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Luis Felipe Arias Soto 2015-1618

Ensayo Sobre la Lectura del Libro


“Alucinaciones” de Oliver Sacks
El libro “Alucinaciones” de Oliver Sacks es otro de sus célebres obras donde a partir de su
experiencia clínica discute de forma catedrática sobre los diferentes casos con los que él ha
tenido contacto a lo largo de su práctica, en este caso en particular todos aquellos donde las
alucinaciones han sido el tema principal. El autor empieza desmontando la probable idea que
tiene el lector de que va a leer sobre un síntoma clínico más, Sacks introduce su obra haciendo
énfasis en que las alucinaciones no son un fenómeno tan claro como lo percibimos. Existe una
línea muy delgada entre una alucinación y una simple falla perceptiva, al igual que en formular
una fantasía y percibir aquella fantasía como parte del mundo real.
Lo que más impacto trae consigo es el cuestionamiento del juicio que hacemos referente a la
presencia de alucinaciones, al principio vemos a las alucinaciones como cualquier otro síntoma,
un indicio de enfermedad mental, al hacerlo ignoramos la importancia cultural que tienen estas
en muchos pueblos no solo antiguos sino modernos. ¿Por qué el hecho de que una persona vaya a
consultarse a un hospital y diga que vio un ángel se toma de inmediato como signo de
enfermedad mental cuando el mismo profesional que la diagnosticó se crio en un pueblo donde
hablaban de que tan “bendecida” era su tía al ella dar testimonio en la iglesia de como un ángel
se le apareció? El libro no es tan especifico con ese punto al presentar su polemica, pero pienso
que por el contexto cultural en el cual nos encontramos tenemos un papel importante en este
aspecto del debate de las alucinaciones.
Es por ello que Oliver acompleja el tema de las alucinaciones en dos puntos principales, en su
naturaleza y en nuestra percepción de ella. Las alucinaciones no son las simples visiones que
pesamos que le ocurren solo a personas enfermas como lo representan los medios de
comunicación por motivos de entretenimiento, al pensar en alucinaciones es probable que
inmediatamente se piense en una persona que ve cosas que realmente no están allí, es tanto así
que la portada de la edición leída del libro es la imagen de un ojo que ve patrones sin sentido
aparente. Pero, irónicamente, la realidad es otra, la alucinación llega de tantas formas como las
formas en que nuestro cerebro puede captar la realidad.
Esto se ve más cuando se relacionan las alucinaciones con las áreas del cerebro que se encargan
del tipo concreto de percepción que se ve alterada en la persona: el ser humano percibe la
escritura, por lo que se puede alucinar viendo palabras escritas donde no las hay; el ser humano
percibe la música, por lo que se puede alucinar escuchando música cuando realmente se está en
un lugar apartado y silencioso; el ser humano reconoce los rostros de los demás, por lo que se
puede alucinar viendo rostros de personas por una ventana cuando realmente es de noche y no
hay ni un alma caminando por las calles. Lo más sorprendente es que a pesar de que nuestra
lógica nos dirá que solo bastaría con razonar sobre lo absurdo de estas percepciones, las
alucinaciones se perciben tan reales que se le hace a la persona que las experimenta muy difícil
el separarlas de la realidad, ya que, al entrar en su mundo percibido, se han vuelto parte de la
realidad de esa persona.
El otro punto es como nosotros mismos vemos las alucinaciones, es muy fácil simplemente decir
que es un síntoma que aparece en el DSM y solo tomarlo en cuenta para el diagnóstico en un
ambiente clínico, pero mirarlo de esa forma sería estar muy corto de vista. Durante nuestro
crecimiento nos han hecho mil y un historias de personas que han dicho ver cosas que no
atienden a la lógica o se consideran fuera del mundo material, y de cómo creer en que estos
fenómenos realmente pasaron es un valor importante, es Fe, y la influencia de estos fenómenos y
testimonios sobre la cultura nuestra y de muchos otros pueblos es innegable. ¿Entonces qué
diferencia a un paciente psiquiátrico que alucina de una persona que obtuvo la gracia de tener
una experiencia espiritual más allá del resto? Cualquiera se hace el dicotómico y dice que uno se
lo dijo al pueblo en una iglesia, mientras que él otro se lo dijo a un médico/psicólogo en un
hospital, y que allí radica la diferencia. La complejidad del problema es obvia, pero de facto se
tiende a manejar con esa percepción dicotómica del lugar donde lo reporta la persona y a quien
lo hace. Y allí entraría otro cuestionamiento que me parece igual de interesante, ¿Si una religiosa
se regocija por haber visto a la virgen sonreírle y comparte su testimonio con el convento y las
personas del pueblo, te atreverías a recomendarle una cita con el psiquiatra local?
Este tema por suerte no ha sido ignorado en las últimas décadas, en la gran mayoría de los
trastornos psicóticos el DSM incluye la salvedad de que él profesional debe considerar el
contexto cultural del paciente antes de realizar un diagnóstico, al fin y al cabo, una definición de
“psicopatología” nunca está completa sin la palabra “cultura” de por medio.
Al igual que otros fenómenos perceptuales y cognitivos que experimenta el ser humano, las
alucinaciones son tan complejas como la mente misma que las evoca, su carácter multifactorial y
su notable presencia las han hecho uno de los muchos misterios por los que los investigadores se
han obsesionado, al igual que se han mostrado como una de las muchas banderas que marcan lo
lejos que puede llegar la mente humana en la construcción de nuestra realidad como la
conocemos.

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