lado, ya
hemos hecho referencia al derecho probatorio como la ciencia del derecho procesal que
estudia la prueba. De otro lado, la prueba es concebida como el conjunto de razones que
conducen al magistrado a adquirir certeza sobre los hechos propuestos por las partes en los
actos postulatorios; y, finalmente, los medios probatorios constituyen los instrumentos del
que hacen uso las partes o dispone el magistrado para lograr convencimiento a la decisión
del juez.
El derecho Probatorio tiene su base constitucional estipulada en el artículo 49, la prueba
judicial forma parte del debido proceso; en el procedimiento civil ordinario existe una fase
instructora de donde emana la prueba judicial y de esta forma se refleja en otros
procedimientos.
De acuerdo con Hinostroza (2012) "Toda persona tiene derecho a ser notificada de los cargos
por los cuales se le investiga, de acceder a las pruebas y de disponer del tiempo y de los
medios adecuados para ejercer su defensa". (p.54) es por ello que podemos decir que toda
persona tiene derecho de acceder a las pruebas, quiere decir que toda persona tiene derecho
de aportar las pruebas al proceso; y eso constituye una garantía constitucional que no puede
a nadie cercenarse; para acreditar sus respectivas afirmaciones de hecho que fundamentan su
acción o su excepción y en tal sentido:
Toda persona tiene como garantía constitucional ofrecer al juez los medios
probatorios que se utilizarán para acreditar la versión de los hechos.
Toda persona tiene derecho a contradecir u oponerse al medio de prueba
propuesto por su contraparte.
Toda persona tiene derecho a que el juez de la causa le providencie o admita los
medios de prueba por él promovidos.
Toda persona tiene derecho a evacuar los medios de prueba que le fueron
admitidos.
Toda persona tiene derecho a ejercer el control de la evacuación de los medios de
prueba de su antagonista.
Toda persona tiene derecho a que el juez de la causa le valore sus respectivas
pruebas.
Antes de dar una noción del derecho probatorio hay que aportar varias ideas en relación
a su objeto de estudio, la prueba. Ésta última es un elemento esencial para el proceso. El
derecho probatorio es la disciplina que estudio las normas que regulan la actividad
demostrativa en el proceso.
De acuerdo con Gozaini (1997) Se puede clasificar en lo siguiente :
A) Derecho material
B) Naturaleza mixta
C) Naturaleza procesal
D) Sustancial y procesal.
2.2.IMPORTANCIA DE LA PRUEBA
Así, por ejemplo, el artículo 188° del Código Procesal Civil establece que los medios
probatorios tienen por finalidad acreditar los hechos expuestos por las partes, producir
certeza en el juez respecto de los puntos controvertidos y fundamentar sus decisiones. Se
trata de un derecho complejo que está compuesto por el derecho a ofrecer medios
probatorios que se consideren necesarios, a que estos sean admitidos, adecuadamente
actuados, que se asegure la producción o conservación de la prueba a partir de la
actuación anticipada de los medios probatorios y que estos sean valorados de manera
adecuada y con la motivación debida, con el fin de darle el mérito probatorio que tenga
en la sentencia.
En doctrina advertimos que el derecho a probar de las partes, tiene por finalidad
producir en el juez el conocimiento sobre la existencia o inexistencia de los hechos
afirmados por estas en los actos postulatorios del proceso. Por ello, no solamente
constituye un derecho sino también un deber de quien afirma un hecho, que este sea
debidamente sustentado o corroborado mediante los medios probatorios regulados
por la norma procesal, sin afectar los principios procesales y constitucionales que la
garantizan (Gozaini, 1997, p. 65).
Finalmente el juez decidirá sobre la utilidad o pertinencia de las pruebas que propongan
las partes para su práctica en la vista. Una prueba ilícita o prohibida no podrá tenerse en
cuenta a la hora de valorar los hechos pues carecerán de efectos, debido a que vulnera un
derecho fundamental o, bien, se ha obtenido ilícitamente, lo que las invalida.
Se constituye en órgano de prueba, la persona física que porta una prueba o elemento de
prueba y concurre al proceso, constituyéndose así en intermediario entre el Juez y la
prueba, son órganos de prueba las personas que transmiten de modo directo el dato
objetivo (puede ser oral como el testimonio o por escrito, cómo los dictámenes
periciales).
El Juez no es órgano de prueba, ya que él no aporta pruebas al proceso, sino por el
contrario es el receptor de las mismas.
De acuerdo con Echandia (1984) define al órgano de prueba como: “la persona por medio
de la cual se adquiere en el proceso el objeto de la prueba, es decir por medio de la cual
dicho objeto llega al conocimiento del Juez y eventualmente de los demás sujetos
procesales”. (p.34)
Entre ellos debemos mencionar al testigo y al perito. La información que aportan al
proceso, el elemento probatorio, se realiza a través de un medio probatorio, con el testigo
se practica el testimonio mientras que el perito rinde el dictamen o informe pericial.
Su calidad de derecho fundamental implica que puede ser ejercido en cualquier orden
jurisdiccional, interno o internacional, en cualquier tipo de proceso o procedimiento así
sea este último: administrativo, militar, arbitral o particular, y su vulneración implicará
una afectación directa al orden constitucional e internacional.
En este contexto, al igual que todo derecho fundamental reconocido por la Constitución
(como se aprecia precedentemente), sea explícito o implícito, sea de naturaleza
sustancial o procesal; el derecho a la prueba tiene un contenido esencial o ámbito
constitucionalmente protegido comprendido o integrado como afirma Ferrer (2003)
afirma que: “Por aquellos elementos o derechos definitorios en que puede
descomponerse el derecho a la prueba” (p.28).
En semejante sentido, el jurista español Pico I Junoy sistematiza los límites de esta
garantía constitucional de la siguiente manera: i) los intrínsecos, o inherentes a la
actividad probatoria; y ii) los extrínsecos, o debidos a los requisitos legales de
proposición. Además, sostiene que: “Dentro de los límites intrínsecos se encuentran
previsto legalmente y son la pertinencia, la utilidad y la licitud” (Picó, 1990, p. 44).
2.5.1. PERTINENCIA
En la doctrina nacional según Ariano (2003) ha interpretado a este límite con las
siguientes expresiones:
2.5.2. LICITUD
En la doctrina española, Picó (1996) manifesta que: “Otro límite del derecho a la
prueba lo constituye la licitud de la prueba” y lo describe indicando que “existe tal
licitud cuando la prueba ha sido obtenida o practicada sin infracción de los derechos
fundamentales” (p.45). Conviene diferenciar aquella prueba que ha llegado a
disposición de la parte que la utiliza en forma ilícita y aquella cuya admisión prohíbe
la ley expresamente por considerarse ilícita.
Cabe pensar en el acto del hurto de documento. En esta, como en hipótesis análogas
siempre a título de ejemplo la confesión arrancada a personas públicas o privadas
mediante tortura o chantaje (...).
1. Consideramos que es un derecho fundamental el de las partes ya que estas pueden acreditar
en el proceso los hechos propuestos en los actos postulatorios y si una de las partes no
sustenta los hechos difícilmente pueda ser ampara su pretensión por parte del Juez.
2. El derecho probatorio está amparado constitucionalmente y estudia las diversas normas que
regula y estudia en el proceso a la prueba, tanto en su producción, fijación, características,
modalidades, ofrecimiento, admisión y desahogo, y todo ello tiene la finalidad de convencer
al magistrado respecto de las afirmaciones expresadas por las partes en los autos postula
torios.
3. El carácter fundamental del derecho a probar implica también una nueva lectura de las
normas jurídicas, a fin de que sean interpretadas de la forma más favorable para la
efectividad de este derecho. No cabe duda que si una norma jurídica, pese a querer proteger
otro valor o principio fundamental, limita el derecho a probar en forma desproporcionada,
será inconstitucional.
4. El derecho probatorio es un derecho fundamental que tiene toda persona, pero al igual que
todo derecho, también tiene limitaciones tales como el de la licitud y la pertinencia, pues si
el derecho probatorio no cumple con estas limitaciones, dichas pruebas no serán valoradas,
puesto que, la ilicitud y la impertinencia vulnerarían derechos de la otra parte.
5. La prueba es aquel medio útil para dar a conocer algún hecho o circunstancia. A través de
ella adquiere el Juez el conocimiento de la realidad y no de las afirmaciones de las partes.
6. El principio general de inmaculación del proceso que postula la necesidad de la inexistencia
de vicios que afecten los actos procesales como condición de su validez y eficacia probatoria
7. En sentido estricto, la prueba puede ser definida como aquellas razones extraídas de los
medios ofrecidos que, en su conjunto, dan a conocer los hechos o la realidad a efecto de
resolver la cuesti6n controvertida o el asunto ventilado en un proceso.
8. El principio de igualdad de oportunidad de probar, viene a ser la coincidencia de
oportunidades con que cuentan los litigantes para acreditar un hecho.
BIBLIOGRAFIA
Gozaini, A. (1997). La prueba en el Proceso Civil Peruano. Trujillo, Perú: Normas Legales.